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En la progresión numérica, vemos que los números primos son más difíciles de
encontrar a medida que aumenta la cantidad que indican los números enteros,
pero existe infinitud de números primos que supera la cantidad de partículas
universales.
Tanto si se considera al universo, como temporal desde que existe o como ‘eterno’
porque existe sin un “antes”, es lógico suponer una condición sobrenatural eterna.
Negarse a considerar la posibilidad de que pueden existir otras razones de causa
u origen, además de las que percibimos en el mundo sensible, es imponer una
seria limitación a nuestros procesos lógicos, cognitivos, afectivos y éticos.
Para quienes creemos en la sobrenaturaleza otra manera de explicar la realidad
del número y las relaciones matemáticas es que- como conceptos abstractos-
existen “para” el entendimiento (que elabora un lenguaje matemático). La realidad
matemática existe como sabiduría y conocimiento de Dios y determina la realidad
material en casos como la ley del cuadrado inverso, pero no siempre se
corresponde totalmente con la naturaleza que percibimos. La realidad matemática
también contiene información eternamente determinada que no tiene
correspondencia con la realidad natural. Las relaciones matemáticas existen sin
necesidad de soporte material.
El texto que sigue fue modificado según comentarios que enviamos y fueron
respondidos por Néstor Martínez en su blog “No sin grave daño” (3/03/2018). Esto
no significa que el Sr. Martínez coincida plenamente con lo que exponemos.
Si bien nada puede ser sólo porque sí- pues todo obedece a una razón- se
entiende que todo tenga razón suficiente no quiere decir que siempre podamos
saber cuál ni cómo es. En el caso de la gravedad llamamos razón suficiente a lo
que comprobamos como ‘gravedad’ que funciona, por ejemplo, en el movimiento
de los astros. Dios como Causa Primera es el que da razón suficiente de toda su
creación. ¿Dios inmutable y creador? Es que en el plan de Dios Su infinitud
comprende toda la dinámica de su creación. El mundo sólo puede derivarse
necesariamente de Dios, supuesto en Dios el libre acto creador, y la razón
suficiente de éste, como ya dijo San Agustín, es: "Quia voluit": porque Quiso.
Los entes matemáticos no existen fuera de las cosas mismas o de la mente divina
y de las otras creadas. Como entes están (pueden estar) en acto como inteligibles
es nuestras mentes. Por Dios son razón suficiente de ser, en cosas como la
distribución e intensidad de la gravedad, determinada por la relación matemática
donde “la superficie de la esfera aumenta al cuadrado de la longitud del radio”.
Esto estaba en potencia para nuestro entendimiento hasta Newton, pero la Causa
de este conocimiento es sobrenatural. Hay variedad de ejemplos, pero el de la ley
del cuadrado inverso es de particular importancia (bastante ignorado) para ir
comprendiendo la organización de la materia, como por ejemplo permite la fórmula
de Einstein de conversión de masa en energía, y sus corolarios, respecto a la
‘velocidad’ de la luz al cuadrado (que no significa superar enormemente la
velocidad de la luz sino que es como ‘una película en reversa’ (*) de la expansión
de la energía a generar). En Dios no es contradictorio su conocimiento de ‘todos’
los entes y relaciones matemáticas, que aunque infinitos ya están definidos, y no
pueden ser de otra forma (son verdades de razón).