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C o m u n i c a c i ó n V i s u a l

Exploración para una perspectiva


pragmática de la significación de
la imagen (primera parte)

Diego Lizarazo

INTRODUCCIÓN

La imagen alcanza un lugar preponderante en el uni-


verso de los sistemas de significación de la cultura.
No podemos decir simplemente que la nuestra es una
civilización visual, porque somos también una cultu-
ra de la palabra y porque toda civilización, de una u
otra manera, se define y despliega en sus imágenes.
En cambio, podemos sostener que casi todas nues-
tras prácticas culturales están acompañadas por imá-
genes (Eliade, 1981) y que en ellas encontramos for-
mas de expresar lo que explícitamente sentimos o
RESUMEN pensamos, y también aquello que no comprendemos
de nosotros o que incluso desconocemos (Jung, 1966;
Este trabajo pertenece al campo de dis- Campbell, 1991). Desde la más íntima subjetividad
cusión propio de la semiología de la hasta la más vasta experiencia colectiva, las imáge-
imagen, y se constituye como una pro- nes son puentes y territorios sintéticos que aglutinan
puesta conceptual consistente en di- sentidos y significaciones.
mensionar la imagen en el marco de
una teoría pragmática. En esta prime- En los últimos años, la semiología adquiere el carác-
ra parte presentamos siete criterios pa- ter de la gran disciplina de la significación, y en esta
ra la definición de las imágenes como medida, la explicación de las imágenes por sus va-
signo icónico en oposición a los signos lores códicos alcanza una vasta y privilegiada acep-
lingüísticos, y desarrollamos una defi- tación. Es justo frente a este panorama que se arti-
nición de la imagen como signo com- cula este proyecto, en la medida en que para noso-
puesto por elementos miméticos, sim- tros tiene sentido plantearse que las imágenes no
bólicos y arbitrarios. En la parte final son sólo como signos semióticos, sino también tex-
del trabajo, a modo de conclusión, ex- tos en procesos interpretativos. En este sentido, cabe
ponemos una perspectiva inicial de la reflexionar sobre las implicaciones de la significa-
imagen como texto en los procesos ción de la imagen desde una perspectiva pragmáti-
comunicativos. ca; es decir, desde la comprensión de los procesos

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de apreciación e interpretación a los que son some- DISCUSIÓN Y RESULTADOS


tidas las imágenes.
La especificidad icónica

OBJETIVOS En una primera aproximación, la imagen es un sig-


no que guarda un lugar particular en el universo
Formular, a partir de una investigación conceptual, de los sistemas semióticos. Los signos icónicos no se
los elementos y las problemáticas generales de una definen sólo por su denotación, aunque en princi-
perspectiva pragmática de la significación de las pio todas las imágenes tengan un vigor denotativo.
imágenes. Esto implica delimitar las propiedades Si la imagen se redujese a la pura denotatividad no
específicas de los signos icónicos frente a signos al- habría diferencia entre los signos lingüísticos y los
tamente convencionalizados, como los signos lin- signos icónicos. Estaríamos a lo sumo en el ámbito
güísticos, y definir los componentes constitutivos de de los pictogramas o los ideogramas (antecedentes
las imágenes. códicos de la escritura), pero la imagen entraña tam-
bién otra clase de valores y otras dinámicas de sig-
nificación. Aunque los signos icónicos comportan
DISEÑO METODOLÓGICO sistemas convencionales, no propician procesos
perceptuales idénticos a los de los códigos lingüís-
La clase de problemas que este proyecto se plantea ticos. En un texto son más o menos indiferentes las
reclaman más que una estrategia de abordaje características tipográficas de las letras, ya que lo
empírico –en la que se establecerían hipótesis para fundamental es la vinculación de dichas formas con
ser contrastadas con datos objetivos (obtenidos a sus denotaciones, mientras que al observar una
partir de procedimientos cuantitativos)–, un acceso imagen, sus aspectos materiales son fuentes de in-
interpretativo y exploratorio (con una metodolo- formación y no sólo remiten a las claves semánticas
gía hermenéutica). Se trata de indagar la posibili- de tipo ideogramático.
dad de establecer un marco conceptual para el
análisis de las imágenes desde una perspectiva En situaciones regulares no nos fijamos en las pro-
alternativa a la visión inmanente que gobierna los piedades plásticas de la escritura, el texto no nos
estudios semióticos de las imágenes. provee más que claves para descifrar. La imagen
nos pone en otra situación: la decodificación de las
En términos metodológicos, esta investigación exige denotaciones exige atención a las propiedades plás-
el desarrollo de dos clases de tareas: a) la investiga- ticas (y en ciertas ocasiones, sólo dichas propiedades
ción bibliográfica, la cual consiste en la revisión críti- vienen al caso, como la imagen abstracta). La per-
ca de las discusiones y planteamientos teóricos más cepción de la imagen implica una relación activa en-
relevantes sobre el análisis de la imagen y los proce- tre un esquema y la información visual (ambiente),
sos de significación; y b) el desarrollo de la formula- tal como lo plantea la psicología cognitiva. La per-
ción pragmática, es decir, el planteamiento de los cepción es un proceso constructivo y continuo que
elementos, categorías y problemáticas que constitui- se constituye por la relación entre una instrucción
rán el enfoque pragmático de la significación de la convencional y un modelo plástico.
imagen.

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Neisser sostiene con claridad que el resultado de la a) La concreción icónica


percepción visual no se reduce a un conjunto de
representaciones internas (datos de archivo) que Las palabras denotan objetos, sujetos o acciones des-
desplazan la experiencia particular de observación de una perspectiva genérica: el signo “mesa” no lleva
las marcas de un objeto específico, sino que porta
[...] al constituir un esquema anticipatorio el percep- una significación que evoca la clase general de los
tor se centra en un acto que compromete tanto a la
objetos incluidos en su designación. Las palabras con-
información del ambiente como a sus propios mecanis-
tienen un poder abstractivo y generalizador en el que
mos cognitivos. Es transformado por la información
que adquiere. La transformación no es una cuestión radica la función simbólica del lenguaje lingüístico.
de crear una réplica interna donde anteriormente no Incluso los nombres propios (Pedro, José, María) o
existía nada, sino más bien de alterar el esquema los pronombres (yo, tú), que constituyen las catego-
perceptivo de tal modo que el siguiente acto seguirá
rías más específicas de la lengua, tienen un grado de
un curso distinto” (Neisser, 1981, p. 70).
generalidad que se comprende cuando reconocemos
que “yo” es a su vez un término con el que me nom-
La operación de percepción de la imagen implica
bro, pero que cualquier otro hablante utiliza para
entonces códigos de iconización de carácter móvil,
designarse a sí mismo. Éste es el sentido en que
ya que se modifican y enriquecen en las experien-
Benveniste señala que los pronombres son “catego-
cias concretas de observación y apreciación de las
rías vacías” (Benveniste, 1971). Los signos icónicos en
imágenes. Este valor plástico informativo de la ima-
cambio son siempre específicos: un perro dibujado
gen representa un primer paso para definir su
no es el “perro en general”, dado que siempre es un
especificidad frente a otros sistemas de significa-
perro concreto: de una raza, de un color, de ciertas
ción. Comprender la imagen como signo icónico
características. La fotografía de “Pedro” se referirá a
exige asumir su valor como sistema de significación
él de forma concreta e indubitable, más allá de cómo
y sustentar su diferencia específica ante las estruc-
podría hacerlo el nombre “Pedro” que otros miles de
turas puramente denotativas, especialmente fren-
sujetos portan.
te al modelo por excelencia de toda la semiótica: el
signo lingüístico. Obviamente, este contraste y esta
b) La analogía icónica
explicación vienen al caso precisamente en el terri-
torio de las imágenes con pretensiones denotativas.
El principio de la “arbitrariedad lingüística” defini-
La imagen abstracta escapa completamente a esta
do por Saussure (1980) señala que entre las pala-
problemática, en tanto no hay en ella pretensión
bras y los objetos no hay más relación que aquella
de exhibir referente alguno.
que acuerda una colectividad. Los signos lingüísticos
no tienen relaciones causales ni vínculos de seme-
Sin esperar ser plenamente exhaustivos, reconoce-
janza con los objetos que nombran, la expresión
mos siete aspectos en los que los códigos icónicos
lingüística es heteromórfica respecto a sus denota-
difieren de los códigos lingüísticos:
ciones. Los signos lingüísticos se articulan sobre la
discontinuidad, pertenecen al orden de lo discreto,
en su dominio no viene al caso la imitación. La ima-
gen en cambio parece poner en funcionamiento
principios de analogía, entendidos como cierta se-

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mejanza entre el signo icónico y su referente. Los condiciones: los signos icónicos se articulan más bien
signos icónicos articulan cierta isomorfía, generan una sobre el espacio y no necesitan someterse a la linea-
semejanza perceptiva en la que los rasgos del aspecto lidad, operan en el dominio de la simultaneidad. Las
físico exterior de los modelos aparecen ilustrados. imágenes se proyectan sobre un terreno plástico don-
de imperan sus propiedades espaciales. Las imáge-
Peirce ha realizado una taxonomía ya clásica de los nes, antes que otra cosa, son espacio; las palabras, en
signos, en la que distingue tres grupos fundamen- cambio, son fundamentalmente tiempo.
tales: los símbolos, definidos como signos que de-
notan un objeto mediante una ley (una norma, una d) La vastedad icónica
regla); los índices, que denotan su objeto por la re-
lación causal que establecen con éste (la huella Mientras que las palabras –o más propiamente los
como signo de la persona que la deja; y los íconos, monemas (unidad elemental de significación de la
que representan los objetos por “su similitud”. Pero lengua)– pueden acopiarse en léxicos cuantificables,
esta última definición debe leerse con cuidado: los signos icónicos son inabarcables en archivos con-
Peirce formula una noción de iconismo más vasta y tables. Las lenguas tienen numerosos universos mo-
menos ingenua que la del parecido físico y se orien- nemáticos, pero pueden agruparse en diccionarios,
ta a plantearlo a partir de lo que entiende por contarse y presentarse exhaustivamente. Respecto a
homología proporcional. Esto es, la analogía icónica las imágenes, no es posible plantearse un dicciona-
radica en la formulación cultural de relaciones rio o un iconario exhaustivo, ningún archivo visual
configuracionales (plásticas y estructurales) entre la logrará representar la totalidad de un imaginario
imagen y su modelo. La analogía icónica se com- social, mientras que algunos diccionarios alcanzarán
prende entonces como una propiedad plástica de un examen bastante aproximado de los recursos lexi-
las imágenes articulada sobre la base de una formu- cales de una lengua.
lación cultural, más que sobre una supuesta trans-
parencia natural. Sólo en este sentido puede soste- e) La inestabilidad icónica
nerse la diferencia específica entre signos
lingüísticos y signos icónicos: los primeros, discretos; En los mensajes lingüísticos es posible reconocer y
los segundos, continuos o analógicos. delimitar con precisión de cuántas y cuáles unida-
des significativas están constituidos. Un enunciado
c) La espacialidad icónica como “La virgen y el niño” no deja dudas respecto a
sus unidades significativas: se forma por la relación
Saussure explica una de las especificidades de los sig- de cinco signos (o palabras) que podemos identifi-
nos lingüísticos a través del principio de la linealidad car perfectamente en tanto los códigos lingüísticos
del significante; es decir, que las palabras se ordenan son sistemas claramente segmentados. La lengua
secuencialmente en una línea a la que técnicamente presenta dos articulaciones a partir de las cuales se
se le llama sintagma. El habla ordena los signos configuran dos tipos de unidades: monemas (las
lingüísticos uno después de otro, lo que hace imposi- cuales portan significación) y fonemas (unidades sin
ble articular dos o más signos a la vez. Los signos significado que gracias a su combinación conforman
lingüísticos son entonces secuenciales y se ordenan las unidades semánticas) (Martinet, 1969).
sobre el eje del tiempo. Las imágenes implican otras

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La imagen no presenta esta clase de fragmentacio- lado, la imagen opera sobre la continuidad plástica
nes. Aunque es cierto que transmite contenido, no y denotativa. La significación lingüística proviene
podemos describir fácilmente cuáles son las unida- de la articulación entre unidades sin significado a
des o monemas icónicos que la forman; la imagen la que llamamos fonemas, razón por la cual el paso
parece resistirse a su delimitación significativa pre- de “gato” a “ga” entraña la pérdida del significado y
cisa. Los límites de dichas unidades en el plano la pulverización de la palabra. Es el tránsito de lo
icónico son muy difusos y su delimitación sería aza- semántico a lo puramente formal. No ocurre lo mis-
rosa. Tomemos un ejemplo: en la imagen Virgen con mo con la imagen: una figura mutilada sigue por-
el niño, de Giotto (Washington, National Gallery of tando parcialmente su significación. Si tuviésemos
Art), ¿cuáles son las unidades icónicas o los icone- la imagen inicial de un gato a la que luego le recor-
mas? Alguien podría decir: [la virgen], [el niño] y tamos la cabeza, seguiremos contando con la
[el fondo dorado], pero no habría razón alguna para imagen de un gato: “un gato sin cabeza”. La frag-
rechazar descripciones como: a) [la virgen], [el niño], mentación de los signos icónicos, a diferencia de
[los hálitos de la virgen y el niño] y [el fondo dora- los signos lingüísticos, no implica el salto de la di-
do]; b) [el rostro de la virgen], [las manos de la vir- mensión semántica a la dimensión formal. La ima-
gen], [el torso de la virgen], [la flor que sostienen gen carece de segunda articulación.
ambos personajes]... las posibilidades de descripción
iconemática son casi infinitas. El criterio para deci- g) La laxitud gramatical icónica
dir que algo es un iconema (unidad semántica
icónica) es que porte significado y, en este caso, todo En virtud de su doble articulación, la expresión lin-
fragmento del cuadro es significativo. Como no te- güística cuenta con principios gramaticales fuerte-
nemos un criterio claro para dicha delimitación, en mente definidos. Las reglas de formación de los e-
cada texto podrían definirse iconemas particulares, nunciados responden a un complejo de normas
incluso en cada tipo de análisis. sintácticas altamente codificadas y coercitivas, al pun-
to que se presentan como condición para la comuni-
El caso del lingüista dista mucho de ser el mismo. cabilidad. No ocurre lo mismo en la expresión icónica,
En la lengua las unidades semánticas son perfecta- que aparece menos codificada y con reglas de arti-
mente reconocibles y su demarcación no salta de culación muchísimo más laxas, al punto que Metz
un tipo de análisis a otro. En la icónica, en cambio, llega a afirmar que todo realizador cinematográfi-
lo que en un análisis es un iconema [los ojos de la co, de cierta manera, inventa el código con el que
virgen], en otro es parte de otra demarcación [el expresa sus mensajes (Metz, 1972). Es cierto que hay
rostro de la virgen]. De aquí se deriva que los sig- un “lenguaje visual”, pero en términos generales la
nos icónicos, a diferencia de los lingüísticos, son más imagen es poco sistemática, las leyes que la edifican
inestables monemáticamente, o mejor dicho, care- son frágiles, en tanto se hayan permanentemente
cen de la primera articulación. subvertidas y reformuladas. En la imagen no existe
propiamente una gramática, no por lo menos en un
f) La continuidad icónica sentido lingüístico. En rigor no podríamos hablar de
imágenes “agramaticales” tal como podemos hacer-
Mientras que la expresión lingüística es discontinua lo cuando un enunciado es inaceptable sintácti-
y proviene de la segmentación, como hemos seña- camente. Incluso en el territorio de la imagen la dis-

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tinción lingüística clásica entre lengua y habla tiene mento privilegiado en su representación (como el
poco sentido. El habla icónica –o los mensajes icónicos simbolismo de los surrealistas; la mimesis de la fo-
específicos– rompe constantemente con las reglas y tografía doméstica o la arbitrariedad de las señales
convenciones que ocupan el lugar de la lengua. de tráfico). Reconocer que estas clases de imágenes
provienen de la acentuación de uno u otro compo-
nente nos permite conjurar las clasificaciones cor-
COMPONENTES ICÓNICOS tantes que suponen territorios excluyentes.

Existen múltiples taxonomías de la imagen: aquellas


que las clasifican según el soporte y los materiales La imagen mimética
con los cuales se construyen: imagen fotográfica,
videográfica, cinematográfica, cibernética, pictórica El mimetismo icónico expresa la aspiración estéti-
(incluso cada una de ellas puede exigir varias sub- ca y mitológica por la reproducción fiel y plena de
clases, como en la pintura: óleo, acuarela, crayón, los objetos. En especial el pensamiento clásico de los
etcétera); y aquellas que las definen por sus usos so- griegos privilegia la mimesis como el criterio funda-
ciales y textuales: imagen mediática (cine, televisión, mental del arte: las obras aspiran a la imitación per-
prensa), doméstica o comunitaria. La iriada de posi- fecta de los objetos o los acontecimientos, deben
bilidades de clasificación parece no tener límites. Sin moldear con transparencia las figuras humanas y
embargo, existe una forma de distribuir el vasto uni- reflejar con claridad los sentimientos. La aspiración
verso icónico desde un criterio más interno: las imá- mimética expresa, en su lugar extremo, una creen-
genes pueden ser miméticas, simbólicas o arbitrarias. cia animista: las imágenes pueden sustituir a los ob-
En realidad debemos asumir estas tres posibilidades jetos y adquirir vida propia. La imagen mimética
como componentes o aspectos que, por tanto, pue- pretende producir en nosotros la misma percepción
den convivir en uno u otro texto icónico concreto. que nos genera el objeto: copian el aspecto físico
exterior de los objetos y lo reproducen sobre un
Una imagen puede ser mimética, en tanto se cons- soporte, generando una experiencia perceptiva aná-
truye y se decodifica en una lógica cultural de seme- loga. El mimetismo se explica mediante términos
janza (como la fotografía periodística), y a la vez como realismo (la imagen mimética elige el punto
simbólica, pues los significados que articula desbor- de vista de la reproducción de la realidad); imita-
dan el principio elemental del mimetismo (proyec- ción (busca la copia cuidadosa de los aspectos visi-
tándose a dinámicas ideológicas, políticas y socia- bles del modelo); naturalismo (pretende adecuarse
les). La división entre imágenes miméticas, simbóli- a los principios naturales de la percepción y de los
cas y arbitrarias proviene más bien de la predomi- aspectos visibles del mundo); e ilusionismo (en la
nancia de uno u otro componente. Así, es posible medida que busca producir en el espectador la im-
encontrar épocas históricas en las que parece privar presión de que no se haya ante una representación,
más un tipo de representación que otros (por ejem- sino ante el objeto mismo).
plo, el clasicismo helénico y el Renacimiento privi-
legian la imagen mimética), pero también existen Pero nosotros ya hemos planteado reiteradamente
culturas, formas de expresión o géneros informati- que dicho mimetismo se funda sobre un grupo de
vos que hacen de uno de los componentes el ele- principios artificiales, sobre ciertas normas y reglas

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culturales. Las imágenes reproducen el “aspecto tica puede leer la imagen en blanco y negro como
físico exterior” de los objetos o generan una “seme- menos mimética, y es probable que una vez incor-
janza perceptiva” a partir de acuerdos colectivos que porada la televisión de alta definición la imagen
se mantienen implícitos, como la presencia del so- que ahora aceptamos nos resulte ruidosa. Nuestra
porte físico de la imagen, la reducción volumétrica aceptación del mimetismo se halla definida por la
o la existencia de la trama. Estamos habituados al habituación a las condiciones materiales técnica y
mimetismo: el éxito de la imagen mimética radica culturalmente definidas.
en que nos hemos adaptado al soporte físico, y cuan-
do vemos una imagen apreciamos lo representado
y suspendemos nuestro juicio sobre la representa- La imagen simbólica
ción. Ver los materiales con que están hechas las
imágenes (apreciar y reconocer el objeto-imagen y La imagen simbólica emerge cuando se rebasa el
no el objeto en la imagen) o incluso apreciar los mimetismo y su valor significativo no depende de
valores formales de los íconos implica una educa- la fidelidad de la copia de su modelo. El simbolismo
ción y casi una especialización perceptiva y reflexi- aparece cuando la forma visual contiene un campo
va técnica o estética. rico de sentidos que circula virtualmente en torno
a su significante. La diferencia entre imagen sim-
El público general poco se detendrá a apreciar la bólica e imagen mimética no radica, como supone
textura o el grano de la fotografía y casi nunca re- Moles, en su grado de iconicidad; es decir, no se
parará en las líneas magnéticas de la imagen funda en aquella escala objetiva que va de la
televisiva: todo lo que observará son los objetos for- ostentación del objeto, como imagen de sí mismo,
mados por las líneas o los puntos. La apreciación a la iconicidad cero de la representación algebraica
común de la representación sobreviene cuando el o lingüística (Moles, 1981). La imagen simbólica no
soporte y los materiales icónicos resultan poco si- es aquella que se encuentra a medio camino entre
lenciosos, la imagen poco nítida ofrece un ruido vi- la copia fiel y la representación arbitraria.
sual que revela el soporte e impide el acceso fluido
al objeto imaginario. Pero dicha habituación, dicha La imagen simbólica puede instalarse sobre una
aceptación de la imagen como menos ruidosa o más representación mimética o arbitraria, el simbolismo
transparente no viene de un parámetro objetivo (a no depende de la creencia social respecto al esque-
diferencia de lo que supone Moles) u ontológico de matismo o el realismo del iconizante, radica más
la calidad de la representación, sino de su adecua- bien en la imaginación colectiva de su significación
ción a los parámetros técnica y culturalmente acep- profunda y magnética. No hay quizás mayor mode-
tados como modelos del mimetismo. lo del mimetismo que la Galatea de Pigmalión (en
aquella figura de marfil que el escultor talló con
Antes de la invención de la televisión a color, el pará- tanta pasión que parece estar viva, uno debe dejar
metro realista de la imagen electrónica se fincaba el texto original, porque el mito lo que plantea es
en el blanco y negro. La imagen televisiva no pare- que le da la vida), pero es justamente en su mime-
cía menos transparente, se asumía como altamente tismo donde sustancialmente se inflama el valor sim-
mimética para un público que recién la conocía. Hoy bólico: para Pigmalión cualquier otra figura estaba
nuestra habituación a la imagen electrónica cromá- irremediablemente muerta, despojada del sentido

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que prende lo vivo. Galatea posee una perfección La imagen arbitraria


anterior a su mimetismo, vivificada por un valor su-
perior que la contiene. Seduce a Pigmalión, y como Los mensajes visuales portan elementos que, siendo
toda imagen simbólica atrapa a las culturas, por- gráficos, constituyen el grado cero de mimetismo.
que al verla nos parece que su mirada que nos mira En términos semánticos estos elementos son pura-
y rebasa su apariencia significante, sentimos que mente denotativos: refieren un objeto o un signifi-
algo late y destella en ella por cuenta propia. cado por la presencia rotunda de una convención y
sin la menor pretensión de imitar apariencias o re-
La imagen simbólica se desprende del mimetismo, laciones. La línea negra que en un disco de tráfico
no porque sea más esquemática o menos analógica, tacha una figura significa, por pura arbitrariedad,
sino porque cuenta con una densidad y una auto- que está prohibido realizar la acción que allí se ilus-
nomía que le da otro estatuto: “la simbolización na- tra. Entre la negación y la línea diagonal no hay
ció de la necesidad de dar forma perceptible a lo analogía alguna (ni siquiera en el sentido de la
imperceptible” (Giedion, 1981). En clave social esto creencia en la semejanza: se acepta explícitamente
significa que fundamos el simbolismo cuando el in- como una codificación).
terés por la mimesis se haya subsumido en una ex-
ploración por hallar un sentido que esconde su na- La diferencia semántica entre la imagen simbólica
turaleza, o como lo expresa Jung: “una palabra o funcional y la imagen arbitraria radica en que la
una imagen es simbólica cuando representa algo primera procura una reducción esquemática a la es-
más que su significado inmediato y obvio”. Mien- tructura del objeto, en ese sentido exhibe una suer-
tras que la imagen mimética se construye con la in- te de analogía lógica; y en el caso de la imagen ar-
tención de representar una individualidad (como en bitraria, existe sólo una equivalencia, más próxima
la foto personal o en el retrato), la imagen simbóli- a la forma en que operan los signos lingüísticos. Si
ca emerge del interés por expresar realidades hubiera una clase de imágenes o un tipo de ele-
supraindividuales. mentos visuales que admitieran una suerte de “lin-
güística de la imagen”, indudablemente serían las
La imagen simbólica proyecta la representación indi- imágenes arbitrarias. Pero el territorio por excelen-
vidual a su dimensión genérica: en cierto contexto cia de la imagen arbitraria es la sintaxis, veamos un
la imagen de un hombre con el cuerpo cubierto de ejemplo: una imagen publicitaria formada por fo-
tatuajes deja de ser la foto de X o Y y deviene en la tografías y dibujos divide el espacio plástico en tres
representación de “los maories”, lo que implica no secciones desiguales, delimitadas por las diferencias
sólo la vinculación con una referencia, sino su rela- de color entre cada una de las regiones. Se trata de
ción con un campo de significaciones. La imagen un texto visual unificado, pero podemos recono-
simbólica, a diferencia de la imagen mimética, repre- cer, por principios arbitrarios, cuatro zonas de in-
senta, por decirlo de alguna forma, la mayor densi- formación distintas: la empresa anuncia sus servi-
dad de sentido icónico: no vincula biunívocamente cios cibernéticos, sus publicaciones impresas y sus
un iconizante (significante visual) con un iconizado videos, pero la hoja de la publicación no se halla
(denotación visual), sino que articula la forma plás- totalmente saturada por la representación, el pa-
tica con un conglomerado complejo de sentidos y pel blanco tiene un margen y hay un marco para la
representaciones, con un campo de significación. publicidad. Esa línea de color que distingue entre

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papel-puro y papel-publicidad es un elemento ar- CONCLUSIONES


bitrario que anuncia la significación de su demar-
cación hacia dentro, desde ella hacia fuera, sólo es La imagen como texto
el material bruto (la celulosa a-significativa). Este
valor sintáctico del marco se repite en cada una Es posible pensar en la imagen como texto en la
de las secciones internas: pasar de un color a otro, medida que la semiótica visual pasa de las visiones
de una región a otra, implica modificar la atención y estructurales clásicas (vinculadas con la semiología
movilizar nuevas significaciones. estrictamente saussuriana) a visiones más pragmá-
ticas y textualistas vinculadas con una explicación
En realidad este uso sintáctico-arbitrario no es un del signo como la elaborada por Hjelmslev. En este
invento de la publicidad contemporánea, en las ámbito el signo pierde la rigidez estructural, y las
postrimerías de la Edad Media, El Bosco manejaba nociones de significante y significado dan paso a
las regiones de sus pinturas de manera distinta, los conceptos de plano de la expresión y plano del
según criterios arbitrarios; por ejemplo, su obra contenido, que se comprenden como funtivos que
Tablero de los siete pecados capitales y las cuatro al entrar en relación generan la función sígnica; es
postrimerías está dividida y organizada en una serie decir, la significación entendida como un acto
de imágenes circulares. La imagen central, consti- (Hjelmslev, 1980). Desde esta perspectiva el signo
tuida por anillos concéntricos, representa “El ojo de no es ni una entidad semiótica fija ni única. El valor
Dios”, desde cuya pupila emerge Jesucristo, quien del signo está definido por su entorno, o en térmi-
ve lo que aparece en el círculo exterior: la repre- nos más radicales: no hay significación en el signo,
sentación de cada uno de los pecados capitales, sino en el tramado relacional entre los signos, es
separados, a veces, por trazos de color simples o decir, en los textos.
por dibujos de columnas que son a la vez un recur-
so mimético y arbitrario en tanto que sintáctico. El texto se halla en relación productiva con dos
Otro ejemplo son los retablos y las imágenes instancias generatrices: el sistema y el contexto. Un
bizantinas, donde el recurso de distribuir las repre- sistema es una tramado móvil y abstracto de rela-
sentaciones en separaciones longitudinales, ciones entre elementos que a través de un proceso
diagonales o circulares se utilizó con profusión. Por de apropiación y articulación permiten la genera-
otra parte, en el cómic las acciones de las escenas se ción de un texto. Dicha apropiación y articulación
distribuyen en recuadros, donde el paso de uno a se reclama y se define en un contexto; es decir, en
otro sugiere arbitrariamente el transcurrir del tiem- circunstancias sociales específicas. Esta noción del
po o la continuación de las acciones. Y, por último, texto como acto, a partir de la cual se precipita la
en la imagen móvil del cine o del video no sólo las pragmática, es sólo posible en el ámbito de los pro-
cortinillas aportan un elemento arbitrario con valor cesos comunicativos. Es en los textos donde se rea-
sintáctico (mostrar dos eventos en lugares distintos liza la función pragmática de la comunicación y
que ocurren en el mismo tiempo), sino también los donde la sociedad la reconoce. Un texto es enton-
fundidos a negro (que nos señalan el cambio de ces un discurso coherente por medio del cual se rea-
tiempo o el cambio de tiempo y espacio en los acon- lizan estrategias comunicativas, es “el trazo de la
tecimientos), las disolvencias o los cortes directos. intención concertada de un locutor de comunicar
un mensaje y de producir un efecto” (Schmidt, 1973).

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Por esta vía, una fotografía, una película cinemato- BIBLIOGRAFÍA


gráfica, un relato en video o un documental infográ-
Barthes, R. (1992). Lo obvio y lo obtuso. Barcelona: Paidós.
fico son textos con los cuales los individuos y gru-
Benveniste, E. (1971). Problemas de lingüística general.
pos intercambian mensajes y sentidos. Los textos México: Siglo XXI.
son producciones comunicativas que llevan inscri- Campbell, J. (1991). Las máscaras de Dios. Mitología primitiva.
Madrid: Alianza Editorial.
tas las intenciones de sus productores y que exigen
De Saussure, F. (1980). Curso de lingüística general. Buenos
una dinámica de interpretación. El texto icónico es Aires: Losada.
contemplado entonces como un enunciado que ar- Eco, U. (1988). Signo. Barcelona: Labor.
ticula ciertos principios de enunciación (Greimas y
Eliade, M. (1981). Mito y realidad. Barcelona: Guadarrama.
Courtés, 1979). La unidad textual implica, por otra
Giedion, S. (1981). El presente eterno: los comienzos del arte.
parte, que los diversos elementos que lo constitu- Madrid: Alianza Editorial.

yen poseen una propiedad semántica común, a la Greimas, A. J. y Courtés, J. (1979). Sémiotique, Dictionnaire
raisonné de la théorie du Langage. París: Hachette.
cual llamamos coherencia. Esta coherencia es la que
Hjelmslev, L. (1980). Prolegómenos de una teoría del lenguaje.
permite saber qué cosa es la que se está viendo, o Madrid: Gredos.

ante qué clase de mensaje visual nos encontramos, Jung, C. (1966). El hombre y sus símbolos. Madrid: Aguilar.

en términos más analíticos, la coherencia textual Martinet, A. (1969). Lingüística sincrónica. Estudios e investiga-
ciones. Madrid: Gredos.
involucra dos propiedades: a) una propiedad semán-
Metz, Ch. (1972). Ensayos sobre la significación en el cine.
tica y perceptiva, gracias a la cual un destinatario Buenos Aires: Tiempo Contemporáneo.
es capaz de interpretar una expresión visual respec- Moles, A. (1981). L´image. Communication fonctionelle. París:
Casternam.
to a un contenido; y b) una propiedad distributiva,
Neisser, U. (1981). Procesos cognitivos y realidad. Madrid:
según la cual la información visual está expre- Marovia.
sivamente coordinada. Peirce, Ch. S. (1986). La ciencia de la semiótica. Buenos Aires:
Nueva Visión.

No obstante, la noción de coherencia textual no Quine, W.V.O. (1962). Desde un punto de vista lógico.
Barcelona: Ariel.
puede ser comprendida cabalmente sin apelar a la
Schmidt, S.J. (1973). Textheorie. Munich: Fink.
competencia y al acto de observación del receptor.
Sólo a través de la competencia discursiva de un
receptor es posible distinguir entre un conjunto de
proposiciones o elementos plásticos incoherentes y
un conjunto articulado; es decir, una estructura tex-
tual. Es en la actualización textual realizada por un
lector que el texto adquiere unidad: se reconoce
como una arquitectura expresiva y se le fija una te-
mática o un contenido definido. En este sentido, la
semántica textual nos proyecta a una pragmática
de la imagen.

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