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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL “SIMÓN RODRÍGUEZ”


DECANATO DE POSTGRADO

COORDINACIÓN DE POSTGRADO
MAESTRÍA ROBINSONIANA

NÚCLEO ARAURE

La Participación y Gestión Social para la


Transformación Emancipatoria
Unidad I

Curso: GPPC_O. Gestión participativa de


proyectos comunitarios.

Facilitador: Beatriz Jorquera

Grupo: Libia Fusco


No
Asistido Mirla Sandoval

Araure, diciembre 2008


Participación Popular y autogestión
emancipadora

El proceso revolucionario del Presidente Chávez, cambió el rumbo económico,


social, político y cultural de la nación. Desde el año 1998, fue necesario confrontar
dos visiones distintas de país y construir como mecanismo para el avance del
proceso, un proyecto cuya mayor fortaleza se encuentra en la participación activa
de los ciudadanos.

Durante mucho más de 50 años, le fue negado al pueblo su derecho a participar


en las decisiones que definieron el camino que hasta el 98, llevaba el país. Tal
rumbo significó, no sólo la exclusión en la toma de decisiones importantes en
aspectos políticos y económicos, sino también, la inhumana negación al
bienestar, la salud, el hábitat, la educación, la vida, la paz, la identidad a la
mayoría de venezolanos, quienes también en número muy alto vivían en pobreza
crítica.

Así mismo, se desconocía a los pueblos indígenas y se utilizaban estrategias de


coerción como la desaparición forzosa de los disidentes, para evitar alzamientos
que pusieran en peligro el régimen establecido. Ante estas circunstancias nuestro
país, más que un cambio de gobierno, requería un cambio de rumbo. Hacer
conciencia de estos desmanes y hacer conciencia de clases, tardo. Sólo hasta
1989, cuando el pueblo enardecido dijo a gritos su primer no, al abuzo, a la
barbarie, a la mordaza mediática, a la manipulación, al descalabro del tesoro
nacional en detrimento de las clases más desposeídas, sólo a partir de allí, el
pueblo hace uso del derecho a participar.

Hasta entonces, participar significaba enterarse de los abusos a la nación,


presenciar la exhibición opulenta de los lujos mal habidos por una clase política
corrupta, que se confundía con una clase alta empresarial que se aprovechaba de
sus debilidades. Un Estado burgués, al servicio de las clases más ricas. Luego del
caracazo se suceden un sin número de hechos que acumulados, logran el salto
cualitativo hacia la revolución. Participar adquiere un nuevo significado. Desde
entonces, participar es participar.

De esta manera, los cambios significativos en muchos sentidos, son en parte


impulsados con la creación de las misiones educativas, de salud, alimentación,
entre otras, que se van incorporando paulatinamente a medida que las estructuras
tradicionales no favorecen el avance del proceso y sus intentos se ven frenados
por trámites burocráticos y redundantes.

No obstante la creación de estas formas de intervenir con soluciones menos


burocráticas, se requiere la participación del pueblo organizado, al decir de
Kisnennan, Natalio y otros, referido por D’Angelo, O. (2005) se requiere “… ser
sujeto en todo un proceso, por lo tanto la participación es la estrategia esencial en
toda promoción comunitaria”. De la misma manera, se requiere cada vez mayor
madurez ideológica, compromiso y responsabilidad y una mayor conciencia social,
todo ello, en el entendido de que estas son las vías para alcanzar desde la
solidaridad y la justicia, elevados niveles de equidad, conciencia y de bienestar
para todos. En ese camino va el proceso.

Muchos son los estudiosos del proceso actual venezolano y latinoamericano, entre
otros encontramos la opinión de Arenas, Patricia y otros (2001), referido por
D’Angelo, quienes afirman que la participación representa la alternativa “… a
través de lo cual se debe generar un paulatino, pero constante crecimiento,
responsabilidad y capacidades, colectivas e individuales”. Estas capacidades
deben ser cultivas desde el proceso educativo, desde la discusión y el acuerdo. Se
requiere así el hombre nuevo, que se emerge a partir del hacer colectivo, con el
necesario sentido de pertinencia, con la responsabilidad colectiva y en una acción
compartida, consciente de que “… su crecimiento en última instancia está
vinculado con la socialización del poder, progresión de la autonomía y
reconocimiento del otro”, sólo será posible desde la construcción colectiva, desde
los procesos conjuntos.

En el ciudadano venezolano, indistintamente de su tendencia, actualmente se


evidencian grandes avances en este sentido, convencidos que “el ejercicio de la
democracia protagónica” referido en la carta magna, garantiza el cumplimiento de
otros derechos. Son ejemplos: el derecho a la información, con lo cual se tiene
conocimiento de la verdad y se actúa en consecuencia. Todos estamos llamados a
participar y en un número que se incrementa cada vez más, existe la
manifestación de la voluntad popular. Desde las comunidades organizadas, se
formulan los proyectos orientados a solucionar los problemas ampliamente
discutidos en asamblea de ciudadanos, considerando las necesidades más
sentidas de la comunidad en general y en particular a cada uno de sus habitantes,
lo cual garantiza también la participación y la corresponsabilidad.

Así mismo, debido a la necesidad de profundizar el proceso, corregir errores y


omisiones, así como, responder a nuevas necesidades de la comunidad se
reimpulsa el proceso a través de los «cinco motores constituyentes» de los
cuales, la nueva geometría del poder y la explosión revolucionaria del poder
popular, a nuestro parecer, representan el desarrollo a mediano y largo plazo de la
conciencia socialista, lo cual pasa por internalizar que el proceso también “implica
que se pertenezca a un todo como espacio en el cual se comprende y se tiene
presente a cada participante. Esto promueve el compromiso y la responsabilidad
individual en un ambiente de inclusión, en el cual cada quien desempeña un rol o
una función en igualdad de importancia” (D’Angelo, p.1, ob.sit.). La inclusión es la
consecuencia inmediata de pensar la solución de los problemas básicos de la
población desde la discusión y el ideario colectivo.

En épocas anteriores, la visión centralista y del Estado benefactor nos acompañó


por mucho tiempo haciéndonos ver como incapaces de cualquier cosa,
dependientes de las instituciones que no funcionaban, sumiendo de esta manera
al pueblo en una decidía que se reflejó en cada casa, calle y escuela. El
pensamiento individual se reforzó, por ello la organización comunal era
impensable. Nos aprendimos como una oración la historia conveniente, la vivimos
y creímos fielmente nuestro papel de invisibles en la historia. Por esta razón, una
de las tareas del proceso es reconstruir la historia y continuar enriqueciéndola con
el pensamiento nuestroamericano. Pensar la realidad, situados no
descontextualizados, rescatar la esencia de nuestros antepasados y reflejar el
presente del nuevo ciudadano, el que va despertando en el hacer, parafraseando
al Che: “para construir el socialismo es esencial construir, al mismo tiempo, sus
nuevos cimientos materiales: los seres humanos nuevos”. Para lo cual según
Lebowitz(2007), se requieren varios elementos, entre ellos:

“… la autogestión en el proceso de producción: en la medida en que las personas se


producen a sí mismas en el curso de todas sus actividades, el proceso mismo de
participar en formas democráticas de producción es una parte esencial del proceso
de producir aquellas personas para las cuales la necesidad de cooperar es su
segunda naturaleza”

Es esencial por lo tanto, un proceso de desalineación de las relaciones, no sólo en


el trabajo sino en lo cotidiano, por cuanto ese pensamiento deformado nos lleva
muchas veces a aceptar los espejismos que distraen el propósito de la
participación y la autogestión, que es en principio el bienestar colectivo. En
palabras de Fals Borda (1991): “participar significa romper voluntariamente, y a
través de la experiencia, la relación asimétrica de sumisión y dependencia
integrada en el binomio sujeto—objeto. Esta es la esencia de la participación”. El
significado de participar tiene relación directa con el sistema de producción que
prevalece, por cuanto influye en lo político y social. Desde la perspectiva socialista,
según lo referido por Lebowitz y Borda, participar va más allá de votar, refiere la
forma de organizarse y el ejercicio de la contraloría social desde la formulación,
desarrollo y evaluación de los proyectos, que impulsarán el desarrollo del espacio
personal y colectivo.

Es fundamental aclarar que cuando hablamos de lo personal, no referimos el


individualismo que es una tergiversación del yo, nos referimos al espacio y
derechos de cada individuo, inserto en el espacio colectivo, siendo influido por ese
espacio e influyéndolo.

Nos dice D’Angelo, O. (ob.cit)


“Así, el objetivo de la transformación social en una concepción socialista
emancipatoria estaría encaminado al logro del desarrollo social humano
multifacético, armonioso, integral, que implica el disfrute de las actividades y
relaciones sociales, el despliegue de las potencialidades propias, el logro de
valores de dignidad humana y solidaridad”
Los cambios necesarios en los individuos y en las estructuras no se logran por
decreto, es necesaria la formación de los ciudadanos, para que los modelos
propuestos desde sus propias reflexiones no continúen replicando los viejos
esquemas y respondan a las condiciones espacio-temporales y geopolíticas,
producto de la madurez del proceso.

Se requiere así mismo, un proceso educativo pertinente, para que desde esto
espacios se produzcan las reflexiones que ayudarán en la formación de
ciudadanía y conciencia, según Perales (2008) “una educación cívica que haga
de los espacios escolares, comunicacionales, espacios de intercambio y
participación que formen a los individuos en los principios y valores de la
democracia”.

Estos planteamientos nos lleva a reflexionar acerca de la interrogante formulada


por D’Angelo, “¿se puede concebir el socialismo sin democracia y sin
autogestión?”

Esta interrogante la responderíamos desde la Venezuela Socialista, en la cual


democracia es poder popular, administrado para la defensa de los derechos de los
niños, niñas y adolecentes, de los viejitos, de todos los hombres y mujeres que
pueblan el país. Democracia desde este sistema, es el poder que acompaña la
toma de decisiones en materia política, social y económica, es corresponsabilidad
a través de la organización popular. Es propiedad social de los medios de
producción, desenajenación como paso firme a la soberanía y la libertad.

Por lo anterior, a nuestro parecer, socialismo sin democracia y sin autogestión, es


capitalismo, es reedición de 50 años de pacto del punto fijo es reificar a los
hombres y sus derechos. De esta manera, encontramos en Lebowitz, que es
necesario “dejar de concentrarse en el egoísmo y el interés para concentrarse en
la comunidad y la solidaridad; es decir, se debe reconocer que las necesidades
humanas son una responsabilidad de todos”. Por lo tanto compartimos lo que
Marx señalaba respecto al autogobierno, ya que con un Estado que se erige por
encima de su sociedad no será posible producir personas con estás
características. Todo lo contrario “sólo a través de su propias actividades, a través
de organizaciones autónomas1, las personas pueden transformar sus
circunstancias y a sí mismas”.

1
Se requieren organizaciones en el nivel del barrio, de la comunidad y de la nación
Referencias

D’Angelo, O. (2005). Autogestión y Práctica Humanista desarrolladora para la


Autotransformación Social. El Desafío Ético Emancipatorio de la Complejidad.

Lebowitz(2007). El Socialismo no cae del cielo.

Perales, L. (2007). Poder Local y Democracia Participativa en América Latina

Marx, K. (1848). Manuscritos económicos y filosóficos de 1848. Esta edición Proyecto


Espataco. Disponible en: http://www.proyectoespartaco.com. Y
http://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/manucritos7index.htm. Consultada
diciembre 2006.

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