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I. Concepto
Uno de los más citados trabajos en este sentido es el David Easton, quien más que una
teoría política en sentido estricto aporta un esquema para el análisis que consiste más en
un compendio de conceptos y de definiciones de términos nunca antes usados por los
politólogos, que en la construcción de una teoría empírica sobre los fenómenos
políticos. Han pasado ya casi cincuenta años desde que David Easton escribió su The
Political System y casi cuarenta desde que publicó sus dos obras en las que detalló su
esquema de análisis (A framework for Political Analysis y A System Analysis of
Political Life) y, desde entonces hasta ahora, es poco lo que se ha avanzado en la
construcción de una verdadera teoría sistémica del comportamiento político.
Puede argumentarse que si bien el análisis sistémico de la política no ha dado todos los
frutos teóricos que debería, ha servido al menos para organizar los conceptos y presentar
un esquema de análisis cualitativo más organizado y con una terminología propia e
independiente del análisis jurídico y constitucional dominante antes de los años
cincuenta. El uso extenso del concepto de sistema político en mucho está asociado con el
nacimiento y desarrollo de la ciencia política como disciplina autónoma del derecho y
de la sociología general. Pero, lamentablemente, tal emancipación no necesariamente se
ha traducido en una mayor clarificación y desarrollo de una teoría general de los sistemas
políticos. A lo sumo, se han obtenido diversos enfoques analíticos, tipología y
organizaciones de conceptos que tienen una amplia aplicación descriptiva, pero que
todavía están muy lejos de una teoría científica en sentido estricto.
asignación es autoritaria, según Easton, “cuando las personas que hacia a ella se
orientan se sienten obligadas por ella” . Y las personas, miembros del sistema, se
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Esta definición para algunos de sus críticos, más que abstracta, es indeterminada. Es
decir, no se trata, como aspira su autor, de un concepto aplicable a cualquier forma de
organización social en cualquier momento histórico y en todo espacio geográfico, sino
más bien de una creación terminológica que no permite distinguir lo que realmente es
un sistema político.
Vista así la teoría de Easton no bastaría con definir la política como el sistema de
conductas dirigidas a asignar valores con el respaldo de la autoridad. Habría que
precisar el ámbito de validez de tales asignaciones obligatorias (es decir, un territorio) y
determinar los miembros del sistema (es decir, la población) que están sujetos a tales
obligaciones. En suma, al menos que se entienda por sistema político lo mismo que Estado
nacional, queda sin definir la política y, de aceptarse tal sinonimia, entonces el esfuerzo
de Easton ha sido puramente nominal, no teórico.
La noción de apoyo tiene una enorme importancia pues permite manejar de un modo
más claro, sencillo y empírico el complicado y casi irresoluble problema teórico al que
conduce una noción emparentada, pero más vaga: la de legitimidad. Mediante técnicas
empíricas de medición de actitudes, valores y cogniciones, es bastante más fácil medir
niveles de apoyo a decisiones específicas del sistema político, así como las afectos,
conocimientos y representaciones que los individuos tienen respecto del sistema en su
conjunto, que observar la legitimidad que, en un estado de derecho, en última instancia se
vincula de algún modo al problema de la legalidad. En este punto, entonces, algunos
conceptos del esquema de Easton contribuyen a la autonomía de las categorías para el
análisis político.
No obstante, tanto este último autor como su predecesor, David Easton, no deja claro
que significa exactamente el hecho de que las decisiones del sistema afecten o
conciernan a la sociedad en su conjunto. Esta afirmación parece más un objetivo
prescriptivo que una descripción de la realidad. ¿Hasta que punto puede decirse que
toda decisión de todo sistema político afecta a toda la sociedad? Es evidente que en
muchos lugares las decisiones del sistema político no afectan ni involucran a toda la
sociedad. Sólo para mencionar un ejemplo por lo demás evidente, los casos de las más
grandes ciudades del mundo (Sao Paulo, Ciudad de México, Los Angeles) e incluso de
algunas más pequeñas pero muy complejas (como Medellín, Bogotá, Río de Janeiro o
Caracas) ponen de manifiesto la existencia de formas de autonomías políticas, especies
de nuevos feudos regulados con sus propias normas informales, que funcionan como
espacios sociopolíticos incontrolados y no sometidos de modo permanente a la
autoridad política. La referencia a sociedad como un todo resulta más parecida a una
petición de principio que a una afirmación teórica con referente empírico.
consiste en un diagrama que representa el flujo que parte de unos receptores que captan,
seleccionan y procesan la información interna y externa. Las decisiones del sistema se
toman con base a estas informaciones, relacionadas con la memoria y los valores del
sistema, y se traducen en unos determinados resultados o consecuencias que realimentan
el flujo de información.
Este otro enfoque de los sistemas políticos, que tampoco ha tenido un gran desarrollo más
allá de las formulaciones iniciales de Deutsch, ha sido duramente criticado por ser
especialmente mecanicista, estático y conservador. Así lo ha criticado Oran R. Young . 7
La influencia que en él tiene la ingeniería de las comunicaciones hace que sus analogías
no sean especialmente aplicables a los procesos políticos realizados por humanos
bastante más complejos que las máquinas. Su enfoque de las decisiones políticas exige
una racionalidad y una certeza inexistentes en la política. Además, el modelo se concentra
más en los procesos de flujo de información que en los resultados de las decisiones
políticas. De los conceptos fundamentales de este enfoque destaca su autor los de
capacidad de carga, demora, delantera y ganancia. La carga es el total de información
que es tomada en un momento dado. La capacidad de carga es definida como una
función del número y clase de los canales de disponibles. La delantera es la capacidad
del sistema para reaccionar anticipadamente con base a previsiones de consecuencias
futuras y la demora es una medida de la tardanza en informar y actuar sobre
información referida a las consecuencias de las decisiones tomadas. La ganancia es la
extensión de la respuesta del sistema a la información que recibe. Tales conceptos
permiten la medición de los flujos y la construcción de indicadores de actuación del
sistema, pero dejan de lado muchos aspectos sustantivos y cualitativos del proceso de
gobierno.
Aparte de las nociones de sistema político, tan abstractas como las precedentes, hay
acepciones menos ambiciosas del mismo término que, en realidad, son las más
frecuentemente empleadas, implícita y explícitamente, en la ciencia política y en el
discurso político de los no especialistas. Pese a la debilidad intrínseca de los enfoques
de Easton y de Almond, que en sí misma explica que sus teorías no hayan madurado
luego de casi medio siglo de antigüedad, el término sistema político sigue siendo usado
ampliamente aunque muchas veces de un modo bastante más amplio.
Es este el caso, por ejemplo, de Maurice Duverger . Este autor, como se sabe, de
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término sistema político para designar un conjunto formado por unas determinadas
instituciones políticas, que tienen unas determinadas expresiones formales identificables
en el régimen jurídico, en relación con un cierto nivel de participación que se manifiesta
en conductas observables empíricamente y referidas al ejercicio del poder político por
medio de las instituciones y los actos del gobierno.
Por último, David E. Apter , partiendo de una definición de sistema más conductualista
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neoconductismo que en el neoinstitucionalismo, pero, vistas las cosas desde las últimas
perspectivas de la ciencia política, parece claro que ésta no puede renunciar al estudio
de las instituciones, aunque sin poner en duda que el análisis politológico ha
incorporado una visión de sistema al tiempo que de ciencia del comportamiento que le
permite observar fenómenos no visibles desde el punto de vista estricto del derecho
público y el derecho constitucional.
II. Tipología
La relación entre ambas variables no pretende sólo crear esquemas de clasificación, sino
que obedece a una hipótesis que pretende explicar la estabilidad: a medida que aumenta
la participación política, debe crecer la institucionalización o de lo contrario no se
mantendrá la estabilidad del sistema. De la relación hipotética entre institucionalización
y participación Huntington deduce las diferencias entre dos tipos básicos de sistemas
políticos: cívicos y los pretorianos. Los sistemas cívicos son los que gozan de un alto
nivel de institucionalización respecto de su nivel de participación, mientras que los
pretorianos son los que tienen bajos niveles de desarrollo institucional y elevados
niveles de participación que se expresan en el hecho de que las fuerzas sociales, usando
métodos propios, actúan directamente en política. Los niveles de desarrollo institucional
y de participación son variables de una sociedad a otra por lo que los sistemas cívicos y
pretorianos pueden darse en diversos niveles de participación política, pero en definitiva el
pretorianismo es el resultado de un nivel de participación mayor que aquel que las
instituciones pueden enfrentar.
Relación de Institucionalización-Participación
Participación
Política
Alta: Cívica Baja: Pretoriana
Desde una perspectiva teórica distinta, Apter clasifica los sistemas de acuerdo a como se
expresan simbólicamente las normas de una sociedad en combinación como se define la
autoridad, es decir el grado de responsabilidad de los dirigentes con los dirigidos. Los
valores pueden representarse como ideologías o como religiones, como preceptos éticos
o como metas sociales concretas; es decir, de modo instrumental o de manera
consumatoria. La autoridad puede ser ejercida jerárquica o piramidalmente. Así, del
cruce de las dos variables Apter deriva cuatro tipos de sistemas:
Autoridad
Normas
Jerárquica Piramidal
Por su parte, Duverger analiza lo que él llama “los grandes sistemas políticos” del
momento histórico en el que escribió su obra. Para ello usa dos combinaciones
contrapuestas: de una parte, el régimen político (liberal o autoritario) y del otro, el sistema
económico (socialista o capitalista). De la combinación de las dos contraposiciones se
obtienen cuatro tipos de sistemas políticos, que se muestran en el cuadro 3, de los cuales
sólo funcionan actualmente los tres primeros.
Sistema Liberal
Sistema Socialista
Sistema autoritario
La democracia liberal es el sistema político típico de occidente con todas sus variantes
institucionales (presidencialismo, el semi presidencialismo y parlamentarismo; los
sistemas republicanos y las monarquías constitucionales). La dictadura socialista es el
sistema político de la URSS y los países del Europa del Este antes de la caída del muro de
Berlín. El régimen autoritario capitalista es la monarquía arcaica y las dictaduras
fascistas o conservadoras. Sólo ha habido dos casos históricos y de muy corta duración
de democracia socialista (Checoslovaquia en 1968 y el gobierno de Salvador Allende en
Chile derrocado en septiembre de 1973).
Ninguna de las tipologías presentadas aquí resulta del todo satisfactoria. La de Duverger
está fuertemente influida por la situación histórica que analizó para construirla, su
elaboración teórica, en consecuencia, es bastante más pobre que las otras presentadas
aquí. Su valor está, sin embargo, en que pone de manifiesto la importancia de tener en
cuenta las instituciones efectivamente existentes a la hora de teorizar sobre los sistemas
políticos. La de Apter muestra el valor de tener en cuenta aspectos del funcionamiento del
sistema, además de las instituciones, pero a veces es especialmente vaga. No obstante,
la misma puede servir de base para estudio de fenómenos políticos de una enorme
relevancia en Iberoamérica, como es el caso del populismo . La tipología de Huntington
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Vocablos de referencia:
Regímenes políticos
Formas de gobierno
Bibliografía:
Almond, G.: “A functional approach to comparative politics” en G. Almond y J.S.
Coleman: The Politics in the developing areas. Princenton Press, Princenton, 1960.
Deutsch, K. W.: Los nervios del gobierno. Editorial Paidós, Barcelona, 1963.
Easton, D.: Enfoques sobre teoría política. Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1969.
Meeham, E.: Contemporary Political Thought. A Critical Study. The Dorsey Press,
Homewood, Illinois, 1968.
Young, O. R.: Systems of Political Science, Prentice Hall, Englewodd Cliffs, N. J., 1968.
Angel ÁLVAREZ
NOTAS
1 Easton, D.: Enfoques sobre teoría política. Amorrortu Editores. Buenos Aires,
1969. Pág. 221.
2 Easton, D.: Esquema para el análisis política. Amorrortu Editores. Buenos Aires,
1969. Pág. 80.
6 Deutsch, K. W.: Los Nervios del Gobierno. Editorial Paidós. Barcelona, 1963.
Pág.124
10 Idem.
14 En efecto, Juan Carlos Rey ha construido una tipología del populismo latinoamericano, ampliamente usada para analizar el
caso venezolano, basada en la distinción entre sistemas de movilización y sistemas de conciliación (Rey, J.C.).