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“Una Inyección Contra los Malos Recuerdos,

una Eutanasia Contra la Humanidad.”

El tópico a tratar no es fácil, pues trata de un tema ético-jurídico nacional e


internacional, en donde destaca de forma inmediata la pregunta de cuál es el valor y el
sentido de los reconocimientos que ha realizado nuestro país en su Constitución, y todas las
naciones en materia de Derechos Humanos y protección de las personas en general.

Hace unos días, revisando la página web del periódico “El País.com” 1, encontré un
artículo titulado: “¿Te gustaría borrar los malos recuerdos?”. Este título tan sugerente
captó mi atención de forma inmediata, su lectura me resultó algo sorprendente porque no
era una metáfora sino una realidad. El artículo decía: “Utilizar fármacos amnésicos para
borrar los recuerdos traumáticos no es una idea nueva, pero nunca hasta ahora hubo una
molécula como ZIP. ZIP es un inhibidor de una enzima (catalizador biológico) cerebral
llamada PKM zeta. En las pruebas con ratones, una sola dosis de ZIP se ha mostrado
capaz de eliminar por completo el recuerdo concreto que el animal haya reactivado en ese
momento. Puede tratarse de una habilidad motora placentera, una asociación emocional
desagradable o un conocimiento espacial sin mayores implicaciones emocionales. El ZIP
se la borra.”

Los científicos, especializados en el tema de la memoria, utilizaron ratas de


laboratorio para sus experimentos, pero declaran que esta molécula es perfectamente
inyectable a los humanos pues el mecanismo es idéntico al de los roedores. ¡Gran sorpresa!

Pero mi asombro aumentó más aún, pues indagando sobre el tema en cuestión,
llegué a la página web de SONEPSYN2 (Sociedad de Neurología, Psiquiatría y
Neurocirugía), sitio electrónico en donde di con una crónica que relataba: “Científicos
norteamericanos prueban con éxito el propanolol, un fármaco que destierra de la mente
los traumas del pasado - Se trata del último medicamento del «bienestar», un negocio que
mueve 25.000 millones de euros al año.”

1
http://www.elpais.com
2
http://www.sonepsyn.cl
Estos médicos norteamericanos experimentaron en voluntarios que habían sido
víctimas o de un accidente de tráfico o de una violación, pues lo más probable es que estas
personas quedarían marcadas de por vida y posiblemente tengan pesadillas, estén
angustiadas y no consigan hablar del tema y mucho menos superarlo.

Esta muestra constaba de 19 personas. A unas se les dio propranolol y a otras un


placebo, a ambos durante 10 días. Después se les preguntó por un momento de sus vidas
que hubiera sido traumático, ocurrido en los últimos 10 años. Una semana más tarde los
investigadores descubrieron que aquellos que habían recibido una inyección de propranolol
mostraban menos signos de estrés, así como la reducción de las pulsaciones del corazón
cuando recordaban su trauma. Llegaron a la conclusión de que este fármaco era capaz de
interrumpir la forma que tiene la memoria de ser almacenada. A raíz de los experimentos,
los científicos afirman que el propranolol interrumpe los caminos bioquímicos que
permiten a la memoria volver a almacenar los momentos que se recuerdan una y otra vez.

Además, el artículo indica que este medicamento se está utilizando desde hace más
de veinte años con gran éxito en los tratamientos contra la ansiedad. Disminuye las
palpitaciones y reduce el nivel de temblores, sin embargo el artículo comenta que ahora en
algunos países no sólo se emplea en los episodios traumáticos, sino también en las
situaciones menos intensas pero “comunes” de la vida cotidiana: “En los periodos de
exámenes el medicamento se usa muchísimo, los alumnos suelen necesitarlo”.

Mi intención no es polemizar sobre la industria farmacéutica ni poner en cuestión


los avances médicos, nada más lejos de la realidad. Quiero simplemente comentar que el
aprendizaje surge precisamente del manejo de las circunstancias de nuestra propia realidad,
tanto positiva como negativa, y, principalmente en la superación de lo negativo. Vivimos en
una “sociedad del bienestar” donde, de manera indiscriminada, todo lo que no nos agrade o
lo que nos incomoda se elimina, quedándonos exclusivamente con las buenas experiencias,
con la falsa gratificación inmediata.

No niego que es tentador recurrir a este tipo de paliativos, a veces el dolor de una
situación traumática no es medible ni comparable, pero ¿qué pasa con el resto de los
recuerdos asociados, se borran también? ¿Cómo superamos estas situaciones, cómo vamos
a poder aprender de nuestros errores y conocer nuestros propios recursos para salir
adelante?

Sin duda son bastantes interrogantes que nos hacen entrar a un debate
completamente ético respecto a la aplicación de estas inyecciones para olvidar. Pensar en
ello se me hace prácticamente menester el recordar un film del director Michael Gondry,
protagonizado por Jim Carrey, llamado “Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos”,
en que su personaje central busca por todos los medios deshacerse del mal recuerdo de su
antigua novia, por lo que accede a un tratamiento médico para borrar de su mente este
evento traumático en su vida. Paradójicamente su ex novia incurre en el mismo proceso
médico. Ambos lo terminaron con éxito. Con el paso del tiempo vuelven a reencontrarse,
como no se recuerdan el uno al otro vuelven a enamorarse y, como era de esperarse,
vuelven a terminar en mal pie, reviviendo nuevamente la historia vivida en el pasado. Esto
nos hace pensar: Si el hombre aprende de sus errores, el borrar nuestros recuerdos y malas
experiencias, finalmente ¿no será un mal para nosotros mismos?

No niego que parece ser bastante beneficioso, y atractivo a la vez, el poder optar a
una salida tan fácil a nuestros malos recuerdos, como lo es el simplemente eliminarlos de
nuestro “sistema”, pero a su vez haría caer a la raza humana en un pantano que nos dejaría
estancados en nuestra evolución y nos llevaría a la ruina tanto del punto de vista moral y
social como científico.

Me atrevería a plantear que esta “Inyección de la Felicidad”, por nombrarla de


alguna forma, llegaría incluso a atentar contra los Derechos Humanos consagrados a través
de la historia y por la totalidad de los países del orbe, plasmados en la Carta Fundamental
de los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas. ¿Qué ocurriría si
este medicamento borra los malos recuerdos vividos durante la época de la II Guerra
Mundial? A mi juicio, el sólo hecho de imaginar un mundo sin este episodio tan vil, cruel y
a la vez enriquecedor como experiencia de lo que no debemos hacer, podría hacernos caer
en un círculo vicioso e incluso entregarnos grandes posibilidades de volver a tener a un
nuevo Adolf Hitler, acompañado de nuevos genocidios multitudinarios.
El borrar los grandes errores de la humanidad nos haría tropezar una y otra vez con
la misma piedra en el camino, las Comunidades de países desaparecerían, como por
ejemplo la Unión Europea, pues si nos remontamos a la época de la Guerra Fría, el viejo
continente se encontraba totalmente dividido, situación que dista mucho de su actual
realidad. Principalmente en esta Asociación de Naciones podremos encontrar a unas
cuantas que han aprendido exitosamente de sus grandes errores del pasado, en que su actual
felicidad y desarrollo se basa en la infelicidad y atraso vivida años atrás y que los ayuda e
impulsa a no retroceder y por lo mismo, a asociarse con sus naciones vecinas.

Conociendo la naturaleza humana, muchos razonarían: “Tal vez no se puede


cambiar el pasado, pero ¿por qué no eludirlo?”. Pues finalmente casi todo el mundo lo ha
intentado, desde los emperadores chinos destruyendo la arquitectura de la anterior dinastía,
Newton tachando todas las referencias a Hooke de sus propios libros, hasta los ganadores
escribiendo los libros de historia.

Debemos tener en claro que las experiencias dolorosas son una parte esencial de la
formación y la biografía de un individuo. ¿Es una vida la misma luego de eliminar su
recuerdo? Sin ir más lejos, ¿cómo recordaríamos las experiencias agradables sin disponer
de esa referencia, sin saber qué es desagradable? Y otra cosa: al borrar la cara de nuestro
estafador, le estaríamos dando permiso para que nos vuelva a estafar.

Incluso aún, podríamos llegar a sospechar de nuestro propio aparato jurisdiccional,


nuestro ente a cargo de entregar justicia, imagínense un juicio con testigos a los cuales se
les ha aplicado esta droga ¿sería confiable? Claramente no. Como vemos, este nuevo
fármaco que los científicos de hoy han creado nos genera una serie de problemas inclusive
en el plano jurídico.

Por todas estas situaciones y dilemas ya planteados, es fácil deducir que la


“Inyección de la Felicidad” tiene un marcado carácter de inconstitucional, incluso llegando
a atentar en contra de los principios básicos de la humanidad esbozados por la ONU. Debo
agregar que, a mi juicio, el ZIP y el propanolol son manifiestamente una amenaza a la paz y
una involución en la historia humana.
En la propia página web de la Organización de las Naciones Unidas3, podemos
encontrarnos con un link especialmente dedicado al tema de Derechos Humanos y en éste,
a su vez, dar con la Carta Fundamental de esta entidad supranacional, en el Capítulo I,
denominado “De los Propósitos y Principios”, artículo primero, numeral primero, los
propósitos de las Naciones Unidas son: “Mantener la paz y la seguridad internacionales, y
con tal fin: tomar medidas colectivas eficaces para prevenir y eliminar amenazas a la paz,
y para suprimir actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz; y lograr por medios
pacíficos, y de conformidad con los principios de la justicia y del derecho internacional, el
ajuste o arreglo de controversias o situaciones internacionales susceptibles de conducir a
quebrantamientos de la paz;”4

Analizando lo destacado en letra negrita, estos calificativos se enmarcan


perfectamente dentro de las cualidades de la famosa inyección en cuestión. Lo anterior pues
toda nación tiene su historia, plena de triunfos y fracasos (unas más que otras), lo que
identifica a cada una como tal y la diferencia de las demás. Sin esta historia de errores de
los cuales aprender nos podemos caer nuevamente en una guerra por ejemplo, de un
problema que ya se hubiese superado completamente pero ¡que no lo recordamos!

En un plano más a nivel país, nuestra Constitución Política de la República, en su


Capítulo II titulado “De los derechos y Deberes Constitucionales”, en su artículo 19
numeral primero señala “La Constitución asegura a todas las personas: 1° El derecho a la
vida y a la integridad física y psíquica de la persona…”. ¿Es integridad psíquica el que
literalmente se nos “elimine” de la mente parte de nuestros recuerdos? Un hombre sin
pasado es un hombre sin historia, sin identidad, en conclusión ¡un ser que no existe! Esto
sumado a todos los problemas del orden psiquiátrico o psicológico que nos pueda acarrear
el que nuestra historia personal se encuentre truncada en ciertos aspectos (lo que vulnera
nuestro derecho fundamental a la salud).

Entonces, nos encontramos con garantías y derechos que resultan verdaderamente


violentados a la hora de entrar de lleno en la aplicación de estas inyecciones, por un lado
pareciera que en la teoría es adecuado, es correcto, incluso hasta ideal, pero cuando nos
3
http://www.un.org
4
http://www.un.org/es/documents/charter/chapter1.shtml
abstraemos de lo teórico y lo llevamos al campo de la práctica, es ahí donde empiezan a
asomar las irregularidades y las conculcaciones a nuestros Derechos Fundamentales,
porque, el real problema al que se enfrentan estos pacientes, es tener que empezar a validar
y recrear su historia como personas.

Por esto y todo lo anterior, pensemos una, dos y hasta diez veces lo que con nuestros
propios avances científicos hemos logrado. A simple vista, este fármaco parece ser algo
inofensivo y hasta beneficioso, pero analizándolo más profundamente podemos llegar a
concluir que el borrar nuestros recuerdos, por muy malos y traumáticos que sean, nos
llevará finalmente a borrarnos a nosotros mismos, esta inyección se convertirá en la
eutanasia para nuestra humanidad.

Cristián Dimitrios Salas Papasideris.


BIBLIOGRAFÍA

• Carta Fundamental de las Naciones Unidas, capítulo primero, disponible en


http://www.un.org/es/documents/charter/chapter1.shtml

• Constitución Política de la República de Chile, Editorial Jurídica.

• ElPais.com, diario electrónico, disponible en http://www.elpais.com

• Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía de Chile, noticias, página


web http://www.sonepsyn.cl

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