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OFICIALES DE LA LOGIA

¿QUE ES LA MASONERIA?

Tantas veces se ha definido a la Masonería diciendo que “Es la ciencia de la moral


velada en alegorías y esclarecida por medio de símbolos”, que si no fuera por la fuerza
de la definición sería hasta enojoso repetirla; pero ella expresa el principio exacto, la
Masonería: es una ciencia, una filosofía, un sistema de doctrinas que se enseña de un
modo peculiar por alegorías y símbolos y por la práctica de las virtudes; consideramos
ciencia lo que todos entendemos por tal, es decir, las razones del por qué de las reglas
para hacer bien alguna cosa; y por virtud, el ceñimiento a las reglas del buen vivir y la
práctica constante del bien por amor al bien mismo y nada más.

La Masonería es una institución de índole compleja, que carece de religión, por existir
todas en su seno y no tener, lo que las excluye a todas, sin predominio de ninguna; no
tiene patria, porque ello le quitaría su carácter eminentemente universal; carece de raza,
porque ella subsiste bajo todos los climas; no tiene color, porque entonces negaría la
virtud, cualidad susceptible de encontrarse en cualquier hombre negro, amarillo o
blanco, pobre o rico, grande o pequeño.

Los que afirman que la Masonería está en pugna con ésta o aquella religión, son
personas que ignoran de todo lo que es la Institución Masónica, y que juzgan tan solo
por referencia o por apasionamiento a ésta o aquella causa. Si la Masonería atacará a
alguna creencia o religión, no habría en su seno individuos que son a la vez creyentes y
masones, no tendría religiosos intransigentes y masones convencidos.

La Masonería deja a sus miembros la más amplia facultad de pensar y creer; pero se
rebela contra toda invasión fanática, cualquiera que sea la forma en que se presente;
pues todo extremo o exageración en las ideas o creencias es un vicio que exalta y que se
combate sin tregua, teniendo presente para ello “Que el hombre es libre para todo,
menos para ser esclavo”.

La Masonería, institución altruista y tolerante es a la vez escuela, templo, academia, que


a sus labores intelectuales, añade los principios que rigen en la vida las eternas
enseñanzas de la más sana moral; que práctica las virtudes más elevadas tratando de
hacer efectivo “Amaos los unos a los otros”. Como escuela, es una institución sobre
bases objetivas fundadas en verdades evidentes. En filosofía, no da preferencia a ningún
sistema, porque si es sensualista arruina los principios espiritualistas; rinde culto a la
razón, atributo del hombre; pero no da preferencia al racionalismo puro porque acabaría
con todos los principios metafísicos que son conocidos y respetados como principios
fundamentales de ideología, por eso vemos que su filosofía es ecléctica, pues así tiene
cabida todos los sistemas sin que exista la preferencia en ninguno; teniendo siempre
presente: Que la verdad es una y que los caminos por donde puede el espíritu humano
llegar hasta allá, son muchos.

La Masonería no ha ido nunca contra ninguna religión, secta, ideología, idea, creencia
ni bandería política; lo que ha hecho en todo caso es combatir todo fanatismo y toda
superstición; porque esos vicios son la forma más exaltada de la razón, que pervirtiendo
el entendimiento y perturbando el criterio han sido la causa del extravío de las ideas que
han conducido a la humanidad a los errores más graves; de allí han salido las guerras
más crueles, como han sido las guerras religiosas, de donde nació uno de los hechos
históricos fanáticos religiosos más repugnantes que la historia recuerda con horror y se
llamó “La Inquisición”; en el mundo moderno la guerra fratricida en Irlanda, entre
católicos y protestantes; en los pueblos del Medio Oriente la imposición a la fuerza del
Islamismo, etc.

La Masonería ha sufrido con paciencia y resignación todas las persecuciones que le han
hecho sus más crueles y encarnizados enemigos; ha visto con ojos de piedad a sus
detractores; ha perdonado a todos aquellos que de algún modo la han escarnecido; pues
comprende que no ha podido ser entendida por todos, y en algunos casos por sus
propios adeptos, pues cuando llegue esa época venturosa en que todos los hombres
sepan lo que es la Masonería, ese día será en la tierra el reinado de la libertad y la
justicia regirá a las naciones y así habrá cumplido la Masonería su misión y su obra,
razón para que la Masonería deje de ser.

La Masonería no es una institución benéfica, como muchas que existen con fines de
mutuo auxilio; no, ella ejerce la caridad bajo todas sus manifestaciones; pues la
Masonería cree que, no son sólo mendrugos los que necesita la humanidad: así, pues, un
consejo a tiempo; una observación oportuna; una amonestación conveniente; una
reprensión sin acritud; una corrección sin avergonzar u otro medio cualquiera de
enmienda a las faltas, defectos o extravíos son también obras de caridad que debemos
emplear en favor de los hermanos y amigos. “Compartir las alegrías y aliviar las penas”
son deberes de fraternidad. “no sólo de pan vive el hombre”.

La Masonería rinde culto excelso a la virtud, adora la verdad, respeta la razón, lucha por
la justicia y ama el derecho, emanaciones del Gran Arquitecto del Universo. Los
masones lo consideran como el ser eterno y existente y es por ello que el humano es
inmortal, que se prepara en esta vida para otra eterna y futura, en idéntica
contraposición primero con la filosofía de la antigüedad y luego con las doctrinas
religiosas de occidente que circunscriben la existencia humana a la vida presente.

Por tanto, estas dos doctrinas: la de la unidad del Ser Supremo y la de la Inmortalidad
del Alma constituyen la filosofía de la Masonería. De ahí que en la historia de la
humanidad siempre encontraremos instituciones y asociaciones que enseñaran estas
verdades de un modo alegórico y simbólico, a pesar de desarrollarse muchas veces en
un ambiente en que predominaba el oscurantismo intelectual y la degradación de las
antiguas religiones politeístas y creo a tener derecho de sostener que esas acusaciones
fueron la inunabula, es decir los predecesores de la institución masónica, tal como hoy
día existe.

Por eso la definición inglesa llega a lo siguiente: “La Masonería es una ciencia moral,
que se desarrolla y se piensa por medio del antiguo método de enseñanza del
simbolismo”. Esto lo ha afirmado la fidelidad de sus miembros y su propia perpetuidad.

Puesto que la ciencia del simbolismo constituye parte importante del sistema masónico,
por ser antigua forma de enseñanza, más extendida en sus primeras épocas y alimentada
por la sabiduría de los caldeos, fenicios, egipcios, la de Zoroastro, Pitágoras, Sócrates,
Platón, para citar nombres y para reafirmar lo antes dicho nos preguntamos ¿acaso no
está todas las ciencias de los egipcios escrita en simbolismos? ¿No habla la religión
católica en sus escrituras de parábolas? Los antiguos sentían predilección por la alegoría
y la personificación. La sencillez de la verdad se sacrificaba continuamente en el ornato
poético. Y ahora apliquemos esta doctrina a investigar la naturaleza de la ciencia
especulativa derivada del arte operativo, porque como todos sabemos la Masonería es
de dos clases:

Actualmente se trabaja en la Masonería especulativa; pero los antiguos hermanos lo


hacían en las dos. La operativa aquella que consiste en el arte de la construcción como
fundamento y base para su filosofía. Los gremios de constructores le dieron vida a esta
Masonería y poseían el saber tradicional e iniciático que provenía de tres fuentes
principales:

a) De las fraternidades creadas por los emigrados de Oriente;

b) De obreros llevados a Europa por los templarios; y,

c) De los últimos artesanos bizantinos, más ricos en enseñanzas tradicionales.

En cambio, la especulativa, nos sumerge en profundas investigaciones sobre diferentes


tópicos. Enseña a dominar las pasiones, obrar rectamente, hablar con discreción,
conservar el secreto, practicar la caridad y el único lazo que une a la Masonería
especulativa con la operativa es el simbolismo.

Y teniendo en cuenta que el origen de la Masonería especulativa data de la construcción


del Templo de Salomón, que es la espiritualización y la ubicación simbólica más
destacada e importante de la Masonería por el trazado de arquitectura que constituye la
aplicación de sus símbolos. La tradición dice que existían tres clases de trabajadores en
la construcción de este templo, y en la Masonería especulativa constituye parte
fundamental de su vivencia y que son: Aprendices, Compañeros y Maestros. Y es así
como se supone que cada masón simboliza un templo espiritual y la Logia de los
hermanos representa el universo.

De este breve análisis de la simbología masónica se puede sacar las siguientes


conclusiones:

1) Que los masones de la antigüedad, se dedicaron mientras predominaba en la


institución el arte operativo a construir templos materiales, de los cuales el más célebre
es el de Salomón.

2) Que los masones dejaron de trabajar en la construcción de templos físicos cuando la


ciencia especulativa sustituyó el arte operativo y empezaron a laborar en templos
vivientes.

3) El trabajo de todo masón que comprende debidamente su arte estriba en construir un


templo viviente. Y el trabajo es una palabra importante en la Masonería, quizás la más
importante, porque únicamente trabajando es como el hombre se convierte en masón.
La obra que realizan las logias en sus reuniones es el trabajo, pero como los masones no
edifican un templo masónico visible, ni una pirámide egipcia, el trabajo debe hacerse
visible en obras imperecederas, es decir que no perece, que supervive al paso del
tiempo, de modo que cuando dejen de existir físicamente se diga que la obra estaba bien
hecha.

Así planteadas las cosas, debemos considerar algunas variables sobre la universalidad
de la Orden Masónica:

En primer lugar, la Masonería no impone a sus miembros la aceptación de un criterio


unitario y cerrado del universo, porque ello envolvería una actitud dogmática. Entrega a
cada uno de sus miembros la responsabilidad de realizar, con las herramientas
simbólicas que le alarga, en forma de principios, el progreso del ideal humano, dentro
del amplio marco de la ley moral y de la libertad ética, en acuerdo y consonancia con la
autonomía de sus personales convicciones.

En segundo lugar, La posición universalista viene a ser algo más serio y trascendental
que la religión, ya que siendo los rituales y la simbología muy semejantes en todas
partes, su práctica e interpretación en los diferentes países y tendencias demuestran
grandes diferencias, a pesar de que en tal aspecto -quizás por lo mismo- la Masonería ha
sufrido una mucho mayor influencia de parte de la filosofía que de los dogmas
religiosos.

También ha de considerarse que, por desgracia, existen las más variadas


interpretaciones para símbolos y rituales casi idénticos. Y digo por desgracia, porque
ello ha restado universalismo a la institución.

Finalmente, por mucha acentuación que se ponga en el trabajo interior, esotérico e


iniciático, la Masonería no escapa a la influencia y fenómenos sociales, a la cultura, los
usos, costumbres, los niveles de desarrollo, la historia en cada lugar geográfico, a veces
tan diferentes en regiones próximas y mucho más cuando la distancia y los pasados son
más dilatados.

HISTORIA DEL RITO ESCOCÉS ANTIGUO Y ACEPTADO

Me permitiré recordar que de los datos existentes se desprende que al finalizar la


primera cruzada, en el año de 1099, se establecieron en Francia, Prusia y Escocia los
grados sublimes e inefables del Rito Escocés, los cuales por circunstancias
desconocidas permanecieron abandonadas desde 1658, hasta 1758, en cuyo tiempo se
reorganizaron en París y Burdeos las Logias de Perfección. En 1761, las Logias y
Consejos de Grados Superiores se extendieron por toda Europa y Federico II, Rey de
Prusia, aceptó el patronato de las mismas, el cual le fue ofrecido por la Comisión de
Estocolmo, bajo el Título de Primer Soberano Gran Inspector General e Ilustre
Comendador en Jefe de la Orden de Sublimes y Valientes Príncipes del Real Secreto, y
fue reconocido como Jefe del Rito Escocés. En el año de 1762, se promulgaron las
Constituciones y Reglamentos del Gran Consejo de los Sublimes Príncipes del Real
Secreto, para el Gobierno de todos los cuerpos del Rito Antiguo Escocés, rito que se
formaba de 25 Grados, siendo el más alto de ellos, el de Sublime Príncipe del Real
Secreto. El 1º de Mayo de 1786, Federico II, Rey de Prusia, Soberano Gran
Comendador, Gran Maestro Universal y Conservador de la Antiquísima y muy
respetable sociedad de antiguos Masones o Arquitectos Unidos o sea Orden Real y
Militar del Arte libre del labrar la piedra, o Masonería, con el fin de asegurar y reunir en
un solo cuerpo de masonería todos los ritos del Régimen Escocés existentes, tales como:
Rito Antiguo; Rito de Heredom; Rito del Oriente del Kilwining; Rito de San Andrés;
Rito de los Emperadores de Oriente y Occidente; Rito de los Príncipes del Real Secreto
o de Perfección; Rito Escocés y Rito primitivo, promulgó las grandes constituciones de
1786, y declaro para siempre reunidos en una sola orden, las puras Doctrinas de la
Masonería del Rito Escocés Antiguo y aceptado de 33 Grados; El primer grado
sometido al segundo, éste al tercero y así sucesivamente hasta el 33, de Soberano Gran
Inspector General, el cual inspeccionará, dirigirá y gobernará todos los otros. El cuerpo
o reunión de miembros poseedores de este grado formarán el Supremo Consejo, quien
será el conservador de la Orden.

Asimismo Federico II, dispuso que después de su muerte, el poder supremo que hasta
entonces le había sido conferido, se transmitiera en cada País o Nación donde no los
hubiera, a un Supremo Consejo. El 17 de Agosto de 1786, murió Federico II, y de
conformidad con lo que dispuso en las Grandes Constituciones, los hermanos Juan
Mirchell y Federico Dalchó instalaron en Charleston el 31 de Mayo de 1801 el Primer
Supremo Consejo de Soberanos Grandes Inspectores Generales del Trigésimo Tercero Y
Ultimo del Rito Escocés Antiguo y Aceptado; a la fecha, este Supremo Consejo se
denomina de la jurisdicción Sur de los Estados Unidos de América y tiene su residencia
en Washington, D.C.

LOS TRABAJOS EN EL RITO ESCOCÉS ANTIGUO Y ACEPTADO

El Rito Escocés Antiguo y Aceptado (R.E.A.A.) es un rito donde se combinan los


elementos simbólicos más tradicionales con una dinámica de funcionamiento
ciertamente expresiva que permite desarrollar junto a un profundo sentido de
fraternidad, un agudo sentido del análisis racional que invita a enfocar la vida con
criterios donde lo espiritual y lo racional se complementan extraordinariamente.

En las Logias se representan simbólicamente las leyes que rigen el universo y sus
trabajos se realizan fundamentalmente en dos líneas que se complementan como los
brazos de un mismo cuerpo.

En primer lugar, la práctica del ritual, permite, en sus grados de Aprendiz, Compañero y
Maestro, a través de una serie de dramatizaciones ritualísticas de antiquísima
simbología, tener una mayor conciencia de las leyes y preceptos de la naturaleza y del
universo de la que descubriría nuestra simple pero atenta observación. Así, el ritual está
estructurado y codificado de tal manera que conforma un hilo conductor, el cual no sólo
puede transmitir un claro y sencillo mensaje general, sino que puede activar
mecanismos subconscientes e inconscientes que generan un elevado sentido de la
trascendencia. Así pues, en este rito tiene una importancia capital no sólo la práctica del
ritual sino también su asimilación espiritual, psicológica y conceptual.

En segundo lugar, dentro de los trabajos de la Logia se pone igualmente énfasis en los
trabajos masónicos de tipo intelectual. Los trabajos son presentados por escrito
(planchas) y, una vez leídos en la tenida, son tratados de forma oral y coloquial entre los
hermanos. De esta forma se consigue, a través de las diferentes apreciaciones u
opiniones aportadas, una percepción profunda del tema tratado, con el consiguiente
enriquecimiento y formación masónica que invariablemente dará sus frutos en cualquier
ámbito o situación.

Siguiendo con el espíritu eminentemente dinámico de las logias de Rito escocés


Antiguo y Aceptado habitualmente forma parte importante, el correspondiente ágape
fraternal o cena realizada fuera de las logias, donde se desarrolla, si cabe en mayor
medida, el profundo sentido de la fraternidad que existe entre todos los hermanos.

Grados del rito

Los tres primeros grados, comunes a todos los ritos, se denominan simbólicos, y son
administrados con plena soberanía por las Grandes Logias; sin embargo los grados 4º al
33º, ambos inclusive, son administrados por los Supremos Consejos.

LOS GRADOS DEL RITO ESCOCÉS ANTIGUO Y ACEPTADO

Masonería Simbólica

1. Aprendiz
2. Compañero
3. Maestro

DIGNIDADES Y FUNCIONAMIENTO DE LAS LOGIAS EN EL RITO ESCOCES


ANTIGUO Y ACEPTADO

Las Constituciones de Anderson publicadas en el año de 5723 para uso de las logias
señalaban las obligaciones de un francmasón extraídas de los antiguos archivos de las
logias allende mares de Inglaterra, Escocia e Irlanda para uso de las logias de Londres,
entre las cuales cito alguna de estos preceptos:

Las Logias

“Una logia es un lugar donde los masones se reúnen y trabajan”. Por consiguiente esta
asamblea o sociedad de masones debidamente organizada es llamada logia y cada
hermano debe pertenecer a una de ellas y someterse a su reglamento y a los reglamentos
generales. Una logia es particular o general, y será mejor comprendida por su frecuencia
y por los reglamentos de la Logia General o Gran Logia que a continuación se detallan.
En tiempos antiguos, ningún maestro o compañero podía ausentarse, particularmente si
había sido llamado a presentarse, sin incurrir en una severa censura, a menos que el
maestro o vigilante supiera la necesidad que le había impedido presentarse.

Las personas admitidas a ser miembros de una logia tienen que ser hombres de bien y
leales, nacidos libres y discretos y en edad madura…

De los Maestros, Vigilantes, Compañeros y Aprendices

Toda promoción, entre los masones, está fundada sobre el valor real y el mérito personal
solamente, a fin de que los señores puedan ser bien servidos, los hermanos no expuestos
a la vergüenza, y el Oficio Real no despreciado. En consecuencia ningún Maestro o
Vigilante está escogido por ancianidad sino por sus méritos. Es imposible describir estas
cosas por escrito y cada hermano debe ocupar su sitio y aprenderlas en la forma peculiar
de esta Fraternidad. No obstante los candidatos deben saber que ningún Maestro puede
enseñar a un aprendiz a no ser que tenga un cargo suficiente para ello a menos que no
sea un joven perfecto sin mutilaciones o defectos en el cuerpo lo que haría incapaz de
aprender el Arte de Servir al señor de su Maestro y de ser hecho hermanos y luego
compañero en su debido tiempo; incluso cuando haya servido durante el término fijado
por la costumbre del país; y aunque sea nacido de padres honrados, a fin de que, cuando
sea calificado pueda llegar al honor de ser Vigilante y más tarde Maestro de la Logia,
Gran Vigilante y por último Gran Maestro de todas las logias, según sus méritos.

Ningún hermano puede ser Vigilante si no ha obtenido el grado de Compañero, ni


Maestro antes de haber actuado como Vigilante, ni Gran Vigilante si no era ya Maestro
de una logia, ni Gran Maestro si no era compañero antes de una elección, que sea
también de nacimiento noble o caballero de la mejor clase o algún eminente sabio o
algún arquitecto inteligente u otro artista nacido de padres honrados y que sea de un
singular mérito en la opinión de las logias. Y para realizar de la mejor, la más fácil y la
más honorable manera su cargo, el Gran Maestro tiene el poder de escoger de su propio
Diputado Gran Maestro, que tiene que ser o haber sido anteriormente el Maestro de la
logia particular y tiene entonces el privilegio de hacer todo lo que el Gran Maestro, su
principal, podría hacer, salvo si el ya nombrado principal está presente o no impone su
autoridad por escrito.

Estos dirigentes o gobernadores, supremos o subordinados de la antigua logia, deben ser


obedecidos en sus puestos respectivos por todos los hermanos según las antiguas
obligaciones y reglas con toda humildad, reverencia, amor y alegría.

De la Gestión del oficio durante el trabajo

Todos los masones trabajan honradamente los días laborables para poder vivir
honorablemente los días de fiesta y el tiempo prescrito por la ley del país; ratificando
por la costumbre observada.

El más experto de los compañeros será nombrado como Maestro o Inspector de las
Obras del Señor, que tiene que ser llamado Maestro por los que trabajan para él. Los
hombres de oficio deben evitar toda expresión grosera y no darse unos a otros nombres
descorteces si no el de Hermanos o Compañeros y comportarse ellos mismos con
cortesía en el interior y en el exterior de la logia.

El Maestro estando él mismo capacitado, emprenderá los trabajos del Señor lo más
razonablemente posible y empleará fielmente los materiales como si fueran suyos y no
dará salarios más elevados a ningún otro hermano o aprendiz que no lo merezca
realmente.

Al mismo tiempo, el Maestro y el Masón recibiendo sus salarios con exactitud, deben
ser leales con su Señor y acabarán honestamente su trabajo, bien sea a destajo o jornada
y no trabajarán a destajo la tarea que de costumbre se haga como jornal.

Nadie conocerá la envidia ante la prosperidad de un hermano, ni lo suplantará en el


trabajo si es capaz de acabarlo, puesto que ningún hombre puede acabar el trabajo de
otro hombre, con el mismo provecho para el Señor, a menos que esté absolutamente al
corriente de los proyectos y de los planes del que lo ha empezado.

Cuando un compañero es acogido como Vigilante del Trabajo bajo el Maestro, será a la
vez leal con el Maestro y los compañeros, vigilará cuidadosamente el trabajo en
ausencia del Maestro para provecho del Señor y los hermanos le obedecerán.

Todos los Masones empleados recibirán sus salarios sin murmurar, ni amotinarse y no
dejarán al Maestro hasta que el trabajo sea terminado.

Uno de los más jóvenes hermanos será instruido en el trabajo para evitar que no se
echen a perder los materiales por falta de juicio y para aumentar y hacer durar el amor
fraterno.

Todos los empleados útiles de los trabajos serán aprovechados por la Gran Logia.

Ningún peón será empleado en el trabajo propio de la Masonería y los Francmasones no


trabajarán con los que no son francos salvo en una urgente necesidad; tampoco
instruirán al peón ni a los masones no aceptados como instruirán a un hermano o a un
compañero.

De la conducta a observar

a. En la logia mientras está constituida

No tener comités privados, ni conversaciones particulares sin permiso del Maestro. Ni


hablar de cosas impertinentes o inconvenientes, ni interrumpir al Maestro o a los
Vigilantes o a ningún otro hermano que habla con el Maestro.

Tampoco comportarse de una manera ridícula o burlona mientras la logia está ocupada
en asuntos serios y solemnes, y no usar ningún lenguaje inoportuno bajo ningún
pretexto, sino que manifestarse con el respeto debido a nuestros Maestros, Vigilantes,
Compañeros y les demostraremos honor.

Si alguna queja se presenta, el hermano reconocido culpable se someterá a juicio y a la


decisión de la logia, que es la propia y competente juez de tales diferencias (salvo si se
apelara a la Gran Logia) que debe estar informada, salvo si la obra del señor debiera
mientras tanto sufrir por ello, en aquel caso una acción particular puede hacerse pero no
debes recurrir a la justicia por lo que concierne a la masonería sin una absoluta
necesidad reconocida por la logia.

b. Conducta cuando la logia ha terminado y antes que los hermanos hayan marchado

Puedes alegrarte con inocente alegría tratándolos los unos a los otros según nuestros
medios, pero evitando todo exceso, no forzando a ningún hermano a comer o a beber
más allá de su deseo y no privando que se vayan a donde le llaman sus asuntos, no
haciendo ni diciendo nada ofensivo o que pueda privar una conversación fácil y libre
porque esto destruiría nuestra armonía y frustraría muestro laudable propósito. Así bien
ninguna disputa ni querella debe ser llevada tras la puerta de la logia, sobre todo
ninguna querella sobre religión, nación, política o estado, siendo nosotros solo masones
de la religión universal. Somos también todas las naciones, lenguas, parentescos y
expresiones, y estamos resueltamente contra toda política, no habiendo nunca
contribuido a ésta y no pudiendo jamás contribuir al bienestar de la logia. Esta
obligación ha sido casi siempre observada, pero especialmente desde la “Reforma en
Gran Bretaña, por su alejamiento y separación de la Comunidad romana”.

c. Conducta cuando los hermanos se encuentran sin extraños, aunque no en una logia
cerrada

Debemos saludarnos el uno al otro de manera cortés, según lo aprendido, llamándonos


recíprocamente “hermanos”, dándonos libremente mutuas instrucciones oportunas
cuando parezca conveniente, sin ser vistos ni comprendidos, sin invadir el uno el campo
del otro y sin derogar el respeto que es debido a todo hermano, incluso si no es un
masón. Pues aunque los masones sean como hermanos bajo el mismo nivel, la
masonería no quita a un hombre el honor que antes tenía; al contrario, ella añade honor,
especialmente si ha merecido la fraternidad que debe darlo a quien lo merece y evitar
malas conductas.

d. Conducta en presencia de extraños no masones

Ser prudentes en vuestra palabras y vuestro mantenimiento a fin que el extraño más
perspicaz no sea capaz de descubrir o de encontrar lo que no conviene sugerir, y algunas
veces nos desviaremos de la conversación y conduciremos prudentemente para el honor
de la Honorable Fraternidad.

e. Conducta en casa y con vuestro vecindario

Se debe actuar como conviene a un hombre moral y prudente particularmente no hacer


saber a vuestras familias, amigos y vecinos lo que concierne a la logia. Pero consultar
buenamente vuestro propio honor y el de la antigua Fraternidad de las cosas de las que
no se debe hablar no mencionar aquí. Se debe tener cuidado de vuestra salud, no
quedando juntos hasta demasiado tarde, no demasiado tiempo fuera de casa, después
que las horas de la Logia han pasado; evitando la glotonería y la borrachera de manera
que vuestras familias no sean descuidadas o perjudicadas, ni vosotros mismos incapaces
de trabajar”.
Ya en el análisis del gobierno de la logia está dirigido por una oficialidad solvente y
dispuesta hacer respetar la autoridad y la solemnidad que los rige, su composición se
rige por las siguientes dignidades:

Un Venerable Maestro que se coloca en el oriente.

Un Primer Vigilante que se coloca en el Norte y dirige la columna J.

Un segundo Vigilante que se coloca en el Sur y dirige la columna B.

Un Orador que se coloca en el oriente, a la izquierda del venerable Maestro.

Un secretario que se coloca en el oriente, a la derecha del venerable Maestro.

Un tesorero que se coloca a la izquierda del Orador, encabezando la columna Sur.

Un Maestro de ceremonias que se coloca delante y a la derecha del segundo Vigilante.

Primer experto que se coloca en la columna Norte frente al Maestro de ceremonias.

Segundo experto que se coloca a la derecha del Primer Vigilante.

Un Hospitalario que se coloca a la derecha del Secretario, encabezando la columna


Norte.

Un Guarda templo Interior que se coloca a la derecha del primer Vigilante.

Un Guarda Templo exterior que se coloca al exterior de la puerta de acceso al taller.

Los primero Oficiales son llamados las Siete Luces del Taller o Oficiales Dignatarios, y
gozan de la prerrogativa de pedir la palabra directamente al Venerable Maestro, y de
ingresan al templo, estando abierto los trabajos. La Logia los recibe de pie y al orden, y
el Maestro de ceremonias los conduce a su puesto. Todos los hermanos que por derecho
se sientan en el Oriente gozan también de esta prerrogativa.

En los misterios de la antigüedad, el ceremonial de recepción figuraba las revoluciones


de los cuerpos celestes. Los sacerdotes que presidían las iniciaciones y especialmente la
de Eleusis, se llamaban Oficiales y representaban grandes agentes de la creación, al
igual de lo que sucede hoy en la masonería moderna, que no son más que una fiel
reproducción de aquellas.[1]
[1] Diccionario Enciclopédico de la Masonería; Lorenzo Frau Abrines y Rosendo Arús
Arderiu, México, 2006.

Veamos ahora las funciones de cada uno de los Oficiales:


VENERABLE MAESTRO

Es la Primera Luz del Taller y su Presidente. Se sienta en el Trono de Salomón, en el


Oriente, y dirige todos los trabajos de la logia. Es la máxima autoridad y su poder es
absoluto en la logia. En algunos países se lo denomina Presidente de las Logias
Simbólicas; los ingleses le denominan Master; en Alemania se llama Maestro de Silla.
Pero ya se titule venerable, ya sea que se le llame Maestro, el primer mallete o sea la
Presidencia es, por lo general, el principal objetivo hacia el que convergen todas las
miradas y todas las ambiciones de los miembros de una logia “aspiración noble y
ambición loable dice un escritor, cuando se inspira en la lealtad y el amor, el bienestar y
progreso de una logia”.

Es el conductor del ritual de todos los trabajos y es el único que puede hacer uso de la
palabra permaneciendo sentado, salvo el Gran Maestro o su representante.

El Venerable Maestro es elegido por mayoría entre los miembros del taller, y para
ocupar esa función por lo general debe reunir estas condiciones:

Ser miembro regular de ella, por lo menos desde tres años antes de la fecha de la
elección.

Tener una antigüedad mínima de tres años en el tercer grado y haber desempeñado con
carácter titular durante su gestión el cargo de Vigilante, Orador o Secretario.

No haber incurrido en irregularidades ni sufrido sentencia ejecutoriada del Tribunal del


Honor masónico.

Todo esto, naturalmente, además de ser un hombre capaz de dirigir a sus hermanos
jamás debe olvidar que se debe por entero a su logia que le ha honrado con sus votos,
otorgándole su representación y toda su confianza. En la logia solo debe ver a
hermanos, a quienes tratar por igual con amor y fraternidad, y no ver en ellos a amigos
ni enemigos. El es el padre espiritual de sus hermanos y mientras no venga un veredicto
a alterar esta situación, debe tratar a todos los hermanos por igual. “Parco en la censura
y prudente en las alabanzas, ha de procurar que su imparcialidad nunca pueda ser
puesta, ni por un solo instante en tela de juicio”.[1]

Deberes

Convocar y presidir sesiones.

Iniciar a profanos en los misterios de la masonería simbólica, afiliará, conferirá grados


hasta el tercero inclusive.

Velar por la conservación de la Carta Constitutiva y la Constitución, Estatutos,


Reglamentos y Rituales expedido por Gran Logia.

Resumir las discusiones, fijar las proposiciones que deben someterse a votación, pero
evitando siempre influir sobre la opinión de los miembros de la logia y proclamar el
resultado de las votaciones.
Velar por el cumplimiento de las disposiciones de Gran Logia, del Gran Maestro y de
los acuerdos del Taller.

Conceder la palabra y retirarla cuando hubiere motivo para ello.

Decidir en caso de empate, salvo en elecciones y juicios.

Mantener orden a las discusiones y suspenderlas cuando la actitud y la personalidad


hayan reemplazado a la moderación.

Hacer cubrir el templo a cualquier hermano si lo desobedeciera reiteradamente.

Designar a los hermanos que deben desempeñar cargos vacantes y nombrar los adjuntos
cuando fueren necesarios.

Nombrar las Comisiones y designar al hermano que debe presidirlas.

Imponer las penas que establece la Constitución y los Estatutos.

Firmar las actas y la correspondencia de la Logia y poner su visto bueno a todo


libramiento contra el Tesorero.

Examinar mensualmente los libros que deben llevar los hermanos Secretario y tesorero
y los de éste pasarlos a la respectiva comisión.

Dar las necesarias facilidades para que los hermanos Inspectores de la Gran Logia
puedan examinar los trabajos, libros de Secretaría y tesorería de la logia.

Velar e imponerse de la conducta profana de los miembros del Taller, exigiendo de ellos
la más absoluta moralidad y perfecta honradez, impedir las intrigas y cuidar porque
reine la paz y la armonía entre los miembros de la logia.

Acudir al Gran Maestro en consulta y dar a éste y a los Inspectores los informes que le
pidieren.

Promover discusiones sobre materias que puedan ser de interés general para la Orden,
con sólo el objeto de hacer presente al Gran Maestro su resultado por vía de indicación,
y siempre que de la discusión habida en la logia resultare la conveniente de la medida
discutida.

Promover estudios y conferencias sobre el simbolismo de los grados de la masonería y


sobre aquellas materias que puedan ser de provecho e ilustración para los miembros.

Presentará anualmente a la Gran Maestría un informe detallado de los trabajos


efectuados por la logia durante el período de su cargo.

Los Venerables Maestros han de cuidar de que la Biblia -la Masonería es laica. Si bien
la Biblia preside la mayoría de los Templos Masónicos entre otros elementos
simbólicos, su sentido apunta más a la Sabiduría que a la religión, a la que respeta y
acepta en todas sus manifestaciones, tanto cristianas como orientales, pero no las adopta
como propias. Nuestra invocación al Gran Arquitecto del Universo las abarca a todas
ellas. La interpretación es personal, como corresponde a librepensadores, agnósticos y
ateos tienen la misma dignidad entre nosotros- sea abierta en sus Talleres; y, conforme
al grado en que se verifica la tenida, en la siguiente forma:

Para el Grado de Aprendiz en el libro de los “Salmos”, versículo 133, que expresa:
“Mirad cuan bueno y agradable es…”

Para el Grado de Compañero, en el libro “Amos” capítulo VII, página 8, que dice:
“Pondré una plomada…”

Para el Grado de Maestro, en el Eclesiastés”, capítulo XII que se lee: “Recuerda ahora a
tu Creador…”

Su principal cuidado que el Venerable Maestro debe observar el estudiar el carácter de


sus hermanos para contener prudentemente a unos, estimular a otros y establecer el
justo equilibrio que convenga conservar para la vida y el movimiento del taller. Siempre
vigilante y dueño de sí, siempre previsor y prudente, se ha de procurar adivinar con su
mirada sagaz la intención y el objeto que guíen a los hermanos en el curso de las
discusiones, siempre pronto para acudir al reparo de cualquier incidente, desagradable
que pudiera surgir de los debates.[2]

El Venerable Maestro es únicamente un Maestro elegido entre los hermanos masones


que conforman la logia, como miembros dotados de pleno goce, de la calidad y de los
derechos masónicos, y gobierna la logia con la autoridad que éstos le han reconocido y
delegado.

El Venerable Maestro entre los Maestros, es decir, entre los que son más que los demás,
es simplemente el primero entre sus iguales. Por eso, “No puede ni debe ser Venerable
Maestro, el Maestro envidioso, el apasionado, el rencoroso, el intrigante”.[3]

Para gobernar nuestras logias se necesita tener la aptitud del pastor, saber guiar y no
caer en una autocracia ignorante, o en una opresión intolerable, fruto de toda vana
ambición. Siendo nuestra Orden espiritual, no debe ser un gobierno que ate, sino que
liberte y que guíe e ilumine en el sendero de la iniciación individual, en la verdad y en
la virtud.[4]

Siendo el Venerable Maestro el padre o guía espiritual de su Logia, debe preocuparse


también por el adelanto espiritual y el comportamiento moral de sus miembros. El
Venerable Maestro en la ceremonia de iniciación debe entregar al recién iniciado los dos
pares de guantes blancos y debe decir: “Ese par de guantes es para nuestro uso, y
siempre deberéis tenerlos limpios porque jamás deben mancharse con la sangre de un
hermano, o ensuciarse con las malas acciones, y en cualquier momento podemos
pediros que los enseñéis. Y este otro par de guantes blancos es para vuestra esposa, y
jamás debe volver ni siquiera humedecido por las lágrimas de vuestra esposa o de
vuestros hijos”. Y se agrega “Si cualquiera de estos dos pares de guantes blancos viene
manchado, la Masonería será inflexible en el castigo”. Por lo tanto, el Venerable
Maestro debe preocuparse para que los hermanos del taller tengan siempre sus dos pares
de guantes limpios, y si notara una mancha, debe llamar al hermano y reflexionarlo
sobre sus acciones, como un padre cariñoso reflexiona a sus hijos, para sacarlos del
camino del mal y guiarlos en la senda de la virtud.

La joya del Venerable Maestro es una escuadra, que simboliza que él por su recta
conducta y por su elevado concepto de las cosas, debe ser el ejemplo de los demás.
Simboliza también la ecuanimidad con que debe regir a todos los miembros del Taller.
La escuadra constituye la norma de su conducta, la que debe observar siempre porque
está sujeta a las reglas inviolables de la equidad, la razón y la justicia; solo así puede
demostrar en cualquier momento que sabe propagar los sagrados principios de la
libertad, del deber y del derecho, sancionados bajo los sanos preceptos de la moral más
pura.
Cuando el Venerable Maestro ingresa al templo estando abierto los trabajos, la Logia
recibe de pie y al orden, y los hermanos Maestro de Ceremonia y Expertos lo conducen
a su trono en el Oriente donde el hermano Maestro que está presidiendo
accidentalmente le entrega el mallete para que dirija los trabajos. De igual manera
cuando el Venerable Maestro debe cubrir el templo, designa al Primer Vigilante o al
Segundo Vigilante o al Experto o en ausencia de estos, a un Ex Venerable Maestro o al
Maestro de mayor edad civil, para que dirija los trabajos, y la logia lo despide de pie y
al orden, y el Venerable Maestro se retira conducido por los hermanos Maestro de
ceremonias Y expertos quienes lo acompañan hasta el Salón de Pasos Perdidos.

[1] Diccionario Enciclopédico de la Masonería; Lorenzo Frau Abrines y Rosendo Arús Arderiu, México,
2006.

[2] Diccionario Enciclopédico de la Masonería; Lorenzo Frau Abrines y Rosendo Arús Arderiu, México,
2006.

[3] Guía del Maestro Masón; Luis Umbert Santos, México, 1988.
[4] Manual del Maestro; Aldo Lavagnini, Buenos Aires, 1992

PAST VENERABLE MAESTRO

Este nombre es propio del Venerable Maestro que deja sus funciones para cederlas al
nuevo Venerable Maestro elegido por el Taller. Pero por extensión se da este nombre a
todos los hermanos que han desempeñado la dignidad de Venerable Maestro durante
alguna gestión.

La labor del Past Venerable Maestro es guiar con sus consejos y su experiencia al nuevo
Venerable Maestro en el gobierno de la logia.

El Past Venerable Maestro se sienta en el Oriente a la izquierda del Venerable Maestro y


para hacer uso de la palabra la pide directamente al Venerable Maestro y hace uso de la
misma de pie y al orden.
La joya del Past Venerable Maestro es una escuadra de la que pende el Libro de la Ley y
simboliza la experiencia que ha adquirido y el conocimiento que debe tener de la Ley
Masónica y de los reglamentos Particulares del taller, lo que lo capacita para asesorar al
Venerable Maestro en sus funciones.

La joya del Past Venerable Maestro también es representada por una escuadra de la que
pende, en vez del Libro de la Ley, el postulado Nº 47 del libro primero de Euclides,
grabado sobre una plancha de plata suspendida dentro de un cuadrado. Este postulado es
el conocido Teorema de Pitágoras y su simbolismo es que así como los arquitectos
comprobarán la regularidad de una construcción valiéndose del triángulo rectángulo de
proporción 3, 4, 5, así también el Past Venerable Maestro es el que vigila que todo esté
dispuesto y en orden, juzgándolo todo según su criterio y experiencia.

Cuando ingresa al Templo estando abierto los trabajos, la logia lo recibe de pie y al
orden, y el Maestro de Ceremonias. Lo conduce a su puesto en el Oriente. En ausencia
del Venerable Maestro solo un Past Venerable Maestro puede dirigir una iniciación o un
aumento de salario o una exaltación.

El Consejo del Past Venerables Maestros se debe reunir periódicamente o cuando sea
necesario, para deliberar sobre la marcha del taller y dar los mejores consejos para su
mejor funcionamiento, pero no pueden tomar ninguna decisión sobre el gobierno de la
logia, ya que esta atribución pertenece a la Cámara del Medio.

Se supone que los consejos de los Past Venerable Maestro a los hermanos del taller
deben ser siempre llenos de sabiduría y de buenas intenciones, y para esto un Past
Venerable Maestro debería estar siempre presente en las tenidas, ya que de otro modo
difícilmente puede darse cuenta del desarrollo y de la marcha de su taller.

Lamentablemente en casi todas las logias se observa que los Past Venerables Maestros
no concurren a las tenidas, y solamente se presentan durante las elecciones de la
oficialidad, sin tener así un juicio cabal sobre cuáles son los candidatos que convienen
mejor para la dirección del taller.

Es costumbre en casi todos los talleres que en su primer período el Past Venerable
Maestro no sea elegido a ningún cargo en la oficialidad, no porque se considere
deshonroso el hacerle ocupar un puesto inferior al de Venerable Maestro que acaba de
dejar, sino porque se considera que son mucho más valiosos sus servicios sentado al
lado del Venerable Maestro para aclararle cualquier hecho acaecido durante su gestión,
y como un guía eficaz por su experiencia.

Atribuciones

1. Instalar a su sucesor u otro Venerable Maestro mediante invitación recibida para el


objeto.

2. Presidir la logia por ausencia del Venerable Maestro y siempre que no estuvieren
presentes los Vigilantes.

3. Hacer iniciaciones y dirigir los ceremoniales en cualquier logia, previo acuerdo e


invitación de ésta.
4. Presidir el Consejo de Asistencia Masónica y cooperar con el Hospitalario en todas
las obras en que se encuentre empeñado el taller.

5. Servirá de defensor de oficio de los hermanos acusados ante el Tribunal de Honor de


la logia.

VIGILANTES

Los vigilantes son los dos primeros oficiales que siguen en orden jerárquico al
Venerable Maestro y le suceden en la Presidencia de la Logia durante sus ausencias.
Este importante cargo es muy antiguo, pues con distintos nombres ya se lo conocía en
los misterios de la antigüedad. Pero en el siglo IX, cuando los compañeros constructores
alemanes se emanciparon del dominio de los monjes que dependían y se establecieron
para trabajar por su cuenta propia, decidieron reunirse una vez al mes para tratar de
asuntos importantes para el gremio y estas reuniones eran presididas por el compañero o
director o Venerable Maestro del taller, a quien acompañaban y ayudaban dos
contramaestres escogidos entre los compañeros más hábiles e inteligentes, con la misión
de controlar y vigilar a los obreros congregados, velando por el orden y la compostura
para que nada viniera a turbar el desarrollo de la reunión, y por esta razón se los llamo
Vigilantes.

El Primer Vigilante es la Segunda Luz del Taller y su primer Vicepresidente. Se sienta


en la columna del Norte, cerca de Occidente y vigila la columna del Sur. Los hermanos
y los compañeros que deseen hacer uso de la palabra la solicitarán por intermedio del
Primer Vigilante. El es el encargado de dar instrucción a los compañeros y de interrogar
en el examen para su exaltación. También se acostumbra a ser el encargado de contar el
contenido del Tronco de Pobres o también llamado saco de Solidaridad corrido por el
hermano Experto.

El Segundo Vigilante es la Tercera Luz del Taller y su segundo Vicepresidente. Se sienta


en la columna del Sur y vigila la columna del Norte. Los hermanos sentados en esta
columna solicitarán la palabra por intermedio del segundo Vigilante. Él es el encargado
de dar instrucción a los Aprendices y de interrogar en sus exámenes de aumento de
salario.

Funciones

Son guardianes y conservadores del silencio y del orden en sus respectivas columnas.
Los Vigilantes repiten y transmiten a quien corresponda las órdenes del venerable
Maestro.

Piden directamente la palabra al Venerable maestro por un golpe de mallete.

En ausencia del venerable Maestro, el primer Vigilante lo reemplaza en sus funciones, y


en ausencia del primero toca al Segundo Vigilante presidir los trabajos.
Los Vigilantes ayudan al venerable Maestro en la administración de la Logia; cuidan de
que cada uno de los oficiales desempeñen cumplidamente sus deberes, debiendo
siempre hacerse obedecer en las órdenes que transmitan y den.

Deben instruir a los hermanos de sus columnas y ayudarlos cuando no pueden contestar
libremente a las preguntas de instrucción.

Su un hermano usare la palabra sin permiso, el Vigilante respectivo le impondrá silencio


con un golpe de mallete, previniéndole que antes debe perdiera, y que solo el venerable
Maestro tiene derecho a concederla.

Los Hermanos Vigilantes no pueden dejar el sitial sin haber pedido al venerable maestro
que los haga reemplazar, pero cuando los trabajos de la logia no permitieran llamar la
atención al Venerable Maestro y fuera urgente la causa que motiva su salida, los
Hermanos Vigilantes tiene derecho a proveer ellos mismos a su reemplazante.

No pueden conceder permiso a los hermanos para salir del Templo. Únicamente el
Venerable Maestro consentirá que salgan los hermanos.

Los Hermanos Vigilantes solo podrán ser amonestados en Logia por el venerable
Maestro en términos que no menoscaben la consideración y respeto debidos a su rango.

Deben citar a los hermanos de sus columnas a Tenidas de Instrucción en las que se
estudiarán: historia de la Masonería, el simbolismo y todo lo concerniente a la doctrina
y filosofía del grado, debiendo informar mensualmente por escrito a la logia de sus
actividades desarrolladas.

La joya del Primer Vigilante es un nivel de albañil, que simboliza la equidad que ha de
guardar en sus pareceres, y es el símbolo de la igualdad masónica, a la cual están sujetos
los más encumbrados y poderosos personajes, lo mismo que el más humilde de los
iniciados y que no se distinguen por otro título que el de hermanos.

La joya del Segundo Vigilante es la perpendicular y recuerda a los Aprendices que


deben esforzarse por superarse constantemente. Simboliza la rectitud que debe
resplandecer en todos los actos y juicios de buen masón, y es también emblema de
justicia y equidad que deben tener todos los fallos emanados de los tribunales
Masónicos. Es costumbre en casi todas las logias que el Segundo Vigilante presida la
Comisión de Justicia en su taller y el Primer Vigilante la de Cultura Masónica, Ritual y
Simbolismo.

Los Vigilantes manejan el mallete como símbolo de autoridad.

Siempre que los Vigilantes estén en el pavimento, ya sea entre columnas o para formar
la cadena de la unión, o en cualquier otra circunstancia, el Primer Vigilante debe estar al
lado Sur, y el segundo Vigilante al lado Norte.
El ORADOR

Es el Fiscal del Taller y su Cuarta Luz. Se sienta en el Oriente y a la izquierda del trono
del venerable Maestro y algo más abajo, de modo que queda a la cabeza de la columna
Sur. So joya es un libro abierto que representa su papel de Fiscal del taller, guardián y
conservador de la aplicación de la Constitución, reglamentos generales de la orden y de
los particulares del taller. Representa el heraldo de los antiguos misterios y simboliza a
la palabra, o sea a la vida.

El cargo de Orador es el más difícil y delicado de todos, y sus funciones superan en


algunos casos las del mismo Venerable Maestro y a criterio de de Luís Umbert Santos
en su Manual Ortodoxo del Orador Masón: “El Orador puede ser comparado hasta
cierto punto con el Ministerio Público de los Tribunales en el orden profano. Este, si no
puede prevenir los abusos, puede cuando menos denunciarlos, detener y contrarrestar su
acción”.

El Orador viene a ser el contrapeso del Venerable Maestro. Si el Orador posee un recto
juicio y una sólida erudición, es muy difícil que un Venerable Maestro se equivoque o se
exceda en sus funciones, y la logia no corre el peligro de estar sometida a una voluntad
única; y la libertad, la igualdad y la fraternidad se encuentran garantizadas.
“Desgraciados del taller que viera o sufriera al Venerable Maestro y al Orador
coaligados en su contra”.

Deberes

1. Cuidar el cumplimiento de los reglamentos particulares de la logia.

2. Como órgano oficial de la logia, en cualquier circunstancia, tanto en logia como fuera
de ella, es el encargado de usar la palabra en nombre de ella.

3. Tienen la obligación de cerciorarse, antes de abrirse los trabajos de que las cintas que
están en la Biblia estén marcando los lugares debidos. [1]

4. Explicar a los iniciados y aumentados el simbolismo del grado.

5. Presentar en las tenidas de posesión del venerable Maestro la memoria anual de los
trabajos llevados a cabo en la logia.

6. Pronunciar en las ceremonias fúnebres, discursos que recuerden los trabajos y


servicios prestados a la Institución por los hermanos fallecidos.

Las principales cualidades de un Orador es el buen criterio. Este es preferible a la


elocuencia, pues de nada sirve un Orador con una gran facilidad de palabra y que
entusiasme a los hermanos con sus discursos, si sus conclusiones están erradas. Por eso
se debe elegir para desempeñar el cargo de Orador a un hermano que piense y juzgue
con sano criterio, y que sepa imponer y mantener la regularidad y la justicia.
Al término de todas las discusiones en los asuntos a tratarse el Orador debe dar sus
conclusiones para que los hermanos se pronuncien a favor o en contra de ellas, por el
signo de adhesión.[2]

El Orador pide la palabra directamente al Venerable Maestro y éste se la debe conceder


cuantas veces se la solicite. Pero para mantener la equidad y la justicia en los debates, el
Orador no debe expresar su opinión personal en los mismos, para no influenciar a los
hermanos debe simplemente mostrar las ventajas o desventajas de alguna proposición, y
así sus palabras versarán sobre el asunto a tratarse, y no en pro o en contra del mismo.
Terminada la discusión, hará un resumen, y dará sus conclusiones, que el taller aprueba
o rechaza por medio del signo. Los que estén de acuerdo con sus conclusiones
realizarán el signo de adhesión o asentimiento, y los que no estén de acuerdo, no lo
hacen.

Después de las conclusiones del Orador no es lícita discusión alguna sobre el tema de
las mismas. Por esta razón las conclusiones del Orador deben ser claras, cortas y
convincentes para que los hermanos puedan votar con perfecto conocimiento de causa y
plena convicción, pues una conclusión ampulosa y con palabras rebuscadas y sobre todo
sin convicción crea confusión.

El Orador es el encargado de dar instrucción sobre los símbolos de cada grado a los
iniciados en sus ceremonias. Por tanto tiene la obligación de instruirse y estudiar a
fondo sobre el simbolismo de cada grado, a fin de formarse un buen sistema de
instrucción. Es preferible que en cada ocasión repita sus palabras a que busque
variaciones en sus discursos, sin con esto pierde profundidad. Al Orador no se le pide
palabras bellas sino conceptos claros.

Debería ser norma de todo Orador el decir unas palabras de instrucción sobre el
simbolismo en cada tenida que tenga la logia.

Es deber en tenidas agradecer la presencia de los hermanos visitadores y darles la


bienvenida; también debe rendir homenaje según la ocasión y en los banquetes o
reuniones de los hermanos es el indicado para ofrecer el brindis o hablar en nombre del
taller.

El Orador es el encargado de celebrar con trozos de arquitectura todas las fiestas y las
ceremonias fúnebres que realice la logia, y estas planchas deben enriquecer los archivos
del taller. Si esta recomendación se cumpliera en todos los talleres, esta importante
colección de discursos podría llegar a ser de inestimable valor para la investigación
posterior de historiadores así como para la historia monumental y biográfica de la
Orden.[3]

El primer cuidado del Orador debe encaminarse a adquirir un conocimiento profundo


del corazón humano.

El Libro de Oradores de Timón recomienda: “Entrad en materia con sencillez y sacad


nuestro exordio en forma natural del mismo tema de que se trata. No afectéis una falsa
modestia ni un desdén soberbio. No seáis humilde ni altivo, sino veraz”. Y agrega
luego: “Si el que os procedió fue grave, sed gracioso; si fue gracioso, vos sed grave.
Pensad que no siempre es grato escuchar el mismo tono”.
Decálogo del Orador [4]

Cumplir y observar que se cumplan las leyes, estatutos y reglamentos de la orden.


Ejemplarizar los hechos legales a fin de sentar cátedra de cumplimiento.
Fraternizar la exigencia en la observancia de los derechos de todos.
Exigir el deber y las obligaciones para merecer el derecho.
Ser imparcial en sus juicios para significar su cargo.
La rectitud en sus conclusiones le harán digno de sus representados.
El combate a la anarquía, a la dictadura y a la imposición, será el punto básico de su
actuación.
Criterio y buen juicio en sus resoluciones, le merecerá el respeto y estimación del
pueblo masónico.
Firmeza, seriedad y honradez en el desempeño de su delicada encomienda, será la divisa
característica.
El silencio de su opinión particular en los asuntos de logia, enaltecerá su actuación.

[1] Lo que debe saber el Orador; Editorial Menphis, México, 2005.


[2] Manuel Ortodoxo del Orador Masón, Luis Umbert Santos, editorial Pax, México, 1999.
[3] Lo que debe saber el Orador; Editorial Menphis, México, 2005.
[4] Lo que debe saber el Orador; Editorial Menphis, México, 2005.

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