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MEDITACIONES ESPIRITUALES DEL V. P. LUIS DE LA PUENTE DE LA COMPARIA DE JESUS. TOMO II. MEDITACIONES DE LA VIA ILUMINATIVA, 6 PARA ILOSTRAR EL ALMA CON VERDADES ¥ VIRTUDES. ¥ PERFECCIONARSE EN EL BJERCICIO DE ESTAS. Con aprobacion del Ordinario. BARCELONA: LEBRERIA BELIGLOBA.— IMPRENTA DE PABLO RIBQA, calle Nueva de San Fraucisco, num. 17. 1856. Desolatione desolata est omnis terra, qui nullus est qué recogites corde. Kotleramente ha sido desolada toda la tier- ra, porque no hay ninguno que considere en eu corazon, (Jerem. <1, 11). ———$— LLL PARTE TERCERA. DE LAS MEDITACIONES SOBRE LOS MISTERIOS DE LA VIDA DE CRISTO NUESTRO SENOR, DESDE EL BAUTISNO HASTA EL FIN DE SU PREDICACION. INTRODUCCION ¥Y MEDITACION FENDA WERTAL.- EN QUE SE TRATA DE LAS DOS VIDAS, ACTIVA Y CONTEMPLATIVA, FIGURA- DAS POR MARTA Y MAR{A, HERMANAS: Y DE LA VIDA COMPUESTA DE AMBAS, QUE EJERCITO CRISTO NUESTRO SRNOR EN EL TIEMPO DE SU PRE- DICACION. Comun sentencia es de los santos Padres y maestros de espiritu, que Ja vida espiritual abraza dos suertes de obras y ejercicios , que Maman vida activa y contemplativa. (D. Thom. 2, 2, g. 179; D. Greg. et alii). La vida activa es un modo de vivir dedicado prin- cipalmente 4 obras exteriores para nuestro aprovechamiento espiri- tual 6 para bien de nuestros projimos, ejercitando con ellos las obras de caridad y misericordia, 6 las corporales, por donde han de co~ menzar los principiantes , 6 las espirituales de ensedar y predicar, que son mas propias de los perfectos. La vida contemplativa es un modo de vivir dedicado principalmente 4 las obras interiores del co- nocimiento y amor de Dios, subiendo por los escalones y ejercicios de leccion, medilacion , oracion y contemplacion , de que se traté al principio de este libro en la suma de la oracion mental que los abra- za todos. Estas dos vidas suelen hermanarse y ayudarse maravillo- samente una 4 otra con la mezcla de sus obras; de donde resulla la vida que Haman mixta , compuesta de ambas, abrazando lo mas per- fecto que hay en cada una, De aqui es, que como Cristo nuestro 6 PARTE It, INTRODUCCION. Sefior vino al mundo por maestro y dechado universal de toda per- feccion en todo género de vida, y para toda suerte de personas; despues que en los treinta primeros aiios de su edad ejercité la hu- mildad , obediencia-y silencio, y otras abras.exteriores de la vida ac- tiva (D. Thom. 3 p. q. 40, art, 1 ad 2 et 3) que se ordenan para nuestro aprovechamiento, quiso en tos afios restantes darnos herdi- cos ejemplos de las obras mas preciosas de la vida activa, herma- nandolas con la vida contensplativa com una execlentisiina perfeccion mas divina que humana, como verémos en Jas meditaciones de esta parle III. Por cuyo fundamento me ha parccido necesario decla- rar primero Ios oficios de estas dos vidas, sus obras y propiedades, y el modo como Cristo nuestro Seftor las ejereité, fundando todo es- to en la historia que cuenta el evangelista saa Lucas (Luc. x, 38) de las dos hermanas: Marta que hospedo 4 Cristo en su casa, y Ma- via que sentada 4 sus piés oia su doctrina , Jas cuales, como comun- inente dicen los Santos, son figuras de estas dos vidas, y en su his- toria est4 dibujada la doctrina mas alta y provechosa que se puede dar de ambas. Y por hacer de un camino dos mandatos , juntamen- te iré sacando mi intento, y haciendo. uaa medilacion sobre esta his- toria. . §1. De las obras principales de la vida activa. 1. Las principales obras y oficios de la vida activa declara mis- ticamente el Evangelio, diciende (Luc. x, 38): Entro Jenis en un lu- gar pequero, yuna mujer por nombre Marta le hospedd en su case. En las cuales palabras se tocan tres offeios que pertenecen 4 este modo de vida. -E! primero es, aparejar la casa del alma para hos— pedar 4 Cristo nuestro Seftor espiritaalmente en ella, lo cual hace con estos ejercicies. -Lo primero, berriéndota de todos los pecados con obras de penitencia , porque la Sebiduria encarnada ho entrar& en alma injusta, ni se hospedara en cuerpo sajeto 4 pecados. (Sap. 1, 4).-Lo segundo, quietandola y sosegdndola del bullicio y urba~ cion de las pasiones deseoncertadas con cjercicies de mortificacion, porque ningun huésped gusta de morar muehe tiempo em casa be~ Niciosa y muy turbada.-Lo tercero, adornéndola con las virtudes morales, ejereitando sus obras con gran fervor, porque en casa ala~ viada con tan preciosa tapicerfa gasta Cristo nuestro Sefier de hoe pedarse y perseverar en ella, unio con su iinésped com uniew de gracia y caridad. DE LA VIDA ACTIVA Y CONTEMPLATIVA. 7 2. Elsegundo ofieio de la vida aetiva es, hospedar dentro de su casa 4 Eristo- nuestro Sejior en sus pobres, como Marta le bospeda- ba con sus Apéstoles, sirviéndoles y ejercitando con elles las siete obras de misericordia corporales ; porque hablando de ellas, dijo es- te: Sefior (Math. xxv, 40): Lo que hicisteis por uno de estos peque- fuelos, por mi lo hicisteis; yo en ellos era peregrino, y me bospe- dasteis : estaba hambriesto, y disteisme de comer y beber, y 4 mi cuenta tomo lo. que haceis por mis pobres, porque yo soy upa cosa con ellos y estoy en ellos. _ 3. El tepeer oficio mas levantado que perteneee 4 la vida aeti- va, cuando esta muy perfecla y se ha hermanado y concerlado cox le contemplativa, es busear posada 4 Cristo nuestro Seiior ex las al- mas de Jos. projimos, incitandolas a que le hospeden (D. Thom. in art. 3, q. 182, art.2 ad 3), y aparejandolas para que Cristo noes~ two Setter guste de hospedarse en ellas; y esto hace con las obrasde misericordia espirituales, como son enseiiar, aconsejpr, corregir, pre- dicar, confesar, administrar Sacramentos y otras tales, en las evales resplandece mas la caridad y amor de hos prdjimos y‘celo de su sal- vacion. Este fue eb ofieio de los discipulos (Lue. x, 1), 4 quien Cris- to nuestro. Seiior envié delante de si per todas las ciudades y luga- res por donde él habia de ir, para que le aparejasen- posada en las almas de los. hombres, Su. De las. obras de la vida contemplativa. 1, Las principales ebras de la vida eontemplativa declara luego el Evangelisla, diciendo: Marta tenia eau hermana por nombre Ma- ria; la cual sentada junto a. los piés det Sefior, cia sw palabra. En lo cual se nos representa que el oficio _y ocupacien principal de la vida contemplativa es gozar del divino huésped , que su hermana ka vi- da activa ha hospedado en el alma, y postrada con el espiritu Asus . piés, oir su eelesfial dectrina; porque como ambas yon hermanas, hijas de un mismo. padre Dies, engendradas per un mismo fin de neesira perfeccion y de se gloria (2. Thom. 2,2, g. 182, ant. 2; Cant. 1, 16); de aqui es que el divino Espiritu: primero eagendra Ia vida activa , queres la primera y menos perfecta, yeon-esta ador- na: ka posada donde: se ba de hospedar y el echo donde ha de des- camsar, y hnego engesdea la vida conlemplativa , para que goce del huésped, oigarsa deatrina, ¥ reciba los dulces abrazos: del divino 8 PABTE HI. INTRODUCCION. atnor. Las propicdades y obras de esta vida contemplativa, que aqui se apuntan, son estas.-La primera es, acercarse 4 Cristo nuestro Seiior ; porque como Marta, ocupada en los ministerios de casa, an- daba mas léjos de Cristo, pero Maria estaba cerca de sus piés; asi los dados 4 la contemplacion andan mas cerea de Dios con el espi- Fitu, y mas pueslos en su presencia por conocimiento y amor para recibir de él la luz y resptandor de las virtudes, conforme 4 lo que dice David (Psalm. xxx, 6): Acercaos 4 Dios, y seréis alum- brados. 2. La segunda propiedad es , sentarse con quietud cerca de Cris- o, porque dando de mano por entonces 4 las obras exteriores que suelen inquielar, procura recoger todas sus potencias y sosegar sus imaginaciones, pensamientos y afectos, y atender solamente & co- nocer y amar & Dios, y 4 oir lo que le dice dentro de su corazon, conforme & lo que dijo por David (Psalm. xiv, 11): Vacad y ved - que yo soy Dios; y 4 lo que dice el mismo David: Oiré lo que ha- bla en mi el Sefior. -La tercera propiedad es, sentarse cerca de los piés de Cristo’ nuestro Sefior , protestando con esto varios afectos. — £] primero de humildad, escogiendo el ultimo lugar en la presen- cia de este Seiior. -El segundo de reverencia, reconociendo la alte- za de la majestad de su Maestro. ~El tercero de sujecion , ofrecién- dose 4 estar sujeto y rendido en cuanto le mandare.-El cuarlo de imitacion, determinandose 4 seguir sus pisadas; y todo esto con amor, saboredndose en esta humillacion y reverencia, en esla suje- cion é imitacion, deseando abrazarse con los piés de este Seiior con todo su espiritu; y los que de esta manera llegan 4 la contemplacion, consiguen lo que dice la Escritura (Deut. xxxim, 3): Que quien se acerca 4 los piés de Dios, recibiré dé su doctrina. 3. La cuarta propiedad y obra propia de la vida contemplativa es, oir la palabra de Dios; Jo cual ejercita en muchas maneras, dis— poniéndose con las unas para las otras. (D. Thom. 2, 2, q. 180, art, 3).-Lo primero, oye la palabra de Dios, leyéndola en los libros sagrados y devotos, por medio de los cuales nos habla Dios, ense— Gandonos la doctrina que vamos leyendo.-Lo segundo, oye la pa— labra de Dios por boca de los predicadores y maestros; por los cua- les tambien habla Cristo (Jf Cor. xm, 3), como por boca suya.-Lo tercero, la oye del mismo Dios en la meditacion, razonando con €] dentro del corazon con varios discursos, inquiriendo las verdades divinas, y recibiendo de este divino Maestro la inteligencia de ellas. -Y Ullimamente la oye en la contemplacion, que es una vista sen— DE LA VIDA ACTIVA Y CONTEMPLATIVA. 9 cilla y amorosa de las verdades que pertenecen al mismo Dios, cuyo supremo acto declara la Escritura por estas frases de oir, como dijo san Pablo (II Cor. xm, 4), que en su rapto oyé las palabras secre- tas de Dios; y Cristo nuestro Seiior dijo 4 sus discipulos (Joan. xv, 18), que les habia ensefiado todo lo que habia oido de su Padre. Porque como el que oye, sin muchedumbre de discursos propios re- cibe apurada y aechada la doctrina que el Maestro le dice ; asi el alma en la contemplacion con poco trabajo y con mucho gusto re- cibe dentro de si las inspiraciones é ilustraciones y sentimientos al- tos de Dios, con los cuales queda enseiiada, ilustrada , apacentada y encendida en afectos de amor, y dentro de si recibe al mismo Ver- bo y palabra increada (Jacob. 1, 21), que es Dios, con quien se jun- ta con perfecta union de caridad. . Sill. De la necesidad que la vida activa tiene de la contemplatica, y de las quejas que hay sobre esto. 1. Marta andaba muy ansiosa en los ministerios de casa, la cual Uego & Cristo y le dijo: Seftor, 4no tienes cuidado de que mi hermana me deja sola en tu servicio? Dila que me ayude. En este suceso se repre- senta la necesidad que la vida activa tiene de la contemplativa. Porque primeramente, 4 ejemplo de Marla, confiesa que 4 solas no basta para servir 4 Cristo nuestro Seiior, como desea, cumpliendo todas las obras propias de su estado, si no es que le ayude su herma- na Ja contemplacion, 4 quien pertenece alcanzar devocion y dulzura las obras exteriores, sin la cual la vida activa anda seca y me- dio ciega, llena de quejas y repugnancias , por lo cual dijo san Ber- nardo (Lib. I de consider. ad Eugenium), que 4 Ja misma accion convenia prevenirla con la consideracion; y aunque sin la conlem— placion perfecta se puede entrar en el cielo; pero sin algun modo de contemplacion no se puede caminar con gusto, ni ilevar con sua- vidad la carga y yugo de /a ley de Dios. 2. De aqui es que su misma necesidad hace 4 la vida activa que pare un poco como Marta, quae stelit, y se llegue 4 Cristo con ora- cion y peticiones, pidiéndole el espfritu de la contemplacion en el grado que ha menester para su ayuda. Y asf con un modo de que- amorosa le dice: Seiior , parece que te olvidas de mi y me dejas sofa , sin la compaiiia de mi hermana la contemplacion; dila que me ayude. Y pues ty decir es hacer y tn mandar es gbrar, manda que 10 PARTE IM. INTRODUCCION. venga conmigo el espiritu de la contemplacion ; envia del cielo y de la sila de tu grandeza el espiritu de Ja sabiduria, de donde ella procede (Sap. 1x, 10), uf mecum sit, ef mecum laboret; para que est conmigo y trabaje conmigo, y sepa Jo que mas te agrada, poniéndo- lo lnego por obra. 3. Pero se han de advertir en este mismo suoeso algunas que— jas que suele haber en algunos imperfectos que andan muy ocu— pados en las obras de vida activa y muy pagados de ellas; porque ‘unos con una secreta soberbia se quejan de Cristo nuestro Sefior, le trabajando mucho en su servicio con obras exteriores, tes deja solos sin los regalos y ternuras de la contemplacion , como quien no tiene cuidato de ellos , ni les premia sus trabajos, como les pre- mia 4 otros. Al modo que el hermano mayor dei hijo prédigo se quejé 4 su padre (Luc. xv, 29), porque no le regalaba como al hijo menor. Y este es grande engaiio, porque nuestro soberano Pa-~ dre de todos tiene cuidado, asi de los. trabajadores como de los con— templalivos, y 4 todos da bastante favor, canforme 4 su eslado; y nolar 4 Dios de descuidado en eslo, es argumento de no conocerle. y de no conocerse por falla de humildad ; porque quien le conoce y Se conoce, se tiene por dichoso de servirle, aunque sea arrastrando, sin género de regalo y sin otro premio mas que al mismo Dios; -y hasta que se humille no alcanzara la comtemplacion; la cual, come dice la Escritura (406, xxxvn, 24), se niega 4 los soberbies presun— tuosos, y se dar 4 los humildes y resignados. 4. Otros hay que se quejan disimuladamente de los contempla~ tivos, como Marta de Maria, juzgandolos por ociosos y de poco pro— vecho para la Iglesia y para sus projimos, y querrian que dejasen lacontemplacion y acudiesen 4 ayudarles en kas obras exleriores que ellosthacen, y con un modo de enfado, ya que no con palabras, oon las obras dicen & Cristo que les diga y mande que se levanten de ses piés y vayan 4 ayadarles. ¥ este tambien es gran engaiio y de gente poco experimentada que quiere llevar 4 todos por el camino que va ella; porque ios contemplativos no estan ociosos, sino may ‘ocupados en servicio de sa Senior y en las cosas de que gusta, y ayudan grandemente 4 la Iglesia y 4 sus obreros, alcanzandoles de Dios avesiro Soaor gracia y faver para el trabajo y fruto de sus — obras; y asi el mismo Déos se hace patron de los contemplativos, ce- mo en este caso se hizo de Maria, segun que verémos luego. Por Jo cwal me imperta mucho arrojarme en las manos del Padre celestial, que reparte sus gracias y dones 4 quien quiere y como quiere, dan- DE LA VIDA ACTIVA ¥ CONTEMPLATIVA. 11 do cada uso lo que mas le comviene. (I Cor. x1, 11): ¥ con esta cenfianza tomaré le parte y modo de vida.que me ha seiialado, dan- dele gracias por da que ba dado 4 otros, gozandome de que sean grandes, pes cen su grandeza ayudan 4 mi pequeiier, y con la ca- ridad haré propios los dones que son ajenos. O Dios de mi corazen, Iéjos estén de mi tales modes de quejas, bastame que lo hagas ta, para que no mae queje yO, pues no dejara de ser bueno para mi ~ cualquier cosa que:saliere de ti. § Iv. Be obras tmperfecciones de la vida activa, y como Cristo nuestro Senor las corrige para que sea perfecta. 1. Respondiola el Senor: Marta, Marta, solicita andas y turbada on-@uchas cosas. En esta respuesta Cristo nsesiro Seftor, repiliendo des seces:el nombne de Maria, de tal manera descabre el amor que le tievwe, que jamtamente ta rqprende por la demasiada solicilud y terbacten que tenia, nagar cerca.de cosas buenas ;.0on lo cual.2es dedlara las faltas que suaten acompaiar 4 Ja vida activa en los im— perfectes, aunque ae por eso deja de.amasls; porque, como dice David ( Realm. :omxmvn, 46): Tus ojos, Seor, vieron mi impenfec- cion, 'y en ta tibro -serdmos -escrites dodos.—iLas races de esta soli- - citod ansiosa 7 turbada suplen ser tres. La primera es, la misma. satural-complexion , penque,:come dice san Gregorio (Apud D. Thom. q. 182, art. d.ad 8), nans hay que de sn complexion son inquietos ¥ tucbados y-del todo imeptes para la quietud de la comtemplaoion ; ‘perque cuanlo mas se ‘Tecogen , imate es mayor el trope! de imagi- naciones y pensamiontos que padecen. ¥ al contrario, otros hay que de:su atonal compkexton son quietos‘y sosegados y dados al reco- gimiento, y cési del tode.ineptes pam, las obras esdexiores. Pero.asi como el amor de Dies euele hacer 4 estes que'salgwn del recogimien- lo, asi el temor de Dios suele hacer & les-otros que vengan.4 gustar de él, y como ancora tiene firme y estable el navio de su alma en medio de las olas y tempestades-que padecen; porque es muy facil 4 la gracia lo que parece imposible 4 Ja naturaleza; y asi quier sin- tiere deseos de la oracion y contemplacion, no debe desmayar, sino alar'sa.corazon, y:Ajarle en Dios cov tes-dos &nooras deltemor y de la confianza , tomiendo el dale que le puede venir si no se.da.d la oracion, y cedfiando:en la oummipotescia de Dios, que cea su ayuda saldré con ella. 12 PARTE III. INTRODUCCION. 9. La segunda raiz es, poca experiencia 6 celo demasiado, con falta de discrecion y ciencia. De donde procede, con una falsa apren- sion de necesidad 6 piedad querer abarcar muchas cosas; y car- garse de muchedumbre de ocupaciones sobre sus fuerzas; con lo cual anda aneja la turbacion y congoja interior por cumplir con to- do. Y de esto note Cristo nuestro Senor 4 Marta, que con titulo de servirle y aparejarle la comida, buscaba muchas cosas, derraman- dose con gran congoja y turbacion en ellas, cuyo remedio esl4 en corregir estos yerros del juicio, y tomar las ocupaciones moderadas, de modo que no ahoguen el espiritu, ni quiten la quietud conve— niente para la oracion, acordandonos de lo que dice el Sabio ( Eeeli. a, 10): Hijo, no se extiendantus obras 4 muchas cosas; aprende la sabiduria en el tiempo desocupado, porque quien acerta la ocu- pacion recibiré la sabiduria. 3. La tercera raiz es, algun modo de propiedad que frisa con el amor propio, el cual suele tambien mezclarse con el bueno y cebar- se en cosas buenas; y aunque sean pocas, suele amarlas com dema- sia que causa turbacion ; lo cual sucede 4 tres suertes de personas, 4 Jos muy afectuosos ¢ impetuosos por complexion , aunque sean bien intencionados; y 4 los vanagloriosos, que prelenden salir coa la suya con una secreta vanagloria que les saltea; y & les indiscrelos ¢ ig- norantes, que tienen por conveniente todo Jo que parece licito, y con la demasiada aficion se hacen esclavos de ello. Contra les cuales dijo el Apéstol: Aunque todas estas cosas me sean licitas, mas no todas son convenientes (I Cor. vi, 12): Ego autem sub nullius redigar po- testate. Pero yo de ninguna me quiero hacer esclavo, ni la quiero hacer Ilevado de la pasion como siervo, sino llevado de la razon y puro amor de Dios como libre. De estas rafces puede proceder que la vida activa impida la contemplativa; pero si se mortifican , bien podrén vivir juntas ambas hermanas (D. Thom. 2, 2, q. 182, arf. 3), sin que la una estorbe los ejercicios principales de la otra, en los tiempos sefialados para cada una. § Vv. Del uxo necesario, que es disposicion y fin de la vida contemplative. 1. Prosiguiendo Cristo nuestro Seiior la reprension de Marta, la dijo: Porro unum est necessarium: una cosa es necesaria. En las cua- Jeg palabras eché el fandamento para excusar y alabar 4 Marfa, y por consiguiente 4 la vida contemplativa, cuyo fin es reducir todas . DE LA VIDA ACTIVA ¥ CONTEMPLATIVA. 13 las cosas 4 unidad, quitando toda la multitud y diversidad que pue- de. ¥ esto se va alcanzando por los grados que aqui se apuntan.— La primera unidad es, en el uso de las cosas temporales, reducién— dolas & una necesaria; esto es, 4 lo que fuere bastante para sustentar la vida. Esto pretendié avisar Cristo nuestro Seiior 4 Marla, dicién- dola: No bay para qué andes lan solicita y ocupada en muchas co- sas para mi sustento y de mis discipulos , porque una Sola nos basla, la que fuere necesaria para pasar la vida, y con esta nos contenta— mos. Esta unidad tan cefiida en el uso de las cosas temporales dis- pone inucho para la quielud del corazon , porque con ella se cerce- nan los deseos y cuidados congojosos. Y asi los Santos muy contem- plativos descuidaron mucho de esto temporal, contenlandose con una cosa necesaria y sencilla en la comida y vestido, como dijo el Apéstol (I Tim. v1,'8): Por tanto, si quiero vacar 4 Dios y gus- tar la dulzura de su contemplacion, be de quilar la multitud con- traria 4 este uno necesario; porque quien se contenta con poco de Jo temporal, alcanzara mucho de lo espiritual; y quien toma con tasa lo que recrea en la tierra, recibira con abundancia los deleites del cielo. 2. La segunda unidad es, en Ja intencion de todas las obras, reduciéndolas 4 un solo y necesario fin, que es la gloria de Dios, el cumplimiento de su voluntad y nuestra salvacion, morlificando y quitando cualquier multitud 6 variedad de intenciones 6 pretensio— nes contrarias 4 este uno, 6 que no vayan encaminadas 4 él. ¥ por esto dijo Cristo nuestro Sefior 4 Marla, que una sola cosa era nece- saria : la cual pretendia Maria oyendo su doctrina para sustentar su alma y alcanzar el fin de ella. Porque nada ‘me aprovecbara ganar toda la muchedumbre de las cosas del mundo, si picrdo esta una ne- cesaria que es la salvacion de mi alma, con el buen agradecimiento de Dios. ¥ asi con gran fervor he de procurar lo que dice David (Psalm. xxvi, 4): Unam petii 4 Domino, hane requiram: una sola cosa he pedido a Dios, esta tengo de buscar, que es morar en la casa de mi Sefior todos los dias de mi vida, para ver por la contem- placion la soberania de su gloria, de su voluntad y de sus deleites, amando lo que viere, y pretendiendo lo que amare. Y particulari- zando mas eslo, he de reducir todas mis cosas al uno necesario, que desmenuzé el Apdstol, diciendo (£phes. 1v, 4; 1 Tim. 1, 5): Un cuerpo, un espiritu, una esperanza y una vocacion, una fe, un bau- lismo, un Sefior, un Medianero, un Dios y Padre de todos. De suer- le que aborrezca y mortifique cualquier deseo y pretension de cosas g TOMO II. 44 PARTE Ill. FNTFRODUCCION. que sean contrarias @4a unidad del cuerpo sistico de la Iglesia y del Espfrita Santo que Ja rige, -y de la eaperanza de mi salvacion, y de ja vocecien para que fui llamado, de la fe que profeso, del Bautismo que recibi, del medianero Cristo Jests que me redimié, dei Dios y Sefior que me crid, y del Padre que me tomé por hijo, y me quiere hacer heredero de su cielo. (D. August. ibi). : 8.. Latercera unidad propia de la vida conlemptativa es, en el use de Jos sentidos y potencias interiores del alma, reduciéndolas todas 4-union, para que atiendan 4 solo el conocimienlo y amor aclual de Dios. Y por esto dijo Cristo nuestro Sefior 4 Maria: Andas turhada y derramada en muchos pensamientos , aficiones y cuidados; lo mas necesario es, que tu alma sea una; eslo es, que eslé unida y reco- gida dentro de si. Una en sus aficiones sensuales, reduciéndoles 4 union con el espiritu, mortificando das rebeldias de la earne. Una en sus quereres, reduciéndolos al querer de Dios, aborreciendo eual- quier eontrario querer de jas criaturas. Una en sus cuidados, resu- miéndolos todos en uno de agradar 4 fa divina bondad, arrojando jos demas en su providencia. Una en sus pensamientos , recogién- dolos todos para no pensar por entonces olra cosa mas que en solo “Dios , resistiendo las distracciones y vagueaciones, en cuanto fuere posible 4 la faqueza del presente estado. Una finalmente en el amor, poniéndole todo en un solo bien infinito, que le satisfaga y harte, diciendo con David (Psalm. rxxi1, 23): yQué tengo yo en el cielo? y fuera de ti, {qué otra cosa quiero en la tierra? § VI. De las excelencias de la vida contemplativa. 1. Concluye Cristo nuestro Seiior su intento, diciendo: Maria escogio la mejor parte, la cual no le sera quitada. (D. Thom. 2, 2, q. 182, art. 1 ef 2). Eo las cuales palabras se ha de advertir, que aunque Cristo nuestro Sefior dijo, que Maria escogié esta parte me- jor, que era la contemplacion, porque ella con su libertad se aplicé 4 este modo de vida; pero la fuente y rafz de esta eleccion fue la gracia é inspiracion de Dios, que movid su volunlad 4 escogerla, porque tambien en estos modos de vida es verdad Jo que Cristo nues— tro Seiior dijo 4 sus Apéstoles ( Joan. xv, 16): No me escogisteis vos- otros, sino yo os escogi. ¥ al Espiritu Santo, que reparte las demas gracias, pertenece repartir esla, inspirandola 4 los que quiere, y les conviene para su salvacion y perfeccion. Mas porque ningungo se - DE LA Yaa ACTIVA Y OONTEMPLATIVA. 45 excuse de aplicarse, come pudiere, 4 proteaderia, dijo Cristo que Maria, habia escegido esta parte de la vida oMatemplativa ; la cual, por sentencia del mismo Seior, es mejor que la parte de Marta, que es la vida activa, porque esta mas anida con el sumo bien, de quien loda bondad procede; hace a] hombre mas semejante 4 Dios y 4 sus Angeles; perfecciona las dos potencias mas nobles del alma, que son entendimiento y voluntad, ilustrando el entendimiento con el mas excelente acto de la sabiduria, que es el conocimiento de Dios, y enceadiendo la velantad con el mas herdico acto de la caridad , que es el amor de! mismo Dias; y como de este procede el amor del pré- jimo, asi de 1a contemplacioa procede la perfeccion de Jas obras ex- teriores , pegandolas fervor, espirilu, dulzura y entereza. 2. estas excelencias aiiadié Cristo auestro Seiior otra, dicien— . do que no le seria quitada, como quien dice: Por tus rasones, 6 Maria, ni por tus quejas, no quitaré 4 Marfa la parte que escogié para que siga la tuya, que aunque buena, pero 4a suya es mejor. Esto-cumple Nuestro Sefior en tres maneras. - Lo primero, al que por especial vocacion Uamé para este modo de vida, numca se le quite, cuanlo es de su parle, ni gusla de que olros se le quiten,, ni quiere que él le deje por persuasions, ni razones husanas apareates, sino que persevere en su vocacion basta la muerte. - Lo segundo, 4 los que con su inspiracion y mocion convida y trae 4 este saberano ejercicio en las horas y tiempos seiialados para él, tampoco les quita su ejer- cicio, ni quiere que otros les quilen de él, ni les estorben con litulos aparentes de virlud, antes los defiende , como & Maria, y en su fa- vor dice aquello de los Cantares (Cané. u, 7; 1 &) : Conjaroos, bi- jas de Jerusalen, que no desperteis 4 mi amada, hasta que ella quie- - ra, que es-decir, no la quileis el dulce sueio de su coatemplacion, ni perturbeis el descanso que conmigo tiene, hasta que salisfaga & su deseo y necesidad; porque come su querer es conforme al mio (D. Thom. 2, 2%, q. 80, art. 4; 121, art. 1), ella querra dejar el sueiio, cuando yo quisiere que le deje; y asi, cuando la caridad del projimo, 6 la obediencia del superior pide otra cosa, luego acude 4 ae : 3. Finalmente , nunca Dios quila a los escogidos la contemplaeion que aca luvieron, sino perfecciénasela ; porque en la muerte , aunque cesan las obras de la vida activa, no cesa ni cesara jamas la con- templacion de Dios, en la cual consiste la bienaventuranza y vida eterna. Y como dice san Agustin (Lib. ull. de Civil. Dei ad finem), en el cielo vacarémos y yerémos: verémos y amarémos: amarémos Q* 16 PARTE Ill. INTRODUCCION. y alabarémos : verémos sin fin, amarémos sin fastidio,-y alabarémos sin cansancio. Este oftcio, este afecto y esta obra sera comun 4 lo- dos, en la cual durarémos por todos los siglos de los siglos. Amen. § Vil. . De la excelencia que tiene la vida compuesta de ambas, abrazando la . activa y contemplatica. 1. Con gran misterio Cristo nuestro Sefior llamo parte 4 la vi- da de Maria, comparada.con la de Marta, para darnos 4 entender que hay otra vida excelentisima, que es como un todo compuesto de ambas partes, y abraza los ejercicios de la vida contemplativa y ac- - liva; especialmente los mas nobles de ella, que son en provecho de las almas. Esta vida, por ser unas perfecta, como dice santo Tomas (D. Thom. 2, 2, q. 179, art. 2 ad 2), escogid el mismo Cristo en el tiempo de su predicacion, y en el mismo tiempo la siguié su pre- cursor san Juan, y en ella le imilaron sus Apéstoles, y despues los- sagrados Doctores y otros esclarecidos Santos de la Iglesia (D, Thom. 3 p.g. 40, art. 1 ad 2, 3; 2,2, g. 182, art. 2); los cuales como An- geles , subian 4 lo supremo de la escala, donde Dios esta arrimado, aniéndose con él por la contemplacion, y despues bajando hasta lo mas bajo de la misma escala, donde Jacob estaba dormido, desper— tando y avivando 4 los hombres en el servicio de su Criador. Y aun- que esta perfeccion ,.como dice Casiano (Collat. xix, ¢. 9), es rara Y concedida 4 pocos; pero todos los varones espirituales deberian pretenderla conforme 4 su vocacion; porque la vida contemplativa, (cuando es’ perfecta con el amor de Dios, engendra luego grande amor del préjimo y celo de su salvacion ; el cual, como dicen los santos Padres, es el don mas precioso que podemos ofrecer 4 Cristo, siendo sus ayudadores en la conquista de las almas, dando, si es ienester, la vida por ellas; y asila misma contemplacion , por cum— plir la voluntad de Dios, interrumpe sus obras por salir 4 ganar almas que amen 4 Dios, y le glorifiquen. Y como Marta viendo la quietud de su bermana Maria se quejé 4 Cristo nuestro Sefior, maes— 4ro de ambas, pidiéndole la mandase que la ayudase; asi por otro extremo Raquel, que es figura de la vida contemplativa, viendo la fecundidad de hijos que tenia su hermana Lia, que es figura de la vida activa, se quejé 4 Jacob marido de ambas, y le dijo (Genes. xxx, 1): Dame hijos como 4 mi hermana; porque de otra manera moriré de pena; porque quien tiene perfecta contemplacion y amor DE LA VIDA ACTIVA ¥ CONTEMPLATIVA. 17 de Dios desea como san Pablo engendrar hijos espirituales para Cristo; y el celo de esto le abrasa las enlraias, y muere de pena cuando estos mueren, y vive alegre cuando estos viven. 2. Esta es la suma de las cosas que abraza la vida activa y con- templativa, y la compuesta de ambas, las cuales he de procurar con- forme 4 mi posibilidad, pidiéndoselas 4 Cristo nuestro Seiior con es- tos celoquics Ui olros semejantes. 1.° OQ dulcisimo Jesus , que te hospedaste en casa de Marta, y alli te.hallé su hermana Maria ; concédeme que te hospede yo en mi alma, limpiandola y adornandola con ejercicios de vida activa, como Marta; pero de tal manera, que juntamente oiga y contem— ple tu doctrina , como Maria. 2.° © Salvador piadosisimo, que reprendiste la demasiada soli- citud y turbacion de Marta, y aprobaste la quietud y sosiego de Ma- ria; suplicole que de tal suerte ejercile las obras de la vida activa en tu servicio, que no me turben las congojas que trae consigo, so- segandolas con {fa paz y quietud de la vida contemplativa. 3.° © Amador de las almas, por las cuales veniste 4 este peque- fio lugar del mundo, deseando hospedarte en ellas; concédeme que de tal modo escoja la mejor parte de Maria, que no me olvide de la buena parte que cupo 4 Marla, trabajando por el bien de las almas, para que ellas y yo te hospedemos como deseas , y despues nos hos- pedes en tu cielo como deseamos. . 4.° O Bien mio y gloria mia, no permilas que me aqueje tanto el cuidado de otros, que me olvide de mi mismo, descuidandome de contemplar tu doctrina soberana. Enfrena, Sefior, el orgullo de Mar- la, para que dé su lugar y tiempo 4 Maria; y espolea 4 Maria, para que no deje del todo sola 4 Marta. - B.° O Remediador de los pecadores, que por las oraciones de Marta y Maria ’resucilaste 4 su hermano Lazaro ; concede 4 todos los * fieles de tu Iglesia, que nos juntemos con hermandad 4 rogarte por los pecadores hermanos nuestros, para que los resucites 4 la vida de Ja gracia ; con la cual comiencen 4 ejercitar las obras de estas dos vidas, activa y contemplativa, con tanta perseverancia , que lodos alcancemos la vida eterna. Amen. BJ VARTE IW. INTROBECCION. § Vi. Del modo excelentisimo como Cristo muestro Sefior junto la vida contem- - plativa con la activa. 4. Resta que declaremos et modo excelentisimo como Cristo nuestro Seiior en el tiempo de su predicacion janté ambas vidas para nuestro ejemplo ; lo cual bizo en dos maneras. -La primera, repar- tiendo el tiempo en dos partes, y dando les dias & hos prégimes , to— maba las noches para la oracion recogida, en ka forma que dice san Lucas (Luc. vi, 12; Matth. xrv, 23; Mare. vi, 46): Exit in montem orare, et erat pernoctans in oratione Dei: faé al monte 4 orar, ¥ es— tavo toda la noche en la oracion de Dios, en ha cuales palabras se apunta el aparejo que Cristo maestre Sefior hacia para sa oracion, el tiempo que duraba en ella, y el fervor que tenia ( D. Greg. Lib. VE Moral. ¢. 17), haciendo todo esto no por su necesidad , sino per Huestro ejemplo. E} aparejo era escogiendo todo lo que ayuda para et recogimiento, cuanto al lugar, tiempo y compaiiéa, porque toma- ba lugar sofario, y el tiempo de la noche , que es mas quieto, y estaba solo, sin tener otro testigo de sa oracion mas que 4 su eterno- Padre, 4 quien oraba en lo escondido y secreto de sa eorazan. 2. El tiempo que duraba orando, era largo, trasnochando en este ejercicio, y perseverando hasta el amaneeer ; porque 4 la alteza de la contemplacion no se llega ordinariamente sin recogimiento muy estrecho y prolongadd, luchande como otro Jacob ( Genes. xxxn, 24) toda la noche hasta la maiiana, para alcamzar la bendicion de Dioe. ¥ por esto dijo el Sabio ( Eecli. vn, $), que era mejor el fim de la oracion que el principio, presuponiendo que ha de haber distancia del principio al fin; y por consiguiente, que ha de ser larga, alcan- zando en el fn mucha mayor perfeccion que tuvo en el prineipio. 3. La alteza de la oracion de este Sefior declaré et Evangelista con ta frase que la divina Escritura (Psadm. xxxv, 7: monées Dei) declara las cosas muy altas , Hlamandole oracion de Dios; esto es, oracion allisima y levantad{sima, oracion digna de Dios ; por la cual, como dice Jeremias (Thren. m1, 28), et varom que esta solo, com si- lencio se levanta sobre si mismo, y sube hasta juntarse con Dios. La causa porque esta oracion se llama de Dios es, porque todo cuanto hay en ella es de Dios; y asi tiene cuatro excelentes propiedades to~ das de Dios.-La primera, que procede del mismo Dios, y de la ins- piracion de su divino Espiritu ; el cual , como dice san Pablo ( Rom. DE LA VIDA ACTIVA ¥ CONTEMPLATIVA, 19 vut, 26; D. Bona. Opusc. de itineribus acternit. iner. 2, diet. 5), ora en nesotros , inspirandonos la meditacion y afectos, las cosas que hemes de pedir, y el fervor con que las pedimos. De otra manera, may tibia sera ka oracion que no fuere prevenida con la inspiracion. -La segunda propiedad es, hacerse en la presencia de Dios, ocu- pande la memoria y entendimiento en solo Dios, y en conversar con él, sia divertirse 4 cosa que Bo vaya ordenada a Dios, conforme & bo que dice David ( Psaka. 1xx, 16) : Enutraré en las obras poderesas del Sefior, y acordaréme de sola su justicia ; este es , de sola su-bon- dad y fidelidad , y las demas grandezas que medito. ~ La tercera pro- piedad es, que la materia de todos los afectos, deseos y peticiones sea Dios, 6 las cosas que manda y quiere Dios, y para gloria de solo Dios ; de suerte que ninguna cosa desee ni pida que no vaya ves— \ida de la voluntad y gloria de Dios; y sobre todo pida al mismo Dios, no contentandose con menos que él, diciéndole como Moisés (Eeod, xxx, 13): Maéstvame, Seior, 4 ti mismo, porque esto me basta, y en esto se encierra odo. 4. Finahmente, aquella oracion se Hama de Dios, cuyo fin y frate es Ja union y transformacion con el mismo Dios por el perfecto amor, haeiéndonos muy semejaotes 4 él, como hijos muy parecides 4 su padre; de donde resulta que las obras que de esta oracien pro- ceden, participan la misma alteza; y cuando la oraciom es oracion de Dios, tambien la justicia sera como montes de Dios, y la mise- Ticordia sera misericordia de Dios (II Reg. 1x, 3), y las viftudes se- ran virludes de Dios; y tambien los que Jas ejercilan seran, como dice el profeta David (Psalm. txxx:, 6), dioses por participacion. - Esta es la oracion excelemisima que Cristo nuesire Seiior ejercitaba, cuyos afectos maravillosos deseubrié en la oracion que hizo en gu bautismo y transfiguracion, como en su ugar verémos, y 4 ella de- bemos auhelar todos; porque aunque es muy levantada y ardua, pevo con la inspiracion y socorro del eiele. ne sera difieullosa. &. De este recogimiento tan divino salia Cristo nuestro Seftor a ejercitar las obras de la vida activa, juntando tambien con ellas por otre seguado modo.-la oracion, porque de ordinario oraba primero brevemente, como ord cuando hizo el milagro de los cineo panes, cuando dié salud 4algunos enfermes y endemoniades , y cuando re~ sucité & Lazaro. ¥ lo mismo baria en las demas obras, aunque se- crelamente, enseiandones con este ejemplo que la vide contempla- tiva y la activa se han de hermanar, no solamente en ua mismo dia, ea tiempes diferentes, sino tambien en una misma hora, acompa- ' 2 PARTE ILL. INTRODUCCION. fiando las obras de la vida activa con alguna breve oracion; y levan— tando, como dice Jeremias ( Thren. m, 41; D. Greg. lib. XVIII, ¢. B), juntamente las manos y los corazones al cielo; las manos para obrar, y los corazones para orar, al modo que se dijo en la introduccion del tomo I. 6. Finalmente, las obras de Ja vida activa, que Cristo nuestro Seiior ejercité en este tiempo, fueron gloriosisimas para Dios, y pro- vechosisimas para los hombres, porque desde el Bautismo comenzé a publicar su nueva ley de gracia, y 4 entablar la doctrina de la per- feccion evangélica ; la cual declaré con admirables sermones, ejer— cité con herdicos ejemplos, y confirms con esclarecidos milagros. Los sermones fueron mezclados con razones muy altas, y con palabras muy apacibles. Los ejemplos fueron eminentes en todo género de vir— tudes, poniendo primero por obra lo que habia de ensefiar con la palabra. Los milagros fueron maravillosos en todo género de cosas, Y provechosos 4 toda suerte de personas en sus cuerpos y en sus almas, con mezcla de admirables virtudes, descubriendo tambien en ellos la omnipotencia y divinidad de su persona. - Esta fue en suma la vida de Jesucristo nuestro Seiior en el tiempo de su predicacion, de la cual se celige que las cuatro cosas que en ella resplandecieron, conviene & saber, oracion, sermones, ejemplos y milagros, seran materia muy copiosa de las meditaciones de esta parte III para sus- tento de la vida contemplativa, aunque mi intencion no es meditar— las todas, sino las mas principales; y en ellas no iré atado al érden con que sucedieron, por recoger juntamente algunas meditaciones de cosas que tienen semejanza entre si, y van enderezadas 4 un mis- mo fin, para que los deseosos de alguna virtud hallen juntas algu- nas meditaciones que ayuden 4 su pretension. 7. Y¥ porque estas meditaciones son propias de los que pasan del eslado de principiantes al estado de los que aprovechan en las vir- tudes, me parecié advertirles lo que dice san Agustin , por eslas pa- labras (In Psalm. txv, in fine): Multi languescunt in orando, et in no- vilate suae conversionis ferventer orant; postea languide, postea frigi- de, postea negligenter : muchos hay que en el principio de su con- version oran fervorosamente, con grande atencion y devocion; mas poco despues se entibian y oran flojamente con distracciones y afec~ tos muy remisos; despues oran friamente con sequedades y durezas de corazon ; y despues oran negligentemente con grandes interrup- ciones y quiebras. Y lo peor es, que con todo esto se tienen por se- guros, sin reparar en que durmiendo ellos, vela su enemiga, y cor— DE LA PREDICACION DE SAN JUAN BAUTISTA. ot ren peligro de morir 4 sus manos; por lo cual dijo Cristo nuestro Seiior (Lue, xv, 1: Vigilant hostes et dormis tu?) : conviene siem- pre orar y no desfallecer ; esto es, orar con tal fervor y perseveran- cia, que no cesemos ni aflojemos.en el ejercicio de la oracion , apa- rejandonos para ella con tanta diligencia , que favorccida del divino Espiritu merczca el nombre de oracion de Dios. . MEDITACION I., DE LA MARAVILLOSA VIDA Y PREDICACION DE SAN JUAN BAUTISTA, HASTA EL BAUTISMO DE CRISTO NUESTRO SENOR. —Antes de la medilacion del bautismo de Cristo nuestro Seiior pondré algunas del Bautista; asi por pedirlo el érden de la historia, como porque en ellas se veran practicadas las virtudes fundamenta- les de la perfeccion evangélica. — Punto parmero. - De la penitencia corporal.— 1. Lo primero, se ha de considerar como el glorioso Bautista (Zuc.1, 80; 1, 2; Matth. m, 4; Mare. 1, 4) desde su nifiez estuvo en el desierto muchos aiios, hasta que comenzé 4 predicar, haciendo una vida milagrosa; en la cual se seiialé especialmente en estas cuatro virludes, que son las cuatro colunas en que estriba la perfeccion evangélica.-Lo prime- ro, se esmerd en la penilencia y aspereza corporat, en todas las co- - sas que se puede ejercilar con gran rigor. En la comida, comiendo langostas y miel silvestre , la que topaba por los campos. En el ves- lido, vistiéndose una vestidura tejida de pelos de camellos, y cifién- dose con una cinta muy aspera. En el aposento y cama, recogién- dose en alguna cueva 6 hendidura de las peiias, y durmiendo en el suelo, sufriendo con admirable paciencia los frios y calores, y las in- jarias de los tiempos. Donde ponderaré, que hacia todo esto, no en castigo de pecados pasados, pues fue santificado en el vientre de su nadre, y nunca hizo pecado grave, sino para preservarse de peca- dos muy ligeros, y para domar su carne y tenerla rendida al espi- tila, y para disponerse 4 recibir los dones del cielo, los cuales or— dinariamente no se alcanzan sino por semejanles asperezas. Y de aqui scaré deseos entraiiables de imitar 4 este Santo en lo que es imita- ble, conforme 4 mi flaqueza, abrazando la aspereza corporal que pu- diere , castigando mi carne, y ofreciéndola en hostia viva, santa y agradable 4 Dios (Rom. x11, 1), no solamente por los fines dichos, . ino tambien en satisfaccion de los muchos pecados que por su caus@ 22 PARTR Wb. MBEDITACION 5. he cometido; y posque esta librea es propia de les criados del Rey celestial, pues , como dijo Cristo nuestzo Seitor (Math. x+, 8), loo que van por contrario camino : In domibus requ sunt, viven en loa palacios de los reyes terrenos , y précianse de ser sus eriados; pero yo, Rey eterno, quiero preciarme de ser criado vaestro; y asi de hoy mas me vestiré de esta librea, trayendo ea mi cwerpo yuestra mor- tificacion, como la trajo vuestro santo Precursor. 2. Lo segundo, se ocupé en oracion y contemplacion perpétua y muy levantada, teniendo por singular privilegio al mismo Espi- rilu Santo por maestro ; el cual le Ilevé 4 la soledad, y alli le habla- ba al corazon (Osee, 11, 14), enseiandole con maravillosas ilustra— ciones y consuelos, con mas abundancia que 4 Moisés, Elias, David y & todos los Profetas que le precedieyon. ¥ entre olras razones pon— deraré esta, porque come no es posible vivir sin algun deleite, cuan- to uno mas se priva por amor de Dios-de los deleites de la carne, tanto con mayor abundancia recibe los deleites del espiritu. (D, Greg. Lib. XVIII Moral. c. 8). ¥ como san Juan renuncié totalmente las riquezas, honras, dignidades y los regalos de la casa de su padre, y afligia su carne tan asperamente, premiabale Dios con el ciento tanto, comunicdndole inefables gozos celestiales; de modo, que eb desierto era para él casa de recreacion, y la cueva era como cielo, y la soledad era ocasion de compaiia, conversando siempre con los Angeles'y con el mismo Dios; de donde sacaré grande aliento para las asperezas del cuerpo, pues asi las premia Dios con regalos del cielo, y juntamente grande aficion 4 la oracion y trate con Dios nues- tro Senor, donde tanto consuelo y aliente se recibe , precurando sa- bir juntamente al moste de ta. mirra, y al collado del incienso ( Cant, tv, 6; D Greg. Lib. I Dialogor. c. 1), porque uno ayuda 4 otro; y para eslo suplicaré al Espiritu Santo sea mi maestro interiormente, aunque no por eso tengo de dejar 4 los maestros de espiritu que Dios ha puesto en ta tierra, porque no querra usar conmigo del pri- vilegio que concedié 4 san Juan. : 3. Lo tercero, se esmeré en grande fortaleza y constancia, per- severando lantos aiios en estos dos géneros de ejercicios : y es muy creible que en este tiempo padeceria gravisimas tentaciones y: ba- tallas del demonio ; porque si Cristo nuestro Seiior las padecié en los cuarenta dias que se recogié al desierto, cuanto mas las padeceria san Juan en discurso de tantos aiios, haciendo vida tan admirable, de la cual Satands tenia rabiosa envidia, deseando derribarle, por- que siempre desea tragar al manjar mas eseogido, y tiene fiducia de DE LA PREDICACION BR SAN JUAN BAUTISTA. 23 sorber al rie Jordan (Job, 1%, 18); esto es, al santo mas penitente. Pendriale delante los regalos que tendria en casa de sus padres y entre sus deudos ; a dignidad del saeerdocie que Je venia por he- rencia ; la terribilidad de la vida que comenaaba , y otras batallas 4 este talle invisibles y visibles, permitiéndolas Nuestro Sefior para ejercicio de este Samto, y para que creciese en toda virtud y forta— lezas, porque le resistia valerosamente, y triunfaba siempre de su enemigo. 4. Lo-cuarte, se seialaba en la pureza de corazon, apartandose de culpas muy ligeras, y en el fervor de crecer en todas estas virtu- des; por lo cual dice san Lucas (Luc. 1, 80): que crecia, y se iba confortando en el espirilu: esto es , que crecia en el cuerpo y tambien en el espiritu ; porque el Espiritu Santo le confortaba y ayudaba, campliéndose en él lo que dijo David ( Psalm. txxxnt, 6): Bien- aventurado el varon 4 quien ta ayudares, porque con tu ayuda tra- ‘ara de crecer dentro de su corazon, y subira de virtud en virtud, hasta ver 4 ti Dios verdadero en Sion. - Estas cuatro cosas en que sam Juan se sefialé, son las mas eficaces que hay para subir 4 la cumbre de la perfeccion, y 4 ser grande en los ojos de Dios, 4 quien suplicaré por los méritos de este Santo, me las conceda conforme 4 mi caudal y 4 mi estade. O Espiritu santisimo , confortad mi'flaco espiritu, para que 4 imitacion de este valeroso Preeursor castigue con rigor mi carne, y resista coa valor 4 los espiritus malignos, y _ aproveche cada dia en la contemplacion y en las virtudes eelestiales, Cociendo como la luz de la mafana hasta legar.al perfeeto dia. en. Ponte szcunpo.— 1. En teniendo perfecta edad ( D. Thom. 3 p. 4. 38; Luc. ui, 3; Matth nu, 2), sulié por las riberas del rio Jordan 4 predicar el bawtismo de penitencia en remision de los pacados , diciendo : Haced penitencia , porque se acerca él reino de los cielos; y acudio a él mucha gente de Jerusalen, y de toda Judea, para que los bautizase, con- fesando sus pecados. Aqui se ha de ponderar, quién.movid & san Juan 4 estos ejercicios de predicar y bautizar, con qué espirilu lo hacia, qué cosas predicaba, y con qué frute.—Lo primera, el que le mo- vio fae el mismo Espisitu Santo que le habia ‘levado al desier- to, porque propio es de este Espiritu divine, despues que hace 4 sus eseogidos muy perfectes, moverles & que procurer hacer perfectos 4 otres; y asi movid & san Juan para que saliese 4 predicar, ¥ apa- rejar un pueble perfecto para Cristo nuestro Seiter. (Luc. 1, 17).De- nnés de esto, camo habia esiado tantos ales en la seereta bogeda de aw PABTE III. MEDITACION I. los vinos de Dios (Cant. 1, 4), embriagandose con et vino fortisimo de la caridad, ella misma le hizo salir de aquel recogimiento, para convidar 4 los hombres al servicio de su Amado. De suerte , que amor de Dios, y amor del prdjimo, y la obediencia 4 la inspiracion del Espiritu Santo , le hicieron salir 4 lo publico, y manifestarse en Is— rael. De donde sacaré los motivos que debo tener para semejantes ejercicios, si deseo no errar en ellos. 2. Lo segundo, el espiritu con que predicaba era por una parte celoso y terrible, como de un Elfas ; y por otra parte misericordioso y compasivo, como de un Moisés; porque con los fariseos y saduceos, que eran mas duros, mostraba gran celo con palabras terribles y ” amenazas espantosas, diciéndoles ( Matth. 1, 7): Linaje de viboras, équién os ha ensefiado a huir dela ira que os amenaza? No os contenteis con tener por padre d Abrahan, porque poco os aprovechard, si vosotros sois malos, y de piedras hard Dios hijos de Abrahan (Luc. u1, 8) en quien cumpla sus promesas, Pero 4 la muchedumbre del pueblo y & los publicanos y soldados acogia con gran misericordia,, sin excluir a ninguno, dandoles consejos saludables en razon de cumplir con sus oficios , y de no hacer agravio 4 nadie, y de hacer bien 4 otros , dan- do limosna de lo que taviesen, etc. 3. Lo tercero, la materia de sus sermones era exbortar 4 peni- tencia, haciendo frutos dignos de ella, y 4 esto movia con la espe— ranza del premio eterno, porque se acercaba el reino de los cielos; y tambien con amenazas del castigo elerno, porque la segur eslaba puesta 4 la raiz: y todo arbol que no llevare fruto sera cortado y echado en el fuego, y Dios tiene el bielgo en su mano para limpiar la era del mundo; y el trigo, que son los buenos, recogera en las trojes del cielo; y la paja, que son los malos, echard en el fuego que nunca se ba de acabar. Todo esto aplicaré 4 mi mismo, exhor— tandome 4 hacer penitencia por estos dos litulos, esperanza de pre- mio y temor de castigo, imaginando que quiza esta ya la segur & Ja raiz del Arbol de mi vida para cortarla; y que si no me enmiendo, seré paja que ha de ser cebo del fuego eterno. 4. Lo cuarto, el fruto de su predicacion fue copiosisimo, porque innumerable gente de todos estados concurrian 4 él, y le obedecian, y se dejaban bautizar con tantas muestras de humildad y arrepenti~ miento, que le confesaban y declaraban sus pecados. (Matsh. ut, 6). ¥ lo que mas admira es, que con no hacer milagros persuadia es~ to, porque tenian sa vida por un continuo y muy sefialado milagro. Por donde se ve cadn eficaz es la vida ejemplar del predicador para DE LA PREDICACION DE SAN JUAN BAUTISTA. 3 persuadir lo que predica, aunque sea la cosa muy dificultosa, y el que lo oye muy duro de corazon. 0 Padre elerno, desperlad en vues- tra Iglesia muchos imitadores de este soberano Precursor, que va— yan delante de vuestro Hijo aparejandole un pueblo perfecto, pre- dicando su sanla ley con celo y misericordia, confirmando con la vi- da lo que dicen con la palabra, para que cojan fruto copioso de mu- chas almas que alcancen la vida eterna. Amen. Ponto renceno.— 1. El tercer punto es, considerar como crecié. lanto la autoridad de san Juan con el pueblo, que vinieron, como dice san Lucas, 4 pensar en sus corazones si era por ventura el Cristo y Mesias prometido, y algunos le tenian por tal; pero el santo Precursor, cuando lo entendi6, 6 por revelacion de Dios, 6 por pa- labras 6 seiiales que de ello daban, al punto lo contradijo, dicien- do: Fo os bautizo con agua; otro vendra mas fuerte que yo, d quien no merezco desalar la correa de sus zapatos; este os bautizard en Espiritu Santo y fuego. Aqui se ba de ponderar la rara humildad de san Juan Bautista, la cual descubrié en tres actos herdicos en medio de su grandeza. —Actos de humildad.— El primero fue, no envanecerse con Ia vida tan dspera que hacia, ni con los excelentes dones y fa- vores que recibia de Dios en la contemplacion , ni por el aplauso del pueblo, ni por la grande opinion que de é] tenian, ni por la grande honra que todos le daban. Lo cual es cosa rara, como dice san Ber- nardo (Serm. 13 in Cant. et 42; Epist. 42; D. Greg. Lib. 1 Mo- ral. c. 26), porque es de muy pocos y muy esclarecidos santos, juotar humildad con inocencia y con santidad muy honrada y ve- nerada, Y en esto san Juan, aunque nazareo (Num. v1, 8), fue di- ferente de los demas , porque no crié cabellera de altivos pensamien- tos, sino eché siempre hondas raices en el abismo de su nada. 2. Elsegundo acto fue, confesar publicamente su propia bajeza, y la grandeza de Cristo nuestro Sefior, diciendo : Aunque me teneis por tan grande , sabed que hay otro mas fuerte que yo, y mas po- deroso en la palabra y en Ja obra; y el exceso que me hace, no es como quiera, sino tan grande, que no soy digno de ser el minimo de sus esclavos, ni de hacer el oficio mas bajo en-su servicio, que es desatarle la correa de sus zapatos. Por donde se ve, como el perfec- tamente humilde, cuanto es mas santo, tanto se tiene por mas vil y hajo en los ojos de Dios nuestro Seiior, juzgandose por indigno de ser su esclavo; y no contento con lenerse 4 si mismo en tal opinion, quiere que todos tengan de él la misma. 3. El tercer acto fue, apocar su bautismo, engrandeciendo el de % PARTE IN. MEDITACION II. . Cristo, dictende que el sayo era de agua sola, sin tener virted de perdonar pecados, ni lavar el alma; pere que otro vendria que los bautizaria con un bautismo por el cual les diese el Espirita Santo y el fuego del divine amor ; ea lo caal tambien se descubre comoed perfecto humilde apoca y desprecia sus obras, en cuanto sen sayas, Yy 20 quiere que los hombres hagam mas caso de ellas de lo que me- recen; pero juntameate engrandece las obras de Dios, quiere que todos las estimen oom es razon. —Penderando estos tres actos de hu- mikdad sacaré grande confusion por la falta que tengo de ellos, si- guiendo la inclinacion de la soberbia que me lleva a todo lo con— trario, y haré grandes propdsitos de imitarlos conforme 4 mi esta- do y calidad; porque sin esta hamildad no hay santidad verdadera, ni grandeza segura, ni podré bacer mi oficio, de mode que agrade & Dios y 4 las Angeles, y edifique 4 jos projimos. 0 glorieso Precur- sor, gézome en el alma de veros tan humilde, con ser de Dios y de los hombres tan honrado; suplicad al Sedior que os did tan rara hu- mildad , me dé alguna parte de ella, para que no pierda por miso- herbia el bien que Dios me hubiere dado por su gracia. ( Mio. vi, 14). O alma mia, pues tienes dentro de ti bastante causa de humil- dad, por la mucha pobreza y miseria de tu espirilu, reconoce lo que eres, y apdcale como mereces, porque cuanto agrada 4 Dios el rico hamikde, tanto le desagrada el pobre soberbio. (#celi. xxv, 4). MEDITACION If. DE LAS PREGUNTAS QUE HICIERON A SAN JUAN SOBRE QUIEN ERA; ¥ DEL TESTIMONIO QUE DIO DE CRISTO NUESTRO SENOR Y DESI MISMO, EN QUE DESCUBRIO SU RARA HUMILDAD Y SANTIDAD. —Creciendo el rumor del pueblo, de que san Juan era el Mesias, enviaron los judios de Jerusalen algunos sacerdotes y levilas para que le hiciesea algunas preguntas sobre quién era (Joan. 1, 19), en " cuyas respueslas descubrié san Juan cuatro actos herdicos de hu- mildad, que son fundamento de la vida espiritual en su supremo grado, con los cuales andan trabados otros muchos, asi de esta vir- tud, como de otras. — Punto paimero.— 1. La primera pregunta fue: 5 Tu quien eres? &Por ventura eres Cristo ? A la cual luego confesd, y no nego, y confeso diciendo : Yo no soy Cristo. -Kin esta respuesta resplandece el pri— mer acto herdico de humildad de este Santo, el cual estaba tan fun— DE LA PREDICACION DE SAN JUAN BAUTISTA. 2 dado en no usurpar para si fa honra de Cristo, sino darla 4 cuyo era, y 6 quien se fe debia, que al punto con grande aseveracien confeaé la verdad , y no la negé ; y confesé que no era Cristo, y mil veces lo confesara y se ralifieara en ello, si otras tantas se to pre- gunlaran, porque como la soberbia sumamente apetece la excelen— cia de la divinidad de Cristo, y ser como Dios, asi la humildad su- mamenle aborrece lan eademoniada presuncion. Y como aquella s0- berbia echo del cielo 4 Lucifer y sus angeles (dsai. xiv, 11; Ezech. axvit, 2; fob, xi, 23; Act. xv, 18; D. Greg. XXXIV Moral. c. 18), y del paraiso 4 Adan y Eva, y ha echado en el abismo del infierno 4 muches principes y monarcas del mundo, y es sefial de los reproba- dos hijos de Satanas, que es rey de los soberbios ; asi la humildad contraria conservé en su alteza 4 los Angeles del cielo, y al santo Precursor, y 4 108 Apéstoles de Cristo, los cuales con grande cons- tancia desecharon cualquier adoracion y honra dé divinidad que les ofrecian,; y esta es seiial de tos escogides , los cuales en todo y por todo quieren sujetarse 4 Dids, y descan que 4 él solo se dé la honra y gloria de todo Io que es suyo. 2. Tambien ponderaré la astucia de Salanas, el cual envidioso de la santidad de Juan, viendo que no le habia podido derribar con varias tentaciones que le babia puesto, urdio esta de que le ofrecie- sen la dignidad de Dios, imaginando que con esta le venceria, como él fue vencido de ella. Y de la misma manera tienta a los Santos, trazando como les ofrezcan mayores honras y dignidades de las que merecen para despeiiarlos ; pero los escogidus, fundados en verda- -. dera humildad , condcense a si mismos, y aborrecen cualquier pree- minencia 6 dignidad, nombre, tilulo y lugar que excede 4 sus me- recimientos, contentandose con lo que merecen, por no perder uno y otro; antes cuanto se ven mayores y mas honrados, tanto mas se humillan, como dice el Sabio (Eecli, 11, 20), para honrar a Dios. 0 Dios omnipotente , 4 quien de verdad honran los humildes, concé- deme 1a verdadera humildad , para que te dé la honra que mereces, Y aborrezca la que yo no merezco. Punto secunno.— 1. La segunda pregunta fue: ghires Elias? Respondis: No soy. gEres profeta? Respondio: No.-En estas res- puestas resplandece el segundo acto herdico de la humildad de san Juan, que aiiade al precedente ; porque pudiendo decir de si que era Elias (Matth. xvit, 12), al modo que Cristo nuestro Sefior le Namo Elias en el espiritu , no quiso, sino atendiendo al sentido. en que se lo preguntaban, con gran resolucion respondié, que no lo 28 PARTE Il. MEDITACION I. era; porque el humilde no solamente rehusa la honra que no me— rece, sino tambien , cuanto es de su parte, la que merece y pudiera aceptar. Y demas de esto, la humildad es amiga de la verdad pura y sencilla, sin doblez ni apariencia de é1, especialmente en cosas que sirven para su hamillacion; y por esla causa llanamente confesé que no era Elias, 2. Tambien pudiera con verdad decir que era profeta ; pero res- pondié que no, en el sentido que comunmente llaman profetas 4 los que dicen las cosas que estan por venir, porque el humilde inventa modos para encubrir sus grandezas, y huir de Ja honra que por cllas merece. Al contrario det soberbio, que invenla modos, como descu- brir mas de lo que es, por alcaozar la honra que no se le debe, aun- que sea con mentiras y encarecimientos. 3. Finalmente, 4 lodo esto respondié con palabras breves y muy secas, y cada vez mas breves y mas secas, hasla decir secamente, no; porque el humilde verdadero esta tan Iéjos de besar las manos los que le ofrecen honras, 6 le dicen loas y lisonjas , que los trata con sequedad y aspereza; porque ni se paga de la honra 6 fama, ni se recrea, como lo dice el santo Job (c. xxx1, 26), en mirar al sol de la gloria mundana cuando resplandcoe, ni 4 Ja luna de la fama cuando esla clara, ni besa su mano saboreandose en lo que tiene, y en lo que de él dicen. 0 Sol de justicia, de quien tu Precursor reci- bié tanta luz para despreciar el resplandor mundano, ilustrame con olra semejanle que cierre mis ojos para no ver con deleite lo que me ha de cegar con vanidad. . Ponto tercero.— 1. La tercera pregunta fue: Pues gquién eres? ¥ qué dices de ti mismo, para que lo digamos a los que nos enviaron? Respondié : Yo soy una voz del que clama en el desierto, aparejad el ca- mino del Senor, como 'to dijo Isaias profeta, ( Isat. x, 3).-En esta res- puesta resplandece el tercer acto herdico de humildad de san Juan, el cual de tal mancra declaré el oficio que tenia de parte de Dios, que juntameute descubrié la nada que tenia de su cosecha, dicien- do, que su oficio era ser voz y pregonero de Cristo, avisando 4 Jos. hombres que se aparejasen para recibirle. Pero lamése voz, porque como la voz no liene ser ni permanencia de su cosecha, y esla pen— diente del que la dice y del que habla, asi él sentia de si mismo, que de su cosecha no tenia ser ni valor en aquel oficio, sino que todo lo recibia de Dios , que hablaba por él, y cuya voz era. Por donde se ve que la humildad no es ciega para conocer los dones que tiene de Dios, ni muda para confesarlos cuando es menester ; pero entonces DE LA PREDICACION DE SAN JUAN BAUTISTA. 29 jos declara con palabras humildes, en Jas cuales descubre la depen- dencia que tiene de Dios, y la nada que tiene de si, para que de todo se dé la gloria 4 cuyos son. 2, Demas de esto, asi como san Juan no respondié que era hija de Zacarias, y de tribu sacerdotal , sino que era voz de Cristo, pre- cidndose solo de esto; asi el humilde ni se precia de linajes, ni de padres carnales, ni de oficios habidos por herencia , sino solamente de ser siervo de Cristo, consagrado 4 cumplir su voluntad, y esto dice que es, y no olra cosa, cgnforme al dicho de Salomon (Eccles. xr, 13): Teme 4 Dios y guarda sus mandamientos, porque esto es odo hombre ; como quien dice ; En esto consiste el verdadero ser del hom- bre, de que se ha de preciar sobre tode. Al contrario de la sober- bia ( Osee, 1x, 11), que se precia y jacta de la gloria que le viene por los padres y lugares, y cosas semejantes. 3. Ultimamente ponderaré, como san Juan se Ilamé voz que cla- ma, aparejad el camino para el Sefior, porque su vida y doctrina, . sus ejemplos y palabras era voz que exhortaba 4’sanlidad y per- feccion ; y era voz de Dios, por la cual era conocida la grandeza y majestad de Dios, como el hombre es conocido por su voz, 4 cuya imitacion he yo de procurar ser voz de Cristo en todo cuanto dijere y obrare. © Dios eterno, hazme voz de tu Hijo unigénito Jesucristo, concediéndome una vida tan perfecta , que ella seajvoz pregonera de sa gloria, atribuyéndola no 4 mf sino 4 ti, de quien todo lo bueno procede , 4 quien sea honra y gloria por todos los sigles. Amen. Punto coarto.— 1, La ultima pregunta fue: Pues gpor qué bau- lizas , si noeres Cristo, ni Eltas, ni profeta? Respondio san Juan: Yo bautizo en agua. En medio de vosotros esta otro que no conoceis : este es el Mesias que ha de venis, el cual es mayor que yo , y yono soy digno de des- aar la correa de su zapato.-En esta respuesta resplandece el cuarto acto de herdica humildad que tuvo este divino precursor Juan. Lo primero, porque siendo reprendido de que usurpaba el oficie de bau- lizar sin ser profeta , no se excus6, ni volvié por si, y pudiendo de- cir con verdad que bautizaba porque Dios se lo habia mandado; no lo dijo: antes quiso callar, por no honrarse y autorizarse 4 si mismo; porque el humilde gusta de ser reprendido sin culpa, y no quicre ‘lescubrir lo secreto de su honra , si no es cuando conviene para honra de Dios , la cual procura en todo. : 2. Pero mas adelante pasé san Juan, porque delante de estos sacerdotes y levilas ralificé el testimonio que habia dado de Cristo ‘y de si delante de todo el pueblo, apocando su persona y su baulis- 3 TOMO 1, % PARTE IM. MEDITACION 5. mo, ¥ engrandeciendo la persona de Cristo nuestro Seftor (como se ponderé at fin dela medilacion precedente) ; porque como esta geate era tan principal, y habia de llevar se respuesta 4 todo el senado-de FJerusalen , gusté descubrir quiéa era él y quién era Cristo, para que Regase 4 noticia de todos, para que de todos fuese Crista venexade come Mesias, y él tenide por no mas que una vor, y el hautnme de Cristo feese muy mas estimade. que ef suye, y asi te reeibiesem de mejor gana. Por donde se ve con cudnta razon dijo Cristo aveslvo Sefior de san Juan (Math. x1, 7), que no era eaira que se movia & todos vientos, sino firme como fa tierra, porque estaba fundago sobre su nada. ¥. generalmente es propio de los humildes ser cons— tantes en. sus propésites , asi em humillarse 4 si, como en engrande- cer 4 Bios, y gustan de: hacer esto delante de todo el munde, pasa que se dilate mas la noticia de su propia bajeza, y de la grandeaa de Dios. © Dios eterne, que labraste por tu mano este dechado de humildad, y le enviaste delante de tu Hijo; que venia. por maestro de ella; aytidame, para que aprenda de estes ejenrples 4 ser heraib- de, y can la humildad disponga mi corazon para recibir los danes de tu gracia, que niegas 4 los soberbies y concedes 4 los hamildes { Zeaob. xv, 6), levantandolos de su bajeza, para que suban ah al- tera deta gloria por tedes. los sigies. Amen. MEDITACION If. BEL BACTISMO DE CRISTO NUESTRO SENDA. Ponto rrmzno.— %. E) primer punto sera eousiderar como. Cris- to nuestro Seder, cumplidos los tretata aites, se despidté de sx Ma- dre santisima , diciéndole come era ya legado ci tiempo de manb— festarse al mundo, hagiendo oficio de redentor y maestro. Can lo euad se alegré grandemente , por et deseo que tenia de nuestra redencion ; ¥ aunque sintié pena y sotedad de que se le ausentase algunes dias, Hevéto-con gran paciencia, estimando en masla voluntad divisa que la saya, y nuestro provecho mas que st gusto. — Hamildad de Cristo.— Luego Cristo neestro Sener se fué de— recho al rio Josdan (Mails, in, 43; D. Thom. 3 p. 9. 36), donde sam Juan predicaba, y bautizaba 4 todes bos publicanes y pecadores que qzerian recibir sn bantismo; y oyendo entre ellos el sermon, pidid que le bautizase. Sobre esta historia se han de considerar kas ecarrsaxs de este hecho de Criste nuestro Seior. - La primera fue, para eo~— DEL EAUTISHO DRCRISFO. 34 menzas su ofeas de predicador y maestzo, damdones ejemplo de rara humildad , humillandose el Maestro 4 su discipulo , el Redentor 4su redimido , eb Hijo de Dios vivo 4 sa Preeurser y criado, y e! Autor de la saatidad tomando figura. de pecador ; porque siendo Cristo sa- biduaria infinita y maestro de todos, se puso entre los soldedes y Pablicanos 4 oir eb sermon de san Juan; y con ser parisimo sin wan- cia, quiso pedis el bactismo de los pecadores, como si fuera peca~ der; y esto sin haber ley que le obligase , sino de sw voluntad, por fromilfarse 4 semejanza de es demas pecadores: asi come cuando Risio qaise ser circuncidado como los demas nifies que fuerom coa~ eebidos en pecade. © Cordero inocentisinro’, que quitas kes pecados dei mando , {qué 4 ti con este bautismo ? qué 4 li con este lavato- rio de gemle siicia y manchada con pecados? ; Ta, Sedor; quieres sex tenido por pecados, sin serlo, y yo suspiro por ser tenido en op>- nion de juste, siends peeador ! | Oh si quedase consemida mi seberbia esa tan Fare ejemplo de hamildad! De aqu{ sacaré, que todo buen primeipte de cosas grandes ha de ser por ejercicies de-humildad, dis~ poniéndonos con ella para que Dios nos manifieste , obtande por nas- otros, cosas de mucha gloria suya. ¥ por esta causa dice Isaias (ec. xxx, 31}, que los que se bam de sadvar echaran raices hécia abajo, y produciran frates hacia arriba; que es decir : primero por ta humildad se han de esconder debajo de la tierra, como les rai- ces de} arbe!, y despacs se Teanifestaran por obras nrey gleriosas, como el arbol se maniftesta por los fratos..(D. Aug. Serm. 10 de ver- bis Dome). Par tanto, alma mia , si desexs que ba torre de perfoo- ion que pretendes ediGear suba hasta et ciete, paocura bamiHarte hasta el abisme, porque cuanto mas alto ha de ser el edificio, tanto ha de ser mas honde se cimiento. . 2. Tambien sacaré de aqui , que la hwnilded es gran diepesicion para el Bautismo y Penitencia, y paza aleanaar la limpieza det alma qpae en estos Sacramentlos s¢ communica , recopeciéndoure por pecader, ¥ neeesitado de lavarme y purificarme de mis culpas, diciende 4 Neestre Seiior con David (Psaim. 2,9; BD. Greg. in Psalm. re Poe- wi.): Rociame, Seiior, con hisopo, y sesé limpie: evame, y que- daré mas blanco que la nieve. © dulce Jesks, que per lomildad quiste ser Javade de Juzn con si bawtismo de sela agua, lavame cem el agua de tu gracia, ew virted de tw peeciom sangre mescioda com el bisopo de tu hamildad. 0 alma ‘nia, abeanza esta soberana virtad, la cual come hisepo recoge el agua viva de be gracia y b virted de be sangre det Salvader, sacrificada en ba ara dele. cauacon 3° : 32 PARTE if. MBDITACION IH. muchos tormentos, para limpiarme con ella de la lepra de mis pe- . cados. 3. La segunda causa de este hecho fue, para obrar primero lo "que habia de ensefar ; y como pensaba predicar un nuevo bautismo de agua y Espiritu Santo, quiso recibir primero este de sola agua, para que ninguno se desdeiiase de recibir el suyo tan precioso. ¥ de camino quiso honrar el baulismo de su Precursor, y con la obra aprobarle; asi como quiso recibir la circuncision, para que se en- tendiese que aprobaba esla ley, y la veneraba como ley dada de Dios. De donde sacaré la obligacion que tengo 4 guardar los preceptos y consejos evangélicos, porque esto es aprobarlos con !a obra, y ve~ uerarlos; asi como quebrantar la ley, es con Ja obra reprobarla y + despreciarla, y afrentar al que la did, como dice el Apéstol (Rom. t, 28). Y si Cristo nuestro Seiior quiso recibir el bautismo de Juan, sin ser de precepto , por guardar aquel consejo de su Precursor, 4cudnto mas razon es que yo guarde sus preceplos y consejos, ha- ciendo mas cosas de las que estoy obligado, especialmente en mate- ria de humillacion? Punto szauxpo.—— 1. Luego que Cristo nuestro Seiior pidié 4 san Juan el bautismo, estando ya para bautizarle, el Espiritu Santo in- teriormente le revelé como aquel hombre era Cristo, el Mesias, por- que no le conocia de cara. Y rehusando bautizarle, le dijo (Joan. 1, 33): Yo, Senor, debo ser bautizado por ti, gy tu vienes d ser bautizado por mi? Cristo nuestro Senor le ‘respondié : Dejate de eso por ahora, porque ast nos conviene camplir toda justicia, Aqui ponderaré lo pri- mero, de parte de san-Juan, el grande gozo y alegria que sintié su alma cuando conocié Cristo nuestro Seiior, renovandose aqui los jubilos que tuvo cuando le conocié en el vientre de su Madre. Con este gozo junté grande reverencia y humildad , confesando de si mis~ mo que era pecador, necesilado de que Cristo nuestro Sefior le la- vase y purificase con su bautismo de Espiritu Santo ; y lleno de ad- mniracion y pasmo, por verle lan humillado, dijo aquellas palabras : Tu venis ad me? 1 Ta vienes 4 mi para que te bautice? ta, Dios infi- Dito? tu, Salvador del mundo, y perdonador de los pecados? tu que me santificaste en el vientre de mi madre vienes 4 mi? a mf tu cria- tura? 4 mi tu esclavo? 4 mi vil gusanillo? y para que ye le bau- tice con mi bautismo de agua sola, siendo tu autor del bautismo de gracia? {Oh humildad profundisima de mi Sefor! Semejantes afec- tos tengo yo de procurar en mi mismo, especialmente cuando fuere 4 comuigat, ejercitandome juntamente en los dos conocimientos de DEL BAUTISMO DE CRISTO. 33 Dios nuestro Seiior y de mi mismo, y en los afectos que de ellos pro- ceden, los cuales siempre andan hermanados, y el uno ayuda al otro. 2. Lo segundo, ponderaré mucho la maravillosa respuesta de Cristo nuestro Sefior: Asi nos conviene 4 miy 4 tf complir toda jus- licia ; esto es, todo lo que es obra de santidad, 4 mi humillandome 4 ser bautizado, y 4 li obedeciéndome eti bautizarme. Con Jo cual nos didé 4 entender que toda nuestra santidad esta fandada en hu- mildad , y obediencia en humillarnos delante de Dios y de los hom- bres, y en obedecer 4 Dios y 4 sus ministros, abrazandos los tres grados que tienen ambos virtudes. : —Grados de humildud y obediencia. —El primero es , sujetarse 4 los mayores, por cualquier lilulo que tengan alguna mayoria sobre ini, 6 en dignidad, 6 en oficio, 6 edad, 6 ciencia. - El segundo, mas perfecto, es, sujelarse tambien 4 los iguales, gustando de darles la mayor bonra y el mejor lugar, y de obedecerles en lo que desean. siendo bueno, como si fueran superiores que me lo mandaran. ( Phi- lip. 11, 3).-E] tercero, perfectisimo, es , sujelarse tambien 4 los me- mores, con tanto rendimiento y prontilud como si fueran mayores, y en este grado las ejercilé Cristo nuestro Seiior este dia, y son la suma de toda la justicia y santidad que debemos pretender, sujetan- donos, como dice san Pedro (I Peér. 11, 13), & toda humana cria- tara por amor de Dios, en las cosas que son conformes 4 su sanla voluntad, guardando en lo exterior, como dice san Gregorio, la au- toridad y decencia que pide el estado de cada uno, segun las reglas de la pradencia. Demas de esto, con eslas dos virtudes cumplimos toda justicia para con Dios, para con nosotros y para con nuestros projimos , porque nos mueven 4 respelar y ohedecer 4 Dios ; 4 mor- tificarnos, y despreciar 4 nosotros mismos, y 4 dar buen ejemplo & nuestros préjimos, gandndoles la voluntad y teniendo paz en ellos. Todo esto comprendié Cristo nuestro Seiior en esta respuesta ; ¥ asi con este espfrilu tengo de clentarme al ejercicio de estas dos virlu- des, diciéndome 4 mi mismo: Asi te conviene cumplir toda justicia, no parte, sino toda, no con corazon demediado, sino entero y per- fecto ; y aunque seas grande en el mundo, y tengas cualquier dig~ nidad en la Iglesia, te importa cumplir toda esta justicia, humillan- dote y obedeciendo, como Cristo lo hizo con su Precursor. 3. Lo tercero, ponderaré como san Juan obedecié luego con los tres grados que tiene la perfecta obediencia en el medo de obede- cer, cuanto 4 la puatual ejecucion, y 4 Ja pronta voluntad y al ren- dimiento de su juicio. ¥ asi por obedecer 4 Cristo nuestro Seiior Je PARTE TUL. MEBTYACION Ti. Dewtind con grande revereacia, porqae gusta Dies de que ses servos Tindan ga juicio al divine, y ae sean porfiados contra su ordenacion, come fe foe san Pedro ceando era imperfecto, no queriendo dejarse tavar los pits (foam. xan, 8); y perdiera la amistad de Cristo si da- rara en su rebeldéa, come en su jugar dirémes. - Punto yeaceno.—- 1. Viendo el Padre eterno tan humillado 4 su Hijo unigénite, se tave como per obtigado 4 henrarle y autorizarte, porque siempre quiso cumplir la verdad de aquella sentencia, que dice: El que se humillare, sera ensalzado ( Luc. xiv, 11}; y en fo mismo que se humilla el hombre, en eso suele ensalzarle Dios. Si se humilla & sor tenide por idiota 6 por pecador, fe ensalza en materia de sabiduria y saxtidad. Les medios que el Padre eterno tomé para honrar 4 sa Hije en esta ocasion , fueron tres excelemtisimos, los-cua- les ponderarémes per las palabras que nos refieren bes Evangelistas. Aperti sunt ei cock. —E] primer anedio fac , abrivse Jos cielos con un resptander y abertara maravitiesa, que se formé end aine; y-di- ce san Mateo (Matth. m, 16), que se abrieron, a, para d, per su yespeto y para ou honra, para significar que Cristo nuestre Seder era hombre, no terreno (1 Cor. xv, 47), y heche de tierra como al primer Adan, sine hombre cotestial y weardo del ciele, y por oonsi- guiente, qe su vida y doctrina, 6a ley y todas sus obras eran oe Jestiales. Ademés , para significar que se abririan fas puertas del cielo 4 todos los que le #mitasen, porque 4 su imilacion se harian tambien hombres celestiales. ‘Y com esto tambien se confrmabe 1a verdad del tema que tomé san Joan en su predicacion , diciende : Haced peni- Yencia, porque se acerca el reine de les cielos ; porqae abriéndose 4 Cristo nuestro Sevior, se les dié 4 entender qué se abririan 4 todos Jos que kiciesen penitencia y siguiesen su doctrina. 2. San Mareos dice (Marc. 1, 10), que vid los cielos abiertes, para significar que Cristo nuestro Seiior eon su infinita sabiduria penetraba todes tes secretes celestiates (oan. 1, 18), y ast, quece- mo testigo de vista nos descubria fo que alla pasa, y que por su me- dio tambien se abririan Jos cielos‘para nosotros; de modo, que es tando acé en la tierra como sen Estéban (Act. mm, 58), padiésemos very tontemplar Jos secretos del cielo, y toner alls nuestro Urate y conversacien. (PAihp. 1m, 26). | Oh Adan celestial-Criste Jests! Fes- tamente se 08 abren fos cielos para hontares, Pees con vuestra ku- mildad tos habeis merecido y conquistado; razon-es que se abren, conviddadoos & que subais 4 ellos, puss son varestros, (I Cor. xv, 99), Abridios, Seftor, para mi, de modo que funca se me-cierrens DRL RAUTIOWO DE CRISTO. 3S y para esto hartad de ani alma ta indigen del Adaa terreno, impni- sendo en edla vuestra imégen celesiial. 3. Et descendit Spiritus Sendus conporalé specie, sicul columba in apsum, (Luc. 11, 22). —El seguado medio que somé el Padre para honrar 4 su Hijo fue, enviar sobre 4 al Espiritu Santo en figura de paloma; la cual se puso sebre sa cabeza, para declarar con ageela figura exterior la pleuitad del divino Espirita que Lenia dentre de si (Isai. 1,1; D. Thom. 3p. ¢. 39, art. 6 ad 4), desde el primer inslamte de su concepciea , descansando sobre esta vara y Dor de Sest , con ia iamensidad de sus sicle danes; y viao en forma de paloma para significar.-Lo primero, la inocencia, parera y manse~ dambre de Crista, para que todos enleadiesen que aunque se bau- lizaba can hantismo de penitencia, nq era pecador, ni tenia que ver can pecaderes , sino justo, puro y-sencillo came paloma , sia hiel de pecado ni de ira, sin dobiez ni engeiio alguno. (I Pei. u, 22).-Le segumdo, para significar que no solamente eslaba limpio de peca- des , sme que.era e] Cordero de Dios que quitaba les pecadas dell munde; perque como la paloma en tiempo de Nod traje da seiial de haber vesado las aguas del diluvio (Genes. vitt, 11), asi ahora es se~ ial de que con la presencia de Cristo y per sus merecimieatos st acabaria el diluvio de pecades que anegaba el mando. 4. Lo tercere, para significar que este Sear ae seria solitario, mi estéril, simo que engendraria y criaria muchos hijos imitado- res de aa inocencia., de los cuales se biciese waa Iglesia uaida con wnion de ana misma fe y caridad , Se quien se dijese (Cant. wi, 8): Une est columba mea: una es mi palma. 0 Espiritu santisimo, gracias os doy per el glenioso testisonio que habeis dado de la ino- cemoia y santidad de nuestro Salvador. Venid sobre sei como pato- ma, ilonamdo mai alma de pureza y santidad. j Ok si me diéseis alas co- ore de paloma para volar 4 los agujeros.de esta Piedra viva sobre quien hoy descansisteis (Psalm. Liv, 7), para que mi corazon des- canse dentro del suyo, uniéndose com él coa perfecto amor !~Tam- bien paedo ponderar Ja alegria grande que sintié el Bagiista caando vié venir a1 Espiritu Santo sobre Cristo en forma de paloma (Joan. 1, 32),97 ol gaso oon que publicaba esto 4 los que no le habian vis- io, supticando al divino Espiritu esclareaca Jos ojasde mialma, para que con la luz de la fe vea los dones y riqueras inestimables qae hay en Criste nucstre Sedor, para estimarle y amarle come es camn. %. Bb eece vax de ceclie,,.dacons {Moith. ui, 17): Hic ect Poteus mous ditocies , in.qwo miki complacei. — Ei teroaro medio que tom6 el 36 PARTE III. MEDITACION II. : Padre para honrar 4 su Hijo fué, decir con una voz, formada en el aire, no terrible y espantosa, sino suave y amorosa: Este es mi Hijo amado, en quien me he agradado. Cada palabra tiene particular mis- terio. Dice, hic, este; como si dijera : Este que parece puro hombre mortal y pasible ; este que se humilla 4 parecer pecador, siendo bau- tizado con bautismo de pecadores ; este sobre quien bajé esta palo— ma, este es mi Hijo. ¥ no es mi Hijo adoptivo, como los demas jus- - tos que le han precedido, sino Hijo natural y unigénito mio : no es en- gendrado ahora en este bautismo, sino engendrado desde mi eterni- dad; tan antiguo es como yo, tan sabio y tan bueno, porque es Dios como yo ( Psahn. cix, 3): y asi por excelencia es mi Amado, 4 quien yo amé y amo sobre todas las cosas criadas y por criar, y con amor + infinilo como me amo 4 mi mismo; y en él me agrado y me alegro, y me precio de tenerle por Hijo, porque él siempre me agrada y ha- ce todas las cosas que me den gusto (Joan, vit, 29): y asi no te- nia necesidad de este bautismo para que yo me agradase de él; Porque antes me agradaba de tal manera, que sin ¢l ninguao me puede agradar, y por él me agradardn todos los que le imitaren. 0 Padre eterno, gracias 0s doy por Ja honra que bicisteis 4 vuestro Hijo en tal coyuntura, cuando se humillaba por vuestro amor ; g6- zome del amor y del buen agradamiento que teneis en él, por quien os suplico me ayudeis, para que 4 su imilacion haga siempre lo que — os agrada, de modo que os agradeis en mi, 0 Salvador mio, sea para bien Ja honra que vuestro Padre y el Espiritu Santo os hacen en este dia, aprobandoos con tales testimonios, para que seais nues- tro Maestro y Redentor: hacedme, Seftor, agradable 4 vuestro Pa- dre celestial, y digno de que quiera tomarme por su hijo. 6. Ultimamente, ponderaré como por los merecimientos de Cristo nuestro Seiior se comenzé en este dia 4 manifestar el misterio de la santisima Trinidad en la voz del Padre eterno, y en la paloma que representaba al Espiritu Santo. Y asi el Padre no llamé 4 Cristo nuestro Seiior siervo, como.le llamé por Isafas, cuando dijo(c. xu, 1): Veis aqui mi siervo , en quien mi alma se agradé; sino Vaméle Hijo, para descubrir la diyinidad del que en cuanto hombre era sier- vo. Con esta consideracion daré gracias 4 Nuestro Sefior por haber- nos descubierto este misterio, suplicandole esclarezca mi alma para entenderle y venerarle. . Puno cuanto. - Del sacramento del Bautismo. —1. Ei cuarto punto serd, considerar como Cristo nuestro Seiior, segun dice santo Tomas (D. Thom. 3 p. q. 66, art. 2), institayé entonces su bautismo, muy DEL BAUTISMO DE CBISTO. 37 diferente del bautismo de san Jaan, concediéndole la virtud y efica- cia que por estas tres sefiales milagrosas se representaban, es 4 sa~ ber, abrirnos las puertas def cielo, darnos la gracia y dones del Es- piritu Santo, y hacernos hijos adoptivos de Dios, agradables 4 sus ojos, con fe y conocimiento de la santisima Trinidad, en cuya vir- td y nombre se da; y todo con tanta plenitod, que ahora quien muere luego que es bautizado, entra en el cielo sin detenimiento, y recibe la herencia de hijo de Dios, viendo claramente 4 la santisima Trinidad , con cuya vista es bienaventurado. 0 Saivador del mundo, gracias te doy cuantas puedo por haber institaido por entrada de tu ley evangélica un tan suave y provechoso Sacramento, con tantas prerogativas y dones espiriluales como por él se nos conceden. Gracias tambien te doy con todo mi corazon por tan gran merced como me has hecho, en que yo haya sido bautizado, dejando 4 tan- tos hombres sin este santo Bautismo, entrandome 4 mf en el arca de lu Iglesia para que me salve (I Petr. , 20), dejandoles 4 ellos pe- recer en el diluvio: suplicote, Sefior, que nunca se me cierren las puertas del cielo que entonces se me abrieron ; ni se aparte de miel Espiritu Santo que se me di (D. Thom. 3 p. ¢. 38, art. 6 ad 3), ni Pierda la dignidad de hijo de Dios, a que fui levantado, agradan- dote de tal manera, que Ilegue 4 gozar de ti en la gloria. Amen. 2. Tambien puedo ponderar, como Cristo nuestro Seiior este dia no solamente instituyé el sacramento del Bautismo, sino regalé con él 4 su Precursor, cumpliéndole el deseo que mostré cuando dijo: Ego & te debeo baptizari: yo tengo necesidad de ser bautizado de ‘ti; porque propio es de Cristo nuestro Seiior cumplir los deseos de los que le aman, y honrar y premiar 4 los que le sirven y obedecen. Y pues san Juan le obedecié en bautizarle con su bautismo de agua, era muy conveniente que Cristo le bautizase con su bautismo de Es- piritu Santo y fuego ,- lenandole de nuevo de altisimas gracias y dones celestiales. | Oh caan alegre quedaria el santo Precursor, y por cuan bien empleados daria los trabajos de su oficio, recibiendo de Cristo en este dia tan copioso premio de ellos! | Oh cudn bien pudiera decir & Dios lo que dijo Simeon ( Luc. 11, 29): Ahora dejas, Seiior, 4tu siervo en paz, segun tu palabra , pues ban visto mis ojos al-Salva- dor! Mas como era fervoroso-y agradecido, resolvidse de mostrar su agradecimiento en dar piblico testimonio de las grandezas de este Seftor todo el tiempo que Ja vida le durase, como lo hizo. ¥ 4 su imitacion sacaré yo los mismos propésitos en agradecimiento de las mercedes que de mano de mi Redentor he recibido. BS] PARTE Ul. MEDITAGION SH. Ponto quinto.— De la eficacia de la eracien.— 1. Ultimamente, oon- Sideraré como tedas estas maravillas, sega dice san Lacas (Luc. wi, 91), sucedieron estando Cristo aueste Seiieres eracion ; parque en siendo bautizado ce puso 4 orar. ¥ esta esta primera ver que se escribe en ed Evangelio que Cristo auesire Seater erase en Jo oval se nos descubren algunas exocieacias dela oracien , su aecesidad, y "Ta frecuencia can que se ha de hacer. -La primera es, que la ona— ion en su tanto.es medio enwy-eficar para elcanzar de Dies Jas tres waravillas referidas, porque eile nes abre las paestas del cielo, y nes escubre tambien los secretos oclestiales. Y asi de san Pedre se dice {46 X, 11), que orando se ie abrié el cielo. Tambien nos alana la plenited del Espiritu Santo y de sus doses, como los Apésteles orando fueron muchas veces Uenos de Espiritu Santo, came verémes en ia parte V; y erando tambica se oven das yours de] Padre, que Son sus divinas inspiraciemes, y se negocia la diguidad de hije de Dios y los medies para serie agradabile. Y onaado ta oracion se ta cen ia humillacien, como la junio Cristo smestro Stor esta ver, ¢& mas pederosa para tode esio; porque come dice el Sabin { fock. xixv, 21): La oracion del que se humilla penetra basta las sabes, y bara que se rompan Jos cielos , para que desciendan las dadivas y dones que swele dar el Padre de las hombres. : 2. Lo segunde, Cristo nuesino Senor jerts la oracion con e! Bau- lismo, para significar que Ia oracion y devecinn han de acompacar todas nuesiras obras y ¢] eso de los Sacramentos para que se ha- gan y reciban come convieme , suplicaade 4 Nuestro Selior quite les eatorbos que pencn Jes demonies para impedir el frat de estas o0- sas, y com su favor nos aywde para conseguir el dia de ellas. 3. Dems de eslo Cristo mnevire Setior, on siendo baulizade, se puso en eracien , para ensesarmos fa necesidad que tienen les bae— lizados y los Geles de orar, y ceén propio eercicie suyo ha de ser ta oracion, frececathndola muche para prevenicse contra ies tentacie~ nbs que les esperan, y para camenser con ferver la enews vada que han profesade, y pata censervar las graies y demcs que en el Bax- lisme hau recibide. Pere es de creer, que Cristo nnestro Sclior ne 666 enionces selamente con aquel medo de eracien que ¢6 pedir para di, sine con los demas que pone sam Pablo (Philip..xv , 6), dam de gracias 4 su Padre por las movordes que le habia decho y perias que luege esperaba recibir; come eré cuando resucilé & Licare. (Jom. x1, 44-42). A mas, oraba por todes 40s que alli eataben pean ser bautizados, y per éades les qme habiow do: recikir sn hentione, DEL AYUNO DE CRISBO EN EL, BESIERTO. » para que Je recibiesen sm ficeion. Y generalmeale eraba por todos los Bombres , pues para tedos, cuanto es de su parte, inslituia este Sacramento; y sa desep ora qwe tedos le secihicsen, y aleanzasea las gracias y dones que por aquellas sevistes se sigmificaban. -De to- das estas consideracienes he de sacar grande estima y afician 4 la oracion , y grandes propdsites de ejercitarme on ella, mirende & Cristo nuestre Sefer, por carpos merscmientes pediré.4 la sanlisima Trinidad me coaceda este espiritu de oracioa con da oficacia dicha, MEDITACION IV. RE COMO CRISTO NUZSTRO SENGR, DESPUES DEL BAWTISMO, SE FUE AL - PESIERTO, ¥ AYONG OBABENTA DidS ¥ CUARENTA NOCHES. Porro parvzse.— 1. Le primero, cgasideraré como Cristo nues— iro SeSor, en siendo bautizado, como dice sam Lucas (Lac. rv, 12): Lene de Espiritu Santo se parti del ree Jordan, dejando lacompakia de san Jaan y de ia otra gente que atli estaba : ponderando lacausa porque hizo este, que fee para ejerctar algawas vireades propias do bos que estén Henos de Espiritu Santo.-La primera fue, su querida pela hoyende las shabannas humenas y tas howras’ mundanas; la muchodamabre del pueblo que habia visio y cido las ma- vias que pasaron en so Baulisme, no cesaran de alabarle y he Tarle, y asi quise Wuir y esconderse, no porque 41 tuviese petigno da vanidad,, sino para enseiiar con este ejemple & los que. le tememes, que heryamos tos tageres y ocasiones de mwestras alabamves, espe- crdmente & los primorpios, cuando la virtud ests tierma y corre po- ligro de perderse en flor cen et viento de la vaaidad,, comose excribe en Job (c. rm, 13}, que se pierde ta virvad de los hipéontas. 2. “Lo segunde, se fué det Jordan, para significar que les earo— nes Henes de Expiriiu Samo, aunqee no desprecian. las cerememias exteriores , cual ora -el danliamo de sola agua; pore en cumplienda con ellas fuego 2 Tetiran 4 das iaiorwores, y 4 ejercicios de virtad mas fevantades y espirilanles , porque no ce diga de otles bo que el mismo Seitor dijo de les feriseos( Math. xv, 8), que hacien grande aso de estos levaterios extettores: Este pachlo solamente me boure Con bes labios y com extorieresweremoning, y sa ceraren esth Mijesde Ts y 1 ay de vosetres, hipéeritas, que Himpizis por de facra el vase y a plato, y de dentro estais llenos de inmundioias |{ Meth. xxv, 25). 40 PARTE IIT. MEDITACION IV. 3. Lo lercero, se reliré del Jordan, para significar que quien esta Ileno del divino Espiritu, y ha visto los secretos del cielo, y gus- tado en la oracion la suavidad de Dios, luego desea huir el bullicio y trafago de la gente, para rumiar 4 sus solas lo que ha visto, y en- mas de veras 4 la contewplacion de lo que se le ha mostra- do. © dulcisimo Jesis, lléname del Espiritu Santo, de que estahas leno, para que comience 4 imitar el ejemplo que me disle, retiran- dome 4 orar 4 sus tiempos del modo que te retiraste. Ponto secunpo. - Del impulso del Espiritu Santo. — 1. Lo segun- do, consideraré como luego el Espiritu impelio y guid d Cristo nuestro Sehor al desierto, donde estuvo cuarenta dias entre las bestias. Aqui se ha de ponderar, qué espfrita movié 4 Cristo, con qué modo, 4 qué lugar , por qué causas, y en qué se ocupaba. - Lo primero, Cristo nuestro Sefior no fue movido 4 esla jornada por espiritu de vanidad, ni por impetu de pasion, ni por solo espfritu humano, sine por el Espiritu Santo, de quien estaba leno; en lo cual se nos enseiia la diferencia que hay entre los hijos de Dios y del Adan celestial, y los hijos de este siglo y del Adan terreno, porque estos en sus obras son movidos por impelu del espiritu malo, que es espiritu del de- monio, 6 mundo, 6 carne, 6 espiritu propio, torcido é inclinado 4 8u propio parecer y propia voluntad; pero aquellos son movidos del buen Espiritu , siguiendo sus inspiraciones ¢ impulsos celestiales, segun aquello de san Pablo (Rom. vit, 14): Los que son wovidos” del Espiritu de Dios, estos son sus hijos; y si me precio de hijo de Dios, he de procurar en todas mis obras seguir el impulso de su di- - vino Espiritu, y no su contrario. 2. Lo segundo, el modo como este Espiritu movid 4 Cristo fue, como dicen los Evangelistas, con presteza, con eficacia y con sua- vidad ( Mare. 1,12), porque siendo bautizado, stauim, al punto, ex- pulit, le arrojé y le impelié eficaz pero suavemente , como quien le guiaba y levaba de la mano; en lo cual se ve las propiedades del Espiritu Santo en sus inspiraciones 4 lo bueno, porque es enemigo de dilaciones y tardanzas, y de tibieza y flojedad en las obras, y juntamente de violencia y repugoancia en ellas, disponiendo todas las cosas (Sap. vin, 1) fortilér ef suaviter, con fortaleza y suavi- dad, y los que son hijos de Dios hanle de obedecer con la misma presteza y eficacia y gusto, alegrandose de seguir su direccion sin divertirse & otra cosa, como los santos cuatro animales iban donde quiera que les llevaba el impelu del espiritu que les movia, sin vol- ver atras, (Ezech. 1, 12). DEL AYUNO BE CRISTO EN EL DESIERTO. - AL 3. Lo lercero, el lugar 4 donde le impelié y guid, fue al de- sierto; de suerle que no le movié 4 ir 4 Jerusalen, 6 4 lo poblado - de las ciudades, para conversar y tratar con los hombres, sino por entonces le inspird que fuese al desierlo y soledad, y & eslar entre las bestias, para que antes de manifestarse al mundo ejercitase al- gunas obras de virtud sefialadas para nuestro ejemplo y ensenanza. -Lo primero, para que ejercitase la humildad; porque asi como cuando nacié fue puesto en un pesebre entre animales, para entrar en el mundo con humillacion ; asi ahora antes de manifestarse al inis- mo mundo vivid cnarenla dias entre las beslias el que cra Seiior de los Angeles, para humillarse por el hombre que por su pecado se habia hecho como bestia. (Psalm. xiv, 13).-Lo segundo, para que gaslase todo aquel tiempo en ejercicios de penitencia y oracion, para los cuales es muy 4 propésito la soledad y el desierto. ¥ asi los ejercité Cristo nuestro Sefior con gran gusto, diciende aquello de los Cantares (Cant. 1v, 6): Voy al monte de la mirra, y al collado del incienso ; esto es, a ejercilar la penitencia y la oracion , la mortifi- cacion y la contemplacion, y todo con grande alteza. Ejercitése en obras de penitencia, velando mucho, durmiendo en el suelo, sufrien- do las injurias de los tiempos sin abrigo alguno, y ayunand6 con un ayuno riguroso y milagroso. - ~ 4. Tambien ejercitaba la oracion y contemplacion continuamen- te; de modo que, aunque el cuerpo estaba con las bestias, el espi- ritu estaba en el cielo con Jos Angeles (Cant. m, 6): y aside aquel desierto subia siempre como pebete de mirra é incienso muy oloroso al elerno Padre. De donde sacaré, cudn propio es del Espiritu Santo inspirar estas dos suertes de ejercicios , y cudn propio es de los que desean imitar & Cristo gaslar mucho tiempo en ellos, especialmente los principiantes-en fa virtud; y tainbien los que han de salir en pu- blico & ejercitar cosas grandes [del divino servicio, para entrar con buen pié, deben primero recogerse algunos dias 4 la soledad (Osee, s1, 14), disponiéndose para que Dios les hable al corazon , enseian— doles lo que han de hacer, v dandoles fortaleza para cumplirlo. Por- que propio es, como dice Job (¢. m1, 13), de los que han de ser re- yes y consules de la tierra, rigiendo las almas, y aconsejandolas lo que las conviene, edificar primero para sj estas soledades del cora- zon , para aprender el modo de regir, y lo que han de aconsejar. Espfritu santisimo , inspiradme y guiadme con eficacia al monte de la mirra y al collado del incienso , para que pueda seguir al Salva- dor. @ Salvador mio, pues por mi ejemplo vais al desierto, le- a2 PAUTH IM. BEBITACION IV. Vadme en vuestra compaitia, enseadmdome & buscar dentro de mila soledad , y ejerciter la oraciom y penitencia en ella, Porto tencgno.— 1. Lo tercere, considerazé come Crisio nuestra Senor ayund alli coaventa dias y enarenta noches, ponderando las caw- Sa8 y circunstancias todasde este aywne: (D. Thom. dp. q. 46, art. 2 * a@3; 41, art. 3). Las causas primeipades fueron dos.-La primera, para satisfacer por kx gula de nuestros. primeres padzes que coaira el precépto de Dios comieron la frata del arbob de la eiencia, y juata~ mente para satisfacer por tedas las glotonerias y embriagweces del trundo; porque en la misma materia que los boxsbres pecaran, quise Cristo nuestro Seiior padecer trabajos em saiisfaccion de ses calpas, para que ye aprenda 4 castigar mis guias comayanos, pues asbayu- na Criste nuestro Seior por ellas.—La otra camsa fue, para eseRar— thos como bes bautizados, que desean servir 4 Dios neestro Seor. ( Ca— sian. Lib. V,c. 3; D. Greg. Lib XXX Moral. ¢. 16), ban de proca— rar domarcon ayenos los brios de la-carne para sujetarla abespiriie, y su peimera batalla ha de ser contra la gula, procurando vencer ad enemigo doméstico, que es la carne, de la coal se aprovecha el de- monte para sus tentaciones. ¥ tambien los que han de ser ministros del Evangetio kan de pelear de la misma mapera, castigando, como dice el apéstol san Pablo (I Cor. ix, 27), su cuerpo, y poniéndele ex jasta servidembre, porque ne les ‘sweeda que predicando 4 otros, queden reprebados ellos, Por tanto, si quieres que no s¢ te cierren bes ciclos que te abrié ef Bantismo, enfrénate com ch ayuno, porque ke guia ech. & nuestros primeros padses del pazaiso , y be abotinen- cia Me ayudar para que seas ex él admitide. . Lo seguado, este ayuno fue riguresisime, aunque por mile— g7o, sim comer ni beber cosa alguna ni de dia ni de neche, pasa eusefiarnos que nuestro ayuno ha de ser cen el mayor rigor que pa- diéremos, sin pedir milagre, con tal que mo destrayamos ka nabara- feza, ni i perdames las fneraas necesazias para el divine servicio, eoa- tentdndenos, como dice el apéstel sam Pabto (i Fim, vi, &; Casian. Gollat. «a1, ¢: 2) , con tener el sustento neeesario, y oleeciende mucs- (wes cuerpes 4 Dies nuestro Seiion en: bestia viva ; a wifes pore de modo que (Rom, x11, 1): Sit robenabile obsequinm xostrum : que maestro s9- crificie ¥ nuestro ayune sea medide com la razea, 3. Lo tereero, este aywne fee large y prokje per espacio de cvaarenta dias con sus noekes, para significar la constancia que he- - woe de tener en las obras de Penitencia y en Ja castigacion dela carne, persevesando hasta alcaazar la perfeccien ; porque aunpec " DE LAS TENTAGLONES DE CRISFO SN EL DESIRATO. R Cristie nuestro Sefior mo prefongs su ayuao mas de cuarenla dims, pero aparejade estaba para dilatarle mas tienvpo si feera necesaric. ¥ com este confirm ehayaao de los cuarenta dies de Ceasesma que Ia Ighesia guarda con rigor, cen ewyo ejemplo me animaré 4 guar- darle con perfeceion, ordenande-jos cuatro dieces de este numero & ceatre fines. - El primero, en satisfaccion de mis pecados.-E] segun- do, en agradecimiento de los beneficios recibides, —E? tercero, para impelracion de las virtudes que me faltan.-E} cuarto, para dispo- perme 4 ka gloria de ka resurreceioa qne espero, eomo premio de mis trabajos. : 4 Lo-cuarto, este ayune, aunque riguroso por una parte, por otra parte fue suave ; perque, como se saca de los Evangetisias, en tede este tiempo no tuo hambre, porque la virtud de la divinidad y la duigura de ta divina comtemplacion hacian que la carne nosin~ tiese hambre ni trabajo em su ayuno ; como ni le sintieron Moisés y Blias (Exod. xxxav, 8; II Reg. xx, 8), el uno por estar en et? reonte conversasdo com Dios; y el otre porque iba al monte 4 con— versar con ¢, ¥ habia sido confortade con et pan que le dié el An- gel ; en lo cual se nes avisa (DB. Bern. Serm. 4 Quadr.) que fa ora- Gon y devocion hacen suave el ayume, premiando la ayeda que de et reciben, con el gusto que le asaden. © duleisimo Jess, gracias te dey por el ayuno tan rigureso qae hiciste en satisfaccion de mis pecades ; por él le. suplice bos perdones y me ayudes para que de boy mas mi exerpo aywne, abstemendose de manjares, y el espirite apune, apartdndose de vicios. Amen. MEDIFACION Y. D& EAS TENTACHONES QUE €BISTO NUESTRO SENOB PADECIO EN EL DESIERTO, Punzo rexxo.— 1. Lo primero, se ha de considerar (BD. Thom, apg. 4t, 11), como Cristo naestro Seftor fae guiado del divine Espiritu ab desierto entre otros fines, como dice san Matee ( Math. sv, 1): Pura que fuess tentado del demonio. Aqui se ha de porderar be primero, come es propio del Espiritu Santo poner & los varenes perfectes en lugares y ocasiones donde sean tentados, pera descu- hwir en ellos Ia efieacia de su gracia, dandoles gloriosas victorias y gauaneias de grandes virtades y merecimientos ; y asi, aunque yo no tengo de ponerme lemerariawente en tales ocasiones ; pero si me hallare en ellas, puedo presumir que vienen per providencia y per- a PARTE Itt. MEDITACION V. mision del divino Espiritu, para que con su ayuda medre con ellas; pues como dice el Apéstol (1 Cor. x, 13), esto pertenece 4 su fide— lidad. © Espirita santisimo, yo me arrojo en vuesira providencia para que me pongais’ donde quisiéreis, & fin de que sea probado y tenlado, con tal que Vos seais mi padrino y ayudador en todas las balallas y tentaciones, pues con vuestra ayuda, si por mi no queda, sera cierla la victoria. 2. Losegundo, se ha de ponderar como el mismo Espfrita San- to guié & Cristo nuestro Seiior al desierto, mas que 4 otro lugar, para ser tentado ; porque el desierto es lugar ocasionado para las tenlaciones del demonio por razon de la soledad, porque en viendo el demonio 4 uno que esta solo y que no tiene hombre que le ayu- de con su consejo y direccion, y con otros medios que los padres es- pirituales dan 4 los tentados, espera vencerle, y asi le acomete con grande cuidado, como acomelio 4 Eva en viéndola sola y apartada de su marido Adan, y la vencié y engaiié facilmente. Y por esto, como dicen los santos Padres (D. Basil. Reg. 1 ex fusis; Casian. Lib. VIII, ¢. 17), ninguno que no sea perfecto ha de presumir en- trar en los desiertos 4 vivir vida solitaria. De donde sacaré que aun- * que viva en poblado y entre muchos, si no quiero dar cuenta de mis tentaciones al confesor 6 padre espiritual , verdaderamente esloy so- lo, y vivo en desierto y en peligro de ser tentado y vencido del de- monio facilmente; porque como dice el Eclesiastés (c. 1v, 10) : Cuan- do muerde la serpiente en sccrelo y sin silbo, no tiene ganancia el encantador ; que es decir : Cuando el demonio tienla y muerde con la culpa, y el mordido calla, aunque haya médico que le cure no se- ra curado, porque es como estar solo; y jay del solo, que si cae no habré quien le dé la mano para que se levante! 3. Demis de esto, como la vida de los solitarios fundada en as- pereza y oracion es muy perfecla, en viendo el demonio que alguno la comienza, acude 4 tentarle por atajarle los pasos; porque aunque aborrece y tienta 4 todos los hombres, pero mucho mas 4 los fervo- rosos que comienzan 4 servir 4 Dios con perfeccion, donde quiera que sea. Mas no por esto he de perder el animo, porque el mismo Espiritu Santo, que inspira tal modo de vida, inspira con eficacia medios para vencer las tentaciones que el demonio pone contra ella. ¥ como los fervorosos con su fervor despiertan contra si 4 Levialan ‘ob, 1, 8), que es el espiritu malo, para que los tiente, asi des- piertan y provocan al Espiritu Santo para que les ayude. 4. Lo tercero, ponderaré las causas porque Cristo nuestro Se- DE LAS TENTACIONES DE CRISTO EN EL DESIERTO. AS fior quiso ser tentado Inego despues del bautismo y del ayuno, pues todas son para nuestro provecho. -Lo primero, aunque no era prit- cipiante en la virtud quiso pasar por la ley ordinaria de los qae co- mienzan 4 servir 4 Dios; los cuales, como dice el Sabio ( Eeclf. 11, 2), son tentados y se han de apereibir para las tentaciones. A mas, para hacerse semejante 4 los demds hombres en todas las miserias que no son calpa 6 frisan con ella, y para que sabiendo por expe- tiencia qué es ser tentado, se compadeciese , como dice san Pablo (Hebr. tv, 18), de los que lo son, y con la victoria de sus tentacio- nes nos ensefiase & vencer las nuestras, y nos diese 4nimo y esfuer- zo para vencerlas. De aqui es (D. Thom. q. 14, art. 3 ad 2) que aunque por el discurso de los cuarenta dias fue tentado con varias tenlaciones , como dan 4 entender san Lucas y san Marcos, pero al fin de ellos fue tentado con tres tentaciones visibles, en las cuales como en semilla estan todas las demas, para que por ellas sacdsemos* el modo de pelear contra las otras. 3. De aqui sacaré tres avisos muy importantes para cuando fue- re tentado, (Keck. 11, 4).-El primero es, no afligirme ni desconso- larme, lteniéndome por desfavorecido de Dios; porque pues mi Sal- vador fue tentado siendo Hijo de Dios, no es mucho que yo lo sea , y la alegria espiritual en las tentaciones es grande arma ofensiva y defensiva para salir con victoria de ellas.-El segundo es, acudir con grande confianza 4 este Seiior por remedio y ayuda en mis tentacio- nes diciéndole : Rey mio, pues sabeis qué es ser tentado, compade- ceos de mi, y quitadme la tentacion 6 dadme fuerzas para vencerla. ~El tercero es, prevenirme para las tentaciones con oracion y ayu~ 00, como este Seiior se previno, porque asi como dijo despues 4 sus Apostoles ( Matth. xvu, 20), que habia un género de demonios que to salian de los cuerpos si no es por ayuno y oracion, asi tambien hay algun género de demonios tenladores que no son vencidos si no es con Jas mismas armas ; y haciendo esta prevencion miraré el mo- do con que Cristo nuestro Seiior vencié sus lentaciones, para pelear de la misma manera con las mias. Ponro sraunvo.— 1. Lo segundo, sc ha de considerar las tres lentaciones que puso el demonio 4 Cristo nuestro Sefor, y el modo romo Cristo las vencié, ponderando que, aunque la primera fue en oateria de gula, la segunda en materia de vanagloria, la tereera en materia de ambicion 6 avaricia; pero todas iban bien mezcladas con oberbia y apetito de excelencia; porque como el demonio es sober- tio y cays por soberbia, y por ella derribé al primer hembre, y co- 4& . Towo 1, us PARTE UI. MEDITACION ¥. : noce la faerza de esta tentacion , mdeclala oom las demas para derri- bar con mayor facilided 4 Jos hombres ; y al contrario, Cristo nnes- iro Seftor todas elas Jentaciones rechazd con huseiddad , que es arma poderosisima para librarnes de los lazos de Satanda, —~ De da primera tentocion.—La primera teatacion fue de gula, cwanko al afagto y mode de buscar la comida; porque pasados los cearenta dias de ayaao, tuvo Cristo nuestro Sefior bambre como hombre; y eldemonio, que le aadaba mizando cuanio hacia, no per~ dié esta ooasion de verle accesitado y hasubriento, y con especiede piedad le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se cuncier~ dan en pan. Como quien dice : Usa de la potestad que tienes de ha~ cer suilagros, paca romediar tu necesidad y hambre; prevocandole con esto 4 tener afeclo desordenade a Ja comida en ‘haver milagro por haberla. 2.. En be cual so ban de ponderar Jas varios modos quo tiene el demonio para tenlar de gula. A los regalados tienta, poniéndoles delante e] deleite de la comida, haciéndoles.atropeHar ‘ales de Dios por gazarle, como be atropellé Eva. A Jos necesitadas tienta, pro- vocéndoles 4 remediar su necesidad por medios ilicilos. Unas veces al desoubierto, como instigande 4 hurtes ; olras veces con mafia 6 Singieado falsas dispeasaciones y fingidas revelacienes, como enga— io 4 ua santo profela (1 Reg. x1, 8); 6 con capa de piedad, insti- gando medios vanos y presuatuosos, y de esle modo lenté 4 Cristo nuesiro Sefior ; y por uaa via 6 por olra desea mucho vencer 4 los que Iralan de espirilu en esle vicio de gula ; porqne siendo vencidos de vicio tan bajo, quedaa acobardados para olras peleas mas graves. 3. ° Criste nuestro Sefior con humildad ke respondié con un Ju- gar de la divina Escrilura ( Matth. 1v, 4): No owe a hombre de solo pan, sino tambien de toda palabra que sale de la boca de Dios, que fae decirle : No quiero hacer milagros por ta persuasion , ni para mi re- galo, pues Dias puede sustentarme por otros caminos y por eual— quier cosa que ¢i quisiere sin pan ; yo creo 4 lo que esta escrito en la Escritura cerca de esto (Deuf. vin, 3), y confio en su providen— cia que no me faliaré. Con lo cual dos enseia el modo de vencer las tentaciones que se fundaa es aecesidades temporales y en falta de sustento 6 zegalo, que es por la humildad y fe ea la palabra de Dios, y confianza en su provideacia ; porque si wo niega Dios la co— mida 4 los hijos de los cuervos cuando pidaa por ella (Psalm. <{3LV1, 9), gcémo la negara e) Padre celestial 4 sus propias hijes, si comfia- damente sela pidea? DE LAS TENTACHOKES BK CRISTO BW EL DESIERTO. a 4.- Ds la segunda tentecion.—De esta victoria tod ef demonie ocasion para tentar & Cristo muestro Semer de vauidad y presumcion y dewesiada conGanza (Moth. ev, 5; Psalm. x0,-11): Lievéle al pandcule dd temple de Jerusulen, y dijele: Si eres Mijo de Bios, arvdjate deagué abajo ; ‘porque esonito suki que dado Bios ouidado de & d sus Angeles, g easus paimas de devardn para que no recibes dake. Como quien dice : Si haces esto, los que lo vieren creerdn en li y slabarén 4 tu Padre celestial. Aqui se ha de ponderar.—Lo primero, las ‘Propiedades A demonie ea sus lentecioees para no dejarnos engaiar de ses aste- cia, ponque en la primera tentacien procera conocer fas inclemacio- nes y esludios de cada uno, y de ellas toma ocasion para armarie nuevos lands y iemtaciones mas fuerles y sutiles. De suerte ; que no solamente (oma ocasion para tenlarnes de jas necesidades que pade- cemos y de las malas inclinaciones que tenemos, smo de las buenas, insligdndoncs & asar de ellas con indiscrecion 6 con intencion torci- da, 6 con otras cireunstancias malas, traspasando los limites de fa razon. A los confiades ea Dios, iestiga que-confien con demasia para que déa en presuninosos. A tos celosos de ja gloria de Dies, atiza para que dén en iracundos ; y si ve que sen letrados y que fandan su virtud en los dichos de la ‘sagrada Esanitura,-de ella se aprove- cha para encubrir su temlacion, procurando engaiarkes. De donde sacaré avis para no asegurarme con lo que parece bueno, sin exa- wainar bien el fin y Ja iatencion y las circunstancias particulares, probando y examioando, como dice saa Juan (1 Joan. 1v, 1), bos es piritus si son de Dios, primero que les dé crédito. &. Lo segundo, ponderaré la contrariedad del mal espiritu y del bueno, que se descubre en este hecho; porque el buen Espiritu lle~ vé @ Cristo nuestro Seiior 4 la soledad, para huir de las vanas ala- banzas de jos hombres y de la vanagloria que suele nacer de ellas; pero el mal espiritu le sacd de la soledad y le puso en el pinaculo - del templo delante de mucha genie, provecandole 4 buscar estas ala- banzas con lilulo fingido de la gloria de Dios. ¥ viendo que Cristo nuestro Seiior no quise en el desierto hacer el milagro que le-pidio de convertir las piedras en pan, imaginé que quiz4 querria hacer otro milagro en publico, porque la vanagloria tiene mas fuerza de- lante de muchas personas que pueden alabar nuestra obra, que es~ tando 4 solas 6 delante de poces. 6. Lotercero, de parte de Cristo nuestro Seiior pondéraré su ad- maizable mansedembre en dejarse tomar del demenio y llevar desde el desierto, hasta porerle en ef pindewlo del templo de Jeresalen, 4&* 48 ‘PARTE Il, MEDITACION V. sin resistirle ni contradecirle , pudiéndolo hacer tan facilmente, en- cubriendo por entonces su omnipotencia, para que no le conociese por Hijo de Dios, y dindonos ejemplo de humildad. 6 Cordero man- sisimo , }cémo vas en manos de lobo tan furioso! Librame de ellas por tu misericordia, para que no me derriben de tu gracia en el abismo de la culpa.-Luego consideraré el modo como vencié esta tentacion, respondiendo al demonio ( Deut. vi, 16): Escrito esté : no tentards a tu Sefior Dios. Que fue decirle : No se han de hacer mi- lagros por vanidad y sin necesidad , y la confianza en Dios no hade ser tan temeraria y presuntuosa ; y pues yo puede bajarme por la escalera, {para qué tengo de tentar 4 Dios en arrojarme de aqui abajo? En lo cual se echa de ver como la humildad y discrecion con el reposo y mansedumbre vale mucho para vencer las tenlaciones de vanidad, coloreadas con apariencia de virtud. La humildad dis- pone para alcanzar esla luz y discrecion; porque, como dice el S- bio (Prov. x1, 2}: Donde est4 la humildad alli esta la sabiduria ; pero se ha de pedir 4 Dios, 4 cuya omnipotencia, como él mismo -dijo al santo Job (¢. xt1, 4), pertenece descubrir el rostro de Sata- nas, quitandole la mascara de virtud con que le cubre para enga— fiarnos. 6 guerrero diestro y poderoso, Cristo Jesiis, ilustrad los . ojos de mi alma con vuestra luz celestial, para conocer tas as— -tucias de Satands cuando se transfigura en Angel de luz para en- gailarme ; y ayudadme con vuestra omnipotencia, para que ni la fuerza de este leon me espante, ni Ja astucia de este dragon ine engaiie. 7. Dela tercera tentacion. — La tercera tentacion fue de avaricia y ambicion,, porque Wevando el demonio otra vez d Cristo nuestro Se- Ror dun monte muy alto, desde alli le mostré todos los reinos del mun- do y sus grandezas, y le dijo: Todas estas cosas y la gloria de ellas ex mia, y las doy a quien quiero ; yote las daré a tt si postrado en tier~ va me adorares. Aqui ponderaré la sed rabiosa que el demonio tie~ ne de mi condenacion ; pues todo el mundo si fuera suyo me le die- Ta porque yo haga un pecado moftal contra Dios. De donde sacaré una grande estima de mi salvacion y un propésitg muy firme y efi- caz de no hacer por todo lo que tiene el mundo cosa contra ella. aprendiendo de mi enemigo 4 estimar el bien eterno con desprecio de todo lo temporal y perecedero. Porque derechamente contra esta tentacion dije Cristo nuestro Seiior (Matth. xvi, 26): yDe qué le sirve al hombre ganar todo el mundo y ser seiior de él, si su alma se condena? Y los del infierno lo confiesan mal de su grado, dicien- DE LAS TENTACIONSS DE CRISTO EN BL DESIERTO. 49 do (Sap. 11, 8) : zDe qué nos sirvio la soberbia, y la jactancia de las riquezas qué provecho nos trajo? 8. Lo segundo, ponderaré cuan propio es del demonio, padre de las mentiras, engaiiar 4 los’hombres con falsas promesas de lo que ni es suyo ni lo puede dar 4 su voluntad ; y esto hace algunas veces por medio de nuestra imaginacion , formando torres de viento y esperanzas de grandes bienes si hacemos algo que es pecado mor- lal. Olras veces.lo hace por medio de hombres mundanos y de lison- jeros y amigos falsos que nos persuaden injustas pretensiones con esperanzas engaiiosas de salir con ellas. Por donde se ve cuan gran locura es dar crédito al que ni por si ni por boca de otros sabe ha- blar verdad, sino mentira y engaiio para mi condenacion. - Lo ter- cero, ponderaré cudn grave mal es el pecado mortal, especialmente de avaricia y ambicion , pues no es otra cosa que postrado en tier- ra adorar 4 Satands. Y por esto dice san Pablo (Colos. m, 8), que la avaricia es adoracion de idolos; porque el dinero es como un idolo, dentro del cual esta el demonio a quien adora el avariento. Y por esto dijo Cristo nuestro Seior (Matth. vi, 24), que es impo- sible servir dos sefiores, esto es a Dios y al dinero. De donde sa- caré grande compasion de los que postrados en tierra adoran al de- wonio, no porque les dé todo el mundo sino por una minima parte de él, esto es por un poco de hacienda y honra. 9. Luego consideraré el modo como Cristo nuestro Seior ven- cié esta tentacion, diciendo con gran imperio al demonio (Deut. vi, 13): Vele de aqui, Salands, porque escrito esta : a tu Senor ado- rards, y 4 éb solo servirds. En lo cual mostré Cristo nuestro Seior el grande celo que tenia de la honra de Dios ; porque viendo la des~ vergiienza de Satands, indignado contra él le arrojé de si, y le hizo huir vencido y corrido y atemorizado. Y con este ejemplo me ense- ia cuanto me importa vestirme de santo celo contra los tenladores, vaando tocan en la honra de Dios, echandolos de mi con grande brio y valor , preciandome de no hincar la rodilla ni sujetarme a otro que solo Dios, y por él 4 todos los que él quiere ; pero 4 ninguno con- tra él, porque esta sanla libertad espanta 4 los demonios y les hace hair. O Dios de las batallas, que armado de tu celo peleaste contra d principe de este mundo y le echaste de él cou tu virtud, ayuda ni flaqueza para que yo tambien le venza, y le aparte de mi con ‘a gracia. Dame templanza contra la codicia de la carne ; y pobreza Je espiritu contra la codicia de los ojos, y humildad de corazon con- va la soberbia de la vida (I Joan. u, 18) : porque vencidos estos tres » PARTE I. REBITACION V. wicies. venceré al mundo que se fanda en ellos, como le venciste tu, 4 quien sea honra y gloria por esta victoria por todes bos sigios. Amen Ponvo reacmno, -Entonces le dejé ol demomio, cinievon bos Angeles servigle.— 1. Aqui ponderaré quién envio estos Angeles, cuan- tos vinieron, & qué fin y qué hicieron. Bnvidlos el Padre eterno para honra de su Hijo, y para solemsizar su victoria, y para que st vie- se como tenia cuidade de él, y le tiene de los tentades ; y anaque bastara un Angel para servirte ea aquella necesidad , quiso que vi~ wiesen muches 4 darie el parabien de Ja victoria, y. alegrarse con él por haber veucido 4 Satanas. Y luego con gran reverencia he pusie- Ton mesa en aquel desierto, y le dieron de comer para sabslacer 4 sa hambre, sirviéndole como criados 4 sa Sefior.-De donde sucaré bo Primero, gran confianzs en Ja divina Providencia, pucs lam gran cauidado liene de sus hijos y de los qee por dl pelean en el desierto de esta vida. Bendila sea, 6 Padre eelestial, tu diviza providencia. Gracias te doy por el cuidado que tuviste de tu Hijo unigénito, y por la heura que le hiciste en esta victoria. Por él te suplico tengas ewidado de m{ y me ayndes, para que me fie de ti. 2. Lo segundo, sacaré que bos Angeles asisten 4 los que pelean invisiblemente para ayadarlos, y cuande yencen se alegyan com ellos y solemnizan nuestras victorias, y (como se dir en ja parte V1) sow instrumentosde la divina Providencia para remediar nuestwas nece- sidades; y asi tengo de amarlos y revereneiarlos, y Hamarlos 4 me- nudo en mi-favor, y no rendirme & las tentaciones, siquiera por no privarles de esta alegria. Esta verdad es tan cierta, que el mismo Satanés, tentando al mismo Sefer , la confesd y se la trajo 4 la me~ moria con el hagar det salmo de David alegado (Psalm. xc, 11), or- den&ndolo asi la divina Providencia para nuestro esfuerzo ; perque sabiendo el demenio que hay otro Angel-mas foerte que a que le contradice, y es tan cuidadeso en defendernes como él em tentar- Be3, encoge se orgallo para no hacernos todo el mal que desea. 3. Lo tercero, sacaré tener paciencia y safrimiente en las neve- sidades lensporales, porque 4 su tiempo las remediara Dies nueswo Seiior , y tener confianza en las tentaciones, aanque se maitipliquen y profonguen, porque 4 su tiempo hard Dios que cesen, apertando - de mi al demonio ; pero ne tenge de asegurarme er esta vida, por- re Ro sin causa dice el evangelista san Lucas que Setanés hayd fe Criste hasta otrd tiempo, pera significar que si ahora se va, vol- vera despues & probarme We ne Retve con nnevas tenlarienes, quish BE LA WORACION BE L08.APOSTOLES. St anes faeries ; pero quinn me ayudé & veneer les wens me ayudars & vencor las olras. MBDITACION VI. DE.LA VOCACION ¥ ELECCION DE LAG APOSTOLES. Puwsto emuxno.-~ 1. Le primero, so ha de considerar la calidad de los Apéstoles que escogié Cristo muestro Seibor (Malth. pv, 19), cuanto 4 la natural , conaparandala con le. grandeza det fin para que les: eseogin, y pondesando las causes de esto. Porque-primeramente, qseriends Cristo maestro Sefior eseoger doce varones que fuesen doce fandamentes de su Iglesia, é) por sola se misericordia he ea ‘eegié y lane, poniondo log ojes, ne ea les nobles, ricos y pedero-— sos de Jadea y Galilea, ni en.los letrados y sabios de la ley, ai en les faviseos, que evan los -religiosos de aquel tiempo, sine en uned frembres pobres, humildes, igneraates y ejercitados on oficios muy viles y desechados, y 3 eslos escogid, dejando 4 kes atros.—-Las cay- gas que 4 este le mevieron sea.—La primera, porque auaque es ver- dad , como se dice em Job (o. xxxvi, 5), que Disa, pow ser podere- 90; ne desecha 4 los poderosos, y por ser skbio no desprecia 4 los sabios; pero como se humillé & ser basgbre, y se hizo per nosotres pobre, humilde y despreciado, y vino 4 sar maestro de humikad, quiso ejercitaria em-todas las cosas, y eacoger discipades pobres y hu- imildes, y acompaiarse con ellos, porque siempre guské Dios de te- ner sm conversacion con los sencalles (Prev. ui, 32) y hamabdes de corazem. Al contzario de los maasires soberbies del mundo que se precian de tener discipules que sean mey nedies y de grandes par- tes matorales. . & La.seguade causs fue, porque deseaba Cristo neestre Saiiex que sus discipulos fuesen may humildes en ef espirftu, y que no se atribayesen & si mismos jos grandes doves que pensaba darles, ni fas gleriesas obras que pretendia hacer por medio deciles. ¥ par este, come dice et apéstol san Pablo (1 Cor. 1,96), no escegis te- tradoa né nobles 6 poderesos, que seclem ser may soborbies, sing idiotas, plebeyes y bien fundades en el eomeciminnte de su feques 7a, por ia experiencia de le peco.que de ai tenien : J¥eglorictas om: nis caro in oomapests ejas. Para que aingws hombre, scardéadesa que de suyo es cesne flaca, oe glorie vanamente en le pressacia de Dios, atribuytadose & si mismo. lo.que no es auyo ; ¥ por aqui cchasé de 32 PARTE 111, MEDITACION VI. ver cuanto me importa fundarme en profunda humildad si quiero que Dios me escoja para cosas grandes de su servicio, acerdandome de lo que Cristo nuestro Sefior dijo 4 su elerno Padre ( Math. x1, 23) alabandole porque habia escondido los misterios de nuestra reden— cion 4 los sébios y prudentes del mundo, y revelédolos 4 los peque- iuelos. 0 Padre soberano, Seiior de los cielos y de la tierra, yo te alabo y glorifico por la eleccion que haces de los humildes, para darles parte de tus misterios ; hazme, Sefior , pequeiio en mis ojos, para que sea grande en los tuyos, tom4ndome por instrumento de tu omnipotencia para obrar’cosas dignas de tu grandeza. 3. De aqui procede la tercera causa, que fue para que la con- version del mundo tan milagrosa no se atribuyese 4 fuerza huma— na, sino 4 virtud divina; porque no fuera posible que, hombres tan pobres y despreciados persuadieran 4 un mando tan soberbio y co dicioso una fe tan nueva, ana doclrina tan levantada, una ley tan _pura y una vida tan rigurosa como la evangtlica, si la omnipoten— cia de Dios no hiciera esta obra, y si la diestra del muy Alto no hiciera esta mudanza. Por la cual he de darle muchas gracias, reco~ nociendo que esto mismo pasa en la conversion de! mundo abrevia- do de mi alma; porque ninguna fuerza hnmana bastara 4 conver- tirme si la virtud de Dios no me ayudara, ni pudiera decir con Da- vid (Psalm. txxvi, 11): Ahora comienzo nueva vida, si la diesira de] Altisimo no me trocara. Ponto sraunpo,— 1. Lo segundo, se ha de considerar la calidad de estos varones que escogié Cristo nuestro Sefior cuanto 4 lo mo- | ral, esto es, cuanto 4 las virtudes 6 vicios, buenas 6 malas costum- bres que tenian, ponderando el estado de donde jos sacé, y los mo- tivos que Lavo para ello. -Primeramente, ponderaré como la divina vocacion solamente tiene dos causas, es 4 saber , la infinita bondad de Dios y los merecimientos de Jesucristo nuestro Seiior, por el cual, como dice san Pablo (11 Tim.1, 9), nos escogié Dios y Ilamé con su santa vocacion, no por nuestras obras, sino por solo el propésito y beneplacite de sa voluntad. Con todo eso, algunas veces atiende Nuestro Sefior en estos llamamientos 4 algunas congruencias y dis- posiciones del hombre, en érden al fin para que le llama, para ani- marnos 4 que procuremos las mismas. Pero otras veces llama 4 los que no las tienen, para que entendamos que la vocacion ea gracia suya, y nO nos engriamos por tener aquellas buenas partes, ni des- esperemos por estar sin ellas. Y por esta causa los Evangelistas, con- lando estas vocaciones, atribuyen su origen 4 la vista amorosa de DE LA VOCACION DE LOS APOSTOLES. 3g Cristo, el cual puso sus ojos misericordiosos en estos que llamé, mas . que en olros semejantes que pudicra llamar si quisiera. Todo esto se ha de ponderar en la vocacion de los Apdstoles , aplicando 4 mi mis- mo la parte que me locare. 2. Lo primero, Cristo nuestro Seiior sacé algunos discipulos de la escuela de san Juan Bautista, donde se habian criado en virtud, para honrar cen esto la escuela de sa Precursor, y para que enten- damos que gusta echar mano de tales hombres, para cosas grandes de su servicio, De estos fue el primero de todos los discipulos que le siguieron san Andrés, en quien hubo-dos maravillosas disposiciones que apunta el Evangelio. (Joan. 1, 40).-La ana, que tenia grap deseo de su propia perfeccion y de seguir lo que era mejor; porque con haber estado dias en la escuela de san Juan, en oyéndole decir que Cristo: era Cordere de Dios, luego dejo 4 su maestro y se fué tras Cristo, por seguir 4 otro maestro mejor , de quien pudiese apren- der mayor perfeccion. -La otra, que tepia.gran celo de que sus her- manos alcanzasen el mismo bien, llamandolos y convidandolos para que siguiesen lo que él seguia ; y asi en viendo 4 su hermano sap Pedro le Ilevé 4 Cristo. (Joan. 1, 41). Estas dos propiedades le dis~ pusieron en alguna manera para que Cristo nuestro Seior le lla— mase, porque eran maravillosas para el oficio de apéstol, cuyo fin es atender 4 la salvacion propia y de los préjimos. 3. Lo segundo, llamé Cristo nuestro Sefior 4 otros, que eran virtuosos y bien inctinados y ejercitados en obras buenas, para hon- rar con esto la virltud y alentarnos 4 sus loables ejercicios. De estos. fueron los cuatro pescadores que pescaban en el mar de Galilea, Pedro y Andrés, Diego y Juan, hijos del Zebedeo ( Matth. iv, 18), en quien resplandecieron otras dos admirables propiedades. - Una fue aplicacion 4 su oficio trabajoso y humilde, huyendo la ociosidad Y ganando !a comida con ej sudor de su rostro, y remendando por sus manos las redes que tenian.—La otra fue grande hermandad en- ire si; porque no solamente eran hermanos segun la carne, sino se- gun el espiritu,.con grande conformidad de voluntades en ayudar- se uno a otro, y querer para el otro el bien que querian para si. Rs- tas dos propiedades eran tambien muy convenientes para el oficio de apéstol, que se funda en anion de caridad, con deseo de traba- jar por el bien de muchos. Y en todas cuatro he de procarar aven— lajarme, si deseo que Cristo nuestro Sefior me tome por su disei— palo y me ocupe en. cosas grandes de su servicio. ~ 4. Lo tercero, llamé 4 otros que eran grandes pecadores, mab a - ‘PMA HL. MRDITACION Vi. inclinades y muy asidos 4 las cosas de esta vida, sachndeles del gol- fo del mundo y del abisme de sus pecades, como & Mateo. (dfush. 1x, 9); y despues 4 Saulo, para mostrar en estos la eficacia de su Btacia y la grandeza de su misericordia, y para que ningum peca-, dor desespere ni desconfie de la misericerdia divina, ni se tenga por excluido de ella, pues 4 todos abraza y & tedes desea hacer bien. O Maestro soberano , infinitamente misericerdieso, alabente los An— _ geles por tales misericordias pues no te desdesias de tomar’ por dis~ cipulos 4 hombres tan bajos, gi de escoger por Apdsloles.4 tan abe— mainables pecadores { Psadn. cxxxty ,.7; Terem. 11, 16): ta levaa- tas Jag nubes del eatremo de la tierra, porque de hombres mey terrenos haces hombres celesliales ; y de ‘corasones friea y secos ha- ces predicadores fervientes y devolos, que cemo nubes vuelen por el mundo, y le rieguen con se doctrina y con el admirable ejem— plo de su vida. Mirame, Seiior, con ojos de misericordia, consume con ta visla tedas mis aficienes lerrenas, y levantame 4 desear las cosas celestiales, para que deseubras 4a grandeza de lu misericor— dia en hombre lleno de tanta miseria. © alma mia, glorifica 4 ta Dies, que te llamé para sn escuela, sin merecerlo, dejando 4 ores en el abisme del error y del pecado ; 3 ponte. con la humildad en lo extremo de la tierra, para que el Sol de justicia te mire y hd levan- te como nube & lo alto del cielo. Punto Teaczno.— 1. El tercer punto sera, considerar el mado ma- ravitoso con que Cristo nuestro Seiior llamé 4 estos Apéstoles, poo— derando la suavidad, eficacia y palabras de este lasamiento ; eb cual fue may diverso, porque 4 uaos llamé disponiéadoles poce & poce, 4 otras 4 la primera vista ; 4 unos eon palabras acamodadas 4 su oficio, 4 otres con una sencilla palabra y con un imperie di- vino. -Primeramente, 4 san Andrés y 4 san Pedro fue disponiendo poco & poco, Hamandolos, como dice san Agustin y otros doclores (Lib. 1 de consensu Evangelist., ¢, 17; $. P. N. Janat ), trea ve~ ces.~La primera, para que le-conociesea, admiliéndolos en su po— sada dos 6 tres horas de la tarde, conversando con ellos como com otres mechos,—La segunda fue, para que oyesen su doctrina y tu— viesen con él mayor famikiaridad , como admitia 4 olres diseipalos. — La tercera ver llamd, para que dejadas todas les cosas le siguiesem, perpétuamente. (Marc. rv, 18; D. Greg. Lib. KXIL Moml. c. 44). Esto trazé asi Cristo nuestro Seaor, para ensexarnes que los hona— bres de ley ordinaria suben por sus ‘gredoséla. perfeecien , pasamee por los tres estades , de principiantes, y de les. que aprovechan, y de DE LA VOCACION Da LOB APOSTOLES. BS los perfeetos. Porque ka semiila de la divina inspiraeion, come el mismo Sefior dija, primero brota yerba, tnego cata ¢ espiga creci- da, y despues grane Henao en ka espiga ; este es, primero nos mue- Ve & obras menores ; y si la chedecomos, lwego wos muave 4 crecer y sabir 4 otras mayores; y perseverando om ebodecerla, nos llena de obras perfeetas. De derde sacaré cuanto me importa obedecer 4 caalquier imspiracion y Hamamiente mberor, aunque sea & obras pequeiias y 4 la oracion erdinaria, porque con esta obediencis me disponge para que sv Majesiad se digne de Hamarme 4 cosas mayo- res y @ otra oracion mas levaslada. _ - . 2. Lo segundo, & otros Hams Cristo nuestro Sefor de golpe y ala primera vista, para mostrar ls emnipotemcia de sa voluatad en llamar & los que quiese y arrancarlos en un momento de donde es— laa alollados, trocando de repemte sus corazones. De este modo lla~ w6 4 hos hijos del Zehedeo cvando estaban pescendo con sa padre y remendando sus redes, y san Mateo cuasdo estaba sentado en sa baaco, cambiando y megociande con etres; y con estar alado con una cuerda de tres dobleces, dificaliesisina de remper ( Eccles. tv, 12); es 4 saber, su mala inclinacien, Ja pesesion de muchas rique- 2as, y el oficio pablico de alcabalero, con la compaitia y trato que lenia con los demas pablicanos, con todo eso con una sencilla pala- bra le desalé, y dicitadole: Sigueme, le arraned de golpe la mak iaclinacion babiteal que tenia, y Je hizo dejar bas riquezas y eb off- cio y compaiia, mosirando en esto la elicacia de su gracia y el po- derio que tiene sobre la naturaleza. . 3. En persona de estes varones he de coneiderarme 4 mi mis~ mo, enredado y enlazado en las redes y lazes de mis pasiones y afi— ciones deserdensdas, y de los negocios y cuidados de este siglo, tan Gaco, que no puede por mis feerzas desearedarme, y tan rendido, que.ni lo quiero ni bo deseo ; antes gusto de estar asi enredade, y co- we dice un profeta (Habac. 2, 16), sacrifico 4 mis mismas redes, adorando come 4 ideles estas aficioncs, y las cosas terrenas y delei- tables que me ensedan con elias ; pere la miserieordia de Jesucris- to nuestro Seftor es lan grande y lan podercsa, que cen sola una palabra puede hacer que guste dejarlas, y darme fuerras para des- enredarme de elles. 3 Des omnipotente ( Psatn. cxv, 16), rom- pe con presieza mis ataduras, para que nesea mas sacrifique & es- tas wades, sino 4 ti, sacrificto de alabanz , ¢ mvoque tu santo nom- hee. { Bech. 11, 23). 0 alma mia, no desconfees de verte sucka y » pecque scat es em es of0e del Seton de repente enrique— 36 PARTE III. MEDITACION VI. cer al pobre { Prov. xx, 8), deshaciendo con una vista toda su miseria. 4. Lo tercero, ponderaré como Cristo nuestro Setior llamé con imperio 4 Mateo y 4 otros, diciendo que le siguiesen, sin darles otra. Tazon, aunque interiormente les descubria lo mucho que les impor- taba seguitle ; pero 4 los cuatro pescadores con suavidad dijo : Venid en pos de mi, y haréos pescadores de hombres, aficiondndoles con esta promesa 4 que le siguiesen. Como si dijera: No os quitaré vuesira in- clinacion ni vuestro oficio, sino mejorarlehe, trocandole en otro mas perfecto, porque os haré pescadores, no de peces, sino de almas que pescaréis para el cielo con la red de vuestra predicacion. Por donde se ve que Nuestro Sefior gusla de acomodar su gracia 4 lo bueno que tiene la naturaleza, perfeccionéndola en ello, para que caminando Jas dos en conformidad , alcancen su fin con mas suavidad. Y asi la gracia de la vocacion, propia del cristiano 6 religioso, ayuda 4 qui- tar de la naturaleza las malas inclinacienes, eomo las de Mateo, y & perfeccionar las buenas, como las de estos pescadores, cuyo llama- miento aplicaré 4 mi mismo, imaginando que Cristo nuestro Sefior me dice al corazon : Deja las redes con que pescas los deleites y bie- nes de esla vida, y vente tras mi siguendo mis consejos, y yo te ha- ré pescador de otros deleites y bienes celestiales; y tambien te haré pescador de hombres, que ganaras para el cielo con tu palabra y ejemplo. -De Jo dicho concluyo, que el fin de la vocacion apostdlica abraza dos partes ; es 4 saber, ir tras Cristo, imitando perfectamen- te sus virludes, y sacar del mar de este mundo almas que le sigan. ¥ esto segundo se ha de fundar en lo primero, porque seria gran locura sacar yo 4 otros del mar y anegarme dentro de él, por no se- guir 4 Cristo, siendo causa de que otros le sigan. Punto cuaato.— -1. Lo cuarto, se ha de considerar la excelente obediencia que tuvieron Jos Apéstoles 4 su llamamiento; porque, co- mo dicen los Evangelistas ( Math. iv, 19; Mare. 1, 18; Lue. v, 11), estando Pedro y Andrés tendiendo las redes en el mar, y los hijos del Zebedeo en el navio con su padre remendandolas, y Mateo ac~ tualmente ocupado en su oficio de alcabalero, en llaméadoles Cristo, continuo, et statim, al punto lo dejaron todo por seguirle, — Tres qrados de perfecta humildad. —En esta obediencia descubrieron las tres excelentes perfecciones que tiene esta virtud. -La primera per- feccion fue del entendimiento y juicio, cautivandole en servicio de Cristo, y rindiéndole 4 su ordenacion, sin replicar ni alegar las ra- zones que tenian para dejar 6 dilatar el camplimiento de ella. San Pedro pudiera decir, que tenia obligacioa de sustentar su hija y fa~ DE LA VOCACION DE LOS APGSTOLES. 87 milia, y disponer sus cosas. San Juan y Santiago, que fenian padre y madre ancianos y necesitados de su ayuda. San Mateo, que tenia trabadas cuenlas con muchos, y expuesto mucho dinero & negocia- cion, y que parecia necesario disponer primero de todo. Nada de esto alegaron , sino rindieron su juicio al mandamiento de Cristo, y atrojandose confiadamente en la divina Providencia , le obedecieron con obediencia ciega, pero no necia, sino muy cnerda ; porgne la ilustracion interior y la fuerza de la divina gracia, y la divinidad que resplandecia en el rostro y palabras de Cristo nuestro Seiior, les convencié 4 que se rindiesen. 2. La segunda perfeccion fue de la voluntad , la cual sujelaron prontisimamente 4 la de Cristo, descarnandose del amor que tenian 4 mujer, hijog, padres y dendos y 4 su hacienda; y aunque era poca, pero como dice san Gregorio (Hom. 6 in Evang.), dejaron muchi- sima, en cuanto dejaron la voluntad y deseo de tener otra cosa que a Cristo; y si todo el mundo fuera suyo, con la misma voluntad lc dejaran todo por seguirle, Y 4 esta causa dijo san Pedro 4 Cristo nuestro Sefior ( Matth. xix, 27): Ecce nos reliquimus omnia. No dice, dejamos todas las cosas que tenfamos, sino absolutamente todas las cosas, para significar que dejaron todas las que tenian y podian tc- ner; esto es, padres, hermanos, deudos, amigos, mujer, hijos, v cualesquier riquezas y derecho 4 ellas; y finalmente 4 s{ mismos, y su propia libertad y voluntad ; y si fuese menester la honra y vida, renunciandolo todo por seguir 4 Cristo. 3. La tercera perfeccion ( Chrysost. Hom. ‘1hi in Matth. ) fue de la ejecucion, la cual fue presta, puntual y alegre, sin dilacion , ni por un instante, y sin repugnancia 6 tristeza ; y con tener presentes las cosas que amaban 6 estimaban, padres, redes y dineros, luego lo dejaron todo, como si huyeran de una serpiente. Los que tenian las redes tendidas en el mar, al punto las soltaron. Los que las es- taban remendando, no dieron mas puntada; y el que tenia los libros abiertos y el dinero sobre las mesas, lo dejé como se eslaba , con tanto guslo, que hizo un convite 4 Cristo y 4 sus discipulos y 4 olros publicanos en seiial de alegrfa. ; Oh milagros de la omnipotencia de Dios! oh mudanza de la diestra del muy Alto! (Psalm. uxxvi, 11)- 6 Sol de justicia, que abrasas tres veces los montes con rayos de fue- go ( Eccli. xu, 4), cegando los ojos con tu resplandor, concédeme ana obediencia ciega, fervorosa y diligente, como la diste 4 estos montes apostélicos, para que obedeciéndote como ellos, legue,& reinar con ellos por todos los siglos. Amen. 38 PARTE IH. MADITAQOR Vil. Peaito quite. — 1. Le quiata, consideraré cadn grandes favo-. res hizo Criste nuestro Seiior 4 Jos Apbstoles, por esta obedieacia.— Lo primero, Jevantélos 4 la mayor dignidad de cuantas instituyd en su Iglesia, que es la del apostelado ( Mare. st, 14), haciéndolos sus legados y embajadores, para que com sus veces y antoridad facsen 4 predicar por e] muade su ley evangélica. - Lo segende, essogio— los, como dice saa Marces: U1 essent cum illo, para que anduviesen siempre coa él, leniesdo-con ellos muy estrecha famiftaridad , y dam- doles parte de todos sus secretes, y asi Jes dije (Joan. xv, 18): No 0s Hamaré siervos, sino amigos, porque todas Jas cosas qus ob é mi Padre, las he manifestado é vasotros.—Lo tervero , comenicéles ma- yores gracias y dones, que a todos los santos del Testasmeabo viejo y huevo, que despues de ellos sacedieran , asi en género de santidad como de sabiduria, con ta potestad de hacer milagros, y les demas gracias que llaman gratis datas: por lo eual dice san Pablo (Rom. vit, 23), que tuvieron las primicias del espiritu, y que son la glo- ria de Cristo. (11 Cor. v1u, 23). : 2. Lo cuarto, prometidles que el dia del juicio se senlarian cow €l en doce tronos. pata juzgar las dooe-tribus de Israel, por haber- le obedecido en dejar por él todas Jas cosas, y en esta vida les did cien veces mas de lo que dejaron. (Mais. xix, 28). ¥ si es verdad, como dijimos, que con Ja voluatad eficaz dejaron todas las riqueras, honras y regalas que podian desear , lo que kes dié valia céen mil veces mas que todo esto, porque les dié tales gracias, dones y con- suelos espiriluales, que excedian incomparablemente & todo cuamto dejaron ; y para que nos animasemos 4 hacer otro tanto como los Apdstoles, nos prometié Jo mismo que a ellos , como en su lugar ve- rémos. 0 Redentor mio, pues con tana liberalidad premiais ta obe~ diencia 4 vuestro Hamamicnto, justo es que yo os siga en esla vida, para que llegue 4 estar donde Vos estais gozando de vuestra gloria. Amen. : MEDITACION VII. . DE LA VOCACKON GENERAL CON QUE CRISTO NUESTRO SENOR LLAMA A TO— DOS LOS HOMBRES PARA QUE SE NIEGUEN A Bi MiSMOS, TOMEN SU CRUZ ¥ LE SIGAN. — Porque Cristo” aucsire Sefior vino al Toundo, como dice sama Juan (I Joga, ui, 8), para deshacer las obras del demonio, poadré— mos primero en esta medidacion el llamemiante que hace | desme— DE LA VOCACOOK PARA LLEVAR LA CRUZ. 39 aio, convocando geme para que be siga contra la croz de Cristo nuestro Sefor, y leego el Uamamiento del mismo Cristo , para que comparando uno con olro veamos a quién es razon oir Y seguir. Esta meditacion y le siguiente daréa mucha luz para hacer con acier- to eleccion del estado que mas ses conviene para nuestra salva- con. — Poxre parunne.— 1. Lo primero, se ha de considerar 4 Lucifor (doan. mv, 30; ex S. P. Ignatio, in hebd. 2, & die), principe de este mondo, sentade en um trono de facgo, ileno de humo, con una Gigura horrible y 2a rosiro espantable, rodeado de inaumcrables de- monios, principes de estas tinieblas, los cuales se conciertan de ha- cer guerra 4 Cristo nuestro Seaor, y Jevantar bandera contra la baa- dera de su cruz. Para 40 coal arman Jaz0s de tenlaciones & fos hom— bres, induciéndoles 4 los tres vicios que llama saa Juan (1 Joan, 21, 16), concupisceacia de carue, codicia de ojes y scberbia de la vida. Primero les convidan a los regalos de la carne, de donde nacen. les vicios de gala y Jujuria ; feego a la codicia de hacienda y honra, de donde proceden les vicies de la avaricia y ambicion ; despues & la soberbia de la vida, que es apelite de su propia excelencia, con pre- vapncion de si mismes y de su propio parecer ; y Namase soberbia de la vida, porque es soberbia grande, viva v hulliciosa, que siempre vive y croce (Psalm. 1xxui, 23), v brola los demas vicios y pecades del mundo. : . 2. Luego ponderaré la rabia (I Petr. v, 8; D. Aug. Praefat. in Psalin. xevi; Apec. x41, 9) com que os demonios andan rodeas— do todo el mundo, sin dejar tincen alguno, buscando 4 quien tra~ gar, ya como leones con fwerza y violencia de persecuciones ; ya co- mo dragones con aslucia de razones apareates, para engaiiar a hos hombres y iraerios & su servicio, -El estrago quc hacen es grandisi- mo, porque se Jes Jlegan izaumerables hombres; unes se rinden @ la codicia de regalos; otros 4 la codicia de riquezas y honras man—- danas, y olros la soberbia y allivez de la vida; y finalmente asien- tan debajo de 9a bandera todos los que son enomigos de Ja cruz de Cristo; los cuales, como dice san Pablo ( Phikp. 11, 18), Horando su miseria, tienen por Dios al vienlre y 4 la gloria mundana para confusioa suya, porque su fia es la muerte eberna.- Con esla consi- deracion , imitando al mismo Apésiol, we compadeceré con lagri- mas de que baya taates que sigen 6) hande del demonio, adminia- dome de que muchos sean fan locas, que quicran seguitle, creyem- do que cl premio de sa servicio ha de sex ol inficrao. T haciendo re~ 60 PARTE WI. MRBITACION VIE. exion sobre mi vida pasada 6 presente, lloraré haber estado alguna tiempo en esle engaiio, suplicando 4 Nuestro Seiior me libre de él para siempre. Amen. Ponto seaunpo.— 1. Lo segundo, consideraré 4 Cristo nuestro Seijor sentado en un lugar bumilde, con un rostro apacible y amo- roso, rodeado de sus discfpulos y de otra mucha gente, diciéndoles 4 todos: Si quis cult post me venire, abneget semetipsum, et lollat cru- em suam , eb sequatur me: si alguno quiere venir tras mi, niéguese 4 si mismo, tome su cruz y sigame. En las cuales palabras, al con- Avario del principe de este mundo, llama y convida 4 los hombres & tres cosas.-Lo primero, & negarse 4 si mismo, mortificando las tres codicias del mundo, y los vicios que de ellas preceden ; esto es, & que nieguen y mortifiquen el amor de regalos sensuales, y la codi- cia de hacienda y honra vana, y la soberbia interior, mortificando a propio juicio y Propia vyoluntad , toda presuncion y apetito de ex- celencia. 2, Lo segundo, les llama para que leven su cruz, ofreciéndose 4 lo contrario de las tres codicias del mundo; conviene A saber, & safrir trabajos y dolores, pobrezas y desprecios, y toda suerle de dumillacion y sujecion ; porque la cruz espiritual de Cristo esta com- puesta de estas tres piezas, pobreza, desprecio y dolor, aunque en eada una se encierran muchas diferencias de trabajos que la acom— paiian ; y esta cruz quiere que todos la lleven cada dia, tomando la parte que cada dia les cupiere, con perseverancia hasta la muerte. - Lo tercero, les llama para que le sigan, imilando sus yirtudes y los ejemplos que les da en la abnegacién y en llevar su propia cruz, porque esta resuelto de no admitir en su escuela ni en su compa- dia 4 los que no se resolvieren de abrazarla y asentar debajo de esta bandera ; y asi dice ( Luc. xiv, 27), que quien no.toma su cruz y me sigue, no puede ser mi discipulo, ni es digno de estar con— migo. 3. Luego ponderaré cuan puesta est4 en razon esta vocacion ; porque si yo soy malo y desde mi nacimiento inclinado 4 vicios y pecados, justo es que me niegue 4 mi mismo, y que mortifique to- das mis malas inclinaciones , para librarme de los males que nacen de ellas. Y si los regalos, riquezas, honras y excelencias mundanas son cebo de todas las maldades, razon es quitar el amor.desorde- nado de ellas para preservarme de tantas miserias. Y si es fuerza que en esta vida mortal me sucedan muchos trabajos , fatigas , dolo- res y tribulaciones , gqué cosa puede ser mas cuerda, que hacer de DE LA VOCACION PARA LLEVAB LA CRUZ. 61 necesidad virlud, y abrazar mi cruz de buena gana , mereciendola vida eterna con ella? Y si Jesucrista nuestro Seiior vino del cielo 4 lle- var su cruz y abrazarse con dolores, pobrezas y desprecios, 4 qué mucho le siga yo, haciendo lo que bace mi Capitan, mi Rey y mi Dios? 6 Capitan soberano, pues me llamas para que me niegue, ven tu 4 pelear conmigo contra mi, porque mas fuerte ba de ser que yo quien ha de vencerme 4 mi. Y pues quieres que lleve cada dia mi cruz, dame cada dia tu gracia para que no caiga ni desfa— lezca oprimido de ella. Ponto tercero.— 1. Lo tercero, se ha de considerar tres efica- cisimas razones que trae Crislo nuestro Seiior para ,persuadirnes: esta vocacion.-La primera es: Quien quisiere salvar su alma, per- derla ha; y quien la perdiere por mi, hallarla ha. Que fue decir: Yues- tra salvacion y vuestra vida eterna esta en negaros, y llevar la cruz, y seguirme hasta perder la vida temporal por esta causa si fuere me- nester, como yo la perdi; y quien la perdiere de esta manera, no la perdera del todo, porque yo se la volveré mejorada y eterna. Y al mismo modo puedo imaginar que me dice Cristo nuestro Seifor : Quien por mi perdiere su hacienda, honra, regalo, amigos y cual- quier bien temporal , despues lo hallara; y al contrario, quien lo quisiere ganar 6 conservar contra mi voluntad, é1 lo perdera, y con ello su alma para siempre. 2. La segunda es: ¢ De qué le aprovecha al hombre ganar todo el mundo, si su alma padece detrimento? O zqué trueque puede hacer et hombre por su alma? Como quien dice : Si seguis la sugestion del de- monio y no mi vocacion, habeis de perder para siempre el alma; pues gde qué os aprovechara haber alcanzado todos los regalos, ri- quezas, honras y excelencias del mundo, si al fin vuestra alma se condena? Preguntadlo 4 los mismos condenados que estan ardien— do en el infierno, y os diran (Sap. v, 8): {De qué nos aproveché la soberbia? y Ja jactancia de las riquezas, 4 qué bien nos hizo? Los _fegalos, las honras, las dignidades y todos los bienes de la tierra, équé provecho nos han traido? Todo pasé como sombra, y ahora * por nuestra maldad eslamos en perpétuo lormento. 8. La lercera razon es ( Matth. xvi, 27) : Porque el Hijo del hom- bre vendra en la gloria de su Padre con sus Angeles, y dara 4 cada tno segun sus obras; que es decir: Yo tengo de venir 4 juzgar el mundo con el eslandarte y bandera de mi cruz; y 4 los que no qui- sieron Ilevarla conmigo, condenaré al fuego eterno con los demonios, cuyo bando siguieron ; pero 4 los que oyeron mi yocacion y abraza- TOMO TI. + 62 PABTE Il, MEDITACION VII. ron mi cruz, llevaré conmigo 4 la gloria de mi Padre. Ponderando estas tres razones, haré comparacion de estos dos llamamientos , del que bace Lucifer, al que hace Cristo nuestro Seiior ; del fin tan de- sastrado de los que siguen el uno, al fin tan dichoso de los que si- guen el otro; y pues no es posible, como dijo el Redentor ( Math. vi, 24), servir juntamente 4 dos seiores, y no podemos servir 4 Dios y 4 las riquezas, 4 Cristo y 4 las honras vanas, ni es posible asentar debajo de las banderas de dos capitanes tan contrarios, pro- curaré cerrar mis oidos 4 Ja sugestion de Lucifer y abrirlos 4 la vo- cacion de Cristo, negandome 4 m{ mismo, abrazando mi cruz y si- guiendo 4 mi soberano Capitan debajo de su bandera. Para lo cual . me ayudaré 4 considerar, cuando llegue la hora de mi muerte, y cuando me -vea presentado 4 juicio ante el tribunal de Cristo, 44 quién querria haber seguido? qué querria haber eseogido? 4 Riquezas 6 pobreza, honras 6 desprecios, regalos 6 aflieciones, cumplimiento de mi propia voluntad 6 abnegacion de ella y de mf mismo? ¥ es- cogeré ahora lo que entonces querria haber escogido. 4. Y por no remitir solamente 4 la muerte y juicio el acierto de esta buena eleccion, aiiado, que el llamamiento del demonio, aun- que 4 prima faz promete deleites, honras , riquezas, libertad y des- canso, pero todo esto viene mezclado con tantas amarguras , que verdaderamente es trabajosisimo (Sap. v, 7): y hasta los mismos condenados confiesaa que vivieron cansados en el camino de la mal- dad y que anduvieron por caminos muy dsperos y dificullosos. Peto al contrario el Ilamaraiento de Cristo, aunque es de abnegacion, pero viene trazada por la divina Providencia , y ajustada 4 las fuer— zas de cada uno, y mezclada con tanlas dulzuras y gracias celestia— les, que verdadcramente es suavisima en esta vida, de modo, que Jos que han seguido el bando del demonio hallan grande alivio en seguir el de Cristo, y asi les dice el inismo Seiior (Jfatth. x1, 28): Venid 4 mt todos los que trabajais y estais cargados, que yo os recrea- ¥é; lomad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mi que soy blando y humilde de corazon, y hallarcis descanso para vuestras almas, porque mi yugo es suave y mi carga ligera; que es decir: Aunque mi yugo es abnegacion, es suave; y aunque mi carga es cruz, es ligera, con tal que seais mansos y humildes como yo, porque yo doy 4 los bu- mildes mi gracia, con la cual es ligero todo lo que de suyo es pe— sado y amargo. (Jacob. iv, 6). O dulcisimo Maestro, sobre cuyos hombros carga mi cruz y la de todos los mortales, concédeme que oiga ta lamamiento, abrazando los trabajos de la cruz, dejando 4 tu BE LA VOCACION PARA LLEVAR LA CRUZ. 63 providencia los alivios para Ilevarla , para que escogiendo en la vida fo que querria haber escogide en Ja muerte, reciba en tu juicio la corona de la gloria. Amen. MEDITACION VIII. DE LA RESIGNACION NECESARTA PARA OIR LA VOCACION DE CRISTO, ¥ RENUNCIAR TODAS LAS COSAS PARA SER SU DISC{PULO. —Como Cristo nuestro Sefior nunca cesa de llamar & los hom- bres para que le sigan , pondré en esta meditacion la disposicion mas conveniente que debemos procurar (Hz S. P. Ignat. ubi sup.), pa- fa que su santa vocacion halle entrada en nosotros, y por ella alcap- cemos la vida eterna. Esta declaré el mismo Sefior en aquella me~ morable sentencia que dijo por san Lucas (Luc. xiv, 33): Cual- quiera de vosotros que no renuncia las cosas que posee, no puede ser mi discipulo, En las cuales palabras no manda 4 todos que renuncien todas las cosas, dejéndolas con efecto, sino con el corazon, quilan- do las aficiones desordenadas de ellas, y eslando aparejados 4 de~ jarlas cuando fueren impedimento de-su salvacion , 6 cuando el mis- mo Seiior con especial vocacion les inspirare que las dejen,, por ser- les medio muy mas conveniente-y seguro para que se salven; y de- bajo de todas las cosas se comprende hacienda, honra, dignidad y oicio preeminente. A mas, padres, hermanos, hijos, amigos y co- Rocidos, y cualesquier personas’6 cosas de Ia tierra, cuyo amor des— ordenado puede impedirnos seguir 4 Cristo, y ser sus discfpulos. Presupuesto esto, pondrémos tres suertes de hombres que desean el fn de su salvacion, y querrian disponerse para alcanzarle, siguien- 04 Cristo, para que veamos cual de ellos acierta , y con cual nos hemos de conformar. — Ponto paixeno. — La primera suerte es, de aquellos que desean alcanzar el fin de su salvacion, sin aplicar medios para ello, por la grande dificultad qae sienten en ellos; querrian seguir 4 Cristo, pero no renunciar todas las cosas; y si desean renunciarlas y quitar sas aficiones desordenadas, no toman medios eficaces para quilarlas. como el enfermo que desea sanar , Mas no querria sangrias, ni pur- . a8, ni otras medicinas necesarias para su salud, por el dolor y amargara que siente en tomarlas. Estos tienen disposicion total- nente contraria 4 la divina vocacion, y al mandato de renunciar to- tas las cosas, y nunca alcanzaran salud espiritual ni la vida eter- 5 * 64 ‘PARTE HII, MEDITACION VIII. oa, porque esta no se alcanza con solos deseos, si fallan obras; y aunque parece que quieren salvarse y sanar, pero de verdad no quieren. Y por esto dijo el Espiritu Santo (Prov. xu, 4; D. Hier. ): Vult, et non vult piger. El pereaoso quiere y no quiere ; quiere el fin, pero no quiere los medios; quiere ir donde esta Cristo, pero no quiere ir tras Cristo ; quiere la virtud en cuanto buena, y no la quiere en cuanto dificultosa, y asi la deja. Tambien haré reflexion sobre mi mismo, para ver si tengo este mismo engaiio en la preten- sion de algunas virtudes; porque algunas veces digo que deseo al- canzar la humildad y vencer la soberbia; pero no quiero humillar- me, ni que me humillen; y digo que deseo tener paciencia y vencer la ira, pero no querria sufrir, y asi me quedo siempre soberbio é impaciente ; porque la mortificacion de las pasiones es medio nece- sario para vencer los vicios, y los ejercicios de las virtudes son nece~ sarios para ganarlas. Punto secunpo.— 1. La seguada suerte es, de otros hombres que desean el fin de su salvacion y aplicar medios para alcanzarle, pero medios trazados por su propio juicio y voluntad, y no por la de Dios. Quieren seguir 4 Cristo y renunciar la aficion desordena— da de sus cosas; pero afierran en que ha de ser con condicion de quedarse con ellas; y aunque les sean ocasion de pecar, y aunque Dios les lame interiormente para que las dejen, no quieren y se en- tristecen ; como el otro mancebo rico, 4 quien dijo Cristo nuestro Seiior ( Matth. xix, 21): Si quieres ser perfecto , vende cuanto tie- nes. Estos son como los enfermos que quieren sanar y aplicar me- dicinas; pero no las que el médico escogiere, sino las que ellos se- fialaren conformes 4 su gusto, queriendo torcer la voluntad del mé— dico, para que las apruebe. Asi estos quieren traer la voluntad de Dios 4 la suya, y no llevar la suya 4 la de Dios; y por consiguien- te lienen disposicion repugnante 4 la divina vocacion de renunciar todas las cosas, y con riesgo de condenarse; porque quiza Nuestro Sefior sabe que su cura esta en dejar las cosas que poseen, para quilas las aficiones desordenadas y muchos pecados que proceden de ellas. Y generalmente debo creer que el remedio de mis enfer~ medades espirituales no est4 en los medios que yo escojo con mi jui— cio ciego, sino con los que ordenare Dios, que es médico de mial- ma; al modo que Naaman leprogo, aunque deseaba mucho sanar de su lepra, no queria aplicar el medio que le sefialé el profeta Eliseo {IV Beg. v, 10), que era baiiarse siete veces en el rio Jordan, sino el medio facil que inventé su propio juicio, que era tocandole el Pro- DE LA VOCACION PABA LLEVAR LA CRUZ. 65 fla con su mano. Pero con efecto nunca sanara , si no mudara pa~ recer y se resiguara en la voluntad del Profela, porque Dios habia delerminado sanarle, no por el medio que él escogia, sino por otro que mas le convenia. . 2 Tambien haré reflexion sobre mi mismo en otras cosas par- licclares de mi vida, para ver si tengo este engaiio; porque si me confieso, eS yerro no querer seguir los medios de mi cura, que el confesor prudente sefala , sino los que 4 mi se me antojan. Y¥ si soy religioso , es gran engaio pretender la perfeccion de mi eslado por los medios que yo escojo por mi juicio propio, queriendo traer la vo- lontad de los prelados 4 que quieran lo que yo quiero, y no incli- mar la mia 4 que quiera lo que ellos quieren; y asi me dira Cristo nuestro Seftor lo que dijo 4 san Pedro ( Matth. xvi, 23) en oliro caso semejante: Vade post me Satana: adversario, vente tras mi, porque - no lengo de hacer yo lo que ta quieres, sino ta lo que yo quiero: uo ha de seguir e] maestro al discipulo, sino el disc{pulo al maestro, 1 el sibdito ha de gobernar al superior, sino el superior al sibdi- o, O Maestro soberano, pues eres camino, verdad y vida, no per- nilas que yo vaya por otro camino que el tuyo, ni siga otra verdad que la luya, ni viva otra vida que la que ta vivias, caminando tras Ui que bajaste del cielo, no 4 cumplir tu voluntad, sino la de tu Pa- dre, por el camino que é] te seiialé. Ponto tenceno. — 1. De aqui es, que la tercera suerte de hom- bres mas dichosa es, de aquellos que desean alcanzar el fin de su salvacion , y la victoria de sus aficiones desordenadas , y. la perfeccion de las virtudes por los medics que Dios quisiere, resignandose tolal- mente en su voluntad, estando aparejados para retener 6 dejar to- das las cosas que poseen con igualdad de 4nimo, segun que fuere mas conveniente para honra y gloria de Dios nuestro Seior , y sal- vacion de sus almas; como los enfermos que desean sanar, y se ar- Tojan en las manos del médico con delerminacion de tomar los re- nedios que él juzgare ser mas convenientes para su salud, sin in- inarse de su parte mas 4 uno que a olro. %. Estos tienen admirable disposicion para oir la divina voca- tion y recibir sus ilustraciones ¢ inspiraciones, confiando siempre en la providencia de nuestro gran Dios y Seiior ; el cual, como dice el profeta Isaias (c. xuvin, 17), nos enseiia las cosas provechosas y convenientes, y nos gobierna en este camino del cielo por s{ mismo ypor medio de sus ministros; y los que se dejan gobernar de él, aeplando todos los medios que inspira y manda, alcanzaran un rio 66 PARTE III. MEDITACION VIII. de paz y un mar de santidad, y legaran con seguridad al puerto de sa salvacion y perfeccion ; porque la divina Providencia llama 4 ca- da uno para el estado y modo de vida que mas le conviene, como se vera en la parte VI, en la meditacion XLVI. — Conforme & esto, comparando entre si estas tres suertes de hombres, y viendo los da- fios y engaiios de los primeros y segundos, debo escoger la suerte de estos terceros ; y puesto en la presencia de Dios nuestro Seior, le diré muy de corazon , como otro Saulo recien convertido ( Act. 1x, 6): Domine, quid me vis facere? Seior, gqué quereis que haga? Ves aqui 4 tu siervo deseoso de servirte y seguirte, pero estoy muy enfermo con mis desordenadas aficiones; en tus manos me pongo, haz de mf lo que quisieres; dispuesto estoy 4 cumplir tu voluntad, inspirame y enséiame los medios mas convenientes para la salud de mi alma, que yo me ofrezco con tu divina gracia 4 ejecutarlos, ora sea reteniendo las cosas que poseo, ora dejandolas todas por tu amor. 3. Algunos hay que quieren pasar mas adelante, y por imitar amas perfectamente 4 Cristo nuestro Sefior, se inclinan y desean, cuanto es de su parte, ser pobres, despreciados y afligidos como él Jo fue, antes que ser ricos, honrados y consolados , como otros jus- tos lo han sido, aunque conservan siempre la indiferencia para to- mar 6 dejar todo esto, segun que Dios lo quisiere ; porque no & to- dos quiere su Majestad hacer esta gracia de llamarlos, para que le sigan con actual pobreza voluntaria en vida religiosa, 6 para que ‘padezcan injurias y trabajos por su amor. Esta disposicion deberia procurar con todas mis fuerzas, 4 imitacion del Apéstol que decia * (Galat. vi, 14): Guardeme Dios de gloriarme en otra cosa que en Ja craz de Nuestro Sefior Jesucristo, por quien el mundo esta cruci- ficado para m(, y yo para el mundo; porque yo aborrezco y des- precio al mundo, y el mundo tambien con efecto me aborrece y des- Precia, tratandome como 4 un crucificado, que de todos es tenido por infame y desdichado. O Dios eterno, concédeme tal disposicion por tu misericordia, para que sea digno de que me llames 4 hacer y padecer cosas grandes de tu gloria. Amen. DEL MILAGRO DE LAS BODAS. 67 ‘MEDITACION 1X. DBL PRIMER MILAGRO QUE HIZO CRISTO NUESTRO SENOR EN LAS BODAS DE . CANA DE GALILEA. Punto paimgno.— 1. Hubo unas bodas en Cand de Galilea, en las cuales se hallo la Madre de Jesis, y él fue convidado con sus discipu- los ; y como faltase el vino, dijole su Madre: No tienen vino. (Joan. 11, 1; BD. Thom. 3 p. q. 43, art. 3).-Lo primero, se ha de ponderar la benignidad y caridad de Cristo nuestro Sefior en aceptar este convite, por tener ocasion de hacer bien 4 otros y sacar alguna ga- nancia espiritual para sus discipulos. ¥ juntamente miraré la pure- za, modestia y gravedad con que estaba en la mesa en medio de aquellos regocijos, enseiandonos con su ejemplo que el varon es- piritual en todo lugar ba de serlo, sin derramarse 4 cosa profana, cumpliendo lo que dice David (Psalm. uxvu, 4): Los justos coman - en banquetes, y regocijense en la presencia del Seiior, porque de esta manera no haran cosa ‘indigna de la santidad que profesan , ni del Seiior en cuya presencia estan. 2. Lo segundo, ponderaré la compasion y solicitud dela Virgen nuestra Seijora, pues en viendo la falta del vino, se compadecié de la afrenta y trabajo que alli se padecia. Y de su propio motivo, sin que ninguno se lo pidiese, se movi 4 procurar el remedio de esta necesidad por medio de su Hijo, mostrando en esto el agradecimien- to y amor que tenia 4 los que la convidaron ; y lo mismo hace aho- ra por sus devotes, compadeciéndose de sus necesidades, aun cuan- do se olvidan 6 descuidan de pedirla remedio de ellas; porque co- mo dice san Agustin (Serm. 4 de Nativ. ): Cuanto la Virgen es me- jor que todos los Santos, tanto es mas solicita de nuestro bien que todos ellos. © Virgen soberana, ,cémo no seré yo solicito en servir- le, pues tan solicita eres en remediarme? Si lanto cuidado lienes en agradecer cualquier pequeiio servicio, razon es que le tenga yo de glorificarte por las mercedes que me haces, con esperanza de que siempre me hards otras mayores. 3. Lo tercero, ponderaré la confianza tan amorosa y resignada con que hizo la Virgen aquella brevisima peticion : Vinum non ha- bent ; no tienen vino, como quien estaba certificada de las entraiias de piedad de su Hijo, que bastaha ponerle delante la necesidad pre- sente , para que quisiese remediarla si convenia , pues no le fallaba 68 PARTE Il]. MEDITACION 1X. amor ni poder para ello. O Virgen gloriosa, mirad la falta que ten- go del vino de Ja fervorosa caridad y devocion; y pues tanla com- pasion teneis por Ia falta del vino corporal, mayor la tendréis por Ja falta del vino espiritual. Y pues pedisteis remedio para aquella, pedidle tambien para esta otra, diciendo por mi 4 vuestro Hijo ben- ditisimo: Hijo, este mi siervo no tiene vino de amor divino, dadse- le con abundancia , para que os sirva con fervor. A imitacion de la Virgen he de ejercitar este modo de orar, que con su ejemplo me enseiia, representando 4 Nuestro Seiior mis necesidades y fallas con grande amor, confianza y resignacion, fiandome de su liberalidad y misericordia, que me dara el remedio cuando mas me convenga. ¥ asi en lugar de aquella palabra vino, puedo poner otras semejantes, diciendo 4 Nuestro Seiior: Padre mio, no tengo fervor; Dios mio. no tengo bumildad, no tengo paciencia ni obediencia ; mirad mi mi- seria y compadeceos de ella. — De este modo de orar se dira mas largamente en la meditacion de la resurreccion de Lazaro. — : Punto sraunpo, — 1. A esta demanda respondié Cristo nuestro Seiior: 4 Qué tienes que ver conmigo, mujer? No ha llegado mi hora. Cerca de esta respuesta, al parecer tan desabrida y seca, pondera- ré las causas misteriosas de ella.~La primera fue, para descubrir que era mas que hombre y que tambien era Dios, cuyo es propio hacer la obra milagrosa que se le pedia , en la cual habia de seguir su raza y el tiempo y hora que en cuanto Dios tenia sefiglada, sin mudaria ni anticiparla por respetos de carne y sangre ; enseiando- nos en esto, que no hemos de afligirnos ni congojarnos demasiada- mente con nuvestras necesidades, queriendo anlicipar la hora que Dios nuestro Seiior tiene determinada para su remedio, ni seialar- le tiempo para ello, como los de Betulia, los cuales por esta cau- sa con mucha razon reprendié Judit ( Judith, vin, 11); sino hacien- do de mi parte cuanto fuere posible, he de arrojarme en su divina providencia , para que él me remedie en su hora, que sera para mi la mejor y mas conveniente. ( Salvador dulcfsimo, pues teneis se- - Balada la bora de los trabajos y la de los milagros, seguid vuestra divina raza en hora buena, porque mi voluntad esté resignada para seguir y obedecer siempre la vuestra, sin apartarme una hora ni un momento de ella. 2. La segunda causa fue, para ensefiarnos cudn descarnado y apartado estaba de todo carnal amor de parientes. Por lo cual, con~ formando sus palabras con los afectos del corazon, no se halla escri- DEL MILAGRO DE LAS BODAS. 69 to que haya llamado 4 la santisima Virgen con esta lierna palabra de madre, sino de mujer, como se ve en este lugar y en la cruz, cuando la encomendé al amado discipulo. (Joan. xix , 26). ¥ dicién- dole otra vez algunos de los que le oian el sermon, que su Madre y hermanos le buscaban, respondié con gran despego (Matth. xu, 48; S. P. Ignat..in exam. ¢. 4, lit. €.}: 4 Quién cs mi madre y mis hermanos? El que hiciere la voluntad de mi Padre celestial, ese’ es mi hermano y hermana y mi madre. De donde aprenderé 4 descar- narme y desasirme de las criaturas, y no tomar en la boca el nom- bre de madre, ni de hermano, si me ha de llevar tras si el corazon, procurando estimar sobre todas las cosas el cumplimiento de la di- vina voluntad ; pues por esto dijo Moisés { Deut, xxxir, 9): Quien dice 4 su padre y madre, no os conozco; y 4 sus hermanos, no sé quién sois, estos guardan tus mandamientos, y cumplen tu santa ley. 3. La tercera causa fue, para ejercitar 4 la Virgen santisima , y darla ocasion de mostrar sys excelentes virtudes, especialmente su grande paciencia, humildad y confianza; porque con respuesta tan seca, ni se turbé, ni quejé, ni respondié palabra alguna, ni se tuvo por injuriada, y lo que mas admira, no perdié [a esperanza de ser oida , como luego se vera, con cuyo ejemplo he de animarme 4 te- ner paciencia, y no perder la confianza cuando Dios no oyere mis peticiones 6 dilatare el oirme, 6 cuando los hombres me: dieren res- puestas desabridas, acordandome de lo que dice el profeta Isaias (e. xxx, 15): En el sufrimiento, silencio y esperanza esta nuestra fortaleza, porque por tales medios alcanzamos de Dios lo que pre- tendemos. Ponto tercrno.— 1. Entonces la Virgen dijo d los que servian 4 la mesa: Quodcumgue dizerit vobis facile: cuanto os dijere mi Hijo, hacedlo. En las cuales palabras se ha de’ ponderar la excelencia de este soberano consejo, el fin por que le did, las palabras de que us6, y las virtudes heréicas que en todo esto descubrié.-Lo primero, mostré herdica confianza , porque cuando su Hijo la dijera expresa- mente: Yo haré lo que me pedis, no pudiera ella decir otra cosa de Ja que dijo.-Lo segundo, tuvo grande luz para conocer el corazon de Cristo nuestro Sefior y sus intentos; porque puesto caso que pu- diera remediar aquella necesidad criando nuevo vino 6 multiplican- do lo poco que habia, sin decir nada 4 los ministros que servian 4 la mesa, con todo eso entendié la Virgen que su Hijo les habia de mandar algo: porque la condicion de Dios es querer que los hom- . 70 - PARTB II, MRDITACION IX. : bres hagamos algo de nuestra parte para el remedio de nuestras ne- cesidades , disponiéndonos con esta obediencia y diligencia para al- canzar el remedio de ellas. 2. De aqui es que la’ Virgen nuestra Seiiora, con: este consejo que dié 4 los ministros, nos avisa que para alcanzar de Dios lo que Pedimos, no hay medio mas eficaz que con Ja confianza juntar la obediencia 4 cuanto nos manda; porque, como dice David: Dios cumple la voluntad de los que ie temen. ( Psalm. cxtiv, 19). ¥ san Juan dijo (I Joan. 1, 21): Si nuestro corazon no nos reprendiere, confianza tenemos en Dios de alcanzar cuanto le pidiéremos , porque guardamos sus mandamientos y hacemos las cosas que le agradan ; y Cristo nuestro Sefior dijo 4 sus Apéstoles (Joan. xv, 7): Si mis pa- labras permanecieren en vosotres , cuanto quisiéreis pediréis, y se os dara. ¥ generalmente, cuanto fuéremos mas obedientes , tanto Dios acudira nuestras oraciones. ( Euseb. Hemisenus, Hom. 3 ad Monach.; Aug. de oper. Monach. c. 17). Por tanto, alma mia, obedece con fervor si quieres ser oida con presteza; porque mas presto es oida una oracion del.obediente, que diez mil del perezoso. 3. Finalmente, ponderaré el amor que la Virgen tenia al silen- cio y brevedad de palabras; pucs asi las que dijo 4 su Hijo, como las que dijo 4 los ministros, fueron breves, muy medidas y ponde~ radas. Y en particular eslas he de eslampar en mi corazon, eomo di- chas por tal Madre y maestra, procurando cumplir cuanto me dijere Cristo nuestro Seiior, sin dejar cosa alguna , aunque sea dificultosa ; y aunque parezca fuera de propésito, 6 sea muy menuda, ora me lo diga por si mismo con secretas inspiraciones, ora por medio de mis superiores. O Virgen soberana, maestra de todas las virtudes, en- seiadme 4 practicar las que aqui ejercitasleis , para que por ellas agrade 4 vuestro Hijo, y sea digno de alcanzar lo que pretendo. Punto cuaato.— 1. Lo cuarto, se ha de considerar como Cristo nuestro Sefior mandé 4 los ministros henchiesen de agua seis tinajas que alli estaban, y luego las convirtié en vino excelentisimo, y lo mandé llevar al arquitriclino que presidia en la mesa. Aqui he. de ponderar lo primero, la obediencia de estos ministros, como tan bien industriados por el consejo de Ia Virgen, porque sin réplica ni dila- cion, sin decir: 44 qué propésito se nos manda esto? 6 4qué tiene que ver traer agua para remediar falta de vino? rindieron su juicio, . hicieron lo que Cristo nuestro Seiior les mandaba; y: por este me- dio sin pensar alcanzaron lo que deseaban. De donde sacaré cuén Seguro es obedecer 4 Dios y 4 sus vicarivg, sin escudrifiar con vana DEL MILAGRO DE LAS BODAS. 1 cariosidad-la causa de lo que me mandan, asi por no ser engaiiado de la serpiente astula que por este camino engaiié 4 Eva, pregun- tandola la causa por qué Dios les mandé no comiesen del arbol de la ciencia; como tambien porque muchas veces Nuestro Seiior, para darnos lo que pedimos, suele mandarnos algo que parece contrario, porque aprendamos 4 rendir nuestro juicio 4 su obediencia; y si obe- dezeo en las cosas que me humillan 6 desconsuelan , por este ca- mino me ensalzara y consolara. 2. Lo segundo, ponderaré Ja omnipotencia de Cristo nuestro Se- ior, el cual con solo querer, sin tocar el agua, la mud6 en vino, go- zandome de tener un Salvador tan poderoso, y suplicandole trueque mi corazon, y le mude de malo en bueno, de frio en fervoroso, de imperfecto en perfecto , ofreciéndome 4 no contradecirle; porque, como dice san Agustin ( Zract. 72 in tllud Joan. xiv: Majora horum: faciet) : Quien me mudé de no ser 4 ser sin mi consentimiento, no me mudar4 de malo en bueno, ni de tibio en fervoroso, si le resisto. 3. Tambien ponderaré Ja grande liberalidad de este Sefior en pagar los servicios que se le hacen, pues por un vaso de vino que le dieron en el convite; y ese de ruin vino, volvié seis linajas grandes Ilenas de excelentisimo vino, usque ad summum, hasla lo sumo que podian recibir. ¥ lo mismo hace ahora premiando un caliz de agua fria (Zue. v1, 38) con una medida llena, apretada, colmada, y que re- bosa; y al religioso da cien veces mas de lo que deja porsu amor. Y finalmente, 4 las almas que tratan de oracion, celebrando con ellas bodas espirituales, las entra en la bodega de sus vinos ( Cant. 1, 4), y las da 4 gustar con sumo gozo de las seis vasijas que alli tiene He- nas de afectos celestiales , esto es, actos herdicos de seis excelentes virtades: caridad para con Dios; misericordia para con los prdjimos ; celo de la divina gloria y de la salvacion de las almas; devocion ferviente, con gran prontitud 4 todas'las cosas del divino servicio ; gratitud con alabanza; y accion de gracias por los beneficios recibi- dos; y obediencia con resignacion para hacer y padecer por Dios cuanto le fuere agradable. O Salvador omnipotente y dadivoso, ti solo quiero por Seiior y por Dios y todas mis cosas; éntrame en la bodega de tus vinos, embri4game con el vino de estos seis afectos, len&ndome con ellos hasta lo sumo de la perfeccion propia de mi es- tado, para que encendido como serafin (/sai. vi, 9), con estas seis alas vuele 4 unirme contigo, y nunca cese de amarte y alabarte por todes los sigles. Amen. Panto oumnto.— 1. Lo quinto, se ha de considerar los efectos de - 72 PARTE II]. MEDITACION IX. este milagro, entre los cuales lo primero, ponderaré el gozo de la Virgen nuestra Sefiora cuando vid este milagro, y que su esperanza habia salido cierta. | Oh cudn confirmada quedaria en la confianza ! ¥ ,qaé gracias daria & su Hijo por este favor ! Y tambien he de pon- derar, cudn poderosa es la oracion ¢ intercesion de esta Sefiora ; pues habiendo dicho Cristo que no era llegada su hora para hacer aquel milagro, por la oracion de su Madre apresuré la hora, y fe hizo lue- go; de modo que esta oracion fue la causa de que llegase la ho- ra, la cual sin ella no llegara entonces. Y es de gran ponderacion (P. II, medit. XINE) que Cristo nuestro Sefior tomé 4 su Madre por instrumento de la primera sanlificacion, que fue la del Bautista, y . del primer milagro, que fue este; y apresuré‘ambas obras por me- dio de ella, para ensefiarnos que ella habia de ser nuestra media- nera para alcanzar con gran presteza los bienes espirituales y tem- porales, las obras de santidad y de milagro que Dios hace en sus escogidos, y asi be de gozarme grandemente de tener tal Madre, por una parte tan solicita de mi bien, y por otra tan poderosa para negociarle. @ Madre mia, muéstrate conmigo madre en abreviar con tus oraciones la hora de mi remedio, para que libre de tibieza co- mience 4 servir 4 tu Hijo con fervor. 2, Lo segundo, ponderaré cuan confirmados quedaron en la fe los discipulos de Cristo nuestro Sefior-con la vista de este milagro, pues dice san Juan, que por esto creyeron en él con nuevo fervor de fe y con grande gozo, viendo la omnipotencia de su Maestro, alegrandose de estar en su compaiila, fiados de que no les faltaria nada teniéndole consigo; y no sin causa quiso Nuestro Seiior que e! primer milagro fuese en cosa temporal tan casera-y necesaria , para confirmar la fe de los que estaban rudos y principiantes en las co- sas de Dios, disponiéndoles poco 4 poco para otros mayores. 3. Lo tercero, ponderaré la gran admiracion del arquitriclino cuando gusté la suavidad de aquel excelente vino, pues sin poderse reprimir, hizo Hamar al esposo, y le reprendié porque no guardaha la costumbre de todos los hombres, que primero dan el vino bueno y despues el ruin, y él habia guardado el mejor vino para la posire ; porque el vino del principio, que antes le parecié bueno, en gustando el que Cristo habia hecho le parecié malo. Pero no alcanzé las trazas de Dios en este caso, el cual no quiso dar el vino escogido, hecho por sa mano hasla que acabé el otro, y se comenzé 4 sentir su falta, por dos causas altisimas. -La primera, para que tengamos mayor estima * delo que Dios nos da, habiendo primero experimentado nuestra DEL CBLO DE CRISTO EN EL TEMPLO. 13 propia miseria, y viendo Ja buena coyuntura en que acude 4 reme- diarnos, probando por la experiencia lo que dice David ( Psalm. 1x, 10), que Dios es ayudador en tas oportunidades y tribulaciones, dando el remedio de ellas en el tiempo y coyuntura que mas nos conviene. -La segunda, para significar que no da Dios los conten- tos del espiritu hasta que se mortifican los de la carne, ni Ilueve el mané del cielo hasta que se acaba la harina que se sacé de Egipto, y como dice san Bernardo (Ep. 2 et Serm. 3 de Ascens.), no se mez~ clan bien estos dos géneros de vinos y consuelos celestiales y terre- nos. Y asi es menester que se acabe en-mi el terreno para que guste del celestial, aunque algunas veces da Nuestro Seftor 4 gustar el celestial, para que desechemos con facilidad el terreno. 0 Amador de las almas, dame 4 gustar el vino del espiritu para que me sea de- sabrido el de la carne. Dame 4 sentir la dulzura de tus pechos celes- tiales, para que cobre fastidio de todos los deleites terrenos. 0 alma -mia, animate & mortificar los regalos sensuales, para que seas digna de alcanzar los elernos por todos los siglos. Amen. MEDITACION X. DE COMO CRISTO NUESTRO SENOR CON GRAN CELO ECHO DEL TEMPLO LOS NEGOCIANTES, Ponto primeno.— 1. (Joan. 11, 14). Subiendo Cristo nuestro Se- ior al templo de Jerusalen, y viendo que alli se vendian ovejas, buryes y palomas, y que otros tenian mesas de dinero para cambiar, hizo un azote de cordeles, y con él echo del templo las ovejas y bueyes, y a los que las vendian, y trastorno las mesas de los cambios; y 4 los que ven- dian palomas dijo : Sacadlas de agus, y no hagais la casa de mi Padre casa de negociacion.-Primeramente, ponderaré el celo grande que tenia Cristo nuestro Seiior de la gloria de su Padre, y de la pureza de su templo; porque celo es (D. Thom. 1, 2,4. 98, art. 4) unar- diente deseo de quitar 6 impedir todo lo que es contrario la cosa amada , por ser contra su voluntad , honra 6 provecho; y cuanto es mayor el anior, tanto es mayor el celo ; y por consiguiente , mayor la tristeza de la injuria 6 dato de su amigo, y mayor el fmpetu de remediarlo. Y como Cristo nuestro Sefior amaba inmensamente 4 su Padre y 4 su Iglesia, asf tenia ardentisimo celo de todo lo que les tocaba; de donde procedié tomar el] azole, y echar del tentplo a los que le profanaban, como lo nolé san Jyan , alegando aquello de Da- 7! , PARTE Ill. MEDITACION X. . vid ( Psalm. txvint, 10): Zelus domus tuae comedit me: el celo de tu casa me comid. 2. En las cuales palabras significa la grandeza de este celo en dos cosas. ~La primera, que fue como fuego consamidor, el cual no solamente atormentaba su corazon, sino que le consumié hacienda, honra, contento y vida, deshaciéadole todo, hasta dejarle desnudo, Geshonrado , desamparado y muerto ea la cruz, por volver por la honra de Dios y de su casa.-La segunda , que este celo le tenia to- . do transportado y transformado en si, de la manera que quien co- me el manjar le muda en si mismo. Asi el celo comié & Cristo, por- que todo él, sus pensamientos, palabras y obras estaban transfor— madas en celo, y el celo le meneaba y atizaba 4 todo cuanto decia y hacia para nuestro bien. ¥ hasta el dia de hoy este celo come 4 Cris- to, porque (como despues verémos en la meditacion XI de la par- te IV) el celo es causa de que se haga manjar para ser comido de los fieles. © dulcisimo Redeator, gracias te doy por este-celo que tu- viste de la casa de tu Padre, que es la Iglesia, y de mi alma, que tambien es casa suya. Aparta, Seiior, de ella todo lo que te desagra- da, y consume con tu fuego todo lo que la turba. Dame tambien un celo semejante al tuyo, para que vuelva por tu honra, aunque sea con pérdida de la mia; porque muy dichoso seré, si el celo me con- Sumiere como 4 ti te consumi6. 3. Lo segundo, ponderaré la fortaleza de Cristo nuestro Sefior, nacida de este celo, con la cual hizo rostro 4 tanto tropel de gente, con riesgo de que se levantasen contra él; porque el amor divine echa fuera todo temor humano, y el celo es fuerte y duro como la muerte (Cant. viu, 6), y cuando es menester hace azote con que castiga 4 los delincuentes, y aparia de la casa de Dios todo lo que es en su dajio, ¥ 4 esta cansa el mismo Dios , como dice la Escritura (Prov. m, 12; Hebr. xu, 6) , castiga al que ama, y al hijoen quien se agrada, para quitar de él las imperfecciones que tiene. 0 dulci- simo Salvador, que con un mismo celo tomais el azote para purifi- car la casa de vuestro Padre, y permitis que vuestros enemigos tomen el azote para castigar vuestro cuerpo, pagando con vuestros azotes la pena de sus pecados , armadme con este santo celo, para que casti~ gue mi carne por sus culpas, y procure con fortaleza estorbar las ajenas. No aparteis de mi yuestro piadoso celo, cuando pecare, por- que mas quiero ser castigado como hijo ( Ezech. xvt, 42), que vivir en mi libertad como extraiio. Punto segunpo.— 1. Pidiendo los judios 4 Cristo nuestro Seiior DEL CELO DE CRISTO EN EL TEMPLO. vt) alguna sejial y milagro para creer en él, y aprobar lo que hacia, les respondid: Destruid este templo, y en tres dias lo volvere a edificar. ¥ hablaba de su sanlisimo cuerpo, que efa templo en que habitaba la plenitud de la Divinidad corporalmente por razon de la union hipos- tatica. En lo cual se ha de ponderar, qué seial es esla, qué mila~ gros encierra, qué cosas significa, y qué efectos causa. -Lo prime- ro, aqui les da Cristo nuestro Sciior dos seiiales, una de su pasion, y olra de su resurreccion.- La primera , es la permision de que des- (ruyesen templo tan precioso con azotes, espinas y clavos, dejandole descoyuntado y muerto en una croz.-La segunda, es la resurrec— cion que haria con su propia virlud, volviendo su cuerpo 4 la vida que antes tenia con mayor gloria. Las mismas seiales did otra vez, diciesido : Esta generacion perversa pide seiial, y no se le dard otra que la de Jonas profeta ( Malth. xu, 39); porque como Jonas fue echado en la mar por salvar el navio, y siendo tragado de la balle~ na, despues de tres dias salié vivo, asi yo por la salud del mundo seré arrojado en el mar tempestuoso de las tribulaciones, y tragado de la muerte y del infierno ; pero al tercero dia saldré¢ vivo y triun- fador glorioso. 2. Ambas seiiales son milagrosas, porque milagro fue grande que Cristo, Dios y hombre , con Anima gloriosa tuviese cuerpo mor- tal; y se dejase matar, deshaciéndose la union de su anima con el cuerpo. ¥ este milagro fue seial de su infinita caridad y misericor—- dia; por la cual dié licencia 4 sus enemigos que destruyesen el tem- plo de su cuerpo, para reparar el templo de sus almas, y hacerlas templo de Dios vivo. ¥ tambien fue seial de su omnipotencia , la cual mosiré en sufrir tan terribles tormentos y desprecios, con mi- lagrosa paciencia y mansedumbre, hasta morir en una cruz. Pero muriendo mostré tambien su omnipotencia , triunfando con su muer- te de la misma muerte y del infierno, no solamente en si mismo, sino en sus escogidos, librandolos de su tirania, y sacando del vien— tre de la ballena a‘los demas que habia tragado; y asi resucité glo- rioso , lleno de muchos despojos de innumerables almas que sacé del limbo. 3. Con estas seiiales hizo que los hombres creyesen en él, y le amasen y obedeciesen; por lo cual dijo el mismo Sejior (Joan. xu, 32) : Si yo fuere levantado de la tierra, traeré 4 mf todas las cosas, no con azotes hechos de cordeles & fuerza de castigos, sino con cuer- das de Adan, y con cadenas de caridad 4 fuerza de beneficios. ( Osee, xt, 4). Gracias te doy, 6 dulcisimo Redentor, por haberme dado se- 16 , PARTE Il. MEDITACION X. fial tan nueva, tan costosa para li, y tan amoresa pata mi. Yo soy el miserable que con mis pecados destruyé tu templo, que es mi al- ma; pero ti puedes repararle en tres dias, vivificandome con tu gra- cia en el primero, perfeccionandome con perseverancia en el segun- do, y resucitandome 4 la participacion de tu gloria en el tercero. Reparale, Sefior, por los méritos de tu pasion, y treme 4 tu servi- cio con las cuerdas de tantos beneficios, como por ella me hiciste, para que renovado en el espiritu, Wegue presto 4 gozarte en el cie- lo. Amen. - Ponro rercero.— 1. E] tercer punto sera, considerar como Cris- to nuestro Sefior otra vez, cerca de su pasion, eché del templo los negociantes, y trastorné Jas mesas de los cambios y de los que ven- dian palomas, diciéndoles ( Matth. xx1, 12): Escrito estd : Mi casaes casa de oracion para todas las gentes, y vosotros la habeis hecho cueva de ladrones, et non sinebat ut quisquam transferret vas per templum, y no consentia pasasen por el templo con carga profana. Sobre este he- cho, comparandole con el pasado, se ha de ponderar, que la primera vez eché Cristo del templo los negociantes con palabras y azotes de cordeles; pero esta segunda con palabras y grandes milagros que alli hizo, dejando los azotes para sus espaldas, significandonos dos modos que tiene Dios de purificar su templo espiritual ; uno con cas- tigos, y otro con beneficios. El primero usé en la ley vieja, que era ley de tcmor. El segundo en la ley nueva, que era ley de amor. ¥ si los dos no aprovechan, vendré 4 ser destruido el templo como el de Jerusalen, castigandole Dios con el ultimo castigo de la eterna condenacion. A mas la primera vez dijo: No hagais Ja casa de wi Padre casa de negociacion, dando 4 entender que el templo no ha de ser casa de negociacion profana sino divina; ni se ha de venir 4 él para negociar con hombres, sino para negociar con Dios nuestro propio negocio, que es el de nuestra salvacion , solicilandole con sa- crificios y oraciones, (£ Thes. iv, 10). La segunda vez no consintio -que fuese ni aun paso para los que llevaban cargas, y con mas as- _ pereza les reprendié, diciendo que la hacian cueva de ladrones, pa- ra significar que con estas negociaciones de compras y ventas sc mezclan hurtos, engaiios, injusticias, y 4 veces simonias, porque la codicia es raiz de todos Jos males, y llega hasta querer vender y comprar al Espiritu Santo y sus gracias figuradas por las palomas. O Salvador del mundo, sobre quien vino el Espiritu Santo como pa- loma, dandole 4 tus discipulos como fuego ( Psalm. xcu, 8), purifi- came de mis codicias con el fuego de tu amor, para que alcance la DEL CELO DE CRISTO EN EL TEMPLO. “47 santidad y pureza de paloma que 4 tu casa conviene por todos los siglos. Amen. 2. De aqui subiré 4 ponderar, como mi alma ha de ser templo ¥ casa de oracion, en Ja cual he de entrar, y orar 4 mi Padre celes- tial, que esta alli, y me ve orar en lo escondido de mi corazon. ( Matth. ui, 6). ¥ porque no se llama casa de oracion el lugar donde una vez U otra se ora, sino el que es oratorio dedicado para solo esto, tal ha de ser mi corazon, consagrandole 4 la frecuencia de este ejercicio con gran fervor. De suerte , que donde quiera que fuere , como di- cen los Santos (D. Ambr. lib. VI de Sacris. ¢. 3; Chrysost. Hom. 79 ad Popul. Hilar. Cant. & in Matth.), Neve conmigo el oratorio, y pueda camplir lo que dice san Pablo (I Tim. x1, 8): Quiero que los varones oren en todo lugar, levantando & Dios las manos puras. sin ira y turbacion. De aqui es, que mi alma, siendo casa de ora- cion, tambien ha de ser casa de humildad, obediencia, paciencia y otras virludes; porque todas, como dijimos en la introduccion de este libro, se hallan en casa de Ja oracion, acompaiidndola y ejerci- tando con ella sus excelentes actos. Y por consiguiente, no ha de ser casa de negociacion profana, ni acogida de ladrones; esto es, de vi- cios y cuidados terrenos que turban y roban la devocion, y echan la oracion de su propia casa. 3. De donde inferiré , que mi alma para ser digna casa de ora—" cion ha de tener principalmente estas tres condiciones; es 4 saber, estar limpia, quieta y adornada; limpia de culpas que la remuer- dan; quieta de pasiones que la turben ; y adornada con actos de vir- tudes que la alienten. ¥ entonces, dice san Agustin (Concio 2 in Psalm. xxx; Psalm. c, 2: Perambulabam in innocentia cordis mei) : Ipsa munditia cordis tui delectabit te, et faciet te orare : la limpieza de tu corazon con su quictud te alegrara y provocara 4 orar, porque gustaras de estar dentro de ti, y de morar contigo ; pero si esla st- cia, turbada y descompuesta, en queriendo entrar dentro de ella, te saldras, y dejaras la oracion; como quien entra 4 orar en una igle- * sia donde hay gran ruido y griteria, luego se sale, porque no pue- de orar como desea. () Salvador mio, armate con tu santo celo, y toma el azote en tu mano ; entra dentro de este tu templo, y echa de 1 todo lo que te desagrada ; no consientas que pase por él cosa que le turbe ; purifica esta cueva de ladrones, para que de hoy mas sea casa de oracion, morada de Angeles, y habitacion de paz , donde té mores por todos los siglos. Amen. 6 TOMO IK. 78 PARTE Ill. MBDITACION Xt. MEDITACION XI. DEL SERMON DEL MONTE, Y DE LAS OCHO BIENAVENTURANZAS. —Viendo Cristo nuestro Senor la mucha gente que le sequia ( Matth. vy, 1), se subid d un monte, y sentindose alli, se legaron é él sus disci- pulos, y levantando sus ojos d ellos, y abriendo su boca los ensefiaba, diciendo : Bienaventurados los pobres de esptrilu, etc. Sobre este prin- cipio tan grandioso, se puede considerar el misterio que Viene el In- gar del sermon, que es un alto monte; el asiento del Maestro, que es la humilde tierra; 1a gente que se Negé mas cerca, que son ls Apéstoles ; el meneo de los ojos, que es levantarlos para mirarles ; el modo de hablar, que es abriendo su propia boca; el tema del ser- won, que son ocho bienaventuranzas ; y sobre todo, la interior ex- celencia del Maestro, de quien todo esto procede. — Ponto primero. — 1. Lo primero, consideraré como Cristo nues- tro Seftor en esle monte tomé publica posesion de tres oficios muy principales, que su Padre le encargé para bien nuestro ; es 4 saber, de maestro, legislador y consejero, ejercitandolos con altfsima per- feccion, figurada por el monte ; porque en entrando dentro de si mis- mo, de los tesoros de ciencia y sabiduria de Dios ( Matth. xm, 32), que dentro de si tenia, sacé verdades nuevas y antiguas, preciosi- simas y provechosisimas para nosotros. En cuanto maestro nos eh- seid (sat. xiv, 17) , no cosas vanas 6 curiosas, no astrotogias ni otras ciencias humanas que suelen hinchar mucho y aprovechar po- co, sino ensefidnos la ciencia de los Santos que abraza los misterios altisimos de nuestra fe y fas cosas necesarias para alcanzar la san- tidad. En cuanto legislador, promulgé de nuevo, y declaré la divina ley con toda la pureza y santidad que tiene, purgandola de los er- . Tores que la humana malicia la habia mezclado, y perfeccionando Jo imperfecto de la ley antigua. En cuanto consejero, enseiié los con- sejos de la ley nueva y evangélica, que son los mas excelentes que se pueden aconsejar, por razon de los cuales se Hama ( Jsa¥. 1x, 6) admirable Consejero y Angel del gran consejo. %. Luego ponderaré, como hizo estos tres oficios con un modo nuevo, admirable y excelentisimo , porque como maestro, no solo proponia exteriormente la doctrina, sino tambien interiormente daba luz eelestial para entenderla y estimarla. Como legislador, no solo ponia excelentes leyes y preceptos, sino imprimialos en el corazon, DE LaS OCHO BIENAVENTOURANZAS. 19 dando gracias para cemplirlos con mucha suavidad. Y como conse- jero, no solo daba el consejo, sino el espiritu y feerzas para recibir- le y ponerle por obra. En lo cual excedié & todos tos maestros, le- gisladores y consejeros de! mundo ; por Jo cual con mucha razon nos dijo: Que 4 ninguno sino 4 él Hamasemos maestro (Math. xxi, 1@); porque un solo maestro hay, que es Cristo: y por la misma razon hay un solo legislador y. consejero. O Padre elerno, gracias te doy por haberme dado el mejor maestro, legislador y consejero que podias darme. 6 Hijo de Dios vivo, | con qué te pagaré esta merced de haber venido en persona , y abierto tu misma boca para ensefiarme ta doctrina, pues bastara que vinieran’ Angeles, por cuya boca me dieras parte de ella! 6 alma mia, mira con tus ojos al preceptor y maestro que Dies te ha dado. (Jsai. xxx, 20). ¥ pues te manda que escojas un consejero entre mil, escoge 4 este que es el mejor de todos, escogido entre millares, consulta con él tas dudas, y tus con- sejos sean con sus divinas leyes. © Maestro del cielo , dame tu luz para conocer lo que me ensefas. (Psalm. cxvmt, 24). O Legislador soberano, dame tu bendicion para cumplir.lo que mandas. (Psalm. uxxxi, 8). 6 Consejero admirable , dame fuerzas para seguir lo que me aconsejas;, para que con tu ayuda, subiendo de virtud en virtud, Hegue a verte en la santa Sion. Amen. 3. Finalmente, ponderaré como Cristo nuestro Seiior nunca ce- sa de hacer estos tres oficios con los hombres, especialmente con los que desean subir con él al monte de la perfeccion, y se le acercan con el amor; porque, como dice la Escritura (Psalm. xxxin, 6), los que se Ilegan al Seiior seran ilustrades; y los que se ponen cabe sus piés, imitando su humildad, recibiran su doctrina. En estos pone sus ojos para mirarlos con misericordia ; y los ensefia, ya por hoca de los predicadores, cuando los oyen ( Deut. xxxi, 3); ya por me- dio de los Libros sagrados y devotos, cuando los Jen; ya 4 sus so- las con’ inspiraciones, euando oran y meditan, abriendo él mismo su hoca para hablarles al corazon, y alli como maestro les infunde nue- va luz para conocer los misterios de la fe ; como legislador les im- prime los afectos de la ley de gracia y caridad ; y como consejero les Hama y solicita 4 que sigan la perfeccion. Y con este espiritu he de acudir al sermon, leccion y oracion, como quien se llega de cerca 4 oir este divino Maestro que me habla interiormente por los demas. Pues por esto dijo el Padre eterno (Isai. xxx, 20), que nunca se apartaria de nosotros el Maestro que nos daba, porque nunca cesaria de hacer su oficio hasta la finde! mundo. ¥ asi 4 la entrada de estos’ 6* 8 PARTE 111. MBDITACION Xi. ejercicios puedo decir 4 Cristo nuestro Seiior : 0 Maestro de los maestros, abrid vuestra boca y habladme, porque vaestro siervo oye con deseo de ejercitar lo que oyere. * Ponto seconpo.— 1. Lo segundo, consideraré el tema y funda mento.de este sermon ; porque mirando Cristo nuestro Seior el. te- soro de virludes que tenia dentro de su alma, sacé de alli ocho principalisimas, en que se suma toda la perfeccion evangélica ; vir- tudes muy anliguas, pero muy nuevas, y nunca oidas en el mup- do, con un nombre nuevo que las puso de bienaventuranzas, aun- que 4 la carne son amargas. Cuiplidse aqui lo que dice de él la Es- posa (Cant. v, 13), que sus labios son como lirios que destilan mirra Primera, porque abriendo su boca destilé esla primera vez por sus labios con gran blandura y suavidad estos ocho actos de virtud y mortificacion muy escogida, amargos al gusto de la carne, pero olo- rosos 4 Dios y provechozos al espirilu ; poderosos para preservarle de toda corrupcion de culpa, endulzurandolos con el premio que prometié y con el modo que los proponia. ©) Maestro soberano (Cant. - v, 6), destilad dentro de mi corazon la mirra escogida de estas vir- tudes, para que mis manos y mis dedos y todas mis potencias la destilen., poniendo luego por obra vuestra doctrina. 2. Luego ponderaré como Cristo nuestro Seior volvié aqui por fa honra de estas virtudes, que eslaban en el mundo muy desecha~ das y aborrecidas, teniéndolas no por bienaventuranzas, sino por desdichas, huyendo de ellas y abrazando las cosas contrarias. Pero “nuestro Salvador honré 4 cada una con un nombre muy glorioso, y con un premio muy esclarecido, y subre todo con su raro ejemplo ; - Porque como no fuese capaz, en cuanto Dios, de pobreza, Ilanto y persecuciones , quiso bajar del cielo y hacerse hombre para ejerci- tar los actos de eslas virludes, y descubrirnos los tesoros que esta— “ban escondidos dentro de ellas. Gracias te doy , Maestro soberano. ‘por habernos sacado de este engaiio con tu doctrina y ejenrplo; des- de hoy mas tendré por bienaventuranza lo que llamas con este nom- “bre, y con todas mis fuerzas lo buscaré, huyendo de lo contrario. “Desengaia, Sefor, 4 todos los que viven en el mundo, para que re- ciban eslas verdades y abracen eslas virludes , gocen de eslos pre- mios y alcancen la verdadera bienaventuranza para que fueron criados, 3. Lo tercero, ponderaré como estag ocho bienaventuranzas son como ocho escalones de la escalera del cielo, por los cuales se sube & fa cumbre de la santidad y union con Dios, y con este espiritu ten- DE LAS OCHO BIENAVENTURANZAS. - ” 81 go de medilarlas, ponderando en cada una tres 6 cuatro cosas , ‘es a saber, los actos de aquella virtud , el ejemplo que Cristo nuestro Sefior nos dié de ella (D. Thom. 2, 2, g. 69), el premio que pro- mete, y el castigo que amenaza 4 quien va por camino contrario, — como se vera en los puntos que se siguen, advirtiendo que por no repetir una cosa muchas veces, solamente apuntaré los ejemplos de Cristo nuestro Seiior, remitiéndome a lo que mas 4 la larga se dice en los mislerios donde ejercilé estas virtudes, especialmente en Ja cruz, donde con eminencia las ejercité todas , como se vera al principio de la parte IV; por la misma causa no haré mas que apun- lar algo de los premios, porque de todos juntos se dird al fin de Ja parte VI, para declarar las riquezas inestimables de la gloria. — Punto rencero.- Bienaventurados los pobres de espiritu, porque su- yo es et reino de los cielos. — 1. Lo primero, consideraré los actos de la pobreza de espiritu, que son cinco. - El primero es, renunciar con el espiritu y corazon las cosas temporales, quitando las aficio~ nes desordenadas de ellas, y estando aparejado 4 dejarlas cuando fuere necesario para cumplir la voluntad de Dios.-E| segundo, mas perfecto, es dejar con efecto todas las cosas que poseo, moviéndome a esto con una voluntad espirilual y pura de agradar 4 solo Dios, por obedecer a! impulso del divino Espiritu que ‘4 ello me inclina. -El tercero es, vaciar y limpiar mi alma de todo espiritu y viento de vanidad, y de toda hinchazon y presuncion vana, despreciando cuanto-pudiere con el corazon las pompas del mundo, 6 dejéndolas con efecto cizanto puedo y me conviene para el divind servicio. - El cuarto es, vaciar mi espiritu de toda propiedad , desnudandome del propio juicio y de la propia voluntad , con todos sus propios quere- " res, Sino es en cuanto son conformes con los de Dios , porque en tal caso ya no seran propios sino comunes. - El quinto y supremo es, ~ vaciarme de mi mismo, conociéndome por tan pobre , que de mi cosecha ninguna cosa buena tengo, si Dios no mie la da de limosna y gracia; pues ni aun el ser que tengo es mio, sino de Dios, sin e! cual soy nada. Ponderando estos cinco actos, me avergonzaré por la falta que de ellos tuviere, suplicando al divino Espiritu me ayude a pro- curarlos segun mi estado. 2. Lo segundo, consideraré (D. Thom. 3 p. q. 40, art.3; Psalm. xxxvil, 16: Pauper sum ego, etc.; Lue. vin, 3) los raros ejemplos que Cristo nuestro Sefior nos did de esta virtud en todas las edades ~ de su vida, y en todas las cosas que son materia de pobreza, porque escogié pobre madre , pobre patria, y un pobrisimo portal para na- 92 PARTE Hil. MEDITACION X}. cer, siendo reclinado en un pobre pesebre. ¥ en su mocedad ejercité pobre y despreciado oficio, ganando la comida con el trabajo de sus manos , como ya se ponderd en la parte II. Ademds, cuando predi- caba comia de la limosna que }e daban las mujeres devetas, y su co— mida era pan de cebada : no tenia casa propia , ni dénde reclinar la cabeza, faltandole al Hijo del hombre lo que no falta 4 las raposas y aves del campo. Escogié ademas pobres discipulos , acompaitise con pobres, amé los desprecios, huyé las honras, desapropidse de sa voluntad y de si mismo, con excelentisima pobreza interior, diciendo (Joan. vi, 38), que no vino 4 hacer su voluntad, y que no podia © hacer nada por si, sino lo que viese hacer 4 su Padre. ¥ finalmente, cuando murié, legé su pobreza a tal extremo, que Je tomaron sus vesliduras, dejandole desnudo en la craz. ¥ en confirmacion del amor y estima que'tenia 4 la pobreza, la puso en este sermon por fundamento de su Evangelio, y por puerta para entrar en su escue- Ja, diciendo (Lue. xiv, 33) : Que quien no renunciaba, siquiera con el afecto, las cosas que poseia, no podia ser su discipulo. © Maestro soberano, por las cinco fuentes de sangre que salieron de tus cinco llagas, concédeme los cinco actos de pobreza, para que alcance la perfeccion que fundasle en ella. : : 3. Lo tercero, consideraré como 4 estos pobres promete Cristo nuestro Seiior el reino de los cielos, y por esto les llama bienaven- turados, y lo sonen esta vida poseyendo ef reino de Dios, que san Pablo llama justicia , paz y gozo en el Espiritu Santo, el cual se con- cede 4 los que mortifican la codicia (como dijimos en la parte I, me- ditacion XXI). Y demas de esto son bienaventurados con la espe- Tanza y prendas grandes que tienen de alcanzar el reino de los cie- Jos, que est prometido en la otra vida , cuyas riquezas son inesti- mables, como despues verémos. © alma mia, {como no abrazas la pobreza de espiritu, pues la abraz6 tu celestial Maestro, y tales pre- mios se alcanzan con ella! Arréjate en sus manos, que ni te faltara su providencia, ni dejaré de cumplir su palabra; y pues cada dia pides 4 Dios su reino, sigue la pobreza, 4 quien esta prometido. 4. Lo cuarto, consideraré la terrible amenaza que Cristo nues- tro Seiior hace 4 los ricos que aborrecen la pobreza de espiritu, y aman con demasia sus riquezas, diciéndoles { Lue. vi, 24): ; Ay de vosotros, ricos, que tencis aqui cuestra consolacion ; que es decir : | Ay * de vosotros desdichados, porque todo vaestro premio pasara en el consuelo que teneis con vuestras riquezas, recibiendo aqui vuestro galardon! | Ay de vosotros , porque no recibiréis el consuelo de Dios DE LAS OCHO BIRNAVENTURARZAS. Fey que eg verdadero y pura, sino el vuestro que est4 mezclado con mil zozhras | ; Ay de vosotros, porque nunca sera vuestro el reino de Jos cielos, que es justicia, paz y gozo; antes eslaréis Uenos de injus- ticia, turbacion y tristeza! ¥ finalmente caeréis en extrema pobre- za y en la miseria eterna : como el rico avarienta que recibid aqui consuelos, y despues tormentos; al contrario del pobre Lazaro. Por tanto, alma mia, si el-deseo del premio no Je mueve 4 desear la po- breza, muévale el temor del castigo 4 huir las riquezas tempora- les, poniendo tu consuelo en aborrecerlas, por amar y gazar de las eternas. Punto cuanto. - Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerdn la terra.— 1. La perfecta mapsedumbre abraza estos actos.- Bl primero, reprimir los impetus de la ira, y las turbaciones del corazon, conservando la quietud interior y exterior en el semblante del ros~ tro y en las meneos del cuerpo. - El segunda, ser afable con todos con palabras blandas, sin decir ninguna injuriosa ni desabrida, ni con voz desordenada, 6 con porfia que cause turbacion.- El tercero, no solamente no vengar las injurias , ni volver mal por mal , sino an- tes no resistir con violencia injuriosa al que me hace injuria, le- vando con serenidad mi desprecio, ofrecienda, si es menester, el car- Fillo derecho & quien me diere una bofetada en el izquierdo, vol- viendo bien por mal, excusando al que me injuria, y rogando 4 Dios que le perdone; y esta mansedumbre se ha de conservar con todos, asi mayores como iguales y menores, y en’todos los negocios y su- cesos, sin que se pierda, aun cuando fuere necesario usar del celo de justicia. %. Luego consideraré la excelentisima mansedumbre de Cristo nyestro Seftor, de la cual se precid tanto, que se did por dechada es- pecial de ella, diciendo { Math. x1, 29): Aprended de mi, que soy mmauso y humilde de corazon. ¥ por ella quiso ser conocido en la pri- mera venida al mundo, diciendo los Profetas (Jsai. x11, 2), que no seria triste, ni revolloso, zi vacinglero, ai apagaria la torcida que humeaba, sufriendo el humo 4 marices com paciencia; y en su pa- Sion mostré rara mansedumbre, hasla rogar por sus perseguidores (Malth. xu, 19; Joai. uu, 7), como en su lugar verémos. 0 Cor- dero mansisimo, que sienda trasquilado y desollado no abrias ty boca, coacédeme tu copiosa gracia, para que imite iu admirable mansedumbre. ‘ 8, Le tercere, consideraré como los mansos Genen por premio peseer la tierra. Lo primere, porque son setares de le tierra de su a PARTE II. MEDITACION Xt. corazon y de sus pasiones, poseyendo sus almas con firmeza , y den- tro de ellas 4 su Dios y Sefior, con quien tienen trato familiar como el mansisimo Moisés y el-manso David ( Psalm. xxv, 9), porque gasta Dios nuestro Seftor de ensefiar sus caminos 4 los mansos, y de conversar con ellos. De aqui es, que tambien poseen la tierra de tos corazones humanos, porque ganan las voluntades de todos, y ha- ciendo sus obras con mansedumbre, son , como dice el Sabio ( Eccles. sm, 19; Psalm. xxxvi, 9), amados mas que la honra y gloria. Fi- nalmente poseeran la tierra de los vivos, que esla patria celestial, para que fueron criados, 4 donde poseeran 4 Dios nuestro Seiior, que es su herencia y patrimonio, y seran poseidos de Dios, el cual mora y descansa sobre los mansos, y de ellos puebla sus cielos, (/oan. t, 32). 0 Espiritu divino, que como mansa paloma desciendes so- bre les que son mansos corderos, por la semejanza que contigo tie- nen, hazme semejante 4 ti en la mansedumbre , para que posea con firmeza la union de tu gracia, y despues la herencia de la gloria. ‘Amen. Punto ouinro.—Bienaventurados los que loran, porque ellos serén consolados.— 1. Elfloro bienaventarado abraza estos actos. -E) pri- mero, enfrenar las risas, juegos y entretenimientos demasiados, cer- cenando no solamente Jos ilfcitos, sino algunos que pudiera tomar sin pecado, diciendo aquello del Eclesiastés (c. 1, 2): A la risa tu- ve por error, y al gozo dije, {por qué me engafias?-El segundo es, llorar mis pecados, no tanto por el daiio propio, cuanto por la ofensa divina, como lloraba san Pedro, y David que decia (Psalm. xviti, 186) : Arroyos de agua salieron por mis ojos, porque no guar- daron tn santa ley.-El tercero, llorar por los pecados de los hom- bres, asi por su daiio y condenacion, como por la injuria que ha- cen 4 Dios, doliéndome de ver cudn mal servido es; al modo que Jeremfas ( derem. 1x, 1) sentia la perdicion de su pueblo, y desea- ha que sus ojos se convirtiesen en fuentes de lagrimas, para lorar de dia y de noche sus miserias. -E1 cuarto es, llorar mi destierro y la ausencia de Dios, saspirando por gozar de su presencia, dicien— do con David (Psalm. x11, 4): Las lagrimas fueron mi pan de dia y de noche, mientras me dicen, gdénde est& tu Dios? Las primeras lagrimas son de contricion ; las segundas de compasion, y las ter- ceras de devocion, con las cuales tienen semejanza las que se derra- man meditando los misterios de la pasion. Y ponderando la falta que tengo de todas, no solo de las corporales, porque estas suelen faltar sin culpa, sino la falta del espfritu de donde ellas nacen , diré & Nues— DE LAS OCHO BIBNAVENTORANZAS. 83 tro Seiior lo que dijo la hija de Caleb 4 su padre (Josué, xv, 19; + D. Greg. lib. I Dialog. ¢. 34) : La tierra que me has dado es seca, da- me otra we tenga agua ; y su padre la dié el regadio superior y el inferior. O Padre soberano, mi alma es como tierra sin agua, dame el riego inferior que son lagrimas de temor, y el riego superior que son lagrimas de amor, para que de tal manera llore mis pecados y miserias y las de‘ todos los mortales, que alcance de tu misericor- dia remedio para ellas. Amen. 2. Luego consideraré como nunca se lee que Cristo nuestro Se- fior se haya reido, como pondera san Basilio (Regul. 17, ex fusts), y sabemos que lloré muchas veces; es 4 saber, en el pesebre, cn la muerte de Lazaro, sobre Jerusalen, y en la cruz con muy tiernas la- grimas, como se dira en las meditaciones de estos misterios. Y final- mente, como dice san Pablo { Hebr. v, 7), en los dias de su carne, que es de su mortalidad, oraba muchas veces con légrimas, hasta que en el huerto de Getseimanf{ ord, sudando, no gotas de agua sino de sangre, como quien Iloraba lagrimas de sangre por todos los po- ros de su cuerpo natural, por los pecados y miserias de su cuerpo mistico. O dulce Jesis, convierte mis ojos en fuentes de lagrimas, para que acompaiie las tuyas, pues yo fui causa de ellas. . 3. Lo tercero, consideraré como el Horar, que en los ojos del mundo es sefial de miseria, en los de Cristo lo es de bienaventuran- za, prometiendo 4 los que lloran, que seran consolades en lo mis— mo por que lloran. Si lloran por sus pecados, alcanzaran consuelo con el perdon de ellos. Si Horan los pecados ajenos 6 su destierro (Psalm. xxix, 12), Dios convertird su Hanto en gozo, con la espe- ranza de que tendran fin los trabajos y vendrdn presto los consuelos © eternos {Apoc. vir, 17), enjugando Dios las lagrimas y haciendo cesar los Ilantos. ; Oh dichosas lagrimas, que con tantos consuelos son premiadas aqui! Dios mio, quiero llorar, pues el mismo llo- rar es dulce; y si tan dulce es Morar por ti, cudn dulce sera gozar de ti? 4. Finalmente, ponderaré la amenaza de Cristo nuestro Seiior que dice (Lue. vt, 26): ; Ay de vosotros los que ahora reis, porque despues Uorareis! De suerte, que si desenfrenadamente me entrego a risas y vanos placeres , despues se me seguiran amargas lagrimas y terribles pesares, 6 en esta vida sucediendo et Santo al goz0, co- mo dice el Sdbio (Prov. xiv, 13), 6 en la otra, 4 donde, como dice el Salvador (Matth. vin, 2), habra !loro y crujir de dientes, confor- me 4 la sentencia que se dié contra Babilonia ( Apoc. xviii ,'7): Cuan- 86 PARTE UL MEDITACION XI. . . to se glorificé en los regalos, tanto reciba de tormentos y Ilantos ; porque dijo en su corazon : Nunca sabré qué cosa es Ilaato. O alma mia, aborrece la risa vana, y abraza el Ulanto virtuoso, pues con la- grimas temporales redimes las eternas. Ponto sexto.—Bienaventurados los que henen hambre y sed de la justicia, porque ellos serdn hartos.— 1. El tener hambre y sed dela justicia abraza estos actos.-El primero es, desear cumplir todas las cosas que son de justicia y obligacion para con Dios y para con los projimos, sin dejar ninguna, haciéndolas con mucho gusto, sin té~ dio ni fastidio , aunque sean desabridas 4 la carne ; as{ como el que come con hambre y bebe con sed, come y bebe todo lo que ha me- nester con gran gusto; porque , como dice el Sabio ( Prov, xxvit, 7), el alma hambrienta tiene por dulce lo amargo.-El segundo acto es, desear crecer mas y. mas en las virtudes, pareciéndole ser poco lo que tiene, y mucho lo que le falta. -El tercer acto es, tener hambre y sed de que en el mundo haya esla justicia, y que todos la procu- ren y guarden, ofreciéndose 4 padecer hambre temporal y cualquier otro trabajo, en razon de que ella prevalezca.-El cuarto es, tener entraiiable hambre de recibir sacramentalmente 6 espirilualmente a Cristo nuestro Seiior, que es nuestra justicia, y desear beber el agua viva de su gracia y el vino y leche de las divinas consolaciones , cor- riendo con gran sed 4 los Sacramentos, y 4 la oracion y medilacion (Usai. x1, 3), que son las fuentes de donde manan. -E! quinto es, desear fervientemente la corona de la justicia, suspirando por ver 4 Dios, para sentarse con Crislo 4 su mesa, y comer y beher lo que para siempre me ha de hartar. En esta hambre y sed consiste fo que llamamos fervor de espiritu, contrario al vicio de la acidia y pere- za; con el cual fervor he de hacer todas mis obras, avergonz4ndome de tener tanta hambre de los manjares del cuerpo y tanto fastidio de los del espiritu. 2. Lo segundo, consideraré come Cristo nuestro Sefior siempre (uve tanta hambre y sed de la jasticia , que no sentia la hambre cor- poral. ¥ asi, eslando una vez muy cansado y necesilado de comer dijo 4 sus discipulos (Joan, 1v, 34) : Mi manjar es hacer la voluntad de mi Padre; como quien dice; Hasta que harte la hambre de mi espiritu, n0 me da cuidadola hambre del cuerpo, ni el cuerpo sien- te la falta de su manjar, hasta que el espirita coma el suyo. A mas, tuvo tanta sed de beber el caliz de gu pasion, con ser tan amargo (Ze. xit, 50), que sentia gran pena con la dilacion de esta bebi- da. Y en la cruz dijo que tenia sed, no solo por la que padecia el DE LAS OCHO BIRNAVENTURANZAS. ST cuerpo, sino mucho mas por la que padecia el espiritu , coma se ve- ra meditando estes misterios. © amado Redentor , enci¢ndeme con el fuego de tu amor, de donde esla hambre y’sed procede, para que la tenga siempre de tu servicio, como ti la tuviste de mi re- medio. 3. Lo tercero, consideraré como los hambrientos son bienaven- turados, porque seran harlos, concediéndoles Dios las cosas que deseaban, comunicAndoles en esta vida copiosa gracia, abundancia de merecimientos, gran gusto interior del espiritu, y dandoseles 4 si mismo por manjar, y uniéndose con ellos por amor, con tanta har- lura, que digan (Psalm. uxt, 25): {Qué quiero yo en el cielo? Y fuera de ti, 4qué otra cosa deseo yo sobre la tierra? Y aunque la hartura de esta vida despierta nueva hambre y nueva sed , como di- ce Ja divina Escritura ( £ecli. xx1v, 29); pero esta hambre y sed no es penosa, sino duke, porque quila el fastidio y aumenta el gusto. Finalmente, en la otra vida quedaran hartos con la vista clara.de Dios, como dice David (Psalm. xvi, 15), porque se les descubrira sa gloria. ;Oh dichosa hambre, que es preimiada con tal hartura! Pondera, alma mia, esta harlura, porque ella despertara en li tal hambre. 4. Lo cuarto, consideraré la amenaza de Cristo nuestro Seiior que dice (Lue. vi, 25): ; Ay de los que estais hurlos, porque padece- réis hambre! Hartos llama a los que estan Ilenos de bienes tempora- les, y comen y beben hasta hartarse por su regalo. De donde proce- de no tener hambre ni sed de la justicia, sino fastidio de ella; por- que, como dice e] Sabio (Prov. xxvn, 7), el Anima harta pisa el panal ; cuyo castigo sera como el de] rico avariento que comia es- pléndidamente, y ahora padece increible sed, sin que se le dé ni una gola de agua para refrigerarla. Tambien llama hartos 4 los so- berbios, que, como dice san Pablo (1 Cor. tv, 8}, se tienen por har- tos y ricos ; los cuales vendran 4 padecer grande hambre y falta de todos los bienes ; porque Dios nuestro Sciior, segun dijo la Virgen (Luc. 1, 83), lena de bienes 4 los hambrientos, y deja vacios a los ricos. 6 Dias elerno, quila de mi tan abominable hartura , para que me libre de tan penosa y miserable hambre. Punto skprimo.—Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos ‘dn misericordia.— 1. La misericordia abraza las catorce obras que llamamos de misericordia, siele corporales y siete espiri- tuales, ejercitandolas con tres condiciones para ser muy excelente. -La primera, que se extienda a todos los préjimos que padecen mi- 88 PARTE Ill, MEDITACSON XI. seria, sin excluir 4 ninguno, aunque sea enemigo.-La segunda, que se extienda 4 remediar todo género de miseria corporal 6 espiritual, conforme 4 mi caudal, como dijo Tobias 4 su hijo (Tob. 1v, 9), dan- do mucho si tuviere mucho, y poco si tuviere poco ; y si no tuvie- Te posibilidad para remediar ta! necesidad , 4 lo menos desearé re- mediarla, y pediré & Dios que la remedie; y procuraré, si puedo, que otros la remedien.—La tercera es, que se éjercite con interior compasion de la miseria. ajena, sintiéndola como si fuera propia, dando primero el corazon compasivo y despucs el don por sola ca~ ridad, sin esperar otra retribucion si no es de Dios. 2. Luego consideraré (Luc. xiv, 13), como Cristo nuestro Se- fior fue misericordiosisimo con gran excclencia en las tres cosas di- chas, porque fue universal remediador de todas nuestras miserias, y los aiios de su predicacion gast6 en estas obras, sanando enfermos, dando de comer milagrosamente & los hambrientos , resucilando los muertos, perdonando con amor 4 los pecadores, enseiiando 4 los ignorantes, orando y haciendo bien 4 todos. (Act. x, 38). Y estiméd en lanto esta virtud , que a los que pretendian apartarle de ella dijo (Matth. 1x , 13): Discite quid est ; misericordiam volo, et non sacri- ficium. Aprended to que hace al caso y lo que agrada mas 4 Dios ; porque mas le agrada y mas estima la misericordia, que el sacrifi- cio, y no quiere sacrificio sin misericordia. 0 buen Jesés, que ve- niste al mundo movido de misericordia, y por cowpasion tomaste so- bre ti nuestras miserias para librarnos de ellas, haz conmigo esta misericordia, que aprenda 4 imitarte en ella. ¥ pues 4 todos dijiste (Luc. vi, 36): Sed misericordiosos, como lo es vuestro Padre ce-— lestial, ayddame con tu gracia para que imite su excelente miseri- cordia. . 3. Lo tercero, consideraré como el premio de los misericordio— sos es alcanzar de Diog misericordia, librandolos de todas sus mise- rias, asi corporales como espirituales, parte en esta vida, y despues cumplidamente en !a otra, con tanto exceso, cuanto va de Ja mise- ricordia del hombre flaco 4 la misericordia de Dios omnipotente ; la cual por todas partes es infinita (como verémos en la parte YI, en la medilacion XII). Pero tanto seré mayor conmigo, cuanto fue- re mayor la que yo hicierc al préjimo, midiéndome con la medida que le diere (como se dijo en la parte I, meditacion XXI). Pues si yo tengo tantas miserias, de las cuales solo Dios puede librarme, 4qué cosa mas acertada puedo hacer, que ser misericordioso con otros, para que Dios Jo sea conmigo? ; Oh! dichosos los misericor- DE LAS OCHO BIENAVENTURANZAS. 89 diosos, & quien el Padre de Jas misericordias libraré de todas sas miserias. 4., Finalmente, si no soy misericordioso, seré miserabilisimo, porque Dios nuestro Sefior no se compadecera de mi, como no se compadecié del sieryo que no tuvo misericordia de su compaiero (Matth. xvu1, 34) ; antes, como dice el apéstol Santiago (Jacob. u, 13), se hard juicio sin misericordia contra el que carecié de ella, ¥ por esto el dia del juicio, las obras de misericordia se relalaran en la sentencia de los buenos, y la falla de ellas en la sentencia de los malos, como en su lugar se dijo. Punto octavo.—Bienaventurados los limpios de corazon, porque ellos verén dé Dios.— 1. La perfecta limpieza de corazon es la per- fecla caridad , con Jas tres condiciones que pone san Pablo, dicien- do (I Tim. 1, 8), que sea de corazon puro, con buena conciencia y fe no fingida.-La primera condicion es pureza de corazon, purifi- céndole no solo de pecados morlales, sino lo mas que ‘pudiere de veniales ; de modo que aunque toquen al corazon, no afierren ni se detengan por costumbre 6 aficion eslable.-La segunda es limpieza ¥ santidad de la conciencia, llenandola de limpios pensamientos y deseos, con limpias y santas obras.-La tercera es sencillez en el trato con Dios y con los hombres, andando en verdad con lodos, con sencillez y pura intencion, sin doblez 6 engaiios. Esta limpieza se llama de corazon, porque principalmente pertenece al alma y 4 la yoluntad, y de alli se deriva al cuerpo en la pureza de la caslidad, conforme al estado de cada uno; aunque el de las virgenes y con- linentes es mas puro ; porque, como dijo el Apéstol (I Cor. vn, 34; II Cor. v1, 1), son santos en el cuerpo y en el espirilu, purifican- dose de las mancbas de espiritu y carne. 2. Lo segundo, consideraré (/oan. vni, 46), como Cristo nues- tro Seiior fue excelentisimo en esta limpieza porque no pecé ni pudo pecar ; ni el principe de este mundo hallé en él cosa suya, ni sus enemigos le pudieron convencer de algun pecado. Adorné su vida con obras purisimas y santisimas, buscando en ellas la gloria de su Padre, ni en su boca se hallé jamds doblez ni engaio (I Petr. nu); y asi tuvo tanla ojeriza contra la limpieza fingida, que no era de corazon, que la reprendia Asperamente diciendo (Matth. xxi, 26) : jAy de vosotros hipécritas, que limpiais el caliz y el plato por de~ fuera, y de dentro eslais llenos de inmundicia! Fariseo ciego, lim- pia primero-lo de dentro, y de abi resultara quedar limpio lo de fue- Ta; porque de la limpieza del corazon procede la pureza de la obra 9 PARTE lif, WEDITACION XI. exterior ; y como ninguno querria beber en vaso que esta may si- cio por de dentro, aunque esté limpio por defuera (Sap. vu, 26); as{ Cristo nuestro Sefior no se agrada de Is limpieza exterior sia la interior. O Salvador parisimo, resplandor de la luz eterna, espejo de Dios sin mancilla, é imagen de su hondad, Iimpiame de todas mis mancillas, y adérname con todas tus virtrdes, para que de dentro y de fuera sea puro en tu presencia por todos os siglos, Amen. 3. Lo tercero , oonsideraré como el premio de esta limpieza es la esencial fenaventuranza de los Santos, asi la de esta vida, que con- siste en ver 4 Dios nuestro Sefior por la contemplacion amorosa y gozosa en poseerle, como la de la otra vida, que consiste en la vis- ta dara det mismo Dios (de euyas grandezas dirémos despues en la parte VI, en la meditacion LI). ¥ por esto dijo David (Psalm. xu, 3): ZQuién subira al monte del Senor? , Y quién morara en su san- to cielo? El inocente de manos y el limpio de corazon, el que nore- cibié su alma en vano, ni lralé 4 su préjimo con engaiio. ;Oh biena- venturada limpieza, que es levantada 4 tanta grandeza! O alma mia (Apoc. xxt, 27), pues ningano manchado de culpas puede entrar en el'cielo a ver 4 Dios, procura suma pureza y-limpieza para que alcances esta dichosa vista. Punto nono. - Bienaventurados los pactficos, porque serdn llamados hijos de Dios.— 1. Pacificos son los que hacen paz, en lo cual hay cuatro grados muy excelentes. -El primero es, pacificarse 4 si mis- mo, sujetando su carne al espiritu, sus pasiones 4 la razon, y todo su espiritu a Dios.-El segundo es, pacificarse con los demas hom- bres, procurando, cuanto es de su parle; tener paz con todos, sin darles ocasion de tarbacion, sino de ,mucha union. -El tercero es, pacificar 4 los prdjimos entre si, procurando concordar unos con otros.- El cuarto y supremo es, pacificar las almas con Dios, ayu- dando 4 reconciliarlas con él y 4 reducir las criaturas al servicio de su Criador. Ponderando eslos grados de paz, cuya grandeza, como dice cl Apéstol (Rom. xn, 18), sobrepuja 4 todo sentido, lloraré la falta que tengo de ellos, suplicando & Nuestro Sefior me los comu- nique. © Dios de la paz y caridad , concédeme la paz que diste 4 tus Apdstoles (Joan. xx, 19), para que le sirva con paz y quietud, y olros te sirvan por medio mio, pacificandolos yo contigo. 2. Lo segundo, consideraré como Cristo nuestro Seiior vino del cielo 4 traer esta paz, y por excelencia se llama Rey pacifico, y de ella se precié tanto, que saludaba con ella 4 sus Apdstoles, y quiso que elfos saludasen con la misma diciendo : Paz sea en esta casa; y 1 DE LAS OCHO BIBNAVENTURARZAS. O11 em razen de pacificarmos con su eterno Padre, padecié innumerables persecueiones, sin perder él su paz, antes era pacifico con les que aborrecian !a paz (Psalm. cxix, 7); y por a sangre que derramé en la cruz, como dice san Pablo (Colos. 1, 20), pacificé todas las cosas del cielo y de 4a tierra. 6 Rey pacifico y soberane, pues tan- to te costé ganar esta paz, no permitas que yo pierda el-fruto de lla, ni sea parte en ninguna guerra, para que deje yo de seguir ta paz. 3. Lo tercero, consideraré como ef premio de los pacifivos es ser por excelencia hijes de Dios.-Lo primero, porque seran sefalada— mente muy amados de él, y hallaran gracia en su presencia, por te~ ner con él mucha semejanza.-Lo segundo, porque los tomara de- bajo de su paternal providencia, mirando por ellos, como por hijos muy queridos, regalandolos y enriqueciéndolos con sus dones, y dandoles espiritu de verdaderos hijos, para que no solamente se Ila- men, sino sean hijes de Dios. (I foan. 1, 1).-¥ finalmente, por- que seran herederos de su gloria, donde alcanzaran cumplidamente esta dignidad , y con ella inmensa y eterna paz. ; Oh bienaventurados jos pacificos, que 4 tal dignidad son levantados ; y desdichados los que turban la paz, porque seran Ilamados hijos del demonio, con quien tendran parte en la herencia del infierno! Punto pécimo.—Bienaventurados los que padecen persecucion por la justicia, porque suyo es el reino de los eielos.— 1. Lo primero, se ha de considerar qué persecuciones han de padecer los justos, de quién, por qué causa y céino. Las persecuciones son lodo género de inju- fias y aflicciones en hacienda, honra, contento, salud y vida; de las cuales 6 de algunas de ellas ninguno se escapa. Porque regla ge- neral es, dice san Pablo (1 Tim. m1, 12), que todos los que quie- ren vivir con piedad en Cristo, han de padecer persecuciones por él, Estas procuraran los demonios, por el odio que tienen 4 Dios nuestro Seiior y 4 la virlud ; y tambien sus ministros los hombres, asi los enemigos descubiertos, como los que se precian de amigos con titulo de piedad ; y hasla los padres, hermanos y deudos, dice Cristo nuestro Sefior (Lue. xxi, 16), nos entregaran 4 la muerte, pensando 4 veces que hacen servicio 4 Dios en ello. La causa de es- tas persecuciones no seran detitos propios, como dice el apéstol san Pedro (1 Per. m, 19), sino ta justicia ; esto es por guardar la fe y religion ; por hacer las obras de virtud 4 que estén obligados ; por reprender los vicios y camplir con sus oficios ; por seguir la vida perfecta y religiosa & que son Hamados. Ei modo como han de su- 92 PARTE IIL, MEDITACION XI. frirlas es con grande paciencia y alegria, teniendo por especial favor de Nuestro Seiior padecer algo por su amor (I Pefr..1v, 15); por- que padecer por la injusticia que hice 6 con impaciencia no toca 4 esta bienaventuranza. 2. Lo segundo, consideraré los raros ejemplos de Cristo nuestro Sefior en esta materia, porque desde niiio fue perseguido, y mucho was los tres aiios postreros de su vida, concurriendo 4 perseguirle toda suerte de personas, y en toda suerte de cosas con mayor fiere- za que jamas se vid, y por la causa mas justa de su parle que jamas hubo, en razon de publicar su santa ley, y de reprender los vicios y maldades y de redimir el género humano. Y todo lo padecié con una paciencia admirable y milagrosa, como se vera en la medilacion fundamental de la parte IY, que es toda de este punto. Con este ejemplo me aniwaré 4 padecer y sufrir, diciéndome 4 mi mismo : Si 4 mi Seiior persiguieron, {qué mucho persigan 4 mi su siervo? Si llamaron Beelcebub al padre de familias (Maé#h. x, 28), aqué ma- ravilla amen dela misma manera 4 los de su casa? © Salvador mio, de tu casa soy, y aparejado estoy 4 suftir y padecer cualquier per- secucion , por la gloria y galardon de ella ; concédeme que, a-imi- tacion tuya, haciendo en tu servicio grandes bienes, padezca sin ofensa tuya grandes males. 3. Lo tercero, consideraré como es premio de estos perseguidos el mismo reino de los cielos que se promete 4 los pobres de espi- rilu ; pero con mayor venlaja, porque mas es sufrir las persecucio~ nes que vienen por mano ajena, que sufrir los trabajos y miserias de la pobreza que se toma por eleccion propia. Este reino les da Dios & gustar en esla vida, comunicandoles por medio de las tribu- laciones grande justicia, paz y gozo en ellas. (Hom. xtv, 17). Por lo cual dijo Cristo nuestro Seiior, que nos daria en este siglo (Mare. x, 30): Centies tantum cum persecutionibus : el cien doblo con las per— secuciones, v despues la vida eterna. Y asi aiiade : Bienaventurados sois, cuando por mi causa os maldijeren los hombres y dijeren contra vosotros todo género de mal con mentira ; gaudete, et exullate: alegraos Y Tegocijaos, porque vuestro galardon es muy copioso en el cielo. Como quien dice: Es tan grande el premio, que sola su esperanza basta para alegraros en las persecuciones con tanta alegria, que ex- ceda cien veces 4 la que tuviérades careciendo de ellas. {Oh dichosas » persecuciones que levantan al perseguido 4 ser rey en los cielos! (Jacob. 1, 12). Estas seran todo mi gozo; en eslas pondré toda tai gloria ; vengan, Dios mio, todas las que quisieres permitir, que DEL OF{CIO APOSTOLICO. 93 yo me ofrezco con lu gracia de abrazarlas por la justicia, con la es- peranza que me das de alcanzar tu gloria. 4. Finalmente, consideraré la amenaza que Cristo nuestro Se- iior hace 4 los que van por contrario camino, diciendo (Luc. vi, 26) ; Ay de vosotros, cuando, os bendijeren todos los hombres ! Esto es, los mundanos, gustando de sus vanas alabanzas y lisonjas. ¥ en no de- cir mas que ay da 4 entender que es muy grande la amenaza; co- mo si dijera : | Ay de vosotros! porque con estas bendiciones os en- gafian y hacen caer en graves culpas; y siendo bendecidos de los malos & quien imitais, tendréis parte en las maldiciones que ven- dran sobre ellos. No- quiero, Redeator mio, ser bendecido de los mundanos, ni que la lisonja del pecador unja tomo aceite mi cabe- ta, porque la maldicion no penelre como aceite mis entraiias. Aqui quiero ser maldecido de los malos (Psalm. cvin, 18; cxt, 5), para ser despues bendecido por ti con los buenos, y reinar contigo en et reino de tus cielos por todos los siglos de }os siglos. Amen. MEDITACION XH. DE LOS OFICIOS QUE CRISTO NUESTRO SENOR ENCONENDO A SUS APOSTOLES EN ESTE SERMON DEL MONTE. —Dichas las ocho bienaventuranzas, encargé Cristo nuestro Se- fior 4 sus Apéstoles y sucesores los tres aclos y oficios de la jerar- quia celestial y eclesiastica, que lama san Dionisio (Cap. mi de Coelest. Hierar.) purgar, alumbrar y perfeccionar, usando para es- to de tres apacibles comparaciones, de las cuales sera esta medila- cion, aplicandolas cada uno 4 si mismo para su provecho. Punto paimero.— 1. Vosotros sois sat de la tierra: st la sal pier- de su sabor y se deshace, gquién la salard? No valdra para cosa al- guna, sino para ser echada en el muladar y pisada de los hombres. (Math, v, 13).-Lo primero, consideraré como el oficio de los varones apostdlicos, que desean imilar perfectamente 4 Cristo nuestro Sefior, es con su palabra y doctrina, y con el ejemplo de su vida, salar los corazones de los hombres terrenos , purificandolos de los humores vi- ciosos de sus pecados, para que no huelan mal ni se pierdan para siempre. Y¥ juntamente hacerles sabrosa la penitencia y mortificacion * y los ejercicios de virtud , para que de buena gana las coman ; y ellos mismos tambien sean sabrosos 4 Dios, para que guste de incorpo— rarlos consigo, y tener paz y union de amor con ellos. Pero este ofi- 7 . TOMO MW. 94 PARTE 311. MEDITACION X21. cio no le tienen por su naturaleza ni por herencia, sino por la sal de sabiduria y gracia que Dies les comunica ; con Ja cual purificados en si mismos, ayudan 4 porificar 4 otros. 2. Luego ponderaré cuan bien hizo este oficio de sal Cristo nues- tro Seiior, y cudn 4 costa saya ; porque como la sal dando sabor al manjar se deshace, asi él se deshizo 4 si mismo.( Philip. n,7) con humillaciones y trahajos, para hacernos sabrosos 4 Dios, y con su ejemplo hacernos sabrosa la virtud y merecernos la sal de la sabidu- ria y gracia que la da este sabor (Levit. 1,13; Marc. ix, 49); por- que como ningan sacrificio anliguo agradaba 4 Dios si no tenia sal, asi ninguna obra nuestra le agradara si no esta unida con Cristo y con su gracia. O dulce Jesus, sed Vossal de la tierra de mi corazon que esta muy desabrido, para que sea sabroso y agradable 4 vuestro Padre. Y pues con dificultad se come lo que no esta sazonado con sal (fob, vi, 6), sazonadme la virtud con la sal de vuestra gracia, para que guste de comerla. 3. Lo tercero, ponderaré como este oficio, aunque és dadiva gra- ciosa de Dios, pero su conservacion tambien pende de nuestro libre albedrfo ; por lo cual, quien es sal y conservando su entereza mere- cia estar en Ia mesa de Dios con grande honra, si despues por su soberbia se desvanece y deshace, y pierde su sabor, sera echado fue- ra de la proteccion de Dios al muladar del mundo, y vendré 4 ser pisado de los hombres y hollado.de los demonios en, el infierno con grande ignominia. Ponderando todo esto, miraré si tengo en mi esta sal y con qué sabor sirvo 4 Dios, y cémo hago oficio de sal con los que estan 4 mi cargo, deseando hacer sabrosa la virtud 4 todo cl mundo. © dulce Jess, hazme sal de la tierra, aunque haya de pa- sar por fuego y agua. No permitas que en lagar de darla sabor, la escandalice, y que como tierra sembrada de sal sea estéril por mi culpa, convirtiendo en su dafio el oficio que me diste para su pro- vecho. Ponto secunpo.— 1. Vosofros sois luz del mundo ; ninguno encien- de la candela y la pone debajo de la medida, sino encima del candelero, para que dé luz a toda la casa; asi resplandescan vuestras obras de- lante de los hombres, que vean ouesiras obras buenas, y glorifquen a vuestro Padre que esté en los cielos. -Lo primero, consideraré como el oficio de los Apéstoles y doctores no es terreno.sino celestial (Dan. xn, 3), porque como estrellas del firmamento y cielo de la Iglesia han de lucir y resplandecer , procurando con su doctrina y ejemplar vida ser luz de los hombres mundanos, desterrando de eltes las ti- . DRL OFICIO APOSTOLIFO. 95 nieblas de la ignovaacia y de la culpa ( Bphes. v, 9); y comunieén- deles Ja luz de la verdad y de ka virtnd, pard que se conviertan de hijos de tinieblas en bijes de luz, y vivan conforme 4 ella. Para esto muraré cuda bien hizo esle oficia de luz Cristo nuestro Seftor , el enal dija de si mismo (Joan. 1x, 5): Mientras estoy en el mundo, luz soy del mundo. © Sol de justicia, de quien reciben lez las estrellas de la Iglesia, hazme como una de ellas, libre de toda oscusidad , para que eslando en et puesta que me has dado ( Baruck, 1, 34), acuda can presteza 4 tu llamamiento, y alumbre con alegria al mundo que criaste para gloria taya. Amen. 2. Lo segundo, consideraré oudn grande yerro es, por cobardia ¥ pusilanimidad , esconder la luz y caudal de doctrina que Dios nues- tre Sefior me da, u oseurecerla con fines terrenos, peniéndome & peligro de perderla y quedarme 4 oscnras, como:se muere la luz de una candela puesta debajo de algana medida écubierta sin respira- dero. Y¥ no es menor yerro, si Nuestre Sefior me ba puesto sebre al- gun candelero de su Iglesia mililante , esto es, en algun estado y oficio piblico, no dar luz de doctrina y ejemplo 4 los que estan 4 mi cargo; porque, como dijo Cristo nuestro Sefior 4 un prelado descuidado (Apoc. u, 5), quilaré él candelero de su lugar, qui-~ tandome el oficio, y castigandome el descuido que em 6 hubiege te- nido. 3. Yalcontrario, ponderaré cuanto gusta Cristo nuestro Sefior de que nuestras obras sean tan santas y resplandecientes, que pro- vaquen a les que las ven 4 glorifioar @ sw eterno Padre y hacer olsas tales, con que sea del mismo mode glorificado, perificando la in- tencion de otras finea contrarios 4 este ; de mode que no busque en las obras mi gloria, sino la de Nuestro Sear, teniendo por gloria tia la que es suya, doliéndome por haber side causa con mis obras malay de que el nombre de Dios sea oscurecida, y otres le hayan blasfemado. (Hom. u, 94). O Salvador mio, pues tanto deseas la gloria de tu Padre, coacédeme tal resplandor de vida, que por ella crezca y se dilate su gloria. Amen. Punto teaceno.~ No pusde esconderse la ciudad puesta on el mon- de. — Por esta lercera comparacion, declara Cristo nusstvo Seiior & sus Apéstoles, que su oficio no era ser ermitaios ni solilarios, atendiendo solamente 4 su propio provecho, sino ser ciudad para Fecoger 4 otros muchos; y no ciudad fundada en valle, esto es en vida imperfecta y ratera, sino fundada sobre monte ; eslo es en gran— de fortaleza y altaza de perfcecion, conforme 4 Jo-qne dijo el profeta vom : 96 PARTE IN], MEDITACION XIII. Isaias (c. xz, 9): Sube sobre un monte alto, ti que evangelizas & Sion ; levanta con fortaleza la voz, li que predicas 4 Jerusalen. Y por consiguiente les avisa , que su oficio ha de ser recoger, no poca gente, sino mucha, como ciudad populosa, admitiendo 4 todos los que desean ser perfectos , y ensefiandoles el camino de la perfeccion evangélica, y la policia de la vida celestial ; porque Dios nuestro Se- ior desea que sus escogidos no se contenten con medianias, ni se paguen de obras bajas y rateras, sino que suban 4 la alteza de h vida perfecta, y ayuden 4 sus prdjimos 4 lo mismo, para que con otros muchos suban 4 poblar la ciudad soberana. © Sabiduria eter- na, que mandas 4 lus esclavas (Prov. 1x, 3), que son las almas de los predicadores, que Ilamen gente para que suba a los muros y al- cazar de la ciudad , exhortandolos 4 la alteza de Ja perfeccion cris— liana; Ilamame con eficacia, para que yo' suba primero 4 ella; y ayddame tambien 4 llamar 4 otros que suban por mi medio, para que seas glorificado de todos. Amen. MEDITACION XIII. DE LA LEY EVANGELICA, QUE CRISTO NUESTRO SENOR PUBLICO EN ESTE SERMON DEL MONTE, DE SUS EXCELENCIAS, Y DE LA ALTEZA DE PER- FECCION A QUE LOS LEVANTA. . Ponto primgro,— 1. Lo primero, se ha de considerar como que- riendo Cristo nuestro Seiior promulgar su ley evangélica, primero declaré la estima que se habia de tener de la ley natural, declarada en los libros de Moisés y de los Profetas, y el oficio que cerca de ella habia de hacer co el mundo, diciendo (Math. v, 17): No vine a quebrantar la ley, sino 4 cumplirla ; \o cual hizo exceleatisimamente en tres maneras (D. Aug. Lib. 1, de serm. Domini in Monte, ¢. 14; D. Chrysost, , Hom. 16 in Matth.)-Lo primero, no vino del cielo 4 tras- pasar la ley, viviendo 4 sus anchuras con libertad de carne, como quien no esta atado & ley alguna; ni vino 4 dispensar en ella con- sigo, ni con los suyos, sino antes vino 4 guardarla estrechisimamen- . te, y 4 dar 4 todos sus discipulos ejemplo de lo mismo. De suerte que 4 su imitacion debo yo decir : No vine al munde 4 vivir 4 mi yoluntad , atropellando la de Dios y haciendo astillas el yugo de su ley, sino 4 sujetarme 4 ella y cumplirla con entereza ; ni vine 4 la religion 4 cumplir mi voluntad propia, sino la divina, declarada en Jas reglas de mi instituto ; porque si mi Dios y supremo Legislador, DE La LEY EVANGELICA. $7 con ser superior 4 la ley, se sujeté 4 ella y vino del cielo 4 mostrar la estima que tenia de ella en tomar su mismo yugo, yqué mucho me sujete yo 4 él? y¥ qué desvergiienza seria desecharle? 2. Lo segundo, vino del cielo 4 cumplir la ley, cuanto 4 las pro- mesas que encerraba, con tanto rigor, que dice : Mientras durare el elo y Ia tierra, ni una jota, ni una tilde de la ley se dejard de cum- plir. De suerte que puedo estar certisimo y segurisimo de que Dios de su parte cumplira todo cuanto ha prometido en la ley, por mi- nimo que sea ; como Cristo nuestro Seiior cumplié y puso por obra todo cuanto de él estaba revelado y promelido; con lo cual me pro- yoca 4 que yo tambien cumpla y guarde todos sus mandamientos, no solamente los mayores sino los menores, significados por la j 648, que es la menor de las letras ; procurando tambien cumplirlos con todas sus circunstancias y modos de perfeccion que tienen sig~ nificados por la tilde que se pone encima de la letra. 3. Lo tercero, vino del cielo 4 cumplir la ley, atiadiendo la per- feccion que le faltaba , declarando mas sus preceptos , poniendo ad- mirables consejos y comunicando interiormente la gracia con que se cumplen todos. 0 Legislador soberano, gracias te doy cuanlas pue- do por estos varios modos con que cumpliste tu misma ley; ayidame con tu gracia 4 cumplir lo que me mandas para que cumplasen mi lo que prometes. . Punto szaunpo.— 1. Lo segundo, se ba de considerar dos me- morables sentencias 6 conclusiones que Cristo nuestro Sefior infie- re de lo dicho. La primera es: Quien quebrantare uno de los manda- mientos pequenos y enseiiare lo mismo, serd pequetio en el reino de los cielos, que es la Iglesia militante y triunfante. En las cuales pala- bras nos avisa lo primero, que quien quebrantare un mandamiento de los pequeiios, aunque guarde los demas, sera pequeiio, esto es sera despreciado y tenido en poco en el reino de los cielos. Y por consiguiente excluido de él, como indigno de tal reino; asi como Adan fue echado del paraiso por haber quebrantado un solo pre- cepto ; porque quien quebranta uno, injuria, como dice el Apéstol (Jacob. 1, 10), at Legislador que los puso todos, y destruye la ca- ridad en que eslan onidos todos ; y asi perdera los bienes del cielo, como si los quebrantara todos. 2. Pero si el mandamiento fuere de los mas pequefios, que no obliga 4 cutpa mortal, quien 4 sabiendas y de malicia le quebran- tare, tambien sera pequeiio enla virlud, por haber hecho poco caso de lo que Dios manda; pues debiera mirar que aunque la cosa es ‘98 PARTE III. MEDITACAON KIll. pequeiia, el que la manda es grande, y no tiese por cosa ajona de su grandeza mandar coses pequeiias, y por esia parte no es peque- fia injuria el despreciarias. Y¥ pues el venoedor es mayer que el vem- — cido, quien es vencido de cosa pequeiia, seré pequeiio. Y se cum- pliré en 61 Jo que dice el Sabio ( Beck. x1x, 1) : Que quien desprecia las cosas pequeias, poco 4 peco vendré 4 caer en cutpas grandes. ~Lio tercero, si, no contento con quebrantar algun mandamiente, persuadiere 4 otres lo mismo, 6 con palabra 6 con ejemplo, escan- Malizandoles Yy proveckndoles a pecar, este sera el minimo en el rei- no de los cielos, y sera excluido de él por dos \italos ; este es , per haber sido malo para si y para otros. 3. La segunda-sentencia es: Quien hiciere y enséiare, serd.gran- de en el remo de los cielos. En Jas cuales palabras nos'ensefia, queta medida de la santidad, y de la grandeza en virtud, y del premio que se dara por ella en ‘el reino de les cielos, es la observancia de la ley, en la.cual hay dos grados. Uno es hacer y otro ensefiar. Ha— icer es, cumplir toda Ja ley , cuanto 4 los mandamientos, grandes y pequeiios , sin dejar ninguno, al modo que se ha dicho. Ensedar es, persuadir 4 otros que oumplan 1a misma ley que él cample. Y este segundo grado es mas excelente que el primero, pero juntlos Cristo nuestro Seiior, para significar que tienen alguna trabazon,, por caaa- to el segundo no hace grande al que enseiia, sino es qneobre. Y el primero, por la parte que obra, enseiiatam bien con el ejemplo y.esta. aparejado 4 ensehar de palabra, cuapdo Dies se lo mandare , por razon de.su estado y oficio,.6 por la ley y dictamen de la caridad ; y cuando de esta manera enseiia, es muy grande etre los grandes del cielo; porque no hay ‘mayor grandeza , que 4 imitacion de Dies ser ‘bueno y perfecto en si mismo, y ayudar 4 que otros sean tambien ‘buenos y perfectos , como verémos en-el punto que-se sigue. Ponto tecxno.— 1. Lo tercero, se ba de considerar la graadeza ‘de perfeccion 4 que Cristo nuestro Seiior exhorla 4.sus discipules, la cual es la mayor que en esta vida se puede alcanzar, como la de- claré por aquellas regaladas palabras ( Malth. v, 19 ): Estote perfect, sicut Pater vester coclestis perfectus est : sed perfeotas, como vuestro ‘Padre celestial es perfecto. Para penetrar la soberwnia de esta soa- tencia he de ponderar como la perfeccion de Dios nuestre feter Consiste ea tres cosas.-La primera, en carecer de toda exlpa y de- fecto ::de medo , que es imposible hacer cosa que sea mala.6 defse~ taosa contra‘su bondad y santidad.-La segenda es, abraser todas Jas-vietudes ¥y perfecciones que:se pusden imaginar, sin que Is falte DE LA LEY EVANGELICA. 99 ningona ; porque cuantas hay en las criaturas, y otras innumerables que no alcanzamos , estan unidas en el Criador. - La tercera es, te- ner cada una de estas perfecciones con la mayor excelencia que es posible. De modo, que no se puede imaginar mayor sabiduria, bon- dad y caridad , qae la de Dios, porque es infinitamente sabio, bue- no y carilalivo, y lo mismo en Jas demas perfecciones. 2. De aqui es, que siendo Dios tan perfecto en si mismo, tiene grande inclinacion 4 que todas sus obras sean perfectas, y partici- pen en el grado que pueden de su infinita perfeccion , especialmente, Jos hombres, que crié 4 su imagen y semejanza ; y de este deseo nace decirnos Cristo : Sed perfectos como lo es vuestro Padre celestial ; que es decirnos : No os contenteis con mediana pureza y santidad, ni tomeis por dechado de vaestra perfeccion solamente 4 Abrahan, 6 Moisés , 6 alguno de los Profetas, ni solamente 4 los Angeles, Que- robines 6 Serafines, sino tomad un dechado infinito de perfeccion infinita, para que 4 sa imilacion procureis Ja mayor perfeccion que os fuere posible; y este dechado sea vuestro Padre celestial, para que como hijos procureis serle muy semejantes en las tres cosas que abraza su infinita perfeccion. Gracias te doy, Hijo de Dias vivo, por el favor que haces 4 los hijos adoptivos , exhortandolos 4 ser perfec- os , como Jo es tu Padre celestial. istrame, 6 Maestro soberano, para que conozca la perfeccion que me encomiendas, enciéndeme para que la ame, y fortaléceme para que la busque, de modo que la aleance. Amen. 3. De aqui he de sacar unos fervorosos propésites de imitar la perfeecion de Dios. Lo primero, procurando apartarme de toda cul- pa, no solo mortal sino venial , en cuanto pudiere , conforme 4 lo que dijo 4 su pueblo { Deut. xvut, 13): Sé perfecto y sin mancha de- lante de mf. - Lo segundo, procurando ganar todas las virtudes , ejer- citar sus obras con la mayor extension que pudiere, no solamente las de precepto, sino las de consejo ; pues mi Padre celestial no so- lamente me da las cosas necesarias para la vida, sino olras muchas para mi regalo. -Lo tercero, procurando ejercitar las virtudes con el mas excelente modo que me fuere posible. De suerle, que mi amor de Diog sea con et modo que se pone en el precepto , amandole con todo mi corazon , alma y fuerzas; y mi obedieneia , humildad y pa— Gencia sea. con los grados mayores que pueden tener estas virtudes: precurando , como dice san Pablo ( Phsip. 1, 9), que mi caridad cerca mas y mas, aprobando siempre las cosas que son mejorcs. Y pues la caridad no tiene limite en sa aumento, mi deseo ha de ser de 100 PARTE 111. MEDITACION XM. crecer siempre en ella. 0 alma mia, pues este dechado es infinito (D. Thom. 2,2, q. 24, art. 7), y por mucho que le imites, es infi- nito lo que te queda por imitar, imitale cuanto mas pudieres, para ilegarte mas 4 su infinita perfeccion. O Padre amantisimo, pues me mandas ser perfecto como tu lo eres, dame lo que me mandas para que cumpla lo que deseas. , Punto cuanto. — 1. Lo cuarto, se ha de considerar la soberana perfeccion de la ley evangélica , que Cristo nuestro Sefior promulgé para que fuésemos perfectos como su Padre celestial lo es, ponde- rando como tiene otras tres cosas en que es semejante 41a perfeccion | de Dios. - La primera es (D. Thom. 2, 2, q. 108, art. 3 et 4), pro- hibir todo género de culpa grande y pequeiia, hasta una palabra ociosa, sin que consienta cosa alguna defectuosa. Y para mas des- viarnos de las culpas, nos encarga que nos desviemos aun de cosas muy menudas , y de cualesquier aficiones demasiadas , que pueden ser ocasion de ellas. Al modo que mandaba Dios antiguamente 4 los _ hazareos (um. vi, 3), que no bebiesen vino, ni comiesen uvas, ni pasas, ni aun sus granillos, para que estuviesen mas apartados dela embriaguez. Y esto se puede ponderar discurriendo por algunos man- damienlos que llamamos negalivos, en que se prohibe algo. Porque en el segundo, para que estemos mas Iéjos de jurar mal, dice Cristo nuestro Seiior, que no juremos, ni aun por un cabello de nuestra cabeza; y que nuestro ordinario hablar sea, si, si, no, no (Math. v, 36); porque lo demas, @ malo est, 6 es malo, 6 peligroso é im- perfecto, si ne es en vaso de grave necesidad. En cl quinto, para des- viarnos de matar al préjimo, dice : Que no le injuriemos de palabra, ni por sefia, ni tengamos ira interior; y que si nos injuriare, con gran paciencia le suframos, volviendo el carrillo izquierdo al que nos hiriere en el derecho. En el sexto, para no caer en deshonestidad, manda, que si mi ojo 6 mano derecha me escandaliza , los arranque , esto es, que me aparte de cualquier persona 6 cosa que me puede ser ocasion de pecar, por mas ainada y preciada que sea, y por mas necesaria que me parezca. Enel séplimo, para eslar mas léjos de. hurlar lo ajeno, dice { Matth. v, 12), que demos de lo propio, y que 4 quien me quilare la capa le convide con el sayo. ; Oh pureza sobe- rana de la ley evangélica, ley digna del purisimo Dios! Verdadera— mente, Seiior, tus mandamientos son castos y puros como plata pu- rificada de la tierra que ha pasado siete veces por el fuego. ( Psalm. x1, 7). 10h si los guardase perfectamente para quedar limpio de los siele vicios, y libre de todas imperfecciones ! : : DE LA LEY BVANGELICA. 101 9. La segunda excelencia (D. Thom. 2, 2, ¢. 108, art, 2) dela ley evangélica es, extenderse 4 mandar 6 aconsejar todo género de virludes, asi \eologales como morales, en érden & Dios, 4 si mis- mo y 4 los prdjimos; de suerte, que quien la guarda tendra todas Jas virtudes que le perfeccionan con su Criador, y las que doman las pasiones de su carne para sujetarla al espiritu, y las que cumplen todas las obras de justicia y de misericordia con el préjimo. - A esto aiiade la tercera excelencia , que ensefia cada una de estas virtudes. con el mayor grado de perfeccion que es posible en esta vida. De mo- do, que no puede haber mas profunda humildad, ni mas herdica pa- ciencia, ni mas admirable obediencia, ni mas perfecta caridad , que la que nuestra ley enseiia. {Qué intencion mas pura puede ser, que esconder tanto las obras , que no sepa la mano izquierda lo que hace la derecha poragradar 4 Dios? ( Matth. vi, 3). ¥ gqué mayor amor de Dios puede haber, que amarle con todo su corazon, anima, espi- ritu y fuerza? Y {qué amor del préjimo puede ser mas excelente. que el que se extiende 4 los mismos enemigos , orando por ellos, sa- ludandolos, y haciéndoles bien, 4 imitacion de nuestro Padre celes- tial, que hace salir su sol para buenos y malos, y llueve para justos y pecadores? De donde concluyé Cristo nuestro Seior la sentencia que arriba se puso: Sed ptrfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto. © Padre celestial, que mostraste lu perfectisima caridad en hacer que el Sol de justicia tu Hijo naciese para todos los hombres. y la Iluvia de su doctrina se comunicase 4 todos, dando en esto a sus enemigos el sumo bien que les podias dar para su remedio; con- cédeme que imite lu infinita caridad con todas sus virludes, del mo- do que las mandas en tu sania ley, para que alcance la perfeccion de todas ella, Amen. 3. De aqui he de sacar, que mi principal fin en la vida cristia~ na 6 religiosa ha de ser guardar Ja ley evangélica en las tres cosas dichas, con la mayor excelencia que pudiere, acordandome de lo . que dice san Pablo (I Tim. 1, 5): Que el fin del precepto es la ca- ridad, con estas tres condiciones, con puro corazon limpio de cul- pas, con buena conciencia adornada con obras de todas las virtu- des , y con fe no fingida, perseverando fielmente en pretenderias hasta lo supremo de ellas; y procurando, como él mismo dice (Rom. xu, 2), cumplir la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta, y de esle modoseré perfecto ;.porque, como dijosan Juan {1 Joan, 1, 8; D. Thom. 2, 2, q. 184, art. 1), en quien guarda las palabras de Dios esta la caridad perfecta , y por consiguiente toda 402 PABTE Il, MEDITACION XIV. Ja perfeecion cristiana, porque esta consiste en la perfeccion de la caridad. MEDITACION XIV. SOBRE LA ORACION DEL PATER NOSTER. — En este sermon del monte enseié Cristo nuestro Setor & sas discipulos la oracion que Hlamamos dominical ( 2. Thom. 2, 2, 9. 83, art. 8; Matth. 11, 9; Lue. x1, 2), la cual tiene el supremo lugar so- bre todas las oraciones, por haberla compuesto el supremo Maestro de la oracion, 4 fin de ensefiarnos 4 orar, y asi la meditarémos pa— labra por palabra , practicando en ella el modo de orar, por palabras que declaramos en el parrafo 9.° de la introduccion de este libro. — — Puesto, pues, en a presencia de Dios trino y woo, 4 quien esta oracion se endereza , aunque tambien la puedo endererar 4 cada usa de las tres divinas Personas, suplicaré 4 Jesucristo nuestro Sefior ilustre mi alma con su lwz celestial, y la encienda con el fuego desu amor, para que sienta las verdades y grandezas de espiritu que en— cerré en esta breve oracion; y para que acierte 4 pedirle todo Jo que en ella quiso que le pidiese, y con tna pureza de intencion, y con un afecto fervoroso de devocion, seméjante al que 1 mismo tayo cuando la dijo, hablando con su Padre; porque es de creer que de tal manera iba ensefiando 4 los Apéstoleg, que juntamente iba oran- do 4 Dios. ¥ aun cada dia no cesa de decirla en nosotros, porque, como dice san Agustin (Praefat. in Psalm. txxxv), Cristo nuestro Seiier ora por nosotros como sacerdote, y ora en nosotros como nues- tra cabeza, induyéndonos el espirita y virtud de orar, y asi, dicimus cum illo, et ille nobiscum: decimos esta oracion con 4, y ¢) con nos— otros; y nuestra oracion ha de ir unida con los merecimientos que tavo fa suya, para que sea bien oida y despachada. — — Pero hase de advertir, que Cristo nuestro Sefior enseié esta ora- cion dos veces; una ex el monte publicamente & todos ; y otra vez en acabando él de orar, diciéndole uno de sus discipulos: Maestro, ensonanos 4 erar, como lo ensefis Juan a sus discipulos. En lo cual so~ mos advertides, que esta oracion ha de ser pablica y secreta; cuan- do s¢ dice en pibtice, come en la misa, hase de decir con Ia breve~ dad que aquel lugar pide. Mas cuando se dice en secreto, y s¢ toma per de fa oracion mental, puédese gastar en ella muchas horas, diciendo & Cristo nuestro Seiior : Maestro, enséiame 4 orar (Eacyxt, 1), 20 solo como Juan enseiié & sus disefpulos, smo como BEL PATEA NOSTER. , 103 4d To enseiiaste 4 tus Apéstoles, imprimiendo en mi cerazon las ver- dades, sentimientos y afeclos que imprimiste en ellos, Hecho este, diré una sola palabra, buscando con la profunda meditacion lo que Significa, acompasiandolo cen afectos, peticiones y coloquios, con- forme 4 lo que pesderare, 6 el espiritu del Sefior me inspirare.— Ponso pameno.- Padre. — 1. Lo primero, ponderaré los titnlos . porque Dies nuestro Sejior es nuestro Padre. Primeramentees Pa- _ dre de todos los hombres , porque les did el ser natural, criando- jos 4 su imagen y semejanza; y es Padre de los justos, porque les da el ser-de gracia , adeptindelos por hijos y herederos de su cielo ; y es mil veces Padre, porque cada vex que pierden este ser que les ‘did en ef Baulismo, esta aparejado & velvérscle 4 dar por la peni- Aeacia. ¥ en esla forma desea ser Padre de tedes, no por su iaterés, sino por el nuestro; no por nuesixes merecimientos , sino por sola su misericordia y gracia. ¥ aunquede balde se ofrece 4 ser nuestro Pa- dre , ne le costé pace el serlo, pore nos engeadré con gravisimes dolores en la cruz, muriendo el Hijo unigéaite per engendrar hijes adoptivos, para que todos taviesen un mismo Padre. De todas estas consideraciones sacané grandes afectos de alabanza, glorificands 4 ~ Dios por cada ane de-tos titules en que se funds ser mi Padre. () Padre amantisimo, gracias te doy porqwe das 4 tus hijos el ‘ser nobilisimo de tu gracia, sin cansarle de repararle todas las veces que le piet- den por su culpa. O Angeles, que teneis 4 Dios por Padre en el cie- de, alabadle y glorificadle porque se ha dignado serio de los hom- bres que vivimos ea la tierra. 2. Lo segundo, ponderaré cuén bioa hace Dios el eficio de Pa- -dre, am&udoues con ternura, mirando por nosoiros con ouidado, amparandones con su providencia , dandosos sustente con abundaa- cia, y poniéndonos-en ef estado que nos coaviene para nuestra sal- vacion. De modo, que tedes los padres de Ja tierra no merecen este nombre en su comparaciea. Y asi nos dijo Cristo nuestro Seiior { Matth, xxii, 9): Ne llameis 4 ainguno padre sebre ja tierra, por- que un solo Padre éeneis que esté en el cielo. 0 Padre soberano, Zqué gracias te dané porque te dignas hacer coamigo oficio de pa- dre? No quiere llamar padres 4 has de la tierra, que suelen desam- ‘pararme , sino solo 4 ti, Padre celestial, que eo me desamparas (Psalm. xxv, 10), si yo po te desamparo. 0 Pater, esto miki Pa- fer, et monsira és osse Patrem. © Padre, 36 Padre para mi, y mués- ‘trate commige Padre, ileaando el nombre que lomasie par mi omnr. 104 PARTE HI. MEDITACION XIV. 3. Lo tercero, ponderaré como por el mismo cago que Dios quie- Te ser mi Padre, me ofrece la dignidad de hijo, y quiere que haga con él oficio de hijo para con su padre , amandole , reverencidndole, obedeciéndole, y celando su honra y gloria. © Padre celestial , ade dénde 4 mi tanto bien, que siendo tan vil criatara sea llamado hijo tuyo? 4 Qué caridad (1 Joan. 11, 1) te ha movido 4 tomar por hijo 4 un tan vil esclavo? Y pues haces conmigo oficio de padre, ayidame para que haga contigo oficio de buen hijo. © vil gusanillo, no de- generes de la dignidad de hijo de Dios, haciendo cosa indigna del que es hijo de tal Padre. Procura serle semejante en la vida, pues es justo que los hijos se parezcan 4 sus padres. (Matth. v, 45). 4. Lo cuarto, ponderaré Jas causas porque quiso nuestro Seiior que en esta oracion le llamasemos Padre. -La primera, para que despertésemos los afectos de amor y confianza; porque orando con ellos, nos dara lo que aqui le pedimos. - La segunda, para que en- {rasemos con‘alabanza de Ja cosa que mucho estima y de que se pre- cia, glorificandole porque quiere ser nuestro Padre, y esto nos sir- va de titulo para que nos conceda lo que pedimos. - La tercera, para que entendamos que quiere ser servido de nosotros con espiritu de hijos ; y que todo lo que pidiéremos ha de ser Jo que un buen hijo puede pedir 4 un tan buen Padre. @ Padre soberano, cierto estoy que me daras lo que te pidiere como hijo, pues tit me mandas que te lo pida como 4 Padre. Punto seaunno. - Nuesiro.— 1. Sobre esta palabra se ha de pon- derar las causas porque Nuestro Sefior no quiso que dijésemos Pa- dre mio sino Padre nuesiro. - Lo primero, para que conociésemos su infinita caridad y liberalidad, la cual resplandece en que como no puede tener mas que un Hijo natural , quiso tener muchos hijos adop- tivos, comunicando esta dignidad tan excelente 4 hombres y Ange- Jes, dandola 4 cada uno sin perjuicio del otro; porque de tal manera es Padre de todos, que es tan mio, como si lo fuera de mi solo. Ben- dita sea caridad tan inmensa en quien cabe tanta infinidad de hijos, cuidando de todos como si no fueran mas que uno. 2. Lo segundo, para que entendiésemos que como él es Padre de muchos hijes, asi tambien todos somos hermanos, y con esto se despertase en nosotros el amor de nuestros projimos, pidiendo para todos, y deseando que todos sean hijos adoptivos de este Padre, sin despreciar 4 ninguno ; pues el rico y el pobre, el noble y el peche- ro, el sabio y el idiola, pueden ser igualmente hijos de un mismo Padre celestial, acordandome de aquellas ipalabras de Malaquias DEL PATER NOSTER. 108 (c. u, 10): g Por ventura no es uno el Padre de tedos? yPor ven- ura no nos crié un mismo Dios? Pues 4 por qué desprecia cada uno de nosotros 4 su hermano? © Padre nuestro, bastame saber que sois Padre de los hombres, para que yo los ame como 4 hermanos; to- dos abrazaré con el amor, pues & todos abraza vuestra caridad. 3. Lo tercero, para movernos 4 reverencia, porque la palabra Padre mio es de mucho regalo, y mas propia del Hijo unigénito de este divino Padre, 4 quien tengo de tratar con amor y reverencia juotamente. Aunque sin embargo de esto, 4 mis solas y en mi rin— con le puedo llamar Padre mio, pues tan mio es como si no luviera otro hijo adoptivo mas que 4 mi. . Ponto TeRcero.— Que estas en los cielos.— 1. Aqui se ha de con- siderar, como estando Dios en todo lugar, dijo solamente que estas en los cielos. -Lo primero, para moverme 4 reverencia, consideran- do la dignidad de este soberano Padre, que es Seior de los cielos, y reina en ellos. - Lo segundo, para levantar mi corazon de lo ter- reno 4 lo celestial, despreciando todo lo de acd, y suspirando por la herzncia del cielo, donde esta nuestro Padre. - Lo tercero, para que en esta vida mortal viva como peregrino y extranjero; pero como pretendiente del cielo, buscando Ja pureza celestial, sin la cual no se entra alla. -Lo cuarto ( Psalm. cxx, 1), especialmente para que en la oracion levante mi espiritu al cielo, de donde me ha de venir el so- corro y los bienes que pido. O Padre que moras en los cielos, Ilé- vame 4 donde estas; y entre tanto que no me llevas, ayudame con tu gracia para que toda mi conversacion sea en el cielo (Philip. 1m, 20), olvidado de lo que hay en esta ierra. O alma mia, peregrina eres en esla tierra, pues tu Padre y tu herencia es en el cielo; sus- pira por ir 4 su casa para que goces de su herencia. 2. Ultimamente, ponderaré como tambien se llamar cielos (Aug. de serm. Dni. in Monte, ¢. 9; Ambr. lib, V de Sacr. ¢. 4), los jus- tos en quien Dios mora por gracia, y de ellos se hace aqui mencion, para que se entienda que Dios es Padre principalmente de los jus- tos, que son cielo suyo; y para que quien ora despida de si toda culpa y lerrestridad, y se haga cielo, donde Dios pueda morar, y para que se recoja y entre dentro de si 4 donde esta Dios, y alli der- rame su oracion delante de su Padre que esta en fo secreto de su co- razon, y le ve en lo escondido del retrete interior donde ora. jOh quién fuese cielo claro y adornado de virtudes , en quien Dios gustase mo- rar | Confieso, Dios mio, que soy hombre de tierra y lerreno, como hijo del terreno Adan; pero con tu gracia deseo convertirme en cie- 106 PARTE II}. MEBITACION XIV. lo y en hombre celestial , como hijo « del celestial Adan. Ven , Seiior, 4 este ta siervo, que con tu presencia sera cielo. —Las tres palabras dichas son preambulo de esta oracion : en las siguientes se poten las siete peticiones que en sf encierra. — Primera PETICION. - Sanhificade sea tu nombye. — 1. En esta pri- mera peticion se pide, que Dies sea conocido, alabado y glorificado de todos, y su nombre venerado y adorado, y tenido por santo. Mas. ponderando cada palabra por sf, primeramente ‘ponderaré por qué dijo mas, santificado sea ta nombre, que glorificado 6 alabado. La causa es, porque Dios de ninguna cosa tanto se precia, como de ser Santo ( /sai. vt, 3); y por consiguiente, ninguna gloria se le puede dar mayor que lenerle por Santo; y 4 imitacion de los Serafmes y de los santos cuatro animales del ‘Apocalipsis (Apo. iv, 2), cha- mar con grande afecto : Santo, Santo, Santo es el Seiior Dios de los ejércitos, el que es, fue y serd para siempre. © Padre santisimo (Lesit. x1, 44), gézome de la santidad que tienes, deseando que tus hijos te imiten en ella. De esta me quiero preciar , para cumplir lo que me mandas y ser santo como td lo eres, 2. Lo segundo, ponderaré por qué dijo mas, santificado sea tu nombre, que santificada sea tu majestad 6 ta potencis. La causa es, Porque es juslisimo que todo cuanto conocemos de Dios, y tiene su nombre entre nosotros, sea venerado y glorificado y tenido por san to. © Padre celestial, como quiera que-te nombre, eres Santo, y de- Seo que todos conozcan tu santidad : llamaste Oumipotente y Sabio, Criador y Gobernador, Seior y Padre; pues santificada sea tu om- nipotencia y sabidurfa, y de todos sea ‘enida por santa. © Criador santo, Gobernador santo, y Padre santo, todos tus nombres son san- 10s, y es juslo que todos hinquen la rodilla, y adoren y veneren eb nombre de tu deidad en oyéndole nombrar, porque es dignisimo de ser nombrade y oido con suma veneracion por su santidad. 3. Lo tercero, ponderaré aquella palabra, tuum, tuyo, como quien dice: pido que sea santificado tu nombre, y no el mio, per— que fu solus sanctus (in Missa). Ta solo eres Santo por esencia, y nO hay otro que merezca la divina honre de la santidad, sino ta, de . quien y por quien los justos participan una brizna de ella (Psalm. cxul, 9); Non nobis, Domine, non nobis, sed nomini tuo da gloriam : no 4 nosatros , Sehor, no & nosotros, sine 4 tu nombre da la gloria : no sea glorificado nuesiro nombre, sino el tuyo dulcisimo, porque 4 ti, Rey de los siglos, inmortal é invisible (1 ém. 1, 17), se debe toda la honra y gloria, y 4 nosotros mucha confusion y desprecio. DEL PATER NOSTER. 107 Confiindome , Dios mio y Salvador mio, de la soberbia con que de- seo que mi nombre sea dilatado y extendido por el mundo, conocido y estimado de todos , siendo digno de ser viluperado, blasfemado, despreciado y olvidado. ; Oh si me ocupase en buscar la gloria de tu samo nombre, olvidandome por tu amor del mio | 4. Locuario, ponderaré por qué no aiadié Cristo nuestro Se+ fior, saptificade sea tu nombre por nosotros. La causa es, para que nuestra peticion y deseo sea sin tasa ni limile alguno, deseando que el nombre sanlisimo de Dios sea sanlificado de los Angeles y de los hombres; y no solo de los hombres que estan en la tierra, sino tam- bien de las almas que estan en el cielo y en el purgatorio; y no solo de los hombres presentes , sino tambien de los que han de nager ; y que todas las criaturas de este mundo visible , del modo que pueden, alaben y gtorifiquen este santo nombre, pues es dignisimo de ser glorificado de todos, y que toda rodilla de los. moradores celestiales y lerrenales é infernales ( Phikp. 11, 10) se doble y postre al sobera- no nombre de Dias y de su Hijo unigénito Jesus, Salvador nuestro. &.: Lo quinto, ponderaré como tengo de sanlificar este nombre, ~ y como le han de saatificar aquellos para quien pido que le santifi- quen , porque su principal glorificacion consisle en que todos crean lo que revela, esperen lo que promete , obedezcan 4 lo que manda, y le adoren y sirvan como él ordena, y le amen de todo su corazon. De modo, que su vida y sus obras sean tales ( Matth. v, 16), que quien las viere, por ellas glorifique al Padre celestial. © Padre glo- Tiosisimo, por los mérilos de tu Hijo unigénito le suplico dés luz de fe & todas los infieles, gracia y caridad 4 lodos los fieles, y ferviente amor & todos los juslos, para que todos sanlifiquen tu santo nombre en la lierra, al modo que le santifican los bienavenfurados en el cie- lo. lAy de mi (Rom, n, 24), que por mis obras es tu nombre blas~ femado entre las gentes ! Ayiidame, Dios mio, para que de aqui ade- lante todas sean tales, que por ellas sea tu nombre glorificado por todos los siglos. Amca. : : Sreunpa penicion. - Venga d nos el tu reino. — 1. Aqui se ha de considerar, qué reino sea este que pedimos. Lo primero, pedimos el Teino con que reina Dios en esta vida en los justos por gracia. Este Teino abraza la doctrina de la fe que hemos de creer, las leyes de su Sebierno que hemos dé guardar, los Sacramentos que hemos de re- Gir, los sacrifieios que hemos de ofrecer, y las virludes todas con que hemos de servir 4 nueslro Rey, disponiéndonos para que entre dentro de nuestras almas, y reine en cilas; y finalmente lo que san ” 108 . PARTE MI, MEDITACION XIV. Pablo llama justicia, paz y gozo en el Espiritu Santo( Rom. x1v, 17). © Rey del ciclo, venga 4 nosotros este tu reino, y venga cada dia con nuevos aumentos de perfeccion, porque muy justo es que como Rey legitimo reines en nosotros y nos gobiernes, y todos estem sujetos 4 tu gobierno soberano. : 2. Lo segundo, pedimos el reino de la gloria , donde reina Dios con los bienaventurados pacificamente; pero no dijo llévanos 4 tu reino, sino venga 4 nos el tu reino; porque si viene 4 nosotros el reino de Dios por. gracia, cierto es que nos llevaré al reino de la glo- ria; y asi mas cuidado hemos de tener en desear el primero que el segundo, porque todos desean reinar con Cristo en el cielo, y esto a todos es sabroso; pero no todos desean que Cristo reine en ellos en la ierra, porque esto es penoso; pero yo, Rey mio, te suplico que venga tu reino, para que reines en mf y en todos por tu gracia. ¥ tambien te suplico, que aquella ciudad santa de la celestial Jerusa— len baje del cielo ( Apoc. xxi, 2) , y se descubra 4 nosotros, y se nos wmanifieste por viva fe, para que su vista nos encienda en su amor, y nos Ileve 4 ser moradores de ella. ; Oh si me viese yo todo engolfado en este reino ! ;oh si viniese y entrase dentro de mi ( Lue. xvii, 21), pues dentro de mi ha de estar lo que me ha de hacer bienaven— turado! : 3. Lo tercero, pedimos que venga el reino de Dios, ultimo y consumado, cual sera el dia del juicio, cuando del todo se acabara el reino del demonio ; y Dios reinara en los justos, glorificando sus almas y cuerpos, y el reino de la gloria sera cumplido en todos. ; Oh si viniese este reino para que cesasen ya los pecados, y se cumplie- sen los deseos de las almas que le estan esperando para gozar de él, juntamente con sus cuerpos. { Apoc. vi, 10-11).-Lo cuarto, pon- deraré aquella palabra tuum, tuyo, venga , Seiior, tu reino (Rom. v, 24), para que destruya todo reino que no es tuyo: no reine en mi el reino del pecado ni del demonio; antes te pido que destrayas este-reino, No te pido, Seiior, que venga 4 mi el reino de este mundo, fundado en riquezas, honras y regalos, sino el reino tuyo, fundado en verdaderas virtudes. © Salvador dulcisimo, que dijiste (/oan. xvitt, 36): Mi reino no es de este mundo. Tu reino quiero, ta reino de- seo, y ese solo pido. Ven, 6 Trinidad beatisima, y entra dentro de nosotros, mora y reina en Jos que vivimos en la tierra, como reinas en, los Santos que viven en el cielo, para que te sirvamos como ellos ‘le sirven. Amen. Tencesa PETicion, - Hégase tu voluntad, asi en la. tierra como en el DEL PATER NOSTER. * 109 Gelo.— 1. Lo primero, consideraré qué voluntad es esta que pe- dimos se cumpla ; es 4 saber, la voluntad divina, declarada por los preceptos de la ley, por los consejos del Evangelio, por las secretas inspiraciones del Espiritu Santo, y por las ordenaciones de la Iglesia y de sus ministros, y de todos los superiores que estan en lugar de Dios. | Ob si cumpliésemos esta voluntad de Dios! pues basta ser de nuestro Criador, para que todas sus criaturas gustemos de cumplir- la. (Psalm. xxix, 6). Mi vida, Dios mio, est4 en cumplir tu volun- lad, y la muerte en quebrantarla. Cumplala yo siempre para vivir, y nunca la quebrante para no morir. -Lo segundo, ponderaré aque- Ila palabra , uya, diciendo 4 Nuestro Seiior: No quiero, Seiior, cum- plir mi voluntad propia, que es perversa; ni la voluntad de la car- ne, que es rebelde contra el espiritu; ni la voluntad del demonio, que es injusta; ni la del mundo porque es vana; tu sola voluntad se haga , porque ella sola es buena y justa, y regla de toda buena vo- luntad. © dulce Jesits , que veniste del cielo 4 cumplir, no tu volun- tad, sino la de tu Padre, ayidame con tu gracia, para que en todas Jas cosas niegue y mortifique mi voluntad propia, y la sujete & la divina, . . 2. Lo tercero, ponderaré el modo de cumplir esta voluntad , que se declara en las palabras siguientes : Ast en la tierra, como en el cie- lo; esto es, con aquel modo que los Angeles y espiritus bienaven- turados la cumplen en el cielo ; conviene 4 saber: Lo primero, con en- tereza, sin fallar en cosa por minima que sea. - Lo segundo, con pura intencion de agradar 4 solo Dios. - Lo tercero, con prontitud, pres- teza y puntualidad grande, sin tardanza ni repugnancia alguna. -Lo cuarto, con fortaleza y perseverancia hasta el fin.~Lo quinto, por amor, y Con amor ferviente ,.continuo é intenso, saboreandose y go- zandose en cumplir lo que Dios manda. | Oh Padre amorosisimo, bien fue menester haber pedido primero que viniese yuestro reino, y que vuestro cielo entrase dentro de nosotros, pues quereis que estando en ta tierra, vivamos como los del cielo! ;Oh quién pudiese cumplir vuestra voluntad con toda la perfeccion que puede ser cumplida! porque no quiero ser corto en desear lo que con tanta excelencia me mandais pedir. 3. Tambien pedimos aqui , que se haga la voluntad de Dios por los hombres terrenos, como Ja hacen Jos hombres celestiales; y so- bre todo como la hizo el Adan celestial Jesucristo Sefior nuestro, el caal bajé del cielo 4 cumplir ta divina voluntad con excelentisima perfeccion. © Padre celestial, razon es que los hijos engendrados 8 . TOMO II, HO PABTE Jil. MEDITACION XIV. por tq graciosa volyniad bagan lo que Jes mandas, como lo hizo el Hijo engendyado de ta sustancia (Psalm. gyi, 10) : Doce me face- re voluntatem tuam, guia Deus meus es tu: ensiame & cumplir tu dj- ying voluolad, porque Wi eres mi Dios, quien sea honya y gloria por todos los giglos de los siglos. Amen. Cuasta peticion. - £ pan nuestro de cada dia ddnosle hoy.— 1. Lo primero, consideraré qué pan pedimos 4 Dios en esta pelicion , por- que no Je pedimos cualquier pan , sino el pan sobresuslancial y ex- celentisimo. - Lo primero, le pedimos el pan que sustenta y conforla el espiritu, que es el santis mo Sacramento del allar, suplicdndole nos haga dignos de recibirle, y que seamos tales, que le podames recibir cada dia sacramentalmente , 6 4 lo menos espiritualmente, re- cibiendo e] fruto del santo Sacramento, y las innumerables gracias ue por él se suclen comunicar. (Joan. v1, 61). 0 Pan de vida, que jjaste del cielo por dar vida al mundo, daleme 4 li mismo, para que viva por Uy en ti, ynido siempre contigo. Amen. -Lo segundo, gedimos el pan y sustento del alma ordinario, que son los socorros la gracia con que se conserva la vida espiritual, donde enlran Sa- cramentos, inspiraciones , ilustraciones, inteligencia de los divings misterios, y aquel pan de quien dijo Cristo nuestro Sefior ( loan. 1v, 34): Mi manjar es hacer la voluntad del Padre que me envid. 0 Pa- dre amantisimo, pucs me mandas.vivir vida celestial , haciendo ty yoluntad en la tierra, como se hace en el ciclo, dame estos das pa- nes celestiales para couservar lav pura vida, de modo que alcance la eterna, Amen.—Lo tercero, tambien pedimos el pan y sustenlo ne- cesario para conservar la vida del cuerpo, porque quiere Dios que la conservemos, y que sc lo pidamos, no con solicilud demasiada, sino con Ja confianza que se ha de lener en su providencia. ¥ en todo esto nos avisa, que somos hijos suyos y nifios, que estamos colgados del sustento que nos ha de dar nuestro Padre, sin cuya providencig no podemos con solas nuestras fuerzas granjearle. 2. Losegundo, consideraré aquella palabra nuestro, porque aug- que esle sobcrano pan verdaderamente es de Dios, porque de él procede, él lo amasa, y lo reparte; mas quiere que Jo flamemos nuestro, porque se ordena para nucstra necesidad , y porque nueslro Redentor le compré para nosotros, y nos did el derecho de sus me- recimientos para pedirle, y porque ya es nuestro por titulo tambien. de su promesa. ¥ por cuanto el diyino pan de diferente manera s¢ amasa para los Angeles del cielo y para los -hombres de la, Gerra, paia los imperfectos y para los perfectog, yo, Setior, te pido para We DEL PATEA NOATER. 114 des cl pan suesio, acomodado 4 nuesiza naluraleza y & nuestra eapacidad , €l que nos ha de entrar en provecho para nuesira salva- cion. No te pido el pan corporal ajeno, que es de otras, ni el pan sapérfluo, que es demasiado regalo de Jacarae, sino el pan nuestro, pen debido 4 nuestra necesidad para vivir, y emplear la vida en tu . servicio. 3. Lo tersero, ponderaré la palabra de cada dia, que es decir : No te pido, Seiior, la racion extraordinaria que sueles dar 4 tus par- Uculares amigos, porque no me tengo por digno de ella, sino la ra- cion ordinaria de cada dia, sin la cual no puede vivir mi alma, ni medrar en su vida espiritual , ni tampoco el cuerpo; otres extraor- dinarios favores remitolos 4 tu providencia y 4 la disposicion sua- ve de ty elerna ordenacion. -Lo cuarlo, consideraré la palabra dd- nosle , 6 dalo & nosolres; porque pido este pan , no para mi solo, sino para todos los hombres, como hermanos, unidos ea caridad, 6 en unidad de naturaleza , aunque sean mis enemigos, campliendo lo que dijo Nuestro Sedior (Mais. v, 44; Prov. xxv, 21; Bom. xu, 20): Orad por los que os persiguen; y para que entienda que si viese & mi enemigo padecer bambre, le habia de dar de comer, pas pide. 4 Dios que le dé su pan. 4. Finalmente ponderaré ia palabra hoy: no dice danos este pan hoy y maiiana, sino hoy solamente, porque quiere Dias que cada dia se lo pida, y que cada dia frecuente la oracion, y que enlieada que cada dia estey colgado de él, y pierda la demasiada solicitud del dia de madiana, pues quiza no habra para mi maiiana. Al modo que or- dens Dios (£zod. xvi, 4), que los israelilas oogiesen cada dia el mana para solo aquel dia, porque eatuviesen colgados siempre de su providencia. Verdad es que tambien pido el pan sobresastancial pa- ta hoy, que, como dice san Pablo ( Hebr. in, 13), es el tiempo de toda la vida; elcual no es mas que um dia respecto de la elernidad. 0 Padre celestial, dame este pan copiosamente para el dia de hoy y para siempre; pero de lal manera, que viva y ore con tal fervor em esle dia, como si para mi no hubiera otro. Quanza Peticion. - Y perdinanos auestras deudas, come nosotros Perdonawos ¢ nuestros deudores, — 1. Lo primero, consideraré qué deudas soa estas de que pido perdoa. Estos son les pecades morla- les 6 veniales y las peuas 4 que por ellos quedames obligados ; las. cuales deudas solo Dios las puede perdonar , y las perdena por les medias que tiene ordenados para ello; y asi le pido que me las pex- dene. aplicaadome.estos medias, y dandeme ayuda para wsarde ellos. 8 * 112 : PARTE I]. MEDITACION XIV. 2. Lo segundo, ponderaré que aunque uno sea tan santo, que pueda llamar 4 Dios Padre y haya venido 4 él su reino, y aunque procure cumplir la voluntad de Dios en /a tierra como en el cielo, ha de reconocer que es pecador, y puede presumir de si, que cada dia peca en este género de culpas veniales, é incurre deudas, por las cuales cada dia debe decir: Perdénanos, Sefor, nuestras deudas. © Padre benignisimo, confieso que cada dia caigo no en una deuda, sino en muchas (Jacob. m1, 2), porque peco muchas veces ; mas ti, como misericordioso , gustas de perdonarme; pues me mandas que te pida perdon, yo te lo pido porque me lo mandas; concédeme Jo que te pido, pues guslas de concederlo. 3. Lo tercero; ponderaré qué deudas son las que tengo de per- donar 4 otros. Estas deudas son las injurias y ofensas que mis pré- jimos me han hecho; las cuales tengo de perdonar, no aborreciendo al que me injurid; ni vengandome de él con mi propia autoridad, ni dando sefiales de aborrecimiento, sino antes las seiales comunes de amistad; pero mas perfectamente perdona quien totalmente se olvida de la injuria, y con especial amor ama 4 su injariador, y le hace especiales beneficios , por lo cual alcanzara de Dios mas copig- 80 y liberal perdon de sus propias deudas. Por donde conoceré cudn- to desea Nuestro Seiior que nos perdonemos unos 4 otros, pues pone esto por condicion para perdonarnos; y cuanto desea que nos per— donemos luego, y que el sol ( Ephes. iv, 26) no se ponga retenien- do nuestra ira, pues en la oracion de cada dia nos manda decir, que perdonamos 4 nuestros deudores; y si no lo hago asi, yo mismo doy sentencia contra mf; porque diciendo 4-Dios que me perdone co- mo yo perdono, si yo no perdono, es decirle, cuanto es de mi parte, que no me perdone. © Padre liberalisimo , muy de corazon perdo- no las deudas que me deben, porque ti me perdones las que te de- bo, pues aquellas apenas son de cien denarios ( Matth. xvint, 24), y las mias son de diez mil talentos. * Sexta penicion.-¥ no nos dejes caer en la tentacion.—Lo pri- ‘ mero, ponderaré como Cristo nuestro Sefior no dice que pidamos 4 nuestro Padre: No permitas que seamos tentados, ni dés licencia al tentador para que nos tiente; antes presupone que hemos de ser tentados y que conviene que nuestro Padre celestial lo permila, y dé tal licencia; y si él la da, sin duda sera justa y para nuestro provecho, y medida conforme 4 nuestras fuerzas, y asi hemos de es- tar aparejados para padecer tentaciones del demonio y de sus mi- aistros que viven en el mundo, y de nuestra propia carne con sus DEL PATER NOSTER. 113 pasiones, como se dijo en la meditacion V. Pero quiere Cristo nuestro Sefor que le pidamos gracia para no ser vencidos en la tentacion, y para no caer en ella, consintiendo en algun pecado, y juntamente que no permita seamos tentados con tal género de ten-— lacion y en tal género de ocasion , donde ve su Majestad que hemos de ser vencidos. O Padre celestial, mira 4 este tu hijo que vive en la tierra de tentacion, combatido de todas partes por muchos ene- migos, no rehuso la batalla, pues ti lo quieres; pero ayudame para silir con la vicloria, pues es honra del padre la vicloria del hije. Skerma pericion.-Mas lbranos de mal. —En esta peticion ultima pedimos ser librados de todos los males pasados, presentes y por venir; asi eternos como lemporales; y asi del alma como tam- bien del cuerpo, en el grado que conviene para bien del alma; y asi pedimos nos libre Dios de los pecados pasados, perdonandolos con su gtacia, y que nos saque de las ignorancias, errores, pasio- nes, aflicciones y miserias que ahora padecemos, y que nos preser- vey libre de las fuluras, especialmente de la eterna condenacion y del poderio del demonio, que es el mal (Mash. xu, 19), de quien princi palmente deseamos ser librados cuando decimos : Sed libera nos & mal, para que ni en esta vida ni en la otra tenga poder sobre nosotros, ni seamos esclavos suyos. Y asi en esta peticion podré ha- cer una letanfa, como la que hace la Iglesia, particularizando los ma- les de que pido ser librado: Ab omni malo libera nos, Domine: ab omns peccato ; ab iva tua; & spiritu fornicationis; & spirilu super- biae, etc. Libranos, Seiior de todo mal, de todo pecado, de tu ira, de] espirita de la fornicacion, del espiritu de soberbia, etc. + Amen.—Por remale aiiadié Cristo nuestro Seior aquella palabra Amen, que quiere decir: asi sea; la cual se ha de decir con un fer- viente afecto y deseo de que Dios me conceda lo que le pido, por- que el deseo de los pobres es oido de Nuestro Seiior. { Psalm. 1x, 38 3). Y tambien se ha de decir con grande confianza de que serémos oi- dos, pues pedimos las cosas que el mismo Seitor manda que le pi- damos, conforme 4 lo que dijo san Juan (I Joan. v, 13): Esta es la confianza que tenemos en Dios, que nos concederé todo lo que le Pidiéremos segun su voluntad. Y sabemos esto : Quoniam habemus pe-_ hikones quas postulamus ab co, porque de él recibimos las peticiones que le pedinsos, ensefidndonos é| mismo las cosas que hemos de pe- dir, conforme & su santa voluniad. . —La doctrina que Cristo nuestro Sefior enseiié en este sermon, fa PARTH Il. MEDITACION XV. de la providencia que tiene en remediar muestras necesidades y e- mmestras eraciones , es materia de muchas meditaciones muy prove- chosas , las cuales dejo para la parte VI. — . MEDITACION XV. DE LA MISION DE LOS APOSTOLES ¥ DISC{PULOS A PREDICAR. Punto rnimeno. — 1. Lo primero, se ha de considerar come Cris- to nuestro Sefior, queriendo enviar 4 sus Apéstoles y discipulos & predicar por la tierra de Israel , les dijo ( Math. 1x, 37, 38): Le miés es mucha, y los obreros pocos; sogad al Sehor de la smics que envie obreros é-cogerla. En las cuales palabras descubre su infinita caridad: y misericordia, y et deseo que tiene de nuestro bien. -Lo primero, dice que la miés es mucha, porque son muchos los que tiene esco- Bidos para et cielo, y muchos los que estén esperando et ayuda de los predicadores y ministros evangélicos, para rendirse det todo at divino servicio; y esto le mueve 4 compasion, deseando que sean ayudados.-Lo segande, dice que los obreros-y segadores son po- cos; porque tos mas de los hombres son amigos del ocie y enemi- gos del trabajo, y si trabajan es buscando las cosas propias, ¥ Be por el bien de los otros. Pocos se disponen para ser obreros , y mu- chos résisten a} que tos quiere enviar; y esto le mueve mas 4 com- pasion, deseardo que haya tantos obreros, euantos pide Ja neceai- dad y muchedumbre de su mits. 2. Lo tercero, dice que al Selior de la miés, que es et mismo Cristo, pertenece sefialar y enviar los obreros ; porque umgemo pae- de entrar en miés ajena sin volantad de sa dueno; y quien sim VO- cacion de Dios entra en esta labor, sefial es que no busca el servicie y gusto de su Seiior, ni et provecho de ka mits, sino su propio pre- vecho, su honra y comodidad, y trabajaré en vano; perque sl Be es en nombre y en virtad de Jesucristo, no se puede segar mi pes~ car la miés y pesca de las almas.-Lo cnarto, dice que ruegeen al Seiior de la miés que envie obreros 4 cogerla; dando & entender que no esta olvidado de ella, y que desea mucho que se coja; pero quiere ser rogado, porque Ie oracion es medio para ejecutar les ra- zas de la divina Providencia y predestinacion. Y para que entenda- mos |e alteza ¢ importancia de esta obra, en la cua) no ¢s Dies el in teresado sino'la miés y los obreros, porque de aqui depende le sak- vacion de tes hombres, que han de ser como mits segada para el DE LA MPSION DB LOS aPésTOLEs. — cielo, y' ta de les obreros & quien Dice |a eucarga. Paes por este dije e Apésiol (I Cor. 1x, 16): | Ay de mf si no predicare cl Evaage- lie, porque estoy obtigade & ello | 3. . Finalmente, es tanta la caridad de Cristo nuestro Seior, que en dectarando este deseo, antes que los Apéstoles y disci pales le rue- gaen que envie obreros, se resnefve de enviarlos, para qe aunqne nosotros nos deaeuidemos en pedir esta merced , sa ine finita caridad no se ofvidark de la miés, sino por sola sa bondad y mnisericordia eseogerh obreros y fos enviarh, cows fo hace, por toda le Igtesia ¥ por toda la geatilidad. ; Ob Salvader dulcksimio, gracias te doy cuantas paedo, por et cuidado que lienes de tu mits, y de enviar obreros & cogerta! Y pues quieres ser rogado, mil veces te suptico envies muchos obreres, fieles, ejemplares y Wbres de toda confusion (H Tim. 1, 15); y si yo valgo para ello (/sa¥. vi, 8), Ecce ego, mitte me, vesme aqui, enviame ; porque si tt me lamas y me envias, justo es que yo te obederes, trabajando en complir lo que me mandas. Estes y otros afectos y propdsitos semejantes he de - Sacar de estay cinco eonsideraciones que se hen puesto, compade- ciéndome de ta necesided de la mits, y de la ‘falla que hay de obwe- Yos pare ella. Ponto sxoonte. — 4. Losegundo, se ha de considerar como di- cho esto Cristo nuestro Seiior envid 4 sus Apdstoles y diseipulos de dos en dos & predicar por ka tierra de Israel, diciéndoles: Curad lee enfermos, resucitad los muertos, sonad los lepresos, echad los dano~ nios ; gratis accepistis, gratis date, de balde lo reciblsteis, dadte de bal- &.-Lo primero, ponderaré las eawsas por que Cristo nuestra Seiior qaiso que sus discfpules fuceen: de dos en dog y no uno solo; es & saber, para que uno ayudase, consolase y guardase al otro, y para qne padiesen ejercitar entre si le ley de la perfecta caridad , coneu- ye ejemplo exhortasen & los demés & gnardaria, y porque facsen dos testigos pareados de una misma verdad. Y finalmente, para que foo venideros sigui¢semos este mismo ejemplo, procarando andar en @Sog ministerios bien acompaiiades; pues, come dice el SAbio { Prov. rvun, 29), dos hermanos que se ayedan uno & otro, som como une cradad mry frerte ; y ( Eeeles, rv, 10) tay del sole, parque si cae fto tiene quien le ayude & levantar! Y confo dijo ef mismo Sefer {Motth, xvnv, 26): Dende estan dog juntos en mi notbbre, ali es er yo en medio de ellos. | Ob dichowa janta, en Is cal ein Cris to, asistiends 4 mirar per elias t 4 Lo segundo, Pooderané Ie iberehidad y omutpotetcia de Cris 116 . PARTE HI. MEDITACION XV. Wo nuestro Seiior en comunicar tan sin envidia la potestad de hacer milagros 4 sus discipulos, hasta decirles despues (Joan. xiv, 12), que los harian mayores que él los bizo, para autorizarlos y acredilar su - doctrina; porque como era gente baja, no fuera estimada si no eg con lan soberana potestad. Pero juntamente ponderaré aquellas dos memorables palabras: De balde lo recibistets, de balde lo dad. Conla primera les funda en humildad, para que entiendan que esta poles- tad y las demas no se les dié por deuda, ni por sus merecimientos, sino de pura gracia, para que ninguno se glorie en si mismo, sino en Dios, de quien las recibié. Y asi volviendo los discipulos de esta mision muy ufanos de que los.demonios les obedecian , Cristo nues- tro Seiior reprimié su soberbia, diciendo (Luc. x, 17): Vid Sata~ nds caer del cielo como un rayo; esto es, escarmentad en los demo- nios que os obedecen, porque cayeron del cielo por su soberbia, atribuyéndose lo que era propio de Dios. 3. Con Ja segunda palabra Jes avisa que sean liberales con sus projimos, como él Jo ha sido con ellos, y pues é! de gracia les dié tal potestad, ellos de gracia usen de ella, y no por interés temporal por via de precio; y cuanto menor recompensa buscaren de los hom- bres, tanto mayor la recibiran de Dios, el cual se agravia y queja de que sus ministros sean interesados , diciendo por un profeta ( Ma- lack. 1, 10): yQuién hay de vosotros que cierre las puertas del tem- plo, y encienda fuego en mi allar, gratuito, graciosamente, buscan- do principalmente mi gloria y no su interés? O dulce Jesis, pues té me has dado Jo que tengo, con ello te serviré de balde por ser tayo: por tu solo amor cerraré las puertas de mis sentidos, y en el altar de mi corazon encenderé el fuego de los afectos, y te ofreceré sacrificio de buenas obras; y si me dieres algo para bien de mis prdjimos , yo lo repartiré con ellos, sin querer otro premio mas que & U, & quien se dé la gloria por todo lo que de ti procede. en. Ponto reacero. — 1. Lo tercero, se ha de considerar las virtudes que les encomienda para entrar en la predicacion, diciendo: Mirad que 08 envio como ovejas y carneros entre lobos ; sed prudentes como las serpientes, y sencillos como las palomas. En estas palabras les encar- ga seis virtudes, es 4 saber: mansedumbre de ovejas, en no hacer imal 4 otros, aunque reciban mal de ellos; paciencia en sufrir el mal que les hicieren ; casidad en darse & si mismos y cuanto luvieren por et bien de otros, aunque sean sus enemigos, como las ovejas dan su leche, lana y carne para provecho de los hombres ; pero jun- DE LA MISION DE L068 APOSTOLES. 417 tamente ‘han-de tener grande confianza en la providencia del pastor que les envia. Asi como la oveja toda su guarda tiene puesta en el pastor, porque ella no tiewe armas con que defenderse, ni lo puede hacer; y esto quiere decir aquella palabra: Mirad que yo os envio como ovejas enire los lobos ; que es decir: Estad ciertos que babeis de tener lobos y perseguideres de vuestra doctrina y vida; y vosotros vais entre ellos, n0 como lobos entre lobos, ni como perros 6 leo— nes,” para morderlos y destruirlos, sino como ovejas y corderos, pe- leando con armas de mansedumbre y paciencia, de caridad y con- fianza , acordandoos que yo os envio, yo vuestro Pastor, yo vuestro Maestro y vuestro Dios, que miraré por vosotros y os defenderé en yuestros peligros. © Pastor soberano, siendo Vos el que me‘en- viais, enviadme donde quisiéredes, pues con vuesiro favor eslaré seguro donde quiera que me envidredes. Forlaleced mi Jaqueza con vuestra virtud, para que pueda conquistar los lobos y convertirlos en ovejas de vuestro rebaiio, cumpliéndose lo que prometisteis por vuestro profeta (Jsai. x1, 6): Que el lobo y el cordero, el leon y la oveja vivirén juntos, “debajo de la obediencia de un humilde pastor. 2. Lo segundo, les encomienda que de tal manera sean mansos, pacientes, caritativos y confiados, que no sean necios, imprudentes y arrojados, sino que tengan prudencia de serpientes. Esta pruden- cia consiste :~Lo primero, en hacer su oficio de tal manera, que nore- ciban de los lobos daiio en e! alma, aunque le reciban en el cuerpo, como la serpiente que guarda la cabeza, aunque el cuerpo padezca, y cierra los oidos 4 los encantadores, para no oir lo que Ja pueda daiiar. —Lo segundo, en guardar tiempo, lugar y coyuntura conve~ niente para predicar y persuadir su doctrina, como lo hizo la ser- piente que tenté 4 Eva, pues es razon (Psalm. vii, 5) que seamos lan prudentes para lo bueno, como las serpientes , que son los demo— nios, lo son para lo malo. Mas no quiere Cristo nuestro Seior que esta prudencia sea de raposas, mezclada con dobleces y engaiios, con falsas sospechas 6 juicios temerarios, sino con sinceridad y ver- dad, y con pureza de vida, sin hiel de malicia ni de amargura, de modo que no sea contraria 4 la mansedumbre de ovejas. . 3. ¥ per eso aitade, que sean sencillos como palomas (Cant. 1, 14), tenieado Jos ojos de la intencion puros, para mirar lo que es ia de Dios-y bien de las almas, sin mezcla de cosas terrenas. Cordero sin mancilla, en quien descansé el Espiritu Santo en figura de paloma, junla en mi alma la prudencia con la simplicidad, 118 _ PARTE It. NEDIPACION Xv. para que de tal manera haga bien 4 otros, que no reciba dato de ellos. Ponto cvarto.— 1. Lo cuarte, se ha de considerar el modo de camiuar que Cristo nuestro Seiior les encargé diciéadoles: NVo-ile- veis oro, ni plata, ni moneda en la bolsa, ni alforja con bastimento, ai vara, ni dos tinicas, ni calsado, porque digno es ef trabajador desu co- mida; y por el camino no saludeis & nadie; pero en entrando en la po- sada direis: Paz sea en esta casa. Aqui se ha de considerar el inten-. to de Cristo nuestre Seiior en estos consejos, qe van enderezados 4 tres cosas.—La primera, 4 que cercenasen todo lo demasiado y supérfluo de las cosas temporales, contentandose con Jo necesario, de modo que no Heven cosa preciosa de ore y plata, ni demasiado dinero para su regalo. Y si les basta un vestide y cakzade, nole lic- ven doblado para remudarse ; y si les bastan sandalias 6 alpargatas, como pobres, no Heven calzado entero; y si no ban menester bacu- lo, que no usen de él, 6 si Hlevaren baculo en que arrimarse per flaqueza, no Ileven vara para defenderse por venganaa. -La segun- da es, que pierdan el cuidado demasiado de sa sustento y vestida y comodidad , aun en lo necesario, fidndose de la divina Providen- cia que les proveera de todo, stendo ellos los que deben, y hacien- do bien su oficio, porque el trabajador digno es de que su ame be dé la comida, y Dios se la dara é inspirara & los hombres que se la dén, y 4 Ia puede recibir, no como precio de su trabajo, sino como sus- tento de la vida para trabajar. Y asi lo cumplié puatualmente , co- mo lo confesaron los Apéstoles, caando ka noche de la pasion les dijo Cristo : Cuando os envié sin bolsa y alforja y sin calzado 406 falt6 al- go? ¥ elles respondieren (Lue. xu, 38): No, Seaor. 0 Pastor pro- videntisimo (Psalm. xn, 4}, la vara y baculo de ta gobierno bas~ tan para consvlarme y sustentarme; porque teniéndete At, le lenge todo; y si ti no me faltas, nada me puede faltar. 2. La tercera es, que en el camino no se entretengan en plati- eas ni cosas impertinentes que les aparten y diviertan de su inten- to y propésito. Esto fue decirles, que no saludasen por el camino, entreteniéndose con salutaciones profanas, aunque no quite las com- venientes; y asi quiere que seam tan hunrildes en las posadas donde Hegaren, que effes primero saluden & los hnéspedes, y les cenviden con la paz de! Evangelio, y entren pidi¢ndola A Dios nuestro Seer para ellos; porque si no hay paz en Ja casa de? alma, no est biew ispuesta para oir la verdadera doctrina. O Maestro del cielo, pues tan & pechos tomas mestra ensefianza, imprimela en mi corazen, DAL MAQTIRIO BE SAN JUAN. 119 para que la ponga por obra sin diverlirme & cosa que me aparte de ella. Amen. : 3. Uhimamente, Cristo nuestro Seiior les anima 4 la ejecueion de sa oficio, diciendo : Si aqusila onsa fuere diyna de la paz, vendrd sobre ella; y si no, 3¢ volveré & vosotros. Dandoles & entender dos co- sas.~La primera, que sa predicacion haria provecho en algunos; conviene 4 saber, en los que fuesen dignos de a paz, escogides de Dios para recibir la doctrima de} Evangelio, sin resistir 4 su predi- cacion.—La segunda, que enando no hiciese provecho en otros , por ne querer recibirla, que la paz se volyiese & eHos; esto es, que Do Perdiesen su paz, ni se alterasen eon ira y venganza, dejandola & Dios, porque eflos no perderian el fruto de su trabajo. Punto gomto.— 1. Lo quinto, se ha de considerar la materia y tema que les sefraté de su predicacion, diciéndoles : Predicod que se hs acercado el rein de los cielos, y predicaban é todos que hiciesen pe- nitencia. (Marc. vi, 12). Aqui se han de ponderar \res cosas que abraza este tema.-La primera es, los medios de ba salvacion para entrar en el-cielo , como era la penitencia de les pecados, extirpa- cion de vicios, ejercicios de obras virtnosas , y desprecio de las casas terrenas, que som causa de la perdicion de las almas.-La segunda, el fin y motivo de todas estas obeas, que era eb reino de los eielos, de suerte que no se moviesen, prineipalmente por temor de casti- 808, ni por esperanza de premios lemporales, sino por |a promesa dei reino de los cielos.-La tercera, que todo este era ya fSeil y sua- ve y bacedero , porque estaba ya cercano y dentro de ellos el reine de los cielos; esto es, el Autor de la gracia, el cual habia de abrir ks puertas det cielo, y dar medios suaves y eficaces para entrar em 4, como ya les comenzaba a dar. 0 Rey del cielo, que tan glorioso remo trajiste al mundo, ayidame para que yo le conquiste y arre~ bate, pues ta dijiste ( Matth. x1, 12), que desde los dias de Juan Bau- tista, que le comenzé 4 predicar, padecia fueraa, y les esforsados le arrebatarian. Dame, Seftor, este esfuerzo, para que yo robe y asre- hate joya tam preciosa ; pues ta, ee eres su dueiio, gusias de que todos la roben para enriquecerse con ela. MEDITACION XVI. DEL GLORIOSO MARTIRIO DE SAN JUAN BAUTISTA. Ponto panmmao. —Habiendo di rey Herodes tomada la suger de sn hermano y camdo can cllé, san dean le reprendis, diciendo que no eva 120 PARTE II. MEDITACION XVI. . licito lo que hacia. (Math. x1v, 4). Aqui se ha de ponderar la for- taleza y celo de este nuevo Elias, el cual aunque tenia grande amis- lad y privanza con Herodes, de quien dice san Marcos (Marc. v1, 20): Que le respetaba sabiendo que era varon justo y santo, otale de buena gana, y hacia muchas cosas que le decia. Pero sin embargo de esto, reprendié asperamente su pecado publico y escandaloso, aun- que sabia que babia de perder su amistad y privanza; porque los " varones celosos de Ja honra de Dios no temen perder la gracia del rey lerreno, por no perder Ja del Rey celestial. ¥ aunque sabia san Juan que Herodes era cruel y Herodias mucho mas, y que deseaba matarle por estas reprensiones, no por eso se amedrenté ni acobar- d6, ni dejé de proseguir su oficio, poniéndose 4 cualquier peligro y dafio que le viniese, moslrando en esto su grande fortaleza y cons- tancia, y que no era cafia movediza, sino columna de hierro y mu- ro de bronce ( Jerem. 1, 18); porque como no amaba su honra, ni su vida, no temia perderla, ni hacian en él mella las amenazas, sino como leon estaba confiado sin pavor alguno. (Prov. xxvin, 1). De donde sacaré grandes propésitos de imitar la fortaleza y constancia de este santo Precursor, apartando de m{ el amor demasiado de las cosas mudables de esta vida, de donde procede mudarme yo como caiia con cualquier viento de tentacion. Punto sraunpo.— 1. (Luc. in, 19). Herodes afiadié este mal so- bre todos los que habia hecho, prendiendo 4 Juan y echandole 4 la cir- cel con prisiones. En lo cual se ha de ponderar como Nuestro Sefior permiti¢ esta priston de san Juan, aunque era tan amigo suyo, por- que hasta entonces todo le habia sucedido présperamente, siendo honrado de todos, y alabado y obedecido; y era menester que pa- sase por las persecuciones que pasaron los Profelas, y han de pasar los escogidos, para que 4 imilacion de Job, como habia mostrado us excelentes virtudes en la prosperidad , asf las mostrase en la ad~ versidad, y con ella se afinase mas, como el oro en el crisol, y.au- mentase la corona de su gloria‘con la excelencia de su paciencia. De donde sacaré grande estima de las persecuciones y trabajos, pa- decidos por la justicia; los cuales, aunque 4 juicio del mundo pare- cen castigo , en los ojos de Dios son premio con que premia 4 sus queridos, y por esto los llama bienaventurados , porque es suyo el reino de los cielos, 2. Lo segundo, ponderaré e] modo como san Juan llevé este tra~ bajo, porque es de creer que cuando le fueron & prender no huy ni se escondié; antes saldria al encuentro 4 los soldados, ofrecién~ DEL MARTIRIO DE SAN JUAN. 121 dose 4 Ja prision; y cuando se vid atar con las cadenas, se gozaria con ellas, no menos que san Pablo, alegrandose de que le ayudaban 4 maltratar la carne que él tanto aborrecia con santo aborrecimiento. La carcel convirtié en oratorio, gastando las noches en oracion y contemplacion , como en el desierto, y de dia no cesaba de ensejiar 4 los presos y 4 sus discfpulos, y desde alli los envié 4 Cristo nues- tro Seftor, pidiéndole, no que le librase de lacarcel, sino que 4 ellos librase de la ignorancia que tenian. 3. Finalmente, como ya habia hecho su oficio de precursor en el mando, deseaba ser desatado de la carcel de su cuerpo, para ir 4 hacer el mismo oficio al limbo, y dar noticia 4 los justos de cudn cerca estaba su Redentor, y asi cada dia esperaba la muerte con ale- gtia, porque como tan gran profeta tenia revelacion de la divina vo- luntad, y sabia que estaba cerca su partida. 6 alma mia, alégrate como este santo Precursor en las tribulaciones, pues sabes que la tribulacion engendra paciencia, y la paciencia prueba, y la prueba esperanza, y la esperanza no confunde ni engaiia ; porque los que de esta manera padecen , tienen dentro de su corazon la caridad del Espiritu Santo, que es prenda de la vida eterna. (Hom. v, i). Ponto tenceno.—~ 1. Herodes en el dia de su nacimiento hizo un gran convite d los principales de Galilea, y entrando 4 danzar la hija de Herodias, agradé tanto 4 todos que prometio el rey con juramento darla cuanto le pidiese, aunque fuese la mitad de su reino. Ella, por con- sejo de su madre, pidié la cabeza de Juan, y el rey por cumplir su ju- ramento se la concedid. Aqui se ha de ponderar la astucia y crueldad de SatanAs por medio de este lirano , levantando todo el escuadron de los vicios para cortar la cabeza del Bautista, en odio de sus es- clarecidas virtudes, porque levanté Ja glotoneria del convite contra su templanza; la lujuria de Herodias contra su castidad ; la livian- dad de la hija contra su modestia; la vanagloria de los convidados contra su gravedad ; la prodigalidad y jaclancia de Herodes en la promesa contra su pobreza y humildad; finalmente, la crueldad , fic— cion y embuste, la infidelidad y falsa religion se levantaron contra ia mansedumbre, sinceridad y verdad y religion perfectisima de es~ te Santo. Por donde veré como el demonio por medio de los vicios hace guerra 4 las virtudes; pero no prevaleceré contra los virtuosos que se han fundado bien en ellas. Y asi con grande animo tengo de resolverme 4 quebrantar la cabeza de esta serpiente, aunque ella me corte la mia; porque cuando corte la cabeza de mi cuerpo, no me apartaré de mi cabeza Cristo Jesas, en quien esta todo mi bien, 122 PARTE MI. MESITACION XVI. © dakisimo Jesés ( Colas. 1, 18), cabeza de Jos principados y poles- tades, concededme tal fervor de espinitu , que ni tribulaciones, ni an- gustias, ni peligros, ni persecaciones , ni ta misaxa muerte me apar- fen en punto de vuesira caridad ; ayudadme 4 pelear por vuesirp servicio en la Iglesia militante, de modo que tlegue 4 reinar con Vos en la Igiesia triunfante. Amen. @. Tambien puedo ponderar la coadicion del pecado y del pe~ cador que comienza 4 desenfrenarse , que es ir siempre de mal en peor ; pus no sin mislerio afiadid san Lucas que Herodes 4 todos gus pecadas ajiadié este de preader al Baulista, y tras este otros mu- chos que se hicieron en este convite, cumpliésdose en Herodes Jo que dice David ( Psalm. txxut, 23): Que la soberbia de los que abor- recen & Dias, crece siempre, porque primero se hizo sordo 4 la cor- reccion de san Juan, despues le proadié, y luego traté de malarle, como raposa astula, buscando colores aparentes para ello, con titu- lo falso de religion, por cumplir el juramento. Y 4 imitacion de He- rodes, yo que solia lener amistad con la divina gracia, figurada por Juan, y solia oir de buena gaoa sus inspiraciones , despues las re- sisto, y luego la aprisiono con mis aficiones y pasiones, y fioalmen- te la mato con pecados , afiadiendo unos 4 otros, unag veces hacien- do fiesta de ellos, y olras veces pensando que guardo religion en ha- cerlos. De todo lo cual sacaré aviso para atajar e) mal en sus prin- cipios , y en especial para aceplar la correccion con Animo bumilde y agradecido ; porque ja diferencia entre predestinados y réprobas, Bo esta en que unos pecan, y olros no, sino en que aquellos final- meme aceptan a correccion , y se enmiendan como David (Il Reg. xu, 13); pero estos la desechan como Saul (1 Beg. xv, 25), y vuel- ‘vem su ira contra el que los corrige, como Herodes, hasta eaer en el profundo de la maldad y en el abismo del infierno. Ponto coanto.— 1, Merodes envio un verdugo a la cdrcel, donde estaba san Juan, para gue le cortase la cabeza. Hitolo y trdjola 4 He- rodes, el cual la dio a ta hija de Herodias, y ella é su madre. Aqui se ha de ponderar:-Lo primero, el consuelo grande con que el Bautista acepts la sentencia de muerte cuando se le nolificé, alegrandose de morir por tal causa, y conformaado su volunlad con la divina, que lo permitia; y es de creer que como Cristo nuestre Sefior murié en dig solemne de Pascua , pare significar e] gozo coa que moria, y que sus Pascuas eran morir por los hombres, asi quiso que san Juan, muricee en dia solemne de comvite, para significar como aus caavie~ {go oan morir por la justicia y verdad.—Lo seguado, en de crear. DRL MARTIRIO DE SAN JUAN, 123 we hincado de godillas haria oracion primero por sus enemigos, Fiiendo 4 Dios: Sedor, perdénalos, porque la pasion los ciega y no saben lo que hacen. Despues oraria por sus discipulos, y ullima- mente por si mismo, encomendando su espirilu en las manos de Dios *, y de esta manera dié su cabeza con grande dnimo, y si al- guna pena lenia, era porque la muerte no era mas penosa, para te- her mas que padecer por servicio de su Amado.-Lo tercero, puedo considerar la boura can que aquella dima santisima fue Uevada al seng de Abrahan , porgue si vinieron muchos Angeles 4 llevar el al- ma de Lazaro el pobre, ,cudntos mas millares vendrian 4 llevar la del Precursor? Y asi como se alegraron muchos cuando nacié en el mundo, como dijo el Angel, asi cuando entré en el limbo los juslos se alegraron con especial alegria, que Dios les comunicé en su entrada, y por las nuevas que les did del Mesias que esperaban. 2. De aqui subiré 4 considerar la gloria que ahora tiene en el cielo, en premio de tantos y lan esclarecidos servicios como hizo 4 Cristo nuestro Seior desde que le santificé en el vientre de su Ma- dre, hasta que muri¢ en la carcel, porque aunque la vida fue bre- ve, pues no pasé de treinta y tres aiios ; pero los merecimientos fue- ron grandisimos por la, grandeza de su fervor, como se ha visto por lo que hemos dicho de su vida. Y asi Cristo nuestro Seior le subli- m6 en uno de los mas altos tronos del cielo, entre los supremos Se- tafines, y le dié las tres lauréalas y coronas preciosisimas de virgen, de doctor y de martir, y dos veces martir, una con perpéluo marti- rio voluntario, can la pobreza, castidad y continua morlificacion de su carne; otra de martirio violento, derramando su sangre en lesti- wonjo de la verdad; y el dia del juicio, por haber dejado todas las cosas por Cristo, eslara senlado coa él en-un trono glorioso como te Apis. para juzgar las doce tribus de Israel y 4 todo el mun- ao. O santo Precursor, gézome de vuestra grandeza. Dichoso fuis- teis en el nacimiento, was dichoso fuisteis en la vida, y muy mas dichoso en la muerte, y dicbosisimo en la gloria que teneis por tal vida y por tal muerte. Dichasos yuestros servicios y trabajos, pues hap parado en tan dichosos premios y coronas; y pues tan grande ha sido vuestra dicha, suplicad al Seiior me ayude 4 imitar vuestra vida, para que alcance parle de yuestra gloria. Amen. 4 En la meditacion XXVIII de Ia parte V, punto cuarto, niimero 3, ha- blando de la oracion que bizo ean Eatéban primerd por sf y despues por sas @memigos, manifesta que este es el érden cou que nosotros debemes proceder, ¥ la ee, (Nota del Editor, : 124 PARTE [1]. MEDITACION XVIt. 3. Ultimamente, ponderaré como Herodes, Herodias y st hijs triunfaron en este dia con la cabeza de san Juan; pero poce les du 6 su gozo ( Job, xx1, 12), porque la justicia de Dios vino sobre ellos , y todos tres murieron desastradamente, cumpliéndose en ellos To que esta escrito: Tienen en su mano e) pandero y la citara, y g6- zanse con la musica del érgano, gastan sus dias en placeres, pero vienen 4 parar en terribles pesares, porque la muerte de los malos es muy mala, no solamente en los ojos de Dios { Psalm. xxxn, 22), sino algunas veces en los de los hombres, castigandoles en el modo de la muerte por los pecados que hicieron en vida. ¥ asi haciendo comparacion de fa vida y muerte de san Juan, preciosa en los ojos de Dios, 4 la vida y muerte desastrada de sus enemigos, escogeré antes padecer con san Juan, que reinar con Herodes , pues ahora Herodes padece sin remedio terribles tormentos, y san Juan reina sin fin con inefables gozos. MEDITACION XVII. DEL MILAGRO QUE HIZO CRISTO NUESTRO SENOR , DANDO DE COMER A CINCO * MIL HOMBRES CON CINCO PANES. Ponto PRIMERO.'— 1. Habiendo sequido gran muchedumbre de gen- te d Cristo nuestro Senor, y habiéndoles predicado en el desterto larga- tente, siendo ya muy tarde, dijéronle los Apdstoles que los despidiese para que fuesen é los lugares comarcanos & comprar de comer. A los cuales respondié Cristo: No tienen necestdad de irse para eso, dadles vosotros de comer. (Matth. xv, 18; Marc. v1, 38; Lue. ix, 12; Ioan. vi, 8). Aqui se ha de ponderar lo primero, la grande devocion con que esta gente seguia 4 Cristo nuestro Sefior, por dos causas principales. -La una, por los milagros que hacia sanando los enfer- mos.-La otra, por el pasto de maravillosa doctrina que daba 4 sus _ almas, cumpliéndose lo que esta escrito ( Osee, x1, 4): Traerélos & mi con cuerdas de Adan y con aladuras de caridad , esto es con be- neficios corporales y espirituales, y con estas cuerdas los tenia Cris- to tan asidos, que con ser ya tarde y no haber comido ni tener qué comer, no se querian apartar de él, y olvidados de la comida se en- tretenian con su amorosa presencia. © dulcisimo Jesus, traeme 4 ti con tales cuerdas, y Atame contigo tan fuertemente, que olvidado de todo lo criado, solo quiera 4 ti mi Criador. : : 2. Luego ponderaré la misericordia que tuvieron de esta gente los Apéstoles y la que tuvo Cristo nuestro Seiior , mirando la diferen~ DEL MILAGRO DE LOS CINCO. PANES. 125 cia de una 4 otra; porque la misericordia de los Apéstoles fue corta como de hombres flacos; porque viendo que aquella gente estaba fatigada y hambrienta, y que ellos no tenian posibilidad para sus- tentarla, compadeciéronse de ella , y acordaron 4 su Maestro que los despidiese para que buscasen de comer; porque como eran tan ohe- dientes y rendidos, no quisieron hacerlo por su autoridad ni despe~ dirles sin su licencia. Pero Cristo nuestro Seiior, viendo la cortedad de esta misericordia, tuvo otra muy mayor, como misericordia de Dios, queriendo con efecto remediar la miseria, y exhorté 4 ello & sus discipulos , diciéndoles: Dadles vosotros de comer. Como quien dice: Ensanchad las entraiias de piedad, y no envieis 4 esta gente necesitada 4 que ella busque su remedio, sino buscadle vosotros, ¥ dadsele, pues os he dado facultad de hacer milagros, 6 4 lo menos. pedidme 4 mi que se le dé, pues yo puedo hacerlo. En lo cual nos avisa que la misericordia, especialmente de los prelados , no ha de ser estrecha sino grande, como decia David (II Reg. 1x, 3) de la mise- ricordia de Dios, poniendo todos los medigs que pudiéremos_ para remediar la miseria de nuestros projimos; y si nos faltare posibili- dad. , hemos de acudir al que la tiene, y solicilarle para que la re- meaie, 3. Lo tercero, para ponderar mas esta misericordia de Cristo nuestro Seiior miraré lo que dijo en otro caso semejante ( Marc. vin, 2; Matth, xv, 32): Tengo misericordia de esta multitud, porque ha tres dias que perseveran conmigo, y no-tienen que comer, y silos envio ayu- tos desfallecerén en el camino, porque algunos han venido de muy lé- jos. En las cuales palabras descubre, que es propio de la misericor~ dia de Dios conocer por menudo nuestras miserias, y los titulos 6 motivos que tiene para remediarlas, y el peligro que corremos si no lag remedia. Y¥ de todo se hace Dios cargo para compadecerse de nosotros y darnos remedio, como si le importara algo el remediar- nos. O Dios misericordiosisimo, gqué mucho es persevere yo contigo tres dias, pues todos los gastas en hacerme bienes? Mas haces ti en * querer estar conmigo, que yo en querer perseverar contigo. 4 ¥ qué maravilla venga yo de muy /éjos 4 buscarte, pues véniste del cielo 4 buscarme? Léjos he andado de ti por mi mala vida, pero ya me acerqué 4 ti por la penitencia; no me despidas ayuno de tu presen- cia, porque no desfallezca en-el camino Aspero de esta vida; sus- téntame.con los socorros continuos de tu gracia , para que llegue con esfuerzo al fin dichoso de mi jornada. Amen. 4. Lo cuarto, ponderaré como Cristo nuestro Seiior para mos~ 9 70MO II, 126 PARTE IM. MEDITACION XVII. trar el cuidado que tenia de aquella gente dijo 4 Felipe : De dénde comprarémos pan para que coman estos? Y tambien lo dijo para pro- bar su fe, y para que se descubriese la necesidad que habia de hacer este milagro; porque no quiere usar de medios milagrosos para nues- tro sustento, cuando se puede haber por medios naturales. La res— puesta de Felipe fue : Vo bastardn doscientos denarios 6 reales para dar un bovado de pan 4 cada uno. Y lo mismo habian dicho los demés apéstoles, confesando todos su poca posibilidad. Pero yo, dulcisimo Maestro, saco de aqui tu inmensa poteslad ; porque donde ta estis no hace falta dinero, pues con-sola tu palabra puedes dar, no soto un bocado de pan 4 cada hombre, sino abundantisimos panes & to- dos los hombres. No quiero de hoy mas poner mi confianza en el dinero, aunque ke obedezcan todas las cosas ( Kecles. x, 19), sino en ti, liberatisimo dador de él y de ellas, cuya mano esta siempre abierta para Ilenar 4los vivientes de tu copiosa bendicion. ( Psalm. cxtiv, 16). Ponto sgavypo.— 1, Pidid Cristo nuestro Sefior 4 sus Apdstoles et pan que tenian. Y ellos luego le ofrecieron cinco panes de cebada y dos peces, que traian para su susteato. En lo cual ponderaré tres co- sas misteriosas.-La primera, la grande pobreza de Cristo nuestro Sefior y de sus discipulos, y el poco cuidado que tenian del regalo y sustento de su cuerpo; pues estando en aquella soledad no tenian para trece personas y otras que se les llegaban sino cinco panes, ¥ esos de cebada, que era el pan mas desabrido y mas propio de po- bres que entonces habia ; y con ser pescadores no tenian mas que dos peces para todos. Con cuyo ejemplo me confundiré de le soti- eitud con que basco demasias y regalos en la comida, alentandome 4 contentarme con poco y ordinario, aunque sea desabrido. j0 dut- ce-Jesas! que al peeblo ingrato sustentaste en el desierto con pan del cielo, y 4 ti y 4 tus queridos discipulos snstentas con pan de ce- hada, concédeme que escoja para mi lo que escogiste para ti, tra— tando 4 mi cuerpo con la aspereza que ti trataste al tuyo. Amen. 2. La segunda es, ta grande caridad y obediencia de tos Apés- toles ; porque en pidiéndoles Cristo nuestre Sefor os panes, se los dieron sin repliear ni decir que los habian menester para su comida, gustando quilarselo de Ia boca para darlo 4 {os necesilados que alli estaban. De donde aprenderé 4 juntar ebediencia y caridad en bien de los pobres, compadeciéndome de ellos, y gustando perder mis co- modidades por remediar sus miserias, pues no Iss perderé, antes las Temediaré mejor , como sucedié 4 los Apostoles en este caso. DEL WILAGRO DE LOG CINCD PANES. az 8. De aqui es, que aanque Cristo nuestro Seiior padiera reme- diar esta necesidad por muchos otres medios milagrosos , quiso apro- vocharse de! pan que tenian los Apéstoles y pedirselo, para probar . - Si su caridad y compasion era verdadera, y para que ellos tuviesen parte en la buena obra ; y para ensefiarme que si yo no puedo re- mediar toda la necesidad del pobre, es bien que remedie parte de ella, y Dios con su liberalidad remediara lo que yo Bo pudiere, cum- Pliendo lo que dijo Tobias su hijo ( Zod. 1v, 8) : Del modo que pu- dieres sé misericordioso ; y si tuvieres poco, da poco de buena ga~ na. Y lo mismo pasa en las necesidades espirituales, asi propias co- mo de mis projimos, porque Cristo nuestro Seor quiere que yo de mi parte ofrerca lo que pudiere, aunque sea poco, y él con su mi- sericordia y omnipotencia saplira lo que faltare. Punto renceno.—— 1. Lo tercero, se ha de considerar lo que hizo Cristo nuestro. Seiior por principio de este convite. Porque primera- . mente mandé 4 sus Apéstoles que hiciesen sentar toda la gente so- bre ei heno de ciento en ciento, y de cincuenta on ciacuenta por cua- Grillas.-Lo uno, para que por este medio se supiese el namero de los convidados, que fue cinco mil hombres, sin mujeres y nies, que serian casi otros tantos.~Y Jo otro, para que hubiese orden y con- Gierto en la comida y en el repartimiento de los panes, y todos pa- diesen advertir la grandeza del milagro.-Lvego tomé Cristo nues- tro Seftor el pan en sus manos, y levanté tes ojos al cielo, dando & entender que del cielo viene toda buena dadiva ; y que el poder que tenia de hacer milagros en cuanto hombre, tambien le venia del Pa- dre que esta en Jos cielos. -Luego did gracias & Dios, ast por el man- jar que tenia presente, como por el que pretendia dar milagrosa~ mente, enseiiandonos 4 ser agradecidos 4 Dios por owalquier don, aunque sea pequefio, y porque nos da pan, aunque sea de cebada; pres basta darlo Dios para que se estime, cuanto mas dandole 4 quien nada debe ni se lo merece.—Despues bendijo e! pan con alguoas pa- labras de oracion, con las cuales le imprimié virtad de multiplicar~ £2 y mejorarse ; porque la bendicion de Cristo no es come fa nues- wa, que solamente pide 6 desea, sino es eficaz para hacer lo que dice ; y echada la beadicion partié el pan y bo dip 4 log Apéstoles para que ellos lo diesen 4 los otros. 2. Modo de comer cristianamente. — En este hecho Cristo nuestro Seiior nos ensefia el modo como han de comer los cristianos cristia- ‘ha y retigiosamente , con las cuatro condiciones que se han tocado. ~La primera, con orden y concierto, sentandove cada uno en su lu- g* 128 PARTE Ill. MEDITACION XVII. gar sin compelencia, antes escogiendo el postrer lugar y el mas hu- milde. (Luc. xtv, 10).-La segunda, levantando los ojos del alma al cielo, mirando que los mira Dios, para que con esta vista se en- frene la gula y la lengua, guardando la templanza y modestia de- bida. Pues por esto dice David ( Psalm. txvis, 4), que los justos co- man y se alegren en la presencia de Dios (Exod. xvi, 12); asi como Moisés, Aaron y los ancianos de Israel comieron pan con Je- tré, coram Deo, delante de Dios. : 3. La tercera (Rom. xiv, 6), con animo agradecido y accion de gracias, como quien come de limosna, dada graciosamente por la mano liberal de Dios, de quien pobres y ricos reciben el pan que co- men. Y con este afecto reprimirémos las quejas que brota la carne, cuando la comida es poca y mal sazonada, 6 se tarda en traer 4 la mesa, pues quien nada merece ha de recibir cualquier cosa, y co- mo quiera que se le dé, con accion de gracias.-La cuarta es, pre- cediendo bendicion con oracion devola, procurando mezclarla tam- bien con la comida, para que de tal manera coma el cuerpo, que tambien coma algo el, espiritu. De dende resultara, que !a comida, aunque sea poca y desabrida, parezca bastante y sabrosa ; porque el sabor del espiritu suele endulzorar lo que es desabrido 4 la carne. De este modo, como dice san Pablo (I Tim. rv, 4), quedara santi- ficada por la palabra de Dios y por la oracion, recibiéndola con ac- cion de gracias, - Tambien en este hecho se nos representa el modo de comer el pan del santisimo sacramento de la Eucaristia, figura- do por este convite, del cual se dira en la parte IV, en ta meditacion XIV, porque estas mismas cosas hizo Cristo nuestro Seiior cuando le instituyé la noche de la cena. Punto coanto.— 1. Lo cuarto, se ha de considerar la grandeza de este soberano milagro, porque milagrosamente se iba el pan mul- tiplicando en las manos de Cristo nuestro Seiior , y en las de los Apés- foles, y en las de los mismos que comian. De modo, que aunque recibiesen poco pan, y aunque comian de él, no se consumia sino mulliplicabase, hasta que todos quedaron hartos y muy conlentos, porque el pan era muy sabroso, como pan de Dios dado por tal ma- no. En lo cual ponderaré:~Lo primero, ta omnipoteacia de Cristo nuestro Sefior, que tan facilmente pudo convertir cinco panes en millares de ellos, y panes desabridos en panes sabrosos,.y del mis- mo modo los peces, sacando de esta consideracion grande aliento para servir 4 Sefior tan poderoso. © Rey del-cielo (Psalm. uxxvur, 20), zquiéa no se preciaré de servirte? pues tan poderoso eres para DEL MILAGRO DE LOS CINCO PANES. 129 poner 4 tu pueblo mesa en el desierto. Donde est4 tu omnipotencia, Bo hay que temer desierto, porque con ella sacas agua del peder- nal, miel de la piedra, y aceite del duro pefiasco. (Deut. xxxu1, 13). Por el aire traes codornices del cielo, llueves mand, y en las manos del hambriento multiplicas pan y peces, para que crean tus hijos que no solo el fruto de la tierra (Sap. xv1, 26), sino tu omnipoten- te palabra sustenta 4 los que confian en ella. 2. De aqui subiré 4 contemplar la providencia paternal de este gran Dios, en dar de comer 4 los que le sirven com mano tan larga * y por medios milagrosos, cuando faltan los humanos, con tal que no falte la confianza que debemos tener en ella, estribando en la pro- mesa que nos hizo diciendo (Matth. vi, 31): No seais demasiada— mente solicitos de lo que habeis de comer y beber y vestir, porque esto es propio de gentiles, y ouestro Padre celestial sabe que tenets necesidadd de todo esto. Buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todo lo demds se os dard por afiadidura. Como se vid en esta gente, que vi- no en su busca por oir la doctrina del reino de Dios, del cual dice el evangelista san Lucas, que les hablé largamente, y despues les did el manjar corporal copiosamente para ellos y para sus hijos; para que se verificase lo que dice el profeta David (Psalm. xxxvi, 28): No vi al justo desamparado, ni 4 sus hijos faltos de pan. O Padre amanlisimo, gracias te doy por esta paternal providencia que tienes de los que te sirven y esperan en ti. Concédeme, Sefior, que tenga mucho cuidado de servirte como hijo, pues tienes cuidado de dar- me todo fo necesario como Padre. 8. Lo tercero, ponderaré el modo de providencia que resplan~ dece en este milagro ; porque siendo los que comian muchos y de diversas edades y complexiones, mozos y viejos, fuertes y flacos, majeres y nifios, y dando 4 todos de un mismo pan la cantidad que querian los Apéstoles, esta bastaba 4 todos, y los hartaba y dejaba contentos, cumpliéndose lo que esta escrito del mana (Ezod. xv1, 18; II Cor. vin, 13), que con la cantidad que cogia cada uno quedaba satisfecho, sin que faltase al que cogia poco, ni sobrase al que co- gia mucho, aunque aqui sobré para que se viese la magnificencia de! dador. En lo cual se representa la suavidad de la divina Provi- dencia, la cual da 4 cada uno de los justos lo que quiere, 4 unos mas y 4 olros menos; pero 4 todos harta y satisface, dando tanto contento 4 un justo con lo poco, como 4 otro con lo mucho. 4.” Pero mucho mas se representa aqui la grandeza del santisimo Sacramento del altar, el cual con ser un mismo pan del cielo, aun— 180 ’ PARTE Ill. MEDITACION XVI. que se reparte por mano de log sacerdotes entre millares de hom- bres, nunca se menoscaba ; y auaque una hostia se parta en muchas partes, tanto tiene dentro de si cada parte, como tenia la hostia, porque en toda y en cada parte esta todo Cristo; y asi lanto recibe quien recibe la parte pequeiia, como quien la recibe muy grande, y tanta hartora puede dar aquella como esta; finalmente 4 todos harta y salisface, dando 4 cada uno la racion de gracia que su ne- cesidad y disposicion pide. © Dios omnipotente, jguan maravillosas son tus obras! jcudn rica tu providencia! jcudn larga, cuan,amo- Tosa y cuan suave! Alabente por ella todos les Angeles; gocen de ella con agradecimiento todos los hombres, y mi 4nima se derrita ex amor tuyo con todas sus potencias, empleandolas en servirte, pues asf te empleas en regalarme. Punso quinto.— 1. Lo quinto, se ha de considerar lo que suce- dié acabade el milagro. Porque primeramente, Criato nuestro Sefar mandé 4 los Apéstoles que recogiesen todo el pan que habia sabrar do, y recogieron doce canastas llenas, mostrandonos con esto su li- beralidad en premiar la voluntad con que sus Apéstoles le ofrecie- ron los cinco panes de cebada, valviéndoles por eos doce canastas Uenas de may buen pan ; y como ellos eran doce, asi quiso que las eanastas fuesen doce , como quien daba una 4 cada uno per lo que cada uno habia ofrecido. Asi como 4 la Viuda, que did liberalmen- te un poco de barina al profela Elias (III Beg. xvu, 16), sela mal- liplicé para muchos dias, Por donde tambien se ve, como premia Dios & los limosneros y 4 todos los que le ofrecen algo por servirle, vol- viéndoles mucho mas de lo que dan ; parque dar 4 Dios no es per- der, sino ganar; y, como dice el Sabio (Prov. xm, 17), es dar & logro, pues vuelve eiento por uno. 2, Tambien sacaré por aqui, yqué dard Dios en la olra vida, pues tanto da en esta vida? Dard sin duda, como é1 dijo (Lue. va, 38), una medida buena, lena , apretada, colmada, y que sobre y exceda inmensamente 4 lo que por él se hace. O Dios inmenso, acon qué te pagarésos lo mucho que por nosotros haces? Deseo darte una medida de todas partes buena, Jlena de santas obras, aprelada con estrechas penitencias, colmada con fervorosos afeclos y que so- bre, cwwpliendo mas de lo que mandas, con hacer tambien lo que me aconsejas; y pues por tu gracia me has dado tal deseo, dame tambien fuerzas para cumplirlo. . 3. Uitimameate, ponderaré la alegria y admiracion de aquella gente, viendo lan gran milagro, la cual fue lan grande, que se de- DEL MILAGRO DH LA TEMPESTAD DEL MAR. 134 terminaron en sus corazones de alzar 4 Cristo por Rey, teniéndose por dichosos en servir & tan poderoso y liberal Sefior ; pero como nuestro Redentor conoeiese estos pensamientos, buy6 4 lo mas es~ condido del desiesto, atajando la delerminacion de estos hombres, porque no queria honras ni dignidades temporales, enseidndome ‘gon su ejemplo, que no busque por mis beenas obras premio tem- poral de. los hombres, ni apelezea dignidades, antes cuanto es de mi parte-las buya, y huya las ocasiones de ellas. 0 Rey elerno, que asi aborreciste el reinado temporal, porque tu reine no era de este miserable mundo, dame gracia para que yo tambien pise las gran- dezas temporales, contehtandome con las cternas. Amen. MEDITACION XYIIF. DEL MXLAGHO QUE HIZO CRISTO NUESTRO SENOR, SOSEGANDO LA TRMPESTAD DEE MAR. — —Despues del milagro de los panes, sucedié uno muy famoso para. sosegar la tempestad del mar, pero babia sucedido primero otro semejante, del cual sera esta meditacion, porque ayudara mucho para la siguiente. — . Paro paimzno.— 1. Habiendo Cristo nuestro Senor predicado & mucha gente ( Maith. vi, 24; Mare. 1v, 38), siendo ya tarde entré en _ Wa navio, y mandé é sus discipulos que navegasen, y él se echd & dor— tur en la popa sobre un cabezal ; y al mismo punto se levanté una gran— de lempesiad,, de modo que las olas entraban dentro del navio y le lle- nabas de agua, con peligro de hundirse, Cerca de esle sueiio de Cris- to nuestro Seder, coasideraré: primeramente tres condiciones que en 4 concurrieron.-La primera, que fue despaes de largo trabajo, mostrando que era. hombre necesitado de este alivio.~La segunda, que le tomé de paso, y por esto no se fué & dormir como Jonés al- profuado del navia, sino en la popa, donde tepasen con é1 y facil— meate. pudiesen despertarle,-La lercera, que aunque dormia el cuerpe, velaba su. corazon, conociendo lo que pasaba como si estu- Viera despierto. Con estas tres condiciones be de acompaiiar mi sue- fio, precaragdo que no sea por regalo y ociosidad, sino forzado de Recesidad com moderacion y modestia ; y si fuere posible, mezclado can buenos swefios, para que pueda decir lo del Salmo (Psalm. eaxxym, 11): Lanoche es mi resplandor en medio de mis regalos (Gani. v, 2); y aunque duermo, vela mi corazon. . 132 PARTE ll. MEDITACION XVIN. 2, Luego ponderaré el misterio de este sueito , como Cristo nues- tro Seiior en Ja nave de su Iglesia y de cada alma se hace algunas: veces del dormido, como quien descuida de nosotros, permitiendo que se levanten tan bravas tempestades de persecuciones y tentacio- hes, que parece esta cerca de ser anegada ; porque no solamente las olas la combaten por defuera, sino, como dice san Marcos, entran dentro y casi llenan el navio de las potencias interiores con tristezas, -lemores, escrupulos y otras varias turbaciones. Mas no por es0 he- mos de pensar que esta Dios ausente del navio, ni que deja de ver todo lo que pasa en el mundo y los peligros de sus escogidos; pues por esto dijo por boca de David (Psalm. xc, 18): Con él estoyenla . tribulacion, yo le libraré y le glorificaré; y mirad que no dormiré ni un poquito, cuanto mas mucho, el que guarda 4 Israel. ( Psalm. cxx, 4). © Salvador dulcisimo, que como navio fuiste combatido en el mar de este mundo con terribles olas de trabajos ( Psalm. ixvit, 6), entrando en tu alma las aguas amargas de las tristezas y temores, esfuérzame con el ejemplo que me diste, para que no me anegie la tribulacion interior y exterior que me combatiere. 3. Ultimamente, ponderaré que Cristo nuestro Sefior permite estas borrascas, como aqui se apunla, para probar nuestra fe y avi- var nuestra confianza, fundarnos en humildad, purificarnos de vi- cios, y provocarnos al ejercicio de la oracion y de varias virludes ; pues por esto se dice : Que quien entra en la mar aprende 4 orar ; y entrando en el alma las olas de las tribulaciones, suelen salir de ella las olas de los vicios; entrando la humillacion sale el viento de la soberbia ; y entrando la congoja sale la tibieza. 0 Piloto sapien- Usimo , gobierna como quisieres la nave de mi alma, con tal que no te ausentes de ella; porque si tu esl4s presente, aunque sea com— batida, no sera hundida sino mejorada, levantandola las olas de las tribulaciones al ejercicio soberano de todas las virtudes, Ponto secunno.—— 1. Los discipulos fueron é Cristo nuestro Sefior, y despertdronle diciendo: Seftor, sdluanos, que perecemos. Dijoles : 3 De qué temeis, hombres de poca fe? g Donde esta ouestra fe? Dos cosas se han de ponderar aqui, una de parte de los discfpulos, los cuales en este aprieto acudieron al unico remedio de todos los trabajos, que es Dios, por medio de la oracion. Unos usando de palabras breves, pero eficaces, alegando su peligro y necesidad, le dijeron (Math. vin, 23): Domine, salva nos, perimus. Seiior, libranos, porque pe— recemos. Otros con un modo de queja amorosa dijeron : Magister, non ad te pertinet quia perimus? Maestro, gno le toca mirar que DEL MILAGRO DE LA TEMPRSTAD DEL MAR. 133 perecemos? Como quien dice : A ti pertenece mirar por nosotros, porque eres nuestro Maestro, y en ti tenemos puesta nuestra confian- za; pues {cdmo nos dejas en tanto peligro? A imitacion de estos dis- cipulos he de acudir a Cristo nuestro Seior en mis trabajos con es~ tas dos oraciones diciéndole : Seftor , salvame , porque perezco. Maes- tro mio, 4ti pertenece librar mi alma, porque mas es tuya que mia. Yo soy tu discipulo, y debajo tu proteccion vivo (Psalm, cxvint, 94) : Tuus sum ego, saloum me fac : \uyo soy, salvame (Psalm. xu, 23): Exurge, quare obdormis, Domine? levanlate, Sefior, ,por qué duermes? Levantate y no me deseches hasta el fin: 4 por qué vuel- ves tu rostro y te olvidas de mi pobreza y de mi tribulacion? 2. De parte de Cristo nuestro Sefior se ha de pondcrar cudn presto desperté, como quien tenia gana de socorrer & sus discipulos, reprendiéndoles de !a poca fe y confianza que tenian en su omnipo- tencia. Y por esto les dijo: Quid midi estis, modicae fidei? yDe qué temeis, hombres de poca fe? Como quien dice: Aunque mirande vuestro peligro y vuestras propias fuerzas hay razon de temer; pero mirando que eslais en mi compafila, no hay por qué temais, si te- neis fe de quién soy yo. 0 Salvador mio dulcisimo , confieso que mi- randole 4 ti no tengo por qué dudar ni de tu poder, ni de tu saber, ni de tu querer para mi remedio, porque ti eres infinilamente po- deroso, sabio y bueno; en tus manos me arrojo de todo corazon, y cuanto faere mayor mi tribulacion, tanto sera mayor mi confianza, para que muestres en mi tu omnipotencia. Punro reacero.— Luego Cristo nuestro Serior mand 4 los vientos y al mar que se sosegasen, diciendo: Calla, enmudece , y al punto cesé ef viento y quedo sosegado el mar. En este hecho ponderaré la omnipo~ tencia de Cristo nuestro Seiior y el imperio que tiene sobre sus cria- turas, y la obediencia tan puntual que ellas tienen 4 lo que les man- da ; gozandome de todo esto por ser gloria de mi Redentor, y con- fundiéndome de mi poca obediencia y mucha rebeldia. Pero tienen misterio estas dos palabras, tace, obmutesce. Calla, enmudece, por- que las obras de Dios son perfectas ; y cuando quiere mostrar su om- nipotencia, no solo manda callar sino enmudecer, que es mas, sa- nando la turbacion de raiz y causando perfecta paz. Y asf cuando me viere turbado-con varios pensamientos 6 pasiones, he de supli- car & Nuestro Sefor las'mande, no solamente callar por un rato. sino enmudecer, para que nunca mas me tarben en la materia en que me turbaron ; y si me conviniere ast lo hard ; de modo que con grande admiracion de to que-en mi experimento, diga lo que decia 138 "PARTE Ji. MEDITACION XIX. da gente del navio : Quien es este & quien asi obedecen los vientos y el mar? © Salvador omnipotentisimo, mi corazon es un mar turhado con mil vagueaciones, y anda muy altesado eon vieatos de contra- rias pasiones, mandale que sosiegue, dile : Calla, enmudece, por- que tu decir es ownipotente; y luego te obedecera. : MEDITACION XIX. DEL MILAGRO EN QUE CRISTO NUESTRO SRNOR ANDUVO SOBRE LAS AGUAS, Y FUE TENIDO POR FANTASMA. ~-En esta meditacion, por via de ensenanza, iré jantamente po- - niendo algunos avisos para conocer el espirita de Cristo verdadero, yel fantastico, y el verdadero fervor det espirita, con los efectos que Dios obra en las almas caando las visita en la oracion cen su dulce presencia.— : Punto paiwezo.— 1. (Math. x1v, 92), Mando Jesis 4 sus disct- pulos que entrasen en un nevio y pasasen el mar de Tibertades, y él quedéss solo & orar en tn monte hasta Ia cuarta vigilia de la noche, y luego se levanté una grande tempestad que batia ls navecilla.-Lo pri- mero, ponderaré el amor que Cristo nuestro Sefor tenia 4 la ora- cion , escogiendo para ella lugares solitarios y eh tiempo quieto de la noche, y dejando la compaiiia de sus discipulos, prolongandosu oracion casi hasta la mafiana con gran fervor, al modo que se dijo en la introduccion de esta parte IIE, en e} parrafo VIII, de donde sacaré con cudnto cuidado he de orar por mi propia salvacion , pues ast oraba Cristo por Ja ajena. 7 Lo segundo, ponderaré como los Apéstoles sintieron mucho re de su Maestro ; pues san Marcos dice : Coaget, que los for- 26 porque quisieran subir con é} al moate 4 orar y estar siempre en su compahia, come quien barrentaba que entrar sin él en la mar era peligroso; pero prevalecié la vittud de la obediencia, porque en todo ha de ser Dios obedecido, annque sea peniéndonos 4 gran- de peligro, dejando la oracion retirada, porque. esto es dejar 4 Dies por Dias. : os 3. Lo tercero, pouderaré: eb mistorio de la tempeatad que pa- decia la nave de los Apdstoles: La otra vez levantése la tempestad estando Cristo nuestro Sefior en el navio, pero durmiendo ; esta vez estaado ausente, para probar masla fede los discipulea, viendo mas Kjos 4 su Maestro, Y para significar que Cristo auestro. Sefior suele DEL MILAGSO DB LA TEMPRSTAD DEL MAR. = -' 293 ausentarse de tos suyos, cuanto al socorzo sensible de su gracia, y ~ dejarios en grandes tribulaciones, para probar su fidelidad. ¥ como yan creciendo en la virted, suelen crecer las pruebas con tal modo de ausencias, por los. imnumerables bienes que resullan de ellas. Punro szeunno. —~ 1. Crisio nussiro Sehor, aunque estaba en el monte y era de nocke, wo d sus Apdstoles que estabun trabajando en remar, y compadeciéndase de su trabajo, porque el viento les era conira~ fio, se fud u ellos andando sobre las aguas ; y en vidndole los disci- putos, Uenos de miedo, pensaron que era fantasma y dieron voces di- ciendo : Fantasma es. Aqui se ha de ponderar :-Lo primero, como los discipulos en esta tempesiad no perdieron el animo, ni se estuvie- Ton ociosos mano sobre mano, siao trabajaban remando contra los vientos y rigarosas tempestades, por salvar su pobre navio y Ile- varle al puerto, para que ye entienda que en las tribulaciones y lentaciones no tengo de amilanarme ni estar ocieso, dejando mi re- medio & solo Dios, sino hacer de mi parte lo que pudiere, aunque’ sea con trabajo, come quien rema 4 solas, ejercitando las obras de oracion y penitencia lo mejor que pudiere, para que Dios acuda & remediarme.-Lo segundo, ponderaré la caridad de Cristo nuestro Seiior , el cual, aunque parece que eslé ausente no se olvida de los sayos, antes esta mirando su trabajo y diligencia, y se agrada por una parte de verlos trabajar, y por otra se compadece de vertos pa- decer. © alma mia, aunque te veas en el mar de este mundo y en la noche de este siglo llena de oscuridades y combatida de tentacio- nes, ten gran confianza, porque tn Salvador esta en el monte de esos cielos, abogande,y orando por ti 4 su eterno Padre (Rom. vit, 34;° T Joan. 11, 1), y mirande desde su trono tus trabajos , compadecién- dose de ellos, y ayudiadote, como 4 san Esi¢ban, con su misericor- dia infinita, para que alcances la corona eterna. @. Lo tercero, ponderaré las causas por que Cristo nuestro Se- itor vino andando sobre las aguas. -La primera fue, para dar mues- tra de sa omnipotencia, signifitando por esto el poder que tenia so- bre las aguas del mar, y sobre las \ribalaciones y lempesiades del mundo, y como era superior 4 todas y las tenia debajo de sus piés - sin temor algano. ¥ par consiguiente, que si ea tiempo de su pa- sion fuese.sumido debajo de las olas, atollade en el lodo del profun- do { Psale. axvnr, 3), no era por flaquera sino por caridad, con deseo de padecer por nuestro bien ; pero de tal manera, que luego saldria de aquel abismo de tribulaciones,.como superior y vencedor de ellas.- Vertud de ‘is oranion.-Otra causa fae, para significar la 136 - PARTE I. MEDITACION XIX. virtud de la oracion que habia tenido en el monte, de la cual sue- len salir los justos con tanto esfuerzo, que ni temen tempestades ni se hunden en ellas, sino con un animo esforzado en virlud de Dios las acometen y son superiores 4 todas : y cuando temen los que es- tan en el navio, no temen ellos en medio del mar, porque !a oracion y confianza en Dios Ics da mayor seguridad, que todos lés medios humanos 4 los que confian en ellos; y aunque estén en medie de innumerables tempestades y dentro del vientre de la ballena , como Jonas (Jonge, 11, 1}, orando, alcanzan que la ballena de la tribula- cion no les daiie, antes les ponga en el puerto con mucha seguri~ dad. O dulce Jesis, concédeme que suba contigo al monte alto de la oracion, levantandome sobre mi mismo, para que en virtud de ella con tu gracia me levante sobre las aguas de las tentaciones v tribulaciones, sin ser oprimido de elias. 3. Lo cuarto, se ha de ponderar el temor vano de los discipulos cuando vieron 4 Cristo nuestro Sefior venir andando sobre las aguas, pensando que era fantasma ; y los que no daban voces eon Ja furia * de la tempestad, las dieron de miedo por un antojo, para que eche- mos de ver cndn grande es nuestra flaqueza y miseria; pues muchas veces con la virtud de Dios hacemos rostro 4 grandes peligros y di- ficultades ; y despues con gran cobardia y pusilanimidad nos espan- {amos de los pequefiuelos y antojadizos ; y asi echemos de ver que no es nuestra la fortaleza en cosas grandes, pues nos falta en cosas pequeiias. . : Ponto rercero.— 4. Cerca de este dicho de los Apéstoles se han - de considerar tres suertes de personas que tratan con Cristo nuestro Seiior, y tienen diferentes sentimientos cerca de él y..de sus cosas. Unas hay que tienen por Cristo 4 lo que es solamente fantasma y sombra antojadiza, calificando sus sueiios 6 imaginaciones por ver— daderas revelaciones; y 4 sus pasiones califican por virludes, pen- sando que su rabiosa ira es celo y su amor caroal espiritual. Estos por la mayor parte son algunos soberbios y presuntuosos que se fian mucho de su propio juicio. ¥ 4 esta causa unas veces el demo- nio se transforma en Angel de luz (II Cor. x1, 14), haciéndoles creer que stis dichos son verdadera luz, siendo de verdad tinieblas; otras veces su propio juicio hace oficio de demonio, y les persuade que todos los instintos interiores que sienten son del Espfritu Santo, sien- do instintos de su espiritu propio, carnal , mundano, soberbio y cie- go; y otras veces la imaginacion propia especialmente con flaqae~ za de cabeza les engaiia, fingiendo imagenes de Cristo lan vivas, DEL MILAGRO DE LA TEMPESTAD DEL MAR. 137 que les parecen ser el mismo Cristo, envaneciéndose con este fingi- do favor, y antojandose que les habla las palabras que poco antes han pensado 6 ‘las que gustan de oir. Y finalmente, hasta los muy espiritaales, acostumbrados 4 sentir inspiraciones de Dios, algunas veces piensan que lo son los discursos propios, como Je sucedié al profeta Nalan (II Reg. vu, 3), y lo advirlio san Gregorio (Lib. II Dial. ¢. 21). ¥ de la misma manera se engadan en calificar los espi- Tilus que pasan por otros, creyendo facilmente lo que se les dice, y guiandose por apariencias exteriores. De donde procede aprobar lo que es fantasma y caminar por aquel camino, de quien dice el Es- piritu Santo (Prov. xiv, 12), que parece bueno y para en la muerte y perdicion. 2. Otros por otro exlremo , 4 lo que verdaderamente es Cristo ‘tienen por fantasma, y 4 Ja virtud por pasion, y 4 la buena inspira- cion por antojo de su propio espiritu. Estos suelen ser algunos de- toasiadamente temerosos y escrupnlosos é ignoranles, que temen * donde no hay que lemer, por su ignorancia 6 complexion \fmida y melancélica. Y algunas veces pasa esto por genle aprovechada en iempo de grandes tentaciones y borrascas, como en este caso suce- did & los Apéstoles, permitiendo Nuestro Seiior estas nieblas y du- das, de si es Dios 6 fantasma lo que ven y experimentan, para su ejercicio, y para prueba y aumento de humildad y virtud, porque en- tonces es mas terrible la tenlacion, cuando iniagino que es nuevo engaiio lo que Dios me envia por remedio. Y de la misma manera algunos se engaian en calificar los espiritus de los otros, por ser muy incrédulos y poco experimentados, blasfemando de lo que ig- noran, y pensando que lodas las visiones y revelaciones y obras ma- Tayillosas son fanlasmas y antojos, como si el dia de hoy no se co- municase Dios tambien algunas veces, como en los tiempos pasados lo hacia con los Santos. Anibos extremos son perjudiciales y peli- STosos , porque no es menos malo tener a Cristo por fantasma (Greg. Hom. & in Ezechiel.), que a la fantasma por Cristo, y desechar lo que es Dios, pensando que es demonio, que admitir lo que es de- Wonio, pensando que es Dios. ¥ tan daiioso es seguir el impetu de carne, imaginando que es del Espiritu Santo, como ahogar el im— pulso del Espiritu Santo (1 Thes. v, 19), pensando que es impelu de carne. 3. La tercera suerte de personas va por un medio guardando el consejo de san Juan, que dice (I Joan. iv, 1): No querais creer 4 todo espiritu , sino probad y examingd primero los espiritus si son 138 : PARTE IH, WEDITACION X7x. de Dios, y con este examen , por la misericordia del Seior, calificam cada cosa por lo que es, conociendo lo que verdaderamente es Cris- to, y lo que es fantasma y antojo, asf en las cosas propias como ea _ las ajenas que examinan ; para Jo caal suele comunicar Nuestro Se~ ior el don que san Pablo tlama gracia de discernir eapieitas (1 Cor. xt, 10), y especialmente le da 4 los maestros de su Iglesia ( Jerom. v1, 27); 4 los cuales para esta causa Hama ensayadores y examma- dores de los metales del espfritu, 4 quien han de acudir los que tie- ‘ nen menos experiencia por no ser engaiiados, pensande ser oro ver- dadero, el falso, 6 que es falso el verdadero, y todos hemos de pedir 4 Cristo nuestro Sefior esta luz celestial para no ertar, diciéndole (Prov. xvi, 2): O Maestro celestial, verdadero ponderador de los es- piritus, no permitas que te haga tal agravio, que [lame fantasma 4 jo que es Dios, 6 que llame-Dios 4 lo que es fantasma; itistrame con tu divina luz, para que pueda discerair entre uno y otro, y ayé- dame con tu gracia, para que siempre siga los impetus del espiritu bueno, y aborrezca los del malo. Amen. Ponto cuanro.— 1. Oyendo Cristo nuestro Seftor los clamores de Sus disctpulos, nego les hablé y les dijo (Math. xiv, 27): Confiad, go Soy, no querass temer. Aqui se ha de ponderar lo primero, Ja cle~ mencia de Jesucristo nuestro Seiler en consolar luego los alligi~ dos discipulos, con hablarles y manifestarseles, dicténdoles tres soles palabras, con que les quité su falsa aprension ; porque propio es del espiritu de Cristo mover & verdadera confianza, y quitar el falso te- mor, imprimiendo en el alma ‘tales afectos, que por ellos concaca la verdad de aquetla palabra, Ego sum, yo soy; porque no bastara de- cir, yo soy, si no les hablara con voz propia saya y conocida por cllos, 6 dandoles bastantes indicios de que !o era. - 2: De aqui sabiré & ponderar lo que pasa dentro de noesires corazones cuando Cristo nuestro Seior tos visita y habla, dindoles aentender por algunas sefiales interiores quién es el que les habla; porque como cada hombre tiene cierto modo de hablar, por el caal le conocen los que conversan con él, y le diferencian de otros; asi Tes Santos, que tienen macho trato y conversacion con Nuestro Se- ior, dicen (D. Greg. lib. IV Dial. c. 48; D. Aug. lib. VI Confess. , ¢. 13, de sancta Monica ; D. Diadochus, lib. de Perfect. c. 30), que tiene tal medo de hablar al corazon con tal dulzura y paz, y plea tud de virtudes, que representan su divmidad, y se da & conocer que es buen espiritu el que habla, porque ef malo no puede ni ath na & hablar con tal modo de sabor. Esto meestra Nuestro Seiior con DEL MILAGRO DE LA TEMPBSTAD DEL MAR. 139 Ja omnipotencia de su palabra, porque en un momento trueca cl co- razon de timido en confiado, de triste en alegre, de turbado en so— segado, de duro en blando, de seco en devoto, de afligido con va~ rias tentaciones de carne 6 vanidad y codicia en quieto con los afec~ tos contrarios. De suerte que en tiempo de tempestades y borrascas, el espiritu del demonio imprime pusilanimidad , desmayo , descon— fianza y desesperacion ; pero el espfritu de Cristo imprime magna- nimidad , aliento, confianza en Dios y firmeza en su servicio. Al con- trario, en tiempo de prosperidad y bonanza temporal 6 espiritual el espiritu del demonio imprime soberbia, vanidad, presuncion, con- fianza propia, complacimiento de si mismo, estima de sus cosas y ée su propio parecer, con desestima de olros ; pero el espiritu de Cristo imprime humildad, desprecio de si mismo, desconfianza propia, temor santo de no caer mas, sujecion 4 Dios, y 4 todos per Dios. 3. ¥ como un mismo hombre dice con diferente modo una mis- ma palabra, cuando quiere mostrar enojo para espantar, 6 cuando quiere mosirar blandura para regalar ; asi Cristo nuestro Sefior con esta misma palabra, Yo soy, obra contrarios efectos en contrarias personas, porque con ella quité en este caso el temor 4 los discipu- los, y con ella espante tanto & los que venian 4 prenderle, que did cen ellos en tierra, como verémos en la parte IV. ¥ de la misma ina- nera da teslimonios interiores de su presencia 4 los pecadores y 4 los Jastos (Joan. xvitt, 6); & fos pecadores , alemorizandolos con repren- siones , amenazas y espantos , para que salgan de su pecado; pero Alos justos, regalandoles con afectos liernos de gozo y paz espiri- tual, para alentarlos ew su servicio; y si al principio entra con al- _§un modo de lemor, para poner en reverencia, luego causa paz con alegria y seguridad de conciencia (DP. Thom. 3 p. q. 30, art. 3 ad 3; 8. P. NV. Ignal. in reg. de hoc).— Ponderadas estas cosas he de saplicar & Cristo nuestro Seiior me visite y hable de tal mancra al corazon, que le conozca para reverenciarle, amarle y servirle, y fiarme de él. © Dios omnipotente, que eres ef que es, di 4 mi alma, Yo soy, manifestandola tu dulce presencia, para que con ella cesen lodos sus vanos temores, y se enciendan sus fervorosos deseds, po- niéndolos por obra , para gloria tuya. Amen: Punro quinro. - Propiedades de la fervorosa caridad.— 1. Oyendo Pedro las palabras de Cristo nuestro Sefior, dijole (Math. xiv, 28) : Scior, si ti eres, mdndame venir d ti sobre las aguas. En estas pala- bras se apuntan cinco propiedades de la fervorosa caridad , por las cuales se diferencia el fervor verdadero del falso,- La primera es, 140 PARTE 1}, MEDITACION XIX. tence grande luz y estima de Cristo nuestro Seiior, y de las grande- zas que encierra esla palabra, Yo soy, la cual penetré san Pedro con divina ilustracion, y asiendo de ella, dijo, no dudando sino afirman- do: Sefior, pues i cres el que es el mismo saber y poder, la misma bondad y caridad, muestra conmigo ser el que eres, dandome tes- timonio de quien eres. - La segunda propiedad es, tener grandes an- sias de que Dios le mande algo en que muestre el amor que le tiene, diciendo ; Si lu eres, sube me, mandame, esclavo yo soy, apare- Jado estoy obedecerle; Lengo por gran favor que me mandes algo; manda lo que quisicres , que yo te obedeceré. 2. Lalercera es, tener entraiiable deseo de estar junto 4 su ama- do, pareciéndole larga cualquier dilacion , y deseando no caminar al paso ordinario ; y por esto dijo san Pedro : Sefor, si ta eres, man- dame, tenire ad te, ir 4 tisobre las aguas; y no dijo eslo por vani- dad, 6 por pedir milagros, sino Hlevado del fervoroso deseo de es- tar junto a su Maestro. Y he de ponderar, que cuando san Pedro en | su navio vid el milagro de la pesca , quiso retirarse de Cristo, y asi ledijo (Luc, v, 8): Apdrtate de mi, Senor, que soy granpecador. Pero ahora viendo andar 4 Cristo sobre las aguas , antes quiere acercarse & él, y ambos espiritus fueron buenos. -El primero nacié de humildad, porque puso los ojos en quién él era, inirandose como gran pecador. ~El segundo de amor, porque los puso en quién era Cristo, y en su om- nipotencia. Y ambos afecloshe de ejercitar en diversos tiempos, porque el primero asegura al segundo, y el segundo perfecciona al primero. 3. La cuarla propiedad es, ofrecerse confiadamente 4 cosas que exceden sus fuerzas, y aun parecen imposibles 4 su flaca na— luraleza , porque no mide sus deseos con las propias fuerzas, sino _ con las de Dios. Y por esto san Pedro se ofrecié 4 echarse en el mar lempestuoso, pareciéndole que en virtud de su Maestro andaria so— bre las aguas como él andaba , sin ser anegado de ellas; porque la encendida caridad no teme ser anegada de las aguas de tribulacio— ues, como se dice en el libro de los Cantares. (Cant. 1, 4). Final~ - mente, aunque la caridad es fervorosa, no es precipilada ni teme— varia , sino prudente y reportada , ni se arroja 4 mas de lo que pue- de, sin licencia,-mandato é inspiracion de Dios, en quien confia, como san Pedro no se arrojé en la mar basta que Cristo se lo man— d6. O dulcisimo Maestro, éntrame (Canf. vin, 7) en la bodega de lus vinos preciosos, y ordena en mi la caridad , con las calidades que la diste a esle santo Apéstol, para que el fervor ni por cl desérden me despeiic , ni por el mucho miedo se menoscabe, DEL MILAGRO DE LA TEMPESTAD DEL MAR. 11 Punto sexto.— 1. Respondid Cristo: Ven, y saltando del navio Gndaba sobre las aguas para ir donde estaba Jess. Aqui seha de pon- derar lo primero, como Cristo nuestro Seftor, aunque otras veces re- primié el fervor de san Pedro, esta vez se agrad6 de él, y le conce- dié su peticion , porque procedia de verdadero amor, y con espiritu de resignacion , y con grande confianza, no en sus fuerzas, sino en . las de Cristo; y cuando las peticiones son de tal manera, como pro~ ceden del Espiritu Santo, admitelas este Sefior, cuya propiedad es hacer la voluntad de los que le temen, y oir las peticiones de los que Je aman cuando van ordenadas para muesiras de su amor. Al con- trario,.cuando san Pedro dijo la noche de Ja pasion (Zuc. xx, 33), que estaba aparejado 4 ir con él 4 la carcel y 4 la muerte, no le Tespondid, ven, porque sabia que aquel ofrecimiento procedia de so- berbia y presuncion de si mismo, con algun desprecio de sus com- paiieros, anteponiéndose 4 ellos; lo cual falté en esta demanda, y por aqui sacaré’el modo como tengo de pedir algo & nuestro Seiior, si quiero que me lo conceda. . 2. Tambien concedié esta peticion, para que sus diseipulos vie- sen por experiencia con cudnla razon les habia dicho : Confiad, te- ned fiducia: yo soy, no querais temer, pues era tan poderoso, que con sola una sencilla palabra, ven, podia hacer una cosa tan prodi- giosa como era andar un hombre solfre las aguas como sobre tierra firme , y de alli levantasen el espiritu 4 creer y confiar que tambien era poderoso para hacer ( Psalm. xc, 13) que anduviesen sobre los basiliscos y escorpiones, y hollasen 4 Jos leones y dragones, sin recibir daio de ellos. Y para que no temiesen las olas del mar de este mundo, porque sobre ellas podrian andar, no solo sin ahogarse, pero sin mojarse, sino es cuando mucho la planta del pié , con algu- nas culpas ligeras 6 inadvertencias de imperfeccion. O poderosisi- mo Jesis , deseosa esta mi alma de ir tras i siguiendo tu vida, y de ir & ti para gozar de tu gloria. (Marc. 1x). Dila, Seior, esta pa- labra, ven, porque en virtud de ella todo le sera facil, pues al que confia en ti todo le es posible. 3. Lo tercero, ponderaré como san Pedro, en oyendo la palabra de Cristo nuestro Sefior, sin dilacion y sin temor salié de su navio, y comenzé su viaje, caminando bacia donde estaba Jesus con deseo de acercarse & él, para que por aqui entienda Ja presleza y confian- za con que tengo de ejecular todo lo que fuere voluntad de Cristo, v camplir los propésitos y ofrecimientos que he hecho de su servicio, no dudando de arrojarme 4 cualesquier peligros en virtud de su pa- 10 TOMO 19 PARTE Ub MEDIVACION 3T3. Jabra (Philip. sv, 12), pues todas las cosas podré euel Seiler que me contorta. Punto sermon. — 1. Viendo Pedro la furia de loo oietos, temas ; . yoomencando é hundirse did voces, dicienda: Sehr, sdbuame; y al punto tomindole Cristo por la mano, [a dijo: Hombre de poca fe, spor qué dudaste? ¥ entrando en el. navio cesd-el viento, y se halté la nace en el puerto, Aqui se ba de ponderar lo primero, come Crista nuestro Se- itor permitié eate temor en Pedro, porque despues no se envanecie— se, ¥ para que reeonociese que aun no tenia perfecta fe , pues quien avo dnimo. para eebarse en e] mar tempestaeso, temié despues el viento que #¢ levanté, porque aparlé los ojos de Cristo y los puso en el viento; y como falté la confianza, falté la consisteneia, y co~ menaé & bandirse. 0 Dios ompipetente, ayuda mi flaca fe , y no per- mitas que aparte los ojos de ti en mis tribulaciones, porque no me hunda en elas. 2. Lovsegundo, ponderaré que quien por obediencia de Cristo y fiado en su palabra se arroja 4 los peligros, ne pereceré , porque en Haméndole, acudira 4 darle la mano y librarle de elles; pero si en ellos me pongo por mi prepia veluntad, 6 por vanidad y jaclan~ cia, dejarame Dios de su mano en castigo de mi loco atrevimiento, ¥ pereceré como los sacerdoles Macabeos, que por este fin vano en- traron en la batalla sin consejé. (1 Mach. v, 67).-Lo tercero, pon~ deraré como entrando Cristo en la nave ces6 el viento, para signifi- car que las tentaciones que se levantan en sw ausencia, cesan con ga presencia, y con su ayada llega el navio con presteza y gran bo- panza 4 la tierva de los vivos y al puerto de la eterna salvacion. 3. Finalmente, en todo este suceso descubrié Cristo nuestro Se- fior el estile que tiene cuando nos \lama para religion 6 para gran— des empresas; porque al principio facilita los trabajos para que sin tenor nos arrojemos 4 ellos; pero poco despues permite grandes bor~ rascas y temores, no para desampararnos, sino para perfeccionarnos en las virtudes. Y ditimamente nos da cumplida paz con mayor ale- gria, por las nuevas experiencias de lo mucho que podemos con su gracia ; y asi dijo por un profeta.(Osee, 1, 14) : Yo la engaiiaré con Ja leche de mis consuelos, y la llevaré 4 la soledad, y despues la pondré en el valle de la terbacion, para que cobre nuevas esperan— vas, y eantecon alegria , como solia en sus principios. © Amado mio, engfiiame con este santo engaiio, para que me libres de los enga~ re del mundo, y Hegue & gozar tos eternos descansos dei cielo. a. DE L& COMFRSION BE 943 PEDRO. 143 MEDITACION XX. DE LA ILUSTRE CON#KSION QUE HIZO SAN PEDRO DE LA DIVINTDAD BE CRISTO NUESTRO 'SRNOB- Punto paimxro.— 1. Pregunié Cristo nuestro Senor d sus discipu- los ( Matth. xvi, 13): g Quien dicen los hombres que es el Hijo del hom- bre? Aqui se ha de ponderar Io primere, como Cristo nuestro Seiior hizo esta preguata, como advierle san Lucas, habiendo estado pri- mero 4 solas orando, para que se entendiese que no era de cariosi- dad , sino de necesidad, no para su provecho, sivo para el nuestro; y para que entendamos que en virtud de la oracion se did 4 san Pedro la luz que recibié en la respuesta. ¥ si yo deseo esta luz, por Ja oracion la alcanzaré, conforme al dicho del Apéstol ( Jacob. 1, 5): Si alguno tiene necesidad de sabiduria, pidala 4 Dios, que él la da con abundancia, con tal que Ja pida eonfiadamente y sin dudar. 2. Lo segundo, ponderaré como Cristo nuestro Sefior hizo esta pregunia por tomar ocasion para dar 4 sus discipulos con mas elari- dad , conocimiento verdadero de quién era ( Joon. xvir, 3): del cual, como él mismo dijo, depende, como de semilla, nuestra salvacion ; y tambien para enseiiarnos el modo como nos hemos de aprovechar de los dichos de los hombres; porque desear saber la opinion que tienen de nosotros para fundar en ella la seguridad de nuestra vida, es gran yerro; pues, como dijo san Pablo (I Cor. rv, 4), quien nos ha de juzgar es Dios; pero no es malo querer saberla, para que oyendo sus dichos corrijamos lo malo-que dijeren de nosotros, 6 hu- yamos de ello para que no lo digas con verdad ; y lo bneno que di- jeren, procuremos ganarlo, si no lo tenemos, 6 perfecciosarlo, silo ~ tuviéremos, y de esta manera los dichos de bos hombres se conver- tiran en nuestro provecho. 3. Tambien se ha de ponderar la humildad que resplandece en llamarse Cristo nuestro Seior 4 si mismo comunmente con este nom— bre.Hijo del hombre, que es nombre comun 4 todos los hombres, vil y despreciado, dejando otros nombres muy gloricsos con que se: podia llamar, enseiandones con este ejemplo & humillarnes, y 4 to- mar siempre Jos Uitulos mas bajos y humildes que pedi¢remos, se- gun puesto estado, porque quiew se humilla sera ensalzado. ¥ asi . Cristo nuestro Seftor, llamandose 4 af mismo Hijo del hombee, luego per revelacion del Padre le Mamé- san Pedso Hijo de Dion vivo, 6 40° 144 ABARTE II, MEDITACION XX. Hijo de Dios vivo, dame la humildad que mostraste haciéndote Hijo del hombre, y abrazando las bajezas de los hijos de los hombres, para que por esta humillacion llegue 4 la dignidad de hijo de Dios, gozando de la gloria que sus hijos gozan. Amen. Ponto seaunpo.— 1. Respondieron los Apdstoles : Unos dicen, que eres Juan Bautista ; otros, .que Elias; otros, que Jeremias, 6 uno de los Profetas. Aqui se ha de ponderar lo primero, la prudencia de los Apéstoles en esta respuesta ; porque sabiendo que los escribas y fa— riseos decian de Cristo nuestro Seiior, que era un samarilano, come- dor y bebedor, amigo de publicanos, y otros grandes males, nada de esto respondieron sino solamente lo que parecia honroso para su Maestro; enseiidndonos con este ejemplo, que los justos y prudentes no han de referir 4 otros los dichos de sus enemigos , porque ordi- nariamente son falsos, y no sirven sino dé provocarles 4 ira é in- dignacion contra ellos; y asi es mas cordura encubrirselos, y no an- dar en chismerias que ahogan la fraterna caridad. Y quiz por esla misma causa no pregunté Cristo nuestro Sefior: ¢ Quién dicen los es- cribas y fariseos que es el Hijo del hombre, sino quién dicen los hombres? Esto es , la muchedumbre del pueblo. 2. De los errores cerca del conocimiento de Dios y de Cristo. —Lo segundo, se ha de ponderar cuan propio es de hombres dejados 4 su miserable naturaleza errar en el conocimiento de Dios y de Je- sucristo, 6 por cortedad de su entendimiento, 6 por la pasion que les ciega la lumbre de la razon, 6 por engaiio del demonio, el cual procura quilarles este verdadero conocimiento para tenerlos cautivos debajo de su tirania con innumerables pecados, conforme al dicho del Profeta { Isai. v, 12) : Mi pueblo fue levado cautivo, porque no ‘tavo ciencia; esto es, no tuvo verdadera fe y conocimiento de Dios y de las cosas que pertenecen 4 su servicio. De donde sacaré grande -compasion de los infieles y de los ignorantes que yerran en esta par- te; de los cuales dice san Pablo (I Cor. xv, 34; xtv, 38), que ma- -chos tienen ignorancia de Dios; y que quien ignora sera ignorado, porque Dios no le conocer por suyo ni le aprobara para la vida eterna. O Dios de las ciencias (I Reg. 1, 3), compadécete de nues- tras ignorancias, y cumple la promesa que has hecho Ienando la tierra de la ciencia del Seiior. ( Jsas. x1, 9). 3. Lo tercero, ponderaré como los hombres por la mayor parte cuando yerran cerca de las cosas de Dios y de Cristo es, quitandole Jo que tiene, queriendo medir Jas grandezas de Dios con la corte- dad de su ingenio 6 con su juicio rendido 4 la pasion, y asila chus- DE LA CONFESION DE SAN PEDRO. 145 ma de aquel pueblo quitaba 4 Cristo la divinidad , diciendo que era hombre puro como et Bautista 6 Elias. Otros mas apasionados le- quilaban la sabiduria, llamandole loco; 6 la santidad, llamandole samarilano ; 6 la potencia, calumniando sus milagros; 6 la pruden- cia, poniendo falta en sus obras y trazas, como los que dijeron (Joan. x), 37): No podia este hacer que Lazaro no muriera. Y hasta el dia de hoy padece Cristo nuestro Seiior estas injurias de los infieles y herejes, y de los ignorantes, para que yo me consuele en mis inju- rias cuando me quitaren, por agraviarme, la honra que se me debia. 4. Lo cuarto, ponderaré como algunos cristianos, por su mala conciencia, con las obras dan testimonio de que tienen falsas apren- siones de Dios y de Cristo, y yerran practicamente , en su conoci- miento, imaginando un Dios severo, implacable, y que quiere coger delo que no sembro, como decia el siervo perezoso. ( Matth. xxv, 24). 6 al contrario, un Dios tan demasiadamente misericordioso, que todo lo disimula, aunque vivan como quisieren, porque su maldad mien- te y engaiia 4 si misma : Formant sibi tdolum pro eo quod non est Deus, como dice san Bernardo (Serm. 38 in Cant. ), forman un concepto tan ajeno de la verdad que hay en Dios, que no es concepto de Dios ver- dadero, sino de dios falso y de idolo, que es uada en el mundo (I Cor. vin, 4); porque en el mundo no hay tal Dios que sea cruel , olvida- dizo, inexorable, aceptador de personas, disimulador de pecados, etc. , como ellos lo imaginan. . . 5. Deméas de esto tambien algunos espirituales , por la parte que son hombres, yerran practicamente en el conocimiento de Dios y del espiritu de Cristo, quitandole algo de Jo que tiene, imaginando un Cristo muy corto y limitado, y cortado al talle de su corta apren- sion, Unos piensan que el espiritu de Cristo es solamente el espiritu del Bautista, riguroso, aspero y muy penitente. Otros, que sola- mente eg el espiritu de Elias, celoso y terrible contra los pecados y pecadores. Otros al contrario, que solamente es el espiritu de Jere- mas, compasivo y lloroso por los pecados y miserias del mundo. Otros , que solamente es el espiritu de los profetas que se retiraban & la soledad, 6 el de los que predicaban al pueblo, 6 el de los que hacian milagros, etc. Y todos estos quedan cortos, y faltan mucho en hacer muy corto y limitado el espiritu de Cristo; el cual, como dice el Sabio (Sap. vir, 22), es uno y muchos, y abraza grande variedad de espiritus y diversos modos de proceder en el servicio de Dios; pero todos fundados en un espirita de amor y caridad, y para un mismo fin de la gloria de Dios. De donde sacaré , que es grande yerro que- 146 PARTE iI. MEDITACION XX. rer yo limitar 4 Cristo y 4 au espiritu conforme al espiritu que siento -en mi, deseando que todos vayan por aquel mismo camino, porque esto es sentir cortamente de Dios y de la redencion de Cristo, el cual para unos es como el Bautista, y para otros como Ellas, y para otros como Jeremias; para unos es solitario y contemplativo, y para otros es conversable y muy activo. 0 Sabiduria eterna, en quien-es- lan recogidos todos los espiritus que han tenido los Santos que te sirvieron, dame aquel espiritu que mas te agrada, y 4 cada uno de tus escogidos el que mas le conviene. Purifica mi entendimiento de errores, pasa que le conozca como verdaderamente eres, y te tenga dentro de mi corazon en la figura que mereces. Punto tgaceno.— 1. Dijoles Jess : Vosotros, gquien dects que soy yo? Respondio Pedro: Ti eres Cristo, hijo de Dios vivo. Aqui se ha de ponderar lo primero, como habiendo Cristo nuestro Sefior oido fo que decian de él los hombres, quiso tambien eaber lo que sentian sus discipulos, diciéndoles : Vosotros que sois mas que hombres por la doctrina del cielo que habeis oido, y por Ja alteza de vida que ha- beis profesado, 4 quién decis que soy? Esto dijo, no porque ignorase _ to que sentian de él, gino para tener ocasion de avivarles y confir- marles en la fe de su divinidad. ¥ 4 semejanza de Cristo nuestro Se- for, entrando dentro de mi corazon preguntaré 4 mi alma: TO, Uquiéa dices que es Cristo? , Qué sientes de é1? qué sientes de ou bondad y misericordia? de su sabiduria y omnipolencia? 4Quésien- tes de su humildad y obediencia? y de las virtudes que ejercité en las bajezas que tomé por tu remedio? Y esto tengo de decir para pro- vocarme & sentir atamente de Cristo y de sus virtudes con grande estima y aprecio de ellas, reprendiéndome de la falta que en esto _ toviere. 2. Lo segundo, ponderaré como aunque esta pregunta se hizo & todos, solo san Pedro respondié, por dos causas.-La una, porque era mas fervoreso ea el amor y servicio de Cristo; y asf en todas las cosas de la honra de sa Maestro era el mas diligente y el primero. A euya imitacion he de procurar sefialarme entre los buenos, y ser el primero en acudir 4 las cosas del divino servicio, aunque tengo de ser jantamente el postrero en mis ojos por humildad, para que sin date mio sea el primero en el fetvor.—La otra causa fue, porque Dios nuestro Sefer, como le vié tan bien aparejado para recibir sus dones, le ilestré con una extraordinaria loz, para qae conociese fas granderas de Cristo; y asf arrebatado con Ja fuerza de esta luz gand por lamane4 todos sus cendiscfpulos, y en nombre de todos respon- DE L& CONFESION DE GAN PEDRO. 147 did : Té eres Cristo, bajo de Dios veo. 0 alara mia, aparéjate con gra fervor para servir 4 ta Amado, el cual dice ; Al que tiene le da- ran, para que abande mas; ten lo que has recibide, usando de etle con diligencia, para que Dios te mutiplique los dones de su gracia. 2. Lo tercero, poaderaré las palabras de esta itastre confesion, cada uaa de por si. La primera fue, Tx es, come quien dice : Ta que te llamas Hijo de! hombre; ¢4 de quien, dicea los hombres que eres el Bautista , 6 uno de los Prefetas; ta que eres nuestro Maestro, y nos has escogido por tus disciputos; bi eres el que eres, y eres ol amismo ser por esencia, de quien tiene dependencia todo to que tie- ne ser, -—La segunda palabra es, 7u es Christus Dei. Ta eres Cristo, y Grislo de Dies; esto es: ta eres el Mesias prometiio 4 los judéos, y deseado de todas las gentes; ta eres Rey de ferael, Rey de reyes y Seftor de seiiores; tui eres el samo Sacerdote, segan el orden de Melchisedech (Psalm. crx, 4); ti eres el supremo Profeta, 4 quien todos han de obedecer (Peat. xvni, 18); ti eres el Santo de los San- 408 (Dan. rx, 24; Psalm. xuuv, 8), ungido del Senor con Heo de alegria sobre todos tus compaiseros. Todo esto abraza el nombre de Cristo, que quiere decir ungide; ¥ por excelencia conviene & Nues- tro Sefior, en quien se juntan las dignidades de todos los que eran wagidos, que son las que estan diches, 4. La tercera palabra es, Filius Dei viv’. Como quien dice : No eres cualquier Cristo como tos puros hombres, sino Hijo de Dios, no adoptivo, sino natural Hijo de Dios vivo; ¢l oual por ser vivo tiene Ja obra mas noble de dos vivientes, que es engendrar sa semejante ; yasi te engondss 4 ti Dios vivo como él, y por consiguiente infini- 40, inmenso, eterno, tedepodereso, sabie y bueno, y la misma sabi- - deria y bondad. Todo esto y mucho mas penetrd ean Pedro con daz del cielo, y lo confeaé con 1a boca euando dijo estas palabras; ‘y aunque es verdad que el Bautista y Nataoael y otros habian hecho esta confesion, y dicho casi las mismas palabras; pero-san Pedre se- imlése en decirlas con gran ferver y con grande reverencia y devo- cion; y-com el mismo espirita tenge yo de decirlas, gozindome de tas grandezas.de mi Redentor, y suplicandole me dé parte de !a tux que dié & este santo Apdstol , para decirles con viva fe, demodo-que le grade. - . . : Ponre cmare.— 4. Bespondiéle Jeois: Bienavonterado ores, Si- mon hijo de Jond, porque 4a come 9 4a sangre no te revdlé esto, sino wai Pudee que ostd en foe cidles. Aqui se ba de ponderar lo macko aqee agradd & Cristo naestro Sefior-ests confesion tan Mustre de san 448 PARTE Ill. MEDITACION XX. Pedro, y el modo como Ja confirmé, aprobé y engrandecié 4 este santo Apéstol por ella. -Lo primero, Tamale bienaventurado, porque de este conocimiento y confesion comenzé su buena dicha, y comien- za la nuestra, por ser principio, como est dicho, de la vida eterna y bienaventurada. -Lo segundo, llaméle Simon, que quiere decir obediente , hijo de Juan, que quiere decir gracia, 6 de Jona, que quiere decir paloma ; para significar que por esta confesion tan no- ble se habia mostrado obediente 4 Dios , que se la revel6 ; hijo de sa gracia y del Espiritu Santo, que se la inspiré; y en virtud de ella seria obediente 4 la ley de gracia, y seria lleno de Espiritu Santo, con gran plenitud de sus divinos dones. 2. Lo lercero, dice que no le revelé esto carne ni sangre; por- que ni esta fe, ni los bienes sobrenaturales que de ella proceden se pueden entender ni haber por herencia 6 donacion de padres car- nales, ni por industria 6 magisterio de hombres de carne, ni por fuerzas de nuestra humana naturaleza, pues no somos suficientes pa- Ta pensar cosa semejante por nosotros, siendo de nosotros , sino toda nuestra suficiencia ha de ser de Dios. (II Cor. m, 5). 3. Lo cuarto, dice que se lo revelé su Padre que esl4 en los cielos; en lo cual confirma que es Hijo de Dios vivo, cuyo Padre esta en los cielos, y revela estas yerdades de pura gracia, para gloria de su Hijo, y para bien de los mismos hombres. El cual por esta causa se llama Padre de las lumbres (Jacob. 1, 17), porque de él pro- ceden todas las verdaderas ilustraciones con que es conocido él y su Hijo. O Padre celestial , por el amor que tienes a este tu Hijo uni- génito, te suplico ilustres mi alma, para entender lo que carne y san- -gre no pueden alcanzar; y pues ninguno puede venir 4 tu Hijo (Joan, vi, 44; Osee, xt, 4), si ti no le traes ; traeme, Seiior, con las cuerdas de la caridad , para que le obedezca como debo ; y siendo hijo de obe- diencia, lo sea tambien de tu gracia, por el Espiritu Santo, que das @ los que estan en caridad. Ponto guinro.— 1. Luego aiiadié Cristo nuestro Seiior: Yo te dé- 90, que ti eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del inferno no prevalecerdn contra ella. Yo te daré las Uaves del reino de los cielos : lo que atares en la tierra, sera atado en los cielos, y lo que soltares en la tierra, sera desatado en los cielos, Aqui se han de ponderar las gloriosas promesas que Cristo nuestro Seiior hizo & san Pedro, para que se yea cudn bien galardona aun en esta vida los servicios que se le hacea, y cudn bienaventurades son los que le sir- ven con-feryor y sonlos primeros en lag cosas de su servicio, pues DE LA CONFRSION DE SAN PEDRO. 149 por esto este bienaventurado Apéstol recibié cuatro favores mas es- peciales que sus condiscipulos.-E] primero, fue ponerle un nombre muy glorioso diciéndole : Ti eres Pedro, como quien dice, ta has dicho de mi, que soy Cristo Hijo de Dios vivo; pues yo quiero cum- plir ahora la palabra que te di (Joan. 1, 42) de que te llamarias Ce- fas 6 Pedro, y asi de hoy mas quiero que te Ilames y seas Pedro. ¥ como los nombres que pone Cristo no son vacios, sino llenos de la ver-” dad que significan ; asi con este nombre hizo & este Apéstol partici- pante de las virtudzs que significa el nombre de Pedro, derivado de piedra, que es Cristo (I Cor. x, 4), haciéndole semejante 4 si mis- mo en lo que es ser piedra fundamental de la Iglesia, y en fortaleza y conslancia, y en las demés virludes de esta piedra preciosa y fuerte. . 2. Y asi afiade la segunda excelencia, diciendo : Sobre esta pie~ dra edificaré mi Iglesia; como quien dice : Yo, que por excelencia soy aquel hombre sabio que edifica su casa sobre piedra, para que _ oi las Iuvias, ni vientos, ni rios la derriben ( Matth. vir, 26), edi- - ficaré mi Iglesia universal sobre mi, que soy piedra fundamental” (I Cor. m, 12), y fundamento de todos los fundamentos; y tambien la fundaré sobre ti (Matt. vit, 4), como sobre piedra firme, dan- dote la dignidad de cabeza universal de todos los fieles; los cuales estribaran en ti, y en tu confesion y viva fe, y sobre ella edificaran. las casas de sus conciencias, y ti los confirmaras y estableceras en la fe y religion, y en la obediencia 4 mi santa ley. 3. El tercer favor fue, asegurarle de la perseverancia y fortaleza invencible de esta piedra y de este edificio, diciendo : Que aunque las puertas del infierno se abran de par en par, y salgan todos los poderes infernales 4 combatirla, no prevaleceran contra ella. Y aun- que las Iluvias, vientos y rios de todas las persecuciones del mundo y de la carne descarguen sobre esla casa, no la derribaran, porque est4 fundada sobre la omnipotencia, sabiduria y proteccion de Cris- to, que es piedra viva; el cual la defendera, y dara firmeza 4 la pie- dra, que es Pedro, y 4 sus sucesores, en cuanto vicarios suyos, para que no desfallezca en esta fe. , 4. El cuarto favor fue, prometerle las Maves del cielo, para que abra y cierre sus puertas 4 los hombres; esto es, que le daré la llave de la ciencia para declarar las verdades que estan encerradas en las sagradas Escrituras, y las manifieste 4 !os hombres, y la llave de la polestad para perdonar los pecados que impiden la entrada del cielo. Todo esto cumplié Cristo nuestro Seiiar, como se vera en las 15D « PARTE ifI. MEBITACION XXT. ineditaciones IX y XIII de la parte V, 4 donde se ponderaré Ja gran- deza de estas promesas, por las cuales le he de dar muchas gracias, tomando por mias las mercedes que hizo al santo Apéstel, porque no se le dieron estes privilegies , tante por su provecho, cuanto por el provecho de toda la Iglesia y por el mio, pues yo me aprovecho de ellos, como si para mi selo se concedieran. Y tambien me gozaré por las grandezas de este Santo, con deseo de imitarle en lo que pu- diere. O glerioso Apéstol , gézome del nuevo nombre que hoy os po- nen, y de la naeva dignidad que os prometen. Sea para bien ser piedra fundamental de la Iglesia, espantable 4 los demonios, y Ha— vero del cielo, amable 4 los Angeles y 4 los hombres. Supliead al Seior, que os hizo piedra fandamental , me ayude 4 fundar mi vida sobre esta piedra, de modo que las puerlas del infierno no preva— lezcan contra mi. Abridme con vuestras llaves las puertas del cielo que cerré, y cerrad las puertas del infierno que abri, para que lim— pio de toda culpa entre & gozar con Vos el reino de tos cielos. Amen. MEDITACION XXI. DE LA TRANSPIGURACION DE CRISTO NUESTRO SENOR. Ponto patmzno. — Despues de seis dias tomd Jesiis consigo 4 Pe- dro, Juan y Diego m hermano, y lleodlos & um monte atto y apartado, y estando en oracion se transfiguré delante de ellos; su rostro resplan- decis como el sol, y sus vestiduras quedaron blancas como la nieve. (Matth. xvu , 1; D. Thom. 3 p. 9. 45). Sobre estas palabras se han de considerar seis cosas , repartidas por Jos puntos que se siguen.—Lo primero, consideraré los motivos que tuvo Cristo nuestro Sefior para transfigurarse y mostrarse glorioso 4 sus Apésteles; es 4 saber, para darles algun testimonio de 1a gloria qué tenia encubierta debajo de su humanidad mortal y pasible, y de la que tendrian los que te sir- viesen cuando con él reinasen; y para animarlos 4 Hevar la cruz, y para que entendiescn que tambien en esta vida da Dios 4 gustar los gozos de la gloria, aunque sea de paso: y asf poco antes habia di- cho: Digoos de verdad, que algunos estin aqui que no gustardn la muerte hasta haber visto al Hijo del hombre oon ta gloria que tendrd en su reino, y haste haber visto su mismo reino. Con lo cual, conformeto que arriba dijimos, que Ja vida del que le sigue de tal manera es craz, que es cruz endalzorada con los regalos del espfritu, que ha-’ cen suave su yugo, y su carga ligera. De todo lo cual tengo de sa- DE La TRANBFEGURACION. 134 car grandes deseos de servir 4 este Seftor tan glorioso, con esperanza de que le gozaré en su gloria, y quiza me dard en esta vida 4 ges- tar algo de ella. : Ponto seauneo.— 1. Lo segundo, ponderareé el tiempo y lugar ‘que escogié para este misterio, £1 tiempo fae en medie de su pre- dicacion , y seis dias despues que predicé 4 todos que Ilevasen su ezuz, haciendo la promesa que dijimos, de que algunoste verian en su reino; Ja cual, como dive etro evangelista, cumptié en el octavo dia , contands el dia en que se hizo y en que se camplid, para ense- fiarnos que 20 ditala Dios sus promesas macho, cuando es menes- fer-cumplirias luego para nuestro esfuerzo. A mas, que ja perfecta Glorificacion-sera despues de les seis dias de esta vida mortal , al oc- tavo dia de Ja resurreccion general; pero todo el tiempo es poco en respecto de la eternidad. Pues como dice David ( Psahn. uxxxix, 4), nil aiios delante de Dios son como el dia de ayer que ya pasé, 6 tomo dice san Pablo (II Cor. rv, 17)., todo es ua momento que ape- as se puede percibir. , 2. Eliugar fue un monte alte y apartado, muy acomodado para racion, en sefial de que estos favores no los hace Dios 4 las almas £n le piblico y en el bullicio y tréfago del mundo , sino en la sole- dad (Osce, 11, 14) y secreto del recogimiento, y cuando estan muy apartadas de los afectos y cuidados terrenos, y levantadas 4 vida de gran perfeccion, como Moisés y Elias no fiegaroa 4 contemplar 4 Dios en el poblado, smo en un monte muy apartado ; con lo cual me apimaré 4 buscar esta sdledad y alteza de vida , diciendo co David (Psat. atv, 7): {Oh quién me diese alas como de paloma, para volar y alejarme 4 la soledad, esperando que alli me hablara Dios al corazon, y hallaré el descanso que deseo! © alma mia, levintate 4 i sobre ti misma , y procara que tu corazen sea como monte alto y ‘apartado: monte, por la perfeccion de tus obras; alto, por la con- templacion de las cosas elernas; apartade, por la mortificacion de las cosas tramsitorias, para que guste Cristo de venir 4 ti, y transfigu- arte por amor en si. ‘ . Punto rxpceze.—. 1. Lo tercero, considerare los compadieres que Hevd consigo al monte, y el ejereicio de oracion ea que se ocupaba. Les compaiieres fueron tres apdstoles, los mas fervorosos y mas que- Fidos; parque armqwe Dios nuestro Sefer quiere y ama & todos los jastes, pero 4 Jos mas ferverosos hace mayores regales; y si no He- 76 & todes doce, fue porque s¢ entienda que ne & todos se hacen estas mercedes extraordinarias; y quiza porque entre bes doce esta- 152 PARTE Ill, MEDITACION XXI. ba Judas, hombre malo y pervertido , y no vonvenia llevarle 4 que gozase de tanto bien, ni dejarle 4 él solo por no infamarle. Por don~ de echaré de ver cuanto imporla ser fervoroso en el amor de Cristo, Yy cuanto dafio hace un malo en una comunidad de buenos, Pero tam- bien he de advertir, que Nuestro Seiior da estas gracias extraordina- yias 4 quien quiere, y como quiere , y 4 veces las hace al menos san- to, y deja 4 otro mas santo, por sus secretos juicios , remitiendo todo su premio para la otra vida; y asi, aunque san Andrés no fue lle- vado al monte, no por eso se sigue que no era tan fervoroso como los demas. Y esto me ha de consolar cuando viere 4 otros favoreci- dos de Dios, y 4 mi me viere desechado, para no perder el animo, nj dar en pusilanimidad y desesperacion, teniendo por suma dicha la eterna disposicion de Nuestro Seiior, y que él siga sus trazas, pues siempre son las mas convenientes y acerladas. 2. Lo tercero, ponderaré el misterio de estos tres compaiieros, por los cuales se representan tres virtudes principales que acompa- fian 4 Ja oracion levantada, donde se hace la transfiguracion del al- ma, conviene 4 saber, fe viva y fervorosa , figurada por Pedro : es~ peranza fuerte, peleando con valor contra os enemigos de la ora- cion, figurada por Jacobo: y caridad muy encendida y afectuosa, figurada por Juan; pero es menester que Cristo nuestro Seftor vaya delante, y con.sus inspiraciones las guie y enderece, para que acier- ten 4 subir 4 la alteza de sus perfectisimos afectos, con que se alcanza la transfiguracion en Dios por union de amor. 6 dulcisimo Maestro, envia del cielo tu luz y tu verdad, para que me guien y me lleven 4 tu santo monte ( Psalm. xin, 3), llevando alla mis afectos , unién- dome 4 ti con ellos. 3. De aqui es, que el ejercicio en que Cristo se ocupaba en cl monte era, como dice san Lucas, orar, para enseiiarnog como en la oracion se dan log regalos y favores del cielo ; y la oracion alcanza la Wansfiguracion del alma, trocando y mudando la vida de terres- tre en celestial, y de humana en divina: en la oracion el alma se le- vanta sobre si misma, su rostro se pone resplandeciente por la luz de las verdades, y por el resplandor de las virtudes que alli se le co- unica, echando rayos de amorosos afectos, y blanqueando las ves- tiduras, que son las obras con purisimas intenciones. Finalmente, alli queda transformada en Dios y endiosada, conforme 4 lo que de ella dice san Pablo (II Cor. m, 18): Contemplando la gloria de Dios, nos transformamos en su misma imagen. © dulcisimo Jesis, concé- deme que de tal manera medite y contemple la gloria de tus virtu- DE La TRANSFIGURACION. 133 des, que quede transformado en ellas, Enséiiame 4 orar con tanto espiritu, que sea transfigurado en la imagen de tu gloria. Amen. ~ Punto cuanto.— Lo cuarto, consideraré e} modo como se trans- figuré Cristo nuestro Seiior, que fue dando licencia para que la gloria del alma, que estaba represada sin derivarse al cuerpo, sa- liese 4 fuera y se le comunicase ; y asi quedé resplandeciente como el sol y aun mucho mas, sino que no hubo cosa mas resplandecien- te 4 que compararle. Y de alli resulté que sus vestiduras quedaron blancas como la nieve, y su divino rostro lleno de inefable hermo- sura, la mayor, como dice David (Psalm. xiv, 3), que jamas hu- bo ni habra entre los hijos de los hombres. De lo cual ine tengo de gozar dandole el parabien, y diciéndole: © Jesus Nazareo (Thren. tv, 7), Principe de todos los nazareos, gézome de veros mas blan- co que la nieve, mas rubicundo que el marfil y mas hermoso que el zafiro. {Ob cudn glorioso habeis aparecido en la presencia del Seiior, con Ja hermosura de que os ha vestido! 0 alma mia, mira tu Ama- do, hermoso mas que Ja luna, resplandeciente mas que el sol, blan- co y colorado, escogido enire millares (Cant. v, 10), alégrate de su gloria, ama su hermosura y descansa en ella. Tambien sacaré gran- des afectos de alabanza y agradecimiento 4 Cristo nuestro Sefior, por los muchos afios que privé 4 su cuerpo de lanta gloria por nues- tra causa, y tambien porque se la did ahora 4 gustar, aunque por poco tiempo, con propésito de quitarsela para proseguir el negocio de nuestra redencion. © buen Jesis, gracias os doy cuantas puedo, por el alivio que dais en este dia A vuestro‘afligido y maltratado cuerpo, haciéndole que pruebe la dulzura de la gloria que ha de gozar en Ja resurreccion, anles que pase por los dolores y afrentas de la pasion. Por aqui veo, Seftor, lo nacho que os debo, pues pri- vasteis 4 vuestro santisimo cuerpo tantos afios de tan grande gloria, para que pudiese ser sacrificado en la cruz con tan grande ignomi- nia. ;Oh quién pudiese renunciar todos los deleites y gozos perece- deros de esta miserable vida, para padecer algo por vuestro infinito amor ! Mas querria, Salvador mio, ballarme ahora con Vos en el mon- te Calvario padeciendo, que en el monte Tabor gozando ; ahora es- eojo el padecer, y cuando Vos fuéredes servido vendra el gozar. 254 PARTB.IM. MEDITACION 3211. MEDITACFON XXII. DE LAS COSAS QUE SUCEDIERON BSTANDO CRISTO NUESTRO sEROR ‘TRANSFIGUBADO. Ponto paimeno.— 1. Aparecieron con Cristo nuestro Senor Moisés y Ellas con gran mayestad, y hablaban con él diciendo eb exceso que ha- bia de cumplir en Jerusalen. (Luc. 1,30). Sobre este panto se ha de considerar lo primero, por qué escogié Cristo nuestro Sefior 4 es tos dos profetas, entre otros muchos del Testameato Viejo. Las caz— sas faeron :-Lo primero, porque estos eran los mas seiialados y cono— _ Cidos por la grandeza de su santidad.~Lo segundo, fueron ambos tauy celosos de la observancia de la ley, y del bien de su pueblo, Y por esta causa padecieron muchos trabajos.-Lo tercero, ambos ayunaron cuarenta dias, como Cristo nuestro Seiior ( Zxod. xxv, 28 ; IIT Reg. x1x, 8); y ambos en otro monte contemplaron las gran— dezas de Dios, y del misterio de su encarnacion ; y asi quiso Naes- tro Seitor honrarse con ellos, y honrarlos 4 ellos. De donde sacaré gran deseo de las virtudes que en estos Santos resplandecieron, es~ pecialmente ayuno, oracion y celo, para privar con el Seiler com quien ellos privaron. 2. Losegundo, ponderaré como vinieron eslos Saatos con gran- de resplandor y majestad ; lo uno, porque asi convenia para la hon- ra de Cristo, 4 quien venian 4 reconocer por su Redentor ; y lo otro, para que se entendiese que los Santos han de ser semejantes & Cristo en la gloria y majestad , como lo son en los trabajos é igno- minias de esla vida. |Oh qué contento recibirian estos Santos en ver al que tantos aiios habian deseado y esperado! | Cémo le reconoce~ Tian por su Dios y Salvador ; y qué gracias le darian por haber ve- nido 4 redimirlos! Ponderando estos afectos en su compania , ejerci- taré yo los mismos. 3. Lo tercero, ponderaré lo que hablaban con Cristo nuestro Se~ ior, diciéndole el exceso que habia de oumplir en Jerusalen; esto es, su pasion y muerte, la cual fae exceso de dolores y de ignomi- nias, y exceso de satisfaccion por nuestros pecados, pues todo fue excesivo, y mucho mas de lo que nosotros merecfamos, y mas de lo que era necesario para nuestro remedio. © dulce Jesus, aqué pla- ticas son estas que trataisen medio de estos goz0s? 4Platicas de pa- sion y muerte vienen bien con tanta gloria? Si la musica es impor- DE L& TRANSEIGUBSCIOR. 155 tana en tiempo de Ilanto ( Heels. xx11, 6}, tambien lo sera e) Hanto en tiempo de musica. Mas por aqui veo que vuestras musicas son pliticas de padecer, porque e} amor Jas hace may suaves. -De aqui sacaré, como Criste nuestro Sefior mientras vivié no quiso tener un rato de puro descanso, sino merclado siempre con trabaje, para ensefiarnos que el gozar en esta vida es para padecer.; y tambien para que entendames que quien ama con exceso , gusta platicar de lo que ama ; y comp ¢] amaba la pasion per dar gusto & gn Padre y por nuestro provecho, gustaba oir platieas de ella. 0 Amador ex- cesivo, dame que te ame como me amaste, para que guste de pa- decer y de hablar de ello como ta gustaste. ;Oh si todos mis consuc~ los se ordenasen 4 padecer ignominias y dolores con exceso ! aunque no sera exceso, pues todo sera poco para lo que yo merezco por mis culpas, y en respecto de Io mucho que ti, Seior, padeciste por ellas. Ponto snsuNDO.— 1. “Eneste tiempo estaban los tres apdstoles dur- miendo, gravados de sueno, y en despertando vteron la gloria de Cristo, y de Moises y Elias; y Pedro dijo: Sehor , hagamos aqui bres taber- ndculos ; uno para ti, otro para Moisés, y otro para Elias ; pero no sa- bia to que decia. Aqui se ha de posderar lo primero, la miseria y flaqueza nuestra ; pues cuando Cristo nucsivo Sefior esta orando y yelando, y ¢om su oracion esl4 transfigurado, estan los Apéstoles darmiendo. De creer es, que comenzaron 4 orar con su Maestro, sino que come la oracion era larga, de causados se durmieron. En lo cual se representa fa diferencia entre la oracion de los fervorosos _Y la de los tibios, que la de aquellos, come dice el Sabio ( Eecles. vu, 9), es mejor en el fin que en el principio, porque al fin se al- eanza la traasfiguracion, como Cristo la mostré ; pero la de estos suele sez, al contrario, mejor en el principio que eu el fin, porque eatran con fervor y luego se cansan, y por esto no alcanzan la per- fecta transfiguracion 4 que se ordena. ¥ si hago reflexion sobre mi, hallaré que tropiezo aqui muchas veces, con pérdida de los favores que Dios me haria si velase eon fervor en eracion ; pero algunas ve- ces quicre mosiras Nuestro Seiior su infinita misericordia, y desper- tar al dormido con sus repeatiaas ilustraciones, descubriéndale su gloria, y dandole el consuelo que zo habia merecido, como sucedié aqui 4 estos apéstoles. 9. Lo segundo, ponderaré la inmensidad ge} gozo que habra en la giosia, pmes una sola gotiea que gusté san Pedro (D, Ang. imse- oxen, 92), viendo ¢l cuerpo de Criste glorificado, le harté tan- 136 PARTE Ul. MEDITACION XXII. to, que quisiera quedarse alli para siempre, y le pesaba de ver que Moisés y Elias se querian ir, ofreciéndose 4 edificar tres taberna- culos en que morasen, olvidandose de si y de sus compaiieros, co- mo si no estuvieran en el mundo, ni luvieran necesidad de seme— jantes tabernaculos en que morar ; porque la hermosura y suavidad de las cosas del cielo hace olvidar todas las cosas de la tierra, y de- cir como un san Pablo ( Phsiip. 11, 8); que todas las cosas del mun- do son estiércol, en razon de ganar 4 Cristo y estar con él en su glo- Tia. O Dios mio (Psalm. xxx, 20), {cudn- grande es la muchedum- bre de la dulzura que tienes escondida para los que te temen! Dame 4 probar una sola gota, para que tenga fastidio de todo lo terreno v solamente quiera buscar lo celestial. : Lo tercero, se ha de ponderar como san Pedro no sabia lo que se decia, parte por estar enbriagado con la dulzura que sentia en su alma, y parte por el horror que tenia 4 la pasion y muerte de Cristo, de cuya platica no gustaba ; antes deseaba estorbarla, como lo pretendié seis dias antes de la transfiguracion. Por lo cual Cristo nuestro Sefior le dijo (Math. xv1, 22), que no sabia las cosas que son de Dios, sino de los hombres. Y como ahora oyese que Moisés y Elias confirmabay lo que Cristo habia dicho de su muerte , quisie- ta estorbarlo, y asi con aquel su fervor dijo, que se quedasen alli para siempre. Pero tambien ahora no sabia lo que se decia, porque Dios lenia ordenado que Cristo muriese ; y porque esta vida no es - para gozar sino para padecer , y los consuelos de Ia oracion no son para quedarse en ellos, sino para alentarse con ellos para los tra- bajos de la pasion ; y porque es grande ignorancia no gustar de las platicas de que gusta Cristo, y con titulo de eslar en su compaiifa, huir de.cumplir su voluntad. O dulce Jesus, concédeme que ame lo que td amas y guste de lo que tt gustas, y que mi gusto sea con las dulzuras que me dieres en el monte Tabor, animarme 4 estar con- tigo en el monte Calvario..Amen. - Ponto teaceno.— 1. Estando Pedro diciendo las palabras refert- das, una nube muy resplandeciente les cercd, y de la nube salid una v0z que decia (Matth. xv, 3): Este es mi Hijo muy amado, en el cual me he agradado, 4 él oid. Aqui se ha de ponderar lo primero, como el Padre eterno y el Espiritu Santo quisieron tambien honrar 4 Cris- 1o nuestro Seiior en este caso, y autorizarle para que se conociese la autoridad de su persona, su dignidad y doctrina, como lo hicieron en el Bautismo. E] Espiritu Santo, en figura de aquella nube, re- presentaba la IInvia copiosa de doctrina y ciencia, y la abundancia DE LA TRANSFIGURACION. . 157 de gracias y dones celestiales que se darian 4 los hombres por Cris- to; yla nube no era oscura , como antiguamente se manifestaba Dios en nube y niebla, sino cara y resplandecieme, para significar que ya cesaron las figuras, y vino la verdad representada por ellas. Tam- bien el Padre eterno quiso autorizar 4 su Hijo con aquella voz que salié de la nube, que tambien representaba la divinidad de Cristo nuestro Sefior, cumpliéndose aqui lo que dijo san Juan (I Joan. v, 7): Tres son los que dan testimonio de Cristo en el cielo, el Padre, el Verbo y el Espirilu Santo, y estos tres son una misma cosa en Ja divinidad, y muy conformes en el testimonio que dan de ella. 2. Lo segundo, ponderaré las palabras del Padre : Este es mi Hijo muy querido y amado, en quien mucho me agrado. Con las cuales ratificé lo que habia dicho en el Bautismo ; y juntamente nos avisa, que el estado de los hijos de Dios comienza en esta vida por el Bautismo, y se perfécciona en la gloria, donde reciben la heren- cia.. Estas palabras se ponderaron ya en la meditacion III. Esta vez anadié el Padre : A él oid ; como quien dice : Oid lo que os enseia y manda, creedlo y cumplidlo, porque él es vuestro Maestro, no Moisés ni Elias, y mi voluntad es que le oigais. 0 Padre soberano, gracias os doy por el testimonio que dais de vuestro Hijo unigénito; placeme, Seitor, de oir su doctrina y abrazarla, pues su doctrina cs wuestra (Joan, vu, 16; vii, 26), y de Vos oye lo que dice, y en oirle a él oimos.4 Vos. 0 dulce Jestis, sea para bien esla nueva apro- bacion del oficio que os han dado de Maestro; y pues yuestro Padre me manda que 0s oiga, hab!adine, Sefior, al corazon, que vuestro siervo oye con deseo de cumpiir lo que overe. Ponto cuanty.— 1. Lox Apdstoles, aldnitos con la majestad de esta voz, cayeron en tierra, y tentieron grandemente. Pero luego acudié Cris- to nuestro Senor, y tocdndoles con su mano les dijo: Leoantaos, y no querais temer. En lo cual se representa, que es propio del buen es- piritu, cuando habla, atemorizar en los principios, y despues sose— gar y quielar el corazon, como sucedio 4 Daniel. (Dan. x, 15). Pero ta, alma mia, consid *ra que si la voz de Dios, tan-amorosa y apaci- ble, tanto temor-causé en los escogidos, {qué hard su voz terrible y espantosa cuando suene en el vido de lus réprobos? Por tanto oye ahora la voz de tu dulce Maestro, porque no te atemorice despues la voz del riguroso Juez. - Lerantdr nse los Apdslotes, y no vieron sino solo & Jestis, para que entendiesen, que por 1 solo se habia dicho aquella voz, y que él solo les baslaba, sin tener necesidad de Moi~ 1 . TOMO II, 168 PARTE Hl. MEDITACION XXIII. | sés ni de Elias. © Amado mio, aunque todos se vayan y me de- jen, como ti quedes conmigo, ao \engo mas que desear. Yayase Moisés y vayase Elias, vayanse todas las criaturas; como ti, Dios mio, no te vayas ni me dejes seguro quedo, contento y harto. 2. Finalmente Jes dijo Cristo nuestra Setor: No dégais esto que fiabeis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de los muertos, de- seando que se encubriese esta gloria, porque no fuese ovasion de estorbar su pasion y muerte. ;Oh humildad profunda, oh caridad ardiente del Redentor! Para manifestar su gloria escoge un monte y lugar secreto y pocos testigos, y 4 esos pone perpétuo silencio tientras Vive ; y para morir con ignominia escoge un monte y lu~ gar publico, queriendo confundir mi soberbia con tan raros ejem— tplos de humildad, y aleatarme 4 padecer con tan insignes obras de caridad ; concédeme, Sefior, que te imite en estas virtudes, pues por este fin me diste ejemplo de ellas. MEDITACION XXill. ‘YE LO QUE SUCEDIG A CRISTO NUESTRO SENOR CON LOS H10S DEL ZEBEDEO, QUE LE PIDIERON LOS ASIENTOS DE LA MANO DERECHA E IZQUIERDA FA SU REINO. —En esta meditacieon segairémos la historia, oomo da cuenta san Marcos (Marc. x, 25), por ser mas 4 propésito para nuestro inten- €o, yailadirémos to que dice san Mateo (Math. xx, 20), advirtien- do, que conlar y ponderar {as iniperfecciones de los Apéstoles en esle tiempo no es agraviarlos, sino ensalyar la gran bondad y po~ Seslad de Cristo nuestro Seior, que los safria y enseaiaba, y des- ‘pues los trocé, y dié excelente santidad y perfeccion. ¥ esta ad ene servird. para algunas meditaciones que se pondran ade- mle. — Ponto paaero.— Datos de le ambicion.— 1. Habiendo Cristo auestro Sefior manifestado la pasion y resurreccion 4 les Apéstules, ‘Diego y Juan, hijos del Zebedeo, se Uegaron a él, y le dijeron: Macs~ tro, queremos que cualquier cosa que te pidieremos nos ta concedas. So- re este punto se ha de ponderar, ea persona de estos dos herma- @os, las condiciones de los ambiciosos, yel modo que tienen de orar y aegociar lo que desean.—Lo primero, consideraré como estos des eBisteles, aunque habiaa oido lo mucho que Cristo nuestro Sefior de padecer, como tambien oyeron decir que habia de resuci- ” DE LOS W1s0S DEL ZEBEDEO. 459 lar y reinar, olvidados de lo primero, ecbaron mano de lo segundo {Matth. x, 21), deseando los mejores lagares de su reino , con al- gua modo de ambicion y deseo de honra. Por donde se ve, como el afeclo ambicioso que tapa los senlidos para no eatender lo que es ig- sominia, inclinandonos 4 ella, los abre para atender 4 lo que es hon- fa, alizando el deseo de procurarla. 2. Lo segundo, ponderaré como estos dos apdstoles, que por en- (ences eran imperfectos, descubrieron su ambicion é imperfeocion | en el modo de orar y pedir, diciendo: Magister, volumus ut quod- cumque peticrimus facias nobis ; Maestro, queremos que nos dés cuan- to te pidiéremos. Kn to cual hubo tres imperfecciones.-La primera fae, mostrarse muy voluntariosos y amigos desu propta voluntad , lo- mandola por regla de lo que habian de pedir y de lo que Cristo les hebia de conceder.—Dc aqui provedio la segunda, que fue falta de resignacion de su voluntad en Ja de Cristo nuestro Seiior, porque no dijeron : Maestro, si quieres 6 si es posible 6 si nos conviene, si- ne absolutamente queremos, pretendiendo teer la votuntad de Cris- to 4 la suya, y no conformar la suya con la de Crislo.- De aqui na- cié la tercera, que fae presuncion en pedir & Cristo saesiro Seiior, con tanta generalidad, que les diese cualquier cosa que te pidicscn, como gi estavieran ciertos que habian de pedir lu que era justo, 6 que Cristo no les habia de negar io que ellos se atreviosen 4 pedirle, wsando mal de la promesa que les hizo, diciéadotes ( Matth. vn, 7): Pedid y recibiréis, porque cualquiera que pide, recibe. En todo esto erraron como imperfectos, porque la oracioa que es agradable & Cristo nuestro Sefior no ha de proceder de amor propio, sino de amor de Dios, ni de voluntad propia, sino de deseo de hacer 1a divi- aa, ni ha de ser para nuestra gloria, sino por la de Cristo. O Maes- tro soberano, concédeme que nunca le pida lo que quiere mi propia voluntad , sino lo que es conforme 4 la tuya, ni peruiitas que te di- ga con temeridad , dame lo que quiero, sino con bumitdad, dame bo que La quisieres. 3. Lo tereero, se ha de ponderar como estos dos hermanos sv cencerlaron para hacer esla demanda, porque carne y sangre suclen eoncertarse para pretensiones de hoara ; mas por encubrir su am- bicion , y para mejor negociar, no quisieron ellos proponer la ‘de- manda, sino solicitaron 4 su madre, que ella pidiese para ellos lo que deseaban. Y asi dice san Mateo, que llegé a Cristo la madre de los hijos de! Zebedeo, con sus hijos, adorandole con reverencia ex- terior, y diciendo que queria pedirle alguna cosa grande. Y porque 11" 160 PARTE HI. MEDITACION XXH1. era como intérprete de la voluntad de sus hijos, dijo san Marcos que Ilegaron ellos 4 pedir to que la madre pidié por ellos. Por don- de se ve que la ambicion 4 Jos mismos que la tienen parece mal, y Ja encubren, buscando Ja honra 6 dignidad , sin que se entienda que la pretenden. Y por otra parte son grandes negociadores, lonando todos los medios de carne y sangre y mundo, que su ambicion les representa, para salir con su intento. Por lo cual Bavid 4 la tenlacion de este vicio llama (D. Bern. Serm. 6 in Psalm. xc) negocio que anda en linieblas ; porque la ambicion es mal sutil, ponzoia secre- la, peste oculla, tramadora de engaiios, madre de la hipocresia, fuente de la envidia, origen de los vicios, polilla de las virludes y gusano destruidor de la santidad, y asi he de suplicar 4 Nuestro Se- for, que con el escudo de su verdad me ampare y defienda de esta negociacion ambiciosa que tanto daiio hace 4 sus mismos negocia— dores. Punto seaunpo.— 1. Dijoles Cristo: gQué quereis que haga con vosutros? Respondieron : Concédenos que el uno se siente dtu mano de- recha y el otro é la izquierda en tu gloria y reino. Aqui se ha de pon— derar lo primero, la prudencia y sabiduria de Cristo nuestro Senor, el cual con saber el corazon de los Apéstoles no los reprendié Jue- go, ni les dijo, no me pidais lo que quereis, porque no es conve— niente, esperando 4 que ellos mismos descubriesen la Ilaga de sa ambicion, y echasen por su boca la ponzoiia ; ni tampoco les dijo que les daria todo lo que pidiesen, para enseharnos que no es pruden— cia ofrecer 4 bullo cualquier cusa que nos pidieren otros ; especial- mente siendo imperfectos los que piden, porque puede ser que pi- dan algo malo 6 imperfecto, como sucedié 4 Herodes cuando dijo a Herodias (Mare. vi, 22) que pidiese lo que quisiese, y le pidid la cabeza de san Juan Bautista. 2. Lo segundo, se ha de ponderar que con saber estos dos her- manos que junlamente con Pedro eran preferidos de Cristo nuestro . Seiior 4 los demas apdstoles, scntian mucho que Pedro les fuese preferido, y por esto pedian los dos lugares inmediatos Cristo, uno al lado derecho y otro al lado izquierdo, para que ni Pedro estuvie- se delante de ellos. Y es muy creible que si la atbicion pasara ade- lante, tambien cundiera entre ellos mismos y los desuniera , porque cada uno deseara para si el lado derecho, por ser antepuesto al otro. De donde sacaré la inquietud de este vicio, que 00 perdona 4 com- paiieros ni 4 hermanos. ¥ cuanto mas seguro es escoger , como dijo Cristo nuestro Sefior (Luc. xiv, 10; D, Bern, Serm. 37 in Cant.), DE LOS BIS0S DEL ZEBEDEO. 161 el lugar ultimo, despues del cual no hay otro, sin querer ser prefe- ride 4 uno solo, porque de otra manera este solo bastara 4 quilar- me la paz del corazon y el fruto de la humildad. @ Maestro de bu- mildad Cristo Jesus, que compitiendo con Barrabas, no quisisle ser preferido ni 4 esle solo, escogiendo para ti el ultimo lugar en la opi- nion del mundo, suplicote me ayudes, para que yo tambien la es- coja para mi; pues es razon escoja el discipulo lo que para si esco- gid su maestro, . 3. Lo lercero, consideraré como la ambicion cunde en todas las cosas, asi corporales como espirituales, deseando la prima en todas con desérden ; ; y asi eslos apéstoles, 6 desearon la mayor grandeza en el reino y gloria de Cristo, imaginando que.luego ea resucilan- do , su reino seria temporal, cual los judios le imaginaban ; 6 si creian que era espiritual, deseaban la mayor grandeza en él; no por ser mas santos, sido por ser mas bonrados de los otros. ¥ de aqui pro- cedié que la pretendian por medios desordenados: ambos modos de soberbia y ambicion desagradan mucho 4 Nuestro Sefior, como luego se vera. Ponto tencero. - Verros de la oracion.— 1. Dijoles Cristo nuestro Seitor : Nescitis quid petatis. No sabeis lo que os pedis. Sobre esla pa- labra se han de considerar los yerros que hay en la oracion de nues- (ra_parte, por no saber lo que pedimos. De donde procede que, co- - mo dice Santiago apdstol (/acob. sv, 3), pedimos y no recibimos. porque pedimos mal.-El primer yerro es, pedir alguna excelencia y dignidad temporal u otra cosa de la tierra, sin resignacion ea la voluntad de Dios, y sin poner condicion de si nos conviene alcan- tarla para nuestra salvacion. - El segundo es, pedir alguna excelen- cia espirilual, aunque sea en virtudes, sin la pureza de intencion de- bida, pretendiéndola, no tanto por gloria de Dios, cuanto por la nuestra. 2. Eltercero es, pedir alguna de estas grandezas, que excede mucho 4 nuestros merecimientos, y es singular 6 extraordinaria y mayor de lo que pensamos ; pero pedimosla con ignorancia y falta de humildad , como quien pide raptos, revelaciones y otros favores tales, Al modo que dijo la Esposa (Cant. 1, 6): Muéstrame dénde apacientas al mediodia ; y la respuesta fue: Si no te conoces, salla y vete, que fue decirla, pides mas de lo que mereces, porque no le conoces. -E! cuarto es, pedir estas grandezas espirituales, preten- diendo alcanzarlas por solos ruegos ¢ intercesiones, sin hacer caso de merecimientos ni de obras ; porque dado caso que son necesa- 162 PABTE 31. MEDITACION XXII. Tias oraciones, pere no bastan, si con ellas no se juntan obras y tra- bajos con que se Yispongan 4 recibirlas ; y mucho menos bastan, cuando se alegan soles titulos dé carne y sangre y de sola nalurale- za, los cuales pesan poco delante de Dios, para cosa tan alta.- Kd quinto yerroes, pedir estas grandezas, que son premio y corona de los que vencen, antes de haber peleado ni merecido el premio. 3. Por todas estas causas, segun la declaracion.de varios docto~ res, dijo Cristo nuestro Seior 4 estos apdstoles, no sabeis lo que as pedis; y asi escarmentando en cabeza ajena, miraré bien lo que pido, y la intencion y el medio y modo con que lo pido, porque no me diga Cristo nuestro Seiior, no, sabes lo que te pides. O buen Je- suis, que dijiste & tus Apéstoles, cuanto pidiéreis ea mi nombre se os dar (Joan. xiv, 13), concédeme que solamente pida lo que es josto pedir en nombre tuyo, para que pidiendo lo que te agrada, me dés Io que te pidiere. © Espiritu santisimo, pues soy tan, ignoraate, que no sé lo que tengo de pedir, ni et modo como conviene pedir- lo, enséiame lo uno y lo olro, para que pidiendo lo que ti me en- seiares é inspirares (Hom. vin, 26), n0 me puedan decir, no sabes Jo que te pides. . Ponto coanto.— t. Luego aiiadié Cristo nuestro Sebor: 5 Podreis beber el caliz que yo bebo, y ser bautizados con el bautismo que yo soy bautizado? Esto es : {Sentis Animo y fuerzas para esto, y eslais apa- rejados para ello? Aqui se ha de ponderar lo primero, como es graz-° de beneficio de Cristo nuestro Seior , cuando erramos en la cosa que pedimos ; 6 en el modo, negarnoslo, y enderezarnos luego en lo uno y en lo otro, poniéndonos delante lo que es razon que le pidamos, como lo hizo con estos dos apéstoles queridos suyos, asi-esta vez co- mo otra que le dijeron ( Luc. 1x, BA): Sehor, gquieres que pidamos baje fuego deb cielo que abrase estos samaritanos? ¥ el Sefor les repren- did diciendo: No sabeis el espiritu que habeis de tener, porque yo ne he venido destruir las almas sino a salcarlas. De aqui es que tengo de dar gracias 4 Dias, no solo por lo que me concede, sino por le que me niega como Padre, cvando no sé lo que me pido, y. me ex- dereza & que le. pida lo que debo pedirle. 2. Lo segundo, ponderaré la caridad y suavidad de Cristo nues- tro Sefior en esta pregunta, convidando 4 sus Apéstoles 4 los traba- * jos de su pasion, con palabras, ejemplos y razones eficaces, dan— doles 4 entender que el medio para alcanzar la mano derecha y la . iquierda que pretendian, era beber el caliz que él bebia, y ser baa~ tizados con el bautismo que ét lo era, provocandoles con su ejemplo DB LOS HLJOS DEL ZEBEDEO. 168 4 imitarle en esto. Porque si el supremo Monarca de cielo y tierra Hega 4 seatarse en. eb trono de la glaria, bebiendo este caliz, ycudn- ta mag razon es que sus vasallos no lleguen & senlarse con él en los tronos que les ha prometido, sino bebiendo el mismo? (Luc. xx, 30). ZY qué mucho le beban los discipulos, pues le bebe su Maes- tro? O Amado mio, bastame que ti hayas bebido este caliz, y que gastes de que yo le beba, para que me ofrezca 4 ello. Aunque no . bubjera para mi asiento de mano derecha 6 izquierda en tu reino, me lengo por dichoso en beberle, porque mi principal premio es ba-- cer y padecer mucho por ti, en agradecimiento de lo mucho que hi- ciste y padeciste por mi. 3. Lo tercero, ponderaré el espirilu que esta encerrado en lla- mar Cristo nuestro Sefor 4 su pasion y muerte, caliz y bautisma (Luc. x11, 50), aludieado al so antiguo de matar a los malhecho- res, dandoles una bebida ponzofiosa 6 ahogandoles en agua, para significar que como el caliz de muerte mala entrando la ponzoiia den- tro del hombre, y ef bautismo ahoga hundiendo 4 todo el hombre deatro del agea, asi para su pasion y muerte concurrieron dos suer- tes de trabajos (Psalm, uxvin), como se dira ea la parte LY, unos interiores que penetraron su santisima alma, y otros exteriores que afligieron lambien su cuerpo. Y aunque el evangelisla san Mateo dice, que les preguoté: ¢Podeis heber el caliz, quem ego bibiturus sum, que yo tengo de beber? Pero el evangelista san Marcos dice, quem, ego bibo? el que yo bebo? Porque siempre le bebid con el de- seo y con la representacion interior, y estaba ya cerea de heberle por la pasion eaterior. ¥ todo tiene gran misterio, porque iba or-~ denado 4 reprimir la ambicion interior y exterior de sus discipulos, convidandoles 4 refrenarla con esta bebida y bautismo de tanles tra- hajos y desprecios, deseandolos con el corazon, y acometiéndolos con la obra. . . 4. Ultimamente se ha de considerar olra causa misteriosa, pos fa cual dijo: yPodeis beber el caliz que yo tengo de beber? Porque en ba divina Escritura hacese mencion de muchos calices, y 00 los hebié Cristo nuestro Seftor. ( Psaim. cxv, 13; xv, 5; xan, 8; Lxxv, 7; Isat. 11,17). Uno es de pasion y trabajos; otro de gloria y premio, que es la suerte de.los bienaventurados , y otro dela ira de Dios y de sus castigos, que es la suerte de los condenados: El pri- mero bebié Cristo nuestro Sefior , y nos exhorta 4 que le bebamos; y quien le bebiere, tambien beber4 el seguado, que bebid Cristo, y ne gustara el postrero, como si Cristo le gusté. Pero quien rehusa 164 PARTE 115. MEDITACION XXIII. . beber el céliz de trabajos, y atropella por esto la ley de Dios, no gus- tara del segundo, y cabrale en suerte el tercero. Por tanto, alma mia, recibe de baena gana el caliz de tu salud, aunque sea muy amargo, porque con esta amargura lemporal te libraras de la eler- na, y beberds el caliz excelentisimo que embriaga, viendo y amando 4 Dios con sumo gozo. b. Con esta consideracion, he de imaginar que Cristo nuestro Seiior me pregunta to que 4 sus Apdstolcs , diciéndome : 4 Tendras . Animo y estas aparejado para beber el cdliz que yo bebi? gy para ser bautizado con el baulismo con que yo lo ful? Y luego enlraré dentro de mi corazon 4 cxaminar si tengo este animo y prontitud al modo que luego dirémos ; y si no le hallare, he de procurar ganar- le con las consideraciones que se han dicho. : Ponto quinto. — 1. Respondieron los dos apéstoles, diciendo: Po- demos beberle. Dijoles Jestis : Asi sera, que brbercis el cdliz que yo be- bo, y seréis bautizudos con el buutismo que yo lo soy ; pero sentaros 4 mi mano derecha 6 izquicrda, no es mio durlo a rosotvos, sino d los que esté aparejado por mi Padre. Aquise ha de ponderar lo prime- To, como puede proceder de Irrs causas, ofrecerse 4 beber este ca- liz, y decir con mucha resolucion aquella palabra gossumus.-La pri- mera es, con espfritu de ambicion, ¢} cual como instiga 4 grande~ zas, as{ insliga 4 los medios para alcanzarlas, padeciendo algunas humillaciones por llegar 4 ser ensalzado. -La segunda es, con espi- Titu de fervor ciego, ignorante y poco experimentado, tomando el padecer 4 bullo y en comun. Lo cual suele ser facil 4 muchos, por- que es dulce la guerra 4 quien nunca se ha visto en.ella; y piensa que es facil cosa beber este cdliz quien nunca le ha gostado.-La tercera es, con espiritu de Cristo, el cual inspira 4 sus escogidos se- Mejanles deseos y propésilos, ofreciéndose muy en particular 4 to- dos los trabajos que el mismo Cristo padecid, Y de este modo es creible que se ofrecieron estos dos apdstoles ; y si no lo hicieron aho- ra, 4 lo menos es cierto que lo hicieron despues, y pusieron por obra su deseo. Y con este espirilu tengo yo lambien de ofrecerme 4 ello, no estribando en mis fuerzas, sino cn las de Cristo nuestro Sefior, diciendo con san Pablo ( Philip. wv, 13): Todas las cosas puedo en el Seiior que me conforta; y asf confortado con su gracia, puedo y quiero beber cl caliz que él bebid, 2. Lo segundo, ponderaré como es gracia y favor grande de Cristo nuestro Seftor darnos 4 beber cl céliz de su pasion, y como tal lo concedié 4 estos dos queridos apéstoles. Pero no sin misterio DE 108 41308 DEL ZEBEDEO. “465 el uno murié por Cristo, y el otro, aunque padecié mucho, murié ~ su muerte natural, para significar que no solo se bebe el caliz de la pasion de Cristo: muriendo como los Martires, sino padeciendo co- mo los Confesores. 0 dulce Maestro, concédeme tal favor, que oiga de tu boca y experimente por la obra, beberds mi caliz y serés bau- tizado con mi bautismo, para que padeciendo contigo, llegue 4 rei- nar contigo. Amen. 3. Lo tercero, se ha de ponderar la infinita sabiduria, bondad ycaridad de Cristo nuestro Sefior, que resplandece en las Ultimas palabras que dijo & estos dos apéstoles, porque de tal manera les * negé el asiento de la mano derecha ¢ izquierda, por el Utulo que le pedian, que junlamente se le concedié por otro tilulo. Como si di- jera: No es mi oficio, ni me esta bien, ni conviene dar el asiento de Ja mano derecha 6 izquierda 4 vosotros, por ser mis deudos, ni por solas intercesiones y ruegos, sin haberlo merecido ni trabajado; pero es mio ‘darle 4 los que estan sefialades por mi Padre, que son los que bebieren mi céliz, y trabajaren por mi servicio, cumpliendo Jo que Jes mando. Y por consiguiente, pues vosotros habeis de beber mi c4liz, yo os Je daré por este titulo, cuando le hubiéreis bebido; porque mi Padre, cuyo es en cuanto Dios predestinar los hombres para el cielo, ha ordenado que los predestinados no Ileguen & gran- des premios sino por grandes trabajos. © dulcisimo Jesis, Dios verdadero, 4 quien pertenece tambien como 4 tu Padre disponer las sillas y asientos de tu reino, gézome de la rectitud que tienes mez~ clada con tanta suavidad. Y pues no es tuyo dar estas sillas 4 los in- dignos, sino 4 los dignos (Lue. xxi, 29), hazme digno por tu gra- cia, para que alcance una de ellas en tu gloria. Amen. Ponto sexto.— 1. (Mare. xx, 29; id. x, 42). Oyendo los dies apdstoles lo que pasaba, indigndronse contra los dos; y Vamdndolos Cris- & nuestro Senor d todos, les dijo: Los principes de las gentes ensefiored- ronse de ellas, y ejercitan su potestad con gran imperio en sus subditos; pero vosotros habeis de ir por ofro camino, porque quien quisiere ser mayor, ha de ser como criado ; y el que quisiere ser el primero, ha de ser servo de todos, como el Hijo del hombre no vino para que le sir- iesen, sino para seroir y dar su vida por la redencion de muchos. ~ Lo primero, se ha de considerar la gran-faqueza y miseria de los hombres, anles que los perfeccione la divina gracia ; porque con haber oido los diez apéstoles la respuesta de Cristo nuestro Seiior, que tan poderosa era para poder reprimir la ambicion loca de los hijos del Zebedeo, no les hizo impresion ; antes tropezaron en el 1668 PARTE MIs. WEDITACION XXIV. mismo vicio, indignandose contra los dos, porque habian pretend+- do ser mas que ellos. Por donde se ve el dato det mal ejemplo, y euan perjudicial es la embicion en las comunidades, causando en ellas discordias, envidias ¢ indignaciones. : 2. Lo segundo, se ha de ponderar la mansedwmbre de Cristo nyestro Sehor ep no iadignarse, ni contra los ambiciosos ni contra los indignados, sino con espiritu de amor los juaté 4 todos, y 4 to- dos avisé de su yerro, y reprimié su ambiciom con dos ejemplos, eno que han de buir, y olro que han de segnir.-El que hae de huir es e} de los principes mundanos, los cuales ponen su grandeza ep man- dar con imperio y tirania, y tener los subditos debajo de sus piés ; pero vosotros, dice, habeis de poner toda vuestra grandeza en servix & todos y en ser siervas y esclavos de lados, y por este camino se Nega 4 la grandeza en mi reino; ¥ quien la \uviere, para este mis- mo fin Ia ha de teser.~El ejemplo que han de seguir es el de su Vida, © porque yo, dice, cen ser vaesiro Maestra y mayor que vasolros y el primero en el reino de mi Padre, vine al mundo, no 4 ser servido, sino 4 servir y 4 ser el postrero de todos camo siervo, y dar mi vi-~ da. con grandes termentos y desprecios por Ja salvacion de los hom— bres. Por tanto, si sois mis discipulos, entended, que como yo vine para esto al mundo, asi vosotros habeis venide para lo mismo & mi escuela. O dukisiine Maestro, he vido Ja soberana leccion que me habeis keido; no quiero de hey mas aprender de los ejemplos del mundo, que son para mi condenacion, sino de los vuesiros, que son para mi salvacian y perfeecion. ¥ pees por vuesira gracia me habeis traido 4 vuestra escuela, ayudadme & poner en practica la leecion que he oido en ella, para gloria de veesiro santo nombre. men. : MEDITACION XXIV. BE LAZARO EL POBBR, Y DEL RICO AVARIXNTO.. — Esia historia que Cristo nuestro Seir con para nuestro ejem— ple y escarmiento (Luo. xvi, 20), es wna viva eslampa de la dicho- sa manerte de Jos justos que heben ef cdliz de su pasion , y dela de- sastrada muerte y casliga de las pecadores que le desechan y bebam el cdliz de Babilonia, el cual, como dice san Juan { Apoc. xv, £), es de oro, porque estriba en honras y riquezas; pero esié lleao de abominaciones y maldades. — DE LAZaRO ¥ DEL RICO AVARIBNTO. “ t0T Ponto primero, - De la pociencia de Lixaro.— 1. Lo primero, se ba de considerar la vida del mendige Lazaro, ta cual fue un ejer- cieio continuo de pacieneia, en tes 6 cuatro cesas seiatadas por me- dio de las cuales Hegé 4 grande santidad y & ser muy parecido 4 lo que despues padecié Cristo nuestro Seior.-Lo primero, se sehalé padecer graves dolores de tlagas , porque estaba Heno de ellas de piés 4 cabeza, como otro Job, sin poderse menear de una parte 4 otra, eatando tendide 4 la puerta del rico avariento, sufriendo esto con grande conformidad con !a voluntad de Dios, sia reacor ni mur- maracion 6 queja.-Lo segundo, en padecer extrermada pobreza, mendiguez y bambre, la cual llevaba con tanto silescio, que no se dice de él que pidiese limosaa con palabras, sine con la demostra- con de sus Hagas. -Lo tercero, padecié sumo desamparo y despre- co de les hombres, porque siendo tanta su hambre, que quisiera harlarse de las migajas que caian de la mesa del rico, no habia quien se las diese, y ni por esto se quejaba de la crueldad del rico, ni de sas criadoa. Y 4 esto se aiiade que padecia estas cosas viendo ad ojo la abundancia de que otros goraban ; lo coal suele aumentar la pena. 2. Lo cuarte, llegd 4 tante so miseria , que bos perros llegaban a lamerte las llagas, por cebarse en su podre, y él estaba tan ta- Hido, que ni los pedia echar de si, ni habia quien se los desviase. Y si decimos que esto era piedad natural de los perros, esto mismo aumeataba sa pena, viendo que lenian de él piedad los perres, y no les hombres. Por donde se ve que la perfecta paciencia abraza toda suerte de \rabajos, asi os que nacen de la propia naturaleza, como son enfermedades, elc., y los que vienen por mano de hombres, co- mo son robes, injurias, ete., y los que vienen de crialuras irracio- males , como soa fieras, avispas, mosquitos, elc. Ademas, los frios, hielos y otras injarias de los tiempos, y finalmente los que atizan y 0 los demonios. Gon {o cual se cumple lo que dijo el apés- tol Santiago (Jacob. 1, 4): La paciencia tenga obra perfecla para que seais perfectos y enleros, sin faltar en cosa alguna. 3. Por estes escalones legé Lizaro 4 grande santidad, tante que Cristo nuestro Sefor se quiso hacer cronista de su vida y ‘de sus wabajos, y darla por ejemplo de santidad , y en ella parece que di- wi su pasion, en la cual estuvo Ilene de llagas con extremada pe- bweza y con tanto desamparo, que deseando waa gota de agua en la eruz , no habe quien se la diese ni quien de él se compadeciese. De modo, que con sus trabajos confirmé Cristo les de Lazaro, y nos en- Sela que ef camino llano y breve para la santidad es padecer do- 168 PARTE IU. MEDITACION XXIV. lores, pobrezas,'desamparos y desprecios de los hombres, confor- mandonos en todos con la divina voluntad ; digo en todos, porque conformarse en un trabajo de eslos, cuando es solo, no es mucho, pero en todos juntos es cosa herdica. No es lo herdico padecer en- fermedades, si hay riquezas y caricias de hombres, ni padecer po- breza, si hay quien dé limosna; pero padecer todo esto con sumo desamparo, es herdica virlud, y muy semejante 4 la de Cristo. nues- tro Seftor. © Jesiis lagado, pobre y desamparado, dame gracia pa- Ta imitar tu santisima paciencia y la de este pobre mendigo, confor- mando mi voluntad con la tuya en mis trabajos, pues para este fin me pones delante lales ejemplos. : Punto seaunpo. - De la muerte dichosa de Ldzaro.— 1. Lo se- gundo, consideraré la gloriosa muerte de Lazaro, de quien dice Cristo nuestro Sefior: Que en muriendo, los Angeles le Uevaron al seno de Abrahan, En lo cual se ha de ponderar lo primero, como la muer~ te de Lazaro. fue fin de todos sus dolores, pobrezas y desamparos temporales, y fue principio de sus descansos, y riquezas y honras éternas. Y aunque su muerte, cuanto al cuerpo, fue-vil y desprecia- da 4 los ojos del mundo, pero cuanto al alma fue preciosa en los ojos de Dios; el cual envié sus Angeles, para que la llevasen al seno de ~ Abrahan 4 descansar con los justos. Y aunque para esto baslara solo el Angel de su guarda, quiso-que viniesen muchos Angeles, y co- mo un ejército de ellos para honrarla y acompaiiarla. ; Oh qué con- tenta-saldria aquella alma de su cuerpo! oh qué gozosa iria con tan ilustre compaiiia! ; Oh qué de parabienes la darian de su victo- ria los santos Angeles, y cudn corridos quedarian los demonios! Ver- daderamente, Dios mio, ahora veo que es preciosa en vuestros 0j08 la muerte de vuestros santos ( Psalm. cxv, 15), aunque hayan sido pobres, Ilagados y despreciados en el mundo. ,Oh si mi alma ma- riese la muerte de los justos (Num. xxin, 10), y mis postrimerias fuesen semejantes 4 las suyas! 2. Lo segundo, ponderaré la gloria de que goza ahora el Anima de este mendigo en el cielo, 4 donde fue trasladada del limbo, y la que gozara su cuerpo en la resurreccion. Por las Ilagas recibe aho- Ta gozos inmensos ; por !a pobreza , riquezas eternas; por la desnu- dez, vestidura de gloria; por la hambre, hartura sempiterna ; por el desamparo y desprecio de los hombres, amparo y honra de Dios y de sus Angeles. ; Oh por cudn bien empleados da los trabajos pa- decides en esta vida! Ahora le parece, cuanto padecié fue poco y momentaneo (II Cor. 1v, 17), comparado con lo mucho y eterno que DE LAZARO ¥ DEL RICO AVARIBNTO. 169 le han dado. Animate, 6 alma mia, & padecer en esta vida, pues tan- to descanso le esta esperando en la otra. : Ponto tencerno.— 1. Lo tercero, consideraré la grande honra que Cristo nuestro Seiior hizo en esta vida 4 este mendigo, especialmen- le en dos cosas. -La primera fue revelarnos su nombre, que estaba olyidado en el mundo, y quiso que quedase escrito en su Evange- lio, para que todos tuviesen de él memoria , na se dignando de nom- brar al rico avariento, ni de tomar su nombre en la boca, para que los pobres y despreciados enlicndan que no los tiene Diosolvidados, .. y que los conoce por sus nombres y tiene cuidado de ellos, y 4 su tiempo los publicara y honrara , y quiere que en su Iglesia sean hon- rados, como lo son san Pablo primer ermitaiio, san Francisco y otros, cuyos nombres estuvieran olvidados, si no hubieran sido san- tos. ¥ para que con esto perdamos el hipo de ser conocidos y nom- brados en el mundo, y de que nuestro nombre y obras sean sabidas, dejande 4 Dios el cuidado de esto. - %. La segunda fue canonizarle él mismo por santo, y revelar la gloria que le hicieron los Angeles en su muerte, para que todos le tengan por lal, y en su Iglesia le edifiquen templos y pongan imé- genes; y si hubiera reliquias suyas, las veneraramos, cumpliendo aquello de David (Psalm. cxxxvui, 17): Nimis honorati sunt ami- ci tui, Deus. ¥ en especial hizo esto, para que se entienda la ex- celencia de la pacicncia en los trabajos y wiserias, pues ella sola basta por testimonio de santidad, para canonizar por sanlo al pa- cienle, porque quien se conforma con la voluntad de Dios en el pa- decer, mas facilmente se conformara en el obedecer; y para ser san- to insigne basla obedecer 4 cuanto Dios manda, y padecer bien cuanto ordena 6 permite, al modo que se ha dicho. © Dios eterno, gracias te doy por la honra que haces 4 tus siervos, levantando al pobre del estiércol, para calocarle con los principes de tu cielo, con- cédeme que imite su paciencia y ebediencia , para quecon ellos goce de tu gloria. Amen. . : —A estos tres puntos se reduce lo que se ha de medilar de cada Santo, conviene 4 saber ; -El primero, su vida y los escalones de vir- tad por donde Ilegé tanta santidad , 4 imitacion de Cristo, -Else- gundo, su gloriosa muerte y el premio que Dias le dié en ella.- El tercero, la honra que Dios le hace aun en esla vida, premiandole tambien ac& entre los hombres. — Punto cuanto.-De lus vicios det rico avarienfo,— 1. Lo cuarto, se ha de considerar la miserable vida del rico avariento, en todo 170 . PARTE 11. MEDITACION XXIV. centraria 4 la del justo Lazaro, porque toda su vida fue an contiaue ejercicio de soberbia y avaricia, de regalo para consigo, y dureza de corazon para con los otros, La soberbia y sensualidad mostré en el vestido, vistiéndose de parpara por vanidad, y de holanda por regalo. Y tambien ea la comida, haciendo banquetes espléndidos por jeclancia, y de manjares delicados por gloloneria , comiendo y bebiendo cada dia hasta hartarse. La avaricia mostré usando de las Tiquezas para si solo, teniendo gran dureza y cruelded con los po- bres, sin tener misericordia de ellos, ni darles limosna, ni aun de las migajas que se caian de su mesa, y sin compadecerse del Ilaga- do y hambriesto que tenia & su puerta, siendo mas cruel que sus mismos perros, y dando de comer a les perros no lo daba 4 los po— bres. De aqui procedia que los de su casa eran tales como éf , apren- diendo del ejemplo de su seitor, pues no hubo criado que tuviese piedad del pobre. Por estos pasos cayé en muchos y gratisimos pe— ~ cados, bebiendo todo el espirilu del mundo maligno, el cual se fan- da en codicia de carne y de hacienda, y en suberbia de la vida (I foan. 1, 16), todo contrario al espirita de Cristo. 2. Por Jo cual fae sumamente de él aborrecido, y cuando conte sa vida no quiso nombrarle ni tomar sa nonibre en le boca, en se- ial de que {fe aborrecia y despreciaba, y de que no le conocia ni aprobaba, y que su nombre estaba borrado del libro de la vida, ni queria que hubiese de él memoria entre los hombres. Y del misme modo en sa tanto atvorrece 4 todos fos que tienen este espirila 6 par- te de él, buscando fa vanidad y sensualidad , y las propias comodi- dades , aunque sea con daiio de sus projimos. Por donde se ve cudn contrarios son los juicios de Cristo y los del mundo, Lazaro en les ojos del mando era desdichado, en los de Cristo dichoso. Al contra- rio el rico, en los ojos del nvuado era dichoso , pero desdichade em jos de Cristo, el ewal fue hamilde y dspero para consigo, y blande on los otros, y tales quiere que sean sus siervos. 0 dulce Je- stis, con todo mi corazon abomino la soberbia de fa purpura y fa delicadeza de la holanda, pues la estuviste vestido de purpura por escarnio, y desnudo en una eruz. No quiero banquetes, ni regalos ea ta comida, paes ti comias pao de cebada, y por comida te dieron hicl, y en ta sed te dieron 4 beber vinagre. No quiero que mi som— bre sea vanamente pregonade en el muado, porque a0 le borres del libro de la vida, ni te olvides de mf, echandome de tu santo reise. Punto quinto.—- De (a muerte deseenturada del tico. —- 1. Loqain- ve. consideraré 1a desventarada muerte de este rico, y tes tormen— DE KAzaRO ¥ DEL RICO AVARTENTO. . 171 los que padece en los infiernos; porque en muriendo, como dijo Cristo nuestro Seitor, fue sepultado.en el infierao; de suerte, que- su muerte fue fin de todas sus riquezas, regalos y vanidades, y fae principio de las miserias, tormentes y desprecios que padece y pe- decera sin fin. De esta vida no Hevé cosa que taviese, sino los vicios y pecados que habian de ser cebo de sus tormentos; y asi se verifi- cb en él lo que dice Job (¢. xx1, 13): Pasan Jos dias en deleiles, y eo un punto bajan al inferno; porque aeacpae murié con aparien- cia de muerte suave, pero el panto wtimo de su vida fue principro de su pena. ; Oh punto terrible , fin de la vida deleitable que: pres- lo se acaba, y principio de la vida miserable que nunca se ha de acabar ! Si en esle punto bajo al inferno, gde qué me servira la so— herbia ? Y a jactancia de las riquezas 4 de qué me aprovechara ? (Sap. v, 8). Mejor me esté pasar los dias en trabajos, y en an Panto subir al cielo & gozar el premio de ellos. 2. Luego dice Cristo nuestro Seiicr, para declarar las peas de este miserable: Que estando en los tormentos levanté tos ojos, y 016 a Lazaro en el seno de Abratan, g d voces dijo: Padre Abrahan, ten wi- serécordia de mi, y envia 4 Lazaro, para ove con la punta de.ou dedo, mofado en aqua, refresque mi lengua, porgus soy muy alormentado en esta Hama. Bn jo cual se nos avisa , que ies condenades padecen los tormentos preporcionades & sus culpas, y ast este desventurade pa- decia cuatro terribles.-El primere, de Hamas que te cubrian de piés 4 cabeza, por la vanidad y regalo de fa purpata y holanda con que se vestia. El segundo, en la feagua, que fac el insirnmento de sus gustos y paflerias , abrasindole el faego vy padeciendo terrible bam— bre y sed rabiosa.—El tercero, de envidia viendo por revelacion Ja buena suerle de Lazaro, y asi ne se atrevié 4 pedirle sada, sino. Abrahan.—E( cuarto, de desampare y desprecio de todos, ea casti- go de sa crueldad, porque ao hallé misericordia en Abrahan, ni se fe concedié la gota de agaa que pedia, porque habia negado la mi- gaja de pao al pobre, y ne mererid aleawrar la misericerdia,, por- que ‘no tuvo misericordia. 6 justisimo Dios, ; cuan justos son tas juicios y cnaa Proporcionados tas castigoroon nuestros pecades | {Cé- mo #0 temo ef rigor de ta jesticia! ; ¥ como ao tiemblo de las pe- aas del inferno! Librame, Seiior, de tas efeasas , porque nodescar- geen sobre mi tus iras; abre les ojos-de {05 ricus, para que escar- miemten en cabeza de este rico; y abre tambien lee ojos de las po- bres , para que ne lengan envidia de tos ricos. Ponto sexto.— 1. Lo sexto, considcraré ta-respuesta de Abra- 172 PARTE Ill. MEDITACION XXIV. han, notificandole la sentencia inmutable de la divina justicia , por eslas palabras: Acuerdate, hijo, que recibiste bienes en tu vida, y La- 3aro semejantemente males; pero ahora este es consolado y tis atormen- lado, y en todas estas cosas hay entre vosotros y nosotros un grande edos 6 abertura muy firme, de modo que los que estén aqui no pueden pasar & donde vosotros estais, ni rosotros venir d donde estamos nos— otros. Dos partes abraza esla sentencia.-La primera, que el rico re- cibié en esla vida bienes temporales; esto es, abrazdlos con sumo gusto, poniendo en ellos su felicidad, y aceptandolos como premio de algunas obras buenas; y en castigo de las malas se trocé su suer- te, y ahora recibe males y tormentos. Al contrario, Lazaro recibié en esla vida males y trabajos, abraz4ndolos con paciencia y purgan- do con ellos las culpas en que cay6, y en premio de las buenas obras que hizo se trocé su suerte, y ahora recibe grandes bienes y rega- los. ¥ asf, cotejando las suertes de estos dos hombres, tengo de es- coger para mi la de Lazaro, pues no es posible tener en esta vida la suerte del rico y en la otra la del mendigo, y si tuviere la del men- digo, me consolaré con que no me cabra despues la del rico. 0 al- ma mia, mira bien la suerte que escoges en esta vida, pues de ella depende la que te ha de caber en la otra; tiembla de Jas prosperi- dades lemporales, porque quiza seran premio de tus obras, y se tro- caran despues en adversidades eternas. ¥ al contrario, gézate de las adversidades de esta vida, pues Dios te las envia como prendas de las prosperidades que te dara en la olra. 2. La segunda es, que no hay paso del infierno al cielo, ni del cielo al infierno, de modo que ningun bienaventurado jamas saldra del cielo 4 condenasse, porque el decrelo de Dios en esto es absoluto, firme é inmutable , como en su lugar, se-dird. ( Medil. LI de la parte VI1).-Uitimamente, ponderaré otra peticion que luego bizo este mi- serable 4 Abrahan, y tambien se la negé:- Ya que Lazaro (dice) no puede venir a donde yo estoy, enviale a casa de mi padre, para que avi- Se d cinco hermanos que tengo, que no vivan como yo rivi, porque xo vengan 4 este lugar de tantos tormentos, donde yo estoy. Esto decia, no por caridad, sino porque la compaiia de sus hermanos en el in- fierno aumentaria suzpena, por la culpa-que tuvo en el mal ejemplo que les did. | Oh miseria terrible del cundenado, cuya pena crece con la vista de Jos buenos que desprecié, y con la compaiiia de los ma- los 4 quien ayud6, de modo que buenos y malos son como sus ver- dugos, convirliéndosele todas las cosas en mal, asi como 4 los que . aman & Dios ( Rum. vii, 28) se les convierlen en bien ! DE LAZARO Y DEL RICO AVABIENTO. 173 3. Respondidle Abrahan : Alld tienen d Moises y « los profetas que les avisan de ello, ciganlos, y esto les basta. Replicé el rico: Creo que no bastard (como ni me basté a mt), pero si alguno de los muertos va d dectrselo, hardn penitencia. Respondié Abraban: Si no oyen 4 Moitsés y 4 los profetas, tampoco creerdn al muerto que resucitare para decirselo; porque tambien podran decir que es fantasma 6 embuste: y mucho mas cierto es el testimonio de la Escritura revelada por Dios, que el de los muertos. De donde tengo de concluir, cuanto me im- porta entender y creer con viva fe lo que Dios ha revelado de Ia otra vida en su Escritura y Evangelio, y conformar mi vida con es- ta creencia, escarmentando en cabeza ajena; porque si me ciego y endurezco 4 no oir lo que la fe me dice, tambien me cegaré y enda- receré para no creer lo que dijeren los muertos si viniesen 4 hablar- me. Y si quiero creer lo que dicen los muertos, mejor es oir to que la Escritura cuenta de ellos, como si 4 ellos mismos lo oyera, pues siempre nos estan diciendo aquello del Eclesiastico {¢, xxxvu, 23): Acuérdate de mi juicio, porque tal sera el tuyo. Lo que pasé ayer por mi, pasar hoy por li, —como se ponderé en la meditacion XI de la parte I. — MEDITACIONES DE ALGUNAS OBBAS MILAGROSAS QUE HIZO CRISTO NUESTRO SENOR, CONVIR- TIENDO PECADORES Y SANANDO ENFRRMOS. — Dos suertes de milagros hizo Cristo nuestro Seiior cerca de los mismos hombres, fuera de los que se han contado cerca de las cria- taras insensibles, vino, pan y mar. Unos espirituales, convirliendo pecadores muy envejecidos en sus pecados; otros corporales, sanan- do enfermos de enfermedades incurables, 6 resucitando muertos. Y como dice santo Tomas (3 p. q. 44, art. 3 ad 3; Ioan. v, 14; vu, 93; Luc. v, 23), de ordinario juntaba el primero con el segundo, dando fa salud del alina con la del cuerpo, y sanando, como el mis~ mo Seior dijo: Totum hominem; \odo el hombre, asf el hombre ex- terior como el interior, disponiéndole primero para recibir entera y perfecta salud: ¥ asi medilando el milagro corporal, hemos de pon- derar el efecto espiritual que obraba en el enfermo, y el que signi- ficaba para nuestro provecho, porque como las enfermedades del cuerpo son sefiales de las del alma, asi la cura de las unas repre- sentaba la cura misteriosa de las otras. Todo estose vera en las me- 12 TOMO II, 174 PARTE Ui. MEDIVACION XX¥. ditaciones que se siguem, comenmade por lag comversionea de los pecadoxes, de que bacen meacion les Evangelista, — MEDITACION XXY. BE BA CONVEBSION DE LA MAGRALENA. Punto ppimgno.— 1° Siendo Jestis conridado da un fariseo llama- do Simoa, una mujes que estaba en la ciudad y era pecadera, coma lo supo., fué & casa del fariseo é buscarle, Aqui se bam de ponderar bo primero, las calidades de esta pecadora, porque en Hamarla con este nombre, se da 4 enlender que sus pecadus eran de carnalidad, y may atraigados y escandalosos, pues por tales pecades suele darse: tal nombre 4 las mujeres. Pero el Evangelista no aombra la. espeae de estos pecados, porque, como dijo san Pablo ( Ephes. v,3), niaum su nombre hemos de tomar en be boca. Mas por lo que despues di- jeron san Lucas y san Marcos (Lue. vit, 2; Marc. xvi, 9), que Cristo eché de ella siete demonios, se saca que tenia innamerables pecados, significados por el numero de siele, y que los sielg peca- dos mortales, y los demonios que tientan de ellos, habian hallado morada muy de asiento en et alma. De donde sacaré dos afectos ; uno de temor de mi flaqueza, escarmentando en la Magdalena , que por males pequeios vino 4 caer en pecados muchos y muy graves, y lo que pasé por efa puede pasar por mi. El segundo afecto es de confiaoza en la misericordia de Dios, en quien hallé remedio esta pecadora, confiando que ya tanbien le hallaré, si come imié a la que peed, imilo 4 la que se arrepintio. 2. Lo segundo, pondcraré la ocasion que tuvo esta mujer de acudir 4 Cristo nuestro Seiior, que fue oisle algua sermon y saber Ja manseduiubre con que recibia 4 los pecadores, y sobre edo, la inspiracion del ciclo que la tocé con una grande lua, no por via de lemor , amenazAndola. con castigos, sino por via de amor, desea- briéndola las obligaciones que tenia de amar mucho masal Criader es a las criaturas, poniendo en él todo el amor que poniaen ellas, Padre celestial (oan. vi, 66}, sin cuyo favor ninguae viene & Cristo, acme 4 su servicio con cadenas de caridad , dolicadome de haber ofendido al que por tantos titulos merece ser amado. 3. Lo lercero, ponderaré la obedicocia tan presla que luvo esta pecadora 4 la inspiracion y toque de Dios , porque no aguardé & que Cristo nuestro Seiior se recogiese 4 su pesada, donde solia eslar, DE LA CONVERSION DE LA MAGDALENA. 178 Sno ea sabiewdo déade eemia, aunque era en casa ajena y en con- vile, eatre convidades , Inege fué 4 buscarle, para que apreada yo 4 no dilatar los buenes propésitos, y eb responder 4 las divieasins- Piracienes. especialmente em matesia de mi conversion, acordando- me-de lo que dice el Sabio { Heclt. v, 8): Notardes de convertirte al Seder, ni bo difieras de dia en dia, porque de repente vendré su ira, y enel dia de la venganza le destruira. . Pouwro sxsenso,— 1. Entrende esta peeadora donde estaba Jesus, Uegé por las espaldas, y postrada é sus piés comenzé 4 reyartos con li- grimas y & limptaries con sus cabellos, besimdolos y ungicadolos con ungitento precioso, gue Ilevaba consiga en un vaso dealabastro. En este hecho tan insigne se ba de ponderar la perfecta penitencia de esta mujer, y Jas virtudes excelentes que aqui mosird.~La primera fue, una grande fe y estima de la divinidad (Jas. sun, 25) y miseri- cordia de Cristo nuestro Seaor, porque creyd que era Dios, 4 quien solo pertenece perdonar pecados, y creyé que sin hablarle palabra, come no se Ja hablo, la enttadia y penetraba el corazon, y sahia a lo que veuia y lo que le pedia. Otros venian 4 Criste para pedirte re- medie de enfermedades corporales; de esia sola mujer pecadora lee- mos que hubiese venido por solo et remedio de las espirituales y por e} perdon de sus peeades. 2. La segunda viriud fue ona berdica bemildad , despreciando sa homra, y el que dirian los convidades viéndola de aquella mane- ra. Nicodemus vine 4 consullar con Cristo nuestro Sefor sus dudas, pero vino de noche ( foaa. si, 2) y Ueno de lemor humaao; la Mag- dalene vino 4 pedir @ Cristo la salud de su alma, pero de dia y llena de amor divino, atropellando temores humanes y lo que dirian los hombxes, porque todo su corazon Lenia puesto en aplacar 4 Dios. ¥ no solo tuve el grado de humildad para con los hombres, ofrecién- dose 4 ser despreciada de ellos , sino tambien el otro grado de hu- mildad para con Dios, no alreviéndose 4 parecer delante del rostra de Cristo, por vergiéienza de sus pecados, sino Hlegando por las es- paldas y echandose 4 us pi¢s, 0 alma mia, humiliate delante de Dios y delante de los hombres; porque quien se humilla en todas Jas cosas y a todas las personas halla gracia delante de Dios, y des- pues ( Ecchi. un, 20) sera honrado delante de los Angeles y de los mismes hombres. 3. La tercera fue, un dolor interior amorosisimo, junto con gran- des afectos de oracion y devocion, declarados por aquellas seiiales extexiores; regaba los piés de Cristo con légrimas, llorande sos ma- 12* : 176 PARTE II. MEDITACION XXV. los pasos, y suplicandole que la lavase eon su gracia; limpiabalos con sus cabellos, pidiéndole que la limp ase de sus culpas ; besaba- selos, pidiéndole que la reconciliase consigo, y la diese beso de paz y perdon; ungiaselos, suplicandole la ungicse con sus virtudes, qui- tando de ella el mal olor de sus pecados, y sin hablar palabra der- ramaba su corazon mucho (I Heg. 1, 13; Psalm. xxx1, 6; cxti, 3} mas que el ungiento en la presencia de Cristo, y le manifestaba to- das sus miserias con grande sentintiento y dolor de ellas.-De todo esto aprenderé un modo de orar excelentisimo, no por palabras sino por afectos manifestados con obras y seiales nacidas del fuego del corazon, como son, gemidos , solluzos, suspiius, golpes de pechos, elevacion de manos, genuflexiones hasta la tierra, besdndola con humildad , y otros tales de que usahan los Santos para moverse 4 si mismos 4 devocion, porque el fuego que arde en el seno, luego se descubre en el veslido, y la devocion del espirilu brota por el cuerpo. : 4. La cuarta virtud fue la penitencia exterior , convirtiendo ep instrumentos de salisfaccion las cosas que habian sido ocasion de su perdicion, empleando en servicio de Cr'sto sus ojos, cabellos, la- bios, olores preciosus y 4 si misma toda, olvidada de si y de todo Jo que no era aplacar 4 su Seiior. Cumpliendo lo que despues dijo -el apéstol san Pablo ( Rom. v1, 19): Como empl: asleis vuestros cuer- “pos en servir a la inmundicia y maldad para vuestra perdicion, asi los emplead ahora en servir 4 la justicia para vurstra santificacion. Oh penitente fervorosa! j oh eficacia de la divina inspiracion ! Té- came, Seiior, cun tal eficacia, que todas mis entrajas se estremezcan, y todas mis polencias y sentidos se ocupen en aplacarle ( Baruch, 1v, 28}, convirliéndome 4 tf diez, veces mas que me aparté de ti. Ponto tercero.— 1. El fariseo que convilé a Jests, viendo lo que pasaba, decia dentro de si: Este si fuera profeta, supiera quien y cudl sea esta mujer que le toca, porque es pecadora. Aqui se han de pon- derar dos juicios temerarios graves de este fariseo, uno contra Cris- to y otro contra la Magdalena, y ambos nacieron de que era sober- bio y presuntuoso, -El primero fue, juzgar de Cristo, que no cono- cia qué mujer era aquella, v por consiguiente que no era profela ; 6 si la conocia, que no era sanio, pues se dejaba lucar de ella y man- charse con tal locamiento; y en ambas cosas erraba, siguiendo el dictamen de los demas farisecs soberbios que decian aquello de Isaias (c. txv, 8): Apartate de mi, no te llegues 4 mi, porque eres inmundo y stcio, cuyo castigo aiade luego el Profeta , diciendo : DE LA CONVERSION DE LA MAGDALENA. 177 Que serin humo v cebo del fuego eterno, pagando su error con el humo, y su soberhia con cl fuego. ;Oh buen Jesus, profeta santo, sabio y humilde! Bien conoceis, Seftor, quién es la que os toca, y Por eso consentis que os toque, para que con este tocamiento quede santificada, sin que Vos quedeis manchado, porque no rehusais ser tocado de Jos pecadores, para que ellos queden limpios de sus pe- cados. 2. El segundo juicio temerario fue, juzgar de aquella mujer, porque habia sido pecadora, que todavia lo cra, teniendo indicios bastanles para juzgar que ya no lo era, pues asi lloraba 4 los piés de Cristo; por donde echaré de ver cuan errados son los juicios de los hombres soberbios que se abalanzan 4 juzgar temerariamente los corazones y las intenciones que estan reservadas a solo Dos, y del bien sacan mal; pues de donde habian de sacar compasion y edifi- cacion , oman motivo para despreciar al préjimo. ¥ especialmente ponderaré en este fariseo , un engafo perjudicialisimo de algunos tan pertinaces en sus prismeras aprensiones, que en marcando 4 otro por malo, nunca se quieren persuadir que es bueno, y sempre se recelan de él; y aunque vean seiales de su mudanza, no las dan crédito, de suerte que con mayor dificultad mudan ellos su propio juicio, que los olros su mala vida; y si son superiores, son ocasion de desesperacion 4 los subditos, porque no creen su penitencia, co- mo creyeron su culpa; en lo cual tambien injurian 4 la infinita bon- dad de Dios, cuya propiedad es olvidarse de los pecados en ha- ciendo el hombre penitencia de ellos, y honrar al que pecé y se en- mendo. Punto cuanto. — 1. Entendiendo Jestis los pensamientos del fari- seo, le dijo: Simon, una palabra tenyo que decirte. Respondié Simon: Maestro, di. Eo lo cual ponderaré la sabiduria de Cristo nuestro Se- for , Juez universal, el cual mirando 4 esta pecadora y 4 este fari- seo, callando ambos, les penetré sus pensamientos, ast los buenos de la penitente, como los malos y temerarios del fariseo, y entre ellos ejercité un juicio admirable, justisimo y misericordiosisimo, aprobando los unos y condenando los otros, y todo para bien de ambas personas. Porque con soberana prudencia volvié por aquella mujer para honrarla, anteponiéndola al fariseo, y reprimié la te- meridad del fariseo para curarle , dandole 4 entender que era pro- feta y que conocia quién era aquella mujer, pues la conocia los pen- samientos. Pero juntamente descubrié en esto grande humildad y modestia; porque leniendo respeto 4 que Simon le habia convida- 178 PARTE HI. MEDITACION XX¥. do y que estaba en su casa, habiéndofe de reprender, primero be pidid cortesmente licencia para decirle una palabra, y no luege en- tré condenandole, sino con una parabola le fué disponiendo, para que aprendamos de aqui la mansedumbre y modestia en corregir & los lelrados y 4 los amigos, y 4 la gentle granada, para que la cor- reccien les enlre en provecho, como tambien le sucedié 4 Natan profeta (II Reg. xu, 7), cuando por ordenacion de Dios corrigié al rey David, poniéndole delaate su pecado debajo de una parabola, y con ella le movid & verdadera penitencia. 2. La parabola del Redeator fue esta: Un aoreedor tenia dos deu- dores, ol uno le debia quinientes denarios y el otro cincuenta;-y no le- niendo de qué pagarle, perdondles la deuda. 4 Cudl de los dos te parece que de razon le ama mas? Respondté Simon: Pienso que aquel 4 quien perdoné mayor deuda, Dijole Jestis : Bien has respondido. Sobre esta parabola se ha de considerar primero en geseral el misterio que en- cierra, ponderando quién es este acreedor, quién los deudores, quiéa debe mas, quiéa menos, come no tienen de qué pagar, como se les perdeaa de gracia, y cual de los deudores ama mas al que le per- dond.-Lo primero, el acreedor es Dios, que es ofendido por nues- Uros pecados, y tiene conlra nosotros la escrilura de obligacion , qae lama el apéstol saa Pablo (Colos. 1, 14), Chirographiae decreti, quod erat contrarium nobis. Carta y obligacion fundada en el decre- to de Dias, por cl exal los pecadores quedames obligados 4 pagar la pena temporal y eterna que nuestres grandes pecades merecen. Y como es infinilamente sabio y poderoso, ni el deador le puede engafiar, ni tampoco se le puede escapar. 3. Los-deuderes somos los hombres, entre les cuales unes de— bea mas que olros, porque han hecho mas graves pecados. Unes deben cincueata, porque con sus cinco sentidos han quebrantado bos diez mandamicntos de ta ley de Dios. Otres deben quinientes, por- que los haa quebrantado mas veces, atropellando tambien ies pre- ceplos de la Iglesia y de su estado y los de la ley evangética, que es ley de perfeccion, significada por-el namero de ciento. ¥ entre estos me he yo de contar, presumiendo que debo mas de lo que pienso, porque hay muchas deudas ocaltas al deudor, pero no al acreedor, por Jas cuales dijo David (Psalm. xv, 13): Librame, Sefior, de mis pecados ocufies.—Lo tereero, estos deudores ne pue— den pagar su deuda, porque es imposible por muestras fuernas sa— Usfacer 4 Dios por nuesiras culpas, ni merecer que nos las perdose, ni que rasgue la escrilura de obligacien que tiene contra nosotros DE LA CONVERSION DE La WACDALENA. ~ 1T9 (ob, 1x, 3); la cual siempre esteviera entera, si-el mismo Dios por sa iafinita miserioondia ne se hiciera hombre, y con su pasion y muerte la rasgara y enchavara consigo en ba crez ( Coles. 11, 14), en caya virted graciosamente nos perdona las culpas por medio de la penileacia, para obligarncs 4 que je anreros con todo maestro 00~ razon, por la infinita bondad que muestra en perdonar de balde den- da tan grave 4 tan vil esclave, para prevocarle oon esto 4 que de Bueve ame y sirva 4 sa Seiior. 4. De aqui es, que qaien ha sido mayor pecador, despues que Dies de ha perdonado queda por esta parte obligado 4 amarle ras, parque ha recibido mayor beneficie en haberle esperado 4 peniten- cia, perdonadole mayores imjurias y libradole demas graves pe-~ nas, y si diene Jaz del cielo para conocer esta merced, asi bo hace, mostrindose agradecido 4 quien se la hizo, y 4 esto va eaderezado dd intento de la parabola; porque amar mucho 6 poco 4 Dies, 20 depende tanto de haber sido mayer 6 menor pecador, cuanto de te- per mayor 6 mesor conocimiento de ja muchedambre y gravedad de sus pecados. Y como les soberbios, cual era este fariseo, en su estisna deben poco 4 Dios y tienen poco conecimiento de sus culpas, pareciéndoies pequeiias, asi aman pooe 4 Dios, porque lienen por Pequeiio el benefivio de haberles perdonado ; pero les que se tienen por grandes pecadores, y tienen profundo conocimiento de la mu~- chedambre y gravedad de sus pecados , aman mucho 4 Dios ouan- do se dos perdona, perque reconocen este beneficio por. muy gran~ de. 0 Dios liberalisinee y misericordiesisime , con todo mi corazon deseo amarte, pues em lugar de castigarme porque te ofendi , quie- res pordonarme para que te ame. Reconesco ser muchos y may gra- ves mis pecados, y por elles deseo volverte muchos y muy grandes Ponto qumm.— 1. Luege consideraré como Criste nuestro Se- © fer apliod ja parabola 4 Ja mujer que se tenia por grande pecadora, y al fariseo que se tenia por justo y menos pecador, porque vuel- to & ba majer, dijo 4 Simon: 4 Ves esta mujer? Entre en ts cosa y 70 me dists agua para mis pics, para que yo siquiera me les laoase; pere cada: dos regé wo con agua, sine con dignimas ; y los limpid, 20 con fone Ua de kenzo, sino.con ses cabelies ; no me diste beso. de pac, y est deace que entro no ha cesado de besar mis pics; no wagiste oon Seo mk cabeza, ¥ ests emgid mis pies con ungiento precise. Por tanto go te digo que le son perdonados muchos. pecados, porque and mucho, y al que menos ot le perdena, menos ama ; que es decir: Esta mujer siente de 180 "PARTE IIL. MEDITACION XXv. sf que debe mucho, y asi espera de mi mayor heneficio en que la perdone. Y por eso me amé mucho, como se ha visto por las obras, y yo la he perdonado muchos pecados , porque con este amor se ha dispuesto para el perdon de ellos; pero td piensas que debes poco, y asi esperas pequeiio beneficio en que te perdone, y por consiguien- te tambien amas poco. 2. Aqui se ha de ponderar lo primero, como con el ejemplo de los grandes pecadorcs convertidos suele Dios confundir 4 los que presumen de justos, y asi nos aconseja que los miremos y conside- remos despacio, diciendo: Vides hane mulierem? 3 Ves esta mujer? aves sus lagrimas y suspiros, su humillacion y confusion, y las in- veaciones que halla para aplacar 4 Dios? 4 ves todo esto? Pues con- sidéralo bien, y confuindete de lo poco que baces, para que Dios te perdone, porque de verdad os digo, dice Cristo nuestro Seiior ( Matth. x1, 31), que muchos publicanos y pecadores han de preceder en el reino de los cielos 4 los que presumen de justos. 3. Lo segundo, ponderaré que un gran pecador con un acto fervoroso suele subir 4 mas excelente caridad y santidad, que un justo tibio con muchos actos y en muchos afios, como la Magdale— na en este caso. Y juntamente veré, cuan generoso modo de alcan- zar perdon es amar mucho 4 Dios, porque el amor dispone para el perdon de los pecados; anda con él, y con él crece y se aumenta, viéndose obligado 4 amar 4 quien le perdona. (sai, 1v, 4). 0 Re- dentor mio, confuso estoy en presencia de esta penilente tan fervo- rosa, viendo mi extremada tibieza. Lava, Seiior, las manchas de esta hija de Sion mi pobre alma, con espiritu de juicio y con espirita de ardor, dandome espfritu de justicia y fuego de caridad, para que te ame mucho, pues me has perdonado mucho. Ponto sexto.— 1. Luego dijo Jesus 4 la mujer: Perdonados te son tus pecados; y turbindose los circunslantes de esta palabra, decian den- tro de st: gQuién es este que perdona los pecados? Pero Jestis dijo se— gunda vez la mujer : Te fe te ha hecho salva, vete en paz.-En lo cual se ha de considerar la eficacia de aquella palabra: Tus pecados te son perdonados, con la cual la absolvié 4 culpa y 4 pena, y la co- municé muy copiosa gracia , regocijandose grandemente la Magda- fena en oirla. ¥ tambien nosotros hemos de regocijarnos, pues tam- bien ahora por medio de los confesores, cuando nos absuelven , nos dice la misma palabra, y lendré en nosotros el misme efecto, si lle- varemos la misma disposicion, 2. Tambien resplandece la modestia de Cristo nuesiro Seiior en DE LA CONVERSION DE LA SAMARITANA. 181 este caso; porque viendo que reparaban en que perdonaba los pe- cados, quiso atribuir este perdon, no 4 su liberalidad , sino & la fe de la pecadora, diciéndola : Tu fe te ha hecho salva; esto es, la fe vi- va que has tenido de mi divinidad y potestad , y la confianza amo- rosa que has tenido de mi misericordia, han sido causa de tu salud. 3. Finalmente, ponderaré cuan asida estaba la Magdalena 4 los piés de Cristo, pues con haber alcanzado el perdon que pretendia, no se queria apartar de alli, hasla que la dijo Cristo: Vete en paz, pues ya. estas pacificada con Dios y dentro de ti con la pleniaria in- dulgencia de tus pecados, y con la cumplida victoria de tus pasiones sensuales , porque todo esto se puede presumir que concedié la li- beralidad de este Seiior 4 la que tanto amd. Quiza por esto no la dijo como decia a otros pecadores, no quieras mas pecar, como quien conocia Ja grande firmeza que en esto tenia por la mucha gracia y amor que la habia dado. ; Oh dichosos los que se llegan con humil- dad y caridad 4 los piés de Cristo, pues tan bien*despachados se Ic- vantan de ellos! Llégate, 6 alma mia, 4 ellos con grande confianza, abrazalos con grande amor, propon seguir sus pisadas con gran fir- meza , no te aparles de ellos, hasta que te diga: Vade in pace, vete en paz. MEDITACION XXVI. DE LA CONVERSION DE LA SAMARITANA. Ponto paimgro.— 1. Caminando Cristo nuestro Seior desde Judea 4 Galilea por Samaria, fatigado del camino, sentose junto dun pozo, d hora de sexta (que es el mediodia), y entonces llegé allé una mujer sa- Maritana con un cdnlaro, gue cenia por agua. (Joan, 1v, 5). Aqui se ha de ponderar lo primero, los trabajos y cansancios de Cristo nues- tro Seior en sus caminos y peregrinaciones por el bien de las almas, caminando 4 pié y sin alivio, con soles de mediodia, y jornadas largas. 0 Pastor soberano, jcuan caro te cuesta busear las ovejas per- didas , trabajando por una como por muchas! | Qué de veces suda- bas en los caminos, forzandote el cansancio del cuerpo 4 sentarte, para tomar algun alivio! gracias te doy, Sefior, por estas fatigas, y me compadezco de ellas, porque son prenuncios de otras mayores, pues de aqui & poco tiempo no hallaras otro descanso al mediodia, que la dura cama de Ja cruz. 2. Lo segundo, ponderaré la caridad de este Sefior, porque no ~se sentd junto al pozo, tanto para descanso de su cuerpo, cuanto para 182 PARTE Ul. ME@ITAGOW KKVL cazar una alma que tenia para si escogida , , porgue funca perdia oca- sion de hacer bien & las almas. @ Sabiduria encaraada , | cudn ame- Tosa y admirable es la providencia con que Sales al coméine 4 los qae yerran! Los que no te buscan te Kalan; y 4 jos que no pregentan por ti, dices, aqui estoy. (Jsai. uxv, 1). Sila Magdalena te fué & buscar, ta se lo inspiraste , y la lrajiste; y si la Samaritana te halla, es porque td la fuiste @ buscar. Inspirame, Seiier, 4 que te busque, y bascame ti para que te halle. 3. De aqui subiré & ponderar, cuan maravitiesos son fos secre- tes de Dios-en la conversion de kas almas, poniendo las ocasiones para esto, cuande meuos piensan. Era esta mujer pecadora y car- nal; Ja cual con haber tenido cinco maridos 6 varenes, ahora eslaba ‘amancebada con otro, ¥ aua san Criséstomo y otros doctores dicen ( Chrysost. in Psalm. xint; Mald. hic),-que todas cinco veces estuvo amancebada , y que los cinco varenes no fueron legitimos. Siendo, pues, tal esta mujer, v viniendo por agua, bien descuidada de sa salvacion, alli topé 4 Cristo que le hizo extraardinaries favores , cow admirable eficacia y suavidad , acomodéndose 4 la calidad y condi- cion de la persona con quien trataba, como luego se vera. Ponto secunpo.— 1. En Ilegando la Samaritena al pozo, dijoia Jestis : Mujer, dame de beber ; respondio ella: g Como ti siendo hebreome pides de beber, pues los judios no tienen comunicacion con los samarita— nos? Respondiola Jesus : Si conocieses el don de Dios, y quien es el que te dice, dame de beber, tu quizds se lo pedirias, y él te daria una agua viva. — De la cortedad del hombre con Dos , y de ta wberalidad de Dios con el hombre. — En este primer coloquio se representa muy al vivo, qaién es el hombre para con Dios, y quién es Dios para conel tom— bre, que son des puntos de grande provecho para el espiritu.- Lo primero, consideraré como Cristo snestro Seaor, aunque tenia sed corporal, porque llego alli faligado del camino, y al mediedia; pero mucha mayor sed espiritual tenia de la salvacion de aquella alma, como cuando dijo en Ja cruz: sed tengo; y como el que tiene sed, con mucho gusto bebe el agua, y Ja entra dentro de si, asi Cristo nuestro Seior con grandisimo gusto bebe y recibe las almas, y las entra dentro de sus entradas incorporandolas consigo-con el amor, y con este deseo las dice : Da miki babere; dame de beber, © dukisimo Testis, j quién te pudiera dar innumerables almas con que hartases ta. sed! Ves aqui la mia, recibela é incorpérata contigo, de modo que nunca de Ui se aparte. DE LA CONVERSION DE-LA BAMARITANA. 183 2. Lo segunde, ponderaré como ta Samarilana nogé & Crislo el agua, y aun le reprendié perque se la pedia y hablaba con ella; en lo cual se representa la cortedad,, escaseza y villania de los hombres con Dios, negandole le que les pide, ora se 40 pida per secrela ins— piracion , ora por su saata ley, 6 por los seperiores , 6 por les pobres que les piden #mosna, y nunca les fata excusas y achaques para no darselo; y.& veces disimuladameate le repreaden , quejandose de que les pide cosas graves y machas, y aun tienen por pesade el mis- mo hablar y tratar con Dios. Y todo cslo precede , de que no.cono— cea come la Samaritana, quién es este gran Dios que se lo pide, ai tienen de 41 1a estima: que fuera razon, por lener la fe muy amor- tecida, 3. Luego ponderaré la respuesta de Cristo auestro Sefior, en que descubre su infraita carided y liberalidad paracon el hombre; por- que en jugar de vengarse de nosotros, como queria hacerlo David de Nabal (1 Reg. xxv, 22), porque le negé jo que le-pedia: de nae- ¥O nos convida 4 que de pidamos-los bienes que nos fallan, y desea que conozcamos quién es Dios, y cuia grandes son sus dones, para. que ltengamos gana de pedirselos. Y por esto dijo 4 Ja Samaritana: iOhb:si conocieses el den de Dios, que enes prescale, que es su Hijo wnigénito, dado al mundo graciosamente para corsunicarle el dow del Espiritu Santo, y tes otros dones de su gracia; y si conocieses la ocasion que te ofrece ahora de tu salvacion , y quién es este que te pide de beber, ia quiza se to pedirias 4 él, y es tan liberal, que no te lo negaria como ta me lo niegas ; antes te daria un agua no mucr~ la, sino viva, de la cual depende tu misma vida! . 4. VY aun mas adelaate pasa sa inéaita liberalidad , porque mues- la mayor deseo de darnos sus dones, que los hombres de pedirse- kes , ann despues de conocides, porque en Jo primero n0 pone du- da, y en Jo segundo la pone, diciendo : Si conocieses quién es el que fe pide de beber, @ farsitan, ui quizd se lo pedirias; porqoe come eres libre, puede ser que no desees el bien espiritual que co- seces, por no dejar otra que mas amas; pero si me je pides come coavienc, sin duda te le daré: Dedésset tibi, porque 4 todos he 4i- cho (Maik. vii, 7; Vid. D. Thom. in illed Jacobi 1: Qui dat omni- bas affiueater): Pedid y recibinéis. Por to cual dijo san Agustin : humana pigritia : plus parates est Dexs dare, quam nos acci— pene: avergiiéncese fa humana pereza , porque este Dios mas apare- Jado & dar que nosotras 4 recibir. 0 Salvador esio, esctarece mi al- - ma para que conozca el don de Dios, y muéveme con eficacia para isi PABTE III. MEDITACION XXVI. que le pida , de modo que le alcance. Y luego te diré ( Cané. 11, 16): Dilectus meus mihs, et ego illi: cual es mi Amado para mi, tal tengo de ser yo para con él: daréle cuanto me pidiere, como él me da cuanto le pido ; desearé que me pida algo para darselo, como él de- sea que le pida mucho para darmelo. Et es para mi don, pues se me da todo de gracia; yo seré para él don, dandome todo 4 él, no por interese , sino solo por servirle por todos los siglos. Amen. Ponto tencero.— 1. Dijole la mujer : Sehor, no tienes con que sa- car agua, y el poso esta hondo, ¢ de donde tienes agua viva? Respondidle Jestis: Cualquiera que bebe de esta aqua, tendrd sed otra vez ; mas quien bebiere del agua que yo le dare, se hard en él una fuente de agua, que salte hasta la vida eterna. Kin este dicho de la Samaritana se repre~ senta primeramente la propiedad del hon:bre animal y carnal, de quien dice san Pablo (I Cor. 11, 14), que no percibe las cosas de Dios, ni entiende mas de lo que conoce por los sentidos del cuerpo, ai piensa que hay-otra agua viva mas de la que mana de las fuen—_ tes que ve al ojo. Pero la condicion de Cristo nuestro Sefior es en- sefiarnos 4 levantar el espiritu de las cosas visibles 4 las invisibles, de las lemporales 4 las elernas, y de las criaturas al Criador, ponde- rando como en el Criador y en los bienes celestiales estan con muy mayor ventaja las perfecciones que hay en las crialuras y en los bie~ nes terrenos, sin las faltas é imperfecciones que hay en ellos; y asf del agua, y del pozo, y de la fuente visible nos ensefia 4 discurrir & lo invisible, Y por este ejemplo aprenderémos el modo de meditar en la oracion imental cerca de estas cosas. - : 2. Propiedades de (a divina gracia.— Cinco propiedades maravi- Mosas pone Cristo nuestro Seior del agua viva de su gracia, contra~ poniéndo'a esta agua corporal ; las cuales hemos de ponderar para. - conocerla, desearla y pretenderla muy de corazon. -La primera pro- piedad es, que quita la sed para siempre; en lo cual se diferencia del agua corporal, la cual quita la sed por poco tiempo, porque es corruptible , y luego se consume; pero el agua viva, cuanto es de su parte es incorruptible, y dura en el alma perpétuamente, si no es que ella de su voluntad por el pecado mortal quiera vomitarla. -La se- ganda propiedad es, que de tal manera harta el alina, que quita la sed generalmente de las demés aguas y bienes de la tierra; al modo que dijo Cristo nuestro Seftor ( Joan. v1, 35): El que cree en mi, no tendra mas sed; esto es, no tendra sed ni apetito de cosa criada contraria 4 mi, porque conmigo estaré harto y satisfecho. En lo cual se diferencia de los bienes terrenos, los cuales hartan poco, por poco DE LA CONVERSION DE LA SAMARITANA. 185 tiempo, y luego enfadan, porque son viles, y se acaban presto. Mas los bienes celestiales hartan para siempre y sin fastidio, porque son preciosos, y tan sabrosos, que ponen hastio de los terrenos. 3. La tercera propiedad es, que el agua viva es como fuente que siempre mana, porque dentro del alma esta el Espiritu Santo, fuente de las gracias, de la cual, como dice Cristo nuestro Seftor ( Joan. vu, 38), salen rios de agua viva, con abundancia de grandes dones ce- lestiales. ¥ la misma gracia esta siempre con esta inclinacion de cre- cer y aumentarse , y por esto se dice de ella ( Eccli, xx1v , 29): Los que me beben tendrén sed, que es decir : Aunque no tendran sed de las cosas lerrenas, tendran sed de crecer en el bien que con tanto gusto tienen. - La cuarta propiedad es , que dentro del alma sale esta agua viva bullendo y saltando con fmpetu hacia el cielo; esto es , que inclina 4 Jas cosas celestiales con grande alegria, presteza y pronti- lud, porque ni consiente ser detenida en las cosas terrenas, ni sufre dilaciones y tardanzas, ni admite repugnancias 6 lédios, ni se quiere estrechar dentro del corazon humano, sino con impetu le hace salir de si, para que se levante sobre si mismo, y se junte con el princi- pio y manantial de donde ella procede , que es Dius.—La quinta pro- piedad es, que salta hasta la vida eterna, porque, como dice san Pablo ( Bphes. 1, 14; I Cor. x1, 8), es prendas y arras de la he- rencia celestial que esperamos, y permancce con ella para siempre: en lo cual, no solamente se diferencia de los bienes corporales sino tambien de algunos espirituales, que se acaban con la vida corporab en entrando en la vida elerna, como es la virtud de la fe y dela es~ peranza, y otras grac‘as gratis datas. : 4. De estas consideraciones he de sacar una grande estima de este don de Dios y grandes ansias de procurarle , acudiendo con gran goz0 & las fuentes del Salvador ( Jsut, x11, 3) , que son los Sacramen- tos, de donde se saca esta agua y el aumento de ella, ponderando como Ja Samarilana en oyendo estas grandezas, dijo 4 Cristo: Se- ior, dame esta agua, para que no venya mas d este pozo. En las cua- les palabras descubrié que daba algun paso en su conversion, con ~ tener deseo de esta agua viva, pidiéndola con reverencia al Seftor que se la ofrecia. Pero todavia estaba carnal y grosera, porque la Pedia por un fin ratero; esto es, por no padecer sed, y por excusar el trabajo de ir cada dia al pozo por agua. En fo cual se representa a imperfeccion de algunos fieles que desean los bienes espirituales, Ro tanto por su belleza , cuanto por algunos provechos temporales que pretenden con ellos, como es alguna honra 6 interese, 6 por 186 PARTE Hi. MEDITACION XX¥I- labrarse de melancelias y tristezas, come los que desean eonsuelas seneibles de Dios, con afecto de amor prepio, por sealir menos pe- sadumbre en fas malestias de esta vida ; pero los que. desean ser per~ fectos, han de pretender y pedir esta agua viva por bes bienes que bay en ela, cuales sen los que estan dichos , diciendo con afecto.fex- vorose: Domine, da miki hanc oquam , uf noa.sitiam iterum. © Sefior "de cielos y tierra, dame esla agua viva, para que nunea tenga sed de olra cosa, ni me oeupe con ansia en bescay el agua de los bienes cexporales y corruptibles, pues me bastan hos espirituales y elernos. O dulce Jesus, fuente de agua viva, pon dentre de mi alme esta di- yina fuente, de mode que siempre bulla, ereaca y salte basta la vi- da eterna, Amen. : Punto coanto.— 4. Lo cuarte, ponderaré la maravillesa destreza con qae Cristo nucsiro Seiior fué disponiende 4 la Samaritana , para que quilase lo que la estorbaba recibir el agua viva de la gracia; Porque viendo su deseo, la dijo: Liema d tumarido. Respondio: Que no le tenia. Dijola Jesis: Bien dijiste, porque ciwo varones has tendo, y eb que ahora lienes no es tuyo. Verdad has dicho. Ex lo-cual se ba de presuponer, que esta niujer es figura de las almas que esian aman— eebadas con las criatusas por medio de sus cinco sentidos y apeti- los, concediéndoles tedos los deleites que desean desenfrenadamer- te. De donde resulta que no estan por eptonces capaces para recibir el agua viva de la gracia y el don deb Espiritu Samto; ebcual no pue- de morar en cuerpo sajeto 4 pecades, especialmente carnales; los euales, como dice san Pablo (I Cor. vi, 19), profanan eb templo ded Espiritu Santo, y con la union abominable de la carne con la forni- earia, destruyen la union preciosa del alma cqn el espiritu de Dios. Por lo cual dijo el mismo Apéstot (I Cor. vt, 17): Huid de la ferni- cacion y de todo lo que es ocasiun de ella, para juntar vuestras al- mas con amor: Uni viro Christo, 4 un solo varon, que es Cristo. Pre- supuesto esto, ponderaré como Cristo nuestro Sehor para sanar de Faiz & esta mujer, abrid la postema del pecado que tenia encubierto, reprendiéndola, no con palabras dsperas, sino con espirita de blan— dura, diciendo: Con haber tenido cinco varones, tienes ahoraotro, que ‘no es tuyo. Como quien dice : Razon fucra poner freno al apelito in— saciable de tus deleites, y apartarte ya de ellos. 2. Luego ponderaré caan bien Hevé la Samarilana esta repren- sion, porque no negé la verdad, ni se indigné, ni dijo palabras in- Jpriosas conta Cristo porque la afrentaba; antes le venerd, Haman- dole Seer, y creyendo que era profeta , pues sabia cosas tan secre— DE LA CONVERSION DE La SAMARITANA. 187 las; y asi le dijo : Senor, veo qus eves profela ; que fue decirie: Verdad es coanhe dices. ¥ con esta hamilde confesion de sus culpas did pria- cipio & su comvession ; posque cerca esti de ser corado quien Neva . bien eb ser reprendidea. Y por esto dijo el Eclesiastico (¢. xx, 4): jOh cuan buenees que el reprendido muesire asrepentimiento ! por- que con esto echara de si el peeado volunizrio. 3. Luego dié otra segunda sefial de se arrepentimiento, y de la fe y estima que habia cobrade de Cristo nuestro Seiior, quericndo ser industriada de é] en la materia de fe y seligion de que estaha dudosa , y asi le dijo: Nuestros padres adorarom d Dios en este mon- is, vosolros decis que se ha de adorar en Jerusalen ; que fue decirle : Sefior, pues eres profeta, sacame de la dada en que estoy, y ensé- fiame en qué lugar he de adorax 4 Dios, y ofrecerle sacrificios , para aplacarle y agradarte. Por donde se ve , que ch primer cuidado del verdadero penitente ha de ser, saber lo que perienece @ la verda- dera fe y culo de Dies, pues sin esta fe es impesible agradarle. ( Hebr. x1, 6). Respondidle Jesus: Mujer, creme que vendrd hora, ni en este monle, ni en Jerusalen adorarcis al Padre, y ya ea He gada la hora cuando los verdaderos adoradores te adovarda en espivite yen verdad, porque el Padre busca queen le adore de esta manera. Dies es esptritu, y lus que le adoran, em eapiritu y verdad le kan de adorer. Que fue decirla: Ya no es pecesaria esla. tu pregunta cuanto al lu- gar de adorar 4 Dias, con los sacrificsos y ceremonias con que hasta ahora ha sido adorado, porque todos han de cesar, y Dios ha de ser adorado con e! espirita y verdad que estaba cncubicrto en esas som- was y figuras exteriores. De ta aderacion en espivitu y ew verdad. —Pero penderando mas clointe de estas palabras, en ellas nos erseha Cristo nuestro Seitor el moda como quiere ser adorado de les fieles en la ley evan- gélica, especialmente con ta adoracion que cada uno hace 4 Dios.& sas solas.-Lo primero, esta adaracion se puede hacer en todo la- gar, porque aunque hay templos diputados para el sacrificio de la mnisa; pero en cualquier lugar y rineon puedo adorar 4 Dios, por- gue esta en todo. lugar. ¥ por esto dijo san Pablo (1 Tim. a, 8}: Qeieso que los varones oren en todo lugar, tevantando sus manes Paras & Dios. -Demas de esto, esta adoracion se ha de hacer dentro de nuestro espirita , que es templo espiritual de Dios, y retrete di- Pelado para oracies, en el cual nos manda Cristo entrar ( Matth. vi, 6) para orar en be escendido & nuestro Padre celestial, que esta alli, ¥ aos ve como te adcramos. Lo tercevo, esta adoracion ha de ser en * 188 PARTE HI, MEDITACTON XXVI. espfritu y en verdad, porque ba de proceder de la inspiracion y mo- cion del Espiritu Santo y de la verdad, que es Cristo, y seguir sa . direccion y dictamen, conformando nuestros sentimientos con la ver- dad de la fe, y nuestra vida con la del Salvador, y las obras exte- riores con las interiores, sin fingimiento ni doblez alguno; porque como Dios es espiritu , y es la misma verdad , busca adoradores se- mejantes, que sean espirituales y verdaderos como él lo es, 3. Y por consiguiente, no he de contenlarme con solo el culto exterior, porque es cuerpo sin espfritu y sombra sin verdad, sino principalmente he de procurar los actos interiores de las virtudes que Je dan vida, como son, fe de las grandezas de Dios, con humildad y reconocimiento de mis bajezas ; esperanza de las divinas promesas, con oracion y peticion de ellas; amor de Dios con obediencia y su- jecion 4 su santa voluntad, y con actos de devocion , alabanza y ac- cion de gracias. De este odo es Dios adorado como desea: Yam, et Pater tales quaerit, qui adorent eum: porque el Padre celestial busca lales personas que asi le adoren. 0 Padre de misericordias, pues en tu mano esta hallar lo que buscas y hacer lo que deseas, haz que muchos te adoren con el espiritu y verdad con que quieres ser adorado. Y pues me has hecho tan dichoso que viva en la ley de gracia, concédeme que te adore, no en un lugar solo, sino en todo lugar; no con solo el cuerpo, sino con el espiritu ; no con aparien- cias, sino con verdad, siguiéndote 4 ti, que eres camino, verdad y vida, 4 quien sea bonra y gloria por todos los siglos. Amen. Punto quinto. — 1. Lo quinto, se ha de considerar la maravillosa conversion y mudanza de la Samarilana; la cual como ruda en las cosas de Dios, no alcanzé la alteza de la doctrina de Cristo; y asf le dijo : Sé que ha de venir el Mesias ; cuando venga nos ensehard todas es- tas cosas. Respondidla Jesis : Yo soy el que hablo contigo. En las cuales palabras se ha de ponderar primeramente la infinila caridad de Cristo nuestro Sefior, el cual quiso descubrir tan claramente una ver- dad tan alta y tan importante 4 una mujer tan pecadora, aunque sencilla (Joan. 1v, 26), habiéndola encubierto 4 los escribas y fari- * seos, 6 declaradosela no mas que por rodeos y parabolas en casligo de su soberbia. Pero no menos resplandece su amorosa omnipoten— cia en las maravillas que obré en esta mujer, en virlud de esta pa— labra: Yo soy el que hablo contigo.-Con la cual, lo primero, ilustré su entendimiento con verdadera fe, para que conociese quin era el que hablaba conella, y le creyese por Mesias; y juntamente le ha— bié al corazon, enterneciéndosele para abortecer la vida pasada. - DE LA CONVERSION DE LA SAMARITANA. 189 Tras esto la did el agua viva de la gracia que le habia pedido, cum- pliendo la palabra que la did, cuando dijo : Si me fa pidieses, yo te la daria. , , . 2. Lo tercero, lendla de tanto gozo interior, que se olvidé del agua corporal por que habia venido, y dejado el cntaro en el pozo, sé volvié con presteza 4 la ciudad & dar noticia de Criste nuestro Se- flor 4 sus ciudadanos, para que viniesén 4 gozar de lo que ella ha- bia gozado. En lo cual se ve el fervor del alma tocada de Dios, que deja todas las cosas que tiene por estar libre y suelta para las cosas de su servicio, como lo hicieron los Apédstoles, (Matth. iv, 20).-Lo cuarto, didla una perfecta humildad, por la cual no se desdefié de infamarse 4 si misma, en razon de honrar 4 Cristo, publicando que _ le habia descubierto los secretos de su mala vida, para que le tu- viesen por profeta , dandonos ejemplo de predicar 4 Cristo, como dice san Pablo (II Cor. vi, 8), con infamia 6 buena fama.-Lo quinto, didla grande prudencia, y el agua viva de la sabiduria en el modo de predicar 4 Cristo, porque no entré diciendo, creedme, he visto un profeta, sin duda es el Mesias; sino conociendo su flaqueza mu- jeril , y que ella por si no merecia ser creida, les decia: Venite, ef videte: venid, y vedle. Y aunque dijo, ved si por ventura es Cristo, no fue dudando, sino deseando con modestia que viniesen ellos 4 verlo y probarlo, confiada que Cristo les ensefiatia, como enseiié 4 ella . 3. Finalmente, la comunicé tanto fervor y espfritu en su pala~ bra, que muchos salieron de la ciudad para ver Cristo nuestro Se- flor, y por su causa creyeron en él. | Oh riquezas de la divina gra~ cia! {oh mudanza de la diestra del muy Alto! (Psalm. rxxiv, 11). &Quién otro que ti, Dios mio, pudiera tan presto trocar él corazon de esta mujer, y obrar en ella, y por ella tantas maravillas? Corrido estoy de mi tibieza, cuando veo el fervor de esta gran pecadora. Tlastrame, Sefior, enciéndeme y mudame como 4 esta Samaritana, para que te sirva, y predique tus grandezas , de modo que sea digno instrumento de tu gloria. Amen. Punto sexto.— 1. Lo sexto , se ha de considerar lo que sucedié 4 los discipulos con Cristo nuestro Sefior en esle caso; porque como se habian quedado 4 comprar de comer, en Ilegando se admiraron de verle hablar con tal mujer, pareciéndoles grande humildad de su Maestro trabar platicas con ella, presuponiendo que hablaria como lo tenia de costumbre de cosas celestiales. Pero yo, Redentor mio, aunque me admiro de ver yuestra humildad , tambien alabo vuestra 13 TOMO 11, i909 - PARTE il, MEDITACION XXVI. caridad, pues con tanto cuidado bascais una oveja perdida , aunque sea la mas vil de vuestro ganado, conversando con ella familiarmente para sacarla de su mal.estado. Ayudadme , Seiior, con vuestra gra- cia, para que yo lambien me aplique 4 ganar para Vos, asf al pe- queiio como al grande , pues no menos. deseais la salud del uno que del otro. Tambien se admiraron de verle hablar 4 solas com una mu-— jer, por ser cosa rara en Cristo; pero nole dijeron nada, porque ve- neraban todo lo que su Maestro hacia, sin jozgar mal de cosa que hiciese. De donde sacaraa los superiores aviso para tener recato en semejantes platicas , sino es en caso raro de urgente necesidad ; y los subditos tomaran ejemplo para no juzgar temerariamente ni sospe—_ char mal de los dichos y heches de sus mayores, 4 les cuales deben venerar como Santos, acordandose de aquello del salmo civ: No que- rais tocar 4 mis crislos, ni usar de la malignidad con mis profetas. 2. Luego dijeron los Apéstoles 4 Cristo : Maestro, come. Respon- didles: Yo tengo otro manjar que comer, que eosotros no sabeis. Mi manjar es, hacer la coluntad del que me envid, y perfeccionar su obra. En las cuales palabras descubrié la grande estima que tenia de ha cer la voluntad de su Padre, que era la conversion de las almas ; pues estando cansade y hambriento , Bi quiere comer ni gusta de ello; antes dice, que su manjar es hacer esta vohunlad , y Do como quiera, sino con grande perfeccion y.entereza; y aunque le habia de costar hiel y vinagre , todo le parecié dulce, por ser voluntad del que tanto amaba. © dulce Jests, concédeme que tenga por comida cumplir tu volentad y no la mia, haeiendo con perfeccion laobra que me mandas, y comiendo con tanta hambre este manjar del alma, que me haga olvidar el manjar def cuerpo. De aqui tambien sacaré un santo temor, no me diga Cristo nuestro Sefer: Yo como ux man— jar que bi xo sabes. Esto es , un manjar que ti no le coacces, ni le apruebes, ni gustas de él, y por eso no le comes como yo le co- io; porque si soy desobediente 4 la ley de Dios, y 4 sus inspira— ciones, y 4 los mandatos de mis superiores, no conozco el manjar que come Cristo. Y por consiguiente no viviré vida de Cristo, por~ que ninguno puede estar unido con Cristo, si no es comiendo este manjar que él come. 4%. Ullimamente, ponderaré como 4 esta sazon Negaron los sa— maritanos 4 Cristo nuestro Sefior, el cual los recibié con grande amor, y les predicé el reino de Dios, y 4 su intancia se detuvo con ellos dos dias, y se dié un grande hartazgo de esta comida espiritual, porque creyeron muchos en ¢] con tanta certeza, que conveacidos de sus di~ DE LA MUJER ADULTERA. 191 vinas razones, sin haber visto sas milagros, decian 4 la mujer: Ya no ereemos solamente por lo que ti has dicho,, sino porque ipsi scieus : quia hic est vere Salvator mundi, Sabemos que este es verdaderamente el Salvador det mando, no de solos judies sine tambien de gentiles, y de elo tenemos muy bastantes testimonios. 0 Maestro del cielo, que por medio de tu Iglesia, figurada por esta fervorosa Samarita~ ga, nos das nelicia de quién eres, danosla tambien tu por ti mismo dentro de nuestros corazones. Eat con nosotros dos dias enteros, enseidndones biea los dos preceptos del amor, para que guardan- dolos con entereza, eguemos 4 ver con claridad que th eres nues- tro Dios y Salvador, 4 quien sea honra y gleria por todos los siglos. Amen, MEDITACION XXVII. DE LA MUJER ADULTERA, A QUIEN CRISTO NUESTRO SENOR LIBRO DE SUS ACUSADORES Y PERDONO SUS PECADOS. Punto prweno.— 1. Estande Jess preticando é «mucha gente en 4 templo, los escribas y fariseos le trajeron una mujer adultera, dicien- dole: Maestro, esta mujer ahora se ha cogido en adulterio. Moises nos mandé en la ley, que la apedredsemos ; i, jqué dices? Esto decian, tenténdole para acusarle, (Joan. vin, 3). Aqui ponderaréJo primero, fa mansedumbre de Cristo nuestro Sefior en conversar con bos peca- dores, y su gran misericordia en perdonarlos ; pues sus mismos ene- migos , instigados del demonie, quisieron hacer de ella lazo para ten- tarle en este caso, haciéndole juez de esta mujer adultera, parecién- doles que con su misericordia la perdonaria, atropellando la ley de Moisés, 6 corrigiéndola, 6 mudandola: y asi tendrian ocasion de acusarle de contrario 4 Moisés y 4 su ley; 6 si Ja condenaba, publi- ¢arian que no era tan misericordieso como parecia. De donde sacaré goz0 de tener tan manso y misericordiaso Salvador y Maestro, di- eéndole: Gézome, Salvader mio, de vuestra gran mansedumbre y misericordia , y deseo hacer de etla un lazo, né para tentaros como © Jos fariseos , sino para traeros 4 mi corazon , para que os compadez- cais de mi, y perdoneis mis muchos y graves pecados. 2. Lo segundo, se ha de ponderar fa astucia de Satanés y de sas ministros en tentar 4 los justos, armandoles e] lazo en Ja virtud de que mas se precian, para que dén en ef vicio contrario por ex- eso, atropellando la ley de Dios con capa de aquella virtud. Al muy snisericordioso inclinan 4 que con color de misericordia rompa las 13* 192 PARTE II. MEDITACION XXVII. leyes de justicia; al muy celoso tientan , para que con color de celo dé en venganza contra las leyes de mansedumbre; y asi es necesario saber hermanar y junlar todas las virtudes para que las ejercitemos sin que reciban dajio unas de otras, 4 imitacion de Cristo nues- tro Sefior, de quien dice David (Psalm. x.iv, 5): Por tu verdad, y mansedumbre , y justicia te guiaré maravillosamente tu mano derecha. Y en otra parte dice (Psalm. uxxx1v, 11): Que la miseri- cordia y la verdad se abrazaron, y la justicia y paz se dieron beso. © Maestro sapientisimo, enséhame 4 encadenar las virtudes con tal destreza, que cumpliendo perfectamente con la una, no falte en la perfeccion que pide la otra. Entrame en la bodega de tus vinos (Cant. 1, 4), ordenando en mf la caridad, para que de tal manera beba los afectos de una virlud, que no me trastornen el juicio en perjuicio de los otros. Ponto secunpo.— 1. Inclindndose Jesus escribia con el dedo en la tierra. Aqui se han de ponderar las causas de este hecho, y los mis- lerios de esta escritura.-Lo primero, abajése Cristo nuestro Se- ior 4 escribir en la tierra como hombre pensalivo, para significar que no hacia caso de aquella pregunta, porque no le tocaba enton- ces ser juez de tales causas en juicio exterior, ni se queria meter en ellas, como al otro mancebo que le pedia dijese 4 su hermano que partiese con é] la herencia, Je respondié (Luc. xu, 14): Hombre, gquién me ha hecho juez entre vosolros? Para darnos 4 entender lo que despues dijo san Pablo (II Tim. 1, 4), que ninguno de los que estan dedicados al servicio de Dios, se ha de implicar y enredar en ne- gocios seglares que no le tocan por sw oficio. "9. Lo segundo, como Cristo nuestro Seiior vié la furia con que venian y querian condenar luego al punto aquella pobre mujer, pu- sose despacio 4 escribir en la tierra, para que entendiesen, que en negocios graves, en que va la honra y vida del projimo, nose ha de proceder con priesa y precipitacion, sino con sosiego y madureza, pensando sobre ello, escribiendo y leyendo, y entendiendo lo que pasa, porque los hombres facilmente se engaiian en juzgar del he- cho de sus préjimos; pues por esto dijo Cristo nuestro Sefior 4 Abra- han (Genes. xvi, 20): El clamor de los sodomitas ha subido 4 mis oidos; quiero bajar y ver con mis ojos si es asi. Y de este aviso mo - aprovecharé para no juzgar temerariamente cosa alguna, aunque me djgan otros que es cierta, hasta enterarme bien en la verdad de ella. 4. Lo tercero, escribi6 con el dedo en Ia tierra, para traerles & fa memoria come ¢l era el misme Dios que con sy dedo escribié la DE LA MUJER ADULTERA. 193 ley de Moisés en las tablas de piedra, y asi, que sabia y conocia bien 4 todos los que la quebrantaban con pertinacia, y los habia de escribir, como dice Jeremias (c. xvi, 18), en la tierra y no en el cielo, porque se apartaron de Dios y dejaron la vena de las aguas vivas de su gracia. Y por consiguiente los escribiria 4 ellos en la Uerra, pues acusando 4 la mujer quebrantadora de la ley, ellos la quebrantaban en el modo de acusaria, y en la intencion perversa que twaian de acusarla. O Juez justisimo, que escudritas los corazones de los hombres, escribe en el mio con el dedo tu santa ley (Lue. x, 20), de modo que la cumpla enteramente, porque no venga 4 ser eerie como los condenados en la tierra, sino como los escogidos en cielo. 4. Ultimamente puedo discurrir, no en lo que Cristo nuestro Se- ior escribié, pues no se puede saber, ni el Evangelista lo quiso de- cir, sino en lo que se puede creer que escribia 4 propésito de aquel caso, como es lo que dijo el hipécrita (Matth. mn, 3; D. Ambr. ep. 76; D. Hier. \. UI contra Pelag. ): Ves la paja en el ojo de tu hermano, y no ves la viga en el tuyo. O escribia los pecados de aquellos acusado- tes, por los cuales merecian estar eseritos en latierra. Pero ellos es- laban tan ciegos con su pasion, y tan embebidos en acusar 4 la mu- jer, por ‘salir con su intento, que no advertian en la escritura , por- que si advirtieran, quiz4 temblaran como el rey Baltasar (Dan. v, 5) cuando vid los dedos que escribian en la pared la sentencia de su condenacion. © Maestro del cielo, esclarece los ojos de mi alma, para que vea las vigas de mis pecados, sin. melerme temerariamente en los ajenos, y viva mi espiritu para que atienda 4 las amarguras y amenazas que escribes contra mi en esta vida (Job, xim, 26), de mo-_ do que me enmiende y alcance la vida eterna. Amen. Ponto tenceno.— 1. Perseverando los escribas y fariseos en su pregunta, levantése Jesus, y dijoles > El que de vosotros esta sin peca- do, ese primero le arroje la piedra. Y luego se tornd d bajar y escribir la tierra; pero ellos uno duno se fueron, comenzando los mas ancia- nos. Aqui se ha de considerar lo primero, la prudencia y entereza de Cristo nuestro Seiior en esta respuesta ; porque sin ir contra la ley, ni condenar & la mujer, confundié 4 los acusadores, y esto con gran rectitud ; lo cual significa haberse levantado y puesto derecho cuando pronuncié esta sentencia. Lo mismo le sucedié cuando le Preguntaron ( Matth. x11, 21) , si era licito dar el tributo al César, y respondié » Dad 4 César lo que es de César, y 4 Dios lo que es de Dios. De donde sacaré afectos de gozo por la celestial prudencia de 194 PARTE ILI, MEDITACION XXVII. ‘ Cristo nuestro Sefior, pidiéndole me conceda aquella parte de esta virtud, que llaman solercia, para defenderme de las astucias de Sa- tanas y de las calumnias de los hombres. . %. Lo segundo, ponderaré como Cristo nuestro Seftor con esta sentencia revolvié las memorias de aquellos acusadores, para que se acordasen de sus pecados que tenian olvidados y echades atr&s, para que viendo sus propios pecados y la acusacion de su propia conciencia, cesasen de acusar 4 la pobre mujer; pues de razon, quien ha de acusar y condenar 4 otro, no debia tener las mismas cul pas de que le acusa, U otras mayores; y tambien para que todos aprendan 4 compadecerse de los pecadores, pues tambien son pe~ cadores como ellos; y yo puedo caer en el mismo pecado' en que cayé mi prdjimo, y no es justo que yo tire contra ¢l piedras de mur— muraciones, calumnias 6 afrentas, como no querria que otro las ti- rase contra mi. : 3. Lo tercero, ponderaré como Cristo nuestro Seiior se inclind segunda vez 4 escribir en la tierra, para darles lagar de que hi- ciesen lo que habian de hacer, dejéndoles en las manos de su con- ciencia, para que ella aplicase ka sentencia. Pera Jos desventurados, aunque conocieron sus culpas y se confundieron por ellas, no qui- sieron confesarlas delante de Cristo nuestro Seiior, pidiéndole per- don de ellas, sino de corridos se fueron de su presencia, para qee se vea cudn terrible es el tormento de la propia conciencia y cuanto temor tiene de estar delante del supremo Juez ; en lo cual se ve la diferencia entre varios pecadores ; porque unos muy obstinados en su pecado, aunque le conocen y se confunden, ao le confiesan, sino huyen de Dios, y quiérense esconder de él, como 4 hizo Adan en pecando ; pero otros, tocados de la divina inspiracion, antes van & Dios 4 pedirle perdon, como el publicano. 0 Padre misericordiosi- simo y Juez justo, aunque conozco mis culpas no quiero huir de ta presencia, como huyeron estos hijos del Adan terreno, imitando 4 su propio padre ; antes, Seiior, porque soy pecador, vengo 4 tu pre- sencia como enfermo al médico, confesando con vergaenza mis cal- pas, para que me concedas entero perdon de ellas. 4. Lo cuarto, ponderaré como estos desventurados fariseos, aun- que habian venido de mancomun unidos contra Cristo, no se fae- Ton juntes sino umo 4 uno ; primero uno y luego otro, porque cada uso se confandié tanto de sus pecados, que sin hacer caso del otro le dejé y se fué, y comenzaron Jos mas ancianos; porque como eran mayores pecadores, asi cayé en ellos mas presto la maldad y la con- BE LA WUIER ADOLTERA. 195 fasion para irse de alli. De donde sacaré cuan grande ser4 la con- fasion que tendré en !a hora de la muerte y del juicio; y cuan poca parte seran para ayudarme'y consolarme los que tuve por compa~ paiieros de mi maldad. ¥ con esta consideracion atenderé al negocio de mi salvacion, apartandome de cualquier mala compaila, por jun- tarme con Cristo nuestro Seftor , de quien depende mi remedio tem- poral y elerno. Poxto coasto.— 1. Levantindose Jestis dijo & la mujer : 3 Donde estin los que te acusaban? 3 Ninguno te condend? Respondio : Ninguno, Senor. Dijole Jestis : Ni yo te condenaré, rete, y no quieras mas pecar. Aqui se ha de ponderar lo primero, como Cristo nuestro Setior se levanté dos veces de donde estaba inclinado para escribir en la tier- ra; una para mirar los fariseos y confundirlos con justicia ; otra para mirar 4 esta mujer y darla por libre con su misericordia; por- que los ojos de Dios miran 4 los pecadores rebeldes para castigar- los, y 4 los pecadores contritos para perdonarlos; cn ambas cosas es recto, justo y santo, como diec David ( Poalm, xxx, 17; cxtiv, 17); pero despues que mird 4 los fariseos, se torné 4 inclinar por no ver- los, como indignos de su ‘vista y como 4 gente que se aparlaba de su presencia por indigna de ella; mas 4 esla mujer mirdla con mi- sericordia y despididla con buena gracia, porque eslaba contrila y humillada. 6 dulcisimo Jesis, mirame con estos ojos de misericor- dia, y nunca los apartes de mi, pues de tu visla misericordiosa pen- de que yo nunca me aparte de li. %. Lo segundo, ponderaré como eslando esta mujer libre de sus acusadores y viéndose sola delante de Cristo nuestro Sefior , se com- pungidé de su pecado grandemente, avergonzindose de haberle co- metido, y esperando la sentencia del Sefor, en cuya presencia esla- ba; pero él la consold diciéndola : ¢ Dunde estin tus acusadores? 3 Nin- guno te condend? Como quien dice : De mi has recibido este bien que tus acasadores se vavan y te dejen libre. ¥ pues cllos no te conde- naron,, no seré yo mas cruel que ellos; y asi ni yo te condenaré, por- que no vine 4 condenar pecadores, sino 4 salvarlos ; por tanto yele libre. Con las cuales palabras la libré, no solamente de la muerte temporal, sino de la eterna, perdonandola todos sus pecados; por- que las obras de Cristo nueslro Seiior fueron perfectas, y en decir que no queria condenarla, entendié que ni la condenaba con la con- denacion temporal , ni con la eterna, sino.que la absolvia de la cau- sa por fa cual merecia una y olra. O dulcisimo y misericordiesisimo Jesus, amparo y refugio de los pecadores, 4con qué te pagaré , Se- 196 PARTE Il. MEDITACION XXVIU. : ior, el amor y cuidado que conmigo tienes? (Rom. vin, 34). 4Quién se atrevera 4 acusarme 6 condenarme, si ti me justificas y das por libre? gCémo no me fiaré de tu misericordia, pues en tu presencia se deshace toda mi miseria? (Psalm. cxvin, 184). Ta me libras de Jas calumnias de los hombres y de las acusaciones de mis enemigos, perdondndome tiberalmente la culpa, para que no tenga lugar la condenacion 4 Ja pena ; y pues es tan copiosa tu misericordia, nun- ca cesaré de alabarte ni me cansaré de servirle por ella. 3. Ultimamente, ponderaré aquella postrera palabra que Cristo nuestro Sefior dijo 4 esta mujer : No quieras mas pecar. Como quien dice : Pues te he librado de este peligro, entiende que no es para que vivas en Ja libertad de carne que hasta aquf has tenido, sino para que vivas con templanza, limpieza y caslidad, no volviendo mas 4 pecar como solias. Y es de creer, que asi como sus acusado— Yes nunca mas se alrevieron 4 proceder contra ella, porque Cristo nuestro Seiior asi lo quiso, tambien ella nunca mas volvié 4 sus an- tiguos pecados, sino que perseveré en servicio de Dios nuestro Se- fior, no ya por temor de castigo, sino por amor det que tanto bien la hizo, 4 quien sea honra y gloria por todos los siglos. Amen. MEDITACION XXVIII. DE LA CONVERSION DE ZAQUEO, PRINCIPE DE LOS PUBLICANOS. Punto paimeno.— 1. Entrando Jests en Jericé, un-hombre Uama- do Zaqueo, el mas principal de los publicanos y cobradores de las ren- tas reales, y muy rico, deseaba ver é Jestis, y no podia por la mucha gente y porque era pequefio de cuerpo, y corriendo subjése sobre un dr- bol, para verle cuando pasase. (Luc. xix, 1). Aqui se ha de ponde- rar el principio de la conversion de este hombre rico y poderoso entre los suyos ; pero gran pecador y muy codicioso, y el primero y principal de los codiciosos arrendadores, que en aquel pueblo he- breo eran tenidos por grandes pecadores. Su principio fue, un de- seo inspirado por Dios de ver 4 Jesus y conocerle, imaginando que esla sola vista le dejaria medrado, y no le engaiié su imaginacion ; porque el principio de nuestro remedio esl4 en ver con viva fe & Cristo, y conocerle del modo que pasé y vivid en este mundo, figu- rado por Jericé, mirandole pobre, manso, humilde y crucificado Por nosotros, cuya visla nos mueve 4 que dejemos nuestros pecados y codicias. © buen Jesus, dame deseo eficaz de verte de esta mane- DE LA CONVERSION DE ZAQUEO: 197 fa, porque si solo ver la serpiente de metal (Num. xx1, 9), puesta sobre un madero , basté para sanar los heridos de las serpientes ver- daderas, mejor bastaré verte 4 i, Dios y hombre verdadero, con imagen de pecador puesto en Ja cruz, para sanar yo de todos mis os. : 2. Lo segundo, ponderaré la eficacia de este deseo de Zaqueo, y la diligencia que puso en cumplirle, atropellando ta honra mun- dana y el qué diran todos, viendo 4 un hombre rico y principal cor- rer como niio y subirse encima de un Arbol; donde es de creer que los pasajeros se reirian de él, y mas viéndole'tan pequeiio. Y por este ejemplo entenderé , que cuando Dios me inspirare buenos de- seos, he de atropellar la honra del mundo, en razon de cumplirlos por salvarme ; y como Zaqueo, subirme sobre el arbol sicomoro, que es higuera loca ( Teophilat.; Greg. XX VII Moral, ¢. 27), hollan- do tos regalos del mundo y sus riquezas y honras, abrazando lo que él tiene por locura, que es la cruz de Cristo. (© buen Jestis, que por mi causa subiste en el arbol de la cruz, donde fuiste despreciado y mofado de los hombres, dame gracia que yo tambien suba sobre este Arbol, que es sabiduria para los escogidos y locura para los mundanos (1 Cor. 1, 23); porque cierto estoy, que si subo en él con, espirita, luego me miraras como 4 Zaqueo con ojos de miseri- cordia, Ponto seaunno.— 1, Llegando Jestis al lugar donde estaba Za- queo, mirdle y dijole : Zaqueo, de presto baja de ahi, porque me convie- ne estar hoy en tu casa. Aqui se ha de ponderar, la infinita caridad Y misericordia de Cristo nuestro Seiior, que resplandece en esta obra, cumpliendo los deseos de este publicano, no solo en dejarse ver de él, sino en ofrecérsele por convidado, cosa que no leemos ha- berla hecho otra vez. Cada palabra tiene misterio particular que pon- derar.-Lo primero, llamale por su nombre, Zaqueo, para que en- tendiese, que aunque nunca le habia visto, le conocia bien y sabia su nombre, y le tenia escrito en el libro de la vida, y deseaba hen- chir el vacfo de su nombre, porque Zaqueo quiere decir puro 6 jus- tificado ; antes tenia falsamente este nombre, porque era impuro, in- justo y sicio; pero en llamandole Cristo, comenz6 4 purificarse para ser justo y puro. 2. Dicele que se dé priesa 4 bajar de alli, para significar las grandes ganas que tiene de apresurar su justificacion, y que no quie- re perder un punto de tiempo, ni la ocasion que se ofrece de justi- ficarle, antes que se enfrie su buen deseo ; enseiiando con esto 4 los 198 PARTE IN. MBDATACION XXVIII. que tratan de convertir almas, que en viéndolas tocadas de Dios, las dén priesa & que cumplan sus propésitos, antes que el cierzo de la tentacion los hiele, 6 el estio de Ja persecucion los marchite. Y por la misma razon quiere Cristo nuesiro Seiior, que los deseos que él ine inspira, los cumpla con presteza y con fervor ; y que si estoy en lugar alto, me baje y humille; y si estoy parado, ande y camine con ligéreza 4 cumplir lo que me manda. © Salvador mio, que lomaste por nombre ( Jsas. vir, 3) el que se da priesa y apresura, date prie- sa 4 juslificarme y 4 justificar 4 todos los pecadores que bas locado con lu inspiracion , moviéndoles con tanta eficacia, que alcancea lue- go tu copiosa gracia. Amen. 8. Dice lo tercero, que boy quiere entrar en su casa; no dice madana 0 otro dia, sino hoy, porque no gusta que se dilaten los buenos propdsitos para el dia siguiente, sise puedea cumplir el dia de hoy , porque el de hoy es seguro, y el de mafiana incierto; y asi quiere que boy con priesa y con fervor tratemos de hospedarle, por- que quiz4 mafiana querrémos y no podrémos, 6 él se pasara y nos dejara en blanco, porque perdimos la ocasion que nos ofrecié. Por tanto, alma mia (Psalm. xciv, 8), si oyeres hoy la vor de tu Seior que te Ilama, no endurezcas ta corazon, porque quien tc Ilamahoy ~ quiz no te llamara maiiana ; y si boy que se olrece 4 ser lu con- vidado en tu casa no le hospedas, quizd no vendrd cuando tu le Ma- mes y convides. - &. Pero sobre todo es regalada aquella palabra : Oportet me ; im- portame é mé estar hoy en tu casa. O dulcisimo Jesus, mucho mas im- porta esto a Zaqueo que 4 Vos, porque Vos sois nuestro Dios, y no leneis necesidad de nuestros bicnes ( Psalm. xv , 2); y si uno 0s nie- ga su casa, ballaréis mil que os admitan en ella. Pero & Zaqueo, si Vos Je faltais, faltarate todo bien. Pues por qué dices: A mi me importa estar hoy en tu casa? El amor, Dias mio, que nos teneis, es causa de que digais que os importa Vos lo que importa 4 nas- otros, tomando nuestros bienes y males como si fuesen vuestros: y pues es asi que os imporla entrar en mi casa, venid, Sefior, y en- tad en ella, porque me importa mucho vuesira entrada, y mi im—- portancia la tomais por vuesira.—Finalmente, dice que le importa manere, eslar de asiento en ella, hasta hacer toda la obra que pre- lende ; porque lo que tanto importa no lo toma Cristo nuestro Se- fior de paso, sino de asiento. Y aunque se da priesa 4-venir, no se da priesa 4 salir, si no fuere echado de! alma donde entra. 0 Hijo del Padre eterno, con el cual venis al alma que osama, y haceis mo- DE LA CONVERSION DE ZAQUEO. 199 rada en ella (Joan. xiv, .23), venid, Sefior, 4la mia, y estad en ella con firmeza, de modo que nanca la dejeis, ni ella de en tal locara que os eche de si. Amen. Punro tenceno. — 1. Qyendo esto Zaqueo, con priesa bajd, y hos~ pedsle con grande goso ; y todos los que to vieron murmuraban dicien- do, que se habia hospedado en casa de un hombre pecador. Aqui pon- deraré lo primero, la obediencia de Zaqueo, puntual presteza y go- zosa en cumplir lo que le dijo Cristo nuestro Sefior. Antes teniase por indigno de convidarle, y no se-atrevié a pedirselo, contentandose - com solo verle ; pero en viendo: su modestia y afabilidad, y oyen- do las palabras tan amorosas que le dijo, luego leno de gozo, per- dido el temor y encogimiento humano, le obedecio y hosped6. De donde aprenderé 4 obedecer puntualmente y con gozo 4 la voz de Dies, cuando tlama, como dice en su Apocalipsis (Apoc. 1, 20), 4 fa puerta de mi alma, queriendo entrar 4 hospedarse en ella y ce- nar dentro de ella ; porque si me detengo por pereza, quiz4 me su- cedera lo que & la Esposa (Cant. v, 6), que por haberse detenido cuando. fué 4 abrir, ya era ido su Amado. 2. Lo segundo, ‘ponderaré la ignorancia y malicia de los que murmurabaa de este hecho de Cristo nuestro Seiior , juzgandole y condenandole temerariamente por indiscreto y mal mirado en hos- pedarse en casa de un pecador ; porque los ignorantes y soberbios mermuradores no sabian ei fin que le movia, y tenian por indigno de la persona de Cristo bo que era propio de su oficio ; pues no es indigna cosa del médico que vaya en casa del enfermo 4 visilarle y cararle. Y fos que murmuraban eran todos, porque en comenzan- do uno la murmuracion, luego se pega 4 otros, y cunde por todos os imperfectos. Pero Cristo nuestro Sefior, aunque oia estas mur- muraciones, y otras veces habian mormurado de él por esto mismo, no hizo caso de ellas ni dejé Por eso de conversar con los pecadores para ganarlos, antes dijo (Jdatés. 1x, 12): Que no tienen necesidad bors samos.del médico, sino los enfermos. Médico soberano, que ve~ nisteis del cielo 4 Hamar penitencia, no 4 los justos, sino 4 los pe- - cadores necesilados de ella, venid 4 visitar mi alma,que esta enfer- jaa, para que la saneis con vuestra gracia. Ponto coanto.— 1. Poniéndose Zaqueo en pié dijo d Jesés: Lami- tad, Sefior, de mis bienes doy d los pobres ; y sien alguna cosa engatié 6 alquno, le ovelvo cuatro deblado, Aqui se ha de considerar, la con- version perfectisima de este pecador , ponderando lo primero, como Cristo nuestro Seiior, antes 6 despues de comer, hablaria conjél y 200 PARTE Ii]. MEDITACION XXVIII. le persuadiria la mudanza de la vida con tales razones, que le ro- baron y trocaron el corazon. Con lo cual nos enseiia el modo de tra- tar con los pecadores en estos casos, recibiendo de ellos la comida del cuerpo, y dandoles la del alma para su salvacion.-Lo segundo, ponderaré aquellos propésitos tan eficaces de Zaqueo, que daba por hecho lo que proponia de hacer. No dice daré y pagaré, sino doy ¥ pago, luego lo ejeculé; y es tan cierto como si ya esluviera he- cho, al modo que decia David ( Psalm. c, 8): A la maiiana mato to- dos los pecadores de la tierra, porque con tantas veras proponia ha- cer esto, que yalo daba por hecho. Con esta eficacia he de proponer la enmienda de la vida con la divina gracia, de modo que luego co- mience 4 renovarla, diciendo como David (Psalm. uxxvi, 11): Aho- ra comienzo. ¥ juego aiiadié: Esta mudanza de la diestra es del muy Allo; y porque si de verdad digo que ahora quiero comenzar, lue- go se seguiré la mudanza de! corazon, acudiendo la mano de la di- vina Omnipotencia 4 fayorecerme con su gracia. 2. Pero mas es de ponderar la eficacia de esle propésito, siendo no de cosa facil, sino muy dificultosa, y no de cosa obligatoria sola- mente, sino tambien de voluntaria y de consejo ; porque con ser muy rico y haber estado muy pegado 4 sus riquezas, y parte de ellas ser mal ganadas, llevado de su codicia, de repente divide su ha- cienda en dos partes, y la milad quiere dar & pobres, haciendo li- mosna por sus pecados ; y de la otra mitad quiere pagar lo que de- _ be de justicia, volviendo no solo lo que tomé, sino con el cuatro do- ble, por mas asegurarse ; y por consiguiente le quedaba lan poco, que era como deshacerse de toda su hacienda, para seguir 4 Cristo con perfeccion. 0 Salvador del mundo, jcon cuanta verdad dijisteis (Matts. xix, 24) que aunque era mas facil entrar un camello por el ojo de una agaja, que entrar un rico en el cielo ; pero que es posible 4 Dios Jo que es imposible 4 los hombres! {Oh cudn posible y cuan facil y suave fue & este rico con vuestra gracia desnudarse tan pres- to de todo lo que tenia, por entrar por Ja puerta estrecha de la pe- nitencia! Hacedme, Seftor, posible por vuestra gracia lo que es im- posible 4 mi flaca naturaleza. 3. " Ultimamente, ponderaré como esta cuenta dié Zaqueo & Cris- to nuestro Seiior, no por vanidad ni por ostentacion farisica, sino con humildad, para que le enderezase en lo que debia hacer, y apro- base aquel propésito , si era bueno ; ensefidndonos con este ejemplo 4 dar cuenta & nuestros confesores de semejantes propésitos, para proceder con mas acierto y seguridad en lo bueno; y en especial he DE LA CONVERSION DB ZAQUEO. 201 de presentarlos al mismo Dios, diciéndole : Seiior mio, estos propé- sitos tengo por vuestra gracia; si os agrada que los cumpla, ayu- dadme 4 ello, pues quien comenzé la obra la ha de acabar y poner en perfeccion. - Punto guinto.— 1. Respondid Cristo nuestro Setior 4 Zaqueo: Hoy ha venido la salud por esta casa, por cuanto él es hijo de Abrahan, y porque el Hijo del hombre vino d buscar y salvar lo que habia perecido. En esta respuesta se ha de ponderar, como Cristo nuestro Seiior aprobé este deseo de Zaqueo, y santificd no solamente 4 él sino 4 to-. da su familia ; porque como él es la verdadera salud, entrando en - una casa toda la salva y santifica, tomandola por saya ; Jo cual hizo por medio de !a cabeza de ella, que era Zaqueo, para descubrirnos la eficacia del buen ejemplo; porque como Zaqueo se convirtid & Cristo, todos sus criados y los de su casa y familia hicieron lo mis- mo ; y quizé por esta razon dijo el Seiior , que la salud vino en aque- lla casa, porque Zaqueo era hijo de Abrahan, imitador de su fe y de su obediencia y liberalidad ; y asi le siguid € imité 4 1 toda su familia. De donde lomaré aviso para dar buen ejemplo 4 todos, pues de este ejemplo se suele aprovechar Cristo nuestro Seiior para con- vertirlos. Verdad es que la principal causa de todo este bien fue la - que el Seiior afiadié, porque e! Hijo del hombre vino 4 buscar y salvar lo que habia perecido, ~ —como lo ponderarémos en la meditacion XLIX, de la oveja perdida. — 2. Aparejo para la Comunion.— Todo lo que se ha dicho en esla historia, se puede aplicar 4 la Comanion en esta forma:-Lo prime- To, consideraré que como Zaqueo deseé mucho hospedar 4 Cristo en su casa ; pero no se atrevid 4 pedirsclo, leniéndose por indigno de tanto bien, y este deseo provocd al Redentor para que se le diese por convidado, porque mas es convidado con deseos que con pala- bras ; asi.yo he de tener grandes deseos de recibir 4 Cristo nuestro Seiior en este Sacramento, y procurar, como Zaqueo, verle primero con los ojos de la fe, ponderando los grandes bienes que hacia en este mundo, donde quiera que entraba. Y luego me subiré sobre el arbol de la cruz, abrazando algunas mortificaciones que provoquen 4 este Sefer, para que guste de entrar en mi alma. 3. Luego imaginaré, que me dice aquelias amorosas palabras : Date prisa y baja, porque me conviene estar hoy en tu casa ; pon- derando como antes de entrar, quiere que yo con gran prisa y fer- yor entre en ella y la apareje, barra y limpie con la confesion, y la 202 PARTE IH. MEDITACION XXLX. : aderece y adorne con virtudes, como conviene para recibir tan alto huésped ; admirandome de que un Seiior tan grande diga que le importa hoy estar en mi casa, siendo yo tan vil y miserable. De don- de sacaré que aunque en este Sacramento viene 4 convidarme, co- municandome los dones de su gracia, tambien viene para que yo le convide como Zaqueo; y el convite de que él gusta es hacerle pre- sencia con encendidos afectes de amor, agradecimiento, alabama y go10 con esperanza grande de quedar sano y salvo con su en- tra 4. Ultimamente, he de hacer grandes ofrecimientos 4 este Sedier, con propésitos muy eficaces de servirle en obras de misericordia y de justicia, no solo en las de precepto, sino en las de consejo, y ofreciéndole cuanto tengo, y 4 mi mismo, pues él se me da & 9% mismo; y presenlandole estos propésitos le pediré que los apruebe. O dulce Jesis, pues entrais por este Sacramento 4 estar en mi pobre morada, decidla con vuestra omnipotente palabra : Hoy se ha becho salud en esta casa, santificando la familia de sus poteacias, para que gusteis de morar en ellas por todos los siglos. Amen. MEDITACION XXIX. DE LA MUJER CANANEA, CUYA HIJA LIBRO CRISTO NUESTRO SENOR DEL . DEMONIO. . Ponto primeno.— 1. Caminando Jesus hdcia las partes de Tiro y Sidon (Matth. xv, 21; Mare. v1, 26), salid una mujer gentil cana- nea, diciendo 4 voces: Senor, hijo de David, ten misericordia de rt, porque si hija estd mal atormentada del demonio. Aqui se han de poa- derar las virtudes que resplandecieron en la oracion de esta mujer para imitarlas, porque son excelentes.-La primera foe grande fe y confianza, sintiendo altamente de Cristo nuestro Sefior, confesin— dole por Seiior y por Mesias, y por poderoso para echar los demo- nios, y tan poderoso, que solo bastaba quererlo 6 mandarlo; y asi no dice ruega por mi, sino ten misericordia de mi y ayadame, pro- Poniendo en breves palabras su miseria al que creia que la pod remediar.-La segunda fue grande caridad , con la cual tenia los ma- les de su hija como propios; y asi no dijo, ten misericordia de mi hija y ayddala, sino ten misericordia de mi y ayadame. 2. Y aun aqui tambien resplandecié la humildad , porque quiz atribuia & sus pecados, mas que 4 los de sa hija, el ser atormenta- . BE LA CANANEA. 203 da del demonio. En estas dos virtudes se sealan los santos , hacien- do propios los males de sus préjimos ; el padre, los de sus hijos; y el superior, los de lossubditos , y los sibditos, los del superior, confesando que sus pecados son tambien causa de los trabajos que padecen otros.-De esta humildad nacié tambien la reverencia con que oré ; porque, como dice san Marcos, se postré 4 sus pits y le adoré. — 3. Finalmente, oré con grande afecto y constancia , como lo de- notan asi los clamores que daba salides del afecto del corazon, como el seguir 4 Cristo, yendo tras él multiplicando sus peticiones. Con estas virtudes he de acompaiar mi oracion ; y cuando me viere ten- tado de algun vicie de soberbia, gula 6 ira, postrado 4 los piés de Cristo, le diré una y muchas veces: Seftor, hijo de David, ten mi-~ sericordia de mi, porque mi Anima esta mal atormentada del demo- nio de la soberbia. Ayddame, compadécete de mt y librame. Y de la misma manera caando veo algun préjimo que me toca, eslar ren- dido al vicio, tomando su miseria por propia, al modo dicho, diré & Cristo nuesiro Seiior : Hijo de David, ten misericordia de mi, por- que el alma de mi hermano est4 mal atormentada de! demonio ; ayt- dame, pues en compadecerte de él te compadeces de mi, porque su miseria es mia, y mis pecados son la causa de ellos. Ponto szcunpo.— 1. No quiso Jesus responderla palabra, y per- seoerando ella en aclamar, la dijo: No es bueno quitar el pan de los hijos.y darlo 4 los perros ; esto es, no eonviene los beneficios que se hacen 4 los judios, que son hijos de Dios, darlos 4 los gentiles, que son perros desconocidos. Bila respondio : Asi es, Setior, pero los ca- chorrillos tambien comen de las migajas que caen de la mesa de sus se- nores. Aqui se ha de ponderar lo que hizo Cristo nuestro Sefior en este caso, y lo que hizo la Cananea. Lo primero, ponderaré como Cristo nuestro Seiior callaba, como quien no hacia caso de la peticion de esla mujer, no por desprecio, sino para que con esta dilacion cre- ciese mas su deseo y afecto. Y pasando mas adelante la dié mues- tras de negarla lo que pedia, motejandola de perra y de indigna de ello ; lo cual hizo para probarla y humillarla, y con esto disponerla mejor para recibir lo que pedia; porque la humillacion de Dios, co- mo dice san Bernardo (Serm. 34 in Cant.), es seiial de que nos quie- re ensalzar, y tambien es seiial de que halla uso capaz, porque 4 los flacos suele dar Inego Jo que piden, como 4 niiios; pero los fuer- tes, cuya virtud tiene conocida, pruébalos con dilaciones y asperas respuestas, como probé 4 su misma Madre en las bodas, para que 204 PARTE IIL, MBDITACION XXIX. : con este ejemplo aprendamos 4 no descaecernos si no fuéremos oidog tan presto como deseamos. 2. Lo segundo, ponderaré las virtudes en que probé Cristo nues- tro Seftor & la Cananea, que son la piedra del toque ; es 4,saber, en paciencia, humildad y perseveranciz, las cuales ejercité admirable- mente la Cananea con gran prudencia;, porque-lo primero, aunque - oyé palabras tan duras y asperas, no se indigné, ni quejé, ni mur- muré de Cristo, ni cesé de su demanda, perseverando en ella con gran conslancia, -Lo segundo, con rara humildad confes6 lo que era, diciendo : Asi es, Sehor, que soy perra y genlil, y aun perrilla des- aprovechada. Y pasé mas adelante, porque aunque los perrillos suelen comer de las migajas que caen de la mesa ; pero ni aun de estas se luvo por digna, y asi no pidié que le diese alguna migaja, sino callé, dejandolo 4 la liberalidad y misericordia del Seior.-Lo lercero, con gran prudencia de las mismas palabras de Cristo nuestro Seiior y de su propia bajeza sacé titulos para negociar lo que pe- dia ; come quien dice : Si soy perra, tambien los sefiores sustentan, no solo 4 los hijos sino 4 los perrillos, con las migajas que caen de su mesa. Con este espiritu diré 4 Cristo nuestro Seftor : © Rey del cielo, que eslais en vuestro reino sentado 4 la mesa de vuestra bien- aventuranza, dando espléndidamente de comer 4 vuestros hijos, no es vuestra mesa como la del rico avariento, de cuyas migajas no hu- bo quien diese alguna al mendigo.y hambriento Lazaro ; porque aun- que sois rico no sois avariento sino liberal ; no escaso sino largo y maniroto, A vuestra presencia vengo como cachorrillo, esperando al- gun mendruguillo de pan de lo que de esa mesa se cae para los que viven en la tierra. Confieso, Sefior, que no se ha de dar lo santo 4 los perros (Mare. vn, 26), cuando lo quieren para morderlo y des— pedazarlo; pero yo, Dios mio, lo deseo para dejar de ser perro, y asi pido el pan celestial que tiene virtud de convertir los perros en hi- jos vuestros: dadme algo de este pan, aunque no lo merezca, pues . lan liberal sois en dar Jo que teneis 4 los de vuestra casa. Ponto tencero.- Oyendo esto Jess, respondio : O mujer, grande es tu fe, hégase lo que quieres ; por esta palabra que has dicho, vele, que el demonio ha salido de tu hija ; y al punto salié, y quedo sana la ende- moniada. Donde se ha de ponderar e] gusto grande que recibe Cris- to nuestro Seiior con una alma humilde, sufrida y confiada, como la alaba y engrandece, y como la cumple sus deseos y la da cuanto le pide. Este afecto declaré con aquella exclamacion : O mujer, gran— de es tu fe. {Oh qué grande seria, pues un Dios tan grande la califica DEL CENTURION. 208 por grande! A los Apéstoles les llamé Cristo muchas veces hombres de poca fe ; 4 esta Cananea llama mujer de grande fe. 0 Seiior, dame esta grandeza de fe viva y confianza cierta en tu bondad, para que te agrade con ella.-Tambien ponderaré, que alaba Dios y honra & los que tienen esta grandeza de fe, porque ellos con ella honran & Dios y le glorifican, sintiendo de ¢| en bondad altamente, y arro- jandose en su provideticia, y es propio de Dios honrar 4 los que le honran.-Finalmente, se ha de notar aquella palabra : Por esto que has dicho, vete, que et demonio ha salido de tu hija. En lo cual Cris- to nuestro Seiior atribuye la salida de este demonio 4 la palabra humilde de la Cananea ; porque la humildad espanta 4 los demonios y les hace huir de los cuerpos y de las alas. © Redentor mio; pon en mi corazon y en mi lengua palabras de verdadera humildad, con las cuales en virtud tuya destierre de mi alma y de las de mis pré- jimos todos los demonios que las atormentan, para que libres de su servidumbre te sirvamos en justicia y santidad. Amen. MEDITACION XXX. DEL CENTURION , CUYO CBIADO SANG CBISTO NUESTRO SENOR. Ponto paimeno.— 1. Un Centurion que vivia en Cafarnaum, te- niendo perlatico é un siervo suyo muy querido, no atreviendose d pare- cer en persona delante de Jestis, ni a pedirle que viniese a su casa, le envio con unos ancianos del pueblo este recado: Seor , un criado mio esta en mi casa enfermo con perlesia y muy atormentado. ( Matth, vin," 8; Luc. vu, 2). Aqui se ha de considerar lo primero, la piedad de este Centurion, pues tan solicito estaba de la salud, no de su hijo, como la Cananea, sino de su siervo y esclavo, amando con cari- dad 4 los pequeiiuelos, sin otras buenas obras que hacia, repa- rando las sinagogas y haciendo mucho bien 4 los judios con ser él gentil. 2. Lo segundo, su profunda humildad, con la cual se tenia por indigno de parecer delante de Cristo nuestro Seftor, y de ir en per- sona donde él estaba, pareciéndole que era tan malo, y Cristo nues- to Seftor tan bueno, que no era digno de estar delante de él; y aunque los mensajeros dijeron 4 Cristo que era digno de que le con— cediese lo que le pedia, por las buenas obras que les habia hecho, él olvidado de estas buenas obras se tiene por indigno. 3. Lo tercero, su grande fe y confianza , contentandose con de- 14 TOMO II, PARTE Mit. MEBITACION XXX. dent 6 Cristo la necestdad de su criado, que estaba perlitics y may atermentade, creyendo que era poderosa para sanarle en ansencia ; y tenjéndole por tan misericordioso, que bastaha representarle aque- ile neeesidad , sin pedirle que la remediase. De donde tengo de. sa- car et modo de negociar con Cristo nuestro Seiiop, que e3, no tan— te con palabras como con afectos , no con llegarme presantuosamer- ted él, sino con relirarme humilmente de él, porque este modo de retirarse es acercarse. Y asi san Mateo dice, que el Centurion se lle- go 4 Cristo nuestro Seitor, para dar 4 entender que 4 Cristo no se lkega ni acerca con pasos del cuerpo sino del espirite ; esto es, con actos y afeetos de fe y confianza, de humildad y reverencia con ca— ridad. © Dios de mi alma, dame luz de’ propie conecimiento, como & esle Centurion, para que olvidado de cualquier bien que bubieve hecho, me tenga por siervo desaprovechado ¢ indigno de parecer en ta presencia ; pero de tal manera, que no me relire tanto-con pusi- lanimidad, que deje de acercarme 4 ti con verdadera caridad. Mira, Seiior, que mi siervo, que es esle cuerpo que me sirve, esta perla- tico y muy torpe para obedecer al espiritu ; tullido y desfallecido para las obras de virtud ; si ti no remedias mi necesidad , no hay quien pueda librarme de lla, Punto secunpo.— 1. En oyendo esto Jestis, respondié: Yo iré y le curaré; y caminando hdcia casa del Centurion, euando ot lo supo-le en- v6 olro segundo recado diciendo : Sehor , yo no soy digno de que entres. deniro demi casa, por lo cual niyo me tuve por digno de sr donde his es- tabas, solamente di una palabra, y serd sano mi criado. Aqui se ha de ponderar lo primero, la benignidad de Cristo nuestro Seior y lo mucho que favorece 4 los humildes y pequeiiuelos, desfavoreciende a los poderosos y soberbios. Al reyezuelo (Joan. 1v, 48), que le pi- dié fuese 4 sa casa 4 sanar 4 su hijo, aunque era tan principal, y é “mismo en persona venia 4 pedirselo, le respondié con aspereza , no— tandole de incrédulo; pero 4 este Centurion, que con humildad no se lenia por digno de pedirle tal cosa, se ofrecié & ello, y de hecho iba 4 su casa, y no para sanar 4 su hijo sino 4 su esclavo. 0 bu- mildad , jcuan grande es tu poder, pues asf atraes al Hijo de Dios, y le muevesa que venga 4 visilar la casa donde ta moras! jOh si mi * corazon fuese morada tuya, para que el Hijo de Dios gustase de en- (rar y morar en ella! . % Lo segundo, ponderaré come com esta merced, que Cristo nuestro Sefior ofrecia al Cesturion, no solo nose ufané y envanecid, sino creeié mas en humildad, arraigandose mas en el propio conoei- DEL CENTURION, . 2T miento-y en la fe de la omnipotencia de Criste, que con uma sola pa- labra podia sanag 4 su. eriado ; de donde toms la: Iglesia estas pala- bras,,para decizlas antes de la Comunion, Y asi las-tengo-de deeir con estes dos.afectos de humildad y confianza, de revereneia y viva fe. O Seiior del cielo y de la tierra, gquiéa soy yo para que li ven- ga9 4 mi pebre marada? no mereaco lante bien, ni casa tan vil es digna de aposentar huésped tan soberano. Basta, Seiior, que digas una sola palabra para sanar mi alma y hager cuanlo quisieres em ella. Diciendo (Genes. 1, 3), hagase la luz, luego se hizo; di 4 mi alma, yo soy ta salud, y luego sera saaa ; di este siervode mi cuer- pO, que se Icvanle sano, y luego se levantara para servirme y ser—- virte.en todo lo que quisicres. 3. Lo tercero, ponderaré como el.Centusion. por el prepio cono- cimiento.subié & atros actos excelentes de virtud, engrandeciendo 4 Cristo nuestro Sear, por las palabras que aiiadié-: Fo sey, dice , un. hombre que tengo superior, y debajo de mé mando tengo soidados ; y en dicienda é uno, vé, luego va ; yen diciendo d otro, ven, luego viene ; que es decir : Yosoy un hombre terreno, sujeto 4 otros por razon de mi estado.; pero lu eres hombre celestial y Dios infinilo, superior 4 to- dos, por lo cual no say. digno de que Seiior tan allo veaga 4 casa de hombre tan bajo; y si 4 mi palabra obedecen los soldados-y cria- dos que me sirven, mucho mejor obedeceran 4 tu palabna todas las criaturas y las mismas enfermedades ; y en diciéndolas ta, ven, ven- dran; y en diciéndolas, idos, se iran. (Psa. exxxviit, 6). A imi- tacion de este Centurion, de lo que por mi pasa sacaré la ciencia admirable de lo que puede Dios, gozindome de su excelencia y po- der. Gézome, Salvador mio, de que seas supremo Menarea 4 quien todos obedezcan, y que sea lan grande lu peder, que en diciendo con eficacia, hagase esto, \odes cumplan lu mandato. (Casian, Collat, vi, c. 3). Dame, Sciior, este poderio sobre mis potencias, para que en mandAndoles algo de tu servicio, luego me obedezcan ; diciendo 4 mi imaginaliva, no pienses esto, no lo piense ; y diciéndola, ima- gina esto, luego lo imagine ; diciendo 4 mis apelilos, amad y desead eslo, luego lo deseen ; y diciéndoles, aborreced esto, luego lo abor- rezcan, siguiendo en todo tu sanlisiina volunlad. Amen. Ponro reacano.— 1. Maravillado Jesis de estos reeadas, dijo ¢ los que le seguian : De verdad os digo, que no he hallado tanta fe en Is- - raal; y de verdad tambien os digo, que muchos vendran. det Oriente y Oscidente & sentarse con Abrahan, Isaac y Jacob, en et raino de los cielos, 4 los que debieran ser hijos del reina, serdn echados on las tinie- 14% 208 PARTE It, MEDITACION XXXI. blas exteriores, donde habrd Vato y crujir de dientes; y vuelto & los mensajeros del Centurion, les dijo: Decidle que se haga ast como creyd, y al punto sand su criado.—Aqui se ha de ponderar lo primero, la ad- miracion de Cristo nuestro Sefer, cuanto 4 las sefiales exteriores, para significarnos como la humildad y la fe es virtud herdica, y tan admirable , que parece basta para causar admiracion al que es sobre todos admirable, y mucho mas cuando tales virtudes ge hallan en personas del mundo, en capitanes y soldados, sacando de aqui gran- de amor y estima de estas virtudes. - %. Lo segundo, ponderaré como Cristo nuestro Sefior alabé la fe de este Centurion gentil para honrarle, diciendo: Que despues que predicaba, no babia hallado otro tal en el pueblo judaico, y conella confunde 4 los que por razon de su estado habian de ser mas humil- des y piadosos , y rendidos 4 Dios, sacando de esto temor grande de mi dureza en responder 4 los beneficios recibidos. O Rey mio, no permitas que habiéndome llamado para tu fe, y para ser hijo tuyo por la gracia, yo venga por mi culpa 4 perderla, y 4 ser deshereda- do de tu reino, y ecbado en las tinieblas exteriores, fuera de tu luz y de tu,amistad, en los lagos tenebrosos del infierno, donde todo es Ianto y rabia. ; Oh si viniesen 4 tu santa fe muchos de las Indias, y regiones orientales y occidentales, para que tu Iglesia y tu reino ce- lestial se pueble de muchos justos! pero no permitas, Sefior, que los fieles que estén ya dentro de tu Iglesia salgan de ella, y sean des- . echados del reino para que los llamaste. 3. Lo tercero, ponderaré como Cristo nuestro Sefior cumplié su deseo al Centurion, sanando 4 su criado con solo una palabra que dijo : Magase como quieres; porque, como dice David (Psalm. cxuiv, 19), cumple Dios la voluntad de los que le temen. Témate yo, y re~ verénciele , Dios mio, para que cumplas mi voluntad en esto solo, que cumpla yo siempre la tuya. Amen. MEDITACION XXXI. DE LA MUJER A QUIEN SANO CRISTO NUESTRO SENOR DEL FLUJO DE SANGRE. Ponto paimzno.— 1. Una mujer que habia padecido doce afios una terrible enfermedad de flujo de sangre, y habia en este tiempo padecido muchos trabajos de medicinas que le aplicaban los médicos, y gasté su hacienda en esto sin mejoria, antes halldndose peor, oyendo decir los milagros que hacia Jexis, dijo dentro de st misma: Si tocare su vesty— DE LA QUE PADECIA FIAJO DE SANGRE. 209 do, seré sana. Llego por detras, tocd ebruedo de la vestidura, y al punto sand. (Matth. 1x ,20; Marc. v, 26, Luc. vir, 43). Aqui se ha de ponderar lo primero, la miseria de esta mujer, y el poco remedio que hallé de ella en los médicos de la tierra, permitiéadolo asi Nuestro Sefior, pata que acudiese al Médico del cielo, que puede curar las enfermedades incurables, asi del cuerpo como del alma, porque & él todo le es posible; y en persona de esta mujer tengo de conside- rar 4 mi alma, que padece un flujo de sangre maligno ; esto es, de amor propio, de codicias y aficiones desordenadas, flujo de sober- bia, de ira, y de otros innumerables vicios y pecados que se alcan- zan unos 4 otros (Osee, 1V,;2), y salen con-tanta fuerza, que no hay remedio en la tierra para detener su corriente tan furiosa, si Dios no la detiene. © Médico soberano y todopoderoso, mira este flujo de pe- cados sangrientos que padezco; y pues de la tierra no hay remedio para reprimirle, enviale del cielo para sanarle. 2. Lo segundo, se ha de ponderar la grande fe y confianza de esta mujer, porque con ver que su enfermedad era incurable, en oyendo la fama de los milagros de Cristo, concibié tanta fe de su santidad y omnipotencia , que creyé la sanaria sin pedirselo , ni sin que la tocase con su manto, sino solo con tocar ella su vestido, por ser vestido de persona tan santa. Con esta confianza junté grande . humildad, devocion y reverencia, llegandose & Cristo nuestro Sefior por las espaldas y con secreto porque no se alrevié 4 ir por delante ; y tocando el ruedo y parte extrema del vestido, al punto quedé sa- na. | Oh virtud inefable de la humilde confianza, que tanto alcanzas tocando con espiritu 4 Jesas! ; Ob virtud infinita de Jesis , que tales maravillas obras en los que te tocan con humilde confianza! Cuan- los enfermos tocaban el ruedo de su vestidura quedaban sanos, por- jue de él salia virtud para sanar 4 todos. (Mare. vi, 86; Luc. vi, 19). : dulce Jesiis, ; quién te tocase con tal espiritu, que saliese de ti vir~ tud para sanar mis enfermedades, y lenarme de tus virtudes! 3. Aparejo para comulgar,—Este milagro puedo aplicar 4 la Comunion, considerando tres puntos; es 4 saber, la miseria de mi alma, al modo que esté dicho: la virlud infinita de Cristo, 4 quien toco cuando comulgo, y el modo como tengo de tocarle; ponderando que Cristo nuestro Sehor quiso quedarse entre nosotros cubierto con la vestidura de aquellas especies sacramentales, para que tocandola los que le comen y reciben , queden sanos del flujo de sangre de sus codicias y pasiones desordenadas; y quizd por esto se quedé en forma de pan, para que tocase, cuando es comido, los miembros que 210 PARTE Itt. SMEDITACION XKXI. son fuente de esta sangre, y los sanase. Toca 1a lengua, para sapar el flujo de parlerias , murmuraciones y otros muchos pecados que-de ella nacen; toca la garganta, para reprimir el flujo de gulas y gloto- nerias de Ja sensualidad ; toca el pecho, para reprimir el flujo de pensamientos y codicias demasiadas de ira, soberbia, etc. Finalmen- te, si con fe viva se toca y recike, todo este flujo malo detiene su corriente, y se seca : Stecatus est fors sanguinis, dijo san Marcos. ¥ aunque parezca incurable, como el de esta mujer, hallaré remedio en la emnipotencia y misericordia de Cristo que alli esta encerrado. Gracias te doy, 6 dulcisimo Jesis, porque te quedaste con nosotros para remediar nuestros males. © fuente de misericordia , seca en mi corazon Ia fuente de mi miseria, y muestra conmigo tu ompipeten— cia , favoreciéndome para que te toque-y reciba de tal manera, que cese del todo este abominable flujo que yo padezce. 4. Luego ponderaré el modo como tengo de tocar y recibir & Cristo, porque tengo de llegar como esta mujer, por-una parte con gran fe y confianza en la bondad y omnipotencia de este Senor, y por otra parte-cen gran revercncia y temor per mi indignidad , juz- gandome por indigno de tocarle, ni aun-de mirarle. {Quién soy yo, Sefior, para tecares y recibiros? Merecia que de vuestro vestide y de este santo Sacramunto salieran rayes de fuego que me abrasaran ; pero de vuestra misericardia espero que saldran rayos de amor, que sequen esta corriente de mis malas inclinaciones, y com esla con- fianza me Ilego 4 recibiros. Estos afectos y otros tales puedo ejerci- tar cuando tengo la Hostia sagrada en la boca, y cuando pasa por Ta lengua y garganta, y cuando esta en el pecho. Punto sscunpo. — 1. Heoko este milagro, dijo desis: 3 Quien me tocé? Respondis Pedro: Maestro, aprictate tanta muchedumbre de gen- te, y dices gquién le toca? Responds Jestis : Alguno me ha tocado, por- que yo sé que ha salido virlud de mt. Ogendo esto la mujer, pibkea- ‘mente conté lo que habia pasado. ( Luc. 1, 48). En este panto con— sideraré, como Cristo nuestro Sefer unas veces encubria sus mila~ gros, y mandaba que se callasen , para darnos ejemplo de hemil- dad; pero esta vez quiso descubrir este que ia mujer encubria, para grandes provechos que de aqui sacé en bien de ella y de todos; en especial {uvo tres motivos de grande provecho. — Avisos para comul- gar bien, —Lo primero , para que se echase de ver la diferencia que hay entre Jos que tocan 4 Cristo, y 4 sus Sacramentos y cosas sa- gradas con humildad, reverencia y devocion , y los que tocan sin ella; porque los primeros agradanie mucho, y de i salela virtad de DE La QUR PADECIA FLUJO DE SANGRE. 216 geacia, dones y faveres que les comunica. Los segundos ledesagra- dan, aprietan y afligen, y asi no participan de su virlud, como la obusma de Jos que comulgan sin espiritu. Y haciendo reflexion so- bre mi mismo, tengo de ilorar las veces que toco 4 Cristo, afligién- dele con mi poca revereacia y devocion: ponderando como par este saco poco fruto de las oomuniones y misas que digo 6 que oiga, y de las obras que hago. O Rey de gloria, no permitas que yo.te 1o- que, y wake tus cosas ein la reverencia y devocion debida. No es justo que toque tu divino cuerpo, y coma el pan de les Angeles, sin becer diferencia de 61 al pan ordinario de los hombres. Mira, 6 alma mia, -cdmo le tocas y recibes, siquiera porque no se convierta en en- fermeded y muerte lo que se instiluyé para tu salud y vida. 2. Pero tengo de poaderar, que aunque sale virtad de Cristo pera santificar tedes los que dignamente Je tocan y reciben sacra- mentalmente ; pero tante sale mayor virlud , cuanto mas dignamente le tocan. Y esta virlud que sale es la caridad , humildad , obediencia, paciencia, oracion, devocion, y las demas vinudes y denes del Es- piri Sante; y tambien sale virtud de paz, gozo y consuelo espiri- al, ingpiraciones € ilnstrationes celkeetiales, Todo lo cual comunica este Seiior 4 la medida de neestra dispesicion, dando mayores de- nes de su gracia al que le recibe con mejor aparejo. O Fuente de to- das las virtudes, coneédeme que le reciba con excelentiaima dispo- sision , para que participe de ti alguna exceleatisima virtud. 3. Lo seguade, hizo Cristo nuestro Seiier, para ourar Ja imper- feecion é ignerancia de esta mujer, la cual , aunque devola, pensd que podia tocar & Cristo sin que él lo sintiese, ni lo echase de ver, to- ehndole 4 bulto cuando muchos le tocaban; y por sacarla de esta ig- norancie, dijo: 4 Quién me lecd? Para que yo enlienda, que Criste mnestro Seiior sabe y conece todos los que le toca y se jlegan 4 él, a@unqae sea muy de seorele , y aunque sean muchos y de tropel; y we quiéa fe toca y oomulga con reverencia y devecion, y quia sim dla, y 4 su tiempo le manilestaré y publicaré todo. Por tanto, 6 al- ma mia, abre los ojos y mira cuando comulges, que aqnel Seiiar 4 quien tecas, aunque esté encubierto con el velo del santo Sacramen- to, ve lu corazon y sabe el modo como le locas; no le puedes enca- brir, ni quedara secreto to que abora haces. Hi lo masifesiara para ta theara si fuere buene, y para tu confusion si fuere.malo. Por tanto peeocura recibirle y-Hegarte 4 l con 4amta pureza y impiez de co- ee some quien es viste de Dies, y came si fusres visto de tedo mnuado. 212 PARTE Il, MEDITACION XXXI. 4. Lotercero, quiso Nuestro Seiior tambien curar otra imperfec- cion de esta mujer, que era la vergiienza y empacho que tenia de manifestar su enfermedad, pareciéndola que era asquerosa, y"que todos la desecharian como inmunda. Para quitarla este empacho, y para que se fundase en humildad, y deseo de ‘su desprecio, hizo Cristo nuestro Sefior que ella misma se manifestase y descubriese, para que yo entienda, como no le agrada la vergiienza demasiada que yo tengo de manifestar mis culpas en la confesion , ni las ganas que tengo de encubrir mis faltas y flaquezas, y las cosas que me pueden humillar, haciéndolo esto por vano temor de Ja humillacion; antes quiere que rompa esta vana vergiienza, y que yo mismo las confie- se y manifieste, para que mi salud espiritual sea durable y perfecta. ¥ si alguna vez con la contricion de mis pecados en lo secreto de mi corazon alcanzare perdon de ellos, todavia es necesario confesarlos al confesor, y que él] con su sentencia de absolucion ratifique lo que Dios hizo. Librame , 6 buen Jesus, de la mala confusion que trae con- sigo el pecado, y cierta la puerla 4 su remedio, y favorece 4 mi pusi- lanimidad , para que tenga brio en manifestar mis culpas sin temor de la ignominia de ellas , pues esta confusion traer4 gloria para ti, y gloria para mf, quedando yo glorificado con la gloria que recibiré de tf. Ponto tenceno.— 1. Estando esta mujer temiendo y temblando, postrada d los piés de Cristo, la dijo: Confia, hija, tw fe te ha hecho sal- 0a, vete en paz. Aqui se ha de ponderar la caridad de Cristo nuestro Seiior en consolar 4 sus escogidos, porque como esta mujer estaba congojada y temerosa, no sabiendo si le habia desagradado en tocarle, 6 si le habia de quitar la salud que le habia dado, para consolarla Y asegurarla en todo, con amor la llama hija, y Ja dice, que por la fe que tuvo alcanzé la salud, y asi que no se la quitara. De donde sacaré,—lo primero, como es propio de buenas almas temer culpa don- de no hay que temer, y recelarse si agradan 4 Dios con sus comu- niones y devogiones; y asi andan con dudas, si tocarén 4 Cristo, y le recibiran, 6 no. Permitiendo esto Nuestro Sefior, para labrarlos y. fandarlos en bumildad y en diligencia de aprovechar cada dia mas en la virtad, y para que se aparejen mejor para la Comunion. 2. Lo segundo, sacaré como Cristo nuestro Sefior gusta mas que nos Heguemos 4 é| con amor, que no de que nos retiremos con te~ mor : y asf aprobé el espiritu de esta majer, y la llamé hija, porque el espiritu de amor y de confianza es propio de los hijos de Dios; e} cual muestra su infinita bondad en mirar con buenos ojos nuestras

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