Professional Documents
Culture Documents
Introducción
Por otra parte, tampoco parece haber dudas de que lo que Polo llamó
Aymara, por la lengua, genéricamente hablando era una serie de
curacazgos (cacicazgos) llamados globalmente “reinos lacustres” que
rodearon el lago Titicaca tras la descomposición del Imperio Tiahuanaco en
torno a 1200 d.c. Claro que no todos estos curacazgos hablaban Aymara,
por lo que queda servida la gran duda de si esa descomposición obedece
precisamente a una invasión “aymara”, como sostiene la mayoría de los
autores2.
1
Pueblos trasladados forzosa o voluntariamente a otros lugares por los gobernantes Incas, ya
sea castigándolos por opositores, ya sea para repoblar o proteger fronteras. La etnia parece
que era la de los aymaraes.
2
Encabezados por Middendorf, Waldemar Espinoza, Teresa Gisbert y Antonio Zapata.
Rafael Gómez Díaz Página 1
En suma, tenemos por ahora que alguien que vivía “castigado o enviado” en
los contornos del Titicaca, hablaba la lengua de ese contorno, pero era un
pueblo original de otro lugar cuyo nombre debía ser muy parecido a
Aymara. Polo de Ondegardo, identificando la lengua que hablaba con el
nombre de ese pueblo, llama Aymara a esta lengua. En 1612, la publicación
del Vocabvlario de la lengva aymara de Ludovico Bertonio se limita a
confirmar en su título el nombre citado por Polo.
3
“Le lac Titicaca, histoire perdue d´une mer intérieur”, de Thérèse Bouysse-Cassagne,
etnohistoriadora. Directora de Investigación del Centro Nacional de Investigación Científica
(CNRS). Francia. Universidad de la Sorbona
4
Un inconveniente serio para cualquier estudioso de las culturas peruanas es la confusión de
la datación de un periodo (fin del Horizonte Medio), con la desaparición específica de una
cultura. Dentro de la diversidad de opiniones, el Horizonte Medio (Huari) tiene una cronología
“larga”, del 500 al 1.100 y una “corta”, del 600 al 900. Por su parte Tiahuanaco tiene una
cronología “larga”, del 1100 a.c. al 1200 d.c., y una “corta” del 200 a.c. al 1000 d.c. En
nuestra opinión, tanto la cultura huari como la tiahuanaco desaparecen al mismo tiempo por
razones climáticas, como veremos.
Rafael Gómez Díaz Página 2
Hemos repetido muchas veces que ante dudas tan enormes como las que
se suscitan aquí para detectar una etnia, hay que seguir a los dioses y a las
lenguas (dando por hecho que están las piedras y la cerámica, o sea la
cultura; cosa que aquí también falta, parcialmente). Y una buena pista
inicial es que no tenemos ninguna constancia de un posible dios aymara; es
decir, no hay ninguna figura divina que altere en la zona los reinados
inalterables de Tunupa (posible dios original Tiahuanacota, posteriormente
convertido en subsidiario de Viracocha y finalmente reconvertido en dios
aymara), Viracocha (su sustituto) e Inti (dios Inca por excelencia, a partir de
Pachacutec).5
Está probado que ambos entornos tienen una delimitación geográfica muy
precisa, aunque también aquí tenemos una verdadera guerra de mapas que
básicamente consiste en ponerle o quitarle una “pancita” al límite
suroriental del Imperio Huari para que incluya, o no, Cuzco; o en ponerle o
quitarle una larga lengua de penetración Tiahuanacota en territorio
hipotéticamente huari. El tema es tan curioso que hemos creado un anexo
demostrativo de esos mapas, al final de este trabajo.
El origen de lo aymara
En ese sentido creemos que quien más profundiza en ese origen y quien
más nos convence de sus conclusiones es el lingüista Alfredo Torero. En su
trabajo “Lingüística e historia de la sociedad andina” en el que analiza
pormenorizadamente la evolución del quechua, el puquina y las lenguas
arus20, considera que “el área de dispersión del grupo era muy diferente en
la antigüedad, según lo muestran valiosas evidencias. Particularmente, su
dominio en los Andes Centrales fue antes mucho más amplio que el actual.
Sólo que su dialectización había avanzado ya en el siglo XVI a un grado tal
que no se llegó a reconocer por entonces la unidad lingüística del grupo”.
“La zona original de partida del aru debe buscarse, en nuestra opinión, en
los Andes Centrales, porque allí se le encuentra en su mayor variedad
lingüística, o, inclusive, en toda su variedad lingüística, por cuanto las
hablas aru aymaras, actualmente empleadas sólo en los Andes
Meridionales, eran "lenguaje particular y propio" también en el sur de los
Andes Centrales hasta al menos el siglo XVI. Además, el estudio de la
difusión del puquina, expuesto en el apartado anterior, nos había conducido
a sostener la precedencia de puquina frente a aymara en los Andes
Meridionales y la relativamente reciente entrada de este último idioma en el
Collao” (la cursiva es mía).
22
Descripción de la tierra del Repartimiento de los Rucanas Antamarcas de la Corona Real...
1586; en B. A. E., Vol. I de Relaciones Geográficas de Indias, pp. 237-248
23
Aclaremos que en este sentido Torero sigue en todo las conclusiones de Hardman, con la
única diferencia de que él sitúa la divergencia cauqui/aymara en el siglo IX en vez de en el
VIII, y cambia ligeramente la terminología.
24
Se basa en las dataciones de Dorothy Menzel sobre el horizonte medio (500 a 1000 d.c.)
con cuatro etapas, en la que las dos primeras, 1 y 2, se subdividen en A y B.
25
Menzel y Lumbreras; así como el propio Torero.
Rafael Gómez Díaz Página 6
de cerámica "de uso secular", Chakipampa B, nativo de Ayacucho y
representado en esa extensa área por piezas "de comercio,
imitaciones e influencias", según D.M.26 El hecho de que la alfarería
secular sea el marcador común de la extensión Ayacucho, es, en
opinión de Menzel “una indicación de fuerza para asumir que hubo
conquista militar tanto como propaganda religiosa”. "Son éstos
-añade- los fundamentos para inferir la existencia de un estado
imperial durante la época 1B con su capital en Huari y que controlaba
totalmente la vasta región central del Perú".
26
Dorothy Menzel (nota de Rafael Gómez)
27
Salvo la sede de Huari, que Torero llama Viñaque (nota de Rafael Gómez).
28
La ciudad sede de Huari. Viñaque y Huari son la misma cosa (nota de Rafael Gómez)
29
Nótese que habla del departamento (región) y no de la ciudad. Nota de Rafael Gómez.
30
Transcrita por Jorge Zevallos Quiñones en Primitivas Lenguas de la Costa. Revista del
Museo Nacional, Lima, tomo XVII, p. 114-119
Rafael Gómez Díaz Página 7
En suma, como conclusión general, “la correlación con los estudios
arqueológicos condujo a reconocer al protopuquina como lengua del
Tiahuanaco boliviano; al protoaru, en su primera fase expansiva, como el
idioma que, a fines del Intermedio Temprano31, se extendió desde los valles
de la costa sur de los Andes Centrales hacia la región de Ayacucho,
siguiendo a la difusión de las influencias de la cultura Nasca, y, en su
segunda fase expansiva, bajo la forma del protocauqui/ aymara32, como el
vehículo lingüístico de la irradiación cultural de Viñaque (Huari-Ayacucho)
durante el Horizonte Medio”.
Por lo demás, intenta acreditar que lo que él llama “jaqui-aru” era la lengua
de la cultura huari, basándose específicamente en topónimos y
patronímicos, y fundamentando su trabajo en las visitas de Atico, de
Arequipa y de Caraveli, todas en 1549; así como en la visita de Acari en
1593. Respecto de esta última, se fundamenta en los trabajos del
etnohistoriador Gary Urton.
Además les da la razón a todos un poco, argumentando que “en los estudios
de Dittmar (1996) y Rothhammer y otros (2004), se comparan los restos de
poblaciones cuyos asentamientos están ubicadas en los territorios de los
aymara hablantes de hoy, además de las poblaciones aymara hablantes
actuales, y se les comparan con otras poblaciones indígenas de Sudamérica.
Los resultados del análisis de ADN son interesantes, aunque muy
preliminares y basado en pocas muestras. Por ejemplo, se indica una gran
38
Graduado en Antropología Lingüística y bibliotecología en la Universidad de Florida y
Florida State University.
39
Instituto de Lengua y Cultura Aymara. Bolivia. Fundado y presidido por Juan de Dios Yapita,
catedrático de lingüística; y dirigido por Denise Arnold, arquitecta y antropóloga.
Rafael Gómez Díaz Página 10
variación antropológica en las poblaciones aymaras. Dittmar indica que
hubo por lo menos tres oleadas de poblaciones que se volvieron aymara
hablantes. Una de ellas venía del Norte, de las tierras altas de la parte
central de Perú, para ocupar la cuenca lacustre de Titicaca, aunque los
aymaras bolivianos también tienen similitud con algunos pueblos
amazónicos. Otra venía del sur, de la región amazónica brasileña, a la
región oriental del lago Titicaca. Y la tercera venía del noroeste de Argentina
a la región meridional del lago Titicaca”.
Habla de Ilave, capital del “reino” Lupaca, diciendo que “aunque el sitio
preinca de Ilave no haya podido ser localizado por el arqueólogo J. Hyslop en
su estadía en esta región, numerosos indicios no dejan lugar a dudas sobre
la ocupación muy antigua del sitio (Hyslop, 1976: 174). Hemos podido
identificar un gran monolito que posee las mismas características que las
que se encuentran en otras riberas, y que son de estilo yayamama
(Bouysse- Cassagne, 1988 :88). Esta estatuaria, que sería de origen pre
pucara, está también presente en Copacabana, Chiripa, Tiwanaku, Santiago
de Huata. En el mismo Ilave, monumentos funerarios (chullpas)
imponentes y comparables a los que se encuentran en territorio colla,
permiten entrever una eventual ocupación post-Tiwanaku”.
Continúa diciendo:
46
Se refiere a la actual provincia de Recuay, en Ancash, donde se desarrolla un trabajo de
Duviols sobre los llakwash que veremos más en detalle. Como veremos, estos llakwash
podrían ser mitimaes desplazados allí por los incas.
Rafael Gómez Díaz Página 14
prodigados de la cerámica de Tiahuanaco y fueron encontradas en
abundancia en sitios del sur del lago (Ryden, 1959).
Los sitios de finales del Intermedio Tardío, que difieren entre ellos por
el tamaño, parecen indicar una especie de jerarquía compleja. Según
Hyslop, diferencias en la arquitectura y la cerámica sugieren
divisiones sociopolíticas. Estos sitios son más importantes y más
numerosos que los del Horizonte Medio, incluido Tiahuanaco. Los
notables cambios entre el Horizonte Medio y el fin del Intermedio
Tardío representan, según ese autor, el momento de transición
durante el cual los pueblos de lengua aymara reemplazaron a la
gente de lengua puquina.
En un bello capítulo que titula “el fin de los viejos señores del lago”,
Bouysse-Cassagne nos dice que “todavía se conoce mal el origen de la
presencia aymara en el altiplano y los datos históricos lingüísticos y
arqueológicos se contradicen a este respecto”. Continúa diciendo:
Las crónicas nos enseñan que distintas olas inmigratorias venidas del
sur se instalaron en la parte “urcosullu” (partes altas) del lago. Según
Cieza de León, Cari el lupaca, que se estableció al sur del lago, venía
de la parte meridional del altiplano47. Y las tradiciones orales de los
Pacajes en el siglo XVI explican la bipartición de curacazgos lacustres
por lugares de origen diferente. Divididos en una mitad umasuyu
(lacustre) y una mitad urcosuyu (pastoral y de altura) decían que
“una parte de ellos era originaria de la laguna y que la otra venía de
la región de Carangas, y que éstos se habían establecido en las
alturas más eminentes” (Mercado de Peñalosa. 1965).
Sin embargo los estudios de Bird sobre los lenguajes costeros, que se
sustentan sobre la obra « Arte y Gramática” de Luis de Valdivia
(1606), no revelan trazas de lengua aymara en la región de Copiapo,
de donde se supone provenir el jefe lupaca (según la hipótesis de
47
Tambien cuentan ... que saliendo del valle de Coquimbo un capitán que había por nombre
Cari, allego a donde agora es Chucuito, de donde después de haber hecho algunas nuevas
poblaciones, paso con su gente a la isla y dio tal guerra a esta gente que digo que la mato a
todos".
Rafael Gómez Díaz Página 15
Gisbert) sino de la lengua arawac (Bouysse-Cassagne, 1988).(La
cursiva es mía)
Es significativo que las chullpas más antiguas sean del norte, “que fueron
datadas por William Isbell durante el Intermedio Temprano”; aunque para
los autores del estudio no se pueden poner en relación con las chullpas del
altiplano.
Los autores concluyen: “Si aceptamos las tesis de que las costumbres
funerarias reflejan los sentimientos y la cosmovisión fundamental de una
etnia, entonces podemos plantear, como hipótesis, que las distintas
tradiciones mencionadas reflejan diferencias étnicas. Especialmente la
orientación hacia tres direcciones cardinales en las chullpas en las orillas e
islas de Lago Titicaca, parece tan fundamental que es necesario plantear la
posibilidad de que fueran construidas por los puquina y no por los aimara (la
cursiva es mía). Además, aunque en Qiwaya y Taramaya parezca que la
cerámica es una variante de Pakasa (Umasuyu), toda la parte este del
Titicaca pertenece ya a la tradición cerámica mollo, que puede ser
interpretada como un reflejo de la misma tradición étnica”.
48
No olvidar que Bouysse-Cassagne escribe esto en 1992. Nota de Rafael Gómez.
49
Boletín del Instituto Francés de Estudios Andinos, año/vol. 34. Número 003
Rafael Gómez Díaz Página 16
Cerramos este apartado con lo que nos parece la más contundente
afirmación de todas cuantas hemos citado hasta ahora. Elizabeth Arkush,
antropóloga de la Universidad de Virginia, en su trabajo “Pukaras de los
Collas: Guerra y poder regional en la cuenca norte del Titicaca durante el
Periodo Intermedio Tardío”, concluye que “en la cuenca del Titicaca,
tenemos que cuestionar la existencia de los famosos “señoríos Aymaras,”
así como también la versión que indica que los estados regionales surgieron
a raíz de conquistas (la cursiva es mía). Es cierto que la guerra dominaba
relaciones socio-políticas en la segunda mitad del Intermedio Tardío, pero
no hay evidencias del desarrollo de un señorío centralizado. Al contrario, el
área siguió fracturada o confederada muy débilmente, posiblemente a
causa precisa de la fortificación extensiva, que harían conquista y control
estable muy difícil. En contraste, según los hallazgos de Brian Bauer, Alan
Covey, y otros arqueólogos en el valle de Cuzco (Bauer 1992; Bauer and
Covey 2002; Covey 2003; Dwyer 1971), el estado Inca temprano surgió en
la valle de Cuzco sin mucha evidencia de fortificaciones ni guerra endémica.
Se ve entonces que en este caso, el modelo de conquista como raíz del
estado es demasiado simplista.
Los contradictores
Justifica así que en la zona haya un 40% de topónimos aymaras y añade que
“aymaras hubo en lo que hoy es el departamento de Apurímac, y los
famosos Laraosaymaraes vivían en las serranías de Yauyos tal como figuran
en bastantes documentos coloniales, lo que denota su procedencia
collavina (la cursiva es mía). El cauqui o ácaro de la mencionada provincia
de Yauyos no es otra cosa que los relictos de la antigua lengua que
empleaban los invasores e inmigrantes aymaras del siglo XII, cuando
asaltaron y destruyeron el imperio Huari”.
Describe con exactitud el imperio Yaro, diciendo que “en lo que atañe al
área geográfica de la expansión y consolidación de los Yaros, las visitas y
revisitas de los siglos XVI y XVII hasta ahora revisadas, prueban que
constituyó un verdadero horizonte, pues abrazó toda la sierra desde
Ayabaca, Cajamarca y Chachapoyas hasta Huancayo, aunque hay
posibilidades de que hayan dominado hasta Lucanas y los Chalcos. De
conformidad a Guamán Poma de Ayala su capital debió estar en
Huanucopampa, o por lo menos en algún lugar de lo que posteriormente fue
50
“Fundamentos lingüísticos de la etnohistoria andina”.
Rafael Gómez Díaz Página 17
el reino de Huánuco. Los Yaros no fueron otra cosa que los Llacuaces. Yaro
era el nombre oficial y honorífico que se daban a sí mismos; y Llacuaces, el
apodo o sobrenombre despectivo que les pusieron los derrotados Huaris. La
documentación examinada confirma igualmente que estos Yaros o
Llacuaces eran de habla aymara, pues procedían del Collao (la cursiva es
mía), de donde invadieron los Andes centrales”.
Hace suya la tesis sostenida por José de La Riva Agüero en 1910, “de que
los pobladores de las formaciones económico-sociales de los Andes
centrales de los tiempos que hoy denominamos Huari u Horizonte Medio
hablaban quechua y que la gente del área nuclear de Tiahuanaco, o sea, del
Altiplano del Titicaca, hablaba también quechua, y que los destructores de
esta civilización fueron los invasores aymaras procedentes de Coquimbo y
Tucumán”. Aunque Espinoza Soriano refute a Agüero en lo de que
Tiahuanaco hablara quechua51, le da la razón en todo lo demás, por lo que
suponemos que defiende la llegada de los aymaras “desde Coquimbo y
Tucumán”.
Por su parte, Jorge E.T. Silva Sifuentes52 sostiene que “Los aymaras vendrían
a ser los antiguos tiwanakus del Horizonte Medio”. Aunque reconoce que
“como la mayoría de las sociedades prehispánicas de este periodo, existe
mayor información etnohistórica que arqueológica (la cursiva es mía), de allí
que haya una tendencia hacia la generalización limitante en la descripción
de las sociedades andinas prehispánicas”.
Renato Aguirre Bianchi53 está muy próximo a Espinoza Soriano, aunque dice
basarse en Bouysse-Cassagne. Sostiene que “la lengua corriente en el
Tiwanaku (y podría ser que también en el Imperio Wari, la cursiva es mía)
era un jaqi primitivo (proto-jaqi) y probablemente éste fue el lenguaje del
ciudadano común incaico durante algún tiempo. Parece claro que los
tiwanacotas hablaban pukina54 y su etnia podría identificarse con ese
nombre. Los que no progresaron y se quedaron pescando en el lago
formaron una etnia mal mirada por los demás, los urus, que hablaban
uruqilla. Los que se quedaron cazando tampoco eran bien considerados, se
denominaban ch’uqila55 o p’uruma, aventajaban a los urus en que se decía
que custodiaban los lugares sagrados (wak'as) y tenían poderes mágicos. En
alguna parte del Perú actual o del territorio caranga al sur del Titikaka, o
más al sur aún, los aymaras, formidables y etnocéntricos guerreros que
hablaban el lenguaje homónimo esperaban su turno (la cursiva es mía).
51
Lógicamente se suma al incontrastable hecho de que se hablara Puquina, pero va más allá
y considera que no se debe hablar de Civilización Tiahuanaco, sino de civilización Puquina.
52
Arqueólogo y antropólogo, en su libro “Origen de las Civilizaciones Andinas”.
53
Cronista de Arica e historiador”, en su libro “Territorio andino”.
54
Es obvia la inconsistencia de identificar el puquina con el protojaqui.
55
Los “choquelas” a los que alude Bouysse-Cassagne. Nota de Rafael Gómez
Rafael Gómez Díaz Página 18
Por el desequilibrio creado por el colapso del imperio Wari en el norte del
Perú actual (año 1000 d.C., más o menos), ocho decenios de sequía,
desgaste administrativo u otras alternativas56, tras una violenta rebelión de
los no privilegiados colapsa definitivamente el Tiwanaku de los pukinas más
o menos en 1172 y los aymaras, sin formar una estructura social
hegemónica como la del Tiwanaku, expanden su influencia en el altiplano a
través de varios Reinos Lacustres que no eran étnicamente homogéneos (la
cursiva es mía).
Podemos resumir estableciendo que los aymaras eran una etnia de origen
incierto que actuaba como los caravaneros del Tiwanaku (Espoueys) y que
luego hizo lo posible por subyugar y explotar a los pukinas del desaparecido
imperio tiwanakota y abusar de los primitivos urus establecidos en las islas
de totora del lago y en las riberas del río Desaguadero y que no intentó
establecer una estructura sociopolítica hegemónica en el territorio
circuntitikaka. Falta insistir en que eran excelentes guerreros”.
58
T. Gisbert parece no reparar en el anacronismo que supone narrar unos hechos que se
producen a partir de 1400 d.c., como veremos más adelante, relacionándolos con la
fundación de Cuzco, en torno al 1200 y con la destrucción de Huari que todos sitúan en
torno al 1000.
Rafael Gómez Díaz Página 20
Por nuestra parte, queremos significar que, al margen de nuestras
posteriores conclusiones, la arqueología no respalda ni una sola de cuanta
manifestación hemos expuesto en este apartado de “contradictores”; ni
tampoco la lengua; ni tampoco los dioses.
Las contradicciones
59
Sería imposible citarlos a todos. Podemos recordar a Duviols, Cardich, ILCA, María
Rostworowki, Rivera Andía, Masferrer Kan, Vera Roca, Astuahuamán Gonzales, etc.
60
Duviols, Espinoza, Gisbert, Masferrer, ILCA
61
Encabezados por Espinoza Soriano y Teresa Gisbert
62
Bouysse-Cassagne, citando a Duviols, Espinoza Soriano, Teresa Gisbert, entre otros.
63
ILCA, entre otros.
64
El documento “Historia y arqueología del distrito de Huarochiri”, que veremos más
adelante, identifica Yaro con Yauyo y con Llakwash.
65
Torero, Bouysse-Cassagne, ILCA.
Rafael Gómez Díaz Página 21
tan claro que el aymara tiene un larguísimo proceso de gestación (desde el
protojaqui o protoaru, anterior al 400 d.c.), que el vehículo de expansión de
la lengua es el Imperio Huari y que hablamos en definitiva de la lengua
huari ¿cómo puede hablar aymara el que se opone en todo a lo huari,
empezando por ser extraño en su territorio?66
Torero, siendo como hemos visto el principal valedor del origen del aymara
en Perú central, reconoce que “aparte del dialecto aymara, otros varios
dialectos del grupo aru se hablaron en los Andes Centrales, todavía incluso
en el siglo XVI. Parece indicarlo así una abundante toponimia asignable al
aru, que se descubre por el norte hasta al menos la provincia limeña de
Huarochirí y el valle del Mantaro. Los documentos mencionan una "lengua
particular" que los indígenas usaban, además del quechua, en la provincia
de Huarochirí y, quizá también, de Canta68; se la identifica como idioma del
grupo aru por ciertas expresiones como auquisna y chaycasna,
respectivamente, "de nuestro padre y criador" y "de nuestra madre",
intercaladas en la recopilación de mitos y leyendas de Huarochirí que hizo
recoger por escrito en quechua huarochiriense el padre Francisco de Avila a
fines del siglo XVI69. Pero el empleo de este idioma en las provincias de
Huarochirí y Canta no se remontaba al parecer sino a dos o tres siglos atrás,
y había sido extendido presumiblemente a esas regiones por invasores de la
vecina provincia de Yauyos”70 (la cursiva es mía).
66
E incluso pudiendo ser el destructor del Imperio, según muchos, aunque no compartamos
esa opinión.
67
“La historia lingüística del Aymara”.
68
Dioses y Hombres de Huarochirí, p. 245.
69
Dioses y Hombres de Huarochirí, p. 66
70
Recordemos que, según Espinoza Soriano, este dialecto sería el Cauqui (Kawki); pero es
imposible que Torero ignorara eso, por lo que puede referirse a otro dialecto aru.
Rafael Gómez Díaz Página 22
están en el “espíritu” de la irradiación (guerra o comercio), procedencia de
los “invasores”, lengua que portaban y datación de la “invasión”.
71
Sin firma. En la web oficial de Huarochiri.
72
Huarochiri. Nota de Rafael Gómez.
73
Recordemos que la cronología corta del Horizonte Medio es de 600-900 d.c. Y la larga del
500-1100 d.c.
74
Espinoza Soriano
75
Cardich, citado por Bouysse-Cassagne, aunque se refiere al Titicaca.
76
Sitios arqueológicos de Chuycoto, Suni y Canyaca.
Rafael Gómez Díaz Página 23
fue anunciada con truenos, relámpagos, rayos, granizo y lluvia que
fertilizaban la tierra” (la cursiva es mía).
Llama mucho la atención que Rivera Andía81, citando a Duviols, diga que se
define a los huaris exactamente de la misma forma en que se califica a los
llakwash: “en los diccionarios contemporáneos de quechua, huari tiene las
connotaciones de un tipo de hombre antiguo, salvaje e indómito. En
aymara, puede traducirse como animal salvaje”. Pero, como apunta a
continuación “en la «causa hecha a los yndios camachicos del pueblo de
Santa Catalina de Pimachi», se encuentra un testimonio de Domingo
Rimachim (habitante de Acas, Cajatambo), y en él puede leerse que Huari
era «un hombre barbudo como español que cuando los yndios bibian sin rey
ni mandon… y tenian guerras unos con otros… se les aparecio y pirco todas
las dichas chacras y repartio a todos los aillos chacras, cequias» (Duviols
1973: 156). «Pircar» es una castellanización del verbo pircay, hacer muros
de piedra, una alusión al carácter constructor y antiguo que explica otra
connotación típica del término huari. Ellos suelen ser considerados los
fundadores del pueblo, los habitantes originarios, los primeros en haber
arribado (Duviols 1986: LVIII)”.
Bien parece, una vez más, que esta segunda cita se refiere a la “invasión
original huari”, con sus aportaciones de obras públicas, mientras que la
primera se refiere a los llakwash o a lo que los pobladores atávicos locales
(norteños, yungas y posteriormente quechuas) llamaban “huari”82, tan
hipotéticamente invasor, en su momento, como los llakwash.
Elio Masferrer Kan83 nos aporta un dato muy remarcable en la cita que hace
de Arriaga84: “Si el examen es en Pueblo de la Sierra se ha de preguntar al
indio si es Huari o Llacuaz, y llaman Huari o Llactayoc al que es natural de
aquel pueblo y todos sus antepasados lo fueron sin tener memoria de aver
venido de fuera, y llacuaces llaman a los que aunque sean nacidos en aquel
pueblo y sus padres y sus progenitores, vinieron de otras partes” (Arriaga,
citado por Duviols 1973). (Las cursivas son mías)85.
Vamos entendiendo, por tanto, que el término llakwash tiene bastante poco
que ver con etnias y pueblos invasores; sino con advenedizos y forasteros,
en cualquier época y en cualquier lugar. Sólo debe retener nuestra atención
79
Además de este documento, tanto el Centro de Investigaciones Peruanas (CIP) como
Teresa Gisbert, los identifican con los Yauyos.
80
“Yaro era el nombre oficial y honorífico que se daban a sí mismos; y Llacuaces, el apodo o
sobrenombre despectivo que les pusieron los derrotados Huaris. La documentación
examinada confirma igualmente que estos Yaros o Llacuaces eran de habla aymara, pues
procedían del Collao”. Espinoza Soriano, “Fundamentos lingüísticos de la etnohistoria andina”
81
Antropólogo, en su trabajo “Apuntes sobre la alteridad constituyente en los Andes”, en la
Revista Española de Antropología Americana (2008, vol. 38, núm. 1, 191-215).
82
Hay que tener en cuenta que Rivera Andía realiza su trabajo sobre las yerras actuales de
ganado en el valle de Chancay (al norte de Lima).
83
Antropólogo, “Criterios de organización andina”, (Instituto Francés de Estudios Andinos.
1984. XIII Nº 1-2).
84
Jesuita, cronista español
85
Este trabajo se hace sobre los llakwahs de Recuay (provincia norteña de Ancash), que muy
posiblemente sean mitimaes puestos allí por los Incas. Como curiosidad muy significativa, los
locales calificaron a los españoles de llakwahs de 3ª oleada.
Rafael Gómez Díaz Página 25
el hecho de que hablaran aymara, en aparente oposición a lo huari (en
teoría paradigma de la lengua aymara). También merece algunas líneas
más el asunto Yaro y la problemática entre los dioses Guallallu y Pariacaca.
86
Torero, Hardman, Heggarty, Bouysse-Cassagne, Lumbreras.
87
Arqueólogo, “Comentarios arqueológicos sobre las ocupaciones prehispánicas en las
cuencas de Paucartambo y Quiparacra – Huachon y la Región de Pasco”. Universidad
Nacional Federico Villareal. Perú. El estudio es de 2009.
88
“Algunos comentarios sobre las ocupaciones prehispánicas tardías de los valles de
Huachon y Paucartambo (Pasco, Perú)”
89
Etnohistoriador, “El santuario de Pariacaca”. Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Lima.
Rafael Gómez Díaz Página 26
Pachacamac y Pariacaca, donde se realizaron cultos que se
remontarían al Período Intermedio Temprano (200 a. C.- 600 d. C.)90.
Por lo pronto, nos parece bastante claro que Pariacaca es una nueva
manifestación divina que, efectivamente, llega de la mano de “invasores”
Yauyos, yaros o llakwash (“por su ubicación, a los pies del Pariacaca, es
posible vincularlo con los cultos ganaderos y a las cumbres nevadas”; “otras
acepciones de caca son foráneo o contribuyente y podrían indicar el
carácter foráneo de Pariacaca con relación a Wallallo”). También parece
claro que Guallallu era el dios anterior, posiblemente Huari (“ambos son
hijos de Cuniraya” y “ambas divinidades son identificadas con el rayo”).
Y quizás la clave más importante para nuestra tesis la dé Rivera Andía97: “la
acepción peyorativa de la condición de extranjero es tan fuerte en este
término, que abarca ámbitos en los que no se esperaría encontrarla. Por
ejemplo, en el manuscrito de Huarochirí se cuenta que uno de los
«adivinos» más eximios del dios Pariacaca era un llakwash. Sin embargo, a
pesar de ser el que mejor pronostica el futuro, es llamado «hombre
pestilente» (Ávila 1975: 105, 107, 109). Ligado a los truenos y relámpagos,
a los yermos y pastizales de puna, a sus posibilidades y restricciones
ecológicas, considerado extranjero (aunque no lo sea) y visto con un
persistente y enigmático menosprecio, el llakwash conformó una categoría
social en la sierra de Lima de hace tres siglos”.
Como vemos, un oráculo de su propio dios (puesto que hemos admitido que
Pariacaca sea llakwash o yaro) es insultado por extranjero, cuando el
lugareño ha adoptado como propio el dios llevado a la zona por el llakwash
insultado.
También es importante para nuestro trabajo una última cita de este autor
en el mismo documento: “Decían que los antepasados de los llacuaz habían
venido del Este y habían conquistado territorios ya ocupados por los huari.
Eran los migrantes, los conquistadores, los advenedizos. (Duviols 1986:
LX)”. Consideramos muy importante este remarque de que “venían del
este” (y no del sur), para desechar definitivamente cualquier invasión
aymara sureña, tan defendida por los contradictores de nuestra teoría.
97
“Apuntes sobre la alteridad constituyente en los Andes”, ya citado.
Rafael Gómez Díaz Página 28
Atando todos los cabos, estaríamos en disposición de contestar a nuestras
anteriores preguntas: datación de la “invasión”, lengua que portaban,
“procedencia de los “invasores” y espíritu” de la irradiación (guerra o
comercio).
Lengua: Creemos sin muchas dudas que era el Cauqui (Kawki)100. Además
debemos tener muy en cuenta el recordatorio que nos hace el ILCA101 de
que “esta familia lingüística aymara está compuesta por dos ejes: la
“variante central” que se habla en el Perú central, y la “variante sureña” del
aymara que se habla en la región altiplánica de Bolivia, el sur de Perú, y el
norte de Chile y de Argentina. La “variante central” está compuesta por el
jaqaru y kawki, lenguas aparentadas con el aymara, que se hablan
actualmente en las provincias de Yauyos, a unos 250 km. al sur de Lima,
Perú. La “variante sureña” incluye los dialectos que se hablan en Huancané,
Oruro, Tiwanaku y el Altiplano boliviano en general. Sólo Torero (2002: 126-
31) ha intentado esbozar los rasgos de otros nexos perdidos del aymara, en
los dialectos históricos que caracterizaban toda el área sur-central de Perú,
entre los dos grupos que conocemos hoy. Pero a la vez la variante central es
poco inteligible para hablantes de la variante sureña, con una divergencia
de unos 50%, que es más que la divergencia entre todas las diferentes
variedades de quechua. Cerrón (2000: 41) compara estas diferencias entre
las variantes centrales y sureñas de aymara con aquélla entre francés y
español, y Heggarty (2008: 40) plantea un período de separación de unos
dos milenios para resultar en una divergencia de esta magnitud” (las
cursivas del párrafo son mías).
98
Duviols piensa que son más tardías, entre 1350 y 1400; pero se refiere a los llakwash del
Titicaca y a las invasiones lupacas.
99
No nos debe pasar desapercibido que el dios Guallallu llegó “con truenos, relámpagos,
rayos, granizo y lluvia que fertilizaban la tierra” y que el siguiente dios, Pariacaca, llega con
“tanta agua y granizo, que no lo pudo sufrir el Guallallo, y así lo venció y echó donde dicho
es”. Es una referencia explícita al origen del Imperio Huari y a su desaparición.
100
Aunque también podría ser el jaqaru, el episodio llakwash es posterior a la segunda
división de las lenguas aru: la separación final de cauqui y aymara.
101
“La lengua Aymara”.
Rafael Gómez Díaz Página 29
La realidad es que se hace prácticamente imposible distinguir entre el
jaqaru y el cauqui102. Ambas lenguas (o dialectos) son concedidas por unos y
por otros, alternativamente, a los llakwash (en este caso yaros) y ambas son
lenguas residuales hoy día en Yauyos103. De hecho el SIL considera al cauqui
como un dialecto del jaqaru. Pero no debemos olvidar que la lengua original
es el Jaqaru (haque = gente; aru = lengua. Motivo por el cual Hardman las
bautiza como lenguas Jaqui y Torero como lenguas Aru)104.
102
De hecho, Tello, Max Uhle y Matos Mar hacen referencia al jaqaru con el nombre de
"Kawki", según el Centro de Investigaciones Peruanas (CIP) en su estudio sobre las lenguas
autóctonas peruanas. Y Cerrón afirma contundentemente que se trata de la misma lengua.
103
Coinciden en que el Cauqui se habla hoy día en Cachuy (Yauyos) y en que el Jaqaru se
habla en Tupe (Yauyos) el CIP (Centro de investigaciones peruanas), el SIL (Summer Institute
of linguistics) y el ILCA (Instituto de lengua y cultura aymara)
104
“Según documentos del siglo XVII, a los Llákwash, posibles hablantes del kawki y del
jaqaru, se les encontraba en las regiones de Recuay, Ocros, Cajatambo, Checras y Canta, así
como en Huachorichirí y Yauyos”. CIP.
105
Tomando la cronología larga y situándonos en torno al 1100. Debió ser posterior.
106
Recordemos la cita de Torero refiriéndose a la presencia Aymara en el Titicaca: “si esta
penetración se produjo por conquista, los invasores debieron partir de las serranías de los
actuales departamentos de Apurímac y Cuzco”
Rafael Gómez Díaz Página 30
Hacemos el comentario para comprender que una cosa es la etnia o cultura
huari, con su origen serrano ayacuchano, y otra cosa es el territorio
“imperial” huari. En la cultura parece haber pocas dudas sobre su origen
serrano, pastoril; no hay ninguna duda sobre su lengua jaqaru o cauqui,
posteriormente aymara, propia de los llakwash. En el territorio imperial
(sobre todo en los valles yungas y en la costa, contra más al norte mejor)
podría también haber pocas dudas sobre una economía agraria y una
incipiente lengua quechua.
107
Las más conocidas son la muchik o mochica; la Sec, la Culli y la Quignam, ésta última
propia de los chimús.
108
Esta tesis aclararía contradicciones como las vistas de definir a los huaris con los mismos
calificativos despectivos que otros emplean para los llakwash.
Rafael Gómez Díaz Página 31
Los grandes estudiosos y descubridores de la cultura huari fueron Julio Tello
y Luis Lumbreras. Quizás por eso nadie ha discutido que Huari, que es una
ciudad y una cultura sin que se sepa mucho de la etnia (quizás Huarpa,
quizás Aymaray), se forma a partir de la cultura Huarpa (200 a.c. 500 d. c.),
de la que se sabe muy poco en todos los sentidos. Tampoco se discute una
doble influencia Nazca, desde la costa, y Tiahuanaco desde el altiplano109,
para hacer “explotar” Huari a partir de lo huarpa. Se coincide en que el
sentido “estatal” y el culto religioso es heredado de Tiahuanaco110,
descartándose por completo que hubiera una imposición militar de
Tiahuanaco en la zona de origen111.
109
Es interesante recordar aquí la descripción que hace Torero de las distintas etapas de
evolución de la lengua, ya vistas al principio de este trabajo.
110
www.educared.edu.pe, confirmado por Lumbreras en “El Perú prehispánico”, aunque éste
también cree en dioses originales de Huarpa y Nazca.
111
Torero, citando a Menzel y www.educared.edu.pe
Rafael Gómez Díaz Página 32
precedente huari (quizás la misma), que crearon un vergel en zona árida112,
está probada la actividad ganadera en el “núcleo” original huari113.
Los huari tuvieron tres méritos incuestionables y novedosos: fueron los que
desarrollaron el concepto de “ciudad” en el sentido moderno de
asentamiento urbano “burgués”, lleno de artesanos y comerciantes;
desarrollaron una política de obras públicas en la que su principal logro fue
la red vial que luego sirvió de base para el Qhapaq Nan inca; y, gracias a
ella, desarrollaron muchísimo un comercio basado en caravanas de pastores
serranos que comenzaron a forjar el intercambio agrícola-ganadero y la
alteridad huari-llakwash, cuestión clave en nuestro trabajo.
112
“El Perú prehispánico”
113
“La caza y el pastoreo –se han encontrado multitud de corrales con cercos de piedra en el
asentamiento- debieron completar el sistema productivo del centro” (se refiere al sitio de
Huari). Cita del redactor de la excelente sección de historia de la web oficial de la Junta de
Castilla y León. En www.educared.edu.pe, que se basa estrictamente en citas de Isbell,
Lumbreras y Menzel, se dice que “su economía estaba basada en la agricultura de productos
como el maíz, la papa y la quinua, así como en la ganadería de llamas y alpacas”. Luis Enciso
dice que “esta pirámide social tenía en su base a un gran masa de agricultores y pastores”.
114
Lumbreras dice que “Los wari fueron poderosos señores que, con un ejército organizado,
comenzaron a conquistar a los pueblos vecinos y luego a otros”. Torero dice que “El hecho de
que la alfarería secular sea el marcador común de la extensión Ayacucho, es, en opinión de
Menzel “una indicación de fuerza para asumir que hubo conquista militar tanto como
propaganda religiosa”. "Son éstos –añade menzel- los fundamentos para inferir la existencia
de un estado imperial durante la época 1B con su capital en Huari y que controlaba
totalmente la vasta región central del Perú". Luis Enciso califica la organización política huari
como “sociedad militarista expansiva” y a su cúspide dirigente como “nobleza guerrera”.
115
Junta de Castilla y León: http://www.artehistoria.jcyl.es/historia/contextos/1467.htm
116
Viracocha, en su manifestación de Viracocha Cuniraya. Nota de Rafael Gómez.
117
www.educared.edu.pe
Rafael Gómez Díaz Página 33
manufacturera. Estableció un régimen de grandes conglomerados de
depósitos en los territorios dependientes”118. “La ciudad se convirtió en el
motor de la producción y la distribución de la riqueza agropecuaria y
manufacturera”119 (las cursivas son mías).
Creemos también que son los mismos llakwash que habitaban el Urcosuyu
del Titicaca (lo veremos con más detalle), ya fuera desde antes de la
extinción de Huari, ya fuera que también se desparramaran a consecuencia
de la misma. Es un hecho que estos ganaderos, pastores y caravaneros
fueron los que contribuyeron al gran intercambio comercial durante todo el
Horizonte Medio, en plena coexistencia pacífica entre Huari y Tiahuanaco.
Esta frase del cronista Cieza de León ha hecho rodar ríos de tinta, y ha sido
de la que se han agarrado, sin mucho más, los defensores de la invasión
aymara del Titicaca y posteriormente del Imperio Huari, formando el
“imperio Yaro”127.
126
Rivera Andía, citando a Duviols
127
Como ya vimos, muy particularmente Espinoza Soriano y Teresa Gisbert.
Rafael Gómez Díaz Página 35
evolutivo de la propia lengua aymara y el de las “invasiones” llakwash de
Yauyos, Huarochiri, etc.128.
Por eso reiteramos que, en nuestra opinión, esos pastores caravaneros son
los mismos llakwash, “aymaras”, huaris o tiahuanacos que ya vimos más
arriba. Habitaban el Urcosuyu del Titicaca (en este caso), ya fueran
provenientes de la sierra central tras la extinción de Huari, ya fueran
pastores tiahuanacos desde antiguo, ya procedieran de la extinción propia
de Tiahuanaco, que, como los yaros en Huarochiri, cayeron sobre las riberas
del Titicaca destrozando a los collas. Como dijimos, es un hecho que estos
ganaderos, pastores y caravaneros fueron los que contribuyeron al gran
intercambio comercial durante todo el Horizonte Medio, en plena
coexistencia pacífica entre Huari y Tiahuanaco.
Conclusiones
El problema que nos tocará aclarar no es tanto el “qué”; sino el “por qué” y
el “cómo”.
Sobre el cómo, no vemos mayor claridad que la que emplea Alfredo Torero
en sus conclusiones140: “la correlación con los estudios arqueológicos
condujo a reconocer al protopuquina como lengua del Tiahuanaco boliviano;
al protoaru, en su primera fase expansiva, como el idioma que, a fines del
Intermedio Temprano141, se extendió desde los valles de la costa sur de los
Andes Centrales hacia la región de Ayacucho, siguiendo a la difusión de las
influencias de la cultura Nasca, y, en su segunda fase expansiva, bajo la
forma del protocauqui/ aymara142, como el vehículo lingüístico de la
irradiación cultural de Viñaque (Huari-Ayacucho) durante el Horizonte
Medio”
139
Acelerándose de forma definitiva por voluntad de los evangelizadores, como probamos en
nuestro documento “Una teoría sobre la lengua secreta de los Incas”.
140
“Lingüística e historia de la sociedad andina”
141
500/600 d.c. Nota de Rafael Gómez
142
A partir del 700 d.c. según Hardman y a partir del 800 d.c. según Torero. Nota de Rafael
Gómez
Rafael Gómez Díaz Página 39
Creemos incuestionable que tanto la cultura huari como la cultura
tiahuanaco colapsan muy posiblemente al mismo tiempo, por una catástrofe
económica debida, una vez más en Perú, a fenómenos climatológicos.
No podemos decir seriamente, hoy día, que “lo” aymara no existe, ni existió
nunca. Se nos echarían encima millones de personas orgullosas de su
origen, de su raza, de su lengua y de su tierra. Son los herederos de los
collas o puquinas, y de los urus. Son los herederos del orgulloso, soberbio y
temible Tiahuanaco. Esa es su verdadera etnia, su verdadera cultura.
143
Recordemos que el ILCA, citando a Dittmar, indica que “hubo por lo menos tres oleadas de
poblaciones que se volvieron aymara hablantes. Una de ellas venía del Norte, de las
tierras altas de la parte central de Perú, para ocupar la cuenca lacustre de Titicaca,
aunque los aymaras bolivianos también tienen similitud con algunos pueblos amazónicos.
Otra venía del sur, de la región amazónica brasileña, a la región oriental del lago Titicaca. Y
la tercera venía del noroeste de Argentina a la región meridional del lago Titicaca”.
144
Recordemos que Bouysse-Cassagne, citando a Duviols y Cardich, dice que “los
desplazamientos de los llacuaces se situarían entre 1350 y 1400 y tendrían por origen una
degradación del clima”; y que el controvertido episodio de Cari “el lupaca” no puede ser
anterior a 1400.
Rafael Gómez Díaz Página 40
ANEXOS
Mapas sin “panza” que engloben Cuzco. Fuente: Kalipedia. Editorial Santillana. Grupo
Prisa
Como curiosidad adicional, vemos que Piquillaqta está al noroeste de Cuzco, cuando en realidad está a su
sureste.
Mapa con “panza”. Fuente: múltiples, entre otras Wikipedia. Es el mapa de mayor de difusión
en Internet. Este está sacado de geschichteinchronologie.ch. Puede apreciarse que la ciudad
de Cuzco queda claramente dentro del territorio Huari