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El centro del santuario era una encina, protegida por un crculo de trpodes. En frente, se abra un valle amplio y llano. A los lados, se alzaban grandes colinas, redondeadas, colinas como tantas otras, con las laderas salpicadas de matorrales verdes, que se hacen ms espesos y alcanzan una espesura compacta en el fondo del valle. Dodona no es un lugar marcado, estratgico, expuesto, como Delfos; ni un lugar bendito, como Olimpia. Dodona carece de perfil, mientras que Delfos slo es perfil. Pero Delfos es Apolo. Y enemigo de Apolo es todo lo que Apolo no es. Mientas que Zeus es llano, y acoge todo. Zeus no tiene carcter, es el soporte de cualquier carcter. De la misma manera que su estatua en Olimpia era el soporte de todas las formas. Y su voz, el rumor de la encina, es la ms prxima a lo indiferenciado, aquella que en la tierra ms recuerda el mar. Slo Zeus sabe volver maravilloso el fondo plano de la existencia. A todos los dems les corresponden las formas, los signos y los perfiles. A Zeus el fondo, y el rumor de fondo. Zeus es el cualquiera, soporte del nico. Lo nico no subsiste sin su soporte. Pero el soporte puede subsistor por s slo. l nico tiende a ser celoso, porque algo no le pertenece. El soporte tiende a ser indiferente, porque todo reposa sobre l. En Delfos los consultantes interrogaban a la Pitia para conocer el pensamiento de Apolo. En Dodona, los consuktantes interrogaban a la encina para que Zeus les guiara en el laberinto de los dioses. La angustia del consultante no surge de la duda sobre si hay que sacrificar o no, la angustia surge de la duda de sacrificar al dios equivocado. Y nada es tan triste como los sacrificios a los dioses equivocados. Constituyen la mayor parte de la vida. Como una suprema oficina de correos, Zeus diriga y distribua a los consultantes hacia ste o aquel de los olmpicos o de los hroes, y sugera la vena de lo invisible donde la ofrenda deba ser derramada. Nada era demasiado pequeo, nada demasiado grande para ser preguntado a Zeus. Apolo teja tramas con sus consultantes, y los acoga en un templo repleto de dones. Zeus resida en el tronco de una encina: desde all, con la neutralidad de un gua, indicaba el camino para encontrar la taza perdida o para acceder al favor del dios adecuado a la ocasin. En Dodona, entre mechas acacias y chopos, queda nicamente una encina, y ni siquiera es imponente. Pero as es Zeus: una encina cualquiera. Slo Zeuspuede sostener el prodigio de la normalidad