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Peronismo José Pablo Feinmann

Filosofía política de una obstinación argentina


26 Sabato, el hombre sensible
de la Libertadora

Suplemento especial de

Página/12
SOBRE LA PARANOIA GORILA vida”, en esa existencia “llena de pequeños aconte-
cimientos sociales y de diarios negocios o inversio-
ese a considerar, con lucidez, que al nes” el miedo tiene las cualidades temibles de lo

P peronismo no se lo habría de ani-


quilar con decretos, sino con “ilus-
tración, esperanza y libertad” (nada
de lo cual fue recibido por las masas
peronistas de manos de los antiperonistas triun-
fantes), Mary Main centra la efectividad de su
libro en trazar la atmósfera de una Argentina
próximo y real, en la intimidad se habla de actos
de violencia, de revueltas futuras, y, por fin, todas
las conversaciones giran en torno a “ella”, lo que
revelaba el miedo que todos le tenían, “ella” esta-
ba; “de cada temor (...) y la energía desplegada
para disimular su influencia y su poderío no servía
para otra cosa que para probar hasta qué punto se
sometida por el peronismo al miedo: “Eva tenía había transformado en una obsesión colectiva”
también sus informantes, el mozo, la mujer sen- (Main, Ibid., p. 10).
tada en la butaca próxima en el cinematógrafo, el Mary Main dice haber regresado a Buenos Aires
conductor del taxímetro, la mucama, la manicu- en 1951. ¿Qué dejó detrás? Un país estragado por
ra, en fin, cualquiera podía ser espía y podían la paranoia. Sería fácil marcar todas las contradic-
estar en cualquier lado: en las oficinas públicas, ciones que tiene su texto, lo clasista que es, lo
en las escuelas, en las facultades, en las residencias patéticamente ingenua que resulta la queja sobre
de los particulares y en los lugares de diversión” el cambio de actitud y la mejoría del sueldo de las
(Main, Ibid., p. 123). El inicio de su relato es cocineras o la delicia sobre los buenos argentinos
literariamente efectivo: “Abandoné Buenos Aires que temen, no sólo por sus vidas, sino “por sus
poco después de que Perón fuera elegido para su bienes”, respuesta que da Main, desde el corazón
primera presidencia y regresé a la ciudad en de la oligarquía, a quienes sostienen que el primer
1951” (Main, Ibid., p. 9). Su descripción de Bue- peronismo no planeaba expropiarla. La señora
nos Aires es similar a la que presenta Mordisqui- Main dice: sí, se temía eso. Se trata de un texto
to: “sosegada forma de vida”, “próspera”, “en casi paranoico escrito en el preciso momento en que
todas las manzanas los escombros que anuncia- McCarthy perseguía a todo el mundo en Estados
ban nuevas construcciones”, “las gardenias conti- Unidos. Main trasladó el mecanismo a la Argenti-
nuaban comprándose en las calles por unas esca- na. Hay un gran film de 1956, La invasión de los
sas monedas”, “la calle Florida cerrada al tránsito usurpadores de cuerpos (Invasion of The Body Snat-
desde el mediodía”, “colmada de gente como si chers), basado en una novela de Jack Finney y diri-
fuera la pista de baile de una ‘boîte’”, “la vida gido magistralmente por Don Siegel e interpreta-
social (...) se vinculaba siempre con ‘cocktails do (algo que pocos dicen) con enorme convicción
parties’ y vestidos de fines de semana en los por un actor entrañable de la clase B norteameri-
‘country club’ o en alguna estancia, mientras las cana que, precisamente, tenía el mismo apellido
conversaciones giraban alrededor del alza de los que el senador Joseph Raymond McCarthy, naci-
precios, de los enriquecimientos rápidos, de los do el 14 de noviembre de 1908 en el estado de
scores en golf, de la escasez de manteca y de los Wisconsin, es decir, se llamaba McCarthy, Kevin
viejos y buenos días en que las cocineras ganaban McCarthy. Seré breve: el film narra un ataque
ochenta pesos por mes y lavaban toda la ropa de alienígena (Marte: Planeta rojo) de horrorosas
la casa” (Main, Ibid., p. 9). El texto –riquísimo– características. Unos habitantes de la pequeña
de Main revela qué clase social frecuentaba: la localidad de Santa Mira empiezan a revelar con-
oligarquía. De aquí extraía su versión del peronis- ductas extrañas. La cosa es que ellos ya no son
mo. Porque si se encontrara con Discépolo el ellos. Alguien o algo se ha apoderado de sus cuer-
vate le diría que todo eso que vio: la gardenias, la pos y de sus mentes. Pongan ustedes aquí lo que
calle Florida colmada de gente, la prosperidad, las quieran: pero si un film les cuenta esto en 1956 y
nuevas construcciones, era el peronismo, “el tec- pasa en Estados Unidos, que está en medio de una
nicolor de los años felices”. Y si le escuchaba la Guerra Fría con los comunistas, está claro que los
queja por la falta de manteca le habría dicho lo que se están apoderando de los cuerpos y las men-
que sabemos: “Leche hay, leche sobra; tus hijos, tes de los buenos ciudadanos de Santa Mira son...
que alguna vez miraban la nata por turno, ahora los comunistas. Es la visión del Otro que se apo-
pueden irse a la escuela con la vaca puesta”. dera de “lo mío” o de “lo nuestro”. Aquí, en
Cuando citamos este texto por primera vez (al Argentina, cuando los militares del Proceso, a las
ocuparnos de Discépolo) olvidamos esta simetría diez de la noche o más tarde también, pregunta-
fascinante: El niño peronista iba “a la escuela con ban desde los televisores “¿Usted sabe dónde está
la vaca puesta”, tal como, antes del peronismo, se su hijo ahora?”, buscaban introducir el mismo
iba a Europa la familia oligárquica. El peronismo pavor. En vez de los comunistas, la subversión,
había logrado un traslado de la vaca (sin quitárse- que era la forma argentina de los comunistas. Pero
la a la oligarquía, lo que habría significado la pregunta decía: “Sepa bien dónde está su hijo
“expropiarla”, hipótesis que ya tratamos) de la ahora, porque si usted no lo sabe es posible que
oligarquía viajera al niño que iba al colegio. Tam- algún subversivo se esté apoderando de él introdu-
bién ahora los niños tenían “la vaca atada”. Vol- ciendo en su cabeza ideologías extrañas a nuestro
viendo al tema de la escasez de manteca (típico estilo de vida occidental y cristiano”. Entre “ideo-
del sonsonete oligárquico que siempre –o casi logías extrañas” y “alienígenas” no hay diferencias.
siempre, demasiado casi siempre– la clase media El film de Siegel tiene un cierre poderoso. Sin
copia), Discépolo respondía: “¡No hay queso! esperanzas, luego de haber besado a la única per-
¡Mirá qué problema! Antes no había nada de sona que seguía a su lado, su novia, Becky Dris- parte, la caída del Muro y de la Unión Soviética
nada, ni dinero, ni indemnización, ni amparo a la coll (Dana Wynter), Kevin McCarthy aparta sus parecen haber autorizado a algunos investigadores
vejez... y vos no decías ni medio”. labios de los de ella, la mira y se da cuenta. Ella ya a decir que recién ahora tienen los documentos
Lo que retrata Main es, sobre todo, el bienestar no es ella, es un alien. La escena es la cumbre del necesarios, los de la KGB sobre todo, como para
de la oligarquía y sus pequeñas quejas. Algunas cine paranoico. La cumbre del macartismo. No te poder decir, sin hesitación alguna, ¡que McCarthy
paradigmáticas: el horror de que las cocineras ya fíes ni de aquellos que te aman. Ni de aquellos a tenía razón! A veces uno agradece seguir sobre este
no ganaran ochenta pesos por semana, sino quienes amas. Todos pueden ser Otro en cual- mundo frecuentemente desalentador a causa de
mucho más y, para peor, no lavaran la ropa de la quier instante. Porque Ellos se apoderarán de las hilarantes sorpresas que presenta. Juro que
casa. Como sea, todo parece bastante idílico. Todos. Kevin, desesperado, huye en busca de la jamás pensé (ni se me pasó por la cabeza) que
Hasta que entramos en el fragmento paranoico del autopista. Y aquí viene el gran cierre del film de alguien se atrevería a reivindicar a McCarthy.
relato. Como todo relato paranoico tiene elemen- Siegel. Kevin llega a la autopista, con cara de loco, Pero no quiero equivocarme: si la cosa ha empeza-
tos de verdad. Ya se sabe: lo temible del paranoico los ojos muy abiertos, transpirado, y, a los gritos, do, no se detendrá. Estados Unidos está acaso tan
es que siempre tiene razón. Al menos, él lo cree a los manotazos, intenta detener a los automóvi- paranoico o más que en los tiempos de McCarthy.
así. Main, con mano segura, desliza que hay, en les, en tanto grita: “¡Usted puede ser el próximo! No es casual que aparezcan los que luchan por
las conversaciones, silencios inesperados, o se pasa ¡Usted puede ser el próximo!”. Mira a la Cámara, rescatar su nombre y su lucha. El tipo es un espa-
con brusquedad a temas triviales, hay pequeños nos mira y, por última vez, a todos, nos dice: ñol. Cuando vi el libro y le dije a mi amigo librero
indicios: el dedo sobre los labios, una señal, si dos “¡Usted puede ser el próximo!” (Nota: Este esque- cinéfilo que me lo llevaba me dijo: “Pero mire que
señoras comparten un taxi, hacia el chofer: puede ma de los cincuenta, que utilizó el macartismo y es a favor de McCarthy”. “Mejor”, le dije. “Soy
estar escuchando y delatarlas, las cruces rojas sobre que Mary Main aplicó al peronismo y que Videla muy curioso. Quiero ver cómo se hace para defen-
ciertas puertas, “una ciudad casi a oscuras” (se utilizó contra el “enemigo subversivo”, gozó de der a McCarthy.” Le pregunté más o menos qué
contradice con la pintura anterior, el contraste se enorme desprestigio durante años. Sobre todo su decía el tipo. El librero me dijo que él no aguanta-
transforma en contradicción, JPF), hay dos nom- creador, Joseph McCarthy. Pero Estados Unidos, ba leerlo. Yo no: me lo tomé como una obliga-
bres que no deben pronunciarse en alta voz, se desde la ya lejana aparición de El choque de civili- ción. Más aún: como un signo de los tiempos. La
vive una vida “de callados y secretos temores”, no zaciones de Samuel Huntington, vive una nueva cosa es un poco como el poema de Brecht: “Pri-
hay quien no tenga un amigo en la cárcel, no hay experiencia paranoica, más concreta a partir del mero empezaron por reivindicar a McCarthy...
quien no sienta amenazados “sus bienes y su acontecimiento de las Torres Gemelas. Por otra etc.”. El libro se llama McCarthy o la historia igno-
II
sentativo de su pluma y sirve para abultar un poco
su bibliografía, de por sí muy escasa. Pero aquí
evitaremos la “cuestión Sabato”. Trataremos de
ver solamente su visión de los hechos en este cuasi
panfleto de militancia que fecha en Santos Luga-
res, en junio de 1956, el mes de los asesinatos de
la Libertadora a los que no hace mención en su
texto probablemente porque lo escribió antes de
que éstos se produjeran.
Si bien Sabato incurre en todos los tics de la
época, se observa en él la búsqueda de una posi-
ción equidistante de las pasiones, de los extremos,
actitud muy de su estilo que no habrá de abando-
nar. En plenos años setenta, cuando le hacía
reportajes más que a menudo la revista Gente y él,
muy tranquilo y, al parecer, halagado, los acepta-
ba, declaró: “Hacia el socialismo, pero en liber-
tad”. Con lo cual quedaba bien con todo el
mundo. Con los jóvenes rebeldes socialistas. Y
con los liberal-democráticos que ya conversaban
con las Fuerzas Armadas para frenar el accionar
subversivo de la juventud socialista que militaba
masivamente por el retorno de Perón. Su voz, en
junio de 1956, suena, no obstante, más compren-
siva que la de otros. Aunque no merece el respeto
de un Milcíades Peña. Porque Sabato festejó el
golpe del ‘55 y hasta confiesa, en su pequeño
texto, haber llorado junto a su amigo Orce Remis
en Tucumán. Milcíades, por el contrario, un
hombre infinitamente más lúcido que Sabato,
pese a estar en muchísimas cosas contra el pero-
nismo, tal como hemos analizado exhaustivamen-
te, advertía que el movimiento que se preparaba
para derrocarlo era antiobrero, derechista católico
y abiertamente reaccionario. De aquí que haya ido
a pedir armas a la CGT para defender al gobierno
de Perón en lugar de emocionarse con la voz de
Puerto Belgrano que llegaba, lejana y pasional, y
provocaba lágrimas de emoción en Sabato, como
en la oligarquía, los ardientes católicos del Cristo
Vence y la aviación de la Marina que había masa-
crado la Plaza de Mayo en junio de ese año. Era
difícil sostener a Perón, porque su desgaste era
muy grande y no parecía tener deseos ni fuerzas ni
el más mínimo entusiasmo de encarar una lucha a
fondo. Pero de ahí a sumarse a un movimiento
que, a un analista de izquierda lúcido, no podía
sino revelarle su rostro vengativo y clasista, antio-
brero y antipopular, había un gran trecho que
muchos, demasiados, dieron.
Sabato empieza por aclarar (como si hiciera
falta) que la Argentina se encuentra en una gran
encrucijada histórica. Pero no habrá de ser padeci-
da por quienes él piensa. Sino que ellos actuarán
como verdugos. La compara con la de 1853, con
lo cual adhiere al eslogan de la Libertadora:
Mayo-Caseros y Tercera Tiranía. “Sarmiento,
Echeverría y Mitre son ejemplos que hoy debemos
invocar” (Ernesto Sabato, El otro rostro del peronis-
mo, sin pie de imprenta, Buenos Aires, 1956, p.
10). Promete luego que habrá de publicar un
ensayo bajo el título de La sombra de Facundo,
cosa que nunca hizo (Ibid., p. 11). De inmediato
habla de “la insuperable corrupción del absolutis-
mo peronista” (Ibid., p. 17). Y luego se refiere a sí
rada del cine. Lo escribió Fernando Alonso Bara- paranoia se les confirmó. El peronismo les quitó mismo, a cierto aspecto de su historia, algo que
hona y lo editó en Madrid la editorial Criterio ese 33% de la renta que deslizó hacia el proletaria- también habrá de acostumbrar hacer en el futuro.
Libros. Alonso Barahona dice que McCarthy do. Durante estos días, otra vez la oligarquía sien- Onetti confesó que había dejado de leer Abbadón,
conoció años de gloria pero luego fue condenado te que un gobierno “alienígena”, heredero de el exterminador cuando leyó: “Sabato estaba punto
al desprestigio. Que se inventó el adjetivo macar- quienes en el pasado usurparon las mentes de de cruzar la calle cuando...”. Escribe el autor de
tista como sinónimo de persecución o caza de bru- muchos jóvenes con “ideologías extrañas a nuestro Sobre héroes y tumbas (novela de fulminante éxito
jas. “Pero la historia sigue su curso frío y de vez en ser nacional”, les está “reteniendo” los ingresos cuando apareció): “De mi propia experiencia de
cuando toma sus venganzas” (Ibid., p. 10). ¿Por para “distribuirlos” hacia las cocineras que ya no estudiante comunista, entre los años 1930 y 1935,
qué la historia, después de la Guerra Fría, habría se conforman con ochenta pesos. No sé, espero recuerdo que nos daba vergüenza emplear ya
de seguir teniendo un “curso frío”? ¿De qué tiene terminar estos suplementos y que la oligarquía grandes palabras como patria y libertad, sobre
que vengarse la historia? ¿De los que acusaron a –esa que la Juventud Peronista, y no D’Elía, que todo si iban con mayúscula, hasta tal punto las
McCarthy? Sí, respondería Alonso B. Conclusión: se apropió del término, llamaba “puta”– se sosie- habíamos visto prostituirse en las bocas de los
la historia hace justicia. Juzga. Claro: ¿o no se gue un poco, respete el orden constitucional y ladrones políticos. Y ese sentimiento de pudor fue
habla del Tribunal de la Historia? Además, del podamos, al menos, seguir pensando seriamente tan persistente que hube de llegar hasta la revolu-
modo en que Alonso B. lo escribe, pareciera que este país antes de agarrarnos a patadas otra vez. Si ción de 1955 para volver a pronunciarlas” (Ibid.,
“la venganza” se la ha tomado “la historia”. ¿A ella se llega a eso que sea luego de haberlo pensado p. 18). Dice que eran las masas trabajadoras las
entonces se la ofendió al atacar durante años a con rigor, serenamente. torturadas salvajemente en la Sección Especial
McCarthy? Ergo, si al atacar a la historia se atacó contra el Comunismo. Que el paso por la Sección
a McCarthy, la historia es macartista. Que es lo SABATO: “EL OTRO ROSTRO Especial era “trágico”. Le reconoce a Perón (pero
que quieren todos los paranoicos. Que es lo que DEL PERONISMO” sólo por su paso por la Italia fascista) que advirtió
hace Mary Main con el peronismo. Porque su El pequeño texto de Sabato que pasamos a ana- que había llegado para el país “la era de las
“historia” es la historia de los temores y, por con- lizar se presenta como una respuesta al dirigente masas”. Así, “las masas populares (...) fueron con
siguiente, de los odios desmedidos y hasta de las nacionalista Mario Amadeo. No es un texto que el primer aventurero que supo llegar a su cora-
injurias de las clases poseedoras. Que, según pare- Sabato haya querido mantener vigente pues poco zón”. Luego dice obviedades: que los socialistas (a
ce, sintieron que el peronismo les quitaba sus es lo que retornó a él, y no lo volvió a publicar, los que llama “puros”) no sabían cómo llegar a las
“bienes”. Lo cual, IAPI, mediante, era cierto. La hasta donde yo sé. De todos modos, es muy repre- masas. Dice lo mismo de los comunistas, de los
III
conservadores y los nacionalistas. Compara a de nuestra común infancia de argentinos” Escribe: “¿Cómo podían creer los trabajado-
Perón con Hitler, pero encuentra a Hitler más (Ibid., p. 39). Insisto: ¡cuán superior fue Mil- res en la palabra Libertad, que a cada instan-
sincero: “Porque, a diferencia de nuestro tira- cíades! En el momento en que Sabato lloraba te pronunciaban los dirigentes políticos, si al
no aborigen que nunca dijo la verdad, el som- de emoción por su infancia de argentino por menor intento de huelga eran perseguidos y
brío dictador alemán la dijo casi siempre” fin recuperada, imagino a Milcíades pidiendo encarcelados? (...) Y les asiste todo el derecho
(Ibid., p. 23). Y desenmascara el secreto pro- armas en la CGT y puteando furioso contra al descreimiento, si esa sagrada palabra no
yecto de Perón y el GOU: “No debe cabernos Perón, pero desde el lado de la lucha. Dicien- aparece respaldada por el concepto de justi-
duda de que el propósito inicial de este coro- do: “Maldito general, se raja justo ahora cuan- cia social. (...) Porque es por lo menos sospe-
nel, y de muchos de los oficiales que lo rodea- do hay que luchar contra toda esta avalancha choso que la palabra libertad sea invocada
ban, era el de regir una satrapía del imperio catolicoide, oligarca, liberal, pro-yanki, con por los grandes empresarios y los capitanes
alemán, si Hitler triunfaba en Europa” (Ibid., malditos comandos civiles formados por los de las finanzas. Los obreros saben, amarga-
p. 23). Habla luego de un esquema que habrá niños bien. ¡Queremos armas, carajo! ¿Dónde mente, que para esas personas ‘libertad’ sig-
de manejar siempre: el hombre niega, por está ese general que no se pone al frente de la nifica la libertad de sujetar al asalariado
medio de la razón, su naturaleza dual, contra- lucha?”. Estoy seguro de que esto pasaba con mediante la sola, dura ley de la oferta y la
dictoria. Cita a Dostoievski, cuyas Memorias Milcíades (con palabras menos melodramáti- demanda, y la entrega de la riqueza nacional
del subsuelo son el libro axial de su concepción cas de las torpes que puse en su boca) y a los consorcios internacionales” (Ibid., p.
binaria de la condición humana: racionalismo muchos otros que sabían muy bien lo que se 50). ¿Quieren saber algo? Yo suscribiría esta
versus condición trágica del hombre. Abreva venía, lo que habría de suceder a Perón, a ese frase de Sabato. Y dicha en el anclaje históri-
también en León Chestov y Nicolás Berdiaeff, Perón que él había cuestionado pero salía a co supragorila de 1955 más valor tiene. Es
representantes en esos años de una especie de defender en su caída porque era preferible al cierto que en seguida escribe una tontería
“filosofía de la tragedia”, atractiva para adoles- régimen clasista, oligárquico e “ilustrado” que como: “Pero cuando decimos justicia social
centes con exaltaciones demoníacas. Dadas las venía a reemplazarlo. no queremos decir demagogia, pues la dema-
características personales de Perón, dice luego, gogia es a la democracia lo que la prostitu-
su gobierno no podía concluir sino “en la tira- EL OTRO SABATO ción es al amor” (Ibid., p. 50. Pero éste es el
nía más execrable, en la megalomanía y en la Sabato, entre tanto, lloraba de emoción. Y juego de un escritor que, como Perón, fue
corrupción, en el peculado y la amoralidad” aquí aparece el otro Sabato: el del corazón siempre pendular. Que quería armonizar
(Ibid., p. 26). Vuelve a Dostoievski, a quien abierto, el de la comprensión: “Si en el pero- todos los contrarios y mostrar un rostro dis-
simplifica, y esa doctrina acerca de la dualidad nismo había mucho motivo de menosprecio o tinto al de aquellos que, en última instancia,
esencial del ser humano: “Fedor Dostoievski de burla, había también mucho de histórico y eran los suyos, pero no puede desconocerse
afirma que Dios y el Demonio se disputan al de justiciero” (Ibid., p. 40). Y todavía sigue: que si se hubieran aplicado sus concepciones
ser humano, y que el campo en que esa dra- dice que los antiperonistas hicieron todo lo habría existido más piedad para los desdicha-
mática lucha tiene lugar es el corazón del posible por fortalecer a Perón, agraviándolo dos obreros peronistas). El tercer punto se
hombre” (Ibid., p. 28). Luego (para buscar una y otra vez, en tanto las masas lo amaban. titula: Los sindicatos a los trabajadores. Y es
lucir su erudición) refuerza la tesis con Pascal: Y escribe páginas sensatas. Escuchen: “Con un título muy antipático para los “libertado-
“Que, como todos nosotros, también era ángel ciertos líderes de izquierda ha pasado algo tan res”. “Los sindicatos deben ser entregados a
y bestia”. Condición que no parece haber tra- grotesco como con ciertos médicos, que se los trabajadores. (...) Mientras la ardua cues-
mado el alma de Perón: sólo bestia. Pero sí la enojan cuando sus enfermos no se curan con tión de los sindicatos no se resuelva no habrá
de Sabato porque, a partir de este momento, el los remedios que recetaron. Estos líderes han paz social y no existirá la más remota posibi-
texto entra en su etapa angélica, comprensiva, cobrado un resentimiento casi cómico –si no lidad de reconstruir la economía del país”
el alma bella del escritor que entiende el alma fuera trágico para el porvenir del país– hacia (Ibid., p. 51). Luego, la responsable, profun-
simple del pueblo al que ha engañado ese las masas que no han progresado después de da aceptación de la culpa: “Todos somos cul-
coronel mentiroso, falaz, más insincero que el tantas décadas de tratamiento marxista. Y pables, de alguna manera o de otra” (Ibid.,
mismísimo Hitler, del cual Sabato ha extraído entonces las han insultado, las han calificado p. 53). ¿Lo imaginan al “socialista” Américo
la certeza un tanto absurda de la verdad (aun- de chusma, de cabecitas negras, de descamisa- Ghioldi diciendo algo así? ¿A Rodolfo
que siniestra) de sus palabras. Confiesa que dos; ya que todos estos calificativos fueron Ghioldi, a Codovilla? ¿A la izquierda argenti-
“era un error pensar que a Perón sólo lo apo- inventados por la izquierda” (Ibid., p. 42). La na? Era más lúcido y abierto y comprensivo
yaban los desclasados” (Ibid., p. 31). Con esto izquierda se enfrentaba con dos proletariados: un francotirador como Sabato que todos
ya supera a Martínez Estrada en comprensiva “Un proletariado platónico, que se encuentra ellos. Incurre luego en un par de conceptos
piedad por el peronismo. Convengamos que en los libros de Marx, y un proletariado grose- gorilas típicos de la época, es como si se
para superar los energunismos de Martínez ro, impuro y mal educado que desfilaba en asustara de lo que dice y de inmediato quiere
Estrada no hacía falta demasiado. (¿Les gustó alpargatas tocando el bombo” (Ibid., p. 42). enmendarlo con insultos al tirano (“Perón,
esa palabra? ¿Energunismos? Energúnicos, al Recuerda a Cristo: “Eran esclavos y descamisa- lleno de odio por los valores espirituales”,
menos, hubo a montones entre los intelectua- dos los que en buena medida siguieron a Cristo y Ibid., p. 58), pero luego pide ¡convocatoria a
les que dieron lustre a la Libertadora.) Que, luego a sus apóstoles” (Ibid., p. 43. Cursivas elecciones! Reconciliación nacional. Escribe:
continúa S., no sólo “la chusma” apoyaba a mías.) Los peronistas adhirieron con “genuino “El fervor multitudinario que Perón aprove-
Perón. Que él estaba en contacto con los obre- fervor espiritual, (con) una fe pararreligiosa (a) chó no será liquidado mediante medidas de
ros y los que estaban junto a él sabían “que un líder que les hablaba como a seres humanos fuerza ni apoyándose en políticos que malhu-
aun gremios tan políticamente avanzados y no como a parias. Había en ese complejo moradamente las solicitan. No se desmorona-
como los ferroviarios eran, en su inmensa movimiento –y lo sigue habiendo– algo rá así la maquinaria peronista: sólo se logrará
mayoría, partidarios del nuevo líder” (Ibid., p. mucho más profundo y potente que un mero reforzarla hasta convertirla en una tremenda,
31). Insiste, retorna, sin embargo, a hablar de deseo de bienes materiales: había una justifica- incontenible y trágica aplanadora” (Ibid., p.
la “pesadilla peronista” en un apartado que se da ansia de justicia y de reconocimiento, fren- 61). Que fue lo que logró el odio del golpe
titula Aquella patria de nuestra infancia. ¿Cuál te a una sociedad egoísta y fría, que siempre del ‘55. Y así termina el breve texto.
había sido? ¿La de Figueroa Alcorta? ¿La de los había tenido olvidados” (Ibid., p. 43). ¿Por qué hemos acaso flagelado a los lecto-
Quintana? ¿La de Sáenz Peña? ¿La de Uribu- Abre un nuevo apartado al que llama: Doc- res con el texto de Sabato? Porque pareciera
ru? Para la oligarquía setembrina, sí, por tores y pueblo. Dice que los doctores no sólo exhibir la actitud de un hombre que busca
supuesto. ¿Y para Sabato? ¿Yrigoyen? No lo han incomprendido el fenómeno peronista diferenciarse del odio de la Libertadora. Creo
dice. Pero la frase está demasiado cerca de esa sino también el fenómeno de nuestros grandes que lo fue. Rechazó los fusilamientos. No
del ministro de Hacienda de Aramburu, el caudillos” (Ibid., p. 44). Y sigue con sus obse- tuvo el odio de Martínez Estrada, ni de Bor-
doctor Blanco, que finalizaba su discurso siones trágico-teológicas: “Un pueblo no ges, ni de Bioy, ni de Bonifacio Del Carril
diciendo que ahora, en 1955, retornaba la puede resolverse por el dilema civilización o (Crónica interna de la Revolución Libertadora),
patria “de nuestros padres y nuestros abuelos”. barbarie. Un pueblo será siempre civilización y ni de Américo Ghioldi, ni de la revista Sur, ni
Sabato, insistiendo con los escritores rusos, barbarie, por la misma causa que Dios domina de La Vanguardia (con los agraviantes dibujos
habrá de narrar una anécdota, por decirle así, en el cielo pero el Demonio en la tierra” de Tristán), ni de Raúl Damonte Taborda,
que narrará luego muchas, inmoderadas veces: (Ibid., p. 45). que publicó un libro con un título imaginati-
que Pushkin “exclamaba con lágrimas en los Por fin, se lanza a establecer las bases de la vo: Ayer fue San Perón. Sabato buscó com-
ojos, después de oír las cómicas historias de conciliación nacional. El primer punto se prensión y sensibilidad en su corazón. ¿Fue
Gogol: ‘¡Qué triste es Rusia’” (Ibid., p. 35). llama “comprensión del pueblo”. Reconoz- sincero? No sé. Ahí, en esa encrucijada, eligió
¿Las historias de Gogol son “cómicas”? ¿El camos que en el momento en que la Liberta- ese modo de compromiso, un modo que lo
capote es un relato cómico? Sé bastante sobre dora se proponía reprimir y ahondar la mise- diferenció del odio general reinante. Sólo se
los narradores rusos, como todo escritor ria del pueblo (como venganza a su adhesión sabe que, luego, apoyó a todos los golpes mili-
argentino, pero, si tengo alguna duda, requeri- al peronismo, pues si hubo un movimiento tares que vendrían.
ré la ayuda de mi amigo Saccomanno antes revanchista fue el de la Libertadora, sólo Terminamos aquí con los libros de la Liber-
que la de Sabato. Luego viene lo de Puerto superado por el revanchismo asesino y cruel tadora. Ojalá hayan encontrado algo en ellos.
Belgrano, que ya comenté. Es un texto, qué sé de la dictadura que encabezó Videla), Sabato Yo creo que hay mucho y que mucho de esos
yo, decidan ustedes: “El tucumano Orce pedía comprensión. ¿En qué consistía? No odios permanecen. Como permanecen las cla-
PRÓXIMO Remis y yo, que en ese momento estábamos hubo sólo demagogia y tiranía entre 1943 y ses que dieron el golpe del ‘55 y la misma Igle-
solos frente a la radio, nos miramos y vimos 1955, dice, “sino también el advenimiento sia Católica que los acompañó.
DOMINGO
que los dos estábamos llorando en silencio y del pueblo desposeído a la vida política de la
que nuestras lágrimas venían de la misma y nación” (Ibid., p. 48). El segundo punto: Colaboración especial:
Borges y la Libertadora lejana y querida y añorada fuente: las ilusiones “Un nuevo sentido para la palabra libertad”. Virginia Feinmann – Germán Ferrari

IV Domingo 18 de mayo de 2008

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