El Evangelio del domingo 17 del tiempo Ordinario nos
sorprende con tres parábolas
muy sencillas que tratan sobe lo más neurálgico de la experiencia de Dios:
“La Alegría de hallar aquello que pone en la Ruta hacia el
Reino de Dios, es verdadera Esta Alegría. alegría hace Porque que los es escondidos tesoros termómetrosalgan y norte a de la la luz y empiecen a iluminarexperiencia de Dios”. nuevos caminos para sí mismo y para los Ella también reordena demás. nuestro afecto por las cosas, dando la preferencia al Reino respecto a todas las perlas del mundo, porque él es como la perla más fina que da sentido y plenitud a la vida entera. Finalmente, la alegría nos ayuda a seleccionar y a cribar todas las cosas, quedándonos con lo que más nos pone ante Dios. El Reino de Dios es como tesoro siempre oculto, perla entre perlas. Es tan bueno que por eso mismo está como mezclado entre otras tantas cosas buenas. Porque el Reinado de Dios es inatrapable. No lo poseemos de una vez y para siempre. De ahí que su búsqueda y hallazgo sea Itinerario Permanente. En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: a un tesoro El Reino de los Cielos se parece escondido en un campo. El que lo encuentra, lo vuelve a esconder, y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. a un El Reino de los Cielos se parece también comerciante en perlas finas, que al encontrar una de gran valor se va a vender todo lo que tiene y la compra. a la red que los pescadores También echan se parece en elde el Reino marlos yCielos recoge toda clase de peces. Cuando se llena la red, los pescadores la sacan a la orilla de la playa y se sientan a escoger los pescados; ponen los buenos en canastos y tiran los malos. Lo mismo sucederá al final de los tiempos: vendrán los ángeles, separarán a los malos ¿Han entendido de los bien todo buenos esto? y los Ellos arrojarán al le contestaron: horno encendido.ÉlAllí “Sí”. Entonces lesserá el llanto dijo: Por esoy la desesperación. todo letrado que entiende del Reino de los Cielos es como un padre de familia que va sacando de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas. Palabra del Señor. [ Comienza la oración ] Al final, rezo el Padrenuestro, saboreando cada palabra. [ Continúo ] Me sereno para esta cita con Dios. Me acomodo con una postura que implique todo mi ser. Al ritmo de la respiración doy lugar al silencio. ( Una y otra vez repito este ejercicio )
[ Continúo la oración ] NOTA: La oración preparatoria me ayuda a experimentar libertad de apegos. La repito tantas veces como quiera, dejando que resuene en mí.
NOTA: Este paso merece hacerlo con esmero. Le dedico
unos 10 minutos. [ Sigo adelante ] (Si me ayuda, puedo decir varias veces la petición) [ Sigo adelante ] ¿Quieres hallar la ruta al Reino de Dios? Hazte buscador de tesoros escondidos. ¿Tienes la perseverancia que hace encontrar tesoros escondidos? ¿Hay tesoros que buscar o ya no hay nada que prenda la llama de tu vida? Mucho ayuda saber que el hombre y la mujer no pueden dejar de ser buscadores de tesoros. Y aunque pensaran que ya no los haya para ellos. Justamente, ese “ya no”, también es un tesoro que mueve la existencia. [ Y continúo la oración ] ¿Quieres tener y compartir la alegría del Reino de Dios? Hazte como el mejor comprador de perlas finas. ¿Ya sabes lo que son las perlas finas de la vida? Si no, comienza por saberlo
¿Aún te quedan perlas
finas por conseguir o ya nada mueve tu corazón? Mucho ayuda saber que hay múltiples perlas preciosas. Pero que las más valiosas son las personas. Sólo a través de ellas se manifiesta la mayor perla, Jesucristo. [ Y continúo la oración ] ¿Quieres construir rutas que muestren el Reino de Dios? Aprende el arte de ponderar todo. ¿Te has dado cuenta que la diversidad de personas es diversidad querida por Dios? ¿Ya sabes que todas las cosas conducen a Dios, y que no son Dios, sino su mediación? Mucho ayuda saber que Dios no dio por terminada su obra. La dejó sin terminar para que el hombre y la mujer se hagan personas eligiendo y construyendo como Él lo hace. [ Y continúo la oración ] de mil maneras hasta hacer descubrir la inmensa sencillez de las cosas! Poco a poco, gracias al desarrollo de las aspiraciones que Tú has depositado en mí, aun cuando era niño, bajo la influencia de amigos excepcionales que se han cruzado en momentos determinados de mi camino para ilustrar y fortificar mi espíritu, he llegado a no poder ya ver nada ni respirar fuera de Ti. Lo que yo experimento, Dios mío, es tan grande que sé encontrar ahí, perdiéndome, el perfeccionamiento último de todo. Pero para vivirlo como yo quisiera (para seguir sencillamente experimentándolo) necesito ir más lejos, a través y más allá de todas las cosas, sin poder jamás descansar en nada, empujado en cada momento por las criaturas y superándolas en todo momento, en un continuo agarrar y en un continuo desprendimiento. Sé que la voluntad divina no me será revelada en cada momento más que dentro de los límites de mi existencia. Haz, Señor, que tu presencia en [ Comienza el midemundo Cierre la oración se ] convierta verdaderamente en una Presencia real Para centrar la experiencia vivida en la Oración, respondo en forma sencilla las siguientes interrogantes: