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“Levantad las manos caídas”

Hebreos 12:12 “Por lo cual levantad las manos caídas y las rodillas
paralizadas”

Toda fundación, en todo ámbito, se comienza con muchas ganas, todos


desean que esto se lleve a cabo, y que sea de la forma más rápida posible,
pero también en todo ámbito de cosas, va a haber algo o alguien que se va a
oponer, ejemplo, la construcción de una casa, es realmente bueno, por la
comodidad de alguna familia determinada, pero también va a tener sus
problemas, ya sea por la irresponsabilidad del maestro o constructor a cargo,
o también por la falta de materiales. En el tema de la Iglesia, ocurre
exactamente lo mismo. Todos quisiéramos que la iglesia creciera, que se
dejaran los problemas de lado, etc. Pero hay uno que está encargándose de
hacernos desfallecer, de perder las fuerzas, de perder las ganas, de perder el
ánimo, ese es Satanás el diablo, pero quisiera decirle que Jesús le dijo a Simón
Pedro: “Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi
Iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” ¡Lo que quiero
decirle es que muchas veces el problema somos nosotros mismos, que hemos
dejado que nuestras manos se decaigan, que nuestras rodillas se paralicen,
que nuestros labios se cierren!, ¡Hoy vamos a levantar las manos caídas,
vamos a abrir nuestros labios que se han cerrado, vamos a doblar las rodillas
que se han paralizado!
Sofonías, fue un profeta de los tiempos de Josías, y su libro comienza con
las grandes obras que haría Dios en medio del pueblo, pero termina
profetizando sobre el pecado de Israel, cuando caen cautivos en manos de los
babilónicos, pero también termina diciendo que el Señor les librará de todo
aquello, les dice que deben esperar en Dios, pero también les dice (Sofonías
3:16): “En aquel tiempo se dirá a Jerusalén: No temas; Sion, no se debiliten tus
manos” Estoy aquí para decirle ¡No se debiliten tus manos! ¡Sigue
perseverando! ¡Continúa con tu labor! ¡No te canses, pues de hacer bien!
¡Sigue adelante! ¡La promesa es para aquellos que perseveren hasta el fin!
En una oportunidad el pueblo de Israel tuvo que enfrentarse a Amalec, y
ocurría que cuando Moisés levantaba sus manos el pueblo prevalecía, pero
cuando las bajaba, prevalecía Amalec, y las manos de Moisés se cansaban,
entonces Aarón y Hur sostenían sus manos, y de esta manera hubo firmeza en
sus manos, hasta que se puso el sol. Debemos tener muy en cuenta que esta
guerra duró solo una noche, ¿pero si el problema hubiese sido mayor, si el
adversario hubiese sido más poderoso que Amalec? ¿Qué hubiera ocurrido? La
respuesta es que las manos de Aarón y las de Hur también se hubiesen
cansado, entonces iban a necesitar de más manos, lo que quiero decirle es que
esto es una cadena interminable, siempre se necesitará de más gente que
desee ayudar en la obra de DIOS. Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo
de espada. Muchas veces los miembros de la iglesia, en vez de ayudar a
levantar las manos de los que llevan esta obra, se echan a colgar en ellas, son
un peso más, pero Hoy quisiera decir que ¡es tiempo de alzar las manos
caídas! No se debiliten tus manos, porque la palabra en el libro de Éxodos
17:16 “Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el trono de Jehová,
Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación”
Constantemente vamos a tener lucha contra Amalec, por lo tanto nuestras
manos deben estar en alto, no se pueden cansar, ni debilitarse, deben estar
activando, haciendo algo para Dios, lo que sea, cualquier cosa, pero algo para
que esta obra crezca, si deseamos avivamiento y poder de Dios no podemos
dejarnos estar, ¡Hay que hacer algo!
Jesús en una oportunidad se estaba dando a conocer como el pan de vida
y por estas palabras, algunos de sus discípulos se iban, y el Señor les
pregunta a los doce ¿Queréis acaso iros también vosotros? Esa es mi pregunta
hoy, ¿quiere usted, también volverse atrás? ¿Quiere usted dejar lo que está
haciendo por Dios? ¿Desea dejar a Dios de lado? ¿Se va a olvidar de la
promesa? ¿Va a dejar que la promesa se escape de sus manos? Hermanos,
Simón Pedro, al escuchar esta pregunta, respondió la respuesta más certera y
sincera, que alguien pudiese haber dado, le dijo: Señor, ¿a quien iremos? Tú
tienes palabras de vida eterna.
Iglesia el seguir haciendo la voluntad de Dios, es ¡Levantar las manos
caídas!, ¡No se debiliten sus manos! ¡No decaiga! ¡Persevere en Dios! ¡Levante
sus manos caídas! Aleluya…!!! Lucas 12:54-56

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