Por Tom Moon MFT, terapeuta mental de San Francisco.
Es una perogrullada que si queremos ser feliz en el presente, necesitamos
encontrar cierta aceptación y paz en relación con el dolor y las desilusiones del pasado. Dos métodos poderosos para lograr esa paz es perdón practicante y cultivar gratitud. Me centraré en el perdón esta vez, y en la gratitud en la próxima columna. Muchas personas utilizan la psicoterapia para resolverse sus sentimientos sobre el pasado, y mientras algunos tienen éxito, para otros las cosas parecen ponerse peor. Pienso en un hombre que llamaré Greg, por ejemplo, que ha estado en terapia durante años, hablando de su niñez dolorosa: el padre alcohólico que era abusivo, la madre impotente y pasiva que no lo podía proteger, los abusadores en la escuela que lo identificaban como la "loca de la escuela", que le pegaban regularmente mientras que los maestros miraban hacia otro lado, etcétera. Él ha repasado cada memoria dolorosa una y otra vez. Ha expresado su dolor y rabia. Ha llorado y golpeado almohadas, reconstruido sus traumas en terapia de grupo, y los ha revivido en terapia hipnótica. Pero el resultado de todos sus esfuerzos es que ahora está más enfurecido, dolido, e infeliz que nunca. Puede haber una curación poderosa en hablar de las injusticias que nos hicieron, especialmente si los hemos mantenido en secreto, negado que han pasado, o culpado a nosotros mismos por ellos. Pero cuando el proceso llega a ser interminable, puede magnificarse en vez de aliviar el sufrimiento. Eso es porque frecuente e intensos pensamientos negativos sobre el pasado tienden a bloquear sentimientos de contento y satisfacción. Atascamiento en victimización, rabia y revancha, hacen de la paz algo imposible. El perdón practicante evita esta trampa transformando nuestra relación a memorias dolorosas de una de amargura a algo más suave y más aceptable. Ese es el propósito, no dejar a los perpetradores fuera del gancho, ni minimizar el daño que hicieron, sino dejarnos en libertad. La pregunta es cómo hacerlo. El investigador primero de esta pregunta es, posiblemente, un psicólogo nombrado Dr Everett Worthington. Un incidente horrible en su propia vida fue el catalizador que lo condujo a estudiar el perdón. Una mañana en 1996, recibió una llamada de su hermano para informarle que su madre había sido violada con una botella de vino, y golpeada a muerte con un bate de béisbol y una barra de metal. Por muchos años, Worthington luchó por libertarse del veneno del odio y la venganza hacia los dos jóvenes perpetradores que cometieron el crimen. Con el tiempo tuvo éxito, y en el proceso desarrolló una ruta para el perdón intencional, que desde entonces ha sido recorrido por unos cuantos miles. Las siglas para su proceso de cinco pasos es REACH (alcanzar, en inglés). Él lo explica, con todo detalle, en su libro Forgiving and Reconciling: Bridges to Wholeness and Hope (Perdonar y Reconciliar: Puentes a la Integridad y la Esperanza), pero brevemente, aquí está cómo trabaja el método REACH: R significa recuerde la herida, de la manera más clara y objetiva que pueda. No piense del perpetrador como diabólico, ni se regodee en autocompasión. Respire profundamente y lentamente cuando recuerde el acontecimiento. E significa empathize (compenetrar). Trate de comprender las cosas desde el punto de vista del perpetrador. Imagínese una historia plausible que esta persona quizás dijera si se le pidiera una explicación. Para ayudarlo a hacer esto, recuerde que: 1) Cuando las personas sienten que su propia supervivencia está amenazada, ellas lastimarán inocentes; 2) Personas que atacan a otras, casi siempre sufren temor, preocupación, y ellas mismas están dolidas; 3) La situación en que una persona se encuentra, y no su personalidad fundamental, puede convertirla en un perpetrador; 4) A menudo las personas no piensan cuando atacan a otras; solamente están reaccionando. A significa altruista, el regalo del perdón. Recuerde cuando hizo algo malo alguna vez, se sintió culpable, y recibió perdón. Recuerde la gratitud que sintió por este regalo. Recuerde, también, que dando este regalo a otros generalmente nos hace sentir mejor, y aligera nuestra propia carga. C significa comprométase a perdonar públicamente. En los grupos de Worthington, los clientes escriben una carta de perdón al perpetrador, escriben un "certificado del perdón,” dicen a un amigo de confianza lo que ellos han hecho, o escriben una canción o un poema de perdón. Estos son contratos de perdón que llevan al paso final. H significa guarde (hold onto) el perdón. El perdón no borra la memoria del acontecimiento; sólo cambia la "etiqueta de identificación" que una memoria lleva. Cuándo las memorias vengan, recuerde que ellas, por sí mismas, no significan que usted no puede perdonar. Tenga cuidado de no persistir vengativamente en ellas, o regodearse en ellas. Recuerde que usted se ha comprometido a perdonar, y lee los documentos que ha escrito sobre ello. Todo esto puede sonar sermoneador y sentimental, pero lo cierto es que, por lo menos, ocho estudios científicos de este proceso, y otros como él, han demostrado efectos positivos grandes. Los que completaron el proceso han tenido menos ira y estrés, más optimismo; han reportado mejor salud, relaciones mejoradas y perdón. Los procedimientos no son fáciles ni rápidos, pero funcionan. La ciencia confirma sobriamente la sabiduría antigua: si quieres ser feliz, aprende a perdonar. Parte 2: Hacer Paz con el Pasado: Cultivar Gratitud. Tom Moon MFT, terapeuta mental de San Francisco. http://www.tommoon.net/articles/makingpeace1.html Traducido del Inglés al Español por Gladiolo. http://www.gladiolosoy.com