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Néstor A. Romero (1), Eduardo A. Comerón (2) y Enrique Ustarroz (3). 1995.
La Alfalfa en la Argentina, INTA Cuyo, 150-170.
1)-INTA E.E.A Anguil.
2)-INTA E.E.A Rafaela.
3)-INTA E.E.A Manfredi.
www.produccion-animal.com.ar / www.produccionbovina.com
CRECIMIENTO VEGETATIVO
La parte aérea de la planta fotosintetiza los componentes necesarios para el desarrollo radicular y vegetativo,
constituyendo, al mismo tiempo, la parte aprovechable de la misma. La eliminación de los tallos y hojas a través
de cortes o pastoreos en momentos inadecuados afecta no sólo la producción sino también la persistencia de la
alfalfa.
En alfalfas establecidas, el primer crecimiento de primavera se origina en las yemas ubicadas en la corona (Fig.
84). Estas se forman durante la temporada de crecimiento anterior, alcanzando su máximo número hacia fines del
otoño (94). Los crecimientos posteriores se originan en yemas de corona, dando origen a tallos de corona, y en las
yemas axilares de los tallos remanentes, que dan origen a tallos axilares.
Figura 84.- Yemas de corona, yemas axilares, tallos de corona y tallos axilares
El aporte de unos y otros a la producción ha sido evaluado por distintos investigadores. Leach (65, 66, 68, 69)
y Singh y Winch (94), concluyeron que el rebrote después de un corte, en su mayor parte se origina en las yemas
axilares de los tallos remanentes por lo que la remoción de los mismos causa un alargamiento de las yemas de
corona, demora el rebrote y reduce el número de tallos.
Juan (58) concluyó que si bien el número de tallos axilares después del corte es mayor que los de corona, a
medida que avanza la madurez muchos mueren. Los tallos de corona aumentan con la madurez, siendo su aporte
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productivo mayor que el de los tallos axilares. No obstante, la proporción de unos y otros depende del estado de
madurez de la planta en el momento del corte anterior (Figs. 85 y 86).
Figura 85: Aporte productivo de tallos de corona y axilares en distintas etapas del
rebrote a partir de dos momentos del corte anterior. Juan, 1989 (58)
Figura 86: Número de tallos de corona y axilares en distintas etapas del rebrote a partir
de dos estados de madurez en el momento del corte anterior. Juan, 1989 (58)
El número de tallos por planta se incrementa con la edad de la misma, pero en cada ciclo de crecimiento la
mayor cantidad se logra a los 14 días de iniciado el rebrote (68). A partir de allí declinan con la madurez (79,94).
Los cultivares difieren en la proporción de tallos que reasumen el crecimiento después del corte o pastoreo (68)
y la relación entre el número de tallos y el tamaño de los mismos es inversa (66). Desde el punto de vista
agronómico deben elegirse aquellas variedades que tengan la mayor cantidad de yemas de corona prontas a crecer
inmediatamente después del corte o pastoreo, poniendo especial énfasis en aquellas prácticas de manejo que
favorezcan esta característica.
ENERGÍA Y CRECIMIENTO
La energía necesaria para iniciar el crecimiento de la alfalfa después de la defoliación y hasta que se genere
una adecuada área foliar, proviene de los carbohidratos de reserva o carbohidratos no estructurales (azúcares,
almidón y otros compuestos orgánicos), que son almacenados por la planta en las raíces y, en menor proporción,
en la corona.
Estos compuestos son redistribuidos cuando las condiciones de crecimiento lo requieren. Conocer la función
que ellos cumplen en los procesos de crecimiento es fundamental para entender la respuesta de la planta a las
distintas prácticas de manejo.
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En los períodos en que los carbohidratos son utilizados por la planta, el almidón es convertido en azúcares para
alimentar los nuevos crecimientos, mientras que los azúcares son condensados en almidón y almacenados cuando
la planta los produce en exceso. Durante el otoño, el porcentaje de azúcares (sucrosa, principalmente) se
incrementa marcadamente en relación con el almidón, debido a que es la forma en que la planta lo utilizará en el
invierno y para iniciar el primer crecimiento en la primavera siguiente.
Más de la mitad de las reservas almacenadas hacia fines del otoño son utilizadas durante el invierno (13, 16,
95). En la región semiárida pampeana, se han registrado consumos de reservas durante los meses de junio, julio y
agosto del 24 %, encontrándose los niveles más bajos al comienzo de la primavera (8). Por ello es importante
iniciar el invierno con un adecuado nivel de reservas para tener una planta vigorosa y productiva a principios de la
primavera.
Las altas temperaturas reducen el contenido de carbohidratos en las raíces (34, 55, 75, 99). Cortes frecuentes
en períodos de alta temperatura en variedades sin latencia han sido correlacionados con una disminución de la
producción y pérdida de plantas (34). Por el contrario, las temperaturas bajas del otoño y el menor crecimiento
que experimenta la alfalfa durante esta estación favorecen la acumulación de reservas en raíces.
El sistema de uso que se implemente deberá contemplar el mantenimiento de un alto nivel de carbohidratos de
reserva a través de la estación de crecimiento si se desea obtener una alta producción y buena persistencia del
cultivo.
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La floración tiene también sus limitaciones ya que sólo sirve como indicador en determinadas épocas del año
y se produce después de no menos de 25 a 30 días de crecimiento activo. Altas temperaturas disminuyen el
número de días requeridos para alcanzar la floración (55) por lo que durante la estación de crecimiento los
intervalos entre cortes resultan muy irregulares (8). Períodos de sequía en primavera y verano provocan también
una floración prematura ya que la planta tiende a completar su ciclo floreciendo como respuesta a una situación
adversa, sin haber alcanzado el pleno desarrollo.
Exceptuando situaciones como las descriptas, la acumulación de carbohidratos en la raíces está estrechamente
asociada con la floración .
Los rebrotes de corona también han sido propuestos como indicadores de madurez fisiológica. Sin embargo,
Willard (106) concluyó que varios factores pueden causar la aparición de rebrotes de corona: ruptura de la
dominancia apical, alto contenido de reservas en las raíces, lluvia posterior a un prolongado período de sequía o
cuando la corona recibe una cantidad de luz adicional como consecuencia de un vuelco de la parte aérea.
En general, la aparición de rebrotes en la corona es un buen indicador para las variedades sin reposo en inicio
de primavera o en otoño (marzo-abril). En estas épocas, como consecuencia de los días cortos, las plantas no
florecen a pesar de estar en condiciones de ser utilizadas.
El mejor criterio es considerar el estado de desarrollo fisiológico como indicador del momento de uso, aunque
no siempre es fácil de aplicar debido a las irregularidades climáticas. Una combinación de estos indicadores
aparece como la decisión más apropiada.
Cuadro 26: Producción de materia seca (tn/ha) de alfalfa sometida a distintas frecuencias de corte. Bariggi (8)
Cortes en primavera-verano
C/21 días C/35 días C/45 días
Cortes otoño tn/MS/ha Media
C / 21 días 5,5 c 6,2 c 8,8 b 6,8
C / 35 días 6,5 b 8,0 b 10,1 a 8,2
C / 60 días 9,3a 10,8a 10,0a 10,0
Media 7,1 8,3 9,6 1
D.M.S. s/Tukey: 5 %, Valores seguidos
por letras iguales son estadísticamente iguales.
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Como ejemplo, se analiza la información de una temporada en Gral. Villegas, ubicada en la zona subhúmeda
de la región pampeana (Cuadros 26 al 28).
Cuadro 27: Contenidos de proteína (%) en alfalfa sometida a distintas frecuencias de corte. Bariggi (8)
Cortes Proteína (%)
Primavera - verano
C / 21 días 30
C / 35 días 27
C / 45 días 23
Otoño
C / 21 días 24
C / 35 días 20
C / 60 días 16
Para obtener una alta cantidad y calidad de forraje, asociadas con una buena persistencia de la alfalfa, debe
usarse una frecuencia de defoliación que contemple aproximadamente 35 días entre cortes o pastoreos.
En lo referente a calidad del forraje, no sólo se debe considerar el contenido de proteína sino también otros
parámetros, como porcentajes de hoja, tallo, fibra, lignina, digestibilidad y consumo animal. Cortada en estados
inmaduros, la alfalfa produce un forraje de mayor calidad pero se reducen significativamente su producción y
persistencia.
Estados muy maduros producen mayor cantidad de forraje pero de menor calidad, aunque se mejora la
persistencia. Tanto los parámetros de calidad como los que definen la persistencia están íntimamente relacionados
con los estados de madurez.
La evolución de los parámetros que determinan la calidad del forraje en relación con los estados de
crecimiento se observan en las Figs. 88 y 89. A medida que avanzan los estados de madurez disminuyen los
porcentajes de proteínas y minerales, aumentando los componentes que reducen la calidad del forraje, como fibra
(celulosa y hemicelulosa) y lignina,
Un forraje de alta calidad está directamente relacionado con un alto contenido de hojas y bajo porcentaje de
tallos. Con la madurez también disminuyen la digestibilidad del forraje y el consumo animal.
Figura 88: Evolución de los componentes del forraje de alfalfa en relación con los estados de madurez.
Blaser (10)
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A pesar que el pastoreo es menos drástico que el corte en lo que a defoliación se refiere, introduce, en cambio,
otros factores que pueden afectar el crecimiento de la alfalfa, como la compactación del suelo por el pisoteo de los
animales y la defoliación selectiva.
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El pastoreo continuo permite al animal hacer un consumo selectivo del forraje, por lo que en pasturas nuevas
de alfalfa se logra una buena ganancia de peso. El debilitamiento y pérdida de plantas afectarán a la producción de
forraje en una primera etapa y, más tarde, a la persistencia (9). El tiempo requerido para que se produzca un
marcado deterioro de la alfalfa con el pastoreo continuo está influenciado por factores como tipo de cultivar,
condiciones climáticas y de suelo, ataque de plagas, largo de la estación de crecimiento y carga animal (9, 77,
100).
Experiencias llevadas a cabo en la región pampeana (9, 57) demostraron claramente que el pastoreo continuo
no es recomendable para la utilización de alfalfa. En Anguil (9), aún trabajando con una alfalfa del tipo pampeano
adaptada a la zona y con una baja carga animal, la pastura solo duró 3 años (Fig. 91). La defoliación frecuente a
que es sometida una alfalfa con el pastoreo continuo causa un debilitamiento general de la planta, produciendo no
sólo menor cantidad de forraje sino también, reduciendo el tamaño del sistema radicular. Esto acelera la muerte de
la planta en situaciones adversas como períodos de sequía, ataque de plagas o enfermedades, heladas intensas, etc.
En el pastoreo rotativo, a diferencia del continuo, los animales rotan en varios potreros. El sistema contempla
desde el uso de dos potreros (pastoreo alternado) hasta el de 36 potreros, con pastoreos diarios. Se suele relacionar
al pastoreo rotativo con un elevado nivel de apotreramiento. Aún con un solo potrero es posible realizar pastoreo
rotativo en la medida en que ese potrero sea consumido usando un período de pastoreo relativamente corto y se
recupere el tiempo necesario antes de la próxima utilización. El inconveniente de este sistema es operativo, ya que
si la superficie con pastura es extensa se hace difícil contar con la cantidad de animales para consumirla en un
período relativamente corto.
Las principales ventajas del pastoreo rotativo por sobre el continuo radican en que el primero respeta los ciclos
de crecimiento de la planta, habiendo una mayor producción de forraje y mejor persistencia. Se pueden controlar,
además, la calidad del forraje a consumir, la altura de defoliación de la pastura y las pérdidas de forraje.
períodos de pastoreo (4 días vs. 36 días), evaluaciones realizadas en distintos estados de madurez de la planta, uso
de distinta carga animal, etc. (51, 54). Investigaciones llevadas a cabo por Leach (64), O'Connor y Varlha (80),
Cosgrove y While (30), concluyen que períodos de pastoreo de 7 a 10 días serían los mas recomendables para la
mayoría de los cultivares de alfalfa. En el país, ensayos llevados a cabo en Anguil, Gral. Villegas y Marcos Juárez
que incluían distintas variedades de alfalfa sometidas a períodos de pastoreo de 2, 3, 6, 12 y 18 días, con 35 días
de descanso entre pastoreos, permitieron llegar a similares conclusiones. Romero et al. (87), encontraron que la
duración del período de pastoreo influyó considerablemente sobre la persistencia de las alfalfas y, en menor
medida, sobre la producción (Fig. 92).
Figura 92: Producción (tn MS/ha) y cobertura de alfalfas sometidas a distintos períodos de pastoreo.
Romero et al. (87)
Los autores concluyen que períodos de pastoreo de 6 a 12 días serían los más recomendables para un amplio
espectro de variedades. Hernández y Zaniboní (46), luego de tres temporadas de pastoreo, observaron que las
variedades de alfalfa evaluadas mostraron menor pérdida de plantas cuando fueron sometidas a pastoreos de 6 y
12 días en comparación con 3 y 18 días (Fig. 93).
ajustando la carga animal a la disponibilidad de forraje o la superficie a la cantidad de animales disponibles con
henificación del sobrante (11, 44,56). En Anguil, Romero (85) no logró detectar diferencias en la producción de
carne por hectárea entre el pastoreo rotativo y el continuo en las dos primeras temporadas debido al uso de una
baja carga animal (1 U.G./ha) (Fig. 94). No obstante, en otro ensayo, elevando la carga animal a 3 U.G./ha, logró
importantes diferencias productivas a favor del pastoreo rotativo al finalizar la primera temporada (Fig. 95).
La relación existente entre la carga animal, la ganancia de peso individual de los animales y la producción de
carne por hectárea es muy compleja. A medida que se incrementa la carga disminuye la ganancia por animal,
aumentando la producción por hectárea hasta un cierto límite mas allá del cual, ambas decrecen. Investigaciones
realizadas por Ustarroz y Brunetti (102) mostraron que la ganancia de peso por animal disminuyó linealmente con
el aumento de carga animal a razón de 40 gr por cada novillo que se agregó, mientras que la producción de carne
por hectárea aumentó hasta una carga de 6,5 nov/ha. Lange (61, 60) y otros autores (32), han analizado estos
conceptos y sus implicancias bajo condiciones prácticas, por lo que el lector podrá encontrar información
adicional en los trabajos citados. El tema ha sido tratado también por Hodgson (49) y Cowlishaw (30).
La carga animal no es un parámetro apropiado para extrapolar los resultados a otras situaciones, ya que no
toma en cuenta las distintas disponibilidades de forraje. Las variaciones de clima y suelo hacen muy difícil
predecir el crecimiento de la alfalfa. Valores extrapolables a distintas condiciones de crecimiento pueden
obtenerse usando relaciones de ganancia de peso vivo por animal y por hectárea con otros parámetros tales como
porcentaje de utilización de la pastura o asignación del forraje por animal. Estos reflejan la relación existente entre
la disponibilidad de forraje y la cantidad de animales usados para consumirlo.
Los objetivos del sistema de producción, la relación de precios entre el novillo de venta y el ternero de
reposición y la evolución del precio de la carne en el año, son los criterios económicos usados para determinar la
conveniencia del uso de una cierta carga animal.
El ajuste de la carga a través de la estación de crecimiento es el sistema más racional de aprovechamiento de la
alfalfa. El incremento de la carga animal puede ir acompañada de pérdida de plantas de alfalfa, especialmente
cuando el sistema de pastoreo no es el adecuado (77, 100).
Por lo expuesto, el manejo del pastoreo requiere una cuidadosa planificación y la carga animal óptima debe
estimarse considerando los factores señalados.
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En la región pampeana, con períodos de uso otoñales largos (70-90 días), el pastoreo continuo en esta estación
del año reduce el stand de plantas y la producción de forraje (45). Para evitar estos efectos se ha recomendado, en
algunos casos, no pastorear las alfalfas en el período de mediados de marzo a mediados de junio (21, 40, 63). La
mayoría de estas investigaciones fueron efectuadas sobre alfalfas sometidas a un pastoreo continuo por lo que el
efecto benéfico del descanso de otoño se vio potenciado. Prescindir del uso de las pasturas en esa época del año es
complicado, no sólo porque lo que se deja de producir, que es aproximadamente el 30 % de la producción total de
la temporada (8), sino también porque no hay demasiadas alternativas en la oferta forrajera.
Para la región semiárida pampeana, las fechas críticas de uso están ubicadas en un período de
aproximadamente 21 días que incluye la última semana del mes de marzo y las dos primeras de abril, para
variedades de un amplio rango de dormancia. No obstante, el efecto negativo del pastoreo en esa época del año
puede neutralizarse si la pastura ha sido usada con un pastoreo rotativo durante la primavera y el verano, y se ha
tomado la precaución de variar las fechas de pastoreo de otoño en cada potrero de un año a otro (86).
Existen evidencias sobre diferencias varietales relacionadas con el manejo de otoño. Variedades con mucha
latencia como Kanza en Argentina y Vernal en EE.UU., son tolerantes a la defoliación de otoño, no sucediendo lo
mismo con alfalfas sin dormancia (8, 16,101).
En resumen, es necesario enfatizar que el largo de la estación de crecimiento, el grado de dormancia de las
variedades y el manejo del pastoreo durante la primavera y el verano, tienen marcados efectos sobre la utilización
de la alfalfa durante el otoño. El clima de la región pampeana permite el uso de cultivares con amplios grados de
reposo aunque se deberán intensificar las investigaciones para determinar el manejo de otoño más adecuado para
cada zona y grupo de cultivares.
pastoreo cultivares de pasto ovillo en mezcla con alfalfa de patencia intermedia en comparación con festuca alta.
Los resultados indicaron variación en la producción y composición botánica entre cultivares de pasto ovillo en
mezcla con alfalfa y entre éstos y la mezcla con festuca alta.
De las gramíneas perennes comúnmente usadas en asociación con la alfalfa, la festuca alta fue la especie de
mejor adaptación a la mezcla en Manfredi (102), mostrando mayor índice de área foliar, número y tasa de
producción de macollos, que el resto de las gramíneas. Las alfalfas de grado de reposo intermedio (grado 6),
proveyeron mejores condiciones de crecimiento para las gramíneas que las alfalfas sin reposo (grado 9). Las
mayores tasas de muerte de hojas y macollos de las gramíneas asociadas con la alfalfa se produjeron a principios
del verano, por lo que el manejo en esta época debería ser muy cuidadoso con el fin de no perder plantas de la
gramínea.
Un aspecto importante a considerar en la comparación de las mezclas versus la alfalfa pura es la evolución de
las malezas. En general los resultados muestran variaciones según la gramínea utilizada y la estación del año. En
el Cuadro 30 se presentan los resultados obtenidos con dos mezclas simples (cebadilla criolla y festuca alta) en
otoño y primavera.
La difusión alcanzada en los últimos años por las variedades sin latencia o sin reposo dificulta el
mantenimiento de mezclas relativamente estables. Esto es debido, principalmente, a la mayor frecuencia de
aprovechamiento de estas alfalfas en relación con las de mayor latencia. En la zona central de la provincia de
Santa Fe se realizan hasta 9 pastoreos por año en este tipo de cultivares.
La producción de las mezclas y el aporte de las gramíneas dependerán de las condiciones de suelo y clima de la
región, del tipo y cultivar de alfalfa, de la especie y cultivar de gramínea utilizado, del sistema y densidad de
siembra y del manejo impuesto. Si bien, en general el aporte que hacen las gramíneas a la producción total no es
elevado, éstas permiten alargar la vida útil de la pastura, especialmente cuando se registran condiciones
desfavorables para la alfalfa. Además, ayudan a mantener y/o recuperar la estructura del suelo a través de un
sistema radicular fibroso y disminuyen los riesgos de meteorismo.
CONSIDERACIONES GENERALES
Sin duda la alfalfa es una planta que tiene ciclos de crecimiento bien definidos, pero íntimamente relacionados
a las condiciones climáticas. Es obvio que la madurez fisiológica sería el criterio ideal para determinar el
momento apropiado de uso, pero tiene sus limitaciones. La aparición de rebrotes de corona y el número de días
entre cortes o pastoreos son también indicadores que pueden ser aplicados tomando ciertos recaudos. La mejor
decisión sería usar una combinación de los tres criterios. De esta manera se tendrá un mejor control sobre el
volumen y calidad del forraje producido.
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Cualquiera sea el manejo implementado, éste deberá contemplar el mantenimiento de altos niveles de
carbohidratos en raíces y coronas.
El pastoreo rotativo aumenta la producción y persistencia de la alfalfa, pero las diferencias en producción de
carne sólo son detectables si se hace un uso eficiente del forraje, principalmente con una carga animal adecuada.
El apotreramiento por sí mismo no aumentará la producción. Con una subdivisión moderada se lograrán las
ventajas comparativas que ofrece el pastoreo rotativo.
En el otoño se producen importantes cambios fisiológicos en la planta para sobrevivir el invierno. Es en esta
época que el manejo debe ser cuidadosamente planeado para que la alfalfa crezca vigorosa en la primavera
siguiente.
Figura 96.- Relación general entre nivel de asignación de pasto (para pasturas de alfalfa) y respuesta animal.
(Comerón y Romero. Datos no publicados)
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Para pasturas de gramíneas, varios investigadores (22, 24, 41, 42, 71) han demostrado que la relación entre la
AP y el consumo es asintótica. En efecto, a niveles bajos de AP la respuesta marginal de la ingestión es
importante, disminuyendo a medida que se incrementan dichos niveles hasta hacerse nula (Fig. 96).
De los pocos trabajos realizados en el país sobre utilización de pasturas puras o mixtas de alfalfa con vacas
lecheras, se considera como regla general que el máximo consumo o, su consecuencia, la máxima producción de
leche, se lograría a valores mínimos de AP de alrededor de 55 g MS/kg PV (Fig. 97) o 5,5 % del PV o entre 30-32
kg MS/vaca.
Figura 97: Evolución de la producción de leche en función del nivel de asignación de una pastura
mixta de alfalfa en un sistema de pastoreo rotativo en franjas diarias. Castro et. al, 1993 (18).
Comerón y Romero (comunicación personal), consideran que con el objeto de abarcar el factor "capacidad de
ingestión", dicho valor de AP sería de alrededor de 1,75 veces el consumo máximo esperado (CME). Este CME
puede ser estimado a partir de varias ecuaciones de predicción, presentándose en la siguiente página aquellas que
combinan sencillez de operación y calidad de estimación,
Si bien en valores relativos se verifica siempre esa evolución asintótica entre la relación del nivel de AP con la
respuesta animal, en valores absolutos puede haber diferencias. Las mismas van a estar asociadas a) efecto propio
de un solo factor o, como sucede generalmente, al efecto combinado de varios de ellos (potencial de producción
del animal, calidad del pasto, composición botánica de la oferta, ambiente, estructura de la pastura, etc.),
Si bien no se discute que ante cambios en los niveles de AP la respuesta será superior en vacas de mayor peso
y potencial de producción, puede suceder que la evolución asintótica de dicha relación se verifique de forma
diferente. En un lote de vacas donde había animales de diferentes niveles de producción, Comerón y Romero
(datos no publicados), constataron que en aquellos casos de alto potencial se llegó al máximo de producción con
una AP de alrededor de 20 kgMS/v/d, obteniéndose, por el contrario, un incremento lineal de respuesta con vacas
de baja producción hasta el valor máximo de AP testeado (casi 25 kg MS/v/d) (Fig. 98).
Esta aparente incongruencia en las respuestas observadas podrían explicarse, en parte, de la siguiente manera:
por un lado, es posible que las vacas de mayor producción tengan más habilidad (velocidad de ingestión, por
ejemplo) y/o dominancia con respecto a las otras para cubrir sus requerimientos en forma anticipada y, por el otro,
que su potencial genético no es lo suficientemente elevado o que no pudieron expresarlo con el tipo de dieta
ofrecida (pastura de alfalfa más 2,7 kg MS/v/d de balanceado comercial) a pesar del aumento en la asignación de
pasto.
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Figura 98: Relación entre la producción de leche y el nivel de asignación de una pastura de alfalfa
según el potencial genético de los animales. Comerón y Romero. Datos no publicados.
Es decir que el concepto de AP fijado para todo un lote de animales no implica que cada individuo reaccione
de la misma manera. Cabe aclarar que Comerán (23) constató estos resultados de evolución diferente entre la
relación AP y consumo-producción, cuando comparó la respuesta de multíparas y primíparas. Es de suponer que
de haber fijado un nivel de AP superior al máximo utilizado en los dos trabajos, la respuesta de las vaquillonas y
de las vacas de menor potencial de producción hubieran llegado a hacerse asintóticas..
Comerón et al. (datos no publicados) comprobaron que la relación hoja/tallo, asociada con el valor nutritivo
total de la planta y probablemente con el grado de facilidad para la cosecha, marcaba respuestas diferentes entre la
relación AP y respuesta animal (Fig. 99).
Es de esperar también cambios en la respuesta animal para un mismo nivel de AP debido a diferencias del
valor nutritivo entre las estaciones del año. Bruno et al. (15) mostraron diferencias de la planta entera y entre
estratos (superior e inferior) de dos cultivares de alfalfa para las distintas estaciones del año.
Por ejemplo, para la planta entera, la digestibilidad de la materia seca (DIVMS) presentó valores promedios de
67,7; 72,9; 76,4 y 68,8 % en verano, otoño, invierno y primavera, respectivamente. En el caso de la estructura
vertical encontraron diferencias entre el estrato superior e inferior de 12,9; 8,2 y 16,6 puntos de DIVMS para
verano, otoño-invierno y primavera, respectivamente. Esto reviste mayor importancia cuando se trabaja con
niveles bajos de AP (alta carga), donde se obliga al animal a cosechar los estratos inferiores de la planta y/o mayor
cantidad de tallo.
En un sistema de pastoreo de franjas diarias Romero y Comerón (datos no publicados) estudiaron la dinámica
de la defoliación a través de la distribución de la materia seca y de la participación de la hoja por estratos de 10 cm
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El Sitio de la Producción Animal
en una pastura de alfalfa. Estos autores muestran (a través del rechazo) que a medida que el nivel de AP
disminuye, el animal se ve obligado a cosechar los estratos más bajos y con menor cantidad de hoja (Fig. 100).
Figura 100.- Distribución de la materia seca total y del porcentaje de hoja por estrato de 10 cm de una
pastura de alfalfa en la oferta y en el rechazo para distintos niveles de asignación de pasto (27, 17 y 11 kg
MS/vaca/día para T 27,T 17 y T 11 respectivamente). Comerón y Romero. Datos no publicados.
Los mismos autores repitieron este estudio pero en un sistema de pastoreo con franjas para tres días y con una
AP de 36 kgMS/vaca (AP media teórica de 12 kg MS/vaca/día). Como se observa en la Fig. 101, en un principio,
los animales eligen fundamentalmente las hojas y los estratos superiores de la alfalfa, para posteriormente
consumir el resto de la planta. La magnitud y extensión de este efecto estará evidentemente determinada por el
nivel de AP.
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El Sitio de la Producción Animal
Figura 101.- Distribución por estrato de la biomasa de hoja y tallo de alfalfa a través de 3 días de permanencia
de animales en una franja de pastoreo. Comerón, Romero y Bruno. Datos no publicados
Jahn (52) evaluó el efecto del estado fenológico de la alfalfa (prebotón, 10 % de flor y 50 % de flor), a dos
niveles de AP. Los resultados obtenidos se presentan en el Cuadro 31.
Cuadro 31.- Producción de leche por vaca por día para los diferentes estados
fenológicos y nivel de asignación de pastura (AP), (52).
Nivel Estado fenológico
de AP Prebotón 10 % flor 50 % flor
Bajo 17,3 17,0 15,2
Alto 18,0 7,4 17,7
Media 17,7 17,2 16,5
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Si bien no se observan grandes diferencias entre estados fenológicos, habría una tendencia a disminuir la
producción de leche con el avance de la madurez.
En cuanto al efecto combinado del estado fenológico y el nivel de AP, no es posible obtener demasiadas
conclusiones ya que los autores han fijado este último en cuanto a la altura del pasto rechazado, por lo que es
posible que de expresarse dicha asignación en kg MS/ vaca/día, ésta podría ser diferente para cada estado
fenológico.
La variación a través del año de la composición botánica de la pastura ofrecida, fundamentalmente en lo que
hace a la participación de la maleza, modifica el nivel de AP en cuanto a las especies deseables. Romero el al. (84)
determinaron la composición botánica en la pastura de alfalfa y festuca durante 3 años, constatando diferencias
importantes entre las estaciones del año (Fig. 102).
Figura 102.- Valores promedio por estación de la composición botánica de una mezcla de alfalfa (cv. Kanza)
y festuca (cv. Pergamino El Palenque) para el período 1982-84. Romero el al. 1985 (84)
En cuanto al efecto de la estructura de la pastura (altura y densidad) sobre el consumo, no existe aún
información sobre alfalfa, aunque es dable esperar que se verifiquen las respuestas encontradas en investigaciones
efectuadas con otras especies (4,2,20,19,48,105). Sin embargo cabe aclarar que los efectos derivados de los
factores que involucran la estructura de la pastura pueden llegar a estar asociados al valor nutritivo de la pastura.
Romero y Comerán (datos no publicados) constataron en un estudio de la dinámica de defoliación de una
pastura de alfalfa, que los animales tienden a seleccionar las plantas más altas. En efecto, estos autores observaron
que la altura media de las plantas cosechadas era superior a la de la pastura ofrecida, siendo mayor este efecto
cuanto menor era la altura de esta última.
El gran inconveniente práctico para fijar el nivel de AP consiste en la estimación de la biomasa. Parecería que
el método destructivo (cortes) es el más indicado para determinarla, recomendándose para mejorar la precisión
aumentar el tamaño de la muestra (por ejemplo cuadros de 1 m2), más que incrementar el número de muestras con
tamaños pequeños.
Guaita el al. (43) recomiendan la estimación de la biomasa por el método visual ajustada por doble muestreo,
con el objeto de reducir el número de muestras bajo corte. Para ésto, se debe proceder a una calibración que
permita obtener la ecuación de regresión correspondiente, lo que requiere un operario previamente entrenado.
En gramíneas templadas (raigrás fundamentalmente) se pueden utilizar algunos atributos de la pastura (altura o
su combinación con la densidad), para estimar indirectamente la biomasa con un buen grado de aproximación,
dentro de ciertos límites. La determinación de esos atributos se puede realizar con elementos sencillos (regla
graduada, herbómetro) y de fácil aplicación.
Para el caso de la alfalfa, Romero et al. (datos no publicados) observaron que la biomasa (expresada en kg
MS/ha) no está lo suficientemente correlacionada con la altura (r = 0,62). El único atributo de la pastura que
presenta un buen grado de relación sería el número de plantas por m2 (r = 0,85), pero su determinación requiere de
tiempo y entrenamiento. Sin embargo, Schmidt (89) desarrolló una metodología de medición de la altura de la
pastura de alfalfa con la cual pueden lograrse estimaciones medianamente confiables de la biomasa y de algunos
parámetros del valor nutritivo, proponiendo además indicadores de altura de la planta para la toma de decisiones
en el manejo de la pastura.
Jahn (52) definió explícitamente los niveles de AP a través de la altura de la planta de alfalfa al final del
pastoreo. Así evaluó el efecto de dos niveles de residuos en tres estados fenológicos (prebotón, 10 y 50 % de
floración) y dos niveles de utilización de la pastura (32 y 45 % de la altura ofrecida) sobre la respuesta de vacas
lecheras.
17
El Sitio de la Producción Animal
Este autor constató que, independientemente del estado fenológico, las producciones de leche por hectárea
fueron superiores en un 22 % cuando las vacas eran sometidas al nivel de mayor carga, disminuyendo el consumo
y la producción individual en un 17 y 6 %, respectivamente.
Sin embargo, cuando analiza los resultados del efecto estado fenológico para cada nivel de utilización, se
presentan interacciones difíciles de explicar (Fig. 101) ya que, como se indicó anteriormente, es muy probable que
los niveles de AP fueran diferentes entre los distintos estados evaluados.
Es evidente que, de acuerdo al nivel de AP que se fije, se obtendrá un valor determinado de eficiencia de
utilización o de cosecha de la pastura (EUP; proporción del pasto ingerido de la cantidad total ofrecida).
Volviendo a la Fig. 96 y a los comentarios sobre el Concepto de la relación asintótica entre la AP y la
respuesta animal, si se fijara el valor mínimo de AP para asegurar la máxima respuesta animal, la EUP resultante
sería de alrededor del 50 %. Trabajar a estos valores de AP implica, en consecuencia, desperdiciar un gran
volumen de forraje siendo muy baja la productividad por unidad de superficie.
Es claro, por otra parte, que para un animal en particular, el objetivo de una elevada EUP seguramente no se
corresponderá con el objetivo de una óptima nutrición. Es de esperar que ante incrementos significativos a partir
de aquel valor de eficiencia de pastoreo (aumento de carga o disminución en la asignación de pasto) se afecte el
consumo y, como consecuencia, la producción de leche.
Por supuesto, si se desea mejorar la performance individual manteniendo una carga animal elevada, deberá
recurrirse a la suplementación independientemente de la mejora que esto puede provocar en el balance de las
dietas (Cap. 10).
De los resultados de ensayos experimentales, Comerón y Romero (datos no publicados), concuerdan que para
lograr un compromiso entre producción de leche individual y por superficie, el nivel de AP sería de
aproximadamente 1,5 veces el CME (equivalente a 20-22 kg MS/vaca/día o 4 % del peso vivo). En estas
circunstancias, la EUP puede elevarse hasta el 70 % o incluso superarse.
A medida que siga disminuyendo el nivel de AP mayor será la EUP, pudiendo alcanzar valores del 80 al 90 %
con AP de alrededor de 14 hasta 11 kg MS/vaca/día, respectivamente (Comerón y Romero, datos no publicados).
Estos investigadores indican que para la gama de niveles de AP testeados (desde 10,6 hasta 21,7 kg MS/v/d) la
EUP disminuiría en alrededor de 1,7 puntos por cada kg de materia seca ofrecida que se adicionó.
Sin embargo también aclaran que el nivel de AP solamente explicó un 38 % de las variaciones en la EUP
observadas. La predicción mejoró cuando se consideraron además algunas variables asociadas a las características
de los animales (nivel de producción y estado de la lactancia) elevándose el r2 al 92 %.
Otro grupo de variables que mostraron un efecto importante en la determinación de la EUP fueron la superficie
de franja asignada "SA" (expresada en m2/v/d) y la relación hoja:tallo de la biomasa ofrecida "H/To" (expresada
en porcentaje de hoja del total).
En efecto, Comerón y Romero demuestran que la SA (lo cual traduce de alguna manera la carga animal)
explicó por sí sola el 64 % de la variación en la EUP. Su efecto fue negativo, es decir que ante incrementos en la
SA, la EUP se reduciría en 0,2 puntos por cada m2 de franja adicionado.
Cuando se incluyó además la variable H/To (la cual involucra un efecto combinado entre valor nutritivo y
facilidad de cosecha), la predicción mejora notablemente (r2 = 0,82 %) indicando que ante aumentos en la
cantidad de hoja en la biomasa ofrecida, se eleva la EUP (respuesta marginal de +0,6 puntos de EUP por cada
unidad de incremento en la relación hoja:tallo). Cabe aclarar que la H/T está muy relacionada con la calidad de la
planta
En cuanto a los sistemas de pastoreo, es indiscutible que, respetando los períodos de descanso
correspondientes, el sistema de pastoreo rotativo es el más adecuado para permitir una buena productividad y
persistencia de la alfalfa en comparación con el continuo.
Los productores con nivel alto y medio de eficiencia intensificaron hasta tal punto la utilización de la alfalfa
que llegan a realizar pastoreos rotativos con cambios de franjas de hasta algunas horas de aprovechamiento
(generalmente con el objeto de reducir la incidencia de meteorismo o empaste durante la primavera).
Esto lleva a trabajar con una carga animal instantánea muy elevada que podría llegar a afectar, entre otras
cosas, la persistencia de la alfalfa.
En la E.E.A Rafaela, Comerón y Romero (datos no publicados) y Comerón et al. (25) iniciaron algunos
ensayos con el objeto de reducir la carga instantánea pero manteniendo la carga animal media. Es así que
propusieron ampliar el tiempo de permanencia de los animales sobre la franja (de 1 hasta 5 días) manteniendo la
misma carga media (es decir, a similares niveles medios" de asignación de pasto).
Los resultados obtenidos demostraron que, en promedio, no se afectaba ni la respuesta animal (consumo y
producción) ni la eficiencia de utilización de la pastura. La única diferencia se daba en la evolución diaria de la
respuesta animal: constante para franjas con cambios diarios y variable para mayores tiempos de permanencia
(Fig.103).
18
El Sitio de la Producción Animal
Figura 103.- Evolución de la producción de leche según el tiempo de permanencia de los animales
en la franja (1, 3 y 5 días para F 1, F 2 y F 3 respectivamente) en una pastura base alfalfa a similar
nivel medio de asignación de pasto. Comerón et al. 1993 (25)
La magnitud de la evolución de la producción de leche a través de la utilización de una franja con mayor
tiempo de permanencia está fijado por el nivel de asignación de pasto.
Comerón et al. (datos no publicados) observaron que con AP "medias" de 1819 kg MS/v/d (o sea AP x número
de días de permanencia) se llegaría a un punto de indiferencia en cuanto a la magnitud de la caída en producción
del último día de utilización de la franja (95 % del valor del primer día). Se considera como nivel "medio" crítico
de AP al valor de 14-15 kg MS/v/d para que la caída en producción del último día no sea demasiado importante
(85 % del valor registrado el primer día) (Fig., 104).
Figura 104.- Relación entre diferentes niveles de asignación de pasto y la disminución de la producción
de leche en el 3º día de permanencia de los animales en la franja de una pastura de alfalfa.
Comerón y Romero. Datos no publicados
19
El Sitio de la Producción Animal
Figura 105: Efecto del nivel de asignación de pasto y del suplemento (concentrado)
sobre la producción de leche. Comerón y Romero. Datos no publicados
Figura 106: Distribución por estrato del valor nutritivo de la planta de alfalfa (cv. Monarca INTA)
para el mes de marzo, Romero y Comerón. Datos no publicados
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