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Jess supo vivirse en ese doble nivel, en su realidad histrica como persona individual, y en su realidad ms honda, como Fondo que se expresaba en una forma histrica. Aqu radica la sabidura que nos permite despertar: somos una ola concreta que est siendo, en un recorrido histrico determinado, y somos a la vez el ocano que siempre es. Cuando nos reducimos a la ola, es inevitable la confusin y el sufrimiento, porque nos vemos inconsistentes, vulnerables y a merced de cualquier circunstancia. Cuando, por el contrario, no perdemos la conexin con nuestra identidad ms profunda aquella que permanece cuando soltamos todo-; cuando nos hacemos conscientes, como Jess, de que el Padre y yo somos uno, nos estamos percibiendo y experimentando como el ocano que genera olas sin cesar. En este caso, quitamos a las circunstancias su poder sobre nosotros y empezamos a verlas como nubes que ya no nos afectan absolutamente. En el primer caso, al reducirnos a la identidad individual, estamos dormidos. Tomamos como real el sueo de la vida y vivimos como actores y actrices que han olvidado su verdadera identidad para asumir la del personaje que representan. Se comprende que nos sintamos como personajes endebles, asustados y perecederos. Al despertar, seguimos reconociendo el valor relativo de este sueo, pero ya no nos identificamos con los papeles que estamos representando. Esta no-identificacin no significa indolencia, pasividad ni indiferencia, como nuestra mente (nuestro ego) est tentada a leer. Esa tendencia de la mente se comprende porque, debido a su carcter dual, tiende a separar tajantemente lo que solo son dos polos complementarios. Es decir, para la mente, si no hay identificacin, hay pasividad. La actitud adecuada es otra: no hay identificacin porque evitamos la trampa de reducirnos a lo que no somos-, pero estamos en conexin constante con nuestra identidad profunda que es Amor y Unidad con todo. Por eso no es necesario estar identificados con el personaje para comprometerse en la transformacin del mundo. Lo que ocurre es que, mientras se adopte, consciente o inconscientemente, una postura dual, la ecuanimidad y el compromiso no podrn verse sino como opuestos, imposible de armonizar entre s. Sin embargo, en una perspectiva no-dual, cada uno reclama al otro: la contemplacin es el corazn del compromiso, y este es la expresin de aquella. www.enriquemartinezlozano.com