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¿Qué Hay detrás del Nombre:

"Bautista?"
Por el Pastor José Luís Torres

INTRODUCCIÓN

En un mundo donde semana a semana surgen nuevos grupos religiosos y sectas extravagantes, es
cada vez más difícil, para las verdaderas iglesias cristianas, que predican y creen en la Biblia,
mantener una identidad que los separe del resto de las falsas iglesias seudo-cristianas. Ya ni el
simple título de "cristianos" dice mucho, ya que encontramos toda clase de iglesias "cristianas"
que portan el nombre, no solamente equivocadamente, sino en prejuicio de los que realmente lo
son, ya que confunden a la gente, haciéndoles creer que los cristianos son ellos, cuando en
realidad no lo son, y los mal informados no pueden notar la diferencia.
¿Qué nombre, entonces, deben usar las verdaderas iglesias cristianas para identificarse?
No es una respuesta fácil. Lo ideal sería que se pudieran llamar simplemente "Iglesia de Cristo",
pero desafortunadamente ya existe una secta con ese nombre. (Y para los que consideraban la así
llamada Iglesia de Cristo como verdadera cristiana, han de saber que ellos predican otro
evangelio, por predicar que sólo los miembros de su iglesia se van a salvar, y que el bautismo es
parte de la salvación; eso es salvación por obras, y va en contra de las enseñanzas del Nuevo
Testamento).
Otro nombre ideal sería "Iglesia de Dios". Pero hay mucho en esa clase de iglesias que no
es de Dios, tal como el emocionalismo, las demostraciones de éxtasis del hablar en lenguas, las
revelaciones extra-bíblicas y la creencia indiscriminada en sanadores (no en la sanidad); de
manera que no podemos usar ese nombre. Hay iglesias que han adoptado los nombres de alguno
de sus líderes prominentes, o de su fundador, pero eso lo rechazan los verdaderos cristianos
porque no quieren dar honra al hombre; de hecho, aquellos que se auto denominan usando el
nombre de una persona, bien pueden ser identificados como iglesias equivocadas, si bien, no
todas podrían catalogarse como sectas.
Por toda esta problemática, algunas iglesias que predican y creen en la Biblia,
simplemente han optado por llamarse "Iglesias Bíblicas", rechazando cualquier nombre, que
aunque en algún tiempo tenía una buena connotación, en la actualidad ya no la tiene. Eso es,
hasta cierto punto, plausible, pero los editores de esta revista creemos que el nombre "Bíblica"
solamente, ha separado a las nuevas iglesias que predican la Biblia sin reservas, de sus
antepasados históricos, dejándolos prácticamente sin nadie con quien identificarse. No es
suficiente argumento rechazar el nombre "Bautista", como el nombre que los cristianos que más
se han apegado a la Biblia han utilizado en los últimos siglos, sólo porque en la actualidad haya
iglesias que se dicen ser bautistas y no lo son (así como hay iglesias que no se dicen bautistas,
pero en doctrina y práctica lo son); es tanto como decir que uno se va a quitar su apellido porque
hay personas en la cárcel que llevan ese nombre, o como dejar de decirse mexicano (o cualquiera
que sea la nacionalidad de uno) sólo porque hay malos mexicanos.
La realidad de las cosas es que tanto los de dentro, como los de fuera, desconocen lo que
realmente hay detrás del nombre "BAUTISTA"; aun aquellos fieles creyentes, defensores de la
verdad, fundamentalistas, con una educación de seminario, desconocen la herencia que llevamos
los bautistas fundamentales, porque en sus seminarios no les han enseñado nuestra historia. La

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mayoría de los seminarios, incluyendo muchos bautistas, no se han dado a la tarea de rescatar
nuestro gran pasado bautista, enseñando la Historia de los Bautistas, y no solamente la Historia
de la Iglesia o del Cristianismo -- que en la mayoría de los casos, se centra más bien en la Iglesia
Católica, y esporádicamente en le verdadero cristianismo--.
Una razón de que se desconozca, y por lo tanto, no se enseñe y promueva la Historia de
los Bautistas es porque el material disponible sobre el tema es muy escaso. John T. Christian,
autor de A History of the Baptists (Una Historia de los Bautistas) dice en el prefacio de su libro
que la dificultad de poder escribir sobe la historia de los bautistas se debe a varias razones:

1) Estamos demasiado alejados de las tantas circunstancias bajo estudio;


2) Las descripciones de los bautistas frecuentemente fueron hechas por los enemigos,
porque así les convenía a sus propósitos, para denigrar su carácter, de ahí que el
testimonio de tales fuentes deben recibirse con discriminación y conceder gran concesión
a muchas de sus declaraciones.
3) En algunos casos se hicieron intentos constantes y decididos para destruir los documentos
relacionados con esta gente; el material que permanece está esparcido en muchas
bibliotecas y archivos, en muchos lugares y no siempre son de fácil acceso.
4) A menudo, debido a las persecuciones, los bautistas estuvieron mucho más interesados en
esconderse que en dar cuenta de sí mismos o de su paradero.
5) Estuvieron esparcidos por muchos países, en la ciudad, en la cueva, donde pudieran
encontrar un escondite; y
6) Frecuentemente se les dio diferentes nombres por sus enemigos; lo cual originó
confusión. No obstante, su historia es una de realeza, que vale muy bien la pena decirla y
preservarla. (John T. Christian, A History of the Baptists. Bogard Press, Texarkana, Ark.-
Tex; 1922, página 3).

De ahí que nos propongamos en este breve artículo, informar lo que hay detrás del nombre
bautista, para crear una conciencia más recta sobre el grupo de cristianos que en la actualidad no
se avergüenzan de llamarse BAUTISTAS.

CONSIDERACIONES HISTÓRICAS
Los Bautistas no son protestantes.

Ya en el artículo Los Bautistas y Su Herencia, del Dr. Strouse, también en esta edición de
APOLOGÍA, se exponen las diferentes teorías sobre el origen de los bautistas. Allí se establece
claramente que los bautistas no somos protestantes, porque el movimiento bautista nunca resultó
del movimiento de la Reforma del siglo XVI, iniciado por Lutero.
Estrictamente hablando, el nombre "protestante" fue dado a los gobernantes que
"protestaron" a la rescisión (anulación), del edicto del primer Diet (palabra en alemán que
significa "día", y se refería al día de asambleas donde se resolvían cuestiones religiosas) de
Spiers. Este Diet había logrado el acuerdo de territorialismo "de quién es tal región, tal será la
religión" que establecía que de acuerdo a los que vivían en tal región, la religión de la mayoría
sería la oficial en esa región. Eso perjudicaba los intereses de la Iglesia Católica, y como el rey
Carlos V era católico, anuló el edicto del Diet de Spiers de 1526, convocando uno nuevo en la
misma ciudad en 1529, donde oficialmente se les dio el nombre "protestante" a tales gobernantes
que protestaron. El nombre fue luego dado a todos los que abandonaban la Iglesia Católica.

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Ya que los bautistas (anabaptistas, en esa época) no se beneficiaban con ninguno de los
edictos, por no ser mayoría en ninguna región, ni se les puede llamar católicos, ni mucho menos
protestantes; ya que fueron encarnizadamente perseguidos tanto por la Iglesia Católica, como por
los protestantes, y no tomados en cuenta; pero aun si lo hubieran sido, seguramente hubieran
rechazado la idea de que alguna región se designará anabaptista, o cualquier otros nombre de los
grupos religiosos mayoritarios, solo por ser mayoría.
Sorprendentemente, y contrario a la opinión popular, los protestantes fueron los que más
persiguieron a los bautistas. En la trágica Guerra de los Campesinos de Munster, donde 5.000 de
ellos perdieron la vida, muchos bautistas fueron inmolados, acusados falsamente de sedición.
Lutero mismo reclamó toda responsabilidad diciendo: "Yo, Martín Lutero, he derramado la
sangre de los campesinos rebeldes; puesto que yo los mandé matar. Su sangre sea en verdad
sobre mi cabeza; pero", y en forma blasfema añadió, "la he puesto sobre la cabeza del Señor
Dios, por cuyo mandato hablé". (John T. Christian, página 156).
De manera que tanto históricamente, como por decisión determinada, los bautistas
informados nos rehusamos a ser identificados como "protestantes", y no solamente por las
atrocidades infligidas sobre nuestros antepasados por los protestantes, sino más aun, porque en
su esfuerzo por reformar la Iglesia Católica, los protestantes no sólo no lograron desembarazarse
de todas las prácticas y creencias católicas paganas, sino que las siguieron practicando, y
persiguieron a los anabaptistas que los denunciaban por no haber andado hasta el final del
camino en su huida del catolicismo. Es del conocimiento de la mayoría que Lutero, por ejemplo,
murió católico. Él nunca renunció al catolicismo, aunque fue excomulgado por el Papa Leo X en
1521 en el Diet de Worms; su deseo no era iniciar una nueva denominación, sino reformar la
Iglesia Católica desde dentro.
Todos los historiadores evangélicos no-bautistas, enseñan que los anabaptistas del siglo
XVI salieron de la reforma de Suiza con Zuinglio. Cierto es que Baltasar Hubmeir, Grebel y
Manz, una vez convertidos del catolicismo al verdadero cristianismo, intentaron trabajar al lado
de dicho reformador suizo, pero finalmente se separaron de él por rehusarse a dejar de lado la
herética práctica de la transustanciación (doctrina católica que enseña que el vino y la hostia se
convierten milagrosamente en el cuerpo y la sangre de Cristo en la comunión -- los católicos la
llaman comulgación), y del bautismo infantil. Zuinglio se rehusaba a tomar tan radicales pasos,
no porque no creyera que estos futuros anabaptistas estuvieran en lo correcto, sino porque no
consideraba que al cambiar tan rápidamente estas prácticas, beneficiaría a sus planes de reforma.
Dicho en otras palabras, quería reformar la iglesia, pero sin "pisarle los callos a nadie", no quería
ofender a nadie. (Eso se asemeja a la moderna predicación de los neo-evangélicos).
Una vez convencidos que Zuinglio no iba a acceder a sus demandas, optaron por
separarse, y en privado, se bautizaron bíblicamente por inmersión y empezaron una predicación
y evangelización anabaptista que finalmente les costó la vida. Ellos no iniciaron el movimiento
anabaptista, solamente se identificaron con él al apegarse a lo que ellos sabían que era enseñado
claramente en las Escrituras; probablemente desconociendo, o quizá no, que ya había otro grupo
de cristianos apodados despectivamente "anabaptistas" (re-bautizadores) por insistir que el
bautismo es una ordenanza para los creyentes; y dado que los que se convertían de otras
religiones normalmente ya habían sido bautizados de infantes, los enemigos consideraban el
bautismo practicado por los anabaptistas como un segundo bautismo. Lo cierto es, como lo
establece la teoría del Parentesco Espiritual descrito en el artículo del Dr. Strouse (en esta misma
APOLOGÍA), que ellos pueden muy bien ser considerados como auténticos anabaptistas.

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Los auténticos bautistas modernos, reconocemos nuestro antepasado anabaptista con
orgullo, porque sabemos que aquellos llevaron a la práctica las convicciones tomadas de las
Escrituras costara lo que costara. No como los modernos "evangélicos" (neo-evangélicos) que
han vendido a Aquel que los compró con su sangre, y aun a sus verdaderos antepasados
reformistas: Lutero, Calvino, Zuinglio, etc. ya que en la actualidad trabajan codo a codo con los
católicos en esfuerzos evangelísticos, y dicen que encuentran una "concordancia dinámica" entre
la enseñanza reformista que solo las Escrituras son base para la doctrina, y la pagana Tradición
católica. No me está permitido decir quiénes, en la actualidad, nos producen náuseas al hacer lo
arriba descrito, y que llaman al Papa: "Siervo de Dios"; o que cuando visitaron a la ahora extinta
Unión Soviética, dijeron no haber visto ninguna represión religiosa; pero sí les podemos dar sus
iniciales; ellos son: Billy Graham, Luis Palau, Intervasity, Navigators, etc., etc. Alguna duda?

Los bautistas no empezaron con


Roger Williams, ni John Smyth

Una de las teorías de la Historia de los Bautistas es que tuvieron su origen con el movimiento
separatista inglés, del cual Roger Williams y John Smyth fueron líderes. Cierto es que Roger
Williams fue uno de los primeros en repudiar la idea de la unión de la Iglesia (Anglicana) y el
Estado (Inglaterra), y por eso vino a América a principios del siglo XVII, y que asimismo
repudió el bautismo infantil y sostenía el bautismo de creyentes por inmersión, pero él mismo no
quiso ser identificado como bautista porque en ese tiempo, era sinónimo de rebelde y
alborotador. Si acaso Williams fue bautista, lo fue durante tres o cuatro meses. De todos modos,
Williams, aunque no fundó el movimiento bautista, ni siquiera en los EE.UU., es reconocido
como un adalid en el avance de la moral, y el establecimiento de muchos principios y doctrinas
cristianas en la Nueva Inglaterra.

John Smyth, por su parte, sí fue bautista salido de la Iglesia Anglicana, repudiando su bautismo
allí, y huyendo a Holanda a establecer una iglesia allí, también a principios del siglo XVII; pero
al igual que en el caso de Williams en América, en Holanda ya había evidencias de que los
bautistas estaban allí antes que él llegara.
Es la Iglesia Católica, los Testigos de Jehová, y otras sectas, quiénes se deleitan y
empecinan en señalar a algunos de éstos como los fundadores de los bautistas, en un afán de
desprestigiar a los creyentes neo-testamentarios, y afirmar, así su propia secta como la auténtica.

Los bautistas no empezaron con Juan el Bautista

Algunos que sostienen la teoría sucesionista, van al extremo de creer que tienen sus raíces en
Juan el Bautista. Eso ha conducido a muchos a creer que los bautistas tomaron su nombre de
Juan el Bautista, o que él fue quién inició la denominación bautista.
Los verdaderos bautistas admiran a Juan el Bautista como un personaje auténtico bíblico,
digno de imitar, como a todos los demás caudillos bíblicos, pero nos rehusamos en llevar un
nombre en honor de un hombre. Cierto es que en los antepasados bautistas hay quiénes llevaron
el nombre de algún líder prominente, como los petrobrusianos, los waldenses, etc.; pero ellos, al
igual que todos los bautistas, o creyentes que se adhieren más a las Escrituras, llevaron tales
nombres como apodos dados a ellos por sus enemigos. Nunca ha sido la intención de este tipo de
creyentes llevar un nombre otro que "cristianos", pero desafortunadamente, como se estableció al

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principio de este artículo, eso ya no dice mucho. En cambio, decirse bautista, lo identifica a uno
con aquellos distintivos bíblicos que caracterizaron a los auténticos creyentes a través de los
siglos.
Insistimos, no queremos decir con esto que todos los que lleven el apodo "bautistas" son
los verdaderos discípulos de Cristo, ni que no pueda haber verdaderos creyentes en otras
denominaciones, aunque no lleven dicho apodo.

LOS DISTINTIVOS BÍBLICOS DE LOS BAUTISTAS

Reiteramos que, lejos de poder trazar una línea ininterrumpida de sucesión de iglesias bautistas
hasta Jesucristo y los apóstoles, sí podemos reclamar una sucesión ininterrumpida de iglesias
neo-testamentarias a través de los siglos, con diferentes nombres, y en diferentes lugares, que se
pueden relacionar espiritualmente por sus doctrinas y prácticas, a pesar de que haya grandes
lagunas en la historia, en las que sea difícil de señalar un grupo con estas características que en
seguida se analizan. Tal confianza la podemos tener en base a las Escrituras. Tenemos la promesa
de Cristo hecha a Pedro de que las puertas del Hades no prevalecerían contra la Iglesia (Mateo
16:18), y la promesa de que Cristo sería glorificado en la Iglesia por todos los siglos (Efesios
3:21). Sería imposible que Cristo recibiera gloria si no ha habido "Iglesia" en cada siglo, o sería
falso que el infierno (Hades) no prevalecería contra la Iglesia, si no creyéramos que siempre ha
habido un "baluarte y columna de la verdad: la Iglesia" (1 Timoteo 3:15).Eso es lo que enseñan
los libros de historia católicos, y que desafortunadamente, muchos protestantes enseñan también
en sus libros, diciendo que desde los primeros siglos desapareció la verdadera Iglesia, pero
resurgió en el siglo XVI con la Reforma; o como aseveran los líderes de sectas modernas: que la
Iglesia permaneció en oscuridad y sueño espiritual hasta ahora que, según ellos, Dios les ha
mandado avivar su Iglesia.

Las características, o distintivos, por medio de los cuales encuentran parentesco espiritual
los cristianos a través de los siglos son:

La Biblia, única regla de Fe y Práctica.


Los bautistas siempre se han caracterizado por sostener que la única fuente de autoridad
en qué basar sus creencias y prácticas es la Biblia, la Palabra de Dios. La historia está repleta de
instancias en las que en el momento en que un grupo, otrora ortodoxo, empezó a poner tanta o
más importancia en otras fuentes, además de la Biblia, ese grupo irremisible se desvió de la
verdad, o de la verdadera línea del cristianismo.
Este es el principal punto de diferencia entre el catolicismo romano y el cristianismo.
Cuando a un servidor alguien le pregunta sobre la diferencia entre la religión católica y la mía, la
resumo simplemente diciendo que nosotros nos basamos absoluta y exclusivamente en la Biblia,
mientras que los católicos no. Eso implica que, ya que el catolicismo sostiene muchas doctrinas y
prácticas que no están apoyadas en la Biblia, pero sí en la Tradición, las diferencias son muchas
y muy variadas. Entendiendo por "Tradición" todo documento oficial -- bulas papales, encíclicas,
documentos emanados de los así llamados "Concilios Ecuménicos", y toda declaración papal
dicha "ex-cátedra" -- emanado de la Iglesia Católica a través de sus ya casi 17 siglos de
existencia.
Este fue también el punto de separación entre los anabaptistas suizos y Zuinglio. Zuinglio
prefirió dejar en manos del concilio de la ciudad la decisión si se iba a eliminar la práctica de la

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misa, el bautismo infantil, etc.; a lo que los anabaptistas respondieron que no podían dejar en
manos de los hombres lo que Dios ya había decidido en su Palabra desde hacía muchos años.
Una vez que junto a la Biblia se ponen otras fuentes de autoridad, queda la puerta abierta
para que entren en la iglesia toda clase de doctrinas y prácticas completamente ajenas a la Biblia.
La Biblia dice de sí misma: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para
redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto,
enteramente preparado para toda buena obra”. (2Timoteo 3:16,17) Pablo exhortaba a los
corintios: “Pero esto, hermanos, lo he presentado como ejemplo en mí y en Apolos por amor de
vosotros, para que en nosotros aprendáis a no pensar más de lo que está escrito, no sea que por
causa de uno, os envanezcáis unos contra otros”. Aunque aquí Pablo está advirtiendo a los
corintios a que pensar más de lo que está escrito sobre él o Apolos podía conducir al
envanecimiento, es válido aplicarlo también en toda otra doctrina; pensar más de lo que está
escrito va irremisiblemente a conducir a abusos y excesos de la Palabra de Dios.
Toda secta, incluyendo la católica, tiene, además de la Biblia, otras fuentes de autoridad.
Y esto es por necesidad. Las sectas sostienen un sinnúmero de doctrinas y prácticas extrañas al
cristianismo predicado por Cristo y los apóstoles, que para apoyarlas, necesitan salirse de la
fuente que Cristo estableció para su iglesia.

Membresía formada solamente por Personas Regeneradas

Nadie nace siendo cristiano. Los cristianos bautistas no han aceptado automáticamente en la
membresía de sus iglesias, ni a los hijos de sus miembros. Se ha hecho siempre el esfuerzo de
asegurarse que los que van a engrosar la lista de membresía sean personas que hayan creído en
Cristo para su salvación y den alguna evidencia de ello. Ese es el peligro que se corre en algunas
iglesias bautistas modernos de aceptar instantáneamente en la membresía de la iglesia a personas
que no tienen más que horas de haber, según ellos, creído en Cristo y sido bautizados.
Cristo sacudió el sistema teológico de Nicodemo con la revolucionaria declaración: “De
cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan
3:3). En el libro de Hechos se nos muestra cómo fue la práctica apostólica de aceptar dentro de la
membresía: “Así que los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día
como tres mil personas” (Hechos 2:41). Y la señal de que habían sido regenerados se mostraba
en el siguiente versículo: “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos
con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones”. (Hechos 2:42)
La entrada a la membresía es por la regeneración, no por herencia, ni por bautismo. Un
niño que es bautizado podrá, de acuerdo con la iglesia católica, ser considerado "cristiano", pero
de acuerdo con la Biblia. Un cristiano es una persona que voluntariamente ha escogido creer en
Cristo como su Salvador; y un bebé es incapaz de hacer esa elección en su temprana edad.
Pablo, en todas sus epístolas, se dirigía a los receptores de las mismas como santos,
creyentes, personas que habían sido ya regeneradas, pero nunca como personas que necesitaban
ser salvos. Eso significa que las iglesias a las que escribió Pablo estaban formadas solamente por
personas que ya habían experimentado el nuevo nacimiento, y habían dado muestras de ello.
La primer gran incursión en iglesias cristianas de la historia se llevó a cabo cuando
Constantino en el siglo IV declaró oficialmente que el cristianismo sería la iglesia oficial del
Imperio Romano. No solamente estaba uniendo la iglesia y el estado, sino que automáticamente
las iglesias se vieron repletas de soldados inconversos que infiltraron sus antiguas prácticas
paganas de su anterior religión. Eso dio como origen a lo que ahora conocemos con el nombre de

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Iglesia Católica Apostólica y Romana. Claro es que en esos comienzos, dicha iglesia no había
llegado a ser el complejo sistema religioso que es en la actualidad.

Gobierno Autónomo de la Iglesia

Los bautistas siempre se han opuesto a la jerarquía de unas iglesias sobre otras. Cada iglesia
local tiene la libertad y responsabilidad ante Cristo solamente, por su doctrinas y prácticas, sin
otra autoridad terrenal que las gobierne. Las iglesias bautistas tienen la libertad de decidir por sí
mismas, y de solicitar consejo y ayuda de otras similares, sin que ello signifique que éstas
últimas tengan ninguna autoridad sobre aquéllas. De manera que los obispados, arquidiócesis,
presbiterios, consistorios, y cualquier otra jerarquía eclesiástica, por ser completamente ajenas a
la enseñanza del Nuevo Testamento para el gobierno de la Iglesia, han sido rechazados por los
bautistas a través de la historia.
La autoridad de la Iglesia descansa en la iglesia local. Cristo enseñó en Mateo 18 que
cuando un miembro se rehúsa a corregir su camino errado, el asunto debe ser llevado a la iglesia,
y al usar la palabra "iglesia", Cristo no se refería a las autoridades eclesiásticas como lo usan en
la actualidad la Iglesia Católica y sus hijastras, las protestantes.
Fueron los miembros de la iglesia los que formaron el comité para nombrar al apóstol que
sustituiría a Judas el traidor en Hechos 1; fueron los miembros de la iglesia los que buscaron, a
sugerencia de los apóstoles, a los siete diáconos que sirvieran en sus funciones, para que los
apóstoles no fueran distraídos de las de ellos en Hechos 6; fueron los miembros de la iglesia
quiénes comisionaron a los apóstoles a tener el primer Concilio de la Iglesia en Jerusalén en
Hechos 15, la cual, por cierto, no fue presidida por el "primer Papa" sino por Santiago, apóstol y
medio hermano del Señor; fueron los miembros de la iglesia, los que señalaban y enviaban a los
misioneros, etc., etc. En todo el libro de los Hechos, y para tal efecto, en todo el Nuevo
Testamento, nunca se encuentra ni indicio de que hubiera una jerarquía ni en los líderes
espirituales de la iglesia, ni entre las iglesias. Esa ha sido la práctica de los creyentes neo-
testamentarios en la historia de la Iglesia.

El Sacerdocio de todos los Creyentes

En ninguna parte del Nuevo Testamento, documento oficial para la Iglesia que instituyó el Señor
Jesucristo, se encuentra que ésta haya sido organizada con sacerdotes, sino con pastores,
presbíteros, obispos o ancianos. Todos estos términos se usan hasta cierto punto indistintamente
para referirse a los ministros encargados de la predicación de la Palabra de Dios, y el cuidado de
la grey de Dios; y en ningún lado se sugiere ni siquiera la idea de que unos sean superiores a
otros, o ejercerían autoridad sobre otros. El sacerdocio mismo fue abolido por Cristo cuando
entró una vez para siempre, con su propia sangre, al lugar Santísimo, donde antes entraba una
vez al año el sacerdote de la religión judía (Hebreos 9:11-12).
El Nuevo Testamento, en cambio, establece claramente que los creyentes de esta era no
necesitan más de intermediario que los lleve a Dios. Pedro declara, hablando a cristianos: “Mas
vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para
que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1Pedro
2:9). De manera que ahora cada creyente es un sacerdote para sí mismo. El escritor de la epístola
a los hebreos declara también, en base al camino abierto por Cristo: “Por tanto, teniendo un
gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra

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profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras
debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.
Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar
gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:14-16).

El rango de superioridad con atribuciones exclusivas del sacerdote católico, es una de las
herencias más notables de las antiguas religiones paganas romanas y babilonias traídas a las
iglesias antiguas por los inconversos, y es completamente extraño a la enseñanza del Nuevo
Testamento. Los bautistas, a través de todos los siglos, siempre se opusieron a tan extraviada
idea.

Libertad de Conciencia

El fanatismo religioso, producto inequívoco del error, es intolerante hacia quiénes sostienen
ideologías diferentes a las de la persona fanática. La verdad, en cambio, reconoce la libertad
inherente a cada individuo concedida por Dios para creer, no solamente cualquier otro tipo de
sistema doctrinal religioso, sino aun filosófico, o ideológico, aunque no necesariamente tenga
que ver con la religión. Ello explica por qué los defensores del error religioso, como lo hacen las
sectas, son intolerantes, y han perseguido hasta el homicidio, a quiénes no comulgan con su
particular sistema de creencias; y asimismo, los que sostienen la verdad, la cual es Cristo, siguen
la enseñanza de su Maestro en cuanto a la no persecución de aquellos que se oponen y se rehúsan
a creer en esa verdad.
Cristo prohibió a Pedro utilizar la espada para defenderlo cuando lo vinieron a apresar
diciendo: “Vuelve la espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán.
Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que Él no me daría más de doce legiones
de ángeles? Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras de que es necesario que así se
haga?” A los que no recibieron a Cristo y sus discípulos en Samaria, los discípulos querían pedir
fuego del cielo para consumirlos, a lo que Cristo contestó: “Vosotros no sabéis de qué espíritu
sois; porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para
salvarlas”. (Lucas 9:55,56)

Nunca fue la violencia, el método para imponer la verdad del evangelio, ni en los tiempos
de Cristo mismo, ni a través de todos los siglos de existencia del cristianismo. En cambio, la
historia imborrable demuestra cómo muchos, católicos, y no católicos también, en nombre de
Dios, persiguieron hasta el martirio y la muerte a aquellos que se oponían a "su" verdad. No es
desconocido de todos nosotros las atrocidades que la "Santa Inquisición", tanto en España
como en México, cometieron contra los "herejes", sólo por el pecado de creer en otra religión
diferente a la católica. Y no tenemos que remontarnos mucho en la historia para ver estos hechos.
En México, a principios del siglo pasado, los cristeros, en nombre de Dios, y con el estandarte de
la virgen María, mataron a aquellos que se rehusaban a reconocer la autoridad política de la
Iglesia Católica en México. Y mucho más reciente aún, los periódicos en México relatan la
intolerancia llevada hasta la violencia y la muerte, ejercida por los católicos en el estado
mexicano de Chiapas, hacia los protestantes.
Los bautistas siempre han sostenido la libertad de conciencia, y han estado en contra de la
violencia como medio de imponer sus creencias, y eso es un hecho histórico. Esa es la razón por
la que se opusieron al Diet de Spiers en el siglo XVI, y esa es la razón también por la que fueron

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perseguidos por católicos y protestantes por igual en la misma época.

Solamente dos ordenanzas:


Bautismo de creyentes por inmersión, y la Cena del Señor

No son sacramentos, simplemente porque no confieren ninguna gracia a los que de ellas
participan, ni son siete como lo estableció el Concilio de Trento. La manera, por cierto, en que el
Concilio determinó el número de sacramentos es por demás singular: "Porque siete son los días
de la semana, siete son los pecados mortales (!), siete fueron las plagas de Egipto (!), siete son
los planetas (!)" Y lo curioso, como lo dice la Enciclopedia Ilustrada de Historia de la Iglesia de
Samuel Vila y Darío Santa María, es que la Iglesia Católica elevó a sacramento el matrimonio,
pero lo dejó prohibido a los sacerdotes, dificultando aún más la entrada al cielo a estos pobres
ciegos, guías de ciegos.
El Nuevo Testamento enseña que Cristo solamente dejó el mandato de bautizar a los
creyentes (Mateo 28:19), y que se conmemorara la Cena del Señor, como anuncio de su muerte
hasta que el regresara otra vez (1Corintios 11:26). Así lo practicaron los apóstoles en el libro de
los Hechos, y así lo han practicado los bautistas a través de los siglos. No hay ni insinuaciones de
que se hayan bautizado infantes, ni mucho menos por aspersión en el libro de los Hechos, y las
casos de la práctica del bautismo infantil y la aspersión ha sido más bien la marca de la Iglesia
Católica y sus descendientes. Es más, la misma iglesia referida practicó la inmersión y el
bautismo de adultos en sus inicios, como lo demuestran los documentos y las pilas bautismales
aún existentes en muchas iglesias católicas en Europa.
En cuanto a la Cena del Señor, o Comunión, como también se le llama; es claro en el
Nuevo Testamento que nunca se instituyó con el propósito de salvar a los participantes, y que los
elementos: el pan y el jugo de la uva, se debían ofrecer a todos los participantes. Cuando Cristo
dijo: "esto es mi cuerpo [. . .] esta es mi sangre" al sostener en su mano el pan y el vino, es obvio
que no podía referirse literalmente a su cuerpo y su sangre porque no podría estar vivo y sostener
al mismo tiempo en su mano su propio cuerpo y su propia sangre que en ese mismo instante
circulaba por sus venas, lo que quería decir es que aquello representaba su cuerpo y su sangre. La
doctrina de la transustanciación es insostenible por las enseñanzas del Nuevo Testamento.
Otras iglesias, practican el lavamiento de pies como otra ordenanza, o alguna otra buena
práctica como esa. El lavamiento de pies, en la humilde opinión del que esto escribe, es, más que
una ordenanza, una buena práctica de higiene que seguramente es agradecida por aquéllos que
tienen que convivir todos los días con los que lo practican; pero en cuanto a lo espiritual se
refiere, no tiene ningún valor.
Una vez más, la práctica de estas dos ordenanzas, al igual que los otros distintivos, ha
sido características de los creyentes del Nuevo Testamento a través de los siglos.

Separación de la Iglesia y del Estado

El Nuevo Testamento reconoce que Dios ha establecido tres instituciones para esta era
apostólica, a saber: La Iglesia, el Estado, y la familia. Cada una de ellas con una función bien
definida, la cual no puede ni debe interferir con las demás. La Iglesia para llevar a cabo la Gran
Comisión, traer gloria a Cristo, y sostener y defender la verdad (Mateo 28:19-20; Efesios 3:20-
21; 1Timoteo 3:15); el Estado para traer orden y paz en la comunidad (Romanos 13:1-7); y el
hogar para educar y criar a los hijos en el temor de Dios (Deuteronomio 6:6-9). Ninguna de estas

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instituciones debe usurpar los deberes de las otras dos. La obligación de la Iglesia no es educar a
los hijos, ni es obligación del Estado proporcionar fondos a la Iglesia para la predicación del
evangelio, ni es responsabilidad de la familia recaudar impuestos para la educación de sus hijos.
Cristo estableció la separación entre el Estado y la Iglesia cuando les dijo a sus enemigos
que “dieran al César lo que era del César y a Dios lo que era de Dios”. Cristo enseñó a Pedro a
pagar tributo (impuesto), y los apóstoles se sometieron a las autoridades del gobierno cuando sus
leyes no entraban en conflicto con las de Dios. Pero no encontramos en ninguna parte del Nuevo
Testamento que el gobierno tiene la responsabilidad de imponer sobre las personas tal o cual
religión, aunque sea la cristiana, como ha ocurrido desde que Constantino hizo oficial la religión
cristiana (?) para el Estado Romano en el año 313 D. C., y se auto proclamó, además de jefe de
Estado, jefe de la Iglesia.
Tal práctica perduró en la mayoría de los países de Europa desde ese entonces, hasta la
fecha, y fue copiada por la Iglesia Anglicana, cuando se separó ésta de la Iglesia Católica en el
siglo XVI.
Los bautistas, y ahora muchos protestantes, siempre han rechazado esa práctica. En
nuestros países latinoamericanos hemos sufrido por los abusos que originaron, a partir de la
Conquista de la Madre España, los gobiernos dominados por la Iglesia Católica. En México, por
ejemplo, hasta que el presidente Juárez redujo el poder de la Iglesia Católica en los asuntos del
gobierno, es que se mejoró la economía del país, ya que la Iglesia era dueña da la mayoría de los
inmuebles y tierras, evadía impuestos, e impedía así el avance económico del país. Lo mismo
puede verse qué ha sucedido en los demás países de habla hispana donde se impuso la religión
católica a los pobres indios indefensos nativos de estas tierras.
No solamente es bíblico mantener separados a la Iglesia y al Estado, sino que es saludable
para el país.

Separación Ética y Eclesiástica

Los creyentes neo-testamentarios se han caracterizado también por enseñar y sostener que el
cristiano debe vivir una vida separada del mundo para Dios, absteniéndose de todo lo malo, y
renunciando a los placeres temporales mundanos, así como de los hermanos que anden
desordenadamente (2Corintios 6:14-15:1; Tito 2:11-12; 1 Juan 2:15). Y que asimismo, no puede
haber alianzas ecuménicas entre iglesias neo-testamentarias que enseñan y practican la verdad, y
aquellas que no lo hacen. Los bautistas, por definición, no creen en la formación de
denominaciones o asociaciones que determinen el curso de las creencias de las iglesias locales.
En cuanto a la separación ética, los bautistas no creemos que por vivir vidas separadas del
mundo como: no fumar, no ir a bailes, alejarse de la fornicación, cuidar la música que uno
escucha, y sus amistades y lugares que frecuenta, vamos a ir al cielo; pero sí creemos que una
señal del discípulo de Cristo es la abstención de las cosas mundanas. Otras denominaciones,
aunque evangélicas, no han puesto el mismo énfasis en este tipo de separación, sino que más
bien son bastante indulgentes con sus miembros; sobre todo en estos tiempos modernos; y ni qué
decir de la Iglesia Católica. Lutero mismo detestaba el énfasis de los anabaptistas en la
separación del mundo del cristiano diciendo que eso era volver a creer en la salvación por obras.
La historia revela, que en el afán de purificar denominaciones, los individuos e iglesias
han cedido a sus convicciones, demostrando así, que para ellos, es más importante mantener la
fidelidad a la denominación, que a la Palabra de Dios. Eso es lo que ocurre en la actualidad con
la mayoría de las denominaciones evangélicas, en las que se han filtrado las corrientes teológicas

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liberales, pero los "conservadores" dentro de las mismas denominaciones se resisten a
abandonarlas, ignorando que Dios no está tan interesado en mantener su denominación, como en
que se obedezca su Palabra, y que verdaderas iglesias fieles a la Palabra de Dios, han existido en
todas las edades sin necesidad de afiliación eclesiástica o denominacional alguna. (Mateo 16:18).
El gran predicador bautista del siglo antepasado, Carlos H. Spurgeon en Julio de 1889
dijo acerca de la separación eclesiástica:

El día llegará cuando los que piensan que pueden reparar la casa, que no tiene
fundamento, verán lo sabio de salirse completamente de ella. Todo el tiempo hemos visto que
salirse de asociaciones con doctrinas cuestionables es la única solución posible para una
dificultad que, cómo quiera que sea negada, no es para jugar con ella por aquellos que están
conscientes de su terrible realidad. (Tomado de la revista FRONTLINE, edición sep-oct 1992)

De ahí que, aunque haya bautistas que pertenezcan a asociaciones o denominaciones,


aquellos bautistas que siguen practicando lo que sus antecesores en el pasado, continúan
enseñando y practicando la separación eclesiástica.
Estas son las marcas que han caracterizado a los creyentes a través de los siglos, que
aunque portaron diferentes nombres, el hecho de haber sostenido estos distintivos, los une en un
parentesco espiritual indisoluble, y por ello, no faltamos a la verdad al llamarlos también
bautistas.

CONCLUSIÓN

Este artículo no tiene la intención de menospreciar a cristianos sinceros en otras denominaciones


evangélicas, ni tampoco establecer que los bautistas, ni siquiera los que más se han adherido a las
enseñanzas del Nuevo Testamento, son mejor que otros cristianos no bautistas. El único
propósito de este breve escrito es informar a creyentes e incrédulos en general, sobre lo que hay
detrás del nombre bautista, y desmentir las falsas ideas propagadas por los enemigos, acerca de
los que sin vergüenza portamos el nombre.
Este es un llamado triple.

• Es un llamado para todo aquel cristiano sincero que, al comparar las marcas bíblicas de
una iglesia neo-testamentaria descritas aquí, se da cuenta que su iglesia no las tiene, y
esté dispuesto a dar el paso de fe de unirse a una iglesia que sí las tenga.
• También es un llamado a aquellos bautistas que menosprecian el nombre por desconocer
la gloriosa herencia que nos dejaron nuestros antepasados.
• Y finalmente, es también un llamado a cualquier otra persona, no cristiana, a que valore,
a la luz de este escrito, pero sobre todo, a la luz de la Biblia, las doctrinas y prácticas de
su religión para que deposite su fe más bien en Cristo, que en su religión, para la
salvación de su alma; pues es Cristo quién murió por los pecadores, y no ninguna otra
iglesia, religión o denominación. Reciba a Cristo ahora.

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