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Cinturón de asteroides:

En el enorme espacio comprendido entre la órbita de Marte y la de Júpiter


navegan sin control bloques de roca: son los asteroides. El mayor de ellos mide
1.000 km de diámetro y los menores no son más que guijarros; los mayores suman
millares, mientras que los más pequeños pueden ser billones.
Están sujetos a colisiones destructivas y sus fragmentos pueden caer a los planetas
interiores.

En la región del espacio, flotan millones de objetos celestes principalmente rocosos,


llamados asteroides. Son de dimensiones reducidas y formas irregulares. El mayor
de ellos es Ceres, con un diámetro de unos 1.000 km. Lo descubrió Giuseppe Piazzi
en 1.801. Desde principios del siglo XX se han descubierto muchos más. Al
principio se decidió bautizarlos con nombres de la mitología griega: después de
Ceres, diosa de las cosechas, vinieron Palas, Juno, Vesta… Pero pronto se agotaron
los nombres. Existen casi 35.000 asteroides catalogados con nombres de objetos,
reinas, novias, esposas de astrónomos y hasta de personajes famosos, como Beatles,
Hemingway, Rembrandt o Clapton. Pero más de la mitad se identifican sólo con
números.

El cinturón de asteroides tiene orígenes desconocidos. Dado que, según la ley de


Titius-Bode, en esta zona del sistema solar debería hallarse un planeta, algunos
expertos creen que los asteroides son los restos de un planeta rocoso que explosiono
o se fragmentó. En cambio, otros consideran que son los restos de planetas
menores de la nebulosa primitiva, en los albores del sistema solar; según esta
teoría, los asteroides serían objetos que no consiguieron unirse para formar un
nuevo planeta. Sea cual sea su origen, los astrónomos convienen en que los
asteroides tienen el mismo origen que los planetas. La segunda hipótesis, más
aceptada, consiste en que las atracciones gravitatorias contrarias y muy fuertes de
Júpiter y el Sol impidieron que la materia primitiva de esta zona del sistema solar
se agregara en un único cuerpo planetario; al perder calor, la materia se condensó
en cuerpos distintos.
Las superficies de los asteroides recuerdan a la lunar: cráteres, estrías y crestas
accidentan estas “masas” de naturaleza básicamente rocosa y metálica, marcadas
por los impactos con meteoritos y otros cuerpos celestes.

Las naves que han navegado a través del cinturón de asteroides han demostrado
que está prácticamente vacío y que las distancias que separan los unos de los otros
son enormes. Dentro del cinturón hay lagunas, zonas donde no gira ningún
asteroide, a causa de la influencia de Júpiter, el planeta gigante más cercano.

Los asteroides son clasificados de acuerdo a su composición química y a la


cantidad de luz que reflejan. La mayor parte de ellos son de tipo C (carbonáceos),
que contienen arcillas y minerales hidratados, o de tipo S, con una composición
rocosa.

También existen grupos de asteroides que no se encuentran en el cinturón


principal. Es el caso de los asteroides troyanos, situados en distintos lugares de la
órbita que sigue Júpiter alrededor del Sol. Otro grupo numeroso es el de aquellos
que se aproxima más al Sol y, por tanto, cruzan el plano orbital de la Tierra,
suponiendo un riesgo de colisión para ésta. Se llaman Near-Earth Asteroids
(asteroides cercanos a la Tierra) y son observados continuamente para detectar
posibles peligros. De hecho, un asteroide de este tipo causó la extinción de los
dinosaurios hace 65 millones de años.

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