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cmo llegar este hombre a todas las parroquias que tiene que atender?. As que enseguida le llamaron y le entreg de nuevo su carnet. La humildad del beato Otra persona que tambin puede contar algunas de estas ancdotas es Joaqun Navarro Valls, portavoz de la Santa Sede durante el Pontificado de Juan Pablo II. El espaol relata en una entrevista que en cierta ocasin, le suger que no leyese un artculo bastante agrio en el que se le denigraba. Para mi sorpresa, me dijo que el periodista que lo haba escrito estaba pasando por una muy difcil situacin familiar y que, por lo tanto, requera nuestra especial comprensin. Navarro Valls cuenta tambin los esfuerzos del Papa para no caer en la autocomplacencia. Entr en sus aposentos enarbolando un ejemplar de la revista Time, que le consagraba como hombre del ao. Mientras conversbamos not que daba la vuelta a la revista sin dejar de hablar. Yo, muy delicadamente, volv a mostrrsela, y l, una vez ms, la apart de s. Qu ocurre Santidad, es que no le agrada?, le pregunt. l respondi esbozando una sonrisa: Tal vez me agrade demasiado. Tras muchos aos sirviendo al Papa confiesa que su capacidad para sobreponerse, no ya slo al dolor fsico, sino a las preocupaciones de cada da, manteniendo el sentido del humor, implica un olvido voluntario, deliberado, de uno mismo. La broma al obispo Sobre humor se puede escribir mucho del nuevo beato de la Iglesia. Este es slo un pequeo detalle. Lo cuenta tambin Navarro Valls: un da, recin llegado del hospital Gemelli, donde haba sido intervenido a causa de una rotura de fmur, recibi a un obispo. Este se entretuvo en elogiar el buen aspecto que tena: sabe que le digo? El hospital le ha sentado muy bien. Est incluso mejor que antes de ingresar en el Gemelli. l mir fijamente con pillera al contestarle: entonces, por qu no ingresa usted tambin all?. La cara del obispo ante esta respuesta tuvo que ser todo un poema.
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