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VIGILIA PASCUAL
- La proclamación de la Palabra de Dios (el recorrido por los momentos fundamentales de la
historia de la salvación), con el anuncio de la resurrección del Señor, es lo central de esta noche,
además, obviamente, del rito eucarístico.
- La liturgia bautismal es de lo más significativo de esta noche, pues el Bautismo es la
incorporación a Cristo Muerto y Resucitado. Debe procurarse que los bautizos de la Comunidad se
realicen en esta noche. De no haberlos, el rito de la aspersión, recuerdo/renovación de nuestro
bautismo, debe realizarse con todo solemnidad.
- Remarcar el canto del Aleluya y del Gloria, que se han omitido durante toda la Cuaresma.
- El lucernario y el pregón pascual, aunque son ritos introductorios calan hondo en los fieles y debe
aprovecharse su "tirón" para ahondar en el sentido de fiesta.
- El cirio pascual simboliza a Cristo resucitado: debe resaltar, por tanto, por su tamaño, su ornato,
su colocación, su calidad (cera auténtica)...
- Remarcar todo aquello que ponga de manifiesto que estamos celebrando la fiesta principal de
nuestra fe: adornos, luz, cantos, manteles del altar... No es superficial ni secundario el ágape posterior
a la celebración que tiene lugar en muchas comunidades.
DIOS HABLA
Evangelio de Ramos: Mc 11, 1-10
1ª lectura: Is 50, 4-7
2ª lectura: Flp 2, 6-11
Evangelio: Mc 14,1-15,47
EXEGESIS
DE LA LECTURA EVANGÉLICA DE LA ENTRADA EN JERUSALEN
Texto. El texto de hoy abre el cap.11 del evangelio de Marcos con una referencia a la cercanía de
Jerusalén. Muy poco antes, en 10,32, Marcos escribía lo siguiente: En el camino hacia Jerusalén, Jesús
iba delante de todos sus discípulos, que le seguían asombrados y asustados. Era la primera mención
de Jerusalén como meta del caminar de Jesús; la de hoy es la segunda.
Tras la mención de Jerusalén, el texto continúa con tres topónimos de las inmediaciones de Jerusalén.
Menciones escuetas, sin añadidos, para introducir un encargo pormenorizado, preciso, soberano, de Jesús
a dos de sus discípulos, con un final apremiante y perentorio: El Señor lo necesita y lo devolverá
pronto. Es la segunda vez, tras 5,19, que Jesús se autodenomina el Señor, título exclusivo de Dios en el
Antiguo Testamento.
Desde el v.2 al 6 el texto adopta el esquema narrativo mandato – cumplimiento, recurso habitual en la
épica griega y en la narrativa bíblica.
A partir del v. 7 y hasta el final el protagonismo pasa de Jesús a sus seguidores. Son éstos quienes toman
la iniciativa de un cortejo festivo, con vítores a Jesús, en quien identifican al enviado por Dios para
restablecer el Reino de David.
Puntos de reflexión. El texto de hoy es un claro ejemplo de interpretación de una palabra según el
conjunto de valores de cada hablante. La palabra Jerusalén tenía connotaciones diversas para Jesús y
para sus acompañantes. Para Jesús connotaba su muerte y resurrección; para sus acompañantes, la
instauración del anhelado reino de David. La connotación de Jesús había suscitado en sus acompañantes
asombro y miedo; la connotación de éstos suscitó en Jesús paciencia ilimitada. El borrico es el símbolo
buscado de esa paciencia.
Una vez más tenemos que reconocer que los caminos del Señor no son nuestros caminos. ¿Para cuándo la
convergencia de ambos? ¡La Semana Santa que hoy iniciamos es una ocasión magnífica para darle
vueltas a esta pregunta. ¡Que el Señor nos ayude a discernir caminos!
ALBERTO BENITO
alberto@dabar.net
DE LA LECTURA PROFÉTICA
Se trata del tercer canto del siervo, aunque no se le cite expresamente. Seguramente nunca quedará del
todo clara la identidad del que habla: Isaías, Darío, el pueblo que vuelve del destierro, una figura
emblemática... Pero sí sabemos que en estos poemas del segundo Isaías, los primeros cristianos
hallaron una poderosa luz para entender y superar el escándalo de la cruz.
El canto, que incluye también los dos siguientes versículos, nos presenta a esta figura en tres actitudes:
docente/discente dócil (vv. 4-5), siervo sufrido (6-7), reo inocente y seguro de su valedor (8-9). Quien
seleccionó los versos que se leen en la liturgia prefirió las dos primeras actitudes, pese a que las dos
últimas parecen ofrecer mejor paralelismo con el Cristo paciente, ultrajado y encausado.
No es muy claro el sentido del primer verso, aunque en la versión que leemos (que es la más común
entre las traducciones modernas) resulta muy hermoso: “lengua de iniciado” o de instruido (linguam
eruditam, tradujo Jerónimo; glôssan paideías ofrece la LXX; “lengua dócil” prefiere la Biblia de
Jerusalén) para saber decir al abatido una palabra de aliento. Me espabila el oído “para que escuche
como los iniciados” o como los instruidos (ut audiam quasi magistrum, insiste la Vulgata). Leamos
una versión judía al castellano actual, en la que se aprecia parecida indecisión a la hora de traducir el
mismo término (limudim):
“El Eterno Dios me dio (a mí, Isaías) la lengua de los que están instruidos, para enseñar al que está
ávido de la palabra de Dios. Me despierta todas las mañanas, despierta mi oído para que yo oiga como
los discípulos”.
Discente o docente, a la larga, son dos caras de la misma moneda: homines dum docent discunt (las
personas mientras enseñan, aprenden) sentenció el refrán latino. Hoy por hoy, nos preocupa más saber
si es o no “decente” la postura sumisa y humilde del humillado. Hágase la prueba de leer el canto
entero, porque el final que le da Isaías: “El señor me ayuda ¿quién me condenará? (Is 50,9) no es lo
mismo que entonar el estribillo, desgarrador, con que respondemos al salmo 21: “Dios mío , Dios mío,
¿por qué me has abandonado?”. Nos hallamos ante una paradoja parecida a la que nos suscita
constatar que quien aconsejara ofrecer la mejilla izquierda a quien te abofetea en la derecha (Mt 5,39),
supo rebelarse contra el que le abofeteaba gratuitamente: “si he hablado bien, ¿por qué me pegas? (Jn
18,23). La mansedumbre, la humildad, son indudablemente valores cristianos; pero “ofrecer el rostro
como pedernal” y “no quedar avergonzado”, como hoy leemos, pueden estar indicando que no es
decente, ni conveniente, contribuir al pecado de quien te humilla.
Sin olvidar que en el Humillado se revela el auténtico rostro de Dios y que su silencio en la cruz hace
menos incomprensible el dolor de los que sufren, si, como nos permitió entrever Bonhoeffer, el
silencio de Dios no es la ausencia de la Palabra, sino su profundidad (Entre la galería de Mártires del
siglo XX en la Abadía de Westminster figuran las estatuas de la Madre Isabel de Rusia, Martin Luther
King Jr., el Arzobispo Óscar Romero, el Pastor Dietrich Bonhoeffer. Humillados que nos siguen
alentando). O si, como sugiere Juan de la Cruz, otro humillado, Pascua es pasar por la nada para
acceder al Todo.
JEREMIAS LERA
jeremias@dabar.net
DE LA LECTURA APOSTÓLICA
En el contexto de la Semana Santa el sentido del conocidísimo himno prepaulino de Filipenses aparece
con mayor claridad, si ello fuera posible. En efecto, no se trata de subrayar sentimentalmente los
sufrimiento de Jesús – así se interpreta a veces el “y muerte de cruz”, probablemente la aportación de
Pablo al himno original, – sino de notar su total solidaridad del Hijo con la raza humana y su
participación en nuestro destino hasta sus últimas y terribles consecuencias. Llega hasta la muerte y
hasta tal muerte, causada por las circunstancias históricas de su vida y su actividad.
El sujeto del himno es el Hijo/Jesucristo, sin hacer muchas referencias soteriológicas que se
encuentran en otros textos paulinos. En contraste Con Adán que quiso ser lo que no podía ser, el Hijo
vive en la tierra como uno de tantos, renunciando a actuar como lo que realmente es. No se trata de
afirmaciones ontológicas sobre un “vaciamiento/kénosis” del ser divino, que es imposible de
abandonas, sino de proposiciones históricas referentes a la vida terrestre de Jesús. Es otro modo de
decir, más teórico si se quiere, lo que la Pasión narra, teniendo en cuenta que “lo de Jesús” no
comienza absolutamente con su aparición en el mundo y en la historia, sino tiene una “prehistoria”.
LA MISA DE HOY
RITO DE LA BENDICIÓN DE LOS RAMOS
SALUDO
Jesucristo, el Señor, cuya entrada triunfal en Jerusalén celebramos en este día, esté con todos nosotros.
ENTRADA
Queridos hermanos: en el camino de la cuaresma nos hemos preparado para celebrar el núcleo de
nuestra fe cristiana: la muerte y la resurrección del Señor.
Hoy, cerca de la luz Pascual, del triunfo de la vida, estamos reunidos para celebrar, en comunión con
toda la Iglesia, la Semana Santa, para hacer presentes los acontecimientos que llevaron a Jesús a su
Cruz y Resurrección, y que comenzaron con su entrada triunfal en Jerusalén.
Esto es lo que ahora recordamos con nuestra procesión y ramos. Que estos ritos sean expresivos de
nuestra fe, de la certeza de que Cristo vive y actúa en medio de nosotros.
MONICION A LA PROCESION
Igual que el pueblo fiel y sencillo aclamó a Jesús en su entrada en Jerusalén, nosotros lo hacemos en
este día, expresando nuestro deseo de seguirle cada día y de caminar a su luz, anticipando su vida sin
fin.
RITO DE LA MISA
MONICIÓN DE ENTRADA
Vamos a comenzar la celebración de la eucaristía en este llamado Domingo de Ramos, una ocasión
privilegiada para profundizar en el conocimiento de Jesús, su vida y su misión.
Quizá somos con frecuencia demasiado presuntuosos al pensar que ya conocemos a Jesús, que
sabemos su vida y su historia, cuando en realidad no pasamos de lo más exterior y anecdótico. Vamos
a romper con esa presunción y a contemplar de verdad el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección
del Señor Jesus.
SALUDO
Cristo el Señor, a quien el Padre concedió el Nombre-sobre-todo-nombre, esté siempre con todos
vosotros.
ACTO PENITENCIAL
(Para las misas en que no se hacen los ritos anteriores; para las que sí se hacen se sigue
directamente con Oración Colecta)
-Tú, que nos enseñas el único camino de la vida. Señor, ten piedad.
-Tú, que te entregas por nosotros. Cristo, ten piedad.
-Tú, que nos llamas a todos a construir el Reino. Señor, ten piedad.
DESPEDIDA
Estemos donde estemos durante estos próximos días, en casa, en el trabajo o de vacaciones, hemos de
esforzarnos por recuperar el hondo sentido y la profunda significación que estas fechas tienen para los
que nos proclamamos cristianos; que la Semana Santa de este año no sea una más, sino una muy espe-
cial que nos reafirme en nuestra fe y nos anime a llevar una vida más coherente con nuestra convicción
de que somos hermanos, hijos de un mismo Padre.
DIOS HABLA
1ª lectura: Ex 12, 1-8.11-14
2ª lectura: 1 Cor 11, 23-26
Evangelio: Jn 13, 1-5
EXEGESIS
PRIMERA LECTURA
Acostumbrados como estamos al calendario solar, a algunos les resulta molesta la movilidad de la
semana santa. Es una fiesta lunar y le plantea problemillas a los “solares”. ¡Los devaneos de las gentes
en la edad antigua por acomodar sus vidas a un calendario bien acompasado al ritmo de los astros!.
Julio César (con una manita que le echó el papa Gregorio XIII a finales del XVI) dejaron establecido
el que ahora seguimos en buena parte del mundo. Los musulmanes siguen uno lunar. Y lunar es el
calendario de los que escribieron y de los primeros oyentes y lectores de este texto.
Un texto con sabor añejo; la traducción litúrgica ha conseguido, en buen castellano, un regusto épico;
su repetición anual ha creado una cadencia. Es una fundación: la fundación de un nuevo pueblo merece
la refundación del calendario. O los que deciden cambiar el calendario se remontan a la fundación del
pueblo para que todos la den por buena.
El capítulo 12 en su primera parte (vv. 1-20) se debe a la pluma del redactor Sacerdotal (P), del 20 al
40 es mano de Elohista (E) y vuelve a aparecer la pluma del Sacerdotal en los últimos 10 versos. La
forma tradicional de empezar el año era en otoño y llamar los meses según fenómenos naturales
propios de la estación. Al final de la época monárquica se adoptaron los nombres babilónicos y se pasó
a comenzar el año en primavera (El calendario romano primitivo, también empezaba el año en
primavera, en marzo; y de ahí el ilógico nombre numeral de los últimos cuatros meses). Precisamente
en la época del exilio la influencia de la astrología mesopotámica se hizo sentir palpablemente en la
redacción sacerdotal y en su constante preocupación por datar.
De manera que el redactor sacerdotal nos hace un puente desde la época mosaica a la época
postexílica. La liturgia a su vez nos anima a dar el salto contrario: hacia el culmen de la historia:
cuando las jambas de toda la humanidad quedan teñidas por la sangre del cordero. Los monitores de
TV o de internet, esas ventanas por las que nuestra “tienda” de campaña se asoma al mundo, aparecen
teñidos con sangre de corderos inocentes; y ni siquiera todas las sangres tienen acceso a esa pantalla.
Pero haylas. Y es amargo el regusto de ser humano cuando uno ve la in-humanidad hecha injusticia.
Como amarga fue, es y será la esclavitud.
JEREMIAS LERA
jeremias@dabar.net
SEGUNDA LECTURA
Este texto es claro por su paralelismo con las correspondientes narraciones sinópticas, especialmente
con la de Lucas. Pero es el relato de la Eucaristía más antigua, pues la carta procede aproximadamente
del año 55 y, como el mismo Pablo dice, presenta un texto anterior.
Además de los temas eucarísticos ordinarios, que tienen su apoyo en estos texto, el día de hoy
conviene resaltar la última frase de la perícopa, que empalma más directamente con la Pasión por un
lado y con la parusía por otro.
La Eucaristía, según Pablo, tiene una especial memoria y actualización de la muerte del Señor. El
creyente que participa en ella se une al Señor. Pero al Señor muerto, es decir, al real, histórico, no
únicamente soñado, aunque tal unión sea, evidentemente, de un carácter misterioso y, si se quiere,
místico.
Por otro lado, como en Pablo muerte y resurrección son inseparables, también el cristiano establece
comunidad con el Señor resucitado, vivo actualmente. Participa así también de la nueva situación que
Cristo tiene para si y para los que en él creen.
Pero ello no puede hacernos olvidar el modo concreto en que esto se llevó a cabo, que recordamos y
vivimos cada Pascua. De ahí la posibilidad y aun probabilidad de que también al que confiesa a Jesús
le corresponda participar en una muerte y una resurrección.
Por otra parte el obvio que este proceso de unión no ha llegado todavía a su total consumación y , por
tanto, esperamos la realización total del Reino puesto en marcha por el Señor. Unirse con él es entrar
en este reino y esperar la recapitulación definitiva, cuando vuelva y presente el mundo al Padre.
FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net
EVANGELIO
Texto. Los tres primeros versículos gravitan sobre tres gerundios (sabiendo, habiendo amado,
sabiendo) que retardan el comienzo de la acción. El resultado es una prótasis sin prisas, lenta, que
confiere a la escena un aire solemne y grave. La hora del reencuentro de Jesús con el Padre; la hora de la
culminación de la capacidad de amar por parte de Jesús; la hora del poder de Jesús.
La lentitud y solemnidad de la prótasis contrasta con el ritmo rápido y directo de la apódosis en los
versículos 4-5, conformados por una secuencia de hechos corrientes, que no parecen tener final: se
levanta, se quita el manto, se ciñe la toalla, echa agua, se pone a lavar los pies. Si la prótasis era
ausencia de acción, la apódosis es acción desbordada. Secuencia de hechos propios de esclavos en época
de Jesús. La majestuosidad de la reflexión en los vs.1-3 contrasta con la vulgaridad de las acciones en los
vs.4-5. ¡El amor y el poder de Jesús explicitados a través de acciones corrientes, insignificantes! Este
comportamiento de Jesús cobra, a su vez, relevancia significativa por el momento en que acontece: la
inminencia de la muerte.
Pedro no acepta el comportamiento de Jesús. Desde el comienzo del cuarto evangelio el lector sabe que
Pedro es la piedra del edificio creyente (Jn.1,42). En el texto de hoy comienza la particular crítica del
autor del cuarto evangelio a Pedro, crítica que se prodigará a lo largo de lo que resta del mismo y a la que
dará salida positiva en el capítulo 21, al que remite el más tarde de la frase del v.7 de hoy: Lo que yo
hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde. Es, en efecto, en 21,15-19 donde
Pedro hace profesión expresa de amor a Jesús y de comprensión de su comportamiento en la última cena.
Puntos de reflexión. En la hora culminante de Jesús, el autor del cuarto evangelio presenta un signo del
amor y del poder de Jesús. Resaltemos ambos substantivos: amor, poder.
Este texto hace añicos el esquema amo-esclavo en particular y el extendido esquema de ejercicio social y
político del amor y del poder en general.
Pedro ejemplifica lo difícil y costoso que es esta ruptura. El amor y el poder son un largo esfuerzo que, al
parecer, no todos entendemos ni estamos dispuestos a hacer.
La Iglesia es la comunidad de los creyentes que aman hasta dar la vida por los demás.
La cruz es el ejercicio máximo del amor y del poder. En la cruz acontecen el amor y el poder.
El amor que se entrega sin reservas: ¡Ésta es la credencial del poder del creyente!
ALBERTO BENITO
alberto@dabar.net
La Cena del Jueves Santo es, en realidad, el preludio. Forma parte del Triduo Sacro pero como una
introducción a él. De hecho, la cena de Jesús con sus discípulos es la que contiene las claves para que
sepamos interpretar los acontecimientos de los días sucesivos. Jesús va a darle un nuevo sentido a la
pascua de los judíos; o, mejor, va a inaugurar una nueva Pascua. La fiesta por la liberación del pueblo
al salir de la esclavitud de Egipto se convertirá en la fiesta por la liberación del pecado y de la muerte.
El cordero sacrificado para compartir en cada casa y con los de fuera va a ser sustituido por el
sacrificio de Jesús, el Cordero entregado cuya sangre libera de la muerte y del pecado. El éxodo del
pueblo judío en el paso del Mar Rojo se va a convertir en el éxodo de Jesús al pasar de la muerte a la
vida. Como decía al principio, la celebración de la cena de pascua nos da la clave de lectura de la
pasión, muerte y resurrección del Señor. Las autoridades han decidido dar muerte a Jesús; gracias a la
traición de uno de los suyos, lo apresarán, lo torturarán y le darán muerte en una cruz como a un
malhechor. Jesús conoce de antemano ese destino y lo ha aceptado por fidelidad al hombre y a Dios.
Su muerte es una entrega, un sacrificio sacerdotal por los pecados de todo el mundo, una ofrenda
voluntaria que expía los crímenes y delitos de toda la humanidad. Así, en la muerte de Jesús, toda la
humanidad queda reconciliada con Dios. Jesús lo ha hecho, uno por todos. Es más, el sacrificio de
Jesús no acabará en la muerte, sino que el Padre lo va a resucitar al tercer día. En la propia muerte de
Jesús, su resurrección le ha dado vencimiento. El pecado y la muerte no tienen ya efecto para quienes
creen en Jesús, el Hijo de Dios, que se ha entregado en sacrificio y que ha sido resucitado para la
gloria.
Y en la cena se recuerda la pascua de los judíos, pero se prefigura, mejor, se anticipa la entrega de
Jesús; esta vez a los suyos, a su comunidad. La institución de la Eucaristía hará siempre referencia a su
sacrificio en la cruz, pero Jesús se ha entregado antes, en el pan y en el vino, como alimento para los
suyos. Y no sólo como alimento, también como vínculo de comunión con él y con los demás. Y no
sólo como alimento y vínculo de comunión, sino como signo de amor que emana de la mayor
manifestación de amor: Dar la vida por los que ama. Y en la Cena, la despedida. Un solo
mandamiento; demasiados tenía el judaísmo. Incluso el Decálogo queda ya atrás; ahora, Jesús
establece un solo mandamiento: hacer como él, amar como él, darse como él, entregarse como él; no
consiste ya en amar como a ti mismo, sino como yo os he amado. Así, de verdad, sin reservas y por
todos, incluidos los enemigos. El camino para vivir así, para amar así, para darse así no es otro que el
camino de servir. El servicio al otro, a cualquiera, es la única manera de no endiosarnos, de superar las
envidias y enemistades. Mientras servimos no nos sentimos señores de nadie y dejamos que Jesús sea
el Señor. En este día se celebra también el día del amor fraterno. Cáritas nos recuerda que la Eucaristía,
dignamente celebrada y compartida, es fuente de comunión y de solidaridad. Y el amor debe
concretarse en vivir solidariamente, sobre todo en estos tiempos en los que la crisis económica afecta a
tantas y tantas familias.
Que esta celebración eucarística nos haga replantearnos nuestro espíritu de solidaridad y de comunión
con los más necesitados; y que la celebración del Triduo Pascual nos lleve a la comprensión del
misterio de Cristo para que sigamos sus pasos más conscientemente y con todas sus consecuencias.
JUAN SEGURA
juan@dabar.net
LA MISA DE HOY
LA MISA DE HOY
MONICIÓN DE ENTRADA
En esta tarde santa vamos a hacer presente aquí la última cena del Señor con sus discípulos. La
celebración de la pascua judía nos ayuda a interpretarla. La institución de la Eucaristía, el
mandamiento nuevo y el lavatorio de los pies le dan un contenido diferente. Es la hora de la despedida
porque es la hora de la entrega. La Nueva Alianza de Dios con los hombres se va a manifestar en el
sacrificio de Jesús. Su paso de la muerte a la vida será el contenido de la nueva Pascua cristiana.
Bienvenidos a esta celebración que abre el Triduo Sacro. Bienvenidos a la Cena y a la Pascua del
Señor.
ACTO PENITENCIAL
- Tú, el Cordero Pascual sacrificado por todos. Señor, ten piedad.
- Tú, presente hasta el fin del mundo en el pan y el vino eucarísticos. Cristo, ten piedad.
- Tú, que nos amas y quieres que nos amemos de la misma manera. Señor, ten piedad.
Oración: Tú siempre nos escuchas, Padre, y nos das lo que más nos conviene; al celebrar la Cena del
Señor, derrama sobre tus fieles los beneficios de la Eucaristía, prenda de la vida eterna. Por JCNS.
Simón, ¿duermes?
Sí amigo, duermo. Duermo de fatiga y de agotamiento. Duermo y te falto, sintiendo que me
conoces mejor que yo mismo. Porque mi fe sigue siendo la misma, pero algo tira de mí para satisfacer
mi debilidad. Y mi orgullo, herido, se deleita en mi derrota. Porque no soy digno de ser tu elegido, ni
casi de ser uno más del montón. Te estoy abandonando. Tanto como dije hace unas horas, y ahora no
soy capaz ni de mantener mis ojos abiertos, mucho menos de sufrir contigo. Tenías razón. Mi espíritu
es fuerte, mi carne es débil. Ni la ambición de hacerme mejor que todos éstos que nos acompañan me
ha sostenido en este momento de prueba. Me conoces desde el vientre de mi madre, y ni cambiándome
el nombre, ni prometiéndome ser el puntal de tu Iglesia has conseguido hacer de mí una persona de
confianza. Porque yo no he dejado a tu espíritu acampar en mi alma. Me he resistido a tu acción, he
desdeñado tu misericordia.
Y rompió a llorar…
Perdóname, te he fallado. Yo era el discípulo favorito. Era tu amigo, me creía el mejor. Dime qué
hago ahora. Ya no hay nada que quiera ocultarte. Ahora conoces mis miserias y mis secretos: soy un
fanfarrón. No ha hecho falta ni un tribunal, ni una amenaza de tortura. Una simple criada me ha
destapado. Unas cuantas miradas acusadoras han podido conmigo y he negado conocerte, haberte
seguido y ser de los tuyos.
Si tú me has dado la vida, la vida verdadera. Tú me has hecho ver más allá de la rutina, más allá de
la ley, más allá de las reglas que garantizan el premio pero no la plenitud ni la felicidad. Me has hecho
ver cómo de grande puede llegar a ser mi corazón, y yo te he pagado reduciéndolo hasta la medida de
mi miedo y mi egoísmo…
No tengo remedio. Estoy en tus manos. Dependo de ti. Si tú quieres, yo puedo. Estoy dispuesto a
volver a intentarlo. Procuraré presumir menos y trabajar más. Pensaré menos en mis fuerzas y más en
confiar en ti. Seré de los tuyos, humildemente, con perseverancia, si tú aún me quieres…
Déjame ir contigo. Poco valgo, pero quiero servirte. Mi llanto es sincero…
AURORA GONZALO
aurora@dabar.net
VIERNES SANTO
LA DEBILIDAD DE DIOS
Jesús entra en nuestra historia como un niño inevitablemente débil y muere como un hombre sin
ningún poder social. A lo largo de su vida la encarnación la hace cotidianidad acercándose a las
personas, no desde la imposición de la fuerza, sino desde la proximidad de su ser expuesto a los
demás.
En Jesús, Dios se expone, se arriesga, corre peligro al presentarse ante la humanidad en la debilidad de
una existencia que se nos acerca sin ninguna fuerza armada ni institucional, simplemente como un
hombre que expresa la sabiduría de Dios sin amparo alguno, sin el aval de títulos certificados, sino tan
sólo con la autoridad que brota de su propia persona.
Jesús no forma un pueblo innumerable como Abrahán, ni lo saca de la esclavitud como Moisés, ni lo
hace fuerte como David, ni construye un templo como Salomón… Muerto en la plenitud de su vida
nos está expresando la radical debilidad de un Dios que se pone en nuestras manos y se expone a
sufrir. La cruz de Jesús está formada por el amor vulnerable de Dios que se arriesga en la historia.
Jesús es la debilidad de Dios y la debilidad de Dios nos descoloca.
La imagen de Jesús en la cruz es la expresión máxima de la debilidad de Dios pero también de su amor
fiel e insuperable. En ella aparece Jesús como “un maldito”. No sólo se crucifica a su persona sino
también todo su proyecto. El Reino de Dios parece desangrarse y morir con el Crucificado. En la cruz
se nos revela lo cruel e injusta que es cualquier agresión a la vida. Cuando herimos a los demás, por
acción o por omisión, herimos también a Dios, o cuando apartamos el rostro y la mirada de las
personas destruidas (Is 53,3) o de sus verdugos, estamos huyendo del rostro del Dios vivo.
En Dios, la debilidad se entremezcla con el amor. En su relación con la humanidad Dios es todo amor,
pues El es “el Amor” (1 Jn 4,8). Sólo el Amor es todopoderoso y por eso, todo debilidad. En este día
de Viernes Santo, somos invitadas e invitados a situarnos en la perspectiva de este amor “loco” de
Dios que se ha manifestado en su hijo Jesús, sin paralizarnos por la debilidad de la cruz en sus
manifestaciones más radicales y diversas.
Sólo quien ama con pasión puede saborear lo que hay ya ahora de vida eterna, imperecedera, en los
episodios sencillos de la vida cotidiana. Jesús vino, desde la debilidad, para vivir en plenitud y para
que tengamos vida en abundancia; amar con esta pasión nos impulsa a un compromiso radical con la
vida, especialmente con la vida más amenazada, y esto crea conflicto. Amar así conduce al sufrimiento
y a la muerte, lo estamos contemplando hoy.
Si acogemos la propuesta de Jesús también nosotras y nosotros experimentaremos la pasión del amor
que nos llevará a ser, en medio de las gentes, una palabra expuesta de Dios. Nuestra propia debilidad
ya no es excusa para el riesgo. Como El, desde nuestra fragilidad, nos entregaremos a la muerte
gracias a la pasión que sentimos por la vida.
MARICARMEN MARTÍN
carmen@dabar.net
DIOS HABLA
1ª. lectura: Isaías 52,13 - 53,12
2ª. lectura: Hebreos 4,14-16; 5,7-9
Evangelio: Juan 18,1 - 19,42
EXEGESIS
PRIMERA LECTURA
Poema de un siervo de Dios paciente y glorificado. Literariamente el poema es muy sencillo y muy
enigmático; su contenido es igual. Sencilla es la construcción: un hablante principal, Dios, pronuncia
introducción y epílogo, enmarcando el cuerpo, anticipando y confirmando el sentido de los hechos. El
cuerpo es la narración que un grupo hace de la pasión, muerte y triunfo del personaje. Esto es sencillo;
pero ¿[quién es el “nosostros”], quién es el grupo narrador?, ¿quién es el siervo?, ¿a qué hechos se
refiere?
Problemas, pues, de identificación, no de significado; podemos entender el poema con tal de
aceptar como factor constitutivo su indeterminación [Para la liturgia cristiana la identificación no
ofrece duda alguna: nadie mejor que el Nazareno encarnó este canto centenario].
El autor quiso trabajar con pronombres, quiso evitar los nombres (salvo “el Señor”): él,
nosotros, ellos... frente al lector. En el centro nosotros y ellos referidos a él; el poeta ¿es uno de
“nosotros”?, el lector, ¿dónde se coloca?
El contenido es clarísimo, y por eso es tan extraño. Un inocente que debe sufrir (contra la
doctrina de la retribución); un humillado que triunfa (esto es menos extraño, aunque siempre
sorprende), un muerto que vive (esto suena a ilusión poética). El poema es así, y el lector puede limar
la extrañeza calificando de hiperbólico lo extraño y restando esas hipérboles para hacer el mensaje
“razonable”.
Pero el texto protesta contra semejante ejercicio, proclamando que se trata de algo inaudito.
Los encarecimientos del mensaje son algo extraordinario en toda la profecía de Isaías II y no tienen
equivalente en el AT; por tanto no hay que reducirlo y nivelarlo con otros casos, aunque se puedan
citar antecedentes y semejanzas.
[...]
... todo es anónimo: sus antecesores pueden ser reyes o profetas o sacerdotes, la tierra puede ser
la tierra prometida, puede llevar un nombre ilustre. Todo está borrado: no hay más que una pura
presencia, llamativa por su dolor y humillación. Es un brote, la vida continúa, pero la tierra apenas
puede alimentarlo. Es hombre, pero desfigurado; vive en sociedad, pero despreciado; a los dolores y
sufrimientos corporales se une el abandono de los demás, que interpretan el sufrimiento como castigo
de Dios, y temen contagiarse si se acercan, y se tapan el rostro para protegerse de él. O bien, según
otra traducción, él se tapa el rostro abochornado... (Luis Alonso Schökel, Profetas I).
SEGUNDA LECTURA
La combinación de estos dos textos el día de hoy pretende subrayar un solo pensamiento: la
solidaridad salvadora del Hijo con los seres humanos, de la cual se siguen claras consecuencias de
seguridad y confianza en él.
El Nuevo Testamento no cuenta la Pasión y Muerte de Cristo desde un punto de vista sentimental o
pietista, sino para acentuar en los creyentes las dimensiones de confianza, esperanza y amor, al poner
de manifiesto lo hondo de la acción del Señor Jesús.
La consecuencia es evidente: el Viernes Santo es día de Esperanza. Ante las pruebas totales y
concretas del amor de Dios a los seres humanos, es inevitable tenerla. Y responder a ese Amor con
semejante actitud. Hasta la muerte, si es preciso.
FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net
EVANGELIO
HA SIDO LLEVADO A TÉRMINO
Son las últimas palabras de Jesús desde la cruz en el evangelio de Juan. El evangelista las ha introducido
para el lector un poco antes: Sabiendo Jesús que ya todo había sido llevado a término (19,28).
Esta indicación del evangelista evoca al lector otra similar en el solemne preámbulo a la última cena:
Sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los
suyos, los amó hasta el término (13,1).
De la mano de ella la mirada del lector se retrotrae desde la cruz al pozo de Jacob, donde Jesús habla a sus
discípulos de llevar a término un trabajo (4,34). La formulación de la misión de Jesús con vocabulario
laboral vuelve a repetirse en esa misma conversación, al decir Jesús más adelante a sus discípulos que él
les envía a cosechar donde ellos no se han fatigado: son otros los que se han fatigado (4,38). El capítulo
siguiente, a raíz de la curación de un enfermo, aclarará adecuadamente quiénes son estos otros: Mi Padre
sigue trabajando y yo también trabajo (5,17). Los otros a los que Jesús se refiere en la conversación
con sus discípulos son Dios Padre y él mismo. De ahí que no sea en absoluto casual que el evangelista
haya presentado a un Jesús fatigado sentándose junto al pozo de Jacob (4,6).
En la cena previa a la cruz, Jesús se dirige a su Padre en estos términos: Yo he manifestado tu gloria en
la tierra, llevando a término el trabajo que me encomendaste (17,4). De esta manera, el arco de la
vida de Jesús ofrece unos rasgos nítidos e inequívocos de comunidad y coherencia de trabajo con el
Padre.
La conversación de Jesús con su Padre en esa cena previa a la cruz nos aclara también el contenido del
trabajo. He manifestado tu nombre a los hombres (17,6). Es lo mismo que ya se había formulado al
comienzo del evangelio: Nadie ha visto jamás a Dios; el Hijo único, Dios, que estaba al lado del
Padre, lo ha explicado (1,18). Los esfuerzos de Jesús, el trabajo de Jesús ha consistido en explicar a
Dios, en revelar a Dios, en hacer ver quién y cómo es Dios. Trabajo denodado y costoso. Tan denodado y
costoso, que su realización plena es la cruz.
Miro hacia esa cruz y, anonadado, doy gracias a Jesús por su exégesis de Dios, por su explicación de
Dios. Miro hacia esa cruz y, agradecido, confieso con los samaritanos: Eres realmente el Salvador del
mundo (4,42).
ALBERTO BENITO
alberto@dabar.net
SU SIGNIFICACIÓN VITAL
En esa actitud vio Isaías la solución a los problemas de su comunidad y nosotros a los profundos
dilemas de la humanidad. Por eso Juan Bautista señaló a Jesús como el cordero pascual, porque, como
él, los cristianos hemos leído su vida en esa clave. Jesús decidió vivir en una actitud de servicio, suena
hoy mejor que sacrificio, para que todos, pero especialmente los más desprotegidos, encontráramos
salida a la vida, futuro a nuestro limitado horizonte, esperanza a la insistente pesadilla del sufrimiento
y el mal, alegría en la repetida experiencia del llanto y la tristeza.
Su vida, vivida en esa decisión de ofrecimiento por los demás, parece una locura por la renuncia que
supone a disfrutarla y a realizar lo que son las grandes aspiraciones del ser humano, pero la lectura de
la pasión de S. Juan, que invitamos a releer en la tranquila soledad de casa o en cualquier momento, es,
precisa y paradójicamente, un encuentro continuo con la sorpresa, porque el que se ha hecho víctima a
favor de los demás es, curiosamente, el ser humano más completo y feliz.
La libertad de Jesús para prescindir de las pequeñas cosas que constituyen nuestro sentido de felicidad,
su personalidad para no acobardarse ante los poderosos, su señorío ante los que pensaban amedrentarle
con la demostración de su fuerza.
Todo en este Jesús es majestuoso, pero por dentro. Sin boato, sin corte, sin ejército, sin grandezas
externas, muestra toda la grandeza de un ser humano que nos seduce por su sencillez, su confianza en
Dios, su sentido realista de acogernos tal y como somos. En su ofrecimiento de la vida, en su sencillez
humana, en su cercanía religiosa, tan vital, tan centrada en los problemas humanos, en su comprensión
de nuestras dudas y debilidades, muestra que es un ser divino y es horizonte de invitación a asumir la
cruz para dar vida a este mundo que sigue matando a tantos inocentes.
JOSE ALEGRE
pepe@dabar.net
LA LITURGIA DE HOY
MONICIÓN DE ENTRADA
Es un día muy lleno de celebraciones. Procesiones, oficios, vía Crucis. Cada uno tiene sus
preferencias. A unos les conmueve más la representación plástica y teatral de la tortura y la muerte de
Jesús a través de las imágenes que la devoción popular ha encargado a los artistas para expresar los
sentimientos que cada uno tiene.
A otros recorrer el camino de la Cruz deteniéndose en los momentos especiales de ese camino para
reflexionar sobre el camino de nuestra vida.
Ahora vamos a celebrar el llamado oficio del viernes santo. Se divide en tres partes: Liturgia de la
Palabra con la oración universal. Adoración de la Cruz. Rito de la Comunión.
ORACION UNIVERSAL
Con todo lo que está cayendo sobre nuestro mundo, con tanta necesidad y tantas situaciones duras y
dramáticas que conocemos, dirigimos a Dios una oración que hyo, todos los cristianos, en cualquier
lugar rezaremos por un cambio de la humanidad.
ADORACION DE LA CRUZ
¿De qué madera estamos hechos? Los humanos tenemos una cruz, la de ser solo humanos. Podemos
llevarla sin ánimo o podemos llevarla con ánimo contagiando a otros nuestra esperanza. Mejor si
miramos cómo la llevó Jesús, porque Él nos dice que la Cruz pasa y pronto llegará la vida que
anhelamos.
RITO DE LA COMUNION
El pan que sobró de la cena de ayer es el que vamos a comer ahora. Es el pan que da vida. Es el pan de
Dios que alimenta la esperanza, el amor y la confianza, tan importantes para vivir. Jesús nos lo da.
Nosotros podemos darlo, no se acaba, se multiplica. Y otros necesitan alimentarse de esta pan para
alimentar su sentido de la vida.
DESPEDIDA
Quizás nos queda la sensación de que al celebrar su tortura y su muerte todo queda en eso. El
acompañamiento a Jesús en su e4ntierro, tan masivo, puede dar la impresión de que Jesús sufre, muere
y se acabó. Sería un mal mensaje. El buen mensaje, el evangelio, es que superó la muerte y anunció la
superación del mal y abrió así el mundo a la esperanza.
CANTOS PARA LA CELEBRACIÓN
Entrada. En silencio total.
Salmo Responsorial: LdS o el estribillo del salmo A tus manos, Señor mi Dios (disco "Viviremos con
Él").
Aclamación antes del Evangelio: Cristo por nosotros (disco "Hoy vuelvo de lejos").
Lectura de la Pasión: Se puede intercalar alguna melodía sencilla, por ejemplo, Perdona a tu pueblo,
Señor.
Adoración de la Cruz: Oh, Cruz fiel (disco "Cantos para el año litúrgico"); Victoria, tú reinarás; A la
hora de nona (disco "Cristo libertador"); Oh Cruz, te adoramos (de Madurga).
Comunión: Delante de ti, Señor mí Dios (disco "Cantos para participar y vivir la Misa"); Cerca de ti,
Señor; Acerquémonos todos (2CLN-O 24).
VIGILIA PASCUAL
DIOS HABLA
1ª lectura: Gn 1,1 - 2,2
2ª lectura: Gn 22,1-18
3ª lectura: Ex 14, 15 - 15, 1
4ª lectura: Is 54, 5-14
5ª lectura: Is 55, 1-11
6ª lectura: Ba 3, 9-15.32-4,4
7ª lectura: Ez 36, 16-28
EPÍSTOLA
Típico texto de la Cristología/soteriología y antropología teológica paulina. Pablo presenta a Cristo en
función de los demás seres humanos y a los seres humanos en su relación de unión con el Señor.
En el texto hay menciones de la muerte y resurrección de Cristo. Ambos están lejos de ser sucesos que
afecten sólo a Cristo, sino a los seres humanos que se unen a ellas. Evidentemente se trata de una
transformación para la salvación humana. Esta unión de Cristo y el cristiano se da en el bautismo y en
la fe (piénsese en el bautismo de adultos como modelo en que la relación fe-bautismo es clara). A
partir de ahí, como explica el texto nos hacemos solidarios con el Señor muerto y resucitado, igual que
él se ha hecho solidario con la raza humana en la encarnación.
La nueva condición humana es descrita en estos versículos con las imágenes de vida y libertad que se
repiten a lo largo del capítulo. Especialmente el paso “de la muerte a la vida” intenta visualizar la
transformación ocurrida. Lo cual indica su profundidad. Supera con mucho los límites de la ética o la
moral para colocarse en el plano del ser, que san Pablo describirá otras veces con vocabularios como
“creatura nueva” “ser humano nuevo”…
Dos consecuencias también presentes en esta perícopa: la primera es que esta vida nueva, siendo
humana como es, es operativa y no sólo interna. Tiene actividades conforme a la nueva condición,
pero no es automática, sino requiere actitudes por parte del ser humano unido con el Señor. Por eso en
el texto se combinan expresiones en indicativo, que expresan lo ya ocurrido y lo que de hecho se es, y
en tiempos de exhortación, que animan a vivirlo, a no dejarlo. Con Cristo hemos muerto al pecado,
pero hemos de considerarnos muertos a él y no volver a la situación anterior. Tenemos vida nueva,
pero hay que vivirla para Dios. Es una tensión entre el ser y el obrar conforme a ese ser.
La segunda: una nueva tensión entre lo que ya se es y lo que todavía no ha llegado y se espera. Ambos
extremos a la vez.
FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net
EVANGELIO
Texto. Tres mujeres, identificadas con precisión. Amanecer del domingo (primer día de la semana en
cómputo judío). Las tres mujeres van al sepulcro para hacer lo que había quedado inacabado el viernes:
ungir y perfumar el cadáver de Jesús. Un único obstáculo les preocupa: la pesada piedra rodante cerrando
el acceso al sepulcro excavado en la colina. Pero constatan que la piedra ha sido ya corrida.
Entran en el sepulcro y ven dentro a un joven con una túnica blanca. En este preciso momento el susto se
apodera de ellas y ya no las abandona. El evangelista refuerza esta reacción con todo tipo de reacciones
sinónimas: huida, espanto, temblor, miedo.
Al lector del evangelio de Marcos, el joven con túnica blanca se le antoja un trasunto del joven envuelto
en una sábana la noche del arresto de Jesús (14,51-52). Entonces, el joven se les escapó a los que querían
arrestarlo, en un anticipo de la situación que se encuentran las tres mujeres el domingo de madrugada.
Jesús se le ha escapado a la muerte, aunque ellas no lo identifican como Jesús y, por eso mismo, les
produce miedo.
Este Jesús, no identificado por ellas como Jesús, les descubre la nueva realidad de su persona: el
nazareno crucificado ha resucitado. Y les encarga hacérselo saber a los discípulos. Encargo que el
espanto malogrará.
Puntos de reflexión. La única reacción humana que el evangelista Marcos considera noticiable a la vista
del sepulcro vacío es la de susto y espanto. Y nosotros podemos preguntarnos hoy si cabía otra distinta,
para, acto seguido, deber responder que probablemente no cabía otra. ¿Quién no se identifica con aquellas
tres mujeres que todavía tenían viva en su retina la durísima escena de José de Arimatea depositando en el
sepulcro el cadáver de Jesús la tarde del viernes? ¿Quién de nosotros no habría sido también presa del
mismo susto y del mismo espanto al no ver el cadáver en el sepulcro?
Pero, por ello mismo, el que Marcos haya considerado noticiable la reacción de las mujeres tiene para
nosotros un valor impagable: las testigos del sepulcro vacío no eran ni crédulas ni propensas a la
credulidad. Un Jesús resucitado no entraba en absoluto ni en su mente ni en su imaginación. El nazareno
resucitado no fue ninguna creación humana.
ALBERTO BENITO
alberto@dabar.net
Ellas buscaban cariñosamente su cuerpo para seguir cuidando con aromas al que habían servido en su
vida mortal. Nosotros sabemos que “ese Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor hay
libertad”. ( 2 Cor 3, 17 ).
Liberado de la muerte por la acción del Espíritu de Dios, Jesús comienza la etapa gloriosa de su vida
que ha merecido con su predicación y su cruz. “Según el plan previsto por Dios, lo crucificasteis por
mano de gente sin ley y le disteis muerte. Pero Dios, liberándolo de los rigores de la muerte, lo
resucitó”. ( He 2, 23-24 ). Así lo proclamó san Pedro el día de Pentecostés en Jerusalén. Así lo
proclamamos todos nosotros para nuestra salvación.
Dejemos que el gozo de la victoria de Jesús y de su nueva presencia entre nosotros nos llene el alma de
alegría. Nos podemos ayudar imaginando el encuentro del resucitado con su madre y con los que
habían estado a su lado durante su terrible agonía en la cruz. Dejémonos invadir de la sorpresa y,
guiados por la fe, acerquémonos con gozo a la contemplación de su persona glorificada.
La experiencia primaria de los apóstoles fue que Jesús vive glorificado en Dios.
Pero su nueva etapa de vida es la plenitud de nuestra salvación que Pedro resume con estas
palabras:”A este Jesús lo resucitó Dios, y todos nosotros somos testigos de ello. Exaltado a la diestra
de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido y lo ha derramado”. ( He 2, 32-33).
Toda la vida de Jesús, lo que dijo y lo que hizo, son una revelación de Dios. Esta luz queda
intensificada con su resurrección en la que se nos manifiesta el amor y la fidelidad de Dios.
Esta manifestación de Dios nos afecta directamente también a nosotros, porque “ con Cristo Jesús nos
resucitó y nos sentó en el cielo” escribe san Pablo ( Ef 2, 6 ). Así completó nuestra salvación,
abriéndonos a todos las puertas de la casa del Padre:”Ve a decir a mis hermanos: Subo a mi Padre y
vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios”. ( Jn 20, 17 ).
Jesús Resucitado es el mismo que predicó el Reino de Dios y murió en la cruz. Por eso su resurrección
completa su mensaje sin prescindir de toda su enseñanza y revelación durante su vida mortal. De ahí
que nosotros, al emprender una vida nueva, tenemos como camino y meta los valores y ejemplos que
él predicó.
Estas palabras resumen la experiencia pascual de María Magdalena. También resumen nuestra
experiencia de la resurrección de Jesús. Como Pablo, nosotros no hemos conocido a Jesús en carne
mortal, lo cual es una ventaja para contemplar su persona glorificada. En cambio María Magdalena
tardó ansiosamente en encontrarle porque le buscaba en la forma de siempre; necesitó una ayuda del
Señor para alcanzar la altura de su nueva existencia.
Nosotros seguimos el mismo proceso de los primeros testigos. Es la Iglesia que nos proclama la gran
verdad que dijeron la madrugada pascual unos personajes con vestidos refulgentes:”No está aquí, ha
resucitado”. ( Lc 24, 6 ).
Aceptamos por la fe este mensaje de la Iglesia y seguimos los pasos de los primeros testigos: Sorpresa,
miedo, huida, incredulidad, duda, silencio, espera, signos, FE, iluminación, adoración, alegría, fuerza,
compromiso, testimonio.
LA VIGILIA DE HOY
RITO DEL FUEGO
ENTRADA
Nos hemos reunido para celebrar el acontecimiento que fundamenta nuestra fe y da sentido a nuestra
vida y a toda la historia de nuestra salvación: la resurrección de Jesús de Nazaret, nuestro Señor.
Esta gran misterio nos abre sus misteriosas puertas para que desde nuestra fe nos adentremos en las
riquezas de salvación que contiene.
Sabemos que Dios es trascendente e inefable pero que ha tenido la condescendencia de acercársenos
en Jesús.
A lo largo del año litúrgico, especialmente de la cuaresma y de este triduo pascual, nuestra madre la
Iglesia, sirviéndose de medios y símbolos acumulados por la fe, la piedad y la historia cristiana, nos ha
ido adoctrinando en los misterios de nuestra salvación.
Esta noche bajo el símbolo de la luz nos enseña la presencia de Jesús Resucitado, vencedor de la
muerte.
PREGÓN PASCUAL
Ante este cirio que significa con su luz la presencia de Jesús resucitado en medio de nosotros, después
de incensarlo con devoción, se proclamará el pregón pascual.
Es un texto poético, como no podía ser de otra manera, en el que la Iglesia da salida al profundo gozo
que sentimos ante la novedad de Jesús Resucitado.
Unámonos al gozo de los primeros testigos de la resurrección del Señor, para sintonizar con las
hermosas palabras de este texto litúrgico.
LITURGIA DE LA PALABRA
Después de la bendición del fuego y del pregón pascual, entramos en la segunda parte de esta
celebración.
Escucharemos diversas lecturas del Antiguo Testamento. A lo largo de ellas veremos resumida nuestra
historia de salvación, desde la creación del mundo y la liberación del pueblo de Israel hasta las
promesas de Dios que anunciaban la plenitud de los tiempos que se realizó en Jesús de Nazaret, el
Mesías, el Hijo de Dios.
Entre cada una de las lecturas se intercalará un canto de meditación y una oración del sacerdote.
MONICIÓN A LA EPÍSTOLA
San Pablo nos recordará que nuestro bautismo nos ha unido a la muerte y a la resurrección de Jesús.
A partir de esta gracia de Dios, también nosotros hemos recibido el Espíritu que resucitó a Jesús de
entre los muertos.
Por esta gracia de Dios Padre, hemos sido hechos hijos de Dios también nosotros. Por eso esta noche
renovaremos las promesas de nuestro bautismo.
SALMO RESPONSORIAL (Sal 117)
Aleluya, aleluya, aleluya.
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Aleluya, aleluya, aleluya.
La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa. No he de morir, viviré para contar
las hazañas del Señor.
Aleluya, aleluya, aleluya.
La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Aleluya, aleluya, aleluya.
LITURGIA BAUTISMAL
-Para que en esta noche de tanta gracia, participemos de la alegría de Jesús Resucitado al visitar a su
Madre. Oremos.
-Para que en esta noche del triunfo de Jesús Resucitado sobre la muerte, crezca nuestra esperanza.
Oremos.
-Para que la sorpresa y el gozo de las tres mujeres junto al sepulcro, nos llegue también a nosotros.
Oremos.
-Para que la nueva presencia de Jesús resucitado entre nosotros sea un alivio y consuelo para todos los
que sufren. Oremos.
-Para que la bandera blanca de Jesús Resucitado sea un signo de paz que alcance a todas las naciones.
Oremos.
-Para que sepamos contagiar alegría y esperanza con nuestra vida, especialmente al lado de los pobres
y de los que sufren. Oremos.
-Para que la renovación de las promesas del bautismo que hemos hecho, sean de verdad un
crecimiento en el seguimiento de Jesús. Oremos.
-Para que la Resurrección de Jesús nos confirme en la fe en la vida eterna. Oremos.
Oración. Escucha, Padre, las peticiones de tus hijos que esta noche, llenos de alegría, celebramos la
vida gloriosa de tu Hijo Jesús; concédenos participar de su vida nueva y alcanzar para todo el mundo
los frutos de su resurrección. Por Jesucristo nuestro Señor.
DIOS HABLA
HECHOS 10, 34a.37-43
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: «Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos,
cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret,
ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos
por el diablo, porque Dios estaba con él. Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en
Jerusalén. Lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver,
no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a nosotros, que hemos comido y bebido
con él después de su resurrección. Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que
Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que los que
creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados».
COLOSENSES 3, 1-4
Hermanos: Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo,
sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto,
y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces
también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria.
EXEGESIS
PRIMERA LECTURA
Los discursos de Hechos contienen elementos claros del primer anuncio cristiano. Nos remontan, si los
sabemos leer, a los momentos iniciales del cristianismo, no para satisfacción histórica solamente, sino
para algo más.
Los elementos esenciales del cristianismo, tal como se decían en un principio y han de decirse siempre,
son: existencia histórica y real de Jesús, con su acción liberadora y presencia de Dios salvadora entre
nosotros. Realización y culminación de esa acción en la muerte y resurrección de Cristo. Repercusión
salvadora de todo ello en los creyentes de entonces y de todos los tiempos.
Conocemos bien estos elementos, pero tenemos una acusada tendencia a no ver el bosque por causa de
los árboles. Los cristianos actuales, no sólo los de a pie, sino probablemente más aún los dirigentes,
tendemos a añadir a lo fundamental una serie de parafernalias eclesiales que, en realidad, ocultan más
que muestran lo esencial del mensaje.
El cristianismo existe porque existió Jesús y no porque exista la Iglesia, que es algo claramente
subordinado, a pesar de todo. El mensaje de Jesús puede reducirse a ese "pasó haciendo el bien". Quería
decir que Dios estaba a favor del ser humano de modo incondicional y real. No se trataba de enseñar una
moral o de poner en marcha mecanismos religiosos. Tales cosas vendrían por añadidura y sólo son
necesarias en la medida en que realicen de veras la transmisión y vivencia del mensaje de Jesús. Mensaje
que no es mero anuncio, sino Persona que ama y es amada por sus seguidores, que vive y da vida a
quienes se abre a Él.
Convendría profundizar y centrarse en ese núcleo cristiano, que resulta atractivo también ahora de forma
especial, olvidándonos del resto. Porque, si somos sinceros, la Iglesia institución es hoy el principal
obstáculo para creer en Jesús. Por eso tenemos que volver a lo central que se nos presenta en esta lectura.
FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net
SEGUNDA LECTURA
No es inútil insistir en ese enfoque salvífico de la Resurrección, o casi mejor, del Cristo Resucitado
porque es un tema todavía no integrado en las concepciones cristianas más extendidas.
Realmente se trata de percibir y vivir la vida nueva en la que nos hemos insertado por el bautismo y la
fe. Es una nueva forma de existir que lleva consigo una nueva actuación.
Algo característico del texto de Colosenses es destacar, además de la dimensión operativa de esa vida
– si no, no sería realmente vida – el hecho de que no aparezca del todo patente, sino está escondida de
alguna manera, como el mismo Cristo estuvo escondido en su vida y muerte y, aun ahora, ya
resucitado, no es alguien a quien se pueda ver y tocar en su dimensión gloriosa y resucitada. De ahí
que los cristianos todavía hayamos de esperar algo venidero, aunque viviéndolo como ya presente.
FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net
EVANGELIO
Texto. El relato se abre con la constatación hecha por María Magdalena en la madrugada del domingo
de la losa removida a la entrada del sepulcro de Jesús (v.1). A partir de aquí se desarrolla una acción,
con las siguientes peculiaridades llamativas. Primera: empleo del verbo en plural cuando la lógica
exigía el singular. María Magdalena informa en los siguientes términos: Se han llevado del sepulcro
al Señor y no sabemos dónde lo han puesto (v.2). Comentando que el discípulo amado vio y creyó,
el evangelista escribe: Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura (v.9). Segunda: La
carrera simultánea de Simón Pedro y del discípulo amado al sepulcro, el orden de entrada en él y la
actitud de cada uno de ellos. El discípulo amado es el primero en llegar, pero no entra (vs.4-5); llega
después Simón, entra y ve (v.6-7); por último, entra el discípulo amado, ve y cree (v.8). De Pedro se
dice que entra y ve; del discípulo amado, que entra, ve y cree. De Pedro no se dice que creyera y, por
tanto, no puede estar incluido en el sorprendente plural del v.9.
Comentario. La losa removida es un dato históricamente fundamentado y cierto. Pero, como ante
cualquier hecho histórico, caben ante él diversas interpretaciones. El cuarto evangelista tipifica tres de
ellas: robo, suspensión de juicio, fe.
La primera (el robo) es la representada por María Magdalena. Sin duda, el evangelista no ignoraba
que habían sido varias, y no sólo Magdalena, las mujeres que habían visto vacío el sepulcro de Jesús la
madrugada del domingo. De ahí el no sabemos del v.2. Pero el evangelista no está interesado en dar la
crónica de aquella madrugada, sino en tipificar las diferentes interpretaciones que se dieron del
sepulcro vacío. Y esta primera (el cadáver ha sido robado) fue la más madrugadora y espontánea.
La segunda interpretación (suspensión de juicio) es la representada por Simón Pedro: ve, observa con
detención, pero no va más allá. Cualquier juicio queda en suspenso, preso como se está de la
perplejidad.
La tercera interpretación (fe) es la representada por el discípulo amado: ve, observa con detención y
cree. ¡JESÚS VIVE! ¡JESÚS HA RESUCITADO!
Esta tercera interpretación es la completa, la perfecta. Las dos primeras son parciales, provisionales.
De hecho, el evangelista las completará más adelante: Jn. 20,11-18 en el caso de María Magdalena;
Jn.21,1-19 en el caso de Simón Pedro. En este sentido, hay que decir que se trata de posturas
comprensibles en el proceso de maduración creyente.
ALBERTO BENITO
alberto@dabar.net
LA MISA DE HOY
MONICION DE ENTRADA
Bienvenidos a esta celebración, la del día primero de la semana, en la que, reunidos como los
discípulos del Señor, Él viene a ponerse en medio y hacernos su regalo de Pascua: transmitirnos la Paz
a todos nosotros. Cada domingo del año será la repetición de esta celebración, porque en ella nos reúne
lo fundamental de nuestra fe: que con su muerte y resurrección Jesús nos ha salvado, nos ha dado
nueva vida, nos ha hecho hombres y mujeres nuevos.
En la celebración que ahora comienza, os invitamos a, como los discípulos de Jesús, ir hasta el
sepulcro donde le habían puesto, y vivir una experiencia radical. Ojalá hoy salgamos todos del templo
distintos, como les ocurrió a ellos. Bienvenidos a esta celebración del día de la Pascua
RITO DE LA ASPERSIÓN
El agua limpia. El agua refresca. El agua da vida. Precisamente por eso el agua cumple un lugar tan
importante como símbolo en la Pascua. Nos recuerda nuestro bautismo, que es una forma de recordar
nuestro segundo nacimiento, el nacimiento a la fe. Nos recuerda que también en nuestro bautismo se
nos limpió del pecado, y que debemos caminar siempre en una tarea constante de limpieza en la que
evitarlo y procurar el bien. Nos recuerda también que en el bautismo Dios nos hizo sus hijos, y que ése
es el mayor aliento y refresco que podemos tener cuando nos cansamos en el camino de la vida.
Que el agua que vais a recibir os recuerde que sois hombres y mujeres nuevos, y que caminando como
tales os veáis llenos de fuerza, de vida y de su aliento, para poder de esa manera manteneros limpios de
pecado hasta la vida eterna.
ORACIÓN COLECTA
Padre del Cielo, que no quieres la muerte del pecador, sino regalarle tu propia vida: transforma
nuestros corazones lavados por el agua del bautismo para que la gracia que entonces nos regalaste
crezca en ellos día a día.
MONICIÓN AL EVANGELIO
Ante la resurrección, ante la idea de la vida después de la muerte, pueden surgir en nuestros corazones
muchos interrogantes. Podemos ver incluso como nuestra fe necesita mayores evidencias. Sólo con un
corazón capaz de ver, entender y aceptar, más allá de nuestra razón, podremos alcanzar la fe que hoy
nos reúne y debemos hacer cada día más fuerte.
ORACIÓN OFRENDAS
Nada podemos darte que tú antes no nos hayas regalado. Al ponernos ante ti, Señor, con nuestras
manos vacías, queremos ofrecerte hoy nuestro esfuerzo por seguirte, nuestras dudas y temores, nuestra
necesidad de evidencias, para que tú nos desmontes y hagas crecer a cambio nuestra alegría y nuestra
deseo de seguirte.
PREFACIO
Sólo podemos expresar hoy nuestra alegría que se resume en un ¡Aleluya!. Has vencido a todas las
dificultades; has sido fiel hasta la muerte; lo has dado todo por nosotros; cada uno de tus gestos es la
prueba de tu amor. Tú, que prometiste tantas cosas, has hecho realidad hasta la más difícil de tus
promesas. Confiamos en ti, y por eso sabemos que la muerte ya no manda en nuestra vida, y que
podemos vivir como resucitados, libres, tomados de tu mano, lejos del pecado que es la peor de las
muertes. Por eso nos unimos a toda la humanidad y a toda la creación dándote las gracias por este gran
regalo de tu amor.
ORACIÓN GRACIAS
Danos, Señor, tu misma vida, tu misma fuerza; que seguirte de cerca nos ayude a no desviarnos; que
tenerte presente, vivo y resucitado, nos muestre bien el camino para que dejemos así la vida de las
tinieblas y del pecado y no haya ninguna otra cadena que la del fuerte amor que nos regalas
y te agradecemos.
BENDICIÓN FINAL
-Que el Padre del cielo, que jamás nos da la espalda a pesar de nuestras debilidades, llene vuestras
vidas de bendición.
-Que su hijo Jesús, el Resucitado, llene vuestros corazones de la Paz que transmite como regalo de la
Pascua.
-Y que su Espíritu os aliente para caminar cada día como hijos de la luz, resucitados y vivos con
Cristo.
Director: José Ángel Fuertes Sancho ·Paricio Frontiñán, s/n· Tlf 976458529-Fax 976439635 · 50004
ZARAGOZA
Tlf. del Evangelio: 976.44.45.46 - Página web: www.dabar.net - Correo-e: dabar@dabar.net