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EN LA DOGMÁTICA PENAL
FRENTE A OTRAS FORMAS
DE AUTORÍA Y PARTICIPACIÓN
UNIVERSIDAD LIBRE
Facultad de Derecho
Centro de Investigaciones
Socio-Jurídicas
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
Autor: Álvaro Enrique Márquez Cárdenas.
ISBN 958-44-3609-2
® 2008.
Dr. Víctor Hernando Alvarado Ardila
Presidente Nacional
PÁG.
INTRODUCCIÓN ........................................................................................................................................ 13
CAPÍTULO I
CAPÍTULO II
CAPÍTULO III
CAPÍTULO IV
8
PÁG.
CAPÍTULO V
CAPÍTULO VI
CAPÍTULO VII
CAPÍTULO VIII
9
CAPÍTULO IX
PÁG.
1. DEFINICIÓN ................................................................................................................................ 89
2. RESEÑA HISTÓRICA ................................................................................................................... 90
3. ELEMENTOS ESTRUCTURALES DEL TIPO .............................................................................. 92
3.1. LA ASOCIACIÓN DE TRES O MÁS PERSONAS ........................................................................ 92
3.2. EL FIN DE COMETER VARIOS DELITOS ................................................................................. 93
3.3. SUJETO ACTIVO .................................................................................................................. 94
3.4. BIEN JURÍDICO ................................................................................................................... 94
4. COAUTORÍA VERSUS CONCIERTO PARA DELINQUIR ........................................................ 95
5. LA COPARTICIPACIÓN A UN PASO DE LA EMPRESA DELICTUAL ..................................... 96
5.1. DEFINICIÓN DE EMPRESA DELICTUAL ................................................................................. 97
CAPÍTULO X
1. ANTECEDENTES ......................................................................................................................... 99
2. DIFERENCIA CONCEPTUAL ENTRE DELITOS COMUNES Y ESPECIALES ........................ 100
2.1. DELITO COMÚN ................................................................................................................ 103
2.2. DELITO ESPECIAL ............................................................................................................... 103
3. CARACTERÍSTICAS DE LOS DELITOS COMUNES Y ESPECIALES ....................................... 105
3.1. CARACTERÍSTICAS DE LOS DELITOS COMUNES ................................................................... 105
3.2. CARACTERÍSTICAS DE LOS DELITOS ESPECIALES .................................................................. 105
4. DELITOS ESPECIALES PROPIOS E IMPROPIOS ...................................................................... 105
4.1. DELITO ESPECIAL PROPIO ................................................................................................... 106
4.1.1. Características .................................................................................................................. 106
4.2. DELITO ESPECIAL IMPROPIO ............................................................................................... 109
4.2.1. Características .................................................................................................................. 109
5. LA AUTORÍA EN LOS DELITOS ESPECIALES ........................................................................... 111
5.1. LA AUTORÍA INMEDIATA EN LOS DELITOS ESPECIALES PROPIOS ............................................ 111
5.1.1. Autoría inmediata por omisión en los delitos especiales .............................................. 113
5.1.2. Autoría inmediata en los delitos especiales impropios .................................................. 115
5.2. AUTORÍA MEDIATA EN LOS DELITOS ESPECIALES .................................................................. 116
5.2.1. Autoría mediata en los delitos especiales propios ......................................................... 117
5.2.2. Autoría mediata en los delitos especiales impropios ..................................................... 118
6. COAUTORÍA EN LOS DELITOS ESPECIALES .......................................................................... 121
6.1. COAUTORÍA EN LOS DELITOS ESPECIALES PROPIOS ............................................................. 124
6.1.1. Coautoría en los delitos especiales propios por omisión propia ................................. 129
6.1.2. Coautoría en los delitos especiales propios por omisión impropia ............................. 129
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
10
PÁG.
CAPÍTULO XI
LA TENTATIVA EN LA COAUTORÍA
CAPÍTULO XII
11
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ANEXOS
En el Código Penal, en el art. 29, sobre los autores se expresa: “Es autor quien
realice la conducta punible por sí mismo o utilizando a otro como instrumento.
“Son coautores los que, mediando un acuerdo común, actúan con división del trabajo
criminal atendiendo la importancia del aporte.
14
procedan, fundamentándola con un criterio dogmático, evitando de esta manera
la impunidad que genera los delitos cometidos en forma conjunta por varios
sujetos y que, frente a una falta de precisión de concepto los más responsables,
los jefes de bandas delincuenciales terminan siendo sancionados apenas como
simples cómplices con penas irrisorias.
Se pretende realizar un estudio relacionado con el análisis del inciso 2 del art.
29 del C.P., que se refiere a la responsabilidad penal cuando se presenta la
actuación conjunta de varios sujetos en la comisión de uno o varios delitos;
analizar las razones y fundamentos del porqué las otras formas de autoría y
participación no son suficientes para subsumir los comportamientos delictivos
que se presentan a través de las personas que actúan conjuntamente,
diferenciándolos de otras formas de autoría y participación, y asimismo proponer
los casos y las soluciones que resultan con la disposición que se estudia y sus
diferencias con figuras parecidas.
1
M ÁRQUEZ C ÁRDENAS , Á LVARO E. Autoría mediata en el derecho penal. Formas de instrumentalización.
Bogotá. Ediciones Jurídicas Ibáñez, 2003, p. 56.
2
R OXIN , C LAUS . Autoría y dominio del hecho en derecho penal. Trad. de la 6ª ed. por Joaquín Cuello
Contreras y José Luis González de Murillo. Madrid. Marcial Pons, 1998, p. 255; “Sobre la autoría y
participación en el derecho penal”. En: Problemas actuales de las ciencias penales y la filosofía del
derecho, en homenaje al profesor Luis Jiménez de Asúa. Trad. de Enrique Bacigalupo. Buenos Aires,
1970, p. 177; R OXIN , C LAUS ; A RZT , G ÜNTHER y T IEDEMANN , C LAUS . Introducción al Derecho Penal y
al Derecho Penal Procesal. Trad. de Luis Arroyo Z. y Juan Luis Gómez Colomer. Barcelona, 1989,
p. 322; M ORENO Y B RAVO , E MILIO . Autoría en la doctrina del Tribunal Supremo. Coautoría, autoría
mediata y delitos impropios de omisión. Madrid. Dykinson, 1997, p. 77; J AÉN V ALLEJO , M ANUEL . “La
autoría y participación en el Código Penal de 1995”. En: Revista de Ciencias Jurídicas. Universidad
de las Palmas de Gran Canaria, Nº 2, 1997, pp. 35 y ss.
3
Nos referimos a las formas de participación criminal que trae el C.P.: Inducción y complicidad en sus
dos grados: primaria y segundaria. El primero de los grados es lo que se conoce en el C.P. español,
como “la cooperación necesaria”.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
16
la realización de un tipo de referencia, mediante la cooperación accesoria para
que otro (autor) realice el tipo penal (hecho injusto ajeno).
El Código Penal colombiano, Ley 599 de 2000, contiene una referencia expresa
a la coautoría. En efecto, el art. 29 señala que “son coautores los que, mediando
un acuerdo común, actúan con división del trabajo criminal atendiendo la
importancia del aporte”. Esta es una de las formas de coautoría que la doctrina
conoce como coautoría indirecta y son lo que intervienen en la fase de la
ejecución de la acción típica, pero cooperando en la misma con conductas no
incluibles en la concreta actividad descrita por el verbo rector: v. gr. Quien sujeta
a la víctima mientras el otro la accede sexualmente, o al otro se le facilita
apuñalarla y matarla. La otra forma de coautoría es la conocida como directa y
se presenta en quienes realizan coetáneamente todos los elementos del tipo
penal, por ejemplo, todos los ejecutores golpean conjuntamente a un hombre
hasta darle muerte. Este es el supuesto más claro de coautoría, que si bien no
4
G IMBERNAT O RDEIG , E NRIQUE . Autor y cómplice en derecho penal. Madrid. Universidad Complutense
de Madrid, 1966, p. 45.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
17
está expresamente señalado en el Código Penal, no presenta duda de su
admisión en la dogmática penal colombiana. Es decir, la coautoría es autoría en
una tercera forma, junto a la directa y la autoría mediata. La legislación española
expresa mejor esta forma de autoría, sin entrar en definiciones y requisitos que
puedan crear confusiones innecesarias, y en su art. 28, num. 1 del C.P. informa
que “son autores quienes realizan el hecho... conjuntamente”. La distinción entre
quienes son coautores de otras formas de participación y autoría le corresponde
definirla a la doctrina y la jurisprudencia.
Iniciaremos nuestro planteamiento desde las teorías diferenciadoras, que son las
que permiten determinar las diferentes categorías de autoría, coautoría y
participación.
CAPÍTULO II
LA COAUTORÍA EN RELACIÓN CON LA TEORÍA FORMAL-OBJETIVA
5
FERRER SAMA. Comentarios al Código Penal. T. II. Murcia. Sucesores de Nogués, 1947, p. 39. Sostiene
que el concepto de autor desde la perspectiva restrictiva, “parte de la base de la realización por el sujeto
de aquellos actos ejecutivos previstos por el legislador como integrantes del correspondiente tipo... autor
de homicidio no sería sino aquel que personalmente da muerte a otro, como autor de robo no podría
ser sino quien toma la cosa ajena”. ANTÓN O NECA. Derecho Penal. Ob. cit., pp. 467-468, cuando habla
del art. 14 del C.P. de 1973, señala que en el mismo es donde se encuentra el concepto de autor y su
conducta viene establecida en los tipos penales, por ello considera que el concepto de autor ejecutor es
restringido, y las normas sobre la codelincuencia contienen causas de extensión de la pena. DEL R OSAL.
Tratado… Ob. cit., p. 339. MOURULLO . Comentarios... T. I. Ob. cit., p. 802, expone que el concepto
restrictivo de autor debe derivarse de los respectivos tipos especiales, en este sentido, es autor, en sentido
estricto, “quien realiza antijurídicamente y culpablemente, por sí mismo o a través de otra persona que
obra como instrumento, el hecho punible descrito en la correspondiente figura delictiva”. El concepto
expuesto por RODRÍGUEZ MOURULLO contiene la autoría mediata en forma expresa y se aparta, en líneas
generales, de los conceptos restrictivos de autor que da la mayoría de la doctrina. En Alemania, MEZGER .
Derecho Penal… Ob. cit., pp. 305-306. SAUER . Derecho Penal... Ob. cit., p. 306, considera que el
concepto “estricto”de autor se fija solamente en la acción de ejecución y llega a incluir, a lo sumo, la autoría
mediata. W ELZEL . Derecho Penal... Ob. cit., pp. 143-144, el concepto restrictivo de autor venía
determinado por el momento de ejecución de una acción típica, por ello las formas de participación
(instigación, complicidad) se consideran causas de extensión de la punibilidad o causas de extensión de la
tipicidad. MAURACH. Tratado... T. I. Ob. cit., p. 305, señala que no existe un unitario concepto restrictivo
de autor, sino que existe uno primero, que parte del tipo legal, y el segundo, del concepto de acción.
J ESCHECK. Tratado... Ob. cit., pp. 589-590, señala que según el concepto restrictivo de autor sólo es autor,
“quien realiza por sí mismo la acción típica, mientras que la simple contribución a la causación del resultado
mediante acciones distintas a las típicas no puede fundar ninguna autoría. JAKOBS. Derecho Penal... Ob.
cit., pp. 734-735, expone inicialmente los extremos de la teoría formal objetiva, abandonada en Alemania
desde los años veinte, para luego exponer las primeras teorías materiales, completando el cuadro del
concepto restrictivo de autor, el estudio de la teoría del dominio del hecho, que identifica como una teoría
material-objetiva o final objetiva, que se reconoce por la doctrina moderna.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
20
de que, en principio, todos los intervinientes en un hecho delictivo a los que
les sea imputable el resultado del mismo en sentido amplio son autores, el
restrictivo parte de una idea en sentido contrario: no todos los que participan
en un hecho delictivo son autores, sino solamente algunos de ellos, pero los
que no quedan indicados como autores, habiendo participado en los hechos,
pueden ser sancionados con fundamento en la existencia de normas que castigan
expresamente otras formas de intervención que no son autoría.
En términos generales, la teoría formal-objetiva se caracteriza porque considera
como autor a aquel sujeto que ejecuta total o parcialmente la acción descrita
en los tipos de la parte especial.
La teoría formal-objetiva es una de las teorías que más ha tenido influencia en España,
y de forma limitada en Alemania. Entre sus defensores germanos se encuentran:
S CHÜTZE 6, D OHNA 7, R OSENFELD 8, M ITTERMAIER 9 , L ISZT 10 , M EZGER 11 , M ERKEL 12 ,
S AUER 13 , H IPPEL 14 y F INGER 15 .
6
S CHÜTZE , T HEODOR . Die Notwendige Theilbahme am Verbrechen. Ob. cit., p. 194. “Autor es quien
ha querido el hecho delictivo y lo ha realizado por sí mismo, es decir mediante la aplicación de fuerzas
espirituales y corporales propias, que han llevado a la ejecución, la actividad correspondiente al delito,
y con ello ha puesto en obra el delito, lo ha cometido. El hecho es su obra, ya haya actuado en
interés propio, o en interés ajeno”.
7
D OHNA , A LEXANDER G RAF . La estructura de la teoría del delito. Trad. de Carlos Fontán. Madrid. Marcial
Pons, 1958, p. 93. “Es autor quien personalmente concreta el delito”.
8
R OSENFELD , E RNST . “Mittäterschaft und Beihilfe bei subjektiv”. En: Frank-Fg. T. II. 1930, p. 168, donde
se manifiesta partidario de la teoría objetivo-formal, considera que la distinción entre autor y partícipe
es una cuestión de derecho positivo.
9
M ITTERMAIER , W. “Gutachten ubre”. En: ZStW 21. p. 212. Considera que autor es quien realiza la
acción típica, defiende la teoría objetivo-formal.
10
L ISZT , F RANZ . Tratado de Derecho Penal. T. III. Madrid. Marcial Pons, p. 86. De lege ferenda ha
defendido un concepto unitario de autor. Sin embargo, muestra una inclinación a la teoría objetivo-
formal “los actos de coautor suponen pues, participación en el acto de ejecución. Por tanto, su
diferencia con la complicidad se determina, en primer término, objetivamente”.
11
M EZGER , E DMUNDO . Tratado de Derecho Penal. T. II. Trad. de José Rodríguez y puesto al día por
Quintano Ripollés. Madrid. Marcial Pons, 1957, p. 340. Para este autor “Por tanto, es fundamentalmente
correcta la teoría objetiva formal; sólo ella está en armonía con la ley vigente. Pero, como en todo
otro caso, también aquí rige el principio de que ninguna característica típica puede ser correctamente
entendida sino «teleológicamente», teniendo en cuenta la conexión total del tipo y la determinación
del bien jurídico a él perteneciente, protegido por la sanción penal. Con ello encuentra, de modo
necesario, la teoría objetiva formal su complemento indispensable en la teoría objetiva material”.
12
M ERKEL . Zur Abgrenzung von Täterschaft und Beihilfe. 1925, p. 174. “Autor es quien ejecuta solo el
hecho punible... Coautor es quien ejecuta junto con otro el hecho punible”.
13
S AUER , W. Derecho Penal. Parte General. Trad. de Juan del Rosal y José Cerezo. Barcelona. Marcial Pons,
1956, pp. 299 y ss. “Autor es el creador del hecho principal”. “Autor es quien da al hecho la dirección
interna hacia el resultado jurídicamente relevante; es el fundador consciente o imprudente del peligro”.
14
H IPPEL , R OBERT . “Die allgemeinen lehre vom verbrechen in der Entwürfen ». En: ZStW 42, 1921,
pp. 537. Indica que autor o coautor es quien realiza acciones de ejecución y el cómplice quien sólo
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
21
BELING, gran defensor de la moderna teoría objetiva en la dogmática alemana, alude
a la teoría cuando expresa que “el problema jurídico-penal que aquí se trata no
es en modo alguno el problema de la causalidad como tal, sino la comprensión
del contenido de los delitos-tipo en particular, de una particular causalidad típica.
Las cuestiones prácticas a resolver son: Si A ha matado a un hombre, si ha sustraído
uno cosa ajena, etc.” 16. Indicando que si bien debe existir una relación causal entre
el hacer y el resultado, los delitos “no se remiten por sí a la fijación científica del
concepto de causa (ni dicen ni piensan, el que pone la causa para la muerte de
un hombre, para la sustracción de una cosa, etc...), sino que atienden simplemente
al sentido de la expresión usual y viviente a la imagen que nos representamos
cuando oímos hablar de acción de matar, acción de sustraer”17.
Para BELING la diferencia entre autor y cómplice incide en que el primero realiza
actos especificados en la descripción legal que conforma el delito, mientras que
el cómplice ejecuta acciones anteriores o accesorias a las comprendidas por la
figura delictual. Con fundamento entre la distinción entre tipicidad estricta y
amplia, estima GIMBERNAT que B ELING define al coautor y al cómplice: “a) coautoría
es conjunta ejecución, realización de acciones que pertenecen al verbo rector
del tipo penal. b) Complicidad es la realización de una acción preparatoria o de
una acción accesoria para la acción ejecutiva de otro sujeto: sujetar a la víctima
durante la agresión de muerte, vigilar mientras otro hurta no son por sí mismas
desarrollo del núcleo del tipo penal, sino colocación de una concausa 18 . Al
respecto BELING precisa: “Todo delito-tipo comprende sólo aquellas personas que
han hecho precisamente aquello que corresponde justamente al tipo. A aquel
de quien no puede decirse que ha matado a un hombre, no puede aplicársele
una pena…” 19 . Más adelante expresa: “pero las acciones preparatorias y
secundarias... con las que un sujeto ha contribuido para que otro realice el delito
tipo no podían lisa y llanamente descuidarse desde el punto de vista de la política
penal” 20, y por ello se sancionan a título de inducción o complicidad.
Cont. nota 14
lleva a cabo acciones de apoyo. Este apoyo puede darse antes del hecho o en el momento de la
ejecución del delito.
15
F INGER , A UGUST . Lehrbuch des Deutschen Strafrenchts. T. I. 1904, p. 338.
16
B ELING , E RNST . Esquema del derecho penal. Doctrina del delito-tipo. Trad. de Sebastián Soler. Buenos
Aires. Delpalma, 1944, p. 395.
17
B ELING . E RNST . Ob. cit., p. 397.
18
G IMBERNAT O RDEIG , E NRIQUE . Autor y cómplice en derecho penal. Madrid. U. complutense de Madrid,
1966, pàg. 66.
19
B ELING , E RNST . Esquema del derecho penal. La doctrina del delito-tipo. Madrid. Desalma, 1975, p. 394.
20
B ELING , E RNST . Esquema del derecho penal… Ob. cit., p. 402.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
22
De esta manera podemos considerar que la corriente objetivo-formal parte del
entendido de que existe responsabilidad cuando hay vinculación causal entre el
comportamiento y el resultado, pero estima que el problema no se agota allí,
porque hay conductas que, a pesar de ser causas del delito, no quedan
comprendidas en el tipo respectivo, y por ello no son punibles.
No siempre, entonces, es autor aquel que causa el resultado, o que pone una
condición para que sobrevenga; lo es aquel que, habiéndolo causado, además
realiza una acción que está comprendida por la figura delictiva. El que no ha
realizado un acto abarcado por esa descripción, queda definitivamente marginado
de la autoría. Con esta tesis el tipo penal adquiere su máximo grado como
garantía legal: así, nadie puede ser condenado por una conducta que no está
comprendida en el pertinente tipo penal.
21
M AURACH , R EINHART . Tratado de Derecho Penal. T. II. Trad. de Córdoba Roda. Barcelona. Marcial
Pons, 1962, p. 305. Para este autor “lo único decisivo es la tipicidad del actuar inmediato, visto en
forma puramente objetiva. Por el contrario, nos encontramos ante la complicidad cuando el
colaborador, sin ejecutar personalmente la acción típica, actúa en forma meramente preparatoria o
en apoyo de ésta”. Es autor quien ejecuta personalmente la acción típica, y en los delitos pluriactivos
todo aquel que realice aunque sea sólo uno de los elementos típicos. La situación interna del autor,
especialmente su interés personal en el resultado y el dominio espiritual de su ubicación dentro de
una pluralidad de sujetos actuantes, es irrelevante.
22
B ACIGALUPO , E NRIQUE . Principios de Derecho Penal. Parte General. 3ª ed. Madrid. Akal, 1994, p.
209. La mencionada doctrina procede de la dogmática alemana.
23
G IMBERNAT O RDEIG , E NRIQUE . Introducción a la parte general del derecho penal español. Ed. cit.,
1979, p. 42.
24
El Tribunal Supremo en muchas sentencias ha manifestado su inclinación en la aceptación de la teoría
formal objetiva, como ejemplo, las siguientes: Sentencias del 23-6-73 (R.A. 2896) ponente: Escudero
del Corral; 24-9-73 (R.A. 3331) ponente: Hijas Palacios; 28-9-73 (R.A. 3389) ponente: Hijas Palacios;
29-9-73 (R.A. 3400) ponente: García Tenorio y San Miguel; 5-10-73 (R.A. 3555) ponente: Escudero
del Corral; 8-10-73 (R.A. 3621) ponente: Sáez Jiménez.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
23
P UIG P EÑA 25 afirma que son autores los que comprendía también el anterior art.
14 del C.P., es decir, los que toman parte directa en la ejecución del hecho. Se
plantea la cuestión de establecer qué significa la expresión “parte directa”, por
lo que hace una enumeración de actos, de supuestos de ejecución decisiva del
delito, entre los siguientes: a) actos consumativos “propio sensu”; b) actos de
coparticipación compleja cuando el efecto delictivo se descompone en una serie
de operaciones distintas realizadas por diversas personas; c) actos que tienden
directamente a la ejecución del delito, aunque no lo produzcan, y d) actos de
vigilancia mientras se realiza el delito, que incluye también los actos realizados
por el autor mediato, sea o no imputable, de quien se vale una persona para la
realización de un delito.
S ÁINZ C ANTERO 26 dice que son autores en sentido estricto los que realizan la
conducta típica, bien de modo inmediato (directamente), bien mediatamente
sirviéndose de otra persona a la que utiliza como instrumento. Afirma que en
el C.P. hay que distinguir dos conceptos de autor: el real, según el cual es autor
el que realiza la conducta típica como un acto propio, donde incluye al autor
mediato, y el legal o amplio, que considera autor no sólo a quien realiza el tipo
como propio, sino también a los inductores y cooperadores necesarios.
GIMBERNAT 29 considera que la teoría formal-objetiva, con todos sus fallos, es la que
más se acerca a la solución al problema del concepto de autoría y participación.
25
P UIG P EÑA , F EDERICO . Derecho Penal. Parte General. Madrid. Marcial Pons, 1988, p. 565.
26
S ÁINZ C ANTERO , J OSÉ . Lecciones de Derecho Penal. Parte General. T. III. Barcelona. Marcial Pons,
1978, p. 178.
27
J IMÉNEZ DE A SÚA , L UIS . Principios de Derecho Penal. La ley y el delito. Buenos Aires. Desalma, 1990,
p. 507.
28
J IMÉNEZ DE A SÚA , L UIS . “La orientación moderna de las nociones de autor de la infracción y de
participación en la infracción”. En: El Criminalista. T. IV. Buenos Aires. Ariel, 1960, p. 175.
29
G IMBERNAT O RDEIG , E NRIQUE . Autor y cómplice en Derecho Penal. Ob. cit., p. 249. Estima que
después de haber estudiado la autoría en sentido estricto... “la teoría formal-objetiva (autor es el
que realiza un acto ejecutivo) es la que más se aproxima a la solución correcta, en cuanto que su
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
24
Es precisamente G IMBERNAT quien en España ha desarrollado una variante de la
teoría formal-objetiva. En su planteamiento indica: “...autor del delito es aquel
cuya actividad es subsumible, sin más, en el tipo de la parte especial”. Más
delante agrega: “autor en sentido estricto es todo aquel que realiza la conducta
descrita en la figura delictiva definida por la Ley” 30 .
Cont. nota 29
definición de autor es la que está más cerca de la conducta descrita en el tipo. Pero no pueden pasar
por alto sus fallos: ignora que no todo el que contribuye al hecho con actos ejecutivos es el autor al
que se refiere el tipo y no percibe que en algunos supuestos de delitos de resultado, y aunque el
autor mediato no ejecute, su conducta es directamente subsumible en el tipo”.
30
G IMBERNAT O RDEIG , E NRIQUE . Autor y cómplice… Ob. cit., p. 221.
31
R ODRÍGUEZ M OURULLO , G ONZALO . “El autor mediato en el derecho penal español”. En: Anuario de
Derecho Penal y Ciencias Penales. T. 22. Madrid. U. Complutense de Madrid, 1969, p. 802.
32
R ODRÍGUEZ M OURULLO , G ONZALO . La omisión de socorro en el Código Penal. Madrid. Tecnos, 1966,
p. 297.
33
Q UINTERO O LIVARES , G ONZALO . Derecho Penal. Parte General. Madrid. Marcial Pons, 1989, p. 546.
“En España, como quiera que un sector de la Doctrina y la jurisprudencia entiende que la definición
de la autoría se encuentra en el artículo 1º-1 del vigente C.P. (se refiere al anterior) «los que toman
parte en la ejecución del hecho», la tesis objetivo-formal goza de cierta aceptación, pues se la quiere
ver consagrada precisamente en esa disposición legal”. Sostienen luego que el artículo 14-1 no define
la autoría, sino cierta forma de coautoría.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
25
mediata y coautoría. Rechaza la posibilidad que la autoría se establezca en el
art. 14.1 del C.P.A., sosteniendo que tal concepto se encuentre entonces
definido en cada uno de los tipos penales de la parte especial.
V IVES A NTÓN vuelve al artículo 14.1 para definir el autor, aceptando la teoría
formal-objetiva, asumiendo una nueva posición al considerar que “es autor real...
el que ejecuta por sí solo la totalidad del tipo”. Pero también el coejecutor y el
autor mediato con autores reales. Todos ellos se encuentran incluidos en el
numeral 1 del artículo 14, porque todos ellos “toman parte directa” en la
ejecución de los hechos.
34
R ODRÍGUEZ D EVESA . Derecho Penal, Parte General. Ob. cit., p. 796.
35
O CTAVIO DE T OLEDO /H UERTA T OCILDO . Derecho Penal, Parte General. Ob. cit., p. 465.
36
G IMBERNAT O RDEIG , E NRIQUE . Autor y cómplice en Derecho Penal. Ob. cit., p. 22.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
26
respondido con dos aspectos: a) por la mayor reprochabilidad de quien ejecuta
el acto, y b) el de la adaptabilidad de la teoría formal-objetiva al tipo y al lenguaje
corriente 37 .
Quien lleva a cabo la acción de ejecución merece más castigo pues revela más
peligrosidad, más desprecio a la sociedad e indica un mayor grado de
criminalidad, que el partícipe que comete actos preparatorios y coetáneos al
hecho como auxiliador. WEGNER 38 afirma: “La realización de la acción ejecutiva
es para nosotros un indicio del máximo grado de energía criminal”.
37
D ÍAZ Y G ARCÍA C ONLLEDO M IGUEL . La autoría en derecho penal. Ob. cit., p. 444. El autor estima
procedente dejar de lado un tercer aspecto sobre el tema que sí comenta G IMBERNAT que es el relativo
a la mayor adecuación de la teoría formal-objetiva al antiguo art. 47 StGB por las razones que el
mencionado artículo ha sido derogado en la legislación alemana y se trata de un análisis de derecho
comparado.
38
W EGNER . “Teilnahme”. En: Reform des Strafrechts. 1926, p. 109.
39
G IMBERNAT O RDEIG , E NRIQUE . Ob. cit., p. 25.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
27
b) Toda forma de intervención se someterá al marco legal, independientemente
que se trate de un autor y un partícipe. Es claro que la autoría, por ser la
forma más directa de violación y desconocimiento del mandato que prohíbe
conductas contrarias al orden jurídico establecido, tendrá siempre el máximo
de la pena.
40
D ÍAZ Y G ARCÍA C ONLLEDO , M IGUEL . Ob. cit., p. 449.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
28
considerar ejecuta su actuación como es la de sujetar a la víctima mientras
el homicida lo apuñala 41 .
41
DÍAZ Y G ARCÍA C ONLLEDO , M IGUEL . Ob. cit., p. 459. En este caso estima el profesor DÍAZ : “creo que
no es verdad que ambas estén en el mismo nivel de merecimiento y necesidad de pena; será cierto
que ambas demuestran un alto merecimiento y necesidad de pena, pero no el mismo: la cercanía a la
infracción de la norma, el peligro que para la lesión del bien jurídico muestran ambas acciones es grande,
es similar, pero no idéntico: la de sujetar hace efectivamente que la posibilidad de impedir la infracción
de la norma directa del tipo sea mucho menor que en los casos de conducta preparatorias o más
laterales, pero es que la de apuñalar hace imposible tal evitación de la infracción; por tanto, el legislador
tendrá un punto más de interés en evitar la conducta de apuñalar que la de sujetar”.
42
R OXIN , C LAUS . Autoría y dominio del hecho en derecho penal. 6ª ed. Trad. de Joaquín Cuello y José
Serrano. Barcelona. Marcial Pons, 1998, p. 30. G IMBERNAT en su libro el Autor y cómplice, p. 26,
plantea los argumentos de R OXIN que se refieren a que el fallo del fundamento que pretende
diferenciar autor de cómplice con base a criterios de reprochabilidad se deduce que “un punto de
partida tan puramente normativo como éste hace desvanecer en lo indeterminado toda delimitación
y acaba por convertirla en imposible. Es evidente, además que a dicho punto de partida le han pasado
inadvertidas las ideas legales valorativas; pues si el Derecho positivo equipara el inductor al autor en
la pena e incluso permite la aplicación al cómplice del mismo castigo, entonces el sentido de la
diferenciación no puede residir en la suposición de que, en general, el partícipe es menos digno de
castigo que el autor... Es posible que un partícipe que ha permanecido completamente en un segundo
plano durante el hecho y que no puede ser considerado, de ningún modo, figura central del
acontecimiento concreto sea el que merezca la pena mayor: Si por esta razón se le quisiera considerar
autor, llegaríamos a una «criminologización» de las formas de participación que no corresponde a la
esencia de la dogmática jurídicopenal ni al sentido de la delimitación que aquí nos ocupa”.
43
G IMBERNAT O RDEIG , E NRIQUE . Ob. cit., p. 27.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
29
2.2. L ENGUAJE CORRIENTE
El argumento afirma que el tenor literal de los tipos penales coincide con el
lenguaje ordinario o corriente, y éste nos indica que cuando nos referimos, por
ejemplo, a las acciones de matar, hurtar, incendiar, son precisamente las de
ejecución 44 . Según este argumento la teoría formal-objetiva no desconoce el
contenido literal de la descripción de la conducta establecida en el tipo penal,
ni el sentido de las palabras en el lenguaje corriente 45 .
Para B ELING “El lenguaje de la vida divide rigurosamente, dentro del sector de la
«muerte de una persona», aquel comportamiento que, a pesar de hallarse
internamente vinculado a aquélla, se encuentra antes o junto a... la muerte. Si
A ha tomado una cosa ajena del lugar donde estaba, B le ha descubierto dónde
se hallaba la cosa o le ha inducido a su comportamiento y C, mientras A actuaba,
ha distraído la atención de los peatones de la actuación de A; si ahora
comparamos todo ello con el tipo legal «sustracción de una cosa mueble ajena»,
no habrá nadie que llame al comportamiento de B o C «sustracción de la
cosa»” 46 .
44
D ÍAZ Y G ARCÍA C ONLLEDO M IGUEL . Ob. cit., p. 461.
45
G IMBERNAT O RDEIG , E NRIQUE . Ob. cit., p. 29.
46
B ELING . Methodik der Gesetzgebung. 1922, p. 96.
47
Z IMMERL , L. Zur Lehre vom Tatbestand. 1932, p. 170.
48
R OXIN , C LAUS . Autoría y dominio... Ob. cit., p. 35. La teoría formal-objetiva sigue tendiendo todavía
ventajas considerables “el asesino que clava el cuchillo en el pecho de la víctima; el ladrón que recoge
las joyas del cofre violentado y sale huyendo; el testigo que jura en falso con la mano levantada;
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
30
a todo aquel que realiza tan sólo un elemento del tipo, y para otro sector de la
doctrina requiere que interviniente realice todos los elementos del tipo.
Sin embargo, esas concepciones sociales sirven más como criterio valorativo de
orientación sobre consideración como autor o partícipe en un sistema de autoría
restrictiva 49 . No obstante el legislador, al describir la conducta que pretende
recoger en los tipos penales sobre intervención en los hechos, no desconoce
el lenguaje común, las concepciones del hablar corriente de la sociedad para la
cual legisla y hacer más compresible sus prohibiciones que recoge en normas
de carácter sancionatorio.
Cont. nota 48
todos éstos son personajes plásticos que se hallan en el punto central del acontecimiento y cuya
actividad destaca sensiblemente, para el observador imparcial, de la de los partícipes... pues el que
las descripciones típicas quieren abarcar, en primer término, y calificar con el predicado valorativo
«autor» a aquel que ejecuta por sí mismo las acciones específicas en aquellas descripciones es una
idea de evidencia casi forzosa que tienen en cuenta todas las teorías que en la actualidad siguen
teniendo defensores”.
49
D ÍAZ Y G ARCÍA C ONLLEDO M IGUEL . Ob. cit., p. 467.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
31
penal 50 . En consecuencia, esta teoría no puede explicar satisfactoriamente
muchos casos de coautora, en los cuales el coautor no realiza actos de ejecución
en el sentido formal-objetivo 51 .
Un ejemplo de esta crítica es el caso del organizador del plan delictivo o el “jefe
de la banda”, quien no realiza ningún acto ejecutivo, en el sentido formal-
objetivo, para el momento de llevar a cabo el atraco en un banco, sino que está
presente en ese momento dirigiendo la ejecución que están realizando los
distintos miembros de la banda. No hay duda que la intervención del jefe de la
banda es fundamental para la realización del reato, pero su actuación no es
ejecutiva para efectos de la teoría formal-objetiva 52 .
Para G ÓMEZ B ENÍTEZ la teoría tampoco puede explicar con coherencia los casos
de coautora “directa parcial, pues desde su punto de vista quien sólo realiza una
parte de la acción típica no realiza la acción típica” 53 .
50
M IR P UIG , S ANTIAGO . Derecho Penal. Parte General. Barcelona. PPU, 1995, p. 390. La teoría no
explica la coautoría cuando alguno de los intervinientes principales no realiza ningún acto típico en
sentido estricto, “por ejemplo: para alcanzar la fruta de un árbol ajeno, A sube encima de B, de modo
que éste no «toma”la fruta. En suma: la teoría formal-objetiva resulta ilimitada en los delitos
meramente resultativos y excesivamente limitada en cambio, en los delitos de medios determinados”.
51
J ESCHECK , H ANS -H EINRICH . Tratado de Derecho Penal. Parte General. Ob. cit., p. 894.
52
G ÓMEZ B ENÍTEZ , J OSÉ M ANUEL . Teoría jurídica del delito. Ob. cit., p. 120. Para este autor esta fue
una de las razones para que el Tribunal Supremo admitiera la teoría del “acuerdo previo” según el
cual también es autor el que se ha puesto previamente de acuerdo con los ejecutores del delito,
aunque dicha persona no haya ejecutado, en sentido formal-objetivo actos típicos en la realización
de los hechos.
53
G ÓMEZ B ENÍTEZ , J OSÉ M ANUEL . Teoría jurídica del delito. Ob. cit., p. 131.
54
R OXIN , C LAUS . Autoría y dominio del hecho en derecho penal. Ob. cit., 1998, p. 138. Los ejemplos
que presenta R OXIN son proporcionados por W EGNER y Beling respectivamente, defensores estos
de la teoría formal-objetiva.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
32
serían cómplices a pesar de su colaboración en los hechos punibles. Esta
solución no resulta conveniente 55 .
R OXIN , sobre los casos propuestos, explica que “cuando en el caso del veneno
A y B cooperan en grado de igualdad y complementan sus contribuciones al
hecho de modo tal que sólo juntos pueden producir el resultado, su
comportamiento constituye una unidad de sentido respecto del fin perseguido,
que no puede ser desdoblado en distintas figuras jurídicas sin arbitrariedad.
Precisamente el uso del lenguaje, al que tan a menudo apelan los partidarios de
la teoría formal-objetiva, no vacilaría en decir que A y B han asesinado
conjuntamente a C. Lo mismo vale para el ejemplo de B E L I N G (caso del
homicidio)” 56 .
55
B ACIGALUPO , E NRIQUE . Principios… Ob. cit., p. 211.
56
R OXIN , C LAUS . Autoría y dominio del hecho en derecho penal. Ob. cit., pp. 138 y ss.
57
R ODRÍGUEZ M OURULLO , G ONZALO . Comentarios al Código Penal. T. I. Artículos 1-22. Barcelona. U.
cpmlutense, 1972, p.822.
58
M AURACH , R EINHART . Tratado de Derecho Penal. T. II. Trad. de Córdoba Roda. Barcelona. Marcial
Pons, 1962, p. 335.
C APÍTULO III
LA COAUTORÍA EN RELACIÓN CON LAS TEORÍAS SUBJETIVAS
Según la teoría subjetiva será autor quien, realizando una aportación causal,
cualquiera que sea su contribución al hecho, lo haga con voluntad de autor, es
decir, actúa con la voluntad de querer el hecho como propio, y será un partícipe
59
L ÓPEZ B ARJA DE Q UIROGA , J ACOBO . Autoría y participación. Madrid. Akal, 1996, p. 22.
60
Z AFARONI , E UGENIO . Tratado de Derecho Penal. Parte General. T. IV. México. Ed. Cárdenas, 1986,
p. 296.
61
S AMSON , E RICH . SK I, AT, 5ª ed. 1985, Comentario infla, pp. 45.
62
G IMBERNAT O RDEIG , ENRIQUE . Autor y cómplice en derecho penal. Madrid. U. complutense, 1966, p.
42. Para GIMBERNAT el planteamiento jurídico de la teoría subjetiva es muy claro y lo indica: “Se parte
de la teoría causal de la condición y, sobre la base de ella, se niega toda distinción objetiva entre la
actividad del autor y la del cómplice: ambos no hacen más que colocar una condición del resultado, y
en una condición no es posible distinguirla de otra condición. El razonamiento a que entonces se acude
es éste: la ley positiva distingue entre autor y cómplice; las actividades de autor y cómplice no se
distinguen objetivamente; luego la distinción –impuesta por la ley– ha de hallarse en el terreno subjetivo”.
63
B ACIGALUPO , E NRIQUE . Principios de Derecho Penal. Parte General. 3ª ed. Madrid. Akal, 1994, p. 212.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
34
quien, realizando una aportación causal, cualquiera que sea su entidad, lo hace
con voluntad de partícipe, o sea, voluntad de participar en un hecho de otro.
Por lo anterior se afirma 64 que el autor actúa con animus auctoris, el partícipe
con animus socii, por lo que se conoce también como “teoría del ánimo”.
Este planteamiento exige determinar qué se entiende por actuar con animus
auctoris y con animus socii. En la doctrina se ha buscado caracterizar qué se
entiende por cada uno de estos conceptos 65 .
De acuerdo con las teorías del dolo se afirma que todo “depende de si el
partícipe ha subordinado su voluntad a la del autor, y si ha dejado a éste decidir
sobre la ejecución del hecho” 66 . En las llamadas teorías del interés, el animus
auctoris coincide con el sujeto que tiene un interés en la comisión del delito. A
estas teorías nos referiremos a continuación.
Para BURI 67 “el cómplice quiere el resultado sólo cuando lo quiere el autor y cuando
éste no lo quiere, él tampoco lo quiere. El cómplice por tanto hace su voluntad
dependiente de la del autor; sólo tiene una voluntad no autónoma (intención no
autónoma)”. Dice en otro aparte: “La decisión sobre el resultado debe tener lugar
o no, tiene por ello (el cómplice) que dejarla al criterio del autor”.
64
S AMSON . Strafrecht. I. 6ª ed. Frankfurt. 1945, p. 207.
65
B ACIGALUPO , E NRIQUE . Principios de Derecho Penal. Ob. cit., p. 213.
66
B OCKELMANN . Strafrechtliche Untersuchungen. 1958, p. 31.
67
B URI . M AX V ON . Uber Causalität und deren. 1973, p. 120.
68
B OCKELMANN . Strafrechtliche Untersuchungen. Ob. cit., 1957, p. 76.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
35
sido definida gráficamente en RGS t. 3/181: el partícipe «somete» su voluntad al
autor de tal modo «que deja a su criterio (al del autor) el que el hecho llegue o
no a la consumación»”. Lo anterior no significa que el cómplice quiera el hecho
sólo condicionalmente, sólo para el caso de que también lo quiera el autor
principal. Su voluntad de partícipe va dirigida a la realización del tipo penal
totalmente incondicionada. “Pero está modificada (en el significado auténtico de
la palabra) por la conciencia de que el hecho sólo sucederá si el autor principal se
decide verdaderamente a él. Esta decisión determinante sobre el sí del hecho se
lo deja el cómplice al autor”. De esta manera el partícipe somete su propio dolo
a la decisión ajena. Este “dejar al criterio de” viene a constituir el animus socii.
La teoría del interés considera que es autor, esto es, animus auctoris, quien tiene
o persigue un interés propio en el hecho, mientras que el partícipe, que tiene
animus socii, actúa en interés ajeno.
69
D ÍAZ Y G ARCÍA C ONLLEDO , M IGUEL . La autoría en derecho penal. Ob. cit., p. 295.
70
B OCKELMAN . Untersuchungen. Ob. cit., p. 120.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
36
Al respecto indica BURI : “Hay una incompatibilidad con este carácter no autónomo
del cómplice, cuando el mismo quiere perseguir, con su actividad delictiva, un
fin independiente (intención material independiente) –ya sea el mismo fin que
pretende el autor, u otro distinto del mismo–, puesto que en este caso (el
cómplice) contempla al autor como medio para su fin y de este modo no
subordina su voluntad a la del autor”. Más adelante agrega: “la persecución de
una intención material independiente lleva consigo la autonomía (independencia)
de la voluntad delictiva (intención formal)”. Para B URI , entonces, el interés o fin
propio en el delito es una prueba material del animus auctoris formal, del dolo
de autor, o incluso una limitación a la aparente existencia de dolo de cómplice
en el sujeto. Este le da mayor valor al criterio del dolo, porque de alguna manera
encuentra en él la forma de negar la consecuencia lógica a que lleva la teoría
del interés, que quien realiza de propia mano todo el hecho delictivo termina
siendo considerado no-autor sino cómplice, como los casos clásicos de “la
bañera” y de “Staschynskij”.
37
2.2. C ASO S TASCHYNSKIJ
Corresponde a sentencia ( BGH 18, 87) dictada por el Tribunal Supremo Federal
Alemán. Staschynskij, agente de la KGB que recibió órdenes de la organización
a la que pertenece, asesina por encargo a dos exiliados políticos en la antigua
R.F.A. Comete los asesinatos actuando solo, de propia mano y utilizando una
pistola. El Tribunal lo condenó como cómplice de tales delitos, ya que el sujeto
no había tenido interés propio ni poseía una voluntad propia del hecho. Los
interesados eran quienes habían encargado tales muertes, por lo tanto
Staschynskij actuó en interés ajeno y era sólo un cómplice.
3. OBJECIONES
Para D ÍAZ Y G ARCÍA el mayor rechazo que provoca la teoría del interés es la
posibilidad que un sujeto que lleva a cabo de propia mano un delito pueda ser
71
M AYER . Der Allgemeine Teil. 1923, p. 402.
72
B INDING , K ARL . Strafrechtliche und strafprozessuale Abhandlungen. T. I. 1948, p. 307.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
38
considerado como cómplice únicamente. Da, por el ejemplo, el caso de una
persona que actúa en forma individual, en interés de otro, caso en el cual habría
que aceptar que nos encontramos ante un delito sin autor en sentido penal 73 .
73
V IVES A NTÓN . Libertad de prensa y responsabilidad criminal. Madrid. Instituto de Criminología
Universidad Complutense, 1977, p. 130. Como ejemplo de casos en que le sujeto actúa en interés
ajeno, se pueden citar: en el StGB los artículos 216 (homicidios a petición de la víctima), 253 (chantaje
o extorsión, en el supuesto de enriquecimiento de un tercero), 259 (receptación, también en el caso
de intención de enriquecer a un tercero) o 263 (estafa, en el caso de pretender el enriquecimiento
de un tercero); en el C.P. (anterior C.P.) español los artículos 353 (prevaricación judicial a favor del
reo), 362 y 363 (infidelidad en la custodia de presos), o 546 bis f) (aprovechamiento de los efectos
o ganancias derivadas de un delito de cultivo, tráfico, etc. de drogas, en beneficio de un tercero.
C APÍTULO IV
LA COAUTORÍA EN RELACIÓN CON LA TEORÍA DEL DOMINIO DEL HECHO
74
Z AFFARONI , E UGENIO . Tratado de Derecho Penal. Parte General. T. IV. México. Ed. Cárdenas, 1986,
p. 320.
75
W ELZEL . H ANS . Derecho Penal Alemán. Parte General. 12ª ed. Trad. de Juan Bustos Ramírez y Sergio
Yáñez. Chile. Marcial Pons, 1969, p. 125. M AURACH , R EINHART . Tratado de Derecho Penal. T. II. Trad.
de Córdoba Roda. Barcelona. Marcial Pons, 1962, p. 628. J ESCHECK , H ANS -H EINRICH . Tratado de
Derecho Penal. Parte General. Traducción y adiciones al derecho español por M IR P UIG y M UÑOZ
C., Vol. II. Barcelona. Bosch, p. 529. R OXIN , C LAUS . Täterschaft und Tatherrschaft. Hamburg. Marcial
Pons, 1963, y 2ª ed. Hamburg, 1967. B OCKELMANN , P AUL . Relaciones entre autoría y participación.
Trad. de Carlos Fontán. Buenos Aires. Desalma, 1960.
76
Resulta interesante tener en cuenta los avances de la Jurisprudencia del Tribunal Supremo, en cuanto
a la solución, aceptación y aplicación de la problemática de la figura de la autoría mediata,
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
40
El desarrollo de la dogmática jurídica no podía quedarse en los planteamientos de
causación o de ejecución, pero sin desconocer totalmente estas formulaciones,
surge otra teoría cuyo contenido entronca con el concepto de acción. Como
afirma G ALLAS 77, en la distinción entre autoría y participación no hay que partir
de principios penales que describen procesos causales, donde se determina una
serie de responsables en atención a una relación de causalidad, sino que debe
hacerse sobre la base de una unidad de sentido final-causal.
La teoría del dominio del hecho fue enunciada por W ELZEL en un trabajo de
1939 79 , donde sienta las bases de lo que sería su teoría derivada de un concepto
final de acción. Para este autor lo decisivo es la realidad objetiva de que el hecho
es realmente la obra del autor. “Esta realidad objetiva depende en efecto de
momentos subjetivos, en concreto del dominio final del hecho, que sin embargo
es más que puramente subjetivo. Es la sencilla realidad, que caracteriza la
peculiaridad del actuar humano como realización de la voluntad, de que el
hombre puede poner en marcha, de un modo dirigido según un fin que se
propone, la configuración del futuro (del acontecer causal). Esta configuración,
que ha realizado de un modo dirigido según la finalidad de su voluntad, le
Cont. nota 76
especialmente su aceptación desde la óptica de la teoría del dominio del hecho. En este Sentido la
STS de 24 de febrero de 1989 (No. A. 1656) M.P.: Enrique Bacigalupo, indica que la “jurisprudencia
de esta Sala ha venido señalando el criterio del dominio del hecho como un elemento conceptual
que permite una adecuada distinción de la autoría... En este sentido se ha propuesto que el dominio
del hecho no es un concepto descriptivo que permite resolver la cuestión de la autoría mediata con
una sencilla subsunción, sino un principio rector o criterio regulador que se debe concretar a la luz
de las circunstancias de cada caso especial”.
Otras sentencias del TS donde se reconoce la valía y aplicación del criterio del dominio del hecho:
25 de abril de 1988 (Nº A. 2872) M.P.: Enrique Bacigalupo; 10 de octubre de 1988 (Nº A. 7721)
M.P.: Montero Fernández-Cid; 20 de octubre de 1988 (Nº A. 8375) M.P.: Bacigalupo; 28 de enero
de 1989 (R.A. 532) M.P.: Manuel García; 21 de febrero de 1989 (Nº A. 1619) M.P.: Bacigalupo.
77
G ALLAS , W ILHELM . Beiträge zur Verbrechenslehre. Berlín. 1968, p. 85.
78
H ERNÁNDEZ P LASENCIA , J OSÉ U LISES . La autoría mediata en Derecho Penal. Granada. Comares, 1996,
p. 27.
79
W ELZEL , H ANS . Derecho Penal Alemán. Parte General. 12ª ed. Madrid. Marcial Pons.1969. pp. 491
y ss.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
41
pertenece específicamente como obra propia. En ello es indiferente si él ha
realizado este hecho para sí o para otro, en interés propio o ajeno; si éste es la
realización, con conciencia del fin, de la resolución de su voluntad, es su
hecho” 80 . Así, el criterio esencial del dominio del hecho para WELZEL no es una
vaga voluntad de autor, sino el verdadero dominio final del hecho.
Para WELZEL autor es sólo aquél que, “mediante la dirección consciente y final
del curso causal hacia el resultado típico, es señor sobre la realización del tipo” 81 .
Esto es, en un argumento más concreto, que “autor finalista es señor sobre su
decisión y la ejecución, y por ello señor sobre «su hecho»” 82. Sin embargo, en
el caso de la participación, “el inductor sugiere el hecho ajeno y el cómplice lo
apoya, pero el dominio final sobre él, el dominio sobre la decisión y su ejecución
real, sólo lo tiene el autor” 83 , basado en un concepto personal del injusto. La
complicidad consiste en la “ejecución de acciones de ayuda sin participar en la
decisión ni en el dominio final del hecho” 84 .
Como una diferencia frente a otros planteamientos, la teoría del dominio del
hecho opera directamente sobre la teoría de lo injusto, donde el tipo y sus límites
son decisivos para la determinación del concepto de autor. Esta teoría responde
a un reflejo de la teoría final de la acción que debe proyectarse sobre las
acciones, tal y como configura el legislador en los tipos penales.
De diversa maneras los autores han venido configurando la teoría del dominio
del hecho: M AURACH 85 “dominio del acto es el doloso tener las riendas del
acontecimiento típico. El dominio del hecho lo tiene el cooperador que se
encuentra en la situación real, por él percibida, de dejar, correr, detener o
interrumpir, por su comportamiento, la realización del tipo”. C ÓRDOBA R ODA que
sigue de cerca a M AURACH y defensor de la teoría del dominio del hecho como
derivada del concepto finalista de acción, destaca la necesidad de circunscribir
el ámbito de quienes son realmente autores de entre los que la ley considera
tales. Tal circunscripción del ámbito de la autoría tiene lugar en un plano “óntico,
prejurídico”, mediante una “averiguación del ámbito del concepto material de
80
W ELZEL , H ANS . Derecho Penal Alemán. Parte General. Ob. cit., pp. 538 y ss.
81
W ELZEL . H ANS . Derecho Penal Alemán. Ob. cit., p. 99.
82
W ELZEL . H ANS . Derecho... Ob. cit., p. 98.
83
W ELZEL . H ANS . Derecho... Ob. cit., p. 100.
84
W ELZEL . H ANS . Derecho... Ob. cit., p. 90.
85
M AURACH , R. Derecho Penal. Parte General. Vol. 2. Formas de aparición del delito y las consecuencias
jurídicas del hecho. Trad. de la 7ª ed. alemana de Jorge Bofill Genzsch, 1995, p. 67.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
42
autor, derivado directamente del de acción” 86 . En consecuencia sostiene, “que
si bien todos aquellos que toman parte directa en la ejecución del hecho son
autores, los que fuerzan o inducen tan sólo serán cuando la fuerza o la inducción
alcance el grado de la autoría mediata”. Sobre estas formulaciones, en primer
lugar, se ha dicho que el poder de interrumpir no sólo lo tiene el autor, sino en
ciertos casos lo puede tener un partícipe. Ejemplo, el cómplice o inductor que
arrepentido da cuenta a la policía para evitar la iniciación o terminación del hecho
delictivo.
86
C ÓRDOBA R ODA . Notas al Tratado de Derecho Penal de Reinhart Maurach. T. I y II. Madrid. U.
Complutense. 1962, p. 315.
87
V IVES A NTÓN , T. Libertad de prensa y responsabilidad criminal. Madrid. Instituto de Criminología
Universidad Complutense, 1977. p. 147.
88
G ALLAS . Deutsche Beiträge. Ob cit., 1957, p. 65.
89
J AKOBS , G ÜNTHER . Derecho Penal. Parte General. Fundamentos y teoría de la imputación. Trad. de
Joaquín Cuello y José Luis Serrano. Madrid. Marcial Pons, 1995, p. 605.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
43
En la jurisprudencia 90 como en la doctrina española la teoría del dominio ha sido
objeto de prolijo estudio. Para C ÓRDOBA 91, Q UINTANO 92 y G IMBERNAT 93 la teoría
90
Algunas sentencias nos permiten ver cómo el Tribunal Supremo en España, Sala Segunda, se ha venido
ocupando del tema, como por ejemplo en la Sentencia del Tribunal Supremo de 3 de mayo de 1978
(R. A 1849). M.P.: Bernardo Francisco Castro Pérez. En la investigación de unos delitos de falsedad
y estafa, al acusado se le tiene como verdadero cerebro del plan delictivo, siendo calificado en la
sentencia como “verdadero dueño de la acción”, así como figura central del acontecimiento al asumir
el hecho como propio (animus auctoris) a diferencia de los otros partícipes que se muestran ocupando
una posición subordinada y solamente cooperadora (animus socii), en el desenvolvimiento del delito.
Indica además que uno de los partícipes aparece como instrumento inconsciente, que llevaría a calificar
la actuación del acusado como autor mediato, lo lleva a incluirlo dentro de los tipos de la autoría
establecidos en los números 2º y 3º del art. 14 del C.P., de acuerdo a los cuales “no es solamente
autor quien realiza por sí mismo la acción prohibida, sino también aquél que se sirve de otro,
induciéndolo a ejecutar dolosamente un hecho punible propio o incluso como instrumento
inconsciente, dirigiendo el curso del acontecimiento antijurídico por él proyectado en provecho propio
y cooperando con actos sin los cuales no hubiera podido realiza, como fueron en el presente caso,
la entrega del talón recibido a los falsificadores y luego de los cheques para su falsificación, así como
posteriormente el encargo a la mujer que presentase éstos en el Banco, para su cobro”. La sentencia
se compone de varias partes interesantes de analizar, inicialmente en la determinación de la teoría a
seguir para apreciar la autoría en el presente caso, se barajan al menos dos de ellas en forma algo
explícitas, una primera constituida por la teoría del dominio del hecho, que es verificable, cuando se
dice la frase “verdadero dueño de la acción”, y la otra, la teoría subjetiva, al hacer clara referencia a
los estados de ánimo de los partícipes para lograr diferenciar entre autores y partícipes, identificable
por los términos animus auctoris y animus socii, donde se evidencia y manifiesta la aceptación de
ambas en la determinación de la autoría. Por otra parte, resulta claro la aceptación, la autoría mediata
en la responsabilidad de la actuación del acusado. Teniendo en cuenta que para la fecha de la sentencia,
el art. 14 del C.P. no contemplaba ese tipo de autoría y se debía realizar una muy elaborada
elucubración para situarla en algunos de los incisos del art. 14. En la actualidad con el nuevo C.P.,
no se presentan estos problemas debido a que el nuevo C.P. en forma explícita consagra la figura de
la autoría mediata. Lo anterior constituye un gran avance por parte de la jurisprudencia de la
aceptación de la figura de autor mediato.
En STS del 12 de mayo de 1971 (R. A. 2266) M.P.: Ángel Escudero del Corral, en sus fundamentos
de derecho tercero al determinar los alcances de la autoría mediata, procede a definir la misma por
medio de la teoría del dominio del hecho: reconociendo al autor mediato, como “genuino autor por
su dominio o señorío de la acción, que comete el hecho principal, aunque no efectúe directamente
el resultado, que lesiona el bien jurídico protegido y dio efectividad el tipo penal”. Esta sentencia
ubica la figura del autor mediato dentro del anterior art. 14.1 del C.P., ello en razón de la inexistencia
de regulación legal de tal figura, hoy día no se tendría problema en admitir que la autoría mediata se
encuentra recogida por el artículo 28 del nuevo C.P.
STS de 9 de mayo de 1990 (Nº A. 3882) M.P.: Enrique Bacigalupo. Es un caso de robo con fuerza
en las cosas donde participaron varios sujetos, se determinó que el proceder del acusado era de
coautor ya que el mismo contó en todo momento con el codominio del hecho “A través de una
realización conjunta del plan aceptada por los otros partícipes a cambio de una retribución”. Lo
importante de la sentencia es que el acusado no participó en forma directa de la apropiación de los
objetos propios del robo, y sin embargo, se le tiene como coautor del mismo debido al evidente
dominio funcional que tuvo del hecho. “Este codominio del hecho no se puede poner en duda porque
el procesado no haya realizado por él mismo la apropiación y se haya mantenido a cierta distancia
del lugar en el cual se llevó a cabo la misma. En efecto, tales circunstancias son una consecuencia de
la a distribución de funciones acordada por los procesados al decidir la realización conjunta del hecho
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
44
del dominio del hecho logra explicar y fundamentar la autoría mediata. Para M IR 94
y B USTOS 95 autor es el que tiene el poder sobre la realización del hecho que
Cont. nota 90
y en modo alguno convierten en secundaria la participación del recurrente. Sobre todo porque esta
participación se ha desarrollado en la etapa de la ejecución y en ella el procesado ha conservado los
poderes de dirección del hecho que le correspondían en el proyecto conjunto”. En forma seguida la
sentencia remata sus apreciaciones y entra de decir, que a pesar de no ser posible considerar el
proceder del acusado como coautor quedaría la posibilidad de admitir la autoría directa y, en todo
caso la autoría mediata: “todos los elementos de la coautoría se encuentran presentes en la acción
ejecutada por el recurrente. Más aún, si se cuestionara la coautoría en sí misma ello no podría
beneficiar el recurrente, pues sus poderes reales de dirección del hecho en la etapa ejecutiva serían
suficientes, de todos modos, para fundar su autoría directa o, en todo caso, su autoría mediata,
utilizando como instrumento a personas que obraron ciertamente con dolo, pero sin el animus rem
sibi habendi requerido para la autoría del robo y, por lo tanto, de manera no típica”.
STS 2 de julio de 1994 (R. A. 6416) M.P.: Enrique Bacigalupo. Es quizá una de las sentencias más
importantes donde se trata la figura de la autoría mediata, y la muy polémica configuración del “autor
detrás del autor”. Los hechos se desarrollan en un pequeño pueblo castellano de Mancha Real, donde
a raíz de una pelea y disputa el día anterior entre un grupo de gitanos y castellanos se produjo la
muerte de uno de estos últimos. Ello originó la concentración frente al ayuntamiento al día siguiente
de gran cantidad de vecinos que pedían se realizara justicia y se expulsara del pueblo a doce personas
que consideraban “indeseables”. La idea era realizar una manifestación, la cual fue desaconsejada por
ilegal, por parte del gobernador civil de Jaén, a sí como por el Secretario del Ayuntamiento de Mancha
Real. Sin embargo, el Alcalde prosiguió con lo pedido por los ciudadanos y convocó al Ayuntamiento
a un pleno extraordinario que no tenía competencia para ello, debido a los acuerdos que se pretendían
tomar y por unanimidad se aprobó la repulsa contra aquellas personas que venían atentando contra
la seguridad del pueblo y se les solicita que abandonen en forma voluntaria el término municipal,
además, se acordó realizar una concentración pacífica por las calles del pueblo para que se ejecutara
lo antes propuesto. Luego de la manifestación y en la plaza del Ayuntamiento, el Alcalde se dirigió a
los asistentes con manifestaciones en contra de los partícipes en el asesinato del vecino la noche
anterior, y procedió a convocar a una nueva manifestación luego de verificarse el entierro del aquel
vecino y marcar las casas de aquellas personas tenidas como “no gratas”. Estas mismas manifestaciones
las reiteró el alcalde ante una radioemisora local y llamando a participar en esta segunda manifestación.
Enterado el gobernador civil de Jaén de esta segunda manifestación, llamó telefónicamente al alcalde
de Mancha Real y le dijo que era ilegal la misma y no debía realizarse además, si se realizaba, no
debía pasar por la calle donde se verificó el asesinato donde vivían varias familias gitanas. Esta
advertencia no logró que el alcalde desistiera de su propósito y se realizó la segunda manifestación.
Al pasar por la calle donde ocurrió el hecho de muerte algunas personas que formaban parte de la
manifestación siendo algunas de ellas identificadas y otras no, procedieron a destruir por completo
las viviendas de las personas gitanas, sin que se determinara si el alcalde se enterara o consintiera
dicha acción. Resulta clara la participación del alcalde acusado en el delito de manifestación ilícita
realizaba en el pueblo de Mancha Real, pero lo que no encuentra claro la audiencia es la participación
del alcalde en los hechos constitutivos de daños provocados en las viviendas de las familias gitanas,
razón por la cual lo absuelve de toda pena y responsabilidad. Este último punto es el interesante y
la sala casó el fallo en estos extremos y condenó al alcalde por los hechos constitutivo de daños.
Considera la sala que la audiencia erró en sus apreciaciones ya que consideró que en el proceder
del alcalde no existió coautoría por la ausencia del formal acuerdo previo, como tampoco existió
inducción por la ausencia de una incitación directa, asimismo, muestra la irresponsabilidad de llegar
a considerar la complicidad, porque no se justifico su cooperación en la ejecución de los daños. Todos
estos argumentos vienen a ser desvirtuados por la Sala, pero lo más importante, es la decisión de
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
45
describe el tipo penal respectivo. Para B ENÍTEZ 96 teoría del dominio del hecho
comprende el tener en la mano dolosamente la complementación de la
Cont. nota 90
situar la acción del alcalde dentro de la figura de la autoría mediata, debido a la “auténtica
preponderancia del dominio de la decisión que condujo a los hechos”, figura que ni siquiera vino a
ser estudiada por parte de la audiencia. En efecto, “todas las consecuencias generadas por el impulso
psicológico de la muchedumbre resultaban alcanzadas por el dolo del alcalde. A ello se debe agregar
que la utilización en forma contraria al deber de su autoridad para lanzar proclamas que aprobaban
la acción contra determinados vecinos al tiempo que postulaba la responsabilidad de un grupo étnico
respecto de un hecho individual constituye las circunstancias del caso un verdadero superdominio
del hecho de los autores inmediatos fundado en la posición de autoridad del Alcalde”. Ello conduce
a hablar de la doctrina del “autor detrás de autor”, “caracterizada por la posibilidad de la autoridad
en ciertos casos en los que el autor inmediato de la acción típica es también plenamente responsable”,
lo cual es consecuencia en el caso concreto “de que el alcalde con el apoyo de su autoridad a la
actitud vengativa de los vecinos que componían la muchedumbre contribuyó de una manera decisiva
a crear un clima de la venganza entre los manifestantes, lo que le otorgaba una posición directiva
superior de los hechos. Tal situación es similar a la que cabe aceptar en los supuestos en los que los
autores inmediatos obran en la creencia de que su comportamiento cuenta con una autorización o
por lo menos una tolerancia oficial, cuya ilicitud podrían reconocer con un mínimo ciertos de
conciencia”. En este sentido, la posición institucional del alcalde le otorga una “posición de dominio
superior” sobre el hecho de otros autores que obran también en forma responsable. Como es claro,
“esta superioridad del dominio de la decisión tiene carácter normativo toda vez que –como se ha
destacado en la doctrina– “no se debe determinar según la fuerza motivadora en el caso concreto,
pues (...) trata del rango normativo de la participación”.
Otras sentencias del TS: 29 de marzo de 1989 (Nº A. 2761) M.P.: Bacigalupo; 10 de abril de 1989
(Nº A. 3082) M.P.: Bacigalupo; 27 de junio de 1989 (R. A. 5233) M.P.: Ignacio Sierra Gil de la Cuesta;
30 de noviembre de 1989 (Nº A. 9360) M.P.: Sierra Gil de la Cuesta; 13 de diciembre de 1989 (Nº
A. 9548) M.P.: Siro-Francisco García Pérez; 9 de mayo de 1990 (Nº A. 3882) M.P.: Bacigalupo; 18
de mayo de 1990 (Nº A. 4185) M.P.: Justo Carrero Ramos; 12 de junio de 1990 (Nº A. 5269) M.P.:
Bacigalupo; 8 de octubre de 1990 (Nº A. 1816) M. P. Bacigalupo; 9 de octubre de 1990 (Nº A. 7920)
M. P. Bacigalupo; 14 de noviembre de 1990 (Nº A. 8905) M.P.: Díaz Palos; 14 de noviembre de
1990 (Nº A. 8906) M.P.: García Pérez; 21 de enero de 1991 (Nº A. 1619 M.P.: Bacigalupo; 8 de
febrero de 1991 (Nº A. 915) M.P.: Bacigalupo; 11 de enero de 1991 (Nº A. 5807) M.P.: José A.
Martín Pallín, 22 de enero de 1992 (Nº A. 290) M.P.: Marín Pallín; 10 de febrero de 1992 (Nº A.
1112) M.P.: Bacigalupo; 4 de noviembre de 1992 (Nº A. 8885) M.P.: Luis Román Puerta; 4 de
diciembre de 1992 (Nº A. 10003) M.P.: Carlos Granados Pérez; 9 de diciembre de 1992 (Nº A.
10089) M.P.: Puerta Luis; 21 de diciembre de 1992 (Nº A. 10452) M.P.: Bacigalupo; 9 de marzo de
1995 (Nº A. 1914) M.P.: Bacigalupo; 3 de abril de 1995 (Nº A. 2805) M.P.: José Augusto de la Vega
y Ruiz.
91
C ÓRDOBA R ODA , J UAN . Notas al Tratado de Derecho Penal. Ob. cit., p. 309.
92
Q UINTANO R IPOLLÉS , A NTONIO . Comentarios al Código Penal. 2ª ed. Madrid. Marcial Pons, 1963, p.
235.
93
G IMBERNAT O RDEIG , E NRIQUE . Autor... Ob. cit., 1966, p. 127.
94
M IR P UIG , S ANTIAGO . Derecho Penal. Parte General. Ob. cit., p. 345. Plantea una versión en la teoría
del dominio del hecho, de la pertenencia del hecho.
95
B USTOS R AMÍREZ , J UAN . Manual de Derecho Penal. Parte General. Madrid. Marcial Pons, 1989, p.
331.
96
G ÓMEZ B ENÍTEZ , J OSÉ M ANUEL . Teoría jurídica del delito. Ob. cit., 1984, p. 420.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
46
descripción típica. Para L ÓPEZ B ARJA 97 y M UÑOZ C ONDE 98 es autor quien domina
finalmente la realización del delito, esto es, quien decide el sí y el cómo de su
realización. Uno de los primeros defensores de esta teoría, primero en
Argentina 99 luego en España 100 es el profesor B ACIGALUPO . Para él “autor es quien
tiene el dominio final del suceso, mientras los partícipes por su parte carecen
de tal dominio” 101 , aclarando que junto al dominio del hecho entran en
consideración como especiales elementos de la autoría los elementos subjetivos
personales de la autoría y los elementos objetivos (por ejemplo la calidad de
funcionario).
La teoría del dominio del hecho para algunos autores encuentra una afinidad
con las teorías subjetivas, toda vez que el dominio suponía una dirección
consciente del curso causal y una voluntad de realización del tipo. Hoy la
discusión se dirige al sentido contrario, donde se intenta superar el matiz
subjetivo que en principio se le atribuía a la teoría del dominio del hecho.
97
L ÓPEZ B ARJA DE Q UIROGA , J ACOBO . Autoría y participación. Madrid. Akal, 1996, pp. 30 y ss.
98
M UÑOZ C ONDE , F RANCISCO y G ARCÍA A RÁN . Derecho Penal. Parte General. Valencia. Tirant lo Blanch,
1995, p. 451.
99
B ACIGALUPO , E NRIQUE . La noción de autor en el derecho penal. Buenos Aires. Abeledo-Perrot,
1965, pp. 45 y ss. “El concepto de dominio del acto, en efecto, ha sido expresado por autores
que han partido de distintos conceptos de acción y en consecuencia no hay completa coincidencia
en las determinaciones de aquél. Mientras los autores finalistas conciben el dominio del acto
como una característica objetiva para los representantes de la teoría causal, ésta debe ser una
característica subjetiva que a la vez permita ceñir el concepto de autor y separarlo del de
partícipes”.
100
B ACIGALUPO , E NRIQUE . Principios de Derecho Penal. Ob. cit., p. 215.
101
B ACIGALUPO , E NRIQUE . Principios... Ob. cit., p. 211.
102
H ERNÁNDEZ P LASENCIA , J OSÉ U LISES . La autoría mediata en derecho penal. Granada. Comares, 1996,
p. 75.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
47
1.1. C RITERIO SUBJETIVO
G IMBERNAT 104, quien considera que la teoría del dominio es objetiva, encuentra
la conexión entre dominio del hecho y las teorías subjetivas. En expresión de
W ELZEL 105 “...el inductor incita el hecho ajeno y el cómplice lo apoya. Pero el
dominio final sobre el hecho, el dominio sobre la decisión y su ejecución real
lo tiene el autor”.
Para la mayoría de los partidarios de la teoría del dominio del hecho, cuando se
refieren al elemento subjetivo del mismo, lo relacionan con la finalidad, o sea
con el dolo, naturalmente no con el dolo entendido como conocer y querer la
producción de un resultado o una actividad, que también concurre en los
partícipes, sino con el dolo entendido como voluntad consciente de realizar
concretamente aquello que objetivamente fundamente el dominio del hecho.
En ocasiones se exige, como lo establece ROXIN , un “conocimiento fundamentador
del dominio”, esto es, que “el autor debe... conocer las circunstancias del hecho,
103
W ELZEL , H ANS . Derecho Penal Alemán. Parte General. Ob. cit., 1969, p. 145.
104
G IMBERNAT O RDEIG , E NRIQUE . Autor... Ob. cit., 1966, p. 124. Para este autor la teoría del dominio
del hecho no es subjetiva, ni objetivo-subjetiva. Se inclina por una criterio objetivo.
105
W ELZEL . Studien zum System des Strafrechts. ZStW 58. Ob. cit., p. 539.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
48
y además debe ser consciente de las circunstancias fácticas que fundamentan su
dominio sobre el acontecimiento”, es decir, se presenta finalidad y conciencia.
Se exija finalidad o se exija conciencia, lo que está claro es que ello nada tiene
que ver con la posición interna del sujeto respecto a su forma de intervención en
el hecho, nada tiene que ver con querer el hecho como propio o ajeno, con tener
voluntad preponderante o no, con actuar en interés propio o ajeno. En este
sentido, la teoría del dominio del hecho es subjetiva 106. Es de tener en cuenta que
la referencia al ámbito subjetivo en la teoría del dominio del hecho es de tipo
cognoscitivo, no es el de querer (voluntad), sino de saber (conciencia) 107 .
Que el dominio del hecho dependa, en parte, no de la actitud del sujeto frente al
hecho, sino del conocimiento que tiene el interviniente sobre el control del hecho,
no puede extraerse la conclusión que sea una teoría esencialmente subjetiva,
porque lo objetivo, en todo caso, debe ser presupuesto de cualquier exigencia
subjetiva, en el sentido que hay subjetividad cuando por lo menos existe una
relación objetiva entre el hecho real y el sujeto. De otra parte, casi todas las teorías
subjetivas partían de que toda contribución objetiva al hecho tenía el mismo valor
porque operaban con criterios causales. De lo anterior creo que se da un equilibrio
de lo subjetivo con respecto a lo objetivo, ya que la teoría del dominio del hecho
no parte de lo puramente volitivo, de lo cognoscitivo.
106
D ÍAZ Y G ARCÍA C ONLLEDO , M IGUEL . La autoría en derecho penal. Ob. cit., p. 570.
107
R OXIN , C LAUS . Teoría del tipo penal. Tipos abiertos y elementos del deber jurídico. Trad. de Enrique
Bacigalupo. Buenos Aires. Desalma, 1979, pp. 114 y ss.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
49
descartar que para que el interviniente tenga la autoría es necesario que actúe
con conciencia (dolo) que está dominando el hecho, pero el dolo no es algo
que pertenezca al dominio sino al tipo del delito 108. Se diferencia entre dominio
fáctico y dolo de cuya unión resulta el dominio final del hecho 109, corroborándose
este planteamiento al estimarse que la finalidad del interviniente en el delito no
puede diferenciar al autor del partícipe puesto que ambos actúan de modo
final 110 . Se reconoce que el único elemento subjetivo imprescindible para el
dominio del hecho es el dolo, pues, de no ser así, el dolo y el dominio (objetivo)
del hecho no fundamentarían la autoría de un delito.
Desde este punto de vista la doctrina del dominio del hecho es objetiva, en el
sentido de que no interesa el ánimo o intención que media en el sujeto para
determinar si tenía o no el dominio en cuestión; lo que interesa es establecer
concretamente si en la materialidad lo tenía y, al mismo tiempo, si sabía también
que lo tenía. Como lo señala G IMBERNAT , “la doctrina del dominio del hecho es
totalmente objetiva... El que tiene el dominio del hecho ya puede actuar con la
voluntad que le dé la gana: el dominio del hecho lo seguirá teniendo. Y el que
no es titular del dominio del hecho, aunque se ponga como se ponga, aunque
tenga la voluntad de autor, aunque quiera el hecho como propio, no por ello
entra en posesión del dominio que antes no tenía” 111 . En esto hace énfasis
W ELZEL , que insiste en que el “concepto de autor aquí definido es objetivo, en
el sentido de que vincula la autoría a la posesión real del dominio del hecho” 112 ,
a lo que agrega M AURACH 113 que precisamente esa objetividad del concepto, el
dominio del hecho no puede convertirse en una noción vacía, como la de
“querer el hecho como propio”, ya que aquélla se sustenta en la real
concurrencia de las particulares aportaciones al suceso como fenómeno objetivo.
108
M UÑOZ C ONDE , F RANCISCO . Teoría jurídica del delito. Valencia, Tirant lo Blanch, 1989, p. 177.
109
H ERNÁNDEZ P LASENCIA , J OSÉ U LISES . La autoría... Ob. cit., p. 67.
110
G ALLAS . Beiträge zur Verbrechanslehre. Berlín. 1968, p. 137.
111
G IMBERNAT . Autor... Ob. cit., p. 126.
112
W ELZEL . Ob. cit., p. 108.
113
M AURACH , R. Ob. cit., t. II, p. 342. “El elemento objetivo de la autoría consiste en el tener-en-las-
manos el curso del acontecer típico, en la posibilidad fáctica de dirigir en todo momento la
configuración típica”.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
50
lo que el sujeto haga” 114 . Pero su posición como la de su maestro L UZÓN P EÑA ,
llega al extremo de objetivizar la teoría del dominio del hecho que rompe con
el criterio mantenido por la doctrina, de que el dominio del hecho no es viable
para determinar la autoría en los delitos imprudentes 115 . De esta manera, para
L UZÓN P EÑA 116 en los delitos imprudentes existe –también en los delitos dolosos–
un dominio objetivo o control objetivo del hecho, que concurrirá con
independencia de la voluntad del agente si la conducta está objetivamente en
condiciones de dominar, controlar o determinar el curso de los acontecimientos
hacia el resultado…”. Esa objetiva determinación es, pues, el presupuesto
ineludible para explicar la autoría tanto en los delitos dolosos como en los
imprudentes. Si a la determinación objetiva se le añade la voluntad consciente
del autor de dirigir o configurar finalmente el curso causal, estaremos ante el
delito doloso; si no concurre el dolo y sólo se da infracción del cuidado debido,
estaremos ante el delito imprudente.
114
D ÍAZ Y G ARCÍA C ONLLEDO , M IGUEL . La autoría… Ob. cit., p. 580.
115
H ERNÁNDEZ P LASENCIA . La autoría mediata. Ob. cit., p. 76.
116
L UZÓN P EÑA . La determinación objetiva del hecho. Observaciones sobre la autoría en delitos dolosos
e imprudentes de resultado. ADPC.P. Marcial Pons. 1989, p. 893.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
51
impunidad del sujeto de atrás, entre otras razones, ha surgido en la doctrina la
autoría mediata.
Para J ESCHECK 118 , ni una teoría objetiva ni subjetiva pura son suficientes para
fundamentar de forma precisa la esencia de la autoría, y al mismo tiempo permite
delimitar la autoría de la participación. Para este autor la teoría del dominio del
hecho logra sintetizar ambas tesis doctrinales (objetiva-subjetiva), ya que cada una
caracteriza correctamente un lado del problema, pero que aisladamente estudiadas
desvirtúan el sentido en su totalidad. De esta manera no solo la voluntad de
condición resulta decisiva para determinar la autoría, sino también la importancia
material del aporte que cada interviniente asume en el hecho. Por lo anterior,
afirma J ESCHECK, “sólo puede ser autor quien, en atención a la importancia de su
aportación objetiva, contribuya a dominar el curso del hecho” 119 .
C LAUS R OXIN es el autor alemán que ha dado una exposición más concreta de la
teoría del dominio del hecho. Su obra fundamental es Täterschaft und
117
R OXIN , C LAUS . Autoría y dominio del hecho en derecho penal. Ob. cit., p. 317. H EGLER . Mittelbare
Täterschaft. Ob. cit., p. 172. C EREZO M IR , J. La polémica en torno al concepto finalista de autor en
la ciencia del derecho penal español. Anuario. T. 28. Nº 1. Madrid. Ministerio de Justicia, 1975, p.
167. M IR P UIG , S ANTIAGO . Derecho Penal. Parte General. Barcelona. PPU, 1995, p. 394.
118
J ESCHECK , H ANS -H EINRICH . Tratado de Derecho Penal. Parte General. Trad. y adiciones al derecho
español por Mir Puig y Muñoz C. Vol. 2. Barcelona. Bosch, 1999, p. 905.
119
J ESCHECK , H ANS -H EINRICH . Tratado de Derecho Penal. Ob. cit., p. 906.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
52
Tatherrchaft 120, obra traducida al castellano con el título Autoría y dominio del
hecho en derecho penal, que estudia la autoría en toda clase de delitos bajo
dos principios:
Según D ÍAZ Y G ARCÍA 121 , R OXIN en su búsqueda por sintetizar los aspectos
ontológicos y teleológicos en una fórmula concreta, llega a la conclusión que
“el autor es la figura central del proceso de actuación” 122 , y esto es un principio
rector que no constituye una descripción de la autoría en su contenido, sino
sólo es un criterio formal de un punto de partida metodológico.
120
ROXIN , C LAUS . Autoría y dominio del hecho en derecho penal. Trad. de Joaquín Cuello y Luis Serrano.
Madrid. Marcial Pons, 1998. Quien mejor ha desarrollado el concepto finalista de autor, logrando
ofrecer una fuerte crítica a las teorías subjetivas de la autoría que durante muchos años venía
manteniéndose en Alemania.
121
D ÍAZ Y G ARCÍA C ONLLEDO , M IGUEL . La Autoría... Ob. cit., p. 583. Criticando este principio sostiene
que la idea de la “figura central no sirve como punto de partida, ni siquiera como punto de parte
metodológico muy general que hay que concretar. Más bien me parece que el punto de partida
correcto es otro: determinar qué concepto de autor recoge la ley, sino uno unitario o uno restrictivo
y, cuando ello no sea claro, cuál es el más conveniente, con ello habremos descubierto por qué la
Ley 8 o la interpretación de la ley en este sentido, cuando quepan varias sigue un concepto restrictivo
de autor; en mi opinión ello se debe a que se valora el concepto restrictivo de autor como algo que
permite un mejor recorte de lo típico y produce seguridad jurídica (ventajas con carácter
constitucional); desde esta premisa, que debe ser el eje central, la idea rectora, el principio general
que guíe la búsqueda de criterios diferenciadores de la autoría y la participación, ya quizá sí podremos
afirmar que autor es la figura central de la descripción típica, aquel a quien se dirige directamente la
prohibición o mandato contenido en la norma penal primario de los tipos de la parte especial”.
122
R OXIN , C LAUS . Autoría y dominio del hecho en derecho penal. Ob. cit., p. 25.
123
R OXIN , C LAUS . Autoría y dominio... Ob. cit., p. 26.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
53
pues este no deriva su posición como figura central del acontecimiento típico;
es precisamente del instrumento de que se sirve este autor que ejecuta el hecho
y frente a la conciencia colectiva es el responsable de la actuación.
Como indica R OXIN 125 , el concepto que determine quién es autor, no puede ser
un criterio indeterminado que no dé al menos ciertas pautas para la solución
de casos dudosos, tampoco un concepto fijo, en el sentido que se trate de una
definición que, por un acto de subsunción objetiva, pueda extraerse
deductivamente la solución de todos los casos concretos. Lo que debe buscarse
es un punto medio dotando al concepto de dominio del hecho de un contenido
material, que tenga en cuenta los diferente fenómenos de participación que se
presentan en la vida real, pero a su vez encontrando un hilo conductor común,
un principio general que permita juzgar la corrección de la solución al caso
concreto.
Así mismo, comenta el profesor B ACIGALUPO 127 , que el dominio del hecho no es
un concepto de límites fijos sino que admite ser descrito. El concepto abierto
124
H ERNÁNDEZ P LASENCIA , J OSÉ U LISES . La autoría... Ob. cit., p. 36.
125
R OXIN , C LAUS . Autoría y dominio… Ob. cit., pp. 108-126.
126
R OXIN , C LAUS . Autoría y dominio… Ob. cit., p. 122. Este autor ha demostrado que el dominio del
hecho no puede caracterizarse a través de conceptos totalmente definidos, ni mediante una definición
rígida, pertenece por el contrario a los conceptos abiertos, en los que en lugar de una concreción
de conceptos da lugar a una descripción.
127
B ACIGALUPO . Principios de Derecho Penal. Ob. cit., p. 215.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
54
es un principio regulativo. Este asume su concreta función cuando la descripción
es insuficiente a causa de la gran variedad de posibilidades que el hecho ofrece 128.
ROXIN aplica el método del concepto abierto del dominio del hecho estudiando
las distintas formas de autoría –directa, mediata y coautoría– para determinar en
cada una de ellas como juega en el concepto de dominio del hecho, esto es,
deduciendo de la forma como se produce el acontecimiento en las distintas formas
de aparición del fenómeno participativo y tomando de ello a su vez los principios
generales que permiten aproximarse a una solución de los casos más difíciles.
Para HERNÁNDEZ 129, R OXIN no es rigurosamente fiel al criterio del concepto abierto
con respecto a la autoría mediata, cuando adopta como criterio cerrado el
principio de responsabilidad para determinar la autoría mediata mediante
coacción, pues no entra a valorar la instrumentalización del ejecutor, incluso en
el caso de que al ejecutor le corresponda una responsabilidad atenuada,
conformándose con la presunción legal; pero, paradójicamente, ésta no le vale
para fundamentar el dominio del hecho a través del manejo de los aparatos
organizados de poder.
En los delitos del dominio del hecho, estima R OXIN 130 , se dan de tres formas:
como dominio de la acción, como dominio de la voluntad y como dominio
funcional.
128
B ACIGALUPO . Principios de Derecho Penal. Ob. cit., p. 216.
129
H ERNÁNDEZ P LASENCIA . La autoría... Ob. cit., p. 37.
130
R OXIN , C LAUS . Autoría y dominio… Ob. cit., p. 127.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
55
de una forma más firme que a través de la actuación de propia mano” 131 . El
legislador, al describir los diferentes tipos penales caracteriza al autor individual,
y de esta manera sólo quien cumple todos los presupuestos del injusto allí
establecidos es autor y “lo es sin excepciones, cuando los realiza”.
No obstante, hay que tener en cuenta, con carácter general, que no puede
afirmarse que sea autor directo todo aquel que realice algún elemento del tipo,
si bien esto podría ocurrir aparentemente en la tentativa del delito. En el delito
de estafa si alguien, por virtud de un error producido por un engaño, realiza
una disposición patrimonial que le perjudica a él o a un tercero, no por ello
debemos considerarlo autor de una estafa, a pesar de que haya realizado un
elemento del tipo. Otro ejemplo sería el caso de quien toma una cosa mueble
ajena, en el hurto, aunque haya realizado uno de sus elementos típicos.
131
R OXIN , C LAUS . Autoría y dominio… Ob. cit., 1984, p. 127. “Sobre la autoría y participación en el
Derecho Penal”. En: Problemas Actuales de las Ciencias Penales y la Filosofía del Derecho, en
Homenaje al Profesor Luis Jiménez de Asúa. Trad. de Enrique Bacigalupo. Buenos Aires. 1970, p.
61. El concepto de dominio de la acción así la ha llamado R OXIN por corresponder con la calidad
propia de la acción que determina al ejecutor como autor.
132
H ERNÁNDEZ P LASENCIA . La autoría... Ob. cit., p. 35.
133
G ÓMEZ B ENÍTEZ , J OSÉ M ANUEL . Teoría jurídica del delito. Ob. cit., 1984, p. 98. La coautoría sólo
existe cuando varios realizan el hecho conjuntamente y de común acuerdo, pero ninguno de ellos
realiza por sí solo todos los elementos del tipo. Pero cuando varios intervinientes realizan todos los
elementos del tipo, sería conveniente aludir a una co-ejecución o a un co-dominio de la acción, pero
no a una coautoría.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
56
por la propia víctima del delito, en los casos de participación necesaria, no hay
lugar a la autoría inmediata. Estos cuestionamientos al concepto de dominio de
la acción dan lugar a algunos problemas 134. Así, algunos autores deducen que
de la teoría del dominio del hecho, por el carácter material de la misma, no
siempre quien de modo inmediato, de propia mano, realiza la acción típica y
cumple los restantes requisitos objetivos y subjetivos del tipo, tiene el dominio
del hecho. El caso del agente que dolosamente realiza la acción típica, que sin
embargo actúa sin culpabilidad y es utilizado por un sujeto que actúa detrás, es
quien tiene realmente el dominio el hecho. Estos autores no niegan que ejecutor
inmediato sea autor, sino que dicen que lo es porque la ley obliga a que lo sea,
en la posición del criterio material del dominio del hecho que debe combinar
con aspectos formales, o que es autor quien realiza la acción típica, aunque no
domine el hecho.
134
D ÍAZ Y G ARCÍA C ONLLEDO , M IGUEL . La autoría... Ob. cit., p. 633. Plantea dos situaciones referentes
a la realización inmediata de todos los elementos del tipo por un sujeto como dominio del hecho y
la situación del dominio del hecho, autoría y actuación de propia mano.
135
L U Z Ó N P E Ñ A . Anuario de Derecho Penal y Ciencia Penales. ADP. Ob. cit., 1989, pp. 911 y
ss.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
57
3.2. D OMINIO DE LA VOLUNTAD
En los delitos dolosos comunes sólo puede ser instrumento, por tanto, quien
en sí mismo no es un autor plenamente responsable, salvo los que actúan como
instrumento ejecutor en el seno de aparatos organizados de poder. Como
consecuencia de ese dominio de la voluntad el autor mediato realiza el tipo
penal, aunque no la ejecución directa material del mismo, lo que significa que
el instrumento quede impune porque no puede imputársele a él la realización
de la conducta descrita en el tipo penal, ni tampoco puede afirmarse su
participación en el mismo.
Para R OXIN el dominio de la acción estará siempre en el que realice los elementos
del tipo, a pesar de que otra persona ostente un dominio superior sobre el
acontecimiento que aquél mismo realiza de propia mano. La superposición de
diversos grados de dominio sobre un mismo acontecimiento posibilita
considerarles a ambos autores, aunque con un distinto fundamento del
dominio 138 . Esto ocurre, según ROXIN , aunque no siempre, en la autoría mediata,
en la que el instrumento tiene el dominio de la acción pero es el sujeto de atrás
quien tiene el dominio de la voluntad. En efecto “mientras allí –la autoría directa–
136
R OXIN , C LAUS . “Sobre la autoría y participación en el derecho penal”. En: Problemas actuales de las
ciencias penales y la filosofía del derecho. Ob. cit., p. 62.
137
G ÓMEZ B ENÍTEZ , J OSÉ M ANUEL . Teoría jurídica del delito. Ob. cit., p. 135.
138
G ALLAS . Beiträge. Ob. cit., p. 98.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
58
la realización de propia mano de la acción típica fundamenta la autoría, aquí –la
autoría mediata– tiene lugar respecto a los supuestos en los que justamente falta
una acción ejecutiva del sujeto de atrás y el dominio del hecho sólo puede
afirmarse sobre el poder de la voluntad conductora” 139. Esta segunda forma de
dominar un hecho punible, que da lugar a una nueva forma de autoría –la mediata–
no es incompatible con la directa, es decir, que sobre un mismo acontecimiento
típico pueden presentarse simultáneamente un dominio de la acción y un dominio
de la voluntad. No obstante, parece cuestionable que exista dominio de la voluntad
cuando el instrumento actúa completamente libre, es decir, cuando el sujeto de
atrás no domina al que actúa por delante porque está sometido a un error.
Existen diversas formas, según la doctrina planteada por R OXIN 141, para realizar
mediatamente un hecho:
a) Utilizando en el plan delictivo a una persona que obra por error, que no
comprende lo que en verdad está haciendo debido a que el autor mediato
disimula las circunstancias del hecho; es el caso del ladrón que le pide a un
tercero que le pase la cartera que dice pertenecerle, a sabiendas de que es
ajena, o cuando se recurre a un inimputable, en general en aquellos casos
en que el autor mediato recurre al engaño para el logro de sus fines.
b) Cuando emplea la coacción presionando la voluntad de un tercero, sea
mediante la amenaza de hacerle sufrir un mal, como presionándolo con un
139
R OXIN , C LAUS . Autoría y dominio del hecho... Ob. cit., p. 142.
140
CEREZO M IR , J UAN . Problemas fundamentales de derecho penal. Madrid. Tecnos, 1982, p. 162. J AKOBS .
Strafrecht (AT), habla en la autoría mediata de un dominio superior de la decisión, mientras que en
la autoría directa habla de dominio formal. S CHILD . Täterschaft als Tätherrschaft. Ob. cit., p. 13.
También ha puesto de manifiesto lo inapropiado de la expresión “dominio de la voluntad”,
especialmente en los casos de coacción donde el instrumento tiene el dominio de la acción. Prefiere
la expresión “dominio de la acción del tipo”. Dado que “no domina una voluntad superior sobre una
subordinada; sino que la primera voluntad se realiza en una acción de coacción, la cual convierte al
ejecutor en un instrumento, por lo que esa acción puede serle imputada como propia acción”.
141
R OXIN , C LAUS . “Sobre la autoría y participación en el derecho penal”. En: Problemas actuales de las
ciencias penales y la filosofía del derecho. Ob. cit., 1970, pp. 62 y ss.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
59
atentado a su vida si se niega a la realización del hecho que se le pide, o
apremios semejantes.
c) A través del dominio de la voluntad, como sucede con un aparato organizado
de poder, en que existe una estructura jerarquizada que puede ser de índole
militar, política, ideológica, o una banda delictual, el Estado mismo, etc. Son
los jefes de esas organizaciones los que emplean el instrumento de poder
que ellas le confieren, dando las órdenes y pudiéndolas hacer cumplir
intercambiando los ejecutores, según su conveniencia, lo que anula o hace
imposible toda resistencia u oposición a su voluntad. Aquél que imparte la
orden es el autor mediato.
La autoría concomitante para WELZEL 143 es el obrar conjunto de dos o más sujetos
sin acuerdo previo para la producción del resultado, destacando que es propio
de su problemática –cuando se da en la tipicidad dolosa– el aprovechamiento
del plan delictivo ajeno para fines propios.
142
Z AFFARONI , E UGENIO . Tratado de Derecho Penal. Parte General. T. IV. México. Ed. Cárdenas, 1986,
pp. 305 y ss.
143
W ELZEL , H ANS . Derecho Penal Alemán. Parte General. 12ª ed. Trad. de Juan Bustos Ramírez y Sergio
Yáñez. Chile. Marcial Pons, 1969, p. 111.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
60
ninguno de ellos realiza la totalidad de la conducta típica. De esta manera, si en
el robo a un banco mientras uno de los autores amenaza al personal y al público
con un arma, y otro recoge el dinero de las cajas y lo coloca en una bolsa, cada
uno de ellos realiza parcialmente la conducta típica, pero sería absurdo pretender
que uno coacciona mientras el otro hurta, pues es evidente que ambos
comenten el robo.
Para D ÍAZ Y G ARCÍA explicar la coautoría como la división funcional del trabajo
no es suficiente. Estima que en la mayoría de los casos de codelincuencia tal
división funcional del trabajo se da entre los intervinientes y, por tanto, en la
práctica conduciría a un concepto unitario de autor 144 .
144
D ÍAZ Y G ARCÍA M IGUEL . La Autoría... Ob. cit., p. 596.
CAPÍTULO V
CONCEPTO DE COAUTORÍA EN LA DOCTRINA DEL DERECHO COMPARADO
S ANTIAGO M IR P UIG 147 define que los coautores son los que realizan conjuntamente
y de mutuo acuerdo un hecho (en la doctrina alemana por todos). Los coautores
son autores porque cometen el delito entre todos. Los coautores reparten la
realización del tipo de autoría. Como ninguno de ellos por sí solo realiza
completamente el hecho, no puede considerarse a ninguno partícipe del hecho
de otro.
145
L ÓPEZ B ARJA DE Q UIROGA . Ob. cit., p. 45.
146
M UÑOZ C ONDE . Ob. cit., p. 245.
147
M IR P UIG . Ob. cit., p. 189.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
62
El profesor GONZALO QUINTERO OLIVARES 148, en atención a la coautoría, asigna la
terminología de “coejecución”, en la cual es posible que más de una persona pueda
intervenir a la vez en la ejecución inmediata del hecho que se describe como
realización conjunta, que no es sino la presencia de varios autores inmediatos del
mismo hecho, y así lo recoge y declara el artículo 28 del Código Penal español. Así
mismo, los autores CARLOS JUÁREZ, N IZA RODRÍGUEZ y ÁNGEL JUREO , en su Manual de
Derecho Penal, Parte General, asumen la definición de la coautoría de conformidad
al artículo glosado como “realización conjunta del hecho”, el cual viene a superar las
objeciones doctrinales a la línea jurisprudencial que venía incluyendo en el concepto
de autoría, a través del acuerdo previo, a los cooperadores no ejecutivos, es decir,
a quienes realizan aportaciones causales decisivas pero ajenas al núcleo del tipo.
HANS W ELZEL 149 nos dice que la coautoría es autoría, y su particularidad consiste
en que el dominio del hecho unitario es común a varias personas. Coautor es
quien, en posesión de las cualidades personales de autor, es portador de la decisión
común respecto del hecho y en virtud de ello toma parte en la ejecución del delito.
La coautoría es una forma independiente de autoría y se basa sobre el principio
de la división del trabajo. Cada coautor complementa con su parte en el hecho la
de los demás en la totalidad del delito: por eso también responde por el delito.
La coautoría es, subjetivamente, comunidad de ánimo, y objetivamente división
de tareas de importancia de los aportes. En ella el dominio del hecho es, como
dice W ESSELS , funcional, mediante la distribución de los aportes acordados. El
dominio del hecho injusto no lo ejerce sólo uno, sino todos, mediante una
realización mancomunada y recíproca. Entre ellos los coautores, por acuerdo,
dominan en parte y en todo, funcional e instrumentalmente, la realización del
injusto, siempre que el hecho de cada uno constituya contribución de importancia.
E NRIQUE B ACIGALUPO define como coautores a los que toman parte en la ejecución
del delito codominado el hecho. Como ya se dijo, el derecho vigente argentino,
colombiano, español, mexicano y venezolano no da una regla expresa sobre la
coautoría. La coautoría no depende en su existencia dogmática de un
reconocimiento legal expreso, pues está –como la autoría mediata– implícita en
la noción del autor. Una disposición expresa sobre la coautoría es, desde el punto
de vista de la técnica legislativa, innecesaria.
148
G ONZALO Q UINTERO O LIVARES . Ob. cit., p. 348.
149
W ELZEL . Ob. cit., p. 345.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
63
hecho entre todos. La coautoría supone una división del trabajo, aunque no basta
con cualquier aporte dentro de esa distribución de funciones, sino que es necesario
que sea además esencial, de lo contrario estaríamos frente a la complicidad como
forma de participación. Así, de forma genérica y como punto de referencia,
podría decirse que “coautor es el que, como autor inmediato o mediato, realiza
el hecho punible conjuntamente con otros autores” 150 . A diferencia de la
participación, que supone la cooperación en un hecho ajeno, cuando varias
personas intervienen en la realización del tipo en concepto de coautores, llevan
a cabo un hecho propio (común) del que responderán de forma independiente.
Por ello en la coautoría no rige el principio de accesoriedad, básico en la
participación, sino el principio de imputación recíproca de esfuerzos y
contribuciones. Con ello se quiere indicar que cada intervención se hace
extensiva a los demás para que todos puedan ser considerados como autores
del hecho colectivo, porque sólo de esta forma se puede alcanzar el plan
delictivo común del que cada uno responde de forma independiente 151 .
150
R ODRÍGUEZ M OURULLO , G. “El autor mediato en derecho penal español”. En: Revista ADPC.P. Madrid.
U. Complutense, 1969, p. 12.
151
L ÓPEZ B ARJA DE Q UIROGA . Autoría y Participación. Madrid. Ed. Akal, 1996, p. 33.
152
P ÉREZ A LONSO , E STEBAN . La coautoría y la complicidad (necesaria) en derecho penal. Madrid. Ed.
Comares, 1998, p. 118.
C APÍTULO VI
ELEMENTOS O REQUISITOS DE LA COAUTORÍA O DEL DOMINIO FUNCIONAL
1. ELEMENTO SUBJETIVO
Para que haya coautoría debe existir, como nexo subjetivo entre los actuantes,
un plan común, entendiéndose como tal un mínimo acuerdo entre los coautores,
una coincidencia de voluntades, una resolución común del hecho, es decir, un
dolo común en el sentido de la teoría del acuerdo previo.
Para J AKOBS 154 , que el acuerdo sea común, en el sentido que todos sepan y
acepten lo que hacen los otros, sólo es necesario en los casos en que la
ejecución se divide en partes y cada parte se realiza por uno de los intervinientes.
153
D ÍAZ Y G ARCÍA M IGUEL . La Autoría... Ob. cit., p. 642.
154
J AKOBS , G ÜNTHER . Derecho Penal. Parte General. Fundamentos y teoría de la imputación. Trad. de
Joaquín Cuello y José Luis Serrano. Madrid. Marcial Pons, 1955, p. 392.
155
B ACIGALUPO . Principios de Derecho Penal. Ob. cit., p. 228.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
66
mismo: uno de los autores intimida a la víctima y el otro le quita el dinero; cada
aporte está conectado al otro mediante la división de tareas acordadas en la
decisión conjunta.
Por su parte, para M AURACH , quien tome parte del dominio del hecho de una
pluralidad de personas al mismo tiempo debe querer el dominio colectivo del
hecho: “no es posible querer participar de un objeto y no querer el objeto
mismo” 157 . El elemento subjetivo de coautoría exige, simultáneamente con la
voluntad de participación en el dominio colectivo del hecho, la voluntad del
dominio común del hecho por la comunidad de personas 158 , lo que requiere
entonces, en principio, un plan y una resolución delictiva comunes a todos los
coautores que forman el ente colectivo.
156
J ESCHECK , H ANS -H EINRICH . Tratado de Derecho Penal. Parte General. Barcelona. Falta editorial, 1981,
p. 936.
157
M AURACH , R. Tratado de Derecho Penal. T. II. Barcelona. Marcial Pons, 1962, p. 375.
158
J AKO B S , G Ü N T H E R . Derecho Penal. Parte General. Ob. cit., p. 512. Sin embargo este autor
contempla como caso de auténtica coautoría, en que no es necesario el acuerdo común “cuando
un delito sólo exige una acción-ejecución o cuando, en caso de que sean necesarios varias acciones,
todas las acciones ejecutivas son llevadas a cabo por una única persona, también, un interviniente,
de cuya contribución no sabe nada el ejecutor, puede colaborar de un modo tan intensivo que
codetermine esencialmente la configuración de las ejecuciones, según lugar, tiempo y modalidades.
Ejemplo: alguien da a la víctima, a la que se va a dar muerte durante el sueño, un somnífero, sin
estar de acuerdo con el ejecutor, abre además la puerta al autor, deja preparado incluso un
instrumento adecuado y luego también utilizado para realizar el hecho, y finalmente impide, antes
de la ejecución, que se acerquen terceras personas perturbadores de la realización del hecho. La
autoría individual (autoría accesoria) del interviniente no existe por falta de acción ejecutiva de
propia mano, la autoría mediata, por falta de inferioridad de ejecutor, finalmente la coautoría, según
la doctrina mayoritaria, por falta del plan conjunto, así que sólo debe quedar la complicidad que
resulta dudosa. Debería ser por tanto más correcto considerar suficiente en estos casos, en vez
de una resolución conjunta del hecho en el sentido de un acuerdo recíproco, una resolución de
adaptación, con la que el interviniente que colabora, no ejecutando inmediatamente, pero sí
configurando el hecho, concreta su contribución con la acción del ejecutor. Si el ejecutor no sabe
nada de esta contribución, a él no se le habrá de imputar su contenido delictivo, ello se deduce
de las reglas generales”.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
67
La conexión de voluntades atañe al carácter común de la lesión a un bien jurídico
que deberá ser provocada por la vía de la división del trabajo, es decir, el carácter
común del hecho 159.
159
M AURACH , R. Tratado de Derecho Penal. Ob. cit., T. II, p. 375. Por lo tanto están fuera de la coautoría
aquellos casos en los cuales la colaboración, con carácter de autoría por parte de varios sujetos, se
halla prevista por el propio tipo penal y no depende de la arbitrariedad de quienes actúan. La doctrina
dominante considera estos casos, junto con otros, mayoritariamente bajo la descripción de
participación necesaria.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
68
Es de destacar que la doctrina del “reparto de papeles” aparece también acogida
en el Derecho comparado, acomodándose a una realidad criminológica que
revela que en todo proyecto criminal cada interviniente asume la tarea o “papel”
más acorde con sus aptitudes: el inteligente planea; el hábil abrirá la caja de
caudales, el buen conductor manejará el vehículo que conduzca a los ejecutores
al lugar de delito y les facilite la huida, etc., pero todos ellos obran con el
propósito común de realizar el acto delictivo y ponen el aporte que, desde el
punto de vista del plan de los autores, resulta más menos o eficiente para el
éxito del proyecto criminal común, por lo que la doctrina jurisprudencial antes
citada no contradice el concepto que debe ser propio de la coautoría.
2. ELEMENTO OBJETIVO
Cada interviniente, para que pueda considerarse coautor, debe efectuar una
contribución objetiva al hecho 160 . La cuestión es establecer qué se entiende por
tal. Según la teoría del dominio del hecho todos los coautores deben haber
intervenido en el ejercicio del dominio del hecho. Naturalmente, no toda la
función realizada en el seno de la división del trabajo convierte al sujeto en
coautor, porque no toda función desarrollada le confiere el dominio funcional
del hecho. Es preciso que esa función sea necesaria para la realización del hecho,
y por necesaria suele entenderse lo que es esencial, en oposición a lo accidental
o subsidiario.
160
J ESCHECK , H ANS -H EINRICH . Tratado de Derecho Penal. Ob. cit., p. 940.
161
G ÓMEZ B ENÍTEZ , J OSÉ M ANUEL . Teoría jurídica del delito. Ob cit., 1984, p. 126.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
69
entenderse por necesario o esencial aquello que, bien condiciona la propia
posibilidad de realizar el hecho, o bien reduce de forma esencial el riesgo de
su realización.
162
Sentencia del Tribunal Supremo de 1º de julio de 1963.
163
R OXIN , C LAUS . “Sobre la autoría y participación en el derecho penal”. En: Problemas actuales de las
ciencias penales y la filosofía del derecho, en homenaje al profesor Luis Jiménez de Asúa. Desalma,
1970, p. 67.
164
G IMBERNAT . Autor... Ob. cit., p. 154. Estima que para considerar “si una cosa es escasa (esto es: si
su aportación al delito es necesaria) el mejor camino a seguir es... pronunciar primero un juicio general
y provisional. Este juicio provisional se convierte en definitivo cuando el examen de los factores
generales es completado por el de los particulares”.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
70
Para el profesor B ACIGALUPO , en la determinación de la coautoría es importante
el aporte objetivo al hecho por parte del coautor. Sólo mediante este aporte
puede determinarse si el partícipe tuvo o no el dominio del hecho y, en
consecuencia, si es o no coautor. Propone el profesor la siguiente fórmula para
determinar la existencia del codominio del hecho: “habrá co-dominio del hecho
cada vez que el partícipe haya aportado una contribución al hecho total, en el
estadio de la ejecución, de tal naturaleza que sin ella aquél no hubiera podido
cometerse” 165 .
En la coautoría es preciso que exista un co-dominio del hecho, esto es, que
todos y cada uno de los intervinientes dominen el hecho. Como señala R OXIN 166 ,
“el que coactúa ha codecidido hasta el último momento sobre la realización del
tipo”, pues, “cuando alguien aporta al hecho una colaboración necesaria, tiene
por este medio en sus manos la realización del tipo”.
El dominio del hecho no se presenta únicamente en los casos en los que el sujeto
por sí mismo realiza el tipo, sino que también existe aunque cada persona que
interviene no realice por sí sólo y enteramente el tipo, pues es posible derivar
un dominio del hecho, en razón a cada aportación al hecho basada en la división
del trabajo o de funciones entre los intervinientes. De ahí que se hable del
dominio funcional del hecho.
165
B ACIGALUPO . Principios de Derecho Penal. Ob. cit., p. 229. Implica un aporte que revela el co-dominio
del hecho. El sujeto que presta una colaboración sin la cual el hecho no habría podido cometerse
decide sobre la consumación (R OXIN . Täterschaft. Ob. cit., p. 280).
166
R OXIN . “Sobre la autoría y la participación en el derecho penal”. En: Problemas actuales de la ciencias
penales y la filosofía del derecho (Homenaje al profesor Jiménez de Asúa). [Trad. de E. Bacigalupo].
Buenos Aires. 1970, p. 67.
167
B ACIGALUPO , E NRIQUE . Principios de Derecho Penal. Parte General. 3ª ed. Madrid. Temis, 1994,
p. 67.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
71
Para una conceptuación correcta de la coautoría es preciso tener en cuenta las
siguientes reglas: sin aporte no es posible coautoría, cualquier aporte no da lugar
a coautoría, y no todo común acuerdo configura una coautoría. Es preciso el
dominio del hecho con todos los requisitos que lo conforman.
También debe tenerse presente que el aporte ha de ser “esencial”, y con esta
expresión en modo alguno queremos decir que sea “causal”. Aporte esencial y
aporte causal no son sinónimos 168 .
168
L ÓPEZ B ARJA DE Q UIROGA . Autoría y Participación. Madrid. Ed. Akal, 1996, p. 73.
169
R OXIN , C. “Sobre la autoría y participación en el derecho penal”. En: Problemas actuales de las ciencias
penales y de la filosofía del derecho. (Homenaje al profesor Jiménez de Asúa). Buenos Aires. Desalma,
1970, p. 67.
C APÍTULO VII
APARENTES FORMAS ESPECIALES DE COAUTORÍA
1. AUTORÍA ACCESORIA
74
autoría accesoria es en el ámbito de los delitos imprudentes. El ejemplo de
la autoría accesoria imprudente sería el incitar a una persona a conducir en
forma imprudente y como consecuencia de dicha forma de conducir se
produce un resultado lesivo. Otro ejemplo: cuando A con la intención de
cobrar venganza contra B, su enemigo, le dispara en la cabeza, y
coincidencialmente Z también le dispara, pero este con la intención de
despojarle de sus pertenencias, dispara en la humanidad de B. Un ejemplo
sobre autoría accesoria y presenta discusión sobre la problemática sobre
imputación objetiva es el siguiente: María y Carmen se enteran que el don
Juan es amante de las dos, a las cuales les prometió matrimonio. María con
intención de matar a Juan aprovecha que está tomando un café y le pone una
cucharadita de cianuro sin que este se entere. Carmen, que sin ponerse de
acuerdo con María y desconociendo lo que hizo esta, aprovecha la situación
que Juan va iniciar a beber el mismo café y en un descuido le coloca una
cucharadita de otro veneno con la intención también de matarlo. Juan ya solo
se bebe el café y muere. En el caso se comprobó que la dosis de cada
cucharadita de veneno por sí mismas no eran suficientes para matar, pero
sumadas las dos dosis lograron el resultado de muerte de Juan. En estos casos
el hecho de cada una de las intervinientes se aprecia y juzga
independientemente, caso en el cual estaríamos ante la forma de autoría
accesoria de María y Carmen, y bajo la imputación de tentativa de homicidio.
Otros autores agregan a la imputación el delito de homicidio culposo de cada
autora.
2. COAUTORÍA SUCESIVA
75
decir, alguien participa co-dominando el hecho en un delito que otro ya ha
comenzado a ejecutar 170 .
3. COAUTORÍA ALTERNATIVA
El profesor J ACOBO L ÓPEZ 172 explica esta forma de coautoría alternativa, indicando
que aparece cuando se trata de aportes de distintas personas, en las que cada
aporte previsto realiza por completo el tipo, pero que únicamente pueden
170
B ACIGALUPO , E NRIQUE . Principios de Derecho Penal. Parte General. Madrid. Akal, 1997, p. 156.
171
Diversos autores como: R OXIN . Stratenwerth, Schmidhäuser, B ACIGALUPO , R ODRÍGUEZ M OURULLO ,
taxativamente R OXIN señalan que nadie puede responder como autor de lo que ya se había realizado
en el momento de su entrada en el plan del hecho. Por el contrario, J ESCHECK considera que debe
imputársele el hecho por entero. La coautoría sucesiva es posible en tanto y en cuanto el delito no
esté consumado, pues si el primer autor ya ha concluido la realización del tipo no hay espacio para
la actuación del coautor sucesivo.
172
L ÓPEZ DE Q UIROGA , J ACOBO . Autoría y Participación. Madrid. Akal, p. 67.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
76
producirse de forma alternativa, bien el aporte de una o de la otra persona.
También se define como el acuerdo de voluntades que determina que el hecho
no lo realice por sí solo un sujeto determinado, sino cualquiera del colectivo
alternativamente, dependiendo de las circunstancias más propicias para la
ejecución. Un caso sería cuando dos sicarios, A y B, se ponen de acuerdo para
matar a Z, que viene por una vía con dos únicas salidas, y cada sicario lo espera
en cada una de las salidas por donde puede pasar. Z toma la calle donde lo
espera B y este le causa la muerte de varios disparos, hechos que hubiera
realizado A si Z hubiera pasado por su calle, donde lo esperaba.
4. COAUTORÍA ADITIVA
Se produce cuando ocurre una agresión en grupo en la cual varios sujetos con la
decisión compartida realizan al mismo tiempo la acción, pero se desconoce cuál
de las aportaciones producirá el resultado. Un ejemplo sería cuando varios
delincuentes, con la intención de causar la muerte a varias personas que se
encuentran reunidas disparan indiscriminadamente contra todas ellas, o el caso de
los ajusticiamientos, donde la víctima es ejecutada por un pelotón de fusilamiento.
173
Por su parte, J ACKOBS estima que deben aplicarse las reglas generales, y por ello que quien configura
y co-organiza por igual el aporte de otro de forma unificada con su parte (o domina al otro como su
instrumento), responde como autor de ambas variantes. Añade el ejemplo que si dos cazadores
furtivos determinan conjuntamente, la noche en la que tienen menos riesgo para disparar a una pieza,
y uno prueba suerte en un lugar y otro dos kilómetros más allá, solo son coautores si conjuntamente
han preparado sus armas y buscado sus posiciones, entre otras cosas.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
77
En los supuestos citados anteriormente cada autor pretendió por sí mismo
realizar por completo el tipo, y el hecho de que actúen conjuntamente varias
personas no tiene por objeto llevar a cabo una distribución de funciones entre
ellas, sino obtener el aseguramiento del resultado. Estos supuestos deberán
resolverse de la misma forma que los casos de coautoría alternativa, es decir,
admitiendo que se trata de un caso de autoría, pues ante las diferentes
contribuciones, cada una de ellas sería esencial y necesaria para la consecución
del resultado, conforme lo expuesto por R OXIN 174 .
El Tribunal Supremo español mantiene esta solución y considera que los casos
de coautoría aditiva son supuestos que deben solucionarse como coautoría. Así,
en STS, 21-12-92 se afirma que el dominio conjunto del hecho no se determina
de la misma manera que el dominio del autor individual y del autor mediato.
Dice esta sentencia que todo el que con su aporte lleva la probabilidad de éxito
del plan delictivo “tiene una función relevante en la ejecución y deviene, por
ello, cotitular del dominio del hecho”. En la sentencia se expresa: “En el presente
caso no es discutible que los procesados obraron sobre la base de una decisión
común (concluyentemente aceptada) y que con su aporte aumentaron la
probabilidad de producción de la muerte de la víctima, pues las lesiones menos
exitosas contribuían a disminuir sus posibilidades de defensa e, inclusive, de
huida. Es claro que todos actuaron con conciencia de que si su puñalada no servía
para matar, serviría, por lo menos, para que otros tuvieran la posibilidad de
continuar con la agresión si ello resultaba necesario para el plan o para que los
otros tuvieran una mayor facilidad para alcanzar a la víctima. Desde este punto
de vista, por lo tanto, cabe inclusive sostener que todos los procesados tuvieran
una función decisiva en la configuración del hecho que fundamenta un dominio
común del mismo”.
174
L ÓPEZ B ARJA DE Q UIROGA concuerda con la posición planteada por R OXIN , por cuanto los casos de
coautoría aditiva pueden fundamentarse en el dominio funcional del hecho. Por esta razón puede
afirmarse que los casos de coautoría aditiva son casos de coautoría que no requieren ser clasificados
como un supuesto especial y concreto.
CAPÍTULO VIII
LA COAUTORÍA ANTE EL EXCESO
Se plantea dado el caso sobre el cual uno de los coautores de una acción típica
se exceda en la conducta previamente acordada por todos los concurrentes y,
además de realizar su función dentro de la comisión del delito acordado, realice
otra u otras conductas punibles, caso en el cual examinaríamos si los demás
coautores responderían por las conductas excedidas del primero o no son
responsables de las mismas.
175
C.P. español, art. 28 N; C.P. alemán, art. 25; C.P. italiano, art. 25.
176
P ÉREZ A LONSO , J UAN E STEBAN . Op. cit., p. 287.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
80
En los casos del exceso en la comisión de una conducta punible los coautores
que no se excedieron, por otra parte, podrían responder a título doloso o
culposo si aceptan (eventualmente) o pueden prever (subjetiva u objetivamente)
dicho exceso o responder por delitos como omisión del deber de impedir delitos
o por complicidad en el exceso 177.
177
Ibíd., p. 288.
178
W ELZEL , H ANS . Op. cit., p. 129.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
81
ya que solo aquel respondería como autor independiente (nunca como coautor
del homicidio). Dice al respecto P ESSINA : “así, cuando se mata para robar y la
muerte no fue convenida anteriormente entre todos, o algunos copartícipes en
el hurto no convino en emplear la muerte como medio para facilitar su comisión
no es justo que la pena de delito de homicidio vaya unida a la de hurto y caiga
sobre todos los que en este tomaron parte, sino que únicamente debe caer
sobre los que convinieron el homicidio” 179 .
No hay que irse al extremo, como nos parece lo postula el profesor J AKOBS , al
afirmar que en el caso de un hurto, en que los coautores acuerdan tirar a matar
contra los posibles perseguidores, a fin de asegurar la huida, y uno de ellos al
confundir a un asociado que también huye con un perseguidor, le dispara
dejándolo gravemente herido, no es un exceso, sino que la víctima es coautora
de la tentativa de homicidio, si concurre, según el tratadista alemán, una
suficiente co-configuración de la acción ejecutiva. Parece ilógico y además poco
jurídico que una persona responda por una tentativa de homicidio que se ha
realizado sobre ella misma o que lo haga por autolesiones o tentativa de suicidio,
ya que conculcaríamos los principios generales del derecho penal liberal propio
de un Estado social y democrático de derecho.
G ÜNTHER J AKOBS asegura: “las reglas generales rigen así mismo siempre que quien
se autolesiona puede ser autor de tentativa, es decir, en el ataque a bienes
supuestamente ajenos, pero en realidad propios. Ejemplos: el hijo que se cree
desheredado (cuando en realidad es heredero único), destruye airado,
conjuntamente con un amigo tras la muerte del causante, un objeto de la masa
hereditaria; en relación con el hijo, daños intentados en coautoría; para el amigo,
consumados”. Más adelante dice: “la eficacia puede ser relativa. Por ejemplo: el
hurto en coautoría, en el que después se descubre sorprendentemente que el
objeto pertenece a un autor, solo en la persona del propietario conduce a que
la consumación quede reducida a tentativa”.
179
P ESSINA , E NRIQUE . Elementos de Derecho Penal. Madrid. Ed. Reus, 1956, pp. 287 y ss.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
82
por fuera de lo pactado, resuelve dar muerte a cualquiera de los presentes.
Distinta, sin embargo, es la situación presentada cuando uno de los coautores
se incorpora a la empresa criminal una vez lograda la realización parcial de la
conducta típica, esto es, la llamada coautoría sucesiva, pues se discute si el agente
responde por lo realizado a partir del momento en que se incorpora al suceso
criminal, o debe ser punido como coautor o cómplice con relación a todo el
suceso. Así acontece, v.gr., si A y B sustraen conjuntamente mercancías de un
depósito, y C, enterado de ello, los acompaña a realizar una nueva sustracción.
En esta hipótesis no parece lógico responsabilizar a C de todo el hecho, atendida
la existencia de un plan común, por lo que se debe imputar solo la parte por él
realizada, como coautor, aun en el caso de que medie reparto común del botín.
Esta solución se impone de conformidad con los principios de acto y culpabilidad
(C.P., arts. 9º y 12) 180 .
Otro caso particular de exceso puede ser esta vez interpretado también como
defecto, en aquellos supuestos en que un coautor abandona el plan del hecho
en el estadio de tentativa, mientras que el otro prosigue en solitario hasta lograr
la consumación sin el conocimiento y voluntad del primero. Ejemplo: un hombre
que quería matar a un bebé por asfixia y golpes en la cabeza. Más tarde, cuando
creía haber conseguido su propósito, lleva el niño aparentemente muerto a su
mujer y se aleja “lleno de rabia y dolor”, pero poco después la mujer descubre
que el niño seguía vivo y ella sólo lo mata por una acción independiente. Aquí,
como señala R OXIN , solo se puede aceptar la coautoría en cuanto a la tentativa
de homicidio, mientras que la acción que produce la consumación sólo es obra
de la mujer. Esta última acción no puede ser imputada en coautoría, en modo
alguno, pues falta tanto la ejecución como la decisión conjunta sobre la misma,
es decir, no existe un dominio sobre ella. En estos casos el primer sujeto no
responderá por el exceso, no es coautor del hecho más grave cometido, pero
sí puede ser autor de un delito de omisión del deber de impedir delitos o,
incluso, cómplice por el exceso, si se dan los presupuestos estructurales de la
180
V ELÁSQUEZ V ELÁSQUEZ , F ERNANDO . Op. cit., pp. 448 y 449.
181
P ÉREZ A LONSO , J UAN E STEBAN . Op. cit., p. 287.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
83
respectiva autoría o complicidad, pues, en otro caso habría que declarar su
impunidad por el exceso 182 .
182
R OXIN , C LAUS . Op. cit., p. 288.
183
G ARRIDO , M ARIO . Autoría y participación. Santiago de Chile. 1975, pp. 329 y 330.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
84
“En verdad que doctrina y jurisprudencia han aceptado que en los casos en que varias
personas proceden en una empresa criminal, con consciente y voluntaria división de
trabajo para la producción del resultado típico, todos los partícipes tienen la calidad
de autores, así su conducta vista en forma aislada no permita una directa subsunción
en el tipo, porque todos están unidos en el criminal designio y actúan con conocimiento
y voluntad para la producción del resultado comúnmente querido o, por lo menos,
aceptado como probable. En efecto, si varias personas deciden apoderarse del dinero
de un banco pero cada una de ellas realiza un trabajo diverso: una vigila, otra intimida
a los vigilantes, otra se apodera del dinero y otra conduce el vehículo en que huyen,
todas serán autores del delito de hurto. Así mismo, si a esa empresa criminal van
armados porque presumen que se les puede oponer resistencia o porque quieren
intimidar con el uso de las armas y como consecuencia de ello se producen lesiones
u homicidios, todos serán coautores del hurto y de la totalidad de los atentados
contra la vida y la integridad personal, aun cuando no todos hayan llevado o utilizado
las armas, pues participaron en el común designio, del cual podían surgir estos
resultados que, desde luego, se aceptaron como probables desde el momento mismo
en que actuaron en una empresa de la cual se podían derivar” 184.
184
Sentencia. Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Penal. 4 de febrero de 1999. Nº 11609.
Magistrado Ponente: Edgar Arboleda Ripoll.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
85
para no ser descubiertos, como el que por error coge un cuadro de Dalí en
vez del Picasso que habían acordado sustraer.
Sin embargo, la cuestión no es tan clara cuando el objeto o persona sobre la que
recae el error pertenece o es uno de los coautores, es decir, cuando el error de
uno se dirige en contra de otro coautor o, incluso, contra sí mismo. Piénsese,
por ejemplo, en el disparo de un coautor contra otro por error; en el incendio
de la casa de un coautor por parte de otro que la confundió con la del enemigo
común; en el robo con fuerza del carro de propiedad del tío de un coautor, que
ya le pertenecía a éste, sin saberlo, por herencia de su querido tío, etc. En casos
como estos la doctrina dominante considera que son de aplicación las reglas
generales. Por tanto, el error de un coautor también es irrelevante para los demás,
siendo posible solo estimar tentativa del delito correspondiente para el coautor
cuyos bienes o persona han sido objeto de confusión.
Veamos, en primer lugar, la situación del error en que puede incurrir un coautor
de una conducta punible. El llamado error in objecto es el que recae sobre el
objeto material del hecho, de tipo real. Por lo común trátase de un error
accidental, porque para el tipo es indiferente, en principio, la calidad o las
características del objeto material, en cuanto se trate del que está enunciado
en él 185 . Esto, respecto del autor unitario, pero para la coautoría, en virtud de
que existe una pluralidad de sujetos agentes y un acuerdo previo sobre el objeto
¿qué ocurriría respecto de los demás, si uno de ellos se equivoca en el objeto
y la acción no recae sobre el acordado antecedentemente? De acuerdo con la
teoría del dominio funcional del hecho y la doctrina nacional e internacional, el
error también debe ser irrelevante para los intervinientes que no lo han
cometido 186 .
Con carácter general, podría aceptarse la opinión mayoritaria que considera que
el error irrelevante de un coautor tampoco beneficia a los demás. Así, por
ejemplo, serían coautores de robo con fuerza en las cosas tanto el que se
encarga de forzar la puerta de entrada y vigilar para no ser descubiertos, como
el que por error, en el ejemplo citado, coge un cuadro de Dalí en vez del Picasso
que habían acordado sustraer.
185
C REUS , C ARLOS . Derecho Penal. Parte General. Buenos Aires. Astrea, 1998, p. 355.
186
Ver al respecto, por todos, W ELZEL . Derecho penal. Op. cit., p. 129.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
86
3.2. E L ERROR EN LA PERSONA
Sin embargo, esta opinión mayoritaria está siendo contestada por un importante
sector de la doctrina. Ya de entrada, resulta chocante castigar como coautor de
una tentativa (inidónea) de asesinato a la propia persona que ha sido objeto del
disparo y que casi resulta muerta, al ser confundida con otro, cuando, de haber
actuado sola, habría una tentativa impune de suicidio, de daños, incendio o robo
de bienes propios, en los demás ejemplos citados. En este tipo de casos, parece
más razonable la opinión contraria que aboga por no hacer responsables a los
demás coautores del error en el objeto o persona que cometa uno de ellos, es
decir, por un comportamiento ajeno, sino por su propio co-dominio objetivo y
subjetivo. Si el plan común comprendía la defensa y el posible disparo a un
perseguidor, y no el disparo a un compañero, en tal caso, es decir, si hay un
error en el objeto o en la persona, como señala R OXIN , se trataría de “un exceso
por el que no pueden ser responsabilizados los demás coautores” 188 . Sin
embargo, M AURACH , Z IPF y G OSSEL entienden que esta solución significa tanto
como desconocer que “el dolo sólo se debe extender a los elementos objetivos
del tipo, es decir, en el caso mencionado, a la muerte de una persona, no así a
determinadas cualidades del objeto del hecho no comprendidas en el tipo” 189 .
No cabe duda que, en abstracto, estos autores aciertan en su objeción, en
cuanto que los coautores acordaron matar a una persona, y efectivamente se
187
P EREZ A LONSO , J UAN E STEBAN . Op. cit., p. 290.
188
R OXIN , C LAUS . Op. cit., pp. 286 y ss.
189
M AURACH , Z IPF y G OSSEL . Derecho Penal. T II. Madrid. Marcial Pons. 1962, p. 382.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
87
disparó contra una persona, pero lo que hemos de discutir aquí, en el tipo
subjetivo de la coautoría, es si el acuerdo mutuo debe ir referido a la cualidad
humana abstracta de la víctima o a la persona objeto de la acción concreta en
que se pensó (al posible perseguidor). A mi juicio, tampoco debe haber duda
en que lo decisivo será atender al concreto objeto de la acción que se acordó
conjuntamente por los coautores. Como señala R OXIN , “Nadie aceptaría una
coautoría, cuando uno de los ladrones dispara intencionadamente a una persona
que no intervenía en los hechos o a un compañero”. Naturalmente la muerte
de un compañero no podía ser objeto de acuerdo mutuo, por lo que si un
coautor por error dispara contra otro, realiza un hecho distinto que va más allá
de lo acordado, comete un exceso del que no pueden responder los demás.
Por tanto, es más correcto rechazar la coautoría en tales casos, lo que se deduce
de que los intervinientes estaban de acuerdo en que tendrían que asumir, en
caso necesario, la muerte de una persona, pero esta persona tenía que ser un
perseguidor o alguien no involucrado, mucho menos un compañero. La cuestión,
pues, sólo puede ser la de si el acuerdo de voluntades ha de referirse a la
cualidad abstracta de persona de la víctima o al concreto objeto de la acción
“perseguidor” tenido en cuenta 190.
190
R OXIN , C LAUS . Autoría y dominio del hecho en derecho penal. Ob. cit., p. 317.
191
Ibíd., p. 318.
CAPÍTULO IX
DE LA COAUTORÍA Y EL CONCIERTO PARA DELINQUIR
1. DEFINICIÓN
La Ley 599 de 2000 en el Capítulo XII, denominado “Delitos contra la seguridad
pública”, ha descrito la conducta punible del concierto, y es así como en el
artículo 340, modificado por la Ley 733 de 2002, se señala:
“Las personas que se concierten con el fin de cometer delitos, cada una de ellas será
penada, por esa sola conducta, con prisión de tres (3) a seis (6) años.
“La pena privativa de la libertad se aumentará en la mitad para quienes organicen, fomenten,
promuevan, dirijan, encabecen, constituyan o financien el concierto para delinquir”.
192
G IUSEPPE M AGGIORE . Derecho Penal. Vol. III. De los delitos en particular. Bogotá. Editorial Temis,
1999. pp. 448 y ss.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
90
Ahora bien, el concierto para delinquir se diferencia de la conspiración en que
en ésta el acuerdo radica en cometer delito de rebelión o sedición, mientras
que en el concierto para delinquir la finalidad es indeterminada, en el sentido
que se trata es de “cometer delitos”. Es decir que el delito consiste en asociarse
con el fin de cometer varios delitos, siendo así que el agente puede ser
únicamente una pluralidad de personas (delito colectivo).
2. RESEÑA HISTÓRICA
91
tal alianza es propensa a provocar un estado de temor colectivo que afecta el
orden público, entendido como “La tranquilidad y confianza social en el segundo
desenvolvimiento pacífico de la vida civil” 193 . C ARRARA señala, por su parte, en
relación con este delito, su especial peligrosidad por la fuerza moral objetiva
del delito, siendo por consiguiente este tipo de asociaciones reprimidas en todas
las legislaciones, remontándose incluso a la antigua Roma.
193
S EBASTIÁN S OLER . Derecho Penal argentino. T. IV. Buenos Aires. Desalma. p. 630.
194
S EBASTIÁN S OLER . Derecho Penal Argentino. T. IV. Ob. cit., p. 644.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
92
A pesar de lo difícil de este comentario no es posible pasar por alto lo precisado
por el connotado maestro italiano A L E X A N D R O F R A N C E S C O C A R M I G N A N I , al
pretender que por asociación para delinquir “se entiende una pluralidad de
personas «legalmente asociadas»”, y menos cuando insiste en su concepto de
entidad jurídica de este terrible flagelo de la seguridad ciudadana, cuando avanza:
“En este caso, la voluntad de tales «cuerpos morales”–subraya– afecta igualmente
a todos los miembros, aunque no todos individualmente hayan consentido el
delito”.
195
Corte Suprema de Justicia, Casación 10789, septiembre 23 de 2003, M.P.: Dr. Édgar Lombana Trujillo.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
93
3.2. E L FIN DE COMETER VARIOS DELITOS
“No se desvirtúa la existencia del delito de concierto para delinquir, por el hecho de
que pasado algún tiempo la sociedad criminal se disuelva, debido a que este fenómeno
puede obedecer a múltiples razones, por ejemplo: el logro de los objetivos finales,
porque la organización es desmantelada por las autoridades, por circunstancias ajenas a
los asociados, porque deciden voluntariamente no continuar, etc.”196.
“El legislador consideró que el sólo hecho de concertarse, pactar, acordar o convenir la
comisión de delitos indeterminados es ya punible, pues por sí mismo atenta contra la
seguridad pública y por ello extendió la protección penal hacia esa actividad, sin que sea
necesario exigir un resultado específico para pregonar desvalor en tal conducta” 197.
196
Corte Suprema de Justicia, Casación 10789, septiembre 23 de 2003, M.P.: Dr. Édgar Lombana Trujillo.
197
Ibídem.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
94
El simple hecho de ponerse de acuerdo para cometer delitos indeterminados,
sea cual fuere su naturaleza o el modus operandi, y sea cual fuere el cometido
final, es ya punible.
Se trata de un delito plurisubjetivo, esto es, desarrollado por dos o más personas
de acuerdo a múltiples criterios de la Honorable Corte Suprema de Justicia y a
diferentes doctrinantes. Este delito nunca puede ser materializado por una sola
persona en razón a que el verbo rector del mismo punible es suficientemente
claro en el sentido que indica que se requiere para este delito “contra la
Seguridad Pública” cometerlo varias personas. Este delito requiere como
elemento subjetivo el dolo específico, consistente en que se realiza “con el fin
de cometer delitos”.
95
4. COAUTORÍA VERSUS CONCIERTO PARA DELINQUIR
3. Subsiste cuando se cometen los delitos 3. Se extingue con la comisión del delito
acordado.
96
Una primera conclusión a la que se llega es que la coautoría es una modalidad
de coparticipación criminal cuyo influjo se proyecta en la responsabilidad penal
y la comunicabilidad de circunstancias, pero que nada tiene que ver con la
tipicidad de los delitos que cometen los partícipes.
Del texto penal que describe el concierto para delinquir se extractan sus
elementos estructurales, algunos coincidentes con los rasgos que caracterizan a
la coautoría, pero otros permiten diferenciarlo, en todo caso, de ésta.
En este orden, considero que la conducta descrita por el legislador debería tener
un elemento subjetivo del tipo que nos permitiera diferenciar el concierto de la
coautoría, y es por ello por lo que debemos agregar el término permanente,
de tal suerte que el tipo debería señalar lo siguiente: Las personas que se
concierten con el fin permanente de cometer delitos, cada una de ellas será
penada, por esa sola conducta, con prisión de tres (3) a seis (6) años.
97
jerarquizada de división de trabajo y por ende de empresa, con fines por fuera
de la ley o ilegales. Pero para conformar una empresa así sea de hecho, se
requiere la concurrencia de varias voluntades, la distribución de actividades entre
cada uno de los concurrentes a la expresión de los fines y objetivos propuestos,
en nuestro caso particular si varias personas concurren a expresar su ánimo y
por ende dolo de cometer varios ilícitos, esa concurrencia de por sí ya nos coloca
en el campo de la coparticipación criminal, de ahí lo expresado, que la
coparticipación es el camino más corto –a un paso– y próximo a la empresa
delictual, y desde luego que si se da ésta dejaremos la coparticipación para estar
en presencia de un verdadero concierto para delinquir.
Insisto, este es el acto jurídico legal y por oposición se puede encontrar el acto
jurídico ilegal, en otros términos, la empresa es una actividad organizada, lo que
significa que implica la voluntariedad de una o varias personas pero con un orden
determinado. La norma comercial establece unos fines específicos acordes a
derecho, pero la empresa ilegal sí tiene un orden y una distribución de funciones,
y debe entenderse que, como la empresa legal, su duración es de carácter
permanente, no es transitoria, pues si fuera transitoria la unión de voluntades
con fines ilegales sería simplemente coparticipación. Esa vocación de permanencia
conlleva a que la empresa tenga un gerente que es la persona que distribuye
funciones, tiene amplios conocimientos en las actividades ilícitas que van a
desarrollar, tiene pleno conocimiento de que el objeto de su empresa es cometer
varios delitos y conoce de los medios necesarios para infringir esos otros tipos
penales. La empresa debe contar con uno o varios subgerentes, pero no de
distribución de bienes y servicios, sino personas en quien se delega toda su
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
98
confianza en una estructura jerarquizada y que son las cabezas visibles de los
restantes delitos que se están cometiendo. Si bien no cuenta con
establecimientos de comercio en varios puntos en una misma ciudad o en varias
ciudades, su organización ilegal es tal que sus actividades ilícitas las despliega por
todo el país, y los partícipes de todas sus operaciones tienen plena conciencia
de que trabajan para una organización delictiva, como por ejemplo la
organización del narcotráfico que fijara el extinto Pablo Escobar.
Por consiguiente, se estima que si el concierto para delinquir desde luego exige un
dolo, que en mi concepto se traduce en dolo específico, que es tener la plena
conciencia de estar trabajando o dirigiendo una empresa delictual o una organización
delictiva y esto se debe acreditar, lo que hace difícil la prueba en estos eventos, nos
conlleva entonces a que en la mayoría de los casos el juez debe aplicar las normas
de coparticipación criminal y no las de concierto para delinquir, lo que amerita una
redefinición del tipo penal del concierto para delinquir para aplicarlo adecuadamente
o bien a los elementos amplificadores del tipo, como son las normas de
coparticipación, o simplemente al tipo penal del concierto para delinquir.
Por consiguiente, sugiero que el artículo 340 del Código Penal, como concierto para
delinquir, continúe con este mismo nomen juris y bajo el mismo objeto de tutela
penal o concepto de antijuridicidad, es decir, “delitos contra la seguridad pública”,
pero introduciéndose en su descripción típica el adverbio permanente como
elemento normativo del tipo, y también como elemento normativo la expresión con
carácter de empresa para poder, por oposición, recurrir al concepto jurídico de
empresa, de suerte que en mi criterio el tipo penal deberá quedar redactado así:
1. ANTECEDENTES
“En 1809 QUISTORPS-KLEIN se refiere a los delitos especiales (que llaman delicta propia),
considerando como tales aquellos que se edifican sobre deberes especiales, citando
como ejemplo los delitos militares y de funcionarios.
“GROLMAN, pocos años después, nos dice que: Es interesante una clasificación de que
dividen los delitos en generales (delicta communia) y especiales (delicta propia). A los
últimos pertenecen todas las infracciones de funciones oficiales… Más adelante señala
que … La razón de estos delitos está en el sprit de corps (carácter de la función).
“Si bien pone cierto acento en el aspecto de infracción de un deber –lo que podría
ampliar el ámbito– H EFFTER reduce prácticamente esta categoría a los delitos de
funcionarios”.
100
funcionarios y militares, colocándose el acento en puntos más esenciales como
pueden ser la violabilidad del bien jurídico o el contenido de lo injusto, sobre
todo en función de una limitación de los sujetos obligados a respetar el
precepto” 198 .
198
Q UINTERO O LIVARES , G ONZALO . Los delitos especiales y la teoría de la participación en el derecho
penal español. Barcelona. Editorial CYMYS, 1974, pp. 12 a 14.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
101
que no significa que en el futuro pueda alcanzarlos. Mal podría el legislador
legislar tan solo para el presente olvidándose del futuro. La norma se expide
con efectos erga omnes independientemente de las personas que se encuentren
habilitadas para observar el mandato.
102
d) Porque es más reprochable e intolerable el comportamiento de un sujeto
cualificado socialmente que el de aquel que no ostenta ninguna cualificación.
e) Por cuanto la especialidad del sujeto cualificado legitima al Estado para
exigirle un mayor compromiso y respeto por los bienes jurídicos colocados
bajo su custodia, y consecuencialmente facultades para aplicar sanciones
sumamente drásticas, en el evento en que llegaren a defraudar la confianza
depositada en ellos.
Esa posición especial que ocupa el sujeto (en este caso el servidor público) frente
al Estado y la sociedad, ha obligado a los legisladores a exigirles a dichos
funcionarios mayor compromiso y especiales deberes de protección de los bienes
jurídicos puestos bajo su cuidado, que los exigidos a los particulares.
103
En cambio el homicidio simple no es un delito especial, dado que para matar a
otro no se exige del sujeto agente ninguna condición especial. En este caso estamos
frente a un delito común, por cuanto el precepto está dirigido a todos los
coasociados sin ningún tipo de exigencias personales que cualifiquen la conducta.
Es aquel que puede ser realizado por cualquier persona. No se le exige ninguna
condición natural o jurídica al presunto sujeto agente.
Es aquel que tan solo puede ser realizado por algunas personas en particular.
Exige del presunto sujeto agente una determinada condición natural o
jurídica.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
104
Q UINTERO O LIVARES es de la siguiente opinión: “Siempre que una condición
personal, sea física o sea jurídica, venga exigida por el sentido del tipo, estamos
en presencia de un delito especial” 199 .
199
Q UINTERO O LIVARES , G ONZALO . Los delitos especiales… Ob. cit., p. 15
200
R EYES E CHANDÍA , A LFONSO . Derecho penal. Bogotá. Temis. 1978, p. 96.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
105
por cuanto todos los ciudadanos estamos obligados a respetar los bienes
jurídicamente protegidos.
Bien sabemos que en los delitos especiales para que alguien pueda ser
considerado autor, el tipo penal exige del sujeto agente unas condiciones
personales naturales o jurídicas (sujeto cualificado). ¿Qué ocurre cuando un
sujeto extraño, vale decir, el no cualificado, realiza o contribuye con la ejecución
de la conducta descrita en el tipo? Este interrogante lo resolveremos cuando
nos detengamos en el análisis de la autoría, coautoría y participación en los
delitos especiales.
Solo pueden ser realizados por algunas personas en particular. Se exige del sujeto
agente una condición personal especial de carácter natural o jurídica.
A pesar que solo pueden ser autores de estos delitos un reducido número de
individuos, cualquier persona puede tomar parte en la realización de los mismos
en calidad de partícipe (determinador o cómplice) o de interviniente.
106
4.1. D ELITO ESPECIAL PROPIO
4.1.1. Características
107
• Omisión de control (art. 325).
• Violación de fronteras para la explotación de recursos naturales (art. 329).
• Suministro o formulación ilegal (art. 379).
• Favorecimiento de voto fraudulento (art. 392).
• Mora en la entrega de documentos relacionados con una votación (art. 393).
• Denegación de inscripción (art. 396).
• Peculado por apropiación (art. 397).
• Peculado por uso (art. 398).
• Peculado por aplicación oficial diferente (art. 399).
• Peculado culposo (art. 400).
• Omisión del agente retenedor o recaudador (art. 402).
• Destino de recursos del Tesoro para el estímulo o beneficio indebido de
explotadores y comerciantes de metales preciosos (art. 403).
• Concusión (art. 404).
• Cohecho propio (art. 405).
• Cohecho impropio (art. 406).
• Violación del régimen legal o constitucional de inhabilidades e
incompatibilidades (art. 408).
• Interés indebido en la celebración de contratos (art. 409).
• Contrato sin cumplimiento de requisitos legales (art. 410).
• Tráfico de influencias de servidor público (art. 411).
• Enriquecimiento ilícito (art. 412).
• Prevaricato por acción (art. 413).
• Prevaricato por omisión (art. 414).
• Abuso de autoridad por acto arbitrario e injusto (art. 416)
• Abuso de autoridad por omisión de denuncia (art. 417).
• Revelación de secreto (art. 418).
• Utilización de asunto sometido a secreto o reserva.
• Utilización indebida de información oficial privilegiada (art. 420).
• Asesoramiento y otras actuaciones ilegales (art. 421).
• Intervención en política (art. 422).
• Empleo ilegal de la fuerza pública (art. 423).
• Omisión de apoyo (art. 424).
• Abuso de función pública (art. 428).
• Utilización indebida de información obtenida en el ejercicio de función
pública (art. 431).
• Utilización indebida de influencias derivadas del ejercicio de función pública
(art. 432).
• Soborno trasnacional (art. 433).
• Asociación para la comisión de un delito contra la administración pública (art.
434).
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
108
• Infidelidad a los deberes profesionales (art. 445).
• Fuga de presos (art. 448).
• Favorecimiento de la fuga (art. 449).
• Modalidad culposa de la fuga de preso (art. 450).
• Hostilidad militar (art. 456).
• Traición diplomática (art. 457).
• Instigación a la guerra (art. 458).
• Aceptación indebida de honores (art. 462).
¿Qué ocurre si quien priva a otro de su libertad sin justa causa no es un servidor
público, sino un particular? Elemental. Su conducta desde un punto de vista
jurídico no podría adecuarse a la descripción legal contenida en el artículo 174.
Podría a lo sumo encajar en otra disposición, por ejemplo en la de secuestro.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
109
La anterior afirmación no significa que el funcionario judicial tenga que desistir
de la persecución penal, por el contrario, deberá realizar un mayor esfuerzo
intelectivo para enmarcar su conducta en la dimensión justa, a fin de evitar
arbitrariedades.
4.2.1. Características
110
• Homicidio agravado por el parentesco (art. 104, num. 1).
• Parto o aborto preterintencional agravado por el parentesco (art. 119, inc. 1).
• Lesiones al feto agravadas realizada por profesional de la salud (art. 125,
inc. 2).
• Lesiones culposas al feto realizada por profesional de la salud (art. 126, inc. 2).
• Acceso carnal y actos sexuales violentos agravados en persona protegida (art.
140).
• Desaparición forzada agravada por sujeto que ejerza autoridad o jurisdicción
(art. 166, num. 1).
• Secuestro extorsivo agravado (art. 170, nums. 3 y 4).
• Tortura agravada (art. 179, nums. 1 y 2).
• Desplazamiento forzado agravado (art. 181, num. 1).
• Constreñimiento ilegal agravado (art. 183, num. 2).
• Constreñimiento para delinquir agravado (art. 185, num. 3).
• Fraudulenta internación en asilo, clínica o establecimiento similar agravado
(art. 186, inc. 2).
• Inseminación artificial o transferencia de óvulo fecundado no consentidas (art.
187, inc. 2).
• Acceso carnal y acto sexual violento, acceso carnal o acto sexual en persona
puesta en incapacidad de resistir, acceso carnal y actos sexuales abusivos
agravados (art. 211, nums. 2 y 5).
• Inducción, constreñimiento a la prostitución y trata de personas agravadas
(art. 216, num. 3).
• Estímulo a la prostitución de menores agravado (art. 217, inc. 2).
• Pornografía con menores agravada (art. 218, inc. 2).
• Adopción irregular agravada (art. 232, num. 2).
• Hurto atenuado (art. 242, num. 2).
• Circulación ilegal de monedas realizada por servidor público (art. 277,
inc. 2).
• Falsedad material en documento público realizada por servidor público (art.
287, inc. 2).
• Destrucción, supresión u ocultamiento de documento público realizada por
servidor público (art. 292, inc. 2).
• Ejercicio ilícito de actividad monopolista de arbitrio rentístico agravado (art.
312, inc. 2).
• Urbanización ilegal permitida por servidor público (art. 318, parágrafo).
• Lavado de activos agravado (art. 324).
• Entrenamiento para actividades ilícitas agravado (art. 342).
• Terrorismo agravado (art. 344, num. 4).
• Tráfico de estupefacientes y otras infracciones contra la salud pública
agravadas (art. 384, num. 1, lit. c).
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
111
• Perturbación de certamen democrático realizada por servidor público (art.
386, inc. 3).
• Constreñimiento al sufragante realizada por servidor público (art. 387, inc. 3).
• Fraude en inscripción de cédulas realizada por servidor público (art. 389,
inc. 2).
• Corrupción de sufragante realizada por servidor público (art. 390, inc. 4).
• Alteración de resultados electorales realizada por servidor público (art. 394,
inc. 2).
• Rebelión, sedición, asonada, conspiración, seducción, usurpación y retención
ilegal de mando agravadas (art. 473).
En los delitos especiales propios solamente puede ser autor inmediato quien
cumpla con la condición personal (natural o jurídica) prevista en la descripción
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
112
legal. El peculado es un delito especial propio por cuanto no depende de uno
común y además está tipificado para ser realizado únicamente por quienes cumplan
la condición jurídica de ser un servidor público. Por principio general un particular
jamás podría ser sujeto activo de peculado, dado que no cumple con las calidades
exigidas por el tipo, es decir, la de ser un servidor público, máxime cuando el
peculado por extensión consagrado en el artículo 138 del Decreto 100 de 1980,
desapareció con la entrada en vigencia de la Ley 599 de 2000. No obstante los
particulares, conforme a lo previsto por la C. N., en sus artículos 123 inc. 2 y
210, pueden ser asimilados a servidores públicos, en los eventos en que llegaren
a ejercer funciones públicas de manera transitoria o permanente, como en los casos
de concesiones, administración delegada, manejo de bienes o recursos públicos,
en cuyos casos podrían ser sujetos activos de peculado.
¿Se puede predicar la autoría inmediata por omisión en los delitos especiales
propios? La respuesta depende del tipo de omisión. Veamos:
113
realización de un comportamiento previsto como punible, teniendo el deber
jurídico de impedirlo (omisión impropia).
La Ley 599 de 2000, o actual Código Penal, nos describe las siguientes omisiones
propias:
Las omisiones propias arriba indicadas pueden ser realizadas por cualquier
persona o por un reducido número de personas. Las primeras representan
delitos comunes omisivos y las segundas delitos especiales propios omisivos.
201
N AVARRETE , P OLAINO . Citado por J ESÚS O RLANDO G ÓMEZ L ÓPEZ . Teoría… Ob. cit., p. 334.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
114
Integran el grupo de delitos comunes omisivos la omisión de socorro, inasistencia
alimentaria, omisión de denuncia de particular y el falso testimonio. Las demás
conductas integran el grupo de los delitos especiales propios omisivos.
Por su parte, el artículo 25, inc. 2 de la misma Ley 599 de 2000, tal como ya lo
habíamos anotado anteriormente, nos remite a las omisiones impropias, referidas a
la abstención de acciones por parte de sujetos que tengan el deber jurídico de
impedir un resultado típico, bien por tener a su cargo la protección en concreto de
bienes jurídicos, o bien porque se les ha encomendado como garante la vigilancia
de una determinada fuente de riesgo, conforme a la Constitución y la Ley.
115
jurídico de hacerlo, la lesión o puesta en peligro de la vida e integridad personal,
libertad individual, libertad y formaciones sexuales, pertenecientes a aquellas
personas objeto de protección jurídica.
Por su parte, todos los tipos penales que describen comportamientos activos
se pueden realizar por omisión impropia, en los eventos en que el sujeto agente
tenga el deber jurídico de impedir el resultado típico. El tipo penal se viola
cuando el sujeto agente permite de manera dolosa, y excepcionalmente culposa,
la lesión del bien jurídico. En otras palabras, el sujeto no impide la lesión del
bien jurídico bajo su tutela, teniendo el deber jurídico de impedirlo.
Así las cosas, omisión impropia equivale a no hacer, a pesar de tener la obligación
jurídica de hacer. Por esta razón no todos los delitos especiales propios en los
cuales se describen comportamientos prohibidos, se pueden realizar por omisión
impropia, por cuanto en algunos de ellos el sujeto agente no tiene el deber
jurídico de impedir el resultado punible. Ejemplo: Desaparición forzada (art. 165).
Este es un delito especial propio, por cuanto solamente lo puede realizar un
particular que pertenezca a un grupo armado al margen de la ley, pero este delito
no lo podría realizar ese particular por omisión impropia, dado que no tiene el
deber jurídico de impedir la privación de la libertad de cualquier ciudadano.
116
En los delitos especiales impropios el autor inmediato debe ostentar una
condición personal (natural o jurídica), tal como la exige el tipo, la cual da lugar
a la atenuante o agravante.
¿Se puede predicar la autoría inmediata por omisión propia e impropia en los
delitos especiales impropios? Los delitos especiales impropios no admiten la
autoría inmediata por omisión propia, por cuanto este tipo de omisiones solo
se encuentran descritas en tipos penales autónomos, más no en causales de
agravación o atenuación subordinadas a un delito común.
En cambio todos los delitos especiales impropios en los cuales el sujeto agente
está obligado jurídicamente a impedir el resultado típico, admiten la autoría
inmediata por omisión impropia. Ejemplo: la muerte de un niño a causa de la falta
de suministro de alimento por parte de sus padres. Este es un delito especial
impropio de homicidio agravado por el parentesco, realizado por omisión impropia.
En éste ejemplo el estudiante ha sido utilizado como instrumento por parte del
profesor para apoderarse del maletín. El estudiante (instrumento) no se puede
considerar autor, dado que en su comportamiento falta el dolo. Es simplemente
un ejecutor, un sujeto dominado por la voluntad de otro.
117
acción. Este dominio lo ejerce la persona que es utilizada como instrumento,
por cuanto la persona instrumentalizada en cualquier momento y por cualquier
factor puede abstenerse de ejecutar la conducta ordenada.
118
En los dos ejemplos arriba señalados sólo el Alcalde puede ser perseguido
penalmente como autor mediato del delito especial propio de la privación
ilegal de la libertad a un ciudadano, más no el agente de policía ni mucho
menos el celador, dado que ambos fueron utilizados como instrumento de
manera coaccionada.
c) Comportamiento de sujeto no cualificado sobre instrumento cualificado.
Refiriéndonos al mismo delito especial propio tomado como ejemplo,
también puede ocurrir que una dama (sujeto no cualificado) engañe a un
policía, comunicándole que minutos antes ha sido objeto de atraco por parte
de un sujeto de camisa negra que acaba de subirse en la buseta. A pesar
de no haber sido sorprendido en flagrancia el sujeto de la camisa negra es
capturado con la sola versión de la dama y conducido a la estación de policía,
resultando ser el párroco del barrio contiguo.
d) Comportamiento de sujeto no cualificado sobre instrumento no cualificado.
Refiriéndonos al mismo caso, la dama en éste evento no engaña a un policía,
sino a otro particular, manifestándole que minutos antes ha sido objeto de
atraco por parte del menor que le acaba de solicitar una limosna.
El menor es privado de la libertad por el particular engañado y conducido a
la estación de policía, quien resulta ser un niño perdido.
¿A esa dama que engañó al policía y al particular se le podrá perseguir
penalmente en calidad de autor mediato del delito especial propio de
privación ilegal de la libertad? Indudablemente que no, por cuanto ella no
reúne las calidades exigidas por el tipo penal consagrado en el artículo 174,
es decir, la de ser un servidor público.
En los dos últimos ejemplos a la dama se le podrá perseguir por cualquier otro
delito o contravención, más no en calidad de autora mediata de privación ilegal
de la libertad.
119
Igualmente habíamos advertido que éste tipo de delitos no admiten la autoría
inmediata o mediata cuando el sujeto agente no cumple con las condiciones
personales exigidas por el tipo penal. En consecuencia, cuando un extraño al
tipo penal especial realiza la conducta allí descrita, su comportamiento será
atípico frente a dicha descripción legal.
¿Admiten los delitos especiales impropios la autoría mediata? Sin lugar a dudas, cuando
el sujeto agente cumpla con la condición personal exigida por el tipo, para atenuar
o agravar el comportamiento. Un padre de familia, valiéndose de la ignorancia, error,
inimputabilidad o de la coacción insuperable sobre otra persona, puede matar a su
propio hijo, hermano, cónyuge o cualquier miembro de su familia.
Si el sujeto agente, por no reunir las calidades personales exigidas por el tipo
especial para atenuar o agravar su comportamiento, implica descartarlo como
autor inmediato de un delito especial impropio, también deberá descartarse por
las mismas razones para descalificarlo como autor mediato.
Para ser autor del delito de tortura, el artículo 178 de la Ley 599 de 2000 no
exige ninguna cualificación del presunto sujeto activo. No obstante, cuando el
mismo delito, al tenor del artículo 179 de la misma ley, es realizado por una
persona que sea integrante del grupo familiar de la víctima o por un servidor
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
120
público, el comportamiento delictivo deja de ser común para transformarse en
especial, dada la condición personal ostentada por el sujeto agente, coincidente
con la exigida por el tipo penal.
Demos por caso el servidor público que mediante coacción obliga a una persona
para que torture a otra, en cuyo caso estaríamos frente al delito especial
impropio de tortura agravada, realizado mediante autoría mediata, por la sencilla
razón de ostentar el sujeto agente la condición de servidor público.
Hasta aquí nos hemos referido a los delitos especiales impropios cuando son
objeto de ejecución mediante comportamientos activos por autoría mediata.
En igual sentido y por las mismas razones, los delitos especiales impropios no
admiten la autoría mediata por omisión propia.
121
Retomemos el ejemplo anterior. El niño se está ahogando en la piscina frente al
padre y al salvavidas. Cuando el salvavidas decide auxiliar al niño, el padre con
pistola en mano lo amenaza, advirtiéndole: “si lo auxilias te mato”. El salvavidas
a raíz de la amenaza se abstiene de auxiliar el niño, muriendo éste
inmediatamente. Observemos que tanto el salvavidas como el padre ostentan
cada uno una posición de garante, el primero derivada de su función profesional
y el segundo del parentesco.
Delito especial. Es aquel que tan solo puede ser realizado por la persona que
cumple con la cualificación exigida por el tipo penal.
Esa cualificación equivale a una condición natural o jurídica ostentada por el sujeto
agente, que lo hace diferente a las demás personas, de tal manera que faltando
esa calidad especial, el comportamiento desde el punto de vista de la persecución
penal se desnaturaliza, por la imposibilidad de encuadrarlo en la descripción legal
prevista por el legislador.
¿Dónde está la clave para la tipificación de los delitos especiales? Sin duda alguna
en la verificación de la condición personal especial que debe comportar el sujeto
agente, la cual debe coincidir con los requisitos cualificantes del tipo.
122
delito, dado que no cumple con la cualificación personal exigida en la descripción
legal. En consecuencia, es la calidad personal del sujeto lo determinante para la
existencia de esta clase de delito.
Con base en esta concepción, por demás nefasta, el legislador igualmente, con
la excusa de cerrarle el paso a la impunidad, asimiló los particulares a servidores
públicos, a través del peculado por extensión señalado en el artículo 138 del
Decreto 100 de 1980 y el Estatuto de la Contratación Administrativa, Ley 80
de 1993. El resultado fue obvio, muchos proceso dieron al traste, por la
incoherencia misma de la ley, debiendo la doctrina y la jurisprudencia, e incluso
nuevos legisladores, rectificar los errores que tanto daño le hicieron a la sociedad
y a la administración de justicia.
Con la entrada en vigencia de la Ley 599 de 2000, poco a poco las aguas han
venido retornado a su cauce, hasta el punto de reconocer lo que debió admitirse
desde tiempos atrás, y es que si un sujeto desde un punto de vista natural o jurídico,
no puede cumplir con una condición, ¿cómo puede el legislador y la misma
jurisprudencia de manera absurda, a punta de interpretaciones extensivas, encuadrarlo
en un escenario al cual nunca ha pertenecido? Es como pretender asimilar a mujer,
u otorgarle la categoría de mujer, a un hombre homosexual. Esa persona, el Estado
necesariamente tiene que encuadrarla en su lugar natural, admitiéndola tal como
es y por supuesto reconociéndole sus derechos, dado que ni es plenamente un
ser del sexo masculino, ni es plenamente un ser de sexo femenino.
123
cual no podía ser asimilado ni reconocido como sujeto cualificado, precisamente
por ser contrario a su misma naturaleza. En consecuencia se le debía reconocer
indefectiblemente como un sujeto diferente al cualificado y al no cualificado. Mal
podría el Estado, a través del legislador y de los operadores de justicia, con la
excusa de cerrarle el paso a la impunidad, asignarle a un sujeto de manera
absurda una cualidad que no poseía o que le era imposible soportar.
Si los sujetos ostentaban diversa naturaleza jurídica, ¿por qué razón asimilar a
servidor público el particular? ¿Por qué razón de manera absurda un particular
terminaba siendo considerado un servidor público cuando realmente no lo era?
Así mismo, si los sujetos realizaban la misma conducta, orientada hacia un mismo
fin, ¿por qué razón romper la unidad de imputación?
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
124
Para resolver estos interrogantes al Estado, a través del legislador y desarrollos
jurisprudenciales, no le quedó más alternativa que olvidarse de la teoría de la
asimilación y de la ruptura de la unidad de imputación, reconociendo a los sujetos
extraños en los delitos especiales su verdadera naturaleza, sin necesidad de
acudir a las odiosas asimilaciones ni romper la unidad de imputación,
diferenciándolos de los sujetos cualificados con el nombre de INTERVINIENTES ,
tanto para la autoría en sus diversas modalidades como para los partícipes,
conforme a lo previsto en la Ley 599 de 2000 en su artículo 30 inciso final.
Por principio general, antes de la Ley 599 de 2000, todos los delitos especiales
propios, excepto los de propia mano, admitían la coautoría propia, dado que
dos o más sujetos cualificados, de manera concertada, con división de funciones
y aporte eficaz de trabajo, podían realizar íntegra y simultáneamente la conducta
descrita en el tipo. Ejemplo: Pedro, Juan, Pacho y Migdonio, funcionarios del
Ministerio de Cultura, se ponen de acuerdo para apropiarse de un valioso piano
de dicho ministerio. A raíz del peso del piano deciden levantarlo conjuntamente,
sacarlo de las instalaciones del ministerio, venderlo en el lugar previsto y luego
repartirse el producto de la venta.
No hay duda: a los servidores públicos antes identificados se les deberá imputar
peculado por apropiación por coautoría propia, por las siguientes razones:
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
125
• La coautoría propia se presenta cuando varios sujetos de común acuerdo
realizan íntegra y simultáneamente, con división de funciones y aporte eficaz
de trabajo, la misma conducta típica.
• El peculado por apropiación es un delito especial propio, puesto que solo
lo puede realizar quien ostente la calidad de servidor público.
• Verificados los presupuestos anteriores, la conclusión no se deja esperar. A
los cuatro funcionarios se les deberá imputar el delito de peculado por
apropiación por coautoría propia.
También puede ocurrir que uno de los cuatro sujetos arriba indicados (Migdonio),
no sea servidor público sino una persona particular. ¿De qué responde? ¿Deberán
responder los cuatro (4) sujetos como coautores de peculado? Para responder
estas preguntas tenemos que ubicarnos antes y después de la entrada en vigencia
de la Ley 599 de 2000.
Antes de dicho estatuto, vale decir, cuando regía el Decreto 100 de 1980, la
primera decisión que tomaba el operador de justicia era la de asimilar al particular
a la condición de servidor público o romper la unidad de imputación, por cuanto
uno de los cuatro (4) no ostentaba la calidad de servidor público. Cuando se
optaba por esta última decisión, al particular (Migdonio), por no cumplir con la
cualificación exigida por el tipo de peculado por apropiación (ser un servidor
público), se le perseguía penalmente por hurto o por abuso de confianza
calificado, y a los demás, por comportar la calidad especial, se les imputaba
peculado por apropiación.
126
las distintas soluciones dogmáticas para disponer, de un lado, el carácter unitario de la
imputación alrededor del tipo especial y, de otro, la rebaja punitiva que se explica y
funda en que el particular no infringe ningún deber jurídico especial de aquellos que la
necesidad de tutela particular del respectivo bien jurídico, demanda para su configuración.
De ahí que se pueda ser interviniente a título de autor, en cualquiera de las modalidades
de autoría (art. 29), o se pueda ser interviniente a título de partícipe (determinador y
cómplice) (Corte Suprema de Justicia, Casación Penal, Sentencia de abril 25 de 2002.
Radicación Nº 12191, M.P.: Carlos Eduardo Mejía Escobar).
“...el coautor… tiene como supuesto el concurso de sujetos, que realizando como
suyo obviamente el verbo rector del tipo penal especial, no cuente sin embargo con la
cualidad que para el sujeto activo demanda la respectiva norma, la pena que le
corresponderá será la prevista para la infracción disminuida en una cuarta parte, de
conformidad con el inciso final del precitado artículo 30. Así, v. gr., si con un servidor
público, un particular, concurre a apropiarse en provecho suyo o de un tercero de
bienes del Estado, la pena que le corresponda será la del peculado, por conservarse la
unidad de imputación, disminuida en una cuarta parte, he ahí el trato diferencial, por no
poseer la cualidad exigida para el sujeto activo.
“Además, así entendida esa acepción, se explica por qué conductas como el peculado por
extensión ya no encuentra una específica regulación en la Ley 599 de 2000, pues aquella
opera como un amplificador del tipo penal” (Corte Suprema de Justicia, Casación Penal,
Sentencia de julio 8 de 2003, Radicación Nº 20704, M.P.: Carlos Augusto Gálvez Argote).
127
En este evento el legislador ha considerado, conforme a la Ley 599 de 2000, artículo
108, que esa madre, por haber quedado embarazada a raíz de un acto abyecto,
como lo es el acceso carnal violento o por cualquiera otro de los señalados en el
artículo precitado, se le imponga una pena sumamente benigna que oscila entre
cuatro (4) y seis (6) años de prisión, no obstante haber matado a su hijo.
Han ocurrido diversos casos como el siguiente: la madre, luego de haber dado a
luz a la criatura, de común acuerdo con la abuela del infante, deciden matarlo: madre
y abuela toman de pies y manos al niño y lo sumergen en la bañera hasta ahogarlo.
Con base en las reflexiones arriba indicadas debíamos concluir, sin temor a equivocarnos,
que el tipo penal especial de infanticidio no podía ser realizado por una persona extraña
a la madre que cumpliera con los requisitos establecidos por el artículo 328.
Si la conducta delictiva antes indicada no podía ser realizada por una persona
extraña al sujeto exigido por la descripción legal, significaba que necesariamente
debía descartarse la coautoría para dicho delito, y para todos aquellos que
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
128
comportasen las misma características, tales como el abandono de hijo fruto de
acceso carnal violento, abusivo o de inseminación artificial o transferencia de óvulo
fecundado no consentidas, el desconocimiento de habeas corpus, el ejercicio
arbitrario de la custodia del hijo menor de edad, sustracción de bien propio, etc.
Así las cosas, cuando el extraño al tipo penal especial realizaba el hecho como
propio, respondía por el delito común, o por el agravado, como en el caso de
la abuela. Mientras que a la madre se le condenaba por infanticidio, a la abuela
por homicidio agravado.
En la vigencia del Decreto 100 de 1980 todos los delitos especiales propios,
excepto los de propia mano, admitían la coautoría impropia, por cuanto no
excluían la realización mancomunada y fraccionada de la conducta. Con la entrada
en vigencia de la Ley 599 de 2000 todos los delitos especiales propios, incluidos
los de propia mano, admiten la coautoría impropia.
Hasta ahora hemos analizado la coautoría en los delitos especiales propios que
requieren del sujeto agente un comportamiento positivo.
Veamos qué ocurre cuando dicho sujeto realiza el tipo penal a través de un
comportamiento negativo, y a su vez precisar si es posible predicar la coautoría
en los delitos especiales propios por omisión propia e impropia.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
129
6.1.1. Coautoría en los delitos especiales propios por omisión propia
Las omisiones impropias solamente las podemos predicar de aquellos sujetos que
tienen el deber jurídico de impedir el resultado típico. En consecuencia, la coautoría
en los delitos especiales propios por omisión impropia, solo será posible en los
tipos penales que exigen la cualificación antes indicada de los sujetos agentes,
incluso cuando toman parte en la realización de la conducta punible especial sujetos
extraños, identificados por el legislador de 2000 con el nombre de intervinientes.
130
personas maten o abandonen a su hijo conforme a las prescripciones señaladas
en los artículos 108 y 128 de la Ley 599 de 2000.
Todas las conductas arriba indicadas admiten la coautoría por omisión impropia,
en los eventos en que los servidores públicos obligados a proteger la libertad
individual de los ciudadanos permitan que otros servidores público o particulares
realicen la conducta allí descrita. Ejemplo: los agentes de policía que permiten
que otro agente, abusando de sus funciones, prive a un ciudadano de su libertad,
sin que exista de por medio ninguna causa justificada.
En este caso a todos los agentes se les deberá imputar la privación ilegal de la
libertad de ese ciudadano a título de coautoría. A los primeros por omisión
impropia y al segundo por acción.
131
necesariamente de la existencia de éstos y de la cualificación del sujeto agente,
indispensable para atenuar o agravar el comportamiento delictivo.
132
especial impropio de homicidio agravado por el parentesco, y al segundo,
como coautor interviniente del mismo delito especial impropio de homicidio
agravado por el parentesco, al tenor de lo dispuesto por el inciso final del
artículo 30 del estatuto arriba indicado.
Observamos que el legislador de 2000 es mucho más coherente que el
legislador del 80, por las siguientes razones:
• Le concede al sujeto no cualificado (extraño), que conoce las circunstancias
personales del sujeto cualificado, el mismo tratamiento que le otorga a los
partícipes en la comunicabilidad de circunstancias, consagrado en el artículo
62 de la misma Ley 599 de 2000.
• Conserva la unidad de imputación, dado que todos los coautores orientan
su comportamiento de manera intencional a realizar la misma conducta
descrita en el tipo penal.
b) Segundo ejemplo. Paco, Mario y Josefina son socios de la sociedad Aseo del
Caribe Ltda., con un aporte cada uno de diez millones de pesos ($10.000.000).
Paco y Mario, con el propósito de apoderase del valor de la nómina de la
empresa, deciden retirar del banco, en efectivo, la suma de cuarenta millones
de pesos ($40.000.000). Luego de retirar el dinero se golpean entre sí, llegan
a la empresa con lesiones severas, manifestando a Josefina haber sido objeto
de un atraco. Los hechos relatados por Paco y Mario nunca sucedieron, lo que
en verdad ocurrió fue un autorrobo, según lo señalado por Paco en querella
interpuesta ante la Fiscalía, al ser estafado días más tarde por Mario.
El hurto es un delito común, pero cuando es realizado por socio,
copropietario, comunero o heredero, sobre cosa común indivisible o común
divisible, excediendo su cuota parte, el comportamiento se transforma en
especial, en este caso en hurto atenuado, a raíz de la calidad del sujeto
agente, al tenor de lo dispuesto por los artículos 353 del Decreto 100 de
1980 y 242 num. 2 de la Ley 599 de 2000.
¿Cómo resolver el caso? Los dos estatutos condenan a Paco y Mario en
calidad de coautores de hurto atenuado, dado que ambos cumplen con la
cualificación exigida por el tipo especial. Son sujetos cualificados por la calidad
personal que ostentan: “ser socios de la empresa”.
Puede ocurrir que Mario no es socio de la empresa, sino el tesorero de la
misma, quien con Paco se puso de acuerdo para apoderarse de los cuarenta
millones de pesos ($40.000.000) en las mismas circunstancias de tiempo,
modo y lugar indicados en el ejemplo.
Conforme al Decreto 100 de 1980 a Paco se le imputará y condenará como
autor del delito especial impropio de hurto atenuado, y a Mario se le
imputará y condenará como autor del delito común de hurto simple.
Conforme a la Ley 599 de 2000, inciso final del artículo 30, a ambos se les
imputará y condenará como coautores. A Paco como coautor de hurto
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
133
atenuado y a Mario como coautor interviniente de hurto atenuado, con la
rebaja de pena correspondiente para este último, al tenor de lo dispuesto
por el artículo arriba señalado.
El siguiente ejemplo nos sirve para ilustrarnos al respecto: los padres que nada
hacen para impedir que su hija menor sea fotografiada desnuda y comercializada
las películas, por cuanto han recibido una contraprestación económica por parte
del proxeneta.
La pornografía con menores es un delito común, el cual se transforma en especial
cuando un miembro de la familia de la víctima lo realiza o no impide que otro
realice el comportamiento, teniendo el deber jurídico de hacerlo.
134
artículo 30 de la Ley 599 de 2000, se les deberá imputar el delito a título de
coautoría.
A los padres, como coautores del delito especial impropio de pornografía con
menores por omisión impropia a raíz de la posición de garantía que comportan
frente a su hija, y por supuesto al deber jurídico que tienen de impedir agresiones
sexuales contra sus hijos menores, y al fotógrafo en calidad de coautor
interviniente del mismo delito.
Principio general. Todos los delitos especiales propios e incluso los de omisión
propia, admiten la inducción y la complicidad.
135
cualificación. Ejemplo: un particular puede inducir a un servidor público para que
realice el delito de peculado por apropiación, concusión, cohecho propio, etc.
Por principio general todos los delitos especiales propios, incluidos los de propia
mano, admiten la participación tanto de sujetos cualificados como extraños, por
cuanto ningún tipo penal excluye la participación, pero no todos los delitos especiales
propios admiten la coautoría y participación de manera concomitante. Ejemplo: el
desconocimiento de habeas corpus, cuando se interpone ante único juez. Si bien
es cierto que este delito especial admite concomitantemente la autoría y participación,
no es más cierto que admita de la misma manera la coautoría y participación
concomitante, por cuanto éste es un delito especial propio de propia mano, que
no puede ser realizado sino única y exclusivamente por un juez y no por dos o más
jueces, excepto cuando el desconocimiento es perpetrado por juez colegiado.
En la vigencia del Decreto 100 de 1980 siempre se sostuvo que ninguno de los
delitos especiales propios de propia mano admitían la coautoría, amparados en
el principio de que “quien no puede ser autor inmediato, ni mediato, tampoco
puede ser coautor”.
136
entró en crisis, hasta tal punto de admitir que es posible la coautoría en todos
los delitos especiales propios, incluso en los denominados de propia mano, con
algunas excepciones como la referida al desconocimiento de habeas corpus,
cuando se interpone ante juez único.
A pesar que con la figura del interviniente el legislador amplifica a los sujetos
extraños la cualificación exigida por los tipos penales especiales, en la práctica
terminó admitiendo una nueva categoría de sujeto, diferente al cualificado y al
extraño, en atención a la identidad de dolo y las dificultades de carácter procesal
a que conducía el rompimiento de la unidad de imputación, pero dado que
amplificar no equivale a igualar, los diferenció en cuanto a la sanción a aplicar,
determinando para el sujeto cualificado la pena prevista en el respectivo tipo
penal, y para el extraño interviniente la misma pena señalada para el cualificado,
rebajada en una cuarta parte.
“Si el sujeto calificado, por así decirlo, realiza materialmente la conducta descrita,
exclusiva o concurrentemente con otros, o lo hace instrumentalizando a otro, o es
instrumento de alguien que actúa contra su voluntad (forzándolo o induciéndolo a
error), o si actúa en relación con organización de la que se predica la calidad especial,
el tipo especial surge. Y establecido lo anterior habrá que mirar, para determinar el
marco dentro del cual opera la pena, la conducta del particular que concurre al
hecho, así: Si interviene como coautor, como autor mediato, como miembro u
órgano de representación autorizado o de hecho de persona jurídica, de ente
colectivo sin tal atributo o de persona natural cuya representación voluntaria se
detente (C.P., art. 29) o si lo hace como determinador (instigador) de otro que
actúa dolosamente, o como determinado (instigado), la pena será la prevista para
el delito de acuerdo con los incisos final y segundo de los artículos 29 y 30,
respectivamente, rebajada en una cuarta parte (art. 30, inc. 4). Pero si se trata de
un particular que interviene participando como cómplice de una de estas
infracciones, su pena es la que corresponde a la naturaleza secundaria de su grado
de participación (C.P., art. 30, inc. 3), a su vez disminuida en una cuarta parte tal
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
137
cual lo prevé el inciso final de la misma disposición. Empero, si el particular es
utilizado como instrumento de otro (sujeto cualificado) o de otros (dentro de los
cuales se encuentra un sujeto cualificado), su compromiso penal es ninguno al tenor
del artículo 32 del Código Penal” (Corte Suprema de Justicia, Casación Penal,
Sentencia de abril 25 de 2002, Rad. 12191, M.P.: Carlos Eduardo Mejía Escobar).
a) La pena prevista para la infracción del delito especial (art. 30, inc. 2).
b) A esa pena prevista para la infracción del delito especial, se le deberá rebajar
una cuarta parte (art. 30, inc. Final).
a) La pena prevista para la infracción del delito especial, disminuida de una sexta
parte a la mitad (art. 30, inc. 3).
b) A la pena impuesta según el artículo 30 inciso 3, se le deberá rebajar además
una cuarta parte (art. 30, inc. final).
138
“…Resulta, sin embargo, procedente hacer un reexamen de tales posiciones en aras de
definir qué se entiende por interviniente en ese contexto y cuál es ciertamente la pena
que corresponde a quien, actuando como determinador o cómplice, no reúne las calidades
requeridas en la descripción típica, y cuál la que debe imponerse a quien ejecutando
como suya la acción contenida en el verbo rector carece también de dichas calidades”.
Sin embargo, bajo el necesario supuesto de que en el delito propio los extraños,
valga decir el determinador y el cómplice, no requieren calidad alguna, pues
aquel no ejecuta de manera directa la conducta punible y el cómplice tiene
apenas una participación accesoria, surge evidente la exclusión que a tales
partícipes hace el inciso final del precitado artículo 30, ya que si a éstos no se
les exige calidad alguna, valga a decir, que su condición o no de servidor público
no tiene incidencia alguna en la participación que respecto de la conducta punible
despliegan, ningún sentido lógico tiene el que se le dispense un adicional
tratamiento punitivo definitivamente más favorable, precisamente por una calidad
que resulta intrascendente en sus respectivos roles, en cuanto al determinador
que no siendo servidor público, condición que para nada importa en el
despliegue de la instigación, se le estaría rebajando la pena en una cuarta parte
y al cómplice, cuya condición o no de servidor público tampoco comporta
ninguna trascendencia en la ejecución del papel accesorio, se le estaría
favoreciendo igualmente con una rebaja de esa proporción, pero sumada a la
que correspondería por su participación, prevista de una sexta parte a la mitad.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
139
Es que, siendo absolutamente claro el artículo 30 en señalar que al determinador
le corresponde la pena prevista en la infracción y al cómplice ésta misma rebajada
de una sexta parte a la mitad, si ellos carecen de la cualificación especial que el
tipo penal no exige para que su participación se entienda consumada, en nada
desnaturaliza los propósitos del legislador, pues aún se mantiene la unidad de
imputación, se conserva la distinción entre formas de intervención principales y
accesorias, y se guarda la correspondencia punitiva frente a los diversos grados
de compromiso penal.
Por eso, cuando dicha norma utiliza el término intervinientes no lo hace como
un símil de partícipes ni como un concepto que congloba a todo aquel que de
una u otra forma concurre en la realización de la conducta punible, valga decir
instigadores, autores, coautores y cómplices, sino lo hace en un sentido
restrictivo de coautor de delito especial sin cualificación, pues el supuesto
necesario es que el punible propio solo lo puede ejecutar el sujeto que reúna
la condición prevista en el tipo penal, pero como puede suceder que sujetos
que no reúnan dicha condición también concurran a la realización del verbo
rector, ejecutando la conducta como suya, es decir como autor, es allí donde
opera la acepción legal de intervinientes para que así se entiendan realizados
los propósitos del legislador en la medida en que, principalmente, se conserva
la unidad de imputación, pero además se hace práctica la distinción punitiva que
frente a ciertos deberes jurídicos estableció el legislador relacionándolos al
interior de una misma figura y no respecto de otras en que esa condición no
comporta trascendencia de ninguna clase.
140
de un delito propio, que obviamente no necesita condición alguna y en definitiva
careciendo o no de ella, le corresponde la pena prevista para la infracción
disminuida de una sexta parte a la mitad.
141
reproche, menor sanción. He ahí la diferencia. Es un problema valorativo del
cual se desprende de manera obvia una consecuencia punitiva.
“La norma, en este sentido zanja de lege data toda disputa entre las distintas soluciones
dogmáticas para disponer, de un lado, el carácter unitario de la imputación alrededor
del tipo especial y, de otro, la rebaja punitiva que se explica y funda en que el particular
no infringe ningún deber jurídico especial de aquellos que la necesidad de tutela particular
del respectivo bien jurídico demanda para su configuración. De ahí que se pueda ser
interviniente a título de autor, en cualquiera de las modalidades de autoría (art. 29), o
se pueda ser interviniente a título de partícipe (determinador o cómplice)”.
142
amante de Albertina. En este evento, conforme a la Ley 599 de 2000, se les
deberá imputar a todos la coautoría en la muerte de Sebastián: a los dos
primeros en calidad de coautores de homicidio agravado, y al último como
coautor interviniente de homicidio agravado, dado que sabía que estaba tomando
parte en un hecho propio, como era la muerte del padre y cónyuge
respectivamente de los otros homicidas.
“La Sala considera… que para que haya lugar a la configuración del tipo especial basta con
que alguno de los concurrentes que toman parte en su realización ostenten la calidad especial
y, por supuesto, infrinja el deber jurídico especial alrededor del cual gira o se fundamente la
protección del bien jurídico, sea cual fuere la posición desde donde se ubique”.
La pena para los dos primeros equivaldrá a la prevista para la infracción del
homicidio agravado, y para el último la misma pena, disminuida como a
continuación se indica:
143
a) La misma pena agravada impuesta a Albertina, disminuida de una tercera
parte a la mitad, por el hecho de haber participado en un homicidio
agravado, del cual tenía conocimiento.
b) No tendrá derecho a la rebaja de una cuarta parte, por cuanto no cumple
con los requisitos exigidos por el artículo 30 inciso final. En otras palabras,
no es un sujeto extraño a la conducta descrita por el tipo penal del homicidio
agravado por el parentesco.
“Una última precisión debe realizarse cuando se trata de casos fallados bajo la legislación
anterior, cuya solución jurídica no era la de ahora y la cual daba lugar a que al particular
interviniente se le calificara como cómplice, con independencia de la modalidad en que
concurría a la realización del delito especial. En estos casos que son típicos tránsitos de
legislación construidos sobre dos esquemas diferentes de solución para tales
intervenciones, la aplicación del inciso final del artículo 30 del Código Penal no depende
del tipo de participación declarado en la sentencia, sino del tipo de intervención
revalorado frente a los nuevos textos legales, es decir, frente al nuevo sistema regulador
del concurso de personas en el hecho punible. En otras palabras, si se le consideró
cómplice en la acusación o en la sentencia, pero lo que en realidad llevó a cabo fue
conducta de autor o determinador, la imputación y la pena, en letra y sentido de la
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
144
nueva codificación, serán las previstas para la infracción especial con punibilidad
disminuida en una cuarta parte. Pero si se le consideró cómplice porque llevó a cabo
aporte causal de tal, porque su participación además de accesoria fue secundaria, la
imputación y la pena se fijarán considerando la diminuente por complicidad y,
concurriendo con ella, la que correspondería al interviniente que no tiene la calidad
especial, esto es, la del inciso final del artículo 30 del Código Penal”.
Por otra parte, los delitos especiales impropios también se pueden realizar por
omisión impropia de manera individual o mancomunada, con o sin la
concurrencia de partícipes, más no por omisión propia, por las consideraciones
arriba anotadas cuando nos referimos a la realización de la conducta punible por
omisión.
El secuestro es un delito común que al ser realizado por acción u omisión por
servidor público, se transforma en delito especial, por la calidad misma del sujeto
activo, conforme al artículo 170 de la Ley 599 de 2000.
7.3.1. Concepto
145
“Las circunstancias agravantes o atenuantes de índole material que concurran en el
autor se comunicarán a los partícipes que las hubiesen conocido en el momento de la
planeación o ejecución de la conducta punible.
“Por circunstancia debe entenderse una particularidad, accidente, factor, que acompaña
a un hecho. En materia penal hará referencia a los diversos factores que rodean a un
sujeto al momento de realizar la conducta prevista como punible, los cuales inciden en
la valoración del comportamiento, para atenuarlo o agravarlo”.
Así las cosas, la “circunstancia” con relación al sujeto agente es un factor externo
al hecho, lo cual no significa que deba desconocerse cuando de alguna u otra
manera inciden en la realización del comportamiento.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
146
Así, por ejemplo, en nuestra sociedad, por consideraciones de carácter legal,
cultural, ético y social, no es lo mismo matar al cónyuge, que matar al vecino
que no comporta ninguna relación de afinidad o parentesco con el sujeto agente.
Igualmente, no es lo mismo matar a la víctima encontrándose dormido que
despierto. El operador de justicia al momento de valorar el comportamiento del
victimario, indefectiblemente reprochará con mayor severidad la conducta
orientada a matar al sujeto pasivo cuando se encontraba dormido u ostentaba
la calidad de cónyuge, que en circunstancias contrarias a las señaladas.
¿La razón del problema? Las dificultades para precisar lo que se debe comunicar,
a quién comunicárselo y qué sentido tiene comunicárselo. Veamos:
147
haya conocido al tiempo de su planeación o ejecución. Ejemplo: Migdonio sabe
que Gustavo matará a Gina Marcela mientras duerme. Con base en esa
información Migdonio le suministra a Gustavo el arma homicida, ocurriendo más
tarde la muerte de Gina Marcela a manos de Gustavo en las circunstancias
previstas.
Ahora, demos por caso que Telésforo injuria solamente a Luz Amanda y a raíz
de la ofensa monta en cólera, siendo inducida por Catalina para que mate a
Telésforo, lo que en efecto ocurre. A mi juicio el presente caso se puede resolver
de diversas maneras, conforme a las siguientes interpretaciones:
148
b) A Luz Amanda se le imputa la autoría de homicidio atenuado por ira, y a
Catalina la inducción de homicidio atenuado por ira, con el argumento de
que lo que se comunica no es la ira, sino el conocimiento de la forma (en
estado de ira) como Luz Amanda realizó la conducta, situación conocida por
Catalina cuando decidió inducirla.
149
cosa que reconocer una típica comunicabilidad de circunstancias atenuante de
carácter personal entre autores, al establecer en el artículo 30: “al interviniente
que no teniendo las calidades especiales exigidas en el tipo penal concurra en
su realización, se le rebajará la pena en una cuarta parte”.
¿Que es lo que se comunica, o más bien lo que se debe tener en cuenta entre
autores? La circunstancia personal del sujeto cualificado al no cualificado, para
merecer este último una rebaja de pena en una cuarta parte.
Como el hurto cometido por socio que excediere su cuota parte, es un delito
especial impropio, por cuanto solo lo puede cometer un sujeto de condición
personal especial, vale decir, quien ostente la calidad de socio, y
consecuencialmente a aquel que le colabore en la realización de dicha conducta
conociendo tal circunstancia, se le deberá imputar la complicidad en hurto
atenuado, sancionándosele de la siguiente manera:
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
150
a) Se le impondrá, en primer lugar, la sanción atenuada correspondiente al
autor, en atención a tenérsele en cuenta la circunstancia personal de Gastón,
quien ostenta la condición de socio de la empresa.
b) Se le deberá disminuir la pena de una sexta parte a la mitad, a raíz de su
participación en calidad de cómplice (art. 30, inc. 3).
c) Al resultado del cómputo de la pena arriba indicada, se le deberá reconocer
la rebaja de una cuarta parte, conforme el inciso final del artículo 30.
Resulta forzoso, para el examen del tema que titula este escrito, hacer siquiera
una mención somera de los caracteres que estructura la tentativa como
dispositivo amplificador del tipo, y de la coautoría como una forma de dominar
funcionalmente el hecho, en términos de R OXIN 202 .
Cuando el Código Penal en su artículo 27 inciso 1º dispone que: “El que iniciare la
ejecución de una conducta punible mediante actos idóneos e inequívocamente dirigidos
a su consumación, y ésta no se produjere por circunstancias ajenas a su voluntad…”,
nos enseña un camino por el cual encauzar el estudio de la figura, es decir, que es
preciso en esencia referirnos a las etapas de realización del hecho punible (iter criminis),
en especial la etapa de ejecución, la delimitación entre actos ejecutivos y preparatorios,
así como la inevitable mención de sus elementos tradicionales.
202
R OXIN C LAUS . Autoría y dominio del hecho en derecho penal. Trad. de Joaquín Cuello Contreras y
José Luis Serrano Gonzáles de Murillo. Madrid. Marcial Pons, 1998, pp. 337 y ss.
203
Pues es evidente que hay delitos en los cuales su consumación se concreta con el simple acto
independientemente del resultado.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
152
nace la idea criminal. Dentro de esta fase, interna-psíquica, se han distinguido
tres momentos: ideación propiamente dicha, deliberación y resolución
criminal, en la cual el agente ya ha optado –voluntariedad– por la realización
del punible trascendiendo y manifestándose incluso en las posteriores etapas
(los pensamientos no constituyen delito).
b) Actos preparatorios. Representan unos actos objetivados externos destinados
a la consecución de los medios que permitirán la finalidad delictiva, y a crear
condiciones para la ejecución de la misma (por no entrar en la esfera de
realización típica son impunes, en principio).
c) Actos de ejecución. Actividad positiva y coherente orientada hacia la
perpetración del hecho punible 204 , la voluntad criminal exteriorizada se
proyecta sobre la esfera del bien jurídicamente tutelado 205 poniéndolo en
efectivo peligro al llevar a cabo la acción descrita por el tipo. Con la
realización de estos actos comienza la tentativa. Es claro que hay tentativa
por la relación existente entre el principio de ejecución y el acto previsto
en el tipo, no con el resultado.
d) Actos de consumación. Aquellos que constituyen el pleno logro de la finalidad
criminal propuesta. Pueden distinguirse dos tipos de consumación: si hay
una completa realización de lo prescrito por el tipo penal estaremos ante
la consumación formal, y si aparte de esta correspondencia entre conducta
y tipo el agente alcanza la satisfacción personal que motivó el delito, será
entonces una consumación material 206.
204
R EYES E CHANDÍA , A LFONSO . Derecho Penal Parte General. Bogotá. Edit. Temis, 1987, p. 121.
205
G OMEZ L ÓPEZ , J ESÚS O RLANDO . Tratado de Derecho Penal. La Tipicidad. T. III. Bogotá. Ediciones
Doctrina y Ley, 2005, p. 851.
206
M UÑOZ C ONDE , F RANCISCO . Teoría General del Delito. Bogotá. Edit. Temis, reimpresión, 1999.
207
Citado por C ÓRDOBA A NGULO , M IGUEL . La Tentativa. Bogotá. Universidad Externado de Colombia.
Monografías de Derecho Penal, 1993, p. 19.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
153
Entre los actos preparatorios como comportamientos previos a la ejecución de
la acción típica (no lesionan ni ponen en efectivo y real peligro el bien
jurídicamente tutelado) y actos de ejecución como constitutivos de un comienzo
de realización por la exteriorización de la voluntad criminal, existe una ardua
discusión doctrinal por ser la delimitación de estas dos fases labor fundamental
en lo atinente al delito en grado de tentativa, sobre todo cuando se trata de
determinar el momento en que se inicia la ejecución de un hecho punible.
Al respecto, se han formulado tres posturas: las teorías subjetivas, las objetivas
y las mixtas.
154
autor, producción de un peligro real y efectivo para el bien tutelado, y que el
peligro sea imputable a la voluntad del agente.
1.1. E L DOLO
Señala R EYES E CHANDÍA 208 , citando a R ANIERI , que el acto idóneo es aquel que
según la experiencia puede ser considerado apto para la producción del
resultado, mientras que unívoco es lo que se orienta inequívocamente hacia un
fin determinado. La idoneidad se predica de la conducta y no de los medios por
no obrar estos por sí mismos; el término idoneidad significa ser apto,
competente, suficiente o capaz para algo determinado 209, y esa suficiencia deberá
ser apreciada según las condiciones propias de cada situación, por ello la
idoneidad hace alusión a una apreciación en concreto y no en abstracto.
Idoneidad de la conducta-tentativa inidónea.
208
R EYES E CHANDÍA . Ob. cit., p. 122.
209
G ÓMEZ L ÓPEZ , J ESÚS . Ob. cit., p. 156.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
155
1.3.2. Teoría objetiva para determinar la idoneidad
Son los criterios objetivos los que precisan la idoneidad de una conducta, la
apreciación de un observador externo, la existencia real de un peligro efectivo
para el bien.
2. LA TENTATIVA EN LA COAUTORÍA
210
R EYES E CHANDÍA . Ob. cit., p. 123.
211
G ÓMEZ L ÓPEZ , J ESÚS . Ob. cit., p. 881.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
156
la coautoría cuando el delito no ha llegado a su consumación y simplemente se
alcanza un delito tentado.
Ahora bien, elaborando una indagación más detenida de cómo apreciar los más
importantes elementos de la tentativa en función de la coautoría, advertimos
que la exigencia del dolo en la tentativa también se constituye en pieza
indispensable en la autoría plural, al manifestarse en esa decisión común de
delinquir por parte de los concurrentes, y que a su vez se constituye en
elemento determinador de la figura, pues ese concierto previo doloso es
exigencia legal para estructurar la coautoría.
Como se ha dicho, es predicable de tan solo uno de los autores y, por tratarse
de responsabilidad conjunta, la misma se extiende a quienes no participaron en
la realización de actos de ejecución pero sí hicieron parte del acuerdo y plan
delictivo, por ello vale servirnos, para aclarar este punto, de una jurisprudencia
de nuestra Corte en donde se señaló que,
212
MUÑOZ C ONDE , F RANCISCO . Teoría General del Delito. Bogotá. Ed. Temis, reimpresión, 1999, p. 78.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
157
delictivo que está presente en la dirección de la ejecución, pero no materialmente en
ella. Su colaboración y aporte es de vital importancia, sin duda, pero no es ejecutiva
desde el punto de vista objetivo-formal. Sin embargo, es un coautor, porque dentro de
la división de trabajo que complementa el concepto de autor, su participación es
importante, porque está comprendida dentro del plan de autor, como así lo admite la
doctrina, tanto nacional como comparada”213.
213
C ORTE S UPREMA DE J USTICIA , Sala de Casación Penal. M.P.: Dr. Galán Castellanos Herman. Abril 21
de 2004. Proceso Nº 18007.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
158
puede corresponder a una posición aceptada pasiblemente por toda la doctrina,
por ello, en el estudio del comienzo de la tentativa surgen dos posiciones bien
definidas acerca de si el comienzo de la tentativa para el resto de los coautores
comienza ya con la ejecución del tipo por el primero de ellos (solución global),
o si para considerar comenzada para cada uno la tentativa es preciso que cada
cual realice, o comience a realizar, su propia intervención (solución individual) 214 .
214
Á LCACER G UIRAO , R AFAEL . Estudios sobre la tentativa y el desistimiento en derecho penal. Bogotá,
D.C. Edit. Temis, 2006, p. 185.
215
Ibídem, p. 187.
216
L ESCH , H.H. “Intervención delictiva e imputación objetiva”. En: Anuario de Derecho Penal y Ciencias
Penales. ADC.P.. Falta ciudad y editorial, 1996, p. 933.
217
Á LCACER G UIRAO , R AFAEL . Ob. cit.
218
K ÛPPER , Citado por Á LCACER GUIRAO en Estudios sobre la tentativa y el desistimiento en derecho penal.
Bogotá, D.C. Edit. Temis, 2006, p. 188.
219
Ibídem. p. 188.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
159
El punto de vista mayoritario afirma que existe comienzo de la tentativa para
todos los coautores cuando uno de ellos inicia la ejecución de la acción típica,
razón por la cual la participación de quien no ejecuta acción típica alguna sólo
podría determinarse en referencia al plan o decisión común de ejecutar el hecho.
Así, señala K ÜPPER : “en los demás partícipes no hay nada «objetivo”que pueda
ser objeto de imputación” 220 . Por otro lado, J AKOBS señala que una solidaridad
sin coactuación es incapaz de fundamentar participación criminal 221 , tampoco
cuando se trata de una tentativa. W ELZEL , advirtiendo que se suele afirmar la
responsabilidad a título de coautoría por la tentativa de determinado delito
basándose en la sola decisión común de ejecutar el hecho, señala que ello
implicaría revivir las teorías subjetivas de la participación, y sostiene que no es
convincente el planteamiento de R OXIN de considerar el plan del hecho como
algo objetivo, pues “solo un dominio del hecho pensado y querido, pero no
realizado, no puede distinguirse de una «voluntad de autor»” 222 . Lo anterior nos
indica que en términos de W ELZEL se requiere un significado objetivo del
comportamiento, más allá del plan del hecho. Así las cosas, considerar como
función autónoma la decisión conjunta de ejecutar el hecho genera dudas, en
especial en los casos de coautoría sucesiva, y aún al contradecir los fundamentos
del dominio funcional del hecho, según señala W ELZEL 223 , pues se trataría de un
concepto no sólo dudoso por su abstracción, sino ya en sí mismo problemático.
220
K ÜPPER , G EORG . En: ZSTW (Zeitschrift für die gesamte Strafrechtswissenschaft-Revista) Nº 105, 1993,
p. 303.
221
J AKOBS , G ÜNTHER . AT (Allgemeiner Teil -parte general).
222
W ELZEL , A LEX V AN . En: Libro homenaje al profesor G ÜNTHER J AKOBS . El funcionalismo en el derecho
penal. Bogotá. Universidad Externado de Colombia-Centro de Investigación en Filosofía y Derecho.
Coordinador Eduardo Montealegre Lynett. T. II. 1ª ed. 2003, p. 285.
223
W ELZEL , A LEX V AN . Ibídem.
224
B ACIGALUPO , E NRIQUE . Manual de Derecho Penal. Parte General. Bogotá. Edit. Temis, 1984, p. 197.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
160
de la ejecución, de tal naturaleza que sin esa contribución el hecho no hubiera
podido cometerse; para el juicio sobre la dependencia de la consumación del
hecho de la aportación del partícipe es decisivo el plan de realización tenido en
cuenta por los autores” 225 .
225
B ACIGALUPO , E NRIQUE . Ibídem, p. 198.
226
J AKOBS , G ÜNTHER . Injerencia y dominio del hecho. Bogotá. Universidad Externado de Colombia-
Centro de Investigaciones de Derecho Penal y Filosofía del Derecho, 2001, p. 78.
227
Ibídem, pp. 83-84.
228
Ibidem, p. 90.
229
¿Cuándo la contribución de algún sujeto se realiza y agota antes que, según el plan trazado, otro de
ellos haya de realizar actos ejecutivos?
230
Á LCACER G UIRAO . Ob. cit., p. 188.
231
Ibídem, p. 188.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
161
igualmente defensor de la solución global, pero a partir de una concepción
restrictiva de la coautoría, así: “solo podrán considerarse coautores quienes actúen
dentro de la fase ejecutiva, es decir, una vez comenzada la tentativa del hecho
global” 232. Respecto a la anterior distinción (solución global extensiva y solución
global restrictiva), el autor RAFAEL ÁLCACER GUIRAO señala que es válida en el plano
teórico, pero que en la práctica tal distinción no tiene vigencia ya porque R OXIN ,
el único autor que podía incardinarse en una solución global restrictiva, ha
modificado su postura recientemente, y ha pasado a defender una solución
individual, con el argumento de que la solución global solo pude ser compatible
con una concepción extensiva del ámbito de la coautoría 233.
“El enjuiciamiento de la tentativa no se hará sobre una acción conjunta, sino sobre a
cada coautor por separado; es decir, en esta solución no puede hablarse de una acción
de tentativa de los coautores, sino de diferentes acciones individuales que pueden generar
diferentes enjuiciamientos234, y que pueden, en un solo plan conjunto, considerarse
como tentativa la actividad de algunos autores, y meros actos preparatorios la actividad
de otros, y pune, entontes, por separado, no como acción global, sino como diversas
acciones individuales de tentativa… en coautoría”235.
A bordo de esta solución concurren dos variantes representadas así: por un lado
S CHILLING con su concepción causalista, y por el otro R UDOLPHI con su concepción
basada en el dominio del hecho (única versión defendida actualmente), y que
se expondrá a continuación.
Este autor considera que “la coautoría no es más que una variante de una autoría
individual múltiple, y el resto de los participantes y sus acciones para cada autor
232
Ibídem, p. 189.
233
Ibídem, p. 189.
234
K ÛPPER . Citado por Á LCACER G UIRAO en Estudios sobre la tentativa y el desistimiento en derecho penal.
Bogotá. Edit. Temis, 2006, p. 190.
235
Á LCACER G UIRAO . Ob. cit., p. 190.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
162
son meros factores causales: el resto de los coautores se conciben como parte
del curso causal que vincula su propia acción con el resultado acordado por todos
los participantes” 236 . Teniendo en cuenta lo anterior, el autor sostiene que, al
igual que la autoría individual, será coautor quien realice el tipo legal respectivo.
El actuar que funda el dominio del hecho es la acción típica, lo que significa que,
frente a la tentativa, la realización de la propia aportación, conformadora del
dominio del hecho, para ese partícipe ha comenzado la tentativa. El punto más
criticado de la tesis de SCHILLING 237 se encuentra cuando sostiene que en muchos
casos la tentativa de los coautores, o de alguno de ellos, comenzará ya con el
mero hecho de concertarse para realizar la acción típica238 , circunstancia esta que
podría conducir a la aberrante conclusión de que una conspiración para delinquir
–que puede conceptualmente entenderse como una coautoría anticipada y que
desde luego es un acto preparatorio– supondría el comienzo de la tentativa para
todos los que “se conciertan para la ejecución de un delito y resuelvan ejecutarlo”,
por el hecho de que en ese momento puede afirmarse una influencia causal de
cada uno de los actos verbales sobre la futura contribución de los demás coautores239
o, como diría K ÜPPER : esta concepción lleva a un excesivo adelantamiento del
comienzo de la tentativa a fases de preparación o mera resolución delictiva 240, ello
independientemente de ir en contra del ordenamiento, el cual diferencia
claramente entre concierto para delinquir y tentativa.
236
S CHILLING . Citado por Á LCACER G UIRAO en Estudios sobre la tentativa y el desistimiento en derecho
penal. Bogotá. Edit. Temis, 2006, p. 190. Allí mismo señala ÁLCACER que esta concepción se asemeja
a la noción que asume a la coautoría como un caso de autoría mediata, de forma que cada coautor
es para el otro como un instrumento.
237
S CHILLING . Citado por Á LCACER G UIRAO en Estudios sobre la tentativa y el desistimiento en derecho
penal. Bogotá. Edit. Temis, 2006, p. 191.
238
Esto sucede porque, en palabras del autor, al concertarse se da ya una “influencia psíquica” en el
resto de los coautores que, desde la acción típica de cada uno de ellos por separado, serán
consideraros como instrumentos.
239
Á LCACER G UIRAO . Ob. cit., p. 192.
240
K ÛPPER . Citado por Á LCACER GUIRAO en Estudios sobre la tentativa y el desistimiento en derecho penal.
Bogotá. Edit. Temis, 2006, p. 193.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
163
del inicio de la realización personal de su propia contribución al hecho
delictivo 241 .
A pesar que S CHILLING y R UDOLPHI manifiestan que “el castigo por tentativa de
cada uno de los coautores exige que él haya iniciado de inmediato su
contribución al hecho fundamentador de su dominio del hecho 242 , el fundamento
de la postura del último autor es distinto y se evidencia cuando afirma que si la
acción que el coautor tiene, según el plan conjunto, a cargo realizar, todavía no
se ha iniciado, no puede hablarse todavía de un dominio del hecho, por lo que
no estaríamos ante una coautoría 243 . Además, señala el autor que la regulación
de la tentativa exige una resolución de voluntad manifestada en la realización
de actos exteriores que den comienzo inmediato a la realización del tipo, por
lo que no puede existir tentativa para un autor si no ha realizado todavía esa
acción 244 . A diferencia de la solución individual de S CHILLING , R UDOLPHI y sus
seguidores tiene como presupuesto base de su tesis, un aspecto restrictivo de
la coautoría, al afirmar que solo serán coautores aquellos que, según el plan,
van a desempeñar su contribución dentro de la fase ejecutiva, pues será
precisamente allí donde ostenten el dominio sobre la realización del tipo.
Entonces, el que tiene que hacer su contribución en fase ejecutiva, pero todavía
no la ha llevado a cabo por ser interrumpido el proyecto delictivo (por no existir
todavía tentativa de su acción), así como el que haya realizado su aporte en fase
preparatoria (por no tener dominio del hecho), sin importar que otro haya
comenzado o no la fase ejecutiva, no serán coautores.
241
Á LCACER G UIRAO . Ob. cit., p. 194.
242
R UDOLPHI , Citado por Á LCACER G UIRAO en Estudios sobre la tentativa y el desistimiento en derecho
penal. Bogotá. Edit. Temis, 2006, p. 194.
243
Ibídem, p. 195.
244
Ibidem, p. 195.
245
R OXIN , C LAUS . Citado por Á LCACER G UIRAO en Estudios sobre la tentativa y el desistimiento en
derecho penal. Bogotá. Edit. Temis, 2006, p. 196.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
164
ha realizado ninguna contribución se le pueda imputar como propia la tentativa
de otro coautor 246 (para poder afirmar una tentativa, cada coautor tiene que
haber comenzado su propia contribución, y ésta debe ser realizada dentro del
marco de la tentativa de la acción global del hecho).
246
Ibídem, p. 196.
247
Á LCACER G UIRAO . Ob. cit., p. 197.
248
Ibídem, p. 199.
C APÍTULO XII
¿ES EL INTERVINIENTE UNA FORMA DE COAUTORÍA?
1. CONCEPTO DE INTERVINIENTE
Debe destacarse como punto de partida que este término fue utilizado
frecuentemente por la doctrina y la jurisprudencia nacional y extranjera, de
manera indeterminada, es decir, sin que constituyera un aspecto dogmático,
por el contrario, era tan solo un término de referencia para señalar con él a
cualquier persona que de una u otra manera actuara dentro de la comisión
de un delito.
249
G ÓMEZ J IMÉNEZ , J ESÚS A URELIANO . Op. cit., p. 51.
250
Tribunal Nacional, Radicado 7814, 23 de octubre de 1995. Publicado en la Revista: Criterio y Justicia
Penal, 4ª trimestre de 1995, ISSN 0122-3593, p. 83.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
166
Incluso poco antes de entrar a regir la Ley 599 de 2000, los más destacados
doctrinantes hacían referencia a ello señalando, por ejemplo, que en un asalto
bancario son coautores todos los intervinientes, incluso el que conduce el auto 251.
Igualmente, al respecto, cuando varios cometen un hecho en común, todos son
castigados como coautores. La propia Ley designa en este caso a los intervinientes
como “coautores” 252, queriendo significar todos con ello, y casi al unísono, que la
expresión “interviniente” era tan solo eso, es decir, una palabra más que se utilizaba
como mero sinónimo de todo aquél que actúa o toma parte dentro del desarrollo
de un ilícito, sin que se quisiera dar cualquier otro significado.
Obviamente, y sin que ello implique el uso del término como especie de
categoría jurídica, se ha tomado para significar con éste el actuar en un delito
ajeno, sin que se especifique como figura autónoma, como sí lo hace nuestro
artículo 30 in fine. Así, por ejemplo, algunos autores como Z AFFARONI 253 , para
quien lo que él denomina como “concurrencia de personas” podría tener una
doble implicación, pues esa participación en primer lugar puede referirse a todos
los que toman parte tales como autores, instigadores y cómplices, pero
igualmente puede hacer referencia tan solo a quienes en un sentido más estrecho
toman parte en un delito ajeno, tales como los instigadores y los cómplices.
251
V ELÁSQUEZ V., F ERNANDO . Derecho Penal. Parte General. 3ª ed. Bogotá. Edit. Temis, 1997, p. 621.
252
J ESCHEK , H ANS H EINRICH . Op. cit., p. 937.
253
Z AFFARONI , E UGENIO R AÚL . Derecho Penal. Parte General. Buenos Aires. Edit. Ediar, 2000, pp. 734-
735.
254
G ÓMEZ L ÓPEZ J ESÚS O RLANDO . Op. cit., p. 220.
255
Aún así, al parecer la jurisprudencia argentina sí sanciona a los intervinientes diferentes del autor en
este tipo de delitos, así lo expresa M ARCO A. T ERRAGNI . www.google.com. Autoría e intervención
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
167
los omisivos, especialmente en los de comisión por omisión, pues ni siquiera
en el proyecto de ley se había pensado en este término, pues incluso se había
mencionado otra expresión que naturalmente hacía juego o era acorde con el
lugar en que había sido ubicada, por ese motivo se utilizó la de “partícipe” 256.
Sobre este asunto, hace referencia G ÓMEZ P AVAJEAU 257 en los siguientes términos:
“El Proyecto de Código Penal presentado por el Fiscal General, Dr. A LFONSO GÓMEZ
MÉNDEZ, al Congreso de la República, establecía en su artículo 30 inciso final:
Es decir, tal como nos lo sigue señalando el autor en cita, la idea inicial de los
autores de la reforma era bien distinta a la que en últimas quedó plasmada, pues
se tenía el criterio de que esa persona a la que se hacía referencia como no
cualificado, o mejor sin calidades especiales, era precisamente a un “servidor
público”, y por ello así quedó el proyecto y así fue a los primeros debates ante
el Senado de la República, pero ya cuando pasó a conocimiento de la Cámara
de Representantes, entonces fue allí cuando casi todo varió, pues se abolió el
término “partícipe” y el de “calidad de servidor público”, para en su lugar introducir
las expresiones “interviniente” y “calidades especiales”, respectivamente, que en
nuestra opinión son absolutamente distintas y con implicaciones muy diferentes
a las que hubiera tenido si se hubiese aprobado tal como lo decía el proyecto.
Entre otras, la norma, tal como inicialmente fue concebida por sus creadores,
no se salía del marco de la participación, por ello no solo allí estaba incluida,
sino además esa era la denominación para quien no tuviera dichas calidades, es
decir, “partícipe”, y si ese hubiera sido el destino final de la norma, consideramos
podrían haberse dado aspectos de valoración diferentes como los siguientes:
168
a) Necesariamente, así la norma al parecer hacía referencia a quien tomara las
riendas con ánimo de autor, en sus diferentes modalidades, es decir, coautor
propio e impropio y también al autor mediato, pues obviamente resultaría
absurdo consagrar doblemente las otras dos figuras, esto es, la del inductor
y la del cómplice.
b) Se partía del presupuesto aprobado por la doctrina mayoritaria, según se
ha analizado en precedencia en este trabajo, que tanto el inductor o
determinador y el cómplice pueden tener tal calidad en los delitos de sujeto
activo cualificado, incluso en los de propia mano, de dolo específico, y otros,
sin poseer las calidades requeridas por el tipo penal, es decir que un
extraneus puede ser determinador o cómplice de un intraneus 258 , sin
necesidad de tener las mismas calidades.
c) Indudablemente colegimos que el autor de la reforma visualizaba los inconvenientes
ya mencionados en este trabajo respecto de la posible impunidad de algunos
“intervinientes” (en el sentido de actuante o involucrado en los hechos),
motivo por el cual consideró que hacía falta en la norma la mención expresa
a esas personas que actúan de esa manera, y que eventualmente no se les
pueda imputar el tipo penal, pues no obran ni a título de inductor, ni de
cómplice, y como no pueden ser autores, ni coautores, entonces no se podía
proseguir con esa situación, por ello tenía razón de ser la consagración de la
figura en los términos en que venía precisamente diseñada, haciendo referencia
al partícipe que actuaba con ánimo de autor en un delito de sujeto activo
cualificado o en los otros ya mencionados.
258
Naturalmente, partiendo del presupuesto sine qua non de que no se puede tener esa categoría
(determinador o cómplice) en abstracto, es decir, sin que exista un autor determinado o por lo menos
determinable.
259
Contrario a esta posición G ÓMEZ P AVAJEAU . Op. cit., p. 36, quien manifiesta que: “…La nueva
redacción surgió de una propuesta que buscaba ampliar el radio de acción del instituto, puesto que,
como se puede ver, el original tenía varias limitaciones: a) Sólo operaba respecto de los partícipes,
esto es, para los determinadores y cómplices…”.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
169
La misma terminología habla por sí sola; baste para ello extrapolar el término
“acceder” a otras figuras jurídicas como la del “acceso carnal”, en donde incluso se
acepta por la doctrina mayoritariamente que este es un delito de propia mano, es
decir, de aquellos en los que no puede ser autor sino tan solo quien “accede” y no
el que colabora o determina, por ese motivo si la norma en cuestión se plasmó en
esos precisos términos, es decir, señalando: “el que acceda a la realización de un
tipo penal”, necesariamente se refería al extraneus con animus auctoris, pues
indudablemente no estaba haciendo referencia al determinador y menos al cómplice,
entre otras, porque ya precedentemente en el mismo artículo los había mencionado,
luego no había razón para volverlos a nombrar, tan solo que con otra denominación.
3. CATEGORÍA DOGMÁTICA
Hasta este momento, incluyendo a los protagonistas de la reforma penal 260, las
diferentes posiciones doctrinales y jurisprudenciales han considerado que la figura
del “interviniente” no tiene un valor más allá que el que se desprende de su
propia definición, por ese motivo no la han manejado como una categoría jurídica
o dogmática especial, o sea con autonomía, por el contrario, en unos casos han
considerado que hace referencia a los partícipes, es decir, al determinador y al
cómplice, en otras a estos y a los autores, sin mayores consideraciones para la
figura en cuestión, como si de pronto se tratara de un simple término que el
legislador quiso imponer para salir del paso.
Consideramos que la figura en cuestión era necesaria en la ley penal, no fue un simple
capricho establecer la misma, pues existen algunos tipos penales en donde eventualmente
podría quedar impune la conducta desplegada por un extraneus. A manera de hipótesis
podemos traer a colación, como ejemplo, algunos casos problemáticos 261 , o el
260
Sobre esto ver G ÓMEZ P AVAJEAU . Op. cit., pp. 35-36. “La expresión interviniente no tiene una especial
connotación jurídica y mucho menos jurídico penal…”.
261
Casos que en realidad no son materia de este trabajo, aún así se mencionan algunos.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
170
caso de la Ley 80 de 1993 que en su art. 56 asimilaba el contratista a un servidor
público, y en consecuencia se presentaba el inconveniente de imputarle el delito
de peculado por apropiación cuando se apoderaba de los anticipos y no ejecutaba
la obra. Recordemos que mediante Sentencia C-563 de 1998 la Corte Constitucional
declaró exequible el artículo mencionado, pero consideró que los contratistas no
son servidores públicos por la simple celebración del contrato. En consecuencia,
un extraneus que obra tal como aquí ha quedado mencionado, no podría
responder por el delito de peculado por apropiación, por lo que tendríamos que
endilgarle un delito diferente. Al momento en que el legislador destipificó el
peculado por extensión, esta conducta podría haber quedado impune, si no hubiera
sido porque en lugar de esta creó la del “Abuso de confianza cualificado”.
Lo anterior implica que existen muchas conductas y tipos penales que
eventualmente y por lo menos jurídicamente no podrían imputársele a los
extraneus, cuando obran en las circunstancias relatadas, es decir, con animus
auctoris, por lo que se hacía necesario crear una figura que de una u otra manera
supliera esta falencia, tan solo que el legislador, más por técnica legislativa que por
cualquier otra razón atendible, la consagró dentro del título de “partícipes” y
específicamente en el artículo 30 in fine, por ello obviamente con cierta justificación
la doctrina en su mayoría considera que este sujeto es otro partícipe más, pero
accesorio a los otros, no existe ni la voluntad, ni la imaginación suficiente, por lo
menos por ahora, para considerarla como una figura autónoma, con vida propia,
entre otras, porque la doctrina foránea aún ni siquiera lo ha pensado. Estamos
seguros que cuando allí nazca la idea, entonces la tendremos por cierta y válida.
En consecuencia, la han tratado de una forma algo desconsiderada como si fuera
la “cenicienta de la participación”, con categoría de extrema accesoriedad, es
decir, en unos casos haciéndose referencia a que la calidad de “interviniente”
puede tenerla cualquiera, así, el autor, coautor, inductor, cómplice, obviamente
con injustas y desproporcionadas rebajas de pena –para los casos en donde por
casualidad se adquiere la doble calidad de cómplice y de interviniente–, sin
dejarle una sola mínima parte de valor propio, y en otros casos la han
considerado como perteneciente tan solo a la coautoría, por lo que
eventualmente no tendría valor alguno, pues si no existe un autor, menos un
coautor, motivo por el cual en este caso podría proseguir la situación tal como
estaba al principio, es decir, con impunidad para algunos casos.
171
“Art. 30. Partícipes. Son partícipes el determinador y el cómplice.
“(…).
“Al interviniente que no teniendo las calidades especiales exigidas en el tipo penal concurra
en su realización, se le rebajará la pena en una cuarta parte”.
5. JURISPRUDENCIA
172
5.1. S ENTENCIA . R ADICADO 12191, DEL 25 DE ABRIL DE 2002.
M.P.: D R . C ARLOS E DUARDO M EJÍA E SCOBAR
“Mediante esta decisión resolvió la Sala Penal un recurso de casación interpuesto por
los defensores de dos procesados (Eduardo O. Jojoa Jojoa y Jairo H. Morán Bravo),
contra la sentencia de marzo 8 de 1996, mediante la cual el Tribunal Superior de Pasto
confirmó la condena de 36 meses de prisión que les había impuesto el Juzgado 1º Penal
del Circuito de esa ciudad, al hallarlos responsables del cargo de falsedad en documento
público descrito en el artículo 223 del Código Penal de 1980.
“José Manuel García Useche se casó con Nancy del Carmen Espinosa el día 5 de noviembre
de 1991 en la Notaría 2ª de Pasto. El día 30 de septiembre de 1993, por el mismo rito, lo
hizo con Sandra Milena Betancourt, y para obviar el vínculo anterior, a cambio de una
suma de dinero obtuvo de los empleados de la Notaría Jairo Hernán Moran y Edwar
Orlando Jojoa los documentos relacionados con su primer matrimonio y los destruyó.
Así mismo, para justificar entonces la posibilidad de una doble rebaja de pena,
especialmente para ciertos eventos en que el extraneus actúa además no solo
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
173
como interviniente sino también como cómplice, prosigue la sentencia con los
siguientes argumentos:
“…Y establecido lo anterior habrá que mirar, para determinar el marco dentro del cual
opera la pena, la conducta del particular que concurre al hecho, así: si interviene como
coautor, como coautor mediato, como miembro u órgano de representación autorizado o
de hecho de persona jurídica, de ente colectivo sin tal atributo… Pero si se trata de un
particular que interviene participando como cómplice de una de estas infracciones, su pena
es la que corresponde a la naturaleza secundaria de su grado de participación (inciso 3º del
artículo 30, C.P.), a su vez disminuida en una cuarta parte tal cual lo prevé el inciso final de la
misma disposición. Empero, si el particular es utilizado como instrumento de otro (sujeto
calificado) o de otros (dentro de los cuales se encuentra un sujeto calificado) su compromiso
penal es ninguno al tenor de lo dispuesto en el artículo 32 del Código Penal…”.
262
Compartiendo esta posición igualmente, G ÓMEZ P AVAJEAU . Op. cit., p. 24. También G ROSSO G ARCÍA
M ANUEL S ALVADOR . El concepto del delito en el nuevo Código Penal. Bogotá. Ediciones Jurídicas
Gustavo Ibáñez, p. 232. .
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
174
No debemos olvidar que, de lege data, la doctrina y la jurisprudencia venían
aceptando que se puede participar a título de inductor o determinador (figura
que incluso algunos asimilan con el autor intelectual) 263 , sin necesidad de
reunir o poseer las calidades exigidas por el tipo penal, pues un extraneus
puede ser determinador o cómplice, tan solo que la cuestión diferenciadora
vendría a ser de punibilidad, pero en esencia sí es viable dicha calidad en
un delito especial.
Por esa razón no resulta lógico que el legislador haya “creado” 264 (incluso
con un sentido algo novedoso) la figura del interviniente para referirse a
quien sin tener calidades pueda concurrir en la realización de una conducta
punible a título de determinador o de cómplice.
Más lógico resulta, por lo menos en principio, pensar que la idea del
legislador fue la de suplir con esta figura los casos problemáticos (en donde
podría generarse impunidad por falta de tipificación) y, en consecuencia,
asimilarlo más a un asunto de autoría, pero lo que en realidad jamás podría
ser es que se piense en que el interviniente se refiere al determinador y al
cómplice, tan solo por la mala técnica empleada al tipificar dicha figura
jurídica en el artículo 30 que trata de la participación. Por ello creemos
firmemente que mejor hubiera resultado redactar un artículo distinto, para
entender que debemos manejarla como una figura autónoma y con propio
resplandor.
e) No se sabe a qué criterio o teoría sobre la autoría se acoge la Corte en
esa sentencia, es decir, si maneja el criterio restrictivo, extensivo o unitario
de autor. Al parecer acoge el criterio “unitario” 265 que, como ya vimos,
considera autor a todo interviniente.
Lo anterior, por cuanto la Corte señala que se puede ser autor sin reunir
las calidades exigidas en los tipos penales de sujeto activo cualificado, tan
solo que no se le daría esa denominación, sino la de interviniente, con la
correspondiente rebaja de pena de una cuarta parte.
263
Tipo de autoría que rechazamos de plano, pues no dice nada ni aclara nada, ya que el autor mediato,
e incluso algunos otros tipos de coautoría como la impropia en donde existe distribución de la tarea
criminal, también puede darse una forma de autoría “intelectual”. Contrario a esto S ALAZAR M ARÍN .
Autor y partícipe en el injusto penal. Bogotá. Edit. Temis, 1992, p. 81: “…Autor no puede ser solo
el que realiza directa y objetivamente el tipo de conducta o parte de él. Lo es igualmente el que
utiliza a otro de instrumento para delinquir (autor mediato), como también lo es el jefe de una banda
de delincuentes que dirige actividades criminales mediante otros que también saben y quieren lo que
hacen (autoría intelectual)” (resaltado fuera de texto).
264
En estricto sentido, sí fue creación del legislador de turno, pues el proyecto de reforma no consagraba
esa expresión sino por el contrario la de “partícipe”.
265
Contrario a esto G ÓMEZ P AVAJEAU . Op. cit., p. 24, quien sostiene que la jurisprudencia en este caso
propugna por una interpretación extensiva de autor.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
175
f) Acepta la teoría de “unidad de imputación”, es decir, considera la Corte que
con ese manejo que allí se le dio al interviniente, se soluciona el problema
de tener que imputarle al extraneus un delito diferente que el que se imputa
al intraneus, cuando concurren ambos a la comisión del hecho.
g) Lastimosamente no hace referencia la Corte, de cómo ese manejo de la
figura podría dar solución a los demás tipos penales cualificados, pues hemos
de recordar que no solo existen los de servidor público o especiales 266 , sino
también por ejemplo los de propia mano, como el acceso carnal violento y
otros.
h) Deja entrever que, necesariamente, debe existir pluralidad de sujetos para
poder imputarle a alguien dicha calidad de interviniente, toda vez que
concurre obviamente con otro u otros en la comisión del delito especial.
i) Como consecuencia de considerar que deben existir pluralidad de sujetos
en la comisión del hecho, ello implica que cuando no sea así, sino que por
el contrario tan solo actúe el extraneus, a lo sumo se le puede endilgar un
delito común que se relacione con el hecho, como sería el caso, por
ejemplo, de un extraneus que ingresa a una bodega de la DIAN y se apodera
de unas mercancías que la Aduana tiene incautadas. En este caso no resulta
muy difícil imputarle el delito de hurto posiblemente calificado y agravado.
Aún así, podría existir la ocasión o el caso en donde en un delito especial
propio o impropio, o de propia mano, de omisión, etc., por no haber sino
la actuación de un solo sujeto, en este caso extraneus (por no reunir las
calidades exigidas), habría que considerarse la posibilidad de la absolución,
o mejor de la impunidad 267 .
266
www.google.com. V ÍCTOR G ÓMEZ M ARTÍN . Citada. Esto sin descartar que hay autores que sostienen
que en los delitos especiales no cabría un concepto extensivo de autor, sino solo uno restrictivo.
267
Naturalmente este es tema poco explorado y que, por no hacer parte directa de este trabajo,
preferimos dejarlo tan solo planteado.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
176
“…Sin embargo, bajo el necesario supuesto de que en el delito propio los extraños,
valga decir el determinador y el cómplice, no requieren calidad alguna, pues aquél no
ejecuta de manera directa la conducta punible y el cómplice tiene apenas una
participación accesoria, surge evidente la exclusión que a tales partícipes hace el inciso
final del precitado artículo 30, ya que si a estos no se les exige calidad alguna, valga
decir que su condición o no de servidor público no tiene incidencia alguna en la
participación que respecto a la conducta punible despliegan, ningún sentido lógico tiene
el que se les dispense un adicional tratamiento punitivo definitivamente más favorable
precisamente por una calidad que resulta intrascendente en sus respectivos roles, en
cuanto al determinador que, no siendo servidor público, condición que para nada importa
en el despliegue de la instigación, se le estaría rebajando la pena en una cuarta parte, y
al cómplice, cuya condición o no de servidor público tampoco comporta ninguna
trascendencia en la ejecución del papel accesorio, se le estaría favoreciendo igualmente
con una rebaja de esa proporción pero sumada a la que correspondería por su
participación, prevista entre una sexta parte a la mitad…”.
Al respecto, concluye esta sentencia que tan solo puede hacer referencia la figura
del “interviniente” al coautor, pues no pudiendo ser autor por no reunir las
calidades exigidas, no menos cierto es que se exige por lo menos la presencia
de varias personas (dos o más).
177
para que el otro venga en horas de la noche con un camión y se apodere
de la mercancía?
En un caso como el planteado bien podría asegurarse que su cooperación
tan solo fue a título de cómplice, por ello respondería, aún a sabiendas de
que tiene un compromiso y un deber mayor que cualquier sujeto extraño,
después de todo está casi traicionando la confianza depositada por el Estado
en él. Obviamente la rebaja sería la mencionada en la figura de la
complicidad, pues contribuyó con el otro sujeto intraneus en el delito de
peculado por apropiación.
El mismo ejemplo pero con una variante: si el mismo sujeto concurre con
otro que no tiene calidades, esto es, tan solo es un extraneus, tendríamos
que señalar que es cómplice del otro sujeto, pero ya no en el delito de
peculado por apropiación, sino en el de hurto calificado y agravado. Claro
está que para no dejar tan impune el asunto ¿le podríamos asignar al servidor
público la calidad de autor, obviamente sin serlo? Creemos que ello sería
desbordar la juridicidad que debe regir en toda investigación penal.
Si esa misma conducta la realiza un particular (por ejemplo una persona de
la cafetería que tan solo está vinculada por una empresa temporal) que
también permite la entrada de varios sujetos (intraneus) para apoderarse de
dichas mercancías, igualmente podría ser considerado tan solo cómplice en
el delito de peculado por apropiación, lógicamente con la rebaja de pena
para dicha calidad, y sin considerarlo como “interviniente”.
Por lo anterior y con base en lo propuesto, llegamos a la conclusión de que
dicho cómplice respondería en la misma proporción, bien sea un servidor
público o tan solo un particular, lo cual evidentemente riñe contra todo
principio de justicia, pues ante la comunidad no resulta lógico que quien
tiene ese deber tan importante para el cual juró incluso al tomar posesión
del cargo, resulte respondiendo igual que quien no ha tenido en sus manos
esa responsabilidad y deber.
d) Descarta definitivamente el uso indiscriminado que se le venía dando al
término “interviniente”, pues se tenía como tal a todo aquél que de una u
otra forma actuara en la comisión de un delito, por eso se decía que bien
podía hacerlo en calidad de autor inmediato o mediato, coautor, inductor y
cómplice, incluso como miembro u órgano de representación autorizado o
de hecho de una persona jurídica 268 .
Ahora ya solo tiene un significado y es el de quien concurre en la comisión
de un delito especial sin tener las calidades, motivo por el cual desde ahora
268
Clase de autoría señalada en el inciso 3 del art. 29, que no ha sido debatido ni analizado en este
trabajo, por ello tan solo lo dejamos planteado.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
178
ya no se puede volver a utilizar ese término en forma indiscriminada, pues
ello podría conllevar a errores de interpretación. De ahora en adelante es
mejor utilizar el término correcto, que es el mismo que menciona la norma:
cuando nos vayamos a referir a una persona que actúa en un delito debemos
darle el apelativo de “concurrente” y no el de interviniente.
La sentencia mencionada hace referencia a ello en los siguientes términos:
“…Por eso, cuando dicha norma utiliza el término intervinientes no lo hace como un
símil de partícipes ni como un concepto que congloba a todo aquél que de una u otra
forma concurre en la realización de la conducta punible…”.
e) Maneja la teoría del “criterio restrictivo de autor”, pues considera que debe
haber necesariamente pluralidad de sujetos, y por lo menos uno además
del interviniente, y por ello la sentencia expresa que el uso del término
interviniente se da en un sentido restrictivo 269 de coautor de delito especial
sin cualificación.
f) Concluye la sentencia en que el interviniente tan solo está referido al
coautor, es decir, debe existir necesariamente un autor con calidades de
intraneus, para que se pueda dar la intervención en el delito especial.
En este punto, consideramos que la jurisprudencia se adentra en una
especie de conclusión sin justificación, o por lo menos sin explicación,
puesto que siempre se ha aprobado por la doctrina en general, incluyendo
nuestra jurisprudencia, que el coautor también debe reunir las misma
calidades que el autor 270 , esto es, cumple las mismas exigencias que el
autor, tan solo que eventualmente con distribución de la actividad criminal,
pues en ese caso estaríamos frente al coautor impropio, que si bien no
realiza los mismos comportamientos que el otro sujeto, por lo menos sí
otros que igualmente exigen tener las mismas calidades requeridas en el
tipo penal.
Por tal motivo, no resulta jurídico, o por lo menos es bastante forzada la
tesis, sostenida en esta sentencia, según la cual el interviniente está referido
exclusivamente al coautor, pues cae por su propio peso, ya que si se le quiso
dar esa denominación a quien no cumple dichas calidades, es decir, al
extraneus, no hay razón para decir que es igual al coautor.
Ante esta apreciación de la Corte no puede menos que decirse que la misma
sentencia se contradice, ya que inicia manifestando que el término
interviniente hace referencia a un “concepto restrictivo de coautor” que
269
Contrariamente la sentencia anterior, Rad. 12191, sobre el mismo tema, no señaló expresamente a
qué teoría sobre la autoría se apegaban sus planteamientos.
270
Así, por ejemplo V ELÁSQUEZ V ELÁSQUEZ , F ERNANDO . Op. cit., p. 620: “…Por eso, cada coautor debe
reunir las mismas calidades que el autor…”. También R EYES E CHANDÍA . Op. cit. S OLER S EBASTIÁN .
Citado por R EYES E CHANDÍA . Op. cit., p. 184.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
179
evidentemente tiene sumisión al principio de accesoriedad, por ello se acepta
la figura del determinador y el cómplice como sujetos diferentes al autor y
sin las calidades especiales exigidas para dicho sujeto, pero realmente en
este aspecto la jurisprudencia más parece acercarse al criterio unitario de
autor, pues dentro de esta teoría se considera que todo aquél que intervenga
en la comisión de un delito es autor y para nada interesan las diferentes
denominaciones, y si se considera que el interviniente, pese a no tener las
mismas calidades que el autor, aún así es coautor, no resiste entonces el
análisis correspondiente.
Obviamente esto sin adentrarnos en otros delitos especiales, incluso de
pronto en los culposos y omisivos (entre otras porque no es materia de
este trabajo), pero si así fuera, aquí se encontrarían posibles complicaciones
que no se resuelven con tan solo decir que el interviniente está referido al
coautor.
g) De otro lado, también resulta bastante complicado y en ocasiones casi
imposible evidenciar que un extraño pueda realizar, en solitario, un delito
especial, toda vez que para ello resulta más fácil y jurídico imputarle un delito
semejante, pero común, sin que por ello se afecte la “unidad de imputación”,
porque esta solo existe cuando hay autor intraneus.
Por ejemplo, si un extraneus se apodera de mercancía incautada por la
Aduana y lo hace en solitario, no resulta en este caso muy complicado
imputarle un delito contra el patrimonio, como hurto, incluso agravado.
Pero no todos los casos son tan simples. Por ejemplo si un extraneus que
quiere parecer más joven para poder obtener el puesto de trabajo vedado a
los mayores de 35 años, cambia en su cédula de ciudadanía auténtica la fecha
de nacimiento para aparentar menos edad. Si esta conducta la realiza un
servidor público incurre en el delito de “Falsedad ideológica en documento
público”, pero si es extraneus no podría considerarse autor, tampoco coautor
porque igual requiere las mismas calidades, y en consecuencia y según esta
jurisprudencia debe quedar impune, pues ese comportamiento no está
tipificado en nuestro Código Penal.
Pero si utilizamos, por lo menos para casos como este aquí planteado, la figura
del interviniente como una categoría dogmática autónoma, con vida propia,
jurídica, podríamos señalar que es un interviniente y en consecuencia podríamos
imputarle la conducta mencionada, tan solo que rebajada en una cuarta parte,
tal como lo dispone la norma en cuestión.
180
críticas, pero esa sería una posible solución al problema original de generar
impunidad para ciertos eventos.
De todas formas, bien vale la pena analizar los términos utilizados por el
legislador para poder así hacernos a una idea un poco más clara del problema
planteado:
271
A esto se hizo referencia en precedencia, indicando que en este tipo de accesoriedad tan solo se
exige que el autor realice una conducta típica y antijurídica.
272
Diccionario Consultor Espasa. Madrid. Edit. Espasa, 1998.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
181
B intraneus y C (extraneus) a la realización de un delito especial o común.
También podría ocurrir que el sujeto A (extraneus) concurre con B
(extraneus) y C (extraneus) a la realización de un delito especial o común.
Debemos tener en cuenta el hecho de que el legislador no dispone que
para tener la calidad de “interviniente” se tenga necesariamente que
concurrir con otro que tenga la calidad de autor.
d) Así mismo, el término “realización” utilizado por el legislador en la norma
cuestionada y según voces del mismo diccionario, proviene del verbo
“realizar” que significa: efectuar, hacer real y efectiva una cosa, realizar una
tarea, sentirse plenamente satisfecho por la consecución de las máximas
aspiraciones, etc.
e) Con fundamento en esa definición, si la expresión “realización” conlleva un
dolo final, esto es, ánimo e intención de concluir un delito, ello podría
conllevar entonces a pensar que el “interviniente”, en el evento de
considerarlo dependiente de un autor, constituye una “accesoriedad
extrema”, pues se parte del presupuesto de que el autor debe cometer una
conducta típica, antijurídica y culpable, lo que evidentemente traería
consecuencias muy diferentes al hecho de considerarlo con accesoriedad
mínima o limitada, tal como ocurre para las otras dos figuras de la
participación. Si el sujeto A (extraneus), concurre con B (intraneus) en la
realización de un peculado por apropiación, en ese caso B debe resultar
culpable.
Ejemplo: el sujeto B requiere urgentemente un dinero para salvarle la vida
a su hija menor, pues ha sido secuestrada y amenazada de muerte con unas
escasas horas de tiempo por parte de los plagiarios. A concurre con B al
apoderamiento de un dinero que B custodia por sus funciones. En este caso,
y según lo últimamente planteado, para que A responda como interviniente
debe resultar culpable B, lo que en un caso como este sería bastante difícil,
pues nadie podría por regla general hacerle reproche de culpabilidad a B
ya que cualquiera, estando en esa misma circunstancia, posiblemente haría
lo mismo.
f) Si el término “realización” se mira con más holgura, podría señalarse que
para que A sea considerado interviniente en peculado por apropiación,
bastaría con que B realizara una conducta apenas típica (accesoriedad
mínima), lo cual se evidencia con el solo hecho de que B se apodere
dolosamente del dinero que custodia, sin adentrarnos más allá de lo pedido.
g)Con base en lo dicho, puede concluirse que el legislador no especificó si
existe o no algún tipo de accesoriedad de la figura del interviniente con la
del autor.
h) Si partimos del presupuesto de que sí se exige la presencia de un autor
intranets, y como el legislador no especificó (como sí lo hizo con las figuras
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
182
del determinador y el cómplice) qué tipo de accesoriedad debemos manejar
frente al interviniente, es obvio que la doctrina y la jurisprudencia deben ir
supliendo esta falencia, pues habrá quienes argumenten que se trata de una
accesoriedad mínima, mientras otros sostendrán que se trata de una extrema
y hasta hiper extrema, incluso limitada, como la que se maneja frente a las
figuras del determinador y el cómplice, todo lo cual obviamente hará variar
la situación de un extremo al otro.
“…Como en este caso resulta claro que el procesado José Roldán Luna Rodríguez no
podía ser coautor de peculado por apropiación por no reunir la condición prevista en el
tipo penal, y fue llamado a responder en juicio como determinador del delito de peculado
por apropiación, a su favor no resultaba procedente aplicar la rebaja de la cuarta parte
de la pena, como de manera errada lo hizo el tribunal…”.
183
c) En consecuencia, y por lo menos hipotéticamente, si no se hubiera podido
hacer cargos como “determinador”, no teniendo calidades ni posibilidades
de otra forma de imputación, necesariamente se tendría que haber absuelto,
generando así mayor impunidad.
d) El criterio de autor manejado en esta sentencia por la Corte resulta siendo
el “extensivo”, pues al haber preceptos que describan otras formas de
participación se debe acudir a estas, tal como ocurre en este caso, en donde
la Corte niega la posibilidad de ser coautor, por no reunir dichas calidades,
en consecuencia será partícipe, obviamente en este caso como
determinador, porque reunía dichas características.
Al respecto nos preguntamos, según lo manifestado por esta sentencia: ¿Qué
ocurriría si el sujeto no hubiera actuado en la calidad de determinador?
Pensamos que la respuesta sería la de considerarlo por fuerza impune.
e) La sentencia anterior (Rad. 20704) se adscribía a un criterio restrictivo de
coautor, mientras que esta última rechaza ese criterio, pues no acepta que
se pueda ser coautor sin tener las calidades exigidas para dicho sujeto en
los tipos penales especiales.
Por ese motivo, y en este caso concreto resuelto por esta última sentencia,
bien podríamos afirmar que se obtuvo sentencia condenatoria en un caso
tan conocido y grave, más por obra de la suerte que por otra razón, pues
si no se hubiera podido imputar en calidad de determinador (obviamente
por no serlo), el caso hubiera quedado sin solución, es decir, con absolución.
f) Esta decisión de la Corte en esta última sentencia nos permite insistir en
que debemos ir tratando de manejar la figura del “interviniente” más
liberadamente, es decir, dándole un alcance mayor al que se le ha otorgado
hasta este momento, para llegar incluso a tratarla como una figura autónoma
e independiente de las demás, y así podríamos decir que en casos como
este, en donde ni siquiera se han podido establecer los posibles autores
(aunque sí los hubo), pero como el extraneus no puede ser coautor,
tampoco autor, y no probando su participación como determinador o
cómplice, podríamos afirmar que es un interviniente, es decir, un sujeto que
ha actuado con animus auctoris, y no tiene las calidades del tipo, por ello
debería responder como tal con la consecuente rebaja de la pena, señalada
en el inciso final del artículo 30.
ANEXOS
En vigencia del Código Penal de 1980, la Corte Suprema seguía un criterio extensivo
para determinar quiénes eran coautores de un ilícito, reduciendo el problema de
autoría al hecho de que si todos los intervinientes se habían puesto de acuerdo eran
coautores. Una providencia donde se recoge esta posición, que no era mayoritaria
en la Sala Penal, se encuentra en la Sentencia 4392 del 10 de mayo de 1991, donde
se plantea la situación del llamado “campanero” en un delito de hurto a un joyería,
providencia que tiene dos salvamentos de votos: mientras la Sala consideró que el
campanero era coautor, tres salvamentos de votos, apartándose de esta posición, la
estimaron como cómplice.
186
Ciertamente se ha dicho que, por muy importante que sea la participación del
coadyuvante, jamás estará en el nivel del autor material; sin embargo, cuando la
realización del hecho delictivo es conjunta, con división del trabajo, con un fin
concertado, ejecutado por personas con capacidad de autores que asumen el hecho
como suyo, o como dice M AURACH , con un “cooperar querido, consciente y con
división de trabajo, de varios autores para la consecución de un resultado típico”, se
estará frente a una coautoría impropia.
Piedad sirvió, para utilizar un conocido término, como “campanera”, impidiendo que
otras personas pudieran observar lo que sucedía en la joyería “Técnica”. Ese era su
papel dentro de la gran empresa delictiva; el apoderamiento de los bienes era una
realización conjunta pero, con miras a que se cristalizara, era necesario distraer la
atención de los “impertinentes” testigos. Estimándose como dueños de la acción los
que vencían las seguridades de la joyería, los únicos que podían resolver si mantenían
el comportamiento, lo variaban, continuaban hasta su final, o cesaban en el mismo,
aparece como obvio que la participación de Piedad se tome como secundaria, ya que
así ella no actuara en la forma convenida para su propia tarea, el asalto bien podía
consumarse.
a) Las legislaciones que dan preferente acogida a la teoría del dominio de la acción
(para otros, por diferente camino pero confluyendo al mismo objetivo, la causa
eficiente o la conditio sine qua non, etc.) suelen destacar esta vocación con términos
que la dan a entender (v. gr. cooperar a la ejecución del hecho con un acto sin el
cual no se hubiera efectuado). Pero quien lea nuestros artículos 23, autor: el que
realice el hecho punible o determine a otro a realizarlo; y 24, cómplice: el que
contribuya a la realización del hecho punible o preste ayuda posterior, cumpliendo
promesa anterior, no podrá encontrar esa connotación, pues el articulado se muestra
más favorable a incluir un mayor número de partícipes en calidad de autores, que
los que usualmente sus intérpretes piensan o imaginan.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
187
b) La tesis restrictiva de la autoría (solo son tales los que ejecuten directamente la
acción típica mandada por la ley), nunca ha encontrado respaldo en nuestra
doctrina y jurisprudencia nacionales. Por el contrario impera la extensiva, la que
no pretende, como su nombre bien lo indica, disminuir el número de autores
sino ampliarlo. Esto da margen a pensar, entonces, que una interpretación como
la que este fallo destaca debe encontrar más acogida que la contraria de ampliar
la órbita de los cómplices secundarios con desmedro de la de autores.
c) Con esta tendencia nuestro Estatuto se adscribe a la corriente legislativa y
hermenéutica que trata de imperar en el mundo actual del derecho penal: la
complicidad secundaria se bate en retirada bajo la consideración, en especial, “de
integrar en la autoría todas las actividades dimanantes de un mutuo acuerdo o
plan, que genera... una responsabilidad insolidum de todos los partícipes,
cualesquiera que fuese el acto de la intervención”.
Salvamento de Voto, Guillermo Duque Ruiz - Dídimo Páez Velandia: “El fin
concertado” a que acude el Tribunal es común a todos los cooperadores en el hecho,
así se exhiba con diferentes grados y matices, tanto en el tiempo como en el espacio.
Si no existe conocimiento y voluntad no se podrá imputar ni autoría ni complicidad,
porque el agente no ha realizado el hecho ni tampoco ha contribuido al mismo.
Sentadas esas bases salta a la vista que la aquí procesada Piedad no fue coautora
“impropia” del hurto, como lo dedujo equivocadamente el sentenciador: el servir
simplemente para distraer la atención de una vendedora que se hallaba cerca de la
joyería (que no tenía la calidad de celadora o vigilante de dicho establecimiento
comercial), no era una cooperación “esencial”, “imprescindible”, que no le permitía
por tanto tener “dominio del hecho”. No estaba la procesada en capacidad de dirigir
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
188
ni controlar el delito que estaban realizando Ernesto y sus compañeros de delincuencia.
Su participación en el delito ajeno no era necesaria para su realización, sino apenas
conveniente, pues aún prescindiendo de su ayuda el hecho punible de todas maneras
hubiera podido cometerse. Y si se admitiera que toda cooperación en la producción
del hecho es “coautoría impropia”, ciertamente se acabaría con la figura de la
complicidad.
Bajo otra variación de sentido debe decirse que la dama no tomó parte directa en la
ejecución de la conducta, esto es, no realizó todos o algunos de los actos ejecutivos
propios del delito que se trata. Ni siquiera puede atribuírsele un trozo de la acción
ejecutiva (criterio objetivo-formal).
Así mismo habremos de advertir, sin dificultad, que jamás tuvo señorío sobre el hecho
o la producción del resultado (W ELZEL ) ni sobre la dirección final de la causalidad en
el mundo exterior (N IESE ), ni determinó en los codelincuentes el “sí” y el “cómo” del
hecho a cometer (W EBER ) ni tampoco tuvo en sus manos, dolosamente, el desarrollo
típico del acontecimiento o las riendas del acontecer punible (M AURACH ).
Consideradas las cosas a este viso, débese convenir que la participación de la Burbano
Paz en el delito por el cual se le condenó se rige –como lo enseña la buena doctrina
en supuestos similares– por el principio de accesoriedad al cooperar en el delito doloso
de otros con actos de mera coadyuvancia o con comportamientos secundarios al hecho
del autor. En el decurso del recorrido criminal, y ya es bastante, que no tuvo voluntad
de autor sino voluntad de cómplice. Este y no otro es el verdadero alcance de las
probanzas cursantes en el informativo. Participación es siempre intervención en un
hecho ajeno que pertenece al autor y en manera alguna al partícipe. No se olvide
que stricto sensu, la participación se contrapone a la autoría (M IR P UIG ).
T ESIS : Cuando una misma persona concurre en ser inductor y autor del hecho, la
autoría desplaza la participación. Aunque jurídicamente el planteamiento pareciera
contradictorio, en razón a que por determinador solo puede ser tenido quien mediante
inducción logra hacer nacer en otro la resolución de cometer el hecho delictivo, sin
intervenir en su ejecución, pues si lo hace adquiere la condición de coautor, desde
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
189
una perspectiva puramente naturalística, o con referencia al suceder fenoménico del
hecho no lo es, si se da en considerar que lo pretendido por el ente acusador y los
juzgadores fue dejar en claro que el procesado, además de haber determinado a sus
amigos a atacar y apuñalar a (...), concurrió con ellos a la realización de la conducta
típica, y así lo entendió la defensa al plantear la inexistencia de prueba incriminatoria
en uno y otro sentido.
T ESIS : Existe coautoría reuniéndose los requisitos de ley, no obstante que uno de los
tres intervinientes en el homicidio no haya disparado contra la víctima. Del proceso
surge con nitidez que las tres personas vinculadas al proceso, estimuladas por una
remuneración, se pusieron de acuerdo para dar muerte, como en efecto ocurrió, a
Sixto José Sarmiento. Aunque los tres abordaron a la víctima, sólo dos le dispararon.
El tercero, Eliécer Quintero Blanco, no lo hizo. Entre los tres, ligados por la
remuneración recibida, había acuerdo de voluntades y unanimidad en el propósito
homicida.
Esta unidad de fines, aunque sólo dos de ellos hubieran ejecutado materialmente la
acción, es lo que impide sustraer al tercero de su condición de coautor. El sustento
de este aserto radica en que este tercero, así no hubiera disparado, dentro de la
división de funciones cumplía de hecho el rol, derivado del acuerdo común y previo,
de factor humano orientado a neutralizar, por un efecto grupal intimidante, la eventual
reacción de la víctima.
Dada la naturaleza colectiva de ese influjo sobre el ánimo defensivo del agraviado,
resulta inaceptable desligar, para convertirla en tarea accesoria, la intervención
trascendente de quien no ejecutó la específica acción de disparar. Dentro de la división
del trabajo su participación intangible, por cuanto ella no introdujo ningún tipo de
ruptura en la unidad de causa y fines, fue tan esencial, aunque su manifestación al
mundo exterior hubiera sido distinta, como la de sus compañeros de empresa delictiva.
190
percibe que son iguales y que la única diferencia es que el primer término ya poco o
nada se usa, pues el segundo ha querido reemplazarlo.
“En verdad que doctrina y jurisprudencia han aceptado que en los casos en que
varias personas procedan en una empresa criminal, con consciente y voluntaria
división de trabajo para la producción del resultado típico, todos los partícipes
tienen la calidad de autores, así su conducta vista en forma aislada no permita
una directa subsunción en el tipo, porque todos están unidos en el criminal
designio y actúan con conocimiento y voluntad para la producción del resultado
comúnmente querido o, por lo menos, aceptado como probable. En efecto, si
varias personas deciden apoderarse de dinero en un banco pero cada una de ellas
realiza un trabajo diverso: una vigila, otra intimida a los vigilantes, otra se apodera
del dinero y otra conduce el vehículo en que huyen, todas ellas serán autores
del delito de hurto. Así mismo, si a esa empresa criminal van armados porque
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
191
presumen que se les puede oponer resistencia o porque quieren intimidar con
el uso de las armas y como consecuencia de ello se produce lesiones u homicidios,
todos serán coautores del hurto y de la totalidad de los atentados contra la vida
y la integridad personal, aun cuando no todos hayan llevado o utilizado las armas,
pues participaron en el común designio, del cual podían surgir estos resultados
que, desde luego, se aceptaron como probables desde el momento mismo en
que actuaron en una empresa de la cual aquéllos se podían derivar”.
Bajo esta perspectiva, ya la Corte se había ocupado del tema al señalar que:
Obsérvese, entonces, que el aspecto de la coautoría pudo ser imputado con base en
la regulación legal genéricamente prevista para los autores, porque tanto jurisprudencia
y doctrina han entendido que autor no es sólo el que ejecuta físicamente la acción
típica, sino también quien ha aportado para obtener el fin propuesto, quedando
comprendidos dentro de la definición legal de autores que preveía el artículo 23 del
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
192
derogado Código Penal, tanto el autor material, el determinador y el coautor –propio
o impropio–.
Formas de autoría y participación. Para lo que ahora importa, se debe señalar que es
“autor quien ejecuta directamente y por propia mano la conducta, conservando las
riendas del acontecer típico”.
Ahora, no siempre la conducta se ejecuta de esa manera, pues se suele obrar o bien
con otros (coautoría), o recurriendo a la acción de otro a quien se utiliza como
instrumento (autoría mediata), o reforzando la vocación de otros (determinación), o
con ayuda de otros (complicidad). Estas formas de intervención en la ejecución de la
conducta punible se manifiesta en los conceptos de autoría (autor directo, autor
mediato y coautor), y en los de la participación (determinación y complicidad).
Desde este punto de vista no se puede confundir ni los conceptos, ni las categorías
dogmáticas propias de unos y otros, ni las consecuencias que de una tal distinción se
derivan. Así, ni lógica, ni ontológicamente se puede equiparar al autor con el cómplice,
pues mientras el uno recorre íntegramente el tipo con su conducta, el otro apenas
presta una ayuda a la ejecución del mismo. Ni al determinador con el autor mediato,
pues mientras aquel no domina el hecho, como manifestación propia de la
accesoriedad de la participación, éste sí es señor y dueño de la acción aun cuando
materialmente no ejecute la conducta.
193
la reducción de pena una cuarta parte. El determinador y el cómplice participan en
un hecho ajeno por lo tanto no se le exige que tengan la calidad especial del intraneus.
“En efecto, definiendo el artículo 29 de la Ley 599 de 2000 como autor a “quien
realice la conducta punible por sí mismo o utilizando a otro como instrumento”,
también a “quien actúa como miembro u órgano de representación autorizado o
de hecho de una persona jurídica, de un ente colectivo sin tal atributo, o de una
persona natural cuya representación voluntaria se detente, y realiza la conducta
punible, aunque los elementos especiales que fundamentan la penalidad de la figura
punible respectiva no concurran en él, pero sí en la persona o ente colectivo
representado” y como coautores, a “los que, mediando un acuerdo común, actúan
con división del trabajo criminal atendiendo la importancia del aporte”, e incluyendo,
el artículo 30 del Código Penal vigente, por su parte, bajo el título de partícipes al
determinador y al cómplice, para, en el inciso segundo, señalar que a aquél
corresponde la pena prevista para la infracción y en el tercero que éste (el cómplice)
incurrirá en la pena prevista para el punible disminuida de una sexta parte a la mitad,
al tiempo que en el inciso final dispone que “al interviniente que no teniendo las
calidades especiales exigidas en el tipo penal concurra en su realización, se le
rebajará la pena en una cuarta parte”, podría, todo lo anterior, significar, en principio,
que el término interviniente por hallarse en ese contexto, sólo se refiere a
determinadores y cómplices o que, por su acepción gramatical, como lo señalara
la Sala en aquella decisión, “no es, entonces, un concepto que corresponde a una
categoría autónoma de co-ejecución del hecho punible sino un concepto de
referencia para aludir a personas que, sin reunir las calidades especiales previstas
en el respectivo tipo especial, toman parte en la realización de la conducta,
compartiendo roles con el sujeto calificado o accediendo a ellos” ”.
Sin embargo, bajo el necesario supuesto de que en el delito propio los extraños, valga
decir el determinador y el cómplice, no requieren calidad alguna, pues aquél no ejecuta
de manera directa la conducta punible y el cómplice tiene apenas una participación
accesoria, surge evidente la exclusión que a tales partícipes hace el inciso final del
precitado artículo 30, ya que si a éstos no se les exige calidad alguna, valga decir que
su condición o no de servidor público no tiene incidencia alguna en la participación
que respecto a la conducta punible despliegan, ningún sentido lógico tiene el que se
les dispense un adicional tratamiento punitivo definitivamente más favorable
precisamente por una calidad que resulta intrascendente en sus respectivos roles, en
cuanto al determinador que no siendo servidor público, condición que para nada
importa en el despliegue de la instigación, se le estaría rebajando la pena en una cuarta
parte, y al cómplice, cuya condición o no de servidor público tampoco comporta
ninguna trascendencia en la ejecución del papel accesorio, se le estaría favoreciendo
igualmente con una rebaja de esa proporción pero sumada a la que correspondería
por su participación, prevista entre una sexta parte a la mitad.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
194
Es que, siendo absolutamente claro el artículo 30 en señalar que al determinador le
corresponde la pena prevista en la infracción y al cómplice esta misma rebajada en
una sexta parte a la mitad, si ellos carecen de la cualificación especial que el tipo penal
no exige para que su participación se entienda consumada, en nada desnaturaliza los
propósitos del legislador, pues aún se mantiene la unidad de imputación, se conserva
la distinción entre formas de intervención principales y accesorias, y se guarda la
correspondencia punitiva frente a los diversos grados de compromiso penal.
Por eso, cuando dicha norma utiliza el término intervinientes no lo hace como un
símil de partícipes ni como un concepto que congloba a todo aquél que de una u otra
forma concurre en la realización de la conducta punible, valga decir determinadores,
autores, coautores y cómplices, sino lo hace en un sentido restrictivo de coautor de
delito especial sin cualificación, pues el supuesto necesario es que el punible propio
sólo lo puede ejecutar el sujeto que reúna la condición prevista en el tipo penal, pero
como puede suceder que sujetos que no reúnan dicha condición, también concurran
a la realización del verbo rector, ejecutando la conducta como suya, es decir como
autor, es allí donde opera la acepción legal de intervinientes para que así se entiendan
realizados los propósitos del legislador en la medida en que, principalmente, se
conserva la unidad de imputación, pero además se hace práctica la distinción punitiva
que frente a ciertos deberes jurídicos estableció el legislador relacionándolos al interior
de una misma figura y no respecto de otras en que esa condición no comporta
trascendencia de ninguna clase.
Por tanto, al determinador de un delito, con o sin la condición exigida para el sujeto
activo, le corresponde la pena prevista para la infracción; al cómplice de un delito
propio, que obviamente no necesita condición alguna y en definitiva careciendo o no
de ella, le corresponde la pena prevista para la infracción disminuida de una sexta parte
a la mitad.
Pero al coautor, pues necesariamente el inciso final tiene como supuesto el concurso
de sujetos, que realizando como suyo obviamente el verbo rector del tipo penal
especial, no cuente sin embargo con la cualidad que para el sujeto activo demanda la
respectiva norma, la pena que le corresponderá será la prevista para la infracción
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
195
disminuida en una cuarta parte, de conformidad con el inciso final del precitado artículo
30. Así, v.gr., si con un servidor público, un particular, concurre a apropiarse en
provecho suyo o de un tercero de bienes del Estado, la pena que le corresponderá
será la del peculado, por conservarse la unidad de imputación, disminuida en una cuarta
parte; he ahí el trato diferencial, por no poseer la cualidad exigida para el sujeto activo.
En torno a las inquietudes planteadas por el actor respecto de los temas cuyo
desarrollo jurisprudencial persigue, múltiples pronunciamientos ha realizado la Corte
en orden al establecimiento de la precisión y claridad requeridas para la aplicación
del art. 30 del C. P. Así, en pronunciamiento del 25 de abril de 2002, Rad. 12191, se
dijo lo siguiente:
“La Sala considera, además, que para que haya lugar a la configuración del tipo
especial basta con que alguno de los concurrentes que toman parte en su
realización ostente la calidad especial y, por supuesto, infrinja el deber jurídico
especial alrededor del cual gira o se fundamenta la protección del bien jurídico,
sea cual fuere la posición desde donde se ubique. Si el sujeto calificado, por así
decirlo, realiza materialmente la conducta descrita, exclusiva o concurrentemente
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
196
con otros, o lo hace instrumentalizando a otro, o es instrumento de alguien que
actúa sobre su voluntad (forzándolo o induciéndolo a error), o si actúa en relación
con organización de la que se predica la calidad especial, el tipo especial surge.
Y establecido lo anterior habrá que mirar, para determinar el marco dentro del
cual opera la pena, la conducta del particular que concurre al hecho, así: si
interviene como coautor, como autor mediato, como miembro u órgano de
representación autorizado o de hecho de persona jurídica, de ente colectivo sin
tal atributo o de persona natural cuya representación voluntaria se detente (C.P.,
art. 29), o si lo hace como determinador (instigador) de otro que actúa
dolosamente, o como determinado (instigado), la pena será la prevista para el
delito de acuerdo con los incisos final y 2º de los artículos 29 y 30
respectivamente, rebajada en una cuarta parte (inciso 4º artículo 30). Pero si se
trata de un particular que interviene participando como cómplice de una de estas
infracciones, su pena es la que corresponde a la naturaleza secundaria de su grado
de participación (inciso 3º del artículo 30 C. P.), a su vez disminuida en una cuarta
parte tal cual lo prevé el inciso final de la misma disposición. Empero, si el
particular es utilizado como instrumento de otro (sujeto calificado) o de otros
(dentro de los cuales se encuentra un sujeto calificado) su compromiso penal es
ninguno al tenor de lo dispuesto en el artículo 32 del Código Penal.
“Las disposiciones, así entendidas, realizan los propósitos del legislador frente a
tres distinciones básicas y guardan correlación con ellas. Por una parte se preserva
el postulado de la unidad de imputación, evitando que los concurrentes al hecho
respondan por delitos diferentes. Por otro lado permite conservar la distinción
entre formas de intervención principales y accesorias. Y por otro lado guarda o
mantiene la correspondencia punitiva que condujo al legislador a adscribir grados
de compromiso y consecuencias punitivas distintas para los autores y coautores,
y para los determinadores, por una parte, y para los cómplices por la otra, dado
que en éste último evento la participación además de accesoria es secundaria,
menor y, por supuesto, menos grave.
197
jurídico de evitar el resultado, lo cual no hace porque concurre a la realización
del hecho en connivencia con los demás)”.
Posteriormente, en Sentencia del 8 de julio de 2003 (Radicado 20704, M.P.: Dr. Carlos
Augusto Gálvez Argote), la Sala explicó que ni el determinador ni el cómplice
respondían a la categoría de interviniente, concepto que únicamente puede predicarse
del coautor, cuando no reúne las calidades especiales exigidas en el tipo penal.
“Por eso, cuando dicha norma utiliza el término intervinientes no lo hace como
un símil de partícipes ni como un concepto que congloba a todo aquél que de
una u otra forma concurre en la realización de la conducta punible, valga decir
determinadores, autores, coautores y cómplices, sino lo hace en un sentido
restrictivo de coautor de delito especial sin cualificación, pues el supuesto
necesario es que el punible propio sólo lo puede ejecutar el sujeto que reúna la
condición prevista en el tipo penal, pero como puede suceder que sujetos que
no reúnan dicha condición, también concurran a la realización del verbo rector,
ejecutando la conducta como suya, es decir como autor, es allí donde opera la
acepción legal de intervinientes para que así se entiendan realizados los propósitos
del legislador en la medida en que, principalmente, se conserva la unidad de
imputación, pero además se hace práctica la distinción punitiva que frente a ciertos
deberes jurídicos estableció el legislador relacionándolos al interior de una misma
figura y no respecto de otras en que esa condición no comporta trascendencia
de ninguna clase. “Por tanto, al determinador de un delito, con o sin la condición
exigida para el sujeto activo, le corresponde la pena prevista para la infracción;
al cómplice de un delito propio, que obviamente no necesita condición alguna y
en definitiva careciendo o no de ella, le corresponde la pena prevista para la
infracción disminuida de una sexta parte a la mitad”.
198
10. SENTENCIA DE CASACIÓN 10/03/1993, PROCESO Nº 6996 M.P.: RICARDO
CALVETE RANGEL
C OAUTORÍA POR HECHO CONJUNTO SIN DETERMINAR EL EJECUTOR INDIVIDUAL . Una cosa es
que de un grupo de personas no se tenga certeza respecto a quiénes participaron en
el hecho, y otra muy diferente que exista seguridad de que un hecho fue producido
por la acción conjunta de un grupo de individuos, pues en este último evento la
imprecisión de los detalles no altera la responsabilidad que como coautores les es
imputable a todos.
C OAUTORÍA IMPROPIA . Coautoría impropia quiere decir, de manera general, que los
sujetos activos del punible actúan típicamente cada uno por su lado, pero todos
colaborando con los demás en el propósito común, razón por la cual se refiere la
doctrina a una “división de trabajo”.
Son coautores todos aquellos que toman parte en la ejecución del delito, codominando
el hecho, ejecutando la parte que les corresponde en la división del trabajo para obtener
el resultado criminal, o sea que mancomunadamente ejecutan el hecho punible.
199
Son coautores todos aquellos que toman parte en la ejecución del delito, codominando
el hecho, ejecutando la parte que les corresponde en la división del trabajo para obtener
el resultado criminal, o sea que mancomunadamente ejecutan el hecho punible.
C OAUTORÍA . E LEMENTOS QUE LA INTEGRAN . La coautoría implica que luego del acuerdo
criminal el trabajo se divide entre cada uno de los integrantes, a efectos de que con
ese aporte se logre la consumación del hecho criminoso.
200
serie de actividades que llevan a concluir la voluntad inequívoca de propiciar el ilícito, y
que resultan importantes a la hora de determinar su grado de contribución.
C OAUTORES . D OLO EVENTUAL . Mayor soporte tiene lo que viene de ser expuesto, si se
considera la cita jurisprudencial que hace el Tribunal de una providencia de febrero
28 de 1985 con ponencia del Magistrado Luis Enrique Aldana Rozo, reiterada en la
sentencia proferida el 10 de marzo de 1993 con ponencia del doctor Ricardo Calvete
Rangel, en la cual sobre el tema de la coautoría se precisó:
“En verdad que doctrina y jurisprudencia han aceptado que en los casos en que
varias personas proceden en una empresa criminal, con consciente y voluntaria
división de trabajo para la producción del resultado típico, todos los partícipes
tienen la calidad de autores, así su conducta vista en forma aislada no permita
una directa subsunción en el tipo, porque todos están unidos en el criminal
designio y actúan con conocimiento y voluntad para la producción del resultado
comúnmente querido o, por lo menos, aceptado como probable. En efecto, si
varias personas deciden apoderarse de dinero de un banco pero cada una de ellas
realiza un trabajo diverso: una vigila, otra intimida a los vigilantes, otra se apodera
del dinero y otra conduce el vehículo en que huyen, todas serán autores del delito
de hurto. Así mismo, si a esa empresa criminal van armados porque presumen
que se les puede oponer resistencia o porque quieren intimidar con el uso de
las armas y como consecuencia de ello se producen lesiones u homicidios, todos
serán coautores del hurto y de la totalidad de los atentados contra la vida y la
integridad personal, aun cuando no todos hayan llevado o utilizado las armas, pues
participaron en el común designio, del cual podían surgir estos resultados que,
desde luego, se aceptaron como probables desde el momento mismo en que
actuaron en una empresa de la cual se podían derivar”.
201
de manera conjunta pero con división de trabajo, por ello es inherente a esta figura
la concurrencia de por lo menos dos elementos: uno subjetivo que generalmente es
previo o concurrente con la comisión del hecho, consistente en la existencia de un
acuerdo expreso o tácito para su acometimiento, y uno objetivo, que se manifiesta
en la realización de actos orientados a su ejecución como cometido común, siéndoles
por ello imputables a todos los partícipes el delito o delitos que típicamente se
configuren.
De modo que los dos acusados exteriorizaron con creces el dominio del hecho,
porque tenían el control y la dirección sobre el curso de los acontecimientos, además
hicieron un aporte funcional y objetivo sin cuya presencia no se habría podido
consumar el delito. En efecto, si se hace abstracción del contrato del taxi, la
movilización de los autores materiales al escenario del crimen, el presupuesto de la
huida en el mismo vehículo y el incentivo de la paga a aquéllos, conductas atribuibles
enteramente a los procesados (...) y (...), sin imaginar otras alternativas que no
corresponden a la realidad del hecho concreto, no hay duda que el delito de homicidio
no habría podido cometerse por ausencia de conductas imprescindibles para el plan.
He ahí la relevancia del aporte de los acusados y el dominio del desarrollo causal de
los hechos, que da lugar a la coautoría y no a una mera complicidad.
T EORÍA FORMAL OBJETIVA . S U LIMITACIÓN . T EORÍA DOMINANTE . E L DOMINIO DEL HECHO . Los
actuales desarrollos dogmáticos y jurisprudenciales se orientan por reconocer como
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
202
característica de la denominada coautoría impropia que cada uno de los sujetos
intervinientes en el hecho punible no ejecutan integral y materialmente la conducta
definida en el tipo, pero sí lo hacen prestando contribución objetiva a la consecución
del resultado común en la que cada cual tiene dominio funcional del hecho con división
de trabajo, cumpliendo acuerdo expreso o tácito, y previo o concurrente con la
comisión del hecho, sin que para la atribución de responsabilidad resulte indispensable
que cada interviniente lleve a cabo o ejecute la totalidad del supuesto fáctico contenido
en el tipo o que sólo deba responder por el aporte realizado y desconectado del plan
común, pues en tal caso una teoría de naturaleza objetivo formal, por ende,
excesivamente restrictiva, sin duda muy respetuosa del denominado principio de
legalidad estricto, no logra explicar la autoría mediata ni la coautoría, como fenómenos
expresamente reconocidos en el derecho positivo actual (art. 29 de la Ley 600 de
2000), los cuales a pesar de no haber sido normativamente previstos en la anterior
codificación, no pueden dar lugar a entender que no fueron objeto de consideración
o que el sistema construyó un concepto de autor distinto del dogmáticamente
establecido.
D IFERENCIA ENTRE CÓMPLICE Y COAUTOR . La postura que esta Sala ha brindado para la
mayor parte de los casos, como se vio de acuerdo con el recuento jurisprudencial
previo, ha sido la de que sin atender al factor temporal de la privación de libertad a
que se someta al tenedor, poseedor o detentador del objeto material del hurto, toda
aquélla que sobrevenga al doblegamiento de su voluntad y a la facultad de disposición
que logra el sujeto activo sobre el objeto material del ilícito, es innecesaria o superflua
para la consumación del delito y estructura un atentado contra la libertad personal
que debe ser sancionado como secuestro.
Basta, sin embargo, para despejar el equívoco y dejar en claro la objetividad legal de
la distinción, precisar, en uno y otro caso, si el actor se halla ligado finalísticamente o
no a la realización de la conducta. En la primera hipótesis, cuando brinda colaboración
posterior a un hecho punible del cual hace parte, por razón de su compromiso objetivo
y subjetivo con sus resultados, se trata de un coautor. Pero si esa ayuda es de mera
coadyuvancia externa a los fines de los integrantes de la empresa común, despojada
de alianza anímica con los propósitos últimos de sus autores directos, quien así actúa
es cómplice del hecho punible.
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
203
21. SENTENCIA DE CASACIÓN 05/10/2006. PROCESO Nº 22358, M.P.: YESID
RAMÍREZ BASTIDAS. CONCORDANCIA CON SENTENCIAS DE CASACIÓN
DEL 26 DE JUNIO DE 2002, RADICADO 11451 Y 10 DE NOVIEMBRE DE
2005, RADICADO 23451, ENTRE OTRAS
De la lectura del artículo 29.2, como quedó finalmente, se desprenden, es obvio, los
mismos requisitos: para afirmar coautoría se necesitan acuerdo común, división del
trabajo y observación del peso del aporte.
Las anteriores exigencias coinciden con las generalmente adosadas, antes y ahora, a
la coautoría, vale decir, acuerdo y decisión plural; sentimiento de actuar en una obra
propia inserta en una labor global, común; comportamiento signado por esa directriz,
o co-dominio del hecho, y aporte de algo importante durante la ejecución del delito,
todo ello, desde luego, mirado objetiva y subjetivamente.
204
uno o unos de ellos a otro u otros de ellos, se dirijan a la misma finalidad con un
comportamiento esencial, mirado no en términos absolutos sino relativos. Por
conducta esencial se debe entender, primero, que sin ella es imposible cometer el
hecho; o, segundo, que si una de las personas se opone o entra en divergencia con
las otras, pueda hacer fracasar el plan, molestarlo o variarlo en su desarrollo; o,
tercero, que la intrusión de las personas no debe ser meramente casual, accidental o
secundaria. Dos. Aporte significativo durante la ejecución del hecho, es decir,
prestación de algo trascendente para su comisión, servicio importante que cada uno
de los concurrentes presta a la gesta delictiva.
Esa contribución común en pro del mismo fin puede ser material o moral –”espiritual”–,
por ejemplo cuando, en esta última hipótesis, la presencia definida de uno de los
comuneros refuerza o estimula el cumplimiento del plan trazado, presiona y
multiplica las energías de los otros, apoya al resto, reduce las defensas de la
víctima, aumenta la intimidación padecida por ésta, incrementa la agresividad de
los otros autores o comporta una mayor seguridad para estos en cuanto, v.gr., la
cantidad de sujetos intensifica el amedrantamiento que sufre la persona objeto de
la acción, etc.
Y el aporte durante la ejecución del hecho quiere decir que la prestación que hace la
persona debe ocurrir, total o parcialmente, entre el momento en que se inicia la
realización del verbo rector que guía la conducta criminal y el logro de la consumación.
De esta manera, el comportamiento frente a la pura ideación delictiva o a los actos
preparatorios no constituye coautoría, como tampoco aquél subsiguiente a la
consumación o al último acto en materia de tentativa de delito.
205
En efecto, hay casos en los que el ejecutor sí responde, como ocurre cuando el autor
mediato utiliza a inimputables, quienes responden penalmente al serles impuestas
medidas de seguridad.
Autores como el profesor alemán C LAUS R OXIN incluyen una tipología adicional dentro
de la figura de la autoría mediata, y es aquella relativa a la condición de quien actuando
como jefe de un aparato organizado de poder imparte una orden, pues sabe que
alguien de la organización –sin saber quién– la ejecutará, de modo que “el hombre
de atrás” no necesita recurrir ni a la coacción ni a la inducción en error o al
aprovechamiento de error ajeno (hipótesis tradicionales de la autoría mediata), puesto
que, además, tiene certeza en que si el ejecutor designado no cumple con su tarea,
otro la hará, es decir, que el autor inmediato resulta fungible y, por tanto, su propósito
será cumplido.
P ARTÍCIPE DEL HECHO . C RITERIO SOLO SUBJETIVO . Si se auxilia un hecho ajeno sometiendo
su voluntad a la de otros, sin desarrollar parte esencial de la operación criminal, se
actúa a título de partícipe.
206
26. SENTENCIA DE CASACIÓN 23/11/1995. PROCESO Nº 9087, M.P.: RICARDO
CALVETE
Por eso no es atinado sostener que la reducción de pena por confesión del actor “influye
en la figura de la complicidad (art. 24, C.P.)”, puesto que la disminución de que habla la
norma es respecto de “la pena correspondiente a la infracción”, o sea la prevista en la
norma legal, y no la que se imponga al autor del hecho punible en cada caso concreto.
207
del hecho o concomitante a la iniciación y continuación del mismo, y tácito o
expreso.
d) Que exista dolo en las dos personas, es decir, tanto en el autor como en el
cómplice.
208
ejecutividad, según el cual no puede haber determinación o participación si el autor
material no inicia la ejecución del delito; la comunidad de ánimo, como nexo
psicológico entre los partícipes en el delito, incluido el determinador; y el principio
de accesoriedad, en el sentido de que el determinador o partícipe supone la existencia
del autor de un injusto culpable. Pues bien, el funcionamiento de estos principios debe
concebirse en doble vía, pues si el autor material y el injusto culpable cometido por
éste marcan la existencia del determinador o del partícipe, de igual manera, ante la
realidad de una cooperación criminal, los determinadores no pueden ser sólo aquéllos
que hacen nacer la idea criminosa, sino los que la comparten anímicamente con el
autor material y la impulsan mediante manifestaciones externas de conducta, aún en
el curso de la realización física de aquél, pues, al fin y al cabo, es lo que anhelan todos
los copartícipes.
Q UIÉN ES AUTOR . Autor es quien ejecuta directamente el hecho, por lo que resulta
indispensable que, como aquí acontece, posea las aptitudes que exige el tipo penal
correspondiente. Si para estructurar el delito de falsedad ideológica en documento
público se precisa de un sujeto activo calificado, tal conducta sólo la puede realizar
quien, teniendo la calidad de servidor público, la ejecuta en ejercicio de sus funciones,
condición que no se predica del determinador, cuyo rol se limita a hacer nacer en
otro la idea criminal y la decisión de delinquir.
209
Artículo 29. Autores. Es autor quien realice la conducta punible por sí mismo o
utilizando a otro como instrumento.
Son coautores los que, mediando un acuerdo común, actúan con división del trabajo
criminal atendiendo la importancia del aporte.
También es autor quien actúa como miembro u órgano de representación autorizado
o de hecho de una persona jurídica, de un ente colectivo sin tal atributo, o de una
persona natural cuya representación voluntaria se detente, y realiza la conducta
punible, aunque los elementos especiales que fundamentan la penalidad de la figura
punible respectiva no concurran en él, pero sí en la persona o ente colectivo
representado.
El autor en sus diversas modalidades incurrirá en la pena prevista para la conducta
punible.
Artículo 31. Concurso de conductas punibles. El que con una sola acción u omisión o
con varias acciones u omisiones infrinja varias disposiciones de la ley penal o varias
veces la misma disposición, quedará sometido a la que establezca la pena más grave
según su naturaleza, aumentada hasta en otro tanto, sin que fuere superior a la suma
aritmética de las que correspondan a las respectivas conductas punibles debidamente
dosificadas cada una de ellas.
Inciso modificado por el artículo 1º de la Ley 890 de 2004. El nuevo texto es el
siguiente: En ningún caso, en los eventos de concurso, la pena privativa de la libertad
podrá exceder de sesenta (60) años.
Álvaro Enrique Márquez Cárdenas
210
Artículo 27.
Son responsables criminalmente de los delitos y faltas los autores y los cómplices.
Artículo 28.
Son autores quienes realizan el hecho por sí solos, conjuntamente o por medio de
otro del que se sirven como instrumento. También serán considerados autores:
Artículo 29.
Son cómplices los que, no hallándose comprendidos en el artículo anterior, cooperan
a la ejecución del hecho con actos anteriores o simultáneos.
Artículo 30.
1. En los delitos y faltas que se cometan utilizando medios o soportes de difusión
mecánicos no responderán criminalmente ni los cómplices ni quienes los hubieren
favorecido personal o realmente.
Artículo 31.
El que actúe como administrador de hecho o de derecho de una persona jurídica, o
en nombre o representación legal o voluntaria de otro, responderá personalmente,
La coautoría en la dogmática penal frente a otras formas de autoría y participación
211
aunque no concurran en él las condiciones, cualidades o relaciones que la
correspondiente figura de delito o falta requiera para poder ser sujeto activo del
mismo, si tales circunstancias se dan en la entidad o persona en cuyo nombre o
representación obre.
Artículo 65.
1. Las circunstancias agravantes o atenuantes que consistan en la disposición moral
del delincuente, en sus relaciones particulares con el ofendido o en otra causa personal,
servirán para agravar o atenuar la responsabilidad solo de aquellos en quienes
concurran.
2. Las que consistan en la ejecución material del hecho o en los medios empleados
para realizarla, servirán únicamente para agravar o atenuar la responsabilidad de los
que hayan tenido conocimiento de ellas en el momento de la acción o de su
cooperación para el delito.
§25. (1) Será penado como autor quien comete el hecho punible o lo hace por medio
de otro.
(2) Si varios cometen el hecho punible en común, cada uno de ellos será penado como
autor (coautor).
§26. Con la misma pena que el autor será penado como inductor quien determine
dolosamente a otro para la comisión dolosa de un hecho antijurídico.
§27. (1) Será penado como cooperador [cómplice] quien dolosamente ha prestado
ayuda a otro para la comisión dolosa de un hecho antijurídico.
(2) La pena para el cooperador se ajusta a la pena del autor. Se atenuará conforme
establece el § 49.1.
(2) Si la ley determina que especiales elementos personales agravan la pena, la atenúan
o la excluyen, ello regirá solo para aquel que haya tomado parte en el hecho (autor
o partícipe) en el que tales elementos concurran.
212
1. Como órgano autorizado para la representación de una persona o como
miembro de dicho órgano.
2. Como socio autorizado para la representación de una sociedad jurídica o como
miembro de dicho órgano,
3. Como representante legal de otro, en el caso de que una ley establezca la
punibilidad para determinadas cualidades, características o circunstancias (especiales
elementos personales), será también aplicable al representante, aunque estos
elementos no concurran en el representante pero sí en el representado.
(2) Quien por el propietario de una empresa o por quien está especialmente
autorizado, sea:
(3) Los párrafos 1 y 2 son también aplicables cuando el acto jurídico en el que se
base la autorización para la representación o la relación de encargo, sea ineficaz.
No solo el autor inmediato ejecuta la acción punible, sino también todo el que
determina a otro a su ejecución o de alguna manera coopera con la misma.
Si en el hecho participaran varios, cada uno será punible de acuerdo con su propia
culpabilidad.
213
CÓDIGO PENAL EN FRANCIA
Artículo 121-4
Art. 121-6
Será punible como autor el cómplice de la infracción en el sentido del art. 121-7.
Art. 121-7
Art. 117. Modificación del título del delito para cada uno de los partícipes.
Si por las condiciones o las cualidades personales del culpable o por las relaciones entre
el culpable y el ofendido, se modifica el título del delito para alguno de aquellos que
han participado en él, también los otros responderán por el mismo delito. Sin perjuicio
de ello si éste es más grave, el juez podrá, respecto de aquellos en los que no concurran
las condiciones, las cualidades o las relaciones ante dichas, disminuir la pena.
214
respectiva, que esas cualidades o relaciones se verifiquen en cualquiera de ellos,
excepto si otra fuera la intención de la norma incriminadora.
2. Siempre que por efecto de la norma prevista en el apartado anterior resultara
para alguno de los partícipes la aplicación de una pena más grave, ésta podrá,
consideradas las circunstancias del caso, ser sustituida por la que hubiera sido aplicable
de no haber intervenido tal regla.
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Este libro se terminó de imprimir
en el mes de julio de 2008
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