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EDUCACIÓN Y CONCIENCIA

Fecha Martes, 11 septiembre a las 23:53:12


Tema Opinión

Opinión

Michael A. Galascio Sánchez (*)

• Ciertamente, en la historia del mundo, jamás ha existido tanta riqueza ni tanta


pobreza como hoy; nunca tanto poder y nunca tan poca paz; nunca tanta
instrucción (educación) y nunca tan poco conocimiento de la verdad

Se preguntarán, ¿porqué hablar de educación y consciencia? ¿Qué


tienen que ver? ¿Cómo se relacionan? ¿Qué significa consciencia en
términos del título de ésta reflexión?

Cuando hablo de consciencia, me refiero al aspecto más espiritual del


Ser. No estoy hablando de religión. Sin embargo, estoy convencido de que dentro de la
educación liberal, laica o como deseen llamarle, existe un espacio para la consciencia.
Se trata de la dimensión espiritual que está relacionada a la conciencia humana y que
implica nuestras experiencias específicas o afectivas tanto como, la razón o la lógica.

Hoy día, más que en ninguna otra época es importante reflexionar sobre lo interno, ya
que, es precisamente, esa conciencia o sentido de espiritualidad, difícil de definir, la que
se relaciona con nuestros valores más preciados, nuestro sentido sobre, ¿quiénes
somos?, ¿De donde venimos? Nuestras creencias sobre porqué estamos aquí y nuestro
sentido de conexión entre nosotros y con el mundo que nos rodea.

En este aspecto, hay otras dimensiones más distantes como la intuición, inspiración, el
terreno misterioso y el inexplorado campo místico. Es justamente dentro de esta
concepción, en que todos podríamos ser considerados como seres espirituales e
independientemente de nuestro sistema de creencias, hallar algún valor personal y de
relevancia educacional de la misma.

En estos últimos siete años, de experiencias, vivencias, lectura ardua, búsqueda,


intercambio de ideas, he advertido que una de las cosas más notables sobre la
conciencia humana, es que cada uno de nosotros tiene la capacidad de observar sus
propios pensamientos y sentimientos según ellos se elevan en nuestra conciencia. Esta
observación me hace cuestionar, ¿por qué no se fomenta este modo de pensar dentro del
sistema educativo?

Ciertamente, en la historia del mundo, jamás ha existido tanta riqueza ni tanta pobreza
como hoy; nunca tanto poder y nunca tan poca paz; nunca tanta instrucción (educación)
y nunca tan poco conocimiento de la verdad. La mayoría de los problemas del siglo
XXI, no podrán resolverse a menos que exista un crecimiento individual y colectivo de
nuestra consciencia. Debemos intentar conocer nuestra alma, nuestra personalidad antes
de pretender tener la capacidad de comprender a los demás y poner en práctica cualquier
estrategia de resolución de conflictos, que parecen ser muy eficaces en los libros de
texto, manuales de eruditos, gurús y compiladores, pero que en cambio, no surten el
efecto deseado, pues saber muchas cosas es diferente de conocer la verdad. Por ejemplo,
el alma es al cuerpo lo que la verdad a la sabiduría. Otra ilustración sería, lo que el
arquitecto y su plano son a un edificio, lo es la verdad a una educación.

Los problemas que azotan al planeta son diversos, la violencia, la pobreza, criminalidad,
drogodependencias, conflictos étnicos, religiosos y otros de diversa índole. Por otro
lado, los sistemas educativos prestan más atención a una educación centrada en lo
exterior, olvidando lo interno y despojando al ser humano de su alma. En esta línea, se
glorifican los logros obtenidos en las distintas dimensiones del lado externo del hombre,
como son la ciencia, medicina, tecnología y el comercio, en detrimento del desarrollo
interior y sus dimensiones más relevantes como son los valores y creencias, la madurez
emocional, desarrollo moral, desarrollo espiritual y comprensión de sí mismo.

Lo más irónico de todo esto es que mientras muchas de las grandes tradiciones literarias
y filosóficas que constituyen el núcleo de la educación conocida en occidente, se basan
en la máxima, “conócete a ti mismo”, el desarrollo de conciencia propia, recibe muy
poca atención por parte de los colegios y universidades, ninguna atención de los medios
de comunicación de masas, por no decir que ni siquiera se menciona en el discurso
público o político.

¿A qué se debe esta situación? ¿Cuál es la tendencia actual? Parece ser que la manera en
que está estructurado nuestro sistema educativo, cada vez hay menos personas que se
impliquen genuinamente dentro del ámbito académico y político, centrándose más en
ganar mucho dinero, sin preocuparse por desarrollar una filosofía de vida significativa.
El contraste entre lo material y existencial se hace cada vez más evidente, destacando el
primero.

Se preguntarán, ¿es responsabilidad del sistema educativo? ¿Está exagerando el autor?


Tengo la certeza de que el sistema educativo realiza un gran esfuerzo pedagógico por
desarrollar las destrezas cognitivas, técnicas y laborales dejando a un lado las afectivas,
tales como, la empatía, cooperación, liderazgo, el modo en que nos relacionamos con lo
demás y con nosotros mismos. No es casualidad que sean las ONG’s, las que hablen de
“solidaridad” pues cada vez que el estado fracasa en promover ciertos valores esenciales
para la vida humana, surgen organizaciones privadas que suplen ésta carencia.

¿Cómo podemos cambiar ésta situación? Ha habido muchas reformas del sistema
educativo, sin embargo, los cambios sólo se han dado en las estructuras exteriores como
los programas, políticas, currículos académicos, requisitos, recursos y estructuras de
instalaciones físicas. Con todo, nunca miramos hacia el interior de la institución, los
valores y creencias colectivas compartidas de la facultad que constituyen la “cultura”
del organismo. Por lo tanto, cambiar nuestras instituciones y programas, también
requiere un cambio profundo de la cultura académica. Hay que investigar los aspectos
internos de todos los componentes de la facultad. Sus valores, creencias, esperanzas,
miedos, frustraciones y otros elementos que contribuyan a que tomemos las decisiones
más idóneas.

Quizás lo más importante sobre la conciencia humana es que toca nuestro sentido de
comunidad. Fomentar esta conciencia dentro de las entidades puede contribuir a
fortalecer los lazos entre todos sus miembros, estudiantes e instituciones. El
enriquecimiento de nuestro sentido de comunidad, no solamente sería capaz de frenar la
fragmentación y la enajenación que muchos sienten, sino que ayudará a los estudiantes a
tener vidas más significativas como ciudadanos comprometidos, ser vecinos más
preocupados por el bienestar de su comunidad y convertirse en parejas y padres más
comprensivos.

(*) Michael A. Galascio Sánchez es licenciado en Ciencias Políticas, doctorando en


Psicología de la Salud y Clínica

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