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enferm y los mdicos le dieron pocas horas de vita. El pap, un electricista, hombre de fe, enloqueci cont el Pontfice - y en aquella locura tom un autobs para ir al Santuario mariano de Lujan, distante 70 km: Lleg ah pasadas las 9 de la noche, cuando todo estaba cerrado. Y comenz a rezar a la Virgen, con las manos aferradas a la reja de fierro. Y rezaba, y rezaba, y lloraba, y rezaba y as, permaneci toda la noche. Pero este hombre luchaba: luchaba con Dios, luchaba junto a Dios por la sanacin de su hija. Luego, despus de las 6 de la maana, fue al terminal, tom el bus y lleg a casa, al hospital, a las 9, ms o menos. Encontr a su esposa llorando. Se imagin lo peor. Qu ha pasado? No entiendo, no entiendo! Qu ha pasado?. Han venido los doctores y me han dicho que la fiebre ha pasado, que respira bien, que no tiene nada! La dejarn en reposo por dos das ms, pero no entienden qu cosa ha pasado!. Esto todava sucede, eh?, los milagros existen!. Pero es necesario orar con el corazn, concluy Francisco: Una oracin valiente, que lucha por llegar a aquel milagro; no aquellas oraciones de circunstancia, Ah, rezar por ti: rezo un Padre Nuestro, un Ave Mara y, despus me olvido. No: oracin valiente, como aquella de Abraham que luchaba junto al Seor por salvar la ciudad, como aquella de Moiss que tena las manos en alto y se cansaba, rezando al Seor; como aquella de tantas personas, de tanta gente que tiene fe y con la fe reza, reza. La oracin hace milagros, pero debemos creer! Creo que podemos hacer una bella oracin y decirle hoy, durante toda la jornada: Creo, Seor, ayuda a mi incredulidad ... y cuando nos piden rezar por tanta gente que sufre en las guerras, los refugiados, por todos los dramas de la actualidad, rezar al Seor, pero con el corazn: Hazlo!, sino decirle: Creo, Seor. Ayuda a mi incredulidad que tambin est en mi oracin. Hagamos esto, hoy. (RC-RV)