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Digamos, entonces, que si el tábano pica a los bóvidos y al chupando una hebrita de canela en rama.
hombre, podemos suponer sin miedo a equivocarnos que picará Los hombres bóvidos a menudo odian a aquellos molestos
también a los hombres bóvidos; y esto, claro, a los hombres bóvidos tábanos, pero no pueden dejar de pensar en la actitud arrogante y
no les satisface. A un hombre bóvido no hay cosa que le irrite más segura de éstos cuando dicen, por ejemplo, que el Himalaya no es
que una picadura, y no es por la erupción cutánea ni por el escozor más que un granito de arena en el universo. Por eso, a veces, los
que le sigue, es más bien otra cosa: hombres bóvidos miran al suelo y
a los hombres bóvidos no les piensan... y en ocasiones se
agradan los cambios, tienen convierten en hombres ánimos,
siempre miedo y sólo se calman si pero otras muchas lo hacen en
se les acaricia el lomo con mimo. hombres cínicos u hombres
No sólo hay hombres trístidos y casi siempre se contentan
bóvidos. Hay hombres mónidos, condevorarunoscuantoshombres
hombres cínicos, hombres rápidos, mónidos y tratar de demostrar así
hombreslóbidos,hombressólidos... que tampoco ellos tienen miedo.
incluso hombres ránidos, más Ante estas demostraciones los
conocidos como buzos y que viven hombres ánimos responden
a caballo entre el mar y el cielo. riendose del ridículo poder de los
Quizá los que más se hombres bóvidos, mientras éstos
alejen (en su particular forma de tratan de hacerles la vida imposible
entender el mundo) de los hombres contodosuempeño.
bóvidos sean los hombres ánimos, Como siempre pasa, los
que tienen reflejos brillantes en los hombres ránidos, ajenos a todas
ojos y en ocasiones jaqueca. A estos estas cuestiones, no suelen decir
últimos a veces también se les nada demasiado alto y se
llama, casualmente, hombres zambullen, contentos, viviendo a
tábanos; pero esto ocurre sólo de caballo entre el mar y el cielo.
cuandoenvez.Loshombresánimos
dicen no tener miedo y se complacen en picar a los hombres bóvidos
y escandalizarlos. Sin embargo, a fuerza de ponerse animosos, Nota: De las mujeres esdrújulas -las lánguidas, sórdidas,
pueden convertirse en hombres áridos y esto resulta muy triste, prístinas... –nada dice la definición primera de la que partimos. ¿Cabe
porque algunos no se curan nunca. Otros, afortunadamente, sanan suponer que son inmunes a las picaduras del tábano?
Ediciones del Tábano- c/Deportista Vicente Pastor nº1, Alicante, CP: 03006
e-mail: editabano@hotmail.com
ÍNDICE
Nota Editorial ________________
________________pág. 1 Sección temática. Literatura y
Juanma Agulles copromiso
Decálogo para no estrangular palabras,
Taller de textos Quirón Herrador__________________pág. 11
Paco Alonso: Decisión de fuga, de regreso,
Lluviosamente sucio Menelo Curti____________________pág. 12
Sensaciones Llamada, Menelo Curti_____________pág. 12
Lo que digo ______________________pág. 3 El armadillo canalla,
Juanma Agulles__________________pág. 13
Menelo Curti Arte poética (el compromiso del poeta),
Luna Baja Paco Alonso_____________________pág. 14
De otro tiempo____________________pág. 4 Poema, Quirón Herrador____________pág. 14
Ilustración portada:
Germán Yujnovsky.
Ilustraciones de Las ventanas:
Cris.
Caricatura J. C. Onetti:
Leo.
(leosarra81@hotmail.com/645-584642)
Estos trabajos han sido leídos y comentados durante las reuniones literarias de nuestro grupo, que tienen
lugar los viernes a partir de las 22:00 horas en la calle Deportista Vicente Pastor Nº1 5ºD, Alicante.
Aprovechamos para invitarte a compartir con nosotros
alguna charla literaria: ven cuando quieras.
Oigo el sí y oigo el no, y la selva y la lluvia Que aquí, sobre la tierra y contra el mar, me agoto
y a las gentes que sufren detrás de las ventanas; con todas mis costumbres y anhelos y apetitos,
escucho lentamente los quejidos del viento, con sudores, desganas e inquietudes y sombras,
la furia que me habita, mi pasión desbocada. inmensurable y terco y agónico en mi instinto.
Oyendo las palabras y blasfemias que vienen, Y así me dilapido como hombre y deshago
con el clamor que entraña el soterrado frío, todas mis asperezas y cicatrices largas
y el hueco que en las venas disipa el firmamento y mis raíces frías y profundas y el tiempo
o la desoladora huella de los olvidos. de todos mis insomnios, y lo que venga o vaya.
Que aquí me estoy dejando cuanto fui y lo que soy, Que siento las palabras del hombre y de la tierra,
que aquí me estoy perdiendo mucho más que palabras: y todo lo que habita mi espejo y laberinto,
virus y sangre y trozos astillados de hueso, luchando en el silencio y en la tiniebla con
y lágrimas y ácidos y óxidos y entrañas. mis íntimas crueldades, y mi propio infinito.
Quiero hablarte, no sé, se me ocurre ahora, de la luna baja de esta noche, de ese redondel despierto
que se entrevera con los árboles, que parece deshacerse entre sus ramas, pero que en realidad está tan lejos...
O tal vez no tanto, al menos hoy no tan distante, y es cierto que lo rompen los ramajes.
Quiero hablarte de esa gota rasa antes de que la engulla la sombra como a todo; hablarte del silencio, de su
manera de caer sin espamentos.
La noche es, como cualquier otra, medio azul o medio sucia, y llegan desde todos lados ráfagas de dudas
y de viento; yo las recibo, se enredan en mi pelo o se sumergen por los agujeros de mis suelas, y después se
quedan recorriéndome los huesos, habitando ese remanso que yo llamo esperanza pero que tal vez no tenga
nombre.
Quiero hablarte de la luna baja que rasguña el lomo de los cerros, contarte que parece enana y a la vez
inmensa, gigantesca y de sal, de leche, de misterio.
No sé muy bien por qué, pero la tengo contra el rostro, cerca de los ojos, quizás adentro, y siento ganas de
decirla, de nombrarla y asegurarme de que ahora, mientras vienes a mis versos, la creas como al hombre, como
a la huella que persigue hasta abismarse.
Hay también, debajo, calles, piernas, bullicio, olores, miedos... Pero no me importan, no voy a contarlos,
no quiero que se sumen a este viaje que sólo intenta poner una luna en tu momento, en este instante que es ahora
y que no puede escaparse de sí mismo, que no vuelve, porque no va a ninguna parte, simplemente pasa, existe,
y se deshace.
Y mientras, la luna sigue ahí, vibrando, repitiéndose tal vez en multitud de charcas y de mares, pegándose
a las gotas que deben llover en algún lado, pero baja en mi paisaje, cercana, recostándose en el límite de montes
y ladridos que a esta hora tiene el mundo.
Quiero que la veas, que la tengas, que ni la soledad ni los abrazos te impidan recibirla, que sepas que en
una noche de un tiempo que ahora mismo no nos interesa la luna anidó bajo, que estuvo ahí, caliente, rozando
la quietud de un hombre, llenándole los ojos, el silencio, las palabras.
Fijate vos que yo sé que debe seguir estando, allá por lado, apoltronada en su butaca como en un último remanso.
la barriada, donde los sauces son más altos que las casas, esa Dejate de embromar, si te molestan mucho andá
calle de pedregullo tan poceado, donde los gurises* les tiraban pa’dentro, que a esos bichos no los espanta ni el demonio
pedradas a las nubes, donde yo era niño, y también cazaba tendrá que contestarle el viejo Souza, mordisqueando su
nubes. cigarro, convidándole tabaco a las
Fijate vos que debe seguir palabras.
estando, igual que siempre, con los Y la calle ahí, adelante de ellos, con
bordes desparejos y las veredas de pasto el polvo vencido por el agua que habrá
y barro seco; los perros ladrarán, yo casi saltado a chorros de las casas, a chorros
los escucho, a los que pasan distraídos, como la noche que habrá venido a
con un silbido colgado de la boca o chorros de los montes, a chorros de los
silenciosos, sin nada que silbar... Y deben hombres que irán volviendo por la
seguir pasando, a pesar de los cachorros, calle, la calle que vuelve de los campos.
tienen que pasar e irán pasando, con ese ¿Cómo anda, don Souza, tan
andar entre cansado y ausente que mueve buenos los amargos? le preguntará
a los hombres ya cerca del campo. alguno de pasada, sin pararse, curvando
Y al atardecer las sillas en las las cejas hacia el cielo, hacia su sudor
puertas y el mate** amargo y charla Diego Rivera y el de las nubes.
mansa, mientras el sol se va agachando entre los espinillos Supongo la respuesta que le soltará el viejo malcarado,
flacos, sedientos. ese silencio largo que le salía de las vísceras, que le seguirá
¡Hacé un poco de humo, que nos devoran los saliendo para apabullar a los baqueanos cuando quiere estar
mosquitos! debe pedir medio nerviosa la del almacén de al tranquilo.
Página 4 La sombra, el pedregullo, don Souza y los mosquitos,
Taller de textos
su mujer metiéndose en la casa, los cuerpos regresando, el cansancio, alguna charla, el anochecer verdoso; pero la calle sobre
todo, la calle que una vez yo fui pisando hasta alejarme, hasta no verla, la calle de los pozos, la de los charcos tras la lluvia, la que
una mañana me separó de los gurises, de la infancia, de ese tiempo que ya es otro, que no quiere que regrese, que le mostró
distancia a mis pasos.
*Gurí: en algunos lugares del Río de la Plata, niño.
**Mate: Infusión de yerba que se bebe, por lo general, en una calabaza.
Empieza en silencio. Un dedo aquí, otro allá, otro más que ya los ha visto ir, y luego se encuentran y es la mano. Luego la mano se va
deshaciendo y es otra vez palma, llanura que es luego valle, monte de venus, cauces que confluyen y se separan y van peleando
amigablemente hasta abrazarse en una letra, que dicen que es Muerte, pero que quizá sean dos letras invertidas, jugando a hacer el
pino o dando volteretas: Vida, Vida. O quizá no sean más que esa única letra, que es Mano. O quizá no sean más que esa única letra:
Más. Luego es más y el meñique va dejando de serlo al sumarse a los otros: ya tiene voz, ya tiene tacto. Es más, y el anular va afirmando,
avanzando, gritando con el corazón de su lado, y el índice alzándose y abriéndole a la vista caminos que palpar en busca del gordo, el
solitario gordo, el gordo libre y libertino y siempre apartado, siempre opuesto, siempre carcajeado hasta que es necesario como ahora,
suplicado como ahora por la inclinación de los otros, besado hasta construir el infinito encirculador, el poder conjunto de agarrar, de
sujetar cualquier cosa que quepa en su universo.
Puede ir deslizándose, en memorizada ceguera, por entre los velos del aire desnudo. Puede conjurar la mutación y ser primero
hojarasca traviesa en lugar de yemas; divertidos remolinos a capricho del simulado viento, electrizando la planicie de la piel, buscando,
preguntando por el jardín donde crecen el rizado musgo y el árbol solitario. Puede ser hojas arrastrando ramas, y no dedos, anhelantes
ramas estirándose y encogiéndose, acercándose al árbol que el calor ya va amaneciendo. Puede ser hojas arrastrando tallos, serpentinos
tallos que ya burlan los rizos, que ya van arrastrando el Mundo o el Vivo Valle y encaramándolo al árbol que despertando los recibe,
enredándosele, trepándole el roce hasta conquistar la copa pacíficamente. Luego otra vez la magia y entonces hormigas, marabunta
de hormigas cubriéndolo y recorriéndolo permitiendo respiración sólo en el extremo de cielo, allí donde no hay corteza. Arriba y abajo
desfile de los cinco batallones de la marabunta, luego bocanada de ansiedad y arriba y abajo paso ligero, prisa, y el árbol ya se enerva,
ya estría la corteza rebelándose, luchando, contestando, y entonces ya no más tacto, no más contención, y ya la marabunta es guerra
de agigantadas reinas hechiceras que estallan el negro hasta ser panteras rugiendo ráfagas arriba y abajo arriba y abajo, hambrientas
de arriba y hambrientas de abajo, violentando el tronco, rugiendo el temblor que ya desciende hasta la raíz y hasta la subterránea
entraña, y es terremoto y aliento rajando pulmón y subiendo a fuego, empujando hirviente savia hasta que el tronco es montaña, hasta
que la copa es cráter y estornuda los blanquecinos chorros de magma.
Algunas otras veces sólo un dedo, no importa cuál, puede dibujar caricias, delicadas fronteras de tacto sobre desconocidos paisajes.
Algunas otras veces sólo un dedo, no importa cuál, puede abandonar la mano y cartografiar los eléctricos hallazgos. Algunas otras
veces sólo un dedo (¿y qué importa cuál?) puede navegar por el húmedo cauce de unos labios, míticos y ocultos labios de noche y de
púbico rayo, que profetizaron su llegada y la predicación del orgasmo.
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Hay miles, miles, miles de cartas que no hemos recibido todavía. Hay miles de cartas que están aún
sin escribir, aún dormidas, aún esperando que algún fogonazo estalle en la bombilla y derrame sobre vuestro
escritorio un aguacero de luz y voluntades.
Hay miles de cartas que no hemos recibido todavía. Sabemos que a menudo, leyéndonos en algún
poema, en algún relato, en algún artículo, sabemos que a menudo... pero el escritorio vuestro todavía a oscuras,
todavía sediento, todavía esperando la lluvia de palabras, de respuestas, de preguntas.
Hay miles de cartas que no hemos recibido todavía. Y tenemos la certeza, o la intuición, o el deseo, o
quizá sólo estos excesos que nos permite la esperanza, de que sabéis para qué sirven las palabras, de que sabéis
que aún sirven, que aún no están del todo muertas. Tenemos la
certeza, o esa otra cosa que nos queda, de que sabéis cómo jugar
a las palabras, cómo jugar a creernos, cómo jugar a mentir para ir
creando las verdades poco a poco.
Hay miles de cartas que no hemos recibido todavía. Pero
una vez un poema, Encarni, un poema saltando de tu mano a la
mía; sin sobre, sin sellos, sin distancias, como una carta sin
intermediarios. Y la posibilidad de la respuesta, la confianza de
la respuesta, la libertad o la correspondencia de devolvértelo con
un comentario, con una crítica llena de razones, de ladrillos, de
motivos con los que poder construir algo. La crítica a veces no es
bien aceptada o bien entendida. Éste no fue el caso; eso sucede
sólo cuando el criticado no sabe escuchar, o cuando el que critica
no se toma el trabajo que se necesita para construir con
argumentos. Y el leer literatura, como el escribirla, es sólo posible
mediante la acción creadora, es sólo posible cuando se tiene la
voluntad de construir algo, bien con palabras propias, bien con
las ajenas.
Hay miles, miles, miles de cartas que no hemos recibido
todavía. Pero una vez una carta, Taga, un abrazo, un sobre caliente
preñado de renglones y palabras; un sobre cerrado haciendo tic-
tac tras la ranura del buzón, un sobre sellado haciendo tic-tac bajo la piel garabateada del remitente, un sobre
haciendo tic-tac, tic-tac, tic-tac, amenazando con explotarnos en las manos y decirnos algo, mucho más que
algo: que estáis al otro lado, que no hay muros ni silencio posible; que el grito, el rayo, o una tormenta de
versos y palabras basta para derribarlos.
Hay miles, millones, quién sabe cuántas cartas, que no hemos recibido todavía. Y podríamos publicar,
si fuéramos soberbios, todas esas cartas que no hemos recibido, llenar la revista con páginas y páginas y más
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páginas completamente en blanco, reproduciendo literalmente
cada una de las palabras que nunca nos fueron remitidas.
Reproducir páginas en blanco sería incluso demasiado: ni
siquiera nos han llegado páginas en blanco. Es por ello que,
esforzándonos en aparentar la humildad que en absoluto nos
caracteriza, publicamos en este número sólo las cartas que
recibimos, y agradecemos a Taga y a Encarni que se hayan
molestado en aportar algo de lluvia a este campo, a esta siembra
en la que confiamos y en la que venimos desde hace tiempo
trabajando. No nos hemos tomado la libertad de comentar el
poema de Taga porque no le pedimos permiso para ello, pero
los siguientes escritos que seleccionemos para mostrar en la
revista sí irán acompañados de algún comentario o de alguna
crítica, siempre constructivos; nos permitiréis ese libertinaje.
Os animamos a que nos mandéis vuestros escritos, o alguna
carta contándonos algo: una opinión, una propuesta, una crítica
a lo que hacemos, fotografías, lo que sea. Contestaremos
personalmente a cada carta.
Hay miles, miles, miles de cartas que no hemos recibido
todavía. Las publicaríamos todas con mucho gusto; pero eso
sería soberbia, además de poco práctico.
Escucha... una canción... las olas del mar se deslizan Ecoutez... une chanson... les vagues de la mer
sobre la arena. se glissent sur la sable.
Mira... los astros brillan intensamente en el cielo. Regardez... les astres brillant intensément dans le ciel.
Parecen decir algo, y yo recibo su mensaje. Ils semblent que vont dire quelque chose,
No hay nadie. No hay nadie aquí con quien hablar, con quien et je reçevois le message.
compartir, a quien dar mi cariño. N’il y a personne. N’il y a personne voici pour parler,
No es posible. Me quemo en este vacío inmenso. No he pour parteger, pour donner mon affection.
nacido C’est ne pas possible. Je m’irrité à ce vide immense.
para la soledad. Je ne née pas pour la solitude.
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NOTAS CRÍTICAS ACERCA DE UN POEMA
He leído y releído tu poema para poder hacerte más tarde. Me explicaré sobre lo de los versos. La poesía
una crítica, siguiendo mi punto de vista, de un modo no es un tipo de disposición gráfica de las oraciones en
que sea constructivo y que quizá pueda servirte de algo. renglones más o menos extensos, sino una actitud
Esta crítica te la hago no desde la soberbia, lingüística especial, mucho más honda, que
sino desde las convicciones literarias que a busca penetrar en el interior mismo del
mí me mueven. lenguaje para intentar alcanzar a
La verdad es que no me ha gustado. comprender los múltiples principios que lo
Así de tajante, pero así de sincero; y lo soy mueven y que permiten que las palabras se
contigo porque me parece que las únicas combinen y copulen unas con otras para
personas con las que no hay que molestarse producir significados aparentemente
en decir la verdad es con aquellas que no le imposibles, aparentemente irrealizables en
importan a uno un carajo, y en mi caso tú un uso «natural» y superficial de la lengua.
no entras en absoluto en ese grupo de De ahí la utilización de las paradojas, del
personas. Pero me propongo darle alguna oxímoron, de la sinestesia (perdón por estas
utilidad a este papel que ahora voy frías palabrejas) y otras figuras estilísticas
manchando o rellenando de intenciones, que hacen que en poesía sea posible
decirte las razones (aunque no sea la razón encontrarse con una «noche blanca», un
la que traza estas líneas, o no tan sólo la «olor oscuro», o un «vómito que sale de los
razón) por las que no me ha gustado, porque ojos», por improvisar algunos ejemplos
el sí y el no están siempre vacíos si no vienen descontextualizados. La poesía no es una expresión
acompañados por otra procesión de palabras que los lingüística ya prevista en la propia lengua, sino una
respalde y los nutra con los significados que movieron a actitud de incansable búsqueda que empieza en la palabra
pronunciarlos. y acaba sólo en la muerte, en el último y más
Puedo empezar, por ejemplo, con las dos cosas impostergable de los silencios. La poesía no es una
que más me llamaron la atención al mirar el poema por expresión, sino una actitud expresiva que va más allá
encima: el tipo de verso (excesivamente extenso, y con del alfabeto, más allá de las gramáticas y de las distintas
pausas largas en el interior de muchos de ellos) y la lenguas, que a menudo pueden llegar a convertirse en
constante utilización de los puntos suspensivos. unas cadenas o una prisión que priven de libertad a las
Los puntos suspensivos, en general, le suelen alas del sentir y el pensar. La poesía (la literatura, en
hacer un flaco favor a la poesía. Una de las críticas que general) ha de ser el implacable martillo que rompa esas
se les hizo en su tiempo a determinados autores del cadenas, o la llave maestra capaz de abrir los grilletes.
romanticismo (no al buen romanticismo, sino al Una vez asumido esto, es indistinto escribir poesía en
romanticismo maniqueo prefabricado, al de los tópicos) verso o en prosa, si nos atenemos sólo a ese más básico
fue precisamente que abusaban en demasía de los puntos principio de búsqueda. Ahora bien, el escribir o no en
suspensivos, que escribían cuatro o cinco versos verso viene por unas motivaciones que tienen mucho o
desparejos y pretendían que quedasen engarzados todo que ver con el ritmo, con el decir la palabra a
metiéndole de vez en cuando puntos suspensivos, como tiempo, en el momento justo que más conviene a lo que
si fuesen un pegamento que todo lo arregla. En mi queremos transmitir. Una de las figuras estilísticas que
opinión, hay que evitarlos en la medida de lo posible. más íntimamente relacionadas están con la disposición
En la mayoría de los casos es mejor recurrir a cualquier en verso es el encabalgamiento. Un encabalgamiento
otro signo de puntuación: una coma, un punto, un punto bien manejado puede crear dentro del cambio de verso
y coma, dos puntos, según corresponda; son más una tensión ineludible, como el lapso de tiempo que
precisos, y ayudan a darle a la expresión el sentido y el hay entre la luz cegadora del relámpago y el posterior
ritmo justos que quieres que perciba el lector o el oyente. estruendo del trueno. Esa tensión puede ser a su vez de
En cuanto al tipo de verso, veo que no hay en muy diversos tipos, con muchos grados de intensidad,
este poema versos definidos como tales, sino renglones según convenga a lo que se está diciendo. Tú consigues
que se prolongan o no hasta donde el azar se lo permite. hacer un muy buen encabalgamiento al principio de tu
Esto se me presentó como una impresión al leer el poema:
poema en castellano, pero lo encontré luego clarísimo
al leer la traducción al francés, cosa sobre la que hablaré
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«... las olas del mar se deslizan
sobre la arena».
Ese encabalgamiento que utilizas refleja muy bien en el tono del verso, en el cómo hay que leerlo, la idea misma que
estás expresando: las olas que llegan a la arena y se van luego enseguida, esa suave tensión que supone el eterno
llegar para marcharse; el encabalgamiento que haces refleja, en una imagen sonora, la imagen visual que supone el
mar estirándose para tocar con la punta de sus dedos a los otros dedos (los de la tierra: la playa) y luego volver a
marcharse. No obstante, al leer la traducción al francés he notado que cambias el momento de corte del verso,
Es por ello que deduzco que no prestas importancia ninguna al verso, y que lo único que te interesa es lo que
quieres decir, pero no el cómo lo dices. Eso es un gran error, el más grave de todos a la hora de ponerse a escribir.
No por no escribir en verso (tremenda poesía se ha escrito en prosa, como el capítulo 7 de Rayuela, de Julio
Cortázar), sino porque, más allá de escribir en verso o en prosa, utilizas un lenguaje que no es el tuyo, un lenguaje
que, en lugar de crearlo tú misma, lo coges o lo compras ya fabricado de los grandes almacenes de la lengua (no sé
a qué precio; yo diría que muy caro, porque al hacerlo te niegas a ti misma, niegas tu propia voz). Como dice mi
amigo Juan Manuel Agulles, «lo que escribimos nos compromete porque decimos algo y, sobre todo, desde algún
lugar». Ese «desde algún lugar» ha de entenderse de dos maneras: como la obligación de tomar una postura ante lo
que se está escribiendo, y también como el deber de pronunciarse a uno mismo en las palabras, de ofrecer una voz
que sea de uno mismo y de nadie más. Eso mismo también lo aconseja a su modo Juan Carlos Onetti en su Decálogo
más uno, para escritores principiantes: «No sacrifiquen la sinceridad literaria a nada. Ni a la política ni al triunfo. Escribir
siempre para ese otro, silencioso e implacable, que llevamos dentro y no es posible engañar». Esto último, aplicado
a lo que ando tratando de decirte, implica escribir desde adentro, gestar desnudas las ideas o los sentimientos,
parirlas cubiertas sólo con sangre, y vestirlas luego con telas o palabras hechas a medida por uno mismo; nada de
comprarlas hechas, porque éstas siempre vienen largas, cortas, anchas o estrechas por algún lado.
Digo que utilizas un lenguaje prefabricado, y te reproduciré algunos ejemplos, aunque el poema entero es
un ejemplo: «las olas del mar se deslizan / sobre la arena». Eso ya lo sabemos todos. Lo que quiero saber no es qué
hace el mar, no cómo es el mar, sino qué te hace o te dice a ti el mar, cómo lo ves tú; lo que quiero saber es cómo
son tus ojos, cómo se refleja el mar en ellos, cómo ves tú el mundo. Te propongo, por ejemplo, una alternativa (que
no debes entender como la adecuada, sino como una de miles que podrías haber adoptado, pero desde tu propia
óptica); puesto que más adelante dices «El hombre de la / barca negra me lleva con él», podrías haber incluso
fusionado estas dos ideas y mostrarlas así: «las olas deslizan mi nombre / sobre la arena, / y viene el mar a buscarme
/ con su barca negra». Pero, naturalmente, yo no puedo escribir tu poema: eso sería como intercambiarnos las gafas,
y cada uno tenemos una graduación diferente. Otra cosa parecida ocurre en los siguientes versos: «Mira... los astros
brillan intensamente en el cielo. / Parecen decir algo, y yo recibo su mensaje». No digas que recibes el mensaje:
¡Muéstralo! Además, no son astros lo que hay en el cielo, ni brillan intensamente: para cada uno son algo diferente
(luciérnagas, pecas del universo, agujeros o resquicios que dan a un más allá donde sí hay luz... etc.); yo quiero saber
qué son para ti esas cositas luminosas que hay por la noche en el cielo. Otra cosa curiosa es que tratas de reflejar tu
soledad, insistes en que «No hay nadie aquí con quien hablar, con quien / compartir, a quien dar mi cariño», y sin
embargo le estás hablando a alguien: «Escucha...», «Mira...», «Siente...». Ya sé que esa segunda persona es el lector,
pero lo dices como si el lector estuviera ahí contigo, físicamente, en la playa. Si estás a solas con el lector y necesitas
alguien «a quien dar mi cariño», ¡hazle el amor al lector! (si te gusta, claro). El resto es más de lo mismo: «Tengo
frío», «Tengo miedo». ¡Hazme sentir cómo son tu frío y tu miedo!; miles de cosas como ésta pueden hacerse con
palabras, tan sólo tienes que llenarlas con lo que te mueve a escogerlas y a ponerlas una junto a otra.
Por cierto, sí me gusta mucho el último verso de tu poema: «Y el eterno silencio continuará como un
presente», pero me gustaría extraerlo del poema y que nos lo quedásemos, tachando eso del silencio y llenándolo
con la palabra: Y la eterna palabra continuará como un presente.
Quirón Herrador
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“Pensar, analizar, inventar (me escribió también) no son actos anómalos, son la normal
respiración de la inteligencia. Glorificar el ocasional cumplimiento de esa función, atesorar
ajenos y antiguos pensamientos, recordar con incrédulo estupor que el doctor universalis
pensó, es confesar nuestra languidez o nuestra barbarie. Todo hombre debe ser capaz de
todas las ideas y entiendo que en lo porvenir lo será.”
1) —No se detengan ante ninguna puerta 6) —No se dejen esclavizar por los criterios
cerrada entre ustedes y lo que quieren expresar: utilicen literarios imperantes de su entorno. La libertad es la
un ariete o una ganzúa, o embistan con la cabeza si no más grande obligación de los que conocen y usan la
encuentran otra herramienta más a mano. palabra.
2) —No construyan fronteras entre la realidad 7) —No tengan miedo a decir tacos o a herir
y la fantasía; el universo no las tiene. Pónganle zapatos sensibilidades. El único insulto de mal gusto son las
a sus palabras y síganlas adonde su atrevimiento les cursilerías.
lleve.
8) —No escriban nunca para un público culto
3) —Renieguen de la producción en cadena, y erudito: ése nunca lee mucho más allá del prólogo y
de las matemáticas y la lógica. Son magos artesanos: las notas a pie de página. Háganlo para los que se saltan
el significado de las oraciones o espadas que forjen incluso el título y el nombre del autor y se lanzan al
ha de ser más elaborado y más puro que la suma insondable abismo de las páginas profundamente
semántica de sus hierros o palabras. vírgenes.
4) —No se conviertan en pensionistas del 9) —Tengan siempre presente que al otro lado
lenguaje. Sigan siendo lo que fueron siempre: niños. del papel hay un lector. Pero no olviden que a este
Utilicen lápices de colores y no menosprecien ninguno; lado del espejo están solos: no se mientan
recuerden que, aunque son limitados, pueden besarse empañándolo; que las mentiras sean verdades
y engendrar una prole infinita, distinta en cada una de transparentes imposibles de creer.
sus manifestaciones. No dejen nunca de crear: píntenle
a los adultos la cara con caca. 10) —Jamás abandonen el viaje. Que escribir
sea esa actitud de incansable búsqueda que empieza
5) —No pasen por alto que P. B. Shelley en la palabra y acaba sólo en la muerte, en el último y
proclamó: «Poets are the unacknowledged legislators más impostergable de los silencios.
of the world». ¿Lo tienen? Pues ahora cójanlo del rabo
y, con todo el libertinaje que puedan, tradúzcanlo del Quirón Herrador
revés: «El mundo es el oculto corazón que mueve a
los poetas». Página 11
Literatura y compromiso
Decisión de fuga, de regreso. Menelo Curti
La popularidad, el aplauso, los galardones, son mismo, ya que somos el principal referente social y
asuntos de dioses o demonios; escribir, imaginar, crear emocional con que contamos, nosotros el vehículo que nos
bien, asuntos sólo nuestros. transporta hacia las diferentes realidades, la partícula donde
Las palabras son el barro, de nuestra convicción empieza lo plural, que es una suma de partículas, y no de
depende que digan algo o que se sequen. “nadas”.
Yo no creo en los términos medios, me inspiran Crear no es amontonar dos o trescientas
desconfianza, y soy por ello un agitado partidario de hacer ocurrencias sobre un papel o cualquier sitio, a pesar de
las cosas a rajatabla, de entregarme al camino si voy que en bibliotecas y museos pululen montoncitos de
viajando y a las palabras mientras charlo o las escribo, de ocurrencias.
amar cuando amo, que suele ser (aunque también odio) No, crear cuesta trabajo, ha costado y cuesta vidas,
casi siempre. sin por esto ser gris ni tenebroso. Es un camino, tal vez
No atiendo a los maestros, sé que mienten, ya que como cualquier otro, pero difuso, ciertas veces intrincado,
nada que pueda explicarse claramente resulta muy laberíntico, caótico, que abofetea con absoluta y fiel razón
profundo, pero aprendo de quienes sin querer demostrar a quienes lo pisan con sigilo, de puntillas, sin querer
nada sembraron por la simple dicha de sembrar... Algo plantarle huellas en su rumbo.
abstracto, seguramente, pero tan cierto como que el hombre Digo que golpea, porque tengo la cara ahoyada
empieza cuando empieza a imaginar. por sus puñetazos; la cuestión es no asustarse, plantarle
No sé, ni tampoco me interesa demasiado, si somos jeta y devolverle las trompadas.
bestias de costumbres o necesidades: yo necesito las Más de una vez, estancado en los dobleces de la
palabras y estoy a la vez acostumbrado a ellas. Las imaginación, pensé que se acababa, que era hora de levantar
defiendo, no de las tristezas ni de las incertidumbres, sino la boina, agradecer, y tranquear para otro lado. Pero al rato
del frío, de esa “lógica” que suele equivocarse y acertar de la sombra se iba al diablo y de nuevo un verso, o un relato,
cuando en cuando por casualidad. algo que contar, pero por sobre todo una manera de
Me molestan los academicismos, el “manoseo” y contarlo, la mía, la única que conozco, la que voy
la política; más que molestos, me resultan detestables, descubriendo cada día.
crueles, estúpidos, sobre todo cuando estropean la libertad Me parece muchísimo más importante que tener
más asible que tiene el ser humano: la de expresarse, la de algo que decir, encontrar una forma propia, irreversible,
SER, violentando con su ternura sin edad los esquemas de decirlo. En ello está la diferencia entre escribir “amo el
que sólo cuando crea puede derribar. paisaje”, o “pasan por el viento pájaros violetas, nocturnos,
Por esto considero que sólo es posible crear de casi ocultos, rayándome la cara, poniendo entre mis ojos y
una manera: sin condiciones, sin miedo, partiendo de uno el paisaje su decisión de fuga, de regreso”.
E. Munch
LLAMADA dando luna a los almendros Menelo Curti
y embarrada en la miseria.
Para que venga la poesía Pero para que venga,
tiene que venir la sangre para que salga de su mar
rota en mares y saltando, y nos empape,
para que venga tienen que salir los corazones de su pozo
tiene que llover desnudo y llamarla a besos
sobre los muros y las dudas, y con anchas llamaradas,
tienen que estallar todos los cepos. para que venga
Ella espera en las baldosas, hay que encontrarla,
en los zapatos, o se quedará perdida,
y en lo incierto, doblegada,
está siempre dispuesta, gris,
agresiva, ausente,
tierna, estando y pereciendo en cada cosa.
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Literatura y compromiso
El armadillo canalla.
(Sobre el compromiso de la literatura)
“Me doy cuenta de la inutilidad de la palabra […] Más importante
que el intelectual firmando un manifiesto virulento
es un obrero con un fusil. Triste papel el nuestro.”
Julio Ramón Ribeyro.
Decía Sartre en 1948 sobre el “escritor”: “…incierto sobre su de catarsis; y sucede con frecuencia en el terreno de lo “literario” no en virtud
posición social, demasiado tímido para rebelarse contra la burguesía que le de un áulico don ni defecto de flaqueza militante, sino por un mecanismo,
paga y demasiado lúcido para aceptarlo sin reservas, ha optado por juzgar a su tan lícito como cualquier otro, que me lleva a volverme sobre mí mismo –
siglo y se ha convencido así que quedaba fuera del mismo, como el cual armadillo canalla–
experimentador queda fuera del sistema experimental.” buscando preguntas que vayan
Era otro contexto; probablemente también fuesen inquietudes de dentro hacia fuera o que,
distintas. Sin embargo, me parece que estas afirmaciones no han perdido simplemente, anuden fuera y
vigencia, en cuanto a lo que se entiende por literatura hoy. La literatura que dentro en una masa compacta.
está en los escaparates, a la sombra protectora del orden establecido, y que Ni siquiera para
sigue creyendo vivir fuera de la historia. hablar sobre el compromiso
“El escritor es un ser particular”, dicen algunos. “No está preocupado social de la literatura, puedo
exactamente por las cosas materiales: su mundo de ficción es su reino”. dejar da hacer literatura.
Chorradas. Por mucho que se
Esa incertidumbre sobre su posición social (a la que se refería Sartre) empeñen en decir lo contrario:
es la que hace la figura del “escritor” tan atractiva para el pequeño burgués sigue siendo necesario fabular,
ilustrado. Incluso cuando cierto autor escribe asomándose a las clases bajas y inventar, cambiar la estructura
retrata situaciones sociales de explotación y miseria, obtiene el reconocimiento de lo ya dado nombrándolo con
de aquellos que, en otro momento, contribuyen a reproducir los mecanismos otras palabras, trasladando el eje
de explotación; sin cuestionar jamás que ellos son porque existe la explotación; desde el que habitualmente miramos las cosas. Es, lo sé, la forma más ingenua
que su pequeña renta, su comodidad, hasta su biblioteca ilustrada, están de la subversión, aquella que no puede responder a ninguna estrategia
terriblemente emparentadas con la miseria que contemplan a su alrededor. definitiva ni alternativa “real”. Pero, ¿no es lo real un puro convencionalismo,
Claro que, llevando este argumento al extremo, sería imposible sancionado por quienes detentan el poder y, al cabo, una versión de la Historia?
realizar cualquier movimiento que no revirtiese en consolidar las mismas ¿Dónde está, entonces, esa borrosa frontera que delimita la reflexión
condiciones de las que surge. Parecería que todo colabora para que las cosas de la acción?, ¿no es la reflexión cierta forma de acción y, de alguna manera,
sigan igual, aunque parta de intenciones contrarias. Que todo es asumible por cada acción lleva aparejada una “idea de”? Conozco demasiada gente que
el sistema. Pero no es así. tras mucho reflexionar acaba convenciéndose de que no es necesario “hacer”
Escribir se puede convertir en un acto que reproduce los valores nada más, y gente que con “hacer todo lo posible”, se ahorra muchas veces la
burgueses o que los subvierte. El “escritor profesional”, que vive cómodamente fastidiosa tarea de pensar. Inevitablemente, estamos condenados al lenguaje,
retratando el mundo que gira a su alrededor (porque no olvidemos que es el al plano discursivo, y a su relación conflictiva con la acción concreta. Pero
centro del universo), ha vendido la función social a una de las partes de la también es inútil, a estas alturas, ponerse a discutir sobre el huevo y la gallina.
contienda. Ha acatado el orden de las cosas y se dedica a revolucionar las Me parece que es hora de pensar que el compromiso con la acción y el
formas (a veces ni eso) sin despeinar el contenido. Se dice que puede escribir compromiso con la escritura, son cosas que se dan a la vez, o no se dan.
maravillosamente bien La colmena y colaborar con el fascismo al mismo Quien entiende eso, entiende que la literatura es un compromiso social total.
tiempo. Su arte no se cuestiona. Parece que está “más allá del bien y del mal”. Esto quiere decir: que no se distingue, en nada, de cualquier otra habilidad
Aborrezco de esa forma de entender la literatura. Huele mal: a social; que el escritor sólo ejercita con mayor empeño algunas capacidades
religión, altar y sacristía rancia. Sólo la puedo entender como búsqueda de humanas y que, quiera o no, forma parte de lo que narra y a ello se debe.
algo mejor, algo que nos vuelva más humanos a pesar de lo humano y, en Por todo esto (y me lo estoy diciendo sobre todo a mí), hay que
ciertas ocasiones, esa búsqueda debe optar por la literatura o la vida. No hay seguir escribiendo. Hacerlo renegando, al mismo tiempo, de la figura del
escapada posible al mundo de la ficción. Es ahí donde entiendo el compromiso: escritor pequeño-burgués del siglo XIX. Sin dejar de reconocer la gran
como opción vital entre quedarse sentado escribiendo o salir a la calle, productividad que, en su ambigüedad, algunos desarrollaron contra los propios
jugándoselo todo, optando por ser el obrero de la cita de Ribeyro y empuñar el valores burgueses.
fusil. Es hora de avanzar en la destrucción del mito. Está decrépito,
Pero también entiendo el compromiso con la búsqueda estética, el muchas veces huele mal, es sospechoso en todas sus dimensiones. Sentado en
compromiso que exige decir las cosas como se sienten, como se entienden, su tribuna mira al mundo moverse con curiosidad, a salvo de las penurias
tratando de salvar los límites del lenguaje heredado, corriendo el riesgo de no que las empresas de la cultura le evitan, al coste de trivializar cada vez más
ser entendido. su potencial crítico. Como mucho, cada tanto, se tolera algún enfant térrible
He aquí una contradicción sobre la que no pretendo ningún tipo de que se rebela, dando cabezazos y puntapiés al aire, con el beneplácito y la
superación dialéctica. Soy incapaz de elegir a priori entre tomar parte en los inestimable subvención de burgueses audaces con veleidades poéticas y
hechos o contarlos a mi forma; entre actuar y decir que voy a actuar, o inventar transgresoras.
que lo hice u otros lo hicieron por mí. Tenemos que dar palabras que se enfrenten a la condición humana
Haydesencuentrosquesólopuedoresolverenlasoledaddemicuarto desde la condición humana, sin miedo, sin preservar nada, ni siquiera la
frente a una hoja en blanco, para evitar poner en práctica el magnicidio. Quizá obra propia. Siempre hay que estar dispuestos a verla arder para calentarnos
sea en esos instantes (en éstos) en los que realmente se produce una especie las manos y volver a la lucha con el papel y con la vida.
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Literatura y compromiso
ARTE POÉTICA y deberes, aquello pólenes y detritus,
ya establecido y dicho bilis, angustias, sombras,
(el compromiso del poeta) y consuetudinario. con áridas sustancias
extrañas y decrépitas,
Recomiendo el orgullo para nuestras Que hay que hablar con el cuerpo en su sacudimiento
palabras, lastimado de llantos, y en su exceso, con todo
recomiendo el desprecio soledades, raíces, lo que es más primitivo
para todo el que duerme, besos que nadie quiso y dañino y terrible.
para aquél que no escucha. darnos y se perdieron,
Recomiendo, poetas, el orgullo más heridas y miserias, Que hay que hablar con el cuerpo:
firme, cánceres que vivimos, que hay que hablar con orgullo
la verdad infinita y cruel de nuestras espantos que llenaron de lo que nadie nombra,
sílabas, de todo aquello enorme
la afirmación de todo lo que perturba y soez que se oculta:
y daña del hueso,
y lastima este mundo. de la vena,
Os recomiendo el grito: del corazón real y físico y exacto,
un grito oscuro, sólo un grito inmenso y que no es la metáfora ni el símbolo
sobre la noche, y sí el músculo rojo
sobre toda luna, dentro de nuestro traje.
sobre el ensueño, el insomnio, el
llanto, Que hay que hablar con el cuerpo:
el crimen, la venganza, el heroísmo, la ebriedad de un segundo feliz, de una
el orgasmo del cuerpo caricia,
o la muerte del alma. del delirio infinito y embriagante del
Os recomiendo el grito: sexo,
un grito que socave o de alguna mañana inesperada y dulce
océanos y tumbas, y entrañable y distinta.
volcanes y praderas, nuestros ojos, horrores
sabanas y desiertos. que nos dejaron huellas Digamos “asco”, “muerte”,
y marcas en las manos. “pus”, “saliva”, “amargura”,
Que aquello que digamos, pero con un orgullo que ilumine los
lo que ya desde ahora nazca de Que hay que hablar con el cuerpo: versos,
nuestro espíritu, con huesos y con vísceras, y que le diga al mundo
quebrante las costumbres, con órganos y vértebras, nuestro amor, nuestro odio.
los usos, los oficios duras masas de arcilla,
Paco Alonso
1.No busquen ser originales. El ser distinto es inevitable cuando uno no se preocupa de serlo.
2.No intenten deslumbrar al burgués. Ya no resulta. Este sólo se asusta cuando le amenazan el
bolsillo.
3.No traten de complicar al lector, ni buscar ni reclamar su ayuda.
4.No escriban jamás pensando en la crítica, en los amigos o parientes, en la dulce novia o esposa.
Ni siquiera en el lector hipotético.
5.No sacrifiquen la sinceridad literaria a nada. Ni a la política ni al triunfo. Escribir siempre para
ese otro, silencioso e implacable, que llevamos dentro y no
es posible engañar.
6.No sigan modas, abjuren del maestro
sagrado antes del tercer canto del gallo.
7.No se limiten a leer los libros ya
consagrados. Proust y Joyce fueron
despreciados cuando asomaron la nariz,
hoy son genios.
8.No olviden la frase, justamente
famosa: 2 más 2 son cuatro; pero ¿y si fueran
5?
9.No desdeñen temas de extraña
narrativa, cualquiera sea su origen.
Roben si es necesario.
10.Mientan siempre.
11.No olviden que Hemingway
escribió: “Incluso di lecturas de los
trozos ya listos de mi novela, que
viene a ser lo más bajo en que puede
caer un escritor”.
La literatura para mí es eso que creo inventar hasta que abro un libro de Onetti, leo tres o cuatro líneas, y
comprendo que no he inventado casi nada.
Desde niño me acostumbré a una vida algo nómada, yendo con mi familia a vivir por diversos lugares.
Recuerdo que en cada casa a la que llegábamos reaparecían, como brotados desde algún misterio, dos libros bastante
manoseados, viejos, con las tapas desmembradas, de un color casi triste, decaído.
Yo solamente los miraba, con respeto... tal vez con pena.
Esperaban en los estantes, fuera del tiempo, mudos en su soledad, soportando con firmeza el vaqueteo de los
viajes, esperando, esperando siempre, esperando a alguien que, con el paso del tiempo, supe que era yo.
No recuerdo muy bien cuándo, ni si fue por descuido o convicción, pero guardo una memoria bastante nítida del regocijo
lento, parsimonioso, que se acomodó en mis venas desde que comencé a acercarme, hamacándome en el tren, junto a
Larsen y las tres mujeres, a Santa María, esa ciudad en la que aún resido, de la que no me fui ni pretendo irme.
Desde entonces mi interés por ese hombre reconcentrado y distraído no dejó de crecer, seguí vagando por sus aires,
aceptando las derrotas y la esperanza, la ternura irrevocable y algo absurda de sus seres, de esos hombres espeluznantes
Página 15
El sótano
que tan poco me costó querer.
Cierta vez le oí decir, desde una de sus páginas, que “uno no se da cuenta, si se diera cuenta reventaría; en la vida
pasa lo mismo. Se abarca, se comprende que una noche está perdida, nada para sacar de ella y viene la mañana y se acabó.
Pero con la vida es igual. Siempre está perdida y nada que sacar, lo que uno quiere, sin darse cuenta. Luego dulcemente
reventaremos”.
Comprendí que era difícil, si no imposible, nombrar a la desolación de otra manera, sin juntar la sinceridad, las
ganas de llorar, con una ironía tan optimista como brutal.
Y esa sensación de leer algo irrefutable, exacto, se repite cada vez que retorno a sus palabras, a su manera de
decir miedo o humo o beso sin rendijas, de forma letal: tal vez por esto la literatura sigue siendo para mí eso que creo
inventar hasta que abro un mundo de Onetti y, con una mezcla de admiración y de tormento, murmuro: por favor, Juan
Carlos, dejate de embromar, no podés ganarnos siempre, y menos sin trampear, jugándonos derecho.
Menelo Curt
Bibliografía. Elastillero
CompañíaGeneralFabrilEditora.BuenosAires1961.
Elpozo Juntacadáveres
EdicionesSigno.Montevideo1939. Novela.EditorialAlfa.Montevideo1964.
Tierradenadie Tiempodeabrazaryloscuentosde1933a1950
EditorialLosada.BuenosAires1941. ArcaEditorial.Montevideo1974.
Paraestanoche Dejemoshablaralviento
Novela.EditorialPoseidon.BuenosAires1943. Novela.EditorialBruguera.Madrid1979.
Lavidabreve Cuandoentonces
Novela.EditorialSudamericana.BuenosAires1950. Novela.Mondadori.Madrid1987.
Losadioses Cuandoyanoimporte
Novelacorta.EditorialSur.BuenosAires1954. Alfaguara.Madrid1993.
Unatumbasinnombre Cuentoscompletos
Novela.EdicionesMarcha.Montevideo1959. Alfaguara.Madrid1994.
(a partir de la segunda edición 1967: Para una tumba sin nombre)
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Calderón de la Barca 18
Papelería Sheila
Virgen del Puig 19, (Tómbola)
Alitruc
Elche
Opiniones desde el balcón
(literatura de altos vuelos).
Saltó hacia la noche como un pájaro de cuatrocientas alas, de cuatrocientos vuelos escritos, rayados,
estropeados.
Cinco departamentos, cinco familias, cinco
historias abajo, camino del cemento y del silencio
que a esa hora lo pisaba.
El viento le habrá limpiado el polvo que
las semanas de estantería y olvido le agregaron a
las páginas, y si no lo hizo el viento, lo habrá hecho
el golpe que se dio contra el asfalto.
Un hombre se giró hacia su ruido
acartonado, y continuó después indiferente a la
pequeña cueva, a la caverna que formaron sus
tapas sobre la avenida.
Nosotros, riendo, comentando la calidad de
la caída, las piruetas en el aire, esperábamos en el
balcón a que algún vehículo demoliera la
prepotencia de esa cosa rellena de palabras que se
resistía a su destino y le mostraba el pecho a las
ruedas que venían.
Uno, dos, tres coches, varios más, y por fin
uno que se acercaba con buena dirección... Lo rozó
y se detuvo a veinte metros, dio marcha atrás,
aparcó a su lado, el conductor abrió la puerta, lo
recogió, y, casi sin mirarlo, se lo regaló a su
acompañante.
Le salió barato y quedó bien comentó
uno a mi lado, mientras el coche se alejaba con La Caverna, el Nobel, Saramago, y su raquítico mensaje hacia
otra parte.
“Canta,
que alguien sepa que estallas
que alguien sepa que todos estamos estallando siempre,
que alguien allá, mucho más allá,
en otro tiempo
(el del odio, el de las aguzadas furias)
oiga tu estallido siempre”.