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(4) MSICA de Ana Mara Matute Las dos hijas del Gran Compositor -seis y siete aos- estaban

acostumbradas al silencio. En la casa no deba orse ni un ruido, porque pap trabajaba. Andaban de puntillas, en zapatillas, y slo a rfagas, el silencio se rompa con las notas del piano de pap. Y otra vez silencio. Un da, la puerta del estudio qued mal cerrada, y la ms pequea de las nias se acerc sigilosamente a la rendija; pudo ver cmo pap, a ratos, se inclinaba sobre un papel, y anotaba lago. La nia ms pequea corri entonces en busca de su hermana mayor. Y grit, grit por primera vez en tanto silencio: -La msica de pap, no te la creas! Se la inventa! El Gran Houdini se hunda rpidamente en un mar con mil metros de profundidad. Llevaba las manos atadas a los pies, los pies atados a la cintura, el cuello atado a las rodillas. Las sogas, a su vez, iban rodeadas por gruesas cadenas de las que tiraba una bola de acero, maciza, con un peso de dos toneladas. Todo, Houdini y las sogas y las cadenas y la bola de acero, bajaba rodeado por una jaula estrecha, un cubo de un metro de lado, hecha con barrotes gruesos y soldados entre s por expertos insobornables. Por fin pens el Gran Houdini una situacin de la que no puedo salir. Y se relaj para disfrutar de la nueva sensacin.

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