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Arqueología y Pueblos Indígenas en el Extremo NorteVolumen

de Chile 35, Nº 2, 2003. Páginas 337-346


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Chungara, Revista de Antropología Chilena

ARQUEOLOGÍA Y PUEBLOS INDÍGENAS


EN EL EXTREMO NORTE DE CHILE
ARCHAEOLOGY AND INDIGENOUS COMMUNITIES
OF NORTHERN CHILE
Álvaro Luis Romero Guevara*

Se da cuenta del escaso desarrollo en las vinculaciones entre la arqueología científica y la población originaria en las provincias de
Arica y Parinacota, extremo norte de Chile. Sólo recientemente, cuando nacen políticas estatales más efectivas de protección del
patrimonio cultural y de reivindicación indígena, se han iniciado los acercamientos entre estos dos grupos sociales de la región. Se
discuten las razones y soluciones para esta paradojal situación cultural en una de las regiones con mayor población originaria, gran
cantidad de restos arqueológicos e investigaciones de Chile.
Palabras claves: Comunidades indígenas, historia de la arqueología, extremo norte de Chile.

In this paper I argued that there is little interaction between scientific archaeology and the indigenous population in the provinces
of Arica and Parinacota in Northern Chile. Recently, with the initiation of more effective political policies toward the protection of
cultural patrimony and indigenous rights, have these two social groups this begun to interact in a region with a great number of
indigenous populations, archaeological investigations, and abundant cultural remains, which relationship is discussed.
Key words: Indigenous communities, history of archaeology, northern Chile.

Este ensayo da cuenta de las visiones persona- Pese a esto último, la disciplina ha mostrado una
les de un tardío observador del desarrollo de la prác- escasa presencia en la comunidad local en térmi-
tica arqueológica en las provincias de Arica y nos de conocimiento específico y sobre todo en las
Parinacota. Desde 1995 he participado del queha- recientemente reestructuradas comunidades indí-
cer arqueológico en el extremo norte de Chile; des- genas.
de entonces he tomado conciencia no sólo a partir En primer lugar reviso el contexto social y es-
de las muchas publicaciones científicas regionales pecialmente étnico del extremo norte de Chile; a
disponibles, de las particularidades de la práctica continuación examino brevemente el desarrollo del
arqueológica de esta región. Comunicaciones per- pensamiento arqueológico del siglo XX; en tercer
sonales y manuscritos mimeografiados de compa- lugar repasó los incipientes encuentros entre la dis-
ñeros de trabajo con más experiencias en estos ciplina arqueológica y el mundo indígena de Arica
asuntos han servido además para formar las ideas y Parinacota. Para finalizar se entregan comenta-
aquí expresadas. rios acerca del rol futuro que deben asumir las
En términos generales, sigo la línea de análi- instituciones y antropólogos que trabajan el tema
sis de Trigger (1992) para entender el desarrollo indígena, en conjunto con los arqueólogos para
de la investigación arqueológica. Este autor señala entregar las herramientas necesarias para el co-
que los itinerarios particulares del pensamiento nocimiento y protección del patrimonio arqueo-
arqueológico estarían basados principalmente en lógico.
el contexto social donde se desenvuelven los in-
vestigadores e intelectuales. La tesis que planteo Población Originaria y Reivindicaciones
acá es que en Arica y Parinacota se ha desarrollado Indígenas de los Altos de Arica
una fructífera labor de investigación arqueológica,
con una alta especialización académica que ha lo- Los primeros decenios de la llegada hispana a
grado acumular una gran base de conocimiento. los Andes fueron trágicos para muchas poblacio-

* Museo Arqueológico San Miguel de Azapa, Universidad de Tarapacá, Arica, Chile. aromero@uta.cl

Recibido: junio 2002. Aceptado: marzo 2003.


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nes originarias que simplemente desaparecieron. ya no integran el amplio sistema sociopolítico de


Entre ellas estaba la población costera de la subárea señoríos y cacicazgos, que funcionó y se reestruc-
denominada Valles Occidentales, influenciada in- turó hasta el siglo XVIII.
termitentemente por las poblaciones altiplánicas. A diferencia de las poblaciones originarias de
Estas poblaciones costeras aprovechaban un me- Perú y Bolivia, que tempranamente se dieron a co-
dio ambiente rico y variado, y poseían una organi- nocer como una fuerza organizada y considerada
zación sociopolítica bastante simple que implicó al interior de sus estados naciones, los aymaras
escasa infraestructura y monumentalidad. De este chilenos sufrieron una fuerte chilenización o ideolo-
modo, si no fuera por la arqueología y la etno- gización forzada de los valores patrios desde San-
historia, estos pueblos hubieran pasado tiago, mediante instalación de servicios públicos,
inadvertidos no sólo para la historia, sino también educación y militarización (van Kessel 1992).
para sus hermanos sobrevivientes. Los movimientos indigenistas de Perú y Boli-
Los pueblos que tuvieron la suerte de sobrevi- via de las décadas de 1970 y 1980 de impronta ru-
vir pasaron por un largo proceso histórico caracte- ral –y no tanto urbana– prendieron tardía y fugaz-
rizado por abusos sociales, tensas imposiciones mente en el norte de Chile. A mediados de la década
ideológicas y una constante reducción de su esfera de 1980 las juventudes urbanas letradas de origen
de interacción socioeconómica. En las tierras altas indígena de Arica, Calama e Iquique se organiza-
de Arica se mantuvieron los herederos de una rápi- ron en movimientos reivindicativos, coincidiendo
da colonización de la precordillera efectuada ha- con la lucha política y social contra la dictadura
cia el siglo X. Estas poblaciones de precordillera militar (Gundermann 2000). Estos movimientos no
lograron perdurar a la llegada occidental principal- sólo se basaron en las experiencias indigenistas e
mente por ocupar terrenos poco atrayentes para las ideología indianista de los países vecinos, sino tam-
personas y economías europeas. Permanecieron bién en los esfuerzos paralelos de investigadores
además largos años como sociedad debido a su de Organismos No Gubernamentales y universi-
compleja organización basada en una alta cohesión dades que pusieron de relieve tales estudios.
social e ideológica que integró los ámbitos produc- Como producto de estos intensos esfuerzos
tivos y ecológicos. en menos de 10 años el movimiento social indí-
Esta subsistencia se transformó en resistencia, gena ayudado por el fin de la dictadura militar y la
que se hizo patente con las revoluciones de Tupaq existencia de otra minoría indígena de mayor fuer-
Amaru y los Katari, ocurridas en el siglo XVIII, en za –los mapuches–, se vio favorecido en 1993 con
las cuales los pueblos indígenas de los Altos de la promulgación de la Ley Indígena Nº 19.253
Arica participaron activamente (Hidalgo y Durston (Gundermann 2000). De esta forma, primero a tra-
1995). Este largo proceso de desintegración y re- vés de esfuerzos de sus pares urbanos, y luego desde
sistencia vivido de manera más o menos similar a el poder político central, la población indígena ru-
lo largo de los Andes indígenas fue imprevistamente ral superviviente se encontró ante un nuevo esce-
descontinuado en las tierras altas de Arica después nario.
de la Guerra del Pacífico (1879-1883). Con esta Buscando recuperar un desarrollo disminui-
nueva fragmentación, tales comunidades, que ya do durante siglos, la entidad gubernamental de
subsistían en un medio ecológico marginal, sufrie- la Comisión Nacional de Desarrollo Indígena
ron un dramático aislamiento de sus pares perua- (CONADI) instauró una serie de programas eco-
nos y bolivianos, de mayor densidad poblacional y nómicos, educativos y tecnológicos que otorgaron
enclavados en posiciones geográficas más nuclea- un cambio radical en la antigua discriminación
res (Albó 2000). Con esto se precipitó una rápida negativa del ser indígena. Hoy en día ser indígena
desestructuración sociocultural. (i.e. aymara) ofrece a las personas amplias expec-
La constante fragmentación de la organización tativas de desarrollo, a través de becas, subsidios,
socioeconómica indígena es un punto recurrente créditos y capacitación.
que afecta gravemente su identidad. Las actuales Tan contundente es la actual propuesta estatal
comunidades indígenas de Chile reconocen sus tra- que los recientemente indígenas se desarrollan en
diciones y formas económicas en las practicadas una amplia variedad de actividades y las comuni-
por las otras comunidades de los estados vecinos, dades indígenas rurales, que hace un decenio su-
pero no se identifican plenamente con ellas, pues frían de despoblamiento, hoy en día poseen abul-
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tadas listas de miembros, a través del sistema andino ban las posturas teóricas que estaban en boga en la
de doble residencia. Incluso en los valles donde el antropología mundial, pero que en el esquema na-
sentimiento indígena nunca se registró, hoy en día cional significaron sobre todo la contraposición de
está poblado por centenas de aymaras. diferentes metodologías para acercarse al estudio
De este modo la actual situación étnica es una del pasado, consagrándose las excavaciones estrati-
clara reconstrucción reciente o etnogénesis basada gráficas y los análisis regionales como las particu-
principalmente por la discriminación positiva del laridades de la naciente arqueología.
indígena, en donde el tema identitario pasar a ser Hay que pensar que la inclusión activa del norte
algo más político y con fines utilitario (Gunder- del país como punto de investigación arqueológica
mann 2000). Los indígenas aymaras se adscriben no sólo se debió a la buena conservación y densi-
a un sentimiento étnico, que si bien no ha sido cons- dad de los restos arqueológicos, sino probablemente
truido totalmente desde la nada, tampoco se basa también para obtener una historia oficial de gran
en el reconocimiento y permanencia de formas tra- profundidad cronológica de estas tierras reciente-
dicionales de organización social y económica. Es mente incorporadas al Estado chileno. Se buscaría
evidente que el discurso de etnicidad aymara, ma- una historia que traspasara la tenencia hispana, y
sivo y políticamente correcto no trasciende más allá sobre todo peruana y boliviana, que permitiera jus-
de las costumbres, tradiciones, oralidad, lenguaje tificar la actual posesión chilena.
y el deber moral de ofrecer el desarrollo a las gran- Sea cual fuere el caso, a fines de la década de
des masas pobres aymaras. Si existe algún vínculo 1950, el norte de Chile es centro de esfuerzos pa-
con sus tradiciones remotas, tales vínculos los en- ralelos de investigadores autodidactas que enten-
lazan con las versiones mesiánicas de los indige- dieron que la riqueza arqueológica y etnológica
nistas bolivianos y peruanos para interpretar las debía ser difundida a nivel local y nacional (Núñez
entidades prehispánicas de Tiwanaku y el Tawan- 1996). En 1957 el R. P. Le Paige creó el Museo de
tinsuyu. San Pedro de Atacama y dos años después otro
Con la legislación e institucionalidad de la grupo de investigadores autodidácticas inaugura-
CONADI se ha coartado todo un movimiento indi-
ron un Museo Regional en el centro de la ciudad
genista que a fines de 1980 promovía reivindicar
de Arica. Para el caso de Arica los esfuerzos tuvie-
los derechos sobre el agua y la tierra de los pue-
ron en mente salvaguardar el patrimonio, exhibir-
blos originarios, reemplazándolos por una burocra-
lo a la comunidad y sobre todo estudiarlo (Álvarez
cia que busca el respaldo político para ofrecer un
1995; Lara 1972-1973). La exposición de los ha-
“desarrollo con identidad”.
llazgos sirvió para ir conformando la extendida
noción que permanece hasta hoy en día, que seña-
Desarrollo de las Interpretaciones
la que Arica y sus valles concentran importantes
Arqueológicas en el Extremo Norte de Chile
yacimientos arqueológicos1.
La base interpretativa del inquieto grupo de
Observamos en la reseña anterior que en el
desarrollo histórico de las poblaciones indígenas e Arica fue Percy Dauelsberg, un hombre de ascen-
incluso en el reciente proceso identificado como dencia germana y formado en la arqueología andina
etnogénesis de comunidades indígenas del extre- de manera autodidacta. Esta instrucción autodidacta
mo norte de Chile (Gundermann 2000) no se ha la sustentó principalmente en su vasta experiencia
considerado el conocimiento que de forma cientí- de campo en Arica y sus valles, la interrelación con
fica han adquirido los arqueólogos sobre el pasado investigadores profesionales de Chile y Perú, y ade-
prehispánico. A continuación revisamos desde la más en su experiencia de vida como comerciante
historia de las investigaciones arqueológicas las en Bolivia y Arica. Esto último es quizás lo que
relaciones entre los estudiosos de la prehistoria promovió su visión altiplánica del desarrollo de las
local y su contexto social. tierras bajas occidentales. Denotó mucho parentes-
Los inicios de la arqueología científica en co entre las formas de la textilería y cerámica fu-
Arica, con los trabajos de M. Uhle, J. Bird y G. neraria de las poblaciones arqueológicas de Arica
Mostny, coinciden con la fase transicional del de- con las poblaciones indígenas vivas de Bolivia,
sarrollo de la arqueología de Chile (Núñez 1999) o usando nomenclatura aymara o quechua para mu-
quinto período (Orellana 1996). En esta fase arri- chos de los objetos arqueológicos.
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En 1967 el Museo Regional de Arica pasa a pudo entregar dos generaciones de estudiantes an-
formar parte de la institucionalidad de la Universi- tes que se cerrara, por tanto ese cúmulo de investi-
dad del Norte, gracias a esto el edificio es traslada- gadores orientados a temas del norte chileno se
do a las actuales dependencias de Azapa. En 1971 desarrolló profesionalmente en las regiones de
se crea el Departamento de Antropología, que al- Tarapacá y Antofagasta. Cuarto, la Universidad del
berga al Museo y a un grupo de investigadores con Norte, con sus sedes en Arica, Iquique, Antofagasta
formación científica. En 1972 sale a la luz la revis- y Coquimbo, contó en los primeros años de la dic-
ta Chungara, que hasta la actualidad sigue publi- tadura militar, un rector militar designado con vo-
cando las más importantes investigaciones antro- cación universitaria, que valoró a las ciencias
pológicas desarrolladas en este centro científico y antropológicas, y ofreció el marco institucional
la región andina general. adecuado para continuar con las investigaciones
Este sucesivo incremento de la institucio- (Núñez 1996).
nalidad científica respondió al convulsionado am- En la década de 1980, producto del desarrollo
biente sociopolítico de Chile, que desde fines de la experimentado en la década anterior, la vida aca-
década de 1960 hasta el abrupto fin del año 1973, démica en el extremo norte de Chile fue muy acti-
buscó hacer científico y objetivo el largo recorrido va. Aunque también se observó un alejamiento más
humano desde el pasado prehispánico (Castro o menos forzado del intenso debate teórico y meto-
1995). En el norte de Chile, la Universidad del dológico que se presentaba en la escuela norteame-
Norte impulsó la creación de una carrera de arqueo- ricana principalmente con la pugna de la Nueva
logía fuertemente impulsada por visiones andinas Arqueología y las corrientes postmodernas (Trigger
integracionistas (Nuñez 1996). El naciente Depar- 1992). Esto permitió a nivel local centrarse en re-
tamento de Antropología de Arica pudo concen- llenar los vacíos históricos culturales del extenso
trar un cuerpo de excelencia académica con espe- proceso prehispánico regional de más de 10 mil
cialistas en arqueología, antropología física, años. Junto con el aumento de la planta de
antropología cultural, análisis textil, cerámico, arte arqueólogos en Arica se abrieron nuevas áreas y
rupestre y etnohistoria. temas de investigación. En este período se amplía
La dictadura militar tuvo desiguales conse- el área de trabajo –que hasta entonces incluía la
cuencias en la disciplina a lo largo de Chile: de- tradicional excavación de cementerios de valles–
saparecieron abruptamente carreras académicas hacia la precordillera, el altiplano y conchales
(Concepción), en otras carreras limitaron sus pro- costeros.
mociones (Antofagasta) o disminuyeron abrupta- La amplia cantidad de restos físicos humanos
mente su planta de académicos (Santiago) (Castro recolectados en décadas anteriores permitió el tra-
1995; Rivera 1990). Pero por diferentes circuns- bajo de científicos de las ciencias naturales, que
tancias, las investigaciones arqueológicas en el aparte de ofrecer posturas distantes a la antropolo-
extremo norte de Chile se vieron favorecidas. Pri- gía (Nuñez 1986) permitieron a la larga la elabora-
mero, el flujo de especialistas que llegaron por ción de una nueva línea de investigación: la bioan-
motivos políticos desde diversos puntos del país. tropología. El énfasis creciente en la momificación
Tales especialidades, que originalmente se desa- Chinchorro, fenómeno cultural que se desarrolló
rrollaron como disciplinas auxiliares a la antropo- en lo más profundo de la secuencia (período Ar-
logía general, se especializaron finalmente al modo caico, entre 6.000 a 2.000 a.C.), generó amplias
de líneas independientes de investigación, como por expectativas entre el público general, a través de
ejemplo, etnohistoria, tecnología textil, paleopa- medios masivos y eslóganes turísticos. Provocó
tología, genética. Segundo, ante el influjo militar además una visión externa de la disciplina arqueo-
se desarrolló un segundo proceso de “chileni- lógica como un estudio de remotas sociedades que
zación” de las zonas con población originaria, la poco o nada tenían que ver con los pueblos origi-
arqueología se convirtió en una disciplina necesa- narios, de este modo la población de ascendencia
ria para que los militares y la sociedad conserva- indígena mantuvo cierta distancia y despreocupa-
dora nacionalista pudieran disponer del conoci- ción del quehacer arqueológico.
miento y las políticas adecuadas, sin caer en el Tales percepciones del público general fueron
riesgo de promover la antropología sociocultural. tratadas de modificar mediante distintas labores de
Tercero, la carrera de arqueología de Antofagasta educación y transmisión del conocimiento. Con la
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modernización de la exposición del Museo Arqueo- nes indígenas. No es una práctica común que los
lógico San Miguel de Azapa, creación de exposi- investigadores entablen comunicación con las co-
ciones itinerantes y la edición de libros de difusión munidades donde realizan sus investigaciones para
(Hidalgo et al. 1989; Santoro y Ulloa 1985), los saber su parecer ante las actividades de terreno efec-
arqueólogos y otras disciplinas del estudio del pasa- tuadas, ni tampoco dar a conocer directamente los
do buscaron mantener su presencia en la sociedad. resultados de sus investigaciones. Pese a esto, se
En el plano teórico, se observa la incubación han efectuado experiencias, nacidas desde el mis-
de un debate presente a lo largo de todos los perío- mo marco de investigación científica, que buscan
dos prehispánicos estudiados, centrado principal- dar cabida al conocimiento vernáculo para inter-
mente sobre los orígenes locales o externos de los pretar los objetos materiales del pasado.
grandes cambios culturales de esta historia. Desde Ya señalamos que la fuerte noción de conti-
el origen de la tradición cultural Chinchorro, hasta nuidad andina no sólo representada en los fenó-
el tipo de integración regional durante el Tawan- menos de complementariedad, llevó a los arqueó-
tinsuyu se enfrentan estos extremos interpretativos. logos a utilizar de manera anónima e indirecta el
En cierto modo este incipiente debate puede ser conocimiento de los actuales andinos. Tal como en
considerado como el reflejo de corrientes de pen- San Pedro de Atacama, donde Gustavo Le Peige
samiento mundiales frente al nuevo escenario de formó ayudantes atacameños, que hasta el día de
globalización. Este nuevo escenario mundial que hoy trabajan en el museo y en temas del patrimo-
enfrenta dos visiones, una que revalora lo local y nio cultural. También en Arica se formaron cola-
propio, frente a otra que asume la globalización boradores. Estos ayudantes, del tiempo de Percy
como un proceso permanente en la historia de la Dauelsberg y Guillermo Focacci, hoy en día siguen
humanidad. participando casi anónimamente en las investiga-
Por otro lado, la madurez del esquema de con- ciones. No sólo auxilian como mano de obra y en
tinuidad cultural, estructural y ecológica de los las instancias logísticas, sino sobre todo en el tras-
Andes a través del perfeccionamiento de la postu- paso de conocimiento vernáculo en temas como
ra original de Murra (1972) permitió el debate en toponimia, etnocategorías del medioambiente e in-
torno a los procesos de verticalidad y estructura- terpretaciones culturales. Aunque este tipo de par-
lismo en la prehistoria y etnohistoria de Arica. Este ticipaciones no caben dentro de la sistemática y
tema que se inició en la década de 1970, continúa teoría de la etnoarqueología (Kuznar 2001), no
plenamente en la actualidad y puede ser entendida podemos negar que han ayudado e influenciado
como la postura más cercana a una teoría antro- eficazmente a la investigación.
pológica general. Es desde esta perspectiva de con- Un caso relevante y prácticamente único, es el
tinuidad andina que la arqueología regional va con- efectuado a principios de la década de 1990, cuan-
siderando a las poblaciones originarias como do surgen los movimientos indigenistas locales,
fuentes de información, primero en lo relativo a la donde un equipo de antropólogos culturales, espe-
ubicación y función de los sitios y objetos, y se- cialista textil e etnohistoriadores utilizan el cono-
gundo en términos de interpretación cultural y sim- cimiento vernáculo para interpretar la tecnología y
bólica del contexto arqueológico. sentido cultural de los textiles arqueológicos (Ga-
En la actualidad, no se han vislumbrado líneas vilán y Ulloa 1992).
de investigación diferentes a las que se han venido Por otro lado, existe otro tipo de labores naci-
realizando en los últimos 20 años; tampoco se han das de las relaciones entre investigadores y autori-
observado discusiones intensas de aspectos teóri- dades que han visualizado el potencial turístico de
cos o metodológicos, como ha sido la tónica en los sitios arqueológicos cercanos a poblaciones origi-
años recientes de la arqueología en Chile (p.e. zona narias. Hay que considerar que en el último dece-
central y subárea Circumpuneña). nio, con la institucionalidad de la CONADI, las
autoridades locales consideran con mayor intensi-
Algunos Encuentros Entre el dad el tema indígena. En este punto es necesario
Mundo Indígena y la Arqueología repasar el caso de la puesta en valor del Tambo de
Zapahuira (AZ-40).
Vemos que no existen relaciones permanentes Este sitio arqueológico había sido destruido a
entre el conocimiento arqueológico y las poblacio- fines de la década de 1960 durante la construcción
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de la Carretera Internacional Arica-La Paz. Frente et al. 1998). Lamentablemente tales iniciativas de-
al daño efectuado por organismos estatales las au- rivaron prontamente en visiones netamente desa-
toridades intentaron sacar provecho a la repentina rrollistas. En la actualidad, ni las autoridades y
buena accesibilidad al sector arqueológico. En el menos la población de base indígena están interio-
año 1986 comenzaron las actividades para investi- rizados del específico marco legal que regula el
gar y poner en valor el sitio arqueológico AZ-40. patrimonio indígena, de la conservación, interpre-
La iniciativa nació de investigadores del Museo tación e investigación de los sitios arqueológicos;
Arqueológico San Miguel de Azapa, bajo el por lo tanto no disponen de una clara visión de la
financiamiento de la Organización de Estados situación de su patrimonio arqueológico.
Americanos (OEA), quienes buscaron un nexo en- Las autoridades de la Subdirección Norte de
tre la arqueología y las iniciativas turísticas regio- la CONADI, herederas del proceso de moviliza-
nales (Chacama et al. 1992). ción étnica de la década de 1980 y principios de
En primer lugar, se investigó con metodología 1990, legitimado sobre fuentes muy generales acer-
arqueológica el yacimiento y el área circundante. ca de la historia y prehistoria de las sociedades
De esta forma se pudo acceder a una compleja his- andinas, han desestimado una vinculación más cer-
toria cultural prehispánica que permitió interpre- cana con las fuentes del conocimiento especializa-
tar los restos arqueológicos. Hoy en día se recono- do, es decir, los centros de producción científica.
ce que el sitio ubicado junto a la carretera es sólo Es lógico que como organismo público destinado
un conjunto acotado en medio de uno de mayores al desarrollo, no se vinculen con el quehacer cien-
dimensiones. Las estructuras más cercanas a la tífico especializado, pero es su deber trabajar con
carretera consisten en una serie de colqas o alma- los profesionales necesarios para conformar el se-
cenes estatales de época Inka (AZ-40 o Zapahuira gundo objetivo de su misión: la identidad.
1). Mientras que las ruinas ubicadas a un kilóme- Para ese objetivo se hace necesario trabajar
tro al noreste corresponden a un conjunto de RPC tanto con la difusión de conocimientos especiali-
o kanchas con unidades arquitectónicas adosadas zados en temas antropológicos e históricos, como
(AZ-124 o Zapahuira 2) (Chacama y Briones 2000; en los aspectos organizativos y educacionales y no
Muñoz et al. 1987). solamente en torno al desarrollo.
En segundo lugar, basándose en el buen esta- En este contexto la Oficina Arica de CONADI
do de conservación del complejo arqueológico, se en la Subdirección Arica ha propiciado, a conti-
realizaron diversas tareas de limpieza, restauración nuación del catastro y evaluación del patrimonio
e instalación de señaléticas. Con esta puesta en arqueológico indígena, la búsqueda de nuevas al-
valor se insertó plenamente el tema arqueológico ternativas etnoturísticas. Se encargaron los estudios
en el floreciente circuito turístico del Parque Na- para una nueva puesta en valor de Zapahuira 1 que
cional Lauca. Pero las ruinas también sufrieron consideró circuitos turísticos de mayor envergadura
evidentes efectos negativos. La suciedad, el dete- con relativa participación de las comunidades in-
rioro de la señalética y diferentes tipos de altera- dígenas y sobre todo con agentes turísticos. En
ción de los restos arqueológicos llamaron la aten- estos estudios de preinversión la interpretación
ción del Consejo de Monumentos Nacionales, al cultural fue entendida como la difusión de los re-
Museo Arqueológico y finalmente a CONADI. sultados de las investigaciones arqueológicas a
En este punto CONADI retoma el tema de pa- agentes turísticos. Además, la administración del
trimonio arqueológico y cultural desde el punto de recurso cultural debería estar a cargo de entidades
vista del desarrollo de las comunidades indígenas que respetaran la legalidad y la sustentabilidad del
rurales. Los temas etnoturísticos fueron visuali- recurso y no debían ser necesariamente de origen
zados por las autoridades locales de la Subdirección indígena (Chacama y Briones 2000).
Norte de la CONADI como un excelente motivo En este marco de accionar de CONADI, y ante
para integrar y fortalecer el desarrollo del mundo una sensibilización nacional en los temas de patri-
indígena rural. En conjunto con especialistas de la monio derivados de las políticas culturales de los
Universidad de Tarapacá se elaboraron catastros del gobiernos de la Concertación Democrática se efec-
patrimonio arqueológico del extremo norte de Chile tuaron algunas acciones nacidas en el interior de
y una primera aproximación a la difusión de los las mismas comunidades indígenas. Como era de
temas del patrimonio cultural indígena (Espinosa esperar, por el desconocimiento general de las mí-
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nimas normas de manejo y de conservación de los forma no estructurada en pensamientos y posturas


restos arqueológicos, y ante la inexistencia de ins- románticas. En dichos casos, el uso del conocimien-
tancias de diálogo con los especialistas, algunos to y la expresión del pasado consideran sólo la his-
de estos empeños por fortalecer el “desarrollo con toria y la etnohistoria4 de las grandes entidades
identidad” provocaron graves daños al patrimonio. integradoras prehispánicas de Tiwanaku y Tawan-
En este caso una pequeña comunidad indí- tinsuyu.
gena de miembros con doble residencia urbano- Tercero, la reciente institucionalidad de
rural, se adjudicaron un proyecto del Fondo de CONADI que busca “desarrollo con identidad”,
Arte y Cultura del Ministerio de Educación está formada por el mismo grupo dirigente de los
(FONDART)2. El proyecto contemplaba la restau- movimientos reivindicativos de décadas anteriores,
ración y habilitación turística de las ruinas arqueo- en un nuevo escenario político que busca legitimar
lógicas ubicadas a 5 km hacia el oeste del pueblo su accionar frente a adversarios políticos y unifi-
de Chapiquiña, provincia de Parinacota. Ante esa car la dispersa base indígena. No utilizan el cono-
instancia ningún organismo, como el Ministerio de cimiento específico del pasado y patrimonio de las
Educación o el Consejo de Monumentos Naciona- comunidades indígenas, ya que siguen utilizando
les, se percataron de la irregularidad. Es así que versiones mesiánicas de los grandes estados pre-
durante el primer mes de ejecución, se alteró fuer- hispánicos, y sobre todo una serie de aspectos ge-
temente cerca de un 20% del área arqueológica, nerales de la etnografía aymara para integrar a los
recogiendo materiales arqueológicos y removien- diversos actores rurales y urbanos, tales como la
do contextos funerarios. oralidad, las costumbres, las festividades y la len-
Comunicados el Consejo de Monumentos Na- gua. La identidad que se busca reforzar, al parecer,
cionales y FONDART de esta situación, se logró es de tipo instrumental y no se basaría en el sentir
reorientar parte de los fondos del proyecto hacia la y saber de las comunidades de base.
investigación (Romero 2002). Como iniciativa ais- Por otro lado, la investigación arqueológica
lada esta experiencia no permitió el traspaso efec- tampoco ha considerado a los pueblos indígenas
tivo de los temas patrimoniales a las bases indíge- ni como receptoras de su conocimiento ni menos
nas y tampoco a las autoridades respectivas de como fuentes de investigación, a las cuales puedan
CONADI. incorporarse sistemáticamente, por medio proba-
blemente de la etnoarqueología. El actual contex-
Discusión y Comentarios Finales to de investigación científica nacional ha financia-
do la investigación en ciencias sociales propiciando
Recapitulando las reseñas anteriores observa- en arqueología la especialización y su adscripción
mos tres tipos de actitudes en torno a las poblacio- a marcos teóricos generales. Pero este desarrollo
nes originarias, su historia y patrimonio arqueoló- ha sido en desmedro de las particularidades de las
gico. Primero, desde la implantación de una política ciencias sociales y sus diferencias con las ciencias
oficial chilena hasta 1993, los pueblos indígenas exactas y naturales.
son observados como grupos que deben ser incor- Así como las ciencias duras tienen su contra-
porados de una u otra forma a la sociedad mayor, parte en la tecnología o ciencia aplicada, las cien-
por tanto su historia específica no es relevante, pues cias sociales deberían tener su contraparte en la
en algún momento se sumarán a la historia oficial. difusión, educación y política. Para la arqueología
Pese a esto, la arqueología entre 1920 y 1960 tuvo eso es fundamental ya que no sólo investigamos
como labor descartar tal interpretación, confirien- en gran medida con recursos fiscales, sino que ade-
do una mayor antigüedad y especificidad que la más legalmente trabajamos con el patrimonio cul-
relatada por la historia3. tural de todos los ciudadanos. La sociedad no nos
Segundo, una visión desde los movimientos pide aplicaciones prácticas como puede solicitar
reivindicativos locales, que nacen en relaciones abiertamente a las ciencias “duras”; la sociedad
políticas y sociales con grupos peruanos y bolivia- solicita información con la cual implementa la edu-
nos, y que se instituyen en el plano regional en el cación y políticas sociales.
fervor de las protestas hacia la dictadura militar. Debemos comentar finalmente el tipo de rela-
Dicho movimiento cesó radicalmente con la nueva ción que tienen las bases de los pueblos origina-
legislación indígena de 1993, y sólo permanece de rios respecto a su propio patrimonio. Podemos afir-
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mar que de una u otra forma la población de raíz comercialización de la oferta etnoturística se pro-
indígena ha mantenido siempre una relación con vocará algo similar a lo que ocurre hoy en día en
el patrimonio arqueológico que ha heredado. Los San Pedro de Atacama, donde una gran masa indí-
reconocen como “gentiles”, con toda una mitolo- gena no participa de la rentable actividad turística.
gía bien definida y compartida. Pero los múltiples Para finalizar, se debe recalcar que tradicio-
procesos políticos, económicos y demográficos a nalmente la investigación arqueológica del extre-
que han sido sometidas las poblaciones de los al- mo norte de Chile no ha podido trascender las im-
tos de Arica han provocado un distanciamiento: los posiciones del sistema científico nacional. Esto
“gentiles” no son ni achachis ni abuelos, son los no es de exclusiva responsabilidad del aparato bu-
de otro tiempo que les heredaron un paisaje y no rocrático de las ciencias, que no privilegia la di-
una cultura. Mucho más integrados a las comuni- fusión y la interacción con las poblaciones here-
dades se encuentran las cruces de mayo, las anti- deras directas del patrimonio arqueológico, sino
guas iglesias, las huellas troperas y las terrazas de también de la falta de conexión social de los in-
cultivo abandonadas. vestigadores.
Ante este escenario, el patrimonio arqueoló- Los arqueólogos hemos debido trabajar de
gico no es asumido como un patrimonio hasta que acuerdo a los diferentes marcos sociales en los cua-
no se les ve con ojos desarrollistas, como el que les nos desenvolvemos, en donde el tema indíge-
ha generalizado la institución de la CONADI, con na, pese a ser uno de los focos principales de nues-
su discriminación positiva de los indígenas y su tra investigación no había sido entendidos o
mundo. Así de tajante se puede afirmar que si no situados como actuales sujetos sociales. Pero den-
hay una idea de provecho económico no nace una tro del mismo escenario político se pudo desarro-
ligazón entre comunidades y restos arqueológi- llar desde el inicio de la década de 1980 una línea
cos. de trabajo diferente en las tierras altas de la Re-
La discusión en la agenda indígena acerca de gión de Antofagasta (Aldunate et al. en este volu-
su patrimonio arqueológico sin un amplio marco men), y que ya posee una segunda generación de
de conocimiento, puede conllevar a diferentes ti- profesionales (Ayala et al. en este volumen; Carras-
pos de conflicto no sólo en cuanto a la conserva- co et al. en este volumen; Uribe y Adán en este
ción del patrimonio arqueológico, sino también al volumen).
interior de las mismas comunidades indígenas. Un Más que errores garrafales o aplicaciones ino-
primer conflicto es el de legitimidad. No hay duda centes del método científico, lo que ha primado en
de que los pueblos de raíz indígena son, en gene- el modo de hacer arqueología en el extremo norte
ral, los herederos legítimos del patrimonio prehis- de Chile ha sido principalmente una falta de sensi-
pánico. Pero si no existe una efectiva identidad bilidad social frente a los distintos escenarios cul-
solidaria entre las comunidades, arraigada en el turales que se han desarrollado en estos últimos
conocimiento del pasado y su patrimonio, no se cien años. Como profesionales del patrimonio ar-
podrán solucionar futuros conflictos sobre el dere- queológico, ayudados por las actuales sensibilida-
cho de explotación económica de un mismo bien des sobre el patrimonio nacional tenemos hoy en
patrimonial entre diferentes comunidades o aso- día la responsabilidad de difundir e integrar nues-
ciaciones indígenas. tro conocimiento y experiencia a todos los secto-
Otro conflicto tiene que ver con las estrategias res de la sociedad. Para eso debemos propiciar el
de desarrollo turístico. A diferencia de la provin- desenvolvimiento de los arqueólogos y el tema del
cia de El Loa, donde se sitúa el importante centro patrimonio cultural en los diversos campos a nues-
turístico de San Pedro de Atacama, las tierras altas tra disposición.
de Arica y Parinacota poseen una limitada deman-
da turística. Propiciar el etnoturismo incorporando Agradecimientos: A los organizadores del En-
a las empresas urbanas, que poseen el capital y una cuentro de Ollagüe: Patricia, Sergio y Ulises; a la
relativa experiencia para enfrentar esta escasa de- comunidad que nos recibió y al extenso grupo de
manda, significa postergar a la masa indígena. Si colegas, comuneros y dirigentes que dialogaron y
no se incentiva la identidad, las organizaciones y debatieron con nosotros. También a los colegas de
la identidad indígena antes de este proceso de Arica que me entregaron sus ideas, experiencias y
Arqueología y Pueblos Indígenas en el Extremo Norte de Chile 345

propuestas inéditas en relación a los temas trata- la parte logística e interpretativa. Sin duda, Andrés
dos: Juan, Lucho, Calogero y Gustavo. Es la oca- y los demás han seguido una vocación interna, y
sión para homenajear a Andrés Vilca, que junto a no meramente laboral, que los ha motivado a par-
otros hombres andinos han ayudado a diferentes ticipar en la reconstrucción de la historia de nues-
investigadores del Departamento de Arqueología tros antepasados. Este trabajo es resultado del pro-
y Antropología de la Universidad de Tarapacá en yecto FONDECYT 1000457.

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346 Álvaro Luis Romero Guevara

Notas
1 Noción que puede ser también contraproducente. En ple- cuenca de San Pedro, sino que le dio una continuidad cul-
no siglo XXI, funcionarios gubernamentales de la región, tural que sirvió para identificar una población etnográfica,
ante la noción que la cantidad de sitios conocidos e in- no sólo ante la sociedad general, sino sobre todo a los mis-
vestigados es suficiente, sugieren detener la acumulación mos locales que desde entonces ostentaron una identidad
de objetos arqueológicos y momias para acelerar el desa- como atacameños (Núñez 1996). Podemos afirmar que este
rrollo social. caso es el único ejemplo de quehacer arqueológico en el
2 Proyecto FONDART 49716 “Restauración de Ruinas In- norte de Chile que influyó en las poblaciones indígenas.
dígenas en Alto Chulpane” adjudicado por la Comunidad 4 Estos movimientos casi nunca consideraron la arqueolo-
Indígena de Chapiquiña en el concurso 2000. gía, debido a la especialización de sus conocimiento y len-
3 Un caso paradigmático es el del R. P. Gustavo Le Paige, guaje y porque escasamente interpreta los procesos histó-
que no sólo mostró una antigua cultura prehispánica en la ricos.

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