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Maíz y Pueblos Indígenas de Oaxaca: 2 victimas del Neoliberalismo

Alvaro González R.1

Introducción: Pobreza Rural, Políticas de Desarrollo y Globalización en México.

Durante las últimas dos décadas hemos sido testigos de un éxodo masivo de la
población rural y/o indígena de México a los centros urbanos del país, y, de manera
especial, hacia los Estados Unidos. Como consecuencia, en el 2003 las remesas de
dinero del exterior han llegado al máximo histórico de poco más de 13 mil millones de
dólares, pasando a convertirse en el principal vehículo de captación de divisas, sólo
detrás de los ingresos petroleros.

Paradójicamente, el despoblamiento y empobrecimiento de la población rural e indígena


se desarrolla en un contexto donde en los últimos sexenios, en discurso, la política oficial
ha implementado y financiado importantes programas para modernizar y optimizar las
estructuras productivas del sector agrícola nacional a fin de ser competitivos en los
mercados mundiales, dominados por la globalización y la apertura comercial, al tiempo
que, también en el discurso, los programas sociales oficiales, se encargan de mejorar las
condiciones de vida de los campesinos, especialmente los más desprotegidos, es decir
los pueblos indígenas. No obstante, la migración y la pobreza rural continúan en ascenso
y no parece que vaya a cambiar esta situación en el corto plazo.

¿Cómo explicar o entender esta aparente contradicción? Es claro que si los campesinos
indígenas abandonan sus centros de origen es porque algo no está funcionando bien: ¿se
debe a la incapacidad de las comunidades indígenas para adaptarse y apropiarse los
procesos de modernización?, ¿es producto de una política pública errónea?, ¿es
resultado de una política pública deliberada? o bien ¿es una combinación de todas las
variables? Desde luego, hablamos de un proceso social complejo que no descansa en
una sola explicación en la diversidad de sus manifestaciones, pero que sí es
comprensible en cuanto a las causas estructurales que lo originan, y que no son otras que
los efectos de una política pública cuyos verdaderos compromisos y metas se encuentran
dentro del contexto del neoliberalismo y, en específico, en la actualidad, dentro e los
propósitos del Tratado de Libre Comercio –TLC-. Así, desde hace al menos dos décadas
los contenidos de las políticas económicas y sociales del estado mexicano han estado
reguladas en función de las demandas provenientes del exterior, bajo la guía financiera y
conceptual de organismos como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional,
abanderados de las doctrinas del neoliberalismo. Como veremos, su aplicación en
México, y en el estado de Oaxaca, se ha traducido en un acrecentamiento sensible de la
pobreza, la marginación y la migración rural.

En la última década, desde que se firmo el acuerdo del TLC, que coincidió con la
sublevación indígena del EZLN en Chiapas, el estado mexicano ha venido trabajando
para crear las condiciones que permitan cumplir los objetivos del TLC, que al decir de un
estudioso del fenómeno consisten para el sector agrícola en poner en marcha una
estrategia sustentada en 4 propósitos centrales, todos acordes a las pautas conceptuales
del neoliberalismo:

1 Miembro del Consejo Directivo del Grupo Mesófilo A.C.


2

a) Formar empresas rentables en áreas campesinas mediante la


compactación de tierras.

b) Privatizar los ejidos para que los campesinos puedan rentar,


vender sus tierras o asociarse con los empresarios agropecuarios.

c) Cambiar los cultivos campesinos por otros más rentables.

d) Promover la descentralización gubernamental para realizar obras,


servicios y subsidios, que dejan intacta la pobreza.2

La vía de esa estrategia descansa en la progresiva disminución de la inversión pública en


el sector rural, a fin de crear las condiciones sociales que permitan la entrada de capitales
externos, así como crear un marco normativo para garantizar el libre acceso a los
recursos naturales y las tierras ejidales y comunales y asegurar la circulación de las
mercancías y servicios de las grandes trasnacionales, a través de obras de infraestructura
que les faciliten la tarea. Sin duda, la tarea se ha hecho bien, como lo ilustran los hechos
mismos:

''En los últimos 20 años se ha dado una caída brutal del gasto público y del crédito
privado al sector agropecuario. El gasto actual es apenas de 24 por ciento del de
1980...Este proceso no ha sido la simple caída de la magnitud total de crédito y de gasto
público, sino la caída diferencial por grupos sociales y de tipo de cultivo-producto,
afectando mucho más a los pequeños productores (indígenas-campesinos, campesinos-
forestales y pescadores artesanales), que a los productores orientados a la producción
para la exportación''. Para 1980, el gasto público en el sector alcanzó 35 mil millones de
pesos, y la inversión total se ubicó en 39 mil millones...En 2000, los recursos públicos
bajaron hasta 9 mil millones, y a esa contracción se sumó la del crédito total, que apenas
fue de 19 mil millones de pesos. De tal forma, a partir de la instrumentación de los
compromisos con la banca internacional, sobre todo con la carta de intención ante el FMI,
el gobierno inició en 1985 un proceso de reducción de los precios de garantía al
productor. El proceso se aceleró a partir de la apertura comercial, incluso antas de entrar
en vigor el TLCAN.”3

Otro análisis igualmente significativo indica que “De la misma forma que el conjunto de la
economía mexicana, el sector agropecuario ha estado sujeto, desde 1983 a una severa
política de ajuste económico que, buscando reducir la inflación y el déficit fiscal, ha
significado: mantenimiento de precios adversos, reducción drástica de la inversión pública
y retiro de los subsidios que existían para un conjunto de insumos estratégicos para ese
sector…. En este sentido resulta congruente, desde la perspectiva oficial, la modificación
del artículo 27 constitucional de noviembre de 1991, que posibilita la privatización del
ejido para quitar las trabas al libre flujo del capital extranjero hacia el campo mexicano.
Esto significa que el gobierno mexicano está pensando que el TLC será la clave para
lograr lo que fue incapaz de realizar durante 50 años: la modernización y la justicia social
en el campo mexicano.”4

2 Cfr. García Zamora, 2002 (Para este 2008 la SH anunció una reducción del 6% en la inversión
para el sector agropecuario)
3 Roberto Garduño y Ciro Pérez, 2002

4 Rodolfo García Zamora, 2002


3

Así, la disminución de los recursos para el sector agropecuario es resultado de políticas


deliberadas, y sus consecuencias se manifiestan en el aumento de la pobreza rural,
donde de manera automática, ante la carencia de otras opciones, se incrementan los
flujos migratorios campesinos hacia los centros urbanos nacionales y los Estados Unidos.
La disminución del gasto público es, sin duda, una decisión de política pública que busca
desestimular la producción de los pequeños productores al propiciar condiciones de
producción incosteables al reducir el acceso al crédito, disminuir la inversión en
infraestructura y desaparecer prácticamente los programas de asesoría técnica y
capacitación. Como resultado, en estos últimos 30 años se perdió la autosuficiencia en la
producción de muchos alimentos y materias primas, como el maíz, la caña, algodón y
productos maderables, entre otros, mismos que ahora se importan en grandes
cantidades, y cuyos beneficiarios son un puñado de grandes compañías trasnacionales,
para cuyo provecho el estado mexicano ha venido trabajando en las últimas décadas,
hasta culminar con la firma del TLC, acuerdo que termina por derribar las trabas
proteccionistas y abre las puertas a la liberalización total del comercio y la inversión
extranjera en todos los ámbitos de la vida económica del país.

Asimismo, bajo esa misma óptica, diversos productos agrícolas antes de buena
rentabilidad, han visto caer drásticamente sus precios como resultado combinado de
grandes presiones de las grandes cadenas trasnacionales junto a una débil o la nula
capacidad de defensa de los mismos por parte de las autoridades mexicanas, ante lo cual
es válido preguntarse si el discurso del TLC no es sólo otra etapa para proseguir con los
objetivos de extraer de los campesinos, y sus recursos, todo lo extraíble. Desde luego, el
TLC, el arma mas poderosa con que cuenta en México el neoliberalismo, da un giro en
cuanto a los beneficiarios de tales políticas, ya que ahora las grandes trasnacionales
sustituyen progresivamente a los caciques e intermediarios que antes se privilegiaban
con el apoderamiento y distribución de la producción comercial campesina. Ese es el caso
del café, del hule, el henequén, frutales, hortalizas, granos, forrajes, etc., todos parte
importante de las economías de diversos grupos campesinos indígenas, pero cuyos
nuevos amos son ahora las compañías trasnacionales, que compran esas materias
primas a precios cada vez más bajos y a cambio distribuyen modernos productos
alimenticios enlatados y envasados, fibras sintéticas y artículos de plástico que sustituyen
a la producción artesanal, sumándose, desde luego, al redituable negocio de la venta de
insumos agroquímicos, cuyo auge en las zonas indígenas del país se inicia en los setenta,
como una política de desarrollo rural indigenista bien definida y planificada. 5 A esta
estrategia debe valorarse el aporte de las grandes centrales campesinas como la CNC,
Antorcha Campesina y CCI, entre otras, que actuando como agentes encubiertos del
gobierno, manipulan y
desarticulan las
estructuras
participativas de los
ejidos y comunidades
al fomentar el
divisionismo y la
manipulación político
electoral.

La caída o desaparición
de importantes áreas
de producción de la
5 Cfr. González R. Alvaro
4

economía campesina indígena ha representado un verdadero desmantelamiento no sólo


de las bases de obtención de ingresos de las comunidades y ejidos, sino que ha alterado
sensiblemente también los patrones alimenticios y de salud, al sustituir progresivamente
el consumo de alimentos y mercancías antes producidas local o regionalmente por una
cauda de productos externos distribuidos masivamente, ampliamente promocionados por
los medios de comunicación que los hacen aparecer como sinónimos de modernismo y
progreso. Las ganancias obtenidas por estas compañías son enormes al penetrar en
mercados antes protegidos y de difícil acceso. Si a esto sumamos las proverbiales
deficiencias existentes en materia de educación, nutrición y salud en el sector campesino,
estamos hoy día frente a un panorama rural dominado por el aumento de poblados
fantasmagóricos, parcelas abandonadas y el predominio demográfico de ancianos,
mujeres y niños, cuya única esperanza es el envío de dinero de sus parientes en el
exterior.6

De acuerdo a Astorga Lira, “el aspecto dramático en que descansan estos propósitos es
que las nuevas instituciones tienen que convencer a los campesinos para que se
deshagan de sus tierras. La única manera para lograrlo es empobreciendo a la gente del
campo, porque de lo contrario difícilmente venderían sus tierras, por reducidas que sean
sus parcelas. Si los campesinos no se deshacen de sus tierras, sencillamente no funciona
el modelo. Por ese motivo se suprimieron los apoyos productivos, se les endeudó y
crearon subsidios de hambre; mientras tanto se establecieron líneas de crédito blandas
para los agricultores que quisieran comprar o rentar tierras. La nueva institucionalidad
neoliberal forma parte de un complot orquestado para modernizar la agricultura
campesina, pero, sin los campesinos.”7

Uno de los impactos más severos de este proceso lo constituye el resquebrajamiento del
pilar histórico de la cultura y reproducción campesina: el maíz, cuyo cultivo viene cediendo
terreno ante el embate de las políticas rurales implementadas particularmente desde
1995, donde su dinamismo se frena abruptamente para pasar a un estado de
estancamiento, a pesar de seguir siendo el cultivo de mayor relevancia nacional.8

1 El maíz mexicano y el TLC

De acuerdo al apartado agrícola del TLC, México deberá abrir progresivamente sus
mercados para permitir la libre competencia en la oferta del maíz mediante la disminución
progresiva de las cuotas arancelarias por importación,9 lo cual debiera significar que
6 Los mapas y tablas proceden del trabajo de Nadal Alejandro, salvo que se indique lo contrario.
7 Enrique Astorga Lira. “Frustraciones y esperanzas de la economía campesina”, en La Jornada
del Campo. Suplemento del Diario La Jornada, 26 d febrero de 1997.
8 En superficie, valor producido y personal ocupado, su participación es de lejos la más importante
en el país. Su cultivo se expande sobre distintos contextos geográficos, ecológicos y sociales, a la
vez que incorpora diversos tipos de productores y tecnologías. Por otra parte, el grano sigue
siendo el núcleo de las dietas nacionales, proporcionando la mayor parte de las calorías y
proteínas consumidas por la población. (García, Zamora, op.cit)
9 El capítulo VII del TLC estipuló una inmediata conversión del sistema de aranceles del maíz en
otro de cuotas por tasa arancelaria que deberá eliminarse en el transcurso de 15 años. México
acordó una cuota inmediata sin aranceles de 2.5 millones de ton métricas de maíz. Esta cuota
debe expandirse a un interés compuesto del 3 por ciento anual, a partir de 1995. El arancel para
las importaciones que rebasen la cuota se fijó en 206.9 por ciento a partir del 1 de enero de 1994
(aproximadamente 197 dólares estadounidenses por tonelada métrica). En los primeros seis años
del TLC el arancel por sobrecuotas se reducirá en 29.6 por ciento del arancel base. Tras este
periodo, el arancel restante se eliminará linealmente durante los nueve años subsiguientes . Para
5

resulta necesario fortalecer las condiciones de su producción a fin de poder competir ante
la oferta que provendrá del exterior. Sin embargo, la finalidad parece ser otra a juzgar por
el rumbo que seguido, ya que a pesar de seguir siendo el cultivo de mayor relevancia
nacional, enfrenta desde hace al menos 2 décadas un serio deterioro marcado por
significativas bajas en los niveles productivos, la superficie cultivada y una disminución en
el consumo.

Un indicador clave de la disminución de los apoyos oficiales a la producción de maíz lo


constituye el crédito otorgado por el Banrural para su cultivo, el cual se ha estancado
notablemente:

“En general, el nivel del crédito para los productores agrícolas se encuentra en un mínimo
histórico. La proporción de la agricultura respecto al crédito total para el sector privado fue
reducida a la mitad desde 1981. En términos reales, el monto asignado a la agricultura es
comparable con los niveles que tenía a principios de la década de 1990. Al mismo tiempo,
muchos productores afrontan los desafíos derivados de la competencia externa. Entre
1980 y 1994 la proporción de los productores de maíz en las operaciones de Banrural
creció de 23 a 42 por ciento, pero los préstamos a los productores de maíz sufrieron una
gran declinación: en términos de valores reales (a precios constantes de 1993), cayeron
de 3,000 millones de NP en 1980 a 1.5 mil millones de NP en 1994. La disminución en la
disponibilidad de crédito es más pronunciada para productores de maíz que operan bajo
condiciones de temporal que para quienes utilizan sistemas de riego”. Podemos añadir
que de hecho los productores temporaleros han estado totalmente excluidos del crédito
desde entonces –1994-

A esto se suma la constante pérdida de valor del maíz, lo que ha contraído su producción
ante la adversa relación entre el aumento constante de los precios de producción y su
baja comercial: de acuerdo a precios constantes de 1994, en 1975 una tonelada métrica
de maíz tenia un precio de $1,232 pesos; para 1997 este era ya de únicamente $571.4.
Sólo entre 1990=1994, el precio disminuyó 40%. Hablamos de un impacto a 2.7 millones
de productores que dependen directamente del cultivo del maíz.

Pero esto no es algo fortuito, o causado por el “librecomercio” en abstracto, dado que
dentro de los acuerdos agrícolas del TLC, el maíz, a pesar de ser México el centro de su
domesticación y difusión, quedo como una prerrogativa comercial de los Estados Unidos,
bajo el argumento de su capacidad tecnológica y productiva, con lo cual defiende y
protege su industria agrícola.10

Y es aquí, entonces, donde encontramos la razón de ser de la política nacional al reducir


su inversión, y, en general, de impedir el desarrollo de una agricultura maicera nacional
sólida, puesto que el objetivo es el de favorecer la entrada del maíz de Estados Unidos.

el decimocuarto año del TLC (2008), la cuota sin aranceles para las importaciones de maíz
representará 3.6 millones de ton métricas, y para el decimoquinto todas las importaciones tendrán
un arancel cero.
10Los tratados de libre comercio en realidad no promueven “libre comercio” como lo definía su fundador Adam
Smith, quien abogó por el flujo de bienes y servicios sin inhibiciones. Tratados de libre comercio iniciados por
EEUU mantienen muchas restricciones sobre el comercio con tal de favorecer productos y corporaciones de
EEUU. Por ejemplo, Estados Unidos exige que no se toquen sus propias estructuras de subsidios a la
agricultura mientras exige a otros países que eliminen aranceles y cuotas a las importaciones.
6

En contrapartida, se ha generado un aumento notable en las importaciones del grano y el


crecimiento de productores nacionales cuyas condiciones les impiden poder competir
frente a la oferta externa, la cual, como establece el TLC, no deberá hacer distingos entre
los productores y empresas locales frente a las de procedencia externa, con lo cual,
automáticamente se garantiza, por la notable diferencia existente entre ambos países, y
sus productores y los subsidios y apoyos que reciben un marco de competencia
totalmente favorable a los intereses de la industria agrícola norteamericana.

Tabla 1)Importaciones de maíz: 1985-1997.

Hay que resaltar que con la apertura total del Tratado de Libre Comercio de América del
Norte (TLCAN) en el capítulo agrícola, las importaciones mexicanas de maíz blanco para
uso humano provenientes de Estados Unidos se dispararon en enero 384 por ciento, al
llegar a 49 mil 488 toneladas, mientras que en el mismo mes de 2007 fueron 10 mil 222
toneladas.11

Es significativo resaltar el crecimiento de los importadores privados de maíz, quienes van


ocupando el espacio antes propio del sector oficial, hecho acorde a la política de
adelgazamiento del estado, impulsada de manera decisiva desde el régimen del ex
presidente Salinas, promotor del acuerdo del TLC. Estos datos significan, entre otras
cuestiones, que un asunto de importancia estratégica, como es la soberanía alimentaria,
se está dejando cada vez más en manos del sector privado, específicamente el
trasnacional, donde las tendencias del mercado favorecen la paulatina concentración de
la importación y distribución del maíz en pocas manos, generalmente las de los grandes
consorcios que ya controlan en gran medida la industria alimentaria en México. El gran
beneficiario de este proceso lo han sido sin duda las compañías norteamericanas,

11 En: http://www.imagenagropecuaria.com/articulos.php?id_sec=20&id_art=333 Imagen


7

quienes, bajo las cláusulas del TLC, e incluso pasando por ellas, están inundando a
México de maíz barato, como ilustran los siguientes datos:

En el primer año del TLCAN se permitió el ingreso de 2.5 toneladas métricas de maíz de
los EEUU a México sin el pago de aranceles. La cantidad que Estados Unidos podría
exportar debía aumentarse 3% cada año durante los próximos catorce años para
completar el período de retiro paulatino de 15 años. Se supone que las importaciones de
maíz desde los EEUU que sobrepasen la cuota libre de impuesto están sujetas a arancel.
Sin embargo, el período de retiro paulatino no duró el tiempo estipulado. En 1996, las
importaciones de maíz excedieron la cuota en más de 3 millones de toneladas y todos los
aranceles fueron descartados. Todos los años desde la implementación del TLCAN
(excepto 1995), las exportaciones de maíz de los EEUU han excedido la cuota y no se
han aplicado los aranceles. México dejó de percibir más de US $2 mil millones en
ingresos fiscales entre 1994 y 1998 por no cobrar los aranceles al maíz que sobrepasaba
la cuota asignada.96 Como el gobierno Mexicano no impuso los aranceles de importación
a los exportadores de maíz de EEUU, se les dio paso libre para que enviaran sus
cosechas de maíz subsidiado a México.12

En consecuencia, no se ve cómo será posible que los productores maiceros mexicanos


puedan competir frente a la oferta externa que ya está generando el TLC, ya que
mientras los primeros ven reducir los precios, apoyos y subsidios, los productores
norteamericanos y canadienses disfrutan de enormes apoyos y aumentan su acceso al
mercado mexicano.13 Se podrá pensar que esto afecte sólo a los productores que envían
maíz al mercado, ya que quienes lo siembran exclusivamente con fines de autoconsumo
no entran en esta dinámica. La verdad es otra, ya que para estos resulta también
incosteable su producción, dado la combinación del continuo aumento de los precios de
los insumos, a que sus parcelas se ubican por lo general en zonas poco propicias y a la
escasa superficie de las mismas, así como que enfrentan una pérdida notable de mano de
obra necesaria para las labores culturales, como consecuencia de la creciente migración,
entre otros factores. En cifras relativas, este último segmento representa 64% del total de
productores de maíz en el país, para quienes las condiciones para producir su principal
alimento son cada vez más adversas.

Hubert Cartón de Gramont señala como la política gubernamental, consecuente con el


nuevo modelo económico aperturista y desregulador, ha consolidado la polarización del
campo mexicano con un 15% de los productores con capacidad productiva, que son los
que pueden competir en el actual marco económico; el 35% con potencial productivo que
depende del respaldo de los programas gubernamentales adecuados, y el 50% de los
productores sin potencial productivo, que bajo el nuevo modelo deberían abandonar el
sector, sin que exista ningún sector económico emergente nacional que los pueda
absorber.14 Salvo notables excepciones, es en este último rubro donde se ubican los
productores maiceros indígenas, y, como se está viendo, ante la ausencia de instancias
efectivas de absorción, la salida única es el abandono de la comunidad y la tierra, en
busca del sueño de la migración nacional o internacional. El mismo Cartón de Gramont
indica como el gobierno mexicano es optimista, ya que si bien no queda duda de que hoy
en día al menos el 50% de los productores del campo no tienen cabida en el modelo
12 Cfr. S’ra De Santis, 2003.
13 Entre 1994-2003, ingresaron al mercado mexicano 26,155 millones de metros cúbicos de maíz procedente
de Estados Unidos, y de acuerdo al TLC, entre 2004-2008, la cifra será de 14,054 millones de toneladas
métricas. (Nadal, Alejandro et. al.)
14 loc. cit, en García, Zamora, op.cit.
8

neoliberal, es poco probable que los productores “con potencial” logren mantenerse en las
actuales condiciones de grave abandono del campo mexicano.15

Ante tal situación, diversas organizaciones campesinas y civiles se unieron a través de la


campaña El Campo no Aguanta Más, para solicitar al gobierno del presidente Fox, la
renegociación del TLC, exigiendo la salida del maíz del mismo y el cese a las
importaciones de maíz de estados Unidos. Por supuesto, el gobierno no ha hecho nada,
salvo algunas declaraciones en el sentido de que lo firmado, firmado está.

Algunos análisis sobre el TLC citan los importantes flujos migratorios como una
consecuencia de la reestructuración de la agricultura entre los productores de maíz. Una
comparación de los datos entre las dos encuestas sobre los ejidos efectuadas en 1990 y
1994 revela que el tamaño medio de las familias en la muestra disminuía como resultado
de la migración (Gordillo et al.,1994, 3.1). Esta misma comparación mostraba que la
migración ocurre con mayor frecuencia en individuos de entre 30 y 45 años de edad. El
déficit migratorio en 1994 era mayor para el grupo de 20 a 30 años de edad, con un déficit
del 21 por ciento para individuos de entre 20 y 25 años. El 54 por ciento de los migrantes
viajaban a Estados Unidos. Para hogares con parcelas de ente 5 y 10 ha, la cifra era aún
más elevada: 64 por ciento.

Supuestamente para paliar la crisis generada entre el sector maicero, y más pensando en
la estabilidad social que en otra cosa, el estado mexicano ha creado programas
institucionales como el PROCAMPO, en el cual se aportan pequeños subsidios sobre la
superficie anual sembrada con maíz, lo cual ha generado dos tipos de impactos. De una
parte, la apertura indiscriminada de áreas en descanso o forestales para participar en el
padrón con más hectáreas y, de esta manera, recibir mayor subsidio durante los 15 años
de vigencia del programa. En términos ambientales, esto ha ocasionado daños severos al
equilibrio ecológico, especialmente en áreas indígenas reconocidas por un alto valor
biológico. Especial mención merece que como parte de los lineamientos de ese programa,
buena parte del dinero recibido se retorna a las compañías distribuidoras de
agroquímicos, ya que se coacciona a los campesinos para adquirir esos productos como
requisito para recibir los pagos. En todo caso, esa opción no ha contribuido a frenar la
migración o disminuir los niveles de pobreza. De otra, el PROCAMPO ha generado un
proceso de simulación, ya que en muchos casos no se llegan siquiera a sembrar las
superficies registradas, además de ser manejado en muchos casos con criterios políticos,
condicionando la entrega de los recursos para favorecer al aun poderoso PRI en el medio
rural mexicano. En todo caso, se trata de una política insuficiente para optimizar y ampliar
los rendimientos maiceros, así como para mejorar sensiblemente las condiciones de vida
de los productores indígenas, si bien en algo contribuye a mantener la tan necesaria
estabilidad social que de garantías a las inversiones esperadas con la implementación del
TLC.

Salvo el PROCAMPO, que es meramente asistencialista, y no busca una reactivación o


reestructuración a fondo de la producción maicera, es notoria la ausencia de programas
institucionales orientados a una reconversión tecnológica adecuada que permita
incrementar la productividad a fin de recuperar la auto suficiencia de maíz, ni existen
esfuerzos para ampliar las capacidades técnicas de los campesinos para poder acceder
en mejores condiciones a la apertura del sector agrícola que establece el TLC. Al parecer,
la apuesta de la política oficial seguirá optando por la vía de las importaciones masivas de

15 Ibid. anterior
9

maíz y la distribución de alimentos e insumos provenientes de las grandes cadenas


internacionales que controlan la alimentación mundial.

Uno de los efectos más notables de las recetas del neoliberalismo, a través, en el caso
mexicano, de los lineamientos del FMI, el Banco Mundial y la aplicación de los
lineamientos del TLC en materia agrícola, es la notable pobreza existente entre la
población rural, tal como lo indican, entre otras, las cifras de la CONEVAL, que si bien
muestran una tendencia descendente, esta se debe más al efecto del flujo de remesas del
exterior que como producto de las políticas oficiales.

Tabla 2: Pobreza rural 2000-2006


Pobreza Rural por Hogares

% % %

Alimentaria Capacidades Patrimonio


Año
2000 34.1 41.3 60.7
2002 27.8 35.4 56.0
2004 22.9 29.9 49.3
2005 26.1 32.9 53.9
2006 19.5 26.5 47.2

Fuente: Estimaciones Coneval, 2008

Ante tal panorama no es de extrañar que el proceso migratorio, antes restringido a ciertos
estados y regiones del país, se haya ampliado de manera notable entre las comunidades
y ejidos indígenas del país, estimándose que actualmente 4 de cada 10 de sus habitantes
reside en algún centro urbano16, donde esperan encontrar los satisfactores que el medio
rural les niega.17

La migración y la pobreza rural son fenómenos siempre presentes en la historia de


México, pero se han acentuado notablemente en las últimas décadas a raíz de las
políticas públicas implementadas para el sector rural, permeadas por la estrategia
neoliberal de promover la apertura comercial del país y el adelgazamiento del estado. En
Oaxaca, el estado de mayor diversidad cultural y ambiental del país, los efectos de esta
situación se vienen manifestando también de manera acelerada.

2 Maíz y neoliberalismo en Oaxaca.


2.1 El contexto estatal

16 Esos emigrantes proporcionan una fuente de ingresos muy necesaria a algunas de las regiones más
pobres del Sur. Según un análisis estadístico, las remesas de los trabajadores emigrantes de Guerrero y
Oaxaca reducen en 2% la proporción de la población que vive en condiciones de pobreza, una cifra
aparentemente poco significativa, pero que es casi igual a los resultados de los programas de reducción de la
pobreza, tales como Oportunidades. La migración temporal también está ligada a un aumento entre 20% y
25% en el ingreso per cápita. Banco Mundial, 2002.
17 Cfr.INI-PNUD, 2002
10

Si bien la proporción de población rural en Oaxaca ha venido disminuyendo,


representando en la actualidad poco menos del 50% del total, es aún una entidad
eminentemente campesina y mayoritariamente indígena, donde las actividades primarias
siguen siendo la base de la reproducción social de la mayor parte de su población. En
términos de dinámica demográfica es un estado caracterizado por un bajo crecimiento
poblacional, donde según las estimaciones de la Comisión Nacional de Población,
194,785 personas residían en el 2000 en Estados Unidos, y otros 148,619 lo hacían en
alguna otra parte del país, que en conjunto representaban a 10% de la población total
estimada,18 cifra bastante conservadora frente a otros estudios no oficiales.

Junto a Guerrero y Chiapas, es el estado con mayores rezagos en términos de bienestar


social, ingresos y acceso a los créditos, lo que en otras palabras se traduce en que una
elevadísima proporción de su población se encuentra viviendo en pobreza extrema.

Tabla 14: Oaxaca: Indicadores de Rezago Social


Oaxaca: Indicadores de rezago social, 2005
% de
viviendas % de
% de % de
% de % de particulares viviendas
% de población de viviendas
población viviendas habitadas particulares
Entidad población de 15 años y particulares
sin derecho- particulares que no habitadas
federativa 15 años o más con habitadas
habiencia a habitadas disponen de que no
más educación que no
servicios de con piso de agua disponen de
analfabeta básica disponen de
salud tierra entubada de energía
incompleta drenaje
la red eléctrica
pública
Nacional 8.35 45.98 49.78 9.93 11.05 11.67 6.12
Oaxaca 19.33 62.59 75.75 32.60 28.04 35.54 9.29
Fuente: INEGI 2005

2.2 Los sistemas de producción indígenas de Oaxaca19

18 Consejo Nacional de Población, 2002.


19 Los datos de este apartado provienen de Perfiles de los Pueblos Indígenas de Oaxaca, Banco
Mundial, Alvaro Gonzáles R. (Coord.)
11

Al margen de la pertenencia étnica y del tipo de tenencia de la tierra, los sistemas


agrícolas indígenas presentan similitudes técnicas generales: el empleo de semillas
criollas, el policultivo en milpas, el uso de instrumental manual semejante, el trabajo
familiar, medidas tradicionales de superficie y volumen, un vocabulario agrícola
equivalente y, en muchos casos, la observación del calendario lunar para establecer los
días de siembra y cosecha, y la realización de ceremonias y ritos propiciatorios de la
fertilidad. Las diferencias se derivan de la situación edafológica y climática específicas,
que determinan variaciones en los calendarios agrícolas, los tipos de semillas de maíz y
de cultivos imbricados que se emplean; el número de limpiezas; el nivel del rendimientos y
los períodos de descanso de la tierra. Los factores económicos determinan el uso o no de
productos agroquímicos, el empleo de jornaleros para las cosechas, las formas de
transportarlas y almacenarlas. Este tipo de agricultura se centra básicamente en la
producción de maíz y productos asociados, si bien la profusión de insumos químicos
viene acabando con esta concepción de policultivo, haciendo cada vez menos diversas
las milpas. En los casos factibles, se acostumbra la milpa de "tonamil", que aprovecha
corrientes de agua o humedad residual para obtener una segunda cosecha anual.

Las tecnologías agrícolas indígenas contemporáneas no conforman ya sistemas


integrales, persistiendo solamente algunos elementos que antiguamente formaban parte
de concepciones y prácticas más amplias, pertenecientes a la tradición agrícola
mesoamericana y sus añadidos coloniales. Actualmente no resultan una alternativa viable
ni en lo productivo, ni en lo ambiental; lo adecuado sería hacerlas funcionar de acuerdo
con sus principios rectores originales, recuperando aspectos ahora poco aplicados, como
las prácticas de cobertura, la retención de suelos, la conservación de la humedad y el
trabajo comunitario colectivo, entre otros.

Esta agricultura depende básicamente del temporal con la utilización de variantes del
sistema de roza-tumba y quema, el uso primordial de la energía humana e instrumental de
tipo manual, siendo practicada en general en pequeñas parcelas familiares en terrenos
con condiciones fisiográficas muchas veces desfavorables. Su propósito es producir los
satisfactores alimenticios requeridos por la unidad doméstica campesina, incluyendo los
animales. Su práctica se rige por el policultivo del maíz criollo acompañado de tubérculos
y leguminosas. Desde la perspectiva del manejo de recursos, tiende a realizar un
aprovechamiento múltiple de los mismos; se complementa con productos provenientes de
huertos familiares y los que proveen la caza, la pesca ribereña y la recolección. De
acuerdo con características geoambientales y culturales específicas, su práctica presenta
variaciones a lo largo y ancho de Oaxaca; constituyendo un factor no sólo productivo, sino
distintivo de la identidad y del apego ancestral a una tradición que ha sabido subsistir y
adecuarse, a pesar de realizarse en condiciones socioambientales cada vez menos
propicias.

La importancia del maíz, base de la agricultura tradicional, es evidente: su producción es


habitual en 569 de los 570 municipios de la entidad, incluidos los 378 que el ex Instituto
Nacional Indigenista reconoce como indígenas, donde anualmente se siembran alrededor
de 325,000 hectáreas, principalmente de temporal (93 por ciento). Si se considera las
cifras oficiales para los ciclos agrícolas anuales de temporal y riego, el rendimiento
estatal maicero oscila entre 1.2 toneladas por hectárea, frente al promedio nacional de
1.9. Pero si sólo se toma en cuenta los rendimientos de temporal, dado que la mayor
parte de las comunidades presentan este tipo de cultivo, los resultados son aún más
preocupantes, pues el promedio es de 0.79 kilogramos por hectárea. Estos magros
rendimientos explican los altos volúmenes de emigración, no siendo extraño que los
12

Valles Centrales y la Mixteca sean las dos regiones expulsoras de mayor magnitud, pues
ahí la productividad presenta una tendencia decreciente continua.

El modelo agrícola impuesto a los campesinos indígenas por el desarrollo es ya


inadecuado; los resultados sociales, productivos, de nutrición y ambientales están a la
vista. La combinación de las variables físicas (tipos de suelos, pendientes y precipitación
pluvial), junto con los desmontes agrícolas por la roza-tumba y quema, son factores que
no contribuyen al mantenimiento óptimo del medio. La siembra del maíz en la ladera
provoca arrastres continuos de materia orgánica de los suelos, disminuyendo
progresivamente los rendimientos agrícolas.

Además de la milpa, la agricultura indígena incluye dos actividades que combinan las
necesidades de consumo de la unidad doméstica con los requerimientos provenientes de
la economía mercantil: el cultivo de huertos familiares y los cultivos para el mercado,
como el café, maguey mezcalero, los árboles frutales y las hortalizas, entre los más
significativos. Los huertos familiares o solares son manejados en muchos casos por las
mujeres, los niños y los jóvenes. En ellos se provee una cantidad importante de
satisfactores alimentarios, saborizantes, especies tintóreas, medicinales y de ornato. La
utilidad de estos huertos para la vida de la unidad doméstica indígena es poco valorada
en términos de la nutrición, la producción y la economía, pero refleja los vastos
conocimientos botánicos de los indígenas, como lo han mostrado diversos estudios. En el
caso de los árboles frutales (silvestres y cultivados), las comunidades indígenas poseen
amplios conocimientos sobre su manejo, pero la carencia de una estrategia y de apoyos
eficientes hacen que la mayor parte de esos recursos se desaprovechen y no sean un
factor importante para incrementar los ingresos de los campesinos y hacerlos menos
dependientes de otras opciones, como el trabajo de jornaleros o la migración.

Como vía de entrada de ingresos monetarios, prácticamente las 15 etnias de Oaxaca


participan de la agricultura comercial, vinculándose así a los circuitos económicos
regionales, nacionales e incluso internacionales. Desde la conquista misma, y de manera
acentuada a partir del siglo XIX, han participado en los circuitos internacionales: la
diferencia fundamental consiste en que antes lo hacían como mano de obra barata, e
incluso gratuita, en tierras que les fueron despojadas, mientras que ahora los cultivos de
mercado se desarrollan también en las tierras ejidales o comunales indígenas.

Los cultivos perennes ocupan un lugar destacado en la producción de mercado; en el


caso indígena sobresaliendo en primer término el café, seguido del maguey mezcalero. La
presencia de cultivos comerciales perennes en las economías indígenas explica el alto
porcentaje de parcelas individuales, pues requieren de tierras que sean, de facto,
propiedad individual o familiar, lo que ocasiona que en los ejidos o en las comunidades
agrarias existan predios funcionalmente privados.

Oaxaca es el tercer productor nacional de café. El cultivo del cafeto se practica en 312
municipios, ocupando una superficie aproximada de 171,480 hectáreas, repartidas en
4,969 unidades de producción, que abarcan todas las regiones del estado, salvo Valles
Centrales. De su cultivo dependen alrededor de 55,000 familias, en su mayoría indígenas.
Más de la mitad de los productores poseen cafetales menores a dos hectáreas, y 17,150
entre dos y cinco hectáreas. Los rendimientos son bajos, oscilando entre cinco y seis
quintales por hectárea.
13

En las áreas indígenas el proceso de beneficio es fundamentalmente manual y sólo se


acostumbra el beneficio seco. La falta de equipo y la necesidad imperiosa de contar con
recursos monetarios hace que el café sea vendido en pergamino a las fincas, a los
"coyotes" (intermediarios) o a los acaparadores, quienes lo transforman en café oro
(despergaminado) y lo tuestan para colocarlo en los mercados nacional e internacional. A
fin de hacer frente a esas carencias se ha gestado, en los últimos 15 años, un proceso
organizativo para obtener mejores precios y apropiarse de manera más integral de los
procesos de producción, industrialización y comercialización del grano. Como parte de
este esfuerzo, Oaxaca es después de Chiapas el principal productor de café orgánico,
esfuerzo en el que destacan organizaciones cafetaleras indígenas como la UCIRI y
MICHIZA. En 1989, con 30 organizaciones afiliadas, se conformó la Coordinadora Estatal
de Productores de Café (CEPCO), como una alternativa para el manejo de los créditos, el
acopio, la transformación, la comercialización e, incluso, la exportación (la mayor parte del
café de CEPCO se vende a los mercados europeos y, en menor medida, a los Estados
Unidos), supliendo en cierta forma los vacíos dejados por el Instituto Mexicano del Café
(INMECAFE).

La caída de los precios del café, provocada por los grandes consorcios multinacionales,
quienes desean obtener el grano cada vez a menores precios, ha agravado la grave crisis
que padecen las economías indígenas. Desde la perspectiva económica, desde los años
setenta el café es el cultivo de mayor relevancia para las comunidades indígenas de la
región pues de su venta depende en gran medida el flujo de ingresos monetarios a las
unidades domésticas, determinando el orden de prioridades de las demás actividades
productivas y el empleo de la fuerza de trabajo disponible. Como cultivo perenne se ha
convertido en un elemento articulador del acceso y uso del territorio en las comunidades.
La apropiación de este cultivo ha generado una gran riqueza de conocimientos y
adaptaciones para su manejo importantes de valorar.

Pero, además de su importancia económica para las comunidades, el café de sombra


tiene una gran relevancia ecológica. Desde la perspectiva de la preservación de la
biodiversidad, los cafetales son importantes proveedores de hábitats, funcionando como
área de protección y residencia de innumerables especies de plantas y animales. Aunado
a su importancia como preservadores de la diversidad biológica, los cafetales bajo sombra
ofertan servicios ambientales estratégicos para la protección de las cuencas hidrológicas y
la conservación de los suelos. Estamos aquí ante otra variante de las estrategias del
neoliberalismo, el cual, mediante la manipulación de los precios, busca que los
campesinos abandonen sus cafetos como una forma para iniciar el proceso de migración
y, eventualmente, el del abandono total de la tierra. Lo preocupante es que está
funcionando, puesto que a partir de su crisis la migración se ha acentuado en las
comunidades cafetaleras, algo que antes no era frecuente.20
La producción de maíz y el café sintetizan la estructura productiva de las comunidades
indígenas desde que éstas están incorporadas al mercado mundial y a los circuitos
comerciales regionales y nacionales, eventos que se originan desde la época colonial
misma, y que ahora, con la inevitable consumación de la globalización, adquieren
connotaciones e implicaciones sociales, económicas y ambientales nuevas y relevantes,
pero bajo un marco inquietante: ambas formas de relación con la tierra, ligadas
estrechamente a las sociedades indígenas, enfrentan el riesgo de desaparición a mediano
plazo.

20 González R. Alvaro y Mario Bolaños, 2004.


14

Las actividades silvicolas y la ganadería extensiva son también parte importante de


muchas comunidades y ejidos indígenas. La mayor parte de los recursos forestales de
Oaxaca son propiedad de los pueblos indios. Estimaciones recientes calculan que de un
total de 3,106 956 hectáreas de superficie, 90 por ciento se localizan en tierras
indígenas21, en cuyos bosques se han definido 30 áreas prioritarias para su conservación
debido a su alto valor biológico nacional e internacional. A pesar de contar con un enorme
potencial forestal, salvo excepciones notables en la Sierra Norte y en la Sur, las
comunidades indígenas no ven al bosque como una fuente de aprovechamiento con fines
comerciales; por el contrario, sólo se limitan a extraer del mismo materia prima maderable
y no maderable para satisfacer necesidades básicas para la construcción, la alimentación,
la salud y comercializar en pequeña escala con diversas especies, como orquídeas,
palmas y semillas. Se registran 538 productos de uso comercial de este tipo sólo en la
Sierra Norte y partes de la región Golfo. 22Este potencial productivo debe ser explorado
para reglamentar el uso de especies y establecer estrategias sustentables de
diversificación de la producción que incrementen los ingresos comunitarios, sobre todo
ahora, para proteger los ricos y diversos recursos etnobotánicos ahí presentes.

Una característica notable del concepto de desarrollo en Oaxaca consiste en pensar que
la cría de ganado en las áreas tropicales resolverá los problemas económicos y
productivos de la población rural. Sin duda, se puede afirmar que el crecimiento ganadero
es un resultado directo de la integración de Oaxaca a los mercados mundiales desde la
colonia misma. Entre 1992 y 1996 la superficie estatal dedicada a la ganadería pasó de
24 a 34 por ciento. De esta forma es como han desaparecido la mayor parte de las selvas
altas y medianas que cubrían grandes extensiones de la Costa, del Istmo y del Golfo, al
desmontarlas y convertirlas en pastizales para ganado bovino y reforzar la práctica
indígena de la ganadería caprina y ovina Los deficientes sistemas de manejo, pastoreo,
alimentación y cuidado fitosanitario de los hatos y rebaños no han cumplido las
expectativas productivas y económicas planteadas por esta opción de desarrollo, pero sí
han contribuido a transformar grandes zonas boscosas de alta biodiversidad en pastizales
homogéneos de baja productividad y de efectos erosivos notables sobre los suelos,
aminorando el volumen de agua de los mantos acuíferos y corrientes superficiales, al
reducir las áreas arboladas y trastrocar los regímenes de humedad y pluviales. La notable
disminución y alteración de los períodos de lluvia de los últimos años así lo prueba, si bien
nada se hace para revertir esta errónea visión del desarrollo.

Bajo este marco productivo general de las comunidades indígenas de Oaxaca,


encontramos que los 1,060 ejidos o comunidades agrarias consideradas como indígenas
por el INI, 88 por ciento de los 297,311 beneficiarios manejan la tierra agrícola con el
sistema de parcelas individuales. No obstante que al interior de las comunidades se
manejan las parcelas agrícolas bajo sistemas de unidades de producción privada, las
comunidades se resisten a formalizar esto a través del Procede, el programa oficial que
busca certificar los derechos agrarios a fin de que la tierra pueda entrar de manera libre
al mercado: los campesinos indígenas oaxaqueños saben por experiencia histórica que su
sobre vivencia se debe a que han logrado mantener en sus manos la tierra y son
ciertamente desconfiados hacia cualquier iniciativa o intromisión en el manejo interno de
sus territorios. De las 5,812,155 hectáreas pertenecientes a las comunidades indígenas,
sólo han sido certificadas poco más de 50 mil hectáreas.23

21 Cfr. Rodríguez, J. Nemesio


22 García Rafael et al., Grupo Mesófilo A.C.,1997.
23 SRA, 2004
15

2.3 Oaxaca y la Globalización

Dentro del espectro internacional, Oaxaca constituye un espacio estratégico dentro del
marco de la globalización y el neoliberalismo, hecho derivado de dos factores
estrechamente vinculados:

 El valor estratégico que para las grandes trasnacionales productoras de alimentos,


semillas, medicamentos y productos forestales representan los territorios
indígenas oaxaqueños, y los recursos naturales inmersos en ellos, al ser áreas
donde se concentran importantes reservas naturales de materias primas
requeridas por las corporaciones. Hay que considerar que Oaxaca es el estado
mexicano de mayor biodiversidad, por lo cual cuenta con aun vastos recursos
naturales de tipo forestal, marinos, de fauna y minerales, así como reservas de
agua.

 En su territorio se asienta el Istmo de Tehuantepec, cuya importancia


geoestratégica para el comercio mundial es fundamental, siendo una pieza clave
dentro del Plan Puebla-Panamá.24

Para que sea factible el acceso a los recursos naturales de esos territorios es necesario
contar con mecanismos legales y de política, pero existe un obstáculo también legal para
su apropiación indiscriminada por el “mercado mundial”, pues tales territorios tienen
dueños legítimos. Así, la implementación del Programa de Certificación de Derechos
Agrarios, instrumento legal de las reformas al artículo 27 Constitucional, busca propiciar la
entrada de capital privado y legalizar la venta de los terrenos ejidales y comunales, o sea,
incorporarlos al mercado de tierras. Junto a esta medida de política pública agraria, se
tiene, como ya se mencionó al Procampo para subsidiar a los campesinos en tanto estos
se desprenden de sus tierras. Dentro del rubro de combate a la pobreza, opera el
Programa Oportunidades, que otorga, de manera selectiva, becas para estimular la
asistencia a la escuela y atender la salud familiar y, en especial, de las mujeres, junto al
Programa Alianza para el Campo, que reparte, especialmente en las coyunturas
electorales o políticas, animales e insumos agrícolas, sin ninguna base de planeación o
capacitación.

2.4 El maíz en Oaxaca

La relevancia y riesgos que conllevan para los productores oaxaqueños las políticas de
liberalización del mercado maicero, junto a las disposiciones legales para poder patentar
las semillas criollas y la apertura para la entrada de los transgénicos es evidente al
considerar la estructura y peso del sector productor de maíz en la entidad.

• Oaxaca se encuentra entre los 7 estados del país con el mayor número de
unidades de producción de maíz, el que se siembra en 567 de los 570
municipios de la entidad.
• 76.3% de las unidades de producción tienen superficies menores a 5 has.,
en tierras por lo general de mala calidad y condiciones fisiográficas
desfavorables.
• Produce alrededor de 3.9% del maíz a nivel nacional.
24 Para mayores referencias sobre el Istmo y la globalización cfr. Rodríguez, J. Nemesio,
2003.
16

• Los productores oaxaqueños se ubican en los estratos más pobres de la


población, dependiendo en gran medida de la mano de obra familiar y en la
producción de temporal con fines de autoconsumo en al menos 75% de las
unidades de producción.
• Sólo 3.3% de las unidades de producción tienen acceso a riego.
• La mayor parte de los productores pertenece a alguno de los 15 grupos
étnicos que viven en la entidad.

Así, en Oaxaca la producción de maíz en condiciones de minifundio, cultivos de ladera


con escaso acceso al riego, aunado a la disminución de la inversión en el sector agrícola,
y del maicero en particular, a lo cual Oaxaca no se ha sustraído, y a las condiciones
históricas especificas que han dado por resultado una tecnología híbrida, dan por
resultado un panorama poco halagüeño, donde la declinación de la productividad del
alimento primordial de la población va de la mano de la erosión de la tierra y el
incremento en las importaciones del grano, incluyendo ahora la presencia de material
transgénico. Estos factores poco a poco van minando la ancestral capacidad demostrada
por las comunidades indígenas, y sus productores de maíz, para, a pesar de todo,
subsistir y reproducirse. Y si bien el cultivo del maíz va en retroceso, esto no significa
renunciar a la tierra, puesto que si bien, de una parte, los avances en pro de la
privatización de los ejidos y comunidades presenta en Oaxaca indicadores muy discretos,
de otra, la creación de estrategias de sobre vivencia sustentadas en la migración, tiene un
fin muy preciso: mantener la vida comunitaria y sus instituciones, desde luego, bajo una
dinámica de flexibilidad social amplia.

La tendencia a la baja de productividad de la producción maicera en Oaxaca obedece a


una serie de factores diversos, que combinan las condiciones agronómicas bajo las que
se desarrolla su producción, la ineficacia o ausencia de política pública para apoyar su
reconversión y la mezcla poco afortunada de las concepciones tecnológicas
mesoamericanas con las de origen europeo, mas el añadido de la moderna agricultura,
aunado a una importante pérdida de conocimientos agroecológicos tradicionales
ancestrales y el avance notable de la erosión. Este último indicador –erosión- alcanza en
ciertos puntos de la geografía de la entidad proporciones alarmantes, donde en 1.8
millones de hectáreas es acelerada, al tiempo que en más de 2 millones es ya de tipo
total.25 El agotamiento de la tierra por miles de años de uso agrícola, combinado con
factores como la deforestación y el efecto de los agroquímicos, están detrás de esto, lo
que a su vez se traduce en un declive de la productividad y la necesidad de abrir tierras
nuevas al cultivo:

En términos de volumen, la producción de maíz también se incrementó en estados como


Guerrero y Oaxaca a ritmos del 9 y 14 por ciento anual, respectivamente, entre 1990 y
1995. En estos estados la mayoría de los productores son pequeños campesinos pobres
que utilizan tecnologías tradicionales y que trabajan sobre cuestas con suelos deficientes.
En estos estados el incremento en la producción no es resultado de un aumento en los
rendimientos o en la eficiencia, sino que se debe a incrementos en la cantidad de tierras
cultivadas. En Oaxaca, por ejemplo, la superficie cultivada aumentó de 503,586 a 583,076
ha entre 1991 y 1995, pero los rendimientos fueron casi estables (1.1 ton/ha y 1.3 ton/ha)
durante esos dos años. Sólo el 25 por ciento del incremento de la producción en Oaxaca
se atribuyó a mayores rendimientos. El 65 por ciento del crecimiento provino de una
mayor cantidad de tierra cultivada. Algunos productores tradicionales fueron perjudicados

25 INEGI, 1994.
17

por la evolución general de la economía durante los últimos 15 años, y no han tenido otra
alternativa realista más que extraer de sus tierras tanto como fuese posible. Los datos de
la encuesta sobre los ejidos de 1994 indican que los ejidatarios que trabajan en
condiciones de temporal han experimentado un deterioro de su base tecnológica (Gordillo
et al., 1994; De Janvry et al., 1995a y 1995b). Estos productores dependen cada vez más
no sólo de sus tierras, sino también de su mano de obra.26

2.5 El maíz transgénico llega a Oaxaca

Adicionalmente a las políticas derivadas del TLC, relativas a la reducción de apoyo a los
productores maiceros y la apertura para el aumento de las importaciones, que también se
han venido aplicando rigurosamente en Oaxaca, los productores , y en general toda la
población, enfrentan otro riesgo mayor proveniente de las medidas aprobadas por el
estado mexicano en relación a la propiedad intelectual de los recursos genéticos:

“El capítulo XVII del TLC, sobre la propiedad intelectual, conllevó importantes reformas
adicionales al régimen de la propiedad intelectual en México en materia de derechos
sobre variedades de plantas, así como de los derechos de quienes las cultivan. México se
incorporó a la Unión Internacional para la Protección de Especies Vegetales (UPOV) y
promulgó una nueva Ley Federal para la Protección de Especies Vegetales en 1996.
Además, introdujo importantes reformas a su Ley de Patentes ya existente, permitiendo
por primera vez la posibilidad de patentar formas de vida. Para las empresas que
desarrollan actualmente variedades mejoradas e híbridos, y que comercializan sus
semillas (en el nuevo entorno desregulado), este nuevo régimen de la propiedad
intelectual es de importancia crucial. Este instrumento político es importante para la
expansión de las operaciones de estas empresas, así como para la protección de nuevos
cultivos híbridos y transgenético.”

Pero en Oaxaca, aun antes de que el estado mexicano abriera la puerta legal para la
entrada de organismos genéticamente modificados, que se había cerrado desde 1998,
estos son ya una realidad puesta a descubierto a raíz de las investigaciones iniciales de
y otras complementarias efectuadas por dos agencias gubernamentales de México, la
Comisión Nacional de Biodiversidad (CONABIO) y el Instituto Nacional Ecológico (INE).
Sus descubrimientos dieron lugar a que, tomaran muestras de maíz indígena de veinte
comunidades de Oaxaca y dos más en Puebla (otro estado en el sur de México). Estos
estudios encontraron que el 95% de estas comunidades (21 de 22 de ellas) mostraron
una tasa de contaminación del 1% al 35% de granos indígenas conteniendo rastros de
AND de OGMs. En total, el 8% de los 1,876 almácigos bajo estudio estaban
contaminados por OGMs. En la Conferencia sobre Bioseguridad convocada en La Haya,
Holanda, a finales de Abril de 2002, el director de CONABIO, Jorge Soberón, declaró esta
contaminación genética como el peor caso de contaminación de cultivos por organismos
transgénicos reportado en todo el mundo. Si existe una tasa de contaminación del 8% en
Oaxaca, México, donde era ilegal cultivar maíz genéticamente manipulado, entonces
¿Cuál será la tasa de contaminación en países como los Estados Unidos y Canadá donde
su cultivo es legal?

La principal fuente directa de contaminación genética en Oaxaca vino de maíz importado


de EEUU. Diconsa, un distribuidor estatal de cereales de México facilitó la dispersión de
este maíz transgénico. Diconsa entrega cereales y otros suministros a tiendas de las

26 Loc. cit. en Nadal Alejandro.


18

áreas rurales de México. Según Manuel Mérida de la bodega de Diconsa en la Ciudad de


Oaxaca, 40% del maíz distribuido por Diconsa en el año 2001 era originario de los
Estados Unidos. La Comisión Mexicana de Biodiversidad (CONABIO) y el Instituto
Nacional Ecológico (INE) encontraron una tasa de 37% de contaminación en el maíz, en
una bodega de Diconsa en Ixtlán (de la Sierra Juárez) en Oaxaca. Así, el TLC no sólo
buscar eliminar la competencia del productor maicero mexicano y oaxaqueño mediante la
venta indiscriminada de maíz al menos 25% más barato que el que se produce en el país,
sino que a través de sus importaciones está contaminando el material genético del maíz
mexicano, propiciando con esto la desaparición paulatina del grano en su centro original.

Las implicaciones ambientales y culturales de la pérdida de la diversidad genética del


maíz son diversas y relevantes, especialmente para los pequeños productores
temporaleros de Oaxaca, que conforman el grueso del sector maicero de la entidad,27 ya
que las condiciones ambientales y agronómicas de su producción se apegan de manera
notable a las siguientes consideraciones:

“La interacción entre genotipos y entornos agroecológicos diversos. En la mayor parte de


las zonas montañosas de México, la heterogeneidad ambiental resulta en una rica
configuración de diversos espacios productivos. Los productores de maíz mexicanos
aprendieron a aprovechar las diferencias entre los distintos sistemas agroecológicos. En
muchos sistemas agroecológicos en México, los productores normalmente siembran
cuando menos dos variedades de maíz, una para que madure antes, que es menos
productiva pero con mayor capacidad para madurar ante las heladas de mediados de
otoño, y otra que posee un periodo de maduración más prolongado y vida más productiva,
pero más propensa a sufrir los efectos de este clima.22 Para muchos productores de
subsistencia, las variedades de maíz que maduran antes son plantadas para
complementar el consumo doméstico cuando se agotan las existencias de su cosecha
principal (Ortega Paczka, 1997).
• La diversidad genética desempeña en las estrategias de los productores un papel
seguro contra riesgos, incluidas sequías, heladas, vientos, plagas y mala calidad de
suelo. Los productores mexicanos que utilizan las tecnologías tradicionales para el maíz
en tierras de temporal se basan mucho en la diversidad genética como estrategia para la
supervivencia. Los productores tradicionales siembran distintas variedades de maíz en
diferentes épocas como garantía contra los cambios en los patrones de lluvia, clima,
vientos, calidad de suelo y plagas. Ciertamente, la combinación adecuada de variedades
de semillas y fechas de siembra fue considerada como el recurso tecnológico más
poderoso con el que cuentan los productores tradicionales (García Barrios et al., 1991,
174-175). Además, la diversidad en la producción de maíz en combinación con otros
cultivos es importante para estrategias de producción como los cultivos intercalados.
• Los distintos usos que se dan al maíz requieren del mantenimiento y desarrollo de la
diversidad genética. Estos usos diferentes ayudan a variar las rutinas dietéticas y cumplen
un importante papel cultural.28

Al margen de la importancia fundamental que tiene el mantenimiento de la diversidad


genética del maíz, el estado mexicano se adhiere sin reservas a las disposiciones sobre
propiedad intelectual mencionadas. Dichas disposiciones que ponen en capilla a la
diversidad genética del maíz oaxaqueño abren asimismo la puerta a un riesgo ambiental
y de salud pública ya presente en el agro oaxaqueño: el establecimiento y progresiva
ampliación de los cultivos transgénicos, bajo una creciente resistencia y critica, pero al
27 Ver cifras al respecto más adelante.
28 Loc. cit. en Ortega Paczka
19

parecer insuficiente para poder detener ese alud propiciado por las grandes
trasnacionales como Procter &Gamble, Monsanto, etc. Recientemente, y dentro del
marco del ALCA, el gobierno mexicano ratificó su posición de permitir la introducción y
producción de alimentos genéticamente modificados al firmar el pasado 29 de octubre el
documento “Requisitos para la documentación de organismos vivos modificados para
alimento humano o animal o para procesamiento”29, después de haber sido aprobado en
el seno de la CIBIOGEM (Comisión Intersecretarial conformadas por 6 Secretarias de
Estado y el CONACyT) y su legalidad queda respaldada en la ratificación que hizo el
Senado de la República del Protocolo de Cartagena en su conjunto. De hecho, esto es
sólo el inicio de la formalización y ampliación legal de un proceso que se viene dando de
tiempo atrás, consistente en la importación de alimentos transgénicos, especialmente
maíz y soya, tal como el mismo gobierno menciona en relación a la firma del documento
aludido30. Se estima que actualmente la contaminación del maíz criollo por material
genéticamente modificado llega al 8% en Oaxaca.

A pesar de que el gobierno señala que el consumo de ese tipo de alimentos no representa
peligro alguno, la verdad es que no existe aún evidencia científica que lo demuestre, si
bien por el momento hay indicios de que su ingestión está ligada al desarrollo de alergias.
No obstante en la reciente reunión de la Comisión de Cooperación Ambiental de Tratado
de Libre Comercio, realizada en la ciudad de Oaxaca en marzo del presente, el
representante de México ante ese organismo enfatizó sobre la inocuidad de los alimentos
transgénicos, en lo que parece ser la continuidad para ampliar y afianzar el marco legal al
corto plazo que desregule totalmente las trabas para la implementación de ese tipo de
cultivos.

Por otra parte, el gobierno cuida muy bien no explicitar la amenaza central de esta
política, que consiste en propiciar la pérdida definitiva del material genético silvestre al ser
sustituido por las semillas transgénicas, y, por consecuencia, generar que el campesino se
vea obligado a adquirir las semillas modificadas genéticamente en sustitución de las
criollas, las cuales al ser contaminadas pierden su capacidad de reproducción natural.
Patentar, o sea, privatizar, las semillas, significa una enorme fuente de ingresos
potenciales para las compañías distribuidoras de las mismas, al tiempo que representará
un gasto más para la ya de por sI incosteable economía campesina. Dado que Oaxaca es
uno de los sitios con mayor número de especies criollas de maíz, no es de extrañar que
las compañías trasnacionales lo ven ya como una enorme fuente potencial para
apropiarse de esos recursos silvestres para patentarlos y, así, consumar un despojo del
patrimonio histórico indígena que les redituará en cuantiosas ganancias.

Esto significará perder el patrimonio sobre uno de los legados culturales y alimenticios de
mayor trascendencia que México ha dado al mundo, lo que equivale a regalar uno de los
pilares de nuestra identidad y acrecentar los niveles de pobreza rurales. Estamos frente a
una trampa similar a la que representaron en su momento la introducción masiva de los
agroquímicos y las semillas mejoradas en el agro mexicano, que fundamentalmente
sirvieron para obtener grandes ganancias, y, de paso, contaminar los suelos y aguas,
29 Cfr. Boletín de la SAGARPA, de febrero 11, 2004: Respalda México el cumplimiento del protocolo de
Cartagena con el plan de trabajo firmado con Estados Unidos y Canadá para transparentar el movimiento
transfronterizo de organismos genéticamente modificados.

30 México ha venido importando granos de manera complementaria para consumo animal, así como para la
industria agroalimentaria. A partir del año 1996 se ha tenido una presencia normal de esta clase de
organismos en los embarques de granos importados, principalmente de maíz, soya y canola.
20

atentando contra la diversidad genética, sin que se haya traducido en una mejoría en la
productividad y las condiciones de vida de los productores.

2.6 Los riesgos sociales y ambientales de la migración y los cambios en las


pautas de consumo en Oaxaca.

Algunos estudios muestran que si bien la migración, y sus procesos adaptativos por las
comunidades, constituye la salida a la crisis del medio su adopción conlleva también
riesgos: “En algunos casos, los productores podrían migrar a centros locales, regionales o
incluso internacionales, en donde buscarían empleo con el fin de compensar la pérdida de
ingreso asociada con el abandono o la disminución de la producción de maíz. En estos
casos, cuando la estructura demográfica se ve transformada y disminuye el suministro de
mano de obra en comunidades que generan emigración, pueden quedar afectadas las
tecnologías intensivas de mano de obra y disminuida la calidad del suministro de la mano
de obra restante. Este proceso podría tener varios efectos ambientales, incluidas la
inadecuada conservación de estructuras diseñadas para reducir la degradación de los
suelos, la labranza, la selección y preservación de semillas y otros aspectos de la
producción agrícola”.

Estamos aquí frente a un impacto social severo, ya que a los efectos señalados derivados
de la transformación demográfica, se suman los provocados por la pérdida de
conocimientos tradicionales sobre el medio y su adecuado manejo. Esta situación es
notoria en la mayor parte de las comunidades y ejidos indígenas, donde los sectores de
población joven están fuertemente influenciados por la emigración, los mensajes de los
medios de comunicación masivos y, central, por la poca motivación que para ellos tiene ya
el trabajo agrícola, dada la combinación desfavorable entre lo extenuante de esas tareas y
los magros beneficios obtenidos. Esto da por resultado que las prácticas y conocimientos
agronómicos y ambientales tradicionales se vayan diluyendo, lo cual va acompañado de
un creciente desinterés de los jóvenes por participar de las asambleas, órganos de
gobierno y de toma de decisiones sobre la vida comunitaria. De no revertirse esta
situación, esto, desde luego, facilitará el camino para el abandono y desinterés en
conservar y preservar la posesión de la tierra, patrimonio y sustento de la vida comunitaria
indígena. Este contexto ha dado una polarización notable en los poblados rurales, donde
el fenómeno de la migración es empleado bajo estrategias orientadas a la preservación de
la vida comunitaria y el mantenimiento de sus formas de gobierno. Esto es posible en la
medida en que entre la población persiste el vinculo con la tierra, pero cuando este se
rompe, como empieza a acontecer con los jóvenes que rechazan ya ese tipo de labores,
estamos, tal vez, frente a una coyuntura de difícil predicción.

Otro aspecto importante que se ha derivado de la integración de la economia indígena al


marco global lo constituyen los cambios de consumo experimentados cada vez con mayor
fuerza al seno de las comunidades y ejidos. La autarquía o autosuficiencia comunitaria
puede ser una aspiración de sus habitantes, pero para subsistir los pueblos indígenas
tienen que participar intensamente en procesos de intercambio mercantil, donde sus
recursos naturales y fuerza de trabajo sirven para acceder a bienes necesarios o
suntuarios, que en muchos casos antes se elaboraban en la comunidad. Tal es la
situación de las prendas de vestir y calzado, alimentos, bebidas, herramientas agrícolas,
materiales de construcción, utensilios caseros de cocina, jabones y fibras, entre otros
artículos. Su progresiva substitución por productos industriales no sólo acrecienta la
necesidad de obtener recursos monetarios para su adquisición, sino que también significa
21

la desaparición de oficios e industrias artesanales tradicionales, repercute en la pérdida de


conocimientos sobre el manejo de recursos naturales para elaborar diversos productos,
cancela oportunidades para fortalecer las estructuras productivas comunitarias y generar
empleos a través de industrias que aprovechen los conocimientos y las materias primas
regionales. Salvo casos orientados exclusivamente al consumo externo, la rápida
decadencia de las industrias artesanales comunitarias o familiares, entre otras, son
ejemplos de pérdida de empleos (ingresos) y de conocimientos tradicionales. El
debilitamiento de las economías campesinas indígenas por la introducción de la
producción masiva industrial es otra vía efectiva que el neoliberalismo adopta y acrecienta
como parte de sus estrategias de dominio y acceso a los recursos naturales y sociales de
los pueblos indios de Oaxaca.

3 Conclusiones

1. Ante la carencia de opciones de política pública efectivas para mejorar las


condiciones de pobreza impuestas por las políticas neoliberales en México, la
migración hacia Estados Unidos seguirá siendo la única opción social para la
población rural e indígena. Bajo estas condiciones, la pérdida de capital social se
incrementará: la magnitud de esta situación se expresa en la pérdida en los
últimos 40 años, de más de 17 millones de personas, y de no haber sucedido este
fenómeno migratorio hoy seríamos más de 120 millones de mexicanos31.
2. El Estado mexicano ha venido desarrollando en las últimas dos décadas una
política orientada por los postulados económicos del neoliberalismo a través de la
suscripción y el acatamiento de las directrices emanadas de organismos como el
FMI, el Banco Mundial y la firma del TLC y de diversas disposiciones legales para
permitir la apertura de los mercados nacionales, de las tierras ejidales y
comunales, así como para desregular de las medidas de protección sobre la
propiedad intelectual de los recursos naturales, a fin de favorecer los intereses
económicos de las grandes corporaciones multinacionales que controlan la
producción y el comercio mundial.
3. La firma del TLC representa, en realidad, una medida proteccionista por parte del
gobierno de Estados Unidos para proteger sus intereses industriales y productivos
y, al mismo tiempo, quitar los candados a los sectores económico-productivos de
México32.
4. En el ámbito rural y de la producción agrícola, la política oficial ha implementado
un estrategia encaminada a disminuir los apoyos crediticios, los precios de
garantía y la asistencia técnica a los productores, propiciando el estancamiento
productivo y la pérdida de competitividad, y poniendo en riesgo la soberanía
alimentaria del país.
5. Dentro del ámbito del TLC, se ha establecido un programa de desregulación
arancelaria para posibilitar la entrada masiva de maíz externo, incluyendo el de
tipo transgénico, atentando contra uno de los más grandes patrimonios de
identidad y forma de vida directa de millones de campesinos del país.

31 CONAPO, 2004, De igual manera, Conapo señaló que de los dos mil 350 municipios de México,
en el 96 por ciento de estos existe algún tipo de contacto con la Unión Americana, expresado a
través de la migración hacia esa nación o de retorno a México, así como a través de las
transferencias monetarias realizadas desde el vecino país del norte.
32
22

6. Debido a su relevancia biológica, y potencial económico, los aun vastos recursos


naturales forestales, acuáticos y minerales de Oaxaca están en la mira de los
consorcios trasnacionales que controlan la producción alimenticia, de
medicamentos, perfumería, productos forestales maderables y no maderables,
metalúrgicos y de manejo de agua.
7. El impacto de la caída de la productividad del maíz en las comunidades indígenas
de Oaxaca, base de su subsistencia y vida cultural, ha acrecentado los niveles de
pobreza y está generando el despoblamiento progresivo de las comunidades y
ejidos.
8. La caída de los precios de los cultivos comerciales practicados por las economías
indígenas de Oaxaca, aumentan la crisis del medio rural indígena de Oaxaca,
frente a la indiferencia de las autoridades federales y estatales.
9. Todo esto sucede ante la indiferencia y desconocimiento de la mayor parte de la
población, manipulada y distraída de estos temas por los medios masivos de
comunicación, portavoces y defensores de las políticas neoliberales.

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