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del general Pacheco. Nada es tan simple: en su decisin se entrecruzan otras coordenadas que van desde la influencia de su padre, viejo hombre de Paran, su juvenil vinculacin con el Alberdi exiliado, su formacin universitaria alemana, su germanofilia y su segunda mujer nacida en Berln y hasta sus lecturas de Marx (v. El marxismo a la luz de la Estadstica en los comienzos del siglo, 1908). Pero su excesiva heterodoxia no poda pasar impune: por algo ms que a causa de su germanofilia se exilia del pas, radicndose en Berln y donando su fabulosa biblioteca americanista a la universidad alemana. Tres ejemplos ms se encuentran en el revisionismo de comienzos de siglo: David Pea, Juan lvarez y Carlos Ibarguren. De los dos primeros esa actitud crtica hay que atribuirla a una mezcla de perspectiva provinciana y de economicismo; en cuanto a sus carreras oficiales no fueron molestadas, pero el silencio o la reticencia paulatina que van rodeando sus obras son la respuesta de un sistema. De Carlos Ibarguren cabe decir que su catolicismo a lo Pguy condicion su antipositivismo; luego, casi de inmediato, su antiliberalismo. Es el trnsito de varios de los hombres de su clase y de su generacin: su heterodoxia se va desplazando hacia el aristocraticismo; polarizada frente a Yrigoyen, se exacerba hacia el autoritarismo la fascinacin del Mussolini de 1930, y se inscribe en la derecha del revisionismo y del nacionalismo como ideologa del sector antiliberal de la oligarqua sobreviviente fuera del gobierno. Por eso apuesta a Uriburu, su primo herman; pero como a partir de 1932 prevalece el sector liberal con Justo y Pinedo, que prefieren el fraude como recauchutaje del rgimen y el visto bueno britnico (antiautoritario como nunca en 1933 y ya en preparativos blicos), Ibarguren se aleja, pasa a una oposicin puramente ideolgica, al PEN Club, a la Academia de Letras, y es tolerado. Ya se dijo: el plano acadmico era restringido, pero mientras esas polmicas no lo rebasaban implicando una toma poltica inmediata, se las consenta y hasta propiciaba. Los lmites entre la especulacin y la poltica concreta tenan una marca: la cesanta de Estrada en la dcada del '80, o el rechazo de Ingenieros bajo Roque Senz Pea. Por ms de una razn hasta 1918 los profesores universitarios fueron designados por el Poder Ejecutivo.
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