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Al acabar la Segunda Guerra Mundial, en el mundo entero floreció lo que con toda razón se
ha llamado la edad de oro de la economía mundial. Entre 1950 y 1975, la economía
mundial creció a un ritmo muy superior a todos los crecimientos pasados y posteriores. Por
su naturaleza abierta, la economía de Nicaragua fue arrastrada por esta ola de crecimiento:
aumentaron enormemente en volumen y en precio sus tradicionales exportaciones de café,
y a la vez surgieron brillantes exportaciones nuevas, tales como el algodón, la carne (para
las recientemente abiertas hamburgueserías de los Estados Unidos) y el azúcar. Para estas
exportaciones se amplió el área cultivada y se mecanizó el cultivo... expulsando a los
antiguos arrendatarios y a los colonos, con sus cultivos alimentarios. Con ello aumentó la
desigualdad social, la miseria y la inseguridad alimentaria.
Los pujantes nuevos cultivos crearon sus propios bancos, dotando así a Nicaragua de un
sistema financiero privado relativamente moderno, dentro del cual se nuclearon tres
grandes grupos de poder: los algodoneros de León y Chinandega, los ganaderos de Granada
(ligados también al comercio y al azúcar) y la dinastía Somoza con sus allegados.
En este mismo período de bonanza económica, la CEPAL apadrinó una unión aduanera
centroamericana (Mercado Común Centroamericano), planeando la creación de industrias
muy específicas en cada país de manera que se complementaran las producciones, a fin de
que los balances de comercio intra-centroamericano fueran equilibrados. La ambición
empresarial y la presión de los Estados Unidos obligó a la unión aduanera a abrirse a todo
tipo de productos centroamericanos, con lo cual se crearon déficits comerciales
permanentes en los países menos industrializados (entre ellos Nicaragua), y esto obligó a
abandonar finalmente la unión aduanera. Con todo, en sus dos decenios de existencia, el
Mercomún hizo aparecer por primera vez la industrialización. En Nicaragua tomaron fuerza
industrial actividades más o menos artesanales del pasado (alimentos, bebidas, tabaco) y se
constituyeron industrias nuevas de bienes intermedios: papel, química (oxígeno, soda
cáustica, PVC), derivados del petróleo, minerales no metálicos. La proporción de PIB
debida al valor añadido industrial pasó de ser un 15.5% en 1964 a un 21.1% en 1971, en la
misma época las exportaciones manufactureras pasaron de ser un 9% de la exportaciones
totales a ser un 30%, y la aportación de las nuevas industrias de bienes intermedios al valor
añadido manufacturero pasó de ser un 13.2% en 1960 a ser un 26% en 1977.
Este brillante período de exportaciones e industrialización acabó, sin embargo, de una
manera tambaleante (como en el resto de América Latina): el esfuerzo del estado para
apoyar el proceso (construcción de carreteras y de generadoras eléctricas) llevó al déficit
fiscal, y el crecimiento de las importaciones (en gran parte como insumos para los cultivos
de exportación y para la industria) llevó al déficit exterior y a la deuda.
En Nicaragua, la segunda mitad de los años 70 también fue de una cierta parálisis
económica y de endeudamiento externo (por primera vez en la época Somoza), y en esta
situación, en 1979, los sandinistas conquistaron el poder. Los sandinistas contaban con el
apoyo de las masas de campesinos sin tierras y las masas empobrecidas de las ciudades
(que a su vez procedían en gran parte del campo, desposeídos de sus arriendos y colonatos
cuando el auge del algodón), pero además recibieron el apoyo de muchos grupos
oligárquicos a quienes Somoza estaba impidiendo un buen desarrollo económico; y en la
base de todo esto, en el país había hambre de democracia.
Podemos resumir las intenciones económicas sandinistas en tres capítulos: hacer más
igualitaria la estructura de la propiedad agraria (redistribuyendo tierras desde los grandes
propietarios a los “sin tierras”), mejorar las condiciones de vida de las grandes masas
empobrecidas mediante alimentos, educación, salud y vivienda, y modernizar el aparato
productivo para hacerlo más eficaz.
Los sandinistas, al empezar su mandato, se encontraron con algo inesperado: en el mundo
estaban cayendo tanto la demanda como los precios de los productos nicaragüenses de
exportación, es decir, estaba cayendo la financiación exterior. Con este revés económico, de
orden externo, pero con grave afectación a lo interno del país, veamos cómo llevaron
adelante su triple propósito.
Redistribución de las tierras. En 1979, las tierras de Somoza (y allegados) que cayeron en
sus manos, no las repartieron al campesinado sino que las dejaron al Estado para que este
las explotara. Esto lo realizaron con miras a su tercer propósito: modernizar la producción.
En efecto, en estas fincas emprendieron grandes proyectos modernizadores.
Siguió luego la expropiación de los latifundios que permanecían sin explotar y en gran
parte los repartieron a campesinos constituidos en cooperativas de producción; más
adelante hubo más repartos de tierras, esta vez en forma de parcelas individuales. Esto se
Con la caída del sandinismo en 1990, Nicaragua tuvo que incorporarse a la oleada de
“ajuste estructural” por la que estaba atravesando toda América Latina desde la mitad de los
80. Retrocedamos medio siglo para entender esta oleada de “ajuste”.
En la primera mitad del siglo XX, para los ministros de hacienda de todo el mundo había
algo sagrado y que defendían heroicamente frente a las demandas de todos los otros
ministros: el equilibrio presupuestario, no se podía gastar más de lo que se tenía. Durante la
terrible crisis de los años 30, John Maynard Keynes hizo caer en la cuenta de que el déficit
presupuestario (por ejemplo, a causa de unas obras públicas superiores a la recaudación
fiscal) podía ser saludable si en el país había desempleo y máquinas sin utilizar: estos
gastos estatales podían reactivar la economía. La segunda guerra mundial acabó con el
desempleo puesto que necesitó utilizar todos los recursos de cada país, pero al acabar la
Durante el gobierno Bolaños, la disciplina del gasto público ha acabado de adquirir carta de
normalidad, y la recaudación tributaria ha mejorado significativamente, por lo que la tarea
de implantar la filosofía del ajuste se puede dar por concluida. Aunque todavía existe un
déficit público superior a lo deseable, financiado por la cooperación externa, y un déficit
En el gráfico 10 se observa la evolución desde 1920 del PIB per capita (medido en
córdobas constantes del año 1994) y sus caídas. Esto nos habla de las vicisitudes de nuestra
historia. Para las fechas anteriores a 1960 sólo tenemos cifras decenales (excepto de 1927 a
1938) a las que hemos unido entre sí, por lo que no quedan reflejadas en detalle las caídas y
ascensos correspondientes a la crisis del café de los años 20 y a las oscilaciones de los años
40.
12,000
10,000
8,000
6,000
4,000
2,000
0
1920
1924
1928
1932
1936
1940
1944
1948
1952
1956
1960
1964
1968
1972
1976
1980
1984
1988
1992
1996
2000
2004
PIB per capita población
80
70
60
50
40
30
20
10
0
1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000
A lo largo de estas páginas hemos insistido en el papel que iban jugando las exportaciones.
La primera modernización del país (a fines del siglo XIX y comienzos del XX) vino de la
mano del café. Las crisis de 1920 y de 1930 estaban provocadas por los bajos precios
internacionales del café o por la falta de demanda del mismo. El boom de los años 50, 60 y
primeros 70, tuvo como protagonista el café y también nuevas exportaciones (algodón y
carne; aunque también se dejó sentir el impacto benéfico de la industrialización provocada
por el Mercado Común Centroamericano). La década sandinista empezó con mal pie, al
coincidir los primeros años 80 con la segunda crisis del petróleo y por tanto con el bajón en
la demanda y en el precio de nuestros productos de exportación.
¿Hasta qué punto Nicaragua ha dependido de lo que pasaba fuera de sus fronteras? Suele
haber una medida de hasta qué punto un país está expuesto a lo que sucede fuera: qué
porcentaje del PIB se dedica a suministrar a clientes extranjeros, es decir, las exportaciones
¿qué porcentaje del PIB representan?. Según Bulmer-Thomas (1994, 506, 230, 398) la
apertura exportadora nicaragüense ha sido la siguiente:
35
30
25
20
15
10
0
1850 1912 1928 1938 1970 1980
Fuente: Bulmer-Thomas, 1994, 506, 230, 398)
Como puede apreciarse, las dos épocas en que Nicaragua vivió más de cara afuera, fueron
las dos brillantes postguerras: los felices veintes, tras la primera guerra mundial (en
vísperas ya de la gran crisis de los años 30), y el “cuarto de siglo de oro”, tras la segunda
guerra mundial, que culmina en torno a 1970.
De las cifras que el BCN da para los cuarenta años que transcurren entre 1960 y 1999, se
deduce que este grado de apertura, en promedio, ha sido 22, ascendiendo en algunos
momentos a 30. El mismo BCN ha revisado últimamente sus cálculos del PIB (aumentando
esa cifra en un 70% al tener en cuenta de una manera más completa a los pequeños
productores), y por tanto, las mismas exportaciones comparadas con un PIB ahora más alto,
representan un porcentaje menor: así, entre 1995 y 2005, la apertura gira en torno a un
15%.
En resumen, hemos estado al servicio de los mercados extranjeros en una proporción tal
que en algunos momentos hemos dedicado a ellos el 30% de nuestro esfuerzo productivo
(30% del PIB), pero normalmente ha sido menos, aunque siempre siendo algo más de un
15%.
Podríamos ver también qué porcentaje del PIB representan las importaciones, es decir,
cuánto necesitamos de afuera o bien para producir o bien para consumirlo. Normalmente
las importaciones suelen tener la misma magnitud que nuestras exportaciones (de lo
contrario ¿cómo podríamos pagarlas?), pero desde la década de los 80 nuestras
importaciones han superado con creces nuestras exportaciones, hasta llegar casi a
triplicarlas en los últimos diez años. Por tanto, en las últimas décadas las importaciones han
representado un 30% o incluso a veces, un 40% de nuestro PIB.
Un gran historiador del medio milenio capitalista en el mundo, Fernand Braudel, un
miembro prominente de la escuela de historia francesa de Los Anales, indicaba que lo que
queda recogido en los estudios históricos es únicamente la bruma que se mueve por encima
del terreno: precios, exportaciones, navegación, etc.; pero lo realmente importante es el
100
90
cultivos de exportación
80
70
60
50 otros
40
30
20 granos básicos
10
0
61-63 64-66 67-69 70-72 73-75 76-78 79-81 82-84 85-87 88-90 91-93 94-96 97-99 2000- 03-05
02
Fuente. FaoStat
Gráfico 14
Evolución del poder adquisitivo de las exportaciones, el PIB
y la manufactura, 1927-1938 (índice 100 en 1928)
120
100
80
60
40
20
0
1927 1928 1929 1930 1931 1932 1933 1934 1935 1936 1937 1938
El poder adquisitivo que proporcionan las exportaciones depende por una parte de los precios de los
productos que importamos y por otra de las divisas que proporcionan las exportaciones (las cuales a su vez
dependen del volumen exportado y de su precio)
Fuente: Thorp, 1998, 123
El dinamismo de nuestras exportaciones a lo largo del último siglo y medio se puede
observar en el gráfico 15.
10
0
1850-70 1870-90 1890-1912 1913-29 1929-45 1945-72 1972-81 1981-95
-2
-4
crecim. pobl. crecim. exports.
-6
Para los tres primeros períodos se da la tasa de crecimiento del PAE, y para los otros la tasa de crecimiento
del volumen de las exportaciones
Fuente: Bulmer-Thomas, 1994, 84 para los tres primeros períodos, y Thorp, 1998, 357 para los demás.
Si el país va siendo mayor (más población) entonces es lógico que las exportaciones
crezcan, pero hay momentos en que dichas exportaciones crecen menos que la población y
otros momentos en que crecen más. Atendiendo a esto, el gráfico deja claro que las grandes
épocas en las que Nicaragua construyó su vocación exportadora fueron 1870-90 (la
explosión del café), 1913-1929 (los alegres años de la primera postguerra) y 1945-72 (los
aún más alegres años de la segunda postguerra). En cambio, en 1850-70 Nicaragua aún no
había despertado al dinamismo exterior, la crisis de los años 30 fue una verdadera puñalada,
y desde la mitad de los años 70 el sector exportador ha sido totalmente mortecino.
Que un país realice un esfuerzo exportador no quiere decir que con ello aumente
automáticamente su bienestar al poder realizar a mayores importaciones: estas últimas
dependen no sólo del volumen exportado, sino también del precio al que ha sido pagado, y
finalmente depende también de si las importaciones han subido de precio o no. Estas
condiciones adversas o favorables de los precios internacionales quedan recogidas en los
TNIC (términos netos de intercambio comercial). Por ejemplo, si ponemos como índice 100
lo sucedido en 1970, y se nos indica que en 1990 los TNIC eran 60, esto nos indica que si
exportáramos los mismo en 1970 y en 1990, en 1970 podríamos importar productos como
100 (en volumen), mientras que en 1990 sólo podremos comprar un 60% de esa cantidad.
Puede apreciarse de nuevo que en torno a 1920 las condiciones fueron muy favorables, y
que también lo fueron en 1940 y 1950. En las últimas décadas sin embargo, hemos
experimentado las peores condiciones de nuestra historia.
160
140
120
100
80
60
40
20
0
1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 1995
Fuente: Thorp, 359. Medias trienales.
80.0
70.0
60.0
50.0
40.0
30.0
20.0
10.0
0.0
60
62
64
66
68
70
72
74
76
78
80
82
84
86
88
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92
94
96
98
00
02
04
19
19
19
19
19
19
19
19
19
19
19
19
19
19
19
19
19
19
19
19
20
20
20
exports80 imports80 exports94 imports94
-5
-10
-15
-20
-25
-30
0
4
6
0
19
19
19
19
19
19
19
19
19
19
19
19
19
19
19
19
19
19
19
19
20
20
20
Pobreza y desigualdad
Esta es una constante que nos aparece no en los últimos 30 años sino a lo largo de toda la
historia de Nicaragua. Se trata de una pobreza que en gran parte ha sido causada por la
desigualdad y que además no ha sido objeto de preocupación de las elites.
En la Nicaragua colonial y postindependencia ya existía la elite criolla propietaria de las
grandes haciendas exportadoras de cacao, añil y ganado. Con la llegada del café la situación
empeoró al repartir las tierras ejidales y comunales indígenas, que aunque teóricamente
podían haber quedado en sus manos (como inicialmente sucedió en la meseta de los
pueblitos), por falta de recursos económicos de los mismos indígenas fueron a parar a los
grandes propietarios.