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25 METROS BAJO TIERRA

JESÚS ALBERTO SÁNCHEZ VALTIERRA


Dedicada a la esperanza,
insufrible zozobra.
Dedicado al amor,
que es solo un camino
para encontrarme a mi mismo
siendo otro.
Destellos de tantos nombres
que amé,
aunque solo uno a la vez.

¡Oh, Señor! ¿Me comprarías un Mercedes Benz?


Todos mis amigos manejan Porsches
Yo debo tener un Benz.
Estoy cansada, toda mi vida
Sin ayuda de mis amigos.
¡Oh, Señor! ¿Me comprarías un Mercedes Benz?
-Janis Joplin/ M. McClure

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AL RAS DEL SUELO

Cosas Insignificantes

En el mar de tu vientre

cual barcaza naufrago.

Y se llena la noche

de locura y de amor.

Y mis manos intentan

traspasar las fronteras

que separan tu alma

de tu piel y tu mar.

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Nuestros cuerpos se unen

y se caen las estrellas,

de tal forma quedamos

entre el cielo sin par.

Nuestras almas se alejan

a parajes distantes

donde no existe el tiempo,

porque éste es fugaz.

Y al final de la noche

nace el tiempo de nuevo.

Nuestros cuerpos se alejan,

las estrellas se van.

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1 METRO BAJO TIERRA

Repetición Instantánea

Sombras se mueven/ gente recién salida del naufragio


al despertar la aurora camina.
Tardes nómadas sin esperanza posible.
Tentación de saber si habrá paraíso,
penínsulas inexploradas.
Ojos de piedras nocturnas que ven pasar la historia
y barren horas con la mirada.
Ojos de piedra nocturna que ven pasar
sombras que se mueven, gentes, aves y bestias…
cadenas.
Ruido que taladra, que devora, selva de asfalto.
¡Y la rutina es la misma todos los días!
Ojos de piedra que ven gente que camina
en la imagen reflejada del agua podrida
de las alcantarillas.

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2 METROS BAJO TIERRA

Misterio Twist

Pies de dedos chispeantes mueven a la gente


que aprieta el cluch cada cambio de alma.
Ritmo de pisadas que toman la letra de slogans
y la música de programas de televisión,
con el parloteo de sus anuncios
y la estructura de sus artistas de migajón.
Tú sabes (no estoy loco) que esto me asusta.
Y me disfrazo para ocultar mi temor,
y me visto con modas,
y soy socio de clubes,
y me atesto de productos inútiles/de ofertas en promoción.
¡Que grito desesperado!
y rindo culto a las estrellas,
y rindo culto a los líderes…
Pero hoy, derramo mi sangre/de lágrimas,
arranco la máscara y araño en el subconsciente:
¡No tengo miedo de ti mundo!...

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3 METROS BAJO TIERRA

Destellos en el cielo de neón

Cansado de seguir la línea,


el cielo esta perdiendo un ángel,
una criatura de luna y un violín de papel,
que sobre el tejado todas las noches llama temblando
con su vals de una sola nota.
Contemplando al desnudo su humanidad
en un cielo vacío de rastros de sangre y lágrimas,
un hombre y una mujer a la sombra de tu sonrisa
bailan en la oscuridad.
Disfruta la noche antes de que la magia desaparezca
porque en las azoteas,
puentes, callejones y rincones,
un dulce engaño duerme a la espera del momento
para romper el hechizo bajo el cielo de neón.
Un deseo de forma y de desnudo sueño
saboreas en tu boca y en tu ombligo bañado de sol
se perfilan mariposas en un especial de media noche.
El cielo está perdiendo un ángel
que caminando por el lado soleado
busca el lado oscuro donde se sumergen los deseos.
¿Qué pasa? No es extraño…
Cansado de seguir la línea,
el cielo mira por las ventanas
para cantar/sin temor un blues a tiempo de verano.
Busca un cuerpo y una poesía
que se queman en los labios.

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El cielo esta perdiendo un ángel
que cansado de seguir la línea,
canta y limpia el alma en la terraza,
donde joven y desnuda la imaginación se despierta
bajo las cuerdas del arpa.
El cielo esta perdiendo un ángel
y lágrimas grises se dibujan
en las nubes sobre ríos de rimel sin rumores.
Criatura de ausencia vuelca la tinta
y en un momento de dolor
lanza tu aureola y quiebras las alas
con la piedra en la mano
y la mirada perdida en el infinito…

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4 METROS BAJO TIERRA

Tranquila voz del amanecer

Para Ryan White

Guitarras solitarias de agrietada madera


sacudidas por el viento y notas hirvientes
que recuerdan la brisa del mar
y el alejamiento y la indiferencia de tu ser.
Ungüentos quemantes untados al corazón
para curarlo de los suspiros de viento nocturno
y luz declinante.
Sueños en off de una voz de fuego,
herida íntima grabada en las estrellas lejanas,
soleada piedra, inmóvil grito, piel untuosa
entregada en sacrificio,
manos que entretejen misterios
de una versión incompleta de terror.
Los besos no matan, ni las sombras,
ni los deseos, no culpes por ello a un inocente.
Am I a criminal?

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5 METROS BAJO TIERRA
Eso te pasa por decir la verdad
Palabras, versos que lastiman
las conciencias tranquilas,
verdad que incomoda la mente de aquellos,
héroes de pacotilla que se sienten (¿acaso no lo son?)
líderes defensores del proletariado.
La sentencia se ha dictado.
La luna de Julio será la última vez,
Se ha contratado un profesional.
Que acepto tras recibir el dinero
y apuntar tu dirección en una agenda.
Drama de televisión, radio novela moderna,
tu tiempo se acabó.
Noche oscura, calle desierta, sitio ideal,
un auto sin luces, disparo certero a tu cuerpo sin vida,
sin luz, sin alma.
Bolígrafos desangrados, sentenciados a la hoguera
por escribir verdades.
¿Quién fue?
¿Quién te mato?...
Atacantes de la verdad, asesinos de la justicia juguetes disfrazados
marcaron tu nombre.
Lluvia sobre el teatro…

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6 METROS BAJO TIERRA
Héroe olvidado… (xxx)
Y al oprimir la pluma, algo como la sangre late y circula en ella,
y se siente que las letras desiguales que escribo ahora más pequeñas,
más trémulas, más débiles, ya no son de mi mano solamente.
Xavier Villa Urrutia.
Lejano…
Lento destierro que mata, paranoia, promesas vanas,
cara o cruz de un mundo bidimensional, oscuro deseo.
Tabú suburbano, héroe olvidado que recoge los restos
de un amor ficticio, caso imposible.
¿A qué tanta farsa?
Maléfica excusa, corazón infame, eterna soledad,
prisionero de engaños, aspirante de un mundo aparte,
que nunca podrás alcanzar por olvidar la consigna.
Ídolo de barro, Jimmy Dean de ficción.
Alma en pena que desea detener el tiempo.
¿Quién eres?
¿Lo recuerdas?
Nostalgia de un momento, profeta herido
al final de la batalla
pues no creen más en tus palabras.
Todo se acabó.
El tiempo te dará la razón

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7 METROS BAJO TIERRA
Contra reloj

Sombra enmascarada, estatua sin luna,


vertical dolor sin espina,
calles oscuras que se burlan de los sueños.
Pensamientos, disco rayado, telenovela suburbana.
Corn Flakes en el desayuno,
por las vitaminas y el hierro.
Sopa Campbells, pan tostado, mermelada,
con benzoato de sodio,
por si el sol de la mañana
pudiera hacerlos polvo.
Secretos, basura, souvenirs,
poetas fusilando la ternura,
cantante asesinando al amor,
actores matando la imaginación.
Azul cielo, negra noche, vampiros desvelados,
noche de Money and Sex.
Río de comics, Superman,
el hombre araña o la familia Burrón.
Desolación, quiebra en la bolsa de valores,
sangre, canciones, castigo sin piedad,
muerte y vida, punto y coma.
Gritos, llegar tarde al trabajo, manada,
manos atadas, otra ficha más que jugar.
Tensión, fiebre, stress, excitación,
Amor impersonal de dos por tres.
Situaciones que se viven en el diario acontecer.
Y no hay más remedio que caminar por el sendero,
donde por suerte, buena o mala,

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nos tocó dejar el alma.
Resignarnos a ser sombra o luz maldecida,
En un mundo que no tiene tiempo.
Viviendo contra reloj…

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8 METROS BAJO TIERRA
IN MEMORIAM
A JOSE PÈREZ CHOWELL

“¿De verdad volverán las oscuras golondrinas?”

No me hablen de rosas blancas


o poemas tristes.
Hablemos mejor de lo absurdo de vivir
en esta tierra sin luna.
Hablemos de las cadenas que nos apresan,
los temores que destrozan,
las miradas que destierran.
No hablemos de aquellas cosas
que suenan a cuentos de niños:
Las hadas buenas, el mundo siempre verde,
las sonrisas, la alegría, el amor.
Hablemos de la cruda realidad,
el ataque que incinera el alma,
el dolor a cada segundo,
la cárcel donde sobrevivimos,
la celda donde soñamos ser libres.

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9 METROS BAJO TIERRA

Amor moderno

El amor tiene forma de volkswagen,


de cable de alta tensión o de hot dog.
Ya quedaron atrás esas cursilerías de:
tú iluminas mi vida o sin ti no puedo vivir.
Frases, que son si acaso,
en este planeta de segunda,
fuego bajo las cenizas.
Todo es ahora pasión de un segundo,
oferta de 3 x 2 ó promoción de todo
con 50% de descuento.
Se fue, aquel sentimiento se hizo zeppelín,
y los besos canciones de radio.
El amor sabe ahora a Coca-cola,
Sabritas o Ron Bacardí,
porque así sí combina.
Y el dolor de ayer es la felicidad de hoy,
las cosas profanas se hicieron sagradas
y la medianoche amanecer.
Es la vida moderna, las ansias del hombre por vivir,
Las ganas de mandar al diablo
la venda de los ojos
y jugar con el delirio de la libertad.
No es consecuencia del libertinaje,
ni de los tiempos negros,
es que la tierra está harta de tabúes,
farsantes, héroes de pacotilla
y obsoletas costumbres.

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Por eso ahora el amor tiene forma de computadora,
televisión o llave rota…
lo demás
es basura bajo la alfombra.

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10 METROS BAJO TIERRA
No todo lo que brilla es oro

Para algunos sólo queda


esperar la media noche de la tierra,
resignarnos a morir.
Rezando, meditando,
mientras renunciamos a las riquezas de la tierra.
Otros, sin embargo;
te dicen esperar la señal de un fantasma sin edad,
para salir y conquistar al mundo.
Muchos se creen Jesús, Quijotes sin mancha,
que aún tienen montañas que mover,
molinos que derrotar para salvar la tierra
de los demonios, la mala hierba y el mal de ojo.
Sólo farsantes que debes evitar,
no caer en el juego de vender humo sin fuego.
No creas todo lo que ves. No todo lo que brilla es oro.
Cuídate de las cartas marcadas.
No creas todos los cuentos, no todo es negro,
las hadas, no todas son buenas.
No todo es como lo ves o te platican.
Si te fijas bien nadie esta en lo cierto.
Nada es seguro y todo es como lo pintan.
Fíjate bien no todo lo que reluce es diamante,
Puede ser sólo un trozo de vidrio para engañar al ojo.

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11 METROS BAJO TIERRA
Avaricia

Un elefante se columpiaba
sobre la tela de una insólita araña,
como veía que resistía fue a llamar a otro elefante.
Los dos elefantes se balancearon
sobre la tela de la araña,
después de comprobar de que soportaba
llamaron a otro y así
hasta llegar a ser cuatro, cinco y seis,
y luego de tres lunas y dos mañanas,
ocho, veinte y treinta.
Y así siguieron columpiándose
hasta ser un millón
los que se balanceaban sobre la tela de la araña.
Pero como todo tiene un límite,
un hasta aquí que marca el inicio del fin,
los elefantes se derrumbaron,
y todo, todo se acabó…
Pero a lo lejos, a cien millas
o quizás más de ahí,
a otro elefante se le ocurrió
columpiarse sobre la tela de una araña
y como vio que resistía fue
a llamar a otro elefante…

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12 METROS BAJO TIERRA
Viñetas ensangrentadas

El mismo amanecer, caras iguales,


humores a cien grados o más,
y mi optimismo por los suelos.
Historia colectiva que nos envuelve,
o simplemente las ganas de joder por que sí.
Sospechas, tiempos viejos,
calma tras la puerta donde 2 x 2 = 4
y la única preocupación es aprender,
de memoria las tablas de multiplicar.
Cansancio, soledad y ni con quien hablar…
¿Volver los ojos al cielo y llamarlo?
S.O.S.
de un silencio suburbano,
caricaturas de la vida.
Vértigo, tiempos que metamorfosearon
mi semblante y me han vuelto
camaleón de mil colores, piel de tigre
y alma de hombre.
Seda de luz, fuego que arde sin quemar,
imágenes sin sentido,
ritmo sin ton ni son,
gritos que piden auxilio.
Viñetas ensangrentadas

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13 METROS BAJO TIERRA
Réquiem para un sordo

Para Roberto Carlos Vargas Mosqueda

Era
fina arena
y
en
dura piedra
me has convertido ya.
¿Por qué lo has hecho?

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14 METROS BAJO TIERRA

Purple Banana o simplemente soledad

Silencio:
Duro cristal de roca,
monosílabos oxidados a ciegas,
a la intemperie de veloces navajas
y colmillos salvajes.
Humanidad, silencio que mata.
Sombras que gritan.
Bajos instintos de rock primitivo
que corren a través de la penumbra
en busca de la existencia.
Escucha el lejano rumor,
línea dura y agresiva
de una prosa deshecha;
¿Y qué canta ese murmullo inoportuno
al compás de un rhythm and blues desesperado?
Vivimos en soledad/silencio cualitativo,
todo está triste/soledad cuantitativa,
no existe nada…
¿Qué pretendes en mi ausencia?

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15 METROS BAJO TIERRA

Sueños de chifón azul

Do Re Mi Fa Sol La Si

Mi casa se derrumba una noche de Abril,

el viento sopla fuerte

y mi fuerza no la puede sostener.

Si La Sol Fa Mi Re Do

Mi casa se derrumba una noche de Junio.

Un grito la empuja

y una lágrima la inunda.

Do Re Mi Fa Sol La Si

Mi casa se derrumba una noche de Abril

¿Quién me ayudara a detenerla?

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16 METROS BAJO TIERRA
Iglesia de la mente envenenada

-A la Democracia Mexicana-

Voces, voces -¡mentiras!-,


voces de muerte -¡plegarias!-:
voces de destrucción,
voces de falsedades -¡discursos!-,
voces de tontos,
¡De los mismos tontos!
¡Los mismos imbéciles! (Nosotros).
Voces, voces, plegarias del ángel
de rubor encendido,
que empaña la noche resistente
a paraísos y amores de solados;
y promete maravillas.
Voces, voces,
¡Vivas!
Aplausos al héroe.
Voces, voces
-¡hipocresías!-;
plegarias que danzan la compás
del microcorazón y la sonrisa plastificada
del devoto de la religión de sombras.
Voces, voces
¡Discursos!
Aplausos, aplausos ¡mentiras!
Al líder ¡aplaudan!
Voces, voces,
plegarias

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a la estrella remota y desecha
en la iglesia de la mente envenenada…
(El gran teatro de la vida).

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17 METROS BAJO TIERRA

Preludio

Los hombres se desvanecen

pero dejan su recuerdo.

Negros seres que chapotean

en pobres aguas podridas.

Débil aroma del hombre

ha invadido los espacios.

Y un grito apagado dice:

¡No importa lo que suceda!.

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18 METROS BAJO TIERRA

El séptimo adiós

Rojo techo, huracán de sentimientos que


desdibuja cuchillos de cristal en el aire.
Sangre de Billy Jean suburbano
que deshoja amores y recoge
los restos de aquel engaño que fue.
El séptimo adiós sin despedida final.
De amor también se muere,
Monroe lo supo y se deshizo
en azul verdadero, estrella marchita,
azul desteñido que encierra caprichos.
Karma de neón ajeno a nuestra voluntad.
Lo sé.
También he molido esperanzas.
Quebrantado lamentos,
derribado barreras, petrificado sentimientos.
El séptimo adiós temor y ansiedad…
Cuando el ansia quema.

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19 METROS BAJO TIERRA

Cielo 911

Vientos de azul prohibido


han tocado tu cuerpo
y han despertado en ti
el deseo de otro aliento.
Fuego verde enfrentado
a lo desconocido
Ponen a prueba tu juventud.
Besos amargos sin corazón,
deseos ingratos,
lujuria por tu carne
que no han dejado madurar
ni sentirla poco a poco.
Ríos ácidos de placer
que desatan tus sentidos,
orgasmos hidrolizados
que amenazan con quemarte.
Son los reflejos del cielo 911,
de los ángeles de Oz
más allá de los versos satánicos
que sólo ven en ti otro tonto en quien
desahogar sus bajas pasiones.

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20 METROS BAJO TIERRA
“Me levante muy raro el día de hoy,
me siento bien pero me siento mal,
mejor me largo por ahí a dar el roll…”
Jaime López

Y sin embargo me heriste

Sin alma, sin ganas,


Abandonado en los muelles
de un mar infinito sin rumores, esperanza,
noche clara sin luna que exige respuestas.
Estabas tú.
Todo lo llenabas tú,
nutrimento esencial,
sentimiento perfecto sin mancha,
sin rastro de sangre.
Era todo poesía, cálidas tardes
entre historias ficticias
para que no estuvieras triste
y todo fuera primavera.
Te quise y a veces parece que me quisiste.
¿Dónde estas ahora?
¿Diciendo que?
¿Entre qué gente?
El dolor fluye lentamente,
pensar que no te tengo,
pensar que te he perdido,
sentimientos corroídos,

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emociones oxidadas y el alma
asfixiada entre recuerdos.
No había secretos todo era tú y yo,
yo y tú
¡Nada importaba más!
Algo falló, me convertiste en ruinas,
libro deshojado, ave sin nido, tierra estéril.
¿Qué sucedió?
No sé…
Solo recuerdo un 9 de Diciembre
en el calendario.
La savia lentamente circula,
en cicatrizar la herida tarda.
Sanará,
más no por completo;
seguirá abierta
esperando tu regreso,
tu riego, tu mirada.
Esperando por ti
¿Es mucho pedir una palabra?
Aquí estoy
esperándote,
al viento desafiando,
retando la lluvia,
siendo trueno en el desierto,
escarcha en tu memoria.
Confiaba en ti
y sin embargo me heriste.
Seguiré
en la orilla
de esta mar de dudas
con la conciencia tranquila
esperando
tu respuesta…

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20 METROS BAJO TIERRA

LA GRAN INCOGNITA

Encendió un cigarrillo. Después de una ardua labor y años de


investigación, el Dr. Gelman concluía su trabajo. Frente a él, se
apilaban miles de cuartillas que eran testigos mudos de su heroica
faena. Durante mucho tiempo, el Dr. Gelman había trabajado en la
teoría que hoy daba por concluida.
Había sido una dura labor, descifrando el pensamiento circular
de la mente humana, hasta dar con la respuesta a la gran incógnita
que lo había estado atormentando.
Primero fue concebir la idea, reunir un montón de datos,
esbozar una hipótesis, realizar algunas observaciones, efectuar
ciertos experimentos, establecer una ecuación tentativa, sumar
varias cifras, jugar con los números, para por último, formular la
teoría precisa.
En ese momento, se burló del dolor que lo había torturado, en
su búsqueda de la respuesta exacta.
Una tarea que había agotado por completo sus esfuerzos,
pero daba como resultado, la contestación a la pregunta eterna del
principio del fin del hombre sobre el infinito.
Encendió la computadora, colocó el diskette, cargó el sistema
y cuando estuvo listo el software tecleó RUN.
En la pantalla cromática, comenzó a mostrarse un cúmulo de
cifras y datos, que lentamente fueron descifrándose.
El Dr. Gelman comenzó a sentir un raro calor, la excitación
que precede a la confirmación del éxito.
No podía dominar la emoción, la sensación de triunfo era
inevitable.

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Poco a poco aquella cuestión que lo había afligido caía
rendida a sus pies.
La impresora tartamudeaba una y otra vez agitada:
“He llegado a la conclusión de que lim 1x = 0
x->a
He llegado a la conclusión de que lim 1x = 0
x->a
He…..”
De repente, el laboratorio se iluminó. El Dr. Gelman se
convirtió en una masa de cenizas oscuras y untuosas, que fueron
consumiéndose hasta transformarse en un luminoso punto azul que
se desvaneció en la nada.
En el lugar sólo quedó la computadora, rodeada de humo y
residuos, recuerdo del Dr. Gelman y su laboratorio.
La última ecuación había sido un triunfo.

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21 METROS BAJO TIERRA

LO QUE JORGE EVOCÓ EN EL ELEVADOR


Jorge Alberto Guzmán caminaba con pasos enérgicos por
Avenida Medico Militar. Lucía impecable con su saco Arman hecho
a la medida, sintiéndose como un ángel del Greenwich Village
recorriendo las calles pavimentadas, de falsas promesas; que el
profeta del lucro prometía en sus bendiciones a los mirones de los
escaparates de la zona dorada.
Jorge se encontraba enfurecido consigo mismo, pues debido
a la borrachera de la noche anterior estaba retrasado para la cita.
Apenas comenzaba el verano y otra vez iba a llegar tarde. Una
mancha más en su currículum de puntualidad y asistencia por culpa
del espíritu añejo del Bacardí.
El edificio Florida lucía imponente recortando el cielo en
fragmentos geométricos.
-¿Por qué escogerían ese nombre?- pensó Jorge al irse acercando
al inmueble.
Por lo menos es viernes, se dijo a si mismo en la embriaguez
de sus pensamientos. Estaba tan fastidiado de su monótona vida,
que ni el cheque quincenal lograba animarlo y, solo revoloteaban en
su cerebro graznidos de gaviota. Jorge olfateó el aire salado de
South Beach. Después de subir los escalones, Jorge entró al
elevador junto con cinco oscuros ocupantes. Antes de cerrarse las
puertas, alcanzó a entrar una muchacha con amplia sonrisa a la
Fawcett y un buen cuerpo, parecía una maestra de aerobics o una
hermana perdida de Paulina Rubio.
Por culpa de otros ocupantes del elevador, la güera se apretó
contra él. Solo algunos centímetros separaban sus labios de la oreja
de ella.

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La escena resultaba totalmente sensual. Mientras brotaba la
música (era “Fever” de Kylie Minogue) con su ritmo hechizante y
cachondo. Las luces suaves de colores sibaríticos bajaban de
intensidad y el aire se cargaba de lujuria. Jorge se encontraba casi
en un trance.
La mujer se sacudía con la música, mientras deslizaba sus
dedos sobre la dureza calida de su miembro excitado.
Impulsado por las ansias de su miembro carnoso, Jorge
abrazó a la desconocida por la cintura, mientras sus acompañantes
en el viaje a la tierra de Oz se convertían en anónimos
espectadores.
¿Por qué ser tímido cuando es tan fácil convertir a los
desconocidos en amigos?
Jorge metió las manos bajo el vestido de la chava y lo levantó
por encima de su cintura. Estaba apoyado sobre su trasero,
sintiendo la rigidez de su pene que palpitaba bajo sus pantalones de
diseñador.
-¿Qué habría hecho Lorena Bobbit en una situación
parecida?-
La mujer estaba tan húmeda que abrió la cremallera, tomó el
miembro en su mano y lo deslizó con suavidad al interior de su
vagina.
Jorge imaginó su historia en “Primer Impacto” mientras Myrka,
la novia de Luis Miguel; lo anunciaba como el violador de la
retaguardia.
Un clímax frenético y cálidas sensaciones recorrían su cuerpo
tenso. Choques eléctricos que fluían totalmente libre de presiones,
obligaciones y emociones reprimidas.
-Bajan, por favor- dijo la señora gorda.
Jorge despertó de su sueño y miró su Seiko. Eran las tres y la
cita era a las dos con veinte minutos.
La rubia escultural se bajó en el mismo piso de la gorda. Jorge
la miró por última vez de reojo y siguió en el elevador para llegar
tarde a su compromiso.
Jorge continuó con la vieja maldición del huevo y la gallina, el
eterno dilema del hombre trabajador; infeliz como de costumbre con
su existencia.
¿Por qué los cuentos siempre tienen un final feliz y alegre?
Por lo menos Jorge y este cuento no.

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22 METROS BAJO TIERRA

ROMANCE ELECTRÓNICO

Las computadoras no habían creado aún imágenes humanas


realistas, pero la Compañía Digital Eléctrica lo había logrado ya
después de varios años de investigación.
El profesor Robert Ulianov se sentía orgulloso de su creación,
que había llamado “Marilyn M-150” en recuerdo de aquella actriz de
Hollywood que tanto admiraba. Marilyn M-150 además de ser la
máquina más veloz, era imaginativa y talentosa. Sin embargo, John
O´Dowd, encargado del armado y mantenimiento de la máquina; no
veía con muy buenos ojos lo que el grupo de científicos pensaba
hacer con ella: palpar el infinito del alma humana, conocerlo,
estudiarlo…
Con sus recursos ilimitados Marilyn M-150, era la esperanza
de la ciencia moderna para descifrar esta eterna incógnita, que
desde tiempos inmemoriales había tratado de explicar el hombre.
Uno de los científicos recordó que en una ocasión el
malogrado Dr. Luis McKenna había tratado de hacer lo mismo, más
sin embargo algo había fallado y el experimento había sido un
desastre. Explotó el Centro de Investigaciones Cibernéticas y un
pueblo cercano había sido victima de extrañas radiaciones
desprendidas de la explosión, ya que al parecer las máquinas
habían estallado al haber alcanzado la tercera dimensión de golpe
por un error de programación.
John se fijó en el gran salón que albergaba las computadoras,
concentrando su atención en los pocos muebles, en los cuadros, en
las paredes y en el techo al mismo tiempo que encendía un
cigarrillo Malboro, tan de moda en ese entonces en la red y echó el
cuerpo hacia delante para acomodarlo mejor en la incómoda silla
que ocupaba.

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El grupo de investigadores había terminado de programarla.
- Señores- expresó Ulianov- estamos ante el prodigio del siglo
XXI.
Al escucharlo Marilyn M-150 se sonrojó e hizo ondear su rubia
cabellera que solo existía en su memoria de miles de millones de
bites.
Los sabios discutían ahora acaloradamente sobre las bases para
iniciar el experimento al día siguiente, cuando el propio presidente
de la nación más poderosa vería todo a través de un circuito de
pantallas conectadas al salón presidencial, tal y como lo había
dispuesto el Instituto Nacional de Ciencias.
-Basta por hoy- puntualizó Ulianov- mañana Marilyn trabajará
demasiado.
Todo el grupo salió detrás de él abandonando el laboratorio,
todos excepto John.
Al estar solo en el salón, John vagó a la deriva por el vacío
laboratorio extrañando el tableteo de los teclados, la atmósfera
cargada de humo de tabaco, el incesante repiqueteo de los
teléfonos y el rumor confuso de las voces. En todo este tiempo
había empezado a amar a Marilyn y no podía entender porque. En
alguna forma deseaba una explicación pero al mismo tiempo sentía
temor de conocer la respuesta.
Encendió otro cigarrillo, se frotó las ingles con la mano
derecha y acercándose a Marilyn se concentró en sus brillantes
controles.
Le fascinaba la rapidez con que procesaba los problemas y el
espíritu humano que poseía.
Marilyn lo observaba de reojo, como si supiera todo lo que
ocurría dentro de él. En ella también fluía una rara corriente que no
se encontraba almacenada en su memoria y eso le preocupaba,
pues se consideraba infalible.
John cerró la puerta con llave y lentamente se acercó
sentándose cerca de los controles, apagó el cigarrillo que antes
había encendido en el negro cenicero de la mesa más próxima.
John cerró los ojos e imaginando ver los deslumbrantes
colores de la eternidad, tocó suavemente el teclado y sacando valor
de su yo más íntimo, escribió en la pantalla haciéndole una terrible
confesión a Marilyn.
- ¡Te amo! ¿Sabes lo que eso significa?
Marilyn se sonrojó nuevamente, sintiendo fluir por sus circuitos
un extraño algoritmo, algo que los humanos describen como
sentimientos. Sus virtuales ojos azules lanzaron centellantes luces.

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Todos sus transmisores vibraban dentro de ella, hasta que en su
luminoso y policromática pantalla imprimió: ¡SI!
John consultó el reloj y sin apresurarse comenzó a operar los
controles, trataría de salvar a Marilyn de ser el juguete del grupo de
investigadores, se perdería con ella para siempre en la dimensión
perdida.
John era un hombre solitario, siempre había querido tener
amigos, pero él solo sabía de circuitos, controles y programas.
Ahora tan sólo amaba a Marilyn, con un sentimiento morboso y
difícil de entender. Había roto la regla número uno de los hombres y
las máquinas. No pretendía separarse jamás de ella, era parte de
ella, se sabía su creador, la amaba y sabía que de alguna rara
forma era en parte correspondido.
Marilyn M-150 lanzó descargas y comenzó a trabajar. Enrojeció
por el calor producido al aumentar su potencia al máximo, mientras
su cerebro mecánico devoraba universos jamás alcanzados.
John cerró en los ojos y soñó en la nada, mientras extrañas
formaciones pegajosas se iban adhiriendo a su cuerpo y al de
Marilyn.
Lentamente fueron disolviéndose, desapareciendo. John sentía
como se le iba cristalizando la sangre mientras se le transparentaba
el cuerpo, confirmando estupefacto, con cuanta lentitud reaccionaba
ahora su cuerpo. Marilyn M-150 emitió un gemido, sufriendo
entonces John porque por vez primera se sintió culpable de un
crimen al forzar a Marilyn a emprender tan descabellada aventura,
pero era demasiado tarde para arrepentimientos.
Casi al final, en el último momento sintió miedo. Nubes y azules
vapores lo rodeaban lentamente y a un tiempo miró a la máquina y
ella a él.
De repente, John estaba dentro del programa y vió a Marilyn
frente a él materializada, la besó y la abrazó lentamente mientras
sus cuerpos se fundían en un solo esquema. Toda su ciencia, sus
razonamientos y análisis se esfumaron, mientras él y Marilyn se
perdían y desparecían entre la inmensa red de la información.
Realmente estaba ocurriendo, se evaporaron en la dimensión
donde el tiempo ya no importa para nada. Todo había acabado en
menos de cinco minutos.
A la mañana siguiente, cuando el grupo de investigadores se
reunió para comenzar el experimento, solo encontraron cenizas,
raros cuarzos y el acero del cuerpo de Marilyn M-150, en una forma
que semejaba a una escultura modernista parecida a un corazón
humano.

36
Mientras un par de ojos los observaban desde el infinito y una
alegre sonrisa de dibujaba en el más allá, al ver a los incrédulos y
sorprendidos humanos…

37
23 METROS BAJO TIERRA
LA ESPERANZA VIAJA EN TREN

Sin saber que hacer. Natalia preguntó si el tren saldría a


tiempo. El gran reloj que había sobre la tabla de horarios de llegada,
marcaba que en diez minutos debería de partir hacia un destino que
para ella no significaba nada.
Se metió entre los brazos de su humilde madre y lloró
largamente allí con un llanto quedito.
El olor del aire ligeramente dulzón, le pareció entonces lleno
de muerte; recordó entonces todo lo sucedido en los últimos días: la
llamada telefónica del hermano mayor, el giro telegráfico, la carta
donde explicaba todo y de repente sin más dejó de llorar.
Parecía que la tradición de la emigración en la provincia
estaba trazada desde su acta de nacimiento o al menos eso sentía.
Natalia se secó las lágrimas y se acomodó los jeans.
-Bueno, ya estamos aquí- le dijo su madre- Ya tienes edad
suficiente, hija mía. Ahora se fuerte.
Con el corazón apretado y el rostro endurecido, Natalia sólo
movía la cabeza en señal de afirmación.
Era hora de dejar el pueblo y reunirse con sus hermanos en el
Norte. Buscar la riqueza, la fortuna y el bienestar que en su tierra le
era negada, pero dentro de ella sabía que eso no era exactamente
una promesa, sino un sueño americano enmarcado en largas
jornadas de trabajo y días difíciles.
Se oyó un silbido. Su madre, súbitamente, se puso muy seria.
-Esta bien mi Nati. Quédate tranquila y no llores. Prometo
enviarte muchas cartas.
El tren comenzó a moverse. De un brinco, Natalia subió a él,
son sólo una caja de cartón como equipaje.

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Natalia vió a su madre agitando la mano, mitad llorando, mitad
riendo, corriendo para seguir al tren, hasta que éste comenzó a
acelerar y entonces se quedó saludando.
Natalia sufría, pero no lloró más. Observó entonces como las
casas pasaban a toda velocidad por la ventanilla.
Sintió una ola de excitación y se calmó, como si de repente
borrara todo su pasado.
No sabía lo que iba a pasar…pero estaba segura que sería
mejor que lo que dejaba atrás…
Por lo menos eso esperaba.

39
24 METROS BAJO TIERRA

MARANGA

El viento soplaba en la oscuridad, en esa noche que por


alguna razón fuera del entendimiento de los hombres era, más
negra que de costumbre. En medio de esa boca de lobo, María se
encaminó con paso veloz hacia la cima de la montaña prohibida,
donde residían los espíritus perdidos de los antepasados.
Sentía como si la observaran durante su camino. Su poderosa
fuerza interior, sin embargo; la obligaba a continuar. Desde lo alto
del cielo, una piadosa luna la guiaba con una luz tenue.
María, habíase marchado del campamento sin permiso, pero
ella estaba convencida de que su situación así lo exigía. Quería
hacer realidad inmediata sus más caros sueños, pero la sangre que
llevaba en sus venas se lo impedía. La fuerza gitana era más
potente que los deseos de su corazón.
A su paso la vegetación se movía al compás del ritmo que
marcaba el viento creando una coreografía espectral, que
recordaba las viejas leyendas de antiguos caballeros desaparecidos
y olvidados por el tiempo.
Sin aliento, María se sentó al llegar a su objetivo. Eran las
doce menos diez, tenía poco tiempo. Debería decidirse pronto si
llevaría a cabo o no su plan antes de la medianoche.
Un lobo a lo lejos aulló…
Silencio.
María se hincó y se persignó. Mientras oraba, las nubes
taparon la luna y todo quedó aún más negro, peor que el alma
escondida de los hombres.

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Una música comenzó a escucharse, era el himno de los
vientos. Ese himno, que según los viejos; era el llanto de la madre
tierra que había sido lanzada a los avernos por su hijo primogénito.
Era Maranga, la diosa de los primeros gitanos de la historia, la
señora de los alquimistas, la cazadora de los antiguos chamanes.
Hipnotizada por la voz de los cielos, María comenzó a girar y
danzar, como lo había aprendido de los viejos libros que había leído
a hurtadillas mientras todos dormían. Esos libros que habían sido
escritos con sangre de aves nocturnas y poseían un maleficio para
todos aquellos que sin tener sangre salvaje tuvieran la osadía y el
sacrilegio de leerlos.
María bailaba incansable, sus pies parecían no poder
detenerse. Las nubes de repente se abrieron y una luz intensa
iluminó el terreno donde se encontraba María. La noche dejo de
serlo para convertirse en día.
Una mujer de largo y negro pelo vestida con ropajes blancos
venía caminando por el sendero luminoso. Cada partícula que ella
tocaba se convertía en un extraño punto del que partían haces
infrarrojos.
María se detuvo de repente por la impresión que le causó la
imagen de la diosa maldecida. Maranga, la diosa prohibida, la
esposa del regidor de la furia de los cielos se acercaba a ella.
María sintió como las piernas le comenzaron a temblar y
debido a ello se precipitó al suelo.
Maranga se acercaba más y más. María cerró los ojos
invadida por el terror nocturno. Sintió como una mano helada, como
de otra dimensión; tocaba su hombro.
María levantó la vista y vió a Maranga frente a ella. Maranga
la observaba con una expresión seria. Una máscara neutra era su
rostro.
-¿Qué deseas hija mía?- le preguntó.
Su voz retumbó en el espacio formándose un eco en el vacío
de su corazón.
María sintió ganas de llorar.
¡Era una cobarde! Pensó que quizás su acción hubiera
despertado la furia del hijo bien amado, el dios de su tribu. Pasaron
tres minutos antes de que María pudiese expresar algo. Maranga,
mientras tanto; caminaba a su alrededor dibujando círculos de
fuego de los que emanaban nubes de olor nauseabundo.
Gases de deuterio provenían de su aliento y cada partícula
de barro, a su paso, se convertía en oro.
-¿Qué sucede?-preguntó Maranga fastidiada.

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María deseó huir del lugar, pero una fuerza desconocida se lo
impedía.
-Señora- expresó por fin María- no tengo valor para decirlo.
Una risa retumbó en sus oídos. Un movimiento de crestas y
valles capaces de quebrar el más fuerte cristal.
-¿Acaso me encuentro con una gitana cobarde?- preguntó
burlonamente la diosa desterrada.
María se sonrojó.
-Creo que no tiene el poder para conceder mi deseo.
Una bola de fuego bajó del cielo y cayó a unos metros de
María, formando una nube en forma de hongo. Sus palabras habían
disgustado a Maranga.
-¿Crees que no puedo? ¿No es así?-preguntó la diosa
invocada.
Su poderosa voz se escuchó por todo lugar.
-¿Acaso tú posees el poder de esconderte tras el sol?
María respiró profundamente.
-No señora. Pero nunca he sido despreciada.
Maranga se irguió. El sendero de luz desapareció atravesando
el ojo izquierdo de Maranga descomponiéndole en los colores del
espectro, formándose después miles de pequeñas luces que
comenzaron a girar alrededor de Maranga. La diosa semejaba
algún sol de una galaxia recién creada.
-¿Y qué es eso que no puedo hacer? –quiso saber Maranga.
María se sonrió, había despertado el orgullo de la diosa.
-Quiero dejar de ser gitana- dijo María con los ojos iluminados
con sus sueños largamente ignorados.
Maranga ladeó la cabeza divertida por los deseos de la
gitanilla salvaje.
-¿Por eso me has conjurado hija mía?
-Si señora, sólo por eso-contestó María.
Maranga se acercó a ella y le acarició el rostro.
-Eres muy bella ¿lo sabes?
María dio un paso atrás. Su valor afloró para enfrentar a esa
mujer etérea.
-Lo sé.
Maranga se elevó y comenzó a girar en el espacio, seguida se
sus lucecillas. Su velocidad era tanta que elevó la temperatura del
ambiente varios grados centígrados quemando la hierba fresca de
los alrededores.
-Que así sea-expresó Maranga.
María se sorprendió. Nunca creyó que fuera tan fácil.
-Sólo que tudesco tiene su precio- le dijo Maranga.

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-Lo que tu quieras señora- expresó María excitada por su
triunfo.
Maranga aterrizó junto a ella y a su alrededor se formó un
halo producido por cristales de hielo que comenzaron a formarse en
la atmósfera. María sentía su carne quebradiza.
-Quiero tu hijo primogénito.
María bajo la cabeza. ¿Qué es un hijo comparado con mis
deseos? Pensó por unos momentos.
-Está bien, es tuyo- contestó ella.
Maranga abrió sus ojos alegremente por la noticia.
-Tus deseos serán concedidos.
María se preguntaba el porque Maranga deseaba tanto a un
niño.
-Estira tus brazos-le ordenó Maranga.
María alzó la vista para ver por última vez a la luna como una
gitana y después hizo lo que le ordenara Maranga.
Al estirar sus brazos, Maranga de un solo golpe le cortó las
manos con una brillante espada que se materializó de la nada.
María gritó de dolor. Una leve neblina de bromo, de color
rosado, comenzó a cubrirla.
Mientras que por uno de sus brazos escurría su sangre gitana,
por la otra un río rojizo de plasma y eritrocitos la llenaba de nueva.
Era la sangre humana de repuesto.
La luna llena se apagó de repente y el viento comenzó a
soplar más fuerte.
La rosada neblina inundó todo el valle, cubriendo incluso el
lejano campamento desdeñado.
María se convulsionó en el suelo, hasta que no soportó más el
dolor y se desmayó.
Maranga volaba de cabeza riendo por haber obtenido un
nuevo hijo, que derrotaría a su primer vástago, que la maldijo con la
esterilidad y la lanzó de sus dominios. Sólo que éste sería aún más
poderoso…tendría un alma humana. Sería invencible, pues
poseería el don más valioso de los hombres: El amor, que es tan
poderoso como la capacidad de odiar.
Mientras Maranga se esfumaba en una dimensión perdida, la
quimiotaxis terminaba su trabajo y María adquirió un color purpúreo
oliendo a muerte.
Al amanecer, María se despertó sobre una lápida de mármol
rosa, lejos de su hogar. Se encontraba rodeada de hermosas flores
de colores. María se irguió extrañada. Vestía ropas elegantes y de
alguna forma incómodas para su cuerpo.

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Sus tejidos necrosados adquirieron de repente un tono
rosado brillante, lleno de vida.
A unos pasos, una mujer con negro velo sentada sobre otra
tumba fumaba un oloroso puro.
María se levantó y caminó hacia la salida. La mujer se retiró el
velo. Era Maranga.
-No se te olvide María. Tu primer hijo será mío.
María se arregló el pelo con sus nuevas manos.
-No señora. No lo olvidaré.
Una lágrima de cuarzo afloró a los ojos de Maranga quien
movía la cabeza en señal de afirmación.
De repente, Maranga desapareció en una ráfaga de brillos
que inundaron el camposanto, sobresaltando incluso a los muertos.
Más luego, poco a poco fueron consumiéndose hasta convertirse en
un punto luminoso que se elevó a los cielos, para después caer
sobre la tierra y desaparecer en sus entrañas dibujando una nube
de colores fosforescentes.
María se detuvo en la puerta. Volteó hacia atrás notando
como una turba de viejos y desdentados zombis gitanos la
señalaban con ojos ardientes.
Su pecho latió con un nuevo ritmo y con indiferencia se alejó
del lugar. ¡Nunca más sería gitana! Lo único que no sabía, era que
había condenado a su alma y a su antigua raza para siempre, pues
le había dado un hijo a Maranga quien ahora podría hacer realidad
su venganza.

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25 METROS BAJO TIERRA

SUEÑO…

Miles de ideas revoloteaban sobre la mente de Armando,


mientras una voz interior le seguía sin tener una explicación
aparente a través de la orilla de una nada sin retorno.
Él sabía que aquello sólo sería el principio y así fue.
Desde lo alto, su cuerpo experimentaba una extraña y
enigmática energía. Maldijo la voz aquella y negó su existencia.
Desde mucho antes, sentía un fuerte llamado a la tierra. A
esta tierra nuestra llena de máquinas, en donde una alucinación se
convierte en un dato más de computadora. Una vieja canción que
ya había oído antes.
Soñaba (¿O quizás veía? Era difícil de precisar) extraños
cuerpos etéreos que flotaban sobre el cielo y emitían antiguas
oraciones en un legendario universo anterior de un mundo superior
lejos de su comprensión.

Nada le importaba.

Nunca había sacado a la luz esos sueños que perturbaban el


tiempo y le destruían la paciencia, así que ni veía ahora la utilidad
de sacarlos a flote, a fin de cuentas, la perspectiva era la nada
perpetua, en donde una pregunta y su respuesta eran aceptadas de
antemano por la razonable inexistencia de algo mejor en este
mundo de metales sin alma y sin sueño.

Nada más que espacio puro y vacío lo envolvía, naciendo en


su interior una extraña sensación por lo prohibido; de un momento a
otro temía hallarse frente a si mismo y destruirse.

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Un sabor a desnudo sueño se desdibujo en sus labios y en la
noche los sonidos lo sobresaltaban, ignorando el sentimiento que lo
perseguía. Aquella voz que lo martirizaba, aquel sentimiento que
escondía. Armando nunca soñaba, pero la voz era tan insistente
que penetraba por su cuerpo y experimentaba un pánico ciego que
le proporcionaba una sensación similar al sueño.

Incluso una noche llegó a pensar que quizá había muerto.


Pero no era así, su mente se ausentaba y su cuerpo no respondía a
los estímulos terrestres. Nada era nada y el todo era casi infinito.
Espantoso silencio de generaciones de ingenuos que llenos
de complejos inundaban su mente y su entendimiento. No lograba
desenredar los conceptos de esas puertas que ahora se abrían ante
él, avivando los recuerdos insepultos de los dolores que el tiempo
no había logrado cubrir.
Una noche, sintió de repente como en su interior, una burbuja
de aire, algo semejante a la pasión; se esforzaba en salir y su
mente se movía entre difusos pensamientos de largos caminos sin
recorrer que ahora pisaba.
Tenía la sensación de que su yo interior era ahora una
presencia exterior inconveniente, un elemento natural que flotaba
en una mezcla de algo indefinido e inconcreto.
Sus recuerdos se entremezclaban entre una solución de
vagos razonamientos ingrávidos. Era terrible.
Pensó que jamás terminarían aquellas señales que lo
consumían por dentro. Lúgubre tiempo que lo enloquecía. Maldita
ciencia empírica que lo consumía. Fuego que lo fundía. Suaves
sonidos que lo seducían y el todo que lo enardecía.
-¿Y qué es lo que busca?- se preguntó
La respuesta carecía de sentido, pues su cuerpo sobre la
tierra estaba inmóvil y la voz no daba señales de terminar.
En el piso junto a él, bordes pulidos de una extraña grieta
emitía nubes de humo nauseabundo que cubrían de repente todo,
emitiendo al mismo tiempo suaves murmullos que respondían
intermitentemente al llamado de aquella voz que lo seguía.
-Acaba de una vez-recuerda que gritó.
Verdes quijadas de piedra herían su cuerpo y una bestial
orgía de antiguas divinidades carnívoras lo destruían.
El sol se multiplicó y de repente diez soles inundaron su muro
bajo la mirada de un arcángel sin sentimientos que apareció de
pronto en el cielo y lo señalaba con ojos de odio y fuego que
hicieron vibrar su alma de miedo.
-¡Demonios basta ya!-expresó Armando.

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Y su cerebro estalló como si lo hubiera golpeado una fuerza
infinita con súbita energía.
El dolor marcaba su corazón como un profundo tatuaje
involuntario.
Armando yacía boca arriba con la cara bañada en lágrimas,
orando porque todo terminara.
De repente, su cuerpo se encontró flotando y comenzó a girar
como una estrella desorientada en una galaxia recién creada,
tomando a su cuerpo como eje. Un aguijón de suave piedra verde
de la que surgió un raro himno que la voz, aquella voz de siempre;
acompañaba como poseída en una tonada de rock primitivo etéreo
que surgía en él mismo.
-Termina, termina, termina-susurró y un súbito impulso lo
golpeó para que callara.
Las notas inundaban el are y la voz y su coro le destruían sus
razonamientos.
Duro dolor de comprender lo desconocido de la
responsabilidad encerrada en uno mismo que los sueños siempre
acaban por revelar. Duro dolor de comprender que no somos nada
y en nada nos convertimos. Duro dolor de saber que nuestros
sentimientos reprimidos acaban por destrozarnos si nos sujetamos
a los falsos convencionalismos que nos atan de por vida.
Un olor a gas le llenó los sentimientos y un primitivo principio
de cosas similares le hizo perder el sentido.
Eran las seis y cuarto cuando se despertó. Nada sucedía ya a
su alrededor. La grieta ya no estaba, aquella voz no lo llamaba más.
Estaba en su cama desnudo y cubierto apenas por unas
sábanas blancas de desdibujados pensamientos.
A través de su ventana, parcialmente abierta, podía ver como
el sol lanzaba sus primeros rayos destruyendo los suaves espíritus
de la noche.
Se sentía vacío, tranquilo y serenamente comprendió de
repente todo.
La energía que lo había invadido ya no estaba y su mente se
abría de pronto a nuevas e interesantes perspectivas que nunca
antes había notado.
Se fué al cuarto de baño e instintivamente Armando cerró la
ventana, como queriendo protegerse del sueño por si acaso
volviera.
Se duchó y se cepilló los dientes.
Se estaba secando cuando escuchó de nuevo la voz, se
detuvo en seco y miró sobresaltado a su alrededor con destacada
curiosidad.

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-No, creo que no- se respondió a si mismo al ver que la voz
ya no lo llamaba.
Observaba el exterior con un nuevo concepto, era como
aventurarse en un nuevo principio, como si el sueño volviera a
comenzar. No obstante, no era así.
A su lado, junto a él, vió aquello que lo había atormentado. Un
desdibujado sueño azul verdadero que acariciaba suavemente su
rostro y se perdía ante la mirada curiosa del sol. Ahora lo
comprendía, había pisado las tierras prohibidas donde el color cero
era el dominante del espectro y en donde el brillo de la existencia
no se atrevía a destruir la composición de los colores de los oscuros
secretos interiores.
Pensaba en lo desconcertante de las últimas palabras de la
voz, en los gritos que había escuchado desde abajo.
¿Qué era? No lo sabía, los recuerdos eran imprecisos.
De lo que estaba seguro era que aquel sueño había aclarado
su mente, de repente todo tenía respuesta. Todo se abría ante él,
todo lo sabía, nada ignoraba.
¿Era cierto o no?
No importaba.
De repente, Armando se encontró llorando al descubrir que
era fuego bajo las cenizas y que el dolor reprimido acabaría por
destruirlo.
Por descubrir que era producto de un impulso y que nada lo
salvaría. Por descubrir que era nada sobre la nada. Por descubrir
que jamás podría sacar con valor los deseos internos que lo
consumían.
¡Maldito sueño!
Cerró los ojos y Armando volvió a soñar.

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