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Psicología y feminismo: Historia olvidada de mujeres pioneras en Psicología
Psicología y feminismo: Historia olvidada de mujeres pioneras en Psicología
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Psicología y feminismo: Historia olvidada de mujeres pioneras en Psicología

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Un libro sobre las dos primeras generaciones de mujeres psicólogas de 1879 a 1930, en los Estados Unidos, cuna visible de la Psicología como disciplina científica moderna. Sorprende descubrir hasta qué punto las mujeres psicólogas han sido sistemáticamente borradas de las narraciones históricas de la disciplina, perpetuándose el mito de una historia sin mujeres, mucho más cuando se constata que estuvieron presentes desde el comienzo de la institucionalización de la Psicología como ciencia, a pesar de las barreras y exclusiones de género. Sus nombres y contribuciones se han perdido con el paso el tiempo, se les ha negado reconocimiento y sus actividades han sido infravaloradas. Pero no se puede negar su existencia. Este libro trata de recuperar sus experiencias y analizar situaciones marcadas por la división sexual. Se analizan los mecanismos de exclusión que se alzaron respecto a sus compañeros, pero sin hacerlas víctimas pasivas de diferentes opresiones, porque ellas mismas crearon mecanismos de resistencia individual y colectiva. Un libro que, pese al paso del tiempo, hace caer en la cuenta de la analogía y actualidad de las situaciones vividas por las pioneras, como se expone en el Prólogo.
LanguageEspañol
Release dateMay 23, 2023
ISBN9788427730793
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    Psicología y feminismo - Silvia García Dauder

    Silvia García Dauder

    Psicología y Feminismo

    Historia olvidada de

    mujeres pioneras en Psicología

    NARCEA, S. A. DE EDICIONES

    A mi madre, M.ª José, a mi padre, Federico

    y a mis hermanos, Marta y César.

    No os elegí y, sin embargo, si pudiera elegiros os elegiría

    una y mil veces. De hecho os elijo cada día.

    A Carmen.

    Índice

    Prólogo, por Margot Pujal i Llombart

    Introducción. Mujeres pioneras en Psicología (Estados Unidos, 1879-1930)

    I. Mecanismos de exclusión

    1. Legado misógino y reaccionario de los psicólogos

    Androcentrismo y masculinidad en la «más nueva de todas las ciencias»

    La construcción psicológica de la diferenciación sexual

    2. Mecanismos institucionales de exclusión y barreras informales

    «Estudiantes especiales» y sin sentar precedentes

    Mary Calkins y las políticas de la Universidad de Harvard

    Respuestas a la amenaza de feminización

    ¿Desprestigio del trabajo práctico, del trabajo femenino o del trabajo realizado por mujeres?

    La Sociedad de Psicólogos Experimentales

    3. Las sujeciones de la feminidad

    La segregación sexual de esferas y el dilema entre matrimonio o carrera

    El imperativo familiar y las ataduras del cuidado

    Las hormas de los corsés generizados

    La mujer científica: una «contradicción en sus propios términos»

    II. Mecanismos de resistencia

    4. Estrategias individuales de supervivencia académica

    «Salida, voz y lealtad»

    «Una mujer debe ser anormalmente brillante para combinar encanto y concentración»

    5. La investigación como práctica feminista

    Condiciones del feminismo científico

    La controversia entre Mary Calkins y Joseph Jastrow (Wellesley-Wisconsin)

    Pero ¿son los sexos tan diferentes? El laboratorio feminista se pone a trabajar

    Leta Stetter Hollingworth y los dobles raseros en Psicología

    Jessie Taft: el conflicto psicológico de las mujeres como motor de progreso social

    6. Redes colectivas de apoyo y resistencia

    Los colleges de mujeres: un «Edén sin Adán» o un obstáculo inevitable en la carrera profesional

    La exclusión agudiza el ingenio: la Association of Collegiate Alumnae (ACA)

    Redes de mujeres en la (con)fusión ciencia-reforma

    Apoyos teóricos e institucionales de académicos feministas

    7. Resistencias personales transgresoras y estrategias de mascarada

    Soltería y «matrimonios de Wellesley»

    La ficción reguladora del sexo y la feminidad como mascarada

    8. Epílogo

    Articulaciones entre Psicología y Feminismo

    La cuestión de la Psicología en el Feminismo de la primera ola

    La cuestión del Feminismo en los orígenes de la Psicología como ciencia

    Bibliografía y referencias

    Prólogo

    Su experiencia es nuestro pasado en el presente…

    Prologar hace referencia, entre otras cosas, a la acción de preparar al/la lector/a para el disfrute máximo de la obra que sucede. Sin embargo es ésta una acción totalmente innecesaria y excesiva con relación al texto que me ocupa, puesto que la presente obra conlleva por sí misma un intenso, radical y lúcido placer de lectura. Por ello, para hacerle justicia, lo que quiero en este prólogo es no tanto hacerla hablar, como saborearla mediante un breve pero apasionado diálogo con ella, desde lo que he interpretado y para mí ha significado.

    Cien años han pasado (1879/1930-2005), desde el momento histórico en el que acontecieron las vivencias y experiencias que se narran y construyen en este libro, cuyas protagonistas son las dos primeras generaciones de mujeres psicólogas científicas en el contexto de los Estados Unidos, ‘cuna’ visible de la Psicología como disciplina científica moderna. Sin embargo, me pregunto ¿cuáles son las implicaciones, si las tiene, de este pasado para nuestro presente?

    Como mujer, psicóloga y científica del siglo XXI, según las categorías dominantes al uso, presa del mito —en absoluto inocente, como no lo es ningún otro mito— que proyecta la ausencia de mujeres en la historia de la Psicología científica e institucional, hasta algo avanzada la segunda mitad del siglo XX —aunque con amplias variaciones dependiendo de los países—, y que, además, proyecta la ausencia de mujeres psicólogas científicas con producción y/o prácticas de resistencia visibles, este libro ha sido para mí un auténtico ejercicio de descubrimiento de ‘un nuevo campo de ignorancia’, en palabras de la propia autora, como lo será, seguro, para la comunidad de psicólogos/as.

    Apertura de un campo de ignorancia, acerca de la memoria de las psicólogas científicas pioneras, que vislumbra una larga ausencia de lugares femeninos para la memoria con el vacío vital que ésta proyecta, puesto que, como señala Fina Birulés, «la memoria es una de las formas de dar sentido…. de decir, de ordenar la experiencia del presente¹», tanto de la realidad que nos envuelve como del propio self. Vaciar campos de ignorancia, por tanto, tiene profundas e intensas implicaciones para nuestra significación y nuestro estar en el presente. «El presente, decía Virginia Woolf, cuando cuenta con el apoyo del pasado, es mil veces más profundo que el presente cuando nos apremia tan de cerca que nada más se puede sentir, cuando la película en la cámara sólo produce impresión en la vista»².

    Aquí, nos preocupa el presente de la producción y de las prácticas académicas de las mujeres científicas que trabajan para lograr vivir una mayor igualdad social y un mayor respeto a la diversidad social. Presente que interpela directamente a la Psicología ‘científica’ feminista, pero no sólo, puesto que vivimos un momento histórico en el que las fronteras disciplinarias ansían disolverse dentro del marco universitario, en pro de complicidades transdisciplinarias, un tiempo, en el que, a la vez, se anhela traspasar dicho marco para reconciliar, de una forma más madura, ciencia y sociedad.

    Desde este pasado secreto, callado y excluido por los historiadores de la disciplina psicológica, pero incluido por Silvia García Dauder, se nos lleva a entender que las visibilizaciones de sexismo y segregación social entre los sexos en los distintos ámbitos, fuera y dentro de la academia, en las últimas décadas, desde los años 70 hasta el momento actual, en distintos países y universidades, mediante la producción de conocimiento realizado desde las perspectivas de las relaciones de género o desde perspectivas feministas —dentro de su pluralidad y debates—, no son en absoluto nuevas sino por el contrario muy ‘antiguas’, por lo que su sentido actual se renueva.

    Es como si, todavía en el presente (¡sí, aquí y hoy!), nuestras emociones y sentimientos confusos, provocados por la posición que se nos adjudica de traición o de intrusismo, o nuestra ‘conciencia bifurcada’, tuvieran, de repente, dónde amarrarse y tomar fuerza, y al mismo tiempo, pudieran proyectar otro futuro distinto y otras herramientas para construirlo. Como si, repentinamente, pudieran articularse, más fácilmente, a través de la palabra y desplazarse mediante ella proporcionando perspectiva y densidad. Y el grosor añadido a nuestro presente, nos diluyera como excepción o acontecimiento fortuito, y nos inaugurara como tradición, con pasado y futuro, y con un mayor grado de lucidez.

    Visibilizaciones que actualmente se multiplican a través de distintas disciplinas científicas (filosofía, historia, teoría literaria, sociología, medicina, biología, psicología, etc…), entre las que, por cierto, no destaca(ba) la Psicología sino más bien lo contrario, destaca(ba) su bajo nivel de producción crítica a este respecto. Sin embargo, a la luz del presente libro, creo que hemos de matizar el lugar que ocupa/ocupó la Psicología en la producción de teoría crítica feminista, más allá de su papel de regulación y de control social. Se trata de visibilizar también la potencia de la disciplina, aunque sea al ir poniendo al descubierto sus huellas o cierto ‘inconsciente femenino’ en su seno porque desandar lo andado no es del todo posible.

    Otra de las virtudes de este libro es que ejemplifica claramente cómo política y vida cotidiana van cogidas de la mano, sobre todo cuando hablamos de la acción de resistencia y/o de cambio. Pero ¿de qué tipo de resistencias se está hablando?

    Este relato historiográfico y encarnado al mismo tiempo, repleto de emocionantes detalles y matices, disfruta de una doble entrada, que es también su dimensión sincrónica y de despliegue de contextos microsociales. A través de éstos, se construyen maneras de exclusión heterogéneas, representadas a través del seguimiento de las normas y hábitos sociales de la época, así como una diversidad de formas de resistencia a las exclusiones, protagonizadas por estas mujeres, lo cual otorga al texto, desde mi punto de vista, un valor tremendamente innovador, puesto que subvierte las voces feministas ortodoxas, para dar cabida a una pluralidad de significados del resistir.

    Como formas de exclusión, se presentan los mecanismos ideológicos basados en el discurso naturalizador y biologicista de la mujer, ‘útero y cerebro tienen andares opuestos’, y en la construcción de la mujer como carencia, con relación al hombre. También las prácticas organizadas de construcción de clasificaciones y categorizaciones diferenciadoras entre estudiantes y profesores/as, varones o mujeres, ‘las científicas son mujeres muy poco mujeres’, o bien la segregación directa, como es el caso de la Universidad de Chicago, así como el despliegue de barreras profesionales diversas, o el desprestigio del trabajo práctico y aplicado a los problemas sociales, trabajo infantil, salud, etc. Todos ellos son cuidadosa y excelentemente presentados como un conjunto de mecanismos de exclusión institucionales. Resalta, en términos conceptuales, la exclusión que la autora denomina ‘barreras interpersonales y subjetivas’, refiriéndose al ‘family claim’ y a la ‘antinomia matrimonio o carrera’, puesto que pone de manifiesto que el patriarcado funciona de forma relacional y, por tanto, pone en juego la dimensión de sujeción de la subjetividad, como parte activa de las mujeres en su relación con el mundo.

    Las respuestas de resistencia a estas formas de exclusión también se multiplican en el texto, dibujando diferentes y creativas posibilidades, aunque no siempre conscientes en la cabeza de las mujeres. Destacan claramente por su innovación, a mi modo de ver, la posibilidad heterogénea de las resistencias individuales —‘Salida’, ‘Voz’, y ‘Lealtad’— a la reproducción del rol de género, por su énfasis en la subjetividad/agencia; también la contención estoica a exclusiones y humillaciones, o la sobrecualificación, o bien el exceso de excelencia tanto para demostrar la feminidad y el encanto, como para aplicarse en la tarea de la concentración (lo que no sabemos aquí, de todas formas, es el coste psíquico o físico de todo ese plus de esfuerzo, aunque por ser mujeres con poder, tanto desde el punto de vista de la clase social como de la ‘raza’, podemos suponer que disponían de recursos para repararlos, y que por lo tanto éstos serían menos disruptivos que en otros grupos de mujeres, ¿o no? En todo caso es sólo una suposición).

    Las resistencias ideológicas desplegadas por estas pioneras de la Psicología (artículos científicos que demostraban similitudes entre los sexos y ponían al descubierto sesgos sexistas en la manera de hacer ciencia) son, según la autora, las que más impacto tuvieron en la época dentro de la institución, por la propia naturaleza académica de ésta. Las mujeres hicieron de la adversidad virtud, al inaugurar una tradición crítica feminista, posibilitada por la ambivalencia y el conflicto subjetivo generado por su condición ‘transfronteriza’, de ‘intrusas’ o de ‘traidoras’. Este énfasis en lo subjetivo resalta nuevamente la relevancia que la noción de subjetividad puede tener en la comprensión de la transformación social, o dicho de otra manera, su naturaleza también política. Por otra parte, se señala cómo la construcción positiva de los ‘valores femeninos’ y de la Nueva Mujer también resultaron útiles como antídoto para la reforma social orientada al individualismo competitivo industrial de la época.

    En cuanto a las resistencias en forma de redes colectivas de apoyo, se apuntan los Colleges de mujeres o escuelas universitarias de la época, la Asociación de mujeres (ACA), la búsqueda de ‘mentores’ masculinos —versión actualizada—, y las Redes entre académicas y profesionales de la reforma, la ‘Hull House’ donde se proponía una nueva forma de entender la docencia y la investigación, —‘investigar y enseñar en relación’— propuesta que nueve décadas más tarde será formalizada por la brillante investigadora E.F. Keller. Propuesta que, tanto en aquel entonces como ahora, está muy lejos de caracterizar mayoritariamente la Psicología académica. Por otra parte, la autora identifica las resistencias personales y subjetivas, a través de dos estrategias distintas: la soltería o los llamados ‘matrimonios de Wellesley’, y el ser mujeres aplicadas en la feminidad como mascarada, estrategias que ilustran claramente la dimensión política de lo privado y subjetivo. En fin, un despliegue de estrategias que, lamentablemente, parece que tuvieron su declive al inicio de los años veinte, con el auge de una ideología individualista y meritocrática que rechazaba ‘favores especiales para con las mujeres científicas’, un declive que tiró por la borda, durante casi un siglo, un montón de tradiciones y contribuciones creativas. Un declive que sumió a la Psicología en un papel tristemente conservador.

    Y llegados aquí, me surge una pregunta inevitable: ¿convierte este prolongado tiempo físico (un siglo) al contenido del libro en lejano de nuestro presente? Parece que, a pesar del tiempo, este relato historiográfico de la disciplina de la Psicología nos habla, más que de lo nuevo o del progreso de las mujeres, de la reactualización y analogía de las situaciones.

    Como ejemplo, un estudio muy reciente, excelente y exhaustivo a mi modo de ver, realizado a finales del 2003, en mi universidad, la Autónoma de Barcelona, por Mª Jesús Izquierdo y su equipo de investigación, «El sexisme a la U.A.B. Propostes d’actuació i dades per a un diagnòstic»³, deja intuir experiencias y vivencias parecidas, un siglo después de los episodios de vida narrados por Silvia García Dauder. El estudio está principalmente relacionado con los aquí llamados mecanismos institucionales de exclusión. El estudio, a diferencia del libro, parte del reconocimiento de una ideología institucional y oficial totalmente favorable a la igualdad de los sexos: los Estatutos de la U.A.B.⁴, los cuales hacen una declaración nada ambigua, a favor de la igualdad de sexos. Sin embargo, parece que la práctica cotidiana dista bastante de corresponderse con esta ideología. Quizás los mecanismos de exclusión actuales son bastante más sutiles e invisibles, y sus formas de control social se mueven a través de las emociones y el inconsciente, como encarnaciones de lo instituido, más que en términos ideológicos. Ésta es la reflexión que me lleva continuamente a la pregunta política por la dinámica de la subjetividad y de la sujeción.

    El estudio en cuestión muestra claramente cómo, en la actualidad, a pesar de que las mujeres como grupo parten de mejores calificaciones en su formación universitaria, su trayectoria como docentes/investigadoras o gestoras va en progresión descendente en comparación con sus compañeros varones. En este sentido, el número menor de estudiantes universitarios varones, con calificaciones inferiores, en comparación con las mujeres, disfruta como grupo de una trayectoria universitaria en progresión ascendente (78,6 % catedráticos, 62,7% titulares y 72,7% titulares de escuela universitaria) al contrario de lo que les pasa a las mujeres, cuya trayectoria avanza en orden descendente (21% catedráticas, 37,3% titulares, 27,3% titulares de escuela universitaria). Además, parece que esta inversión de trayectorias entre sexos es más acentuada dentro de la universidad que fuera, si nos referimos a la inserción profesional de mujeres universitarias.

    También destaca el énfasis que la universidad pone en una cultura de la excelencia individual, según la cual se dibuja un perfil de científico vocacional con dedicación absoluta a su trabajo. Cultura que, de manera indirecta, excluye intensamente a las mujeres que, aunque tengan un trabajo remunerado en la universidad, siguen teniendo la responsabilidad social, implícita muchas veces, de ocuparse del cuidado de las personas dependientes, como menores, mayores y enfermos. Una multitud de datos confirman el grado, nada despreciable, de sexismo existente hoy en día en la UAB que, por otra parte, es una de las universidades que disfruta de una imagen social más progresista: la segregación de sexos se da por ámbitos, por jerarquías, por diferenciación salarial, por dedicación menor a los estudios de tercer ciclo (por ejemplo, menor dirección de tesis doctorales por parte de las mujeres), por una mayor dedicación a la docencia de la titulación, y mayor dedicación docente de las mujeres en general (la mayoría de méritos de investigación son obtenidos por los varones, etc.). Y para acabar, un último dato conectado con la obra que nos ocupa: la titulación de Psicología está entre las cinco que más segregación por sexos o sexismo producen de toda la UAB, con relación al alumnado.

    Por todo lo señalado, la experiencia de las pioneras científicas de la Psicología nos dota de memoria y de nuevas posibilidades, es nuestro pasado en el presente, en un doble sentido: en primer lugar, porque proporciona grosor a éste, y en segundo lugar, porque nos resulta, todavía, terriblemente vivo y reactualizado, aunque con formas más sutiles, y con sus matices y diferencias. Pero sin caer en el pesimismo, puesto que tenemos, también, muchos y variados motivos para la celebración —aunque ésta sea arena de otro costal—, uno de ellos es la apasionante lectura que está esperando detrás de estas palabras.

    MARGOT PUJAL I LLOMBART

    Universidad Autónoma de Barcelona


    ¹ Birulés, F. (Comp) (1995): El género de la memoria. Pamplona-Iruña. Ed. Pamiela. pág. 11.

    ² Cit. en Ibidem pág. 11.

    ³ Publicado en 2004, Barcelona, Edicions U.A.B.

    ⁴ Dichos Estatutos pueden consultarse en el estudio mismo al que se está aludiendo.

    Introducción.

    Mujeres pioneras en Psicología (Estados Unidos, 1879-1930)

    El olvido está lleno de memoria

    Mario Benedetti

    Sorprende descubrir hasta qué punto las mujeres psicólogas han sido sistemáticamente borradas de las narraciones históricas de la disciplina, perpetuándose de generación en generación el mito de «una historia de la Psicología sin mujeres». Mucho más cuando se constata que desde los comienzos de la institucionalización de la Psicología como ciencia, a finales del siglo XIX, y a pesar de las barreras y exclusiones de género, las mujeres estuvieron presentes, y no precisamente de forma invisible. Sus nombres y sus contribuciones se han perdido con el paso del tiempo, ignoradas o despreciadas como consecuencia de las políticas de género y de conocimiento dentro de la Psicología. «A pesar de su presencia en el pasado histórico, las mujeres psicólogas han sido un secreto muy bien guardado en la historia de la disciplina» (Scarborough y Furumoto, 1987:1). Según Janis Bohan, las mujeres en la Psicología han sido invisibilizadas, han tenido que enfrentarse a prácticas y estructuras excluyentes, se les ha negado reconocimiento y sus actividades han sido infravaloradas; pero lo que no se puede afirmar es su ausencia. Se trata de un ejemplo más de su exclusión y olvido en general, pero con el agravante de que las mujeres en la Psicología, especialmente

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