El cristianismo (del griego Χριστός, Christós, Cristo, literalmente 'ungido') es una religión abrahámica monoteísta basada en la vida y enseñanzas atribuidas a Jesús de Nazaret, presentadas en el canon bíblico y otras escrituras del Nuevo Testamento. Los cristianos creen que Jesús es el hijo de Dios, así como el Mesías (o Cristo) profetizado en el Antiguo Testamento, que murió para la redención de los pecados del género humano, y que resucitó tres días después de su muerte.
Algunos de los escritos sagrados cristianos son compartidos con el judaísmo. El Tanaj constituye, junto con la Biblia Septuaginta (más antigua que el Tanaj en su forma actual), la base y la fuente para el Antiguo Testamento de las diferentes Biblias cristianas. Por este motivo el cristianismo es considerado una religión abrahámica, junto con el judaísmo y con el islam.
Original Title
art1-eca 706 Economia y politicas contra la violencia. El Salvador
El cristianismo (del griego Χριστός, Christós, Cristo, literalmente 'ungido') es una religión abrahámica monoteísta basada en la vida y enseñanzas atribuidas a Jesús de Nazaret, presentadas en el canon bíblico y otras escrituras del Nuevo Testamento. Los cristianos creen que Jesús es el hijo de Dios, así como el Mesías (o Cristo) profetizado en el Antiguo Testamento, que murió para la redención de los pecados del género humano, y que resucitó tres días después de su muerte.
Algunos de los escritos sagrados cristianos son compartidos con el judaísmo. El Tanaj constituye, junto con la Biblia Septuaginta (más antigua que el Tanaj en su forma actual), la base y la fuente para el Antiguo Testamento de las diferentes Biblias cristianas. Por este motivo el cristianismo es considerado una religión abrahámica, junto con el judaísmo y con el islam.
El cristianismo (del griego Χριστός, Christós, Cristo, literalmente 'ungido') es una religión abrahámica monoteísta basada en la vida y enseñanzas atribuidas a Jesús de Nazaret, presentadas en el canon bíblico y otras escrituras del Nuevo Testamento. Los cristianos creen que Jesús es el hijo de Dios, así como el Mesías (o Cristo) profetizado en el Antiguo Testamento, que murió para la redención de los pecados del género humano, y que resucitó tres días después de su muerte.
Algunos de los escritos sagrados cristianos son compartidos con el judaísmo. El Tanaj constituye, junto con la Biblia Septuaginta (más antigua que el Tanaj en su forma actual), la base y la fuente para el Antiguo Testamento de las diferentes Biblias cristianas. Por este motivo el cristianismo es considerado una religión abrahámica, junto con el judaísmo y con el islam.
635 Crt ica de dos concepciones originarias de las polt icas cont ra la violencia
Volumen 62 Nmero 706
eca Est udios Cent roamericanos Palabras clave: Palabras clave: capital social, ciencias sociales, economicismo, epidemiologa, estudios socioculturales, imaginario colectivo, polticas pblicas, relaciones sociales, sociedad, violencia. Economicismo y epidemiologa: crt ica de dos concepciones originarias de las polt icas cont ra la violencia Christopher Estrada* A Ji m Chri stensen. Resumen Este trabajo buscar arti cular una perspecti va crtica con respecto a lo que el autor llamaslas vi si ones ori gi nari as de las pol ti cas pbli cas de la vi olenci a en Amri ca Lati na. El punto de parti da es que dos de di chas vi si ones ori - gi nari as ( la epi demi olgi ca y la economi ci sta) han alentado el endureci mi ento de perspec- ti vas revanchi stas en contra de qui enes son i denti fi cados, si n ni ngn fundamento ci ent - fi co seri o y ri guroso, como los causantes del estado de vi olenci a generali zada en que se desarrollan muchossectoresde lassociedades contemporneas. * Licenciado en Comunicacin y Periodismo de la UCA, con Maestra en Comunicacin de la Ciencia y la Cultura (especialidad en Estudios Socioculturales) del ITESO, universidad jesuita de Guadalajara, Mxico. Correo electrnico: cadeneroc@hotmail.com. Art culos Volumen 62 Nmero 706 eca Est udios Cent roamericanos 636 Crt ica de dos concepciones originarias de las polt icas cont ra la violencia 1. De tiempos pasados, enemigos y modos de vivir con la violencia
Actualmente, la naturaleza de los confli ctos en todo el mundo est cambi ando: las mayores amenazas a la seguri dad ya no provi enen de confli ctos entre los Estados si no de una nueva forma de vi olenci a de alta i ntensi dad en la cual los pri nci pales campos de batalla son los centrosurbanosy los combatientes son gene- ralmente hombresjvenes, pobresy socialmente margi nados. I lona Szab ( 2006) . La costumbre de i denti fi car a un sujeto so- cial como responsable de la violencia cotidiana no es nueva. De hecho, esa costumbre goza de buena salud entre i nvesti gadores, pol ti cos o peri odi stas de todas partes del mundo. Tan comn es que hasta pareci era normal i ni ci ar y termi nar toda di scusi n sobre el estado de violencia que se vive en el barrio, la familia, el pa s, el conti nente o el mundo con este ejer- ci ci o i nteresante de i magi naci n que a veces pero solo a veces se complementa con algn estudi o seri o que lo sustente. La certe- za con que I lona Szab ( 2006, p. 25) seala que la mayor amenaza a la seguri dad son los hombresjvenes, pobresy soci almente mar- ginados , incluso por encima de losconflictos entre los Estados , i lustra perfectamente esta postura 1 . En lospocosaosque tengo explorando el fenmeno de la vi olenci a me he encontrado con ms de una expresi n de este ti po. No solo entre intelectualesy funcionariospblicos, sino tambin en lasnarrativasque laspersonas construyen para dar cuenta de su vida cotidia- na. En otro trabajo ( Estrada, 2006) he regi s- trado con mucho ms ri gor ci ent fi co lo usual que resulta i magi narnos un enemi go que nos vigila y que perturba la pacfica normalidad en la que creemos haber vi vi do alguna vez. La vieja premisa todo tiempo pasado fue mejor , cuando es asumi da como natural, acompaa esta creenci a de que la vi olenci a de hoy es radi calmente superi or y di ferente a la de ayer, de que losenemigosde hoy son terriblemente mshbi lespara despojarnosde la esperanza de una vi da di gna. En lo personal no tengo mucho problema con esta forma de pensami ento, si empre y cuando no trascienda la escena de una plcida conversaci n de caf. No ocurre as cuando me coloco el traje de i nvesti gador soci al. Es aceptable el hecho de que si empre tenga que haber un enemi go que destruye consci ente y arteramente el teji do soci al para converti rnos en vctimasindefensas? En verdad vivimosen medi o de un campo de batalla y no hacemos msque condenar esa carni cer a horri ble que nos rodea? Como estudi oso de la vi olenci a desde una perspectiva sociocultural, no puedo suscri bi r talesaseveraci ones. Pongo en duda esta manera de concebi r la vi olenci a con el fi n de sustentar lo que plantear a lo largo de estas pgi nas. Como ya menci on, todas mi s reflexi ones se fun- damentan en una i nvesti gaci n que reali c entre 2003 y 2006 para desentraar la forma en que las personas i ncorporan a la vi olenci a como un recurso ms para estructurar sus relaci ones soci ales y reflexi onar sobre s mi s- mos y los dems. Reali c esta i nvesti gaci n concentrndome en lasrelacionesque se esta- blec an en la zona de El Casco, muni ci pi o de Cuscatancingo. A partir de losdatosque logr recolectar y sistematizar desarroll el concepto de vi olenci a como factor de estructuraci n social que, por lo pronto, me ha servido para construi r senti do de un fenmeno que, di cen algunos, no ti ene razn de ser. Desarrollar con detalle los resultados de mi i nvesti gaci n 1. No es necesario aportar grandes datos para revelar lo desatinado de esta armacin. Alrededor del mundo existen unos 30 conictos armados entre naciones o dentro de naciones. Seguramente, estos conictos representan una amenaza de proporciones visiblemente mayores para la seguridad de las personas en comparacin a los jvenes pobres y marginados de los que habla Szab. Solo la intervencin de EE. UU. en Irak ha provocado la muerte de 25 mil 549 militares estadounidenses desde septiembre de 2003 y de casi 70 mil civiles desde enero del mismo ao (para mayor informacin visitar http://antiwar.com/ y http://www. iraqbodycount.net/). 637 Crt ica de dos concepciones originarias de las polt icas cont ra la violencia Volumen 62 Nmero 706 eca Est udios Cent roamericanos superar a el obj eti vo de este trabaj o, pero qui si era que el lector pusi era en perspecti va mi s reflexi ones, las cuales, di cho sea de paso, no i ntentan ser una expli caci n ni ca sobre la vi olenci a ni mucho menos una apolog a. En ese senti do, lo que i ntento hacer ac es arti cular una perspecti va cr ti ca con respecto a lo que llamo vi si ones ori gi nari as de las pol ti cas pbli cas de la vi olenci a en Amri ca Lati na. Consi dero que dos de di chas vi si ones ori gi nari ashan alentado el endureci mi ento de perspecti vas revanchi stas en contra de qui e- nes son i denti fi cados, si n ni ngn fundamento ci ent fi co seri o y ri guroso, como loscausantes del estado de violencia generalizada en que se desarrollan muchossectoresde lassociedades contemporneas. La pri mera de esasvi si ones consi dera a la vi olenci a como una epi demi a soci al y ori enta el di seo e i mpulso de pol ti - cas pbli cas que buscan su erradi caci n. La segunda vi si n calcula lasprdi dasgeneradas por el fenmeno y orienta el diseo e impulso de las pol ti cas pbli cas que buscan i nverti r en la paci fi caci n o mi ni mi zar las prdi das que ci ertos sectores regi stran al momento de enfrentar la vi olenci a. Ambasconcepciones( la epidemiolgica y la economi ci sta) han encontrado un i mportante referente en estudiosfinanciadospor institucio- nesinternacionales el Banco I nteramericano de Desarrollo ( BI D) , el Banco M undi al ( BM ) , el Programa de las Naci ones Uni das para el Desarrollo ( PNUD) y la O rgani zaci n M undi al de la Salud ( O M S) que han i nflui do de forma i mportante en la concepci n ofi ci al del fenmeno. He deci di do consi derarlasvi si ones ori gi nari as de las pol ti cas contra la vi olenci a dado que ambas gozan de buen presti gi o sobre todo por el ori gen de los fondos que les dan vi da y han si do reci bi das con los brazos abi ertos por muchos de los G obi ernos de Latinoamrica para inspirar y justificar el di- seo de pol ti casde combate o prevenci n de la violencia. En este sentido, nosencontramos frente a dos vi si ones fuertemente i nfluyentes en el tratami ento del fenmeno y de ah la i mportanci a de su examen. Como ya lo menci on, esta reflexi n tam- bi n profundi za en un enfoque alternati vo del cual he encontrado i mportantes referentes en vari os pa ses de Lati noamri ca. Este enfoque consi dera que la vi olenci a es un fenmeno de la soci ali dad humana que se conjuga con otros elementos para consoli dar un ci erto orden de lascosas, para darle forma a esque- mas coti di anos de acci n y comprensi n del mundo. Entonces, la vi olenci a formar a parte de la gesti n coti di ana de la reali dad que los sujetos llevan a cabo. M s que ser un mal so- ci al, la vi olenci a ser a un recurso soci ocultural que permi te di sti ngui r y mantener las relaci o- nes soci ales dentro de mrgenes estables. Lo que propongo en este breve trabajo es que, por un lado, la lgi ca costo-benefi ci o de la violencia puede ser utilizada a conveniencia de ci ertos grupos que ver an en su control o erradi caci n una posi bi li dad de i ncrementar uti li dades. Por otro lado, tambi n suscri bo que si nos apegamos a la i dea de que la vi o- lenci a esuna enfermedad soci al, no har amos ms que devaluar peli grosamente su carcter estructurador, enfati zando excesi vamente el potenci al desestructurador que despli ega. 2. La visin economicista de la violencia: ahorro para quin? Sin duda alguna, hay un cierto poder hip- ntico en la idea de que la violencia genera costosque nosobligan a restar dinero a ciertas necesidadescotidianas. Habr quien se resista a atender esa voz experta que dice comprender cuntosagujerosha provocado la inseguridad y la amenaza a nuestrosya agobiadosbolsillos? Curiosamente, losestudiosque intentan hacer una medicin de la violencia en trminos de costos se parecen mucho a los que colocan como centro al sujeto que se autodeclara vcti- ma de la violencia. Victimizacin y clculo de costossocioeconmicostienen, pues, una mis- ma plataforma: construyen una perspectiva en la que el sufrimiento esdirectamente proporcio- nal a los costos implicados en la autodefensa cotidiana. Volumen 62 Nmero 706 eca Est udios Cent roamericanos 638 Crt ica de dos concepciones originarias de las polt icas cont ra la violencia El msreciente estudio del PNUD sobre los costosde la vi olenci a, a jui ci o de susautores, consti tuye una i mportante herrami enta para los tomadores de deci si n i nvolucrados en la formulaci n de pol ti cas para enfrentar las di versasmani festaci onesde la vi olenci a y mi - nimizar su impacto sobre la sociedad ( PNUD, 2005, p. 7) . Dicen losexpertosdel PNUD que los datos que arroja este estudi o ser an ti les para establecer una relaci n costo-benefi ci o a la hora de promover polticaspblicasalterna- tivaspara el tratamiento de la violencia. Esde- ci r, permi ti r an trazar con meri di ana preci si n una ruta casi aritmtica entre el problema ms urgente, la i nversi n en pol ti cas pbli cas, los costossupuestosy el ahorro generado. A la luz de lo anterior, sostengo que uno de losprincipalesproblemasde la visin economi- cista es que reduce la importancia de calcular los efectos de la violencia con base en otros costosno exclusivamente econmicos. Cierta- mente, existen algunasmatricesgeneralespara medir los costos de la violencia que incluyen efectos imponderables ( cantidad de dinero que losciudadanosestaran dispuestosa pagar para garantizar un estado de paz social) ( M orri- son, Buvinic y Shifter, 2005, p. 134) o costos intangibles ( dao emocional y psicolgico) ( PNUD, 2005, p. 49; Londoo y G uerrero, 1999, p. 21) . El hecho es que estos factores, supeditadosa una perspectiva meramente eco- nomicista, no implican un examen profundo del modo en que laspersonasconvierten a la violencia en un recurso ms para dar sentido al contexto que lesrodea. O bviamente, ninguno de estosestudiosasu- mi una perspectiva sociocultural para abordar el objeto que lesi nteresaba. Escomprensi ble, desde el plano del mtodo que asumieron, que i denti fi quemos estas y muchas otras defi ci en- ci as en ambos estudi os. Pero lo que me i nte- resa sealar esque estasmatricesy losmarcos de referenci a que se construyen en ambos casosse han converti do en referentesde gran i mportanci a a la hora de di sear y justi fi car pol ti cas de control y combate a la vi olenci a en El Salvador y en toda Lati noamri ca. M s grave todav a, esta vi si n llanamente econo- mi ci sta es la que nutre el di scurso de muchos de los pol ti cos conservadores de derecha, de losmi smosG obi ernosque han i mpulsado los planesde M ano Dura y de losciudadanosque creen encontrar en su implementacin una va plausi ble para la paci fi caci n de la soci edad. En la Tabla 1 se puede observar un resumen de lasmatricesutilizadaspara losdosestudios, pero tambi n se puede veri fi car que ni nguno de ellos ori enta la mi rada haci a la necesari a comprensin de lo que cotidianamente hemos hecho de la vi olenci a en nuestrasvi das. Como menci on antes, la vi si n economi - ci sta de la vi olenci a reduce si gni fi cati vamente la posi bi li dad de pensar que hay otros costos que pueden pasar su factura a las soci edades en un plano mucho mscomplejo que el de la relacin costo-beneficio. Loscostosintangibles que considera esta visin no permiten apreciar lasformasi nteri ori zadasde cultura ( G i mnez, 2005, pp. 80-81) que se refuerzan trasla con- vi venci a coti di ana con ese muestrari o i ntermi - nable de mi crovi olenci as en el que vi vi mos 2 . Pero msi mportante an, esta vi si n ti ende a empobrecer la definicin del destinatario de las pol ti cas de combate a la vi olenci a. Es deci r, no se compromete lo sufi ci ente con la i denti - fi caci n de los sujetos soci ales que, ubi cados en ci rcunstanci asdetermi nadas, pueden llegar a converti rse en los sujetos vi olentos por ex- celenci a. Si lo que se persi gue con esta vi si n de la vi olenci a es dar ori gen a pol ti cas que busquen reducir costos, esaltamente probable que nosconcentremosdurante vari osaosen atacar a qui enes atentan contra el equi li bri o econmi co de un pa s. Fci lmente, pues, po- dr amos aprobar que se desmonten todas las 2. Reere Gimnez que una concepcin semitica de la cultura, fundamentada en el modo desde el cual los sujetos construyen procesos de signicacin frente a todo lo que les rodea, nos obliga a considerar la cul- tura preferentemente desde la perspectiva de los sujetos y no de las cosas; bajo sus formas interiorizadas y no bajo sus formas objetivadas. O dicho de otro modo: la cultura es, antes que nada, habitus y cultura-iden- tidad, es decir, cultura actuada y vivida desde el punto de vista de los actores y de sus prcticas (Gimnez, 2005, pp. 80-81).