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Anatoli Dneprov
Los cangrejos caminan sobre la isla 2 de 15
Presentí que mentía, pero no dije nada. instrumentos necesarios para abrir los demás
Mientras tanto Cookling, de pie, se frotaba el cajones.
cuello rojo púrpura con la rolliza palma de la
mano. Cookling me habló como lo hizo en el
polígono cuando me presentaron a él. Entonces
Sabía que cuando él iba a mentir, iba de uniforme militar y yo también.
siempre hacía esto.
- Está bien - musité entre dientes y me
Ahora me lo confirmaba. acerqué al cajón número uno.
- Vea usted, Bad, se trata de un divertido En dos horas levantamos allí mismo, a la
experimento para verificar la teoría de ese, cómo orilla, la tienda de campaña. Introdujimos en ella
se llama... - se interrumpió y clavó sus ojos en la pala, la barra, el martillo, varios
los míos con mirada penetrante. destornilladores, un punzón y otros instrumentos
de herrería. Allí mismo colocamos cerca de un
- ¿De quién? centenar de latas de diferentes conservas y los
recipientes con agua dulce.
- De sabio inglés... Caramba, se me ha
ido de la cabeza su apellido... ¡Ah, lo recuerdo! A pesar de ser jefe, Cookling trabajaba
de Charles Darwin. como un buey. En verdad estaba impaciente por
empezar. Trabajando no advertimos cómo la
«Paloma» levó anclas y desapareció tras el
Me acerqué a él hasta tocarlo y le puse
la mano en el hombro desnudo. horizonte.
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El diámetro de la isla no pasaba de tres metálicas de todas clases, en otros, sólo de una
kilómetros. clase.
En el mapa había unas señales con lápiz Cuando terminamos con todo esto,
rojo: unas a lo largo de la playa, otras en el volvimos a la tienda de campaña y nos
interior. acercamos al cajón número diez.
- Lo que vamos a sacar ahora tenemos - Ábralo, pero con cuidado - ordenó
que distribuirlo por estos lugares - dijo Cookling. Cookling.
- ¿Qué es esto? ¿Instrumentos de Este cajón era mucho más ligero que los
medición? otros y de menor dimensión.
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Aquí, junto a la orilla, había uno de los Sólo cuando no faltaban más de dos
montones de barras metálicas. Cuando el pasos para llegar junto al montón, percibí hilitos
cangrejo se halló a unos diez metros del montón, finos de humo azulado que se elevaban, Y
de súbito, y olvidándose del sol, se lanzó después... Me detuve corno paralizado. Me
precipitadamente hacia aquél y se quedó inmóvil restregué los ojos, pero la visión no desapareció.
junto a una de las barras de cobre.
Junto al montón de metal había dos
Cookling me dio en el brazo y dijo: cangrejos exactamente iguales al que sacamos
el día anterior del cajón.
- Ahora vamos a la tienda de campaña.
Lo interesante será mañana por la mañana. - ¿Será posible que uno de ellos
estuviese enterrado en la chatarra metálica? -
En la tienda de campaña cenamos exclamé.
callados y nos envolvimos cada uno en una
ligera manta de franela. Me pareció que Cookling se puso varias veces en
Cookling estaba satisfecho de que yo no le cuclillas y se rió frotándose las manos.
hiciera preguntas. Antes de dormirme oí que se
volvía de un costado a otro, y a veces se reía. El - ¡Deje ya de una vez de hacerse el
sabía algo que nadie conocía. idiota! - le grité -. ¿De dónde ha surgido el
segundo cangrejo?
Al día siguiente, por la mañana
temprano, fui a bañarme. El agua estaba - ¡Ha nacido! ¡Ha nacido esta noche!
templada y nadé largo rato en el mar,
contemplando cómo en el oriente, sobre la Yo me mordí el labio y sin decir palabra
llanura de agua apenas alterada por las olas, se
me acerqué a los cangrejos de cuyos dorsos se
encendía la purpúrea aurora. Cuando volví a elevaban finos hilos de humo. Al Principio me
nuestro refugio y entré en la tienda, el ingeniero pareció que tenía alucinaciones: ¡los dos
militar ya no estaba allí.
cangrejos trabajaban con celo!
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Pensé que todo era un sueño. - ¿Para qué todo esto? - le pregunté a
Cookling durante la cena.
Estaba yo observando al recién nacido
cuando Cookling dijo:
- Para la guerra. Estos cangrejos son
una horrible arma de sabotaje - me dijo
- Ya está listo el cuarto. sinceramente.
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rapiñador, su plataforma empezó a desplazarse planos. Sólo me queda esperar a que los
rápidamente hacia adelante, realizándose en ella autómatas se traguen todo el metal y empiecen
un febril montaje de un nuevo mecanismo. la guerra entre ellos, tragándose mutuamente y
reproduciéndose. Así surgirán los autómatas que
Unos minutos después se deslizó de la me hacen falta.
plataforma a la arena el nuevo cangrejo.
Esa noche estuve largo rato sentado en
Cuando le relaté a Cookling todo lo que la arena ante la tienda, mirando al mar y
había visto. éste se limitó a soltar su risita. fumando. ¿Será posible que Cookling realmente
haya acometido una empresa de graves
consecuencias para la humanidad? ¿Será
- Esto es precisamente lo que hace falta
- dijo. posible que en esta pequeña isla perdida en el
océano hayamos cultivado una terrible peste
capaz de tragarse todo el metal de la esfera
- ¿Para qué? terrestre?
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altura, y empezaron a tragárselos uno tras otro. Me metí en el agua y tropecé con algo
En las plataformas de los gigantes se duro. Era un enorme cangrejo que se había
vislumbraban los contemos de una generación adentrado bastante en el agua y estaba de pie
de dimensiones todavía mayores. en sus largas patas.
Cookling frunció el ceño. Estaba claro - ¿Por qué se ha metido tan adentro?
que esa evolución no le sentaba bien. Lentos ¿Qué hace ahí? - le pregunté.
cangrejos autómatas de gran tamaño eran un
instrumento muy deficiente para el sabotaje en la - Me perseguían y me han obligado a
retaguardia enemiga. meterme aquí - chilló lastimosamente el
gordiflón.
Mientras los cangrejos gigantes
deshacían a la pequeña generación, en la playa - ¿Lo perseguían? ¿Quiénes?
se restableció temporalmente la tranquilidad.
- Los cangrejos.
Salí del agua y me siguió, callado, el
ingeniero. Fuimos a la parte oriental de la isla
- ¡No puede ser! Pero si a mí no me
para descansar un poco. persiguen.
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Los bichos metálicos habían - ¡Vaya diablos!, ¿por qué lo odian tanto
despachurrado las latas de conserva. Habían a usted? ¡Si usted, como quien dice, es su
alcanzado nuestro almacén submarino. progenitor!
Estaba tan ocupado en recoger los Cuando salió el sol, todos los autómatas
restos, y tan disgustado, que me olvidé de su salieron del agua y durante cierto tiempo se
existencia. Sin embargo, pronto me lo recordó calentaron. Durante este tiempo pude romper a
con un agudo grito. pedradas los espejos parabólicos del dorso de lo
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Cookling que, como picado por una avispa, se compasión. En mi boca reseca crujía la arena y
había puesto en pie de un salto y lleno de pánico mentalmente maldecía al muerto por su ruin
intentaba huir del monstruo. empresa. Según la moral cristiana, yo cometía
un gran pecado.
Pero era ya tarde...
Después, me pasé varios días seguidos
Los finos tentáculos rodearon acostado en la playa, mirando al horizonte hacia
fuertemente el gordo cuello del ingeniero y el lado de donde debía aparecer la «Paloma». El
tirando hacia arriba se lo llevaron a la boca del tiempo transcurría terriblemente despacio y el
mecanismo. Cookling quedó impotente en el implacable sol parecía que se había parado
aire, agitando los brazos y las piernas. encima de mi cabeza. A veces me arrastraba
hasta el agua y sumergía en ella mi tostada
cara.
Aunque yo odiaba al ingeniero con toda
mi alma, no podía permitir que muriese en lucha
con un bicho metálico cualquiera. Para olvidar el hambre y la ardiente sed,
procuraba pensar en algo abstracto. Pensaba en
Sin pensarlo un segundo me cogí a las que en nuestros tiempos, multitud de personas
inteligentes
altas patas del
cangrejo y tiré malgastaban
de ellas con sus energías
intelectuales en
todas mis
fuerzas: pero causar
esto era lo perjuicios a
otras personas.
mismo que
derribar un tubo Por ejemplo, el
de acero invento de
Cookling, yo
profundamente
clavado en el estaba seguro
suelo. El de que se podía
utilizar para
«ictiosauro» ni
se movió. fines nobles,
por ejemplo,
para extraer
Me subí a pulso a su espalda. Por un metal. Se podía haber dirigido la evolución de
momento mi cara estuvo a la altura de la estos bichos de tal manera que cumplieran esta
desfigurada faz de Cookling. «los dientes», me tarea con el mayor rendimiento. Llegué a la
cruzó por la mente ¡Cookling tenía dientes de conclusión de que con el correspondiente
acero!... perfeccionamiento del mecanismo, éste no se
transformaría en una torpe y gigantesca mole.
Con todas las fuerzas de mi puño le di al
espejo parabólico que brillaba al sol. Una vez cayó sobre mí una enorme
sombra circular. Con dificultad levanté la cabeza
El cangrejo giró sobre el mismo lugar. La y miré lo que me tapaba el sol. Resultó que
cara azulada de Cookling con los ojos estaba acostado entre las patas de un cangrejo
saltándosela de las órbitas estaba a la altura de de dimensiones monstruosas. Se acercó a la
la boca-taller. En ese momento ocurrió algo orilla y parecía que miraba el horizonte y
horroroso. Una chispa eléctrica saltó a la frente esperaba algo.
del ingeniero, a su sien. Después los tentáculos
del cangrejo aflojaron y el pesado cuerpo del Después empecé a ver alucinaciones.
creador de la peste de hierro cayó a la arena sin En mi excitado cerebro, el cangrejo gigante se
sentido. transformó en un depósito de agua dulce,
elevado a gran altura, al cual yo no podía
Cuando enterraba a Cookling, por la isla llegar...
corrían, persiguiéndose, varios cangrejos
enormes, sin prestamos la menor atención. Me desperté a bordo de la goleta, y
cuando el capitán Gale, me preguntó si había
Envolví a Cookling en la lona de la que cargar en el buque el enorme y extraño
tienda y lo enterré en el centro de la isla en un mecanismo que había en la playa, yo le dije que
profundo hoyo. Lo enterré sin sentir la menor por el momento ninguna falta hacía.
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Si bien es científicamente
improbable que podamos
encontrar seres de tal naturaleza,
la ciencia ficción ha considerado
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