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Heb 1:1-4
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Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los
padres por los profetas,
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en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de
todo, y por quien asimismo hizo el universo;
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el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien
sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación
de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las
alturas,
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hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que
ellos
1) Jn 1:1-18
2) Col 1:15-23; 2:9-10
3) Heb 1:1-4
4) Fil 2:6-11
Así pues, cuando Dios reveló la ley a su pueblo, fue por una
mediación doble: por Moisés en representación del pueblo, y por los
ángeles como agentes de Dios.
HECHO SUPERIOR
Con todo esto en mente volvemos a nuestro texto y lo primero que
observamos es que dice que Cristo fue «hecho superior a los
ángeles». Esto puede causarnos cierta sorpresa. En las frases
Escuela Bíblica de la Iglesia Evangélica Central
Cuatro grandes pasajes Cristológicos. Parte 9: Hebreos 1:1-4_Verso3
Cuatro Grandes Pasajes Cristológicos Página 4 de 11
(Juan 17:5 “Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que
tuve contigo antes que el mundo fuese”). Desde el momento de su ascensión
(y éste es el énfasis principal de nuestro texto) el Señor Jesucristo
está por encima de todas las esferas de seres espirituales.
Nuevamente ocupa la posición que le corresponde.
Por salir del Padre no como creación sino como Hijo engendrado, es
de la misma naturaleza y esencia que el Padre. Ha heredado este
carácter divino que es propio de su Padre. Y puesto que Jesucristo es
de la misma «categoría» que el Padre, entonces juntamente con el
Padre recibe los mismos títulos, los mismos honores, la misma
majestad o, como dice aquí, el mismo nombre.
Sean cuáles sean los matices que demos a esta frase, el hecho es que
el hijo de la casa siempre es superior a los siervos. ¿Y qué son los
ángeles? Son «espíritus ministradores enviados para servicio a favor
de los que serán herederos de la salvación» en (Heb 1:14). Ni
siquiera son siervos solamente del Señor, sino también de los
creyentes. En cambio Jesús es el Hijo de la casa y, como Él mismo
dijo, «el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda
para siempre» en (Juan 8:35). El Hijo tiene prerrogativas inalienables
en la casa del Padre.
UN MENSAJE INCOMPARABLE
Todo esto puede parecemos algo lejano y de poca importancia para el
siglo xx, pero si nos ponemos a reflexionar descubriremos que no
estamos tan ajenos a estas realidades. Hoy en día hay personas que,
aun llamándose cristianas, intentan hacer diferentes formas de unión
entre el mensaje de Jesucristo y diversas filosofías procedentes del
contexto social en el que viven; y no comprenden que esta mezcla no
sólo es vana, sino altamente ofensiva a Dios, por cuanto intenta
fundir la revelación del Hijo con la especulación de unas criaturas
suyas.
Puesto que el Evangelio nos llega por medio de Dios mismo hecho
hombre, es necesariamente final, completo y absoluto, y no se puede
combinar con otras ideas procedentes de otras filosofías humanas.
Luego hay otros que mantienen que Jesús es más que un hombre
pero menos que Dios. Cuando, después de un largo debate en torno a
la divinidad de Jesucristo, logras frenar su aseveración de que Él no es
Dios, algunas personas pasan a una segunda línea de defensa y dicen
que Jesucristo es un «dios» pero con «d» minúscula. Es un dios entre
otros tantos. Es un ser espiritual más, que no debe ser confundido con
el Dios omnipotente.
Era fácil olvidar que Moisés también había ejercido como pastor en el
desierto, porque con los siglos de la historia de Israel la persona de
Moisés había adquirido una aureola casi mítica. La tradición pesa. Lo
mismo ocurre con Jesús y los apóstoles en nuestros tiempos. Muchos
que hacen caso omiso de su enseñanza los tienen por grandes
maestros religiosos. Pero en el primer siglo algunos de los que
seguían sus enseñanzas sentían vergüenza de su baja posición social.
Para ellos aparentemente no podía haber punto de comparación entre
la palabra de un carpintero galileo ajusticiado por los romanos, y la
gloria de la ley dada por Dios en el Sinaí cuando Dios mismo, rodeado
de millares de ángeles, se la entregó a Moisés en medio de fuego,
humo, relámpagos y truenos. No hay punto de comparación ... hasta
que abres los ojos ante la realidad de la persona de Jesucristo.