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Silvia Bleichmar

Seminario: “Qué permanece de nuestras teorías sexuales para la práctica


actual”.

Clase N° 1 dictada el 12 de abril de 2004

El programa de este año es un programa que a mí me resultó muy importante, sobre


todo pensando en dar una vuelta sobre ciertos aspectos que podríamos considerar
como en revisión respecto al psicoanálisis. Vale decir, entre el anquilosamiento de
algunos enunciados y la idea de que gran parte de los descubrimientos del
psicoanálisis quedan invalidados por las transformaciones que hubieron en la
subjetividad en los últimos treinta o cuarenta años• y digo en los últimos treinta o
cuarenta años porque es indudable que ha habido un salto en los modos de
organización de la subjetividad a partir de una serie de variables entre las cuales se
incluyen los modos en que han empezado a operar los medios y, en particular, la
cuestión de la imagen. Y también en relación a las formas con las cuales una cierta
circulación del cuerpo como lugar de mercancía; ha dejado de tener, de alguna
manera, el lugar sacrosanto que tuvo en la sociedad victoriana y a comienzos del siglo
XX.
Pero decía que a partir de una serie de cambios que se han producido en los últimos
años, una de las preguntas que uno se formula hace tiempo es qué es lo que queda
de las grandes formulaciones psicoanalíticas, muy en particular de la sexualidad.
Porque es indudable que todos los que venimos del psicoanálisis venimos pensando
que las estructuras básicas del psiquismo, con ciertas modificaciones, se conservan.
Por ejemplo, uno podría preguntarse qué ha pasado con el superyo, qué nivel de
estructuración tiene actualmente el superyo, qué pasa con las leyes que rigen la
relación al semejante y de qué manera se conjuga, en este momento, la concepción
con la cual el ser humano se define respecto a la culpabilidad, como ser moral. El año
pasado decíamos en cierto momento que el psicoanálisis fue pensado para un sujeto
moral. Fue pensado para un sujeto que tiene un conflicto con el superyo, que está
atravesado por la culpabilidad. De una u otra manera. No solamente, por supuesto, a
partir de la obra de Freud, pero en los desarrollos post-freudianos, tanto en la obra de
Klein como en la obra de Lacan, la cuestión de la tensión intrasubjetiva que implica el
posicionamiento ante la ley ocupa un lugar central. Y cuando decimos •la ley• estamos
hablando de la ley en el sentido fuerte del término, vale decir, de aquella que rige los
contratos interhumanos más allá de las vicisitudes históricas.
Sin embargo, hay como procesos de desconstrucción muy evidentes que, inclusive,
han sido muy trabajados por algunos sociólogos. Para quienes tengan interés en ver
alguno de estos temas, yo he estado muy entusiasmada este verano leyendo alguna
gente. Pero, por ejemplo, el texto de Richard Sennet, que se llama El respeto, es un
texto extraordinario, también La corrosión del carácter. Pero El respeto es un libro
donde él analiza los efectos en la subjetividad de los nuevos modelos laborales y de lo
que llama •la flexibilización•. O, por ejemplo, Zygmunt Bauman, que es otro sociólogo
polaco que trabaja el concepto de comunidad y donde analiza todos los problemas que
se plantean respecto a la cuestión de identidad y comunidad en un mundo en el cual la
relación comunitaria al semejante parece deconstruida. Temas muy importantes para
nosotros, para ir entendiendo algunos cuadros que se van produciendo. Inclusive los
textos de Sennet o los de Bauman permiten entender modalidades de la angustia
respecto a la forma en la que se constituye un psiquismo a corto plazo; a la forma con
la cual lo que fluye cambia el modo en el cual se va colocando aquello que antes tenía
como permanencia y trascendencia en las relaciones interhumanas.
Pero más allá de estos aspectos está también todo lo que ha llamado las
transformaciones en los modos de ordenamiento de los intercambios sexuales, de los
cuales un libro que, justamente, tengo que presentar en poco tiempo, que es el de
Elizabeth Roudinesco, que se llama La familia en desorden, alude de una manera muy
clara a las formas con las cuales se han producido procesos de desestructuración y de
recomposición de los modelos familiares. Y, además, con algunas cosas muy
interesantes, que yo les recomiendo como libro de lectura muy interesante para ir
introduciéndose en algunos temas respecto a esta pautación. El texto de Roudinesco
atraviesa dos ejes fundamentales que tienen que ver con la cuestión del Edipo y la
función del padre en la sociedad actual. Tema muy importante, porque prácticamente
todos hemos sido, de alguna manera, tocados por la idea de la función del padre en la
constitución subjetiva, muy particularmente a partir de la propuesta de Lacan. De
manera que creo que la pregunta respecto a la posición actual del padre es
fundamental.
El otro tema que toma Roudinesco, y que es muy importante, es qué ocurre a partir de
los nuevos modelos de integración de la homosexualidad. Mientras que en los años
•70 la homosexualidad se planteaba como enfrentada y contestataria -pensemos en
Foucault, por ejemplo- respecto de la pautación del deseo en el interior de la familia,
actualmente, justamente todo lo que hace a las nuevas formas de pedido de
legalización de las relaciones de alianza en parejas gay, inclusive de pedido de
adopción, marcan como un deseo de integración que revisa, de alguna manera, los
modelos de los •70 y que plantea, entonces, produce por supuesto mucho escándalo
porque arranca a la homosexualidad de su lugar marginal.

Intervención: (No se escucha).

El de Roudinesco se llama La familia en desorden. Voy pasando algunas cuestiones...


está también el libro de Elisabeth Badinter, Hombres-mujeres, diferencia, está escrito
así, que es una suerte de evaluación del feminismo de los últimos treinta años, pero
sobre todo que trae una cuestión muy importante, que es de qué manera los
desarrollos de las teorías de género han posibilitado o no un acceso de la mujer a
ciertas formas de circulación del placer. El otro día se me ocurrió una idea malévola,
realmente. Veía una chica joven, muy encantadora, tratando de convencer a un
muchacho muy complicado, sobre la racionalidad de sus argumentos. Y la veía tan
comprometida y trabajando tanto que le dije a mi marido: •La verdad, creo que las
mujeres eran más felices cuando eran frígidas.• Porque es tan brutal el esfuerzo que
tienen que hacer actualmente para obtener el goce, que uno se pregunta si valió la
pena. Pero más allá de esta broma malévola, que atraviesa el libro de Badinter, de
alguna forma, creo que todo esto pone sobre el tapete una cuestión que sería la
siguiente. Laplanche trabajó la diferencia entre mitos y teoría en psicoanálisis. Y
ustedes, los que quieran, pueden ver esto muy bien desarrollado por él en Entre
seducción e inspiración, el hombre, un texto que se llama justamente El psicoanálisis,
mitos y teoría, editado por Amorrortu. Pero yo me he preguntado mucho... me he dado
cuenta, como me pasa a veces, que la cuestión del psicoanálisis es, precisamente, en
este momento, como lo vengo proponiendo desde hace un tiempo, la diferencia entre
producción de subjetividad y constitución del psiquismo. Vale decir, concebida la
producción de subjetividad como los modos históricos, sociales y políticos
instituyentes, para hablar en términos de Castoriadis, de formas de organización de los
sistemas representacionales, la pregunta es: ¿Qué de lo que venimos arrastrando en
un siglo de psicoanálisis ha caducado respecto a las formas de producción de
subjetividad y qué sigue siendo vigente respecto a los ordenadores del funcionamiento
psíquico?
Por ejemplo, lógica binaria y lógica de la diferencia ¿son asimilables a teoría fálica y
lógica de la castración? Tema que vamos a trabajar bastante extensamente, porque
me parece que si hay algo que ha quedado como volatilizado es el cuestionamiento al
psicoanálisis desde las teorías de género, respecto a las teorías falocéntricas de la
castración y, al mismo tiempo, la dificultad del psicoanálisis para repensar sus propios
paradigmas recortando de ellos aquello que sí aporta algo a la producción de una
antropología en el sentido más amplio del término, de una manera de concebir lo
humano. Lo mismo ocurre con el complejo de Edipo. Quienes han participado en años
anteriores de este Seminario, o han tenido acceso a cosas que yo estoy planteando,
saben que tengo una profunda diferencia con el sostenimiento del modelo clásico del
Edipo para nuestra sociedad, el modo con el cual se conciben, a partir de esto, los
posicionamientos masculino y femenino en el interior de la pareja y, en particular, la
idea de que el complejo de Edipo es la novela simple que requiere de tres términos
actuales, siguiendo a Lacan, y cuatro tomándolos estructuralmente. Cuatro no porque
venga el amante de ninguno de los padres, sino porque además está presente la
circulación del falo como significante. Aclaro para los que no están entrenados en el
conocimiento de Lacan, que no crean que yo pienso que las relaciones conyugales se
articulan de a tres más un hijo. Pero, de todos modos, también es cierto que una de
las cuestiones que vengo proponiendo hace tiempo es la revisión de dos aspectos que
considero centrales, que es el descubrimiento del psicoanálisis... por ejemplo, cuando
Freud dice que su descubrimiento del Edipo, o del complejo de Edipo como pregnante
de la cultura humana, ya merecería que el psicoanálisis entre en la historia de la
cultura, uno se pregunta ¿es válido plantear esto? ¿es válido proponer que el complejo
de Edipo es lo que le da un lugar particular al psicoanálisis?
Podemos poner en suspenso la absolutización de esta idea, pero lo que no se puede
poner en suspenso es que lo que el psicoanálisis descubre es la prohibición del goce
intergeneracional. Vale decir que lo que se descubre mediante la prohibición del
incesto es el intercambio sexual intergeneracional. Y a partir de plantearlo en estos
términos se abre la posibilidad de salir de los modos con los cuales ha quedado, de
alguna forma, establecida la idea de que la cuestión del Edipo es una cuestión de
prohibiciones entre padres e hijos biológicos, inclusive hemos hablado alguna vez de
lo ridícula que era la discusión acerca de si Woody Allen era o no padre y si cometió o
no incesto con su pareja actual, con esta joven criada por él y Mia Farrow; o si los
lazos de sangre son los que definen el incesto, o si son los lazos de filiación de
cualquier tipo que fueran. Me parece que la idea de que la prohibición del goce
intergeneracional y la cuestión de la disparidad es un tema que el psicoanálisis ha
marcado y que tiene que ser recuperado siempre y cuando nos permitamos invertir
también los términos. Quiero decir, no concebir al Edipo como el deseo del niño sobre
el adulto, sino como la vuelta sobre el niño de los modos con los cuales se ejerce la
seducción del adulto en términos de lugar de apropiación y en términos de lugar de
goce. El cuerpo del niño concebido entonces de este modo y la prohibición del incesto
entendida como las formas con las que la cultura acota la apropiación del cuerpo del
niño como lugar de goce. Y todo esto nos ha llevado en algún momento a redefinir la
perversión en términos de desubjetivación del otro, y no en términos de ejercicio de la
pulsión parcial o de castración. Sobre esto vamos a ir trabajando.
Yo creo que hay un punto que viene con mucha fuerza y que pone en desbalance toda
la teoría psicoanalítica clásica, por eso creo que permitiría un reequilibrio de otro orden
tomarlo en cuenta, y es el hecho de que se ha producido un estallido, por primera vez
en la historia de la humanidad, de las formas de la procreación. Un estallido
tecnológico. Y que este estallido tecnológico, por un lado, corrobora lo más fecundo
del psicoanálisis. Vale decir, el modo con el cual, ya a comienzos del siglo XX, se
planteó la disociación entre procreación y sexualidad, para decirlo de algún modo. El
hecho de que por primera vez es comprobable... primero, toda la época de Freud está
caracterizada por el descubrimiento de los anticonceptivos o el intento de los
anticonceptivos, las consecuencias de todo esto en el psiquismo ¿verdad? Neurosis
de angustia, neurastenia, en fin, las formas de su época. Los modos con los cuales el
control de la natalidad producía, de alguna manera, un tipo de perturbación en la
sexualidad.
Pero actualmente es al revés. Por eso la broma que hago a veces, que la humanidad
pasó demasiados siglos tratando de tener relaciones sexuales sin engendrar, se ha
invertido porque ahora se plantea engendrar sin tener relaciones sexuales. Y eso
precisamente es un salto tecnológico de un calibre absolutamente novedoso, y que
nos lleva a plantearnos qué lugar van a tener algunas teorías biologistas, en
psicoanálisis. Por ejemplo la teoría de la pulsión de vida unida a la conservación y
reproducción de la especie, tal como fue planteada en Más allá del principio de placer.
Con lo cual hay que darle una vuelta a todo eso para que no caigan todas las teorías
psicoanalíticas con los nuevos modelos. ¿Por qué digo •que no caigan•? No
solamente porque yo piense que deban ser conservadas en función de nuestra propia
supervivencia, sino porque pienso que no hay ninguna teoría de la subjetividad,
todavía, capaz de proponer un modelo más fecundo. El día que la tengamos, podemos
replantearlo. Pero por ahora lo único que podemos hacer es retrabajar para ir
separando lo más fecundo de lo que no lo es, y no abandonar la posibilidad de
transformar de alguna manera estos paradigmas.
Decía que Laplanche trabaja con la idea de mito y teoría, y plantea que algunas
teorías funcionan como mitos. Y se pregunta cuáles son mitos y cuáles son teorías en
el sentido estricto, y para eso abre todo un debate con Popper. Y sobre si el
psicoanálisis es falsable o no es falsable, cuántas de sus teorías son falsables. A mí
me gusta la idea de diferenciar, decía, entre producción de subjetividad y constitución
del psiquismo para ir clivando, precisamente, los aspectos de permanencia de los
modos históricos de funcionamiento. Hay algo que es inevitable, que es la
dependencia de la cría humana respecto al adulto. Esta asimetría, esta dependencia
de base, es la condición misma de la humanización. De manera que se podrán tener
hijos en parejas homosexuales, en parejas heterosexuales o en personas que son
hombres o mujeres sueltos. Pero lo que no va a dejar de existir es esta asimetría.
Más todavía, supongamos que en algún momento de la historia la diferencia
anatómica pase a un segundo plano totalmente, en la medida en que no va a ser
fundamental para el engendramiento y para el acoplamiento, digamos. Supongamos
que eso ocurriera. Lo que no podría dejar de ocurrir es que haya esta asimetría. Salvo
que los seres humanos pasaran a ser algo distinto a un ser humano. Quiero decir, que
ya no se los produjera para tomar a su cargo las tareas inconclusas de las
generaciones anteriores.
Lo mismo ocurre con la teoría psicoanalítica de femenino y masculino. Nosotros
sabemos que tenemos aspectos que son absolutamente fundantes, sobre todo la idea
del carácter de la alteridad como constitutiva de la identidad. Si hay algo interesante
en el planteo freudiano respecto a la constitución sexual anatómica es la idea de que
la identidad no puede constituirse sino sobre la base de la alteridad. Es decir, no hay
posibilidad de que un ser humano devenga hombre o mujer si no es por diferencia. La
tontería, la banalización a que se ha llegado a veces en la clínica psicoanalítica, muy
particularmente de niños, de pensar que un niño, para hacerse hombre lo que necesita
es de un papá con el cual jugar, y no de un papá que salga a pasear con la mamá, o
que duerma con la mamá o que haga esas cosas de un hombre. Justamente lo que
está planteando es el absurdo de creer que la identidad se produce por similitud y no
por diferenciación. Es la alteridad la que define esto. Sin embargo, nuestras teorías de
lo masculino y lo femenino son pobres. Eso es indudable. Son pobres pero además,
para mi gusto, se ha escrito mucho sobre el problema de la constitución sexual
femenina, se ha discutido mucho el carácter falocéntrico o no de la teoría freudiana.
Esto lo vamos a retrabajar y ver qué aspectos no convendría aún abandonar y cuáles
serían para revisar.
Pero es indudable que de lo que carece el psicoanálisis es de una teoría de la
masculinidad. Es una teoría en la cual Freud se sostuvo en una contigüidad entre la
anatomía y la representación, a diferencia de lo que ocurre con la mujer, que hay una
discontigüidad entre su anatomía y su representación y, precisamente, es a partir de
esa discontigüidad que se funda la identidad femenina, en el hecho de que para llegar
a ser mujer, una mujer tiene que atravesar por el deseo de no serlo. Mientras que en
el hombre no aparece nunca cuál es el camino de la masculinidad, porque lo que
aparece es la pregnancia anatómica como modelo sobre el cual se va a desarrollar la
masculinidad. A tal punto que Freud no va a plantear en ningún momento que hay una
trasmutación de objeto en el hombre; lo que plantea es que hay una... que en el
hombre el objeto permanece. Y este es un tema a debatir, si este objeto primario es el
objeto, no es el objeto, y qué pasa con la mujer en ese sentido.
Creo que todo esto es muy importante porque, además, el psicoanálisis tiene que
resolver varias impasses que lo atraviesan: Por un lado, su teoría de la
homosexualidad, que ha oscilado entre el cuestionamiento a partir del centramiento en
la castración, de la salud o la normalidad psíquica, o del reconocimiento de la
castración, entendida la castración de una manera vulgar como reconocimiento de la
diferencia anatómica. Con lo cual, arrastramos una historia de enormes dificultades en
la reconsideración de la homosexualidad. En particular, una cierta homogenización de
la problemática de la homosexualidad a partir de la que Freud llamó •bisexualidad
constitutiva.• Por eso mi idea al retomar los orígenes de la sexualidad, biologismo y
estructuralismo es repensar si estos modelos que están en la base de la obra
freudiana siguen siendo útiles o no.
Por otra parte, porque hoy sería absolutamente imposible, frente a los modos con los
cuales se van produciendo, se van perfilando distintas maneras de estructurarse
identidades complejas, muy complejas, cómo pensar cuestiones relativas al
travestismo, al trans-género, a la homosexualidad... Cuestiones que, por supuesto, no
pueden ser todas reducidas bajo el mismo ordenamiento. Y, por otra parte, tampoco
resueltas bajo un modo demagógico de acoplamiento, como hizo la Federación
Americana de Psiquiatría, a las demandas posibles de quienes se sienten imputados.
De manera que tenemos que trabajar más a fondo la cuestión masculino-femenino sin
quedar capturados por las cuestiones de género pero teniendo en cuenta cómo las
transformaciones en las cuestiones de género ponen en debate los modos con los
cuales concebimos la cuestión de la diferencia.
El otro punto, el tercer aspecto de este programa, tiene que ver con nuestros prejuicios
por fin cuestionados. Entre otros, las formas con las cuales al pensar la asimetría
podemos salir del impasse que nos lleva a concebir al niño, por ejemplo, como una
víctima de la sexualidad del adulto, o al niño como un seductor del adulto, para ir a dos
polaridades. Cuando en realidad, más allá de que en los casos de abuso, de
seducción, sin duda uno tiene que plantearse de qué manera la víctima ocupa el lugar
de víctima, lo que nos interesa como analistas son los efectos en la subjetividad de
estas acciones, y no su victimización. Porque si no, no hay posibilidad de modificar
nada. Con lo cual, nosotros tenemos una doble tarea, la de replantear qué lugar
ocupa la sexualidad del otro como fuente de la excitación de un sujeto, lo cual ustedes
se dan cuenta que ya está planteando de entrada el abandono del concepto de fuente
en términos biológicos y somáticos, a partir de lo cual vamos a trabajar algunas
reuniones más. Y, por otra parte, la idea de un sujeto en el cual lo que ha recibido
permanece tal cual. Vale decir, el lugar de las víctimas como siendo solamente tábula
rasa sobre las cuales se inscribe una realidad vivida, y no como productores
metabólicos de representaciones que transforman la realidad padecida.
Es más, esto abriría la diferencia entre la responsabilidad y la culpa. Tema muy
importante para nosotros porque en psicoanálisis muchas veces se ha confundido
culpa y responsabilidad. Y la culpa es el modo subjetivo con el cual un sujeto se
representa sus propios modos de concebirse desde el punto de vista deseante, y no
necesariamente la forma con la cual ha operado en la realidad. Quiero decir,
diferenciar entre culpa y responsabilidad me parece que es muy importante, y que
abre cuestiones centrales también para todos los temas de penalización. Ustedes
saben que gran parte del debate penal actual se basa en esto, en cómo se asume la
responsabilidad frente a ciertas acciones más allá de que la patología del sujeto que
las ha producido sea la de una estructura que está alterada. De manera que, bueno,
sobre esto vamos a volver.
Yo quisiera... como hay muchos nuevos, si quieren que interrumpamos unos minutos
para que me formulen alguna pregunta, alguna cuestión y después sigo, o sigo con
algunos ejes que quiero plantear respecto a cómo concebir la sexualidad.
¿Seguimos?
En primer lugar, vamos a ir definiendo, en los términos en los que lo venimos
pensando, el concepto de sexualidad. De sexualidad en sentido amplio, como no
reductible a la genitalidad y tampoco a los ordenamientos de género. Cuando digo
•los ordenamientos de género• me refiero a una sexualidad que, como la definimos
hace ya años, tiene que ver con un plus de placer que no se reduce a la
autoconservación. Tiene que ver con los órdenes de placer. Con lo cual este
concepto de sexualidad no puede ser encuadrado en los términos de la sexualidad
genital-reproductiva, y del ordenamiento que implica, ni tampoco puede ser pensado
esto en términos de los ordenadores de género, que son ordenadores sociales. Si no
que tiene que ver, precisamente, con todo el espectro que se abre, por un lado, como
sexualidad llamada de algún modo •parcial,• en algún momento •pre-genital...•
Ustedes saben que yo, siguiendo a Laplanche, he preferido llamarla •para-genital• en
la vida adulta, con la idea de que no es reductible a la genitalidad. Y, en los primeros
tiempos de la vida, como una sexualidad •pre-subjetiva.• Vale decir, que no está
definida por una posición del sujeto sino precisamente que captura de distintos modos
distintas formas de las representaciones deseantes y de los investimientos del mundo.
No reductible a la genitalidad implica también salir de una cierta modalidad que ha
asumido la clínica desde hace algunos años, que es una modalidad muy regida por los
ordenamientos masculino-femenino, fálico-castrado. Esto quiere decir también que
para las representaciones inconcientes para el sujeto, en un sentido amplio, la
sexualidad como para-genital, como pre-genital o como pre-subjetiva, como ustedes
quieran plantearla, no se caracteriza, y esto lo vamos a trabajar la próxima, no se
caracteriza por la subjetivación de la pulsión sino, precisamente, por la ausencia de
subjetividad en juego. Cuando digo •subjetividad• quiero aclarar que estoy hablando
del sujeto en sentido estricto. Esta semana pasada salió un número de Topía
dedicado a la subjetividad, en el cual yo aclaro porqué pienso que el inconciente es
para-subjetivo y porqué la subjetividad no es del orden del inconciente, sino del orden
del sujeto volitivo, del orden del sujeto cognoscente, del orden del sujeto que se
enfrenta al mundo. Es un ordenamiento que tiene consecuencias clínicas importantes,
por eso lo defiendo. No por razones metafísicas sino porque al concebirlo de este
modo, como para-subjetivo, me permite, ustedes saben, formular de una manera muy
diferente la interpretación, no como algo definido por sus efectos sino por sus móviles.
Cuando digo •no definido por sus efectos• quiero decir, una cosa es que alguien, por
su compulsión, se ponga en riesgo de vida, y otra cosa es que esté buscando
matarse. Son dos cosas distintas. Definirla por sus efectos es pensar que lo que
busca es la muerte; definirla por sus móviles, es tratar de entender de qué manera se
ha constituido ese movimiento compulsivo que el yo no puede controlar como lugar de
resguardo de la vida, digamos. Como lugar de representación autoconservativa.
Entonces, no reductible a la genitalidad. No sometida a ciclos, esto es muy
interesante, esto ha sido planteado por Lacan en particular, o formulado más
claramente por Lacan, como una sexualidad que, a diferencia de la sexualidad animal,
no está regida por ciclos, por ciclos biológicos, sino que está regida por movimientos
deseantes que tienen muy poco que ver con... más allá de que el embate biológico
pueda producir desarticulaciones de los sistemas representacionales. ¿Qué quiero
decir con esto? Que un chico de 10 u 11 años con una estructura con riesgo psicótico,
ante el embate puberal puede ser invadido de tal manera por excitaciones que no
tienen respondiente simbólico, que lo lleven a desorganizarse. Lo cual no quiere decir
que esto sea regir... porque a un perro no le pasaría para nada. Lo que le pasaría al
perro es que, en el momento de la maduración biológica, iría a encontrar el objeto de
resolución de la tensión. Mientras que el chico psicótico en el momento de la
maduración biológica se encuentra con que tiene que tener estructurados sistemas
representacionales que le posibiliten hacerse cargo de esa maduración biológica.
Justamente el problema del ser humano es la permanente, como decía Freud,
prematuración. Vale decir, esta ausencia de correspondiente entre la organización
representacional y la maduración biológica, que puede ir antes o después. En el niño
pequeño va como prematurado. En algunos casos, va como incapacitado de
organizar los sistemas representacionales frente al embate biológico.
Entonces, no sometida a ciclos quiere decir que el deseo es independiente de los
ciclos biológicos. A tal punto que no se entendería de ninguna manera por qué los
seres humanos consumen viagra, si no fuera porque no hay ningún tipo de
sometimiento del deseo al ciclo biológico. Más todavía, el enojo de algunas mujeres
de que el marido no consuma viagra tiene que ver con que se sienten no deseadas
representacionalmente, no desde el punto de vista biológico. Porque la razón para
que un hombre incluya algo que le permita sostener la potencia es el deseo psíquico
de sostenerse en cierto lugar, y no tiene nada que ver con el ciclo biológico. De
manera que •no sometida a ciclos• no... digamos, con una independencia relativa y
con relaciones complejas con los procesos biológicos o madurativos.
De carácter no adaptativo. Esto me parece que es central, que es la idea de una
sexualidad que no marcha por los carriles de la adaptación. Freud, se acuerdan, en
Tres ensayos termina planteando el •instinto reencontrado,• como una posibilidad de
reencuentro con la procreación. A esta altura, lo que hay es un reencuentro con un
objeto genital, en todo caso. Pero, de todos modos, la sexualidad... por supuesto, la
pre- o para-genital no es adaptativa de ninguna manera. Es más, intercepta los
procesos de adaptación. Todo el psicoanálisis ha trabajado sobre la desadaptación
con la cual la sexualidad se inmiscuye en los procesos de adaptación, tanto en la
alimentación como en la evacuación, lo que los analistas llamamos •oralidad• y
•analidad,• lo que hacen es interceptar permanentemente los procesos naturales, y
darles un carácter que, en muchos casos, es absolutamente contrario a la
autoconservación. No hay más que ver a un niño con una encopresis por
rebalsamiento con adherencias intestinales, o ver a alguien con un bolo fecal efecto de
un fantasma retentivo, o ver una diarrea efecto de un fantasma expulsivo como para
darse cuenta de que la sexualidad y la adaptación tienen muy poco que ver. Más
todavía, que el problema del ser humano es cómo pone la adaptación en una
regulación con el placer sin que eso lo destruya. Cuestión fundamental en relación a
la regulación, a la normativización de los modos de lo que los lacanianos han llamado
formas del goce no adaptativo y no funcional, entonces. Quienes nunca lo leyeron o
tienen ganas de volver a leerlo, vale la pena verlo esto en Castoriadis, en El
psicoanálisis, proyecto y elucidación está muy bien desarrollado, y también en Vida y
muerte en psicoanálisis, de Laplanche.
Contrapuesto a la autoconservación, decía recién. Paradójicamente, surge una
dominancia en zonas de autoconservación por apuntalamiento. Vale decir que la
paradoja, y esto es lo que produce la situación compleja a nivel teórico y que lo lleva a
Freud, en los textos de la metapsicología a darle un sentido al apuntalamiento como
apuntalamiento de lo psíquico en lo biológico, lo paradójico de la sexualidad es que
aparece a dominancia en las zonas de autoconservación sin ser por ello un
desprendido directo de los procesos autoconservativos, que sabemos que pueden
transformarse en procesos mecánicos cuando no hay libidinización de las zonas. Por
ejemplo, las formas de alimentación en situaciones de deprivación afectiva extrema y
modos de autismo producido por situaciones de deprivación, donde las funciones de
incorporación y de excreción se cumplen totalmente regidas por leyes naturales, lo
cual marca que en realidad no se producen ahí estos modos del intercambio libidinal
que requieren del otro para poder instituirse. Entonces, tema para trabajar en este
primer módulo, esta paradoja de la dominancia en zonas de autoconservación que no
son, sin embargo, actividades autoconservativas sino puramente autoeróticas, como
diría Freud. Vale decir, regidas por el placer de órgano y no por la función del órgano.
El sexto punto es que es vicariable, transponible, desplazable. Tema que todos
conocemos, importante respecto a los modos con los cuales se establecen dos vías de
resolución de esto, una que tiene que ver con lo que alguien como Piera Aulagnier
llamó •destinos del placer,• vale decir, modos de resolución en el interior de los
procesos psíquicos a partir de determinaciones de cultura, de la forma que van a ir
tomando las resoluciones pulsionales. Vicariable quiere decir que puede ser tomado a
cargo por otra instancia, por otra zona, por otro orden. Transponible y desplazable,
sabemos que tienen que ver con el modo con el que se juega entre las instancias y en
relación a la forma con la cual el cuerpo mismo va resolviendo las vías de resolución.
El otro punto, es reprimible. Y acá hay algo que es muy importante porque lo
reprimible tiene que ver con el debate respecto a las llamadas pseudo-pulsiones. Qué
es reprimible y qué no es reprimible a nivel psíquico. Y si se puede considerar
pulsional algo que no es reprimible. Qué destino puede tener.
El octavo punto es que es determinante para producir un pasaje a sistemas
simbólicos. Esto remite a la idea de que, como plus de placer que no se reduce a la
autoconservación, genera las primeras representaciones psíquicas y es, de alguna
manera, productora de los inicios de cualquier simbolización posible. Yo voy a volver
en este Seminario sobre el modelo de la alucinación primitiva y su función como
rudimento de toda simbolización posible, sin ser en sí misma simbólica. Pero es
indudable que la simbolización no parte de la función sino de lo que la excede. Quiero
decir que la función se resuelve, o se agota, la alimentación se agota en la cantidad de
alimento que se necesita para mantenerse con vida; la excreción o lo anal, si no fuera
organizado por un destino de placer, se agotaría también en la pura evacuación; todo
lo que se va armando a partir de estos modos representacionales fantasmáticos, que
pueden producir el pasaje a sistemas simbólicos, no es del orden de la
autoconservación sino, precisamente, de aquello que viene a meterse como un •inter•
entre la autoconservación y el mundo, en el momento en el cual se introduce en
sistemas representacionales el placer.
Y el último punto es que no es desenraizable de su carácter somático en términos de
excitación. Y acá voy a plantear una pequeña diferencia, sobre todo con algunas
corrientes que, en mi opinión, tienen una cierta actitud de extremo, lo que alguna vez
hemos denominado como un cierto •espiritualismo deseante,• de equiparar los
modelos representacionales con los modelos deseantes sin tener en cuenta que los
modelos representacionales no pueden dejar de estar inscriptos en formas de
excitación somática, o producirlas, o recibirlas. ¿Qué quiero decir con esto? Que
cuando Freud habla de autoerotismo, habla de placer de órgano. Y una cosa es que
ese placer de órgano pueda ser producido incluso por una palabra que rememore una
acción, y esto es lo extraordinario del descubrimiento psicoanalítico, que la palabra
puede, de alguna manera, reinvestir una representación de tal modo que genere algo
que no estaba presente. Y otra cosa es pensar que el deseo es algo puramente del
orden del logos. Vale decir, que el logos es una forma de regulación de la energía
psíquica que tiene que ver con la excitación somática concebida no como excitación
biológica sino como efecto de intercambios y efecto de procesos de sexualización.
Esto es un poco el ordenamiento de este primer tema, como para presentarlo, y ahora
me gustaría escucharlos a ustedes, si quieren.

Intervención: (no se escucha)

¿Cómo es tu nombre? María Nélida Pelliza. Sí. Bueno, lo voy a ir desarrollando, de


todos modos. Es tema de desarrollo. Pero tal vez para empezar a ponernos de
acuerdo en ciertos modos de concebir la cuestión. En primer lugar, ustedes saben que
hay tres modelos o tres palabras que se usan con cierta equivalencia, y que son
totalmente diferentes en psicoanálisis: indefensión, fetalización y prematuración. La
prematuración, que es en realidad el concepto...
(cambio de lado)

... y está en la correspondencia con Fliess en particular, y después prácticamente


desaparece. ¿Por qué desaparece la palabra prematuración de la obra? Porque en la
correspondencia con Fliess hay dos ejes que abren el concepto de prematuración.
Por un lado, que está vigente la teoría de la seducción. Con lo cual la función de la
sexualidad del otro tiene mucha importancia, en la correspondencia con Fliess y en el
Proyecto, todavía. Y, por otra parte, porque no hay un determinismo instintivista, que
uno podría decir que no es instintivista, pero estamentario respecto a las
determinaciones. Cuando Freud empieza a trabajar con Tres ensayos y se sostiene
más en una teoría de... Perdón, me acaba de pasar algo terrible: iba a decir Abraham
y me acabo de enterar por el libro de Roudinesco que Abraham fue el ideólogo en la
IPA de la no admisión de homosexuales. Apoyado por Jones. De repente, como que
todo santo tiene algo de diablo.
Pero volviendo a esta cuestión de prematuración, yo decía que la función que ocupa el
estadismo, donde no hay prematuración, porque en realidad lo que hay es primero
oralidad, después analidad y va siguiendo una cierta evolución que está determinada
linealmente. Cosa que no pasa ya con Klein. Si bien el concepto de prematuración en
Klein no existe, pero sí existe el concepto de genitalización precoz. Esto es muy
interesante porque en Klein aparece el descubrimiento de que no hay que esperar lo
genital como un resultado sino como algo que se puede dar precozmente, si bien la
razón que da es endógena, de esta genitalización precoz. En todo caso, lo vamos a
trabajar, pero es una de las opciones que se han planteado teóricamente, donde a
partir del endogenismo de Klein se puede producir una genitalización, vale decir, una
impronta excesivamente temprana en el niño, de deseos genitales que Klein los
considera como efecto de las fallas en las relaciones con los objetos primarios. Esto
es muy interesante porque en Erna, que ha sido tema que hemos trabajado mucho en
este Seminario y sobre el cual yo he escrito, aparece muy claramente la genitalización
y no es efecto de ningún desplazamiento de la pobre Erna, sino de su sometimiento a
la escena primaria de manera reiterada. Con lo cual, lo que Klein llama genitalización
tiene que ver con eso.
En el caso de Freud, entonces volviendo, prematuración lo trae en relación con los
atentados que puede sufrir el psiquismo del niño, de ser expuesto precozmente a la
sexualidad del adulto. A tal punto que lo formula en una de las cartas como riesgo de
psicosis, el atentado sexual precoz. Interesante porque esto quedó totalmente
descartado durante años en psicoanálisis, como si fuera proto-psicoanálisis.
Fetalización. El concepto que toma Lacan de la neurología, para plantear la
insuficiencia motriz y la función del semejante en relación a la Gestalt pregnante que
precipita la identificación primaria. (Me salió precioso, nunca pidan que lo repita
porque no me va a salir). El concepto de fetalización tiene que ver en Lacan con que
la inmadurez neurológica, el hecho de que el bebé nace con montantes insuficientes
desde el punto de vista adaptativo, que lo somete a la relación con el otro desde los
comienzos de la vida en una relación de captura, •niños en mantillas,• recuerdan
ustedes el pequeño poema que está al comienzo del texto. La fetalización, entonces,
es desde el punto de vista neurológico la condición de la indefensión. Vale decir, del
hecho de que el sujeto quede capturado en el deseo del otro y, a partir de esto,
entonces, se premature la forma de sí mismo en una Gestalt que lo precipita. Como
dice él, •de la insuficiencia a la anticipación,• quiere decir que se constituye sobre una
forma alienada a través de que el otro lo ve como una totalidad que no es, desde el
punto de vista de la coordinación.
Yo he tenido mi debate, con este tema, hace muchos años, para plantear que el
cuerpo fragmentado que Lacan lee como problema de la fetalización •se lleva entre las
patas• el concepto de pulsión parcial y de un cuerpo horadado erógenamente, y no
disyunto desde el punto de vista de la maduración biológica, de la maduración
neurológica. Pero, de todos modos, entonces aparece esta idea de indefensión, que
aparece como el temor a quedar sin la ayuda del otro y que Laplanche retoma
después como desauxilio. Que es la angustia de aniquilamiento sostenida por esta
ausencia.
Entonces, volviendo a la cuestión de la prematuración, el único concepto de todos
estos que posibilita pensar la sexualidad es la prematuración. La fetalización es la
condición neurológica de inmadurez que hace que el ser humano quede subordinado
al otro en una disparidad asimétrica de saber y de poder, y de producciones simbólicas
y sexuales. Creo que justamente una de las cosas más interesantes de los temas que
estamos trabajando es pensar a la madre como madre sexuada, y no sólo como
•madre suficientemente buena• o •suficientemente mala.• Digo lo de •suficientemente
mala• porque Laplanche plantea, bromeando con Winnicott, la necesidad de una
madre •suficientemente mala,• vale decir, capaz de producir excitaciones, capaz de
romper el plano autoconservativo.
En esto, entonces, a mí lo que me interesa marcar es lo siguiente. El otro es la
condición de la sexualización precoz de la cría. Sin embargo, esta sexualización
precoz yo lo he formulado en términos de que no remite a las representaciones del
otro ni a los fantasmas del otro, sino que son metabólicas respecto a ellas. Es decir,
no son, como dice Laplanche, homotésicas sino que son metabólicas. Y lo que me
importa mucho es, justamente, que el carácter productivo del psiquismo es
transformación de lo que recibe y producción de algo nuevo. Con lo cual trato de
romper con la idea de un endogenismo autosuficiente en el cual todo surgiría de la
mente en una suerte de paralelismo psicofísico: fantasmas universales, fantasías
originarias en Klein, las proto-fantasías en otros autores. Pero, al mismo tiempo, el
reconocimiento de que lo que se recibe del otro no es puro exogenismo, sino que lo
que nos importa es el modo con el que es procesado. Si ustedes quieren, el concepto
de Piera Aulagnier de •autoengendramiento• tiene que ver con esto. El material que
se recibe es exógeno, pero lo que se produce ya no es exógeno. Y esto es lo que
abre una distancia productiva entre el psiquismo del niño y el psiquismo del adulto que
lo constituye. Sí, Nicolás Vallejos.

Intervención. (no se escucha)

Yo tiendo a pensar que el superyo funciona también de una manera... digamos, hay
una diferencia entre el inconciente pulsional y el superyo. Sin dudas. Sobre todo
porque el superyo está constituido por fragmentos discursivos, está construido con una
lógica que no es la lógica del inconciente en el sentido estricto. Y es un tema para
pensar, porque en realidad el superyo funciona con algunos aspectos que son
claramente del inconciente, por ejemplo el hecho de que no hay imperativo hipotético
sino que el imperativo es categórico. Porque en realidad cuando el superyo prohíbe
algo es porque ya fue deseado. Con lo cual, en el momento en que lo prohíbe lo
prohíbe como un deseo realizado y no como un deseo a realizar. No estoy hablando
de los aspectos preconcientes de la ley, sino de los modos con los cuales el superyo
opera intrapsíquicamente. De manera que queda abierta esta cuestión de qué
aspectos del psiquismo son para-subjetivos y cuáles no. Hay aspectos del yo que no
están subjetivados. Es indudable eso. Hay modos de las identificaciones que
funcionan como adherencias. Y yo insisto en conservar la idea de subjetividad como
algo relativo a la conciencia y voluntad, aunque sea puntual. Si querés, sexta tesis de
Feuerbach, es ajeno a la conciencia y voluntad de los hombres, lo que no es
subjetivo. Y en ese sentido me gusta esta idea.
Ahora, volviendo a la sexualidad, si hay un punto en el cual la idea de para-subjetivo -y
aclaro para los que no vienen trabajando cuestiones conmigo, que yo digo para-
subjetivo con esta idea de que no es que la pulsión busca realizar algo de manera
intencional, sino que produce algo en la búsqueda de descargas que no están regidas
por la intencionalidad, y creo que el inconciente funciona así- si hay algo que me
parece fecundo de la idea de para-subjetividad del inconciente es que no se
intencionalice la pulsión, sobre todo cuando debe ser interpretada. Y no se interpreten
como intencionales las consecuencias de los actos de los sujetos compulsados.
Entonces me parece que abre una línea muy importante de trabajo práctico respecto a
reconocer cuáles son los deseos de un sujeto, y cuáles son los modos compulsivos
con los cuales no puede controlar su acción. Mientras que, en una tendencia más
clásica, se interpreta que si el sujeto no puede parar de hacer eso es porque eso es •lo
que quiere en el fondo.• No sé si es clara la diferencia, de creer que, bueno: •Usted
dice que quiere esto, pero en realidad, por lo que usted hace, es evidente que quiere
otra cosa.• No. No quiere otra cosa. Quiere lo que quiere, pero no puede parar de
hacer lo otro.
Entonces me interesa mucho esta desubjetivación como una forma de repensar los
modelos clínicos, las formas de intervención. Y, sobre todo, para no sustancializar el
inconciente. Porque en la medida en que uno le dice a alguien: •Bueno, en el fondo lo
que usted quiere es eso,• lo que está diciendo es que todo el resto es epifenómeno.
Que todo el resto es engañoso. No que el preconciente y el yo tienen su densidad, y
que el inconciente tiene otra y son dos instancias diferentes. No, se está diciendo que
es todo •falsa conciencia.• Que la verdad está en el fondo. Y esto yo creo que no
tiene nada que ver con el psicoanálisis. Creo que es una impronta fenomenológica, en
algunos casos se podrían pensar muchas de las formas de la falsa conciencia como
modos de manifestación en psicoanálisis de una ideología espontánea de anulación
de los efectos del inconciente. En ese sentido. No sé si te aclara esto. Ahora,
respecto al superyo y todo, hay que ir pensándolo.

Intervención. (no se escucha)

Hay una escena extraordinaria en la película, en Alguien tiene que ceder, que es el
momento en que él la abraza y dice: •Alguien se está despertando.• Y se refiere a que
tuvo una erección sin viagra. Es una escena preciosa de la película, porque marca
cómo el deseo puede ser activado en este hombre a partir de que hace un enlace al
objeto. Mientras que todos los otros modelos con los cuales tenía que insuflarse
potencia estaban articulados por su propio narcisismo y no por el deseo. Eso es
extraordinario. Entonces, por un lado, está esta cuestión de la prematurez. Por otra
parte, está la cuestión de que lo para-genital, y por eso me gusta la expresión para-
genital, no es subsumido en lo genital. Quiero decir que los modos del autoerotismo
nunca... que hay una idea teleológica ahí, en Freud, como si fuera una idea hegeliana,
viene la síntesis y al final todo se junta en la genitalidad. Y entonces lo oral, lo anal...
minga, porque si fuera verdad así sería horrible. Pero, en realidad, residuos de lo oral
y de lo anal es verdad que forman parte. Pero, inclusive, requiere represión, requiere
sublimación... Pero lo que sí es verdad es que el autoerotismo sigue los carriles de lo
para-genital. Que tiene que ver, yo lo he dicho de una manera un poco escatológica,
con lo oral, con lo anal y con lo nasal. Cosa que nuestra cultura no denuncia nunca
pero que está muy presente desde el punto de vista... y Freud por finura nunca lo dijo,
o en su cultura nadie hacía esas porquerías, pero en todos los semáforos de Buenos
Aires uno ve la impronta del erotismo nasal desplegándose alegremente frente al
horror de los que rodean al personaje. Más todavía, gran parte de los reproches en
las parejas tienen que ver con el autoerotismo. ¿De qué se quejan las parejas?
Cuando uno ve parejas, se quejan de cómo el autoerotismo invade constantemente la
relación amorosa al otro. Cómo el ejercicio autoerótico no tiene en cuenta... es
irrespetuoso. Es irrespetuoso, no tiene en cuenta al otro. Este es un tema central en
la evolución de la pareja, precisamente, que indica que lo autoerótico nunca es
integrado a lo genital sino que mantiene su vía paralela.
Ahora, yendo a la edad madura de este señor, hay algo que es muy interesante, que
es la fuerza que toma lo autoerótico en la declinación de la genitalidad. Y esto hay
que tenerlo en cuenta, porque esto se ve mucho en el trabajo con alguna gente
mayor. Cómo no se produce sólo una pérdida jacksoniana, digamos, del control sino
que hay como una regresión, diría Freud, autoerótica a partir de una declinación del
deseo genital. Y que esta declinación del deseo genital aparece también con una
declinación del interés amoroso por el semejante. Y en la medida en que aparece
como una declinación en el interés amoroso por el semejante, caen los diques que
controlan el autoerotismo porque en realidad esos diques están en función de la
conservación del vínculo al otro. Entonces, me parece que es todo un tema para tener
en cuenta cuando uno trabaja.
Intervención. (no se escucha)

Sí, Débora. En realidad no puedo mucho, porque lo estoy pensando a medida que
ustedes me interpelan. Entonces lo voy pensando, pero hay algo que es de
observación en esto, y que aparece como uno de los problemas más serios de la
convivencia con gente mayor, a veces. Es muy impresionante cómo esto va ligado en
general a formas de pérdida de la autoestima y del autorrespeto. A mí me impresiona
mucho cuando Freud dice, en la metapsicología, que las represiones se realizan por
autoestima yoica, porque el self se ama a sí mismo y se respeta y se reconoce. Con
lo cual, en los momentos de pérdida de esa autoestima, de ese respeto, la pérdida de
normas sociales es muy clara. Hay que tener en cuenta, esto lo vamos a tomar, que
todo lo que hace a las formas de la pautación del autoerotismo son las normas básicas
de la cultura, incluido en eso... Yo el otro día tuve que escribir el prólogo para una
persona de San Pablo, que saca un libro sobre enuresis y encopresis, y entonces volví
a leer en el Deuteronomio, en el Libro de Moisés, las reglas de la salud. Y es
impactante, porque ahí dice... yo lo recordaba así como un recuerdo encubridor, pero
lo acabo de volver a leer, dice que cada persona tiene que llevar un bastoncito, una
estaca para hacer sus... y cubrirlo después. Y da una serie... lo cual indica que
estamos hablando de que forma parte no de una evolución natural de las cosas, sino
de algo que ha llevado mucho a la humanidad pautar. Esto es muy interesante. La
pautación de la analidad o de la excreción ha sido muy compleja para la humanidad.
Y ahí aparece muy claro el hecho de que las leyes sanitarias estén simplemente
centradas en eso. No hay ninguna otra ley sanitaria en el libro V. No hay leyes
alimenticias. Son leyes ligadas a la regulación de la segregación excremencial,
digamos, para jorobar un poco con Lacan que hablaba de segregación urinaria.
Entonces me parece que hay que tener en cuenta la relación existente entre
autoestima y autoerotismo. Porque no siempre las formas transgresivas son el efecto
de una modalidad narcisista extrema. Muchas veces son, precisamente, una caída de
los modos de los investimientos narcisísticos y expresión de la pérdida del valor de sí.
Y esto se ve muchas veces en procesos de desubjetivación en sectores que son
marginados, o que van perdiendo la capacidad de conservar ciertas pautas a partir de
la desubjetivación. Esto se ha visto en los Campos, en los procesos de marginación
en estos años, cómo va apareciendo cada vez más algo que degrada los procesos de
control del llamado autoerotismo, en este caso. Me parece que eso es muy
interesante. Y en la gente mayor ocurre. Con lo cual hay que tener en cuenta que
muchas veces estamos frente a un proceso fisiológico, claramente determinado, y en
otros casos estamos frente a un proceso de deterioro de la propia imagen yoica. Yo
creo que lo que no se puede perder de vista es que una vez que se instaura la
represión en el ser humano, la renuncia autoerótica tiene una vertiente relacionada
con la propia autoestima, y no solamente con la relación al otro. Y esto es muy, muy
importante.

Intervención. (no se escucha)

Mejor dicho, va a ser decisivo ¿en qué sentido? La producción de subjetividad va a


determinar las formas con las cuales se llenen de contenido los enunciados
identificatorios y las relaciones con el mundo. Quiero decir lo siguiente, supongamos...
por eso les digo que los que puedan lean el libro de Sennet, La corrosión del carácter
por lo siguiente. Uno se pregunta... se nos plantea constantemente la cuestión
respecto a cómo la relación al semejante es un elemento determinante en la
constitución de las instancias psíquicas. Y un aparato psíquico puede, de todos
modos, tener formas de organización sin que necesariamente tengan los mismos
contenidos en cualquier época histórica. Por ejemplo, en nuestra cultura la
generosidad o el egoísmo no toman el mismo carácter que en otras épocas de la
historia. Con lo cual alguien no siente una culpa horrible por haber sido egoísta y una
vergüenza espantosa por haber sido estafador. Yo en el texto de Topía digo que en la
Argentina del 2000 sería muy difícil que el hombre de las ratas hiciera un síntoma
porque el padre se casó por dinero. Lo que le hubiera preocupado es si le fue bien o
mal. Pero no sentiría ninguna vergüenza de que el padre se hubiese casado por
dinero. Al contrario, pensaría que el padre es un piola bárbaro. Que gracias al viejo
nos salvamos todos.
Yo pienso lo siguiente, las instancias se constituyen igual. El superyo existe. Y vamos
a pasar un poco revista a esto, porque creo que inclusive se constituye en épocas de
enorme conflicto histórico. Pero el modo con el que es concebido el universo de
pertenencia de los objetos a los que las leyes aluden es distinto. Y lo mismo ocurre
con ciertos enunciados del yo. Lo vamos a retomar. Hasta la próxima.

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