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Ministerio juvenil “Guerreros de luz”

Reflexiones juveniles

ME CASÉ FUERA DE LA VOLUNTAD DE DIOS

¿Cómo estás querido joven?, es un placer compartir otro tiempo juntos opinando
sobre temas de tu necesidad especialmente enfocado hacia el sector joven. Hoy
comenzaremos a desarrollar cuatro temas relacionados con frustraciones fuertes
que el ser humano puede experimentar cuando fue joven y que pueden dejar
marcas que duren toda una vida y que sin la ayuda y guía del Espíritu Santo de
Dios desencadenarán en un sin fin de amarguras que opacan la vida en muchos
casos hasta la vejez.

Durante el transcurso de esta serie de estudios, estuvimos viendo algo sobre


decisiones, emociones, elecciones, tentaciones, relaciones, con Dios y con los
padres, mi relación con la congregación a la que asisto, hoy el tema es
frustraciones. Podríamos definir una frustración como la no consecución de un
deseo. Ser privado de lo que esperaba o deseaba, ver malogrado un intento o
pretensión.

En varias oportunidades hemos coincidido en que la etapa de la juventud está


enmarcada además de decisiones fuertes, por un anhelo de nuevos logros, metas
propuestas y sueños que en cierta medida le dan brillo a la juventud. Pero también
es cierto que cuando estos sueños, metas y anhelos se esfuman o se truncan
aborda un amargo sentimiento de frustración que deprime a muchos jóvenes como
tal vez a ti mi querido oyente en este momento.

Hoy quiero atender a un basto grupo de personas que sufren en la actualidad de


una o de otra manera porque han llegado a la conclusión de que han elegido mal su
pareja, su esposo o esposa y sólo les queda observar con un dejo de tristeza y de
resignación como su matrimonio y familia sufren las consecuencias de una mala
decisión en el pasado. ¿Puede ser que dos seres manifiesten diferencias tan fuertes
de carácter que lleguen a ser irreconciliables de por vida? ¿Puede ser que ni aún el
amor que une una pareja sea capaz de limar las asperezas que broten luego de la
luna de miel y transformen al matrimonio en una luna de hiel? ¿O que ni los
mismos hijos sean un motivo más que suficiente para la convivencia armónica? No
es de minimizar la realidad de frustración que experimenta todo aquel que ha visto
esfumarse sus sueños y anhelos de un hogar feliz, de un esposo fiel y amable o de
una mujer virtuosa y amorosa y lo que hoy está viviendo ni se acerca a aquel ideal
que tenía.

Mi querido amigo amiga si tu situación sentimental al presente es algo así quiero


decirte que en Dios hay esperanza. ¡Siempre hay esperanza!. Si recuerdas,
mencionamos que el matrimonio es una institución sagrada y debes saber que Él es
el 1er interesado en que esa relación funcione y mejore aunque hoy por hoy estés
arrepentido arrepentida por haber elegido mal aquella vez. No creo que sea
saludable en este momento ponernos a buscar motivos o culpables de aquella
decisión pero si cabe una nota de advertencia para aquellos que aún no han
formalizado su matrimonio y están en la etapa de espera y elección en el noviazgo
que sepan que es una decisión para toda la vida y que debe estar acompañada por
la guía de Dios y por sanos consejos.

Pero allí estás tu joven esposo esposa, leyendo con resignación y casi sin fuerzas ya
para luchar. ¿Qué hacer? En primer lugar me veo obligado una vez más a partir
desde las bases en este asunto de relaciones volviendo nuestra mirada a la relación
con Dios ¿Cómo estás tu respecto a esta comunicación vital para la vida de relación
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contigo mismo y con los que te rodean? Tal vez estés gastando energía y tiempo en
sostener tu matrimonio con las mejores intenciones pero con tus fuerzas en lugar
de hacerlo con la fortaleza del Señor.

Tal vez te sientas como náufrago en alta mar sucumbiendo ante los embates de las
tormentas y no te das cuenta que al lado tuyo, recostado en tu misma barca, viaja
el Capitán y Guía que puede salvar tu embarcación si le dejas el timón a Él.

Claro que hay dos casos muy distintos dentro de este sector y son los que se han
unido en yugo desigual, o sea que uno de los cónyuges no es cristiano, y el otro
grupo, los que siendo ambos cristianos tienen distintas aspiraciones, y sus
caracteres no congenian.

Se han casado fuera de la voluntad de Dios. Y creo que podríamos anexar un 3er
grupo donde incluimos a aquellos que fueron salvos cuando ya estaban casados
pero el otro cónyuge nunca quiso aceptar la fe cristiana y esto ha traído división en
el matrimonio. Pero permíteme decirte que en cualquier caso el primer paso es el
mismo: la relación vertical (con Dios), que será la pauta para una correcta relación
horizontal (con mi cónyuge).

La palabra de Dios abarca tanto el caso donde el esposo es inconverso en 1ra Pedro
3:1, como donde la esposa es inconversa en 1ra Corintios 7:12 y en ambos casos
se destaca la idea de que la buena influencia de parte del cónyuge que toma la
iniciativa para el cambio, si está motivada por una correcta relación con Dios y está
canalizada dentro de la buena voluntad de Dios para su vida llegará a un final feliz.

Leamos por favor ambos pasajes. Dice 1ra Pedro 3:1 y 2: "Asimismo vosotras,
mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la
palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerad
vuestra conducta casta y respetuosa." Salta del pasaje la idea de sujeción de parte
de la mujer hacia el esposo aun cuando éste no sea cristiano. Es que el orden
divino instituido por Dios de que el hombre es cabeza o líder en el matrimonio es
invariable para todos los casos.

La relación entre marido y mujer es una imagen de la que hay entre Cristo y la
iglesia. La mujer debe obedecer al marido así como la iglesia debe obedecer a
Cristo. Esto es considerado como pasado de moda en nuestra sociedad pero la
palabra de Dios se mantiene.

No importa lo razonables que puedan parecer los argumentos, en último término,


sólo habrá problemas y caos como resultado de la usurpación de la autoridad sobre
el hombre de parte de la mujer. Incluso cuando el marido sea incrédulo.

Pero supongamos que un marido interfiere con su esposa en su vida cristiana. ¿Qué
debe hacer ella entonces? Si le exige que desobedezca un claro mandamiento de la
escritura, entonces ella debe desobedecer al marido y ser fiel al Señor. Si el asunto
involucra un privilegio cristiano, debería estar sujeta a su marido y renunciar a
dicho privilegio.

Esta actitud de sujeción en 1er lugar al mandato de Dios y luego a su cónyuge (sea
el esposo o la esposa, el caso es indistinto), traerá bendición de parte de Dios y
hasta tal vez la bendición de que la, otra parte sea ganada para Cristo por
considerar el testimonio eficaz. Es en este sentido que el apóstol Pablo declara en
1ra Corintios 7 que el cónyuge inconverso es santificado por el cónyuge cristiano.
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No está abrogando aquí el apóstol en favor de la salvación compartida sino en el


sentido de que es puesto aparte para un lugar de privilegio como lo es el convivir
diariamente con un cristiano, observar su andar, y tener un testimonio vivo y
constante en palabra y conducta que le puede atraer a Cristo y llevar a la misma
salvación por la fe.

Leamos también el versículo 14 de 1ra Corintios 7: "Porque el marido incrédulo es


santificado en la mujer, y la mujer incrédula es santificada en al marido," y el v.
16: " Porque qué sabes tu, oh mujer, si quizás harás salvo a tu marido?, ¿O qué
sabes tu oh marido si quizás no harás salva a tu mujer?".

Ahora bien tu me dirás: Es que Pablo tu no sabes el infierno que estoy viviendo en
mi hogar, es imposible aplicar esto que me exige la Biblia. Mas bien creo el divorcio
o la separación es el único camino que veo al final de este callejón sin salida...
¿Sabes? En los primeros versículos de este pasaje se repite no menos de 5 veces la
frase: ¡No se separe!.

Claro que puede parecer un atajo interesante que corte de una vez y para siempre
este problema pero quiero que sepas querido joven esposo esposa, que cuando
intentas solucionar un problema con un método no bíblico, lo único que logras es
acarrearte más problemas.

El consejo de la palabra de Dios para aquellos jóvenes que se casaron fuera de la


voluntad de Dios es primero: actualice su comunión y relación vertical con Dios.
Esto le dará fuerzas para, en 2do lugar obedecer la palabra de Dios y cumplir con
su rol como esposo o esposa para sujetarse y amarse. Y en última instancia,
asegúrate de que tu conducta y carácter sea parecido al de Cristo que habla más
que mil palabras. Comunión, sujeción y testimonio, tres ingredientes que con la
oración y la fe, tornarán, en la buena voluntad de Dios, tu actual experiencia
amarga en una dulce convivencia en armonía donde tus hijos puedan crecer
seguros de sí mismos y donde tu pareja sea el complemento perfecto para ti tal
como Dios lo ideó desde el principio.

Confía y no te desanimes que en Dios siempre hay esperanzas. ¡Que Dios te


bendiga

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