Professional Documents
Culture Documents
Yamileth
De contextura frágil y menuda como las hijas de nuestra América explotada; pero de
pensamiento claro, disposición abierta, tenaz y decidida como toda mujer revolucionaria,
era Yamileth.
Nació y creció en un humilde hogar de barrio pobre, en el año de 1956. De su familia
sabemos muy poco; casi nada en realidad, porque Yamileth era impenetrable cuando
pretendíamos hablar de su persona, o de sus allegados por consanguinidad, lo que si
sabemos sin temor a equivocarnos, es que la pobreza en que vivió; en vez de crearle
resentimientos sociales, le templó su alma de acero de manera tal, que la llevó a buscar la
paz en la guerra, con tal de conseguir una vida digna y de respeto, para los hombres y
mujeres que trabajan, y luchan por la igualdad, la equidad y la distribución equitativa de la
riqueza socia entre todos.
Así; Yamileth se incorpora al mundo laboral desde muy temprana edad, es obrera de la
maquila en diferentes fábricas de San José; hasta que la despiden para siempre, por su
militancia comunista y su compromiso con el frente sindical que impulsa el Partido
Vanguardia Popular.
Muy Joven, ingresa a la Juventud Vanguardista Costarricense, llegando a ocupar puestos
importantes en la Dirección Política de esa organización y dándose a conocer como
dirigente connotada y comprometida con la causa revolucionaria. Desde entonces; el
Partido Vanguardia Popular será prácticamente su hogar y su Campus Universitario, allí se
consolida su temple revolucionario; participando en todas las acciones de lucha que
impulsa la Organización Comunista, ya sean huelgas urbanas o campesinas, tomas de tierra,
marchas por los derechos laborales y civiles, manifestaciones de solidaridad con los
pueblos oprimidos y los pobres del mundo y cuanto oficio partidario se le encomiende.
Con esto, Yamileth nunca deja de lado la lucha por la reivindicación de la mujer trabajadora
y pobre, siempre estará atenta para exigir se le nombre por sus cualidades, en los puestos de
dirección de toda organización social donde ella participe.
Quienes atendíamos otras zonas o regiones del país como dirigentes de A.N.E.P, la veíamos
muy poco, solamente los viernes, cuando nos tocaba que rendir informes y preparar la
estrategia semanal, la recordamos ordenada, acuciosa, diligente, muy crítica, responsable y
discreta, en síntesis una excelente dirigente sindical.
En Istarú, una de las estrategias para la formación de cuadros sindicales más cuestionadas
de la A.N.E.P, la terminamos de conocer políticamente. Era la primera en levantarse sin
importarle el frío de aquella montaña cartaginesa, para cumplir con la rutina de los
ejercicios físicos, disciplina que se había instaurado en aquel seminario para estar en forma,
por si teníamos que cambiar de estrategia de lucha; como lo hizo ella.
Hay que destacar, que en aquel gélido diciembre, mientras el grueso del colectivo de
A.N.E.P aprovechábamos los ratos libres para divertirnos de muchas formas, Yamileth se
dedicaba a estudiar o a escribir sus versos y cuentos ácidos; nunca tuvo tiempo para el
vacilón.
Después de Istarú, parece que Yamileth se desencantó del trabajo en A.N.E.P, no le llenaba
atender solo empleados públicos, ella quería más acción, más dinamismo, más compromiso
con la causa social; así que un buen día, se nos despareció del sindicato.
En agosto de 1983, poco después de su cumpleaños 27, volvimos a saber de Ella. La ciudad
de Guadalupe escuchó una mañana lúgubre las consignas Sandinistas, que los camaradas
coreamos detrás de su féretro, “patria libre o morir, patria o muerte, venceremos, el pueblo
unido, jamás será vencido y no pasarán”. En el cementerio, entonamos el Himno del
Partido Vanguardia Popular y la Internacional; depositamos su cuerpo en la tierra que la vio
nacer, la lloramos en silencio y nos trajimos su espíritu, para que nos iluminara el camino
de lucha por la reivindicación de los pobres, que ella había transitado en su corta vida.
Meses antes; cuando se nos despareció, se había enrolado con una columna de patriotas
internacionalistas y nicaragüenses, que defendían la Revolución Sandinista y el Gobierno
legítimamente constituído de Nicaragua, asediado y atacado por la satrapía contra y los
mercenarios que financiaba el gobierno yanki, en aras de recuperar la hegemonía absoluta
en la región.
Nos cuentan, que Yamileth no estaba para caer en aquella refriega, que su tropa se había
enfrascado en una lucha desigual y se defendían para romper el cerco, con el propósito de
posicionarse en un plano estratégico más favorable para la riposta; que cuando lo lograron,
Yamileth corría segura hacia el objetivo, pero al escuchar los gritos de un compañero que
cayó herido, desobedeciendo la orden de no devolverse ante nada, lo hizo para socorrer al
caído; era su compatriota, su camarada Pepe Romero, no lo pudo salvar pero no lo dejó
solo.
Así era Yamileth. Que su ejemplo nos de fuerzas para seguir luchando sin claudicar, por un
mundo mejor para todos; será el monumento que erijamos en su nombre.
El movimiento sindical tiene una deuda con Yamileth y con otros héroes y heroínas que
lucharon por semejante causa, reivindiquémosle nosotros siguiendo su ejemplo, no
esperemos que la historia oficial y la oligarquía dominante lo haga, porque; entonces no
serian nuestros héroes, serían los suyos.