/ octubre de 2007
Por Francisco Estrada.
historia
Los nazis no escuchaban jazz
Lovis 'Satchmo' Armstrong en acción.
A ctualmente, es un lugar co­
mún afirmar que la gran
contribución artística de EE.UU
al mundo en el siglo XX ha sido
el jazz. Y fue en el periodo com­
prendido entre 1930 y 1940, en
donde este género pudo eclip­
sar a los demás estilos de moda
en Norteamérica. Aquella fue
la época de las ‘big bands’, las
cuales estuvieron lideradas por
míticos nombres como Duke
Ellington, Count Basie y Woody
Herman. Todos ellos marcha­
ban con las cadencias del swing,
el indiscutible rey de las pistas
de baile y de los escenarios.
Sin embargo, en la otra orilla
del Atlántico, eran otros quie­
nes marcaban el ritmo. Y no, no
eran músicos. Tampoco, artis­
tas. Eran el fuhrer y compañía,
quienes decidieron prohibir un
12 de octubre de 1935 “la deca­
dente música negra de jazz”. Po­
cos años antes de que la esvás­
tica terminara por dominar las
mentes de buena parte del pue­
blo alemán, Berlín iba camino
a convertirse en el catalizador
europeo de innovaciones mu­
sicales y artísticas en general.
Y es en los jazz club y cabarets
de la época donde el espíritu de
libertad de los años 20 luchaba
por dejar atrás los horrores de la
I Guerra Mundial… hasta que
estalló su segunda versión.
Música degenerada
El calificativo de ‘degenerado’
fue inventado por el criminólo­
go Cesare Lombroso en el siglo
XIX, para referirse a casos clíni­
cos de anormalidad. Y en 1933,
el Tercer Reich de Hitler lo uti­
lizó para referirse a comunistas,
homosexuales, gitanos y judíos
como subespecies de humanos.
Luego, el término se expandió a
cualquier tipo de música o arte
que no fuera del agrado del na­
zismo. Bajo la excusa de la su­
perioridad aria, la lista musical
prohibida incluía trabajos con
explícita connotación sexual y
con influencia del jazz.
Luego de que en Leipzig fue­
ra estrenada con gran éxito en
1927 la primera ópera que in­
cluía jazz, Jonny spielt auf (Jonny
toca), del austriaco Ernst Kre­
nek, el escándalo se apoderó de
los seguidores de la esvástica. El
afiche con que originalmente se
promocionó el espectáculo luego
fue modificado por el ministerio
de la Propaganda, de Goebbels,
quien le añadió la frase “música
degenerada” y sustituyó el clavel
que aparecía en la solapa del es­
moquin de la caricatura por una
En un mes como este, en 1935, fue prohibida en Alemania
la radiodifusión de “la decadente música negra de jazz”.
Mientras tanto, en EE.UU. se vivía un auge de este género.
estrella judía. Representaciones
de esta ópera calificada por el
Estado alemán como una “escan­
dalosa introducción de suciedad
judío-negra” fueron pedidas en
toda Europa, logrando los nazis
cancelar una en Viena al año si­
guiente.
Luego de las leyes raciales de
1933, la Reichsmusikkammer
(Cámara de Música del Reich)
pidió un registro de todos los
músicos que vivían en Alema­
nia. A partir de ahí, la carrera
de muchos de ellos simplemen­
te acabó. En 1937, refiriéndose
a las recientes innovaciones
musicales, Hitler y Goebbels
declararon que el Reich debía
“deshacerse de este producto
conjunto de la corrupción ju­
día-bolchevique y del odiado
jazz de los negros”.
La gran muestra
En 1937, se realizó en Munich
una Exhibición de Música De­
generada para que el público
pudiera identificarla –sin que el
Estado sospechase que algunos
de los miles de alemanes que
acudieron se deleitaron con lo
que se mostraba–. Los trabajos
eran exhibidos junto a insultos.
Un años después, otra pequeña
exhibición de ‘Entartete Musik’
en Dusseldorf incluyó opere­
ta, música dodecafónica y jazz,
además de trabajos de compo­
sitores judíos y modernistas,
como Schoenberg, Berg y Stra­
vinsky, entre otros.
Pero los nazis no solo supri­
mieron el jazz, sino también el
arte moderno de la escuela Bau­
haus. A la sazón, artistas alema­
nes como Franz Marc intentaron
Edward Ellington, el 'Duque' , popularizó el swing.
ser ridiculizados en esta exhibi­
ción de ‘arte degenerado’, cuya
‘curaduría’ estuvo a cargo de
Goebbels. Ahí, Hitler fue foto­
grafiado mofándose de lo mejor
del arte del siglo XX. Aquello ge­
neró que artistas alemanes como
Bertold Brecht y Kurt Weill hi­
cieran su mejor trabajo desde su
exilio en Estados Unidos.
En 1940, el partido nazi ela­
boró un directorio de músicos
en Alemania, el cual fue usado
como una lista de la muerte.
Muchos de ellos fueron enviados
a Terezin, un campo de extermi­
nio ubicado a mitad de camino
entre el centro de Europa y Aus­
chwitz. En ese lugar murieron
cerca de 35 mil artistas y músi­
cos (la gran mayoría judíos).
A pesar de que para 1944 a
nadie le quedaba duda de que
Alemania había perdido la gue­
rra, la Gestapo aún seguía per­
siguiendo a ‘degenerados’ mú­
sicos de jazz, además de parejas
mixtas. Al mismo tiempo, otra
vez al otro lado del Atlántico,
los legendarios Dizzy Gillespie
y Charlie Parker empezaban a
grabar los primeros temas de
be-bop, sucediendo en el trono a
su antigua majestad, el swing…
Cinco años después, el jazz re­
gresaría revitalizado a Europa
con Parker como invitado espe­
cial del I Festival Internacional
de Jazz de Paris. Y regresó para
quedarse.
Sabía que…
Ernest Krenek
(1900-1991)
fue considera­
do un ejemplar
católico alemán
hasta que escri­
bió la ópera Jonny Spielt Auf. El
guión de ésta era protagonizado
por un hombre negro. Musical­
mente, se trataba de una mezcla
de jazz, spiritual y clásico. Kre­
nek solía incluir en sus piezas
efectos especiales para simular
trenes, tráfico y sirenas.
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