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¿POR QUÉ EN MÉXICO LOS CALENTADORES

SOLARES NO SON TAN COMUNES COMO


DEBERÍAN?
Por Ing. Odón de Buen R.
Editor de funtener.org

Calentar agua con energía solar a la temperatura a la que la usamos


para bañarnos o para algunos procesos industriales es un proceso
relativamente muy simple: solo necesitamos una superficie que se
caliente con el sol (digamos un metro cuadrado de lámina de cobre),
que esté en buen contacto térmico con tubería (digamos también de
cobre) por donde pasa el agua que se va a calentar y las conexiones al
agua fría (de entrada) y al agua caliente (de salida). Estos dispositivos,
por lo tanto, se pueden construir con equipo básico de plomero y con
materiales disponibles en cualquier tlapalería mayor. Por supuesto, este
arreglo simple puede tener muchos detalles de materiales, de arreglos
de tubos y aletas, de formas y medios de contacto térmico, de cajas con
vidrios y aislantes, de tanques y de una variedad de aspectos de
instalación y operación. Por lo mismo, un equipo de calentamiento solar
puede tener muchos diseños y, por lo mismo, una variedad de precio.

Asimismo, México tiene condiciones geográficas de latitud y clima que


son excelentes para utilizar estos equipos de calentamiento solar de
agua en hogares e industrias, además del hecho que, cuando menos en
los hogares, el calentar agua en el hogar llegar a representar hasta el
50% del consumo de gas (ya sea LP o natural) en el hogar. Igualmente,
en México existe una importante industria del turismo con una gran
cantidad de hoteles con albercas que en una buena parte del año
requieren de calentamiento. Esto significa que, muy claramente, existe
un gran mercado para el calentamiento solar de agua en México.

No es sorpresa, por lo mismo que acabamos de señalar, que en México


existan más de cincuenta fabricantes registrados y, además, operen
varias empresas que importan equipos manufacturados en otras partes
del mundo. Sin embargo, los niveles de aprovechamiento son todavía
muy bajos con relación al potencial y comparativamente a países con
menor recurso solar. ¿Por qué es así?

El precio de los combustibles

La competencia a la energía solar viene de los combustibles fósiles como


el gas LP, el gas natural, el diesel y el combustóleo (estos dos últimos
para usos comerciales e industriales). Hasta hace pocos años, el precio
de estos combustibles tenía un subsidio importante, lo que hacía poco
atractivo el buscar alternativas como la solar. Sin embargo, estos
subsidios han ido desapareciendo, en particular para los usos
comerciales e industriales, aumentando el costo de operación de los
equipos y abriendo espacio en el mercado a los equipos solares. Esto se
refleja en el hecho, señalado por la propia industria, que su principal
mercado en México en la actualidad está en instalaciones como hoteles
y albercas mayores.

Desconocimiento de la tecnología

Quizá la razón más importante para que no sea tan generalizado el uso
de calentadores solares en los hogares es que la mayoría de la gente
desconoce la existencia de esta tecnología. Esto tiene que ver con el
hecho de que la industria solar en México no tiene todavía la capacidad
económica para, por ejemplo, tener un inventario puesto en exhibición
en tiendas donde el público en general los vea, lo cual es un reflejo del
nivel casi artesanal de la mayoría de las empresas. Existen, sin
embargo, esfuerzos de varios de estos fabricantes que, trabajando hacia
el futuro, han hecho donaciones de equipos a instituciones de educación
superior para que alumnos de carreras técnicas. Igualmente, en un
esfuerzo conjunto pero modesto, fabricantes afiliados a la Asociación
Nacional de Energía Solar (ANES) y la Comisión Nacional para el Ahorro
de Energía (Conae) han mostrado en ferias hechas para ese propósito
los equipos a comunidades en el centro del país.

Hay, por supuesto, zonas del país donde ya existe un conocimiento de


éstos equipos. Cuernavaca, Guadalajara, Morelia y Puebla son ciudades
donde existen cientos de equipos instalados y donde los fabricantes han
gastado en poner anuncios espectaculares y en tiendas distribuidoras de
equipos para alberca. En estas zonas, sin embargo, están la mayoría de
quienes han tenido malas experiencias con este tipo de equipos y
quienes se convierten en los peores enemigos de las buenas empresas y
de la industria solar en general. Sobre este aspecto comentaremos más
adelante.

Costo inicial

La segunda razón, en nuestra opinión, es que la mayor parte del costo


(casi todo) se tiene que pagar antes de tener el primer litro de agua
caliente, por lo que el mercado, dada la limitada capacidad financiera de
las empresas de este sector, está limitado a los usuarios capaces de
cubrir ese costo inicial. En este sentido no es una sorpresa que buena
parte de lo que se ha vendido en México se ha instalado para calentar
albercas, ya sea de domicilios privados o de negocios que, además de
tener los recursos para invertir, tienen una alta facturación por
combustibles utilizados en las calderas para calentar el agua.

Es aquí donde anoto que la posición casi generalizada de la industria de


los calentadores solares—de acuerdo a posiciones expresadas
públicamente por diversos fabricantes—es que la solución se ubica en el
apoyo del Estado, a través de la aplicación de recursos para
financiamiento con intereses debajo de los del mercado e incentivos
económicos que hagan de los colectores solares una opción
económicamente atractiva a los usuarios de agua caliente. Sobre este
punto estoy de acuerdo, pero antes de esto la industria tiene que dar,
con el apoyo del Estado, un paso previo.

El problema de la calidad de los equipos, de su instalación y de su


servicio.

Como se refirió arriba, la mayor parte del costo de calentador solar se


paga a la instalación. Esto, además de ser un impedimento para que el
mercado sea mayor, puede convertirse (como lo ha sido, al parecer, en
muchas ocasiones) en el abandono del usuario por parte de una
empresa que quizá no viva más allá de lo que dure el calentador solar.

Diversas referencias anectóticas recogidas por el autor apuntan a una


industria que apenas madura de talleres de manufactura a empresas
que comercializan equipos y a empresas que dan un servicio integral. En
este sentido es típico, para quienes han tenido algún problema con sus
sistemas de calentamiento solar, que, teniendo un buen equipo (el
calentador) tiene una mala instalación (ya sea por diseño o por baja
calidad en la mano de obra yo en la supervisión). Es “clásico” el caso de
equipos bien construidos, con conexiones de calidad y bien hechas que
no están orientados de manera adecuada para aprovechar la energía
solar. Otro “clásico” es el de una buena instalación que no integra
elementos que prevengan los efectos de una ocasional helada (que, con
las crecientes incertidumbres del clima planetario, pueden ocurrir en
cualquier lugar) y que puede reventar al calentador solar en su parte
más sensible y costosa de reparar: los colectores.

Es también común denominador el hecho de que los problemas con las


instalaciones aparecen en el primer año de su operación, aunque no hay
registros sobre qué tan comunes son y, quizá más importantes cuántos
se resuelven y cómo. En mi caso personal, tengo dos sistemas (uno de
alberca y otro de agua doméstica) con los que he tenido problemas
menores que se han sido resueltos satisfactoriamente por el fabricante e
instalador, aunque mi proveedor nunca me entregó—tampoco, a
propósito, se lo solicité—un manual para el sistema y la solución de los
problemas menores.

Es aquí donde yo me pregunto (y pregunto, como he hecho antes, a la


industria) ¿cómo vamos a conseguir recursos para financiamiento si la
industria no puede garantizar la calidad de sus productos e
instalaciones?. Mi respuesta ha sido, desde hace más de tres años, el
que deben existir normas para equipos e instalaciones, las cuales, debo
añadir, no necesariamente tienen que ser de obligación general pero si
de obligación a las empresas que quieran participar en programas de
fomento con apoyo de recursos públicos.

La experiencia del programa piloto CONAE-ANES-CANACINTRA-INE.

Un intento relativamente reciente del Gobierno Federal para hacer


avanzar a la industria en el mercado residencial, arrancó la Conae en
2002 con la participación de los seis principales fabricantes nacionales.
Este programa piloto de venta de colectores solares para el sector
doméstico, llevado a cabo de manera modesta pero con una fuerte
carga de innovación, se planteó después de un largo proceso de
discusión interna en la Conae de la forma de tener un programa de gran
escala.

No existiendo todavía normas para equipos y sistemas pero con la


necesidad de poder garantizar un nivel mínimo de calidad, la Conae
estableció, en primer lugar—y consensado con la ANES—reglas de
entrada al programa para las empresas, en particular una presencia
nacional comprobada y una lista amplia de usuarios que pudieran ser
consultados para referencia del trabajo de las empresas. En segundo
lugar, y como medio de promoción y ventas, la Conae estableció una
sección particular en su sitio en Internet que, además de informar sobre
la tecnología y las reglas del programa, permitiese a los interesados
solicitar, al mismo tiempo y todos recibiendo la misma información, un
presupuesto para la compra de un equipo. En tercer lugar—dentro de un
contexto de reducciones presupuestales en la Conae—una modesta
campaña de promoción que incluyó la impresión de trípticos, el
posicionamiento privilegiado en la página principal del sitio de la Conae
de una liga a la información sobre el programa y una serie de ferias—
apoyadas por autoridades locales—en varios colonias del DF, Estado de
México, Morelos y Puebla.

Este programa—que aún existe pero sobre el cual no hay información


oficial pública todavía—ha tenido suficiente éxito para que las empresas
participantes hayan solicitado a Conae, cuando se puso sobre la mesa la
posibilidad de terminarlo por la falta aparente de resultados y de
entusiasmo por las empresas participantes, el mantenerlo
indefinidamente. De las lecciones que ha dejado la experiencia—y que
refuerzan mi opinión del proceso que vive hoy la industria solar—es que
las empresas que han sabido responder a los más de 500 usuarios
interesados que dieron sus datos a través del sitio de la Conae, más allá
de las que intentaron llamar la atención con precios reducidos, han
llegado a tener ventas a través del programa.

Hacia delante.

La industria del calentamiento solar de agua tiene en México una gran


experiencia y un gran futuro. Lo que es urgente, más que
financiamiento, son las normas para equipos y sistemas, y aquí el
Estado, a través de la Conae, debe seguir apoyando a la industria para
lograr este primer objetivo ya urgente.

A su vez, es más que indispensable una evolución de los empresarios


solares más allá de las mejoras tecnológicas en equipos ni sistemas,
sino a formas novedosas de llegar a los posibles clientes, convencerlos
de los claros beneficios de sus productos y servicios y mantenerlos
satisfechos por los quince años que, cuando menos, debe durar un
sistema de calentamiento solar de mediana calidad.

Finalmente, cuando se hayan hecho estas tareas, el Estado, a través de


la Secretaría de Energía o la del Medio Ambiente, deberá instrumentar
un programa que facilite la compra de estos equipos que permiten
cuidar recursos no renovables, el medio ambiente y la economía.

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