El cristianismo (del griego Χριστός, Christós, Cristo, literalmente 'ungido') es una religión abrahámica monoteísta basada en la vida y enseñanzas atribuidas a Jesús de Nazaret, presentadas en el canon bíblico y otras escrituras del Nuevo Testamento. Los cristianos creen que Jesús es el hijo de Dios, así como el Mesías (o Cristo) profetizado en el Antiguo Testamento, que murió para la redención de los pecados del género humano, y que resucitó tres días después de su muerte.
Algunos de los escritos sagrados cristianos son compartidos con el judaísmo. El Tanaj constituye, junto con la Biblia Septuaginta (más antigua que el Tanaj en su forma actual), la base y la fuente para el Antiguo Testamento de las diferentes Biblias cristianas. Por este motivo el cristianismo es considerado una religión abrahámica, junto con el judaísmo y con el islam.
Original Title
art7-eca 703-704. Es posible etica profesional del empresario?
El cristianismo (del griego Χριστός, Christós, Cristo, literalmente 'ungido') es una religión abrahámica monoteísta basada en la vida y enseñanzas atribuidas a Jesús de Nazaret, presentadas en el canon bíblico y otras escrituras del Nuevo Testamento. Los cristianos creen que Jesús es el hijo de Dios, así como el Mesías (o Cristo) profetizado en el Antiguo Testamento, que murió para la redención de los pecados del género humano, y que resucitó tres días después de su muerte.
Algunos de los escritos sagrados cristianos son compartidos con el judaísmo. El Tanaj constituye, junto con la Biblia Septuaginta (más antigua que el Tanaj en su forma actual), la base y la fuente para el Antiguo Testamento de las diferentes Biblias cristianas. Por este motivo el cristianismo es considerado una religión abrahámica, junto con el judaísmo y con el islam.
El cristianismo (del griego Χριστός, Christós, Cristo, literalmente 'ungido') es una religión abrahámica monoteísta basada en la vida y enseñanzas atribuidas a Jesús de Nazaret, presentadas en el canon bíblico y otras escrituras del Nuevo Testamento. Los cristianos creen que Jesús es el hijo de Dios, así como el Mesías (o Cristo) profetizado en el Antiguo Testamento, que murió para la redención de los pecados del género humano, y que resucitó tres días después de su muerte.
Algunos de los escritos sagrados cristianos son compartidos con el judaísmo. El Tanaj constituye, junto con la Biblia Septuaginta (más antigua que el Tanaj en su forma actual), la base y la fuente para el Antiguo Testamento de las diferentes Biblias cristianas. Por este motivo el cristianismo es considerado una religión abrahámica, junto con el judaísmo y con el islam.
4 7 5 Es posible una tica profesional del empresario?
Volumen 62 Nmero 703-704
eca Estudios Centroamericanos
Es posible una t ica profesional del empresario? Carlos Molina Velsquez* Puede que no sean muchos los empresa- rios que se consideran a s mismos como pro- fesionales. A veces sucede que la formacin profesional del empresario pertenece a otro orden distinto al de la administracin de em- presas . Pero lejos de ser esto una seal de la separacin entre ambos rdenes el de los negocios y el profesional , es posible sugerir una ntima imbricacin. En primer lugar, ser profesional no quiere decir solamente que se comparte unos conocimientos y unas tcnicas, o que se ha ido a adquirirlos a un centro de estudios superiores. Tambin quiere decir que se realiza una actividad que la sociedad reco- noce como algo especial , no realizable por otro, a quien tambin pueden faltarle aquellos conocimientos y tcnicas. Este reconocimien- to es el que posibilita las licencias que se adquieren para ejercer con los matices del caso la actividad en cuestin. En el caso del empresario, no resulta obligatorio que posea un ttulo o una acreditacin gremial, pero no cabe duda de que poseerlo(a) s puede ser una gran ventaja, a la vez que un bien socialmente deseable. Por otra parte, para quien ejerce su pro- fesin no est dada ninguna prescripcin es- pecial ms que la que se deriva del ejercicio propio de su saber, su tcnica y su creencia (su profesin de fe ). Estamos aqu ante la emancipacin de aquel que sabe con respecto del que slo dice qu hacer. Pero en princi- pio no es ese un saber irresponsable o indi- vidualista, ya que profesin hace referencia a la tarea que contribuye al buen desarrollo del propio grupo, de la sociedad y, en n, de la misma humanidad; una especie de voca- cin secular. Con esto ltimo resulta evidente que estamos asumiendo el marco de interpre- tacin propio de quien se considera hijo de la modernidad, con todo lo que eso implica. Pero con ello tambin comprenderemos me- * Catedrtico del Departamento de Filosofa, UCA. Correo electrnico: cmolina@ buho.uca.edu.sv. Volumen 62 Nmero 703-704 eca Estudios Centroamericanos 4 7 6 Es posible una tica profesional del empresario? jor el carcter profesional de la actividad em- presarial, ya que sta no estara desconectada del reconocimiento social y de las responsa- bilidades exigidas por el mundo circundante, tal como el lenguaje coloquial lo maniesta al sealar que un empresario que procede de forma irresponsable o mendaz acta con poco profesionalismo . Es cierto que no todo empresario debera estar al mismo nivel de interpelacin por par- te de la sociedad. En esto resulta relevante el tipo de actividad mercantil, su tamao o su importancia dentro de la sociedad en cues- tin. Pero s es cierto que todo aquel que se dedica a la actividad empresarial tendr que rendir cuentas, en primer lugar, a su propia conciencia, la cual se encuentra especialmente aprovisionada con los conocimientos propios de las tcnicas y la metodologa empresaria- les, as como con los principios que emanan del ejercicio de sus tareas y de su importancia para la sociedad. A dems, esta rendicin de cuentas sera a todas luces incompleta si no es una respuesta a las indagaciones de los otros: los accionistas, los proveedores, los clientes, la comunidad que es afectada por sus activida- des. Todo empresario se dar cuenta, tarde o temprano, que su responsabilidad no termina en sus propios proyectos o en los de sus alle- gados (responsibility), sino que se extiende hacia todos aquellos con los que est vincula- do (accountability), incluso sin que se trate de un vnculo profesional. Esto nos lleva a plantear que la tica profe- sional no es tanto algo que se vendra a impo- ner a la prctica empresarial, sino, ms bien, el descubrimiento de algo propio, sacando a la luz aquello con lo que ya estamos familiari- zados. Y esta familiaridad nos muestra que la tica en el ejercicio de la profesin no es mero altruismo que nos lleva ser mejores. Las ex- periencias nos ensean que, ms que tratarse de altruismo, estamos ante una serie de situa- ciones en las que el correcto comportamiento moral casi no puede separarse de lo que usual- mente llamamos realizar bien nuestra labor . Podemos ir incluso ms all, y sealar que hay razones egostas para proceder moralmente. El dilema del prisionero es trado a colacin cada vez que se quiere mostrar las ventajas egostas de la cooperacin. Dado que, en el largo plazo, la no cooperacin es el germen de la venganza por parte del que se encuentra en desventaja, lo ms prudente sera coope- rar, aun en los casos en que esto signique una desventaja en el corto plazo. H ay que no- tar que la prudencia (phrnesis) es una virtud sealada desde los tiempos de A ristteles, y quin no sabe lo prudentes que pueden llegar a ser algunos empresarios, sobre todo cuando el ambiente circundante es hostil. Debemos combati r la i dea de que al actuar de acuerdo a unos pri nci pi os morales se es- tar a desnaturali zando la funci n empresari al, pues el empresari o no estar a obli gado per se a comprometerse con ellos. H ay que proce- der con cautela en este punto. La confusi n surge al reduci r la acti vi dad empresari al a me- ros clculos de corto plazo, fragmentari os. Si esto fuera ni camente lo que debemos con- si derar, entonces, ci ertamente, el empresari o per se no busca ms que el lucro. En efecto, es frecuente escuchar que a qui en parti ci pa en el mercado slo se le pi de que busque su propi o i nters. Pero el problema estri ba en consi derar a la acti vi dad empresari al como algo desvi nculado del conjunto de la soci edad. Contra las apolog as de la i rresponsabi li dad, como las de M i lton Fri edman, di remos que la labor empresari al exi ge valores que trasci en- den los procedi mentales o tcni cos (eci en- ci a, conecti vi dad, opti mi zaci n). En el largo plazo, la transparenci a, la conanza, la soli - dari dad y la bsqueda del bi en comn pueden ser i nversi ones ms raci onales. M s an, para un empresario ser muy listo es ya una forma de decir que se debe ser moral, pues realizar bien los negocios implica que se tiene la capacidad para reali- zar transacciones sobre la base de la buena prctica profesional y el respeto a la palabra dada, generando asimismo la conanza que es vital para la profesin. Si reparamos en los requerimientos que exige el empresario a sus clientes, proveedores y competidores (lealtad, transparencia e integridad), el asunto se nos 4 7 7 Es posible una tica profesional del empresario? Volumen 62 Nmero 703-704 eca Estudios Centroamericanos presenta an ms claro. Si nos parece extra- a una buena relacin con un cliente desleal, tampoco nos parecer plausible que el cliente se sienta a gusto con un vendedor en quien no puede depositar su conanza acerca del producto ofrecido. Pero no es nicamente un caso de equivalencias , ya que la manera como el cliente acta no es un asunto de res- ponsabilidad profesional, pero s lo es en el caso del empresario. No es ocioso distinguir entre la situacin de un empresario y la de un funcionario p- blico. M s bien es imprescindible, entre otras cosas, para no exigir lo que no puede darse y a quien no puede darlo. No se puede pedir al empresario que se cia a ms normativas externas que las que ya encontramos en los marcos jurdicos de los Estados (Constitucin Poltica, Cdigo de Trabajo) o las que vemos implcitas en la cultura corporativa, institu- cional o gremial. Y si bien es cierto que las empresas estn cada vez ms interesadas en los cdigos de tica, tambin lo es que tales cdigos rara vez sealan explcitas responsa- bilidades en el orden de la informacin que debe proporcionarse a los clientes o a la so- ciedad, as como en el grado de transparencia que se espera en el trato con las autoridades pblicas. A l contrario, es frecuente encontrar desde explcitas exhortaciones a la conden- cialidad, hasta solapados guios a favor del encubrimiento y la connivencia ciega, y todo por el bien de la organizacin . Por otra parte, esto ltimo no debe ser in- terpretado como una especie de contribucin a cierto separatismo o provincianismo profe- sional, en el sentido de que el mundo de los empresarios sea dejado a la libre, ya que no podran ver ms all de sus intereses mezqui- nos. H ay que evitar estos excesos recordan- do algo que ya insinubamos antes, pero que tiende a dejarse en el olvido: no se pide al em- presario que se ocupe ms que de su propio inters, pero suponiendo que, para ocuparse cada uno de lo suyo, no basta con esperar que la maquinaria ubicua del mercado convierta todo ese egosmo en bienestar para todos. La misma exigencia por parte de los em- presarios de que el Estado proporcione nor- mativas claras, procedimientos jurdicos efec- tivos y garantas bsicas son una buena mues- tra de que no hay que tomarse en serio las ideas sobre los mercados que automticamen- te generan justicia. Bien por un mercado libre libre de la burocracia, de los excesos del Es- tado, del ahogamiento de la libre iniciativa , pero no entendiendo tal libertad, segn dira Franz H inkelammert, como una especie de selva del paleoltico o Parque Jursico , en el que el ms grande, no precisamente el ms eciente, se come al ms pequeo, mientras los dems presenciamos el show. El mundo real no es Discovery Channel. A hora bien, esto nos motiva a desplazar nuestro discurso hacia el tema de las veri- caciones y contrapesos. Los empresarios de- beran trabajar para lograr buenas relaciones con todos aquellos grupos de inters (stake- holders) que les conciernen, sin confundir sus propias atribuciones y exigencias morales con las de aquellos. Deben saber hacer bien su labor y conocer lo ms posible el marco tico, as como la cultura organizacional de la empresa a la cual se le presta el servicio o los valores de las comunidades a las que se les brinda un producto. A dems, debern estar en posesin del suciente ingenio para hacer ver a los accionistas (shareholders) que tales labores de contralora no tienen por qu estar reidas con la libertad empresarial ni con la bsqueda de sus intereses. A lgo ms: algunosde losmsgrandesteri- cos del libre mercado y defensores de la bs- queda del inters propio fueron a su vez gran- des partidarios de la tica y del ordenamiento moral, uno que garantice una sociedad arm- nica y justa. A dam Smith, Immanuel K ant, Je- remy Bentham son nombres que nos hacen pensar en libertad, por supuesto, pero tam- bin en responsabilidad. Nada ms lejos de sus ideas que un mundo de empresarios rea- cios a someterse al imperio de la ley y el or- den que no es necesariamente diferente del imperio de la razn humana , y el cual pode- Volumen 62 Nmero 703-704 eca Estudios Centroamericanos 4 7 8 Es posible una tica profesional del empresario? mos ver encarnado en instituciones a quienes se les habra encomendado velar por dichos objetivos. Pero esa ley y ese orden no pueden ser impuestos a la fuerza, ya que, a largo pla- zo, los costos sern demasiado onerosos, so- bre todo para quienes se han comprometido con la construccin de una sociedad cada vez ms humana. No podemos abonar a un orden en el que se viva y trabaje bajo la sombra del miedo o en el que el seguimiento de la norma sea equivalente a la renuncia de uno mismo o de la legtima bsqueda del bien comn. Tampoco se trata de irse al otro extremo: libertad negativa que es equivalente a liber- tinaje, o hacer las cosas a la salvadorea . Tal libertad, que algunos despistados o c- nicos identican con la libre iniciativa em- presarial , no es ms que una dulce y amarga quimera. Dulce para quienes pueden escapar, por el momento, a las fuerzas sociales que exi- gen comportamientos responsables. A marga para el resto. Parafraseando a Ludwig Witt- genstein, podemos decir que la vida social y la actividad empresarial en su seno slo es posible si uno confa en algo. Q uien quiera ser autnticamente libre deber conar en unas reglas que deber seguir en tanto todos esta- ramos dispuestos a hacerlo, segn criterios complejos pero no menos necesarios. Vericar que las actividades empresariales sean transparentesdentro de un mercado cada vez ms opaco; hacer el contrapeso a las ten- dencias disgregadoras de los que slo quieren ver el premio al nal del camino, no es poca cosa. Es equivalente, ni ms ni menos, a con- ar en el valor de la conanza. Esto no signi- ca que debamos ignorar un marco jurdico mnimo o la instauracin de cdigos de com- portamiento. Lo que sucede es que dichas re- glas, ms que apuntar al miedo, deberan estar animadas por la solidaridad responsable y la reproduccin de relaciones mercantiles justas y abiertas. Pero decir cdigos esdecir reglas . Y, des- de el punto de vista moral, esto puede generar algunos malentendidos. En primer lugar, hay quienes desdean o minusvaloran el rol mo- ral de las reglas en tanto son una especie de constriccin. Sin duda, algo de eso puede ver- se, aunque no en todos los casos. K ant mati- z esto de manera impecable al sostener que toda regla debera ser referida a una mxima que fuera ley universal. K ant no crea que la libertad estuviera en peligro debido al cumpli- miento del deber, ya que ste estara funda- mentado en un principio racional que garan- tizara que todos lo asumieran (universalidad), sin importar de quin se trate (reversibilidad). Y dado que, segn l, hacer lo correcto esta- ra a la base de la misma libertad, no habra contradiccin entre la regla y nuestra libre vo- luntad. Claro que no era tan ingenuo como para ignorar que existen reglas arbitrarias (no racionales) o inexplicables (no razonables), como en el caso de las rdenes de un tirano a sus subalternos o las un padre autoritario a su hijo. Pero tal condicin heternoma de la moral no puede solucionarse derribando toda regla y proscribiendo toda ley (lo cual ya es en s una ley). No. M s bien, de lo que se trata es de esforzarse por comprender la lgica inter- na de la regla, no de obedecerla a ciegas. Es decir, estamos llamados a ser autnomos. No obstante, aun esto no evitara el peli- gro de que el cumplimiento de la regla derive en cierto formalismo, algo as como la sola referencia a la mxima sin tomar en cuenta lo que pasa con los sujetos humanos concretos. Este rigorismo es matizado por algunos lecto- res de K ant, apelando a otra formulacin de su imperativo categrico, que vendra a decir que nunca debemos tratar a ningn ser hu- mano como un medio para nes que no son los suyos, sino como un agente perseguidor de nes, que se constituye l mismo en un n para s y para los dems. En tanto correcti- vo de la regla, no se trata de una regla ms, sino de un criterio que permite evaluar todas las reglas. Esta relatividad de las reglas es cla- ve. Despus de todo, y como el jesuita indio A nthony de M ello record en alguna ocasin, para quebrantar una regla slo basta con que la cumplamos al pie de la letra. Es por ello que dentro de las instituciones se debe trabajar duro para crear conanza en la autoridad, en las reglas y en la racionali- dad que subyace a las mismas. Esto es lo que