/ abril de 2009
Breves en
Texto: Dayhana Hernandez Veras
Derechos Humanos:
Entre Realidades y Perspectivas.
C
iertamente hoy no se puede negar el papel relevante
en la comunidad Internacional de la Organización de
las Naciones Unidas, y sus esfuerzos en la creación
de un régimen de derecho internacional en materia de Dere-
chos Humanos. Más de setenta tratados y declaraciones han
sido asumidos por la mayoría de los Estados a nivel interna-
cional, y sobre la base de los tratados se han proporcionado
instrumentos poderosos para “promover y proteger” todos
los derechos fundamentales. A su vez, los Estados partes
han establecido órganos creados en virtud de tratados, cu-
yos comités pueden exhortar a los Estados a responder a
cualquier tipo de alegaciones, adoptar decisiones y publicar-
las junto con críticas y recomendaciones.
Sin embargo, cabe destacar que la protección y garantía de
los Derechos Humanos a nivel planetario, no es asumida con
igual “eficiencia” por parte de algunos Estados que gozan de
legitimidad y aprobación por parte de la comunidad interna-
cional y sus organismos, a la hora de cometer violaciones en
contra de otros Estados y sus nacionales. Esta selectividad
con que Naciones Unidas juzga algunos países, en especial a
los más pobres, pareciera encaminada a seguir la voluntad y
los intereses de las potencias mas ricas a nivel económico y
militar, en lugar de defender a las personas de los abusos y
violaciones cometidas en su contra.
Así, no se hace esperar los grandes informes por parte de
los/as analíticos políticos, relatores especiales y el mismo
Ex Secretario General de Naciones Unidas, Kofi Annan,
para considerar algunos países como Estados “fallidos”, (a
pesar de la ambigüedad del termino) alegando entre otras,
esos Estados débiles, de un gobierno no efectivo e incapaz
de proteger a sus ciudadanos/as, donde la Comunidad Inter-
nacional tiene la responsabilidad de “salvaguardar” y velar
por el fiel cumplimiento de los Derechos Humanos en cada
Estado.
En nombre de ésta protección, Naciones Unidas ha llevado
a cabo intervenciones, sometimientos y denuncias contra
los países más débiles, donde no le ha temblado el pulso a
la hora de aplicar todo el peso de la ley para sancionar in-
ternacionalmente países de: África, Latinoamérica, y Asia
(centro meridional y Oriente Medio) y el caso especial de
Yugoslavia, acusándolos de gobiernos represivos, torturas,
tratos crueles, inhumanos y degradantes.
En este sentido, el Consejo de Seguridad se tomó la facultad
(dado que la Carta de Naciones Unidas no lo prevé expresa-
mente) de crear tribunales especiales ad hoc, para los casos
de Ruanda y Bosnia, con la finalidad de castigar y perseguir
a los responsables de violaciones graves del derecho interna-
cional humanitario en estos países.
Teniendo este accionar por parte del Consejo de Seguridad,
nos parece que en otros contextos no se gozan de estos deseos
garantistas, ya que los principales acontecimientos ocurri-
dos en la guerra de Irak y Afganistán, la eclosión de la guerra
del Líbano, la intervención militar de Kosovo, (cuyo destino
depende de la voluntad de los Estados Unidos, la OTAN y
las Naciones Unidas), la guerra de Israel contra la franja
de Gaza, las violaciones cometidas por los Cascos Azules, y
las torturas de la cárcel de Guantánamo, no han sido moti-
vos suficientes para que la Corte Penal Internacional ni el
Consejo de Seguridad, teniendo competencia, tomen accio-
nes firmes frente los responsables que dicen cometer éstas
barbaries en nombre de la “Paz.”
No obstante, a través de poderes ilimitados en el manejo y
mando de fuerzas militares, estos supra Estados cuentan
con el apoyo del Consejo de Seguridad, para conducir opera-
ciones en detrimento de la soberanía y civiles inocentes.
En consecuencia, tenemos por un lado, Estados fuertemen-
te castigados por la Comunidad Internacional, acusados de
peligros eminentes para la paz, la seguridad internacional y
el libre ejercicio de los Derechos Humanos y por otro lado,
Estados llamados a establecer un orden mundial en éstos
Estados débiles, violadores de Derechos Humanos y terro-
ristas, a través de guerras Preventivas, Humanitarias y de
Paz, aunque las consecuencias selle con sangre de inocentes
la historia de la humanidad.
¿Qué es entonces éste orden global? ¿Quiénes lo han decidi-
No se puede seguir construyendo la imagen del enemigo
sobre la base de valores universales desde un punto de vista
superior e imparcial, donde todos/as aquellos/as que nieguen
estos valores son considerados enemigos de la humanidad
do y en nombre de quien(es)? ¿Cuáles son los valores toma-
dos en cuenta? Estas pregunta encuentran respuesta en lo
planteado por Danilo Zolo en su libro la Justicia de los Ven-
cedores: de Nuremberg a Bagdad, “La guerra global se com-
bate para decidir quien asumirá las funciones de leadership
dentro del sistema mundial de las relaciones internacionales,
quien impondrá las reglas sistemáticas de la competencia
entre las grandes potencias, quien tendrá el poder de darles
forma, políticamente, a los procesos de distribución de los
recursos y quien podrá hacer prevalecer la propia visión del
mundo, el propio sentido de orden y el propio lenguaje, en
síntesis se trata de garantizar el desarrollo de los procesos
de globalización en un marco de elevada y creciente asime-
tría política y económica en las relaciones internacionales”..
En consecuencia, el uso global de la fuerza para establecer
un orden mundial, se justifica en nombre de fundamentalis-
mos humanitarios que enfatizan el deber de los países occi-
dentales a usar todas las medidas posibles, en especial mili-
tar para “proteger” los derechos humanos en cualquier parte
de la tierra, aún esto implique crímenes de lesa humanidad.
Es imposible seguir viviendo en esta lógica neoimperial,
donde las instituciones internacionales no tengan la capa-
cidad de cuestionar el accionar emanado por las estructuras
de poder, sino mas bien que se ven redimidas a legitimar
la violencia bélica usada por Supra Estados, sobre miles y
España
m i le s de personas ino-
centes. No se puede seguir
construyendo la imagen del enemigo sobre la base de valo-
res universales desde un punto de vista superior e impar-
cial, donde todos/as aquellos/as que nieguen estos valores
son considerados enemigos de la humanidad, sin tener en
cuenta el pluralismo de los valores, la diversidad cultural y
la complejidad del mundo.
El proceso de reforma de las Naciones Unidas necesita forta-
lecer un ordenamiento jurídico coherente y justo, que no solo
responda a las necesidades e intereses geoestratégicos de los
Estados miembros y de sus luchas de poder, colisionando los
principios de paz, seguridad y derechos universales. No se
puede seguir atentando contra la soberanía de los Estados
de forma irracional, interviniendo en los asuntos de Estados
independientes de forma unilateral y menoscabando el dis-
curso universal de los derechos humanos.
Por el contrario, se hace necesario la voluntad de los Esta-
dos miembros, en especial de las potencias, para promover
procesos democráticos entre sus principales órganos, en
especial en la Asamblea General como órgano deliberante,
normativo y representativo de este organismo. Este espacio
de cooperación entre países, debe ser un foro central para
abordar cuestiones de cooperación, desarrollo humano y
económico, progreso social, paz y seguridad, promoviendo
los propósitos y principios de la Carta de Naciones Unidas y
los objetivos de la organización.
Finalmente, la Organización de las Naciones Unidas debe
seguir avanzando hacia la elaboración de normativas inter-
nacionales sobre cuestiones de ampliación de los derechos
humanos, y la consolidación de mecanismos democráticos y
participativos que involucren la sociedad civil. Debe forta-
lecer canales de participación para las autoridades locales,
Parlamentos y organizaciones de la sociedad que son reflejo
de la diversidad social, étnica y de género, para la verdadera
construcción de un Organismo Internacional que responda
y vele por los intereses de la humanidad, sobre la base de la
Paz, justicia y respeto.