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JIA 2009 [Sesión Arqueología funeraria]

JIA 2009
UCM, 6-8 de Mayo de 2009

ARQUEOLOGÍA FUNERARIA
FUNERAL ARCHAEOLOGY

Motivaciones:
Cualquier acto, consciente o inconsciente, del ser humano está investido
de significado. En este aspecto, cada cultura del planeta ha construido su
propio sistema simbólico al rededor de la muerte para mitigar los sentimientos
de incomprensión que siempre ha producido. Es precisamente de ese temor
ancestral del que nace, por ejemplo, la aprensión al cadáver o al cuerpo
muerto, algo que se expresa bajo muy variadas estrategias de ocultamiento.
Con el paso del tiempo, este aspecto se transforma y se pasa a glorificar a los
muertos, convirtiéndolos en referentes identitarios de los vivos: en
antepasados. Por todo esto, el estudio de los ritos y mitos que subyacen tras la
muerte en cada grupo humano va a suponer indudablemente, uno de los
puntos más ricos y fructíferos de la investigación. En ellos se condensa la
cosmología, la relación más íntima con el mundo y las estrategias que han
generado las personas en su enfrentamiento con la fuerza de la Naturaleza.
Es comprensible, por tanto, que desde la Arqueología el estudio de las
prácticas funerarias tenga un interés prioritario. Desde los inicios de la
disciplina se entendía que las necrópolis o los monumentos funerarios de
cualquier época habían sido el escenario de conductas sociales significativas:
producto de una serie de comportamientos con los que deliberadamente se
expresaban las creencias más profundas de una comunidad.
Todo documento funerario conlleva un mensaje simbólico que como tal,
ha de ser descifrado. El arqueólogo sólo posee los vestigios materiales del
enterramiento, y por tanto carece de información sobre la mayor parte de los
ritos y ceremoniales que debieron acompañar a la deposición del difunto
(desde el tratamiento post mortem del cuerpo, hasta el ritual de enterramiento,
el conjunto de ofrendas o la ceremonia de clausura de la tumba). Es en este
punto donde se requiere de modelos teóricos para poder dar un sentido a los
datos, puesto que “para explicar la variabilidad material del registro

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arqueológico en términos sociales y culturales necesitamos teorías sobre la


sociedad y la cultura... inmunes a cualquier contrastación” (Vicent, 1995: 16).
En la década de los ‘60, se desarrolla la Arqueología de la Muerte como
área concreta de estudio, adoptando unas líneas metodológicas que
actualmente continúan desarrollándose. Como una parte de la nueva
Arqueología Procesual, su principal objetivo era encontrar leyes universales en
el registro que permitieran conocer más y mejor a las comunidades del pasado,
sin considerar su carga simbólica e ideológica y asumiendo que –como predica
el “enfoque Binford-Saxe”- las necrópolis eran reflejo directo de la sociedad que
las había creado. No se tenía en cuenta, por lo tanto, toda la carga intencional
de aquellos actos, ni el grado de simbolismo que pudieran albergar. Ajenos a la
complejidad subyacente, los presupuestos funcionalistas sólo lograron aportar
visiones muy simplistas de las sociedades a las que trataban de acercarse.
Las corrientes de pensamiento no funcionalistas han criticado duramente
los presupuestos de la Arqueología de la Muerte por su ingenuidad y optimismo
al pretender establecer leyes generales sobre el comportamiento funerario de
poblaciones pasadas, a través simplemente del estudio riguroso del registro
arqueológico. Esto se debe a que la información aportada por éste puede ser
engañosa, puesto que la selección de los objetos –su presencia o ausencia en
la tumba - que acompañan al difunto en su viaje al mundo de los muertos, no
es arbitraria, y mucho menos ha de ser reflejo de la realidad. Los seres
humanos, a través de la muerte, representan la imagen que ellos quieren
mostrar de sí mismos y de los valores de su cultura, mediante un lenguaje
simbólico intencionado que puede disfrazar la realidad. El documento funerario
se observa como el resultado de ciertas acciones determinadas por unas
pautas sociales de conducta específicas, manipulado mediante unos sistemas
de representación colectivos que, lejos de revelar, ocultan la realidad social e
ideológica de los grupos humanos. Por tanto, además de aportar datos más o
menos fiables en torno a la organización social de una comunidad, el registro
funerario puede ser también fuente de información para el reconocimiento de
los valores e ideas imperantes en una sociedad, incluyendo la propia
concepción de la muerte.
Desde la Arqueología de la Muerte no se ha conseguido elaborar otro
modelo interpretativo para el estudio del documento funerario que aporte una
metodología tan global y sistemática, pero que supere los enfoques
procesuales. Aún así, han ido surgiendo nuevas preguntas-propuestas para
ahondar en su significado: estudios de carácter identitario a partir de la cultura
material, análisis de contenidos en los vasos que formaron parte del ajuar –
que aportan información sobre los rituales previos al enterramiento -, lecturas
desde la paleodemografía, la paleodieta o la paleopatología, estudios
arqueoastronómicos...

Objetivos:
Nuestros objetivos con esta sesión son, por un lado, intentar recuperar la
relevancia del registro funerario en la investigación, reabrir los viejos debates

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sobre la dimensión socio-cultural de la muerte - su función entre los vivos - y


plantear un estudio diacrónico de las prácticas funerarias como expresión de
las transformaciones sufridas por las sociedades a lo largo de la Historia. Y por
otra parte, mostrar en la medida de lo posible, los métodos que actualmente se
están aplicando en el análisis del registro funerario, con el fin de aunar los
enfoques teóricos y la práctica experimental.

Puntos de discusión:
1. ¿Mismas tumbas = mismas sociedades?
¿La utilización de un mismo espacio sepulcral o de una misma forma de
enterramiento implica necesariamente la perduración de una ideología o de la
misma estructura social y económica? O, por el contrario, ¿lo que
aparentemente es reflejo de una continuidad, en realidad está ocultando
profundas transformaciones en la existencia de los grupos humanos?

2. Exhibición vs. ocultamiento de la muerte:


La sensación de vulnerabilidad que ocasiona la muerte, unido al miedo a
lo desconocido da lugar a un temor ancestral manifestado en las diversas
estrategias de ocultamiento del cadáver. Sin embargo, esa misma
incomprensión, hace que el ser humano glorifique a sus muertos, sintiendo la
necesidad de construir grandes y ostentosos panteones en honor a sus
antepasados. Con el paso del tiempo, el ser humano desacraliza la Naturaleza
por lo que la muerte ya no se vincula a ella, sino a una dimensión religiosa
creada en sociedad, en la que el individuo cada vez adquiere mayor
importancia, lo que se refleja en su lecho funerario: ya no se construyen
tumbas para los antepasados si no para un único antepasado. ¿Puede estar
esto en relación con las modificaciones que se producen en los sistemas de
propiedad y de transmisión de herencia, o en el papel de cada individuo dentro
de su sociedad, cada vez más determinado por los vínculos de parentesco?

3. Las tumbas como guardianes de la memoria:


Bradley en su libro “Ritual, time and history” (1991) diferencia entre un
tiempo diario y un tiempo ritual. Ese tiempo ritual abstracto, que no necesita ser
medido puesto que su desarrollo no afecta, de manera factible, a la vida diaria
de los individuos, es el que determina la evolución y transformaciones de las
manifestaciones funerarias. A su vez, esta conceptualización del tiempo crea
un nexo de unión entre pasado y presente, un lazo con los antepasados que
ofrece una sensación de seguridad y protección frente a la vulnerabilidad
humana. En este sentido, juega un importante papel la memoria como
transmisora de la cultura y de la tradición. Pero los mecanismos
mnemotécnicos de la humanidad no son inocentes sino que forman parte de
unos patrones de pensamiento específicos. Por tanto, la memoria también es
susceptible de ser manipulada, y como tal se convierte en un poderoso
instrumento de poder, pues quien controla la tradición tiene bajo su autoridad la
conducta colectiva.

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►Si estás interesado en formalizar una propuesta de participación para


esta sesión, ponte en contacto con los coordinadores de sesión:

Coordinadores de la sesión:

Susana Abad Mir [susanaabadmir@gmail.com]


Institut Universitari d’Història Jaume Vicens Vives, Universitat Pompeu Fabra.
C/ Ramón Trías Fragas, 25-27, 08005. Dipòsit de las Aigües, Campus de la
Ciutadella, Barcelona.
Teléfono: 935422013

Teresa Fernández Crespo [axereht@hotmail.com]


Universidad del País Vasco. Departamento de Geografía, Prehistoria y
Arqueología. C/ Tomás y Valiente, s/n 01006, Vitoria-Gasteiz.
Telefono: 945014246

Juan Francisco Martínez Corbí [jfmcorbi@ghis.ucm.es]


Departamento de Prehistoria, Universidad Complutense de Madrid. C/ Profesor
Aranguren, s/n Edificio B, 28040, Ciudad Universitaria, Madrid.
Telefono: 652104724

Lucía Moragón [lucia.moragon@iegps.csic.es]


Instituto de Estudios Gallegos Padre Sarmiento-CSIC-Laboratorio de
Patrimonio. Rúa San Roque, 2, 15704, Santiago de Compostela.
Telefono: 981547053

Cristina Tejedor Rodríguez [tejedor.cristina@gmail.com]


IDepartamento de Prehistoria, Universidad de Valladolid. C/Guadalete, 5 - 6ºG,
47005, Valladolid.
Telefono: 639890811

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