You are on page 1of 284
SERVICIOS EDUCATIVOS PARA CHIAPAS SECH UNIVERSIDAD PEDAGOGICA NACIONAL UNIDAD 071 LICENCIATURA EN EDUCACION PLAN 1994 QUINTO NIVEL LINEA ESPECIFICA DE EDUCACION PREESCOLAR EL NINO PREESCOLAR, Y LOS VALORES ANTOLOGIAS GUIA DEL ALUMNO ANTOLOGIA BASICA Y COMPLEMENTARIA LES4 1879 GEABAC 20220 20228 TUXTLA GUTIERREZ, CHIAPAS. MExIcO -—___. GUIA DEL ESTUDIANTE EL NINO PREESCOLAR Y LOS VALORES LICENCIATURA EN EDUCACION P BIBLIOTECA UNIVER TID” "2z,.> D018, ‘UNIDAD 211, UNIVERSIDAD PEDAGOGICA NACIONAL PRESENTACION . . Presentacién de la linea y del curso Estructura del curso por unidades Estrategias para evaluar procesos y productos Modalidades de estudio UNIDAD I. FILOSOFIA, ETICA Y MORAL Red conceptual . Propésito . : Actividades previas Actividades de desarrollo Actividad final UNIDAD II. LA MORAL EN LA EDUCACION, Red conceptual..... Propésito : Actividades previas . Actividades de desarrollo Actividad final . UNIDAD III, EL NINO PREESCOLAR, SU REPRESENTACION ACERCA DE LOS VALORES Y LA PRACTICA DOCENTE . . Red conceptual Propésito : Actividad previa . Actividades de desarrollo Actividad final UNIDAD IV. ALGUNAS ESTRATEGIAS PARA FAVORECER LA FORMACION DE VALORES EN PREESCOLAR......- Red conceptual. . Propésito.... 5 Scocp5uoGod00 Actividad previa Actividades de desarrollo Actividad final Materiales de apoyo BIBLIOGRAFIA BASICA . BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA .................. BIBLIOGRAFIA GENERAL . 12 12 +13 13 B 14 15 15 16 16 16 18 18 “19 19 19 19 20 20 PRESENTACION Al presente documento se le ha denominado Guia del Estudiante, pretende ser un apoyo para el profesor-alumno en sus estudios de la LE 94. Se ha disefiado con la finalidad de orientar al estudiante de las modalidades semiescolarizada, intensiva y a distancia sobre el curso: El nifio preescolar y tos valores. Las sugerencias que se presentan de ninguna manera deberan tomarse como pres- cripcién por lo que podran ser susceptibles de modificaci6n, atendiendo a las condiciones, contextos y necesidades de los estudiantes. | La ventaja que ofrece el presente documento, es la de darle al estudiante la posibili- dad de tomar su propio ritmo de estudio y construir sus aprendizajes en razén a las metas que ha de trazarse. | EI documento presenta elementos sistematizados para facilitar su manejo, tales como: + Red conceptual para cada unidad + Actividades previas + Actividades de desarrollo + Actividades finales + Sugerencias de trabajo individual y colectivo + Estrategias para evaluar procesos, productos, criterios de evaluacion y auto-evaluacion Se considera importante que los elementos tedricos se mantengan en una constante confrontacién con la practica docente y su realidad, a fin de posibilitar una reconstruc- cién del quehacer educativo . Por las caracteristicas del curso, se busca que el profesor- alumno rescate sus saberes cotidianos, los contraste con la teoria, y posteriormente reoriente ios procesos de formacién en los educandos del nivel preescolar. PRESENTACION DE LA LINEA Y DEL CURSO _los valores” lo hemos ubicado en el quinto ni- vel del mapa curricular del plan de estudios ; teniendo una relacién con el curso, “El nifio La linea de Preescolar, al igual que la de Priv escolar: desarrollo y aprendizaje”, y con el maria y Gestion componen el rea especifica Curso de sexto nivel "El nifio preescolar y st de la Licenciatura de Educacién Plan Seeapacen in eer El propésito de la linea es brindar al profe- La finalidad central del presente curso es sor-alumno elementos que le permitaneland- Ja de elaborar, aplicar y generar nuevas es- lisis de situaciones problematicas concretas _trategias orientadas a procesos relacionados vinculadas con su funcién. con la formacién e interiorizacién de valores La linea de preescolar esté constituida por en el educando. El profesor-alumno ha de doce cursos. El curso “El nifio preescolar y estar en una constante contrastacién entre la A {do PREESCOLAR Las ALORES teoria y la practica, centréndose en el des- envolvimiento del alumno en el medio escolar respecto a la generaci6n y la transformacién de los juicios de valor favoreciendo los proce- sos hacia la autonomia . El curso esta integrado por cuatro uni- dades. La primera de ellas es de ubicacién con- ceptual o introductoria al campo de la ética, la segunda unidad acerca al estudiante a la relacién entre moral y educacién para con- frontar las diferentes perspectivas tedricas, y situarlas en el terreno de la practica docente; en la tercera unidad se abordan basicamente los trabajos realizados por dos clasicos de la investigacién psicogenética; Piaget y Kohlberg. La ultima unidad presenta algunas estrate- gias para la formacién de valores, que pue- den ser trabajadas en la practica docente y ser el punto de partida para el disefio y apli- cacién de nuevas estrategias de ensefianza- aprendizaje para la formacién de valores en preescolar. ESTRUCTURA DEL CURSO POR UNIDADES PROPOSITO GENERAL El curso “El nifo preescolar y los valores’ proporcionara al profesor-alumno elementos tedricos en | torno a Ja interiorizacion de valores y al desarrollo moral del nifio, que le posibiliten ima practica docente innovadora buscando favorecer la autonoméa del educando. ~ =] ‘UNIDAD I. FILOSOFIA, ETICA Y MORAL PROPOSITO: Que el profesor-alumno se ubique en el lugar que ocupa la ética dentro de la filosofia, cual es su objeto de estudio, y el papel de la experiencia cotidiana en la formacién moral e interiorizacion de valores. ‘UNIDAD Il. LA MORAL EN LA EDUCACION PROPOSITO: Que el profesor-alumno comprenda la relacién entre ética y pedagogia y el papel de la educacién en la formacién del individuo, visto desde diferentes enfoques teéricos. | aprendizaje. UNIDAD Il. BL NINO PREESCOLAR, SU REPRESENTACION ACERCA DE LOS VALORES ¥ LA PRACTICA DOCENTE | PROPOSITO: Que el profesor-alumno analice la representacién y estructuracién de valores en los nifos en edad preescolar, asi como el manejo en la formacién moral que hace el docente en situaciones de UNIDAD IV. ALGUNAS ESTRATEGIAS PARA FAVORECER LA FORMACION DE VALORES EN PREESCOLAR PROPOSITO: Que el profesor-alumno incorpore a su practica docente algunas estrategias pedagogicas, para facilitar el disefio y realizacién de practicas innovadoras, en la adquisicién y construccién de valores en el nifio preescolar. ESTRATEGIAS PARA EVALUAR PROCESOS Y PRODUCTOS, La dinamica del curso requiere de actividades previas a cada unidad, durante su desarrollo y al finalizar la misma, modificandose de acuer- do ala modalidad de estudio. Estas actividades podran realizarse en ocasiones en forma ind: dual y otras en colectivo. El trabajo individual como el de grupo son complementarios, mas que sobreponerse el uno al otro . De acuerdo a las circunstancias se podran organizar circulos de estudio, grupos de referencia en coordinacién con el asesor del grup. Todo trabajo relaciohado con el curso ten- dra requerimientos minimos de calidad que se establecerén en un convenio de aprendizaje en- tre el asesor del curso y los profesores-alum- nos. Se considera importante que las activi- dades aqui sugeridas sean enriquecidas con los resultados y productos de las demas uni- dades estableciendo una retroalimentacién a lo largo del curso. Estas sufriran cambios de- pendiendo de la modalidad de estudio (semiescolarizada, intensiva y a distancia) que se haya seleccionado. Se sugiere que al término de cada unidad se realice una autoevaluacién, a fin de revisar la manera de cémo se van recuperando los con- tenidos en la practica docente y reorientar las estrategias de aprendizaje. En esta fase se ana- lizaran los elementos que intervienen en la ope- racién del curso, revalorizando aquéllos que contribuyen a un mejor desarrollo del mismo. Se pretende que el profesor-alumno du- rante el desarrollo del curso disefie un pro- yecto original relacionado con la formacién de valores en el nifio preescolar, el cual sera pre- sentado al finalizar el curso. Este trabajo ha- bra de reunir caracteristicas tales como: sustento tedrico, coherencia entre los elemen- tos que lo constituyen, funcionalidad y viabi- lidad, adecuacién al medio para su aplicacion y otros que se consideren necesarios . Este proyecto ademas de ser presentado por eseri- to, se complementard con una exposicién por el profesor-alumno ante el asesor y el grupo esENTICON para cubrir el total o parte de la acreditacion del curso, segtin se haya establecido en el con- venio de aprendizaje. MODALIDADES DE ESTUDIO A DISTANCIA Esta modalidad se ofrece al profesor-alumno que ha decidido flexibilizar tiempos y ritmos para tomar este curso. El profesor-alumno realiza su estudio generalmente en forma individual y oca~ sionalmente lo hace en forma grupal. ‘Aun cuando para este tipo de estudiante no esta predeterminado el ntimero de sesio- nes con el asesor, es recomendable tomar uri minimo de tres. La primera para recibir las orientaciones del asesor en cuanto al curso, actividades y productos finales para la acreditacion del mismo. En la segunda se pre- sentaran los productos de las actividades realizadas. Y la tercera para retroalimentacion, réplica e informacién de acreditacién del curso. La solicitud de los servicios del asesor del curso la podra hacer con oportunidad y por diferentes medios a su alcance en el momen- to que lo requiera, Es recomendable estable- cer un Convenio de Aprendizaje entre el asesor y el profesor-alumno a fin de concertar los aspectos a considerar en el curso tales como: la frecuencia de asesorias, tiempos para acreditacién, retroalimentacién, acreditacion, entre otros. Con anticipacién se habran de acordar también, los porcentajes. valorativos de acreditacién, asi como del numero de activi- dades a desarrollar. Se sugiere que al final del curso se lleve a acabo una autoevaluacién con la finalidad de reconocer los elementos y las situaciones de aprendizaje que favorecen esta modalidad. SEMIESCOLARIZADA Para esta modalidad se establecen ritmos pre- determinados que permiten combinar el tra- A no PREESCOLA 0 vaLORES bajo individual y de grupo estableciéndose un contacto mas directo entre el asesor y el estu- diante. La participacién del profesor-alumno en las sesiones puede ser un factor de integra- cidn al grupo en la socializacién de los cono- cimientos y actividades a desarrollar. Las sesiones grupales orientan y estimulan el es- tudio individual, buscando con ello fortalecer el autodidactismo y la autonomia. El curso tiene una duracién de un semes- tre estableciendo un minimo de dieciséis se- siones a cubrir. Al inicio del curso el profesor- alumno acordard con el asesor; los criterios, elementos y actividades susceptibles para la acreditacién del mismo. La acreditacién se hard una vez finalizado el semestre y se in- formard sobre las fechas para la acreditacion extraordinaria. Uno de los elementos a considerar para la acreditacién sera la asistencia regular en el porcentaje establecido por la Universidad, el cual se dara a conocer oportunamente; asi como el cumplimiento de las actividades e ins- trumentos de evaluacion convenidos. Antici padamente se fijardn los porcentajes y criterios sobre los elementos para la acredi- taci6n. Al finalizar el curso se sugiere llevar a cabo una autoevaluacién considerando: ma- teriales de estudio, pertinencia de las activi- dades sugeridas, desempefio del asesor, dinamica de participacién y las sugerencias para mejorar el desarrollo del mismo. INTENSIVA, Esta modalidad toma un ritmo de trabajo escolarizado en un corto periodo de tiempo; combinando el estudio individual con el grupal. Los turnos y horarios seran estable- cidos con anticipacién por la Unidad UPN que ofrezca el curso; las sesiones son diarias y cu- briran sesenta horas de estudio grupal con treinta horas de actividad extraclase. El profesor-alumno recibira del asesor instrucciones sobre los requerimientos en esta modalidad tales como: avances de lectura, tra- bajos y actividades, productos finales que hart sido seftalados en la Guia del Estudiante. La modalidad intensiva requiere de estu diantes que busquen aprendizajes auténomos y autodidactas, tendiendo a desarrollar habili- dades y aptitudes de estudio individual y grupal. Se sugiere que en colaboracién con el ase- sor se establezcan los porcentajes, criterios y elementos susceptibles para la acreditacion del curso, asi como la realizacién de una autoevaluacién considerando: materiales de estudio, pertinencia de las actividades pro- puestas, desempefio del asesor, dinamica de participaci6n, agregando las sugerencias para mejorar el desarrollo del curso. unio RED CONCEPTUAL INIDAD I. FILOSOFIA, ETICA Y MORAL FiLosorls | Erion | NORMAS UNIVERSALES FREAUIDAD MORAL | l } J : 7 = JANTROPOLOGIA) | socio.aia || Psicotocta || EcoNowia social | | RELACIONES DE ccomportamento social. | | conoucta | | Prmonucci6n, ow | ao _| es gual Galea | l | | aoe oo ‘opserivismo |] SuBIETIIsMO | no PREESCOLAR La VALORES UNIDAD I. FILOSOFIA, ETICA Y MORAL Propésito Ubicar al profesor-alumno en el lugar que ocupa la ética dentro de la filosofia, cual es su objeto de estudio y el papel de a experiencia cotidiana en la formaci6n moral e interiorizacién de valores. Temas 1. La ética, su relacién con la filosofia, la moral y otras ciencias 2. La moral y la cotidianeidad 3. El campo de los valores Actividades Previas Seleccione alguna de las actividades siguientes: Opeién A A partir de su experiencia, redacte en un es- crito las definiciones de los siguientes con- ceptos: filosofia, ética y moral Opcién B Realice una breve encuesta con otras personas, sobre su concepcién de filosofia, ética y moral. Después de haber realizado alguna de las opciones anteriores confronte, analice y re- flexione con sus compaiieros las definiciones anteriores. Actividades de Desarrollo Tema 1. La ética, su relacién con la filosofia, la moral y otras ciencias Lectura: “El campo de la ética” SANCHEZ Vazquez, Adolfo. “El campo de la éti- ca”, en: Etica. México, Ed. Grijalbo, 1977. pp. 13-26. wo 0 A Una vez revisado el contenido tematico, seleccione alguna de las siguientes opciones: Opcién A Redacte un escrito de una cuartilla con su opinion respecto a la postura de A. Sanchez Vazquez en torno a la ética. Opcién B Elabore un cuadro sinéptico en donde se des- taquen los conceptos fundamentales de la lec- tura. Tema 2. La moral y la cotidianeidad Lectura: “El papel de la moral en la experien- cia cotidiana” PIEPER, Annemarie. “El papel de la moral en la experiencia cotidiana”, en: Etica y moral. Una introduccién a ta filosofia practica. Barce- lona, Ed. Critica, 1991. pp. 26-37. Opeién A Después de analizar la lectura conteste las siguientes preguntas: -eQué relaci6n tiene la libertad con la obligatoriedad de las normas morales? ~ eDe qué manera la tradicién y la con- vencidn influyen en los cédigos mora- les de una sociedad? — éQué ejemplos podria poner para expli- car los conflictos que se presentan entre normas generales y normas individua- les? Opcién B A partir de la lectura: “El papel de la moral en la experiencia cotidiana’, redacte un escrito donde explique en qué consiste la ética profe- sional de un profesor y las contradicciones personales a las que en ocasiones tiene que enfrentar. Tema 3. El campo de los valores Lectura: “Los valores” SANCHEZ Vazquez, Adolfo. “Los valores”, en: Etica, México, Ed. Grijalbo, 1977. pp. 107-118. Se sugiere que antes de resolver las siguientes opciones de trabajo, haya llevado a cabo la lec- tura. Opeién A Conteste brevemente el siguiente cuestiona- miento, ¢Qué significa tener valor o ser valio- 80? 1° Como ser social 2° Como profesional 3° En la practica docente Opcién B Elabore un cuadro comparativo con las visio- nes del objetivismo y subjetivismo axiolégico. wana Agregue con cual de ellas se identifica y por qué. Actividad Final ‘Tomando como referencia los temas tratados en la unidad, presente un escrito con un plan- teamiento problematico referente a la forma- cién de valores en educacién preescolar, identifique las variables que lo constituyen a fin de iniciar un proceso investigativo. Pre- sente sus reflexiones en un minimo de dos cuartillas Sugerencias y criterios de evaluaci6n para la actividad final — Identificacion clara del problema y sus va- riables ~ Justificar la investigacion = Viabilidad <1 no PRESUOLAR YLOS VALORES RED CONCEPTUAL UNIDAD I. LA MORAL EN LA EDUCACION = ReLACIONES a fica [ Peoscocn | iN MORALIDAD ‘conDUGTA ——— socauzscion | APRENDIZAIE ea ———] owner |] vcr FY uae | | CD T J ee | [pisiemone i DISCIPLINA - ADHESION A GRUPOS - AUTONOMIA | | SOCIOCONVENCIONAL a nites {~coencon | oe poMiNo | : : |L{estinuos nerorzaoones | _ _ i 5 i : SoERGION Ff eoneecen | Hretscion ; | nierenonowla [| REAGIONES IGUALES 1) auronowia | [ a) H wseros | pa PROCESOS DE MUTACION EVOLUCION — — a io eee surRuswo YP covercove POSCONVENCIONAL A Scere eae este tee UNIDAD II. LA MORAL EN LA EDUCACION Propésito Que el profesor-alumno comprenda la rela- cidn entre ética y pedagogia, y el papel de la educacién en la formacién moral del indivi- duo, visto desde diferentes enfoques tedricos. Temas 1, La relacion entre ética y pedagogia 2. Educacién moral 3. Fundamentos y perspectivas sobre el desa- rrollo moral Actividades Previas Opcién A A partir de su experiencia, describa en una cuartilla la relacién que encontraria usted, entre la ética y la pedagogia. Opcién B Con base en lo que sabe o con la entrevista a algunos profesores, elabore un esquema con dos columnas. En una de ellas enuncie los elementos que constituyen el campo de estu- dio de la ética y en la otra puntualice cuales son los asuntos por los que se preocupa la pedagogia. Agregue su opinion respecto a la relacin que existe entre ética y pedagogia. Actividades de Desarrollo Tema 1. La relacién entre ética y pedagogia Lectura: “Etica y pedagogia” PIEPER, Annemarie. “ica y pedagogia’, en: Etica y moral. Una introduccién a la filosofia prdctica. Barcelona, Ed. Critica, 1991. pp. 98- 110. Opcién A Presente un cuadro comparativo con las ideas centrales de filésofos y pedagogos de la lectu- ra, en donde se pueda identificar la postura de cada uno de ellos en relacién a la ética'y pedagogia, asi como la relacién entre ambas. Opcién B Tomando como base las posturas presenta- das por los diferentes filosofos y pedagog de la lectura, en torno a la relacion entre é! cay pedagogia, indique con cual autor se iden- tifica y por qué. Reflexione Lea cuidadosamente la metéfora: La moral del superhombre como el sentido de la tierra (Asi habl6 Zaratustra, Prlogo, apartado 3), y ex- prese su opinion respecto al papel que juega el profesor en la formacién de los individuos. Tema 2. Educacién moral - Lectura: “Conceptos y limites de la educacion moral” PUIG Rovira, Josep Ma. y Miquel Martinez Martin. “Conceptos y limites de la,educacién moral”, en: Educacién moral y democracia, Barcelona, Ed. LAERTES, 1989. pp. 19-26. Después de haber revisado la lectura sefiala- da elija alguna de las siguientes opciones para desarrollarla Opeién A Redacte un escrito en el que con ejemplos concretos quede clarificado qué practicas edu- cativas si corresponden a la educacién moral propiamente, y cudles no. Acompafie su con- clusién respecto a lo que se considera como educacién moral. Opcién B De acuerdo a la lectura presente un listado de hechos o situaciones que se presentan den- LN PREESCOLAN VL VALORES tro del jardin de nifos, separando aquéllos que caen en sentido estricto dentro de la educacién moral y aquéllos que no necesaria- mente lo son. Para cada uno de los listados ex- ponga sus argumentos del por qué los ha considerado como tales. Tema 3; Fundamentos y perspectivas sobre el desarrollo mora Lectura: “Teorias del desarrollo moral” PUIG Rovira, Josep Ma. y Miquel Martinez Martin. “Teorias del desarrollo moral", en: Educacién moral y democracia. Barcelona, Ed. LAERTES, 1989. pp. 49-126. El desarrollo moral ha llamado la atencién en diferentes momentos de la humanidad, sin embargo, las investigaciones sobre este asunto se han desarrollado con mas celeridad en el presente siglo. Lo importante es conocer quié- nes se han interesado en esta problematica y bajo qué “lente” lo han hecho. Para clarificar enfoques y posiciones seleccione alguna de las siguientes opciones una vez realizada la lec- tura correspondiente Opcién A Elabore un cuadro sinéptico con las diferen- tes teorias sobre el desarrollo moral, enfoques y representantes de cada una de ellas. Se- leccione una teoria, enfoque y representante con el que se identifique y justifique breve- mente el por qué de su eleccion. Opcién B A partir de la reflexion de su practica docente y de haber lievado a cabo un anilisis de las teorias del desarrollo moral, identifique la teo- ria que ha manejado consciente o incons- cientemente en los procesos de ensefianza - aprendizaje, y presente una breve justificacién. Actividad Final Tomando como referencia la actividad final de la primera unidad, se presentaré un esque- ma de anteproyecto de investigacién o de in- tervencién pedagégica a desarrollar en la practica docente. Preferentemente se podra fundamentar con los contenidos de la segun- da unidad. Sugerencias y criterios de evaluacién para la actividad final - Habra de contener los elementos minimos con un desarrollo aceptable en el que se bosqueje claramente la idea a desarrollar ~ Definicién e identificacién del problema Justificar la investigacion Objetivo(s) coherente(s) con el planteamiento ' Viabilidad y funcionalidad Bibliografia won RED CONCEPTUAL UNIDAD III. EL NINO PREESCOLAR, ‘SU REPRESENTAGION ACERCA DE LOS VALORES Y LA PRACTICA DOCENTE ORAL DEL NINO | sutonowta | Hetenovowia AUTONOMIA | INTELECTUAL PRESION ADULTA REALISMO MORAL | [ iatencamBio oF crear | OBLIGACIONES GOCENTRISNO OPINION PROPIA arene combeRnETo | | PRESION — — (OBEDIENCIA ‘DECISIONES Y I ee REGLAS 0 NORWAS REGLAS a SANCIONES DE RECIPROGIOAD CASTIGOS i [ecneee RACIONALIDAD | INTERIORIDAD T EVASION CONFORMISMO REBELION RESPONSABILIDAD OBJEIWA CCONSTAUCCION DE REGLAS EL PREESCOLAR ¥ 05 WALDRES UNIDAD Ill, EL NINO PREESCOLAR, SU REPRESENTACION ACERCA DE LOS VALORES Y LA PRACTICA DOCENTE Propésito Analizar la representacién y estructuracién de valores en los nifios de edad preescolar, asi como el manejo en la formacién moral que hace el profesor en situaciones de aprendizaje. Temas 1, El realismo moral 2. Kohlberg: E1 juicio moral 3. La autonomia en preescolar Actividad Previa Es necesario para el desarrollo de la tercera unidad, que el profesor-alumno realice antes la siguiente actividad. Observe a un nifio en una situacién de apren- dizaje donde se pueda identificar la forma de representacién y estructuracién de valores en edad preescolar y registre los elementos que observé. Actividades de Desarrollo Tema 1. El realismo moral Lectura: “La presién adulta y el realismo moral” PIAGET, Jean. “La presién adulta y el reali mo moral”, en: El criterio moral del nifio. Méxi- co, Ed. Roca, 1985. pp. 91-146. ‘Antes de contestar alguna de las opciones que se presentan enseguida, es necesario que el profesor alumno Ileve a cabo la lectura, Opeién A Conteste las siguientes preguntas: ~ gQué es el realismo moral? = gCémo se estructura el criterio moral en el nifio segtin Piaget? = Describa la metodologia utilizada por Piaget en sus investigaciones acerca de la estruc- turacién del criterio moral en el niflo y dé su opinion al respecto Opcién B Haga un analisis de la lectura y presente un escrito en donde dé su opinién, sobre cada uno de los casos sobre los que indago Piaget. Tema 2. Kohlberg: El juicio moral Lectura: “Concepto de juicio moral”. Hersh, R. et al. “Concepto de juicio moral”, en: El crecimiento moral. De Piaget a Kohlberg. Madrid, Narcea, 1988. pp. 44254, 57-70. Se sugiere que se lea el texto antes de contes- tar alguna de las siguientes opciones: Opeién A Explique el concepto de juicio moral manejado por Kohlberg en su teoria del desarrollo moral. Opcién B Analice la propuesta de «Dilemass, utilizada por Kohlberg en sus investigaciones del desa- rrollo moral del nifo, y leve a cabo una prac- tica con nifios en edad preescolar, adaptando los dilemas. Presente los resultados obtenidos. Tema 3. La autonomia en preescolar Lectura: “La importancia de la autonomia” KAMII, Constance. “La importancia de la au- tonomia”, en: Antologia de apoyo a la practica docente del nivel preescolar. México, SEP, 1933. pp. 17-45. Opcién A Tomando como referencia la lectura, realice un ensayo en un maximo de cinco cuartillas, donde aborde la importancia del desarrollo de Ja autonomia moral en el nivel de educacion preescolar. Opcién B De acuerdo a la lectura de Constance Kami, elabore un escrito en el que sefiale los princi- pales obstaculos que se presentan para favo- recer el desarrollo de la autonomia en el nitio preescolar y enuncie las posibles soluciones. Actividad Final Desarrolle el soporte teérico en el que sus- tentaré el anteproyecto presentado en la se- gunda unidad y elija una de las metodologias sugeridas en la unidad con posibilidades de ser trabajada en el nivel preescolar. Sugerencias y criterios de evaluacién para la actividad final Para dar continuidad al anteproyecto presen- tado, habra de desarrollar los elementos tedri- cos que daran fundamento al trabajo. En esta parte del trabajo debera observarse el manejo conceptual de los contenidos de la pre- sente unidad y las anteriores, pudiendo ampliarse con otras fuentes bibliograficas dit ponibles. Elementos que habran de ser desarrollados segtin las caracteristicas del trabajo - Marco referencial (teérico conceptual) ~ Metodologia a desarrollar NOTA: A partir de este nivel, habra de aplicar- se en la prdctica docente la metodologia pro- puesta en el anteproyecto como base para el informe final del mismo. nao PREESCOLR LOS VALORES RED CONCEPTUAL LA FORMACION DE VALORES EN PREESCOLAR UNIDAD IV. ALGUNAS ESTRATEGIAS PARA FAVORECER preescoun = F————] 7 == | H | | i r L PROGRAMA PEP °92 ENSERANZA ACTIVA DE VALORES [ crosauzscion nai PROVEGTOS ESTRUCTURA KL ESQUEMAS ( = e | i [ : =| ssIDADES | | av ~ INTEGRAL, Neterentat AVANCE ESPIRAL VALORES ASOCIADOS i INTERESES AMBIENTAGION : { iE ee un |apovos Recionatrs a cn : Ran DE cowuMoaD coveamna PGA | EVALUACION DE DESEMPEROS arraicaitn ' —_——_ PLANEAGION ESTRATEGICA I i DESARROLLO ALTONONO l | AVANCE ESPIRAL VALOR HABITO \VALOR FUNDANTE VALOR CONDUCENTE VALOR ASOCIADO RONDAS: ACTIVIDADES: PLANEACION RECURSOS DE AMBIENTACION AMBIENTACION | casos DINAMCAS, | pexsamienros ‘CUESTIONARIOS CCERENONIAS CIMICAS AAGERVO CULTURAL | pepacsearaciones TRABAJOS DE COMUNIDAD EDUCATIVA PROGRAMA DE PADRES ESTRATIGIAS DE VINCULACION PROGRAMAS DE MAESTROS PROGRAMAS DE EXTENSION | | EVALUAGION PLANEACION ESTRATEGICA UNIDAD IV. ALGUNAS ESTRATEGIAS PARA FAVORECER LA FORMACION DE VALORES EN PREESCOLAR Propésito Que el profesor-alumno incorpore a su prac- tica docente algunas estrategias pedagégicas, para facilitar el disefio y realizacion de prac- ticas innovadoras, en la adquisicién y cons- truccion de valores en el nifio preescolar. Temas 1, EL método de proyectos en preescolar 2. Propuesta para el desarrollo de valores éticos Actividad Previa Antes de iniciar la unidad, Ileve a cabo la si- guiente actividad: En un escrito de una cuartilla, exponga su punto de vista respecto a: la funcionalidad de la propuesta de preescolar (PEP’92), en la préctica docente para la formacién del desa~ rrollo moral en el nifio preescolar. Actividades de Desarrollo Tema 1. El método de proyectos en preescolar Lectura: “Estructura del programa” “Estructura del programa”, en: Programa de educacién Preescolar. México, SEP, 1992. pp. 17-34. Antes de seleccionar alguna de las siguientes opciones debera de haber analizado el pro- grama de educacién preescolar PEP’92, en su estructura y fundamento. Opcién A Elabore un diagrama con los elementos es- tructurales del programa PEP’92, y agregue los fundamentos teéricos de esta propuesta. Opcién B Presente el informe de un proyecto que haya Hevado a cabo, en el que se incluya algun as- pecto sobre la formacién moral; sefialando las dificultades que se le presentaron bajo el es- quema de la propuesta de preescolar PEP’92. ‘Tema 2. Propuesta para el desarrollo de valores éticos Lectura: “Elementos del programa” PLIEGO, Cecilia. “Elementos del programa”, en: Ensenanza activa de valores éticos. México, SEP de Coahuila, 1995. pp. 40-54, 57-59, 84- 86, 97-99, 122-125, 148, 173-176, 186-190. Blija alguna de las siguientes opciones para desarrollar: Opcién A Redacte un escrito expresando su opinién sobre la funcionalidad de la propuesta edu- cativa que se le ha presentado para la forma- cion de valores éticos en el nivel de educacion preescolar. Opcién B Realice una practica a partir de la propuesta de la ensefianza activa de valores éticos y Ile- ve a cabo el registro de la misma para ser pre- sentada y comentada al asesor y al grupo. Actividad Final Después de haber revisado los contenidos de esta unidad y realizado las actividades corres- pondientes, éstas le serviran de apoyo para llevar a cabo la siguiente actividad. a LASS PREESCOLAR LOS VALORES = Para concluir el anteproyecto, presentard la seccién correspondiente al informe final de Ia metodologia aplicada. Elementos que han de ser presentados: ~ Anilisis de resultados ~ Conclusiones Sugerencias y criterios de evaluacién para la actividad final ~ Evidencias de actividades realizadas BIBLIOGRAFIA BASICA DELVAL, Juan. Crecer y pensar. La construc- cién del conocimiento en la escuela. Méxi co, Paidés, 1991. 376 pp. HERSH, et al. El crecimiento moral. De Piaget a Kohlberg. Madrid, Narcea, 1988. PIAGET, Jean. El criterio moral del nifio. Méxi- co, Roca, 1985. 356 pp. PIEPER, Annemarie . Etica y moral. Una intro- duccién a la filosofia practica, Barcelona, Ed. Critica, 1991. 251 pp. BIBLIOGRAFiA COMPLEMENTARIA COLL, César. Psicologia y curriculum. México, Paidés. 1992. DELVAL, Juan. Crecer y pensar. La construc- cidn del conocimiento en la escuela, Méxi- co, Paidés, 1991. 376 pp. FPULLAT, Octavi. Filosofias de la educacién. Barcelona, CEAC, 1983. 434 pp. GARCIA Hoz, Victor. La practica de la educa- cién personalizada. Madrid, RIALP, 1989. 314 pp. — Analisis de resultados coherente con el cuerpo del trabajo ~ Claridad en las conclusiones Materiales de apoyo Para apoyar este curso, se conté con la cola- boracion de estudiantes de Psicologia Educa- tiva de la Unidad Ajusco en la grabacion de un video en el que se muestra una practica para conocer los juicios elaborados por nifios en edad preescolar. Este material podra ser de utilidad en la tercera unidad. PUIG Rovira, Josep Ma. y Miguel Martinez Martin. Educacién moral y democracia. Barcelona, LAERTES, 1989. 237 pp. SANCHEZ Vazquez, Adolfo. Etica. México, Ed. Ed. Grijalbo, 1977. 238 pp. SEP. Antologia de apoyo a la practica docente del nivel preescolar. México, 1993. 152 pp. SEP. Programa de educacién preescolar. Méxi- co, 1992. 90 pp. HABERMAS, Jurgen. Moral y accién comunicativa. Barcelona, Peninsula, 1991. 219 pp. HELLER, Agnes. Sociologia de la vida cotidia- na, Barcelona, Peninsula, 1987. 418 pp. MORENO, Montserrat. La pedagogta operatoria. Un enfoque constructivista de la educa- cidn. Barcelona, LAIA, 1989. 365 pp. SANCHEZ Vazquez, Adolfo. Btica. México, Ed. Grijalbo, 1977. 238 pp. WILLIAMS, Bernard. La fortuna moral. Méxi- co, UNAM, 1993. 218 pp. I EEEEEIDIDSOSSSSSCS nr BIBLIOGRAFIA GENERAL A continuacién se presentan algunos titulos pertinentes para profundizar los contenidos, tanto de la bibliografia basica como de la com- plementaria de este curso ALONSO Palacios, Maria Teresa. La afectividad en el nitio. Manual de actividades en pre- escolar. México, Trillas, 1990. DEWEY, John. Libertad y cultura. México, UTEHA. 1995. GIROUX, Henry. Los profesores como intelectua- les. Hacia una pedagogia erttica del apren- dizaje. Barcelona, Paidés - MEC, 1990. GENEYRO, Juan Carlos. La democracia inquie- ta: E. DURKHEIM y J. DEWEY. México, Uni- versidad Autonoma Metropolitana, 1993. smal HAEBLI, Hans. Una diddctica fundada en la psicologia de Jean Piaget. Buenos Aires, Kapeluz, 1987. PEREZ Delgado, Esteban y Rafael Garcia Ros. (Comps.) La psicologia del desarrollo mo- ral. Madrid, Siglo XXI, 1991 .!AWLS, John, Sobre las libertades. Barcelo- na, Paidés-I.C.B.- U.A.B, 1990. TRILLA, Jaume. EL profesor y los valores con- trovertidos. Barcelona, Paidés, 1992 TURIEL, Elliot. El desarrollo del conocimiento social. Moralidad y convencidn. Madrid, Debate, 1984. VON KUTSCHERA, Franz. Fundamentos de ética. Madrid, Catedra, 1989. ANTOLOGIA BASICA EL NINO PREESCOLAR Peewee or LICENCIATURA EN EDUCACION PLAN 1994 UNIVERSIDAD PEDAGOGICA NACIONAL in| (om 5 PRESENTACION. . . : : oe 5 UNIDAD I. FILOSOFIA, ETICA Y MORAL. oo 7 Presentacion........ — 9 Tema 1. La ética, surelacion con, a filosofa, la moral y otras ciencias...... a 9 “El campo de la ética”. Adolfo -. Tema 2. La moral y la cotidianeidad. “El papel de la moral en la experiencia cotidiana” Annemarie Pieper beeen a Tema 3. El campo de los valores. . 25 “Los valores”. Adolfo Sanchez Vazquez 25 UNIDAD II. LA MORAL EN LA EDUCACION. 33 Presentacién. : : pe ance 35 Tema 1. La relacién entre la éica y la pedagogia. -.--» + 35 “Etica y pedagogia”. Annemarie Pieper... - 00000000005 35 | Tema 2. Educacién moral. 4B ‘Concepto y limites de la educacién moral” "Josep Ma _ y Miguel Martinez Martin... - a Tema 3. Fundamentos y perspectivas sobre el desarrollo moral... 48 “Teorias del desarrollo moral”. Josep Ma. Puig Rovira y Miguel Martinez Martin........0e0sebee renee eres eee ens 48 UNIDAD III, EL NINO PREESCOLAR, SU REPRESENTACION | ACERCA DE LOS VALORES Y LA PRACTICA DOCENTE. . a1 Presentacién. . . 93 Tema 1. El realismo moral. ... : Sever eeereres 9B “La presi6n adulta y el realismo moral”. Jean Piaget. -ssees 93 Tema 2. Kohlberg: El juicio moral... - 66s. 040 esses 130 | “Concepto de juicio moral”. R. Hersh... 0.0 ee ee eee = 130 Tema 3, La autonomfa en preescolar. Beer) “La importancia de la autonomia”. Constance Kamii..... +++ ++ 134 UNIDAD IV. ALGUNAS ESTRATEGIAS PARA FAVORECER LA FORMACION DE VALORES EN PREESCOLAR. . . .- Presentacién. Tema 1. El método de proyectos ¢ en preescolar. “La estructura del programa”. SEP o Tema 2, Propuesta para el desarrollo de valores éticos. “Elementos del programa”. Cecilia Pliego BIBLIOGRAFIA BASICA.........- ++ Ge gape BIBLIOGRAFIA GENERAL. Gog ac aeboc0dd 149 +151 +160 + 160 182 182 PRESENTACION L: antologia de “E! nifo preescolar y los valores” propor- cionard al profesor-alumno los contenidos basicos para cubrir este curso. Consta de cuatro unidades interrelacionadas entre si. Las lecturas seleccionadas permitiran al lector introducirse en el anilisis y la reflexi6n sobre la formacién moral del nifio preescolar. Cada unidad presenta una introduccién de la misma que le permitiré el profesor-alumno un rapido panorama del contenido y Jecturas que la componen, asi mismo cada tema se inicia con una breve sintesis de lo abordado en el articulo correspondiente o la tesis que sustenta el autor del tema. La tematica puede ser amplia- da por el profesor-alumno en cualquier momento, con otros arti culos 0 fuentes bibliogrdficas a su alcance. ig MERA Ui a FILOSOFIA, ETICA Y MORAL PRESENTACION uosor eA aL Esta primera unidad del curso “El nifio preescolar y los valores” pretende dar los | elementos necesarios para ubicar al profesor-alumno dentro del campo de la ética, su relaci6n con la filosofia y otras ciencias. La atencién se centra en el estudio de la las formas de elegir y regular las acciones. Los diferentes textos que aqui se presen- tan contienen ejemplos concretos para diferenciar los tipos de valores y la forma de | moral respecto a las conductas de los individuos dentro de su cotidianeidad, asi como eleccién que se puede hacer. alumno. | Las definiciones y conceptos que contienen los textos, son sélo una referencia y | punto de partida que podrén ser contrastados con otros autores por el profesor- TEMA 1. La ética, su relacién con Ia filo- sofia, la moral y otras ciencias Lhe bel ve EL CAMPO DE LA ETICA* PRESENTACION En este tema se hace una introduccién al cam- po de la ética, utilizando palabras sencillas de facil manejo con la finalidad de diferenciar concepciones entre ética y moral. En la lectura se define a la ética como investigacién o expli- cacién de un tipo de experiencia humana sur- giendo asi su relacién con lo moral, continuando con la descripcién de ésta dentro de Ia filoso- fia y su relacién con otras ciencias: la psicolo- gia, la sociologia, teoria del derecho,la antropologia y la economta. EL CAMPO DE LA ETICA L 0s problemas éticos se caracterizan por su generalidad, y ésto los distingue de los pro- blemas morales de la vida cotidiana, que son los que nos plantean las situaciones concre- * Adolfo Sanchez Vaequet. “El campo de la ética", en: Btica. México, Grijalbo, 1977. pp. 13-26. tas. Pero, desde el momento en que la solu- cién dada a los primeros influye en la moral vivida —sobre todo cuando se trata no de una ética absolutista, aprioristica, 0 meramente especulativa—, la ética puede contribuir a fun- damentar 0 justificar cierta forma de compo: tamiento moral. Asi, por ejemplo, si la ética revela la existencia de una relacién entre el comportamiento moral y las necesidades € intereses sociales, la ética nos ayudaré a po- ner en su verdadero lugar a la moral efectiva, real de un grupo social que pretende que sus principios y normas tengan una validez uni- versal, al margen de necesidades ¢ intereses concretos. Si, por otro lado, la ética al tratar de definir lo bueno rechaza su reduccién a lo que satisface mi interés personal, propio, es evidente que influira en la practica. moral al rechazar una conducta egoista como moral- mente valiosa. Por su caracter practico, en cuanto disciplina teérica, se ha tratado de ver en la ética una disciplina normativa, cuya tarea fundamental seria seftalar la conducta mejor en sentido moral. Pero esta caracteri- zacién de la ética como disciplina normativa puede conducir —y, con frecuencia, ha con- ducido en el pasado— a olvidar su caracter propiamente te6rico. Ciertamente, muchas éticas tradicionales parten de la idea de que la misién del tedrico es, en este campo, decir a los hombres lo que deben hacer, dictando- les las normas o principios a que ha de ajus tarse su conducta. El ético se convierte asi en a PREESCOLAR 106 VALORES una especie de legisiador del comportamiento moral de los individuos o de la comunidad. Pero la tarea fundamental de la ética es la de toda teoria: 0 sea, explicar, esclarecer o in- vestigar una realidad dada produciendo los conceptos correspondientes. Por otro lado, la realidad moral varia historicamente, y con ella sus principios y normas. La pretension de for- mular principios y normas universales, al margen de la experiencia histérica moral, de- jaria fuera de la teoria la realidad misma que debiera explicar. Cierto es también que mu- chas doctrinas éticas del pasado son no ya una investigacién o esclarecimiento de la mo- ral como comportamiento efectivo, humano, sino justificacion ideolégica de una moral dada, que responde a necesidades sociales de- terminadas, para lo cual elevan sus prin: pios y normas a la categoria de principios y normas universales, validos para toda moral Pero el campo de la ética no se halla al mar- gen de la moral efectiva ni tampoco puede ser reducido a una forma determinada, temporal y relativa de ella. La ética es teoria, investigacién o expli- cacién de un tipo de experiencia humana, o forma de comportamiento de los hombres: el de la moral, pero considerado en su totalidad, diversidad y variedad. Lo que en ella se diga acerca de la naturaleza o fundamento de las normas morales ha de ser valido para la mo- ral de la sociedad griega, o para la moral que se da efectivamente en una comunidad hu- mana moderna. Esto es lo que asegura su caracter teérico, y evita que se le reduzca a una disciplina normativa o pragmética. El valor de la ética como teoria esta en lo que explica, y no en prescribir o recomendar con vistas a la accién en situaciones concretas. Como reaccién contra estos excesos normativistas de las éticas tradicionales, en los Ultimos tiempos se ha intentado restrin- gir el campo de la ética a los problemas del Ienguaje y del razonamiento moral, renuncian- do a abordar cuestiones como las de la defini- cién de lo bueno, esencia de la moral, fundamento de la conciencia moral, etc. Aho- ra bien, aunque las cuestiones acerca del lenguaje, naturaleza y significado de los jut cios morales revisten una gran importancia —y, por ello, se justifica que sean estudiadas de un modo especial en la metaética—, dichas cuestiones no pueden ser las tinicas de la éti- ca ni tampoco pueden ser abordadas al mar- gen de los problemas éticos fundamentales que plantea el estudio del comportamiento moral, de la moral efectiva, en todas sus ma- nifestaciones. Este comportamiento se presen- ta como una forma de conducta humana, como un hecho, y a la ética le corresponde dar raz6n de él, tomando como objeto de su reflexién la practica moral de la humanidad en su conjunto. En este sentido, como. toda teorfa, Ia ética es explicacién de lo que ha sido © es, y no simple descripcién. No le corres- ponde emitir juicios de valor acerca deJa prac- tica moral-de-otras sociedades, 0 de otras épocas, en nombre de una moral absoluta y universal, pero si tiene que explicar la razon de ser de esa diversidad y de los cambios de moral; es decir, ha de esclarecer el hecho de que los hombres hayan recurrido a practicas morales diferentes ¢ incluso opuestas. La ética parte del hecho de la existencia de la historia de la moral; es decir, arranca de la diversidad de morales en el tiempo, con sus correspondientes valores, principios y normas, No se identifica, como teoria, con los princi pios y normas de ninguna moral en particu- lar, ni tampoco puede situarse en,una actitud indiferente 0 ecléctica ante ellas. Tiene que buscar, junto con la explicacién de sus dife- rencias, el principio que permita comprender- las en su movimiento y desarrollo. Al igual que otras ciencias, la ética se enfrenta a hechos. El que éstos sean huma- nos implica, a su vez, que se trata de hechos valiosos. Pero ello no compromete en absolu- to las exigencias de un estudio objetivo y ra- cional. La ética estudia una forma de conducta humana que los hombres consideran valiosa y, ademas, obligatoria y debida. Pero nada de eso altera en absoluto la verdad de que la éti- ca tiene que dar razén de un aspecto real, efec- tivo, del comportamiento de los hombres. —Definicién de la ética De la misma manera que, estando estrecha- mente vinculados, no se identifican los pro- blemas tedricos morales con los problemas practicos, tampoco pueden confundirse la éti- cay la moral. La ética no crea la moral. Aun- que es cierto que toda moral efectiva supone ciertos principios, normas 0 reglas de conduc- ta, no es la ética la que, en una comunidad dada, establece esos principios, o normas. La ética se encuentra con una experiencia histé- rico-social en el terreno de la moral, 0 sea, con una serie de morales efectivas ya dadas, y partiendo de ellas trata de establecer la esen- cia de la moral, su origen, las condiciones objetivas y subjetivas del acto moral, las fuen- tes de la valoracién moral, la naturaleza y fun- cién de los juicios morales, los criterios de justificacion de dichos juicios, y el principio que rige el cambio y sucesién de diferentes sistemas morales. La ética es Ia teoria 0 ciencia del compor- tamiento moral de los hombres en sociedad. O sea, es ciencia de una forma especifica de con- ducta humana. En nuestra definicin se subraya, en pri- mer lugar, el carécter cientifico de esta disci- plina; o sea, se responde a la necesidad de un tratamiento cientifico de los problemas mora- les. De acuerdo con este tratamiento, la ética se ocupa de un objeto propio: el sector de la realidad humana que llamamos moral, cons- tituido —como ya hemos sefialado— por un tipo peculiar de hechos o actos humanos. Como ciencia, la ética parte de cierto tipo de hechos tratando de descubrir sus principios generales. En este sentido, aunque parte de datos empiricos, o sea, de la existencia de un comportamiento moral efectivo, no puede mantenerse al nivel de una simple descrip- cién o registro de ellos, sino que los trascien- de con sus conceptos, hipétesis y teorias. En cuanto conocimiento cientifico, la ética ha de aspirar a la racionalidad y objetividad mas plenas, y a la vez ha de proporcionar conoci- mientos sistematicos, metédicos y, hasta don- de sea posible, verificables. sor ena y Mona Ciertamente, este tratamiento cientifico de los problemas morales dista mucho toda- via de ser, satisfactorio, y de las dificultades para alcanzarlo siguen beneficiandose toda- via las éticas especulativas tradicionales, y las actuales de inspiracién positivista La ética es la ciencia de la moral, es de- cir, de una esfera de la conducta humana, No hay que confundir aqui la teorfa con su obje- to: el mundo moral. Las proposiciones de la ética deben tener el mismo rigor, coherencia y fundamentacién que las proposiciones cien- tificas. En cambio, ios principios, normas o juicios de una moral determinada no revisten ese caracter. Y no sélo no tienen un carécter cientifico, sino que la experiencia histérica moral demuestra que muchas veces son ine compatibles con los conocimientos que apor- tan las ciencias naturales y sociales. Por ello podemos afirmar que si cabe hablar de una ética cientifica, no puede decirse lo mismo de la moral. No hay una moral cientifica, pero si hay —o puede haber— un conocimiento de la moral que pueda ser cientifico. Aqui como en otras ciencias, lo cientifico radica en el méto- do, en el tratamiento del objeto, y no en el objeto mismo. De la misma manera, puede decirse que el mundo fisico no es cientifico, aunque si lo es, su tratamiento o estudio de él por la ciencia fisica. Pero si no hay una moral cientifica de por si, puede darse una moral com- patible con los conocimientos cientificos acer- ca del hombre, de la sociedad y, en particular, acerca de la conducta humana moral. Yes aqui donde la ética puede servir para fundamentar una moral, sin ser ella por si misma normati- va o prescriptiva. La moral no es ciencia, sino objeto de la ciencia, y en este sentido es estu- diada, investigada por ella. La ética no es la moral, y por ello no puede reducirse a un con- junto de normas y prescripciones; su mision es explicar la moral efectiva, y, en este sentido, puede influir en la moral misma. Su objeto de estudio lo constituye un tipo de actos humanos: los actos conscientes y vo- luntarios de los individuos que afectan a otros, a determinados grupos sociales, 0 a la socie- dad en su conjunto. LW PREESCOLAR LOS VALORES Stica y moral se relacionan, pues, en la definicién antes dada, como una ciencia es- pecifica y su objeto. Una y otra palabra mantie- nen asi una relacién que no tenian propiamente en sus origenes etimolégicos. Ciertamente, moral procede del latin mos 0 mores, “costum- bre” o “costumbres”, en el sentido de conjun- to de normas o reglas adquiridas por habito. La moral tiene que ver asi con el comporta- miento adquirido, 0 modo de ser conquistado por el hombre. Btica proviene del griego ethos, que significa anélogamente “modo de ser” 0 “caracter” en cuanto forma de vida también. adquirida o conquistada por el hombre. Asi, pues, originariamente ethos y mos, “caracter” y “costumbre”, hacen hincapié en un modo de conducta que no responde a una disposi- cién natural, sino que es adquirido 0 conquis- tado por habito. Y justamente, esa no naturalidad del modo de ser del hombre es lo que, en la Antigtiedad, le da su dimension moral Vemos , pues, que el significado etimolégico de moral y de ética no nos dan el significado actual de ambos términos, pero si nos insta- Jan en el terreno especificamente humano en el que se hace posible y se funda el comporta- miento moral: lo humano como lo adquirido o conquistado por el hombre sobre lo que hay en él de pura naturaleza. El comportamiento moral sélo Io es del hombre en cuanto que sobre su propia naturaleza crea esta segunda naturaleza, de 1a que forma parte su activi- dad moral —t a y filosoffa Al definirla como un conjunto sistematico de conocimientos racionales y objetivos acerca del comportamiento humano moral, la ética se nos presenta con un objeto propio que se tiende a tratar cientificamente. Esta tenden- cia contrasta con la concepcién tradicional que la reducia a un simple capitulo de Ia filosofia, en la mayoria de los casos, especulativa. 2 A En favor de esta posicién se ésgrimen di- versos argumentos de diferente peso que con- ducen.a negar el caracter cientifico € independiente de la ética. Se arguye que ésta no establece proposiciones con validez objeti- va, sino juicios de valor o normas que no pue- den aspirar a esa validez. Pero, como ya hemos sefialado, ésto es aplicable a un tipo determi- nado de ética —la normativista— que ve su tarea fundamental en hacer recomendaciones y formular una serie de normas y prescrip- ‘ciones morales; pero dicha objecién no alcan- za a la teoria ética, que trata de explicar la naturaleza, fundamentos y condiciones de la moral, poniéndola en relacién con las necesi- dades sociales de los hombres. Un cédigo moral, 0 un sistema de normas, no es cien- cia, pero puede ser explicado cientificamente, cualquiera que sea su caracter 0 las necesi- dades sociales a que responda. La moral — deciamos anteriormente— no es cientifica, pero sus origenes, fundamentos y evolucion pueden ser investigados racional y objetiva- mente; es decir, desde el punto de vista de la ciencia. Como cualquier otro tipo de realidad —natural o social—, la moral no puede ex- cluir un tratamiento cientifico. Incluso un tipo de fenémeno cultural y social como los pre- juicios no es una excepcidn a este respecto; ‘es cierto que los prejuicios no son cientificos, y que con ellos no puede constituirse una cien- cia, pero si cabe una explicacién cientifica (sis- tematica, objetiva y racional) de los prejuicios humanos en cuanto que forman parte de una realidad humana social. En la negacién de toda relacién entre la ética y la ciencia, pretende fundarse la adscripcién exclusiva de la primera a la filo- sofia. La ética se presenta entonces como una pieza de una filosofia especulativa, es decir, construida a espaldas de la ciencia y de la vida real. Esta ética filosdfica trata mas de buscar la concordancia con principios filos6- ficos universales que con la realidad moral en, su desenvolvimiento historico y real, y de ahi también el caracter absoluto y aprioristico de sus afirmaciones sobre lo bueno, el deber, los valores morales, etc. Ciertamente, aunque la — Funsora en ORAL historia del pensamiento filoséfico se halle prefiada de este tipo de éticas, en una época en que la historia, la antropologia, la psicolo- gia y las ciencias sociales nos brindan mate- riales valiosisimos para el estudio del hecho moral, ya no se justifica la existencia de una ética puramente filoséfica, especulativa o deductiva, divorciada de la ciencia y de la pro- pia realidad humana moral. En favor del caracter puramente filoséfico de la ética se arguye también que las cues- tiones éticas han constituido siempre una parte del pensamiento filosdfico. Y asi ha sido en verdad. Casi desde los albores de la filo- sofia, y particularmente desde Sécrates en la Antigiedad griega, los fildsofos no han deja- do de ocuparse en mayor o menor grado de dichas cuestiones. Y ésto se aplica, sobre todo, al largo periodo de fa historia de la filosofia, en que por no haberse constituido todavia un saber cientifico acerca de diversos sectores de la realidad natural o humana, la filosofia se presentaba como un saber total que se ocu- paba practicamente de todo. Pero, en los tiem- pos modernos, se sientan las bases de un verdadero conocimiento cientifico —que es, originariamente, fisico-matematico—, y a me- dida que el tratamiento cientifico va exten- diéndose 2 nuevos objetos o sectores de la realidad, comprendiendo en ésta la realidad social del hombre, diversas ramas del saber se van desgajando del tronco comin de la fi- losofia para constituir ciencias especiales con una materia propia de estudio, y con un tra- tamiento sistematico, metédico, objetivo y racional comin a las diversas ciencias. Una de las ultimas ramas que se han desprendido de ese tronco comtin es la psicologia —cien- cia natural y social a la vez—, aunque haya todavia quien se empefie en hacer de ella — como tratado del alma— una simple psicolo- gia filoséfica. Por esa via cientifica marchan hoy diver- sas disciplinas —entre ellas la ética— que tra- dicionalmente eran consideradas como tareas exclusivas de los filésofos. Pero, en la actuali- dad, este proceso de conquista de una verda- A dera naturaleza cientifica cobra mas bien el caracter de una ruptura con las filosofias es- peculativas que pretenden supeditarlas, y de un acercamiento a las ciencias que ponen pro- vechosas conclusiones en sus manos. La éti- ca tiende asi a estudiar un tipo de fenomenos que se dan efectivamente en la vida del hom- bre como ser social y constituyen lo que Ila~ mamos el mundo moral; asimismo, trata de estudiarlos no deduciéndolos de principios absolutes 0 aprioristicos, sino hundiendo sus raices en la propia existencia historica y so- cial del hombre. Ahora bien, el hecho de que la ética, asi concebida —es decir, con un objeto propio tra- tado cientificamente—, busque la autonomia propia de un saber cientifico, no significa que esta autonomia pueda considerarse absoluta con respecto a otras ramas del saber, y, en primer lugar, con respecto a la filosofia mis- ma. Las importantes contribuciones del pen- samiento filoséfico en este terreno —desde la filosofia griega hasta nuestros dias—, lejos de quedar relegadas al olvido han de ser muy tenidas en cuenta, ya que en muchos casos conservan su riqueza y vitalidad. De ahi la necesidad y la importancia de su estudio. Una ética cientifica presupone necesaria- mente una concepcién filoséfica inmanentista y racionalista del mundo y del hombre, en la que se eliminen instancias 0 factores extra: mundanos 0 suprahumanos, irracionales. En consonancia con esta vision inmanentista y racionalista del mundo, la ética cientifica es incompatible con cualquier cosmovisién universal y totalizadora que pretenda situar- se por encima de las ciencias positivas o en contradiccién con ellas. Las cuestiones éticas fundamentales —como, por ejemplo, las de las relaciones entre responsabilidad, libertad y necesidad— tienen que ser abordadas a par- tir de supuestos filos6ficos cardinales como el de Ja dialéctica de la necesidad y la liber- tad. Pero en este problema, como en otros, la ética cientifica ha de apoyarse en una filoso- fia vinculada estrechamente a las ciencias, y no en una filosofia especulativa, divorciada 2. PREESCOLAR 05 ones de cllas, que pretenda deducir la solucion de los problemas éticos de principios absolutos. A'su vez, como teoria de una forma espe- cifica del comportamiento humano, la ética no puede dejar de partir de cierta concepcion filoséfica del hombre. La conducta moral es propia del hombre como ser histérico, social y practico, es decir, como un ser que trans- forma conscientemente el mundo que le ro- dea; que hace de la naturaleza exterior un mundo a su medida humana, y que, de este modo, transforma su propia naturaleza. El comportamiento moral no es, por tanto, la manifestacién de una naturaleza humana eterna e inmutable, dada de una vez y para siempre, sino de una naturaleza que esta siempre sujeta al proceso de transformacién que constituye justamente la historia de la humanidad. La moral, y sus cambios funda- mentales, no son sino una parte de esa his- toria humana, es decir, del proceso de autoproduccién o autotransformacién del hombre que se manifiesta en diversas formas, estrechamente vinculadas entre si: desde sus formas materiales de existencia a sus for- mas espirituales, a las que pertenece la vida moral. Vemos, pues, que si la moral es inse- parable de la actividad practica del hombre —material y espiritual—, la ética no puede dejar de tener nunca como fondo la concep- cién filoséfica del hombre que nos da una visién total de éste como ser social, histérico y creador. Toda una serie de conceptos que la ética maneja de un modo especifico, como los de libertad, necesidad, valor, conciencia, sociatidad, etc., presuponen un esclareci- miento filoséfico previo. Asimismo, los pro blemas relacionados con el conocimiento mo- ral, 0 con la forma, significacién y validez de los juicios morales requieren que la ética re- curra a disciplinas filos6ficas especiales como la légica, la filosofia del lenguaje y la episte- mologia. En suma, la ética cientifica se halla vin- culada estrechamente a la filosofia, aunque como ya hemos sefialado no a cualquier filo- sofia, y esta vinculacién, lejos de excluir su cardcter cientifico, lo presupone necesaria- mente cuando se trata de una filosofia que se apoya en la ciencia misma. —La ética y otras ciencias Por su objeto —una forma especifica del com- portamiento humano—, la ética se relaciona con otras ciencias que estudian, desde diver- ‘508 angulos, las relaciones y el comportamien- to de los hombres en sociedad, y que proporcionan datos y conclusiones que con- tribuyen a esclarecer el tipo peculiar de con- ducta humana que es la moral. Los agentes morales son, en primer Iu- gar, individuos concretos que forman parte de una comunidad. Sus actos morales sélo son tales en sus relaciones con los demas; sin embargo, presentan siempre un aspecto sub- jetivo, interno, psiquico, constituido por mo- tivos, impulsos, actividad de la conciencia que se traza fines, selecciona medios, decide en- tre diversas alternativas, formula juicios de aprobacién 0 desaprobacién, etc.; de ese as- pecto psiquico, subjetivo, forma parte también la actividad subconsciente. Aunque el com- portamiento moral responda —como vere- mos— a la necesidad social de regular las relaciones de los individuos en cierta direc- cién, la actividad moral es siempre vivida in- terna o intimamente por el sujeto en un proceso subjetivo a cuyo esclarecimiento con- tribuye poderosamente la psicologia. Como ciencia de lo psiquico, la psicologia viene en ayuda de la ética al poner de relieve las leyes que rigen las motivaciones internas de la con- ducta del individuo, asi como al mostrarnos la estructura del caracter y de la personali- dad. Le aporta asimismo su ayuda al exami- nar-los actos voluntarios, la formacién de habitos, la génesis de la conciencia moral y de los juicios morales. En pocas palabras, la psicologia presta una importante contribucién a la ética al esclarecer las condiciones inter- nas, subjetivas, del acto moral. Asi, pues, en cuanto que los actos morales son actos de aera individuos concretos que los viven o in- teriorizan de acuerdo con cierta constitucién psiquica, la ética no puede prescindir de la ayuda de la psicologia, entendida no sélo en el sentido tradicional de ciencia de lo psiqui co consciente, sino también como psicologia profunda, o de los factores subconscientes que escapan al control de la conciencia, y que no dejan de influir en el comportamiento de los individuos. La explicaci6n psicolégica de la conducta humana permite comprender las condiciones subjetivas de los actos de los individuos, y, de este modo, contribuye a entender su di- mensién moral. Problemas morales como el de la responsabilidad y el de la culpabilidad no pueden abordarse al margen de los facto- res psiquicos que han intervenido en el acto con respecto al cual el sujeto se considera res- ponsable y culpable. La psicologia, asimismo, con su anélisis de las motivaciones o impul- sos irresistibles, nos hace ver cudndo un acto humano escapa a una valoracién o enjuicia- miento moral. Por todas estas razones, al es- tudiar el comportamiento moral, la ética no puede prescindir de los datos que brinda la psicologia y las conclusiones a que llega. Aho- ra bien, cuando se sobreestima este aspecto subjetivo de la conducta humana, es decir, el papel de los factores psiquicos, y se relega al olvido el aspecto objetivo y social del compor- tamiento humano, hasta el punto de hacer de él la clave de la explicacién de la conducta moral, se cae entonces en el psicologismo éti- co, es decir, en la tendencia a reducir lo moral a lo psiquico, y a considerar la ética como un simple capitulo de la psicologia. Sin embar- go, aunque los actos morales tienen su co- rrespondiente lado psiquico, la ética no se reduce a la psicologia. La ética mantiene también estrecha rela- cin con las ciencias que estudian las leyes que rigen el desarrollo y la estructura de las sociedades humanas. Entre estas ciencias sociales figuran la antropologia social y la so- ciologia. En ellas se estudia el comportamiento del hombre como ser social en el, marco de unas relaciones dadas; se estudian asimismo sor, enc YORAL las estructuras en que se integran esas rela~ ciones, asi como las formas de organizacion y de relacién de los individuos concretos en el seno de ellas. Esas relaciones, asi como las instituciones y organizaciones sociales, no se dan al margen de los individuos, pero a las ciencias sociales les interesa, sobre todo, no el aspecto psiquico o subjetivo de la conducta humana —que es, como hemos sefalado, una tarea de la psicologia—, sino las formas so- ciales en el marco de las cuales actian los individuos. El sujeto del comportamiento moral es el individuo concreto, pero en cuanto que éste es un ser social y forma parte, independien- temente del grado de conciencia que tenga de ello, de determinada estructura social y se inserta en un tejido de relaciones sociales, su modo de comportarse moralmente no puede tener un caracter meramente individual, sino social. Los individuos nacen en una sociedad dada, en la que rige una moral efectiva que no es la invencién de cada individuo en parti- cular, y que cada uno encuentra como un he- cho objetivo, social. Esa moral résponde, como veremos mas adelante, a necesidades y exi- gencias de la vida social. En virtud de esta relacin entre moral y sociedad, la ética no puede prescindir del conocimiento objetivo de las estructuras sociales, de sus relaciones ¢ instituciones, que le proporcionan las cien- cias sociales y, particularmente, la sociologia como ciencia de la sociedad. Pero por importante que sea —y lo es en alto grado— el conocimiento de los factores sociales del comportamiento moral éste no se reduce a una mera expresi6n de ellos; por otro lado, aunque los actos morales individuales se hallen condicionados socialmente, no se re- ducen a su forma social, colectiva e imperso- nal. Para que pueda hablarse propiamente del comportamiento moral de un individuo, es preciso que los factores sociales que influyen en ély lo condicionan sean vividos personal- mente, pasen por su conciencia, 0 sean interiorizados, pues s6lo asi podremos hacer- Je responsable de su decisin y de su accion. Se requiere, en efecto, que el individuo, sin uo PLESEOLARY LOS VALORES dejar de estar condicionado socialmente, dis- ponga del necesario margen individual para poder decidir y actuar; s6lo asi podremos de- cir que se comporta moralmente. Por todas estas razones, llegamos a la conclusi6n de que el estudio de la conducta moral no puede ago- tarse en su aspecto social, y de que la ética no es reducible a la sociologia. La reduccién de los actos morales a hechos sociales, y la busqueda de la clave de la explicacion de los primeros en los segundos conduce al socio- logismo ético, es decir, a la tendencia a con- vertir la ética en un capitulo de la sociologia. Esta ultima aporta datos y conclusiones in- dispensables para el estudio del mundo mo- ral, pero no puede reemplazar a la ética, Mientras que la sociologia pretende estu- diar la sociedad humana en general, sobre la base del andlisis de las sociedades concretas, a la vez que investiga los factores y condicio- nes del cambio social, es decir, del paso de una formacién social a otra, la antropologia social estudia, sobre todo, las sociedades pri- mitivas 0 desaparecidas, sin preocuparse de su insercién en un proceso hist6rico de cam- bio y sucesion. Dentro del estudio de la con- ducta de esas comunidades, entra también el analisis de su conducta moral. Sus datos y conclusiones revisten gran importancia en el examen de los origenes, fuente y naturaleza de la moral. Los antropélogos han logrado establecer correlaciones entre la estructura social de una comunidad, y el cédigo moral que las rige, demostrando con ello que las normas que hoy, conforme a nuestro cédigo moral actual, parecen en algunos casos in- morales —como la de no respetar la vida de los ancianos y de los prisioneros—, respon- den a cierto modo de vida social. Las conclu- siones de los antropélogos constituyen una seria advertencia contra los intentos de los tedricos de la moral que, desconociendo 1a relacién entre ésta y las condiciones concre- tas sociales; tratan de clevar al plano de lo absoluto determinados principios y normas que corresponden a una forma concreta de vida social. Y esta advertencia se legitima asi- mismo con el estudio —desdefiado casi siem- A pre por la ética tradicional— de la historia de la moral como proceso de sucesién de unas morales efectivas por otras. Si existe una diversidad de morales no s6lo en el tiempo, sino en el espacio, y no sélo en las sociedades que se insertan en un pro- ceso histérico definido, sino incluso en aque lias sociedades hoy desaparecidas que precedieron a las sociedades historicas, Ia éti- ca como teoria de la moral ha de tener pre- sente un comportamiento humano que varia y se diversifica en el tiempo. El antropélogo social, por un lado, y el historiador por otro, ponen ante nosotros la relatividad de las mo- rales, su caracter cambiante, su cambio y sucesion al cambiar y sucederse sociedades concretas. Pero ésto no significa que el pasa- do moral de la humanidad sea sélo un mon- ton de ruinas, y que todo lo que en otros tiempos tuvo una vitalidad moral se extinga por completo, al desaparecer la vida social a Ja que respondia determinada moral. Los da- tos y conclusiones de la antropologia y la his~ toria contribuyen a que la ética se aleje de una concepcién absolutista o-suprahistorica de la moral, pero a la vez le plantea la necesi- dad de abordar el problema de si, a través de esta diversidad y sucesién de morales efecti- vas, existen también, junto a sus aspectos histéricos y relativos, otros que perduran, sobreviven 0 se enriquecen, elevandose a un plano moral superior. En suma, la antropolo- gia y la historia, a la vez que contribuyen a establecer la correlacién entre moral y vida social, plantean a la ética un problema fun- damental: el de determinar si existe un pro- greso moral ‘Toda ciencia del comportamiento huma- no, 0 de las relaciones entre los hombres, puede dar una aportacién provechosa a la éti ca como ciencia de la moral. Por ello, también la teoria del derecho puede aportar semejan- te contribucion en virtud de su estrecha rela- cién con la ética, ya que una y otra disciplina estudian la conducta del hombre como con- ducta normativa. En efecto, ambas ciencias abordan el comportamiento humano sujeto a normas, aunque en el terreno del derecho se yr trata de normas que se imponen con una obli- gatoriedad externa ¢ inchuso coercitiva, mien- tras que en la esfera de la moral las normas, siendo obligatorias, no se imponen coerciti- vamente. La ética se halla vinculada, asimismo, con Ja economia politica como ciencia de las rela- ciones econémicas que los hombres contraen en el proceso de producci6n. Esa vinculacién tiene por base la relacién efectiva, en la vida social, de los fenémenos econémicos con el mundo moral, Se trata de una relacién en un doble plano: ajEn cuanto que las relaciones econémicas influyen en la moral dominante en una so- ciedad dada. Asi, por ejemplo, el sistema econémico en el que la fuerza de trabajo se vende como mercancia y en el que rige Ja ley de la obtencién del maximo beneficio posible, genera una moral egoista e indi- vidualista que responde al afan de lucro. El conocimiento de esa moral tiene que basarse en los datos y conclusiones de la economia politica acerca de ese modo de produccién, 0 sistema econdmico. b)En cuanto que los actos econémicos —pro- duccién de bienes mediante el trabajo y Auosor, Ec ¥ MORAL apropiacién y distribucién de ellos— no pue- den dejar de tener cierta coloracién moral. La actividad det trabajador, la division so- cial del trabajo, las formas de propiedad de los medios de produccién y la distribucién social de los productos del trabajo huma- no, plantean problemas morales. La ética como ciencia de la moral no puede dejar-en la sombra los problemas morales que plan- tea, particularmente en nuestra época, la vida econémica, y a cuyo esclarecimiento contribuye la economia politica, como cien- cia de las relaciones econémicas 0 de los modos de produiccién. Vemos, pues, que la ética se relaciona estre- chamente con las ciencias del hombre, o cien-° cias sociales, ya que el comportamiento moral no es sino una forma especifica del compor- tamiento del hombre, que se pone de mani. fiesto en diversos planos: psicologico, social, practico-utilitario, juridico, religioso 0 estéti- co. Pero la relacién de la ética con otras cien- cias humanas 0 sociales, que tiene por base la estrecha relacién de las diversas formas de conducta humana, no puede hacernos olvi- dar su objeto especifico, propio, como ciencia del comportamiento moral. os vores TEMA 2. La moral y la cotidianeidad 1h ea RU Ys 12d. OY fae 2 (a4.114) Reentry PRESENTACION En este tema se aborda el papel de la moral en 1a experiencia cotidiana tanto en los comporta- mientos como en la comunicacin de los seres humanos, en tanto que se aprueba o desaprue- ban, siendo la persona quien ejercita su liber- tad al tomar decisiones en sus acciones y juicios referentes alo bueno 0 malo, lo correcto 0 lo incorrecto. En el ejercicio de la libertad se contrae una obligacién para consigo y para la sociedad. En este sentido hay un ejercicio de regulacién de tas acciones. La experiencia cotidiana de la moral es un fe- némeno que se da dentro de una cultura espe- cifica marcando una diferencia entre una comunidad y otra. EL PAPEL DE LA MORAL EN LA EXPERIENCIA COTIDIANA L a moral juega un gran papel en la expe- riencia cotidiana: en todos los comporta mientos y usos linghisticos de los seres hu- manos se manifiesta de manera mas 0 menos pronunciada un determinado compromiso que, a su vez, se basa en unas valoraciones determinadas * Annemarie Pieper. “El papel de la moral en la expe. riencia cotidiana”, en: Etica y moral. Una introdue- cién a ta filosofia préctica. Barcelona, Ed. Critica, 1991. pp. 26-37, Es justamente la humanidad del ser hu- mano en tanto que miembro de una sociedad lo que hace que no se muestre sencillamente indiferente ante lo que digan y hagan las otras personas, sino que tome partido y exprese, manifestando su alabanza y su censura, su aprobacién y su desaprobacién, su acuerdo y su rechazo, lo que considera bueno o malo, acertado o desacertado. Esta posibilidad esen- cial de no aceptar acriticamente todo lo que acaece, sino —sea por interés propio, por con- viccién interna o por una finalidad conside- rada universalmente como deseable— de manifestar la actitud personal de cada uno en el seno de la comunidad de individuos que actiian y se comunican entre si, constituye un indicio de la libertad como fundamento-de toda praxis humana. Ademés, esta posibilidad neutraliza el peligro de que la libertad se convierta en falta de libertad. En nada son tan grandes las dife- rencias de opinién y las contradicciones en- tre puntos de vista incompatibles entre si como en el enjuiciamiento de acciones en lo relativo a st correccién y moralidad. Lo que uno considera bueno, otro lo rechaza sin pa- liativos y con frecuencia sin estar siquiera dispuesto a que se cuestione su punto de vis- ta, es decir, a someterlo a la critica y a en- frentarse a argumentos contrarios. Este tipo de posturas de las que se afirma dogma- ticamente que son inobjetables aparecen como meros prejuicios consolidados y no resultan ser sino formas de «moralismor 0 éfariseismo» que no entienden la libertad como la liber- tad de todos, sino que la malinterpretan como libertad de unos pocos elégidos. Las conse- cuencias de esta clase de ethos acritica- mente generalizado son conocidas: perse- cuci6n religiosa, difamacién de minorias, dis- criminacion racial, proscripcién de los que piensan politica 0 ideologicamente de otra manera, desprecio a quienes practican otra moral, etc. Los hombres resultan dividi- dos entonces en clases y clasificados en super- hombres ¢ infrahombres y esto se hace segiin la escala de valor de quien se aferra a una posicién absoluta y no se muestra dispuesto a cuestionarla. a uso eA Y wor La libertad como fundamento de la praxis, humana no significa una libertad arbitraria y carente de reglas que permita hacer a cuai- quiera lo que se le antoje. Pues sucede que el hombre, a diferencia del animal, no esta épti- mamente programado a través de los instin- tos y los impulsos como para que la libertad sea superflua, La libertad humana en tanto que libertad moral consiste, mas bien, en dar- se a si mismos reglas para el gobierno de los sentidos, concebidos como condicionados por necesidades e impulsos, pero no como deter- minados sin mas por éstos, y en obedecer a estas regias con libertad y para el manteni- miento de la libertad. Sélo a través de la auto- obligacion a tales reglas de la libertad se configura lo que puede llamarse una obligato- riedad y con ella una moral. Una libertad carente de reglas no es hu- mana; es, mas bien, una libertad inhumana. E] otro extremo, una libertad determinada totalmente por reglas, congelada en mecanis- mos coercitivos —como en el caso, por ejem- plo, de los estados o las sociedades de caracter totalitario, donde no existe margen de manio- bra alguno para la libertad del individuo—, es igualmente inhumano. La libertad moral, en cambio, se autoimpone reglas en beneficio de la libertad de todos, reglas a cuyo cumpli- miento se obliga de manera analoga a como se aceptan en los juegos, en los que la exis- tencia de reglas, lejos de anularlos, los hacen precisamente posibles como tales juegos. ¢Cuél es, asi, el contenido exacto de la palabra moral? Una moral es el conjunto de normas y valores que merecen el reconocimiento gene- ral, y son por ello vinculantes, y que bajo la forma de — obligaciones (debes hacer...) 0 — prohibiciones (no debes hacer. apelan a la comunidad de sujetos actuantes. Toda moral es asi, en tanto que historicamente formada e histéricamente cambiante con el canon de reglas vinculado con la idea de la libertad que se hacen los hombres, una mo- A ral de grupo cuya validez no puede extender- se sin mas fuera de los miembros del grupo en cuestién. El intento de destilar una moral humana general a partir de la diversidad de morales existentes no se malograria, en ultima instan- cia, por el desacuerdo en cuanto a normas basicas o valores fundamentales de caracter universal, pues hasta cierto punto parece in- dudable que ninguna moral puede prescindir de las ideas de libertad, igualdad, dignidad humana, justicia, etc. La verdadera dificul- tad consiste, mas bien, en la saplicacién» de las reglas de una moral universal de estas caracteristicas en el contexto de formas de vida y ambientes culturales diversos, producto de experiencias histéricas distintas. Esto ¢s,. la dificultad estriba en compaginar aquella moral con las variadas condiciones de vida (clima, situacion geografica, confesiones reli- giosas, nivel econémico, estado de la civiliza~ cion, etc.). También la tradicién y la convencién contribuyen en gran medida a determinar el horizonte de significaciones de‘una sociedad representado por su cédigo moral, generando versiones distintas y en ocasiones incluso con- tradictorias de una misma norma basica Los datos que poseemos acerca de las reglas mo: rales de conducta y sus interrelaciones en grupos étnicos determinados son de importancia para la ética, porque de esta clase de investigaciones inferimos que a partir de idénticos principios mo- rales pueden surgir «paisajes morales completa- mente distintos segtin las condiciones geograticas, econémicas e histéricas en las que viven los’ integrantes de aquellos grupos (G. Patzig, «Relati- vismus und Objektivit&t moralischer Normen», en Ethik ohne Metaphysik, p. 79). Qué significa exactamente que a partir de identicos principios morales puedan sur- gir, sin embargo, «paisajes morales» comple- tamente distintos? Un ejemplo extremo puede ser ilustrativo: En algunos grupos primitives, como por ejemplo los es- quimates, parece haber sido habitual dar muerte a las personas viejas y débiles. Bsta regia se encuentra en brusca contradiccion con nuestra idea de la dignidad humana y sélo es comprensible en ¢l contexto de las, EL No PRESCOLAR Y LOS VALORES extremas condiciones de vida determinadas por el ca- racter absolutamente inhdspito del medio ambiente y la escasez de alimentos. Sélo ast puede legarse a enten- der que la norma moral segtin la cual hay que buscar et bien para los padres y ahorrarles el dolor se cumpla de tal forma que se les evite una muerte muy penosa dan- doles muerte de manera indolora, con lo que se viene a incrementar las posibilidades de supervivencia de los mas j6venes. Es decir, se cumple con el principio moral de shacer el bien a los padres», desde luego, pero de una forma que a nosotros nos parece exactamente lo contrario de una praxis moral. Sin embargo, cuando se piensa con eudnto desafecto se relega entre nosotros a las personas de edad, a menudo en ausencia de necesidad material, en asilos de ancia: nos 0 residencias de la tercera edad, hay razones para preguntarse si esta forma de «arrineonamientov es real- ‘mente mucho mas compatible con la dignidad humana que la prdctica de las liamudas tribus sprimitivasy Debe tenerse presente que la muerte de los ancianos se producia entre los esquima- les no contra la voluntad de éstos, sino con su consentimiento. Ellos habian sido educa- dos en un grupo en el que esta regla tenia vigencia y conocian su significado. Es decir, de ningun modo se les aplicaba una medida coactiva o violenta en sentido propio. Entre las tribus pobladoras de las montafias del Japén era costumbre que tas personas mayores, cuando no podian ya valerse, se retirasen por propia voluntad al monte para morir alli y no ser una carga para nadie, La cuestién que se plantea en este con- texto es como hay que juzgar desde un punto de vista ético estas diversas practicas. Aqui no se hace ciertamente con tolerancia, como estima el etnélogo Melville J. Herskovits, quien ha enunciado las tres tesis siguientes: 1, Bl individuo realiza su personalidad en el mar- co de su cultura; por eso, la atencién a las dife- rencias individuales presupone la atencién a las diferencias culturales. 2. La atencién a las diferencias culturales se si gue del hecho cientifico de que atin no ha sido descubierto ningin método para la valoracién eua- litativa de las culturas. 8. Las escalas y valores son relatives a le cultura de la que se derivan. Por eso, todo intento de formular pos- tulados procedentes de las conviceiones 0 del eédigo moral de una sola cultura irfa en detrimento de la aplicabilidad de una declaracién de derechos huma- nos @ la humanidad en su conjunto (sEthnologischer Relativismus und Menschenrechtes, en Texte zur Bthik, pp. 39 y s8.)." La conclusién ética en lo relativo a los casos anteriormente sefialados deberia ser més bien que se haga todo lo posible para que las condiciones de vida y los condicionamientos econémicos de esas personas mejoren de tal manera que las practicas que se han descrito se hagan obsoletas por si mismas. Hasta aqui se ha hablado de la moral de grupo en el marco de ambitos culturales di- versos. Pero en el terreno de la experiencia cotidiana, uno tropieza con la moral no sélo como un fenémeno cultural especifico que circunscribe, de manera diferenciada de los sentidos asociados a otras comunidades so- ciales 0 nacionales, el horizonte de significa- cién de la comunidad de accién en la que se ha educado el individuo y en la que esta la- mado a intervenir activamente, sino mas bien se la encuentra —en el seno de la moral co- lectiva— bajo la forma de morales particula- res cuyas reglas sélo tienen validez para una parte del grupo total, + Asi, la moral cristiana se dirige, alegando que sus reglas morales tienen un fundamen- to religioso, a los cristianos, dandose el caso de que estas reglas se perfilan de manera distinta, tanto en forma como en conteni do, segtin se trate de la confesién catélica 0 de la protestante, para no hablar de las nu- merosas sectas y doctrinas afines Asi toda profesién ha desarrollado, de ma- nera mas o menos explicitada, su propia ética profesional o gremial, cuyas normas sélo son vinculantes para quien ha elegido y ejerce la profesién en cuestion. EI ‘Juramento de Hipécrates*, por ejemplo, obliga a los médicos a aplicar en su actividad facultativa ta exigen- a yy cia moral universal de ayudar al préjimo si éste to nece- sita, de tal manera que deben velar segiin su mejor sa ber y su conciencia por el bienestar fisico y la salud de los pacientes que les hayan sido confiados. La ética del profesor consiste en la exigencia de ensenar fa sus alumnos, mediante la adecuada transmision de Geterminados saberes, al objeto de hacer de ellos perso- nas edueadas y aduttas, La ética del conductor de autobis consiste en asumir ta responsabilidad de que sus pasajeros leguen sanos y salvos a sus destinos, Esta lista podria alargarse a voluntad e incluir desde la moral del obrero», la «moral del empleado» y la «moral de funcionario» hasta la «moral del ama de casa». Todas estas mo- rales de grupos profesionales se basan en el principio moral general que consiste en hacer cada cual su oficio lo mejor que pueda. Aqui, por tanto, se reconoce en el trabajo un valor en si mismo, o dicho de otra manera: el tra~ bajo no se define s6lo por las reglas técnicas que permiten un proceso laboral fluido, sino que es también una actividad que se ejerce sobre la base de unas reglas morales, parti- cularmente en el caso de que directa o indi- rectamente resulten afectadas otras personas. Un caso especial es la moral de una ban- da de ladrones. También en este caso se trata de una moral de grupo sin la que no funcio- naria la comunidad de los ladrones. Asi, hay que regular, por ejemplo, seguin qué criterios se ha de distribuir el botin para que haya acuerdo; como ha de comportarse aquél que es detenido por la policia (no debe «cantar» para no perjudicar a los otros), etc. Se trata del llamado honor del bandido, de la ética del delincuente profesional, que es al mismo tiem- po una moral de grupo. Otras especializaciones de la moral gene- ral de grupo de una comunidad o de una so- ciedad se articulan, de un lado, en eédigos de honor y, de otro, en zonas de tabu respetadas con frecuencia de manera tacita. Aqui se tor- nan manifiestas determinadas valoraciones evidentes por si mismas que son mediadas por procesos de reconocimiento. La honorabilidad profesional o gremial, por ejemplo, est estrechamente relacionada con las reglas sinitetizadas en la ética profe- LOS CAV MORAL sional y quien transgrede estas réglas lesiona no sdlo su propia reputacion, sino la de toda la profesion Un comerciante que venda mercanela de valor inferior a precios sobrevalorados lesiona su honorabilidad profes: nal, de la misma manera que un politico que sélo persi- {ga sus propios intereses de poder en lugar de defender fa causa por él representada, o que un artesano que tra~ baje de forma deficiente, En estos casos, las personas en cuestién son privadas de reconocimiento no sélo por parte de los afectados (se deja de comprar en su tienda, be deja de votar su candidatura, se deja de tlamarles para efectuar reparaciones}, sino también por parte de los grupos profesionales de tos que forman parte, lo que puede conducir a st exclusion de los mismos. Por el contrario, un comportamiento es- pecialmente modélico al servicio del préjimo suele ser distinguido con la alabanza publica oa través de la concesién de recompensas y condecoraciones. El honor tribal y familiar constituye una variante singular del cédigo de honor. Tam- ign en este caso una transgresion de las re- glas (por ejemplo, un matrimonio no deseado por el grupo o una intervencién desde fuera, del tipo de una violacién de los limites esta- blecidos) se castiga en la mayoria de las veces con la exclusién del clan familiar y a veces, aun hoy, con una venganza sangrienta. En la experiencia cotidiana se constata que la contravencién de un tabti es conside- rada como un atentado moral especialmente grave contra la decencia y las buenas costum- bres. Si anteriormente pertenecian esencial- mente a los ambitos religiosos y sexual los aspectos (de lo sagrado, Io luminoso, asi como determinadas variantes erdticas) que, median- te prohibicién y bajo amenaza de graves cas- tigos, se declaraban inaccesibies (sintocables») y quedaban sustraidos a la praxis humana normal, en Ja actualidad es la esfera indivi- dual privada e intima de cada cual lo que ha asumido rasgos de tabu. Tanto la excesiva exhibicion de este Ambito personal por parte de personalidades conocidas como, por otro lado, el asalto abierto de los medios de comu- nicacion son normalmente considerados por la mayoria, a pesar de la curiosidad de! pu- blico, como una injerencia desvergonzada € Aa ELNINO PREESCOLA LOS VALORES inaceptable en cosas que en nada conciernen a la opinién publica. Es esencial preguntar siempre, a props sito de los diferentes tabties, hasta qué punto sirven atin realmente a la proteccién de valo- res auténticos como la dignidad humana y la libertad personal, o si bien han quedado des- virtuados y reducidos a meros instrumentos de presién para limitar conductas no acepta- das y para extender mas alla de la medida tolerada las funciones de control. Los tabtes pueden envejecer y ser abandonados cuando se pone de manifiesto que la gente ha esta~ blecido una relacién mas natural 0 mas in- formada con los émbitos originariamente tabuizados, de tal modo que las viejas prohi- biciones resultan caducas o requieren cam- bios. Como ejemplo a este respecto habria que referirse a la diferente valoracién del incesto y de la homosexualidad Los sistemas morales esbozados hasta ahora juegan un gran papel en ia vida coti- diana, en el trato con las personas, en las re- laciones interhumanas, sin que la mayoria de la gente tenga una idea clara y explicitamen- te formulada de hasta qué punto su conducta comunicativa esta determinada —e incluso reglamentada— por esas morales. Slo cuan- do surgen conflictos personales (de concien- cia) en el terreno privado o cuando se tratan en la discusién publica problemas que se de- rivan de una colisién de normas o valores se hace consciente el individuo, por un lado, de Ja manera tan obvia como sigue, sin cuestio- narlas, determinadas reglas morales inter- nalizadas y, por otro, también, no obstante, de su responsabilidad personal, de la que no queda en modo alguno eximido por el aca- tamiento a las prescripciones de la moral vigente. Se puede distinguir tres tipos principa- les de colisiones de normas o valores sus- ceptibles de conducir a un conflicto de conciencia: + Puede suceder, en primer 1ugar, que entren en colisién normas pertenecientes al mis- mo sistema moral. — Tal es ef caso, por ejemplo, cuando la regla de decir siempre la verdad no puede compatibilizarse, en una determinada situacién, con la regla de no aumentar ef dolor de nadie, de tal manera que si se dice la verdad el resultado es un sufrimiento mayor, pero callarla obliga a constantes mentiras. —Oiro caso es aquél en el que la salvacién dela vida de una persona sélo es posible si se rompe una promesa 0 a través de Ia traicién. + Puede suceder, en segundo lugar, que en- tren en colisién normas pertenecientes a sistemas morales distintos, — Para un pacifista, por ejemplo, es incompatible ta exi- gencia de no empuftar armas y mantenerse al margen de toda accién bélica con la exigencia del Estado de de- fender ta patria si es preciso con las armas. — La prohibicién de ta Iglesia catélica de utilizar sa pi dorar como método anticonceptive puede chocar con ia indicacién médica o social de evitar un embarazo que podria acarrear los mas graves datos fisicos y psiqui cos, + Puede suceder finalmente, en tercer lugar, que una norma o un valor que goza del re- conocimiento general contradiga tan profun- damente la autodefinicién de una persona que su acatamiento dificulte de manera in- tolerable la libre autorrealizacién a la que esa persona tiene un derecho moral. Aqui, el conflicto surge no de la incompatibilidad entre normas generales o sistemas de nor- mas, sino del choque entre una norma ge- neralmente reconocida y una norma individual interpretada de una determina- da manera. — Tal es el caso, por ejemplo, cuando alguien tiene una inclinacién homosexual y aborrece las relaciones heterosexuales, — Otro ejempio: cuando los cos miembros de una pareja consideran el matrimonio como una institucién coerciti- va que limita su libertad personal, por lo que viven jun- tos sin casarse. El rasgo comtin de las diferentes situa- ciones de conflicto estriba en que no pueden ser resueltas a priori, caso por caso, y de ma- nera que obligue a todos por alguna autori- dad 0 instancia ptiblica. Mas bien son los individuos afectados quienes, en ejercicio de su propia responsabilidad, deben decidir. Ciertamente, las discusiones pitblicas 0 pri- vadas pueden ayudar a encontrar, a partir de Jos argumentos a favor y en contra, buenas motivaciones para una u otra solucién, asi como lamar la atencién acerca de las posi- bles consecuencias de la decisién que se tome; por otro lado, las regulaciones legales pueden limitar el ambito de decision. Sin embargo, quien ha de tomar la decision es la persona que se encuentra sumida en una situacion de conflicto y la ha de tomar consciente de su responsabilidad moral, es decir, no de mane- ra arbitraria y siguiendo exclusivamente su antojo y voluntad personal, sino teniendo pre- sente lo que reviste validez en la comunidad a Ja que pertenece. Debe, asi, estar dispuesta a justificarse ante su comunidad con respecto ‘a su decision y, por tanto, a exponer los moti- vos que le mueven a actuar como lo hizo 0 como le gustaria hacerlo, Independientemen- te del tenor efectivo de su decisién, en los ca- sos sefialados a titulo de ejemplo, siempre chocara con una u otra norma y en esta me- dida ira asociada a un cierto grado de culpa moral. Pero la fundamental disposicion a jus tificar la decision tomada, a responder ante los demas, es un indicio de que no se ha ac- tuado inmoralmente, sino mas bien de que en casos excepcionales y situaciones extremas puede ser licito no cumplir con la exigencia de una determinada norma moral y si, en cam- bio, con la de una norma valorada como su- perior. La moral vigente puede ser cuestionada 0 negada por razones de moratidad. En los diferentes sistemas morales hist6- ricamente formados se pone de manifiesto un pluralismo de normas, que determina la praxis cotidiana y con ella también la idea de liber- tad que se hacen las personas. Esto se refleja en una multiplicidad de obligaciones, prohi- biciones, indicaciones de actuacién, reglas, prescripciones, etc., de contenidos variables. La cuestién es si esta diversidad de normas responde aun conjunto definido por su hete- Frugsona, ky sm rogeneidad o si, antes bien, a pesar de las di- ferencias en cuanto a contenido, todas ellas pueden reducirse a un principio formal que haga las veces de criterio moral. Un principio de estas caracteristicas, que remite a la Bi- blia, es, por ejemplo, el que se conoce gene- ralmente como la «regla de oros: Lo que no deseas que te hagan a ti, no se to hagas ti a nadie; 0 formulado en positive: Trata a tu préjimo como quisieras que él te tratase a ti (Vease AT: Tobias 4, 16; NT: Mat. 7, 12; Luc. 6, 31.) Esta regla exige, en definitiva, que ante toda decisin concreta uno se sitie en la po~ sicién de quien ha de resultar afectado, para evaluar si la decision seria igualmente apro- pada si fuese otro quien la tomase y yo quien resultase directa o indirectamente afectado por ella. La regla de oro no es como tal una norma moral; lo que hace es actuar como contraste de las normas morales. No prescribe qué debe hhacerse en concreto en cada caso, sino que sefiala de manera puramente formal como debe obrarse en general para que la actua- cién resultante pueda ser reconocida como moral, La actuacién es moral cuando no es consecuencia de una volicion meramente sub- jetiva inmediata (necesidad 0 interés), sino ‘expresion de una voluntad que se distancia de sus deseos inmediatos y toma en conside- racién la voluntad de otros sujetos, es decir, cuando se trata de una voluntad mediada intersubjetivamente. De todos modos existe un problema, que tampoco la regla de oro esté en condiciones de resolver. Es el problema del fanatico, quien reconoce el principio fiat iusticia, pereat mundus —hégase justicia aunque se hunda el mundo—. Asi, el fandtico esta en principio dispuesto a sufrir la violencia y la muerte si él mismo se encontrase en el papel de afecta~ do. La regla de oro falla en este caso; sdlo fun- ciona mientras se trate de un comportamiento moral normal». En cuanto alguien esta dis- puesto a aceptar para si ya arrastrar las catas- tréficas consecuencias de un acto inhumano, no sélo se acaba la factibilidad de la regla de A e 20 20 oro, sino también Ia eficacia de todo argumen- to, por racional que sea, ya que el fandtico y ¢l individuo afectado por el celo moral no acep- tan ningan verdadero didlogo. Si la regla de oro atiende a la dimension cualitativa de la voluntad por la que un acto se convierte en una accion moral, el contras- te moral viene dado por otra formulacién, que es asimismo muy frecuentemente utilizada en la praxis cotidiana y que hace referencia a las posibles consecuencias de una determinada accién. Es el principio de la generalizacion (plasmado en lenguaje vulgar en el siguiente argumento: «Imagina lo que pasaria si todo el mundo actuase como tts), segan el cual una accién es inmoral cuando su generalizacion comporta consecuencias inaceptables. Ejemplo: En un verano muy seco hay una fuerte escasez de agua, por lo que todos estan obligados a restringir su Nota de la lectura * Vease, a este respecto, también B, Williams, Der Begriff der Moral, pp. 32 y ss: 2s bastante trivial la constatacion de que et individuo experimentado y de mundo concluye ‘en ocasiones que su reaccion moral esponténea a una conducta que le parece extrafia resulta parcial, condicio- nada por su origen, y por tanto digna de ser evitada o reprimida, Pero es importante distinguir entre las di rentes reacciones que son de diversas maneras apropia- das en tales casos: a veces, determinadas cosas no parecen ser ya una cuestion moral; a veces, sucede que cosas que uno reprobaria entre los suyos aparecen, por Jo que se refiere al aspecto moral relevante, como algo muy distinto... Pero aseverar que reacciones adaptativas de este tipo son en todos Ios casos lo tinico acertado y que ante practicas indudablemente inhumanas lo apro- piado seria a priori ia exigencia de su aceptacion, presu- pone un principio moral muy singular —y escasarhente plausible, tanto psicolégica como moralmenter, Fa a6 PREESCOKAR LOS VALORES consumo, Bl sefor X vacia y vuelve a lenar su piscina La sefiora ¥ deja todo el dia en funcionamiento el riego ‘por aspersidn. El vecino Z indica a ambos las catastréfi- cas consecuencias que se producirian si todos consu- miesen andlogas cantidades de agua. El principio de generalizacién apela, por consiguiente, al sentido de la responsabilidad de quienes ejecutan una accién, obligandoles a tomar consecuencias de sus acciones cuan- do tratan de obtener satisfaccin para sus ne- cesidades presentes, Este problema se plantea actualmente con especial relieve en Io relati- voa las cuestiones medioambientales. ¢Es mo- ralmente responsable legar a nuestros descendientes un mundo destrozado por la contaminacién, los residuos y el envenena- miento radiactivo sélo porque asi podemos permitirnos el mas alto nivel de vida? +. ,Supongamos que un ladrén peneti'a en una casa jus- to en el momento en que alguien va a asesinar al duc- fio legitimo de la misma. En tales circunstancias, cesta moralmente obligado a no intervenir porque su presen- cia alli es injustificable+ «Con esto no se trata, en modo alguno, de discutir que con frecuencia se han producido injerencias en asun- tos de otras sociedades, cuando lo mejor habria sido no hacerlo, ni que han existide intervenciones injustificables y ciegas, y a menudo con.una brutali- dad considezablemente mas pronunciada que la que tedricamente se pretendia evitar. Sélo afirmo que no se puede concluir linealmente de la esencia de la moral que ninguna sociedad deberia inmiscuirse nunca en Jos asuntos de otra 0 que Io tinico racional sea aceptar cualquier comportamiento de los miembros de otras sociedades. ‘TEMA 3. El campo de los valores Ph Gag y LOS VALORES* PRESENTACION En este articulo el autor ubica la manera de cémo en los actos morales se hace una elec- cidn de ellos al ser considerados como valio- sos; es decir buenos. En la eleccién de un acto estd también presente el antivalor. Al valorar un acto humano no sélo se refiere a una rela- cién entre los hombres, sino también a lo crea- do por el hombre y la naturaleza misma. Para precisar lo referente a los valores, se hace una ejemplificacién revisando mas ampliamen- te el valor econémico. Se hace una definicién propia de valor, asi como el cardcter objetivo y subjetivo del mismo, enunciando los seguido- res de una y otra corriente, abundando un poco mds en los rasgos del objetivismo axiolégico. LOS VALORES Todo acto moral entrafa la necesidad de ele- gir entre varios actos posibles. Esta eleccion ha de fundarse, a su vez, en una preferencia. Elegimos a porque lo preferimos por sus con- secuencias a bo c. Podriamos decir también que a es preferido porque se nos presenta como un comportamiento mAs digno, mas ele- vado moralmente 0, en pocas palabras, mas valioso. Y, consecuentemente, descartamos b © c, porque se nos presentan como actos me- nos valiosos 0 con un valor moral negativo. Tener que elegir supone, pues, que pre- ferimos lo més valioso a lo menos valioso mo- * Adolfo Sanchez Vazquez . “Los valores", en: Btica Mexico, Ed. Grijalbo, 1977. pp. 107-118. ralmente, 0 a la que constituye una negacion del valor de ese género (valor moral negativo, 0 disvalor). El comportamiento moral no sola- mente forma parte de nuestra vida cotidiana, es un hecho humano entre otros, sino que es, valioso; 0 sea, tiene para nosotros un valor. ‘Tener un contenido axiolégico (de axios, en griego valor) no sélo significa que considera- mos la conducta buena o positiva, digna de aprecio o alabanza, desde el punto de vista moral; significa también que puede ser mala, digna de condena o censura, 0 negativa desde ese punto de vista moral. En un caso u otro, la valoramos, o juzgamos como tal, en térmi- nos axiolégicos. Pero, antes de examinar en qué sentido atribuimos valor moral a un acto humano, es preciso determinar qué entendemos por valor ovalioso. Podemos hablar de cosas valiosas y de actos humanos valiosos. Es valioso para nosotros un acto moral, pero también lo son —en un sentido u otro— los actos politicos, juridicos, econémicos, etc. Lo son, asimismo, los objetos de la naturaleza (un pedazo de tie- rra, un Arbol, un mineral, etc.); los objetos producidos 0 fabricados por el hombre (una silla, una maquina), y, en general, los diver- sos productos humanos (una obra de arte, un cédigo de justicia, un tratado de zoologia, etc.) Asi, pues, tanto las cosas que el hombre no ha creado, como los actos humanos, 0 los pro- ductos de la actividad humana tienen un va- lor para nosotros. Pero, equé significa tener valor o ser valioso para nosotros? Mas, antes de esclarecer estas cuestiones, habra que de- terminar, en primer lugar, la naturaleza del valor. —Qué son los valores Cuando hablamos de valores tenemos presen- te la utilidad, la bondad, la belleza, la justi: cia, etc., asi como los polos negativos correspondientes: inutilidad, maldad, fealdad, injusticia, eteétera. Nos referiremos en primer lugar al valor que atribuimos a las cosas u objetos, ya sean A no PREESoLAN YLas LORE naturales o producidos por el hombre, y mas tarde nos ocuparemos del valor con respecto a la conducta humana y, particularmente, a la conducta moral. Con el fin de esclarecer su esencia, vea- mos cémo se da el valor en las cosas, distin- guiendo en ellas dos modos de existencia suya que ejemplificaremos con un mineral como la plata. Podemos hablar de ésta tal como existe en su estado natural en los yacimientos co- rrespondientes; es entonces un cuerpo inorganico que tiene cierta estructura y com- posicién, y posee determinadas propiedades naturales que le son inherentes. Podemos hablar asimismo de la plata transformada por el trabajo humano, y entonces ya no tenemos un mineral en su estado puro o natural, sino objetos de plata, Como material trabajado por el hombre, sirve en ese caso para producir brazaletes, anillos u otros objetos de adorno; para la fabricacién de cubiertos, ceniceros, etc., o bien puede ser utilizada como moneda. ‘Tenemos, pues, una doble existencia de la plata: a) como objeto natural; b) como obje- to natural humano o humanizado. Como ob- jeto natural, es sencillamente un fragmento de naturaleza con determinadas propiedades fisicas y quimicas. Es asi como existe para la mirada del cientifico, para el quimico inor- ganico. En la relacién que mantiene el hom- bre de ciencia con este objeto se trata de determinar lo que es, describir su estructura y propiedades esenciales. Es decir, en esta relacién de conocimiento, el cientifico se abs- tiene de apreciar el objeto, o de formular jui- cios de valor sobre él. Ahora bien, en cuanto objeto humano —es decir, como objeto de plata, producido 0 crea- do por el hombre—, se nos presenta con un tipo de existencia que no se reduce ya a su existencia meramente natural. El objeto de plata posee propiedades que no interesan, ciertamente, al cientifico, pero que no dejan de atraer a los hombres cuando entran en otro. tipo de relaciones distintas de la propiamente cognoscitiva. La plata no existe ya como un simple objeto natural, dotado exciusivamente de propiedades sensibles, fisicas o naturales, sino que tiene una serie de propiedades nue- vas como son, por ejemplo, la de servir de objeto de adorno, o producir un placer desin- teresado al ser contemplada (propiedad esté- tica); la de servir para fabricar dbjetos que tienen_una utilidad practica (propiedad prac- tico-utilitaria); la de servir como moneda de medio de circulacién, atesoramiento o pago (propiedad econémica). Vemos, pues, que la plata no sélo existe en el estado natural, que interesa investigar particularmente al hombre de ciencia, sino como objeto dotado de ciertas propiedades (es- téticas, practico-utilitarias 0 econémicas) que s6lo se dan en él cuando se halla en una rela- cién peculiar con el hombre. La plata tiene, entonces, para nosotros un valor en cuanto su modo de ser natural se humaniza adqui- riendo propiedades que no existen en el objeto de por si, es decir, al margen de su relacién con el hombre. Tenemos, pues, unas propieda- des naturales del objeto —como la blancura, la brillantez, la ductilidad o la maleabilidad— y otras, valiosas, que se dan en él en cuanto objeto bello, titil 0 econémico. Las primeras —es decir, las naturales— existen en él, inde- pendientemente de las segundas. O sea, exis- ten en la plata, por ejemplo, aunque el hombre no la contemple, trabaje o utilice; es decir, al” margen de una relacién propiamente huma- na con ella. En cambio, las propiedades que consideramos valiosas slo existen sobre la base de las naturales, que vienen a constituir —con su brillo, blancura, maleabilidad y ductilidad— el soporte necesario de ellas, 0 sea, de la belleza, de la utilidad o del valor econémico. Pero estas propiedades pueden ser llama- das también humanas en cuanto que el obje- to que las posee sélo existe como tal en relacién con el hombre (es decir, si es con- templado, utilizado 0 cambiado por él). Vale no como objeto en si, sino parael hombre. En suma: el objeto valioso no puede darse al margen de toda relacion con un sujeto, ni in- dependientemente de las propiedades natu- rales, sensibles o fisicas que sustentan su valor. Sobre el valor econémico gl termino “valor” —cuyo uso se extiende hoy ‘a todos los campos de la actividad humana, incluyendo, por supuesto, la moral— provie- ne de la economia. Corresponde a Marx el mérito de haber analizado el valor econémico ofreciéndonos, con ello, los rasgos esenciales del valor en general. Aunque el valor econé- mico tenga un contenido distinto de otros va- lores —como el estético, politico, juridico o moral—, su anélisis resulta muy fecundo cuando se trata de esclarecer la esencia del valor en general poniendo de manifiesto su significacion social, humana, con lo cual se est en condiciones de responder con firmeza a la cuestién cardinal de si son objetivos o subjetivos, o de qué tipo peculiar es su objeti- vidad. Veamos este problema del valor con res- pecto a un objeto econémico como la mer- cancia, La mercancia es, en primer lugar, un ob- jeto util; es decir, satisface determinada ne- cesidad humana. Tiene para nosotros una utilidad y, en este sentido, posee un valor de uso. La mercancia vale en cuanto que pode- mos usarla, Pero el objeto titil (seda, oro, lien- 20, hierro, etc.), no podria ser usado, y, por tanto, no tendria un valor de uso, si no pose- yera ciertas propiedades sensibles o materia- les. A la vez, el valor de uso sdlo existe potencialmente en dichas propiedades mate- riales, y “toma cuerpo” o existe efectivamente cuando el objeto es usado. ‘Aqui tenemos la doble relacién del valor que subrayabamos anteriormente: a) con las propiedades materiales del objeto (sin ellas el valor de uso no existiria potencial ni efectiva- mente ); b) con el sujeto que lo usa o consume {sin él tampoco existiria el valor ni potencial ni efectivamente, aunque no por ello el objeto dejaria de tener una existencia efectiva como tal objeto material). Podemos decir, por esta raz6n: a) que el valor de uso de un objeto natu- ral sdlo existe para el hombre como ser social, ¥ b)que si bien el objeto pudo existir —antes de que surgiera la sociedad misma— con sus ugsor, e168 ¥ Mona propiedades materiales, sin embargo, estas propiedades sélo podian servir de sustento a un valor de uso y, por consiguiente, ser usado el objeto, al entrar en relacién con el hombre social. El objeto sélo es valioso, en este sentido, para un sujeto. Para que un objeto tenga un valor de uso se requiere simplemente que satisfaga una ne- cesidad humana, con independencia de que sea natural (aire, tierra virgen, praderas na- turales, etc.), o producto del trabajo humano. Cuando estos productos se destinan no sélo a ser usados, sino ante todo a ser cambiados ‘se convierten en mercancias, y, entonces, ad- quieren un doble valor: de uso y de cambio. Este tiltimo es el valor que adquiere —en unas: relaciones sociales dadas basadas en la pro- piedad privada sobre los medios de produc- cién— el producto del trabajo humano al ser equiparado con otros productos. El valor de cambio de la mercancia es indiferente a su valor de uso; 0 sea, es independiente de su capacidad para satisfacer una necesidad hu- mana determinada. Pero si es indiferente al valor de uso, sdlo un objeto titil puede tener un valor de cambio. (Sélo podemos cambiar —o equiparar— un objeto titil por otro que tie- ne también una utilidad —un valor de uso— es decir, la cualidad de satisfacer una necesi- dad humana concreta; sin embargo, el valor de cambio hace abstraccién de uno y otro va~ lor de uso —de las cualidades de los produc- tos— para establecer entre ellos una relacion cuantitativa.) Mientras que el valor de.uso pone al ob- jeto en una relacién clara y directa con el hom- bre (con la necesidad humana que viene a satisfacer), el valor de cambio aparece en la superficie como una propiedad de las cosas, sin relacién alguna con él, Pero el valor de cambio, como el valor de uso, no es una pro- piedad del objeto en si, sino de éste como pro- ducto del trabajo humano. Lo que ocurre es ‘que en una sociedad en la que se produce para, e] mercado, y se equiparan los productos ha- ciendo abstraccién de sus propiedades utiles, y del trabajo concreto que encarnan, su sig- A Lo PaesscoLan v.08 ALoRES nificacién humana, social, se oculta, y el va- lor de cambio se presenta sin relacién con el hombre, como una propiedad de la cosa. Esto da a la mercancia la apariencia de una cosa extrafia, ajena al hombre, cuando es la ex- presién o materializacién de una relacién so- cial, humana. El producto del trabajo humano se vuelve un fetiche, y a esta transformacién de un producto del trabajo humano en algo ajeno al hombre —extrafio y enigmatico— al adoptar la forma de mercancia, es a la que llama Marx el “fetichismo de Ia mercancia” Pero lo que nos interesa subrayar aqui es que: a) el valor de cambio —como el de uso— s6lo Io posee el objeto en su relacién con el hombre, como una propiedad humana o so- cial suya, aunque esta propiedad valiosa no se presente en el objeto (en la mercancia) con Ja claridad y transparencia con que se da en ella el valor de uso; b) que el valor de cambio —como el de uso— no existe, por tanto, en si, sino en relacién con las propiedades natura- les, fisicas, del objeto que lo soporta, y en rela- cién también con un sujeto —el hombre social—, sin el cual tal objeto no existiria, po- tencial ni efectivamente, como*objeto valioso. —Definicién del valor De todo lo anterior podemos deducir una se- rie de rasgos esenciales que sintetizamos, a su vez, en una definicion. 1)No existen valores en si, como entes ideales o irreales, sino objetos reales (o bienes) que poseen valor. 2)Puesto que los valores no constituyen un mundo de objetos que exista independien- temente del mundo de los objetos reales, s6lo se dan en la realidad —natural y hu- mana— como propiedades valiosas de los objetos de esta realidad. 3)Los valores requieren, por consiguiente —como condicién necesaria—, la existen- cia de ciertas propiedades reales —naturales 0 fisicas— que constituyen el soporte nece- sario de las propiedades que consideramos valiosas. 4)Las propiedades redles que sustentan el valor, y sin las cuales no se daria éste, s6lo son valiosas potencialmente. Para actuali- zarse y convertirse en propiedades valiosas efectivas, es indispensable que el objeto se encuentre en relaci6n con el hombre social, con sus intereses 0 necesidades. De este modo, lo que sélo vale potencialmente, ad- quiere un valor efectivo. Asi, pues, el valor no Id poseen los objetos de por si, sino que éstos lo pdquieren gracias a su relacién con el hombre|como ser social. Pero los objetos, a su vez, séfo pueden ser valiosos cuando estén dotados bfectivamente de cier- tas propiedades objetivas, : —Objetivismo y subjetivismo axiolégicos La concepcién que hemos esbozado de la natu- raleza del valor nos permite enfrentarnos a dos posiciones unilaterales —el subjetivismo yl objetivismo axiolégi¢os—y tratar de supe- rar sus escollos. ] Si las cosas no son Valiosas de por si, gpor qué valen? ¢Valen porque yo —como sujeto empirico, individual— Ids deseo, y en ese caso seria mi deseo, necesidad o interés lo que con- fiere su valor a las cosas? De ser asi, el valor seria puramente subjetivo. Tal es la tesis del subjetivismo axiol6gico, que también podriamos considerarlo como psicologismo axiolégico, ya que reduce el valor de una cosa a un estado psiquico subjetivo, a una vivencia personal. De acuerdo con esta posicién, el valor es sub- jetivo porque para darse necesita de la exis- tencia de determinadas'reacciones psiquicas del sujeto individual con las cuales viene a identificarse, No deseamos el objeto porque vale —es decir, porque satisface una necesi- dad nuestra—, sino que'vale porque lo desea- mos 0 lo necesitamos. En pocas palabras, lo que deseo o necesito, 6 también, lo que me agrada o gusta, es Id qué vale; a su vez, lo que prefiero, de acuerdo con estas vivencias per- sonales, es lo mejor. El subjetivismo, por tanto, traslada el valor del objeto al sujeto, y lo hace depender del modo como soy afectado por la presencia del objeto. Esto es bello, por ejemplo, en cuan- to que me afecta en cierta forma, al suscitarse en mi una reaccién placentera desinteresa- da. Es decir, la belieza del objeto no es puesta en relacion con ciertas propiedades suyas, con cierta estructuraci6n 0 formacién de su ma- teria, sino que se la hace depender de la emo- cién 0 el sentimiento que despierta en el sujeto. Tal es la tesis fundamental que, con diferentes matices, 0 fijando mas la atencién en un valor que en otro, sostienen los parti- darios del subjetivismo axiologico en nuestra época (R. B. Perry, I. A. Richards, Charles Stevenson y Alfred Ayer, entre otros). ‘Veamos ahora en qué tiene razon y en qué no la tiene esta posicin subjetivista. La tiene al sostener que no hay objetos valiosos de por si, al margen de toda relacion con un sujeto, y, més propiamente, con un sujeto valorizante. Ya hemos defendido ante- riormente este argumento y, por ello, no in- sistiremos ahora en él. Ahora bien, el subjetivismo yerra al des- cartar por completo las propiedades del obje- to —ya sean las naturales 0 las creadas por el hombre— que pueden provocar la actitud valorativa del sujeto. De otro modo, gcomo podria explicarse que distintos objetos susci- ten diversas actitudes valorativas en un mis~ mo sujeto, aunque ello no quiera decir que la relacién sujeto-objeto tenga un cardcter es- trictamente individual? Es evidente que la existencia de propiedades objetivas distintas contribuyen a despertar reacciones diversas en el mismo sujeto. Por otro lado, la reaccién del sujeto no es exclusivamente singular. El individuo perte- nece a una época, y como ser social se inscri- be siempre en la malla de relaciones de determinada sociedad; se encuentra, igual- mente, inmerso en una cultura dada, de la que se nutre espiritualmente, y su aprecia- cién de las cosas 0 sus juicios de valor, se ajustan a pautas, criterios o valores que él no inventa o descubre personalmente, y que tie- rose a y nen, por tanto, una significacién’social. Por ello, el modo de ser afectado el sujeto no pue- de ser reducido a una reaccién puramente individual, subjetiva, como seria la de una vivencia esponténea. Aunque la reaccién del individuo entrafe, por supuesto, un proceso psiquico —es decir, la serie de vivencias pro- vocadas por la presencia del objeto—, la atri- bucién de valor a éste, por parte del sujeto, no es un acto exclusivamente individual ni psiquico. De ahi que el subjetivismo fracase al intentar reducir el valor a una mera viven- cia, 0 estado psjquico, subjetivo. Con todo, debemos reconocer la justeza de la tesis —una vez depurada de su interpretacién subjetivista— de que parte el subjetivismo axiolégico, a saber: no hay objeto (valioso) sin, sujeto (0 sea, no hay valores en si, sino en relacién con un sujeto). Justamente tal es la tesis que rechaza el objetivismo axiolégico al afirmar, por el con- trario: hay objetos valiosos en si (es decir, al margen del sujeto) El objetivismo axiolégico tiene anteceden- tes tan lejanos como los que encontramos en Platén en su doctrina metafisica de las ideas. Lo bello y lo bueno existen idealmente, como entidades supraempiricas, intemporales, in- rutables y absolutas que existen en si y por si, independientemente de como se plasmen en las cosas empiricas, temporales, mudadizas y relativas, e independientemente también de Ja relacién que el hombre pueda mantener con ellas conociéndolas o intuyéndolas. En nues- tro tiempo el objetivismo axiolégico se halla representado sobre todo, por los filésofos jidealistas alemanes Max Scheler y Nikolai Hartmann. Dejando a un lado las diferencias de matiz —no desdefiables— entre sus prin- cipales representantes podemos caracterizar esta posicion por los siguientes rasgos fun- damentales. 1) Los valores constituyen un reino propio, subsistente por si mismo. Son absolutos, inmutables e incondicionados. 2) Los valores se hailan en una relacién pecu- liar con las cosas reales valiosas que lla- EL nto PRESCOLARY LS VALORES mamos bienes. En ios bienes se encarna de- terminado valor: en las cosas tiles la utili- dad; en las cosas bellas, la belleza, y en los actos buenos de los hombres, la bondad. 3) Los valores son independientes de los bie- nes en los que se encarnan. Es decir, no necesitan para existir que se encarnen en las cosas reales. om 4) Los bienes dependen del valor que encar- nan. Sélo son valiosos en la medida en que soportan o plasman un valor. 5) Los valores son inmutables; no cambian con el tiempo ni de una sociedad a otra. Los bie- nes en que los valores se realizan cambian de una época a otra; son objetos reales, y como tales, condicionados, variables y re- lativos 6) Los valores no tienen una existencia real; su modo de existir es —a la manera de las ideas platénicas— ideal. Todos los rasgos esenciales anteriores pueden sintetizarse en ésto: separacion radi- cal entre valor y realidad, o independencia de los valores respecto de los bienes en que se encarnan. Tal es la primera tesis fundamen- tal del objetivismo axiolégico. La segunda tesis fundamental de esta concepcién axiolégica es la independencia de los valores respecto de todo sujeto, y pode- mos descomponeria en los siguientes razgos esenciales. a) Los valores existen en siy por si, al margen de toda relacién.con el hombre como sujeto que pueda conocerlos, aprehenderlos 0 va- lorar los bienes en que se encarnan. Son, pues, valores en sf, y no para el hombre. b) Como entidades absolutas e independien- tes, no necesitan ser puestos en relacién con los hombres, de la misma manera que tampoco necesitan relacionarse con las co- sas (encarnarse en bienes). c) El hombre puede mantener diversas relacio- nes con los valores: conociéndolos —es decir, percibiéndolos 0 captandolos—; producien- do los bienes en que se encarnan (obras de arte, objetos utiles, actos buenos, actos ju- ridicos, etc.). Pero los valores existen en si, al margen de las relaciones que los seres humanos puedan mantener con ellos. d) Pueden variar historicamente las formas de relacionarse los hombres con los valores (las, formas de aprehenderlos 0 de realizarlos); pueden incluso ser ciegos para percibirlos en una época dada. Sin embargo, ni la j norancia de un valor ni los cambios hist ricos en su conocimiento o su realizacion afectan en nada a la existencia de los valo- res, ya que éstos existen de un modo intemporal, absoluto e incondicionado. Las dos tesis fundamentales del objetivismo axiolégico, cuyos rasgos esenciales hemos enumerado, podemos sintetizarlas respectiva- mente asi: separacién radical entre valor y bien (cosa valiosa), y entre valor y existencia humana, Hagamos ahora unas breves obser- vaciones criticas, completando lo que hemos expuesto anteriormente. Aunque el objetivismo, al atribuir al valor un caracter absoluto, intemporal e incondicio- nado, lo separe de los bienes o cosas valiosas, no puede dejar de reconocer que el bien no podria existir como tal (es decir, como una cosa que vale) sin el correspondiente valor. La exis- tencia del valor no presupone necesariamente la de un bien; en-cambio, éste presupone forzosamente el valor que se encarna en él. 0 sea, lo que hay de valioso en una cosa tiene su fuente en ei valor que existe con indepen- dencia de ella. Pero esta existencia de un va- lor no encarnado, o que no necesita plasmarse en algo real, suscita problemas que, al no ser resueltos, conducen a consecuencias absur- das. Por ejemplo gqué sentido tendria la soli- daridad, la lealtad o la amistad como valores sino existieran los sujetos humanos que pue- den ser solidarios, leales 0 amigos? ¢Qué so- lidaridad podria existir —aunque fuera idealmente— si no existieran los sujetos que han de practicarla y sus actos solidarios? Algo semejante pudiéramos decir de la separacién radical entre la utilidad y las cosas utiles, la justicia y los hombres justos, etc. Todos los valores que conocemos tienen —o han teni- do— sentido en relacién con el hombre, y so- Jamente en esta relacién. No conocemos nada yalioso que no lo sea —o haya sido— para el hombre. El hecho de que ni siquiera podamos imaginar un valor que no exija esa relacion de que no podamos concebirlo al margen de ella, gno es una prueba de que carece de sen- tido hablar de un valor existente en si y por si, que no exija necesariamente ser puesto en relacion con el hombre, como fuente y funda- mento de ellos? Por otro lado, ¢cémo puede entenderse un valor no realizado, autosuficiente, absoluto, si no se asumen todas las implicaciones me- tafisicas que lleva consigo un objetivismo de tipo platénico? Lo no realizado 0 no encarna- do solo puede existir ciertamente de un modo ideal, pero lo ideal s6lo existe, a su vez, como creacién o invencién del hombre. Por ello, no hay valores indiferentes a su realizacion ya que el hombre los crea al producir bienes que los encarnen o para apreciar las cosas reales conforme a ellos. —La objetividad de los valores Ni el objetivismo ni el subjetivismo logran ex- plicar satisfactoriamente el modo de ser de Jos valores. Estos no se reducen a las viven- cias del sujeto que valora ni existen en si, como un mundo de objetos independientes cuyo valor se determine exclusivamente por sus propiedades naturales objetivas. Los valo- res existen para un sujeto, entendido éste no en un sentido puramente individual, sino como ser social; exigen, asimismo, un sustrato material, sensible, separado del cual carece de sentido Es e] hombre —como ser histérico-social, y con su actividad practica— el que crea los valores y los bienes en que se encarnan, y al margen de los cuales sdlo existen como pro- yectos u objetos ideales. Los valores son, pues, creaciones humanas, y sélo existen y se rea lizan en el hombre y por el hombre. sor ec ym Las cosas no creadas por el hombre (los seres naturales) slo adquieren un valor al entrar en una relacién peculiar con él, al in- tegrarse en su mundo como cosas humanas 0 humanizadas. Sus propiedades naturales, objetivas, s6lo se vuelven valiosas cuando sir ven a fines 0 necesidades de los hombres, y cuando adquieren, por tanto, el modo de ser peculiar de un objeto natural humano. ‘Asi, pues, los valores poseen una objeti- vidad peculiar que se distingue de la objetivi- dad meramente natural 0 fisica de los objetos que existen o’pueden existir al margen del hombre, con anterioridad a —o al margen de— la sociedad. La objetividad de los valores no es, pues, ni la de las ideas platonicas (seres ideales) ni la de los objetos fisicos (seres rea- les, sensibles). Es una objetividad peculiar — humana, social—, que no puede reducirse al acto psiquico de un sujeto individual ni tam- poco a las propiedades naturales de un obje- to real. Se trata de una objetividad que trasciende el marco de un individuo o de un grupo social determinado, pero que no reba- sa el ambito del hombre como Ser hist6rico- social, Los valores, en:suma, no existen en si y por si al margen de los objetos reales —cu- Yas propiedades objetivas se dan entonces como propiedades valiosas (es decir, huma- nas, sociales}—, ni tampoco al margen de la relaci6n con un sujeto (el hombre social). Exis- ten, pues, objetivamente, es decir, con una objetividad social. Los valores, por ende, tini- camente se dan en un mundo social; es decir, por y para el hombre. —Valores morales y no morales Hasta ahora nos hemos ocupado, sobre todo, de los valores que se encarnan en las cosas reales y exigen propiamente un sustrato ma- terial, sensible. Los objetos valiosos pueden ser naturales, es decir, como los que existen en su estado originario al margen 0 indepen- dientemente del trabajo humano (el aire, el agua o una planta silvestre),’ 0 artificiales, A ge PREESCOLAR 108 VALORES producidos 0 creados por el hombre (como las cosas titiles 0 las obras de arte). Pero, de es- tos dos tipos de objetos no cabe decir que sean buenos desde un punto de vista moral; los valores que encarnan o realizan son, en dis- tintos casos, los de la utilidad o la belleza A veces suele hablarse de la “bondad” de dichos objetos y, con este motivo, se emplean expre- siones como las siguientes: “éste es un buen reloj”, “el agua que estamos bebiendo ahora es buena”, “X ha escrito un buen poema’, etc. Pero el uso de “bueno” en semejantes expre- siones no tienen ningun significado moral. Un “buen” reloj es un reloj que realiza positivamente el valor correspondiente: el de la utilidad; o se cumple satisfactoriamente la necesidad huma- na concreta a la que sirve. Un “buen” reloj es un objeto “util”. Y algo analogo podemos decir del agua al calificarla de “buena”; con ello que- remos decir que satisface positivamente, desde el punto de vista de nuestra salud, la necesi- dad organica que ha de satisfacer. Y un “buen” poema es aquél que, por su estructura, por su Ienguaje, cumple satisfactoriamente como ob- jeto estético u obra de arte, la necesidad estéti- ca humana a la que sirve. En todos estos casos, el vocablo “bueno” subraya el hecho de que el objeto en cuestién ha realizado positivamente el valor que estaba llamado a encarnar, sirviendo adecuadamente al fin o a la necesidad humana correspondien- tes . En todos estos casos también la palabra “bueno” tiene un significddo axiolégico positivo —con respecto al valor “utilidad” 0 al valor “belleza”—, pero carece de significado moral alguno. La relacién entre el objeto y la necesidad humana correspondiente es una relaci6n intrin- seca, propia, en la que el primero adquiere su estatuto como objeto valioso, integrandose de acuerdo con ella, como un objeto humano es- pecifico. Esta relacién intrinseca con deter- minada necesidad humana, y no con otra, es la que determina la calificacién axiolégica del bien correspondiente, asi como el tipo de va- lor que ha de ser atribuido al objeto 0 acto humano en cuestién. Por ello, el uso del tér- mino “bueno”, LA MORAL EN LA EDUCACION a om. 4 14 EDUCA PRESENTACION Esta unidad abordaré la relacién existente educacién - ética - pedagogia, en diferen- tes perspectivas en las que se podrén revisar una amplia gama de posturas teoricas que permitiran comprender el campo de cada una de estas ciencias, centrandose mas en lo que representa la educaci6n en la formacién moral de los educandos, Una vez que se haya llegado a comprender el concepto de educacién moral, se podra estar en condiciones de clarificar los limites y alcances de la formacién moral dentro del ambito escolar, con otros Ambitos que influyen en procesos extraescolares. Para tener una mayor fundamentacién del desarrollo moral se presentan los estudios de algunos teoricos mas representativos de diversos campos que se han interesado en este proceso. TEMA 1. La relacién entre la ética y la pedagogia ia ea gel vs ETICA Y PEDAGOGIA* PRESENTACION En el texto se analiza ta relacién existente en- tre ética y pedagogia, siendo objeto de reflexién por parte de la filosofia y la pedagogia. Para reflexionar mas acerca del tema se presentan diferentes ideas expuestas por filésofos como: Platén, Sécrates, Kant, Schiller, Kierkegaard, estos autores abordan Ia relacién ética y pe- dagogia en el contexto de una reflexién de ca- racter ético, Otros en cambio, la abordan con una reflexion de naturaleza pedagégica desa- rrollando de manera separada su propio siste- ma ético, por citar algunos como: Friedrich Herbart, Friedrich Schleiermacher, Dilthey. ETICA Y PEDAGOGIA a ética se encuentra en una especial proxi- midad con la pedagogia pues la moralidad y la educacién remiten una a otra: el hombre * Annemarie Pieper. “Btica y pedagogia’, en: Btica y ‘moral, Una introduecién a la filosofia préctica. Barce- ona, Ed. Critica, 1991. pp. 98-110. no es un ser moral por naturaleza, sino que ha de ser educado para la moralidad. La conducta humana natural es en princi-~ pio egoista 0 segocéntrica» (Piaget), en el senti- do de que sélo la perspectiva de la satisfaccion de las necesidades y con ello de la propia ven- taja o utilidad es determinante para la accién, Sia esta perspectiva no se le contrapusiese la exigencia moral de reconocer las necesidades de nuestro préjimo como intereses igualmen- ste legitimos, el resultado seria ese estado na- tural descrito por Thomas Hobbes en su Leviatén: la guerra de todos contra todos, una contienda en la que triunfa el més fuerte y el mas astuto.! Una concepcién diferente de la naturale- za humana era la defendida por Jean-Jacques Rousseau, quien sustenta en su Emilio la te- sis de que la naturaleza humana es origina- riamente buena, habiendo sido pervertida por obra de los hombres, es decir, por la civiliza- cién y la cultura. De aqui su exhortaci6n: vol- vamos a la naturaleza, regresemos a una educacién que no impida, sino que estimule el desarrollo natural del hombre.? ‘Sin embargo, parece lo més plausible no partir ni de una ni de otra hipétesis, sino del supuesto de que inicialmente la naturaleza humana es moralmente indiferente, es decir, ni buena ni mala y que contiene, por el con- trario, una «disposicin» tanto para lo uno como para lo otro y con frecuencia incluso para ambas cosas. Por eso recae en la educa- cién una funcién de tal importancia, pues ella A fo PREESCOLAR LOS VALORES sienta las bases para que se forje a partir del nifio una buena persona o no, Pero no sélo el proceso de aprendizaje del alumno tiene como objetivo la moralidad. Tam- bién la educacién impartida por el propio maestro esta sujeta a categorias morales. Este doble aspecto, que induce a considerar la re- lacién entre moralidad y educacién, por un lado, en lo relativo a la actitud (el ethos) del maestro y, por otro, en lo que respecta al con- tenido del aprendizaje del alumno, hace ne- cesario que entremos a considerar tanto el contenido ético de la pedagogia como el con- tenido pedagégico de la ética. La dimensién ética de la pedagogia La relacién entre moralidad y educacién, y también la relacién entre ética y pedagogia han sido una y otra vez objeto de reflexion por parte de Ia filosofia y de la pedagogia. En muchas ocasiones, esta reflexién culmina en la caracterizacién ejemplar del hombre que se distingue no s6lo por sus destacadas cuali- dades didacticas, sino también por su forma de vivir, egando a ser de este modo un ejem- plo moral que predica con la practica a sus alumnos aquéllo que ensefia. Para Platon, por ejemplo, es la figura de Socrates la que encarna al maestro moralmen- te modélico. La peculiaridad de la doctrina ética y de la existencia de Sécrates es deli- neada sobre el tel6n de fondo del tipo antitético de maestro y educador que Platén rechaza como inmoral y que, por tanto, presenta siem- pre negativamente: el tipo del sofista. En su dialogo Protagoras, Platén describe al sofista como aquél que sabe simponerse al hablar» (Protagoras, 312d) y que ejerce el comercio con unos conocimientos que vende a los javenes a cambio de dinero (ibid., 313c). Protégoras, uno de los retéricos mas prominentes entre’ los sofistas, formula expresamente la pretension de transmitir unos conocimientos a través de los cuales sus discipulos sean cada dia mejo- res y se conviertan asi en hombres virtuosos (ibid., 318a) Pero este conocimiento se refiere ala inteligencia ‘2 propésito de sus asuntos [del alumno}, cémo ad- rministrar de la mejor manera su hacienda, y Iue- go también a propésito de los asuntos del Estado, como adquirir Ia maxima hbilidad tanto para re. solverlos como para hablar de ello (ibid., 318e- 319) Platén no se cansé nunca de denunciar como una estafa esta pretensién de educar como citidadanos morales a los (véa- se El sofista, 268 c-d) y de dar pruebas de que el saber formalmente brillante de los sofistas no era sino un ejercicio en el arte de la per- suasién verbalista, no una virtud. Un retérico habil que utilice sus dotes de persuasién para manipular a sus semejantes aprovechandose de sus escasas luces y de su labilidad emocional para sus propios fines, un hombrevasi puede muy bien ser un buen “estratega politico, pero su actividad no sera una actividad moral, encaminada al logro de la libertad de los demés, sino una forma de opresion y en esta medida, precisamente, una actividad inmoral. Socrates, en cambio, defiende —y vive también— la tesis de que la virtud no es algo que se pueda ensefiar (véase Protagoras, 319a y ss,]. Esta conviccién recorre toda la activi- dad de ensefianza de Sécrates, quien se con- sideraba s6lo una «partera» en cuestiones de virtud y se colocaba irénicamente en la posi- cién del ignorante cuando se esperaba de él que formulase conocimientos y definiciones acabados en el campo de la moral. No pro- nunciaba largas exposiciones o discursos so- bre la virtud, como los sofistas. Se las arreglaba en sus conversaciones con discipu- los para formular preguntas con tal habilidad que éstos —inicialmente confusos porque las opiniones propias y ajenas que gozaban de general reconocimiento fuesen puestas en cuestién—acababan Ilegando por si mismos ala busqueda de propuestas de solucién para los problemas tratados. Al proceder de esta manera, se daban cuenta de que la virtud no era un producto de la mera razén que el maes- tro pudiese transmitir directamente al disci- pulo, de manera te6rica, a través de una explicacién o una definicién conceptual, sino una forma universalmente vinculante de pra- xis, que todos deben observar actuando desde su sitio y a su manera, S6lo llega a ser moral aguél que ha aprendido a actuar responsable- mente por su cuenta, no quien recurre a meras formulas 0 definiciones de la virtud carentes de eficacia y relevancia para la praxis. Para Socrates, por tanto, la ética y la pe- dagogia son inseparables, hasta el punto de que sus ideas acerca de la ética inspiran su concepcion de la pedagogia, de acuerdo con la cual el maestro debe velar precisamente por apartar la atencién del discipulo de la per- sona de aquél, dirigiéndola a su propio po- tencial de accion, que debera desarrollar independientemente y en funcién del bien. El maestro no acttia ni como modelo moral ni como autoridad, sino como comadrén: la vir- tud habita en el interior del propio alumno y es él quien debe exteriorizarla por si mismo. Para Kant, la tarea de la educacion con- siste en hacer hombre al hombre: EI hombre sélo puede ser hombre a través de la educacién, No es nada sino lo que la educacion hace de él... ‘La buena educacién es precisamente aquéllo de lo que procede todo lo bueno en el mundo. Basta con que los gérmenes que hay en el hombre sean desarrollados cada vez mas. Pues los motivos de 1a maldad no se encuentran en las disposiciones na- turales del hombre. La tnica causa del mal es que la naturaleza no legue a sujetarse a regias. En el hombre hay solo gérmenes del bien (+Anthropologie in pragmatischer Hinsicht», en Werke, vol. 10, pp. 699, 704 y ss.) Asi, el hombre, segtin Kant, tiene una dis- posicién al bien que no esta acabada de una vez por todas, sino que requiere desarrollo. La naturaleza humana no contiene, por tan- to, mal alguno; éste surge cuando se deja que la naturaleza degenere, cuando se la deja sin reglas, es decir, salvaje, en vez de apoyar y fomentar su disposicién al bien mediante re- glas. El proceso educativo a través del cual la naturaleza humana es «sujetada a reglas» re- viste, segtin Kant, la forma de un proceso de disciplinamiento, cultivo, civilizacion y mora- won 041A EDU lizacién (véase ibid., pp. 760 y ss.J, un proce- go en el que el maestro no aparece meramente como un ‘informanter, sino también como spreceptor». [Aquél educa meramente para la escuela, éste para Ia vida (ibid., p. 709). BJ buen maestro se sabe a si mismo suje- to a la idea ética de la libertad, que es al mis- ‘mo tiempo meta de su actividad educativa, en la medida que pretende hacer del alumno un ciudadano esclarecido, adulto, autonomo, ca- paz de decidir acerca de si mismo y responsa- ble de sus actos. En sus Cartas sobre la educacién estética del hombre, Schiller asume la idea kantiana de que la educacién tiene como objetivo esen-: cial liberar al hombre para que sea él mismo, pero incluye asimismo en su teoria tanto la tesis de Herder acerca de los estadios que atra- viesa de forma natural la evolucién historica de la humanidad como la idea de Lessing de una «educacién del género humano» a través de la revelaci6n divina. Para Schiller, el hombre es efi el juego ver~ dadera y completamente hombre, pues es en éste cuando consigue reconciliar su natu- raleza empirica (sensitiva = impulso material) y su inexcusable pretension moral (racional impulso formal) de tal manera (impulso lidico) que el resultado es la libertad en el sentido de la belleza. La totalidad del carécter (la idea de Ja humanidad) se despliega solo en el estado estético (en el reino de la apariencia bella) y para introducir a este estado el maestro debe ser un «artista pedagogico», alguien «que hace de los hombres a la vez su material y su ta- rea» (4* Carta), alguien por ende que labora desde la armonia de su ser estimulando al alumno, en el trato consigo mismo, para que se convierta también él en un artista de la vida, alguien que sepa desarrollarse hist6ri- camente en libertad hasta ser lo que es de acuerdo con su propio ser y también lo que debe ser. En tanto que artista, el maestro tie- ne, asi, la mision de educar para la armonia, un estado en el que los impulsos humanos no Juchan unos contra otros, sino que se com- LG PREESCOLAR Los ALORES pletan mutuamente, de tal manera que el pen- sar, el sentir, el querer y el hacer pueden de- sarrollarse como en el juego en calidad de coparticipes que gozan de idénticos derechos. Fichte, ademas de escribir cartas sobre los deberes de los intelectuales, discutié tam- bién en concreto los problemas de la educa- cién y la formacion. Para él, en la figura del estudioso, del cientifico, se combinan de ma- nera ejemplar la fuerza del espfritu y la capa- cidad moral, dando como resultado un tipo humano libre. Para el estudioso, la ciencia no debe ser medio para un fin, sea el que sea, sino un fin en si mis- ma; una vez llega a convertirse en un verdadero estudioso tendra, independientemente de como aplique en el futuro su formacion cientifica ala vida, en las ideas y sélo en ellas su razin de ser, de tal manera que s6lo contemplara y percibiré la realidad en funcién de ellas, y a partir de ellas actuara sobre la realidad, pero jamas aceptaré que la idea se subordine al dictado de la realidad (sDeduzierter Plan einer in Berlin gu errichtenden hdheren Lebranstalty, en Die Idee der deutschen Universitat, p. 138) Pero, segtin Fichte, la actividad del estu- dioso, del cientifico, debia también revertir en beneficio de la sociedad, pues el profesor re- cibia su formacion a fin de que pueda devolver a la sociedad aquélio que ésta ha hecho por él; por tanto, todo el mun: do esta obligado a aplicar su formacién verdade- ramente en beneficio de la sociedad (J. G. Fichte, Von den Pflichten des Gelehrien, Hamburgo, 1971, p. 30) Fichte ve asi en la figura dei estudioso del cientifico, que se sabe obligado a una idea y no hace durante toda su vida sino trans- mitir a sus alumnos esta idea de tal forma que sea también para éstos pauta de su ac- tuacién, el producto ideal de la ética y la peda- gogia. Para Kierkegaard, como para Platon, la figura de Socrates es la imagen acabada del maestro ético o del filésofo moral dotado para la pedagogia. Kierkegaard parte de la convic- cién de que la scomunicacién ética» sélo pue- de ser indirecta, dado que no es posible como Ja transmisi6n directa de una informacién én forma de saber tedrico, sino tan sdlo como indicacién de una «capacidad» cuya realiza- cién unicamente puede ser efecto de la ac- cién en libertad del individuo. Por esta razon Kierkegaard utiliza como medio pedagégico, inspirandose deliberadamente en el didlogo socratico, diferentes heterénimos, que hacen as veces de autor. Kierkegaard procede asi para apartar la atencién del lector de la per- sona del autor, por un lado, y también, de otro, para estimularle a que formule un juicio mo- ral acerca de los modos de existencia vividos por cada uno de los seudénimos. También en este caso debe el maestro dominar el arte dialéctico y vivir él mismo de acuerdo con las categorias morales que hacen las veces de pauta ética en su método pedagogico indirec- to y le permiten como persona situarse tras la incondicional exigencia de la moralidad, a fin de permitir al alumno que sea é1 mismo. Entre hombre y hombre esto es lo més alto; el alumno es para el profesor la ocasién de enten- derse a si mismo, el profesor para el alumno la ocasion de entenderse a si mismo; al morir, el pro- fesor no lega exigencia alguna al alma del alum- no, de la misma manera que tampoco el alumno puede reclamar deuda alguna por parte del profesor (Philosophische Brosamen, p. 33). Hay que salir al paso aqui del malenten- dido de que el alumno pueda convertirse en una persona moral limitandose a imitar a su maestro. Puesto que la moralidad debe ser obra de uno mismo en la configuracién de su propia existencia, el maestro, en tanto que educador, debe desarrollar un método que permita al alumno «cortar el cordén umbilical» y le posibilite ser é1 mismo, esto es, desarro- llar libremente sus propias capacidades. Por eso, Kierkegaard se inventé innumerables heterénimos, cuya misién era hacer imposi. ble el contacto directo entre el autor y el lector, con la finalidad de provocar a éste a una toma de posicion independiente y comprometida. Finalmente, Nietzsche cre6 con la figura de Zaratustra un personaje en el que también se fundian en una unidad el compromiso moral y La WOR 04 DLO el interés pedagégico. Zaratustra ensefia a los hombres, valiéndose de metaforas e imagenes, una nueva moral, vivida por él mismo: la moral del superhombre como el sentido de la tierra {Ast habl6 Zaratustra, Prologo, apartado 3) [Permaneced fieles ala tierra, hermanos mios, con el poder de vuestra virtud! ;Vuestro amor que hace regalos y vuestro conocimiento sirvan al sentido de la tierra! Esto os ruego y a ello 0s conjuro. {No dejéis que vuestra virtud huya de las cosas terrenas y bata las alas hacia paredes eternasi iAy, ha habido siempre tanta virtud que se ha perdido volando! Conducid de nuevo a la tierra, como hago yo, @ la virtua que se ha perdido volando —si, condu- cidla.de nuevo al cuerpo y a la tierra: ypara que sea la tierra su sentido, un sentido humano! De cien maneras se han perdido volando y se han cextraviado hasta ahora tanto el espiritu como la vir~ tud. Ay, en nuestro cuerpo habita ahora todo ese delitio y error: en cuerpo y voluntad se han conver tido, De cien maneras han hecho ensayos y se han extraviado hasta ahora tanto el espiritu como Ia virtud. Si, un ensayo ha sido el hombre. jAy, mu cha ignorancia y mucho error se han vuelto cuer~ po en nosotros! No solo la razén de milenios también su de- mencia se abre paso en nosotros. Peligroso es ser heredero. ‘Todavia combatimos paso a paso con el gigante Astr, y sobre la humanidad entera ha dominado hasta ahora el absurdo, el sinsentido, \Vuestro espiritu y vuestra virtud sirvan al sent de la tierra, hermanos mios: jy el valor de todas las cosas sea establecido de nuevo por vosotros! Por eso debéis ser luchadores! ;Por eso debéis ser creadores! Por él saber se purifica el cuerpo; haciendo en- sayos con el saber se eleva; al hombre del conoci- miento todos los instintos se le santifican; al hombre clevado su alma se le vuelve alegre... ‘Cuando Zaratustra hubo dicho estas palabras callé como quien no ha dicho atin su ultima pala- bra; largo tiempo sopes6, dudando, el baston en su mano, Por fin hablé asi —y su voz se habia cambiado! jAhora yo me voy solo, discipulos mios! ;Tam- bign vosotros os vais ahora solos! Asi lo quiero yo. En verdad, este es mi consejo: jAlejaos de mi y guardaos de Zaratustra! Y atin mejor; avergon zaos de él! Tal vez os ba engafiado, ‘El hombre del conocimiento no solo tiene que saber amar a sus enemigos, tiene también que 8a~ ber odiar a su amigos. Se recompensa mal a un maestro si se perma- nece siempre diseipulo. ¢¥ por qué no vais a des: hojar vosotros mi corona? ‘Vosotros me venerdis: pero, equé ocurriria si ‘un dia vuestra veneraci6n se derrumba? ;Cuidad de que no os aplaste una estatual eDeciais que creéis en Zaratustra? Mas iqué itn porta Zaratustral Vosotros sois mis creyentes, mas jqué importan todos los creyentes! No 08 habiais buscado atin a vosotros: enton- ces me encontrasteis. Asi hacen todos los creyen- tes: por eso vale tan poco toda fe. ‘Ahora os ordeno que me perdais a mi y os en contréis a vosotros; y s6lo cuando todos hayais renegado de mi, volveré entre vosotros. ‘Bn verdad, con otros ojos, hermanos mios, bus- caré yo entonces a mis perdidos; con un amor dis: tinto os amaré entonces. Y todavia una vez debeis llegar a ser para mi amigos € hijos de una nica esperanza; entonces. quiero estar con vosotros por tercera vez, para ce- Iebrar con vosotros el gran mediodta. Y el gran mediodia es la hora en que el hombre se encuentra a mitad de sui camino entre el ani- mal y el superhombre, y celebra su camino hacia tel atardecer como sui mas alta esperanza: pues ¢s el camino hacia una nueva manana. Entonces el que se hunde en su ocaso os bendeci- 4a si mismo por ser uno que pasa al otro lado; y cl sol de su conocimiento estara para él en el me- diodia. «Muertos estan todos los dioses: ahora queremos que viva el superhombre.» —iSea esta alguna vez, en el gran mediodia, nuestra altima voluntadt ‘Asi hablé Zaratustra (ibid, “Von der schenkenden ‘Tugend!” [De la virtud que hace regalos}, aparta- dos 2-3). El gran mediodia es una metéfora del mo- mento cargado de sentido desde el que se lanza. una mirada retrospectiva al pasado (la condi- cion animal) y una vision prospectiva al futu- ro (el superhombre}. La verdadera condicion de hombre que tiene en si su sentido, el sen- tido de la tierra, es un ser en trénsito, en tran- sito hacia la condicién de superhombre; una meta que no puede alcanzarse de una vez por todas, sino sdlo si acaso momenténeamente, en el gran mediodia en el que encuentra el individuo su identidad: el sol se encuentra en el cenit y los objetos no producen sombra. Pero ia meta es hacer el camino, no Iegar; el cami- no es la verdadera meta. A Los autores a los que hemos hechos refe- rencia hasta aqui a titulo de ejemplo, y cuyo numero podria ampliarse atin considerablemen- te, trataron la relacién entre ética y pedagogia mas bien en el contexto de una reflexion de ca- racter ético o de un sistema ético, describiendo de manera prototipica la figura del maestro do- tada de una fuerte carga moral y concibiendo a éste como filésofo, preceptor, artista, cientifico 0 poeta. Otros autores, en cambio, han tratado la relacién entre ética y pedagogia en relacion, sobre todo, con una reflexion de naturaleza pe- dagogica o con un estudio sistematico de la pe- dagogia, desarrollando de manera separada su propio sistema ético. Asi, Johann Friedrich Herbart expuso bajo el titulo de Allgemeine praktische Philosophie (1808) una ética que contempla al hombre tanto como individuo como en su calidad de ser social desde la perspectiva de las ideas de libertad, perfeccién, benevolencia, justicia y equidad (véase Sdmtliche Werke, vol. 2, pp. 329-458), por mas que estas fundamentales reflexiones éticas figuraban ya en su obra Aligemeine Padagogik aus dem Zwesk der Erziehung abgeleitet (1806) en lo esencial (véa- se ibid., pp. 1-139). Aqui identifica en la «plu- ralidad de intereses» y en la «fuerza de caracter de la moralidad» la meta esencial de la educa~ cin, en relacién con la cual pasa a exponer con detalle el curso de las ensefianzas, que explicita por fases sucesivas. También Friedrich Schleiermacher ense- #6 en diversas ocasiones ética filos6fica (en particular en 1812-1813 y 1816: Grundrifs der philosophischen Ethik), siendo titulos impor- tantes de tales lecciones: «El bien supremo» y «Teoria de la virtud y teoria del debers. Pero la relacién entre ética y pedagogia fue tratada por él ya ampliamente en la introduccion a sus lecciones sobre pedagogia del afio 1826 (véa- se Padagogische Schriften, vol. 1, pp. 7-65). La educacién es definida aqui como una tarea moral por la cual la generacién mayor influye sobre los jévenes (véase ibid, p. 11) De manera que la teorfa de la educacién se en- cuentra en exacta relacién a la ética, siendo un arte que se vincula a la misma ... La pedagogia es tuna ciencia completamente ligada a ta a ta étiea, de- rivada de ésta y coordinads a la politica (ibid, p. 12), El objetivo de la influencia pedagogica es la madurez de la generacién mas joven, que hha de encontrarse en condiciones de coope- rar de manera independiente al cumplimien- to de los deberes morales generales. Por eso, la pedagogia sélo puede decidir lo que puede hacer del hombre (ibid., pp. 15 y ss.), 0 bien qué limites tiene la accién del educador, desde la idea del bien que debe desarrollar la ética. La educacién debe procurar que el hombre... se forme, a través de Ia influencia ejercida en él por la idea del bien, hasta donde sea posible en con- sonancia con ésta (ibid, p, 20). . Y esto acaece segtin Schleiermacher en la medida que se fomente aquéllo que sea mo- ralmente bueno y se contrarreste lo inmoral, Jo malo, Cuanto més completa sea la compren- sién moral de la idea del bien, mejor sera la teoria de la educacién (véase ibid., pp. 26-28). Aun cuando para Schleiermacher la éti- ca es la ciencia base para a pedagogia, tam- bién la ética requiere, a la inversa, de la pedagogia, pues el perfeccionamiento moral solo puede realizarse a través e la educacién (ibid., p. 33) Un sistema ético sélo puede pretender que posee un contenido de verdad si resulta posible cons- truir un método para realizarlo. La pedagogia cons- tituye la piedra de toque de la ética (ibid., p. 421), Por consiguiente, la ética sélo puede pre- tender eficacia practica a través de la pedago- gia. Wilhelm Dilthey sefialé en «Versuch einer Analyse des moralischen BewuBtseins» (1864; en Gesammelte Schriften, vol. 6, pp. 1-55) los rasgos comunes de la ética, la pedagogia y la filosofia de la religion en su influjo sobre la vida (véase ibid., p. 2), afirmando, ademas, en «Uber die Méglichkeit einer allgemeingtiltigen padagogischen Wissenschafts (1888) que una pedagogia sistematica que pretenda tener va- lidez general (ibid., pp. 58-83). obtiene de la ética la identificacién de su objetivo y de la psicologia el conocimiento de los procesos concretos y las normativas a través de las cuales la educacion trata de alcanzar ese objetivo (ibid, p. 57) Pero como la ética no puede definir como algo acabado y dotado de validez general el objetivo de la vida y con éste el objetivo de la educacién, sino tinicamente como un ideal histricamente condicionado y por tanto tran- sitorio, la pedagogia sdlo es una teoria de va- lidez general en la medida en que se basa en aquellas normas de la vida moral, espiritual y creativa que se pretenden validas en todo momento y con independencia de los cambios historicos (véase ibid, p. 67). Josef Derbolav ha elaborado un +«Esbozo de una ética pedagégicas (en Systematiche Perspesktiven der Padagogik, pp. 124-155) en el que vincula la ética, en tanto que ética de la accién educativa, al principio de la respon- sabilidad en la educacién. En consonancia con este principio, formula una «teoria de la vir- tud pedagégicas cuyos elementos esenciales: —autoridad con conocimiento de causa, — eros pedagégico, — tacto pedagogico, — humor pedagégico, distinguen al pedagogo que puede ser consi- derado bueno tanto en sentido moral como en sentido técnico (véase ibid., pp. 136 y ss.). Josef Fellsches, finalmente, defiende como representante de la teoria critica de la Escuela de Frankfurt una educacién moral que se proponga la mejora de la realidad so- cial, lo que hace de ella una educacién emi- nentemente politica (Moralische Erziehung als, politische Bildung, p. 11). Laciencia eritica de la educacién... considera como una exigencia de la conciencia moral en nuestra, situacién histérica que los adolescentes y los adul- tos perciban la necesidad del esfuerzo para hacer que la realidad social —y con ella la de cada per- sona—avance y mejore en sus condiciones, ¢8 de- La ona ota EoUEAGOW cir, que tomen conciencia de la funcién producti- va de la moral {ibid., p. 13) La educacién es concebida asi como un modus de la practica social, cuya pretension consiste en ejercitar en la comunicacién racio- nal para la blisqueda de vinculaciones en una accion conjunta y para su realizaci6n, tendien- do asia la superacién de la inhumanidad de las condiciones dadas en Ia realidad (ibid., pp. 142-159). Por eso, el propio profesor debe estar comprometido politicamente y debe someter también ese compromiso suyo a debate y anéli sis critico a fin de motivar al alumno a partici- par en la mejora de la sociedad y del Estado, Por diferentes que puedan parecer en los aspectos concretos los diversos intentos de determinacién de la tarea de la educacién y de la personalidad del profesor, resulta posi- ble constatar una coincidencia fundamental en dos puntos: 1, Los objetivos de caracter ético son ineludi- bles para una teoria de la educacién. Pues en ultima instancia, sobre los contenidos de la ensefianza y Ia forma de su transmi- sién decide la imagen del hombre, la pro- puesta normativa acerca de qué y como debe ser un hombre para que sea un hombre bueno. En esta propuesta normativa del hombre bueno como medida de la educa- cién intervienen, sin duda, elementos condicionantes de tipo empirico, influidos por el espiritu de la época y el contexto vi- tal correspondiente. Esto tiene también su aspecto positivo. Pero es justamente tarea de la ética re- cordar constantemente que esta imagen del hombre que el espiritu de la época contri buye a conformar no puede ser dada como definitiva y fijada dogmaticamente; por el contrario, debe quedar abierta, desde el distanciamiento critic, a determinaciones nuevas, mejores, mas humanas. La meta permanente de Ja educacién es un ser hu- mano auténomo y duefio de su libertad, no un individuo dirigido que reciba y ejecute actiticamente érdenes. {PREESCOLAR Las VALORES 2. Esta meta ética del ser humano que cada vez se libera mas y cada vez es mas capaz de actuar bajo su propia responsabilidad, contribuye a definir muy esencialmente la funcién del maestro. Este tiene que apoyar el proceso de despliegue de la libertad, de emancipacién del alumno convirtiéndose en Notas de la lectura » Considérese el siguiente fragmento del Leviatdn (re- producido en Texte aur Ethik, p. 171): «Existen en la naturaieza humana tres causas basicas de conilicto: primera, la concurrencia; segunda, la desconfianza; tercera, el ansia de gloria. La primera conduce a que el hombre sobrevalore la biisqueda de la ganancia, la segunda la seguridad y Ja tercera la fama. Los que se dejan dominar por la primera utilizan la violencia para aduefarse de otros hombres y de sus mujeres, hijos y ganado; los que por Ia segunda, hacen lo propio para defender lo consegui- do; y los que por la tercera, proceden de idéntica ma~ nera ante menudencias como una palabra, una sonrisa, una opinion discrepante o cualquier otro signo de me- nosprecio bien directamente contra ellos mismos 0 bien gue suponga una ofensa contra sus parientes, sus amigos, su nacién, su oficio o su nombre, ®De esto se sigue, con claridad palmaria, que en Jas épocas en las que los hombres viven en ausencia de un instrumento de este proceso. Es decir, su ensefianza no debe ser una forma de adoctrinamiento; antes al contrario, el profe- sor debe tratar al alumno comolal aduito que sera en el futuro, como una persona con ple- nitud de derechos, motivandole para que per- siga incondicionalmente este objetivo. un poder general que les ponga coto, se encuentran en un estado que se denomina guerra: en una guerra, ade- ms, de todos contra todos». * Se pone de manifiesto aqui nuevamente lo impres- cindible que resulta la antropologia para Ia ética y Ins consecuencias que tiene la base antropoldgica para la ética, Si se parte, con Socrates y Rousseau, de que el hombre es originariamente bueno, la tarea de la edu- cacién consiste, en lo esencial, en transmitir al edu- cando la comprensién de su propia condicién natural Pero si, con el cristianismo, se parte de que el hombre es originariamente un ser depravado, entonces el edu- cador no puede extraer el critetio del bien de la natura- leza, viendose obligado a proyectar su idea del bien ala naturaleza con los medios de la raz6n, configurando aquélla en funcién de dicha idea. TEMA 2. Educacién moral inet BOL 2.03 CONCEPTO Y LIMITES DE LA EDUCACION MORAL* PRESENTACION En el siguiente apartado se busca delimitar la conceptualizacién de la educacién moral, con a finatidad de aproximarla a las practicas educativas, buscando clarificar qué se entien- de por educacién moral. Este andlisis se ex tiende a otros ambitos como el social, politico y ambiental entre otros. CONCEPTO Y LiMITES DE LA EDUCACION MORAL no de los primeros problemas con los que habitualmente se enfrenta el interesado en la educacién moral es el relativo al propio significado y delimitacion conceptual de la misma. Si se ha dicho que todo es moral, pue- de decirse también en buena légica que todo tiene que ver con la educacién moral. En la medida que la vida humana es inconcebible al margen de la comunidad y de la interaccion entre sus miembros, todos los comportamien- tos del hombre se convierten en morales, o al menos todos sus comportamientos tienen una vertiente moral. Si se admite tal concepcién, es asimismo normal afirmar que la educacion moral lo impregna todo; es decir, que no hay ninguna faceta educativa exenta de conteni- do moral. Se puede afirmar, por lo tanto, que la educacion supone siempre educacion mo- Josep Ma. Puig Rovira y Miguel Martinez Martin. “Concepto y limites de la educacion moral”, en: Bdu- cacién moral y democracia, Barcelona, Ed. LAERTES, 1989, pp. 19-26, Leona La enucacd ral, Sin embargo, esta tesis que consideramos acertada, pierde buena parte de su razén cuando se la exagera. Parece excesivo afirmar que la educacién es educacién moral, lo cual no impide creer que la educacién envuelve siempre algtin aspecto moral y, en consecuen- cia, nada impide pensar que la educacién es siempre también educacién moral. Con todo, y a fin de precisar algo el uso del lenguaje, y desvanecer en la medida de lo posible ciertos malentendidos que acompafan a la educacion moral, vamos a sefialar en pri- mer lugar algunas practicas educativas que a veces se han entendido como educacién mo- ral, pero que no son propiamente educacién moral, pese a que en algunos casos tengan un acusado trasfondo moral. En tal sentido, pensamos que la educacién moral no puede identificarse con la educacién religiosa , tan- to si por ello se entiende la transmision del pensamiento de una confesién religiosa con- creta, como si nos referimos al cultivo de la fe en lo trascendente, Aunque a veces, este se- gundo aspecto pueda impulsar y dar sentido a la actuacién moral. Tampoco puede identi- ficarse la educacién moral con 1a educacién politica, en especial en la medida que la ulti- ma se entienda como informacion sobre el orden constitucional y las leyes basicas de un pais, sobre el funcionamiento concreto de sus instituciones publicas, o sobre la ideologia que sustentan los respectivos partidos politicos. ‘Todo ello es sin duda importante y necesario para la correcta formacién de los ciudadanos. Pero la mera informacién politica no es pro- piamente educacién moral, aunque es bien sa- bido que la actividad politica plantea infinidad de problemas morales. Algo semejante ocurre con la educacién social, tampoco ella puede considerarse como educacién moral. Si enten- demos la educacién social como la adqui cién de ciertas normas convencionales de convivencia —roles de toda indole, costum- bres arraigadas, normas de urbanidad, etc.—, sera dificil negar su trascendencia en la for- macion humana, pero no por ello su transmi- sion debe entenderse como educacién moral. Asimismo, la educacién ambiental, la educa- Lo Petsontaa os ALORS cién vial, o la educacién para la salud, por sefalar algunos ejemplos caracteristicos, tam- poco son esencialmente educacién moral, aun- que todos estos campos de actividad educative tengan un importante trasfondo moral, e in- cluso en ciertos casos se orienten priorita- riamente hacia sus vertientes morales. Nos parece mejor afirmar que todos esos ambitos tienen un relevante papel fermativo e infor- mativo, sin duda necesario para la educacion moral, aunque en principio no siempre plan- teen directamente problematicas morales, a pesar de que pueden hacerlo. En todos estos casos, y en otras muchas situaciones y actividades educativas, no pue- de hablarse propiamente de educacién moral. No conviene hacerlo cuando nos referimos a la transmisién de un contenido informativo, © cuando se trata de que los educandos ad- quieran un conjunto de normas de conducta respecto a las cuales no hay discusién, bien sea porque estan avaladas por la tradicién, 0 porque todo el mundo las admite. En estos casos es preferible hablar de socializacion. Es decir, cuando estamos ante la transmision socialmente consensuada e impuesta de co- nocimientos, informaciones, normas o valo- res no puede hablarse propiamente de educacién moral sino de socializacion. Es cier- to que ha habido importantes autores, como es el caso de Durkheim, que han entendido que la educacién moral era precisamente esa transmisién que impone la sociedad. Pese a ello, creemos que es preferible reservar la ex- presién «educacién moral» para aquellas si- tuaciones en las que se trasciende la mera adaptaci6n a los criterios normalizados de la sociedad. En los casos meramente adaptativos utilizaremos el concepto de «socializacion» Esta distincion no debe hacernos olvidar dos cosas. Primero, que con ello no se reduce la importancia de la socializacién, ni tampoco toma inevitablemente un cardcter negativo o reproductor de lo peor de la sociedad. Es cierto que en algunas situaciones a través de meca- nismos socializadores se transmiten compor- tamientos que tinicamente son utiles para perpetuar aspectos injustos e injustificables del sistema social. Pero también es cierto que la socializacién, ademas de ser inevitable, es un proceso educativo imprescindible para mecanizar cierto tipo de comportamientos s6- ciales. Gracias a esas regulaciones y rituali- zaciones que imponen las sociedades se logra hacer previsibles las conductas de sus miem- bros, y asegurar asi la convivencia; y en se- gundo lugar se evita tener que dilucidar a cada instante qué comportamiento es el mas co- rrecto ante cada situacion. Es evidente que cada situacién personal 0 social no puede plantearse como un problema que requiera idear o crear para cada caso una solucién ori- ginal y adecuada . La socializacién, por tanto, garantiza la vida social y evita ese dispendio inutil de atencion. Es preciso recordar, desde otra perspec- tiva, que los hechos y situaciones a que se enfrentan los individuos no tienen la califica- cién eterna de morales o sociales, sino que pueden pasar de una consideracién a la otra. A saber, ciertos temas que en un momento dado fueron muy controvertidos y quedaron, inscritos en el ambito de lo moral, en otros momentos alcanzan un nivel de consenso tal que los convierte en temas de socializacion. De igual modo, temas que primero no ofrecen mayores dudas, en otros instantes se convier- ten en grandes polémicas morales. A su vez, hay tematicas que para la mayoria no repre- sentan, 0 atin no representan, un problema sobre el qué dudar, pero para una minoria aquel es un problema cierto y claro, y por lo tanto un problema moral, Todo ello nos sirve para comprender que la distincién entre el ambito de la educacién moral y el de la socializacién no es estatica sino muy flexible, y que es precisamente en esa flexibilidad don- de se encuentra uno de los mecanismos de la evolucién social. Hemos afirmado que la socializacién ver- sa sobre lo que la sociedad impone a sus miembros tras un consenso mas o menos. aceptado por todos, y que la educacién moral pretende capacitar a los educandos para tra- tar con aquellos temas que son percibidos como problematicos. Es decir, con aquellos yy temas importantes para el individuo y la co- lectividad, cuya solucién no esta clara por- que supone resolver un conflicto de valores, probablemente dificil de dilucidar. Pero ade- mas, para que dichos temas conserven su con- sideracién de morales, y para enfrentarse correctamente a ellos, es necesario apelar, como veremos con mayor detalle més adelan- te, al juicio y al comportamiento auténomos y responsables del individuo. Estamos en el ambito de la educacion moral cuando nos planteamos temas vitalmen- te importantes, temas que afectan a las posi- bilidades de vivir una vida digna y plenamente humana, temas en definitiva que podrian co- locar al hombre en situacién de medio y ale- jarlo de su estatus de fin en si mismo. Da igual ‘que los temas problematizados se refieran al ambito de la vida individual y de los compor- tamientos privados, o que por el contrario afec- ten a decisiones publicas de caracter colectivo. Da igual también que sean temas calificados como politicos, cientificos, ecolégicos, de jus- ticia e igualdad, de convivencia y relacion interpersonal, o de cualquier otro tipo. Siem- pre que nos encontremos ante una tematica que de alguna forma afecte en algo relevante a la vida humana estaremos ante un tema moral. En lo dicho queda implicito ya que esos temas en buena medida adquieren importan- cia porque plantean a los hombres conflictos entre tendencias, deseos, intereses y, a la postre, entre valores distintos. Para que una tematica adquiera la consideracién de moral ha de plantear consciente o inconscientemente algun conflicto entre opciones de valor dife- rentes, No es necesario que el conflicto esté siempre definido ‘claramente y pueda verba- lizarse y reflexionarse. En algunos casos el conflicto simplemente se vive y se soluciona de forma mas o menos espontanea, aunque ciertamente en otros casos el conflicto conlle- va un notable grado de elaboracion tedrica. En cualquiera de los dos supuestos nos ha- llamos ante una de las condiciones de lo mo- ral. Tales conflictos morales pueden partir de impulsos y tendencias individuales dificiles de A conciliar, o responder a una lucha de intere- ses personales encontrados, o también explicitar enfrentamientos grupales y soc les de toda indole. La amplitud y naturaleza del conflicto a que debe enfrentarse el juicioy el comportamiento moral son datos afiadidos y secundarios respecto de lo que es esencial en lo moral; a saber, el enfrentamiento entre alternativas y opciones de valor deseables. Finalmente, para que estas situaciones vitalmente importantes y envueltas en con- flictos de valor no queden desvirtuadas en su esencia moral es necesario que se proceda a resolverlas de forma plenamente humana. Dado que tales situaciones pueden ser resuel- tas y reguladas de muy diferentes maneras,, debemos entrar de lieno en el terreno de la libertad y de la responsabilidad del individuo para enjuiciar y actuar creativamente en di- chas situaciones de conflicto de valor. Tal con- dicién no es anicamente un resultado impuesto por el conflicto de valor, sino una condicién necesaria de todo comportamiento moral. La autonomia del sujeto es una caracteristica esencial de todo acto moral. Por tanto, la educacién moral supone enfrentarse de manera libre y auténoma a temas relevan- tes que estan atravesados por una con- troversia 0 un conflicto de valores. Dicho de otra manera, la educacién moral supone aprender a guiarse auténomamente ante te- mas en los que nadie puede darnos una se- guridad definitiva, pero respecto de los cuales podemos elaborar soluciones que considera- mos mejores y mas justas que otras En consecuencia, la educacién moral dificilmente puede acotar un campo junto a laeducacién intelectual, politica, civico-social, o junto a cualquier otra modalidad educativa. No puede hacerlo porque no se define por un sector de la realidad humana, sino por el tra~ tamiento auténomo de los conflictos de valor que plantea cualquier aspecto de esa reali- dad. Por lo tanto, nos parece claro que la politica, la ciencia, 1a salud, lo socioconven: cional, y otros muchos campos pueden con- vertirse en sede de problematicas morales, y ello en la medida que en su seno se planteen LN PREESCOLAR 0 LES conflictos de valor. La educacién moral no es pues un sector educativo entre otros, sino un tipo de intervencién educativa que requieren ciertas situaciones que se dan en cualquier Ambito de la educaci6n y en definitiva de la vida. La manera de caracterizar la socializacién y la educacién moral que hemos propuesto nos parece que las distingue en los siguientes aspectos: tanto una como la otra tratan de temas relevantes para la vida, aunque la edu- cacién moral se cifie tinicamente a aquéllos que afecta a la dignidad del individuo, mien- tras que la socializacion puede tratar otro tipo de tematicas. Por otra parte, se diferencian en cuanto a la conflictividad de valores que tales temas conllevan. Mientras que para la educacién moral ésto es una nota basica, para, Ja socializacion es precisamente lo contrario, ya que se trata de transmitir soluciones que han eliminado o resuelto el conflicto de valor. Por tltimo, la educacién moral requiere como condicién esencial la libertad y autonomia del sujeto en su juicio y accion, mientras que la socializacién puede no negar tales cualidades del comportamiento del individuo, pero en sus manifestaciones concretas, y debido a la mis- ma naturaleza de su tarea, no logra conside- rar la autonomia en toda su radicalidad. Dicho de modo sintético, 1a socializacién pretende transmitir informacion sobre cémo pensar y actuar en sociedad, mientras que por su par- te la educacién moral ayuda a crear nueva informacién sobre el juicio y la accién ade- cuadas para tratar problemas abiertos. En la medida que la educacién moral su- pone aprender a orientarse en situaciones de conficto de valor, se convierte en sede o mejor en motor del cambio social, en instrumento de transformacién y emancipacién personal y colectiva, Provocar la optimizacién personal 0 social supone haberse planteado, y en cierto modo resuelto, un conflicto de valor. Tan sélo resolviendo situaciones de controversia, o to- mando conciencia de lo controvertido de cier- tas situaciones que pasaban por claras, contribuimos a la mejora de nuestra vida per- sonal y colectiva. En cierto modo, las practi- cas educativas que no esconden el conflicto contribuyen a la transformacion social. Mien- tras que aquellas practicas que lo niegan, sirven tinicamente para perpetuar Io ya esta~ blecido. Retomaremos la consideracién del con- cepto de educacién moral centrandonos en las disposiciones o capacidades que es necesario fomentar en el educando para que alcance plenamente ese modo de conducirse auténo- mamente en situaciones de conflicto de valo- res, Pensamos que la educacién moral conseguira estos objetivos cuando sea capaz de contribuir al desarrollo de todas aquellas capacidades que intervienen en la formacion del juicio y la accion moral. Se trata, por tan- to, de una propuesta de educacién moral que entiende que su primer objetivo, aunque como Tuego veremos no su tinico objetivo, es contri- buir al desarrollo de aquellas disposiciones del educando que inciden en su formacién mo- ral. Pensamos que tal postura puede defen- derse porque las aptitudes que se alcanzan en sus niveles superiors de desarrollo coin- ciden también con valores deseables y reco- nocidos. Pretendemos lograr el desarrollo de los principios de valor a que conduce el pro- greso natural de los educandos. Sin entrar aqui en mayores detalles, pensamos que se trata de desarrollar ciertas capacidades cu- yos niveles superiores coinciden con valores importantes para la formacién moral. Se pre- tende conseguir el éptimo desarrollo de las capacidades cognitivas, 1o cual nos conduci- ra hasta la autonomia intelectual y el espiritu critico; el desarrollo de la empatia, que nos levara a un aumento de la consideracién por los demas, la cooperacién y la solidaridad; el desarrollo del juicio moral, que nos acercara a un pensamiento regido por criterios de jus- ticia y dignidad personal; y el desarrollo de la capacidad de autorregulacion, que nos per- mitira alcanzar una mayor autonomia de la voluntad y una mayor coherencia de-la ac- cin personal con los criterios de juicio pro- pios que deben guiarla. Tales valores que, cuando se han vivido las experiencias idéneas, todos los hombres pueden llegar a manifes- tar, constituyen la base minima y comun de won. EDUCA este proyecto de educacién moral. Sin embar- go, el caracter formal de estos principios de valor obliga a cada individuo a coneretarlos de manera creativa en sus respectivas vidas. Resumiendo lo que hemos propuesto, pensamos que la educacién moral pretende colaborar con el educando en el desarrollo y 1a formacién de aquellas capacidades que in- tervienen en el juicio y la accién moral, a fin de que sean capaces de orientarse con auto- nomia en todas aquellas situaciones concretas de su vida que, implicita o explicitamente, su- ponen un conflicto de valores. Se trata del am- bito educativo més préximo a la optimizacion de la conciencia individual, que ha de permitir a la persona actuar o no ante una situacion determinada en funcién de sus criterios per- sonales. Es, en definitiva, la formacién del caracter o manera de ser propia y querida del hombre; es decir, la creacién de ciertas consis- tencias en el pensamiento y la accién huma- nas. Sin embargo, nada de ello debe menosca- bar la autonomia y la libertad del educando. La formacién de personalidad moral exige siempre la autonomia como resultado, y supone la au- tonomia como método. Por otra parte, para lo- grar una completa formacién de la personalidad moral no creemos suficiente considerar s6lo los aspectos cognitivos y relativos al pensamiento y juicio moral, sino que es necesario considerar tambien aquellos aspectos volitivos y propios de la conducta moral. Finalmente, la realiza- cion de un proyecto de educacién moral de estas caracteristicas no seria posible si limit semos la accién educativa a las posibles expe- riencias esponténeas que pueden vivir los educandos. Por el contrario, nos parece impres- cindible prestar especial atencién al disefio de curriculums de educacién moral. A ello dedica- remos buena parte de este trabajo. 1 IO PREESCOLA LOVES TEMA 3. Fundamentos y perspectivas so- bre el desarrollo moral 1h ea 8 UL Ys TEORIAS DEL DESARROLLO MORAL* PRESENTACION Este capitulo presenta las teorfas mas importan- tes acerca del desarrollo moral separdndolas en dos bloques, unas de adaptacién heterénoma y otras en relacién a la construccién de un pensa- miento auténomo. Consideran a Durkheim, Freud, Skinner y bidlogos evolucionistas como Darwin y Wilson entre otros representativos del primer bloque; a Piaget, Kohiberg y Turiel como exponentes de la segunda tendencia. Al agru- parlos por bloques o tendencias se considera que tienen algo en comtin, que de alguna manera son homogéneas. En el bloque que considera al desarrollo moral como adaptacién heterénoma se explo- rardn los estudios desde la perspectiva social, psicoldgica, biolégica, mientras que el bloque del desarrollo moral como construccién de un pensamiento justo y auténomo se fundamenta en la teorias cognitivas de sus exponentes mds representativos. TEORIAS DEL DESARROLLO MORAL ualquier propuesta de accion educativa bien fundamentada debe partir, en pri- mer lugar, de un proyecto normativo que di- sefie el punto de Ilegada que se quiere alcanzar 0, quizas mejor, la direccién que deseamos to- * Josep Ma. Puig Rovira y Miguel Martinez Martin. “Teo- rias del desarrollo moral”, en: Educacién moral y de- mocracia, Barcelona, Ed. LAERTES, 1989. pp. 49-126. mar en pos de unas finalidades probablemente nunca del todo asequibles. De ello hablamos en el capitulo anterior al precisar lo que en- tendiamos por educacién moral, al esbozar una propuesta educativa que denominabamos de construccién racional y auténoma de prin- cipios y normas morales, y finalmente al pre- sentar un modelo a la vez posible y deseable de personalidad mioral. Mas adelante, cuan- do tratemos de la construccién del curriculum de educacién moral, insistiremos de nuevo en alguna de estas cuestiones, Sin embargo, todo proyecto de accion edu- cativa debe contar no sélo con propuestas nor- mativas, sino también con todas aquellas disciplinas que aportan conocimientos des- criptivos; conocimientos que son imprescin- dibles en el disefio de dichos planes de accién. En nuestro caso, un curriculum de educacién moral requiere prioritariamente, aunque no exclusivamente, contar con los trabajos psico- logicos, 0 con las aportaciones de otra indole, que nos informan sobre los procesos de ad- quisicién y desarrollo de los componentes de la personalidad moral. Tales conocimientos seran utiles en diversos sentidos: ante todo como fundamento cientifico necesario para el disefio racional de planes de formacion mo- ral, pero ademas también son imprescindibles para comprobar la viabilidad de las propues- tas normativas que se han presentado, y para ofrecer nuevas indicaciones que mejoren la propuesta normativa adelantada. En conse- cuencia, en lo que sigue presentaremos las teorias del desarrollo moral que, a nuestro parecer, mejor pueden satisfacer las funcio- nes que les hemos encomendado. Para presentar las distintas teorias so- bre el desarrollo moral hemos optado por agru- parlas en dos grandes bloques de acuerdo a. ciertas afinidades que iremos sefalando. En el primero, se entendera el desarrollo moral como adaptaci6n heterénoma. En él se retinen aquellas teorias que desde diversas perspec- tivas han entendido la adquisicion de la mo- ralidad como un medio de insercién de los individuos en la sociedad. Sea por mecanismos biologicos de adaptacién, o apelando a proce- Laon LA enue sos de socializacién, identificacién o condicionamiento, en todos estos casos el pa- pel del sujeto que se adapta es muy limitado, quedandole como principal tarea hacer suyas Jas influencias que desde el exterior se le im- ponen, y sin que para ello tengan especial re- lieve sus capacidades cognitivas. Tales perspectivas no coinciden con el modelo nor- mativo que propusimos; sin embargo, sin ser un modelo de formacién moral absolutamen- te deseable, describen aspectos de la forma- cién moral que no podemos desconocer y que debemos tener en cuenta en el disefio curricular. Los autores que hemos considera- do mas representativos de esta perspectiva son E. Durkheim, S. Freud, B. F. Skinner, y los bidlogos evolucionistas desde Darwin a Wilson. El segundo bloque esta constituido por aquellas posturas cognitivas que entienden el desarrollo moral como la progresiva construc- cin de un pensamiento moral justo y auténomo. Tal desarrollo se consigue en interaccién con el medio, pero de un modo que el sujeto no queda sometido unilateralmente a la presién ambien- tal sino que conserva un notable papel auto- organizador. Estas posturas nos permitiran fundamentar el modelo de personalidad moral propuesto, al menos en lo que se refiere a su capacidad para elaborar principios generales de valor y normas concretas de conducta. Los au- tores mas representativos de esta tendencia son J. Piaget, L. Kohlberg y B. Turiel. En lo sucesivo, vamos a exponer el pen- samiento de estos autores sobre la formacion moral, sefialando brevemente cuando sea po- sible las consecuencias podagégicas que pue- den derivarse de sus respectivas posturas. La moral como adaptacién heterénoma ‘Tal como se ha dicho, en este apartado se han agrupado autores como E. Durkheim, S. Freud, B. F, Skinner y bidlogos como Ch. Darwin y E. Wilson. A pesar de las diferencias que se- paran estas tendencias, y que se comprobaran en las respectivas presentaciones, nos parece que al menos tienen en comin ciertas notas que las hacen homogéneas en algtin sentido. Los supuestos en que coinciden son: prime- ro, entender la formacién moral como una adaptacién conductual a las reglas de la so- ciedad, como una interiorizacién de regias culturales externas al individuo; segundo, ver en ciertas necesidades biolégicas o en la bus- queda de recompensas y evitacién de casti- gos, las motivaciones basicas de la conducta moral; tercero, aceptar la relatividad cultural del desarrollo moral; cuarto, definir el papel de los agentes del medio educativo por la ta- rea de modular cuantitativamente la presion que se ejercera sobre los sujetos a moralizar. Como puede apreciarse, tales presupuestos es- tan lejos de lo que consideramos deseable como * método de formacién moral de los educandos. Sin embargo, ello no excluye que buena parte de las experiencias moral es de los hombres coincidan con los presupuestos que aqui se indican y que, por tanto, merezca la pena aten- der cuidadosamente a esas teorias. EMILE DURKHEIM El pensamiento moral de Durkheim tiende a reducir la moral a sus condicionamientos so- ciolégicos. El hombre no sélo recibe de la so- ciedad la escala de valores morales —la moral socialmente vigente—, sino que la fuerza mo- ral de estas valoraciones no procede tanto de su conciencia como de la misma presién so- cial. La moral, en tanto que hecho social, es un dato en buena medida ajeno a nuestra vo- luntad; un dato que se nos impone y que sélo al comprender y aceptar su necesidad logra- mos conquistar nuestra autonomia ‘moral Dicha tesis, como veremos més adelante, fun- damenta una educacién moral que suele califi- carse de tradicional, aunque los planteamientos de Durkheim ofrezcan numerosos matices de gran interés. La primera intencién de Durkheim al es- cribir La educaci6n moral era trazar las lineas de una educacién moral laica, que no tomara A [no encscouaR Los vores prestado nada de la religién sino que se apo- yara en criterios justificables racionalmente. En consecuencia, no le basta con retirar lo religioso de ta moral , si no que paralelamente debe descubrir los dinamismos sociales y hu- manos que convierten al hombre en un ser moral. Tales elementos esenciales de la mo- ralidad son: el espiritu de disciplina, la adhe- sién a los grupos sociales y la autonomia de la voluntad. Su estudio nos dard las claves de la moral humana y nos indicaré cémo inter- venir pedagégicamente sobre ella. Las acciones morales responden siempre aun sistema de reglas preestablecidas. Con- ducirse moralmente es actuar conforme a cier- tas normas que la sociedad tiene establecidas. Por tanto, la moral es el conjunto de reglas previamente definidas que determinan, imperativamente la conducta de los hombres Esto significa, ante todo, que una vida moral es una vida regularizada en la que se han substituido los elementos de arbitrariedad, indecision o azar por normas sociales que se imponen a los sujetos. En consecuencia, una existencia moral debe ser regular y fija, y por ello deberd encontrar cierto gusto por la regu- laridad y a conducta prescrita. La adquisi- cién de habitos es la vertiente psicologica de esa necesidad propiamente moral. Sin embar- go, en las reglas morales impuestas desde el exterior hay algo mas que predictibilidad y regularidad de Ia conducta. Para que sean obedecidas es necesario que haya también un componente de autoridad. Es decir, la efica- cia de la regla moral supone la influencia o ascendiente que ejerce sobre los hombres un poder moral que reconocemos como superior. La regla moral ha de contener en si misma una fuerza que todos los individuos entien- dan que es superior a ellos y la acaten. Tal fuerza, sino tiene su origen en creencias reli- giosas, en opinion de Durkheim tnicamente puede proceder de una entidad empirica su- perior a los individuos: de la sociedad. En sin- tesis, el respeto por la autoridad y el sentido de regularidad son los dos aspectos constitu- tivos del espiritu de disciplina que todo indivi- duo debe adquirir para cumplir las normas morales por deber y no por miedo a conse- cuencias desagradables que su infraccion pudiera acarrear. Por otra parte, la disciplina es imprescindible no s6lo para regular la vida individual, dandole un horizonte normativo, sino también para organizar la existencia co- lectiva. La adhesién a los grupos sociales es el se- gundo elemento de la moralidad. Este dina- mismo moral permite explicar como se acepta y reconoce la autoridad que emana de la so- ciedad y convierte en obligatorias las normas sociales. Para ello, segiin Durkheim, se debe distinguir entre actos personales y actos im- personales. Los primeros tienen como fin sos- tener o desarrollar la propia existencia de quien los realiza, y por tanto no son actos morales. En cambio, en los actos impersona- les el fin concierne a otra entidad distinta al propio individuo que los realiza, aunque pue- dan tener también algun interés para él mis- mo. Estos son los actos propiamente morales. Sin embargo, como resulta imposible hacer algo por todos los demas tomados individual- mente, el objeto de los actos morales no puede ser otro que los grupos 0 sociedades humanas en su conjunto. En definitiva, los fines mora- les seran aquéllos cuyo objeto es la sociedad, y obrar moralmente sera obrar por un interés colectivo. Es decir, el comportamiento moral supone la adhesién, solidaridad y vinculacién con los grupos sociales. Corresponsabilizarse de fines que superan al individuo y corres- ponden a la sociedad no es una carga que pesa sobre los individuos sino todo lo contrario. Ocurre asi, y el individuo se adhiere @ la so- ciedad, en primer lugar, porque la sociedad es una entidad que es mas que la suma de los individuos que la componen; porque posce una naturaleza propia, una personalidad distinta y superior a la de sus miembros. La sociedad constituye pues una entidad que sobrepasa y es superior a cualquiera de los individuos que la constituyen. La sociedad es algo que sien- do empirico y no espiritual trasciende la exis- tencia individual de cada hombre. Pero ademas los hombres tiene un interés en unirse a la sociedad porque en ella reconocen una entidad més variada, eminente y rica que su propia individualidad concreta, y solo unién- dose a ella consiguen realizar plenamente to- das las posibilidades de su naturaleza. Como ya se indicé, el reconocimiento de la superioridad de la sociedad y la adhesion que provoca es un elemento indisociablemente unido al espiritu de disciplina, pues Ia auto- ridad que regula y normativiza la vida emana de la superioridad que los individuos recono- cen a la sociedad y que permite a ésta dictar normas y hacerlas cumplir. No obstante, cada vez es mas conveniente que la moral no se base tan sélo en la disciplina y la adhesién al grupo, sino que las reglas sean también res- petadas desde la conciencia moral de cada persona, desde la autonomfa de su voluntad. De qué modo es posible conciliar la moral entendida como algo exterior que se impone a la voluntad y la moral como libertad auténo- ma? Durkheim halla la solucién en una com- paracion con las ciencias naturales. El tnico modo de ser libres ante la naturaleza es co- nocer sus leyes y utilizarlas sin intentar for- zarlas sino respeténdolas. De igual manera, la sociedad posee un conjunto de regularida- des morales cuya certidumbre se nos impone como las leyes naturales, y ante las cuales solo es posible ser libres reconociendo las ra~ zones por las que se imponen, aceptandolas por ello como racionales, y actuando confor- me a lo que dictan. La autonomia moral es el reconocimiento personal de la necesidad de las normas morales de la sociedad, y por tan- to el paso de lo que era exterior al interior de la conciencia individual. Concluido el andlisis de los elementos de la moralidad, Durkheim traza un plan para construirlos en la personalidad de los jéve- nes. En primer lugar, para formar el espiritu de disciplina se apoya en dos predisposicio- nes naturales del nifio que acttan como con- diciones de posibilidad de la aceptacién de las reglas de la autoridad. Nos referimos a su receptividad a los habitos, que permite con- tener y regular su inestabilidad, y a su gran sugestibilidad, mediante la que se consigue inculcarle el respeto a la autoridad moral. La A aon La eDucaccn gran potencia de estas inclinaciones requiere una actuacién prudente por parte de los edu- cadores. Prudencia que se concreta en la de- cision de que el nifio asista a la escuela para no verse limitado por la exclusiva influencia paterna, asi como al cambio periddico de pro- fesores para salvar el mismo escollo. Sin em- argo, dado que el comportamiento moral no surge espontaneamente de tales predisposi- ciones, sino que es necesario conducir a los jovenes al respeto de las reglas exteriores, se le debe exponer a una experiencia en la que se encuentre enfrentado a un sistema de re- glas que deba respetar. La escuela es la insti- tucién que cumple esta funcién. En ella el joven se encuentra sometido a un sistema de reglas que se le imponen y empiezan a impri-* mirle el caracter moral. Sabemos, ademas, que toda regla debe estar respaldada por la auto- ridad y, en este caso, sdlo la autoridad del maestro puede lograr que la regla sea respe- tada. El maestro, en tanto que individuo que en principio no posee por si mismo ninguna superioridad o autoridad moral, la adquirira y manifestaré en a medida en que tenga una idea clara de su misién social, y sienta inti- mamaente y exprese con pasién el ideal de esa tarea. Al representar el ideal de la sociedad se elevaré por encima de su limitada indivi- dualidad. En consecuencia, el respeto a las normas no proviene de los castigos que pue- da imponer el maestro, aunque ciertamente haya una conexién entre las reglas y el casti- go, sino de la autoridad que como represen- tante de la sociedad expresa el educador. Por tanto, el castigo no sirve para imponer las normas, pero evita que éstas pierdan su as- cendiente y autoridad. Si las transgresiones no fuesen-castigadas, el joven ira perdiendo el respeto por las normas y acabaria por no aceptar tampoco la autoridad de! maestro. Por tanto, el castigo sirve para ratificar la regla que se ha negado; es un aviso de que ésta sigue siendo importante. Si los castigos tie- nen un lugar en la educacién moral, y para que no se conviertan en injustificables tortu- ras, es necesario discutir qué tipo de castigos conviene administrar y cémo hacerlo. Durkheim ‘Lo PREESCOLAR 105 ALORES_ critica ante todo los castigos corporales y el ensafiamiento de los maestros, y propone el control social sobre la escuela como medio para evitar tales excesos. En cambio, encuen- tra que la privacién del juego y la realizacion de tareas suplementarias son castigos ade- cuados. Dichos castigos deben graduarse mi- nuciosamente, imponerse sin ira ni frialdad y ser irrevocables, En cuanto a la adhesin a los grupos so- ciales, Durkheim Ia fundamenta en la dispo- sicién de los individuos a la simpatia y en las tendencias altruistas y desinteresadas. Tales disposiciones, débiles al principio, se fortale- cen en la medida que el maestro consigue con- ducit al alumno mas alla de si mismo; y lo consigue cuando lo pone en contacto con los demas y especialmente con los grupos socia- les a que pertenece. Se trata de mostrarle re- petidamente representaciones de tales realidades sociales, y mostrarselas con pasion y emotividad. Para lograr tales objetivos el educador se apoyara en dos importantes ayu- das: la influencia del medio escolar y las en- seflanzas que imparte. La escuela debe acostumbrar a sus alumnos a la vida colecti- va a partir del propio medio escolar y del cli- ma que en él se crea. Tal clima Colectivo vendra propiciado cuando se adquiere con- ciencia de pertenecer a una clase, cuando se defiende su honor, cuando se discute en co- munidad; en definitiva, cuando los jévenes vibran juntos. Llegado el caso, el castigo co- lectivo también contribuye a crear conciencia de grupo. Finalmente, se consigue idéntico objetivo cuando el joven percibe que la clase tiene un pasado y una historia, y que ha sido acufiando algunas normas y reglas que él debe aprender a cumplir. Por lo que respecta a la instruccién, Durkheim defiende especialmente Ia ensefianza de las ciencias por lo que tienen de preparacién del espiritu que luego seré titil para captar las realidades morales; la cultu- ra estética por lo que tiene de fusién con los ideales superiores que guiaron al artista; y, por tiltimo, la ensefianza de la historia por- que muestra directamente la sociedad a la que se pertenece y facilita la adquisicién de una plena conciencia colectiva. A la autonomia de la voluntad no se le dedica directamente ningin comentario, aun- que puede suponerse que se alcanzaré cuan- do se consigan plenamente los objetivos educativos propuestos respecto del espiritu de disciplina y de la adhesién a los grupos. Elomertos moral Esp do iscoting Autonoma de fa voluntad Adhesion grupos sociates Aspectos esenciales que implican | Reglas preestablecidas que regulan Je conductay son respotadas gracias fa ifluencia gue elerce la autor da sobre los indivius. 1 darnos cuenta, econocer 1 aveptar la necesita de os fermenos morales nos ha: ‘emo tres. Erfin de los actas morales sia pu ide halarse en fa socledad, y ello. Porque es una entidad que sobre- asa y 0s superar a tas indviduas, Predisposiciones: receptvida a los bites y sugestidad ante la autori- dad, | como dsaroiaro en as Jvenes generaciones {que permiten exponer al nia als tema de regiasescolares ya la auto: rida det maestro, ‘Aoridad que no se basa en el cas Lago pero que fo utliza para que las reglas no plordan su presi, Predisposiclones: simpatiay tendon clas alruisias. No habla directamente do este aspecto, aunque quiza Dueda deducise que se for. ma como consecuenclay pa ralelamente al desarrollo de los demés elementos de la moralidad, ‘que han do desarrliarse conducien o al alumna mas allé de sf mismo al ponerio en contacto con su so cad. Tal objtva se logra gracias la i ‘uence del medio escolar y de as ensefianzas que se dan on 6! cen las, cultura, estéica e historia) ta onan 4E0UCACIN SIGMUND FREUD Colocar las aportaciones de Freud y el psi- coandlisis en un apartado en que se conside- ra la moral como un mecanismo de adaptacion heterénoma al entorno social es una decision discutible. Es cierto, como veremos a continua- cion, que desde las posturas psicoanaliticas se ha entendido la moral como resultado de la introyeccién de las presiones sociales, pero también es cierto que a partir del movimiento psicoanalitico han surgido importantes expe- riencias educativas claramente no represivas y antiautoritarias; experiencias en que pre- domina la autonomia moral de los educandos por encima de la imposicién heterénoma de consignas morales. Esta doble direccién del pensamiento psicoanalitico esta ya presente en Freud. En sus escritos se entiende la mo- ral como resultado de procesos de inculcacion, aunque ello no le agrade y defienda una edu- cacion liberal, sin embargo acabé por recono- cer la imposibilidad de una formacién humana totalmente antirrepresiva. Tales oscilaciones complican la ubicacién del pensamiento de Freud, aunque finalmente hayamos optado por destacar su explicacién heterénoma de la mo- ral, y ello porque mas alla de la necesidad y la posibilidad de una educacién antiautoritaria, defendié siempre la tesis que contempla la mo- ral como resultado de las imposiciones sociales sobre el individuo. E] desarrollo moral, tal como lo describe Freud, parte de la confrontacién entre el in- dividuo no socializado y el sistema social; con- frontacién que al producirse en la vida de cada sujeto lo hace pasar de un estado primitivo de no socializacién a otro totalmente distinto de socializacion. Si en el primer estado pre- dominaba la impulsividad, el descontrol y la violencia, en el segundo se impone el autocontrol y el respeto hacia los demas. Di- cha polarizacién entre el individuo y la socie- dad se expresa en la lucha que enfrenta la constitucién instintiva del hombre y los obje- tivos que la sociedad persigue. La sociedad, 0 en terminologia de Freud la cultura o la civ: lizacion, tiene una doble finalidad: por una parte, proteger a sus miembros, asegurando su supervivencia fisica y cierto grado de sa- tisfaccién instintual imprescindible; pero, por otra parte, la sociedad debe institucionalizar mecanismos para defenderse y autoper- petuarse, limitando si es preciso la satisfac- cign de sus miembros. Debe actuar de ese modo porque la carga instintiva del hombre, fundamentalmenle la sexualidad y la agresi- vidad, abandonada a su libre satisfaccion ten- deria a destruir a sus mismos portadores, y a la sociedad que debe protegerlos y auto- protegerse. Por tanto, es preciso buscar un estado de equilibrio entre la satisfaccién ins- tintiva y las necesidades culturales de con- trol. El desarrollo moral es el proceso mediante el cual los individuos abandonan su condi-’ cién asocial y puramente instintual y pasan a un nuevo estado de relativa renuncia a sus tendencias instintivas. Este transito se logra, en principio por la mera coercién externa que la sociedad ejerce sobre todos los individuos pero posteriormente tal coerci6n se internaliza y acaba por construir un mecanismo interno de control: el superyo. Su construccién con- cluye lo mas importante del desarrollo moral, pues deja establecidos sus fundamentos defi- nitivos. La formacién del superyo requiere en principio del componente instintual del indi- viduo y de alguna experiencia de coercion so- cial. Para Freud la ultima explicacion de la conducta humana debe buscarse en los ins- tintos y necesidades de naturaleza biolgica que posee todo individuo. Los instintos cons- tituyen, por tanto, la energia que toda con- ducta precisa para llegar a realizarse. La satisfaccion inmediata y la reduccién de la estimulacién que comporta es el fin que bus- can los instintos y, a su vez, constituye la fuer- za de la actividad humana. Por otra parte, la satisfaccién instintual se dirige hacia un ob- jeto que suele ser otra persona, pero que pue- de ser el propio yo del individuo. Eros y ‘Thanatos son las dos fuerzas que guian la relacién del individuo con los demas y cons’ go mismo. Pero los peligros de una relacion basada en la satisfaccién ilimitada de esos dos 1 No PREESCOLAR LOS WALES instintos obliga a la sociedad a establecer im- portantes frenos a toda tendencia instintiva. El yo, en tanto que punto de articulacién en- tre las demandas instintivas del ello y la rea~ lidad exterior, busca los objetos que permitiran obtener la deseada satisfaccién, ‘Sin embargo, el yo durante la busqueda de satisfacciones inmediatas encuentra serias re~ sistencias. A veces, simplemente porque la misma realidad hace imposible la satisfaccién por inaccesibilidad 0 inexistencia de los obje- tos sobre los que recaen los instintos, pero otras veces por las prohibiciones 0 coerciones que el medio social impone a la satisfaccin indiscriminada de las necesidades instintuales. La conciencia de esas imposibilidades y la experiencia de las restricciones sociales es la base sobre la que se construye el superyo, El superyo, en tanto que instancia moral, impo- ne al yo el rechazo de los deseos prohibidos socialmente; rechazo que primero se acepta por miedo al castigo, pero que luego se logra DIIDUD [ SOCIEDAD const sia: Faroe Asegurar ta minima satistaclon Iniviual rosy thanatos ‘que pugnan por satistacerse | Defenderse lmitanda ta sasfacién intntual Para ello string y reorienta ios Imputsos contiio cosine sens Inernatizacion | Superyo por la introyeccién de las prohibiciones que pasan del exterior al interior del individuo. La interiorizacién o introyeccién de las prohibi ciones sociales es lo que constituye en defini tiva el superyo. La construccién del superyo es un resul- tado de la resolucién del complejo de edipo. El deseo que los nifios hacia los cinco afios experimentan hacia el progenitor del sexo opuesto es la base de la introyeccién de las normas morales, ya que expresa perfectamen- te la dicotomia entre los instintos personales y las convenciones sociales. Los nifios se vin- culan sexualmente con un progenitor y diri- gen su agresividad hacia el otro, pero como la sociedad no permite los lazos sexuales dentro de la familia ni le convienen tampoco las muestras de agresividad, contrarresta con infinidad de indicaciones, coerciones o casti- gos tales tendencias. De ahi se deriva un agu- do conflicto interno en el nifio, pues teme la venganza del progenitor de su mismo sexo y a la vez experimenta también afecto por él. Tal situacién se resuelve suprimiendo el deseo sexual que experimentaba hacia uno de sus padres y los impulsos agresivos que sentia hacia el otro, a la vez que crea respecto del que odiaba un lazo de identificacion con él. Con todo ello, no sélo se logra la limitacién instintual socialmente impuesta, sino que gra- cias a la identificacién con el progenitor del mismo sexo, el nifio asimila las normas y va- lores de sus padres. Tras este proceso el nitio ha construido ya sus mecanismos morales, a saber: el yo ideal, 0 conjunto de normas mo- rales que los padres transmiten; y la concien- cia moral, mediante la cual se controlan las acciones ¢ intenciones del yo y, en definitiva, se genera el sentimiento de culpabilidad. Ambos mecanismos aseguran, en opinién de Freud, una vida moral ya plenamente formada. Las aportaciones educativas de Freud fueron escasas y, como se ha dicho, en cierto modo contradictorias. Defendié primero una liberalizacién de las costumbres sexuales y, en consecuencia, una educacién moral no re- presiva, Sin embargo, mas tarde negé la posi- bilidad de una educacién en total libertad, defendiendo el equilibrio entre la libre expre- sion de los deseos individuales y Ia inevitable presion social. Una parte de las corrientes pedagogicas autogestionarias desarrollaron la primera intuicién de Freud y realizaron expe- riencias de educacién moral no represiva. Aunque quizas pueda decirse con el segundo Freud que no hacian sino rebajar el exceso jnutil de represion que ejercia la sociedad. Dulcificaron la presién social pero no la eli- minaron, a pesar de que creyeron hacerlo y asi lo manifiestan en multiples escritos. Tan sélo la mitigaron porque su total erradicacion es imposible. De ser asi, estariamos ante un modelo de educacién moral auténoma pero no incondicionada; es decir, una educacién mo- ral libre pero enmarcada en el seno de ciertas coerciones sociales inevitables y quizés con- venientes. SKINNER Y POSICIONES AFINES. Las implicaciones del pensamiento y la obra de Skinner en el dominio moral permiten afir- mar que, segtin su concepcién, la moralidad puede reducirse a respuestas condicionadas No existe, segun el conductismo de Skinner, ni construccién de pensamiento justo y aut6- nomo, ni juicio ni conocimiento como tales nociones o constructos, que permitan interpre- tar satisfactoriamente lo moral y !a moralidad. Skinner sostiene que todo comportamiento se aprende a través de semejantes o idénticos me- canismos. Las conductas supersticiosas, las conductas que suponen habilidades y destre- zas de caracter motor € incluso sensoriomotor y las que vienen generadas por convenciones de caracter social no difieren de las conduc- tas morales ni difieren entre si ni por la for- ma ni por los mecanismos que hacen posible ‘su aprendizaje. La moral se entiende desde esta Perspectiva como un tipo de desarrollo huma- no de caracter marcadamente heterénomo. De igual forma que cuando nos planteamos el por qué una persona conduce habilmente un au- tomévil no atribuimos la causa a condicién interna alguna que le permita saber lo que a quiere decir conducir bien, cuando nos plan- teamos la conducta moral, tampoco debemos hacer mencion a virtudes internas ni a condi- ciones de la persona independientes de la e: tencia de contingencias, y por lo tanto de reforzadores. Skinner sostiene que toda con- ducta es debida a contingencias de refuerzo que acompafian su proceso de aprendizaje y hacen posible que aquélia sea progresivamen- te moldeada e incluso mantenida. La unica diferencia que, a partir de la perspectiva skinneriana, se sostiene entre conductas de tipo moral y otros tipos de conductas es la procedencia de caracter social de las contin- gencias que hacen posible tales tipos de con- ducta. Pero incluso esta diferencia no es exclusiva de las conductas de tipo moral sino que es también compartida con otras de ca- racter social y/o convencional que no siempre permiten ser consideradas como conductas morales. Son los reforzadores de cardcter so- cial y los reforzadores verbales generalizados de «Bien», «Mal», «Corrector 0 «Equivocados los que Skinner considera al hacer referencia al dominio moral. Incluso aquellos autores de tradicion conductista, aunque menos reduccionistas que Skinner y que ademas de aprendizajes aceptan adquisiciones de normas, valores y juicios de cardcter evaluativo por parte de la persona, sostienen con firmeza que estas ad- quisiciones van acompafiadas de la presenta- cidn de estimulos y/o reforzadores que controlan. Ja conducta espontanea y la modifican para ‘conformarla de acuerdo con pautas aceptables o deseables desde una perspectiva social. Se sittia pues la moralidad en el conjun- to de pautas de comportamiento que los pa- dres y adultos legitimados para ello imponen 0 transmiten a los nifios. Se trata de una moralidad externa que es el regulador de la evolucién y moldeamiento comportamental de los nifios. Consiste la moralidad en la acepta- cién y acomodacién a las convenciones esta- blecidas por la autoridad. Se sostiene desde esta postura que el estado inicial del nifio esta caracterizado por el egoismo y la impulsividad y que es a través de la acomodacién a las nor- a "20226 ELNINO PREESCOLAR 105 VALORES mas como el nifio consigue modificar ese esta- do a través de la adquisicién de determinadas conductas y juicios especificos, Consideramos a continuacién algunos de los conceptos clave de la perspectiva skinn- criana. Utiliza el término de condicionamiento respondiente o de tipo E para el caso de la conducta respondiente producida por estimu- los especificos y formada por conexiones B-R lamadas reflejos. Un estimulo nuevo se aparea con un estimulo incondicionado, que actiia como reforzador y produce la respues- ta que esperamos para el incondicionado, Usa el término condicionamiento operan- te, skinneriano, para el caso de conductas emitidas por los organismos de manera es- pontanea, No esta en funcién de un estimulo conereto, sino que esta influenciada por un conjunto de estimulos y opera sobre el me- dio. Debemos tener en cuenta que la conduc- ta respondiente 0 pavloviana se da prescin- diendo de otras condiciones. Una respuesta operante puede relacionarse con un estimulo particular, en este caso se llama estimulo discriminativo y sefiala cuando una respues- ta estara, casi seguro, reforzada; por este motivo, la respuesta recibe el nombre de ope- rante discriminada. Sin embargo, esto no quie- re decir que el estimulo suscite la respuesta como en el caso del condicionamiento clasico. Skinner utiliza para sus experimentos la denominada caja de Skinner. Es una caja de ensayo. Dentro hay un manipulador y operandum que, por ser utilizado, al dar una respuesta proporciona un refuerzo. Esta res- puesta, por el hecho de usar un instrumento, manipulador, y operar en el medio, se le lla- ma respuesta operante. Cuando se realizan estudios de discriminacién se pueden incor- porar a la caja senales visuales y/o auditivas. Estas sefiales indicaran a la paloma o cual- quier otro animal que esté en la caja que la respuesta que ha dado ira seguida por un re- fuerzo. Las respuestas operantes se registra- ran en el registrador acumulativo Skinner a partir de sus investigaciones formula lo que entiende por moldeamiento al afirmar que cree que los efectos del condicio- namiento operante son los mismos que los producidos por un escultor que trabaja con el barro. En este proceso, se refuerzan las res- puestas que ofrecen una serie de movimien- tos parecidos a la pauta necesaria para producir la respuesta adecuada. Asi pues, es necesario que previamente haya una conduc- tay que gradualmente las pautas motrices por las cuales esta formada, a través del refuerzo, se vayan acercando, cada vez con mas preci- sidn, a la conducta deseada. Llamado también método de aproximaciones sucesivas, es la técnica skinneriana mediante la cual se crea una conducta nueva a partir de la conducta existente, reforzéndose gradualmente sélo aquellas respuestas que se parecen cada vez mas a la conducta final deseada. En el proceso de moldeamiento, el suje- to, antes de encontrar la respuesta adecua- da, da otras que no siempre son las mismas en los diferentes ensayos. Estas respuestas son parecidas, y se producen a pesar de reforzarse unas y otras no. La generalizacion se puede definir como la tendencia que tiene el sujeto a no emitir exactamente la misma respuesta a diferentes ensayos y a dar res- puestas parecidas o de la misma familia. El moldeado, pues, estara en funcién de la ge- neralizacién de respuestas. En la perspectiva skinneriana son fun- damentales los conceptos de: reforzador, re- fuerzo y contingencia. Por reforzador entendemos los hechos 0 cosas que tiene como efecto el refuerzo. Pueden ser de dos clases: reforzador positivo, que se refiere a la recompensa o premio; y reforzador negativo que hace referencia a los estimulos adversos que el sujeto trata de evitar, castigo. Los reforzadores pueden estar condicio- nados. Si un estimulo sucede apareado a un reforzador positivo, puede convertirse en un reforzador positivo condicional. Y si un esti- mulo sucede junto a un estimulo adverso tien- de a convertirse en un estimulo adverso condicionado, Definimos el refuerzo como el efecto que ocurre por la presencia de un reforzador po- sitivo o por la supresion de un reforzador ne- gativo (estimulo adverso). Pueden ser, por lo tanto, de dos tipos: refuerzo positivo o efecto de presentacién de un premio o reforzador positivo, y refuerzo negativo, 0 efecto de la eli- minacién de un castigo o estimulo adverso. Skinner afirma que el refuerzo siempre aumenta la probabilidad de la respuesta, pero, sin embargo, el castigo no la reduce necesa- riamente. La contingencia es el conjunto de reglas que relacionan la respuesta con el refuerzo. Las relaciones contingentes entre res- puesta y reforzador sefaladas por Skinner son: Cuando se da un reforzador positivo a una respuesta, se forma un refuerzo positivo; cuando damos un reforzador no contingente, se produce un condicionamiento supersticio- so; cuando se provoca un estimulo adverso 0 eliminamos el reforzador positivo contingente de una respuesta estamos castigando; la eli- minacién de un estimulo adverso contingente de la emision de una respuesta es un refuer- zo negativo. Otro de los principales estudios de Skinner es la forma en que se presentan los refuerzos. Los programas de refuerzo son pautas parti- culares de la manera como los reforzadores siguen a la respuesta. Lawonat eta spect B] refuerzo puede presentarse de dos ma- neras: refuerzo continuo, cuando se ofrece un reforzador para cada respuesta en que se ha utilizado el manipulador; o refuerzo intermi- tente, en cuyo caso se dan reforzadores sola~ mente a determinadas respuestas. El criterio a seguir para elegir un tipo de reforzador u otro puede ser de dos tipos: Si los reforzadores se dan segtin cierto intervalo de tiempo, sin tener en cuenta las respues- tas, deciros que se ha establecido un pro- grama de intervalo, y si los reforzadores se dan segun la tasa de respuestas, entonces se dice que se ha producido un programa de razon. Estos dos tipos de programas pueden ser fijos o variables, de forma que su combina-. cion ofrece cuatro clases diferentes de pro- gramaciones. El primero es el programa de raz6n fija, en el que se presenta el reforzador después de un numero especifico de respues- tas. El segundo, programa de razén variable, se caracteriza por presentar el reforzador des- pués de un numero diferente de respuestas en cada ocasién. La razén es la mediana de Jas respuestas para un reforzador. El siguiente sera el de intervalo fijo, el cual presenta el reforzador después de dejar pasar un tiempo especifico desde la ultima vez que se presento el reforzador anterior. La cuarta combinacion es el programa de intervalo variable donde el Reforzadores, conlingonclas y paredigias experimentales Tipo de Retorzader _‘Reforzador presentado Reforzador positvo _Retuerzo positho (aumento ‘elas tasas de respuesta) stimula acverso Castigo (uisminucién de las tasas de respuesta) L Aeforzador suprimido Castigo 0 extlnelén (smn: im de fas tasas de respuesta) Refuerzo nega (aumento de Jas tasas de respuesta) Contingencia Feforzedor no contingente de respuestas Condiclonamientosupersticioso (auimen- to de las tasas de respuesta) Condicionamionto supersticioso (las ta sas de respuesta pueden aumentar ods minut) (Be la obra de LC, Swenson: Teoras del aprenalcaje. Barcclona, Paldés, 1984, P. 111.) or A 1.80 PREESCOLAR 105 WALES reforzador puede ser presentado casi inme- diatamente al anterior 0 mucho tiempo des- pués de éste. El tiempo tendra una mediana segiin la frecuencia del reforzador, que sera el intervalo medio. De todas maneras, debemos especificar que estos programas de refuerzo no son igua- les por lo que se refiere a su eficacia. De este modo, pueden resultar interesantes las con- sideraciones siguientes: Los programas de razén producen tasas de respuestas mas elevadas que los progra- mas de intervalo. En los programas fijos, sean de intervalo o de razén, las respuestas mas espaciadas se producen inmediatamente después del refuer- zo y, gradualmente, aumenta dicha tasa has- ta el nuevo refuerzo. En los programas variables, la tasa es constante excepto en el periodo en que se con- sume el reforzador. Finalmente es preciso sefialar que los pro- gramas variables tienen una tasa de respues- tas y una resistencia mas grande a la extincion que los programas fijos. Desde esta perspectiva puede entenderse con facilidad cémo las aportaciones de Skinner al estudio del desarrollo moral se deben si- tuar en una posicién totalmente heterénoma y a través de procesos de aprendizaje que no tienen en cuenta aquellas dimensiones cognitivas ni el fruto de la elaboracién singu- lar de cada individuo que, a nuestro enten- der, son basales en el desarrollo moral. Sin embargo, no por ello debemos prescindir de sus aportaciones, ya que no podemos asegu- rar que el desarrollo moral auténomo pueda prescindir en la practica pedagogica de mo- mentos y situaciones en los que la persona ha de ser capaz de manifestar conductas de moldeamiento 0 de adaptacion a patrones o pautas de claro caracter heteronomo. En la Iinea conductista que venimos presentando, € incluso, en posiciones menos extremas que la de Skinner, se han desarrollado diferentes estudios que permiten diferenciar tres tipos de sistemas orientados al moldeamiento 0 adap- tacién de la conducta a normas externas. El primero, conocido como «afirmacién de poder», consiste en utilizar el poder fisico y el control del medio por parte del adulto para desarrollar una conducta disciplinada y con- forme a la norma a través del castigo, incluso del castigo fisico. El segundo consiste en la presentacién de reforzadores negativos 0 evitacion de reforzadores positives que eviden- cien al nifio la desaprobacién por parte del adulto ante determinadas conductas. Las ex- presiones de enfado, la ruptura temporal de comunicacién, la retirada de signos de afec- to, la mirada e incluso la expresién gestual son ejemplos de formas de retirada de afecto y aprobacién que ejemplifican el segundo sis- tema al que nos referimos. El tercer sistema, denominado de induccién siguiendo la termi- nologia de Aronfreed, Bandura y Walters y Hoffman, consiste en ubicar al nifio en un contexto de caracter comunicativo y cognitivo en el que la justificacién racional de sus ac- ciones y la argumentacién y discusién de las razones en torno a la aprobacién o desapro- bacién de determinadas conductas son fun- damentales. Este sistema de verbalizacion y razonamiento, muy utilizado en las aulas y en los ambientes familiares, resulta eficaz en mayor medida que los anteriores para la internalizacion moral. A pesar de ello el abu- so de este sistema puede producir una dismi: nucién en su eficacia y un aprendizaje potencial de las conductas deseables que no conlleve el nivel de ejecucién esperado. De los tres sistemas considerados, este ultimo, el de la induccién, es el mas alejado de los siste- mas disciplinares y, a pesar de su origen, el mas préximo a los planteamientos sobre el de- sarrollo moral que sostenemos. Los dos pri- meros, por el contrario, sélo pueden ser eficaces para el desarrollo moral en la medida en que contribuyen a favorecer el razonamien- to de los nifios sobre sus propias interacciones sociales cuando son castigados fisicamente 0 cuando padecen la retirada de afecto y apro- bacién de sus mayores. Nos referiremos por ultimo a las aporta- ciones de Miller y Dollard en el estudio de la internalizacién moral desde la perspectiva conductista. a La ota eDucac La base de la teoria de Miller y Dollard reside en el principio que afirma que el apren- dizaje del estimulo o sefal forma un tipo de aprendizaje diferente del que consiste en dar una respuesta a este estimulo, Afirman tam- bién que los organismos aprenden sefiales por medio de la reduccién de impulso lo que su- pone un refuerzo. Las investigaciones de Dollard y Miller tomaron una linea mas cognitiva al centrar su atencién més en el es- tudio de los procesos mentales superiores que en la formacién de habitos. De esta manera se anticiparon a Bandura elaborando un mo- delo de conducta imitativa. Los conceptos fundamentales de su teo- ria son los de impulso, sefial, respuesta y re- compensa. Para ellos, el impulso es un estimulo con cierta potencia que genera una respuesta. Es decir, tiene las funciones de suscitar y estimular. Se considera que toda fuente de estimulacién poderosa que suscita 0 despierta el organismo es un impulso. Con esta definicién Miller y Dollard incorporaron a los impulsos ya tratados por diversos auto- res, como son el hambre y el sexo, otros que no son de origen interno, sino externo: nos referimos, por ejemplo, al dolor. El proceso que establece el impulso es el siguiente: cuando la estimulacién, que, como hemos dicho an- teriormente, tiene cierta potencia, aparece y mientras se mantiene, producira en el sujeto una actividad. A medida que el impulso se debilite, la actividad ira decreciendo. Se pue- den distinguir dos clases de impulsos: impul- sos primarios 0 innatos como el hambre, la fatiga, el dolor..., y secundarios o impulsos aprendidos por asociaciones, por ejemplo, una sefal neutra se asocia a un estimulo o impul- 80 primario, por ejemplo el caso de un nifio que nunca habia tenido miedo a los perros, pero que, después de ser mordido por uno, asocia el perro —sefial neutra— con el dolor ~impulso primario—, y aprende a tener mie- do de esos animales. Para Dollard y Miller, las sefiales son es- timulos que no tienen las propiedades de los impulsos —suscitar y estimular— dado que son demasiado débiles. Su propiedad es la de A orientar cuando y de qué manera se produci- ra una respuesta, Para hablar de conducta hemos de observar una respuesta producida por un estimulo de impulso y orientada por una sefial. Las mismas respuestas pueden producir una nueva fuente de estimulos. Para demostrar que ha habido un aprendizaje las respuestas son necesarias. Del mismo modo, entienden por recompensa una sefal asocia- daa una reduccién de impulso. Para ellos, la funcién del refuerzo es la de disminuir la in- tensidad de un estimulo demasiado fuerte para el sujeto’ El efecto que se obtiene con la recompensa es el de fortalecer las conexiones entre respuestas y sefiales. Miller y Dollard consideran, ademas del aprendizaje por ensayo-error, un tipo de aprendizaje humano que es fruto de la imita- cién. Los estudios sobre el impulso secunda- rio y el aprendizaje observacional han permitido conocer —primero a través de Miller y Dollard, y después, y especialmente, a par- tir de los trabajos de Bandura— las activida- des de imitacién. A pesar de que el objetivo de estos estudios no estaba rélacionado di- rectamente con el estudio de la conducta y el desarrollo moral, ciertamente han contribui- do a un mejor conocimiento del desarrollo social y de la moralidad. Seguin estos auto- res, aprendemos una conducta de imitacién cuando las respuestas imitativas van acom- pafiadas por recompensas de los impulsos primarios. Cuando esto ocurre, la conducta de imitacién se convierte en impulso secun- dario y la tendencia a imitar aumenta en la medida en que tales conductas posibilitan la presentacién de recompensas. Los sucesivos efectos del refuerzo fortalecen la conducta y permiten que ésta se mantenga y facilite la adquisicin de nuevas respuestas sociales. La conducta asi aprendida puede también llegar a un estado de extincién ante la falta de re- fuerzo. En todo caso, lo que realmente se aprende no es una determinada conducta, sino el hecho de imitar. Cuando un aprendi- zaje por imitacion o una conducta imitativa se recompensa, lo que estamos reforzando es un tipo de aprendizaje particular: el aprendi- Lf PREESCOLAR LOS VALORES zaje imitativo. Esta es la base de la internaliza- cién de conductas y pautas de comportamien- to sociales, y por lo tanto de moralidad, desde la postura defendida por Dollard y Miller. En sintesis, las aportaciones de las posi- ciones conductistas al estudio de la interna- lizacion moral se sittian en posturas que defienden la presentacién o supresién de reforzadores, el aprendizaje por imitacién, 0 bien, la induccién como claves para la expli- cacién y comprensién del proceso de interna- lizacion. A partir de la perspectiva que presentamos surgen posiciones que se aproxi- man a las posturas cognitivas y que sostie- nen que, una vez aprendidas las pautas de comportamiento y conductas sociales a las que nos referimos, la persona las hace suyas y las utiliza para controlar su propia conducta. Esta posicién, propia del neoconductismo y de los teoricos del aprendizaje social —entre ellos Bandura, supone, por una parte, la acepta- cién de la posicién conductista que sostiene que los criterios que gobiernan nuestra con- ducta provienen del exterior, pero a la vez acepta que es posible hacerlos propios, ac- tuar y juzgar de acuerdo con ellos, y utilizar- los en adelante para controlar su propia conducta. DE DARWIN A WILSON La biologia y, mas recientemente, la sociobio- logia se han planteado también el tema del comportamiento moral humano. El carécter universal de la conducta ética indica que po- siblemente su fundamento se halle en la mis- ma naturaleza del hombre, y que por lo tanto sea un producto de la evolucién biolégica. Dicha tesis considera que el origen de la mo- ral y el sentido de las virtudes éticas deben buscarse en los procesos de mutacién y seleccién que modelan la carga genética hu- mana, quedando en segundo plano o descar- tandose totalmente el papel de ia cultura en la construccién de dicho caracter moral. La tesis de que la ética es un atributo natural puede subdividirse en dos subpro- blemas distintos. A saber: gen qué medida la capacidad ética del hombre esta determinada bioldgicamente? Y, segundo, gen qué medida los valores y normas éticas concretas estan asimismo determinados biolégicamente? Esta doble pregunta trata de distinguir entre la mera presencia en el hombre de la aptitud ética y el contenido de ciertas virtudes espe- cificas, asi como de dilucidar la responsabili- dad que la evolucién biologica tiene en la configuracién de cada uno de estos aspectos. Respecto al primer problema, la capaci- dad humana de juzgar las acciones como bue- nas o malas, justas o injustas y, en sintesis, como morales o inmorales, la mayoria de los bidlogos evolucionistas , aunque no todos, han entendido que esta determinada biolgica- mente. En concreto, la tesis originaria defen- dida por Darwin sostiene que mediante los mecanismos de mutacién y seleccién se pue- de llegar a producir cualquier resultado, se refiera @ las formas corporales o al comporta- miento, y por lo tanto también pueden modelarse conductas morales y juzgarlas. Tal postura, en cambio, no fue defendida por Wallance quien no creia que las facultades humanas superiores fuesen el fruto de la se- leccién natural. Por el contrario, Huxley reinterpreté la tesis de Darwin, suponiendo que la moral no es el fruto de la lucha por ia vida sino que es el mecanismo evolutivo espe- cifico de los seres superiores. Es decir, en la medida en que el hombre, fruto de la evolu- cién, alcanza cierta complejidad ya no puede seguir evolucionando por mera seleccién na- tural y debe adoptar otro mecanismo para fa- vorecer la vida y progresar: tal mecanismo es la conciencia moral, Se trata pues de una evo- lucién de los mecanismos de evolucién, mas que de la aparicién directa de los valores mo- rales por mutacién y seleccién natural. Final- mente, hay otros autores que de forma mas matizada creen, como Ayala, que la capaci- dad ética se ha hecho necesaria y esta deter- minada por la natulaleza biol6gica, pero ello en la medida que el progreso biologico produ- ce ciertas condiciones que a su vez desembo- can en el comportamiento ético. Cuando un yy ser vivo, debido a su eminencia intelectual, es capaz de preveer consecuencias, formular juicios de valor y elegir entre alternativas, ‘aparece como resultado el comportamiento ético. Por tanto, la moral es un fruto indirec- to de la evolucion. No deriva de la seleccion natural, sino de un resultado previo de ella: la capacidad cognitiva. En cuanto al segundo interrogante, la po- sibilidad de que los preceptos morales con- cretos estén determinados biolégicamente, la tesis mas extendida afirma que la evolucion, en la medida que es un proceso natural de incuestionable eficacia y 6ptimos resultados, nos muestra metas deseables que debemos considerar como buenas y adoptar casi por necesidad. Bajo tal perspectiva, una accién sera aceptable si favorece la evolucién. Las normas morales se justifican pues por el éxi- to previo de las mutaciones y la seleccion na- tural. La vaguedad de esta tesis permite interpretaciones muy amplias 0 muy estric- tas, y a su vez todo tipo de contrarréplicas. La critica mas habitual ha sido acusar a esta posicién de caer en la sfalacia naturalistay: adoptar como modelo de lo que deberia ser aquéllo que ya existe con cierto éxito. Recien- temente, Wilson ha terciado en esta polémica para afirmar que la biologia no justifica las normas morales, sino que predispone a los hombres a aceptar ciertas normas. Bajo tal supuesto analiz6 con cierto detalle los com- portamientos altruistas y advirtié que eran los mas adecuados para favorecer el progreso de la especie en su conjunto. Adoptar comporta- mientos altruistas es una opcién adecuada dado que asi se protege un mayor numero de genes de la especie, y con ello se favorece su Progreso. Piensa que es asi porque, aunque el comportamiento altruista suponga una re- nuncia personal a beneficiar la propia vida, redunda siempre en un mayor bienestar para todos los demas; es decir, en una mayor pro- teccién de la carga genética del resto de la especie. Por tanto, el altruismo mas que jus- tificarse biolégicamente esta inducido por las exigencias de la seleccién natural. ‘Tales posturas no han desarrollado ex- plicitamente una propuesta pedagégica, aun- REESE aE EEE EEE EEE EEE SEE EE SEE ESE EEE Aon 2 OLENA que podrian derivarse ciertos priricipios edu- cativos de la creencia en un darwinismo so- cial, Sin embargo, también pueden proponerse con fundamentacién biolégica programas pe- dagégicos que persigan la solidaridad y la ayu- da mutua. La moral como construccién de un pensamiento justo y auténomo En este apartado se presentarén las teorias cognitivas del desarrollo moral. En concreto nos referiremos a las obras de J. Piaget, L. Kohlberg y E. Turiel. Los rasgos que sefiala~ mos a continuacién son comunes a las diver- sas posturas cognitivas, y ala vez las diferencias de los enfoques anteriores. Primero, los auto~ res que aqui consideramos coinciden en usar el concepto de estadio, y en suponer que el paso de uno a otro requiere una reorganiza- cién de la estructura que los define, de modo que las sucesivas reorganizaciones expliquen el paso de un nivel de juicio moral menos de- sarrollado a otro mas desarrollado. Segundo, el desarrollo moral concede una importancia primordial al andlisis de los pensamientos 0 juicios morales, al componente mental de la moral. Tercero, la motivacién de ia conducta moral reside, mas que en satisfacer necesida- des biolégicas o recibir premios y evitar casti- gos, en la realizacién personal, el amor propio y el afan de optimizacién personal. Cuarto, los principios y normas morales nacen de las experiencias de interaccién social, mas que de la interiorizacién a que obligan las reglas externas. Quinto, los principios morales ba- sicos son universales y comunes a todas las culturas, aunque sus concreciones normati- vas puedan variar. Sexto, el papel de los edu- cadores y del medio en general no sé reduce a programar el grado de presién conveniente, sino a proporcionar experiencias abundantes y ricas que estimulen el desarrollo moral de los educandos. Como se veré mas adelante, buena parte del curriculum de educacién moral que proponemos se fundamenta en las posturas cognitivas que vamos a exponer. Sus SPE aR SSE SEE EEE EERE EEE EERE EE See EEE SEES EEE EEE ogee See {wo pescousn Y Ls VALORES aportaciones son especialmente iitiles en el disefio de curriculums que ayuden a los educandos a construir sus propios principios morales, y para que logren aplicarlos creativa- mente a su realidad concreta. JEAN PIAGET La obra «El criterio moral en el nirio», principal aportacién de Piaget al estudio del desarroilo moral, fue publicada en 1932. En el momento de su aparicién constituyé una aportacién pionera por su tratamiento empirico de los temas morales, asi como por las tesis que alli se defienden. En la actualidad sigue siendo una obra fundamental, a pesar del notable incremento de trabajos que sobre este ambito de conocimiento se editan. Eclosién de estu- dios que en muchos casos deben la inspira- cién y el impulso a las ideas y metodologia del propio Piaget. El método clinico empleado por el autor en el resto de sus trabajos fue también aqui el principal instrumento para descubrir fen6- menos y contrastar hipétesis. Piaget pregun- taba a los nifios y dialogaba con ellos a propésito de breves narraciones relevantes para el tema que le interesaba estudiar. Del andlisis de estos didlogos extrajo las conse- cuencias que més adelante presentaremos. En opini6n de Piaget, existe la tendencia muy generalizada entre los pensadores de creer que la moral esté constituida por un sis- tema de reglas que los individuos deben Ile- gar a respetar. Tal unanimidad-suele romperse cuando el interés se centra en el modo como la conciencia individual llega a respetar esas reglas, y en el modo cémo se establecen di- chas reglas. En buena medida Piaget respon- de a estos interrogantes manteniendo una controversia con las tesis de Durkheim. Como ya vimos, Durkheim no supo justificar el de- sarrollo de una moral autonoma e individual, quedando anclado en los aspectos exteriores y heterénomos que conlleva toda moralidad. Piaget, como analizaremos a continuacién, A critica por unilateral ésta postura, y afirma que en circunstancias normales los jévenes experimentan un desarrollo que les lleva des- de una moral basada en la presién adulta a una moral de la cooperacién y la autonomia. A demostrar tal hipétesis dedicé la mayoria de sus investigaciones en este campo. Como consecuencia de estos trabajos también pudo concluir importantes indicaciones pedagégi- cas orientadas a facilitar el paso de una mo- ral a la otra. Piaget parte del supuesto que la morali- dad no es innata a la conciencia individual. Aunque el nifio manifieste desde muy tempra- no tendencias a la simpatia, reacciones afectivas y otros mecanismos psicolégicos que podrian sugerir un comportamiento moral in- cipiente, todo ello dista mucho de ser ni en germen una moral. Para construir el juicio y el comportamiento moral es preciso que estos elementos funcionales preexistentes queden superados ¢ integrados en las sucesivas es- tructuras propiamente morales que se iran construyendo gracias a los contactos socia- Jes. Por lo tanto, la razén moral no es una preprogramacién del individuo, sino el resul- tado del desarrollo cognitivo, y de las relacio- nes interpersonales que constituyen la vida colectiva. Siendo asi, para comprender y ana- lizar la formacién del juicio moral es obligado discutir las relaciones de causalidad que vin- culan la vida social y la conciencia moral de cada sujeto. Sin embargo, dada la variedad de relaciones interpersonales que se viven en cualquier colectividad, y dado también que la moral es un producto de tales interrelaciones, habra mas de una moral: cada modalidad de relacién social daré lugar a un tipo distinto de juicio moral. Piaget, a diferencia de ias pro- puestas durkhemianas, piensa que la socie- dad no es homogénea, sino que en ella se dan fundamentalmente dos tipos de interrelacion social, y consecuentemente se generan dos morales: una moral basada en relaciones de coercién y otra fundamentada en relaciones de cooperacién. Estos dos tipos de moral se encadenan evolutivamente. El nifio pasa de una moral heterénoma a una moral auténoma. El juicio moral heterénomo se asienta, en primer lu- gar, en relaciones interpersonales basadas en ja presién, y que podriamos caracterizar como aquéllas en las que ¢} adulto, naturalmente desde el exterior, impone al joven, mediante érdenes y consignas, un sistema de reglas y prescripeiones obligatorias. Si ademés, por motivos en principio propios de las primeras edades, el nifio experimenta hacia el adulto un respeto unilateral, que no es sino la unién simultanea de afecto y temor, nos encontfa- mos ante las dos condiciones —relaciones de coercién y respeto unilateral— que facilitan la aparicién y quizds consolidacion de una mo- ral hoterénoma. No obstante, ni las relacio- nes de coercién ni el respeto unilatelal son resultado tnicamente de los métodos y del estatus de los adultos, sino que surgen de la convergencia de esos métodos y estatus con el egocentrismo en que se encuentran los ni- fos en las edades tempranas. El egocentrismo es un estado de centracién del nifio en su pro- pio yo que se origina en la imposibilidad de diferenciar entre experiencias objetivas y sub- jetivas. La percepcién egocéntrica del mundo y de las relaciones sociales no permite distin- guir el propio yo de todo lo exterior, de modo que lo externo se hace interno, y a lo interno © mental se le da una consistencia real y ob- jetiva. Asimismo el nifio no es capaz de dife- renciar su perspectiva de la propia de los otros, ni por tanto adoptar la perspectiva de los demas. En consecuencia, tiende a confun- dir sus deseos con los deseos ajenos, y hace propias todas las indicaciones 0 normas ex- ternas. En tales circunstancias le resulta muy facil aceptar como suyas todas las opiniones, mandatos y sugerencias de los demas. Lo ex- terno se impone sin posibilidad alguna de fun- cidn critica y distanciamiento porque no se distingue en nada de lo interno. Sintetizando lo dicho, mientras permanezca el egocentrismo infantil es mas facil que los adultos impon- gan reglas autoritariamente —relaciones de coercién—, y es més facil también que se pro- duzcan fuertes sentimientos de respeto hacia los adultos —respeto unilateral. Por lo tanto, coercién y egocentrismo se refuerzan mutua- A anal LA EDUC mente: el egocentrismo facilita la coercion, y esta potencia el egocentrismo. Cuando coin- ciden estas circunstancias —relaciones de coercién, respeto unilateral y egocentrismo—, estamos ante una moral heterénoma: ante una moral en la que prima el deber y la obligacion por encima del bien y de la autonomia. E] juicio moral auténomo se asienta en un tipo de relaciones interpersonales basa~ das en la igualdad, la reciprocidad y la coope- racién. Unas relaciones que eliminan la presién y la imposicién coactiva de normas, para inaugurar un, tipo de intercambio basa- do en el didlogo y la colaboraci6n. Estas rela~ ciones cooperativas conducen al nacimiento en la conciencia de cada sujeto de aquellas normas ideales que regulan las conductas necesarias para la vida social cotidiana, A su vez, la aparicion de otra moralidad requiere que junto a las relaciones de igualdad, todos los participantes en las interrelaciones socia. les experimenten entre si un sentimiento de respeto mutuo; sentimiento que se produce cuando coinciden el afecto y el temor a per- der la buena consideracién de que se goza ante los compafieros. El respeto mutuo surge en intima conexién con la superacién del egocentrismo y la aparicién de conductas coo- perativas y auténomas. Bs decir, cuando cada individuo empieza a percibirse como diferen- te a los demas, con motivos ¢ ideas propias pero a la vez es capaz de comprender las pos- turas de todos los otros participantes en una controversia y discutir criticamente con ellos. Son precisamente esas capacidades las que permitirén la autonomia y la cooperacion, y en concreto la elaboracién de unas normas de conducta propias y por ello comprensibles y mas faciles de cumplir. Estamos, en conse~ cuencia, ante una moral autonoma en la que predomina la cooperacién y el bien por enci- ma de la imposici6n y el deber. En opinion de Piaget, estos dos modelos de moralidad han de entenderse como dos eta pas sucesivas, fruto de las relaciones socia- les que se establecen con los iguales y con los adultos, y que en circunstancias normales seran recorridas una tras otra por todos los = EL PREESCOLAR LS vos sujetos: se pasard de la heteronomia a la autonomia. La tesis de las dos etapas sucesi- vas vamos a verla refrendada en las diversas investigaciones concretas que realiz6 Piaget, ¥ que le sirvieron ademas para definir y ca~ racterizar dichas etapas en sus principales rasgos, Estas investigaciones se agrupan, como veremos, en torno a tres tematicas: las reglas de los juegos infantiles espontaneos, las reglas propiamente morales de origen adul_ to y el estudio de la nocién de justicia. Respecto a las reglas del juego de las ca- nicas, Piaget realizd dos investigaciones: la primera referida a la practica de las reglas, 0 al modo cémo los nifios aplican efectivamen- te las reglas; y la segunda dedicada a la con- ciencia de las reglas, 0 al modo como evaltian el caracter obligatorio, sagrado, eterno o mo- dificable de dichas reglas. Para la practica de las regias establecié cuatro periodos sucesi- vos que cubren el recorrido evolutivo de este aspecto de la moral. El primer nivel en la prac- tica de las reglas esta constituido en realidad por la inexistencia propiamente dicha de re- glas de juego més alla de ciertas regularida- des motrices. Le sigue la etapa egocéntrica de imitacion de las reglas adultas, aunque tam- Poco aqui se aprecien rasgos de socializacién, LAS REGLAS DEL JUEGO | apes Prictica doles regas | Concienca de tas regias Fiapes t . | \ Rgulridades tndviguaes La rela no es coreitha i hay, por tanto, | ‘ior Indust | No ay els coetbes sino que manipulan | conlenca deel Se acepa come nga po | Kegla mowte (025) tos objeos de jugo sein sus descos,sust- | ramente maz (0254) fuyend rtuaizacines o abies india les. Puede hablase de rls trices. | {a Imtaci6n de adultos con egocenttismo, La regia es sentida coma sagrada, Inmodi- | 1 | ‘sont 257) | Reciedel exeror empl de como jugar, | fade cera de orga a Couey | Mela ceria | cue gn anf, pe eh soy sin | moc, aunue sea por aotrin, 8 | (54 49) 255) | | | coordinase con los compafros, aunque | Interprela como ura transgrecion {uegue Junto a elas. No hay coaincacioneo- | La regia coercitha que fauna stualon de fect de as rglas de juego, heteronomia 6s resulad de respeto unl eral que se compiementa con e egocen | ‘rismo infantil y ta presién adula, | — Wt, ooperacin ‘a eoga es semida como resutiado oe fate | a hacen (7/810) | consteveni surge a necesita del control | respto peru ty consemimiento mut | Qysa | | ‘mutuo y la unficacién de regas. Sin embar- | Se entiende, por tanto, que pueden comb. | 0, hay gran vaclacé, variably ausen- | narse lay acura para hacerloy tee oe la de deals respecte a qué repias se | vlamerie no son elernas n odin, apjican ya mo se apean ta reg raciona, que a una sivcién do | autonomia es el resutado de respeto mu: w. Jnterés por la regia ens misma. uo, en tanto que superacién det egocen Coatoacién de Plena capacidad para cooperary entender. | smo oi lena eapacdad do coopecion reales (11/12... | so.que se manfestaen un deseo por rea. | que lint a presi extcone { mmeniar con deal y minclsidad e! ue. | So distrutapreviendo y ella os cases | posiies J Posteriormente se inicia el periodo de cooperacion socializante y de uso titubeante de reglas colectivas. Por tltimo, en la cuarta etapa se manifiestan plenamente las aptitu: des para discutir o codificar las reglas a apli car en el juego. En cuanto a la conciencia de las reglas marcé tres periodos. Uno previo en que en realidad no hay conciencia de la regla porque no existen reglas propiamente dichas, otro en que la regla actita coercitivamente y coloca al nifio en una situacién heterénoma en la que cree que las reglas son sagradas, inmodifi- cables, eternas y de origen adulto. Finalmen- te, en el tercer periodo la regla tiene un caracter racional y auténomo, ya que se la ve como el resultado de la discusién y el acuer- do mutuo. (Ver el cuadro sobre las reglas de juego de la pagina 63.) Tal investigacién nos muestra con sufi- ciente claridad las dos morales sucesivas que suponia Piaget: la moral heterénoma en que la regla se impone aunque sea mal compren- ida, mal asumida y mal observada, y la mo- ral auténoma en que la regia se construye 0 reconstruye, y por lo tanto es mejor asimila- da y seguida con mayor escrupulosidad. Las normas morales de origen adulto fue- ron estudiadas por Piaget mediante unos ejemplos sobre las torpezas, el robo y la men- tira. Su interés en esta serie de investigacio- nes fue comprobar de qué modo conciben los nifios los deberes y los valores morales. En estos temas constaté que también se produce el transito desde una etapa inicial basada en el realismo moral a otra etapa de juicio aut6- nomo. El realismo moral supone considerar que los deberes y valores se imponen obliga- toriamente con total independencia de la con- ciencia y circunstancias del sujeto. Las notas mas destacadas del realismo moral son: el caracter heterénomo del deber, la definicion del bien como obediencia a las normas adul- tas, la necesidad de observar las normas al pie de la letra y no en su espiritu, y por lti- mo la concepcién objetiva de la responsabili- dad, que impide evaluar los actos en funcién de la intencién y lo hace en cambio de acuer- do con sus resultados. La ona LA eoLCACION Respecto al estudio sobre las torpezas y el robo, Piaget preguntaba a los nifios, a par- tir de ciertas historias breves, qué acciones les parecian peores y por qué. Comprobé la existencia de dos tipos de responsabilidad Ja objetiva, que se manifista predominante- mente aunque no en exclusiva en torno a los, siete afios, y que juzga los actos por sus re- sultados; y la responsabilidad subjetiva, cu- yas manifestaciones dominan alrededor de los nueve afios y son exclusivas a partir de los diez, que juzga los actos por la intencién de su ejecutor. En cuanto a las mentiras encon- tré también ambos tipos de responsabilidad: la responsabilidad objetiva que valora como peores las afirmaciones mas inverosimiles, y Ia responsabilidad subjetiva que valora como peores las afirmaciones que habilidosamente pretenden disimular su falsedad. La defini- cion de lo que es una mentira muestra tam- bién una evolucién que va desde entenderla como una mala palabra, a confundirla con los errores, y finalmente a verla como toda afir- macién intencionalmente falsa. Finalmente, los motivos para no mentir sufren un cambio desde las justificaciones heteronomas —mie- do al castigo o sumisién a las reglas impues- tas por los adultos— a la defensa de la reciprocidad como condicién necesaria para la cooperacién y el acuerdo mutuos. (Ver los cuadros sobre realismo moral de las paginas 65 y 66.) Estas manifestaciones del realismo mo- ral son, en opinion de Piaget, resultado de la sintesis de la presién adulta, el respeto uni lateral y el egocentrismo. En consecuencia, parece posible y conveniente limitar pedago- gicamente tales manifestaciones potenciando la cooperacién entre iguales y reduciendo la presién unilateral de los adultos y educadores. El desarrotio de ta nocién de justicia fue estudiado por Piaget mediante un clevado miimero de pequefas investigaciones que abordan diferentes aspectos de este tema. Como en ocasiones anteriores se comprueba, también para el concepto de justicia, la exis- tencia de dos grandes modelos de juicio mo- ral: el heter6nomo y el aut6nomo. Asimismo, Lo PRESTO. ¥ Ls MORES a fin de alcanzar el pleno desarrollo del senti- miento de justicia es fundamental, por enci- ma de cualquier otra consideracién, que se propicie el respeto mutuo y la solidaridad en- tre cada uno de los nifios. A grandes rasgos, las conclusiones alcan- zadas por estas investigaciones tienden a opo- ner, para cada tema estudiado, los rasgos propios de los dos tipos de moral. Respecto a las sanciones, los pequefios consideran mas Justa y eficaz la sancién severa e independien- te del acto sancionado: la sancién expiatoria. Por su parte, los mayores son més partida- rios y confian més en la eficacia de la sancién por reciprocidad; es decir, de aquélla que re- quiere la reparacién del dafio, o bien soportar las consecuencias del acto. Asimismo, y de acuerdo con la edad, se da una consideracion diferente de las sanciones que inflingen las cosas mismas como consecuencia de un acto reprobable: unos creen en las sanciones au- tomaticas y los otros no. En el witimo trabajo sobre sanciones, comprobé que los pequerios creen que cuando en una situacién colectiva se desconoce el culpable de un acto es justo castigar a todo el grupo. Los mayores, en cam- bio, opinan que no se debe castigar a todo el colectivo, salvo que éste se solidarice volun- tariamente con el culpable. Las investigaciones que abordan el con- flicto entre la justicia retributiva (sancién) y la justicia distributiva (igualdad), demostraron que en los pequefos predominaba la inclina- cién a la sancién, mientras que los mayores sugerian criterios de igualdad o equidad para solucionar problemas similares. De igual modo, en situaciones de conflicto entre la autoridad adulta y Ja justicia, los pequefos se decantaron mayoritariamente por conside- rar justa la postura adulta, y entre los mayo- res, por el contrario, predominan la defensa de la igualdad, aunque ello supusiese desobe- decer. (Ver el cuadro sobre el desarrollo de la nocién de justicia de la pagina 67.) A partir de estas investigaciones, Piaget establece tres etapas 0 periodos, que no son propiamente estadios, en el desarrollo de la nocidn de justicia. De los seis a los ocho afios aproximadamente estamos ante la considera- cién de la justicia como obediencia: el deber es lo justo y la desobediencia lo injusto. La justicia se confunde con las normas impues- tas desde el exterior por los adultos. Durante el periodo de los ocho a los once afios, nos hallamos ante una nocién de justicia que la entiende como igualdad, En esta etapa el igualitarismo se impone como un criterio de justicia por encima de la autoridad adulta: todos han de ser tratados del mismo modo. Por ultimo, de los once afios en adelante, es- tamos ante la justicia como equidad, que im- plica la superaci6n del mero igualitarismo por EL REALISMO MORAL “Juicies sobre la torpeza y ol robo esponsabildad subjeia Se juzgan ls actos por fa Inoncidn con que se ralizan y no por sus resultados. Es més culpable quien reallza un acto sabiendo pérdlda superior. I que no esté ben, 6 aiios 7 afos 9 afos 10 afos 12 ats. Predominio Predominio Existen ambas Sélo responsabilidad responsabilidad responsabilidad responsabilldades subjetva objeta subjetva 6 sobre ta mentira + sulci Hesponsabilidad de ta mentira T anjotva | _suoyena | La gravedad de la mentira se ide por la Inverasimltud dela Lin gravedad de ia mentia se mide por la habilidad para disimular | armas, 1 cardcerfalso de la. afrmacin. lI 6 anos 7 anos 10 afos 12 afos | Definicion de mentira Haste 6 afios La mantiraes una mata palabra. 6.10 afios | La mentira 06 algo que no es verdad, pero no se cstingue mentira de error y, portato, no se tienen an cuenta las intenciones 10411 aflos | La mantira es toda afirmacién infoncionalmente asa, Motives para no mentir (sobre la maldad de 1a mentira) 6Satos ‘No menur porque se recbiré un castigo; sino no fo hublera, la mentira ya no 6s mala 810 anos ‘La mentira es mala en si misma siempre, aunque no haya castigo | 10-12 anos La mentira es mala porque consigue engafiary ello es fatal para la reciprocdad y. el acuerdo mutuo la igualdad preocupada por compensar las duce, en el dominio de la justicia, al desarro- situaciones particulares de cada sujeto. llo de las nociones de igualdad, reciprocidad De todo ello podemos concluir que en ely equidad, propias de la justicia distributiva, ambito de la noci6n de justicia se ratifica tam- {Ver el cuadro sobre periodos en el desarrollo bién la tesis de las dos morales sucesivas. La de la justicia de la pagina 67.) moral autoritaria y heterénoma, moral del Del estudio realizado por Piaget sobre el deber y la obediencia, que desemboca, en el __ desarrollo moral pueden derivarse importan- dominio de la justicia, en la confusién de lo tes consecuencias pedagégicas que el propio que es justo con el contenido de la ley esta- autor ya sefialé con suficiente claridad, y que blecida y el reconocimiento de la sancién a continuacién se sintetizan. Ante todo, y te- expiatoria. Posteriormente, la moral del res-_niendo presente lo constatado sobre la for- peto mutuo, de la autonomia y el bien, con- macién del juicio moral, el fin de la educacion o {ELROPREESCOLAR 10 VALORES moral no puede ser otro que la construccién de personalidades auténomas aptas para la cooperacién. Por consiguiente, una formacion éptima supone facilitar el paso de la primiti- va moral heterénoma a la moral autonoma. Para alcanzar dicho objetivo parece convenien- te disefiar una intervencién pedagogica regi- da por los siguientes principio: Dado que el desarrollo intelectual general es una condicién necesaria, aunque no su- ficiente, dei desarrollo moral, un primer re- quisito de la educacién moral consiste en potenciar el desarrollo intelectual. Como los nifios no interiorizan ni absorben los valores morales sino que los reconstru- yen y redescubren, se les debe colocar en condiciones de experimentar una vida so- cial activa y cooperativa. Para ello es con- EL DESARROLLO DE veniente que el educador sepa: 1. incitar a sus alumnos a que manifiesten actitudes de iniciativa, curiosidad y espiritu critico, asi como a sentirse capaces de solucionar problemas y descubrir alternativas; 2. no imponer mediante la autoridad adulta aqué- lo que el joven puede hallar por si mismo; y 3. crear un medio addecuado en el que los nifios puedan realizar experiencias socio- morales. De acuerdo con todo ello, no es convenien- te que el adulto imponga una disciplina aca- bada, unos valores arbitrarios o unas normas autoritarias, sino que ayude a los mismos nifios a descubrir las normas que consideren convenientes, o procure median- te el didlogo y las razones hacerles compren- der determinadas normas de conducta necesarias. Se trata, por tanto, de que el LA NOGION DE JUSTICIA Bats 9 aos 12 anos e ] | toa tterinons [aera atioma + Tienden a considerar mas just yetcaz la sancién explatoria (San- clon severa e Independiente del acto realzado) + En situaciones en que se desconace el culpable de una tata hay ‘qe castigar a todo et grupo (bien porque es Imprescindlble a san dn, 0 blen porque el grupo no ha querida deatar al culpable), No hay conciencia de responsabilidad colectiva + Tiencen a creer en la exstencla de sanciones automaticas que cemanan de las cosas mismas, (Las lrounsiancias castigan al que ha ‘sometido una falta). + En caso de conflate entre la justicl rateloutva y la justicia distributiva predomina fa sancién. (Esté bien favorecer al hermano obediente 0 no subsanar la pérdida da un objeto), + En situaclones de confico onre fa autora adulay ajustcia se end a dar la razén al adulto por oncarnar fa auioriéed y la ley ‘aunque su postura no sea justa. (Se considera justo que un adulto ida lareas extras & un nia, 0 se considera que esta mal copiar Porque est protibido o que se debe chivatar, + Ena vida socal entre niflos no estéblen actuar por recprocidad (Devoner fs golpos o realizar pequefas venganzas), + Lo justo 6s of acuerdo con las leyes 0 normas emanadas de la autoridad, + Tienden a consderar mas just y eflcz la sancin por recprocidad (Reparacién del dato causado o hacer experimentar fas consecuet las del acto), + En situacones en que se desconoce el culpable de'une falta no hhay que castigar a todo el grupo. (El castigo ainacentes es peor que la imounidad, no castigar porque no estéblan ebivatar y nose cono- ‘0 ol culpable, solo se reconoce la posiilidad de castgo sia clase por soldaridad decide no denuncia a culpable), Hay oonclanca de responsabilidad colectiva + Tienden a no crear en que las cosas mismas sanclonen de modo ‘automatic. (Las elreunstancias na pueden casligar a Iniractor), + Ei) caso de conficia entre fa justia retributiva yf Justcla distro predomina la igualdad 0 ia equided (No est bien favo- recer al obedient ola pérdida de un objeto es buena subsanarta), + En situaciones de conte‘ entre la autridad aduitay la Justicia ‘8 tinde a defender la iguaidad por respeto a un sentimient idea, ‘aunque suponga desobedecer. (No se considera justo el trato Aisriminativo del adult, copiar no se considera acertads porque atenla ala igualdad y no esté bien chivaar) + En la vida entre nifus se considera adecuado actuar por re- Clprocidad. Est bien comoter pequefas venganzas que no son vive «as como devoler mal por mal sino coma sanciones de recioocidad). + Lo ust esl realizacién de conductas que lenden a igualtarismo 8a lz equidad (iguatiarismo que contempla fas shuaciones diferen: tales y qulere compensarlas) A aoa, ota e408 PERIODOS EN EL DESARROLLO DE LA JUSTICIA Justicia como: dbediencia goalie Equidad (ae 7-8 anos) (6-11 anos) (1-12 atos) La Justicia se subordina a ja autoridad ‘adult, El deber es fo justo y la desobe- tiencia to injusto, La justo se confia @ las consigias impueslas por la autoridad adulia autora, La justicla no se diferencia deta autor fla, fas normas y las eyes adults. Lu ustciaeotloutha esta por encima de ia quale, Predninio del respeto unilateral: aust tla se desarrola s6lo cuando a coopera cidn se da independientemente de ta ‘gualde. educador reduzca su poder de adulto y se coloque en situacién de intercambiar opi- niones con sus alumnos de igual a igual. El educador, de acuerdo con las afirmacio- nes anteriores, debe estar dispuesto a acep- tar valores y normas elaborados por los nifios, aunque a él no le parezcan las més convenientes 0 no le agraden. Para propiciar la cooperacién, condicién de posibilidad de la moral auténoma, el edu- cador deberé favorecer la participacién ac- tiva de todos los individuos en grupos de pares, de manera que se incite a los nifios a intercambiar y coordinar puntos de vista a propésito de ios temas y problemas mora- les que se pueden plantear en una clase, 0 que se presentan en una situacién colecti- va. El trabajo en equipo y, especialmente, el autogobierno escolar son dos métodos insustituibles para alcanzar este objetivo, Finalmente, Piaget tampoco descarta la leccién moral, aunque la limita al papel que deberia tener cualquier leccién en una clase activa: constituir la respuesta a una cuestion Progresivo dominio del igualtarismo. ‘Se desarrolia la autonomia y se Impo- ne la primacia de la igualdad sobre fa La justia gistibutva se opone a fa obedienciay la sancion A La Justicia puramente igualtaria se ve madera a por la preacupacién por la equidad Desarrollo del deseo de equidad, que se ha de entender como la evolucion del iguaitarismo fen ol sentido dela reatvidad, en dejar de bus- ‘aria uaa en la idea, 6 conciben los derechos Iguales en relacién a la situacién | particular de cada cual que previamente se han formulado los alum- nos. Es decir, la intervencién del educador que da una leccién moral es correcta cuando sus alumnos, después de una exhaustiva consi- deracién previa de los temas, y por tanto en el interior de una verdadera discusién coope- rativa, se lo piden. Sin embargo, todo ello no le exime de valorar si esta demanda se hace buscando una opinion o se hace para rehuir la reflexion autonoma. Cuando el educador considera que est& ante el primer supuesto, dara su parecer, intentando eliminar las no- tas autoritarias y los componentes de obliga- cién que suelen tener las opiniones de los adultos. Kohiberg es muy probablemente el mas destacado investigador en el ambito del desa- rrollo y de la educacién moral. Nacié en Nue- va York en el afio 1927, y su vida académica ha transcurrido fundamentalmente entre las universidades de Chicago y Harvard. En el aio 1958 alcanz6 el grado de doctor con una in- vestigacion que contenia ya las principales ideas sobre las que luego continué trabajan- do; se trata de un estudio que presenté con el titulo: «E] desarrollo de los modos de pensa- ELMO PREESCOLAR LOS YALoRES miento y opcién moral entre los diez y los die- ciséis afioss. La tesis central de este escrito defiende que el desarrolio del pensamiento moral del hombre se produce de un modo natural, plasmandose en un recorrido a tra- vés de seis estadios cada vez mas optimos, que se manifiestan con total independencia de la cultura en que estan insertos los indivi- duos. La linea seguida por Kohlberg en su te- sis de doctorado y en los trabajos siguientes prolonga la tradicién inaugurada por Piaget, tradicién que perfeccioné en varias direccio- nes. Sus trabajos son deudores de la obra El criterio moral en el nirio, en tanto que tratan, desde la perspectiva del desarrollo cognitivo, las sucesivas manifestaciones del juicio mo- ral. Sin embargo, se distancia de Piaget en ciertos temas. De entre tales discrepancias cabe destacar, en primer lugar, la definicion de estadios de desarrollo moral propiamente dichos que realiza Kohlberg, donde Piaget tan s6lo vio etapas, pues no creia que en el ambi- to moral fuese posible precisar estadios con todo lo que ello comporta. Difieren tambien en el ntimero de periodos que establecen y en la franja temporal que abarcan. Piaget distin- gue dos etapas —hetreonomia y autonomia moral—, que culminan hacia los doce aiios, mientras que Kohlberg define: seis estadios, que no culminan en el mejor de los casos hasta més alla de los veinte afios, y que sélo coinci- den con la propuesta piagetina en los dos pri- meros estadios. A partir de ahi, Piaget consideré concluido el desarrollo moral, en cambio Kohlberg muestra que atin deben superarse varios estadios antes de alcanzar ia plena madurez. Tampoco coinciden al se- falar el tipo de relacién que vincula la accién moral con el juicio moral. Piaget piensa que el juicio es una toma de conciencia siempre retardada respecto de la accion moral. Por su parte, Kohlberg sugiere que es el juicio lo que da sentido a la accién moral. Sin embargo, a pesar de tales discrepancias, la orientacién, metodologia y finalidad de las respectivas in- vestigaciones es en ambos autores coincidente. El estudio del desarrollo moral realizado por Kohlberg es en realidad una descripcién del desarrollo del juicio moral. Se trata, por tanto, de establecer el tipo de razonamiento empleado por los jévenes a propésito de te- mas morales. No considera, al menos directa- mente, la conducta moral ni tampoco centra sus investigaciones en los valores morales coneretos que puedan adquirir los individuos. En cambio, parte de la constatacién de que, sean cuales fueren los valores de un indivi- duo, en su vida muy a menudo se encuentra con grandes 0 pequetios conflictos que enfren- tan valores deseables, pero que no pueden solucionarse correctamente por la mera elec- cién de un valor supuestamente superior que solvente el dilema. Por el contrario, su solu- cién exige que se recurra a un juicio reflexivo basado en buenas razones. Se necesita recu- rrir a un juicio racional que tenga presentes tanto las exigencias propias como las ajenas, y las haga compatibles mediante algan pro- cedimiento justificado racionalmente. La ta- rea fundamental de Kohlberg ha sido mostrar que los hombres durante su vida pueden lle- gar a construir sucesivamente seis grandes estructuras de razonamiento moral para sol- ventar de forma cada vez mas adecuada esos conflictos de valor. ¢Qué factores intervienen en la formacién del juicio moral? El juicio moral es una capa- cidad cognitiva del individuo que permite di- lucidar entre lo que esta bien y lo que esta mal, y que tiene que ver con la justicia en tanto que igualdad y equidad. No obstante, no es posible elaborar juicios morales y evolucionar de un estadio a otro si previamente no se de- sarrollan otras capacidades psiquicas. En con- creto, los sucesiyos estadios de juicio moral suponen un progreso en el nivel de desarrollo intelectual, asi como un grado de empatia o capacidad para asumir roles, una perspecti- va social, cada vez mejor. Cada nuevo estadio de juicio moral aparece al final de un proceso de adquisiciones en el que primero se alcanza el nivel de desarrollo intelectual requerido, y posteriormente la perspectiva social que di- cho nivel permite aunque no asegura, final- mente ambos factores aportan las condiciones necesarias pero no suficientes para el desa- rrolio del razonamiento moral. Tanto las apti- tudes intelectuales y sociales, como las pro- piamente morales no aparecen como una simple manifestacion de posibilidades inna- tas, ni tampoco se forman como resultado de ia impregnacién sociocultural, Son, por el con- trario, el resultado de la interrelacion adaptativa optimizante entre el sujeto y su medio natural y social. La principal tarea emprendida por Kohlberg ha sido definir los sucesivos estadios que pue- den recorrer los individuos hasta legar al ni- vel dptimo de desarrollo del juicio moral. Afirmar que el desarrollo moral se organiza en estadios supone, ante todo, varias conse- cuencias: primera, cada nuevo estadio impli- ca una forma de pensar o razonar sobre los temas morales distinta a las anteriores; se- gundo, los estadios son estructuras que interrelacionan todos los aspectos asumidos en ellos, y por tanto el paso de un estadio a otro supone la reestructuracién de las opinio- nes y motivos en todos los ambitos morales; tercero, los estadios forman una secuencia invariable en la que llegar a uno superior re- quiere haber pasado por todos los anteriores; y cuarto, los estadios superiores integran jerarquicamente las estructuras de pensa- ‘miento de los inferiores. Las notas que defi- nen los estadios dejan bien claro que el desarrollo moral no es algo aleatorio y desestructurado, sino que se organiza en una sectencia evolutiva y coherente. zQué ocurre respecto del «contenidor que se estructura en cada uno de los estadios? Es importante destacar que ese scontenido» es cognitivo, abstracto 0 formal y universal. De~ cimos que es cognitivo porque estudia las cuestiones morales en la medida que son abor- dadas por el sujeto mediante razones. Obvia- mente, se puede atender también a cuestiones afectivas y emotivas, 0 simplemente a prefe rencias subjetivas, pero la defensa del cognit vismo lo que supone fundamentalmente es la creencia de que los juicios morales se justifi- can con razones. Tal postura pone en cues- tion el relativismo moral pues no cree que todo valga igual, sino que piensa que los sucesivos mara vex eDucNc estadios representan formas de razonamien- to moral 6ptimas para cada etapa y cada vez mejores. Sin embargo, tales razonamientos 0 juicios morales son formales; es decir, la optimizacién del juicio se refiere al tipo de razonamiento aducido y no al contenido im- plicado en tal raciocinio. Dicho de otro modo, el juicio moral tal como la estudia Kohlherg climina todas las orientaciones axiologicas coneretas, no se ocupa de precisar las reglas © prescripciones conductuales, sino que se preocupa tnicamente de los principios mas generales que han de permitir a cualquier in- dividuo en cualquier situacién derivar aque- jas normas concretas que considere mas valiosas. Por lo tanto, los estadios no definen normas sino criterios de razonamiento que no dependen de las creencias particulares. Por tiltimo, se afirma también la universalidad de los modos de razonar propios de cada esta- dio, asi como del nimero y orden de los esta- dios. Es evidente que podemos percibir todo tipo de diferencias en el contenido de los jui- cios morales, pero tales diferencias no son sino el resultado de las diversas culturas 0 puntos de vista, Sin embargo, la forma del razona- miento moral es en todas las culturas y para todos los individuos igual. Las diferencias, como se ha indicado, son debidas a la multi- plicidad de los contenidos y puntos de vista culturales, pero ello no afecta a la forma del razonamiento que es la misma en todas las culturas; o bien las diferencias son debidas a que el desarrollo del juicio moral, la forma del razonamiento propiamente dicha, atin no ha logrado alcanzar los niveles mas dptimos y est en un nivel distinto del que ocupan los indivi- duos 0 grupos con los que se compara. En tal sentido, se supone que ciertas colectividades, por no requerirlo, no han desarrollado atin los niveles mas elevados de razonamiento moral. Niveles que sdlo se alcanzan cuando es nece- sario solventar los conflictos que se plantean en medios sociales cada vez mas complejos ¥ plurales. No obstante, y precisamente por ese caracter universal del juicio moral que comen- tamos, si por cualquier motivo se desarrolla la capacidad de raciocinio moral de esas co- A dsb R/U SEE BNE GB STSUNI50T00 3055 IE OBST TEE TLE ESERIES ESTEE ESTEE TT SEETHER EUS ET EG Tats Lo sReESCOLAR Ls WLORES lectividades, acabaran recorriendo idénticos estadios a los ya atravesados por otras cultu- ras. Para definir los distintos estadios mora- les, Kohlberg ideé un procedimiento de inves- tigacién que en esencia consiste en presentar al sujeto ciertos dilemas moraies y pregun- tarle qué solucién daria al conflicto y por qué motivos le parece la mas correcta. A partir del andlisis de los resultados determin6 una su- cesién de estadios distintos por los que pasa el juicio moral y el contenido de cada uno de ellos, Kohlbelg establecié seis estadios de razo- namiento moral distribuidos en tres niveles. Los niveles agrupan estadios con semejante modo basico de razonamiento, aunque con un distinto grado de perfecci6n. Tales niveles son el preconvencional, el convencional y el postconvencional. En el preconvencional se plantean los temas morales desde los intere- ses concretos de los individuos afectados. Para ellos atin no existe una comprension de las reglas y espectativas sociales, que permane- cen siempre como algo externo y ajeno al yo. En el nivel convencional se enfocan los pro- blemas morales desde la perspectiva que otor- ga el sentimiento de pertenencia a un grupo social y la necesidad de defenderio. Se trata de vivir de acuerdo con lo que los demas 0 la sociedad esperan de cada individuo. El yo comprende, acepta y se identifica con las re- glas sociales. En el nivel postconvencional se enfocan los problemas morales desde una perspectiva superior a la sociedad: mas alla de las normas sociales establecidas estan los principios de conciencia que deben regirlas, Se comprenden las reglas sociales, pero s6lo se aceptan en la medida en que estan de acuerdo con los principios que la conciencia dicta a cada sujeto. Esos tres niveles, como se ha indicado, acogen dos estadios cada uno ESTADIOS DE LA CONCIENCIA MORAL Orientacton ala obedien- | cia yo castigo ‘ale, Responsablidad objetiva Delerencia egocénirica hacia un poder o preslgio superiares, 0 oonjunto para evitir r Nivel Hedonism instrumental Oriemtacién de buen ‘chico Orientacion de ey y rae Orientacion juraien contractual x acc Justa es a que satistace insirumenteimente las necasldades del yoy, ocasional- ‘mente Its de otros. Iqullarisma Ingenuo y orientacién al cambio la reciprocida. Orientacién para conseguir la aprobacién y para complacer y ayudar alos otros. Cantor: ‘midad con imégenes estereotipadas del compartamienio mayoritario 0 natural y juiclos ‘or intenciones, Orientacion hacia la autoridad, las normas fllas y el mantentmlento del orden sock. E ‘somportamionto justo consiste en cumotir con el deber propio, mostrar respeto por la !uloridad y mantener el orden social dado, porque as valaso en si mismo Lr acc Justa se define en func de ls derechos indviduales y de fas pautas que han estuado y ecordado orignariamente por toda una sociedad. Preocupacién por el esta becimiento y mantenimiento de los derechos indviduaes, igualdad y libertad. Se hacen Aistinciones entre valores que son de epicaciin abligatoria universal y valores que son espaciiens de una socledad deverminada, precomencional 4 Nel convencional ue Orient ‘eos unlversales 16n de principios : TURIEL, E) «Conflot, Lo [usto se define como decisién de la conctencia, de acuerdo con prinipios étioas que ella escage y que pretonden ampillud, uilersalidad y consistencia locas. Estos prince bia son abstracos, no son normas morales cancrelas. Son prinipios universales do lusticia, de reciprocidad e iguadad de derechos humanos como personas indviduaes, and Transition in Adolescent Moral Developments, en Cité Develapment 1974. pp. 14-29. n A Wi. Nive! | posconvencional y en ellos se plasma con mayor detalle las li- neas basicas aqui esbozadas. (Ver el cuadro sobre los estadios de la conciencia moral de la pagina 71.) Estadio 1. Moral heterénoma. El primer esta- dio de heteronomia moral suele cubrir aproxi- madamente de los cinco a los ocho aiios, y atin en caso de prolongarse dificilmente re- basa la primera adolescencia. Durante esta etapa se considera que las consecuencias fi- sicas que desencadena o puede desencadenar ia accién determinan su bondad o maldad, con independencia del significado o valor huma- no que tales consecuencias puedan tener. Por tanto, seré adecuada y justa aquella conduc- ta que se someta a las reglas apoyadas por el castigo y acate las normas que emanan de la autoridad; dicho de otro modo, se intentaré no quebrantar por ningtin motivo las reglas impuestas, evitar el castigo y no causar da- fos materiales a personas 0 cosas. Alcanzar este estadio requiere, en el do- minio intelectual, estar abandonando el pen: samiento simbélico, intuitive o preoperatorio e iniciar las adquisiciones propias de las ope- raciones concretas. En cuanto a la perspectiva social, segunda condicién del desarrollo del juicio moral, en este estadio predomina aun el punto de vista egocéntrico. Tal perspectiva le impide tomar en consideracién los intere- ses de los demas y reconocer que pueden ser distintos de los suyos; no es capaz de coordi- nar dos puntos de vista. En cambio, adopta con gran facilidad la opinién de la autoridad que llega a confundir con la propia. Por ulti- mo, el egocentrismo le impide evaluar los matices psicolégicos de sus acciones en rela- cién con los demas y consigo mismo, limitando su consideracién a las condiciones meramente fisicas. En definitiva, es una etapa en que el egocentrismo solo permite considerar como bueno el acatamiento de las normas de la autoridad que vienen avaladas por la amena- za del castigo. Se posee un concepto realista de la moral que conduce a considerar la bon- dad o la maldad de un acto en funcién de algu- La wona ew LA EoUCACION na cualidad inherente e inmodificable de ese mismo acto. Los juicios morales son eviden- tes y no requieren justificacién. Evitar el cas- tigo es la Unica razén o justificacién para realizar un acto y aceptar la bondad intrinse- ca que conlleva. Todo ello conduce a defender una justicia distributiva y retributiva guiada por criterios de estricta igualdad mas que por criterios de equidad. Estamos en la etapa de la moral heterénoma propuesta por Piaget. Estadio 2. Moral instrumental e individualista. El segund6 estadio basado en el intercambio con fines hedonistas tiende a presentarse durante la escuela elemental, aproximada- mente de los ocho a los catorce afios. Los que se encuentran en él entienden que lo apro- piado y justo es actuar de modo que se satis- fagan las propias necesidades y, si se llega a un acuerdo de intercambio de beneficios, ac- tuar de modo que se satisfagan también las necesidades de los demas. Sin embargo, el beneficio que pueden obtener los demas no es el resultado de la lealtad o la solidaridad, sino el producto de un célculo de reciproci- dad mercantil : «tt me procuras este benefi- cio y yo te colmaré esta necesidads. Se trata de una honestidad, igualitarismo y reciproci- dad peculiares. El paso del primer estadio al segundo supone a nivel cognitivo el pleno dominio de las operaciones concretas; es decir, la aptitud para distanciarse de las percepciones inme- diatas y mirar los problemas desde una pers- pectiva superior. El pensamiento ya es capaz de actuar reversiblemente. La perspectiva so- cial supera también el egocentrismo, pero se instala en un punto de vista individual con- creto. El joven ya logra distinguir y separar los intereses y puntos de vista propios de los que sustenta la autoridad o los demas indivi duos. Reconoce, por tanto, que todo el mun- do tiene intereses individuales que perseguir y satisfacer, y que es posible que tales intere- ses entren en conflicto, Este relativismo indi vidual y concreto se expresa también en la posibilidad de relacionar tales intereses por el sistema del trueque de favores 0 intercam- bio instrumental de servicios. LN PRESOOLAR YL VALORES Todo ello instala al joven en un tipo de pensamiento moral que entiende que lo justo es seguir las reglas en la medida que reper- cuten en beneficio propio, que es justo actuar para satisfacer los intereses y necesidades que deseamos colmar, y que es légico y justo de- jar que los demas hagan lo mismo. El bien seré la justicia entendida de este modo; es decir, entendida de modo imparcial y equita- tivo, de forma que se produzca un intercam- bio cuantitativamente equivalente de favores entre los individuos. Las razones que justifican esa conducta residen en el deseo de obtener el propio beneficio, relegandose Ia obediencia a la categoria de medio para lograr lo que se de- sea y el castigo a instrumento pragmatico para restablecer la igualdad alli donde se haya roto En este estadio, el bien es siempre relativo a Ja situacin en que se encuentra el sujeto y a sus propios intereses. Pero esa relatividad impide ordenar y establécer prioridades a par- tir de una lista de necesidades personales. Estadio 3. Moral normativa interpersonal. El tercer estadio de expectativas interpersonales mutuas y de conformidad interindividual no aparece hasta la preadolescencia o la adoles- cencia, pudiéndose prolongar en ciertos ca- sos durante toda la vida. Las personas que se encuentran en dicho estadio consideran que el comportamiento bueno y correcto es aquél que complace y ayuda a los demas, y acaba recibiendo su aprobacién. Se trata de vivir de acuerdo con lo que las personas cercanas —padres, hermanos, amigos— esperan de no- sotros; se trata, en definitiva, de ser considera- do por los seres mas préximos y queridos como una buena persona. A nivel cognitivo, situarse en este estadio implica empezar a dominar las operaciones formales. Por lo que se refiere al dominio so- cial nos hallamos ya ante la perspectiva de la persona capaz de relacionarse plenamente con otras personas. Es decir, ya se tiene concien- cia clara de los sentimientos de los demas, asi como de las expectativas compartidas y acuerdos alcanzados con ellos. Tales proyec- tos interpersonales se colocan por encima de los intereses meramente individuales. Es po- sible construir una comunidad de ideas y sen- timientos. Lograrlo supone relacionar puntos de vista distintos y colocarse en el lugar del otro. Sin embargo, todavia no se consigue to- mar la perspectiva del sistema en general. Se comprende desde sus respectivos puntos de vista a las personas que son més familiares, pero no se alcanza a entender el punto de vis- ta global de la sociedad. Estos fundamentos cognitivos y sociales generan un juicio moral que juzgara como buenos aquellos comportamientos que tien- den a lograr la aprobacién de los demas, que se orientan a satisfacer lo que las personas apreciadas esperan del actor. Se trata de cum- plir bien con el rol social que en cada situa- cién tenemos asignado. La bondad de un individuo se juzga también por la buena in- tencién o los buenos motivos que le animan a actuar. Asimismo se requiere que muestre interés por los demés y sea capaz de mante- ner unas relaciones interpersonales positivas, empapadas de confianza, respeto, lealtad y gratitud. Ser moral es ser bueno con los de- més, ser bueno con las personas con las que nos relacionamos habitualmente. Los motivos para hacer el bien tienen que ver con la nece- sidad de ser correcto que se siente ante si mismo y los demas, y con el miedo a la desa- probacién que podemos recibir de nuestros interlocutores. El contenido de la justicia queda definido por el paso del intercambio a la reciprocidad Aparece el concepto de equidad, por el que se favorece mas al débil, de modo que las rela- ciones interpersonales no se guian sélo por el criterio del estricto intercambio. No obstante, todo ello se manifiesta a nivel interpersonal, aplicandose bien respecto a aquellas perso- nas préximas hacia las que se siente afecto. En cambio, se tienen dificultades para resolver situaciones de conflicto en las que no se pue- da mantener siempre a aprobacion de todos. También es imposible plantearse problemas que trasciendan lo personal ¢ impliquen a la sociedad en su conjunto. Lua wona via ence Estadio 4. Moral del sistema social. El cuarto estadio moral denominado también de ley y orden» suele empezar a desarrollarse a mitad de la adolescencia y, con cierta frecuen- cia, se permanece en él durante el resto de la vida. En esta etapa se vuelve a considerar la autoridad como guia del deber, aunque ya no es una autoridad personal sino la autoridad que emana de toda la sociedad y de sus nor- mas. En consecuencia, durante este periodo se produce una oriéntacion hacia la ley que esta respaldada por la autoridad, hacia las normas fijas y hacia el mantenimiento del or- den social . El comportamiento correcto con- siste en cumplir con el propio deber, que no es sino cumplir con los compromisos adquiri- dos, respetar con tal comportamiento a la autoridad estabiecida y mantener el orden social imperante porque nos parece valioso en si mismo. En el orden intelectual, alcanzar este es- tadio implica dominar sustancialmente los modos de pensamiento formales. En lo refe- rente a la perspectiva social se logra diferen- ciar el punto de vista de la sociedad de los motivos individuales y los acuerdos interper- sonales. El sujeto est capacitado para tomar no ya el punto de vista del otro, sino también el del otro generalizado; es decir, el del siste- ma social global. Por tanto, puede contemplar los intereses y deseos —leyes, reglas y roles— que defiende ese otro generalizado y tenerlos presentes como criterio de su conducta. En consecuencia, a partir de ese instante las re~ laciones interpersonales se enmarcan y juz~ gan en relacién a los principios que define el sistema en su conjunto. Esta perspectiva social conduce a un tipo de juicio moral en que el valor supremo es contribuir al bienestar de la sociedad, del gru- po o de la institucién, o al propio bienestar si ello no atenta a la perfecta supervivencia de las instancias suprapersonales. Se supone que este tipo de comportamiento es eficaz y justo porque el conjunto de leyes y roles de la so- ciedad son aplicados imparcialmente a todos sus miembros, y con ello se logra regular equi- tativamente todos los conflictos propios de la A sociedad y promover el bien comtin. Tales le- yes y roles se consideran por defnicién jus- tos, al menos mientras no sea patente el conilicto con otras reglas sociales fijas. Sea como fuere, las normas de la sociedad o de cualquier otra institucién —un partido politi- co 0 una confesién religiosa— emergen como valor central y supremo. En consecuencia, no serén consideradas correctas las conductas que pongan en peligro la solidaridad y la co- hesién del sistema. El mundo se observa y percibe desde un sistema de creencias fijo y definitivo. Las razones que aqui justifican un buen comportamiento apelan a la necesidad de mantener un funcionamiento éptimo del sistema, evitando aquellos comportamientos que comprometen su viabilidad. Asimismo, la anticipacién de la falta de honradez y del mal que ciertos comportamientos pueden produ- cir en los demas ejercera de freno de la con- ducta. La accién justa requiere que se trate a todos como merecen en términos de reglas convencionales, que se trate a todos de igual modo y de acuerdo con aquéllo que imponen las leyes. Sin embargo, tales creencias no sir- ven para dilucidar conflictos entre la ley y los derechos humanos basicos: por ejemplo, en- tre el valor de una ley social determinada y el valor de la vida. De igual manera es poco util para dilucidar conflictos que impliquen algun elemento exterior al sistema social que sirve de marco de referencia. Estadio 5. Moral del contrato y de los de- rechos humanos. Antes de entrar de lleno en la consideracién del quinto estadio hemos de referirnos a la posible existencia de un esta- dio intermedio entre el cuarto y el quinto. Ya se ha insinuado que los criterios del anterior estadio, dado que estaban orientados a sal- vaguardar los principios morales del sistema social, mostraban sus limitaciones al entrar en contacto con principios y comportamign- tos distintos de los refrendados por tal siste- ma. Si la ley es siempre algo fijo y definitivo, no es correcto dar ninguna beligerancia a com- portamientos desviados, y ello por el simple hecho de que pone en peligro la misma ley. Lo PREESCOLAR 105 YALORES Sin embargo, tal razonamiento imposibilita- ria aceptar a toda persona que, por criterios religiosos, por otras creencias 0 debido a cier- tas costumbres 0 decisiones personales, se apartaré de la norma establecida. Asimismo, es dificil integrar en el pensamiento del esta- dio anterior las formas de vida distintas de los miembros de otras civilizaciones. Ante ta- les dificultades hay dos soluciones que sue- len adoptarse sucesivamente: construirse una moral relativista que permita asimilar cual- quier diferencia, dado que el bien y el mai s6lo dependen de una opcién personal. Esta seria la posicion del estadio cuatro y medio, La otra alternativa es elaborar racionalmente algunos principios que permitan tomar decisiones morales y justificarlas con razones: es la pos- tura del quinto estadio. Elestadio cuatro y medio, postconvencional pero no de principios, se alcanza entrada la adolescencia y puede perdurar durante toda la vida. Requiere el dominio de las operacio- nes formales, y una perspectiva social subje- tiva y externa a la sociedad que permita al individuo tomar decisiones sin ningtn tipo de compromiso 0 acuerdo con toda la sociedad. En tal estadio se reconoce la relatividad de los diferentes criterios sociales; es decir, la posible validez de cualquier criterio, al menos para quien lo sustenta. Por tanto, el sujeto se orienta hacia valores que elige de acuerdo con opciones subjetivas y personales. Tales opcio- nes suclen estan basadas en criterios hedonistas © emotivos, o bien en los roles y normas interiorizadas del estadio cuarto. Pero sea como fuere, disefian una moral arbitraria y relativa, en la que cada cual elige sus opcio- nes por motivos enteramente subjetivos. Tal postura da carta de ciudadania a la diversi- dad de opciones morales, pero no puede dilu- cidar los conflictos morales mediante criterios racionales pues cualquier opcién es igualmen- te buena. El siguiente estadio supone la superaci6n de esta insuficiencia. El quinto estadio esté dominado por la moral del contrato y de los derechos huma- nos. En opinion de Kohlberg no suele apare- cer al menos hasta el final de la adolescencia. Para los individuos que se hallen en él, el com- portamiento correcto debera tener presentes tanto los derechos humanos individuales y generales que estan por encima de cualquier otra consideracién, como las normas que se han elaborado criticamente y han sido acep- tadas por toda la sociedad. Cuando las se- gundas entran en conflicto con los primeros, el pacto que las fundamenta deberé modificarse a fin de conseguir un adecuado cumplimiento de los derechos humanos fundamentales. A la vez, el procedimiento consensual que se aplica para fundamentar las normas sociales comunes, acttia como elemento racional que acerca y complementa la variedad de valores y opiniones que los miembros de la sociedad defienden, y por ello se convierte en un valor superior a las normas concretas. No es posible alcanzar este estadio si no ‘se posee ya un dominio de las operaciones for- males. Por otra parte, la perspectiva social que adopta el individuo es previa o anterior a la sociedad. Es decir, el sujeto conoce y respeta ciertos valores y derechos anteriores a cual- quier lealtad 0 pacto social, conoce también las distintas posturas que defienden los indi- viduos 0 grupos sociales, pero es capaz de integrar tales posturas, bajo el punto de vista de valores criterio, y mediante mecanismos formales e imparciales de acuerdo, pacto o contrato, que a menudo se explicitan mediante leyes consensuadas. Lo justo en este nivel sera respaldar los pactos legales fundamentales de la sociedad, en la medida que respetan ciertos valores no relativos, como por ejemplo la vida o la liber- tad, y lo hacen mediante la construccién de un acuerdo imparcial entre todos los implica- dos a partir de sus distintas posturas inicia- les, Cuando no se respetan los valores basicos © los interlocutores se sienten desatendidos en sus demandas, el acuerdo o ley puede y debe ser modificado. En definitiva, estamos ante el reconocimiento del relativismo de las normas, pero atemperado por la defensa de valores y derechos humanos fundamentales. Defensa de valores basicos que se lleva a cabo mediante un procedimiento formal de dialogo a que permite aleanzar una postura de consen- so. Paralelamente, fuera del ambito juridico la obligacin entre los individuos también se fundamenta en el acuerdo libre y el contrato. A grandes rasgos, la justicia consiste en la posibilidad de que todos en pie de igualdad puedan libremente llegar a un acuerdo sobre los temas controvertidos que les afectan. Las razones que conducen a obrar bien tienen que ver tanto con la necesidad de mantener in- tacto el autorespeto, que sufriria en caso de no implicarse en la defensa de los valores ba- sicos, como en el sentido de obligacién que introduce la ley fundada en un acuerdo social. Estadio 6. Moral de principios éticos uni- versales. Al estadio de los principios éticos universales se llega con cierta dificultad y ha- bitualmente no antes de los veinte afios. A menudo coexisten los criterios propios del quinto estadio con las caracteristicas del sex- to. Lo correcto para un individuo que haya alcanzado esta etapa sera proceder segtin la decision de su conciencia y de acuerdo con principios éticos de caracter universal y ge- neral que ella misma elige. Es imposible llegar a este estadio sin do- minar las operaciones formales, y sin haber adquirido en el orden social la perspectiva del «punto de vista morals. Tal perspectiva per- mite derivar acuerdos sociales a partir de una posicién moral previa y directriz, Se requiere por tanto reconocer que en primer término hay algun criterio de naturaleza moral que debe regir la vida colectiva. Este criterio, formula- do de modo muy general, se refiere al respeto debido a las personas y a su condicién de fi- nes y no de medios. Dicha perspectiva supo- ne orientarse por principios éticos auto- escogidos, considerar justas las leyes socia~ les en la medida en que se apoyan en tales principios, y cambiarlas en caso contrario. Como ya se ha indicado, los principios éticos que se alcanzaban al final del desarrollo del juicio moral, se refieren al contenido univer- sal de la justicia: la igualdad entre los seres humanos, y el respeto a su dignidad, libertad y autonomia. El comportamiento correcto sera el mas adecuado a tales principios. Sin em- amoral ea eoucace bargo, dado que no son valores concretos, sino que actiian como principios formales, se utili- zaran para generar decisiones adaptadas a situaciones particulares. Tales principios de justicia han sido formalizados de distinta manera por varios filésofos como por ejemplo Rawls y Habermas, aunque lo comun a todos ellos es el empefo por justificar que la justi- cia requiere considerar en todos sus extremos el punto de vista de todas las personas impli- cadas en una situaci6n y equilibrar tales pers- pectivas. Sélo asi estamos ante una accion justa y correcta, y tinicamente de este modo cumpiimos plenamente en cada situacion dis- tinta con la necesidad moral del respeto ple- no por los demas. En consecuencia, es justo orientarse se- gtin los criterios del contrato social en la me- dida en que éste cumple plenamente con el principio de justicia que acabamos de formu- lar. En caso contrario, Io justo es rebelarse y modificar el acuerdo. En las relaciones interpersonales debe procederse de modo se- mejante. En este estadio, los principales mo- tivos para hacer el bien son la creencia en que los principics morales universales son validos, el compromiso moral ante ellos y la preocupacién por el sentimiento de culpa o autocondena que se siente en caso de no cum- plir adecuadamente con ellos. (Ver el cuadro de sintesis de la pagina 77.) Las preocupaciones de Kohlberg no se li- mitaron a la descripcién de los estadios mo- rales, sino que del resultado de estos trabajos sacé importantes indicaciones que han servi- do para planificar curriculums de educacién moral. Sus ideas sobre la intervencién edu- cativa en este ambito toman pleno sentido después de considerar su postura sobre el fin de la educacién moral. En su opinion, y de acuerdo con Dewey, el principal fin de la educacién moral es propiciar el desarrollo del educando en esta faceta de su personalidad. Entendiendo que el desarrollo no es un mero cambio comportamental, sino el paso de un modo de adaptacion al medio social y a si mismo menos adecuado a otro mas adecua- do. Suponiendo ademas que la adaptacién no A Lia prtsscouar vu sores pretende unicamente el ajuste,; sino la optimizacién de las formas de vida humanas. Por tanto, la educacién moral como desarro- Mo supone la promocién desde los estadios inferiores de juicio moral a los superiores. Propuesta que no implica un reduccionismo psicologista porque, tal como Kohlberg y otros autores han justificado, cada nuevo estadio moral muestra un modo de ser mas adecua- do, hasta Ilegar al sexto estadio que implica un juicio basado en principios, propuesta igualmente defendida desde la filosofia. Como sintesis de todo ello, puede afirmarse que el propésito de la educacién, mas que transmi- tir informacion moral, es estimular al educan- do hacia el siguiente estadio de desarrollo. Propuesta, por otra parte, netamente demo- cratica y no doctrinaria, ya que los estadios no comportan un contenido moral concreto sino tinicamente formas de juicio cada vez me- Nie! — | Parspectia | Nivel canciencla| Kea vide buena Sanciones | Motivaciones Vatoee ‘vetocnual social ‘moral vista Abandonar el | Perspeetia | Moral Maximizar et placor Estar castigo | Entorno natural y ensamiento | egocéntrica | neterénoma | via obedienca, social | preoperatorio | Justicia como } e Iniciar "aula pura | ‘peraciones| Castigo. concretas Privacion de recompensas 1 Operaciones | Perspectiva | Moral Maximizar el placer | — fisicas Serve os propios | Enforno natural y conceetas. | individual — | instrumental e | via intercambio Intereses social Reversiiidad | concrete | indiviualisia | equivalent Jusea coma | | | Imparciatidad © | iqualdad Iniclo Perspectiva | Moral normativa} Interacciones Necesidad de ser | Grupo de las ‘operaciones | individuo en | interpersonal — | satisfactorias, bueno ante os | personas tormales relacién con sustcia como demas primarias de | ‘ions innidus| equidas entre Deshonra referencia . 7 Indviduos Prvacion dot ] Porspoctva de] Moral det Sistema de normas | afecto y Mantener ef buen | Miembros de la fa sociedad en| sistema social | interorzado, econocimienta | funclonamiento | entidad politica conjnto Justicia como social social | ieuaidad ant ta ey | Perspecta | Moraldel | Libertad ciudadana y | Autorrespete y | Miembros de la | anterior aia j contrat y de | bienestar publica, sentido de ‘comunidad de | sociedad los derechos | systicie como obiigacion ante et | derecho | Operaciones: hhumanos lgualdad para Hogar acuerdo formales un acuerdo Perspectva del] Moral de | Libertad moral culpa Sentido de Todos los unto de vista | principles | dustcia coma Reaccidn de | obiigacién Indviduos oral ftcos universa- | adecvactén’a la conciencia | respecto a tos i les Drinipios éticos Drincipios ticas universes _ _ J jores. Sin embargo, este programa de educa- cién como desarrollo, que supone facilitar la manifestacin de algo que en cierto modo ya se posee, exige una minuciosa planificacion pedagogica de las experiencias que conviene que vivan los educandos. Por tanto, no se tra~ ta de propugnar un «laissez-faire», confiando en que de cualquier manera se Ilevara a los estadios superiores —creencia totalmente fal- sa—, sino que se trata de planificar un tipo de experiencias ttiles para la formacién mo- ral. En este sentido las sugerencias de Kohlberg son abundantes, destacandose es- pecialmente las referidas a continuacion. + Planificar un curriculum de educacién mo- ral requiere que previamente el educador haya tomado conciencia de ciertos requisi- tos ineludibles: 1. la necesidad de fomen- tar su propia preocupacién por los temas morales antes de pretender que la adquie- ran sus alumnos; 2. reconocer que la ma- yoria de las interrelaciones educador- educando tienen una dimensién moral que es preciso considerar; y 3. darse cuenta que ciertos modelos de relacién interpersonal facilitan el desarrollo moral y que otros lo retardan o impiden. + Dado que dominar las formas de juicio mo- ral propias de cualquier estadio requiere que antes se hayan adquirido ciertas estructuras intelectuales, la educacin moral supone tam- bién potenciar aquellos estimulos cognitivos que facilitan el desarrollo intelectual + Como cada nuevo estadio moral precisa un logro superior en la perspectiva social del sujeto, la educacién moral deberé posibili- tar aquellas experiencias y estimulos socia- les que den al educando suficientes oportunidades de adoptar roles distintos. Es decir, mediante una vida social abierta o por medio de ciertos ejercicios escolares, debe- ra prepararlos para comprender la actitud de los demas y tomar conciencia de sus pen- samientos y sentimientos. En definitiva, saber ponerse en su lugar y conocerlos empaticamente. LAwoRN 04 A EOUCAO + El ambiente escolar se organizara de modo que permita una participaci6n activa de los alumnos en el gobierno democratico de la escuela, Se trata de construir una comuni- dad justa que dé oportunidades a todos para expresar sus opiniones y resolver mediante el didlogo los problemas de convivencia. La participacién en una institucién cuya es- tructura refleje los criterios de un estadio moral elevado es un medio importante para estimular a los educandos a desarrollar el juicio y el comportamiento moral. + Ladiscusién de conflictos cognitivos de in- dole moral es una condicién fundamental para lograr el paso de un estadio moral al siguiente. Tan sélo mediante la reorganiza- cién reflexiva que provocan las contradiccio- nes planteadas por los dilemas morales es posible superar un estadio moral. En con- secuencia, los educadores deberan presen- tar temas que generen conflictos cognitivos de orden moral, y lo harén mediante la dis- cusién de dilemas morales hipotéticos (his- torias que presentan una alternativa moral de dificil solucién y que ponen en juego dis- tintos criterios morales), 0 mediante la explicitacién de situaciones reales de conflic~ to que vivan los jévenes en sus interacciones sociales. La discusién, conducida socra- ticamente, en la medida que enfrente pun- tos de vista y razonamientos distintos, asi como la presentacién de formas de razona- miento propias del estadio inmediatamente superior al que se encuentran los alumnos, son las condiciones pedagogicas que facili- tan el paso a un estadio mas elevado. + De igual modo es fundamental subrayar la vertiente moral que tienen todas las mate- rias escolares, Quizés en forma prioritaria deberia procederse a unir la discusién de dilemas morales con los objetivos y méto- dos propios de los estudios sociales. Por ello, la literatura y la historia, de forma priorita- ria pero no nica, han de convertirse tam- bién en momentos de educacién moral. + Finalmente, Kohlberg propone animar a los jévenes a manifestar una conducta moral Lo PREESCOLAR ¥ 05 ALORES acorde con su nivel de juicio, aunque res- pecto a tal propuesta no es demasiado ex- Plicito ELLIOT TURIEL Siguiendo tna linea semejante a las aporta- ciones ya clasicas de J. Piaget y L. Kohlberg, se han !evado a cabo numerosas investiga- ciones que prolongan la obra de estos auto- res pioneros, que como hemos visto han ideado y desarrollado ampliamente una nue- va manera de estudiar la adquisicién de la mo- ralidad, Sin embargo, alguno de estos trabajos introduce también cambios conceptuales no- tables respecto de las concepciones funda- mentales de Piaget y Kohlberg. Uno de los autores cuyas investigaciones merece la pena resefiar por lo que acabamos de indicar es E. Turiel. Los trabajos de Turiel parten de la con- viccin de que la vida social de los individuos esta regulada por el pensamiento que éstos hayan construido sobre la organizacién social. Tal construccién mental de categorias socia- les comienza desde edades muy tempranas. Por otra parte, también supone que el conoci- miento social no se construye globalmente, sino que en él se distinguen varios dominios referidos a distintos niveles de interrelacion con el medio social —moralidad, convencién, legislacién, organizacién politica, ete.—, y que para cada uno de ellos podrian determinarse etapas de desarrollo también distintas. Ei autor parte del supuesto de que el de- sarrollo del conocimiento social depende de Jas interrelaciones que cada sujeto mantiene con su medio social. El conocimiento no lo posee ya predeterminado el individuo ni tam- poco es el medio quien lo dispensa unila- teralmente. Por el contrario, el conocimiento social se construye tanto por las acciones del sujeto sobre su entorno social, como por las acciones y reacciones que los demas sujetos 0 el mismo entorno proyectan sobre el indivi- duo, asi como también gracias a la reflexion sobre los resultados que se producen en cada uno de estos momentos, y sobre la posible reorientacién que requieren las acciones subsiguientes. El conocimiento social resul- tante de las experiencia de interrelacién con el medio social se estructura con teorias, com- plejos conceptuales, 0 modos de pensar que permiten a los individuos comprender la so- ciedad y orientarse en ella. Tales formas de pensar no son una copia de la realidad, sino una elaboracién que resulta de los contactos interactivos con el medio. Ello produce un pensamiento coherente y sistematico a pro- pésito de la estructura social, aunque como Tuego veremos no homogéneo. Estos comple- jos conceptuales van cambiando a lo largo del desarrollo del individuo, aunque no lo hacen de modo brusco sino paulatinamente, pasan- do primero por una fase de negacién de las formas de pensar ya asimiladas, antes de construir un nuevo sistema de conceptos. Fi- nalmente, cada nueva reestructuracion supo- ne un aumento de coherencia interna del pensamiento, asi como la construccién de una estructura conceptual mejor adaptada a la comprensién de la realidad. La experiencia de los sujetos en el mun- do social no permite, en opinién de Turiel, definir una estructura general y homogénea de la mente que limite a una sola gama de conceptos la comprensién de las relaciones sociales. Por el contrario, se piensa que tal comprensién depende de la construccién de al menos tres categorias generales; a saber: los conceptos sobre el yo y la estructura psi- colégica de los demas, los conceptos sobre la organizacién social en todas sus facetas (ro- les personales, instituciones de la sociedad, etc.), y finalmente los conceptos morales so- bre la justicia, el derecho o el bienestar. A su vez, sobre cada una de estas categorias pue- de desarrollarse un conocimiento informati- vo, que permite adquirir saber sobre la realidad, y un conocimiento conceptual, que se refiere a las distintas formas de razonar sobre una misma realidad. Partiendo de la existencia de una varie- dad de categorias en el pensamiento social de los individuos, la intencién de Turiel es mos- trar mAs concretamente las diferencias entre dos dominios del pensamiento social que han tendido a confundirse tanto en las reflexio nes tedricas como en la investigacién psicolé. gica: nos referimos a la convencién y a la moralidad. Se trata, por tanto, de mostrar que nos hallamos ante dos realidades que filosdficamente pueden distinguirse, que son reconocidas y conceptualizadas como diferen- tes por los nifios desde edades muy tempra- nas, y que recorren cursos de desarrollo distintos. Lograr estos objetivos permitira a Turiel valorar criticamente algunas afirmacio- nes clasicas sobre el pensamiento moral. + Convencién y moralidad La primera tarea que emprende Turiel en cier- to modo siguiendo la estela dejada por Kohiberg al enlazar la reflexién filosofica y la investigacién psicolégica, es precisar las dife- rencias terminolégicas y el contenido propio de cada una de estas dos realidades. Entien- de que las convenciones son uniformidades conductuales que manifiestan los miembros de una colectividad. Uniformidades que se basan en acciones de caracter arbitrario, lo cual permite pensar en la posibilidad de cur- sos alternativos de accién sin que por ello se vea modificada su eficacia. Tales uniformida- des coordinan las interacciones entre los in- dividuos en el interior de los sistemas sociales, y en consecuencia permiten preveer la con- ducta de todos los participantes. Las conduc- tas convencionales se definen siempre en funcién de sus respectivos contextos, surgen. de ellos y limitan su utilidad a ellos. Su apa- ricién se fundamenta en el conocimiento com- partido que poseen y han adquirido por consenso los miembros de una colectividad. En consecuencia, su modificacién dependera también de algtin cambio en su uso general. El saludo o las formas de trato son dos ejem- plos de convencién muy caracteristicos. La moralidad se refiere a aquellos juicios prescriptivos sobre temas de justicia, dere- chos, bienestar, y en general a los juicios y A LU wena EX A EUAN conductas que inciden en la manera en que debemos relacionarnos con las demas perso: nas. Los juicios morales, aunque contribuyan a consolidar la organizacion social, no estan definidos por la sociedad ni son arbitrarios. Son juicios obligatorios, aunque no impues- tos socialmente, universalmente aplicables, ya que sirven para todos los individuos que se encuentren ante circunstancias similares, ¢ impersonales, pues no estén en funcién de las preferencias individuales. Como ya se ha indicado, las prescripciones morales no de- penden del,contexto en que se aplican ni del sistema social en su conjunto. Su definicion no esta regulada por consenso entre los miem- bros de la colectividad, sino que por el con- trario se fundamente en el mérito intrinseco que, desde el punto de vista moral, acompa- fa auna accién determinada. Un juicio o una accién son morales en funcién de ciertos fac- tores inherentes a las relaciones sociales e in- trinsecos al acontecimiento que se valora. En concreto y a modo de ejemplo, entramos en la esfera de la moralidad cuando se cuestiona causar dafio a personas, violar algtin derecho de éstas, 0 enfrentarse a ciertos conflictos causados por pretensiones contrapuestas. Una vez definidos tedricamente estos dos dominios del conocimiento social, Turiel pre- tende comprobar si los nifios distinguen en- tre el dominio moral y el dominio convencional, y si son capaces de construir conceptualizaciones sobre cada uno de ellos. Sin embargo, antes de interrogarles directamente sobre casos de uno y otro dominio, quiso estudiar también la influencia del medio social en la adquisi- cién de las respectivas formas de pen- samiento. Si se parte del supuesto que el desarrollo depende la de interaccién con el me- dio, parece légico analizar la naturaleza de los acontecimientos sociales y ver en qué medida influyen en el comportamiento y los procesos de conceptualizacién de los nitios, Para llevar a cabo este proyecto se analiz6, mediante un estudio observacional, el tipo de interacciones sociales que viven los nifios cuando se encuen- tran ante distintas fuentes de experiencia. Este proceso de observacién supuso caracte- ELM PREESCOLA 05 VALORES rizar sistematicamente los rasgos de los acon- tecimientos sociales, para lo cual se contd con Jas definiciones que anteriormente se habian elaborado sobre moralidad y convencién. Ta- les definiciones permitian caracterizar los acontecimientos sociales que se dan natural- mente en el medio infantil. Se consideré como morales las transgresiones que entrafian con- secuencias intrinsecas, y se entendieron como convencionales las conductas arbitrarias. A modo de ejemplo, Turiel presenta dos aconte- cimientos: uno de cardcter moral, que se re- fiere a rifias que degeneran en dolor y lantos, y otro de caracter convencional, que plantea el caso de un nifio que no saluda a su profe- sora. Ante estas dos clases de acontecimien- tos tipicos y muy corrientes en la vida de los nifios, Turiel afirma que los nifios los concep- tualizan de modo distinto; a su vez supone tam- bién que tal conceptualizacién no depende de un proceso meramente instructivo, sino de la forma como interpretan globalmente los acon- tecimientos. Para que un nifo experimente como malo un acontecimiento moral no se requiere que nadie le diga que es malo. Por el contrario, es posible generar prescripciones morales a partir de la experiencia misma: en especial gracias a la percepcién del daiio cati- sado a la vietima. A su vez para que un nifio considere como mala una transgresién con- vencional, se requiere en cambio que previa- mente comprenda las formas de regulacion social, ya que el acontecimiento por si mismo no sugeriria al nifio ningtin juicio negativo. El primer tipo de acontecimiento lo ve espon- taneamente como malo, el segundo sélo lo ve mal cuando se ha adaptado comprensivamen- te a las costumbres sociales. Junto a esta capacidad de discriminar entre distintos ti- pos de acontecimientos, se afirma también que la naturaleza del medio social influira de ma- nera decisiva en la gama de interrelaciones sociales que les seguirén. Para comprobarlo se realiz6 un trabajo observacional con el pro- pésito de estudiar el tipo de interacciones so- ciales que provocaban los acontecimientos morales 0 convencionales. El primer trabajo consistié en un registro de acontecimientos naturales que suponian transgresiones mora- les 0 convencionales. El segundo trabajo, estu- did el tipo de interrelaciones sociales que generaban cada uno de estos tipos de trans- gresiones. Se observaron las reacciones de nifios y profesores por medio de unas catego- rias de respuesta. Se constataron diferencias en las reacciones de los nifios ante los acon- tecimientos morales o convencionales: ante los primeros, se referian al dolor, emociones 0 razones asociadas al acto cometido mientras que respecto a las segundas mencionaron ras- gos de organizacién de la situacién. Por otra parte, las interacciones entre nifios fueron abundantes ante acontecimientos morales y casi inexistentes en los convencionales; mien- tras que con los profesores se dieron interré- laciones como respuesta a ambos tipos de acontecimiento. En el caso de los nitios, los comportamientos diferenciales que seguian a los acontecimientos coincidian con una conceptualizacién muy claramente discri- minatoria de los hechos. Es decir, al pregun- tarles si un acto convencional que acababan de presenciar estaria bien en caso de no exis- tir ninguna regla que lo prohibiera, respondian mayoritariamente que si; mientras que la mis- ma pregunta respecto de transgresiones mo- rales, no les hacia cambiar de opinion sobre su maldad. * Criterios de juicio y categorias de justificacién Como se ha visto, Turiel propone que los jui- cios sociales se estructuran en diferentes do- minios —moralidad, convecién, etc.—, lo cual le obliga a distinguir entre las dimensiones constantes de cada dominio de juicio, y los rasgos que van cambiando a medida que se suceden las etapas de desarrollo. En conse- cuencia, entenderemos que los criterios de juicio, que permanecen constantes a lo largo del tiempo, se refieren a los conceptos que permiten identificar cada uno de los distintos dominios del pensamiento social. Se trata de precisar qué juicios realiza el individuo para saber que se halla ante un dominio u otro del conocimiento social. Por su parte, las catego- yy, EA MORNE ELA EDUCA rias de justificacién se refieren a los razona- mientos que se usan para justificar una ac- cién social. Esos razonamientos son los que varian con la edad. La continuidad del pensamiento social ex- presada en los criterios de juicio, y las discontinuidades manifestadas en las catego- rias de justificacién, se estudian en varias investigaciones de carécter clinico que justi- fican la temprana distinci6n entre el dominio moral y el convencional. En cuanto a los cri- terios de juicio, y a modo de resumen de los trabajos que se presentan, puede concluirse como se suponia que se conceptualizan distintamente los dominios moral y conven- cional; que ello se logra mediante una consi- deracién diferente de ciertos criterios; que tal uso distinto de criterios se detecta ya al me- nos a partir de los tres afios; y que persiste sin grandes cambios a lo largo de todo el de- sarrollo del individuo. De acuerdo con las in- vestigaciones que acabamos de mencionar, vemos que se producen las siguientes distin- ciones en la conceptualizacién de los criterios de juicio segiin se refieran a la moralidad oa la convencién. + Respecto a la importancia y la seriedad de Ja transgresion de una norma moral o con- vencional. La mayoria de trabajos muestran que se considera més trascendente la trans- gresién moral que la convencional, aunque en las edades inferiores hay una tendencia a considerar mas relevante la transgresion que mayores consecuencias provoque aun- que ésta sea convencional. A medida que aumenta la edad de los sujetos, las transgresiones morales se consideran mas serias aunque las consecuencias sean me- nores. Respecto a la maldad de las transgresiones de una norma moral o convencional. En ge- neral, se considera peor la transgresién moral que la convencional. Respecto a la contingencia de las reglas de lo moral y de lo convencional. Las conduc- tas morales no se consideran contingentes alas reglas, pues se ven mal atin en ausen- cia de reglas. En cambio, las conductas con- vencionales aunque los resultados no sean totalmente claros, se entienden como vin- culadas a las reglas que las prescriben. Una conducta convencional es reprobable porque hay una regla que asi lo determina, si la re- gla no existiera dejaria de ser reprobable. Respecto a la posibilidad de generalizacién de las conductas morales y convencionales. Los comportamientos morales se conside- ran generalizables a cualquier lugar y con- texto, mientras que no ocurre lo mismo con los convencionales. Este criterio no es bien comprendido por los nifios mas pequefios. Respecto a la impersonalidad de las deci- siones morales y convencionales. Ni lo mo- ral ni lo convencional se considera que depende del sujeto que realiza el acto. Sin embargo, los motivos difieren: en un caso porque dependen de factores intrinsecos al acontecimiento; y en el otro, porque esta en funcién del consenso social. Respecto a la autoridad y al castigo como garantia de lo moral y lo convencional. Mien- tras que los comportamientos convenciona- les en buena medida dependen de la autoridad y el poder de castigar de quien los recomienda, no ocurre lo mismo con los comportamientos morales cuya legitimacion, segtin los sujetos encuestados, no se halla en estos factores. Respecto a la importancia y la modifi- cabilidad de las reglas morales y conven- cionales. Las reglas que afectan ala moral se consideran mas importantes, y no son modificables porque no dependen de acuer- dos sociales. Por su parte, las reglas conven- cionales se ven como menos importantes, pero en cambio se las percibe como modifi- cables en caso de que se alcance un grado de consenso suficiente. Finalmente, cabe indicar también que estos criterios en cierta medida dependen de Ja familiaridad del sujeto con las situaciones- estimulo que se le presentan. La no familiari- A yo PREESCOLAR 405 VALORES dad, en especial en las edades inferiotes, pro- voca cierta dificultad en distinguir lo moral de lo convencional. Hecho que no ocurre cuan- do la situacién resulta familiar. A medida que los sujetos aumentan de edad, la no familia- ridad no constituye problema para captar bien la diferencia entre dominios. De ahi se dedu- ce que tanto la experiencia anterior como la capacidad de abstraer los rasgos comunes de los acontecimientos influyen en la emisién de juicios sociales. En cuanto a las categorias de justifica- cién, aspecto sobre el que mas adelante vol- veremos con mayor detalle, se comprueba, como se esperaba, que se producen ciertas diferencias de acuerdo con la edad. Se vio que respecto a la moral aparecen frecuentemente categorias como el bienestar, la justicia y la obligacion. La primera es la mas comin en todas las edades, mientras que las dos res- tantes aumentan con la edad. Por su parte, Io convencional se asocia a la costumbre, a la autoridad, al castigo, a las razones de pru- dencia, a la eleccin personal y a la coordina- cién social. De entre ellas cabe destacar que las referencias al castigo disminuyen con la edad, y aumentan las menciones a la pruden- cia y a la eleccion personal. Queda pues sufi- cientemente claro que los criterios de juicio aparecen muy temprano y permanecen a lo largo de todo el desarrollo, y que las catego- rias de justificacién en cambio se modifican con la edad. + Sobre el concepto de regla Otro de los temas estudiados por Turiel ha sido el concepto de regla. Su importancia para el desarrollo del juicio social reside en que, por una parte, son un elemento omnipresente en el medio social de los nifios y, por la otra, ejercen un control ininterrumpido sobre su conducta. En consecuencia, cabe esperar que las vinculaciones de las regias con los hechos y los juicios convencionales y morales seran notables y merecedores de atencion. Las in- vestigaciones sobre las reglas se enmarcan en un estudio tedrico que relaciona filosofia y psicologia, En tal estudio se afirma que para ciertos autores las reglas se aceptan porque alguien “ A con poder las dicta, aspecto que ha estudiado la psicologia de los habitos y de la socializa- cién disciplinaria; en cambio otros autores piensan que las reglas se aceptan en la medi- da que surgen de un acuerdo comin, el para- lelismo psicoldgico se halla en las teorias que indagan sobre la capacidad innata del hom- bre para aceptar reglas; finalmente, Turiel funto con otros investigadores de tendencia cognitiva creen que las reglas se aceptan en la medida que se justifican en principios de orden superior que las legitiman. Esta postu- ra requiere que los sujetos sean capaces de comprender, interpretar y reinventar las re- glas, no Unicamente que las cumplan o las acepten. De ahi pues la preocupacién por in- dagar la manera cémo los jvenes van adqui- riendo el concepto de regla. Sin embargo, Turiel opina que hasta el momento las reglas se han estudiado como si todas fuesen igua- les, se han concebido de manera unitaria y global. Por el contrario, y de acuerdo con las tesis ya expuestas, piensa que el concepto de regla depende del dominio al cual se refieran. Es decir, que no todas las reglas sociales fun- cionan igual: no podemos hablar de igual modo, por ejemplo, de las reglas de juego, de las prudenciales, de las convencionales, 0 de las morales. Los estudios sobre cémo se construyen las reglas se levaron a cabo mediante dos in- vestigaciones. La primera se referia a la con- cepcién que los jévenes tienen de las reglas en distintos contextos (el juego, la familia, la escuela o el sistema legal); la segunda se cen- tré en la comprension de las reglas escolares. En el primer trabajo, se prégunto a nitios de entre seis y diecisiete afios sobre reglas de juego, de casa o de la escuela que ellos mis- mos sugerian. Las cuestiones versaron sobre la definicion de las reglas, su existencia y ori- gen, asi como sobre su obligatoricdad, alterabilidad y relatividad. Cabe destacar los siguientes resultados. Sobre el conocimiento informativo de las regias Primero, al preguntar qué se entendia por re- gla, las respuestas en general fueron que «das reglas dictan la conducta y deben ser segui- das y obedecidas». Los mas pequeftos, de 6 a 9 aifos, las definian mediante ejemplos, mien- tras que los mayores, de 10 a 16 afios, lo ha- cian refiriéndose a sus funciones (asegurar el bienestar, ...). Segundo, en cuanto a la existencia de reglas, la mayoria —un 54%— entendia que habia reglas de juego distintas en otros pai- ses, aunque el 29% dijo que eran las mismas yun 18% que no lo sabia. Asimismo, un 68% afirmaban normalmente que habia reglas en todas las familias, y un 76% que todas las familias tienen reglas distintas. No se confir- mé el supuesto de que los nifos pequefios tienden a creer que las normas son unifor- mes, por el contrario fueron ellos los que afir- maron con mayor frecuencia que las reglas varian de un grupo a otro. Tercero, el ltimo grupo de preguntas in- formativas se referia al origen de las reglas, y pudo concluirse que el tipo de respuestas va- ria de acuerdo con el dominio sobre el que inciden. Por otra parte, era poco frecuente la creencia en un origen religioso, o en su exis- tencia desde toda la eternidad. Tampoco se encontraron diferencias significativas debidas ala edad. Por lo general, se pensaba que las reglas del hogar las elaboran los padres, mien- tras que el origen de las reglas sobre el robo variaba bastante. Las respuestas mas corrien- tes fueron: no las ha dictado nadie, el tiempo las ha ido disefiando, ciertas personas con poder las han establecido. Sobre la interpretacién o evaluacion de las reglas, Obediencia de las reglas. A propésito de los estudios sobre la obediencia de las reglas de- den criticarse todas aquellas preguntas que se hacen sin especificar el dominio al cual se refiere la regla, ya que en funcién de éste las respuestas pueden variar. No es lo mismo transgredir una regla de juego o una regla convencional que una regla moral. Tampoco son semejantes las razones por las cuales cabe cumplirlas. Cuando no se distinguen los do- minios a que se aplican las reglas, los sujetos - Lamon a cOUCACON suelen responder que se deben cumplir siem- pre, pero en cambio no ocurre lo mismo cuan- do ‘se especifican los dominios. La edad introduce otro elemento que diferencia las res- puestas: a los mas pequefios les cuesta ha- llar situaciones en que sea legitimo y bueno transgredir una regla, mientras que a los adul- tos les resulta més facil imaginarlas. Alterabilidad y relatividad de las reglas. Las preguntas sobre estos aspectos dieron resultados coherentes con los anteriores: se con- sidero que las reglas de juego y las convencio- nales podian cambiarse y eran especificas de cada situacidn, por su parte las reglas mora- les no podian variarse y eran universales. Aqui no se pueden determinar diferencias signifi- cativas debidas a la edad. La segunda investigacién que resefia ‘Turiel sobre la comprensién de las reglas es- tudia el concepto que tienen los nifios de las reglas escolares y sociales. Para realizar este trabajo se pregunté a los nifios sobre reglas, de tipo moral, convencional y sobre reglas re- feridas a las tareas escolares. Todo ello se hizo con el fin de conocer como evaliian las reglas, como consideran én su ausencia los actos por ellas regulados, como justifican las distintas reglas, y como evolucionan sus concepciones sobre el papel de las reglas. Los resultados de Ia encuesta se orientaron en las siguientes di- recciones. Primero, la evaluacién de las reglas por parte de los sujetos dio en todos los casos re- sultados favorables a su existencia; asimis- mo se consideré que eran necesarias, salvo en un caso referido a reglas de tarea. Segundo, la validez de las reglas y el jui- cio que merecen los actos en caso de ausen- cia de tales reglas fue distinto segtin los casos. La validez de las reglas convencionales y de tarea se entendia que estaba en funcién del sistema social, y cuando dichas reglas no exis- tian se consideraban los actos como correctos. En cambio, las reglas morales regulan actos que en cualquier caso serfan reprobables, aunque no hubiese ninguna regla que los prohibiera Estos resultados son una nueva confirmacion de la diferencia entre moralidad y convencion. ‘Lo pmcescoLa 1.0 ones Tercero, los argumentos para justificar los juicios sobre las reglas se codificaron en cua- tro categorias bienestar y justicia, estructura social (costumbre, tradicién, autoridad, coor- dinacién social); proceso (reglas sobre el tra- bajo y actividades de aprendizaje); y otras, entre las cuales se incluye la prudeneia y la eleccién personal. La justificacion de las re- glas morales se basé fundamentalmente en el bienestar y la justicia; las reglas conven- cionales se justificaron con razones de estruc- tura social; y las razones de proceso se emplearon para justificar las reglas de tarea. Funciones integradoras de las reglas en la estructura social [4 Las eas sven para mantener a esirucura socal coniraando | a conducta de is invidvosy seinen las obgaciones ine | roe lo Nivel 1. 135 rola mansenen ls rlaciones ene fos elemontos de | fa exiructura social eantoando la conducta de fos indvidos con divers oes, po lat, sas ve como ntcoseriaseinatrales Se considera que as refs son a fuerza qu conta a condita | de inavdun: sn et, los iavauos estarian fuera do conta | arian que quisiera Nel 2. Las reas mantenon Ins relaciones ent fos etementas orton a condita de fos ids de derentes oles, pore | ya no se consera que ésias sean inatrables, aunque se piensa {ue son a urea fuaéamenial que conta el conportamiento de Jos naduos, no siomore son nocesarias | as eas nos conse ya como lnc mai de manterr i enttrssca, ora ac edna las anes x riers de nando aspect dea exaust dura yas dirs patan a archrve cone eons | canteores ol ston | Mel area sco amo nad prinari de cardhactn de os res denis Si ear, regs venen dtormnaes bara irs do aera ysytan a Ge elon mae fener aio de ia sot vel ple rar nia ea que ata come medi de sonnet mba lf urd To a | Ic co! de auonead os neces . Las reas sinven para proteger la estructura social y permiten | ‘que [0s componentes del sistema alcancen sus metas mediante fa obediencia de todos los membros del sistema Nivel 5. Es necesario que todos los miembros (come individuos 0 ‘como unidades) obedezcan las reglas para mantener el sistema, social y ofrocor a todos ells las mismas oporiunidades. Las regles som el medio para tratar a todos fos suletas gua, permitindo a todos las misimas oporiunidades @ Impidiende que las acciones de una persona a clase perturben a fas de otra persona 0, clase. Fueite Ture, E: El desarrollo del conacmleno soda. pp. 128-124. Carel pma de und ass no pubicada de KJ. Ddworh-Rugan, Cuarto, el andlisis del papel de las reglas en la estructura social se abordé genéticamente. En esta vertiente de la investigacion se estu- diaron los razonamientos sobre el proposito y la funcién de las reglas convencionales en el aula y la estructura social. Se comprobé cémo evolucionan desde una concepcién prescrip- tivista y autoritaria, a otra que las entiende como medio de regulacién y coordinacién so- cial. En el cuadro adjunto se sintetizan los resultados més importantes. Respecto a las investigaciones sobre las reglas puede decirse que desde una edad tem- prana los nifios se forman conceptos organi- zados sobre las reglas y su funcién, pero tales conceptos no son unitarios sino que se refie- ren especificamente a cada uno de los domi- nios de juicio social. No se posee un concepto global de regla. En consecuencia, las pregun- tas que sobre las reglas se dirijan a los suje- tos no pueden ser generales sino pensadas para cada dominio. Por otra parte, cabe dis- tinguir entre el conocimiento informativo de las reglas de su comprensién, asi como afir- mar que las regias no se adquieren por pura obediencia sino que sobre ellas trabamos com- plejas razones. * Desarrollo del pensamiento socio-convencional Hemos visto cémo los nitios, al menos, desde los tres 0 cuatro afios son capaces de distin- guir entre fenémenos morales y convenciona- les y, en consecuencia, cémo elaboran un cierto pensamiento sobre la moralidad y la convencién, Sin embargo, ésto no quiere de- cir que el desarrollo de los conceptos morales y convencionales se complete en edades tem- pranas, sino que por el contrario cambia y evoluciona a medida que los nifios se hacen mayores. En lo que sigue presentaremos los trabajos de Turiel acerca de este segundo as- pecto: el desarrollo del pensamiento socio-con- vencional. Mas adelante se valorarén las investigaciones clasicas de Piaget y Kohlberg sobre desarrollo moral. PRINCIPALES CAMBIOS EN LOS CONCEPTOS SOCIOCONVENCIONALES Eades aproximadas 1, La canvenciin como descripeiin de ta uniforaidad ‘social, Se cansidera que la convencién describe las lnlformidlades de conducta, na se plense que forme | parte de ta esiructura o funci6n de Ia Interaccion social, Las tniformidades convencionales descrben lo que se supone que exise. La convencién se mar | tiene para evar fa volacion de tas unifrmidades empiricas 67 egacién de la convencién coma descripetin de la ‘unformidad social La wiforidad emipitica no cons- tiuye una base suficiente para mantener las con verciones. Se considera que las actos convencionaes son arbirarios, No se conciba que la convencién forme parte do la estructura o funclin de ta | Interacci6n social. 39 a convenci6n como afinnaci6n del sistema de re as; concepeitin concreta prnitva det skstoma so ‘lal. La corwonctén se ve como arbitrariayaiterabio. {La adhesion aja convencién se basa en reglas con- | cretas y exnectatvas de fa autoridad. La conoepotén de ls actos convenclonales no so coordina con las rags. 1041 4. Negacién de fa convencién como parte del sistema | de reglas. La convenci6n so ve ahora como arbitra ria y aterable independiontementa de la reg La evaliaolon de le regla que rige un acto convencio hal se coordina con la evaluaolin defacto. Las com | venciones «no son nada mas que» expectativas sociales. saa La convencién como elemento en el gue intervene ‘of sistema social, Nacimlento de cenceptos sistem ticos de a estructura social. La convencién es una regulaclin noemativa en un sistema con uniform: ‘da, papel fs y organizacin jrérquic esc 1446 Negacion de fa comencitin como norma de a soce- | aa La canivanclén se considera como una norma so- | cial codicada, No se admit que la uniformidad de ta ‘cotvencién cumpla fa funn de mantener ei sistema Social. Las comvenciones ene son nada mas ques nor mas sociales que exten graclas a su uso habitual, 17-18, Las comenclones corn coardinactén de ls ntraccio- res socials. as corvenlones son unifarmidades que sirvon para coordinar las nteraclones sociales. Eo rociniento compartido er: forma de convenclones en- tre los miembros de los grupos sociales tacit ta Interaetiny e funcionamlento del sistema 1825 Lona. ex LA Eunos El estudio del desarrollo de los conceptos socio-convencionales s¢ llevé a cabo mediante dos investigaciones, una transversal y otra longitudinal, en las que se present6 a los jo- ‘venes diversos comportamientos convenciona- ies (modos de dirigirse a las personas, de vestirse, de comer, de convivencia familiar, etc.) sobre los que se plantearon un conjunto de preguntas normalizadas. La codificacion de las respuestas permitié identificar siete nive- les distintos de desarrollo; es decir, siete for- mas de organizar la comprensién de la convencién social. Se detecté también una clara relacién entre comprensién de las convenciones sociales y comprensién de la or- ganizacion social. Las etapas muestran, por tanto, los cambios en las concepciones sobre , el sistema social y sobre el papel de las con- venciones en esos sistemas. Se comprobé asi- mismo cémo el transito de un nivel a otro se produce en dos fases: primero, negando el nivel anterior, lo cual supone ya una recons- truccién mental de la situacién, y luego cons- truyendo otra representacion més equilibrada. En cuanto al andlisis de los resultados de una segunda entrevista realizada al cabo de un tiempo, se pudo corroborar la fuerte correlacién entre los niveles y la edad. Tam- bién se tuvo en cuenta la cantidad media de cambio entre una prueba y la otra, compro- bandose en la mayoria de los casos que habia diferencias significativas entre las pruebas Asimismo, se quiso constatar el numero de sujetos que vivian un cambio progresivo, regresivo 0 que no experimentaban ninguna variacion. Casi todos los sujetos se mantu- vieron en el mismo nivel o progresaron, y sdlo unos pocos vivieron un cambio regresivo. El aspecto central de esta investigacion Jo constituye, sin embargo, la descripcion de las etapas sucesivas de desarrollo de los con- ceptos socio-convencionales, etapas que se esquematizan en el cuadro adjunto. Los dos primeros niveles describen la aceptacién y negacién respectiva de la con- te tw obra do Tune 6 desarono de conacimento socal. 134 133) vencién en tanto que uniformidad conductual. Es decir, en el primer nivel se supone que la mera existencia de una uniformidad con- 8 A SCOUAR Ys VALORES ductual exige su cumplimiento y manteni- miento. Las convenciones se hacen necesa- rias y vinculantes por su propia existencia Se supone, a la vez, que ciertas personas con autoridad pueden prescribir qué conductas deberan realizarse, En cambio, en el segundo nivel los sujetos perciben que si dejan de rea- lizarse actos ajustados a las normas conven- cionales éstas dejan de existir. Tal posibilidad de variacién socaba en cierta manera el po- der de la autoridad personal en el dictado de conductas convencionales, Los niveles tercero y cuarto describen la afirmacion y negacién de la convencion en re- lacin con el sistema de autoridad y de re- glas. En el tercer nivel se entienden los actos convencionales como no obligatorios en si mis- mos, pero en cambio se evaitian en relacién con las prescripciones de ciertas reglas y las expectativas de la autoridad. Las convencio- nes se deben cumplir en la medida que for- man parte de un sistema de reglas que alguien con autoridad esta esperando que se respete. En el cuarto nivel se desvinculan los actos convencionales de las reglas que los regian, y se llega a la conclusién de que no son mas que expectativas de los otros sujetos. En con- secuencia, se piensa que no son necesarios, y que su caracter arbitrario exime al sujeto de la obligacién de obedecerlos. Los niveles quinto y sexto afirman y nie- gan la convencién en tanto que elemento en el que intervienen las normas de la sociedad. En el quinto nivel ya no se entiende la socie~ dad como un conjunto de reglas impuestas autoritariamente, sino como un sistema en el que estan organizadas las interacciones que enlazan los distintos roles de sus miembros, Las convenciones se comprenden como con- juntos de conductas compartidas, reguladas ¢ institucionalizadas por el sistema social para lograr su mantenimiento. De modo que los actos sociales se juzgan en funcién de la colectividad en que se esta inscrito, Las con- venciones son, en definitiva, normas codifi- cadas por el sistema social, aunque atin no se define claramente su propia funcionalidad En el sexto nivel se mantiene la conviccion de que las convenciones son normas socialmen- te codificadas, pero ya no se admite que sea ia tinica manera de realizar las funciones que supuestamente desempefian, Las convencio- nes se ven tnicamente como aquéllo que la sociedad en tanto que totalidad espera de nosotros. En el séptimo nivel se alcanza la concep- cion funcional de las convenciones. Tal nivel nos da una imagen de las convenciones como un conjunto de conductas compartidas que facilitan las interacciones sociales. Las con- venciones no son un cédigo social impuesto, sino un medio de coordinar las interacciones entre los distintos elementos sociales que per- miten el conocimiento mutuo y la eficacia, Como acabamos de mostrar, la principal aportacién de Turiel ha sido distinguir entre los dominios moral y convencional, y el estu- dio de las etapas de desarroilo del pensamien to socio-convencional. Sin embargo, a partir de sus aportaciones especificas le ha sido po- sible valorar criticamente los trabajos de Piaget y Kohiberg sobre el desarrollo moral. La tesis critica que presenta a grandes rasgos afirma que la mayoria de investigaciones cla- sicas sobre el desarrolio de la moralidad han partido de situaciones-estimulo que no eran Propias del dominio que pretendian investi- gar. Como consecuencia de tal confusién se ha descrito el pensamiento moral con trazos que no le corresponden. En concreto, Piaget entiende que la moral atraviesa una primera fase heterénoma, y Kohlberg piensa que el pensamiento moral no empieza a desarrollar- se hasta edades bastante avanzadas. Ambas tesis le parecen en parte falsas: la primera, porque al no distinguirse dominios se califica como pensamiento moral heterénomo to que en realidad es pensamiento convencional. La segunda, porque como el propio Turiel ha in- tentado demostrar los juicios morales auté- nomos tienen su inicio en edades muy tempranas. Tales criticas, no obstante no po- nen en duda gran parte de las descripciones sobré la evolucién del pensamiento moral de Piaget y Kohlberg. Segtin nuestra opinion, las posturas de Turiel deberian resolver algunos problemas teéricos: gcual es el origen de esos tan precoces juicios morales auténomos?, ecomo se relacionan estos juicios morales con el pensamiento moral posterior que presen- tan Piaget y Kohlberg?, gel desarrollo del pen- samiento moral se superpone o suplanta los juicios morales originarios?, equé papel tiene la emotividad en la fundamentacion de esos juicios morales iniciales?, por qué los indivi- duos construyen mas adelante modalidades de juicio mas complejas? La interesante apor- tacion de Turiel tiene que resolver todavia al- gunos problemas de cierta importancia, y sobre todo ver cémo se relaciona sui aporta~ cién con las de Piaget y Kohlberg. * Coordinacién de dominios ‘Tras haber advertido que el pensamiento so- cial no es global, sino que por el contrario pueden identificarse varios dominios, y des- pués de estudiar el desarrollo del pensamien- to socio-convencional y de valorar las aportaciones clasicas sobre el desarrollo mo- ral, se plantea con toda intensidad un nuevo problema: nos referimos a la coordinacién de dominios, y en concreto a la coordinacion de los dominios moral y convencional. Finalmen- te, nos referiremos también a la coordinacion entre los juicios sociales y las acciones. E] problema aparece porque muchas si- tuaciones sociales ante las cuales los sujetos deben emitir juicios no pueden catalogarse como totalmente convencionales o del todo morales. En estos casos se requiere una com- binacién de razonamientos de ambos domi- nios. A veces la combinacién de dominios es superficial: como en el caso de carcter mo- ral y convencional que toma el circular por el lado correcto de las carreteras. En cambio, otras veces se da una verdadera mezcla de dominios, cuando la situacién implica consi- deraciones morales y convencionales, 0 se pro- ducen fenémenos de segundo orden, cuando una situacion en principio meramente con- vencional se convierte en moral. ‘La mezcla de dominios se estudié presen- tando a los sujetos una historia en la que se combinaban factores convencionales —los nat xt coun roles sexuales y profesionales del marido y la esposa— y factores morales —las relaciones de reciprocidad que podian enlazar su rela- cién—, finalmente ambas consideraciones se enfrentaban porque si se priorizaban los fac- tores convencionales debia ser a costa de la reciprocidad, y si se priorizaba la reciproci- dad era transgrediendo las costumbres con- vencionales. El estudio pretendia descubrir de qué modo se tenian o no en cuenta simulta- neamente ambos tipos de argumentacién. Se descubrié la existencia de cuatro modos dis- tintos de relacionar los conceptos convencio- nales y morales. Primero, un 7% de sujetos daban prioridad en sus juicios a los roles y expectativas convencionales. La segunda ca- tegoria agrupaba a un 31% de individuos, y fundamentaba sus juicios en consideraciones exclusivamente morales —igualdad, recipro- cidad, solidaridad—, no considerando los fac tores convencionales. En la tercera categoria, que contenia un 24% de encuestados, se rela~ cionaban sin coordinar los razonamientos morales y convencionales. Es decir, los argu- mentos de ambos tipos eran intermitentes, vacilantes y en conflicto. En realidad, no se resolvia él problema sino que se superponian argumentaciones favorables a una tesis y ala otra, La ultima categoria, que incluyé un 38% de los sujetos entrevistados, la formaban aquéllos que relacionaban coordinadamente ambos dominios. Ei procedimiento habitual de coordinacién fue la busqueda de algun tipo de reconciliacién 0 acuerdo que pudiese ser aceptado por cada uno de los miembros del matrimonio. Los fenémenos de segundo orden, a sa- ber aquellas situaciones en principio conven- cionales pero cuya violacién ofende a terceras personas adquiriendo por ello una considera- cién moral, fueron investigados a partir de un ejemplo'en que se narraba la ofensa produci- da a ciertas personas por el hecho de bafiarse sin ropa. Los resultados fueron los siguien- tes: todos los encuestados admitieron que estaban ante un hecho convencional, pero de entre ellos un 66% reconocieron que tal acti- tud podia ofender a los demas, mientras que un 33% no otorgé matices morales a dicha actitud, Mas allé de los comentarios que po- drian sugerir estos resultados, tanto en el ejemplo de los fendmenos de segundo orden como en la mezcla de dominios esta claro que nos hallamos ante un problema con impor- tantes implicaciones practicas. La necesidad de relacionar dominios distintos de pensa- miento inaugura sin duda nuevas tareas edu- cativas, y esclarece en alguna medida las relaciones entre el pensamiento y la accion. + Pensamiento y accién La relacién entre pensamiento y accion, y en conereto entre juicio moral y accién moral, es un problema clasico que adquiere nuevos ma- tices si se analiza desde la perspectiva que aporta la coordinacién de dominios. Los estu- dios realizados hasta el momento sobre la re- lacién entre el juicio y la accién muestran altos niveles de coherencia y de incoherencia entre ambos factores. En opinién de Turiel, los re- sultados son tan dispares porque muchas si- tuaciones que exigen juicios y decisiones morales a la vez requieren juicios y decisio- nes convencionales, y a menudo también juicios y decisiones pragmaticas, socio- organizativas y quizas de otro tipo. Cuando se analizan situaciones exclusivamente mo- rales la correlacién entre juicio y accién pue- de ser alta. Sin embargo, cuando la situacion envuelve dominios distintos, la mera consi- deracién de lo moral se muestra engafiosa. En estos casos, tan sélo al andllisis de la co- ordinacién de los distintos dominios de pen- samiento implicados puede ayudarnos a encontrar mayor coherencia entre los juicios sociales y el comportamiento. Esta explicacion supone también advertir que la conducta de- pende de factores situacionales, y no tanto en la medida que éstos puedan determinar la conducta, sino en la interpretacién que reali- za el sujeto del contexto situacional en que ha de moverse. El estudio y la toma de con- ciencia de estos aspectos puede ayudar enor- memente a resolver un problema pedagégico que se presenta tradicionalmente como di- fil. + Reflexiones educativas No conocemos que Turiel haya derivado sistematicamente consecuencias educativas de los resultados de sus investigaciones, sin em- bargo merece la pena hacer alguna conside- racién al respecto. Pensamos que la distincion entre moralidad y convenci6n, y lo temprano que los nifios son capaces de hacerla, permi- te plantearse de manera muy positiva la edu- cacién moral de los mas pequefios. Creemos que Turiel ha mostrado cémo la-experiencia vivida y la conceptualizacién de situaciones convencionales y morales puede ser un buen preambulo de una educacién moral poste- rior mas reflexiva. Asimismo, los problemas de mezcla de dominios han de permitirnos plantear con mayor detalle la discusion de dilemas y situaciones vitales, considerando todos los aspectos que entrafian. Debido también a sus estudios sobre la coordi- nacién de dominios, podrén plantearse con mayor rigor y realismo la relacion entre el juicio y la accién TERCERA N De Dd EL NINO PREESCOLAR, SU REPRESENTACION ere DE VALORES Y LA PRACTICA fee uo petscOLA, SU AEPRSENTAGON ACCA DE 05 VALORES VLA PRACTIA DENTE PRESENTACION La temética de esta unidad que versard sobre el realismo moral, el juicio moral y la importancia del desarrollo de la autonomia se caracteriza por tener un perfil desde la perspectiva psicogenética. Fl primer tema aborda los estudios realizados por Piaget en una de sus obras mas importantes, en la que se interesé por conocer como estruc- tura el nifio su criterio moral. El tema siguiente complementa al anterior en tanto que los estudios de Piaget quedaron inconclusos para ser retomados posteriormente por | aportaciones interesantes para ver cémo se estructura el juicio moral y la logica del mismo. Finalmente, la lectura de Constance | desarrollo de la autonomia en el pensami uno de sus continuadores en la misma perspectiva. De esta manera Kohlberg haré | Kamii abordara la importancia que tiene el | iento de los nifios y las capacidades que se | [_ Bueden fortalever en el Ambito escolar, especificamente en el nivel preescolar. TEMA 1. El realismo moral LECTURA: W.Wi (Owe Ee EL REALISMO MORAL* PRESENTACION En este apartado se incluye uno de los temas centrales que interesé a Piaget en sus prime- ros estudios sobre el realismo moral y su rela- cidn con la emision de juicios por los nifos. El realismo moral tiene tres caracter(sticas que se relacionan con la heteronomia, la observancia de la regia y la responsabilidad. La lectura presenta un andilisis del méto- do utilizado en dicha investigacién, de sus al- cances y limites. Se acompafia con ejemplos de interrogatorios a niftos de diferentes eda- des con respecto a la responsabilidad objeti- va, las torpezas, el robo y la mentira. +” Jean Piaget."La presin adulta y el realismo moral", ‘on: El eriterio moral del nifio. México, Ed. Roca, 1985. pp. 91-146. LA PRESION ADULTA Y EL REALISMO. MORAL' En nuestro anilisis de las reglas del juego, nos hemos dado cuenta de que el nifio empie- za considerando las reglas no sdlo como obli- gatorias, sino también como intangibles y que deben ser conservadas al pie de la letra. Ade- mas, hemos entrevisto que esta actitud resul- taba de la presién ejercida por los mayores sobre los pequefios y de la presién de los adul- tos, lo cual hace que las reglas del juego se parezcan a deberes propiamente dichos. ‘Ahora vamos a proseguir con el estudio de este problema del respeto unilateral 0 de los efectos de la presién adulta, estudiando directamente la forma en que el nifio concibe sus deberes y los valores morales en general. Pero, frente a la inmensidad del tema, inten taremos limitar lo mas posible nuestro cam- poy nos limitaremos al aspecto de la cuestion que quizas ha llamado menos la atencién: el propio juicio moral. Hasta ahora hemos podido observar a la vez los hechos de fuera y los de dentro: de este modo hemos analizado la practica de la regla y la conciencia de la regia, De ahora en adelante, frente a las dificultades técnicas considerables que representa el estudio de las relaciones entre nifios y adultos; tendremos rN in mEESCOUR¥ Ls VALORES que limitarnos a la conciencia de la regla e incluso al elemento mas cristalizado y menos teérico, por oposicién a los juicios que inter- vienen en la propia experiencia. Pero si pode- mos limitarnos a este problema especial, es gracias a que numerosos trabajos nos han ensefiado lo que es la practica de las reglas morales y qué son los conflictos de concien- cia en el nifios. El estudio de la mentira por ejemplo, fue particularmente profundo. Estas investigaciones equivalen, pues, a la descrip- cién que acabamos de hacer de la practica de las reglas, en el terreno del juego, y es natu- ral que nos limitemos desde aquel momento al estudio de las opiniones del nifio respecto a tales conductas: opiniones respecto a la mentira, la veracidad, etc Comparando las opiniones morales del nifio con lo que sabemos de su comportamien- to en los terrenos correspondientes vamos a intentar demostrar que, conforme a las con- clusiones adoptadas para las reglas del jue- g0, las primeras formas de la conciencia del deber en el nifio son esencialmente formas de heteronomia. En este sentido, utilizaremos de nuevo nuestras hipstesis sobre las relaciones de la heteronomia con el egocentrismo. Efec- tivamente, hemos visto que la heteronomia no era suficiente para transformar la conciencia y que entre la obligacién y el egocentrismo se ilegaba facilmente a un compromiso. A través del estudio de los efectos de la presién adul- ta, llegaremos en cierta medida a este resulta- do. Finalmente, hemos visto que la cooperacién es necesaria para la conquista de la autono- mia moral pero esta hipotesis s6lo podria de- mostrarse analizando de cerca la forma en que, en un momento dado, el nifio asimila y adopta las reglas morales En este capitulo estudiaremos ante todo los efectos de la presién moral, planteando ya algunos temas para el esbozo ulterior de la cooperacién, Pero la presién moral esté muy cerca de la presién intelectual, y el absoluto literal que el nitio concede més o menos a las reglas recibidas desde fuera, se parece de cer- ca, como veremos, a las actitudes que adopta frente al lenguaje o las realidades intelectua- les impuestas por el adulto. Asi pues, pode- mos utilizar esta analogia para fijar nuestro vocabulario y hablar de un realismo moral para designar lo anélogo, en el terreno de los jui- cios de valor, de lo que son el «realismo nomi- nals e incluso el verbalismo o realismo conceptual en el terreno de la razon teérica. Ademés, igual que el realismo en general (en el sentido en que hemos tomado este término en nuestras investigaciones precedentes: véa- se R. M., 1" Parte) resulta a un tiempo de una confusién entre lo subjetivo y lo objetivo (0 sea del egocentrismo) y de la presién intelec- tual del adulto, el realismo moral resulta de la interferencia de estas dos clases de cau- sas. © sea que llamaremos realismo moral a la tendencia del nifio a considerar los deberes y los valores que se relacionan con ellos como subsistentes en si mismos, independientemen- te de la conciencia y como obligatoriamente impuestos, sean cuales fueren las circunstan- cias en que se halle el individuo. El realismo moral comporta por lo menos tres caracteres. En primer lugar, para el realismo moral, el deber es esencialmente heterénomo. Cual- quier acto que responda a una obediencia a la regla o una obediencia a los adultos, sean cuales sean las consignas que prescriban, es bueno; cualquier acto no conforme a las re- glas, es malo. O sea que la regia no es una realidad elaborada por la conciencia, ni siquie- ra juzgada o interpretada por la conciencia: se da acabada exteriormente a la conciencia; ademas se concibe como revelada por el adul- to e impuesta por éste. El bien se define pues, rigurosamente a través de la obediencia. En segundo lugar, para el realismo mo- ral, la regia debe ser observada al pie de la letra y no en espiritu. Este caracter se des- prende del precedente. Sin embargo se puede concebir una moral de la heteronomia que insiste en el espiritu de las reglas mas que en su contenido material. Pero esta actitud ya no es realista: tiende a la racionalidad y ala interioridad. Por el contrario, al iniciarse la evolucién moral del nifo, la presién adulta produce una especie de realismo del detalle, del que veremos varios ejemplos. En tercer lugar, el realismo moral lleva consigo una concepcién objetiva de la respon- sabilidad. Incluso podemos decir que el rea- lismo se reconoce a partir de este criterio, pues una actitud de este tipo en presencia de las cuestiones de responsabilidad, es mas facil de discernir que las dos anteriores. Concibien- do las reglas al pie de la letra y definiendo el bien s6lo a través de la obediencia, el nitio empezara, efectivamente, por evaluar los ac- tos no en funcién de la intencién que los ha desencadenado, sino en funcién de su con- formidad material con las reglas planteadas. De aqui proviene la responsabilidad objetiva, cuyas manifestaciones mas claras se daran en el juicio moral del nifio. 1, DEL METODO Antes de pasar al anélisis de los hechos, es conveniente discutir en pocas palabras el método empleado. El unico método adecuado en el estudio de los hechos morales consiste seguramente en seguir de cerca el mayor nu. mero posible de casos individuales. Los ana- lisis mas provechosos se consiguen con los nifios dificiles que los padres envian o debe- rian enviar a las consultas médico-pedagégi- cas. Ademas, y sobre todo, la educacion en la familia plantea continuamente los problemas practicos mas desconcertantes. Desgraciada- mente, su solucién no depende sélo del “sen- tido comin” de los padres, ya que la técnica pedagogica necesaria para resolverlos es, en muchos aspectos, el mejor instrumento de anélisis del psicdlogo. O sea que a continua- cién, nos esforzaremos por considerar validos los resultados no contradictorios con lo que da la observacién en familia. Pero, igual que para las representaciones de orden intelectual, si bien la observacién pura es el tinico método seguro, sélo permite la adquisicién de hechos fragmentarios y poco wo PRESOOLAR, SY REPRESENIADION AOC DE LO LORE LA paca OEE numerosos. Por lo tanto consideramos nece- sario completarlos con observaciones de los nifios en la escuela. Seguidamente hablare- mos de estos interrogatorios y dejaremos para mas adelante la publicacién de las observa- ciones realizadas con nuestros propios hijos. Pero, si bien a pesar de las dificultades que presenta, el interrogatorio es relativamente facil, en el terreno moral trata de realidades en cierto modo indirectas. Se puede hacer ra- zonar @ un nifio sobre un problema fisico 0 légico. De este modo, nos encontramos frente ‘un pensamiento en accién , si bien no se trata de un pensamiento espontaneo del nifio. Por el contrario, no es posible hacer actuar a un nifio en un laboratorio para disecar su conducta moral. Un problema moral someti- do aun nidio esta mucho mas lejos de su prac- tica moral que un problema intelectual de su prdctica légica. El laboratorio sélo permite el analisis de una realidad que se hace en el te- rreno de las reglas del juego. Por lo que res. pecta a las reglas morales que el nifio recibe del adulto, es imposible imaginar una inves- tigacion directa a través de un interrogatorio Por lo tanto, intentaremos estudiar no el acto, sino simplemente el juicio de valor moral. Di- cho de otro modo, analicemos no las decisio- nes del nifio, ni siquiera los recuerdos de sus acciones, sino la forma en que valora tal 0 cual conducta. Pero estamos frente a una nueva dificul- tad. Estas conductas que presentaremos al nifio para que las juzgue, no podremos ha- cérselas captar concretamente, del mismo modo que se pone entre sus manos un lote de canicas 0 un material mecanico. Sélo po- dremos describirselas por medio de una ex- plicacién, O sea que el método que vamos a emplear es muy indirecto. Hacer decir al niho Jo que piensa de las acciones que se le expli- can simplemente ¢tiene alguna relacién con Ja moral infantil? Por una parte, es posible que lo que el nifio piensa de la moral no tenga relacion precisa con lo que hace y lo que sien- te de lo concreto de sus experiencias: de este modo, en los nifios de 5 a 7 afios, el inte- rrogatorio respecto al juego de las canicas nos EL io PRESCOLAR ¥ 108 MLORES permitié descubrir una extraha discordancia entre la practica real de las reglas y la reflexion sobre la regla. Por otra parte, es posible que lo que el nifio comprende de las historias pro- puestas no tenga ninguna relacién con lo que pensaria si fuera testigo directo de estas mis- mas escenas. No intentemos resolver estas dificultades de método con algunas consideraciones a priori, Intentemos simplemente subrayarlas y desviar el interés tedrico de los propios pro- blemas que plantean. Efectivamente, estamos frente a cuestiones generales, relativas a las relaciones del juicio moral con la practica efec- tiva del pensamiento —tanto si éste es moral como si es intelectual, ésto tiene poca impor- tancia~. Es cierto que las investigaciones sobre la inteligencia son mas faciles que las investigaciones sobre la moral, pero ésto es cierto para el funcionamiento del pensamien- to, no para su contenido. Cuando para estu- diar el contenido nos vemos obligados, tal como hemos hecho en los trabajos anterio- res, a preguntar al nifio sobre sus propias creencias, el problema es ei mismo. O sea que la cuestién puede enunciarse del modo si- guiente: el pensamiento verbal, es decir, el pensamiento que trabaja con representacio- nes evocadas por medio del lenguaje y no con cosas percibidas durante la accién, ¢consiste en una toma de conciencia (con, desde luego, la posibilidad de deformaciones sistematicas diversas) del pensamiento real y espontaneo, © no mantiene con esta relaciones definidas? Sea cual sea la solucién, el problema es esencial para la psicologia humana: tanto si el hombre es un hacedor de discursos cuyas pa- labras no tienen relacién con sus acciones ver- daderas, como si necesita formularse para ser, ésta es una ctiestién importante. O sea, que para resolverla, entre otras cosas, hay que estudiarla en el nifio. El nifio tiene, igual que nosotros, un pensamiento verbal superpues- to a su pensamiento activo. Pero no sélo in- venta historias durante sus interrogatorios. Se las cuenta a si mismo continuamente, y es relativamente facil probar que las historias in- ventadas durante las experiencias psicolégi- cas son anélogas en lineas generales a las his- torias espontaneas (hemos podido demostrar, por ejemplo, que los resultados obtenidos ai interrogar al nifio sobre diferentes aspectos de su representacién del mundo correspon- den en general, a lo que descubre la observa- cién directa, y en particular el andlisis de los. “porqué’), Pero el problema subsiste y se tra- ta de saber qué es el pensamiento verbal del nifio en relacién con su pensamiento concre- toy activo. En moral, el problema es de un interés especial. Ademés, las dificultades del método que vamos a emplear deben dar lugar a un examen sistematico, no para terminar con un rechazo 0 una justificacién de este método {cualquier método que concluye en resulta- dos constantes es interesante, y el significa do de estos resultados debe discutirse), sino para contribuir al enunciado preciso del pro- blema de las “teorias morales”, Partamos del adulto. Por una parte, exis- ten autores que consideran indispensable co- dificar las normas, o por lo menos reflexionar sobre la naturaleza de la accién moral. Estos autores admiten, pues, con o sin discusién, el postulado de que hay una relacién entre la reflexién moral y la practica, bien porque aquélla sirve de reflexion a ésta, bien porque la reflexion constituye una toma de concien- cia de la accién. Por otra parte, hay hombres cuya actividad personal puede quedar al abri- go de toda critica, pero que no creen en “la moral’. Kant o Durkheim constituyen los re- presentantes tipicos de la primera tendencia, Pareto es el autor contemporaneo mas repre- sentativo de la segunda.’ Para este tiltimo, sélo existen acciones, logicas algunas de ellas y Jas otras no légicas, es decir, instintivas o te- flidas de afectividad; en un terreno totalmen- te distinto, hay que afiadir a ésto una especie de parloteo inconsistente destinado a refor- zar ia accién pero cuyo contenido puede estar desprovisto de todo significado inteligible. Este parloteo—‘derivaciones” multiformes y arbitra- tias basadas en los ‘residuos” afectivos de las acciones no logicas—, son las teorias morales, Asi pues, la cuestion estriba en saber si Jo que nos diran los nifios, comparado con su conducta real, constituye una toma de con- ciencia o una “derivacién”: reflexién (en el sen- tido etimologico) o psitacismo... No resolveremos totalmente el problema. Sélo puede zanjarse a partir de la observacién directa, Pero para que ésta pueda servir de instancia ultima, es necesario saber previamente qué son las ideas verbales del nifio sobre la moral. Por ello con- sideramos ttil nuestra encuesta, sea cual sea el significado futuro de estos resultados. Por Io demas, el estudio de las reglas del juego, al que nos hemos dedicado en el capitulo ante- rior, proporciona ya la mas preciosa de las indicaciones: en lineas generales podemos decir que, en este terreno, encontramos cierta correspondencia —definible, aunque no sim- ple— entre los juicios de los nifios sobre las reglas y la practica de éstas. Prosigamos nuestro andlisis del proble- ma. En primer lugar, podemos preguntarnos cuales son las relaciones existentes entre el juicio de valor y el propio acto moral. Nos en- ‘contramos con un nitio que considera perfec- tamente legitimo explicarle a su padre las tonterias que su hermano ha hecho. Por el contrario, otro nifio responde que, aunque el padre lo pregunte, es “malo” explicarlo: es mejor “decir algo en broma” que castigar a un hermano. El problema que se plantea es sa~ ber si, en la practica, estos dos nifios habrian considerado realmente validas las conductas que preconizaban verbalmente. ‘Aqui hay que prevenir un equivoco. Cier- tos experimentadores han intentado medir el valor moral de un nifio por medio de un test de juicio moral. Mlle. Descoeudres,* por ejem- plo, mantuvo el punto de vista de que un nifio que juzga correctamente el valor de las accio- nes que se le explican, es, en lineas genera- les, mejor que un nifio cuyo juicio moral es poco agudo. Es posible. Pero también pode- mos imaginar que la inteligencia es suficiente para afirmar la evaluacién de los actos, sin que el nifio esté, por ello, inclinado a la bue- na accion. En este sentido, un sinvergiienza inteligente podra responder mejor que un nino Lato pREESCOLAR SU REPRESEKAION ACERCADE LO VALORES VLA PRACTICA DOCEATE bueno pero poco dotado. Ademas, gcomo cla- sificard el psicdlogo a los nifios segun su va- lor moral, incluso si utiliza la escala del sentido comin? Tal clasificacién, posible en los casos extremos, corre el riesgo de ser muy imprecisa en los casos medios, que son, pre- cisamente, los tinicos en que seria interesan~ te saber si se pueden utilizar, para conocer al nifo, los tests de juicio moral. Pero, junto a esta cuestién que no nos interesa ahora, podemos preguntarnos si el juicio de valor enunciado por el nifio durante cl interrogatorio corresponde al juicio de va- lor que el mtsmo nifio realizaria en la ac- cién, independientemente de la decision afectiva de que es capaz. Un nifio, por ejem- plo, considera durante el interrogatorio que la mentira a es mas grave que la mentira b. Tanto si este nifio es 0 no mentiroso en su vida de cada dia, es decir, si practica 0 no lo que él llama el bien, nos preguntamos sim- plemente si, en la accién, continuara con- siderando la mentira a como mas grave que Ja mentira b. No nos preguntamos como pone en practica esta moral (ya hemos visto en el juego de las canicas que un respeto mistico por la regla puede ir unido a una aplicacion ‘egocéntrica de esta misma regia), sino que nos interesa saber si considera el bien y el mal en la propia practica de los actos. Nosotros nos proponemos abordar el problema tnicamen- te desde este punto de vista, para saber si los juicios de valor enunciados durante los interrogatorios corresponden o no a las eva luaciones del pensamiento moral real. En este sentido, es posible que haya una correlacién entre el juicio de valor verbal 0 teérico y las evaluaciones concretas que se operan en la accién (independientemente de la cuestién de saber si estas evaluaciones van © no seguidas de evaluaciones adecuadas). A menudo hemos observado en el terreno intelec- tual que el pensamiento verbal del nifio con- siste en una toma de conciencia progresiva de los esquemas construidos a través de la accion. Simplemente, el pensamiento verbal esta rezagado, en tales casos, respecto al pen- samiento concreto, puesto que se trata de o A fo PescoUAR Los VLoREs construir simbélicamente y en un terreno dis- tinto, las operaciones ya ejecutadas anterior- mente. De este modo algunas dificultades, ya superadas en el plano de la accién, reapare- cen, o duran simplemente, en el terreno ver- bal: hay un “desfase” entre las fases verbales y las fases concretas del mismo proceso. O sea que podria ser que, en el terreno moral, hubiera simplemente un desfase entre el jui- cio de valor teérico y las evaluaciones concre- tas del nifio, y que el primero consistiera en una toma de conciencia adecuada y progresi- va de las segundas, Por ejemplo, veremos ni- fios que, en el terreno verbal, no tienen en cuenta las intenciones para evaluar los actos (responsabilidad objetiva). Pero, cuando se les piden explicaciones de conductas personales, se puede observar que, en circunstancias vi- vidas, tienen en cuenta perfectamente las in- tenciones que estan en juego. En tal caso, puede ser que el juicio moral teérico simple- mente vaya rezagado respecto al juicio moral practico y represente, de manera adecuada, un estadio actualmente superado en el terre- no de la accién. Pero también puede ser que no haya nin- guna relacién. La teoria moral del nitio no seria mas que simple parloteo, sin relacién con sus evaluaciones concretas. Ademas —y esta eventualidad es todavia mas importante en el terreno moral que en el terreno inteiec- tual—, puede ser que el nifio preguntado responda seguin el esquema del adulto y no seguir su propio esquema. Entendamonos: es cierto que, en la mayoria de los casos, el nifio es sincero mientras dura la experiencia, Pero puede pensar que lo que se espera de él es una leccién de moral mas que una reflexion original sobre la forma en que él concibe las cosas. Por ejemplo, hemos encontrado nifios de 10 afios que afirmaban el valor moral del acto de “chivatar”; pero, cuando se dieron cuenta de que no estabamos totalmente con- vencidos, cambiaron de postura. De este modo enmascaraban su pensamiento real, incluso a sus propios ojos, con el deseo momentaneo de enunciar preceptos morales satisfactorios para el adulto. Es cierto que sdlo los mayores presentaron tales reacciones. Pero ésto no indica que los pequefios no disocien su pro- pio pensamiento de lo que oyen decir cons- tantemente a sus padres y sus maestros. El pensamiento verbal del nifio, hasta los 10-11 afios, eno es acaso esencialmente una repeti cién o una deformacién del pensamiento adul- to, sin relacién con las evaluaciones reales del nifo en la practica do su conducta? Para resolver esta cuestion podemos ape- lar a lo que aprendimos con nuestra encues- ta sobre el juego de las canicas. Por una parte, pudimos observar cémo los nifios practicaban las reglas y evaluaban sus deberes de juga- dores durante la accién. Por otra parte, llega- mos a recoger, respecto a estas mismas reglas, algunas teorias morales manifiestamente in” ventadas por el nifio en aquel mismo instante y que descansaban sobre juicios morales to- talmente teéricos, Por tanto, repitamoslo, en- contramos una correspondencia, si no simple, por lo menos bien definible, entre la accién y la teoria del nifio. A la practica egocéntrica de Ja regla, que va unida a un sentimiento de respeto hacia el mayor y el adulto, le corres- ponde un juicio tedrico que hace de la regia una realidad mistica y transcendente. En este primer caso, el juicio teérico no corresponde a la misma accién, sino a los juicios que la acompaiian: pero es natural, puesto que el egocentrismo es inconsciente, mientras que el respeto al que el nifio se cree sometido du- rante su accion es sdlo consciente. A la practica racional de la regla, que va unida al respeto mutuo, corresponde un jui- cio tedrico que atribuye a la regla un caracter de autonomia total. De este modo vemos cémo, en el terreno del juego por lo menos, el juicio tedrico corresponde al juicio practico, lo cual no significa que el juicio tedrico traduzca la accion real del nifio, sino que corresponde, en lineas generales, a los juicios que el nifio efecttia en el mismo momento de realizar la accién. Como maximo hay que admitir que el {uicio verbal va retrasado respecto al juicio efectivo: la nocién de autonomia se presenta de este modo en el nifio con un afio de retra- 0, aproximadamente, en relacion con el ejer- cicio de la cooperacién y la conciencia practi- ca de la autonomia. Por lo que respecta a los terrenos que vamos a abordar ahora (la mentira, la justi- cia, etc.), podemos hacer la hipétesis de que el juicio verbal y teérico del nifto correspon- de, en lineas generales, a los juicios concre- tos y practicos que el nifio ha podido realizar durante sus acciones en los afios anteriores al interrogatorio. Sin ninguna duda, el pen- samiento verbal se encuentra retrasado res- pecto al pensamiento activo, pero creemos que sigue teniendo relacién con los estadios ya superados de este pensamiento activo. El porvenir nos demostrara si esta hipotesis es de- masiado arriesgada. Sea como sea, el pensa- miento verbal, tanto si es moral como si es intelectual, merece el estudio mas atento. Efectivamente, no es especial en el nifio, y en el adulto reviste una importancia considera- ble en el mecanismo de la vida social: la obra de Pareto lo certifica suficientemente, Finalmente, hay que tener en cuenta, por lo que respecta a nuestros nifios, que sus eva- juaciones verbales no se refieren a actos de los que han sido testimonios 0 autores, sino a explicaciones que se les hacen, O sea que la evaluacién del nifio sera por asi decirlo, ver- bal en segundo grado. El psicdlogo Fernald’, intenté paliar este inconveniente por medio del procedimiento siguiente: Explica a los ni- fos dos o mas mis historias y les pide simple- mente que las clasifiquen. Mile. Descoeudres, aplicando este método, somete, por ejemplo, cin co mentiras a los nifios para que las clasifiquen por orden de gravedad. De modo general, es el procedimiento que nosotros emplearemos, naturalmente, sin que esto nos impida, una vez terminada la clasificacién, conversar li- bremente con el nifio para captar las razones de sus evaluaciones. Pero hay que ser muy prudentes para evi- tar las posibles complicaciones. Creemos que es imposible, por ejemplo, explicar al niflo mas de dos historias a la vez. Cuando se encuen- tra frente a una serie, la clasificacion supone un esfuerzo de inteligencia y de memoria que x io PREScOLA, SU REPRESENTACION ACCA DE LOS VALORES Y LA PRAIA DOGENTE no tiene nada que ver con la evaluacién mo- ral: entonces el sujeto olvida tres de las cinco historias, compara las historias de dos en dos, al azar, y el resultado final es poco interesan- te. Ademas, nos dimos cuenta rapidamente de que, al utilizar las historias habituales, su estilo superaba en mucho la comprensién completa del nifio. Cuando se hace psicologia, hay que hablar a los nifios igual que ellos se hablan a si mismos, si no la prueba de eva- tuacién moral se convierte en una prueba de inteligencia o de comprensién verbal Pero, a pesar de todas las precauciones que tomaremos, subsiste un problema: si el nifio fuera testimonio de las escenas que se le explican, glas consideraria de la misma ma- nera? Creemos que no. Concretamente, en los hechos, el nifio no se halla frente a actos no aislados, sino a resultados de personalidades globales que le atraen o le repugnan. Capta as intenciones por intuicién directa y no po- dria abstraerlas. Tiene en cuenta, con mayor 0 menor justicia, las circunstancias agra- vantes o atenuantes. Por ello las narraciones personales del nifio suelen dar lugar a otras evaluaciones que las narraciones propuestas por el experimentador, Pero, repitamoslo, las observaciones obtenidas referentes a las ex- plicaciones quizas sélo se hallan algo rezaga- das respecto a las evaluaciones directas Como conclusién, los resultados del mé- todo tienen bastante interés, a nuestro en- tender. Efectivamente, son relativamente constantes y, sobre todo, evolucionan segin Ja edad con cierta regularidad. Todo lo que antes hemos dicho sobre los criterios del buen interrogatorio clinico (R. M. Introd), se aplica aqui. Ademas, creemos que en la vida coti- diana el nifio se encuentra a menudo, como durante el interrogatorio, en presencia no solo de actos concretos sino también de explica- ciones de acciones y acciones verbales. O sea, que es importante conocer su actitud en tales circunstancias. En definitiva, aqui, como en tantas otras cosas, el verdadero problema esta no en aceptar o repetir los resultados de la experiencia, sino en saber cémo situarlos en el conjunto de la vida real del nifio. Esto es lo A Lo PnceScoaR vis von que no podriamos hacer al principio de nues- tras investigaciones en este dificil terreno. 2. LA RESPONSABILIDAD OBJETIVA: 1. LAS TORPEZAS Y EL ROBO. Al tratar sobe Ias reglas del juego constata- mos que el nifio parece pasar por un estadio durante el cual la regla es como una realidad obligatoria e intangible. O sea, que ahora es conveniente buscar hasta dénde se extiende este realismo moral y, en particular, si la pre- sién adulta, que evidentemente se halla en su base, llega a desencadenar en el nifio el fend- meno de la responsabilidad objetiva. Todo lo que acabamos de decir sobre las dificultades de interpretacion, en el estudio del juicio de valor verbal en el nifio, no es, efectivamente, suficiente para que nos paremos en esta in- vestigacion: tanto si la responsabilidad obje- tiva, de la que veremos varios ejemplos, esta ligada a toda la conducta del nifio, como si solo lo esta a los aspectos mas exteriores y mas verbales de su pensamiento moral, hay que proseguir el estudio. El problema de saber de donde proviene y por qué evoluciona, subsiste. Las cuestiones planteadas a los nifios sobre este punto, y cuyos resultados vamos a estudiar en primer lugar, fueron, en realidad, os ultimos que hubiéramos esperado. Empe- zamos, a modo de introduccién, por estudiar el problema de los juicios relativos a las men- tiras, Durante este anélisis, del que hablare- mos en los parrafos siguientes, nos dimos cuenta de entrada de que muchas veces los pequefios valoraban la gravedad de la menti- ra, no en funcién de las intenciones de su autor, sino en funcién de la falsedad de sus afirmaciones. Para verificar la existencia y la generalidad de esta tendencia a la responsa- bilidad objetiva imaginamos las preguntas si guientes. Las primeras responden a las consecuen- cias de la torpeza. Las torpezas del nifio tie- nen una funcién importante de hecho, aunque perfectamente desproporcionada en'derecho, en los conflictos con el grupo de adultos que le rodean. A cada momento, el nifio provoca la célera de sus semejantes por haber roto, manchado 0 estropeado algtin objeto; cdlera injustificada, casi siempre, pero a la que el nifo, necesariamente, da un significado. Otras veces la torpeza es, en mayor 0 menor grado, consecuencia de negligencias o desobedien- cia, y los sentimientos del nifio estan tefidos de cierta idea mistica de justicia inmanente Asi, pues, intentamos hacer comparar a los nifios dos torpezas, una fortuita, e incluso consecuencia de una accién bien intenciona- da, pero que ha provocado una pérdida mate- rial apreciable, y otra sin gran importancia material , pero consecuencia de una accion mal intencionada. Veamoslas: 1. a) Un nifio que se llama Juan esta en su habitacion. Le aman para cenar. Entra en el comedor. Pero detrés de la puerta habia una silla. Sobre la silla habia una bandeja y sobre la bandeja habia quince tazas. Juan no podia saber que todo esto estaba detras de la puerta, Entra; la puerta golpea la ban- deja y se rompen las quince tazas. b) Habia una vez un nifio que se llamaba Henri. Un dia que su mama no estaba, qui- 80 coger confitura del armario. Se subio a una silla y alargé el brazo. Pero la confitura estaba muy arriba y no pudo comerla. Lo que ocurrié fue que al intentar cogerla gol- eé una taza, La taza se cayd y se rompid. 41, a) Habia un nifio que se llamaba Jules. Su papa no estaba. Entones Jules tuvo la idea de divertirse con el tintero de su papa. Jugé un momento.con {a pluma y después manché un poquito del pafio de la mesa. ») Un nifio, que se llamaba Auguste, vio que el tintero de su papa estaba vacio. Un dia Lo FREESOOLAR. SU REPRESNTAGON ACERCA UE 5 ALOES VLA PRI DoceME que su papa habia salido, se le ocurrié, para hacerle un favor, llenar el tintero para que el papa encontrara tinta al volver. Pero, al abrir la botella de tinta, hizo una gran man- cha en el pafio de la mesa. Ill. a) Habia una vez una nifia que se Ilamaba Maria. Quiso darle una sorpresa a su mama y cortarle un patrén, Pero como no sabia usar bien las tijeras, se hizo un agujero grande en el vestido. b) Una nifia que se amaba Margarita, un dia que su mama habia salido, fue a buscar las tijeras, Estuvo jugando con ellas un mo- mento y, como no sabia utilizarlas, se hizo uun agujerito en el vestido. Después de haber analizado las respues- tas obtenidas por medio de estos pares de his- torias, estudiaremos también dos problemas relativos al robo. Teniendo en cuenta cual es nuestro objetivo, que de momento se limita a ver si el niio tiene en cuenta la intencién 0 el resultado material, nos hemos limitado, por Jo que respecta al robo, a hacer comparar al- gunos robos con intenciones egoistas con ro- bos bien intencionados: IV. a) Alfred encuentra a un compasiero que es muy pobre. Este le dice que aquel dia no ha comido, porque en su casa no habia nada, que comer. Entonces Alfred entra en una panaderia, pero como no tiene dinero, apro- vecha un momento en que el panadero se vuelve de espaldas para robar un panecillo. Sale corriendo y le da este pan a su compa- fiero. b) Henriette entra en unos almacenes. Ve sobre el mostrador una bonita cinta y pien- sa que le sentaria bien a su vestido. Cuan- do la vendedora vuelve la espalda, roba la cinta y sale rapidamente. 01 a V. a) Albertine tenia una amiguita que criaba ‘un pajaro en una jaula. Albertine pensaba, que el pajaro era desgraciado y siempre le pedia a su amiga que lo dejara escapar. Pero su amiga no queria. Asi pues, un dia que su amiga no estaba, Albertine dejé volar al pajaro. Lo dejé volar y escondié la jaula en el granero para que no volvieran a poner un pajaro dentro. bj Juliette roB6 unos caramelos a su mama, un dia que su mama no estaba, y se los comié a escondidas. Para cada par de historias planteamos dos cuestiones: 1* Estos nifios gson igualmente culpables (0, como dicen los pequetios de Gi- nebra “igual de malos”), 0 uno de ellos es mas culpable que el otro? 2" gCual de los dos es mas malo y por qué? Es evidente que estas dos preguntas dan lugar, cada una de ellas, a una conversacién mas 0 menos amplia, se- gun la reaccién del nifio. Ademas, es pruden- te hacer repetir al sujeto las dos historias antes de interrogarle: la forma en que las re- produce puede demostrar por si sola si las ha comprendido. El resultado obtenido fue el siguiente: Hasta diez afios coexisten dos tipos de res- puestas. Segiin unas, los actos se valoran en funcién del resultado material e independien- temente de las intenciones en juego. Segin Jos demas, sélo cuenta la intencién. Incluso puede ocurrir que un mismo nifio juegue unas veces de un modo y otras de otro. Ademas, unas historias se refieren mas que otras a la responsabilidad objetiva. Asi, mirando los hechos en sus detalles, no podriamos hablar de estadios propiamente dichos. Pero, en li- neas generales, es indudable que la responsa- bilidad objetiva disminuye con la edad. Efectivamente, después de los diez afios no encontramos ni un solo caso. Seguidamente, si clasificamos las respuestas obtenidas has- ta los diez afios en dos grupos, uno definido por la responsabilidad objetiva, el otro por la responsabilidad subjetiva (partiendo, para wo PREESCOLA 05 vanes hacer el recuento, de las respuestas dadas y no de los nifios preguntados, ya que cada niio es susceptible de variar de una historia a otra), obtendremos una media de 7 afos para la responsabilidad objetiva y de 9 afios para la responsabilidad subjetiva. No pudimos interrogar de modo eficaz a los nifios menores de 6 afios, a causa de la dificultad intelectual de las comparacione: la media de 7 afios representa, pues, a los més pequefios. Si las dos actitudes en cues- tion dependieran simplemente de tipos indi- viduales 0 tipos de educacion familiar, las dos medias de edad deberian coincidir. Pero como el caso no es éste, hay que contar con un ele- mento de desarrollo. Como minimo, para ser prudentes, hay que decir que, si bien la no- cién objetiva de la responsabilidad y la no- cién subjetiva no caracterizan, en realidad, dos estadios sucesivos, definen por lo menos dos procesos distintos, uno de los cuales pre- cede al otro, por término medio, durante la evolucién moral del nifio, aunque haya un sincronismo parcial, Una vez dicho esto, pasemos a los hechos’ y estudiemos primero las historias relativas a la torpeza. Veamos unas respuestas tipica, que denotan una nocién totalmente objetiva de la responsabilidad: 1, HISTORIAS DE LAS TAZAS ROTAS—. GEO. (6 aftos): “¢Has comprendido estas historias? —Si. —eQué hizo el primero? —Rompié once tazas. ¢¥ el segundo? —Rompié una taza con un movimiento brusco. —¢Por qué rompié las tazas, el primero? — Porque les dio un golpe con la puerta. —2¥ el segundo? —Hizo un movi- miento en falso. Cuando buscaba la confitura se cayé la taza. —zUno de los dos es mas malo que el otro? — El primero, porque rompié doce tazas. —Si t@ fueras su papa, ga cud! casti- garias mas? —Al que rompié doce tazas. —

You might also like