Professional Documents
Culture Documents
Diego Lizarazo
INTRODUCCIÓN
50 i m a g g e n
C o m u n i c a c i ó n V i s u a l
t e r c e r n ú m e r o e s p e c i a l d e d i c a d o a l a i n v e s t i g a c i ó n 51
C o m u n i c a c i ó n V i s u a l
52 i m a g g e n
C o m u n i c a c i ó n V i s u a l
mejanza entre el signo icónico y su referente. Los condiciones: los signos icónicos se articulan más bien
signos icónicos articulan cierta isomorfía, generan una sobre el espacio y no necesitan someterse a la linea-
semejanza perceptiva en la que los rasgos del aspecto lidad, operan en el dominio de la simultaneidad. Las
físico exterior de los modelos aparecen ilustrados. imágenes se proyectan sobre un terreno plástico don-
de imperan sus propiedades espaciales. Las imáge-
Peirce ha realizado una taxonomía ya clásica de los nes, antes que otra cosa, son espacio; las palabras, en
signos, en la que distingue tres grupos fundamen- cambio, son fundamentalmente tiempo.
tales: los símbolos, definidos como signos que de-
notan un objeto mediante una ley (una norma, una d) La vastedad icónica
regla); los índices, que denotan su objeto por la re-
lación causal que establecen con éste (la huella Mientras que las palabras –o más propiamente los
como signo de la persona que la deja; y los íconos, monemas (unidad elemental de significación de la
que representan los objetos por “su similitud”. Pero lengua)– pueden acopiarse en léxicos cuantificables,
esta última definición debe leerse con cuidado: los signos icónicos son inabarcables en archivos con-
Peirce formula una noción de iconismo más vasta y tables. Las lenguas tienen numerosos universos mo-
menos ingenua que la del parecido físico y se orien- nemáticos, pero pueden agruparse en diccionarios,
ta a plantearlo a partir de lo que entiende por contarse y presentarse exhaustivamente. Respecto a
homología proporcional. Esto es, la analogía icónica las imágenes, no es posible plantearse un dicciona-
radica en la formulación cultural de relaciones rio o un iconario exhaustivo, ningún archivo visual
configuracionales (plásticas y estructurales) entre la logrará representar la totalidad de un imaginario
imagen y su modelo. La analogía icónica se com- social, mientras que algunos diccionarios alcanzarán
prende entonces como una propiedad plástica de un examen bastante aproximado de los recursos lexi-
las imágenes articulada sobre la base de una formu- cales de una lengua.
lación cultural, más que sobre una supuesta trans-
parencia natural. Sólo en este sentido puede soste- e) La inestabilidad icónica
nerse la diferencia específica entre signos
lingüísticos y signos icónicos: los primeros, discretos; En los mensajes lingüísticos es posible reconocer y
los segundos, continuos o analógicos. delimitar con precisión de cuántas y cuáles unida-
des significativas están constituidos. Un enunciado
c) La espacialidad icónica como “La virgen y el niño” no deja dudas respecto a
sus unidades significativas: se forma por la relación
Saussure explica una de las especificidades de los sig- de cinco signos (o palabras) que podemos identifi-
nos lingüísticos a través del principio de la linealidad car perfectamente en tanto los códigos lingüísticos
del significante; es decir, que las palabras se ordenan son sistemas claramente segmentados. La lengua
secuencialmente en una línea a la que técnicamente presenta dos articulaciones a partir de las cuales se
se le llama sintagma. El habla ordena los signos configuran dos tipos de unidades: monemas (las
lingüísticos uno después de otro, lo que hace imposi- cuales portan significación) y fonemas (unidades sin
ble articular dos o más signos a la vez. Los signos significado que gracias a su combinación conforman
lingüísticos son entonces secuenciales y se ordenan las unidades semánticas) (Martinet, 1969).
sobre el eje del tiempo. Las imágenes implican otras
t e r c e r n ú m e r o e s p e c i a l d e d i c a d o a l a i n v e s t i g a c i ó n 53
C o m u n i c a c i ó n V i s u a l
La imagen no presenta esta clase de fragmentacio- lado, la imagen opera sobre la continuidad plástica
nes. Aunque es cierto que transmite contenido, no y denotativa. La significación lingüística proviene
podemos describir fácilmente cuáles son las unida- de la articulación entre unidades sin significado a
des o monemas icónicos que la forman; la imagen la que llamamos fonemas, razón por la cual el paso
parece resistirse a su delimitación significativa pre- de “gato” a “ga” entraña la pérdida del significado y
cisa. Los límites de dichas unidades en el plano la pulverización de la palabra. Es el tránsito de lo
icónico son muy difusos y su delimitación sería aza- semántico a lo puramente formal. No ocurre lo mis-
rosa. Tomemos un ejemplo: en la imagen Virgen con mo con la imagen: una figura mutilada sigue por-
el niño, de Giotto (Washington, National Gallery of tando parcialmente su significación. Si tuviésemos
Art), ¿cuáles son las unidades icónicas o los icone- la imagen inicial de un gato a la que luego le recor-
mas? Alguien podría decir: [la virgen], [el niño] y tamos la cabeza, seguiremos contando con la
[el fondo dorado], pero no habría razón alguna para imagen de un gato: “un gato sin cabeza”. La frag-
rechazar descripciones como: a) [la virgen], [el niño], mentación de los signos icónicos, a diferencia de
[los hálitos de la virgen y el niño] y [el fondo dora- los signos lingüísticos, no implica el salto de la di-
do]; b) [el rostro de la virgen], [las manos de la vir- mensión semántica a la dimensión formal. La ima-
gen], [el torso de la virgen], [la flor que sostienen gen carece de segunda articulación.
ambos personajes]... las posibilidades de descripción
iconemática son casi infinitas. El criterio para deci- g) La laxitud gramatical icónica
dir que algo es un iconema (unidad semántica
icónica) es que porte significado y, en este caso, todo En virtud de su doble articulación, la expresión lin-
fragmento del cuadro es significativo. Como no te- güística cuenta con principios gramaticales fuerte-
nemos un criterio claro para dicha delimitación, en mente definidos. Las reglas de formación de los e-
cada texto podrían definirse iconemas particulares, nunciados responden a un complejo de normas
incluso en cada tipo de análisis. sintácticas altamente codificadas y coercitivas, al pun-
to que se presentan como condición para la comuni-
El caso del lingüista dista mucho de ser el mismo. cabilidad. No ocurre lo mismo en la expresión icónica,
En la lengua las unidades semánticas son perfecta- que aparece menos codificada y con reglas de arti-
mente reconocibles y su demarcación no salta de culación muchísimo más laxas, al punto que Metz
un tipo de análisis a otro. En la icónica, en cambio, llega a afirmar que todo realizador cinematográfi-
lo que en un análisis es un iconema [los ojos de la co, de cierta manera, inventa el código con el que
virgen], en otro es parte de otra demarcación [el expresa sus mensajes (Metz, 1972). Es cierto que hay
rostro de la virgen]. De aquí se deriva que los sig- un “lenguaje visual”, pero en términos generales la
nos icónicos, a diferencia de los lingüísticos, son más imagen es poco sistemática, las leyes que la edifican
inestables monemáticamente, o mejor dicho, care- son frágiles, en tanto se hayan permanentemente
cen de la primera articulación. subvertidas y reformuladas. En la imagen no existe
propiamente una gramática, no por lo menos en un
f) La continuidad icónica sentido lingüístico. En rigor no podríamos hablar de
imágenes “agramaticales” tal como podemos hacer-
Mientras que la expresión lingüística es discontinua lo cuando un enunciado es inaceptable sintácti-
y proviene de la segmentación, como hemos seña- camente. Incluso en el territorio de la imagen la dis-
54 i m a g g e n
C o m u n i c a c i ó n V i s u a l
tinción lingüística clásica entre lengua y habla tiene mento privilegiado en su representación (como el
poco sentido. El habla icónica –o los mensajes icónicos simbolismo de los surrealistas; la mimesis de la fo-
específicos– rompe constantemente con las reglas y tografía doméstica o la arbitrariedad de las señales
convenciones que ocupan el lugar de la lengua. de tráfico). Reconocer que estas clases de imágenes
provienen de la acentuación de uno u otro compo-
nente nos permite conjurar las clasificaciones cor-
COMPONENTES ICÓNICOS tantes que suponen territorios excluyentes.
t e r c e r n ú m e r o e s p e c i a l d e d i c a d o a l a i n v e s t i g a c i ó n 55
C o m u n i c a c i ó n V i s u a l
culturales. Las imágenes reproducen el “aspecto tica puede leer la imagen en blanco y negro como
físico exterior” de los objetos o generan una “seme- menos mimética, y es probable que una vez incor-
janza perceptiva” a partir de acuerdos colectivos que porada la televisión de alta definición la imagen
se mantienen implícitos, como la presencia del so- que ahora aceptamos nos resulte ruidosa. Nuestra
porte físico de la imagen, la reducción volumétrica aceptación del mimetismo se halla definida por la
o la existencia de la trama. Estamos habituados al habituación a las condiciones materiales técnica y
mimetismo: el éxito de la imagen mimética radica culturalmente definidas.
en que nos hemos adaptado al soporte físico, y cuan-
do vemos una imagen apreciamos lo representado
y suspendemos nuestro juicio sobre la representa- La imagen simbólica
ción. Ver los materiales con que están hechas las
imágenes (apreciar y reconocer el objeto-imagen y La imagen simbólica emerge cuando se rebasa el
no el objeto en la imagen) o incluso apreciar los mimetismo y su valor significativo no depende de
valores formales de los íconos implica una educa- la fidelidad de la copia de su modelo. El simbolismo
ción y casi una especialización perceptiva y reflexi- aparece cuando la forma visual contiene un campo
va técnica o estética. rico de sentidos que circula virtualmente en torno
a su significante. La diferencia entre imagen sim-
El público general poco se detendrá a apreciar la bólica e imagen mimética no radica, como supone
textura o el grano de la fotografía y casi nunca re- Moles, en su grado de iconicidad; es decir, no se
parará en las líneas magnéticas de la imagen funda en aquella escala objetiva que va de la
televisiva: todo lo que observará son los objetos for- ostentación del objeto, como imagen de sí mismo,
mados por las líneas o los puntos. La apreciación a la iconicidad cero de la representación algebraica
común de la representación sobreviene cuando el o lingüística (Moles, 1981). La imagen simbólica no
soporte y los materiales icónicos resultan poco si- es aquella que se encuentra a medio camino entre
lenciosos, la imagen poco nítida ofrece un ruido vi- la copia fiel y la representación arbitraria.
sual que revela el soporte e impide el acceso fluido
al objeto imaginario. Pero dicha habituación, dicha La imagen simbólica puede instalarse sobre una
aceptación de la imagen como menos ruidosa o más representación mimética o arbitraria, el simbolismo
transparente no viene de un parámetro objetivo (a no depende de la creencia social respecto al esque-
diferencia de lo que supone Moles) u ontológico de matismo o el realismo del iconizante, radica más
la calidad de la representación, sino de su adecua- bien en la imaginación colectiva de su significación
ción a los parámetros técnica y culturalmente acep- profunda y magnética. No hay quizás mayor mode-
tados como modelos del mimetismo. lo del mimetismo que la Galatea de Pigmalión (en
aquella figura de marfil que el escultor talló con
Antes de la invención de la televisión a color, el pará- tanta pasión que parece estar viva, uno debe dejar
metro realista de la imagen electrónica se fincaba el texto original, porque el mito lo que plantea es
en el blanco y negro. La imagen televisiva no pare- que le da la vida), pero es justamente en su mime-
cía menos transparente, se asumía como altamente tismo donde sustancialmente se inflama el valor sim-
mimética para un público que recién la conocía. Hoy bólico: para Pigmalión cualquier otra figura estaba
nuestra habituación a la imagen electrónica cromá- irremediablemente muerta, despojada del sentido
56 i m a g g e n
C o m u n i c a c i ó n V i s u a l
t e r c e r n ú m e r o e s p e c i a l d e d i c a d o a l a i n v e s t i g a c i ó n 57
C o m u n i c a c i ó n V i s u a l
58 i m a g g e n
C o m u n i c a c i ó n V i s u a l
yen poseen una propiedad semántica común, a la Greimas, A. J. y Courtés, J. (1979). Sémiotique, Dictionnaire
raisonné de la théorie du Langage. París: Hachette.
cual llamamos coherencia. Esta coherencia es la que
Hjelmslev, L. (1980). Prolegómenos de una teoría del lenguaje.
permite saber qué cosa es la que se está viendo, o Madrid: Gredos.
ante qué clase de mensaje visual nos encontramos, Jung, C. (1966). El hombre y sus símbolos. Madrid: Aguilar.
en términos más analíticos, la coherencia textual Martinet, A. (1969). Lingüística sincrónica. Estudios e investiga-
ciones. Madrid: Gredos.
involucra dos propiedades: a) una propiedad semán-
Metz, Ch. (1972). Ensayos sobre la significación en el cine.
tica y perceptiva, gracias a la cual un destinatario Buenos Aires: Tiempo Contemporáneo.
es capaz de interpretar una expresión visual respec- Moles, A. (1981). L´image. Communication fonctionelle. París:
Casternam.
to a un contenido; y b) una propiedad distributiva,
Neisser, U. (1981). Procesos cognitivos y realidad. Madrid:
según la cual la información visual está expre- Marovia.
sivamente coordinada. Peirce, Ch. S. (1986). La ciencia de la semiótica. Buenos Aires:
Nueva Visión.
No obstante, la noción de coherencia textual no Quine, W.V.O. (1962). Desde un punto de vista lógico.
Barcelona: Ariel.
puede ser comprendida cabalmente sin apelar a la
Schmidt, S.J. (1973). Textheorie. Munich: Fink.
competencia y al acto de observación del receptor.
Sólo a través de la competencia discursiva de un
receptor es posible distinguir entre un conjunto de
proposiciones o elementos plásticos incoherentes y
un conjunto articulado; es decir, una estructura tex-
tual. Es en la actualización textual realizada por un
lector que el texto adquiere unidad: se reconoce
como una arquitectura expresiva y se le fija una te-
mática o un contenido definido. En este sentido, la
semántica textual nos proyecta a una pragmática
de la imagen.
t e r c e r n ú m e r o e s p e c i a l d e d i c a d o a l a i n v e s t i g a c i ó n 59