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Florecer es amar
Sobre la falda
de las toscas malezas entreteje
la parsita en flor urea guirnalda.
Cuelga, blanco velln, de su costado
el nido comenzado;
regio collar de abiertas campanillas
la trepadora mazamaza enreda;
y en dos porciones la coraza rota
despide al aura leda
del nevado cairel de su bellota
trenza brillante el orozul de seda.
II
A ms benigno suelo,
a ms frtil regin de aguas profundas
y de lucientes pastos regalados:
a las islas distantes y fecundas
furonse al fin pastores y ganados.
III
IV
La riente primavera,
primavera fugaz, del sol amiga;
la que lluvia de flores le prodiga
al monte y la pradera,
tambin de seda y oro le regala
al viejo yerbazal flbil espiga.
Tambin como la hierba el pobre arbusto
la primorosa ddiva recibe,
y de su escasa floracin primera
el botn ms hermoso
prende sobre el cabello revoltoso
la inocente muchacha sabanera.
VI
VII
VIII
Tus pasos vuelve hacia el hogar, oh Bardo!...
Yace por tierra el matizado velo
con el cual primavera engalanaba
los montes de tu suelo.
Cantando sin reposo, la guacaba
pide lluvias al cielo;
conquistan por la fuerza y la osada
nidos para el invierno los turpiales;
en los ralos matales
mueve el amor trinada algaraba;
y con tesn rayano del enojo
en la verde oquedad de la montaa
el carpintero de bonete rojo
cincela el tronco hasta la dura entraa.
Nueva decoracin y nuevo encanto
lucen las atrayentes lejanas
que tu espritu am con amor santo.
Grises tapiceras
cubren el horizonte. La llanura
tiene otra vez reverdecido manto.
IX
Fuente: http://es.scribd.com/doc/10494803/Francisco-Lazo-Marti-Poesia