Professional Documents
Culture Documents
al cumplirse 50 años
del Año Geofísico Internacional 1957 – 1958
Enviados especiales de
EL DIA con motivo del
Año Geofísico Internacional
1957 – 1958
1958 – 2008
50 años después
PERIODISTAS URUGUAYOS EN LA ANTARTIDA
1958 – 2008
50 años después
La fotografía de la tapa muestra a Antonio Caruso señalando la Antártida y fue tomada por Hugo
Rocha.
La compilación del material y el diseño gráfico fue realizada por el Tte.Cnel. Waldemar Fontes del
Instituto Antártico Uruguayo
Email: wfontes@iau.gub.uy
Web: www.iau.gub.uy
Marzo de 2008
Tuvimos el honor de ser invitados por la Marina de Guerra Argentina para integrar el Grupo
Naval Antártico, con la misión de asegurar la cobertura periodística de las actividades
científicas que se cumplirían durante la campaña de verano de 1958. Tan singular
experiencia fue posible gracias al embajador de la República Argentina en el Uruguay, Dr.
Adolfo Lanús, el Agregado Cultural, Sr. Samuel Eichelbaum, y el Agregado Naval, capitán de
fragata Carlos Alberto Musis Blancá, quien llegó en sus gestiones hasta el Jefe de
Operaciones Navales, contralmirante Isaac Rojas.
El privilegio que se nos concedió al permitirnos participar en una campaña operativa antes
que en una excursión turística, nos puso en contacto con una obra silenciosa y sacrificada,
iniciada largo tiempo atrás, en la que colaboran militares y civiles, y que ha merecido el
reconocimiento de los círculos científicos internacionales. Nuestra tarea se tornó
especialmente fácil y placentera en virtud del apoyo y la comprensión del comandante del
“Bahía Aguirre”, capitán de fragata Luis C. Fernández, el segundo comandante, capitán de
corbeta Alfredo E. Iglesias, y demás oficiales y miembros de la tripulación. Estas páginas
reiteran el testimonio de nuestra admiración por un trabajo bien hecho.
Hugo Rocha
Email: hrocha@adinet.com.uy
Marzo de 2008
La presencia efectiva del Uruguay en Antártida y las actividades operacionales que allí cumple el
Instituto Antártico Uruguayo son consecuencia lógica y feliz culminación de una larga historia
Montevideo, por su condición de puerto de aguas profundas, al abrigo de las tempestades del Rio de la
Plata, su clima templado que permite operar durante todo el año, la alta capacidad de sus servicios de
logística y comunicaciones, y su posición geográfica de avanzada sobre el Atlántico Sur, constituye el
lugar ideal para el contacto de la región antártica con el resto del mundo. La historia se remonta a los
primeros tiempos de la colonia. Reproducimos a continuación algunos datos, extraídos de la
cronología establecida por el Instituto Antártico Uruguayo.
1776. Con la creación del Virreinato del Río de la Plata, el Apostadero Naval de Montevideo, que
hasta entonces era la máxima autoridad marítima española en la región, se transformó en un
Departamento Naval de Ultramar, con jurisdicción sobre el Rio de la Plata, Aguas Atlánticas, Islas
Malvinas, Tierra del Fuego, Estrecho de Magallanes, la ruta al Cabo de Hornos y tierras e islas por
descubrir. Esta situación se mantuvo hasta 1814.
1789. El Apostadero Naval de Montevideo despacha la Expedición Malaspina, integrada por dos
corbetas, con la misión de efectuar estudios hidrográficos de las costas atlánticas desde el Rio de la
Plata hasta el estrecho de Magallanes.
1821. En pleno auge de la explotación foquera y ballenera, el puerto de Montevideo sirve como base
de operaciones de flotas procedentes de muchos países que operan en el Atlántico Sur y en aguas
antárticas. Una empresa ballenera nacional, propiedad de los hermanos Alejandro y Samuel Lafone,
operó a mediados del siglo XIX desde el puerto de Montevideo.
Durante todo el siglo XX el puerto de Montevideo fue escala obligada para los barcos y aeronaves de
un gran número de expediciones inglesas y norteamericanas que se dirigían a Antártida. Numerosos
militares y científicos uruguayos fueron invitados a participar en las campañas antárticas de países
amigos.
1984. Uruguay establece la Base Científica Antártica Artigas en la isla Rey Jorge.
El Año Geofísico Internacional fue propuesto en 1952 por el Consejo de Uniones Científicas
sobre el modelo de los Años Polares Internacionales de 1882-83 y 1932-33. Se deseaba
utilizar, con fines pacíficos, muchas de las tecnologías desarrolladas durante la segunda
guerra mundial y se decidió concentrar la atención en la región antártica, escasamente
conocida hasta entonces. Se eligió el período comprendido entre Julio de 1957 y Diciembre de
1958 porque correspondía a un ciclo de intensa actividad solar, indicada por la gran profusión
de manchas y la emisión acrecentada de radiaciones.
Científicos de 67 países participaron en los trabajos sin verse afectados por las tensiones
políticas de la Guerra Fría. Al contrario, la ayuda mutua y la cooperación fueron la norma; la
ciencia contó con el apoyo de los gobiernos, que proporcionaron los medios materiales para
el transporte y la instalación de los científicos en las bases militares y civiles mantenidas por
una docena de países en el continente e islas adyacentes. Más aun; algunas de estas bases
fueron establecidas expresamente con la finalidad de facilitar los trabajos del AGI.
Uno de los resultados más sorprendentes del AGI fueron las mediciones de la profundidad del
hielo antártico, que rindieron estimaciones radicalmente nuevas sobre la cantidad de agua
dulce en la tierra; se estima que Antártida contiene un tercio del total. Los estudios sobre
frentes fríos y corrientes marinas permitieron mejorar las predicciones meteorológicas para el
hemisferio sur; también se actualizaron los conocimientos sobre vida marina y terrestre, flujo
de glaciares, sismografía, geología, hidrología, geomagnetismo, luminiscencia atmosférica,
etc. Los estudios psicológicos sobre pequeños grupos humanos obligados a convivir durante
largos períodos en espacios reducidos y en condiciones extrema fueron de gran utilidad para
la planificación de viajes al espacio ultraterrestre.
El éxito del Año Geofísico Internacional abrió el camino para la firma del Tratado Antártico
en 1959. En virtud del mismo, los Estados parte acordaron un status especial para el sexto
continente, que fue declarado una zona de paz y cooperación científica, sin reconocimiento, ni
rechazo, de ninguna reclamación de soberanía nacional. Once naciones firmaron el Tratado:
siete que reclamaban soberanía sobre partes del territorio (Argentina, Australia, Chile,
Francia, Nueva Zelanda, Noruega y Reino Unido) y cinco que no presentaron ninguna
reclamación (Bélgica, Estados Unidos, Japón, Sudáfrica y Unión Soviética). Uruguay adhirió
al Tratado en 1980 y pasó a ser miembro consultivo completo en 1985.
Al Tratado se han agregado a lo largo de los años varias convenciones encaminadas a
asegurar la protección del ambiente, de los recursos marinos y de la flora y fauna autóctonas.
Para continuar y dar permanencia a la fecunda labor iniciada durante el AGI, se fundó el
Comité Científico Internacional de Investigaciones Antárticas, organización no
gubernamental responsable de coordinar todos los trabajos de estudio que siguen realizándose
en la región.
Esta noche, después de la cena, el teniente de corbeta, Eleodoro Doldán, ayudante del
departamento de ingeniería, invita a todos con una copa de champagne. Motivo; su alegría al
haber sido autorizado para permanecer durante el resto del año en la tripulación del “Bahía
Aguirre”. Sí, se pasa bien a bordo de este barco.
A propósito de bebidas, ha de señalarse que en Antártida no se consume ninguna bebida de
alto contenido alcohólico. La sequedad de la atmósfera hace que el cuerpo pida refrescos y
jugos de frutos. Con gran moderación y solo en ocasiones especiales se bebe champagne, un
refresco de lujo, como quien dice.
Palacio y Cotta decoran el bar con una pintura mural de bailarinas de can can, una bahiana, y
una strip-teaser, a las que agregan dos personajes populares de las historietas de Lino: Don
Fulgencio invita con gin a un pingüino y Avivato se lleva una sirena a su casa. Los
muchachos, encantados; solo les preocupa qué dirá el capellán del GNA.
El mayordomo de a bordo, suboficial Juan Pisani, nos hace
entrega del equipo antártico.
Consta de las siguientes prendas: campera impermeable forrada
de lana; pantalón impermeable, sweater grueso de lana; camisa
y camiseta de lana; calzoncillos largos de lana; medias largas
de lana; bufanda y pasamontaña de lana; guantes de napa
forrados de corderito; botas de cuero impermeable forradas de
lana y plantillas de fieltro. Pero todo esto no es más que el
atuendo veraniego para la Antártida. Para invierno, hay que
reforzarlo con ropa interior de lana de angora, anchas fajas de
lana que protegen el vientre y los riñones y otras prendas,
según el tipo de trabajo que ha de efectuarse. Para salir en
patrulla, por ejemplo, se necesita un equipo exterior
De vuelta en Ushuaia
Lunes 17. Zarpamos rumbo a Ushuaia con viento de 60 kph. El buque rola algo más que
durante el viaje de venida, en parte por el viento y en parte debido a que viene con menos
carga. Al entrar en el Pasaje Drake se acentúan los rolidos y los cabeceos, que llegan hasta
una magnitud de 18º. A veces los balanceos laterales se combinan con los verticales para
producir un movimiento sinuoso, que hace casi imposible tenerse en pie. Es bastante
desagradable.
Martes 18. El viento llega a los 90 kms; el oleaje rompe contra el casco y en ocasiones el
agua cubre la cubierta y penetra por los ojos de buey que quedan abiertos. Los balanceos
alcanzan hasta 24ª. Hay muchos ausentes en el comedor. Los tripulantes aseguran que éste es
un buen cruce del Drake.
Al atardecer salimos del Drake y avistamos las montañas fueguinas. Fondeamos frente a
Puerto Español, en la bahía que da nombre a nuestro buque. Aquí hay una playa de arena,
árboles, flores y, en una de las casas que forman el poblado, un niño.
Los hombres que han pasado un año o más en el desierto blanco, rodean al niño, un indiecito
de seis años, conversador, seguro de sí mismo, y le hablan con una mezcla de simpatía y
respeto. Parecería que por medio de él entraran de nuevo en contacto con el mundo que
Hugo Rocha
1958
de F
Selección d de
Fotografías d
Antonio Caruso
1. En el puerto de Ushuaia.
2. Niños en Ushuaia: son los últimos que veremos hasta regresar de Antártida.
12. Un témpano antiguo: su forma tabular de origen ha cambiado bajo la acción de los
elementos y el largo tiempo de deriva a través de los mares antárticos.
14. Con la cámara montada sobre un trípode, Caruso registra imágenes de la Gran Barrera
para su película documental.
20. El capitán Iglesias abraza a un amigo. Los perros antárticos se despedazan entre ellos
pero son sumamente mansos y afectuosos con los seres humanos.
22. El comandante Fernández (centro) recibe a bordo al Jefe del Grupo Naval Antártico,
almirante Alberto Patrón Laplacette, y el comandante del rompehielos, capitán Luis Capurro.
24. El hielo flotante representa un serio peligro para la navegación en Bahía Esperanza y
exige una vigilancia atenta y permanente
27. Lino Palacio prefiere aprovechar el día de buen tiempo en Puerto Paraíso para hacer
práctica de ski.
33. Un grupo de pingüinos antárticos, o de barbijo, se lanza al mar. Esta es una de las
cinco especies que viven y prosperan en la región antártica.
35. Listos para despegar en helicóptero desde la cubierta del rompehielos “San Martín”.
De izq. A der.; Lino Palacio, Mario Intaglietta, Hugo Rocha, piloto René Davis, copiloto
Andrés Martínez.