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Subsidio a la riqueza.

Siempre supuse que el peronismo era un gobierno nacional y popular, que se preocupaba
por brindarle a los pobres un nivel de vida razonable. Eso me parecía una sublime aspiración,
que hasta me hizo pensar en afiliarme a ese partido. Sus nobles ideales que coincidían con la
predica de la Doctrina Social de la Iglesia; ejercían un notable influjo sobre mis convicciones
cristianas. No hay nada mejor que combatir la pobreza y permitir que todos los ciudadanos
tengan un nivel de vida razonable. Conseguir la prosperidad y el bienestar para toda la
comunidad, no es más que uno de los fines más elevados de la política.
Pero con desagrado veo, que ese ideal comienza a desmoronarse, en este gobierno de
farsantes. Detrás del ocultamiento de la verdad, hay una triste realidad que quiere aflorar. Sus
intrascendentes anuncios no pueden eliminar la pobreza, la miseria y el llanto. Todo se
manipula, mientras se miente sin descaro. Nuestros gobernantes se llenan los bolsillos,
mientras los pobres esperan. En nombre de la defensa de los humildes, se permite una
corrupción sin límites. La pobreza crece de manera alarmante, la inseguridad no tiene límites
y escándalo de la riqueza de los poderosos se expande. Entretanto los pobres siguen
esperando. Las migajas de quienes algo poseemos, no alcanzan para calmar su hambre. Los
inconsistentes planes oficiales, sólo aparecen en los medios de comunicación y en nada
pueden atenuar la aberrante indigencia. Los oligarcas se asocian con el poder y cuentan sus
billetes, ante los miserables que mueren de hambre. Semejante peronismo está muy lejos de
los sueños de Perón y de la predica de la Iglesia.
Con un desparpajo y un engaño sin límites, los falaces defensores de los humildes,
comienzan a proteger a los opulentos. Los acaudalados millonarios comienzan a enriquecerse
más y más, mientas los pobres se ven condenados a la muerte por inanición. Mientras los
índices ocultan la pobreza, la inflación y el horror, los ricos ven crecer sus balances. Los
millonarios reciben un subsidio al gas que consumen y reposan en sus piletas climatizadas.
Pagando el precio de un kilo de pan y derrochando ese recurso no renovable, permanecen
indiferentes ante su humilde compatriota, que se condenan a morir de frío por no poder
comprar su garrafa. La luz parece un regalo del cielo, que los millonarios gastan hasta el
hartazgo, al mismo precio que un par de velas que el pobre puede comprar. Mientras el
miserable alumno de La Puna, tarda horas para llegar a la escuela con su burrito, el
acomodado joven de San Isidro viaja a su colegio privado, en un razonable tren subsidiado
por el gobierno. Su pobre animal languidece por falta de pasto, mientras el joven acaudalado
viaja a Europa en una línea aérea sostenida con el aporte de sus impuestos. Los escuálidos
impuestos que le cobran al pobre homeless que duerme sobre un cartón en la estación de tren;
forman parte de los 600 millones de pesos destinados por el gobierno al fútbol. En nombre de
un supuesto negocio, se ve obligado a mantener a unos cuantos millonarios que corren detrás
de una pelota. Los subsidios a la producción lechera son recibidos por las grandes empresas,
mientras un joven de la montaña que apenas tiene dos cabras, ve con espanto la injusta
redistribución del ingreso. En nombre del progresismo y los derechos humanos, los ricos
siguen viviendo a costa de los pobres.
Los descarados subsidios a la riqueza se expanden de manera exponencial. Nos
encontramos ante un gobierno que quiere ricos cada vez más opulentos. Pero a los pobres les
sigue mintiendo y dándole migajas para dilatar su agonía. La brecha económica se expande y
la miseria asola la Nación. La lenta eutanasia de los indefensos, aún debe esperar dos años su
solución.
Horacio Hernández.

http://horaciohernandez.blogspot.com/

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