JUEVES, 25 SEPTIEMBRE 2008 OP I NI ÓN LA VANGUARDIA 17

Naomi Klein
Baltasar Porcel

El libre mercado no ha muerto País contra

S la aritmética
ea cual sea el significado de los estadounidenses de las prácticas depreda- Dado el descarrilamiento de las nego-
acontecimientos de la semana pa- doras de las aseguradoras médicas) es al ciaciones de la Organización Mundial del

sada, nadie debería creer las exa-
geradas afirmaciones de que la
crisis de los mercados señala la muerte
del libre mercado. La ideología del libre
mercado siempre ha servido a los intere-
ses del capital, y su presencia crece y dis-
minuye dependiendo de la utilidad para
dichos intereses.
En épocas de auge, resulta provechoso
predicar el laissez faire porque un Estado
poco presente permite el crecimiento de
las burbujas especulativas. Cuando esas
burbujas estallan, la ideología se con-
vierte en una traba y entra en estado
de hibernación mientras el “gran go-
bierno” corre a prestar auxilio.
Ahora bien, que nadie se llame a en-
gaño: la ideología volverá a rugir en
cuanto haya concluido el rescate. Las
deudas astronómicas que están acumu-
lando los ciudadanos para sacar de
apuros a los especuladores se converti-
rán entonces en parte de una crisis pre-
supuestaria global que servirá de justi-
ficación para grandes recortes de los
programas sociales. Se nos dirá tam-
bién que nuestras esperanzas de un fu-
turo verde son, por desgracia, demasia-
do costosas.
Lo que no sabemos es cómo respon-
derá la opinión pública. No debe olvi-
darse que, en Estados Unidos, todos
los menores de 40 años han crecido
con la cantinela de que el Gobierno no
puede intervenir para mejorar nuestra
vida, que el Estado es el problema, no
la solución, que el laissez faire es la
única opción. Ahora, vemos de re-
pente un Gobierno extremadamente
activista e intervencionista dispues-
to, al parecer, a hacer cuanto haga falta
para salvar a los inversores de sí mismos.
Este espectáculo plantea de forma
inexorable una pregunta: si el Estado pue-
de intervenir para salvar las corporacio-
nes que aceptaron riesgos temerarios en
los mercados inmobiliarios, ¿por qué no
puede hacerlo para impedir las ejecucio-
nes hipotecarias de millones de estadouni-
denses?
Y, también, si es posible que puedan
aparecer como por ensalmo 85.000 millo-
nes de dólares para comprar la asegurado-
ra gigante AIG, ¿por qué una asistencia sa-
nitaria pública (que debería proteger a los
N. KLEIN, columnista de ‘The Nation’ y
‘The Guardian’. Su último libro es ‘La doctrina
del shock. El auge del capitalismo del desastre’
Carme Alcoverro
parecer un sueño inalcanzable? Y, si cada Comercio, esta crisis también podría ser
vez más corporaciones necesitan fondos el catalizador de un enfoque radicalmen-
de los contribuyentes para mantenerse a te alternativo a la regulación de los merca-
flote, ¿por qué los contribuyentes no pue- dos y los sistemas financieros mundiales.
den plantear demandas a cambio, como Estamos presenciando ya un movimiento
topes a los sueldos de los ejecutivos o una hacia la “soberanía alimentaria”, en lugar
garantía contra nuevas destrucciones de de dejar el acceso a los alimentos a los
empleos? caprichos de las grandes compañías. Qui-
Ahora que está claro que los gobiernos zá haya llegado la hora de ideas como el
pueden intervenir en tiempos de crisis, impuesto a los flujos de capitales, que
les será mucho más difícil alegar impoten- frenaría la inversión especulativa, así co-
cia en el futuro. Otro cambio potencial tie- mo otros controles globales sobre los capi-
tales.
Y ahora que la nacionalización ya
no es una palabrota, las compañías
del sector del petróleo y el gas debe-
rían andarse con cuidado: alguien tie-
ne que pagar el cambio a un futuro
más verde, y tiene mucho más sen-
tido que el grueso de los fondos pro-
ceda del más que rentable sector
responsable de nuestra crisis climá-
tica. Mucho más sentido, desde lue-
go, que crear otra peligrosa burbuja
con el comercio de los derechos de
emisión.
Con todo, la crisis que estamos pre-
senciando pide cambios aún más pro-
fundos. La razón por la que se permi-
tió la proliferación de los préstamos
basura no es que los reguladores no
comprendieran el riesgo, sino que te-
nemos un sistema económico que mi-
de nuestra salud colectiva sobre la ba-
se exclusiva del crecimiento del PIB.
Mientras los préstamos basura estu-
vieron impulsando el crecimiento
económico, nuestros gobiernos los
JAVIER AGUILAR
apoyaron de modo activo. Por ello, lo
que de verdad pone ahora en entredi-
ne que ver con las esperanzas del merca- cho la crisis es el compromiso irreflexivo
do acerca de futuras privatizaciones. con el crecimiento a cualquier precio. Es-
Durante años, los bancos de inversión ta crisis debería llevarnos a que nuestras
globales han estado presionando a los polí- sociedades midan de un modo radical-
ticos para conseguir dos nuevos merca- mente diferente la salud y el progreso.
dos: el resultante de la privatización de No obstante, nada de esto sucederá sin
las pensiones públicas y el resultante de una intensa presión pública sobre los polí-
una nueva ola de privatizaciones o casi ticos en este momento decisivo. Y no una
privatizaciones de carreteras, puentes y presión educada, sino una vuelta a las ca-
sistemas de tratamiento de agua. lles y al tipo de acción directa que desem-
Estos dos sueños se han hecho mucho bocó en el new deal durante la década de
más difíciles de vender: los estadouniden- 1930. Sin semejante presión, se produci-
ses ya no están en disposición de confiar rán cambios superficiales y un regreso lo
sus activos individuales y colectivos a los más rápido posible al aquí no ha pasado
agentes temerarios de Wall Street, sobre nada.c
todo porque parece más que probable
que los contribuyentes tengan que pagar © 2008 Naomi Klein
para volver a comprar sus activos cuando Distribuido por The New York Times Syndicate
estalle la siguiente burbuja. Traducción: Juan Gabriel López Guix
C
uando esta columna alude a
esa España inacabada o des-
flecada en la que bogamos,
algunos lectores y una u
otra autoridad suelen amonestarme,
como si reflejara una opinión y no una
situación. Pero he ahí que esta se rati-
fica de continuo, como mostró nues-
tra encuesta del lunes, según la que el
46% de los españoles cree que el siste-
ma de financiación autonómica bene-
ficia a Catalunya.
Y bien: si la democracia equivale al
interactivo imperio de la aritmética, y
el totalitarismo a la imposición doctri-
nal, ante un cuadro tal ya no puede ha-
blarse de puntos de vista dispares, si-
no del asentamiento de la desigualdad
como norma, convicción y práctica.
Y es que ahí se adopta y aplica lo
contrario a cuanto supone la naturale-
za aritmética, con la equitativa eviden-
cia de las cuatro reglas: sumar, restar,
multiplicar y dividir. Operación que
no se limita a afectar la cuestión cata-
lana, sino que eclosiona por doquier, y
hasta dramáticamente.
Luego, criticamos sin parar la inca-
pacidad de EE.UU. para doblegar
Iraq y Afganistán, sumidos en el es-
Somos incapaces de aportar
la menor solución, política
o policiaca, al problema
de Euskadi y ETA
panto terrorista. Y en buena parte por
ello estamos con Obama, mientras cri-
ticamos a Bush, aunque esta postura
no sirva a nadie para nada.
Y esto desde el mundo intelectual
al político españoles, empezando por
el propio Gobierno. Cuando no zas-
candileamos en Oriente Medio senten-
ciando lo que deben hacer israelíes y
palestinos. A la par que somos incapa-
ces de aportar la menor solución, sea
política o policiaca, a un problema en
volumen menor y en tiempo muy ma-
yor, según es el de Euskadi y ETA.
Sí, una contumaz incapacidad ante
las evidencias de la aritmética. La que
ahora, con estos tres atentados terro-
ristas, el presunto genio que rige en
Interior, al menos se nos vende de es-
ta guisa, Pérez Rubalcaba, ha tenido
la inaudita ocurrencia de declarar
que, a tenor de las medidas judiciales
contra la izquierda abertzale, ya se es-

Familia y lectura
peraba una trágica barbaridad etarra.
La que, para más inri, ha tenido lu-
gar en sitios donde la banda acostum-
bra a actuar, no en Fernando Poo. Sin
que ni por ello se hayan dispuesto to-

L
a ecuación padres lectores no es
siempre igual a hijos lectores, pe-
ro es más probable que se cum-
pla si los primeros lo son. Como
es más probable que los hijos de padres
amantes del cine o de la música sean sensi-
bles al arte sin que necesariamente hayan
de ser artistas o músicos. El entorno fami-
liar es fundamental en la creación del há-
bito lector, como en otros ámbitos de la
educación por otra parte (vean el reciente
informe de la Asociación Catalana de So-
ciología). Por ello todos los planes de lec-
tura tratan de convencer a los padres de
la necesidad de leer con sus hijos, de con-
versar sobre lo que leen, y, añado, de con-
versar no sólo de libros.
C. ALCOVERRO, catedrática de secundaria y directora
de la revista ‘Escola Catalana’
Ya desde la infancia, cuando la motiva-
ción lectora es más fuerte especialmente
durante la primera alfabetización, pero
también en la adolescencia. La lectura de-
be compartir espacio con muchas otras ac-
tividades aunque ello ocurre también con
los adultos que leen mucho menos que los
niños, incluso que los adolescentes. Du-
rante los últimos años los índices de lectu-
ra crecen, pero hay aún segmentos de la
población adulta, casi la mitad, que nunca
leen un libro. Tras las vacaciones estiva-
les, y mientras organizamos las activida-
des extraescolares de nuestros hijos, pen-
semos en un tiempo para la lectura, y ayu-
démosles a encontrar (en librerías y biblio-
tecas) aquel buen libro que les guste, apro-
piado para cada edad, para cada perfil, y
que lo dejen si no les agrada; se trata de
no provocar rechazo hacia el libro.
Y aunque con los pequeños es más fácil
jugar a mirar, a leer y a interpretar, inter-
cambiemos también con las más grandes
experiencias lectoras. Hablemos de li-
bros. Para ello les sugiero una propuesta,
que tal vez pueda ser tildada de dirigista.
Así como organizamos actividades depor-
tivas o culturales familiares, ¿por qué no
organizamos sesiones de lectura colecti-
vas (en silencio y en voz alta) en casa o
con los amigos y parientes, como una acti-
vidad lúdica más, desligando la lectura de
un aprendizaje relacionado exclusivamen-
te con lo escolar? Contribuyamos a crear
escenarios para que los niños lean. La lec-
tura demanda rutinas que no necesaria-
mente están reñidas con el ocio. No es só-
lo cosa de la escuela, la familia también
debe comprometerse con la pedagogía de
la lectura como fiesta del espíritu.c
neladas de medidas preventivas ni
persecutoras, dejando en desamparo
esos fatales edificios militares. Y todo
ello circulando los asesinos con co-
ches cuya matrícula no corresponde
al modelo registrado.
Pero, en fin, trenzando tales proble-
mas no aporto nada nuevo. Un clásico
castellano, Alonso de Palencia, ade-
más entusiasta del matrimonio de los
Reyes Católicos, o sea, nada sospecho-
so de catalanero, ya sentenciaba hace
medio millar de años: “España es una
provincia que no se abandona al lujo
de razonar”.
Aunque, español en ciernes él, rápi-
do se enemistara con el propio Fer-
nando y con todo quisque. En cuanto
a la aritmética, tampoco es ocurrencia
mía: los griegos ya manipulaban la
aritmetik. Le pese a Rubalcaba.c