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Porque el Cordero, que está en medio del trono, los apacentará y los guiará a las
fuentes de vida, y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos.
Apocalipsis, 7:16-17.
Cuando os pusiereis en pie para orar, si tenéis alguna cosa contra alguien,
perdonádlo primero.
Marcos, 11:25.
Si sus plegarias quedan sin respuesta, haga un examen de conciencia sincero para
saber si en su mente se alberga algún resentimiento. La energía espiritual no puede
pasar a través de una personalidad más o menos dominada por el rencor. El odio es
un pésimo conductor de la energía espiritual.
Me permito aconsejarle que cada vez que rece, añada esta frase: "Señor, aparta de mi
mente la mala voluntad, el rencor, el odio y los celos". Seguidamente esfuércese por
ahuyentar tales malos pensamientos.
Yo he buscado al Señor, y Ël me ha respondido, librándome de todos mis temores.
Salmos, 34:4.
Ëste es el reposo.
Isaías, 28:12
Estas pocas palabras pueden comparase a un manantial de agua fresca, pues poseen
un mágico efecto renovador. La repetición frecuente del texto de hoy es de un
extraordinario efecto vigorizador.
De vez en cuando, después de una jornada de mucho trabajo, o, incluso, en plena
actividad, pronuncie interiormente estas palabras. Verá cómo contribuyen a disipar
el cansancio y a reposar el cuerpo, la mente y el espíritu.
El mejor sistema para emplear estas palabras es decirlas lentamente, saboreándolas,
por así decirlo. Simultáneamente, piense que la paz y el reposo, a través de los poros
de la piel, entran en su interior.
El que es de Cristo se ha hecho criatura nueva, y lo viejo pasó, se ha hecho nuevo.
II Corintios, 5:17
Nunca pierda la fe en sí mismo. Es posible que durante toda la vida haya usted
intentado librarse de sus debilidades, sus obsesiones, celos, pecados, complejos de
inferioridad, etc., sin éxito. El fracaso se debe,
probablemente, a que ha luchado únicamente
con sus propias fuerzas. Y, claro, es una lucha
tan larga y tediosa que no es de extrañar que el
éxito no le haya sonreído.
Sin embargo, tan alto objetivo puede ser
instantáneamente alcanzado con la ayuda de
Dios. Todo lo que usted tiene que hacer es
decir las palabras siguientes: "Señor, no
quiero ser igual que hasta ahora".
Naturalmente, es indispensable que lo diga de
corazón, sinceramente. Dios hará lo que usted, tras ímprobos esfuerzos, no ha
conseguido; es decir, logrará que en su interior se opere un cambio radical. Pídale
que haga de usted otro hombre.
Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni vino a la mente del hombre lo que Dios ha preparado
para los que le aman.
I Corintios, 2:9
La vida, posiblemente, se ha hecho difícil, triste, incluso. Puede que usted considere
que carece de sabor, que no vale la pena.
El texto de hoy le devolverá el deseo de vivir. Le dice que usted nunca ha visto, ni
oído, ni imaginado incluso, las maravillas que Dios hará por aquellos que ponen en
práctica sus enseñanzas.
Si usted somete su vida entera a Dios, se dará cuenta de que la vida se convierte en
algo cada día más maravilloso.
Encomienda a Dios tu destino, y Ël te sostendrá, pues no permitirá jamás que el
justo vacile.
Salmos, 55:22
La mente humana puede soportar una carga más o menos grande, pero limitada. La
acumulación de disgustos y aflicciones, a menos que algo nos
alivie, terminaría por destrozarnos. Afortunadamente, no tenemos
por qué soportar solos nuestros problemas. Dios nos ayudará a
sobrellevarlos.
¿Pero, cómo? Dios nos ayuda a través de nuestra mente.
Habitúese a pensar que Dios está realmente con usted. Háblele de
sus problemas y crea que Ël le ayuda. Imagínese a sí mismo
pasando sus problemas al Señor. Está deseoso de aceptar la carga
de usted, la cual, por otra parte, no le pesará en absoluto. Pero, y
esto es de la mayor importancia, no se la dé a medias. Y no se la vuelva a quitar.
Deje que Dios se encargue de ella. Ël sabrá cómo manejarla.
Los que confían en el Señor renuevan las fuerzas, echan alas como de águila,
corren sin cansarse y caminan sin fatigarse.
Isaías, 40:31
Esta hermosa frase describe la mayor de las experiencias que pueden ocurrir a una
persona. Recibe el nombre de experiencia espiritual. Si desea que le ocurra también
a usted, sométase plenamente, sin reservas, a Dios. Luego, las pesadas cargas de la
vida desaparecerán, y entonces podrá remontarse hasta las más altas cumbres de la
libertad y del poder.
Pero nadie puede vivir permanentemente en tan elevadas cumbres. Sin embargo, el
poder permanece dentro de usted, permitiéndole moverse por la vida con una
habilidad y una energía que antes nunca tuvo. Dicho de otro modo, usted "podrá
correr a gran velocidad sin experimentar cansancio". Se dará cuenta de que podrá
hacer frente a situaciones difíciles y monótonas sin que ni el cansancio ni el
aburrimiento hagan mella en usted, tan grande es ese poder. La experiencia espiritual
comienza por elevar al hombre a niveles nunca antes alcanzados, y luego le
suministra constantemente nuevas energías.
Si alguno dijera a este monte: Quítate y arrójate al mar, y no vacilares en su
corazón, sino que creyere que lo dicho se ha de hacer, se le hará.
Marcos, 11:23
Este pasaje puede casi por sí solo, revolucionar su vida y transformar el fracaso en
victoria.
¿Qué es lo que le dice? Que su "montaña", esa
gran obstrucción rocosa, esa tremenda barrera,
puede ser derribada y apartada para siempre
del camino de su vida. Su corazón debe estar
convencido de ello. No permita que en su
subconsciente aniden pensamientos negativos.
Ruegue para que el obstáculo que le impide
avanzar se aparte y, simultáneamente, crea que
realmente se aparta. No piense que "esta
montaña" puede ser derribada más tarde, sino
que Dios la está derribando ahora por cuenta de usted.
Este texto es una fórmula para mantener la energía física, mental y espiritual. La
tensión de la vida moderna debilita extraordinariamente nuestras energías. Pero
disponemos de un método para renovarlas. Este texto nos recuerda que Dios nos
creó y que puede, constantemente y automáticamente, recrearnos. El secreto reside
en permanecer en contacto con Dios. Dicho contacto repone en nuestro ser la
vitalidad y la energía gastadas en la lucha diaria.
Cada día, preferentemente a la hora de la sobremesa, cuando nos invade una especie
de modorra -típica y normal, por demás-, recite este versículo varias veces y trate, al
mismo tiempo, de imaginarse "inmerso" en un profundo caudal de espiritualidad.
Convénzase de que la energía recreadora de Dios está restaurando las energías de su
cuerpo, de su mente y de su alma.
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Todo lo puedo en aquel que me conforta.
Filipenses, 4:13.
Haga una lista de las personas que se han portado mal con usted incluyendo a
aquellas que no le inspiran, por la causa que sea, simpatía alguna. Luego rece por
todas y cada una de ellas, individualmente, y perdónelas de todo corazón. Pida al
Señor que les conceda toda clase de bendiciones. Dígale que se lo pide
sinceramente. Deseche el pensamiento de que, después de todo, su resentimiento
"está más que justificado"
Luego ponga sus cinco sentidos en hablar bien de sus "enemigos". Haga cuanto esté
en su mano por ayudarles. Esto, con el tiempo, derribará muchas barreras, pero
aunque no lo hiciera, usted se beneficiará grandemente de su nueva actitud.
Limpiará el canal a cuyo través la energía espiritual fluye dentro de usted.
Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
Juan, 7:37.
Mas en todas estas cosas vencemos por aquel que nos amó. Porque persuadido
estoy de que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los príncipes, ni lo presente,
ni lo venidero, ni las virtudes, ni la altura, ni la profundidad, ni ninguna criatura
podrá arrancarnos al amor de Dios en Cristo Jesús, nuestro Señor.
Romanos, 8:37-39.
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Toda persona, si desea gozar de buena salud mental y triunfar en la vida, debe
olvidar los fracasos y errores pretéritos y aprender a seguir adelante sin el lastre de
aquéllos.
El arte de olvidar es absolutamente necesario. Cada noche, antes de dormirse,
esfuércese en echar al olvido los errores y fracasos del día. Son cosa pasada. En
compañía de Dios, mire hacia el futuro.
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Este versículo encierra una advertencia muy seria. Si una persona durante cierto
tiempo, vive temiendo algo, nada tiene de extraño que el temor se convierta en
realidad.
Por ejemplo, si usted piensa que va a fracasar, y
en su mente se alojan habitualmente
pensamientos de fracaso, creará la condición
mental necesaria para que el fracaso, en efecto,
se produzca. Los factores creadores y positivos
no caben en su mente, ya que ésta está ocupada
por pensamientos e ideas de signo totalmente
opuesto.
Por el contrario, si sus pensamientos son
positivos, en el interior de su mente se creará
una atmósfera propicia al éxito, a la salud y al bienestar.
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Mas a cuantos lo recibieron, dioles poder.
Juan, 1:12.
Usted puede poseer dentro de sí mismo toda la energía que pueda necesitar en el
curso de su vida.
El método para conseguir dicha energía es muy simple. Además, depende
únicamente de usted. Este texto proporciona la fórmula. Consiste en "recibir" a
Cristo. Cuando uno lo hace con sinceridad, recibe a cambio, torrentes de energía.
¿Cómo recibir a Cristo? Nada más sencillo. Decida
que lo quiere y dígaselo de todo corazón. Luego,
empezando hoy mismo, procure vivir de un modo
que usted sepa que Él aprobaría.
La fórmula, en esencia, consiste en someterse a la
voluntad de Dios, actuando de acuerdo con sus
enseñanzas. Es la aceptación de una nueva forma de
pensar y de vivir. Sométase pues, a su voluntad; no
un solo día, sino todos, y su energía espiritual crecerá en razón directa con ese
sometimiento.
Esfuérzate, pues, y ten valor; nada te asuste, nada temas, porque el Señor, tu Dios,
irá contigo adondequiera que tú vayas.
Josué, 1:9.
Tal vez no esté usted satisfecho con su situación actual. Quizá se sienta insatisfecho
y desmoralizado. Ponga el asunto en manos de Dios. Si Él quiere que su situación
cambie, no se preocupe, cambiará, en el supuesto de usted sepa aceptar de buen
grado su voluntad.
Pero quizás Él desee que todo siga igual que hasta
ahora. En ese caso, le ayudará a amoldarse a la
situación. Hará que usted se sienta satisfecho,
agradecido incluso, por las condiciones en que se
desenvuelve su existencia. Aprenda el arte de sacar el
máximo partido de lo que posee, de lo que es, en
cualquier circunstancia.
Cuando usted aprenda esto, entonces y sólo entonces
sabrá cómo sacar el máximo provecho de sus cualidades, para mejor amoldarse a su
vida actual, o bien para mejorar su situación.
Aquello de que hay cosas demasiado bonitas para ser ciertas es falso. Sus esperanzas
más caras pueden convertirse en realidad. Sus sueños más maravillosos pueden
materializarse. Usted puede lograr todo cuanto realmente necesite. Una fuerza
maravillosa trabaja para usted.
Si su vida es miserable y sin sentido, decida
cambiarla desde hoy mismo. Confíe en que
ocurrirán grandes cosas. Reciba con confianza las
abundantes bendiciones divinas. No piense en la
escasez. Por el contrario, piense en la abundancia,
en la prosperidad, en lo mejor de todo. Dios quiere
darle a usted, hijo suyo, todas las cosas buenas. No
obstaculice su generosidad.
Dadme oídos y venid a mí; escuchadme y vivirá vuestra alma. Isaías, 55:3.
Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, una ayuda muy asequible en las
tribulaciones.
Salmos, 46:1.
Cuando la adversidad y las dificultades se ceban en usted, lo único que desea es,
muy seguramente, consuelo y protección, además de
fortaleza para permanecer firme y vencerlas.
El consuelo y la protección, así como la fortaleza, están a su
alcance. Este texto puede proporcionarle las tres cosas.
Recuerde con frecuencia que Dios está con usted, que Él
nunca le defraudará, que puede contar con Él. Diga: "Dios
está conmigo, ayudándome."
Esto le dará una sensación de bienestar. En su mente
florecerá una nueva esperanza, nuevas ideas. Se sentirá más
seguro de sí mismo, más fuerte. Se alzará por encima de las
dificultades.
Cuando tenga que resolver cualquier asunto difícil, antes que
nada, siéntese cómodamente, repita este texto media docena de veces, y ponga toda
su fe en él.
Tomad, pues, la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y,
vencido todo, os mantengáis firmes.
Efesios. 6:13.
Éste es uno de los mejores procedimientos para conservar la salud mental. Nos dice
que cuando hemos hecho todo cuanto está en nuestra mano para resolver un
problema determinado no tenemos que preocuparnos más, no debemos dejarnos
dominar por el pánico ni por la ansiedad, sino que, por el contrario, debemos adoptar
una actitud serena y; por así decirlo, filosófica.
Cuando usted ha hecho todo lo que ha podido, no trate de hacer todavía más.
limítese a "permanecer firme". Descanse, deje de pensar
en el asunto; ha hecho todo lo posible; los resultados
corren de cuenta de Dios.
Este texto se basta para sanar todos los temores que puedan atormentarle. Primero
nos dice que el temor es vencido por la fortaleza. ¿Qué fortaleza? Existe sólo una
fuerza más poderosa que el temor, y ésta es la fe. Cuando en su mente entre el temor,
contrarréstelo por medio de la fe.
Segundo: el amor vence al temor. Amor significa conseguir una mente libre de
complejos, caprichos y obsesiones. Lleve constantemente a Dios dentro de su
espíritu y no habrá temor u obsesión que pueda prosperar.
Cuando le asalte el miedo, recite este versículo en voz alta varias veces; es el mejor
modo de vencerlo.
Imagine que sus dificultades son un ejército, un ejercito dirigido contra usted.
Luego, recuerde que cuenta con un aliado que puede derrotar rotundamente a su
enemigo. Cuando se enfrente con las fuerzas contrarias - desaliento, frustración,
desasosiego, hostilidad, debilidad -, hágase esta pregunta: "¿Qué es lo que debo
decir a estos enemigos?" La respuesta no puede ser más sencilla: "Si Dios está por
nosotros, ¿quién contra nosotros?".
Emplee un minuto en pensar que Dios está de su parte y diga las palabras siguientes:
"Dios está conmigo. Dios está de mi parte. Dios es más fuerte que todos mis
enemigos."
Seguidamente, imagine que el enemigo se retira, impotente para contender con el
poder de Dios.
Personalice el versículo: "Si Dios está por mí, ¿quién contra
mí?"
Este texto enseña cómo realizar una cosa "imposible". Estudie su problema, rece
para que se resuelva, haga cuanto esté en su mano para solucionarlo. Si parece
insoluble, no se dé por vencido; dígase a sí mismo que "lo que es imposible a los
hombres, es posible para Dios".
Relaje el cuerpo. No se atormente. No se desmoralice. Nunca piense: "no puedo
hacerlo". Por el contrario, diga: "puedo hacerlo, lo estoy haciendo, porque a través
de mí, es Dios quien lo hace". Convénzase interiormente de que el problema se está
resolviendo ya. El resultado final quizá no se ajuste absolutamente a lo deseado. No
obstante, si procede de acuerdo con lo indicado, la solución será la que Dios quiere
que sea.
La paz os dejo, mi paz os doy; como el mundo la da os la doy yo. No se turbe
vuestro corazón ni se intimide.
Juan, 14:27.
Sin un profundo estado interno de quietud y sosiego, uno se convierte en víctima de
tensiones, preocupaciones y enfermedades. Una canción, una puesta de sol, la luz de
la luna y las olas del mar muriendo sobre la arena de la playa, por ejemplo, ejercen
sobre la salud efectos balsámicos. No obstante, carecen de poder para adentrarse en
las interioridades del alma.
La consecución del sosiego curativo requiere una
terapia muy profunda. La
repetición habitual de este texto
infundirá, con el tiempo, a su
personalidad una paz y un sosiego
completos y duraderos.
Cuando la tensión y la inquietud le
atormenten, siéntese cómodamente y deje que
estas palabras llenen de un extremo a otro sus pensamientos. Imagine que, como un
bálsamo, se esparcen por todos los rincones de su mente.