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LA SELECCIÓN DE LECTURAS
¿CÓMO ELEGIR LIBROS DE IMÁGENES?
Existe una amplia variedad de libros de imágenes que pueden cumplir funciones
diferentes en la educación de los lectores más pequeños. Algunas indicaciones sobre
cómo emplear cada uno de ellos:
EL HÁBITO DE LA LECTURA
A MI HIJO, A MI HIJA, NO LE GUSTA LEER, ¿QUÉ PUEDO HACER?
Ante todo, dialogar. Intentar averiguar las causas, y no forzar, no obligar a disfrutar con
algo que en principio no entra en sus planes. Una vez detectado el problema, podremos
actuar.
Aunque a veces resulte complicado, nunca debemos abandonar la labor de estímulo y
orientación. Habrá que hacer uso de nuestra imaginación y de nuestra habilidad para
utilizar todos los recursos al alcance. Estos son algunos consejos que pueden orientar en
estos casos:
Siempre hay que prevenir. En el periodo en que los niños ya conocen el
código pero aún no leen con soltura, es conveniente continuar a su lado. El cansancio
puede vencerles. Estar siempre cerca, observar su comportamiento y tener preparadas
¿CUÁNDO?
Antes de iniciar la lectura y durante la lectura.
Cuando estén demasiado pendientes del descifrado y no puedan centrarse en
la comprensión.
¿CÓMO?
Fijar la atención. Al iniciar la lectura de un libro con nuestros hijos, fijemos
su atención en la portada y en el título. Comentemos el tema, pensemos de qué puede
tratar, invitémosles a imaginar los personajes, los escenarios, la trama...
Los momentos clave. Si les leemos un cuento, detengámonos en los
momentos clave cuando se presentan los personajes, al iniciarse el desarrollo de la
historia, cuando haya varias opciones que un personaje pueda tomar, cuando vaya a
resolverse la historia... Tratemos de imaginar con ellos posibles formas de continuar la
trama, con soluciones diferentes, y luego comprobemos si hemos acertado.
Anticipar. prever. estimar. Con los libros de conocimientos, podemos
invitarles a anticipar (adivinar) las características de un objeto, de un animal..., y que
luego se cercioren de si han acertado o no consultando el texto. En cualquier actividad
(matemáticas, ciencias), hagámosles prever los resultados, estimarlos.
Distintas formas de continuar. Ante cualquier texto, intentemos ver con ellos
de cuántas maneras puede continuar una frase. Propongamos soluciones y veamos luego
cuál de ellas se parece más a la que figura en el libro.
¿CUÁNDO?
En momentos o rutinas estables de cada familia: después de merendar, antes
de irse a la cama, al levantarse los días festivos...
En las fiestas infantiles, en los encuentros con amigos y con motivo de
cualquier acontecimiento: la llegada de los abuelos, una visita inesperada, días de lluvia
o de mucho sol...
En las salidas de fin de semana y de vacaciones.
¿CÓMO?
Elijamos momentos adecuados, creando un clima agradable y propicio para
los cuentos. Evitemos los momentos de más cansancio y las tensiones creadas por
nuestro agotamiento. Es importante que los niños perciban que nos gusta narrar y que
nos interesa ver cómo aprenden a leer.
Debemos buscar un sitio tranquilo. Cada noche, en la cama, puede ser un
espacio adecuado. Busquemos otros espacios, lejos de ruidos e interrupciones: en el
sofá, tumbados en una alfombra, sentados cómodamente en una mesa...
Podemos contar cuentos y leer cuentos. Se puede empezar contándolos, para
que después comprueben que estas historias están en los libros.
Los cuentos se pueden contar teniendo al tiempo el libro en la mano. Se
puede ir descubriendo dónde está escrito cada pasaje, los nombres de los personajes, la
estrofa de una canción, la ilustración que hace referencia a lo narrado...
Podemos aprendemos de memoria algunas repeticiones. Si ponemos énfasis
en las frases que se repiten, en las cancioncillas, en las respuestas..., los niños las
memorizarán y, cuando nos escuchen, esperarán el momento para repetidas con
nosotros. Las repeticiones a veces cansan a los adultos, pero agradan a los pequeños.