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MEMORIA

Seminario internacional
Comisiones de la verdad:
Tortura, reparación
y prevención
Ciudad de México, 18 y 19 de julio de 2002

Foro público
Comisiones de la verdad:
Perspectivas y alcances.
Perspectivas
El caso de México
Ciudad de México, 20 de julio de 2002

COMISIÓN DE DERECHOS HUMANOS DEL DISTRITO FEDERAL (MÉXICO)


ASOCIACIÓN PARA LA PREVENCIÓN DE LA TORTURA (SUIZA)
CENTRO DE DERECHOS HUMANOS “MIGUEL AGUSTÍN PRO JUÁREZ”
(MÉXICO)
CORPORACIÓN DE PROMOCIÓN Y DEFENSA DE LOS DERECHOS
DEL PUEBLO (CHILE)

México, 2004
COMISIONES DE LA VERDAD

ISBN: 968-7456-75-2

Primera edición: septiembre de 2003

Derechos reservados © por la Comisión


de Derechos Humanos del Distrito Federal.
Avenida Chapultepec 49, Centro Histórico,
C.P. 06040, México, D.F.
www.cdhdf.org.mx

Portada: Manifestación en el Centro de Santiago,


Chile, 1983. Tomada de Derechos Chile ©
www.chipsites.com/derechos/index_esp.html

Segunda edición: mayo 2004

Impreso en México Printed in Mexico


MEMORIA
Seminario internacional
Comisiones de la verdad:
Tortura, reparación
y prevención
Ciudad de México, 18 y 19 de julio de 2002

Foro público
Comisiones de la verdad:
Perspectivas y alcances.
Perspectivas 5
El caso de México
Ciudad de México, 20 de julio de 2002
Índice

Presentación 11
Agradecimientos 13

Primera parte

Seminario internacional
COMISIONES DE LA VERDAD: TORTURA,
REPARACIÓN Y PREVENCIÓN

Ajuste de cuentas con el pasado: la experiencia mexicana,


Mariclaire Acosta 17
Presentación de los objetivos y del programa, Marco Mona 21
Antecedentes y relevancia del estudio comparativo, Paz Rojas 23
Palabras de bienvenida. Relevancia para México,
Emilio Álvarez Icaza 25 7
Palabras de bienvenida, Edgar Cortez 29

RESUMEN DEL ESTUDIO COMPARATIVO: “COMISIONES


DE LA VERDAD: ¿UN CAMINO INCIERTO?” (Codepu/APT 2002) 31
Reseña de discusión 93
Reflexiones sobre el estudio comparativo 99
Desde la experiencia de Guatemala. “Es el tiempo de hablar...”,
Ruth del Valle 101
Desde la experiencia sudafricana, David Backer 109

CONFERENCIAS MAGISTRALES
Alcance y eficacia de los instrumentos legales internacionales,
Roberto Garretón 119
Dificultades y desafíos de las comisiones de la verdad frente
a la tortura, la reparación y la prevención,
Naomi Roht-Arriaza 129
¿Qué se puede esperar de una comisión de la verdad?,
Rodolfo Mattarollo 137
Tarea inconclusa: la contribución de la Comisión de la Verdad
y Reconciliación a la justicia en la Sudáfrica posapartheid,
Paul van Zyl 181
COMISIONES DE LA VERDAD

El fiscal especial y la justicia de transición en México,


Louis Bickford 207

COMISIONES DE LA VERDAD ACTUALES


La experiencia de Ghana. Visión global de la Comisión
Nacional de Reconciliación, Kenneth A. Attafuah 237
La experiencia de Sierra Leona, Joseph Christian Humper 263
La experiencia de Timor Oriental, Isabel Guterres 269
La experiencia de Perú. La práctica de la tortura vista por la
Comisión de la Verdad y Reconciliación de Perú,
Sofía Macher 277
La experiencia de Uruguay, Ariela Peralta 291

TORTURA Y COMISIONES DE LA VERDAD


La investigación de violaciones, Luis Fondebrider 307
La documentación de la tortura, Morris Tidball-Binz 313
La experiencia de Nigeria. Perspectiva sobre tortura,
8 impunidad y compensación, Chinonye E. Obiagwu 319
La experiencia de Brasil, Elizabeth Silveira e Silva 327

REPARACIÓN Y COMISIONES DE LA VERDAD


La obligación internacional de reparar: logros y obstáculos,
Gabriela Echeverría 335
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos,
Christina M. Cerna 345
La experiencia de Chile, Víctor Espinoza y María Luisa Ortiz 355
La experiencia de Sudáfrica, Paul van Zyl 363

PREVENCIÓN Y COMISIONES DE LA VERDAD


La justicia como medida preventiva, Rodolfo Mattarollo 373
La promoción y la educación, Gilda Pacheco O. 379
La experiencia de Argentina. Verdad, depuración y justicia:
prevención de violaciones de derechos humanos,
Javier Mariezcurrena 385
La experiencia de El Salvador. Esperanza permanente, justicia
pendiente, impunidad presente, Miguel Rogel Montenegro 401
ÍNDICE

Segunda parte

Foro público
COMISIONES DE LA VERDAD:
PERSPECTIVAS
Y ALCANCES. EL CASO DE MÉXICO

Discurso inaugural. El derecho a la verdad, Emilio Álvarez Icaza 411


Saludos desde la experiencia de un país africano,
Joseph Christian Humper 417
Reseña del contexto mexicano, Centro ProDH 419

PERSPECTIVAS NACIONALES
Testimonio, Alicia de los Ríos 433
La creación y la labor de la Fiscalía Especial, Ignacio Carrillo Prieto 437
La lucha por la verdad y la justicia, Rosario Ibarra de Piedra 447
El movimiento estudiantil de 1968 y el papel del Comité
Ciudadano, Salvador Martínez della Rocca 453
El derecho a la información: hacia una comisión de la verdad, 9
Sergio Aguayo 459

PERSPECTIVAS INTERNACIONALES
Desde las experiencias del Cono Sur. Verdad, gobernabilidad
y justicia, Silvia Dutrénit Bielous 467
Desde la experiencia de Perú, Sofía Macher 473
Desde la experiencia de Chile, Roberto Garretón 475
Desde la experiencia de Timor Oriental, Isabel Guterres 477
Desde las experiencias de América Latina, Rodolfo Mattarollo 479
Sesión de preguntas y respuestas 481

CLAUSURA
Discurso de clausura, Edgar Cortez 491
Desde la experiencia del estudio comparativo, Paz Rojas 493

ANEXOS
Anexo 1: Notas biográficas de los ponentes 497
Anexo 2: Participantes, observadores y organizadores 509
Presentación

En el marco del trabajo para hacer efectiva la protección a las víctimas


de violación a los derechos humanos y la erradicación de la impunidad,
la Asociación para la Prevención de la Tortura (APT) de Suiza, la
Corporación de Promoción y Defensa de los Derechos del Pueblo
(Codepu) de Chile, la Comisión de Derechos Humanos del Distrito
Federal (CDHDF) y el Centro de Derechos Humanos “Miguel Agustín
Pro Juárez” (ProDH), los dos últimos de México, convocaron al
Seminario internacional “Comisiones de la verdad: Tortura, reparación
y prevención” que se llevó a cabo durante los días 18 y 19 de julio de
2002. El seminario tuvo como objetivo identificar las condiciones y
los componentes mínimos de las comisiones de la verdad (CCV)
para fortalecer el funcionamiento de las actuales, continuar el
seguimiento de recomendaciones de las creadas en el pasado y qué
deben integrar las que en el futuro lleguen a crearse, con especial
énfasis en los temas de tortura, reparaciones y prevención, a partir 11
del estudio comparativo de CCV elaborado por Codepu y APT y el
análisis y las experiencias de expertos y participantes en el seminario.
Se contó con la participación de defensores y expertos de
derechos humanos de diecisiete países de los continentes americano,
africano, asiático y europeo, entre ellos miembros de CCV que
actualmente operan en Ghana, Perú, Sierra Leona y Timor Oriental,
y más de cuarenta observadores. También se contó con la parti-
cipación inaugural de la Subsecretaría para los Derechos Humanos
y la Democracia de la Secretaría de Relaciones Exteriores de
México.
El punto de partida del seminario fue el estudio comparativo
“Comisiones de la verdad: ¿un camino incierto?”, elaborado por
Codepu y APT, que abordó los alcances y las limitaciones de las CCV
de Argentina, Chile, El Salvador, Guatemala y Sudáfrica a partir de
entrevistas con víctimas y protagonistas de organizaciones civiles
internacionales y nacionales y de las propias comisiones. El estudio,
basado en más de cien entrevistas y en el rescate de los avances que
han logrado las comisiones, ofrece una visión crítica de las víctimas
de las cinco CCV mencionadas, y muestra las deficiencias de éstas, el
COMISIONES DE LA VERDAD

grave incumplimiento de las recomendaciones en que incurren los


Estados, pero también los alcances y las ventajas que trajeron por la
causa de la verdad y la justicia.
El seminario contó con el análisis de los especialistas y las
organizaciones ya mencionadas que han trabajado el tema, así como
la presentación de experiencias de protagonistas directos de CCV.
Asimismo, se realizaron tres talleres simultáneos sobre tortura,
reparación y prevención. Además, el tratamiento de estos temas
estuvo presente a lo largo del seminario y fue considerado importante
debido a que éstos no han sido abordados apropiadamente o incluso
han quedado fuera de las experiencias previas de CCV.
Se eligió a México como país sede de este evento por el proceso
de transición que vive actualmente y por la necesidad de impulsar el
debate sobre las posibilidades y la pertinencia de la creación de una
comisión de la verdad (CV) en México. Los resultados del seminario
fueron presentados el 20 de julio de 2002 en el Foro público
“Comisiones de la verdad: Perspectivas y alcances. El caso de
12 México”, con la participación de protagonistas en la lucha contra la
impunidad y del Fiscal Especial para Movimientos Sociales y Políticos
del Pasado de este país. Fue la ocasión para desarrollar un debate
abierto y constructivo sobre las tareas pendientes para lograr verdad
y justicia en relación con las violaciones aquí cometidas.
Desde luego, esta publicación contribuirá a la búsqueda de
soluciones tanto en el plano nacional como en el internacional, con
el fin de impedir la recurrencia, en el futuro, de las violaciones a los
derechos humanos.
Agradecimientos

Deseamos agradecer, en primer lugar, a los familiares, las víctimas y


los activistas de derechos humanos que colaboraron tanto en el
estudio comparativo como en el seminario internacional y el foro
público. Confiamos en que esta publicación represente un aporte
más al proceso de búsqueda de la verdad y la justicia que todos
anhelamos y compartimos.
En particular, reconocemos el coraje y la entereza de quienes
compartieron el mismo espacio en México, por primera vez, para
debatir honesta y públicamente sus distintas perspectivas y con-
vicciones sobre las vías para realizar esta búsqueda en el país. También
hacemos presente nuestra gratitud a los representantes del gobierno
mexicano por habernos ofrecido su respaldo.
A los integrantes de las comisiones de la verdad que actual-
mente operan en África, Asia y la América hispana nuestro
profundo reconocimiento por haber compartido con nosotros 13
de manera franca y abierta sus experiencias y desafíos actuales.
Esperamos que el seminario, el foro y la publicación representen
una herramienta útil para enfrentarlos de manera más justa y humana.
Nuestro agradecimiento muy particular para Aída María
Noval por haber aceptado nuestra invitación de último momento
para moderar el seminario internacional, y también por propor-
cionarnos la asesoría metodológica indispensable para su desarrollo.
Reconocemos igualmente a Morris Tidball-Binz la moderación del
foro público, quien demostró su sensibilidad y conocimiento de la
compleja realidad mexicana.
También tenemos muy presente tanto el apoyo de los equipos
de trabajo de las organizaciones convocantes, que mostraron la mejor
disposición de colaborar en todas las etapas de coordinación del
seminario, como del personal de las organizaciones mexicanas por
haber acogido a los participantes con entusiasmo, interés y
generosidad.
Primera parte

Seminario internacional
Comisiones de la verdad:
Tortura, reparación
y prevención

15
Ajuste de cuentas con el pasado:
la experiencia mexicana

Mariclaire Acosta
Subsecretaria para los Derechos Humanos y la Democracia
Secretaría de Relaciones Exteriores (México)

Todos los regímenes políticos que han pasado del autoritarismo al


Estado democrático han hecho un ajuste de cuentas con el pasado, y
más concretamente con los crímenes cometidos por agentes estatales.
Aunque no hay recetas ni manuales para efectuar este ajuste de cuentas,
y aunque las resistencias dentro de cada régimen en transición son
distintas, sí hay principios muy claros emanados del derecho in-
ternacional que deben soportar todo proceso de rendición de cuentas.
México vive ahora esa clase de transición. El nuevo gobierno
ha iniciado un proceso de esclarecimiento de los hechos ocurridos 17
en las décadas de los sesenta y setenta conocidos como “guerra sucia”,
así como de sus secuelas. El mecanismo elegido para llegar a la verdad
y sancionar a los culpables es una Fiscalía Especial alojada en la
Procuraduría General de la República. Se trata de una forma
institucional de abordar el problema y en la que no todo mundo ha
estado de acuerdo. La instalación de esta Fiscalía fue precedida por
un amplio debate en el que participaron sectores diversos de la
opinión pública, víctimas y familiares de víctimas, así como re-
presentantes gubernamentales. El centro de ese debate era la
propuesta de crear una comisión de la verdad, que es una de las
formas en que se han afrontado los crímenes de Estado del pasado
en otros países.
La decisión de establecer una Fiscalía Especial se basa en la
convicción de que el mecanismo adoptado es irrelevante. Lo
importante es que el mecanismo cumpla las delicadas funciones para
las que fue creado y, para ello, tiene que observar los principios
establecidos por el derecho internacional.
En primer término, un principio general dice que tanto la
investigación de las violaciones graves de los derechos humanos,
COMISIONES DE LA VERDAD

como el castigo a los culpables, son obligaciones del Estado que no


se extinguen una vez que ocurre el cambio de régimen. La creación
de la Fiscalía Especial prueba que el Estado mexicano ha asumido
esa responsabilidad, justamente como parte de su tránsito hacia un
ambiente democrático.
Otro principio fundamental es el carácter imprescriptible de
los crímenes contra la humanidad. El nuevo gobierno también ha
incorporado ese principio, de ahí que haya ratificado la Convención
sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los
Crímenes de Lesa Humanidad.
El derecho internacional obliga también el Estado a buscar la
verdad sobre lo ocurrido, no sólo para esclarecer los mecanismos de
represión utilizados por el régimen autoritario y evitar que vuelvan a
ser empleados, sino también para definir con mayor claridad las
modalidades de reparación del daño, para las víctimas y sus familiares.
En ese sentido, la Fiscalía Especial, como lo señala el Acuerdo
presidencial que le dio origen en noviembre de 2001, fue dotada con
18 un Comité Ciudadano de Apoyo (artículo 2º), integrado por cinco
personalidades que representan diversos puntos de vista ciudadanos,
todos ellos involucrados con el tema de la guerra sucia. Este Comité
recupera el papel que suelen tener las comisiones de la verdad.
Aunque sus funciones no están vinculadas a la persecución y la
sanción a los presuntos responsables de los crímenes denunciados,
este Comité vigila la actuación de la Fiscalía y puede proponerle vías
de actuación. Otra característica importante es su capacidad para
desentrañar y sacar a la luz informaciones que no son susceptibles
de ser presentadas ante un tribunal, pero que sirven a la sociedad
para comprender cabalmente los hechos.
De esa manera, los trabajos del Comité Ciudadano lo convierten
en una suerte de comisión de la verdad ad hoc y, como es natural,
requiere y mantiene una comunicación constante con la opinión
pública y una vigilancia de parte de la sociedad civil, especialmente
de las víctimas.
Un cuarto principio que el derecho internacional establece, y
cuya observancia es imprescindible para que el ciclo de la verdad y la
justicia sea completo, es el de la reparación del daño. Aun en aquellos
regímenes en que se dificultan, por las razones que sean, la
AJUSTE DE CUENTAS CON EL PASADO

persecución y el castigo a los responsables, la reparación del daño


debe ser garantizada por el Estado. Es un principio de elemental
humanidad. Esta reparación no tiene que ser forzosamente una
compensación económica, sino que puede adoptar modalidades
diferentes, incluso algunas simbólicas, como el reconocimiento
público de responsabilidad del Estado, las disculpas públicas o
cualquier otra forma o combinación de formas.
En el caso de México, el acuerdo por el que se creó la Fiscalía
Especial considera la existencia de un Comité Interdisciplinario (cap.
2º, artículo 4º.) cuya tarea es la conformación de los mecanismos de
reparación del daño. Este Comité fue integrado en marzo pasado
por servidores públicos de varias dependencias relacionadas con el
tema, como el Instituto Mexicano del Seguro Social y la Secretaría
de Gobernación, entre otras, y su participación definitiva llegará
cuando se hayan fincado responsabilidades, pero mientras llega ese
momento el Comité debe estar abierto a las observaciones y a las
propuestas que surjan de la sociedad y, en especial, de las víctimas y
los familiares de las víctimas. 19
Para terminar, la Fiscalía Especial fue dotada por el Estado
mexicano con los elementos para efectuar un ajuste de cuentas
apegado a los principios del derecho internacional, es decir, para
investigar los hechos, establecer responsabilidades, perseguir a los
culpables y promover una sanción, así como para reparar el daño a
las víctimas. Pero todas estas tareas, que configuran un proceso
complejo y que enfrentan resistencias y dificultades múltiples,
requieren de la vigilancia, la colaboración y el respaldo crítico de la
sociedad. Hoy se está dando un paso firme en esa dirección.
Presentación de los objetivos
y del programa

Marco Mona
Presidente de Asociación para la Prevención de la Tortura (Suiza)

La Asociación para la Prevención de la Tortura, APT, es una ONG que


actúa en el plano internacional desde hace 25 años. Lucha, junto a
muchas otras organizaciones, contra la tortura y los malos tratos y
—ésta es su particularidad— con enfoque en la prevención.
Este trabajo se hace en varios sectores. Un sector es el de la
creación y la promoción de normas e instrumentos preventivos,
como, por ejemplo, defensores del pueblo, o la Convención Europea
para la Prevención de la Tortura (CPT), un sistema de visitas a todos
los lugares de detención que funciona hoy en 41 países de Europa;
APT se encuentra en el origen de esta Convención y trata de promover 21
un mecanismo universal similar en la ONU.
Otro sector es, más allá de la obvia prohibición y de la denuncia
de la tortura, crear una red de protección de la víctima potencial con
la lucha contra la impunidad; por una justa reparación y rehabilitación;
por un amplio debate público sobre hechos atroces y sus responsables
y sus víctimas.
En este marco, el estudio comparativo sobre las cinco
comisiones de la verdad y su mejoramiento desde este seminario es
una de las finalidades prioritarias de nuestro trabajo de este año.
Para conocer más de la APT, sus otros objetivos, sus alcances y sus
utopías, visiten nuestro sitio en internet: www.apt.ch.
El estudio les será presentado por los autores de Codepu,
quienes les explicarán también los motivos por los cuales APT y
Codepu se abocaron a esta tarea. Me puedo limitar a decir que este
trabajo les da la óptica de las comisiones de la verdad desde adentro
y desde abajo, con énfasis en la visión de los sobrevivientes, y eso
mediante más de cien vívidas entrevistas que obligan a cualquiera,
antes de todo, a un gran respeto. El estudio examina los alcances y
las limitaciones de las CCV, extrae conclusiones y propuestas, sea por
COMISIONES DE LA VERDAD

el seguimiento del trabajo de las comisiones, sea por las que están
actuando ahora y por las demás que, ojalá, llegarán. El estudio es a la
vez base y objeto de la optimización de nuestro seminario.
Trataremos de profundizar el tema con la presentación del
estudio, con una serie de conferencias más generales, de base, por el
tema, y luego con presentaciones sobre el trabajo actual de cuatro
comisiones de la verdad.
El segundo día está dedicado a las finalidades del seminario, es
decir, la elaboración de recomendaciones, con base en el estudio
comparativo, en vista de una mayor eficacia, de un mayor impacto al
servicio de los sobrevivientes, y con enfoque en los tres temas:
tortura, reparación y prevención. Para ello habrá presentaciones sobre
cada tema y, finalmente, tres talleres separados que discuten y elaboran
recomendaciones. Todo esto se integrará en un informe que se
publicará.

22
Antecedentes y relevancia
relevancia
del estudio comparativo

Paz Rojas
Presidenta de la Corporación de Promoción y Defensa
de los Derechos del Pueblo (Chile)

Decir en cinco minutos lo que significó hacer este trabajo que duró
casi tres años es prácticamente imposible. Tal vez sólo intentar
responder por qué nosotros tuvimos la necesidad de hacer un estudio
que se basara en un análisis riguroso de cada uno de los informes
emitidos en los cinco países de estudio: Argentina, Chile, Salvador,
Guatemala y Sudáfrica. Una investigación que nos permitiera
comparar y evaluar sus tiempos, objetivos, métodos, mandatos,
recomendaciones y, especialmente, el cumplimiento o no de las
medidas de reparación que las comisiones mismas habían señalado. 23
Más allá de eso, lo que nos interesaba era conocer lo que había
sucedido en las personas directamente afectadas, antes, durante y
después del trabajo de las comisiones de la verdad que se habían
instalado en su país. Así como también conocer la opinión de las
personas que trabajaban en los organismos de derechos humanos
de cada uno de estos países. Más de cien personas fueron entre-
vistadas en el lugar donde ocurrieron los crímenes.
Durante todos los años que duró la dictadura militar en Chile
vimos que al profundo trauma producido en las personas, en las
familias, en las comunidades por los crímenes de lesa humanidad, se
había añadido la impunidad. Y que luego del informe existía sólo
una mínima reparación. ¿Qué había sucedido en los demás países,
en donde luego de dictaduras y guerras se habían creado comisiones
de la verdad?
Esta inquietud fue compartida profundamente por la Aso-
ciación de Prevención de la Tortura. Sospechábamos que las
comisiones no cumplían un objetivo fundamental: la prevención de
los crímenes, y que, por otra parte, los Estados no cumplían con las
COMISIONES DE LA VERDAD

recomendaciones ni con las medidas de reparación sugeridas por


las respectivas comisiones.
Estos hechos añadían un nuevo daño a las personas afectadas.
Además, algunas de ellas, al no mencionar a los responsables dejaban
que la ecuación del crimen víctima-victimario quedara ausente. No
había, por lo tanto, una verdad integral y seguía imperando la
impunidad, la que al exacerbar los mecanismos psicopatológicos ya
alterados por la ausencia de verdad y justicia producían una nueva
forma de tortura, al no saber lo que pasó, quién fue el responsable.
Una nueva forma de tortura psicológica prolongada que instigó aún
más a la Asociación de Prevención de la Tortura para realizar esta
investigación.
Al terminarla decidimos ponerle el nombre “Comisiones de
la verdad: ¿un camino incierto?”, porque consideramos que
responden escasamente a las esperanzas de las víctimas y no cumplen
las expectativas que los organismos de derechos humanos y la
sociedad de cada país tienen de ellas.
24 Al entregar este estudio tenemos la esperanza de que oriente
en la creación de nuevas comisiones. En el capítulo IV hemos
resumido las recomendaciones que las víctimas y los organismos de
derechos humanos hacen sobre las características que las futuras
comisiones deberían de tener, y de cómo éstas recomendaciones
deben ser una obligación para cada Estado.
Éste es el aporte que queremos hacer, para no producir nuevos
traumas a las víctimas, a la sociedad, al país entero. Es un aporte
que, a diferencia de otros estudios más especializados y realizados
científicamente, está basado en los propios testimonios de las
víctimas, en sus esperanzas y deseos.
Palabras de bienvenida.
Relevancia para México
Relevancia

Emilio Álvarez Icaza


Presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal
(México)

Desde el fin de la segunda Guerra Mundial más de treinta países


han encarado abusos graves cometidos en conflictos armados,
guerras civiles, o por gobiernos autoritarios y dictaduras. En la
mayoría de estos casos ha prevalecido la impunidad. Para juzgar a
los responsables del Holocausto la comunidad internacional instituyó
tribunales en Nuremberg y en Tokio. En esos juicios por vez primera
se formularon como delitos en el derecho internacional los crímenes
de guerra, contra la humanidad y contra la paz.
25
En los últimos cincuenta años la lucha por combatir las
violaciones a los derechos humanos ha sido sinuosa y plagada de
obstáculos para lograr que prevalezca el derecho a saber la verdad
de lo que pasó y a llevar a juicio a los responsables.
A pesar de las leyes de perdón y olvido, hay crímenes que la
comunidad internacional considera imprescriptibles y que no pueden
ser perdonados: los considerados como crímenes contra la huma-
nidad y los crímenes de guerra, de acuerdo con la Convención de
Viena; los crímenes contra la humanidad definidos en la Convención
de Ginebra, como el genocidio, el apartheid, las desapariciones
forzadas. En el caso de las desapariciones forzadas, es un delito
continuado, mientras no se conoce el paradero de la persona y se
considera responsables a quienes tienen el poder de movilizar el
aparato de Estado para realizarlas y proteger mediante la impunidad
a los responsables.
En nuestro continente, la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos estableció en 1985 que “Toda sociedad tiene el
irrenunciable derecho de conocer la verdad de lo ocurrido, así como
las razones y circunstancias en las que delitos aberrantes llegaron a
COMISIONES DE LA VERDAD

cometerse, a fin de evitar que esos hechos vuelvan a ocurrir en el


futuro.”1

LA GUERRA SUCIA EN MÉXICO

En el caso de México, apenas comienza el debate de cómo abordar


las violaciones a derechos humanos cometidas por los gobiernos
anteriores. En las décadas de los sesenta y setenta el régimen, en el
auge del autoritarismo, actuó con gran violencia e impunidad en
contra de todos los que consideraba sus enemigos. Con una sociedad
civil inerme, los medios de comunicación censurados por el gobierno
y una nula oposición política al gobierno, de la “guerra sucia” y sus
desaparecidos nadie se enteró entonces, o nunca quisieron enterarse.
La valentía y tenacidad de las familias de los desaparecidos
hicieron posible que poco a poco se empezara a conocer lo que
permanecía escondido, lo que se manejaba como secreto de Estado,
26 para cubrir los crímenes cometidos por los aparatos de seguridad.
Fue necesaria la alternancia en el gobierno de la República
para que un organismo del Estado mexicano pudiera reconocer los
crímenes cometidos por él mismo. Ahora, por fin, estamos en el
camino de saber lo que ocurrió con los 532 desaparecidos de la
“guerra sucia” de aquella época. El Estado mexicano ha pasado de
la negación sistemática de los hechos a su reconocimiento, lo que
marca ya un punto de cambio sustantivo.

REVISAR EL PASADO PARA CONSTRUIR EL FUTURO

Con la alternancia en el poder se crearon enormes expectativas de


cambio y se elevaron voces para exigir que se estableciera una
comisión de la verdad para que investigara las violaciones de los
derechos humanos de años pasados.

1. Sitio de internet de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos,


www.cidh.oas.org
PALABRAS DE BIENVENIDA. RELEVANCIA PARA MÉXICO

Se instituyó una Fiscalía Especial junto con un Comité


Ciudadano de Apoyo, lo que resulta ya un avance significativo, mas
la dimensión político-social del problema difícilmente se abarcará
en su totalidad por esta fiscalía.
Es indispensable tener en cuenta que la defensa futura de los
derechos humanos y la fortaleza de nuestro régimen democrático
dependen no sólo, pero sí significativamente, de cómo revisemos
nuestro pasado. De esta revisión se debe desprender también un
aporte significativo para la reforma de nuestras instituciones.
El que se sepa la verdad es algo que se debe a las víctimas y es
un derecho que tienen los familiares de conocer por fin el paradero
de los desaparecidos. No hay mayor dolor para un familiar que la
duda y la incertidumbre acerca del destino de su ser querido. Saber
toda la verdad es la mejor manera de que lo que pasó nunca más
vuelva a ocurrir.
La fórmula verdad–justicia es un aliciente básico para fortalecer
la gobernabilidad democrática.
27

A MANERA DE CONCLUSIÓN

El día de hoy celebramos que en nuestro país se lleve a cabo este


Seminario Internacional sobre las Comisiones de la Verdad. Estamos
convencidos de que con la participación de todos ustedes y sus
respectivas experiencias podremos abonar al debate sobre la
necesidad de conformar comisiones de la verdad, con el fin de
investigar los crímenes del pasado.
Creemos que en México están dadas las condiciones para la
creación de una comisión de la verdad, que cumpla realmente con
las expectativas de las víctimas y sus familiares, y que defina las
obligaciones que le competen al Estado mexicano de acuerdo con el
derecho internacional. De lo que se trata es de acabar con la
impunidad que ha prevalecido hasta nuestros días, que ha protegido
a los responsables de las violaciones a los derechos humanos en
nuestro país.
La apuesta por el olvido no es ninguna solución. El cono-
cimiento de la verdad de lo ocurrido en los años sesenta, setenta y
COMISIONES DE LA VERDAD

ochenta sigue siendo un asunto pendiente. Enfrentarse a la verdad y


reconocer la culpa no ahonda las diferencias en una sociedad, sino
que más bien ofrece el espacio para que la reconciliación sea posible.
Saldar cuentas con el pasado beneficia a todos, y no hacerlo, además
de la injusticia que implica, deja siempre una herida abierta. En México
llegó la hora de cerrarla.

28
Palabras de bienvenida

Edgar Cortez
Director del Centro de Derechos Humanos “Miguel Agustín Pro
Juárez” (México)

La historia de la impunidad ocupa un gran espacio en el devenir de


la historia de la humanidad y también en cada una de las historias
particulares de nuestros países. México también tiene su propia
historia. El camino para desenmascarar y romper el flujo de la
impunidad, que por momentos parece casi infinito, es también largo
y cargado de sufrimiento, pero sobre todo lleno de esperanza y
mirando al futuro. De la tarea de preservar la esperanza se han hecho
cargo las víctimas, los familiares y sectores de las sociedades que
han renunciado a la desesperanza, que no han cedido a la tentación
de creer que es imposible romper la impunidad. 29
México, como ya decía, tiene también su historia de impunidad,
y también su propia historia de combate a este flagelo. El año pasado,
en México, se creó la Fiscalía Especial para los Desaparecidos. En el
decreto de creación de la Fiscalía se ponía, desde la visión oficial, un
punto final al debate sobre la pertinencia, la necesidad y la con-
veniencia de crear una comisión de la verdad en nuestro país.
Respecto de los resultados del trabajo de la Fiscalía todavía es pronto
para encontrar resultados que nos puedan acercar efectivamente a la
verdad de manera integral, como es la expectativa de la sociedad
mexicana. La voz de las víctimas y la experiencia acumulada a través
de los expertos que están hoy con nosotros nos dejan una enseñanza
central: no hay una sola medida que asegure por sí misma el que
podamos arribar a la verdad integral. En ese sentido me parece que el
hecho de que exista una fiscalía para los desaparecidos en México
no asegura por sí mismo el acceso a la posibilidad de la verdad, y de
ninguna manera la creación de esta institución cierra el debate del
tema de la comisión de la verdad. En última instancia, lo que se
mantiene vivo y vigente es la expectativa y la necesidad de que
efectivamente se concrete esta necesidad y esta demanda de la
COMISIONES DE LA VERDAD

sociedad mexicana. Por tanto, mi convicción es que, de ninguna


manera, se puede decir que el debate sobre la necesidad de una
comisión de la verdad en México esté cerrado. Es igual de vigente
que el primer día en que se emprendió la tarea en contra de la
impunidad y los crímenes del pasado.
La impunidad se cubre de muchas maneras: de olvido, de
engaño, de nuevas represiones, de negaciones de información, etc.
Eso significa que se deben hacer múltiples y renovados intentos
para romper el perverso círculo de la impunidad. Quiero decirles a
APT, a Codepu y a todos los expertos y expertas que están con no-
sotros que queremos aprender de ustedes. Escucharemos con
atención y disposición lo que ustedes nos comparten, porque
queremos reconocer en ustedes la voz de las víctimas. Queremos
asumirnos y hacernos de una experiencia desde dentro y desde abajo.
La historia que ustedes nos comparten, que es una historia de dolor
y de esperanza, nos será de enorme utilidad. Este seminario nos
recuerda que la impunidad no es sólo una historia nuestra, que
30 la lucha contra la impunidad es una lucha y una tarea de toda la
comunidad internacional, de la que nosotros también nos sentimos
parte.
Comisiones de la verdad:
¿un camino incierto?

Estudio comparativo
de comisiones de la verdad
en Argentina, Chile, El Salvador
ador,,
Salvador
Guatemala y Sudáfrica
desde las víctimas,
organizaciones y personalidades
de derechos humanos
(resumen)

(Codepu/APT, 2002)

31
Comisiones de la verdad:
¿un camino incierto?

Víctor Espinoza Cuevas, María Luisa Ortiz Rojas


y Paz Rojas Baeza con la colaboración de
Federico Aguirre Madrid y Jean Michel Diez
Corporación de Promoción y Defensa de los Derechos del Pueblo,
Codepu – Chile / Asociación para la Prevención de la Tortura, APT - Suiza

Introducción

A pesar de los esfuerzos de la comunidad internacional para


salvaguardar la paz, las sociedades de todo el mundo continúan
experimentando periodos de violencia institucional, caracterizada
por graves violaciones a los derechos humanos. Estos abusos 33
generalizados, que contravienen el marco internacional de los
derechos humanos, erosionan la democracia y el Estado de derecho.
En numerosos países que emergen de un pasado similar las
comisiones de la verdad se han establecido para buscar la verdad, la
reparación del daño e iniciar un proceso de reconciliación de estas
sociedades profundamente divididas.
Las comisiones de la verdad forman parte de la obligación
moral del Estado con las víctimas y sus familiares para reconocer
que los abusos de los que fueron objeto fueron injustificados. Una
de las grandes contribuciones ha sido recobrar la “memoria
histórica” a través de la investigación de violaciones que anterior-
mente habían sido ocultadas y negadas. A pesar de las limitaciones
de las CCV para resolver los numerosos problemas políticos, éticos y
jurídicos derivados de esas violaciones, fueron una señal del
reconocimiento de responsabilidad y los intentos para buscar
soluciones por parte de los Estados.
Como organización chilena de derechos humanos, la Codepu
buscó la manera de conocer mejor su proceso nacional desde una
perspectiva comparativa, enfocándose particularmente en cómo las
COMISIONES DE LA VERDAD

víctimas y los grupos de derechos humanos veían el impacto de las


CCV, dada la tendencia que hubo de limitar su participación en las
importantes discusiones y decisiones que se tomaron.
El avance reciente en el derecho internacional reconoce cada
vez más los derechos de las víctimas a la participación, al señalar,
por ejemplo, que sus opiniones deben ser el punto de partida de las
políticas de reparación. Codepu también se interesaba en examinar
más de cerca la tendencia a exagerar los logros de las CCV, algunas
veces en detrimento de las obligaciones de otro Estado. Como
organización internacional, la Asociación para la Prevención de la
Tortura (APT) se interesó en estudiar el potencial de las CCV como
herramienta preventiva. Establecer lecciones desde la perspectiva
de los defensores de los derechos humanos es particularmente
relevante dado el incremento de la tendencia de los gobiernos de
transición alrededor del mundo para instaurar comisiones de la
verdad.
Después de un extenso proceso de consulta, los países para
34 ese estudio fueron seleccionados según la prominencia de sus CCV
tanto en el ámbito doméstico como el internacional y debido a las
importantes diferencias entre ellas.
Se realizaron entrevistas in situ basadas en cuestionarios con el
apoyo de una red de colaboradores (las entrevistas en Sudáfrica
fueron hechas por una organización local de derechos humanos).
Se realizaron un total de 82 entrevistas individuales y colectivas,
que comprendieron a 102 personas, setenta de las cuales habían
sufrido violaciones a sus derechos humanos, particularmente tortura.
También se revisó una extensa cantidad de material bibliográfico.
Del 18 al 20 de julio de 2002 se realizó en la Ciudad de México
un seminario para la discusión adicional de las conclusiones del estudio.
Los participantes analizaron cómo las CCV han atendido principalmente
la práctica de la tortura, así como la prevención y reparación, señalando
algunas consideraciones prácticas para el trabajo futuro de las
comisiones. El evento también permitió la oportunidad de avanzar en
el debate que en México se está dando actualmente sobre las diversas
maneras de enfrentar la represión del pasado.
Esperamos que el estudio contribuya a recuperar las voces de
las víctimas, que oficialmente han sido silenciadas y negadas,
¿UN CAMINO INCIERTO?

escuchando sus opiniones y puntos de vista sobre el impacto de las


CCV en sus propias vidas, comunidades y sociedades.

I. Comisiones de la verdad:
una comparación

ORIGEN Y CONTEXTO

Las comisiones de la verdad que se incluyen en este estudio fueron


establecidas durante un periodo de trece años (Argentina 1983, Chile
1990, El Salvador 1991, Guatemala 1996 y Sudáfrica 1995), básica-
mente en respuesta a la creciente presión nacional e internacional.
Su creación marcó el reconocimiento oficial de las obligaciones
del Estado bajo el derecho internacional y el reconocimiento de la
necesidad de legitimación pública de las nuevas democracias. En los
casos analizados estas democracias emergían después de periodos 35
de conflicto donde no existía claramente una fuerza política ganadora,
y donde continuaba existiendo en el poder una fuerte presencia de
quienes cometieron las violaciones.
A pesar de tales similitudes, cada comisión estuvo influenciada
por las particularidades de su propio contexto político e histórico. En
Chile y Argentina las CCV fueron una de las primeras medidas adoptadas
por los gobiernos de transición, por medio de un decreto presidencial,
principalmente en respuesta de las demandas de verdad y justicia que
inicialmente fueron exigidas por grupos de derechos humanos y
posteriormente adoptadas por los candidatos presidenciales.
En El Salvador y Guatemala las comisiones formaron parte
de los acuerdos de paz entre el gobierno y las fuerzas de oposición
armada que pusieron fin a las prolongadas guerras civiles en estos
países. La comisión sudafricana fue la única establecida por un Acta
Parlamentaria y aprobada por una abrumadora mayoría después de
un debate público relativamente abierto.
En Argentina la junta militar, severamente debilitada por la
crisis económica, la creciente movilización social, la presión
internacional y la derrota militar en Las Malvinas, negoció una
COMISIONES DE LA VERDAD

transición hacia el poder civil en 1982. Pocos días después de haber


asumido el poder en 1983, el presidente Raúl Alfonsín anunció los
juicios en contra de ex miembros de la junta militar y el esta-
blecimiento de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de
Personas (Conadep). Muchos grupos de derechos humanos que
empujaron por una comisión de la verdad parlamentaria inicialmente
se rehusaron a colaborar con la Conadep. Un pacto civil-militar, que
incluía la amnistía para los perpetradores, fue negociado, sin embargo,
bajo la mesa.
Aquellos que fueron entrevistados enfatizaron la tensión que
existía entre el nuevo gobierno y el régimen militar, subrayando que
este último aún ejercía “una presión sutil directa e indirecta [...] la
dictadura no acababa de irse”. Mientras que las medidas tomadas
por el nuevo gobierno condujeron a expectativas de que la verdad y
la justicia eran posibles, muchos sintieron que “la Conadep era un
producto de la convivencia con el terrorismo de Estado bajo la forma
de que es una democracia”.
36 La comisión de la verdad “fue parte de un [proceso de nego-
ciación] que iba llevando finalmente a la impunidad [...] como una
política de Estado para evitar [...] desmantelar los aparatos represivos”.
A pesar de estas visiones críticas, muchos sintieron que “cuando
asume el gobierno constitucional, éste no podía no hacer algo” para
lidiar con las violaciones de derechos humanos.
La transición en Chile también implicó concesiones al ex
régimen militar, incluyendo la amnistía y la aceptación de la anterior
constitución. El referendo de 1988 obligó a Pinochet a dejar la
presidencia, sin embargo, se mantuvo a la cabeza de las fuerzas
armadas y como senador vitalicio. Una de las primeras medidas
tomadas por el presidente Patricio Ailwyn después de asumir el poder,
en 1990, fue el establecimiento de una Comisión Nacional para la
Verdad y Reconciliación (CNVR), lo que causó fuertes tensiones entre
los simpatizantes de Pinochet y el recién electo gobierno. Aun cuando
el gobierno de transición respondió a la creciente desaprobación del
régimen militar, comprometiéndose a derogar la ley de amnistía
militar, esta promesa no fue cumplida.
A pesar del mandato restrictivo de la comisión, que únicamente
incluía violaciones que resultaran en la muerte de la víctima, su
¿UN CAMINO INCIERTO?

creación, en general, fue bienvenida entre las víctimas y los grupos


de derechos humanos.
La CNVR “fue la primer respuesta del gobierno de Ailwyn al
drama de las violaciones de derechos humanos, expresó la voluntad
común de abordarlo”. Sin embargo, también hubo críticas en el
sentido de que “fue una salida que correspondía a las características
de la transición [...] este camino era el más fácil [...] para el ejecutivo,
pero acarreaba un conjunto de indicaciones que la condicionaban”.
La comisión en El Salvador se estableció en 1991 como parte
de un conjunto de acuerdos que pusieron fin al conflicto civil del
país. La prolongación y la complejidad del proceso de paz,
caracterizada por numerosos avances y regresiones, se inició en 1989
después de que cinco presidentes centroamericanos solicitaron la
mediación de las Naciones Unidas.
Finalmente, los Acuerdos de Chapultepec fueron firmados
entre el gobierno y el Frente de Liberación Nacional Farabundo
Martí (FMLN) en enero de 1992. La ONU desempeñó un papel central
en la comisión de la verdad, encargada de la investigación de graves 37
actos de violencia desde 1980.
Aunque su creación provocó expectativas entre los directa-
mente afectados por la violencia, también reconocieron sus
limitaciones debido a los graves problemas estructurales de justicia
e impunidad. Uno de los entrevistados expresó que “los familiares
se alegraron que se hiciera [...] teníamos expectativas muy grandes
que se iba a ver una reparación no económica, pero sí moral, también
sabíamos que aquí en El Salvador no iba a llegar a tanto porque la
gente que maneja el poder jamás te iba a pedir perdón, maneja el
sistema de leyes y están demasiado protegidas”.
El proceso de paz en Centroamérica también trajo consigo el
final de 36 años de guerra civil en Guatemala, caracterizada por la
represión sistemática principalmente en contra de la población
indígena. Un ex comandante de la Unidad Nacional Revolucionaria
Guatemalteca (URNG) relata que “el primer paso significativo para
buscar una negociación para la Paz Firme y Duradera se dio con el
Acuerdo Esquipulas II en 1987. El Presidente entonces prometió
una negociación [...] el cambio abrupto del contexto internacional
[llevó a] negociaciones que muchas veces se vieron obstaculizadas
COMISIONES DE LA VERDAD

por cierta resistencia del Ejército”. La Comisión para el Esclare-


cimiento Histórico se estableció por los acuerdos de Oslo en 1994,
a pesar de que no comenzó su trabajo sino hasta después de firmados
los acuerdos de paz finales en diciembre de 1996.
De acuerdo con uno de los entrevistados, “éste fue uno de los
acuerdos más complicados y, de hecho hubo que hacer grandes
concesiones de lado y lado [...] a los representantes del ejército les
parecía difícil aceptar la formación de una comisión que investigara
las violaciones a los derechos humanos, porque después, como la
propia Comisión determinó, más del 90% de esas violaciones las
había cometido el Ejército”. A pesar de las limitaciones inherentes a
las negociaciones entre ambas partes del conflicto armado, la
comisión se estableció para que el pueblo guatemalteco pudiera
aprender de su propia historia.
En Sudáfrica una “revolución negociada”, que empezó con
visitas secretas de las autoridades gubernamentales a Nelson Mandela
(líder del Congreso Nacional Africano) en prisión, puso fin al sistema
38 político del apartheid que tenía constitucionalmente subordinados y
restringidos los derechos de la población negra. La represión
sistemática del movimiento de liberación en contra del apartheid
originó un creciente ciclo de violencia, hasta que los líderes finalmente
presionaron para la adopción de medidas que pusieran fin a la
segregación. Las negociaciones formales se iniciaron en 1993 y los
principales funcionarios del régimen del apartheid pudieron negociar
una amnistía general.
El nuevo parlamento, por lo tanto, tenía el mandato de adoptar
una ley de amnistía, así como de crear la Comisión de la Verdad y
Reconciliación (CVR), establecida en 1995 por un acta constitucional.
Un miembro de un grupo de derechos humanos señala que “un
punto clave en la creación de la Comisión [fue] el proceso de
amnistía”. Una antropóloga posteriormente afirmó que “sería un
mito político considerar que la CVR fue el resultado de un acuerdo
negociado [...] La CVR estaba en los intereses de una parte pequeña
de la sociedad”.
En resumen, quienes fueron entrevistados en los cinco países,
en general, concuerdan en que la investigación de las violaciones a
los derechos humanos era una de las tareas más urgentes de los
¿UN CAMINO INCIERTO?

gobiernos de transición, comúnmente abordadas por medio del


establecimiento de CCV. El papel de estos cuerpos fue sin embargo
muy limitado por el contexto político y específicamente por el hecho
de que los responsables de las violaciones cometidas se mantenían
en el poder. En palabras de uno de los entrevistados, “ninguno de
los gobiernos que han creado las comisiones era democrático. Lo
hicieron bajo presión internacional [...] en respuesta a las luchas de
las organizaciones de derechos humanos [...] como un medio para
evitar la justicia o como algo más fácil de gestionar”.

MANDATO Y OBJETIVOS

El propósito de las cinco comisiones fue la investigación y el


establecimiento de la verdad sobre violaciones específicas, contri-
buyendo al proceso nacional de reconciliación. Ninguna de las
comisiones incluía el derecho a la justicia como un objetivo. Los
nombres de las comisiones sudafricana y chilena reflejaban la verdad 39
y la reconciliación, mientras que el mandato de la comisión salvadoreña
establece: “Estimular el tránsito hacia la reconciliación nacional.” La
comisión guatemalteca puso énfasis en “el derecho del pueblo de
Guatemala a conocer plenamente la verdad [...] contribuya a que no
se repitan estas páginas tristes y dolorosas de la historia de Guate-
mala”, y la comisión de Argentina enfatizó la contribución de las
investigaciones para el resurgimiento de la democracia.

CRÍMENES INVESTIGADOS

Los crímenes que debían ser investigados fueron claramente


establecidos en algunos de los mandatos. La comisión argentina
estaba limitada a la investigación de las detenciones-desapariciones.
El mandato chileno también estaba limitado explícitamente a ciertos
crímenes: detención con desaparición, tortura con resultado de
muerte, y ejecución y muertes con motivación política, cuya res-
ponsabilidad fuera atribuible al Estado o a particulares. La legis-
lación estableció que la comisión sudafricana investigara “las
COMISIONES DE LA VERDAD

violaciones graves a los derechos humanos”, y el mandato declaraba


que se entenderán por éstos los siguientes crímenes: matanza,
secuestro, tortura o maltrato, así como la instigación y conspiración
por razones políticas a actos relacionados con el conflicto.
Aunque los mandatos eran amplios, los propios comisionados
fueron orillados a la interpretación y posterior definición de los
crímenes. Dado que la comisión salvadoreña se refería sólo a graves
hechos de violencia, los comisionados establecieron el criterio con
base en la magnitud y gravedad de los crímenes: hechos individuales
que hayan conmovido a la sociedad salvadoreña o a la comunidad
internacional y casos que demuestran un patrón sistemático de
violencia. El amplio mandato guatemalteco para investigar las
violaciones a los derechos humanos y actos de violencia fue definido
posteriormente por los comisionados en categorías: genocidio contra
la población maya a manos de fuerzas gubernamentales; masacres
perpetradas tanto por el gobierno como por la oposición armada;
secuestros y desapariciones cometidos por ambos bandos; despla-
40 zamientos forzados; actos de violencia ejercidos por el poder
económico y reclutamiento forzado.

MARCO JURÍDICO

La definición del marco jurídico en general no fue muy explícita, de


modo que la interpretación se dejó también a cargo de los propios
comisionados. Únicamente el informe de la comisión argentina se
refiere específicamente al marco jurídico de sus investigaciones. El
resto de las comisiones menciona el derecho internacional de los
derechos humanos y el derecho internacional humanitario, con amplias
variaciones en sus interpretaciones. La comisión chilena incluía el
abuso cometido por particulares que actuaban por motivos políticos
como una violación a los derechos humanos, una interpretación
fuertemente criticada por las organizaciones de derechos humanos.
Los comisionados en El Salvador determinaron que a las
fuerzas de oposición que mantenían territorio bajo control se les
podría imputar responsabilidad bajo el derecho internacional de los
derechos humanos.
¿UN CAMINO INCIERTO?

La comisión guatemalteca separó dos conceptos: las violaciones


a los derechos humanos, como aquellas cometidas por agentes
estatales o con su conocimiento o aquiescencia, mientras que los
actos de violencia eran aquellos cometidos por grupos de oposición
armados y por agentes particulares sin el consentimiento del Estado.
El informe de la comisión sudafricana reconoció la controversia
que ocasiona la aplicación del derecho humanitario cuando se trata
de los movimientos de liberación armados, particularmente aquellos
que se oponían al régimen de apartheid, definido internacionalmente
como crimen contra la humanidad.

PERIODO DE INVESTIGACIÓN Y PERIODO DE FUNCIONAMIENTO

Respecto de las investigaciones, éstas tenían que estar limitadas a un


periodo determinado, que usualmente respondía más a los eventos
históricos y políticos que a un criterio relacionado con la permanencia
de violaciones, aunque se dieron pocas justificaciones al respecto. 41
Las comisiones argentina y chilena investigaron violaciones
ocurridas a partir del golpe militar hasta el restablecimiento del
gobierno constitucional: del 24 de marzo de 1976 a diciembre de
1983 y del 11 de septiembre de 1973 a marzo de 1990, respecti-
vamente.
Este sistema excluía una importante escalada de represión que
llevó al golpe en Argentina. En lugar de establecer fechas precisas,
en Guatemala y en El Salvador se consideraron los periodos de espiral
de violencia del conflicto civil. A pesar de la larga historia de violencia
institucional en Sudáfrica, la comisión limitó su periodo de in-
vestigación únicamente a 23 años: del establecimiento de la República
(1 de marzo de 1960) a las negociaciones formales para la transición
(15 de diciembre de 1993).
Dada la magnitud de las violaciones, el tiempo otorgado a las
comisiones para la realización de sus investigaciones siempre resultó
insuficiente. Como resultado de esto, las investigaciones no fueron
exhaustivas y muchos casos se dejaron fuera. A las comisiones
sudafricana y guatemalteca se les amplió el periodo inicial en su
mandato y finalmente funcionaron por 24 y 18 meses, respecti-
COMISIONES DE LA VERDAD

vamente. Las otras finalizaron sus investigaciones dentro del periodo


inicialmente establecido de ocho a nueve meses.

COMPOSICIÓN

El criterio para la selección de comisionados se basó en la credibilidad,


la objetividad y la imparcialidad. Con el objeto de enfrentar la polari-
zación social y política algunos comisionados se acercaron a simpa-
tizantes tanto del régimen saliente como del entrante, así como a
expertos internacionales en derechos humanos. Con excepción de
Sudáfrica, el proceso de selección no fue público, y en muchos casos de-
pendía de la discreción del Presidente o del secretario general de la ONU.
La comisión argentina estaba integrada por doce nacionales
nombrados por el Presidente. Los candidatos que apoyaban el
establecimiento de una comisión bicamaral declinaron en protesta y
las nominaciones finales fueron duramente criticadas, ya que algunos
42 comisionados o bien habían participado directamente, o habían hecho
un reconocimiento público al régimen militar, y no se nombró a
nadie vinculado a la búsqueda de los desaparecidos. En contraste,
los grupos de derechos humanos en Chile estuvieron satisfechos
con los ocho comisionados nacionales nombrados por el Presidente,
dada la amplitud de sus antecedentes desde diferentes sectores
políticos, incluyendo el de los derechos humanos.
En El Salvador, como una forma de abordar el temor y la
polarización de la población salvadoreña, se nombró a tres
comisionados extranjeros a través del secretario general de la ONU.
La exclusión de nacionales en los nombramientos dio pie a críticas,
ya que la comisión fue vista como impuesta desde afuera y desde
arriba. La comisión guatemalteca estuvo compuesta por comisio-
nados tanto guatemaltecos como extranjeros, incluyendo una mujer
indígena y en general gozó de un alto nivel de objetividad.
El coordinador, ex relator especial de la ONU para Guatemala,
fue nombrado por el secretario general de la ONU. Aprendiendo de
la experiencia salvadoreña, la sociedad civil guatemalteca emitió una
serie de recomendaciones, incluyendo la exclusión de víctimas como
comisionados, en vista de la necesidad de objetividad.
¿UN CAMINO INCIERTO?

La experiencia sudafricana fue marcadamente diferente al resto:


se realizó una convocatoria pública para buscar candidatos, y varios
de ellos fueron seleccionados para dar entrevistas públicas.
Posteriormente se elaboró una corta lista de la cual el Presidente
nombró a los 17 comisionados. Uno de los criterios de selección en
términos de credibilidad fue su involucramiento en la lucha contra el
apartheid. El proceso, sin embargo, no estuvo exento de enfrentar
dificultades prácticas. Un miembro de la Comisión explicó que después
de varios malos entendidos, “un día llegué a casa y mi vecino me dijo
que había oído por la radio que yo había sido elegida comisionada”.

PROCEDIMIENTOS

Las comisiones tuvieron atribuciones que les permitían conducir


sus investigaciones, incluyendo el acceso a documentos, expedientes,
entrevistas y lugares. Algunos tuvieron la facultad de llamar a declarar
a funcionarios públicos. 43
A pesar de que estaban bajo la obligación de colaborar y
proporcionar información, la mayoría de los funcionarios alegó que
los documentos habían sido destruidos, daban información in-
completa o ambigua o simplemente se rehusaban a colaborar. Por
mucho, el mayor obstáculo para la realización de investigaciones
efectivas fue la falta de participación de las fuerzas de seguridad y
armadas para revelar información importante.
Éste fue claramente el caso en Argentina y Chile, donde no se
garantizaron las medidas jurídicas necesarias para llamar a declarar a
las personas. En El Salvador y Guatemala, ambas partes se
comprometieron en colaborar con la comisión. Sin embargo, las fuerzas
de seguridad y armadas en ambos países proporcionaron información
incompleta e insuficiente, y el grupo armado de oposición de El
Salvador no entregó toda la información. La continua atmósfera de
violencia en El Salvador fue un fuerte obstáculo para las investigaciones,
dada la insuficiencia de garantías de confidencialidad que había.
A pesar de que la comisión sudafricana tenía autoridad para
llamar a declarar a los presuntos responsables, éstos dieron la menor
cantidad de información posible.
COMISIONES DE LA VERDAD

La mayoría de las comisiones establecieron una oficina central en


la ciudad capital y algunas oficinas regionales. La comisión también hacía
visitas a áreas más remotas y recibía el apoyo de los consulados para
tomar los testimonios de los exiliados. Sus objetivos y métodos de trabajo
eran publicitados en la prensa, exhortando particularmente a las personas
a que rindieran testimonio. Las organizaciones de derechos humanos
desempeñaron un papel importante, ya que eran la fuente principal
de información y vínculo con las víctimas y sus familiares.
En Chile, donde no se establecieron oficinas regionales, los
testimonios de las áreas rurales fueron tomados por autoridades
municipales que frecuentemente estaban vinculadas al régimen
anterior. Uno de los familiares explica: “[Mi] testimonio fue tomado
por un abogado que había estado durante toda la dictadura en la
Intendencia y eso a mí me causó mucho recelo.” Por eso no se
recibieron quejas de muchas áreas rurales. El miedo y las suspicacias
fueron particularmente difíciles de sortear en El Salvador. Un ex
miembro de la guerrilla señaló: “Una cosa es andar armado, y el
44 arma le da valor a uno, y ya sin arma es otra cosa [...] venir y declarar
[...] claro tenía temor [...] el soldado [armado]todavía allí al lado y yo
sin nada.” Esto también fue un obstáculo en Guatemala, parti-
cularmente entre las comunidades indígenas, “las dificultades estaban
dadas por la condición de miedo en que ha estado la población
guatemalteca, ha sido muy difícil obtener los testimonios”, explicó
una persona involucrada en el proceso.
La comisión sudafricana nuevamente se distinguió, dado que
muchos testimonios fueron rendidos durante audiencias públicas con
la atención de los medios de comunicación. Se estableció un criterio
para determinar a cuáles víctimas se les otorgarían audiencias públicas,
pero muchas de las víctimas que no fueron seleccionadas se sintieron
decepcionadas. Una de las víctimas explicó: “Yo no pienso que fuera
un problema hablar sobre eso, era una buena manera de que la cosa
mala se vaya.” Uno de los requisitos para el proceso de amnistía fue
que los perpetradores también dieran testimonio público.
La creación de una comisión de la verdad fue una decisión vertical
emanada de aquellos con poder político. Una persona en Chile expresó:
“La creación de la Comisión, la manera como se constituye, sus
competencias, su trabajo, es una decisión gubernamental.”
¿UN CAMINO INCIERTO?

Por lo general, después de haberse decidido el establecimiento


de una comisión se abrió el proceso a consulta. Las organizaciones
de derechos humanos estuvieron particularmente involucradas, a
pesar de que otros sectores, incluyendo las fuerzas armadas y de
seguridad, grupos guerrilleros e instituciones gubernamentales,
también fueron invitados a participar.

IDENTIFICACIÓN DE LOS PERPETRADORES

Se creó una gran controversia sobre si los perpetradores debían ser


identificados o no. Cuando esto no estaba establecido en el mandato,
la decisión fue delegada a los comisionados, quienes se encontraban
normalmente bajo fuerte presión política. Aquellos que fueron
entrevistados coincidieron casi unánimemente en la importancia de
incluir nombres, como un aspecto de la verdad y el primer paso
hacia la justicia, que no veían sólo en términos de sanciones penales
sino también en un reconocimiento público. Una persona explicó 45
que “fue percibido como una forma de justicia [...] cuando el nombre
de los responsables apareció. [...] Se designan a las víctimas [...] pero
no a los responsables. [...] por lo que perdura un sentimiento de
injusticia”.
En El Salvador, a pesar de la fuerte presión por parte del
ejecutivo y de las fuerzas armadas, los comisionados mantuvieron la
revelación de los nombres como la única manera de documentar la
verdad en su totalidad y compensar la falta de un sistema de
procuración de justicia efectivo para conducir las investigaciones.
Aquellos que fueron entrevistados expresaron su apoyo unánime a
esta decisión. Las críticas se enfocaron a la insuficiente condena
expresada en cuanto al papel de Estados Unidos en relación con las
violaciones cometidas. En el informe “falta tal vez uno de los más
grandes violadores a los derechos humanos de todos los tiempos, el
gobierno de Estados Unidos”.
El mandato de la comisión sudafricana estipulaba la iden-
tificación de personas u organizaciones responsables de violaciones.
El informe identifica seis grupos, especificando que no todos
comparten el mismo nivel de responsabilidad y ubicando la mayor
COMISIONES DE LA VERDAD

responsabilidad en el Estado y sus aliados. Los perpetradores fueron


identificados individualmente cuando se presentaron ante el Comité
de Amnistía. Aunque la mayoría de las personas entrevistadas
identificaron a los perpetradores a través del proceso de amnistía o
el informe, algunos señalaron el hecho de que todavía debían ser
identificados muchos perpetradores. El informe de Argentina no
incluye nombres, señalando que el sistema judicial es responsable de
las investigaciones que determinarían la inocencia o culpabilidad. La
comisión presentó una lista confidencial de mil 351 perpetradores
al Presidente, una lista que hasta la fecha no se ha hecho pública. La
comisión chilena también echó mano del argumento de que
únicamente los tribunales podrían determinar la responsabilidad
penal individual, y que publicar los nombres de los perpetradores
era contrario del principio de presunción de inocencia. Mientras que
la mayoría de las organizaciones de derechos humanos coincidían
en que “es la responsabilidad de los tribunales”, las víctimas y sus
familiares en general discrepaban mencionando que “no pueden
46 quedar en el olvido quiénes son los responsables de estos crímenes
cometidos, porque esa es parte la verdad”.
Una de las condiciones negociadas en Guatemala fue que la
comisión no determinara responsabilidad penal individual, sino que
se enfocara en la clarificación histórica de los hechos.
No obstante, los grupos de derechos humanos en general
estuvieron satisfechos con las investigaciones exhaustivas de la comisión.
“A pesar de que el mandato los limitaba [...] el hecho de que no dieran
nombres y apellidos no significa que la gente no pudiera saber quién era
el comandante de la base. [...] Fue un poco como jugarle la vuelta a ese
silencio que se les estaba imponiendo.” El reconocimiento de la
comisión al papel del gobierno de Estados Unidos en el conflicto
también tuvo un alto significado para el pueblo guatemalteco.

RESULTADOS

Todas las comisiones presentaron informes sobre las conclusiones


de sus investigaciones. Los informes chileno y sudafricano tuvieron
el mismo título que el de la respectiva comisión, mientras que otros
¿UN CAMINO INCIERTO?

reflejaban la dramática magnitud de su contenido: De la locura a la esperanza


(El Salvador), Memoria del silencio (Guatemala) y Nunca más (Argentina).
El informe argentino registra 8 mil 690 casos de desapariciones,
advirtiendo que el número podría ser mucho mayor, y 340 centros
clandestinos de detención. La metodología de la represión está descrita
en detalle, refiriéndose a la complicidad de la Iglesia y del poder judicial.
Un capítulo especial describe la coordinación de la represión en el
Cono Sur y la desaparición de niños y mujeres embarazadas. El
contexto histórico está limitado a una controvertida interpretación
en el prólogo acerca del origen del conflicto como la respuesta del
Estado al creciente terrorismo (teoría de los dos demonios).
El informe chileno documenta 3 mil 400 personas detenidas-
desaparecidas, ejecutadas o muertas como resultado de la tortura,
incluyendo aquéllas en países extranjeros, como parte de la política
del gobierno para exterminar a la oposición política de izquierda.
La mayor responsabilidad se ubica en el aparato de inteligencia
y las omisiones de la judicatura. Los centros de detención y los métodos
de tortura son descritos en detalle. Uno de los capítulos está dedicado 47
al análisis de la grave crisis política que precedió al golpe militar,
haciendo notar que esto no justificaba las violaciones cometidas.
Los doce volúmenes del informe guatemalteco registran más
de 42 mil víctimas (incluyendo las 29 mil ejecuciones o desapa-
riciones). Las fuerzas estatales y paramilitares fueron responsables
del 93% de las violaciones. El informe describe la evolución del
conflicto y las violaciones cometidas durante diferentes periodos.
Los miembros de la comisión guatemalteca escribieron un profundo
análisis histórico de las causas del conflicto, describiendo la
concentración de la riqueza y el poder y el prevaleciente racismo y
discriminación en contra de la población indígena, que representa
83% de las violaciones documentadas.
El informe salvadoreño describe en detalle 34 de los 22 mil
casos investigados, ilustrando la magnitud de la violencia ocurrida
durante doce años de guerra civil, subrayando que 95% de las quejas
se dieron en áreas rurales. Los anexos incluyen información forense
y estadística, los acuerdos de paz y una lista de las víctimas.
Uno de los capítulos describe la “cronología de la violencia”,
así como el apoyo de Estados Unidos a las medidas contrainsurgentes.
COMISIONES DE LA VERDAD

El primer volumen del informe sudafricano incluye 21 mil


víctimas, de las cuales 2 mil 400 rindieron testimonio público y
reconocieron que la mayoría de los crímenes fueron cometidos por
las minorías blancas. El volumen sobre el contexto señala el papel
del racismo, la colonización y la guerra fría como factores de-
terminantes del conflicto. El volumen tres describe la violencia desde
la perspectiva de las víctimas. El informe también incluye más de 7
mil peticiones de amnistía, a pesar de que el Comité de Amnistía no
había concluido su trabajo y posteriormente se elaboró un volumen
especial al respecto.
Los informes fueron presentados a las autoridades en un acto
público y posteriormente fueron difundidos. La única excepción fue
El Salvador, donde el informe fue presentado al secretario general de
la ONU y a las partes en conflicto en la sede de la ONU en Nueva York.
El informe no fue distribuido hasta un mes después, sin
distribución personal a las víctimas y familiares y con muy poca
difusión. Aquellos que fueron entrevistados para este estudio no
48 obtuvieron una copia del informe.
El presidente de la comisión argentina, Ernesto Sábato,
presentó el informe al Presidente del país en 1984 con miles de
personas congregadas fuera de la sede de gobierno. Con la des-
confianza en un Presidente que había apoyado a jueces del régimen
militar, uno de los sectores de las Madres de Plaza de Mayo no
participó, argumentando que no querían “firmar un cheque en
blanco”. Un mes después, el informe fue presentado en un acto
público. Desde entonces ha sido traducido a cinco idiomas, con más
de 25 ediciones.
En Chile, los medios masivos de comunicación cubrieron la
presentación del informe del Presidente en 1991. Éste presentó un
resumen del documento un mes después, exhortando a la sociedad
a que asumiera totalmente la verdad y pidiendo perdón a las víctimas a
nombre del Estado. A cada familia que rindió testimonio se le dio
una copia, y también fue publicado en el diario oficial La Nación.
Aproximadamente 10 mil personas asistieron a la presentación
pública del informe guatemalteco en 1999, cuando los comisionados
admitieron que jamás imaginaron la magnitud de la tragedia. Durante
sus presentaciones, los representantes tanto del gobierno como de
¿UN CAMINO INCIERTO?

las fuerzas de la guerrilla se comprometieron públicamente a cumplir


las recomendaciones a cabalidad.
El ministro de Defensa pidió perdón por cualquier error o
exceso cometido por las fuerzas armadas, señalando que su actuación
tuvo como objeto la defensa de la soberanía nacional y que él también
perdonaba a aquellos que habían lastimado a soldados. Este acto
fue particularmente significativo: “para los que estuvimos ahí tuvo
un efecto reivindicador, sobre todo porque no esperábamos que
llegaran hasta ahí”.
El presidente de la comisión sudafricana, el obispo Desmond
Tutu, presentó el informe al presidente Nelson Mandela en un acto
público en 1998. Muchos líderes políticos no asistieron en protesta
por el reconocimiento de que las violaciones fueron cometidas tanto
por aquellos que aplicaban el apartheid, como por aquellos que se
opusieron a él.
Las reacciones al informe fueron similares en todos los países,
a pesar de que la forma en que fueron presentados marcó una gran
diferencia. 49
Una vez que los resultados de las investigaciones fueron
públicos, muchos que antes apoyaban y que de alguna manera
resultaron implicados en los abusos, intentaron minimizar la im-
portancia o ignoraron los resultados. Las víctimas valoraron la
importancia del reconocimiento oficial de la verdad, pero también
fueron críticos respecto de contenidos específicos.
La sociedad argentina sintió horror ante las revelaciones, pero
las aceptaron como verdad histórica. Las fuerzas armadas que fueron
desacreditadas en el informe justificaron sus acciones como si
hubieran ocurrido en combate, disculpándose únicamente por
algunos excesos cometidos.
El pacto de silencio fue roto solamente unos años después,
cuando el capitán Scilingo describió a un reportero cómo los
prisioneros políticos fueron arrojados al mar desde los aviones, lo
que trajo como consecuencia el reconocimiento entre los militares
de que la junta había violado las normas militares y expresiones
aisladas de solidaridad con los familiares de las víctimas. Aun cuando
la mayoría de los grupos de derechos humanos saludaron el
reconocimiento oficial del abuso, unánimemente rechazaron la visión
COMISIONES DE LA VERDAD

del informe en el sentido poner al mismo nivel los actos cometidos


por grupos de oposición y aquéllos cometidos por el aparato
represivo del Estado.
Los grupos de derechos humanos también dieron la bienvenida
al reconocimiento de la verdad, sin embargo, subrayaron ciertas
limitaciones: muchas violaciones no fueron consideradas (incluyendo
tortura que no ocasionó la muerte); el hecho de que se considerara
la violencia política ejercida por particulares como una violación a
los derechos humanos y el hecho de que no fueran presentados los
nombres de los perpetradores. La derecha política tuvo una reacción
ambigua, aceptando las conclusiones y condenando las violaciones,
mientras que las justificaban como excesos inevitables del conflicto
social. Las fuerzas armadas y policiales reivindicaron sus acciones
como patrióticas y desacreditaron los informes históricos y su validez
legal.
Las reacciones en El Salvador fueron inmediatas y categóricas.
A diferencia de otros países, el Presidente rechazó las conclusiones
50 del informe e intentó evitar su publicación. Alfredo Cristiani procedió
a otorgar la amnistía a los perpetradores mencionados en el informe,
y durante un discurso televisivo exhortó al pueblo salvadoreño a
“perdonar y olvidar” y a “borrar, eliminar y olvidar la totalidad del
pasado”. Las fuerzas armadas calificaron este informe de “injusto,
incompleto, ilegal, antiético, parcial y atrevido”, así como una afrenta
a la soberanía nacional. La Corte Suprema, por su parte, “rechazó
enérgicamente sus conclusiones y recomendaciones”. El FMLN, por
otra parte, expresó su reconocimiento al informe y se comprometió
a concretar las recomendaciones pertinentes.
Las organizaciones guatemaltecas coincidieron en que el
informe fue más allá de sus expectativas y representó un documento
histórico irrefutable. El sector empresarial consideró que el informe
fue innecesario y parcial.
El gobierno publicó su reacción en un diario nacional,
reconociendo el notable trabajo de la comisión y argumentando que
muchas de sus recomendaciones ya estaban siendo aplicadas, aunque
se rehusaron a establecer otra institución para implementar los
acuerdos de paz. Dos meses antes de que el informe fuera presentado,
y en el segundo aniversario de la firma de los acuerdos de paz, el
¿UN CAMINO INCIERTO?

Presidente pidió perdón a nombre del Estado. El URNG también se


disculpó por cualquier “exceso, equivocaciones e irresponsabilidad”.
La reacción al informe de Sudáfrica estuvo dividida. Aquellos
con el poder político que se sintieron amenazados por su contenido
en general lo desaprobaron. Tanto el CNA y aquellos vinculados con
el régimen del apartheid presentaron quejas ante los tribunales para
tratar de bloquear parte de su contenido o su publicación en su
conjunto. Estas tensiones estuvieron presentes en el clima que rodeó
a la presentación del informe, pero el presidente Mandela aceptó el
informe a pesar de sus “imperfecciones”.
La población negra, en su mayoría, aceptó el informe, pero sin
absoluta satisfacción por los resultados o el proceso. La mayoría de
la población blanca estaba escandalizada por el informe y no asumió
responsabilidad o culpa alguna. De acuerdo con una interpretación,
la comisión fue un proceso de reconciliación política más que social.
Una persona resumió las reacciones así: “Los sectores políticos
tienen valoraciones según la opinión política que hayan tenido durante
el conflicto.” 51
Los informes en general fueron aceptados por las víctimas, las
organizaciones de derechos humanos y la oposición política. La
respuesta de los miembros de la oposición responsables de abusos
fue ambigua.
En Guatemala, “la URNG se disculpó públicamente [...] y dijo
que estaban dispuestos a dar a conocer toda la información que
posean sobre algunos detenidos-desaparecidos que le son atribuibles
[...] esto último no lo han cumplido”. En El Salvador, “el FMLN ha
dado la espalda pues ellos también salen señalados”. Uno de los
involucrados en la comisión sudafricana mencionaba que “otra de
las cosas tristes fue la reacción del CNA [...] refleja la reacción paranoica
respecto a la crítica”. La importancia del apoyo internacional también
fue subrayada entre los entrevistados.
Muchos notaron la disminución de interés en el tema
después de la publicación del informe. En Guatemala el informe
“tuvo un impacto mediático grande, fue una cosa importante,
pero aquí eso dura una semana”. En contraste con lo sucedido
en otros países, en Chile, el valor de la información contenida en
el informe se ha acrecentado con el tiempo, en parte debido a la
COMISIONES DE LA VERDAD

detención de Augusto Pinochet en Londres en 1998. El familiar de


una de las víctimas asegura que “pasado el tiempo ha sido reconocido
por sectores que en un comienzo lo rechazaron [...] han ido
reconociendo que esa verdad establecida ahí es una verdad oficial”.

RECOMENDACIONES

La implementación de las recomendaciones es quizá el eslabón más


débil del legado de las comisiones de la verdad. El mandato de
todas las comisiones, con excepción de la argentina, incluye
explícitamente la elaboración de recomendaciones para abordar las
reparaciones, la reconciliación y la prevención.
En los países en los que se establecieron las comisiones
mediante los acuerdos de paz, las recomendaciones fueron reco-
nocidas como vinculantes, aunque en la práctica no fue así.
Los acuerdos de paz en El Salvador y Guatemala reconocieron
52 el compromiso de ambas partes para implementar las recomen-
daciones, pero no se estableció ningún mecanismo para este propósito
en ninguno de los dos países.
El Presidente y el Parlamento de Sudáfrica tienen el poder de
decidir si las recomendaciones son o no implementadas y cómo será
el proceso. En Argentina y Chile la puesta en marcha de las
recomendaciones depende de la voluntad política de los poderes
ejecutivo y legislativo, pero, como en el resto de los países, las
recomendaciones no son obligatorias.
Con excepción de Argentina, todas las comisiones mencionan la
necesidad de depurar las fuerzas armadas. La comisión salvadoreña fue
más allá al recomendar también el saneamiento de la administración
pública y el poder judicial, mientras que la sudafricana y la guatemalteca
recomendaron cambios en la doctrina militar y la necesidad de
someter a las fuerzas armadas al poder político. La comisión chilena
emitió una recomendación general en cuanto a la redefinición de las
funciones de los servicios de inteligencia y las fuerzas armadas.
En cuanto a la judicatura, tanto en Chile, El Salvador y Sudáfrica
las comisiones recomendaron profundas reformas y modificaciones.
En Sudáfrica y Guatemala las comisiones recomendaron que los
¿UN CAMINO INCIERTO?

perpetradores no cubiertos por la amnistía debían ser llevados a


juicio. La comisión argentina recomendó que el poder judicial debía
actuar con mayor prontitud. La comisión de El Salvador señaló que
los problemas dentro del sistema judicial eran tan serios que no
estaba en posición de juzgar a los perpetradores, y posteriormente
recomendó que los jueces de la Suprema Corte debían renunciar
inmediatamente, provocando una reacción en el sentido de que “no
hay ningún mecanismo, ninguna manera, ningún sistema legal que
pueda hacer terminar el periodo de la Corte antes”.
Se emitieron otras recomendaciones en torno a la necesidad
de armonizar la legislación nacional con el derecho internacional, así
como la importancia de la ratificación de los tratados relevantes.
Las recomendaciones en torno a la prevención y reconciliación
por lo general pusieron énfasis en la educación y promoción de los
derechos humanos y la necesidad de difundir los informes.
Los entrevistados fueron particularmente críticos con el
seguimiento de las recomendaciones. Las comisiones salvadoreña y
guatemalteca incluían propuestas para crear tales mecanismos con el 53
apoyo de la comunidad internacional.
La comisión sudafricana también propuso la creación de
mecanismos similares. En Chile y Argentina se establecieron
mecanismos para ayudar a adoptar solamente aspectos específicos
de las recomendaciones, en particular, para transmitir las con-
clusiones de las investigaciones a la justicia. Una institución especial
se estableció en Chile para apoyar a los familiares en la búsqueda
de la reparación.
Los comisionados generalmente efectuaron un proceso de
consulta con la sociedad civil para que colaboraran en la elaboración
de recomendaciones, particularmente en lo que se refiere a las
reparaciones. El proceso fue especialmente participativo en
Guatemala, donde las entrevistas con víctimas incluían preguntas
relacionadas con las recomendaciones.
Asimismo, se organizó un foro público con la participación
de más de cuatrocientas personas que representaban a 139 orga-
nizaciones. Una persona de la comisión afirmó que, “a grandes
rasgos, las recomendaciones que hicimos correspondieron a las ideas
y propuestas dadas por la sociedad”, mientras que un miembro de
COMISIONES DE LA VERDAD

una de las organizaciones de derechos humanos comentó: “Nos


sentimos reflejados.”

II. Comisiones de la verdad:


las medidas de reparación

El derecho internacional de los derechos humanos establece


claramente el deber del Estado de reparar, investigar, sancionar y
prevenir las violaciones a los derechos humanos. Dado que las
comisiones de la verdad investigaron esos crímenes internacionales,
su mandato incluía la elaboración de recomendaciones en cuestiones
de medidas de reparación.
Este capítulo analiza cómo los entrevistados perciben el trabajo
de la comisión en el tema de las medidas de reparación. El concepto de
reparación utilizado por los entrevistados fue muchas veces equívoco
54 e impreciso, pero siempre basado en la premisa de que las pérdidas
causadas por las violaciones a los derechos humanos son irreparables.
La complejidad del tema se hizo evidente al discutir conceptos
interrelacionados como verdad, justicia, reconciliación, prevención
y promoción durante las entrevistas. Por esta razón, estos conceptos
han sido incluidos en el capítulo de reparación.

EL CONCEPTO DE LA REPARACIÓN
EN LOS INFORMES

La reparación fue uno de los principales objetivos de las comisiones,


vista como una contribución necesaria para el restablecimiento del
Estado de derecho, la legitimidad de las instituciones públicas y, a
largo plazo, del proceso democrático. Todas las comisiones se
refieren a la reparación en sus informes. Su interpretación del concepto
varió de un país a otro dependiendo de las variables económicas,
políticas institucionales y económicas. El concepto de reparación
frecuentemente fue equívoco o ambiguo, generalmente vinculado o
confundido con los conceptos de verdad y justicia.
¿UN CAMINO INCIERTO?

La comisión argentina no hace una definición conceptual sobre la


reparación, únicamente cita sus implicaciones sociales como una de las
tareas fundamentales de la transición democrática, así como una
obligación del Estado. La recuperación de la verdad fue vista como la
primera y más importante forma de reparación. La comisión de Chile
también reconoció que tanto la reparación moral como la material es
necesaria para la construcción de la democracia, definiendo la reparación
como un conjunto de acciones que expresan el reconocimiento del Es-
tado de la verdad y la responsabilidad por las violaciones cometidas.
Además, la comisión señala que la reparación debe de estar
orientada a la restauración de la dignidad de las víctimas y al
mejoramiento de la calidad de vida y establece un conjunto de
principios para orientar las medidas de reparación, enfocándose
principalmente en fomentar la reconciliación.
En El Salvador, el informe de la comisión explica que una de
las implicaciones de develar la verdad es garantizar la justicia, lo que
involucra tanto la sanción como la reparación. Distingue entre la
obligación del Estado y el deber del FMLN de reparar el daño causado, 55
considerando las limitaciones financieras del país.
De acuerdo con el informe de Guatemala, los pilares para
consolidar la paz y la reconciliación son la verdad, la justicia, la reparación
y el perdón. El Estado tiene la obligación de desarrollar y poner en
marcha políticas de reparación con el objeto de restaurar la dignidad de
las víctimas y establecer garantías de no repetición. En la experiencia
sudafricana, la reparación fue vista como una especie de compensación
por las amnistías: dado que el gobierno negó el derecho de las víctimas
a la justicia, tenía la responsabilidad de al menos reparar el daño que les
causó. El informe de la comisión señala que la reconciliación y la
rehabilitación no pueden ser alcanzados en ausencia de la reparación.

LA REPARACIÓN PARA LOS ENTREVISTADOS

Varias coincidencias y contradicciones sobre la reparación emergieron


de las entrevistas. A pesar de que ningún entrevistado determinó en
sentido exacto lo que es la reparación, muchos de ellos tienen una
idea integral de ella. Una personalidad chilena expresa: “El problema
COMISIONES DE LA VERDAD

de los derechos humanos no se soluciona, se repara [...] con la verdad,


con justicia, con políticas específicas [...] es un proceso histórico [que
se inició] con la Comisión.” Otra señaló que es un tema extre-
madamente complejo porque “saltan muchas preguntas: ¿la
reparación moral solamente simbólica? ¿Los monumentos históricos,
los días feriados son suficientes? [...] cuando hablamos de reparación,
justicia, verdad, reconciliación una transformación radical de una
situación, de las estructuras, del sistema de valores”.
Además de estas complejidades, muchos tenían profundas
dudas sobre si una reparación que no involucrara cambios profundos
de las estructuras institucionales podría en realidad impedir la
recurrencia de las violaciones. A pesar de las numerosas reservas,
los entrevistados reconocieron que al menos algunos aspectos del
proceso de comisión de la verdad tuvieron un valor reparatorio. Una
de las víctimas en Sudáfrica señala que “el sólo hecho de poder
hablar de mi caso ante la Comisión ya es una forma de reparación,
porque si vas a mantener eso en tu corazón nunca serás capaz de
56 partir, esto te aliviará”.
La falta de una adecuada reparación fue vista como una doble
afrenta: los Estados no sólo faltaron a sus obligaciones interna-
cionales, sino que también demostraron su poca preocupación por
las víctimas, cuya condición de víctimas continúa hasta que la
reparación es alcanzada. De acuerdo con los entrevistados, la ausencia
o la inadecuada reparación cuestiona el valor de la propia creación
de la comisión de la verdad.

LA VERDAD EN LOS INFORMES DE LAS COMISIONES

Los mandatos de las comisiones y los informes explícitamente


establecen que la verdad es la base del proceso iniciado por las
comisiones y la vincula particularmente con la reconciliación. La
reconstrucción de la verdad fue de hecho el primer paso fundamental
para enfrentar las violaciones, particularmente en vista de la negación
y tergiversación oficial en torno a los hechos.
Todas las comisiones sostuvieron que la paz, la reconciliación
y la democracia no podían ser construidas sobre la base del silencio.
¿UN CAMINO INCIERTO?

La verdad, por lo tanto, fue vista tanto como algo superior a la


reparación y como una manera de restaurar la dignidad de las víctimas,
así como la oportunidad de que los perpetradores recuperaran la
suya. La importancia que las comisiones dieron a la verdad durante
el proceso de reconciliación, para muchos un sueño imposible, pudo
haber sido interpretada como algo puramente retórico.
En su informe, la Comisión de la Verdad de El Salvador sostiene
que el nombre de la Comisión se le dio porque su vocación y su
esencia eran la búsqueda, el encuentro y la publicación de esa verdad
como una manera de contribuir a la reconciliación y abolición de los
patrones de abuso.
El informe de Guatemala reconoce que “a pesar del choque
que puede sufrir la nación al mirarse en el espejo de su pasado, la
verdad es un prerrequisito para la reconciliación y la democracia que
beneficia tanto a las víctimas como a los victimarios”.
La comisión de Sudáfrica también establece que “aunque la
verdad puede ser y muchas veces es disgregadora[...] es sólo con la
verdad que se puede alcanzar la reconciliación”. 57

LA VERDAD PARA LOS ENTREVISTADOS

El establecimiento y el reconocimiento público de la verdad fue


percibido como el logro más importante de las comisiones y, para
algunos, en particular para las víctimas provenientes de áreas rurales,
el único.
Una dirigente chilena señaló que “uno de los principales aportes
[...] es el registro de los casos, es la reivindicación del nombre de la
víctima [...] ya no son terroristas, sino víctimas de violaciones a los
derechos humanos”. Una víctima perteneciente a un área rural de
Guatemala añade que “lo que sí ayuda es que se sabe lo que pasó,
nada más, que quede escrito”. Sin embargo, los entrevistados
cuestionan la relación entre la verdad, la reconciliación y la democracia
lograda por las comisiones. Cuando se analiza el impacto de la
reconstrucción y revelación de la verdad en el proceso de re-
conciliación, una personalidad sudafricana fue honesta al decir que
influye “poco o nada, estamos agobiando a las comisiones de la
COMISIONES DE LA VERDAD

verdad cuando esperamos que puedan reconciliar [...] de que un


nivel mínimo de verdad sea un bastión en contra de la negación, me
parece que es lo máximo que podemos esperar de una comisión”.
La relación entre la verdad y la reparación era mucho más clara:
el reconocimiento oficial y público de la verdad era abrumadoramente
visto como una forma de reparación. Una persona notó el efecto
psicológico en las víctimas: “Comienza a destrabar un mecanismo
psicótico que oficialmente negaba lo que todos vivíamos cotidiana-
mente.” Otra persona llama la atención en el amplio impacto social
de la verdad como algo que “las hace tomar conciencia de que su
problema es del conjunto, no sólo de la aldea o la familia afectada,
socializándose un problema que es de la sociedad, pero que durante
años se vivió en forma aislada”.
Las organizaciones de derechos humanos particularmente
enfatizaron el valor social de la verdad. Una personalidad chilena
explicó: “La comisión oficializa esa la verdad [...] permite que esa
verdad tenga un mejor asentamiento en la conciencia colectiva [...]
58 se constituye en el marco de referencia de todas las decisiones estatales
destinadas a enfrentar la reparación y la deuda moral pendiente.”
En Guatemala el reconocimiento fue particularmente significativo:
“era muy importante que las violaciones en contra del pueblo maya
fueran reconocidas [...] porque ello, que nunca había sucedido en su
historia, ahora los dignificaba”.
La difusión pública de la verdad, particularmente por medio
del informe, fue por tanto de gran importancia, algunos vieron el
informe como una reparación en sí mismo. Los entrevistados
generalmente estaban familiarizados con él y apreciaban su contenido:
“Tenemos, guardamos un informe y está puesto en un lugar especial
de la casa.”
En Argentina una víctima comentó que el informe “es el libro
más leído en la historia de Argentina. Me da la impresión de que la
Conadep todavía está actuando sobre las nuevas generaciones”. Los
medios masivos de comunicación desempeñaron un papel parti-
cularmente importante en Sudáfrica. Un miembro de la comisión
subrayó que “uno de los aspectos más importantes fue dar a conocer
la verdad a través de los testimonios, todos los testimonios pasaron
por los medios de comunicación [...] fue una acción educativa para
¿UN CAMINO INCIERTO?

toda la sociedad [...] si va a haber amnistía —nunca deseable— una


de las condiciones debe ser divulgar la verdad”.

CRÍTICAS A LA VERDAD RECONSTRUIDA

A pesar del consenso de que el establecimiento de la verdad estaba


entre los más importantes logros de las comisiones, a lo largo de las
entrevistas emergieron numerosas críticas en cuanto al proceso de
reconstrucción de los hechos alrededor de las violaciones.
En relación con el proceso, una de las principales limitaciones
fue que las comisiones no tenían poder legal para obligar a los
perpetradores a testificar y, por tanto, la verdad fue “construida con
la información otorgada por las organizaciones de derechos humanos”.
Particularmente, en América Latina “los violadores de derechos
humanos [...] siempre van a intentar ocultar la verdad a toda costa, la
verdad fue aportada por los propios afectados”.
La experiencia en Sudáfrica fue diferente debido al proceso de 59
amnistía, que estaba destinado a otorgar un incentivo para que los
perpetradores hablaran. Sin embargo, éstos revelaron lo menos posible,
particularmente en cuanto a la línea de comando y las responsabilidades
individuales. Un miembro de una organización de derechos humanos
explica que el argumento de los violadores fue decir: “Lamentamos
que los subordinados cometieran esos crímenes, pero nosotros no les
habíamos dado las órdenes. Fue una forma de evitar la verdad.”
Un miembro de la comisión reconoció honestamente:
“Encontrar la verdad es donde la Comisión fracasó [...] debía llevar
adelante en forma paralela dos procesos que no se retroalimentaban:
la verdad y la amnistía [...] La principal herramienta investigativa fue la
amnistía [...] pero, simplemente negaban todo.”
El tiempo también fue considerado un obstáculo para realizar
investigaciones más profundas. Por ejemplo, en Sudáfrica “la tarea era
gigante. La unidad de investigación se colapsó y se terminó el tiempo
[...] no fueron capaces de repasar y digerir la información que tenían
[...] aunque el resultado del trabajo es muy fuerte no es muy riguroso”.
Debido a esto y a las limitaciones de los mandatos, los informes
no registraron todas las violaciones cometidas. Como denunció una
COMISIONES DE LA VERDAD

víctima chilena: “La verdad [...] reduce la magnitud de las violaciones


a los derechos humanos sólo a casos con resultados de muerte [...]
me indignó que dejara afuera a muchos amigos y compañeros que
habían luchado contra la dictadura.”
Un campesino guatemalteco declaró: “Hay grandes masacres
que se les contaron y no aparecen.” Esto fue particularmente
problemático cuando la comisión buscó establecer un patrón general
de violaciones, más que casos individuales. De acuerdo con un
miembro de la comisión sudafricana, esto “excluyó muchos casos
pequeños o menores donde la gente no recibió respuestas [...] en
términos de proveer a las víctimas de la verdad no lo hicimos tan
bien [...] cada una de las víctimas quería saber de su caso”. Los
informes no siempre reflejan las experiencias individuales: “Lo que
se publicó fue una síntesis muy mala que se limita a entregar el dato
concreto de: fecha, nombre, estado civil [...] toda la historia que los
familiares tuvieron que contar una vez más ante la comisión está
guardada en alguna parte.”
60 Las interpretaciones de las comisiones sobre el contexto y los
hechos fueron algunas veces cuestionadas. La mayoría de los en-
trevistados en Argentina criticaron fuertemente la “teoría de los dos
demonios, que trata de justificar el terrorismo de Estado como una
respuesta a la violencia política. No puedes aceptar eso nunca [...]
nosotros no lo aceptamos”.
En Chile los entrevistados rechazaron la inclusión “al mismo
nivel de víctimas de violaciones a los derechos humanos a personal
de las FFAA muertos en enfrentamientos con grupos políticos
militares”.
La verdad no fue suficientemente difundida ni socializada.
Muchos de los entrevistados tuvieron la impresión de que “las cosas,
aunque se digan, se archivan y no se la dan a conocer al pueblo”.
Esto sucedió particularmente en el caso de las áreas rurales, donde
incluso los afectados desconocían el informe.
El hecho de que las comisiones no adoptaran el mismo criterio
investigativo de los órganos judiciales también fue considerado
problemático. A pesar de su mandato para enviar sus investigaciones
al poder judicial, las comisiones usualmente no reunieron la evidencia
suficiente requerida por los tribunales.
¿UN CAMINO INCIERTO?

Un sobreviviente chileno explica: “La verdad quedó nada más


que en la constatación del crimen, pero no investigó cómo sucedieron
estos hechos, por qué, para qué; entonces es una verdad para la
impunidad.”
Un servidor público dice en sus propias palabras: “La única
verdad oficial para los crímenes es la verdad judicial [...] los informes
sólo establecieron una verdad social.” Establecer la verdad simple-
mente no fue considerado suficiente para el proceso de reconciliación
y democratización, a menos que se complementara transformando
la verdad en evidencia para los procesos judiciales pendientes.

LA JUSTICIA EN LOS INFORMES DE LAS COMISIONES

La aplicación de la justicia, junto al conocimiento de la verdad, fue


entendida por las comisiones como un elemento fundamental para
el logro de la reparación y de la reconciliación.
La justicia también fue entendida como una demanda social, 61
íntimamente relacionada con la reparación a las víctimas y necesaria
para cambiar de un violento pasado a la prevención de un abuso futuro.
A pesar del reconocimiento general de su papel central, con
excepción de Sudáfrica, la justicia no fue parte de los mandatos de
las comisiones. Un activista en derechos humanos explica: “Uno de
los grandes problemas [...] es resolver la necesidad de las víctimas
inocentes por justicia. El hecho de que las comisiones no se planteen
eso [...] no permite la reconstrucción de la sociedad.”
El informe argentino se refiere a la justicia como el acto de
reconocimiento de la verdad. Reconocer la verdad hace posible que
los victimarios asuman ante sí mismos y la sociedad sus propias
responsabilidades. La verdad y la justicia fue también una forma,
para los miembros de las fuerzas armadas que no participaron en las
violaciones, de limpiar su nombre y honor. La comisión recomienda
la realización de investigaciones penales por parte de la judicatura.
La comisión chilena destaca que la reparación supone el coraje de
enfrentar la verdad y la realización de la justicia, un proceso que requiere
de generosidad para reconocer las faltas y de actitudes de perdón.
El informe reconoce el carácter preventivo de la justicia: el Estado
COMISIONES DE LA VERDAD

debe ejercer sus funciones punitivas para evitar la repetición de los


hechos.
El informe de Guatemala establece que “la reconciliación de
quienes quedamos no es posible sin justicia”. El informe en El
Salvador señala que una de las consecuencias de saber la verdad es
obtener justicia, entendida tanto por el castigo a los perpetradores
como la reparación a las víctimas. Además, son prerrequisitos para
el fin último de perdón y reconciliación.

LA JUSTICIA PARA LOS ENTREVISTADOS

Tres tendencias principales emergieron de las entrevistas en relación


con la justicia, entendida como el medio de investigación y castigo. Un
sobreviviente argentino expresó la más radical: “Para nosotros la única
reparación es la justicia; no aceptamos ningún otro tipo de reparación.”
Otros ven la justicia como la principal reparación, sobre la que
62 deben estar basados los diferentes tipos de reparación. Una víctima
chilena expresó: “La máxima reparación a que pueden aspirar los
familiares de las víctimas es la justicia [...] todo lo que se obtenga en
el plano de reparación es una reparación de menor importancia [...]
dar castigo a los culpables.”
En cuando al proceso judicial en contra de Pinochet, otra persona
declaró que “la justicia tuvo un efecto reparador para las víctimas”.
Finalmente, hubo quienes perdieron toda esperanza de justicia,
una visión que prevalecía en las zonas rurales, ya que “la justicia no
existe para los pobres”.
Sin embargo, la persistencia de la impunidad condujo a la
reafirmación de la convicción de que el Estado ha negado
históricamente el derecho a la justicia y a un sentimiento de
desilusión que se extendió también a las comisiones.
El cinismo en cuanto al sistema de justicia penal fue parti-
cularmente severo en El Salvador, donde “la gente perdió las
esperanzas”. Un miembro de una organización de derechos humanos
afirmó: “Sobre los asesinos que aparecen en el estudio de la comisión
de la verdad [...] no se ha hecho nada [...] en este país los únicos que
pasan a la justicia son los que roban gallinas.”
¿UN CAMINO INCIERTO?

La percepción en Guatemala de que el sistema de adminis-


tración de justicia sólo sirve a los poderosos también fue importante.
Aunque las amnistías fueron rechazadas por lo general por los
entrevistados, algunos las aceptaron bajo ciertas condiciones,
específicamente la identificación de los perpetradores. Un experto
internacional afirmó: “Personalmente no estoy totalmente en contra
de una amnistía, pero luego de haber establecido los hechos [...]
creo que para la víctima lo más importante es que el autor sea
reconocido y que ella sea reconocida como víctima.” Sin embargo,
en la mayoría de los países, las amnistías fueron implantadas en
ausencia de investigaciones adecuadas.
Sólo en el caso de Sudáfrica las amnistías individuales pre-
tendieron servir de reparación a través del reconocimiento público
de la responsabilidad de los perpetradores. Pero, en la práctica, un
comisionado reconoció que “no hubo una actitud amistosa hacia
las víctimas [...] el proceso de amnistía rara vez fue reparador”. El
hecho de que se haya renunciado a la justicia a cambio de la verdad
y la reparación hace esta falla más grave. 63
A la luz del elevado número de víctimas y la magnitud de las
violaciones, cuando ha habido justicia los avances han sido mínimos.
Un sobreviviente de Argentina dudaba si era posible “hablar de
justicia [...] se juzgó a nueve militares solamente”.
Una abogada salvadoreña señaló que “hasta el momento no se
ha juzgado a ninguno de los autores [...] no los autores intelectuales”.
Algunos se referían al papel de la justicia en el proceso de
democratización. Un chileno subrayó que “el proceso de hacer justicia
ha sido extraordinariamente lento [...] ha ido abriendo espacios en
un marco institucional semidemocrático”.
Donde se ha hecho justicia, esto ha ayudado a que la sociedad
recupere la confianza en las instituciones.

LA RECONCILIACIÓN EN LOS INFORMES DE LAS COMISIONES

Uno de los objetivos de todas las comisiones fue contribuir a la


reconciliación, que sólo era posible una vez que se había conocido
la verdad, alcanzado la justicia y otorgado la reparación.
COMISIONES DE LA VERDAD

En Argentina, la comisión consideró la justicia y el arrepen-


timiento de los perpetradores como condiciones básicas para la
reconciliación, mientras que la comisión salvadoreña señaló el
reconocimiento y el perdón.
Las comisiones chilena y guatemalteca enfatizaron la verdad y
la justicia como prerrequisitos para la reconciliación, mientras que
en Sudáfrica se enfatizó la verdad y la reparación antes que la justicia.
Sin embargo, en la práctica la relación de causa y efecto de
estos conceptos sobre la reconciliación es mucho menos clara,
particularmente debido a la complejidad de los procesos sociales.
Una académica sudafricana explicó: “Verdad, unidad nacional y
reconciliación son procesos largos y aún no hay prueba de que ésos
se vinculen y mucho menos que las comisiones de verdad puedan
conseguirlas.”
Un miembro de una organización de derechos humanos señala
que “la comisión de la verdad sólo ha sido el comienzo del proceso
[...] la reconciliación es una tarea que no se puede alcanzar [...] en
64 dos años”. En opinión de una activista internacional, “[las comisiones
de la verdad no son] una receta para restablecer la paz social y la
reconciliación [...] porque se deja afuera el elemento de justicia”.

LA RECONCILIACIÓN PARA LOS ENTREVISTADOS

Los entrevistados tuvieron diversas interpretaciones sobre el


concepto de reconciliación, “hay que pensar de qué estamos hablando
cuando hablamos de reconciliación, yo creo que aquí cada uno habla
de distintas cosas”.
También se reiteró el peligro de asumir que un proceso social
tan complejo puede ser consecuencia directa de las comisiones de la
verdad. Una víctima chilena subrayó que “la reconciliación no se va
a obtener creando comisiones [...] la reconciliación es un proceso
vivo, muy dinámico”.
Un activista chileno interpretó las razones de la complejidad:
“Uno, porque no es un concepto en el cual haya consenso sobre su
contenido y, segundo, porque es un concepto contrabandeado por
la política.”
¿UN CAMINO INCIERTO?

La reconciliación fue considerada uno de los objetivos más


intangibles, particularmente en países con profundas inequidades
sociales como Guatemala y Sudáfrica. Un miembro de una de las
ONG guatemaltecas decía: “Nosotros hemos comenzado a hablar
de que no se trataba de una reconciliación sino de una conciliación,
porque en Guatemala nunca la sociedad había estado conciliada [...]
ha habido siempre grandes diferencias.”
Otro más añadió que “no habrá reconciliación si no hay
transformación radical del sistema del poder”.
Los entrevistados enfatizaron que la verdad y la justicia eran
condiciones básicas para iniciar el proceso de reconciliación. Un
miembro de una organización de derechos humanos argentina fue
enfática: “Nosotros de ninguna manera aceptamos ni mesa, ni
diálogo ni reconciliación. Acá verdad y justicia, nada más que eso.”
Una víctima chilena coincidió en que “no creo que haya reconciliación
ni la vaya a haber nunca, mientras sigan existiendo criminales libres y
los otros que protegen a los criminales para que sigan libres”.
Un obstáculo en particular para la reconciliación es que los 65
propios perpetradores se rehusaron a aceptar la responsabilidad y
pedir perdón. Una víctima chilena explicaba que la reconciliación
era imposible “mientras existan estos señores que siguen justificando
el crimen, que siguen cuidándose, que siguen siendo leales con ese
pacto de silencio”. Las víctimas guatemaltecas subrayaron la
imposibilidad de la reconciliación porque “los victimarios no han
reconocido nada, ellos no han asumido su responsabilidad”.
En Sudáfrica los obstáculos son explicados en términos
culturales: “En las creencias africanas, la palabra reconciliación no
existe tal cual. Es algo que únicamente puedo dar si el otro me
propone el perdón, si no se pide perdón, no puede haber recon-
ciliación.” Aquellos que pidieron la amnistía buscaron beneficios
de la comisión, no el perdón de las víctimas.
El peso del proceso de reconciliación se colocó principalmente
en las propias víctimas, de quienes se esperaba que abandonaran su
derecho a la verdad y a la justicia para perdonar a los perpetradores.
Un miembro de una organización de derechos humanos explica:
“Lo que hemos entendido como reconciliación es justamente que la
víctima tiene que aceptar hasta cierto punto la impunidad.”
COMISIONES DE LA VERDAD

Algunos señalaron la falacia de asumir que la reconciliación


había sido lograda solamente porque las instituciones guberna-
mentales estaban operando nuevamente, particularmente a la luz de
la dificultad de extender el proceso a ciertos sectores de la sociedad.
Un miembro de una ONG sudafricana afirmó que “los políticos
sienten que en el plano nacional hay reconciliación [...] las víctimas
dicen que sí, que hay reconciliación a nivel nacional, pero no hay
reconciliación de la comunidad ni del individuo”.
Uno de los miembros de la comisión coincide en que “ese
proceso de reconciliación ha sido de arriba hacia abajo [...] que no
ha sido consolidado en la base”.
Otro obstáculo fue la falta de implementación de las recomen-
daciones que pudieron haber contribuido a la reconciliación. Esto
fue específicamente evidente en El Salvador, donde las reco-
mendaciones fueron abandonadas: “Es la clásica promesa electoral
que no se va a cumplir.”

66
PREVENCIÓN Y PROMOCIÓN EN LOS INFORMES DE LA COMISIÓN

Las comisiones en general reconocieron que la efectiva promoción


de los derechos humanos y la prevención de las violaciones implica
transformaciones radicales de estructuras institucionales y valores
sociales que permitieron los abusos, en primer lugar.
Para asegurar la no repetición de las violaciones se requiere de
una amplia política de educación en derechos humanos que permita
a la gente desarrollar su potencial totalmente por medio del cono-
cimiento y el ejercicio de sus derechos. Las recomendaciones de las
cinco comisiones incluyeron medidas preventivas y de promoción.

APROXIMACIÓN QUE HACEN LOS ENTREVISTADOS


SOBRE LA PREVENCIÓN Y LA PROMOCIÓN

Los entrevistados coincidieron unánimemente en que la principal


medida preventiva es la justicia. Un sobreviviente de tortura aseguró:
“Lo único que puede prevenir es la justicia [...] mientras exista
¿UN CAMINO INCIERTO?

impunidad está la posibilidad latente de que los crímenes se vuelvan


a cometer.” Un defensor de derechos humanos de Guatemala
coincidió: “las garantías de no repetición tiene que venir del lado del
castigo [...] mientras persista el absoluto clima de impunidad [...]
nunca se va a lograr”.
La necesidad de eliminar los factores de riesgo, particularmente
las estructuras institucionales responsables o cómplices de las
violaciones, también fue reiterada. Un miembro de la comisión
guatemalteca concluyó: “ni la Comisión ni el Informe son suficientes
para prevenir; estamos viviendo con los mismos en el poder. Esto
pasa por un cambio de estructuras, por otros procesos. Aquí no ha
cambiado nada”. Las recomendaciones al respecto fueron parti-
cularmente amplias en El Salvador, aunque la puesta en marcha fue
insuficiente: “tampoco se cumplió con la depuración de la Corte
Suprema de Justicia, algo ha cambiado, pero no lo suficiente”.
La persistente inequidad social y económica en la raíz de los
conflictos fue considerada como otro factor de riesgo y responsable
de agravar los problemas actuales. Una víctima rural salvadoreña 67
considera que nada cambiará “mientras no se solucionen las demandas
del pueblo [...] fue por eso que se dio la guerra”. Más aún, la ausencia
de una amplia política para reintegrar socialmente a aquellos que
fueron depurados de ciertas instituciones ha traído una alta tasa de
crimen violento. Las víctimas señalaron que “a los militares que dieron
de baja no les dieron orientación ni tratamiento psicológico para
que se pudieran reinsertar en la sociedad civil, entonces con facilidad
les sale lo aprendido en los años de guerra”.
Un ex comisionado sudafricano advirtió que “al principio la
violencia era política [...] pero ya no es política [...] son crímenes
económicos. Pero existe una relación entre los dos”.
La educación y la difusión son elementos clave para asegurar el
impacto social necesario para la prevención. La difusión fue más exitosa
en Sudáfrica. De acuerdo con una víctima, “la Comisión ha ayudado,
porque muchos blancos, que mataron personas dejaron de hacerlo [...]
se debe a que sus crímenes fueron difundidos por la televisión”.
Un miembro de una organización de derechos humanos añade:
“Hay que llevar estos testimonios e imágenes a las escuelas para que
las nuevas generaciones se den cuenta de lo que pasó y para impedir
COMISIONES DE LA VERDAD

la repetición de la historia.” La ausencia de tal política es un factor


de riesgo adicional. Un miembro de una comunidad rural en
Guatemala expresó la preocupación de muchas víctimas porque
“en cualquier momento puede volver a crearse un conflicto”.

IMPLEMENTACIÓN Y REPARACIÓN

Las recomendaciones de las comisiones fueron amplias e implicaron


un cambio tan profundo que hicieron que su completa adopción
fuera impracticable. La evaluación de la implementación que surgió
de las entrevistas fue negativa: las pocas medidas implantadas fueron
por lo general económicas. Cualquier medida simbólica o moral
fue generalmente tomada gracias a los esfuerzos de los familiares de
las víctimas y a los grupos de derechos humanos. La reparación del
Estado normalmente no coincidía con los procedimientos reco-
mendados por las comisiones o bien no consideraban los factores
68 culturales.

IMPULSOS Y OBSTÁCULOS PARA LA REPARACIÓN

En Guatemala la mayoría coincidió en que las medidas de reparación


no habían sido adoptadas. Un miembro de una organización de
derechos humanos resume: “El resarcimiento moral, espiritual, material,
económico, monumentos, actividades conmemorativas y todo eso, no
se ha implementado [...] Hay algunos esfuerzos aislados y dispersos.”
La falta de implementación es aún más seria en El Salvador:
“Las acciones que se deberían haber derivado del Informe no
pudieron ser o no han querido o no han podido ser.”
En Argentina las reparaciones logradas fueron el resultado
directo del sistema regional de derechos humanos. Una persona
explica que “del informe Nunca más no viene la reparación. La
reparación viene impuesta por la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos de la OEA [...] a raíz de todas nuestras denuncias
[...] la Comisión Interamericana de Derechos Humanos recomienda
el gobierno argentino reparar a las víctimas”.
¿UN CAMINO INCIERTO?

Otro se refiere al tema del tiempo: “sobre la reparación, el


tema no quedó planteado durante el periodo de la Conadep [...] creo
que fue bastante posterior [...] porque hubiera sido incorrecto
plantearlo en el momento histórico del conocimiento de los hechos
y del juzgamiento”.
Si bien Chile tiene el mejor récord en lo que se refiere a
reparación, es insuficiente, ya que se limita generalmente a medidas
de bienestar económico y social, excluyendo muchas categorías
importantes de víctimas.
Un defensor de derechos humanos explica: “La política
reparatoria comprende sólo a familiares de víctimas no sobrevivientes
[...] No hubo reparación para las víctimas de tortura [...] no hubo
reparación para el exilio, para la prisión prolongada por vía
administrativa.” El procedimiento también fue criticado: “Creo que
ha sido muy mal llevado.”
En Sudáfrica la falta de implementación es mucho más
susceptible a la crítica dado que la reparación fue intencionada para
compensar la ausencia de justicia. Una víctima señaló: “Estoy 69
sorprendido porque a nosotros no se nos da reparación, pero a los
perpetradores sí se les da amnistía.”
Uno de los miembros de la comisión señala la injusticia:
“Aquellos a quienes les han concedido la amnistía no han perdido
otra cosa sino su imagen pública. Todavía tienen sus pensiones, tierras,
autos y familias. ¿Por qué esperamos que aquellos que nunca han
tenido acceso a las mismas oportunidades sean también quienes
ahora hagan el mayor sacrificio?”
La falta de voluntad política fue la razón que más se mencionó
para explicar que las medidas de reparación fueran insuficientes, ya
que los intereses políticos tienen prioridad sobre las obligaciones y
los compromisos del Estado. En Guatemala “el problema funda-
mental está en la voluntad política [...] un problema de discursos, de
ofrecimientos, pero en la práctica absolutamente nada”, y en El
Salvador “no hay voluntad política, tampoco de la izquierda [...]
porque no han hecho nada”. La misma crítica surgió en Sudáfrica:
“No tiene la voluntad de gastar dinero, por ejemplo para las
exhumaciones o becas para los niños cuyos padres fueron
asesinados.”
COMISIONES DE LA VERDAD

Muchos de los entrevistados subrayaron que el nivel mínimo de


implantación que se logró fue gracias al trabajo de los grupos
de derechos humanos y de familiares de víctimas. En Guatemala
“los pasos del resarcimiento son fruto de nuestra lucha: diez exhuma-
ciones [...] tres monumentos levantados a las víctimas de masacres y
la próxima creación del museo comunitario”. Una víctima sudafricana
declaró que “Tendrán que ser los beneficiarios o algunas fuerzas
como las ONG las que empujen esto. No creo que el gobierno de
motu propio vaya a tener una estructura especial para este propósito.”

REPARACIÓN SIMBÓLICA

A pesar de que la reparación simbólica es una de las recomendaciones


de todas las comisiones y una de las más firmes demandas de las
víctimas y los grupos de derechos humanos, generalmente es la que
menos se pone en marcha.
70 Más aún, un activista de derechos humanos subrayó el fracaso
en víncular la reparación simbólica y la realidad social: “La reparación
moral no sólo debía consistir en actos centralizados, sino que tuvieran
su origen en la sociedad, o en el medio en el cual la víctima había
desarrollado su actividad o su vida.”
La publicación del informe fue considerado un acto de reparación
simbólica. Una víctima chilena señala “la reparación en cierto sentido
fue haber publicado el informe”. El valor simbólico fue particular-
mente evidente en Guatemala, donde “los familiares querían un libro
[...] aunque no supieran leer [...] el libro tiene un significado [...] el
libro es ley”. La presentación del informe también tuvo un significado
simbólico en el país, según las víctimas, “el Congreso declaró ese
día como el de Dignidad de las Víctimas, pero no es una ley, es una
declaración [...] hasta en eso se ha obviado la responsabilidad del
Estado [...] no se han cumplido cuestiones muy puntuales”.
Debido a su particular importancia y al incumplimiento de las
obligaciones de los Estados, las víctimas y sus familiares han estado
muy activas en relación con la promoción de medidas simbólicas.
Una de las víctimas entrevistadas en Chile declaró: “Yo habría
esperado que el gobierno haya hecho un monumento, por iniciativa
¿UN CAMINO INCIERTO?

gubernamental, donde estuvieron todos los nombres de las víctimas


en el centro de Santiago [...] porque lo del cementerio es nuestro, no
es una iniciativa gubernamental.” Otro de los entrevistados subrayó
que “las reparaciones morales las hacemos nosotros, aquí entre los
mismos familiares.”
En El Salvador, “el esfuerzo que se está haciendo ahora con el
monumento que se quiere construir es un esfuerzo desde la sociedad
civil, sin ningún tipo de apoyo del Estado”.

REPARACIONES ECONÓMICAS Y DE BIENESTAR SOCIAL

La decisión de aceptar reparaciones económicas y de bienestar social


es un tema muy polémico, particularmente en América Latina. Según
un experto europeo, la tendencia a interpretar la reparación con un
criterio financiero mercantilista “pone en relieve problemas éticos.
¿Se puede comprar el sufrimiento? [...] Esto es especialmente
problemático [...] cuando son gente que viene de un nivel humilde”. 71
La mayoría de las personas en condiciones de hacerlo se han negado
a recibir únicamente una compensación económica. Como lo explica
un experto chileno: “está en los familiares el problema de no dejarse
comprar, de no vender a sus víctimas”. Quienes tienen pocos recursos
económicos prácticamente se encuentran sin opción: “nunca nos
han dado lo que nos habían prometido [...] si no fuéramos pobres
no habríamos aceptado la reparación interina”, confesó una víctima
sudafricana.
Las críticas también se centraron en torno a la cantidad recibida
y la carga de los requisitos administrativos. Las víctimas de países
como Chile y Sudáfrica coincidieron en que “el Estado a mí me
ofrece una especie de limosna, como es lo que yo siento que estamos
recibiendo”. En El Salvador la burocracia impidió el acceso a estos
beneficios para muchas personas: “A los padres y a los hijos de los
ex combatientes, con gran exigencia de pruebas y documentación
les dieron pensión de por vida.”
La reparación relacionada con educación, salud y otros servicios
fue más fácilmente aceptada. Esta forma de reparación fue también
considerada como “una conquista [...] social, [...] que por cierto no
COMISIONES DE LA VERDAD

repara ni en una milésima parte el daño sufrido [...] permitió incorporar


a un numeroso grupo de familias dentro de la red de seguridad social”.
Una víctima sudafricana comenta: “No es dinero sino que es la
reparación la que nos podría consolar [...] si pudiera darme una casa y
una provisión que yo pueda usar para comenzar un negocio, por
ejemplo.” La educación para los hijos de las víctimas fue parti-
cularmente esperada en todos los países. Esta forma de reparación se
dio únicamente en Chile: “La reparación mayor [...] es que le paguen
la universidad a mi hija”, comentó una víctima.
Sin embargo, en Chile, como en otros países, la reparación en
servicios sociales ha sido también inadecuada. El líder de una
organización chilena es crítico de las medidas de salud: “es lo peor
que hay en medidas reparatorias [...] un programa que adscribe a los
familiares de las víctimas al sistema público de salud [...] no es ninguna
situación de atención especial para ellos”.
Un activista de derechos humanos de El Salvador comentó
que “para permitir que se pueda dar un elemento de reparación de
72 salud mental tiene que haber otro ambiente [...] no fue suficiente
haber creado centros con psicólogas [...] esa gente seguía teniendo
miedo”. En Guatemala, “el aspecto fundamental [...] de salud mental,
el apoyo a las comunidades para superar el drama que vivieron, el
trauma sufrido, [...] no hay absolutamente nada”.

REPARACIÓN A COMUNIDADES

La reparación comunitaria fue más común en Guatemala, donde


la población indígena fue la más severamente afectada por la guerra.
A pesar de que la Comisión recomendó que los beneficiarios par-
ticiparan en la definición de las medidas de reparación, esto no
sucedió en la práctica. Un miembro de la misión de la ONU describió
el proceso: “A la comunidad que sufrió una masacre le llevan energía
eléctrica, [...] le pavimentan el camino, le hacen una escuela, [...]
Los programas piloto del gobierno se apartan de las normas inter-
nacionales recogidas por la Comisión [...] no hay ningún tipo de
reparación individual, no hay participación de las comunidades
en la concepción, en qué es lo que necesitan, cómo desean ser
¿UN CAMINO INCIERTO?

reparadas. [...] y son básicamente obras de infraestructura, o sea,


obras que les corresponden al Estado, sin necesidad que sean parte
de un programa de reparación.”

EXHUMACIONES

Las exhumaciones fueron muy importantes como medida de re-


paración, particularmente en las comunidades indígenas de
Guatemala debido a factores culturales y religiosos. Uno de los
entrevistados explicó que “le importa mucho a la gente que sus
familiares reciban una inhumación religiosa adecuada”. Otra persona
cercana al proceso mencionó que “las exhumaciones es lo más
sentido, lo que más quiere la gente”. Este aspecto de reparación
comunitaria fue particularmente enfatizado por la comisión gua-
temalteca.
No obstante, en la práctica también hubo problemas: “Este
programa de exhumaciones se hace, pero no de acuerdo con 73
el programa de exhumaciones propuesto por las recomendaciones.”
Como sucedió con otras formas de reparación simbólica, la iniciativa
no necesariamente vino del gobierno: “recién ahora, [...] el gobierno
empieza a dar signos de querer asumir el tema [...] anteriormente
éste era un asunto de pura iniciativa de las víctimas y de estos grupos
de ONG o de antropólogos forenses”.

PROCEDIMIENTOS

Las comisiones propusieron el establecimiento de mecanismos para


implantar las recomendaciones hechas en materia de justicia y
reparación. A excepción de Chile, los mecanismos establecidos no
coincidieron con las recomendaciones de la Comisión. En Argentina,
“después de desmantelada la Conadep se crea la Dirección de
Derechos Humanos [...] la Subsecretaría de Derechos Humanos [...]
hereda todas las investigaciones, los documentos y archivos, recepciona
nuevas denuncias, nuevos testimonios”. En Guatemala se estableció
una institución de seguimiento de las aplicaciones de los acuerdos de
COMISIONES DE LA VERDAD

paz. En la opinión de uno de los entrevistados, “se diluye un poco,


pero ha seguido funcionando y ha obtenido algunos logros”.

III. Comisiones de la verdad:


la perspectiva de las víctimas

Este capítulo analiza, desde una perspectiva psicológica, el significado


de las comisiones de la verdad para las víctimas de violaciones a los
derechos humanos. La premisa del análisis es reconocer que las
víctimas fueron parte y afectadas por una situación externa que dejó
una marca indeleble en su existencia. Como sobrevivientes de
crímenes contra la humanidad —crímenes caracterizados por la
aplicación intencional del poder del Estado para paralizar y destrozar
a las personas y a la sociedad imponiendo el terror—, sus puntos de
vista necesariamente están vinculados con su trauma.
74

VÍCTIMAS ENTREVISTADAS

El análisis es cualitativo y los entrevistados no fueron prese-


leccionados. Fueron entrevistadas setenta víctimas: 32 hombres y 27
mujeres. Del total de los entrevistados, 25 provenían de zonas rurales
y el resto de zonas urbanas: aproximadamente 20% eran analfabetas.
Todos ellos fueron víctimas de crímenes contra la humanidad, el
derecho humanitario, genocidio y apartheid, la mayoría también
pertenecían a organizaciones de derechos humanos.

CONOCIMIENTO PREVIO SOBRE LAS COMISIONES DE LA VERDAD

Fue significativo que sólo once de los entrevistados supieran de la


existencia de las comisiones antes de su establecimiento. Tres mujeres
chilenas, que habían sido prisioneras políticas y activistas de derechos
humanos, conocían previamente sobre la comisión. El resto lo supo
hasta que la comisión empezó a operar, la mayoría por medio de su
¿UN CAMINO INCIERTO?

involucramiento con grupos de derechos humanos. La hermana de


una persona desaparecida señaló que “no me informaron nada, no
me pidieron la opinión [...] yo me enteré por otro lado que se había
abierto una comisión”. En El Salvador y Guatemala, únicamente
aquellos que habían acompañado el proceso de paz tenían cono-
cimiento de los planes para el establecimiento de la comisión: tres
mujeres familiares de algunas víctimas en el primer caso y un miembro
de un grupo de oposición en el último. En contraste, en Argentina
todos los entrevistados estaban al tanto del establecimiento debido
a su activismo en organizaciones de derechos humanos. En Sudáfrica
la mayoría de las personas se enteraron de la existencia de la comisión
meses después de su establecimiento y fueron alentados por otros
para que testificaran.

TESTIMONIOS

Sólo 35 de las setenta víctimas entrevistadas rindieron testimonio 75


ante la comisión. La mayoría de los que no participaron fueron
quienes provenían de zonas rurales en Guatemala y El Salvador,
quienes no sabían de la existencia de la comisión o no tuvieron
acceso a ella. Algunos familiares de víctimas en Argentina no
declararon por razones ideológicas: “Todas esas comisiones son
para lograr el perdón de los asesinos, no colaboramos, era perder el
tiempo [...] los miembros de la Comisión [...] no tenían nada que ver
con lo que sucedió a nuestros hijos.” El dar testimonio fue un proceso
de remembranza muy doloroso para la mayoría: “me costó mucho,
fue muy duro, no me sentía capacitada”. Muchos tenían todavía
miedo, particularmente en los lugares donde el aparato represivo
estaba intacto. Para muchos, dar testimonio fue una forma de catarsis,
que en algunos casos condujo a una severa descomposición
psicológica, incluyendo el llanto y los desmayos. Muchos señalaron
un sentimiento de alivio temporal, especialmente porque los
representantes del Estado finalmente los estaban escuchando.
La mayoría estuvo satisfecha con las condiciones de los
testimonios. Por lo general fueron tratados con respeto y no se les
impuso un límite de tiempo, dejando que dieran su testimonio
COMISIONES DE LA VERDAD

libremente. Sólo en algunos casos las condiciones físicas fueron


inadecuadas: “no había privacidad, a través de las paredes de madera
se oía lo que unos y otros decían”. En El Salvador hubo críticas
sobre los comisionados extranjeros: “entendían muy poco de lo
que había sucedido en nuestro país”. En un área rural de Chile, un
abogado cercano al régimen militar condujo las entrevistas.

OPINIONES GENERALES

Incluso aquellos que no rindieron testimonio tenían una opinión


sobre la comisión y la mayoría estaban familiarizados con el informe,
ya fuera a través de transmisión oral, resúmenes (como en Guatemala
y Chile) o los medios de comunicación (particularmente en Sudáfrica).
Los salvadoreños fueron quienes menos información tuvieron en
relación con el informe.
Las opiniones en Chile fueron en su mayoría muy críticas, en
76 particular debido a que el informe fue considerado incompleto, y
provocó sentimientos de frustración y decepción. Un sobreviviente
de tortura explica, “la verdad que entregó fue sólo parcial [...] Dejó
fuera grandes crímenes”. La hermana de una víctima criticó la forma
de presentación “con una tarjeta del presidente [...] venía su firma y
nada más. Ni siquiera decía, ‘lo siento’”. El reconocimiento oficial
de la verdad fue, sin embargo, apreciado: “dejó al descubierto que
los crímenes fueron una política de Estado”.
En Argentina, las opiniones positivas se referían al “valor
histórico [...] le transmite un mensaje a la sociedad [...] casi de carácter
mágico”. Muchos fueron críticos en aspectos específicos: “a pesar
de que tenían los nombres de los responsables, no los revelaron” o
“no funcionó el tiempo necesario”. Otra crítica común fue expresada
con indignación por la madre de una mujer detenida-desaparecida:
“lo que ellos rescatan es la teoría de los dos demonios, es decir, [que
los militares] no tuvieron más remedio que hacer lo que hicieron,
porque en el país había terroristas”.
En Guatemala predominaron las opiniones positivas, en
particular en relación con la recuperación histórica: “permitió a la
población guatemalteca conocer la historia”, señaló un ex miembro
¿UN CAMINO INCIERTO?

de la guerrilla. Un sentimiento de haber recuperado su voz y su


historia fue particularmente importante para la población indígena.
El familiar de una víctima señala: “ahora estamos saliendo a la
claridad”, mientras que una mujer desplazada dice, “el informe me
gustó, porque así no se queda perdido tanto dolor y tanta sangre”.
Cuatro indígenas expresaron esto en términos de orgullo: “se honró
a nuestro dolor, a nuestra palabra”. Las opiniones más críticas se
refirieron a la falta de aplicación de las recomendaciones y a la falta
de acceso a algunas comunidades rurales. Una mujer cuyo marido
se encuentra desaparecido señala, “no pasó nada, el responsable
anda por ahí y dicen que mi marido anda perdido como un loco”.
En El Salvador predominó un fuerte sentimiento de impotencia,
abandono y decepción: “no hubo tiempo para todos, para expresar
lo que habían sufrido [...] como que no somos seres humanos”. Un
miembro de un grupo de derechos humanos rural subrayó la impre-
cisión para identificar a los perpetradores: “A mí me dio cólera porque
se burlaron, fue como una cortina de humo, un gran circo.” Tres
familiares reconocieron algunos méritos: “[hizo] callar las armas [...] 77
se paró la muerte [...] lo que nosotros decíamos resultó verdad y no
quedamos como mentirosas”, aunque fueron críticas: “es un informe
muy pobre, hacen falta cosas que deberían decirse con más fuerza”.
Quienes fueron entrevistados en Sudáfrica en general tuvieron
una impresión positiva en términos de que proporcionó un canal
para expresar su dolor y recobrar su dignidad. Una de las víctimas
lesionadas durante el conflicto también señaló el papel preventivo
de la comisión: “La CVR me ayudó médicamente a curar mis heridas
[...] si hubiera existido antes, las cosas terribles no habrían ocurrido”.
Una sobreviviente de una masacre reconoció, “nunca pensé que
estos secretos saldrían a la luz pública”; mientras que otro señaló:
“hizo ver a la gente como personas”. Un sobreviviente expresó:
“Ahora me puedo sentir como persona.”

VERDAD, JUSTICIA E IMPUNIDAD

El prevaleciente nivel de impunidad en los cinco países, a pesar del


proceso de la comisión, implicó un trauma adicional para las víctimas
COMISIONES DE LA VERDAD

que trajo consigo un sentimiento de impotencia, enojo, miedo,


vergüenza e incredulidad. El hecho de que los responsables de los
crímenes no revelaran la verdad completa y no fueran llamados a
cuentas contribuyó a crear un sentimiento de haber sido engañados
y burlados: “es el dolor del alma de Chile, una desgracia”. La
impunidad también provocó un sentimiento colectivo de inseguridad
y miedo porque “los asesinos estaban presentes”; “podían incluso
cruzarse con ellos en las calles” y “podían volver, que pueden
nuevamente actuar”. La injusticia y la inequidad es otro sentimiento
que prevalece: “La justicia no existe. Ella es sólo un privilegio para
algunos”, y “todo es un engaño, una farsa”. Según uno de los
entrevistados, “la impunidad echó por tierra el informe”.
En Chile, donde el informe no mencionó a los perpetradores de
los crímenes y muy pocos fueron llevados a juicio, una persona subrayó:
“la impunidad [...] empieza desde el inicio del régimen [...] los asesinatos,
las desapariciones llevaban por sí mismos la desinformación, el
ocultamiento de los hechos”. Una víctima sobreviviente de tortura
78 explicó: “cumplieron sus objetivos y devuelven este grave problema
a la sociedad civil para que se haga cargo”.
En Argentina, donde algunos de los responsables fueron
condenados y posteriormente beneficiados con la amnistía, las
opiniones fueron muy variadas. Una víctima sobreviviente de tortura
concedió que “la inmensa mayoría de los testimonios e investigaciones
efectuadas tuvieron el canal de la justicia”. Pero como resultado de
la amnistía, la madre de una detenida-desaparecida consideró,
“impunidad total. En el informe está el nombre de nuestros hijos,
pero no hay ningún nombre de represor [...] los políticos estaban de
acuerdo con perdonar a todos”. En relación con los “juicios de la
verdad”, donde los perpetradores pudieron declarar sin temor a
implicaciones judiciales, la madre de una de las víctimas explicó: “te
sientan delante tuyo a un cretino [...] tú lo escuchas y luego él se va a
su casa tranquilo porque habló”.
En Guatemala, un ex guerrillero subrayó: “la comisión no
respondió a lo que la gente esperaba [...] querían ubicar a los responsables
[pero] están reacios a aceptar sus errores y menos a aceptar que los
juzguen”. El peso de la impunidad estuvo presente a través de una
entrevista colectiva: “no nombraron a los responsables, estamos peor
¿UN CAMINO INCIERTO?

que antes”. La impunidad también fue interpretada como la negación


de los derechos: “tiene que haber justicia, sin justicia no valemos nada”.
En El Salvador muchos vinculan la impunidad al deterioro social
actual: “hay asaltos, hay mucha violencia, nosotros decimos que son
los militares, pues a ellos no se les investigó”. Muchos se refieren a la
impunidad en casos altamente simbólicos para la sociedad: “Monseñor
Romero [...] está claro que ellos lo mataron y no se hizo nada [...]
amnistiaron a los responsables de la muerte de los jesuitas”.
La respuesta en Sudáfrica de alguna manera fue divergente, a
pesar de que la mayoría de las víctimas se sintieron marginadas. Un
miembro del Congreso Nacional Africano mencionó: “muchas
personas no entienden lo que es convertirse en una víctima, y es
muy doloroso, porque a ellos se les da la amnistía y a nosotros se
nos continúa acosando”. Varios también hicieron notar la necesidad
de reconocer a los perpetradores: “[quiero] eso solamente, verlo.
No lo conozco”, mientras que otros consideraban que era necesario
el perdón, “yo pienso que los perpetradores deben ser perdonados
debido a que la guerra ya pasó”. 79

REPARACIONES

Esta sección se refiere específicamente a cómo las víctimas perciben


la reparación, con base en la premisa establecida en el proyecto de la
ONU sobre los Principios sobre Reparación de que las víctimas deben
estar involucradas en el proceso. La justicia, la reparación moral
y simbólica, son las medidas sociales más importantes, como la salud y
la educación, y son generalmente bienvenidas. La compensación
monetaria generalmente es más problemática, particularmente cuando
se aplica en ausencia de otras medidas y puede llevar al efecto contrario
ofendiendo a las víctimas más que reparando el daño.
En Argentina la reparación ha sido vista como fuente de
polémicos debates llevando a divisiones entre organizaciones de
familiares y a algunas posiciones inflexibles. Un grupo de madres
afirmó “no aceptamos nada, ni exhumación de cadáveres [...] nuestros
hijos no murieron para ser monumentos, la vida no tiene precio, no
nos van a comprar la vida de nuestros hijos”. En otro grupo de
COMISIONES DE LA VERDAD

madres de víctimas una explicó, “fue una cosa muy dolorosa


decidirnos realmente a cobrar ese dinero [...] si ese dinero no se
cobraba, quedaba para el Estado [...] algunas madres [...] lo donaron
[...] nosotros, por haberlo cobrado no sentimos que nos hemos
prostituido [...] porque no hay dinero que nos tape la boca”.
El sentimiento predominante en Chile fue de enojo, frustración
e incluso vergüenza, “me estoy vendiendo”. El dilema de aceptar
estas medidas de reparación fue frecuente: “mucha gente al principio
no quiso recibir un peso por sus seres queridos”. Una sobreviviente
de tortura manifiesta que: “No existe la reparación, entonces es mejor
hablar de algunas medidas reparatorias [...] acompañé a una señora
de la agrupación a cobrar su pensión y la señora salió llorando del
banco, y es lo que le pasa todos los meses”. Otro fue muy crítico de
la reparación por otras razones: “en la medida en que la impunidad
continúa, todo lo que sea reparación, material o moralmente, está
cumpliendo un papel de silenciador e inmovilizador”. La forma de
reparación más aceptable fue la simbólica: “levantó el Memorial en
80 el cementerio. A mí me conmueve, [...] siento que es el lugar a donde
puedo llegar a comunicarme con él”.
En El Salvador la mayoría consideró la reparación ina-
decuada o incluso inexistente, que dejó un sentimiento de
inequidad: “Los escuadrones lograron todo [...] Ellos están bien
cómodos [...] sacando buenos créditos, tienen sus animales [...]
yo anduve nueve años combatiendo, no logré ni siquiera una
libra de sal”. La excesiva burocracia fue percibida como una burla:
“hubo ejemplos de lisiados que estuvieron todo el día parados y los
despacharon a las cuatro de la tarde, que era la hora de cerrar la
oficina. [...] Es un engaño, la falta de voluntad”. Muchos no tuvieron
acceso debido a la falta de recursos: “no nos alcanzaba ni con
cincuenta pesos para venir a dar un informe, hacer una gran cola
durante todo el día”. El miedo también prevalecía: “Hubo mucha
gente que no se censó porque no tenían confianza”.
En Guatemala hubo consentimiento casi unánime para que
no se recibiera la reparación y algunos ni siquiera estaban conscientes
de las medidas de reparación. Durante las entrevistas colectivas, la
opinión fue unánime: “no hemos recibido nada” y “¿qué es la
reparación?” Algunos consideraron el fin del conflicto como una
¿UN CAMINO INCIERTO?

forma de reparación: “el resarcimiento está pegado a los acuerdos


de paz. [...] terminó la guerra, que ya no hay persecución directa [...]
pero que las víctimas directas, tengan alguna ayuda, no la tenemos”.
Un sentimiento de amargura y confusión sobre la inadecuada
reparación fue especialmente evidente en Sudáfrica. Estas entrevistas
enfatizaban particularmente el deseo de recibir herramientas y recursos
para trabajar y mantener a los hijos, así como la profunda desilusión
respecto de lo que en realidad recibieron: “Quiero que ellos críen a
mis hijos, que los manden al colegio [...] nunca he recibido nada [...] si
yo hubiera sabido que las cosas eran así nunca hubiera tenido hijos”.

DAÑO PSICOLÓGICO

Además del trauma sufrido, la impunidad y la falta de reparación


provocaron un sentimiento de frustración, marginalización,
estigmatización, mezclados con sentimientos de culpa, vergüenza y
miedo. La severidad del daño psicológico ha dejado a muchos sin 81
palabras; predominan la incredulidad y el silencio. Por lo tanto, cada
vivencia ha quedado fijada en el polo negativo de las emociones
provocando un dolor psicológico y moral profundo y crónico,
destruyendo principios y creencias.
Muchas de las víctimas respondieron a este proceso por medio
del activismo en derechos humanos, particularmente en Argentina.
Como explicó la madre de una detenida-desaparecida, “decimos
no a la muerte y a ella le ponemos vida. Le ponemos vida en cada
charla [...] hicimos una librería, una universidad”. Las abuelas han
dedicado “su tiempo, su paciencia, a buscar a su posible nieto o
nieta”, y se han mostrado orgullosas de sus logros: “tenemos el
juicio por secuestro, logramos la figura jurídica del desaparecido
que está incorporado a la legislación [...] es el único país que ha
acusado a los máximos responsables”. Un ex preso político explica,
“siento orgullo de haber sido de los sobrevivientes, los que entregamos
los mayores antecedentes de los campos de concentración”. Hay un
sentimiento de rabia frente al carácter clasista de la dictadura: “60%
de los detenidos desaparecidos son trabajadores”. El profundo
dolor al que fueron sometidos no ha sido mencionado.
COMISIONES DE LA VERDAD

En Chile los sentimientos negativos se expresaron mucho


más ampliamente. Una ex presa política explicó que: “por haber
sido una sobreviviente de torturas, crimen que no fue recono-
cido, yo misma no reconozco mi tortura [...] como que yo soy
culpable, no la víctima”. Otro de los sobrevivientes expresó:
“sigo siendo una víctima estigmatizada, [...] me siento diferente
al resto. Esta discriminación social me va carcomiendo [...] es
un daño permanente, casi crónico, de baja autoestima, inse-
guridad, miedo y de vivir permanentemente alerta”. En otros
de los entrevistados se percibía miedo: “me siento en absoluto
desamparo porque me quedé sin padre, sin madre y con mi
hermano ejecutado. Todo esto es muy doloroso”. Más aún,
hay un sentimiento de duelo no elaborado: “uno no puede
asumir que están muertos”.
En El Salvador la preocupación se expresó en términos de la
continua violencia y el deterioro social. Uno de los entrevistados
comentó que, “se terminó la guerra a balas, pero nos ha quedado
82 otra [...] hay delincuencia, hay violaciones, hay maltrato, hay injusticia,
hay hambre”, y otro más señala que: “la gente tuvo temor en ese
tiempo y tiene temor ahora”. También hay una sensación de que el
tiempo no existe: el daño no tiene pasado ni futuro porque el tiempo
no ha borrado nada.
En Guatemala prevalecieron el miedo y el enojo: “¡Malditos,
digo yo! Son los grandes cobardes de Guatemala, además son
ladrones [...] todo es una miseria, y además hay miedo.” También
fueron comunes la sensación de inequidad y humillación: “lo que
nos hicieron es porque somos pobres, porque no sabemos leer,
porque no entendemos mucho”. Se dio especial significado a probar
los hechos y al proceso de duelo de las víctimas y sus familiares:
“me parecen bien las excavaciones [...] poder enterrar en cementerios
[...] donde se les pueda llevar una flor”.
Sentimientos similares de temor se encontraron en Sudáfrica:
“yo tengo mucho miedo porque ellos aún están cerca, y muchas
personas no entienden lo que se siente al convertirse en una víctima”.
Uno más señala: “no me gusta ver la televisión, no me gusta ver los
horrores que pasaron [...] me hacen revivir lo que yo viví. Tú oyes
un disparo y pierdes la cabeza”.
¿UN CAMINO INCIERTO?

RECONCILIACIÓN

De las entrevistas se puede concluir que la reconciliación no ha sido


alcanzada. Solo en Sudáfrica alguien sugirió, “tal vez, si pidieran
perdón, podríamos reconciliarnos”. El concepto de reconciliación
implica la restauración de la armonía y el perdón que sólo es posible
después del arrepentimiento (en términos teológicos) o el reco-
nocimiento de la responsabilidad (en términos jurídicos), así como
la reparación.
Una de las respuestas en Argentina resume todas las actitudes
encontradas: “nosotros no nos reconciliamos con los asesinos,
vamos a seguir denunciando [...] vamos a seguir señalando con el
dedo a los instigadores [...] para salvar el futuro es preciso no
olvidar el pasado, es preciso conservar la memoria y hacer justicia”.
En Chile, algunos sintieron que “este país está más dividido que
nunca” y consideraron que “la reconciliación no se logra creando
decretos” y “la reconciliación es algo muy personal y cristiano”.
Uno de los entrevistados comentó, “si pudiera perdonar, quizá, 83
creo, podría reconciliarme”. En Guatemala el sentimiento se
resumió como sigue: “sería bueno reconciliarse si se cumple lo
que se prometió”. Mientras que en El Salvador, “la gente perdió
las esperanzas porque no hubo justicia y por tanto no puede haber
reconciliación”.
Sólo en Sudáfrica hubo un indicio, aunque de una minoría, de
una posible reconciliación: “si ellos vinieran a decirme lo que hicieron,
yo tendría que perdonarlos y reconciliarme”. Fue muy común vincular
la reconciliación, el reconocimiento de responsabilidad y el perdón:
“para hablar de reconciliación, la comunidad blanca debe terminar
de negar”.

SÍNTESIS DEL IMPACTO EN LAS VÍCTIMAS

Mientras que no se pueden sacar conclusiones definitivas debido a


la muestra relativamente pequeña de entrevistas y por el hecho de
que los entrevistados no fueron preseleccionados, podemos señalar
algunos sentimientos generales encontrados. Las comisiones de la
COMISIONES DE LA VERDAD

verdad tienen un mérito reconocido por los entrevistados: “termi-


naron el conflicto” y “revelaron la historia sumergida” como una
verdad oficial. La consecuencia más severa de los conflictos es el
trauma producido, que es agravado por la negación de la responsa-
bilidad. Por lo tanto, el sufrimiento inicialmente producido de manera
intencional por los regímenes represivos, ha continuado por medio
de la impunidad impuesta por quienes fueron electos democrática-
mente. La prevalencia de esta situación puede producir desórdenes
mentales de la misma magnitud, o aún peor, que la tortura.

IV
IV.. Comisiones de la verdad:
Recomendaciones

Este capítulo es un resumen de las recomendaciones identificadas


por los entrevistados para mejorar el impacto de las comisiones de
84 la verdad.

CRITERIOS GENERALES

—La decisión de establecer una comisión y sus características debe


considerar adecuadamente el contexto político: “Una comisión de
la verdad no puede ser buena iniciativa en todos los contextos, en
todos los países” y debe “corresponder a las características de la
transición política.”
—El análisis histórico deber ser amplio y extenso: “más allá
de la fecha en que se inicia el conflicto, [...] deben trabajar con una
perspectiva histórica-sociológica, no judicial”.
—El establecimiento de una comisión no debe ser una medida
automática para los gobiernos de transición sólo “porque haya habido
una elección democrática”.
—Debe provocar un amplio proceso de consulta, particular-
mente con los afectados, y las negociaciones deben ser claras y
transparentes: “debería consultar de modo preferencial al movi-
miento de derechos humanos”.
¿UN CAMINO INCIERTO?

—El alcance y las limitaciones de una comisión deben ser


realistas y claros: “No creo que una comisión que surge por el acuerdo
entre las partes de un conflicto va a ser el mejor esquema para
responder a las necesidades de la sociedad.”
—Las comisiones deben ser complementadas por otras
medidas, particularmente para asegurar la justicia: “No pueden crearse
bajo el supuesto de que es la solución al problema de las violaciones
a los derechos humanos [...] las comisiones que se crean bajo ese
supuesto no resuelven nada.”
—El proceso debe ser público y recibir amplia difusión en los
medios masivos de comunicación: “Lo importante [en el caso de
Sudáfrica] fue su carácter público, porque fue una gran lección para
la sociedad.”

PROCEDIMIENTOS

—De acuerdo con un comisionado de Sudáfrica, para todas las 85


comisiones futuras el problema fundamental es poder realizar un
periodo de prueba que permita “pensar claramente en la logística,
[...] los recursos, [...] los objetivos y en cómo se lograrán, [...] No
comenzar así nada más”.
—Mientras que la ONU recomienda que las comisiones se
establezcan por periodos breves, la mayoría de los entrevistados
consideraban lo contrario: “Tiene que tener un tiempo amplio
de existencia para poder desarrollar el trabajo y diseñar un
proceso de investigación, [...] divulgación [...] y un tipo de
seguimiento.”
—Además de los recursos necesarios, las comisiones deben
tener “una clara metodología para la investigación, [...] el informe,
claridad de objetivos, cómo va a incidir en el país”.
—Con respecto a la metodología: “los efectos políticos y
sociales de identificar a las víctimas deben ser considerados en
detalle”.
—El compromiso del gobierno con los derechos humanos
debe ser claro y explícito: “El Estado debe expresar su voluntad
política, favoreciendo una composición neutral, [...] mandatarlas
COMISIONES DE LA VERDAD

[a las comisiones] y facultarlas ampliamente” y comprometiéndose


a otorgar “garantías básicas para su función y recursos financieros.”

COMPOSICIÓN

—Los comisionados deben ser “personas reconocidamente res-


petables, autónomas e independientes”, además de tener una
reconocida trayectoria pública en el campo de los derechos
humanos.
—Los miembros de la comisión y su personal deben “repre-
sentar diversidad de pensamiento, de profesiones y de sectores,
incluyendo a las víctimas”; “no es que todos tengan que estar
representados, sino estudiar una forma en que estén representadas
las víctimas”.

86 ALCANCE PÚBLICO

—Las comisiones no deben limitar su trabajo a las zonas urbanas:


“Quisiera una comisión que se desplegara hacia la comunidad, hacia
las poblaciones.”
—La seguridad debe ser garantizada en todos los niveles: “Una
condición primaria fundamental es que las hostilidades en caso
de conflictos terminen” y “debe ver la forma de crear condiciones de
seguridad para la población que va a revelar la verdad.”

VERDAD

—Los casos particulares deben quedar comprendidos en un


momento histórico más amplio: “La sociedad necesita conocer la
verdad de un largo periodo [...] la dimensión y la profundidad de
la política de terrorismo de Estado sufrida por el pueblo.”
—Deben ser convocados diferentes sectores para que aporten
antecedentes en la elaboración de la verdad, incluyendo “el tiempo
suficiente para [...] la etapa de sensibilización con la población, para
¿UN CAMINO INCIERTO?

romper ese hielo, ese miedo [...] tener más contactos, facilidad de
comunicarse con toda la gente”.
—Las comisiones deben tener el poder de llamar a la gente a
rendir testimonio, incluyendo “facultades cuasi jurisdiccionales para
que pueda investigar con absoluta independencia [...] y para obtener,
de manera obligatoria, la comparecencia de todas aquellas personas
a las que necesita consultar”. Esto es importante para evitar que la
verdad se construya solamente a partir de “la verdad entregada
por las agrupaciones de víctimas y de los organismos de derechos
humanos”.
—Todas las instituciones públicas deberán entregar toda la
información relevante: “La voluntad del Estado debe expresarse en
un primer gesto donde hable de los escuadrones de la muerte, del
paramilitar tal, de las personas que ordenaron.”
—También deberá establecerse un mecanismo de seguimiento
para recibir nuevos casos: “Si no existe la Conadep, ¿qué se hace,
cómo se incluyen nuevos casos?”
87

DIVULGACIÓN

—El proceso de investigación y las conclusiones deben ser


ampliamente difundidas entre la población: “Aunque muy dolorosa,
la revelación de la verdad es fundamental para aprender de la historia,
para curar las heridas, para la reconciliación.”
—Cada víctima y su familiar deben recibir una copia del
informe: “en la casa ocupa un lugar de honor”, pues “es la
contribución a la memoria colectiva”.
—La educación en derechos humanos debe ser incorporada a
los planes de estudio de las escuelas: “El informe debe ser [...] una
política institucional [...] en escuelas y universidades en la comunidad.”
—Se deben construir políticas “de ayuda a los sobrevivientes,
de apoyo para reconstruir sus vidas, para contener la rabia y el
dolor de historias violentas en extremo”.
—El informe debe ser presentado como una verdad oficial:
“debe estar respaldado decididamente, con total voluntad, por
todo un régimen político de cualquier gobierno”.
COMISIONES DE LA VERDAD

—El proceso debe orientarse a las necesidad de las víctimas


de ser escuchadas: “Yo deseaba hablar [...] pero nadie quería saber
nada de eso, algunos decían ‘Has sufrido tanto, no vale la pena hablar
de eso’, pero no lo decían para protegerme sino para protegerse
ellos mismos.”

JUSTICIA

—El descubrimiento de la verdad debe llevar a otras investigaciones


penales más detalladas: “la verdad en el informe quedó nada más
que en la constatación del crimen, pero no en el cómo, por qué y
para qué”, aunque algunos informes fueron muy útiles “desde el
punto de visto probatorio, como un instrumento que ha servido
como elemento de prueba en muchos de los procesos”.
—Las investigaciones de la comisión deben ser canalizadas
adecuadamente a la instancia judicial correspondiente: “el pro-
88 ducto de la investigación debe ser competencia de los tribunales,
porque representantes del Estado establecieron y esclarecieron
hechos y esos hechos son delitos y los delitos deben ser in-
vestigados y los autores de los delitos juzgados por los tribunales
de justicia”.
—Se debe movilizar el apoyo internacional para “establecer
una especie de resguardo contra una posible impunidad”.
—A pesar de que la amnistía es lo menos deseable, sólo sería
aceptable bajo ciertas condiciones: “Tú mataste a alguien, [...] tienes
que decir públicamente a quién mataste, alguien te envió a matar,
tienes que dar el nombre de la persona que te envió públicamente,
tienes que pedir perdón públicamente a las víctimas.”

RECOMENDACIONES

—Las recomendaciones de las comisiones deben responder a las


necesidades y expectativas de las víctimas y la sociedad civil por medio
de su participación en un proceso de consulta y evitar que “las personas
que más se han beneficiado de esto sean los torturadores”.
¿UN CAMINO INCIERTO?

—La sociedad civil y la comunidad internacional deberán


asegurarse de dar seguimiento al proceso: “Hay una responsabilidad
de continuar hasta estar seguro de que las recomendaciones serán
implementadas, es necesaria la presión política sobre los gobiernos”,
y “a mayor involucramiento de la sociedad, mayor será el cumpli-
miento de las recomendaciones que se entreguen”.
—Deben establecerse medidas concretas para asegurar la
aplicación de las recomendaciones: “[las recomendaciones] deben
estar respaldadas por proyectos de ley o actos del ejecutivo”.
—Deben diseñarse mecanismos de seguimiento, control y
verificación: “La comisión debe contemplar la creación [de] un
órgano, que se encargue del seguimiento de las recomendaciones
[...] definitivamente tiene que ser parte del proceso.”

PREVENCIÓN

—Deberá desarrollarse una amplia política nacional de derechos 89


humanos que prevea una amplia participación, recursos adecuados y
difusión extensa del informe para evitar la experiencia salvadoreña
donde el informe “no fue una publicación masiva [...] mucha gente lo
desconoce, las nuevas generaciones no conocen el informe [...] más
bien hay un esfuerzo [...] para algunas cosas [...] se vayan olvidando”.
—Creación de una campaña nacional contra la violencia con
la participación de todos los actores sociales y políticos: “Después
de reconocer las atrocidades, habría que comprender que la violencia
no es la salida a nuestros problemas.”

RESUMEN DE LAS PRINCIPALES PREOCUPACIONES

A pesar de que algunas de las recomendaciones son bastante claras


y directas, las entrevistas realizadas arrojaron un conjunto de
preocupaciones en relación con los procesos de las comisiones de la
verdad.
—¿Cómo asegurar la adecuada participación social consi-
derando las limitaciones de tiempo y los recursos existentes? No
COMISIONES DE LA VERDAD

deben crearse falsas expectativas, dado que las circunstancias políticas


generalmente requieren de decisiones pragmáticas: “una situación
ideal te permitiría pensar en un proceso más amplio de todo tipo de
consulta. En la mayoría de las circunstancias esto no va a suceder.
Seamos realistas”.
—¿Cómo lograr un equilibro para los derechos humanos
durante el proceso de negociación que requiere concesiones de
acuerdo con las circunstancias políticas? “No se pueden dictar reglas
objetivas para las comisiones. En un país donde los militares tienen
mucho poder, no se puede actuar con la misma franqueza [...] que
en un país donde la democracia ya se ha establecido [...] Por ejemplo,
las cuestiones sobre la amnistía [...] Dependerá de las circunstancias
concretas de cada país.”
—¿Cómo descubrir la verdad donde hay falta de voluntad
política, particularmente en los países que emergen de un conflicto
armado donde no hay claridad en quienes resultaron vencedores?
“Resultará muy difícil que en un país en conflicto armado, el conjunto
90 del proceso de la comisión sea acordado no por las partes en pugna,
que buscarán especialmente beneficiarse y protegerse, sino por el
conjunto de la sociedad.”
—¿Cómo resolver el hecho de que mientras la justicia es la
principal expectativa y la demanda de las víctimas, así como una
obligación del Estado conforme al derecho internacional, los
mandatos de las comisiones son limitados a este respecto? Dos de
las principales limitaciones al mandato de las comisiones son que
primero no tienen efectos judiciales porque no son un tribunal y
segundo que no se debe identificar culpables, salvo si se acepta o se
sabe que habrá amnistía o impunidad.

PALABRAS FINALES

Sin dejar de reconocer la complejidad de este problema, los


defensores de derechos humanos y las víctimas entrevistadas para el
presente estudio en general fueron mucho más críticos de las
comisiones de la verdad que el discurso oficial, que tendió a justificar
la creación de las comisiones y sus conclusiones.
¿UN CAMINO INCIERTO?

Aunque admirables, los logros de las comisiones fueron


menores a las expectativas creadas por las promesas del gobierno,
dando como resultado un sentimiento de frustración generalizado.
Las deficiencias, por tanto, no fueron intrínsecas a las
comisiones de la verdad, sino debido a la falta de voluntad política
para asegurar no que las comisiones sean un fin en sí mismas, sino
parte de una política más amplia para enfrentar las violaciones a los
derechos humanos.
El establecimiento de las comisiones fue considerado como
un primer paso positivo. La revelación y el reconocimiento oficial
de una verdad que había sido silenciada y negada fue por mucho el
segundo paso más importante y un logro general de las comisiones.
Las víctimas valoraron que tanto el gobierno como la sociedad
finalmente hubieran reconocido lo sucedido. La prevaleciente
situación de impunidad, sin embargo, ensombreció estos logros. El
establecimiento de la paz y la democracia, incluyendo diversos grados
de concesiones a los regímenes previos, tuvieron prioridad y por lo
general, en detrimento de la justicia. Dadas las obligaciones éticas y 91
jurídicas involucradas en la comisión de los crímenes, se consideró
inaceptable la negociación.
La creación de una comisión de la verdad se convirtió en la
forma más sencilla de responder a las demandas nacionales e
internacionales para enfrentar las violaciones a los derechos humanos,
así como una manera de posponer los procesos legales. Las
comisiones fueron motivadas a enviar la evidencia de los crímenes
al poder judicial, pero no tenían la obligación de hacerlo, y tampoco
se establecieron mecanismos para este propósito. Las amnistías y la
ausencia de una investigación penal y de enjuiciamiento se convirtieron
en la regla, lo que dio como resultado la ruptura con la comunidad
de derechos humanos que continuó su lucha por la justicia por otros
medios.
Los Estados fracasaron en reconocer que una reconciliación
estable y duradera debe estar construida sobre los principios de
verdad y justicia.
El proceso y las conclusiones de las comisiones fueron
enteramente reconocidas, expresando sus limitaciones. En términos
de los resultados, las cuestiones más graves fueron entre otras las
COMISIONES DE LA VERDAD

relacionadas con la exclusión de ciertos tipos de violaciones y el


rechazo de los perpetradores para revelar información, dando como
resultado el establecimiento de una verdad “a medias” propor-
cionada por las propias víctimas.
En cuanto al procedimiento, el nivel de integridad y compe-
tencia fue altamente valorado, reconociendo que los procesos de
consulta generalmente fueron insuficientes, particularmente con las
víctimas. Por lo tanto la participación y los contactos fueron asumidos
por los grupos de derechos humanos.
La implementación de las recomendaciones generalmente fue
menor a lo esperado, considerando la ausencia generalizada de
mecanismos de seguimiento. En el caso de la reparación, por ejemplo,
las medidas en general fueron insuficientes y se limitaron, en su
mayoría, a las remuneraciones monetarias, dejando que las víctimas
y los grupos de derechos humanos tomaran la iniciativa para asegurar
la reparación simbólica y moral.
La aplicación de las recomendaciones no debe ser una tarea
92 que se deje a la sociedad civil, sino una responsabilidad totalmente
asumida por el Estado. Las víctimas no deben dar el mensaje de
que las violaciones son problema suyo sino de que es un problema
asumido por la sociedad y el Estado.
Una estrategia de seguimiento debe incorporar la justicia en su
sentido más amplio, garantizando que las leyes y la práctica doméstica
correspondan a los estándares internacionales en materia de derechos
humanos.
Las comisiones de la verdad no deben ser consideradas o
aceptadas como la única solución a las violaciones a los derechos
humanos. Deben ser parte de un proceso más amplio de paz y
reconciliación, que incluya la participación activa de la sociedad
y un sólido consenso político.
Las víctimas deben desempeñar un papel central en el proceso.
En los países estudiados, la creación de las comisiones de la verdad
no condujo a una política de reparación integral o a cambios
sustantivos en las estructuras políticas. La realidad política, social y
cultural actual de estas frágiles democracias habla por sí misma.

Santiago de Chile, enero de 2002


Reseña de discusión

Este documento da cuenta de los temas planteados y las propuestas vertidas


durante el seminario; no pretende agotar la riqueza de las discusiones y de
los análisis que se llevaron a cabo, los cuales están plasmados en esta
Memoria.

ASPECTOS GENERALES

Durante el seminario los ponentes sostuvieron que el marco jurídico


que rige la actividad de una comisión de la verdad es el derecho
internacional de los derechos humanos. Éste atribuye al Estado la
obligación de garantizar el derecho a la justicia en su concepción
más amplia e integral, incluyendo la investigación de los hechos, la
identificación y la sanción de los responsables, la reparación a las
víctimas, el derecho a la verdad y a que el aparato del Estado se 93
organice y funcione de manera tal que asegure la vigencia de los
derechos humanos. Derechos que en los últimos años han tenido
formulaciones progresistas en el sistema interamericano de pro-
tección y en la jurisprudencia nacional, como es lo relativo al
emergente derecho a la verdad, reconocido expresamente por primera
vez por tribunales argentinos, derecho individual y colectivo cuya
contrapartida es la obligación del Estado y de la sociedad de no
olvidar el pasado y aprender de la historia, para no repetirla. Las CCV
son uno de los instrumentos para la realización de este derecho y el
cumplimiento de esta obligación.
Así, se han establecido como finalidades imprescindibles e
inseparables de toda comisión de la verdad, la verdad, la justicia, la
reparación y la depuración de los funcionarios públicos implicados
en violaciones cometidas en el pasado.
En ese sentido, se señaló que para garantizar la eficacia de las
CCV se deben asegurar, desde su creación, entre otras medidas,
las siguientes: ratificación de los tratados internacionales que en la
materia resulten necesarios para lograr el objetivo que persiguen;
armonizar el derecho interno con el derecho internacional; dotar de
COMISIONES DE LA VERDAD

jerarquía constitucional a los tratados internacionales ratificados;


dotar a la CV de un marco jurídico que prevea el carácter vinculante
de las recomendaciones que emita y la creación de instancias y
mecanismos que aseguren el seguimiento y la puesta en marcha de
las medidas recomendadas.
Asimismo, es fundamental que las CCV tomen en cuenta los
avances alcanzados por la comunidad internacional en la lucha contra
la impunidad, entre ellos, la tipificación de crímenes de lesa
humanidad como la tortura, las ejecuciones sumarias y las desa-
pariciones forzadas, la imprescriptibilidad de su sanción, espe-
cialmente cuando no puede aplicarse durante el periodo en que no
existan recursos eficaces para lograr que esos crímenes sean
investigados realmente. El desarrollo logrado hasta ahora en materia
de jurisdicción universal y las experiencias jurídicas creativas han
permitido incrementar la efectividad de los mecanismos nacionales.
En ese sentido, se reafirmó que los autores de violaciones graves de
los derechos humanos no pueden beneficiarse con indultos o
94 amnistías, medidas que en ningún caso pueden impedir la
investigación, el juicio y el castigo de los crímenes de derecho
internacional.
Una pregunta central fue ¿cuál es el aporte de medidas como
una CV al proceso de transición política de nuestras sociedades?
Hay los que consideran la instauración de una CV como el punto
final de la transición; es decir, una vez entregado el informe final de
la comisión los problemas quedarían superados y la transición
acabaría ahí. Se equivocan.
La constitución de la CV es parte del proceso que aspira lograr
la justicia y la verdad; es más bien el inicio de la transición. Hay un
proceso que necesariamente resulta más largo que el periodo de
funcionamiento de la comisión, es el proceso de concientización
colectiva, por una parte, y de reparación y de conciliación, por la
otra, así como la búsqueda de una garantía de la no repetición de las
violaciones. Así, es obvio que el término del mandato de la CV no
signifique por mucho el cierre del proceso. La CV en un cuadro
temporal limitado no logrará escuchar a todas las víctimas, pero todas
tienen derecho a ser escuchadas y a la reparación. Menos aún en este
cuadro temporal limitado se habrá hecho justicia de forma integral.
RESEÑA DE DISCUSIÓN

Habría que subrayar que la “justicia de transición” no es una justicia


de segunda categoría.
Las CCV son nada más un paso dentro de la estrategia a largo
plazo por la mejor defensa de los derechos humanos, un importante
instrumento de prevención a las violaciones a los derechos humanos,
pero uno entre tantos. De ahí pueden salir medidas de reparación,
puede abrirse un proceso de reconciliación genuina, individual y
colectiva, basada en una interpretación correcta de la historia y en la
verdad. En la lucha contra la impunidad se combate con un conjunto
de medidas; las CCV pueden ser una de estas medidas, con una eficacia
particular. Durante el seminario varios fueron los participantes que
subrayaron que, para llegar a la meta —la verdad, la justicia, la
reparación y la depuración—, no basta una vía, sino que se construyan
todas las necesarias para lograr esa meta.
La calidad más importante y que más cualifica a la CV es su
absoluta autonomía del poder gubernamental. Por tanto, el proceso
que debe seguir la CV es un proceso transparente, público y
participativo; mientras que los procesos tradicionales de justicia 95
pueden carecer de transparencia, participación, debate público y
difusión y pueden ser inhibidos respecto de comprometer al Estado,
del cual dependen, a reconocer y rectificar errores pasados.
La CV debe tener una legitimación de calidad insólita pues su
éxito depende, sobre todo, de su credibilidad y legitimidad entre la
sociedad civil. Es la credibilidad de la comisión la que empuja el
acceso extenso de testimonios y la presión pública necesaria para
exigir posteriormente el cumplimiento de las recomendaciones
formuladas. Esta credibilidad se inicia con el proceso de selección de
los comisionados, quienes tienen que representar amplios sectores
de la sociedad y ser reconocidos por su independencia y autoridad
moral.
Se debe reconocer que muchas veces las recomendaciones
planteadas por una CV , al pretender alcance nacional, deben
formularse en términos generales, lo cual puede implicar que no
estén suficientemente vinculadas a las realidades locales, a lo
cotidiano de las víctimas y las comunidades afectadas. Existe
entonces el reto de mantener el alcance nacional buscando, al mismo
tiempo, formulaciones de carácter netamente local.
COMISIONES DE LA VERDAD

La comisión da voz a las víctimas y a sus familiares, lo que es


en sí una medida de reconocimiento y de reparación. Una de las
medidas para restituir la dignidad a la víctima es el reconocimiento
público de a) su carácter de víctima, b) las violaciones ocurridas, y
c) las responsabilidades, tanto individuales como del Estado y sus
instituciones.
Para que el derecho al reconocimiento y a la reparación se
haga efectivo es imprescindible que las víctimas y sus familiares
puedan disfrutar de un apoyo sólido de parte de agrupaciones de
víctimas; que esto permita que cuenten con una voz política y pública
fuerte, así como que se respete su realidad cultural y local.
Hay que tener en cuenta que para las víctimas este proceso es
traumático: hace revivir las violaciones y, casi siempre, tendrán
dificultades en reabrir todo esas experiencias. Eso exige métodos de
investigación e interrogación que tiendan a disminuir el trauma y
que favorezcan que el proceso de testimonio sea un proceso más
bien catártico. Una CV debe esforzarse por dar importancia y atención
96 apropiada a las violaciones sistemáticas en contra de las mujeres.
Es muy importante que las organizaciones civiles den su apoyo
total al proceso de investigación de las CCV, y que las comisiones lo
busquen. Éstas pueden servir para facilitar el acceso a las víctimas y
las finalidades de la investigación, permitiendo así a los comisionados
comprender e interpretar lo sucedido y desde ahí individualizar la
verdad. Además, las organizaciones de derechos humanos suelen
ser una fuente importante de documentación de violaciones durante
el periodo de investigación.
La CV debe tener presentes los posibles riesgos de seguridad
que pueden provocarse a las víctimas al rendir su testimonio; por
tanto ésta debe garantizar la seguridad de sus miembros y de las
víctimas, los familiares y los testigos que aportan su testimonio.
De manera general se puede decir que la participación extensa
de la sociedad civil es indispensable desde el inicio del proceso, por
lo tanto, se recomienda la difusión permanente, en todos los medios
de comunicación, de su mandato, objetivos, actividades, audiencias
públicas, la aceptación pública y oficial de las conclusiones de la CV
por parte del gobierno. Además debe hacer la divulgación general
del informe final en versiones y formas apropiadas y accesibles. Esta
RESEÑA DE DISCUSIÓN

tarea de información debe hacerse también en las diversas lenguas


indígenas.
El mandato de las CCV debe ser suficientemente amplio para
incluir todas las violaciones graves de derechos humanos. Tendrá
que asegurar una duración adecuada, ser apropiadamente preparada
y asesorada, contar con recursos suficientes y definir de antemano
el compromiso, por parte del Estado, de que concretará las re-
comendaciones, así como asegurar las medidas de seguimiento
necesarias. Debe tener garantía de que se le permitirá el acceso a la
información oficial, así como tener autoridad para hacer comparecer
ante ella a los testigos.
Toda CV concluye su trabajo estableciendo recomendaciones
al Estado, pero la experiencia ha mostrado que muchas veces éstas
quedan incumplidas y sólo atendidas parcialmente. Por tanto, es
esencial prever mecanismos de seguimiento respecto del cumpli-
miento de las recomendaciones. En la medida en que éstas se
cumplan se logrará la transformación política y cultural que es
necesario llevar adelante. En el cabal cumplimiento de las 97
recomendaciones radica mucho de la efectividad de medidas de no
repetición.
Al concluir su trabajo la CV debe asegurar la continuidad de
a) un mecanismo que siga recibiendo testimonios de las víctimas,
y b) apoyo terapéutico para víctimas y sus familias.

TALLERES

En el marco de los talleres de trabajo, los participantes profundizaron


sobre aspectos relativos a la tortura, la reparación y la prevención,
refiriéndose a los aspectos generales de las CCV incorporados en el
apartado anterior.
Los participantes del taller sobre tortura destacaron la necesidad
ineludible de incluir tanto patrones como casos específicos de tortura
en el mandato de las CCV, procurando integrar equipos multi-
disciplinarios para atender, diagnosticar y documentar el fenómeno
de manera integral. El taller sobre reparación —entendido como
restitución, rehabilitación, satisfacción y compensación— recomendó
COMISIONES DE LA VERDAD

que el proceso de reparación individual y colectivo debe guiarse


por los estándares internacionales en la materia, considerando tanto
el daño a la víctima o víctimas como a su sistema (familia,
comunidad, cultura y valores, entre otros) y abarcando múltiples
ámbitos (jurídico, moral, social, económico y psicológico). En materia de
prevención se destacó como fundamento básico el cumplimiento
de las recomendaciones de las CCV, entre ellas, en materia de educación
de derechos humanos y difusión de la verdad histórica de los
informes de las CCV, formuladas a partir de un diagnóstico amplio y
consultas previas con víctimas, familiares y organizaciones. Para ello
se destacó la necesidad de incorporar las recomendaciones a la
agenda política nacional, a los sistemas de protección regional y
universales, sugiriendo incluso la posibilidad de impulsar la creación
de alguna instancia de seguimiento de recomendaciones dentro de
las Naciones Unidas
Una conclusión que resume el sentido de todos estos esfuerzos
por lograr la efectiva protección de las víctimas de violación a los
98 derechos humanos y la erradicación de la impunidad es que nunca
es tarde para comenzar el proceso de búsqueda de la verdad y la
justicia.
Reflexiones
sobre el estudio
comparativo

99
Desde la exper iencia
experiencia
de Guatemala. “Es el tiempo
de hablar...”
hablar...”

Ruth del Valle


Alianza contra la Impunidad (Guatemala)

INTRODUCCIÓN

El escritor uruguayo Eduardo Galeano dijo: “La amnesia implica la


impunidad y la impunidad estimula el delito, tanto en términos
personales como colectivos. Si uno mata a su vecino y todo sigue
igual, seguirá matando al vecindario entero, porque la impunidad
tiene un efecto estimulante sobre el delito.” Por eso es necesario no
olvidar, conocer la verdad de nuestras historias, que será lo único 101
que nos permitirá transformar el presente y construir un futuro
diferente, garantizando que nunca más los hechos de violencia se
repitan y que la impunidad no será quien reine en nuestros países. El
derecho a la verdad es un derecho colectivo, de todos los pueblos.
El estudio comparativo realizado por la Corporación de
Promoción y Defensa de los Derechos del Pueblo (Codepu, Chile)
y la Asociación para la Prevención de la Tortura (APT, Suiza), nos ha
traído a la memoria las diversas experiencias que se están desa-
rrollando por la recuperación de la memoria histórica, tanto aquellas
que se realizan con carácter investigativo —tal es el caso del informe
“Guatemala Nunca Más”, del Proyecto Interdiocesano de Recu-
peración de la Memoria Histórica en Guatemala, Remhi—, como la
cantidad de novelas y relatos que se están produciendo.
Parece que es el tiempo de hablar, que ya no hay que quedarse
callados y guardarnos en el fondo del corazón los dolores y los
recuerdos, las informaciones y las dudas. Es el tiempo de preguntar
y exigir respuestas a nuestras preguntas sobre ¿dónde quedaron los
restos de nuestros familiares desaparecidos? ¿Por qué fueron
torturados nuestros compañeros estudiantes? ¿Cuáles fueron las
COMISIONES DE LA VERDAD

razones para que el ejército masacrara aldeas de campesinos y pro-


dujera el éxodo de miles de personas hacia otros países?
Es importante compartir estas experiencias, porque con ellas
se fortalecen y desarrollan los lazos de solidaridad entre los pueblos
que han sufrido dictaduras represivas o genocidas, no sólo para
alentarnos en la lucha, sino para conocer estrategias y aprender de
los demás, tanto en nuestras luchas nacionales por la justicia como
en la búsqueda de la justicia universal. Hoy en día las amenazas de
retroceso en el respeto a los derechos humanos están latentes en
diversos países del continente y del mundo, y se hace necesario
trabajar conjuntamente para que el pasado de terror y muerte no
vuelva a ninguno de nuestros países.

LA COMISIÓN DE LA VERDAD EN GUATEMALA

La última de las comisiones estudiadas en este trabajo es la de


102 Guatemala, de nombre Comisión para el Esclarecimiento Histórico
(CEH) y cuyo trabajo fue realizado entre 1997 y 1999, muy poco tiempo
después de que se firmara la paz. La CEH surgió a partir de una
negociación (junio de 1994) entre las partes militares en contienda
—el gobierno y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca—,
las cuales se aseguraron de que los nombres de los victimarios no
fueran hechos públicos, y establecieron que los resultados de la
Comisión no podían ser vinculantes en relación con la justicia. Esta
situación es similar a la mayoría de las comisiones de la verdad. Se le
dice a las víctimas: cuenten su verdad, pero eso no les va a servir
para conseguir justicia. Y la verdad sin justicia no es una verdad
suficiente.
De otra forma, se emiten leyes de amnistía para bloquear esas
posibilidades de justicia. En el caso guatemalteco las partes firmantes
de los acuerdos de paz pretendieron emitir una ley de amnistía con
la Ley de Reconciliación Nacional, que dejara sin castigo los crímenes
cometidos durante la guerra. La reacción inmediata de diversas
organizaciones de derechos humanos que no eran parte de esas
negociaciones exigió y logró el derecho a ser escuchadas, para que
se estableciera que los crímenes de lesa humanidad no son am-
REFLEXIONES SOBRE EL ESTUDIO COMPARATIVO

nistiables. A partir de este hecho constituimos la Alianza contra la


Impunidad.
Esta experiencia de lucha y logros nos deja una lección: que la
sociedad civil, especialmente las organizaciones de derechos
humanos, están llamadas hoy a ser la voz de los sin voz, a defender
los derechos de los más vulnerables, a ejercer la presión frente al
Estado, para que podamos cambiar el país.
A pesar de todo, en algunos lugares se están viendo posi-
bilidades de procesos jurídicos y el encarcelamiento de responsables.
Nos animan las noticias recientes de la detención, por ejemplo, de
Leopoldo Galtieri, a pesar de que los militares argentinos también
se decretaron su amnistía. El sobreseimiento del proceso judicial
contra Augusto Pinochet por demencia es una forma de evasión de
la justicia, y puede ser visto por las víctimas como una burla a su
dolor y sufrimiento.

EL PROYECTO INTERDIOCESANO RECUPERACIÓN DE LA MEMORIA 103


HISTÓRICA, REMHI

Antes de esta Comisión, en octubre de 1994 la Oficina de Derechos


Humanos del Arzobispado de Guatemala le propuso a la Conferencia
Episcopal la realización de un proyecto que recogiera testimonios sobre
las violaciones a los derechos humanos ocurridas durante la guerra,
pues hasta el momento nadie había podido hablar de su sufrimiento,
y mucho menos había recibido alguna atención terapéutica.
En julio de 1995 los obispos de Guatemala escribieron la
carta pastoral “Urge la verdadera paz”, en la cual señalaban que
era indispensable conocer la verdad, para que el pasado no se
repitiera y para que pudieran comenzar a cicatrizar las heridas
abiertas de la guerra. A partir de ahí se comenzaron a integrar los
equipos diocesanos para la realización del trabajo del Remhi (la
recuperación de la memoria histórica). Para entonces ya se tenía
claro que el Remhi tendría que ser un aporte para la futura comisión
de la verdad, a la que se le compartió no sólo la metodología
utilizada sino más de 90% de los testimonios recogidos, con
autorización de los declarantes.
COMISIONES DE LA VERDAD

Cuando se decidió impulsar el Remhi, su director, monseñor


Juan Gerardi Conedera,1 afirmaba: “Queremos contribuir a la
construcción de un país distinto. Por eso recuperamos la memoria
del pueblo. Este camino estuvo y sigue estando lleno de riesgos,
pero la construcción del Reino de Dios tiene riesgos y sólo son sus
constructores aquellos que tienen fuerza para enfrentarlos.”
Para quienes se acercaron a dar su testimonio al Remhi —y
después a la CEH—, el conocimiento de la verdad era una de las
principales motivaciones, pues el silencio se había impuesto
durante muchos años. Mucha gente, cuando contaba su testimo-
nio, pedía “créame”, lo que en el fondo es una demanda de
dignificación ligada al reconocimiento de la injusticia de los
hechos.
El Remhi, a diferencia de la CEH, fue realizado por personas
vinculadas a las comunidades —muchos de ellos catequistas y
sacerdotes—, lo que facilitaba no sólo la comunicación por el idioma
local, sino que ya se había abierto el canal de la confianza que es tan
104 importante cuando se trabaja con testimonios. Fueron capacitadas
800 personas, de las cuales 600 se integraron a trabajar como
Animadores de la Reconciliación.
Otra diferencia es que la CEH tenía un mandato oficial en
donde las partes se comprometían a colaborar con la Comisión
en todo lo que fuera necesario; sin embargo, las respuestas de
algunas instancias oficiales —como el Ejército— fueron lentas,
incompletas e insuficientes, lo que no permitió que se estable-
ciera con claridad la verdad de los planes de campaña, por
ejemplo. El Remhi no tenía acceso directo a estas fuentes y
tuvo que conformarse con los victimarios que quisieron ir a
dar su testimonio (aunque se hizo un llamado abierto a todos).
Los testimonios de victimarios que se recibieron en el Remhi
fueron esclarecedores, sobre todo para conocer los patrones
de represión y los planes contrainsurgentes organizados por el
Estado.

1. Obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Guatemala, asesinado dos días después


de presentado el informe “Guatemala Nunca Más” (26 de abril de 1998).
REFLEXIONES SOBRE EL ESTUDIO COMPARATIVO

LAS CONCLUSIONES

Las conclusiones producidas por el informe “Memoria del silencio”


fueron compartidas con diversas organizaciones de la sociedad civil
y de familiares de víctimas de la violencia, con el fin de discutir
posibles recomendaciones para que no se repitan los hechos de
violencia. Por las limitaciones establecidas en el Acuerdo de Paz que
creó la CEH no teníamos muchas esperanzas en sus conclusiones.
Nos sorprendió positivamente la conclusión de que en Guatemala
hubo genocidio, pues el tema del racismo ha sido muy difícil de
discutir en la sociedad.
Como producto de estas conclusiones, la CEH —al igual que las
otras comisiones estudiadas— hizo una serie de recomendaciones
para las partes que se enfrentaron en la guerra, para el Estado y la
sociedad, con la esperanza de que, aunque no eran obligaciones, el
Estado las asumiera como compromisos y las impulsara. A estas
recomendaciones les debería dar seguimiento una Fundación para la
Paz y la Concordia —multisectorial—, que hasta la fecha el gobierno 105
se ha negado a crear, utilizando miles de excusas, a pesar de tener en
el Congreso de la República la propuesta de ley para su creación.
Sin embargo, estas recomendaciones se han constituido en una
plataforma de lucha para el movimiento social y de derechos
humanos, quienes se han constituido en la Instancia Multiinstitucional
para la Paz y la Concordia, a la cual pertenece la Alianza contra la
Impunidad, y en donde confluyen organizaciones de derechos
humanos, de víctimas, de sobrevivientes de la guerra, así como la
Procuraduría de Derechos Humanos —que es nuestra versión del
ombudsman—. Por medio de esta instancia se están trabajando
propuestas para el cumplimiento de las recomendaciones, como el
Plan Nacional de Reparación y Resarcimiento, las conmemoraciones
y los monumentos a la memoria de las víctimas.

LA LUCHA POR LA JUSTICIA

Así como la población y la sociedad guatemaltecas reclamamos


nuestro derecho a la verdad, también estamos trabajando por nuestro
COMISIONES DE LA VERDAD

derecho a la justicia, que son los dos elementos básicos para que
alcancemos la reconciliación en el país.
No podremos construir una Guatemala distinta, democrática
y en paz si no garantizamos que sean las víctimas y los sobrevivientes
quienes decidan si quieren procesar judicialmente a sus victimarios.
En la actualidad hay varios procesos abiertos contra responsables
materiales e intelectuales, especialmente por casos de masacres, pero
ninguno de ellos ha prosperado. El sistema de administración de
justicia en Guatemala es muy débil, pues ha pasado muchos años
plegada a los intereses de los militares que nos gobernaron, y no
existen la experiencia ni la cultura del Estado de derecho.
Por otra parte, cuando las víctimas y los sobrevivientes luchan
por la justicia, las reacciones no se hacen esperar. Quienes se oponen
a los procesos jurídicos impulsan campañas de perdón y olvido,
apelando a no reabrir las heridas de la guerra y a facilitar la
reconciliación. Las heridas aún no han cerrado y es necesario limpiar-
las antes de cerrarlas, para que no nos corroa la infección por debajo
106 de la piel. También consideramos que la reconciliación precisa de
un proceso previo de verdad y justicia antes de llegar a las posi-
bilidades del perdón. Está claro que cada quién entiende la
reconciliación de distinta manera, tanto las víctimas y los sobre-
vivientes como los victimarios y el Estado, o los grupos religiosos.
Es necesario llegar a consensos sobre la reconciliación para que
podamos construir algo conjunto.
Pero, además, a quienes denuncian las violaciones a los derechos
humanos, a quienes promueven las exhumaciones de los miles de
cementerios clandestinos en Guatemala, a quienes señalan a los
asesinos del pueblo, se les responde con amenazas, persecución,
allanamiento a las oficinas de las organizaciones, ataques e incluso
asesinatos.

LA SITUACIÓN ACTUAL GUATEMALTECA

Hoy día esta posible reconciliación se encuentra en peligro. Con


oscuros intereses detrás de las caras públicas, los ex miembros de
las Patrullas de Autodefensa Civil (PAC), cuerpos paramilitares a los
REFLEXIONES SOBRE EL ESTUDIO COMPARATIVO

que el Ejército obligó a integrarse a la población masculina en los


años ochenta, están reorganizándose para pedir una indemnización
por los daños sufridos durante la guerra. Según fue documentado por
el Remhi, las PAC son responsables por 12.76% de las violaciones a
los derechos humanos. También estuvieron involucradas en las
masacres (una de cada cinco) en 18.12%. Los testimonios son
abundantes en cuanto al papel de las Patrullas en la represión contra
sus comunidades y las vecinas.
El gobierno, que ha tenido varios años esperando a los
sobrevivientes y familiares de víctimas por la aprobación de la Ley
Nacional de Reparación y Resarcimiento, ha ofrecido buscar las
formas de obtener el dinero para indemnizarlos... el debate político
y ético está en la mesa, la manipulación electoral también. ¿Se va a
indemnizar a los victimarios y se seguirá marginando a las víctimas?
Éste también es un llamado a la comunidad internacional para que
no permitamos que las víctimas y los sobrevivientes sigan pagando
los costos de una larga guerra que ya los ha enlutado suficiente.
107
Desde la perspectiva
sudafricana *

David Backer*
Investigador Adjunto del Centro de Estudios sobre la Violencia
y la Reconciliación (Sudáfrica)

Uno de los aspectos más importantes del estudio es su perspectiva


comparativa sobre las comisiones de la verdad en Argentina, Chile,
El Salvador, Guatemala y Sudáfrica. La comparación de las
experiencias de cinco países diferentes es lógica porque ellos —así
como muchos otros alrededor del mundo— comparten un conjunto
de circunstancias: el legado de abusos a los derechos humanos, la
violencia política y otras injusticias.
Existen tres formas principales de acercarse a este análisis
comparativo. Primero, un objetivo natural e inherente a este estudio 109
es el establecimiento de “las mejores prácticas” —en cuanto a la
estructura, la organización y el funcionamiento de las comisiones de
la verdad— y el otro lado de la moneda, lo que no funciona. Incluso
en este pequeño grupo de casos —éstas son cinco de las más de
veinte instancias existentes desde principios de los ochenta— es
posible identificar los principios que podrían ayudar como guía para
futuras comisiones.
Segundo, su examen revela las elecciones que los diferentes países
hicieron a este respecto. Estas decisiones reflejan las circunstancias
políticas, sociales y económicas que cada uno enfrentó, así como la
manifestación de los esfuerzos para el establecimiento de la agenda de
prioridades. En otras palabras, conocimos tanto el resultado como
el contexto de elaboración de políticas correspondiente.
Tercero, debería ser evidente que los diversos países han
aprendido unos de otros: la vital difusión de ideas y conocimientos

*
La presentación fue pronunciada por David Backer en inglés; se reproduce una
traducción.
COMISIONES DE LA VERDAD

que ha permitido a las sucesivas comisiones construir a partir del


ejemplo de sus predecesoras.
Esto me trae a mi objetivo particular: comentar el estudio de
la Codepu desde la perspectiva sudafricana. La Comisión de la
Verdad y Reconciliación de Sudáfrica estuvo incuestionablemente
influenciada por sus predecesoras, incluyendo aquellas en los otros
tres países parte del estudio —Argentina, Chile y El Salvador (la
comisión oficial de Guatemala empezó casi paralelamente que
la CVR, poco después del informe independiente del proyecto
Remhi)—. Al mismo tiempo, la CVR exhibe un número de asuntos
distintivos, de los que a continuación describiré tres.
El primero es el proceso público y participativo. El decreto
que establece las bases para la creación de la CVR fue adoptado
por el Parlamento Sudafricano después de una considerable
discusión y consulta pública. Asimismo, para la selección de
diecisiete comisionados se hicieron varias audiencias públicas. La
sistematización de pruebas de graves violaciones a los derechos
110 humanos tuvo quizá un elemento de participación de base más
fuerte: se les solicitó a las víctimas que presentaran sus testi-
monios a la CVR —más de 20 mil lo hicieron— y un porcentaje de
ellos tuvo la oportunidad de testificar sobre su experiencia en
audiencias comunitarias.
Otro importante aspecto se refiere a las innovaciones pro-
cedimentales e institucionales introducidas por la CVR. Quizá la más
importante de ellas se refiere al proceso de amnistía condicional,
donde se exigió a los responsables de abusos que llenaran una
solicitud y detallaran las circunstancias y demostraran las motivaciones
políticas de sus acciones. (El Comité de Amnistía, responsable de la
adjudicación de las solicitudes, también tendía a imponer el criterio
de proporcionalidad, por ejemplo, que la naturaleza de la acción
fuera proporcional con el motivo.)
Nuevamente éste era un proceso público y participativo: las
solicitudes fueron revisadas en audiencias públicas (el Comité
consideró una sesión cerrada) —muchos de los cuales fueron
televisados— y las víctimas o sus familias tuvieron la oportunidad
de considerar si en su propia opinión los responsables deberían
obtener la amnistía.
DESDE LA EXPERIENCIA DE SUDÁFRICA

Una tercera característica distintiva es el propio tamaño y


alcance del proceso. Otras comisiones han trabajado con miles e
incluso decenas de miles de casos, pero la CVR en realidad ha
sobresalido por el número de diferentes tareas en su agenda y la
carga de trabajo masivo que tiene desde su mandato. En parte,
como consecuencia de estas nobles ambiciones y la amplia
cobertura, a pesar de la limitada duración de las operaciones y la
insuficiencia de los recursos en algunas áreas claves como la
investigación, la comisión tuvo dificultades muchas veces por su
propio tamaño.
Entre los retos particulares que surgieron está el esfuerzo para
equilibrar las dimensiones individuales y colectivas del proceso. En
términos de lo anterior la CVR fue un importante vehículo para la
construcción de la paz, la (re)construcción de la narrativa nacional y
la promoción de la unidad social y la reconciliación.
En cuanto a esto último, las víctimas tenían preocupaciones
legítimas en relación con la verdad, la justicia y la reconciliación. Los
dos conjuntos de objetivos no son incompatibles, de hecho, 111
usualmente se complementan. Así como los individuos comparten
una preocupación por la paz, igualmente la sociedad se beneficia al
conocer la verdad. Sin embargo, las perspectivas colectivas e
individuales difieren entre sí, únicamente en lo concerniente a la
naturaleza y la intensidad del enfoque sobre la serie de objetivos. Por
ejemplo, la madre de un activista político desaparecido quizá se
concentraría primero en conocer las circunstancias y los resultados
del incidente en particular, mientras que el principal interés colectivo
sería el establecimiento de un patrón y la rendición de cuentas en
casos de desapariciones recurrentes.
Tradicionalmente, las evaluaciones de las comisiones de la
verdad han tendido a enfocarse en los resultados macrosociales de
estos procesos. Algunas de éstas han implicado estudios minuciosos
de las experiencias de uno o más países.
No obstante, existe mucha bibliografía que señala el progreso
o fracaso de manera exagerada, con conclusiones muy amplias o
ambiguas basadas en evidencia empírica muy débil que puede consistir
únicamente en las observaciones del sentir popular señaladas por
algún autonombrado “experto”.
COMISIONES DE LA VERDAD

Por lo tanto, una contribución notable del estudio es la atención


que se da a las respuestas de las víctimas. Codepu, con mi
colaboración en el caso sudafricano, ha realizado entrevistas a casi
setenta víctimas en los cinco países donde se realizó el estudio.
Este estudio reconoce que las personas entrevistadas no constituyen
una muestra necesariamente representativa. En este caso, esas
preocupaciones metodológicas no comprometen el análisis: el
propósito último no necesariamente es llegar a una conclusión
única y definitiva sobre cómo respondieron las víctimas, sino poder
contar con una idea clara y detallada de las diferentes reacciones
que éstas pueden tener.
Con este objetivo en mente, la investigación produce cuatro
conclusiones importantes que es crucial que sean apreciadas por
quienes se encuentran estudiando las comisiones pasadas, empezando
nuevas iniciativas o haciendo un diagnóstico sobre el trabajo realizado
como un todo.
Primero, las respuestas de las víctimas no son monolíticas sino
112 heterogéneas, complejas y sutiles: las víctimas exhiben una inmensa
variedad de puntos de vista, tienen muchas preocupaciones que
afectan su perspectiva y con frecuencia están influenciadas por
elementos particulares del proceso; por ejemplo, la forma en que
fueron tratadas por la persona que tomó su testimonio, si la carta
que recibieron por parte de la Comisión explicaba con claridad las
conclusiones a las que se había llegado.
En segundo lugar, las respuestas de las víctimas varían en
diversas formas, dependiendo de los individuos, las condiciones,
las circunstancias, el tiempo, etcétera.
De hecho, nuestra investigación en la CSVR en Sudáfrica reveló
que una sola víctima puede expresar diferentes sentimientos en
diferentes etapas del proceso, por ejemplo, alegría mezclada con
ansiedad al estar formada en la fila para rendir su testimonio; angustia
al momento de rendir su testimonio y una sensación de alivio
inmediatamente después; confusión cuando no hay un seguimiento;
frustración cuando el gobierno no cumple por completo con el
programa de reparaciones (aunque estos matices son evidentes, lo
que aún no está claro es si son definitivos, y si son comunes, como
los que se reconocen en un proceso psicológico como el duelo).
DESDE LA EXPERIENCIA DE SUDÁFRICA

En tercer lugar, las víctimas pueden ser profundamente


ambivalentes, si no es que estar en conflicto en relación con el proceso.
Pueden reconocer y mantener reservas acerca de su participación,
aun cuando expresen un optimismo o esperanza razonable sobre lo
que su participación puede dar como resultado. La experiencia vivida
puede tender a provocar un trauma emocional y psicológico
recurrente; otros manifiestan preocupación por llegar a ser
estigmatizados.
Aún así, existen beneficios muy importantes que las víctimas
señalan, como la creación de lazos con otras víctimas, el conocer la
verdad, lograr cerrar el proceso, la afirmación de su autoestima e
identidad, etc. Más aún, incluso aquellos que expresan serias dudas
están generalmente satisfechos en cuanto a su decisión de participar
e indican que lo harían nuevamente.
Finalmente, por mucho que nosotros o una comisión de la
verdad quisiera analizar las respuestas de las víctimas por separado,
es decir, en términos de una visión más precisa del incidente de
victimización y la subsecuente experiencia en el proceso, estas 113
reacciones no pueden separarse fácilmente de las circunstancias
generales de las víctimas.
Desde su perspectiva, la justicia no se limita a una rendición de
cuentas meramente jurídica de los responsables, puede también incluir
medidas de reparación en cuanto a condiciones de inequidad social
y económica. Las víctimas tienen especial preocupación en temas
como la educación, la vivienda y el empleo, y frecuentemente se
refieren a éstas como sus necesidades en términos de reparaciones,
aunque parecieran no tener un vínculo directo con algún episodio
específico que hayan padecido.
Estas dimensiones de las respuestas de las víctimas tienen
repercusiones sobre cómo se diseñan y operan las comisiones de la
verdad, y consecuentemente, se debe informar cualquier estudio
sobre el impacto resultante.
Quisiera subrayar varias recomendaciones del estudio que tienen
implicaciones directas con las víctimas.
Una es la publicidad: las víctimas deben estar conscientes del
proceso completo, desde las etapas de planeación hasta la finalización
del proceso (y más allá). Esto está íntimamente relacionado con el
COMISIONES DE LA VERDAD

elemento de transparencia: el conocimiento tiene una importante


función informativa, pero la apertura también promueve la inte-
gridad del proceso, sus instituciones y participantes.
Otra es la garantía de que el proceso sea incluyente: asegurar
que las víctimas —y de hecho la mayor cantidad de actores diferentes,
en la mayor medida posible— desempeñen un papel importante
en el proceso. Esto se relaciona nuevamente con las otras reco-
mendaciones, ya que aquellos que son incluidos inevitablemente están
más conscientes y por lo tanto pueden elaborar conclusiones más
concretas y convincentes sobre el proceso. También está directamente
relacionado con el “empoderamiento”: darles voz a aquellos que en
el pasado fueron sistemáticamente excluidos.
Al hablar de estas recomendaciones, la última en particular,
debo añadir un aviso de precaución: juntas, pueden originar mayores
expectativas en cuanto al proceso y sus resultados. Estas expectativas,
de no ser satisfechas, podrían devenir en una gran frustración,
incertidumbre e incluso exclusión del proceso político.
114 Tomando esto en consideración, es vital que el proceso de
justicia de transición —del que la comisión de la verdad es sólo un
elemento temporal— sea receptivo a las necesidades de las víctimas.
El primer aspecto de receptividad, y posiblemente el más crítico, es
el escuchar a las propias víctimas e incorporar sus voces en los
informes y otros documentos que se elaboren desde la comisión.
Sin embargo, no es suficiente para una comisión ser receptiva
en ese aspecto. También debe haber un seguimiento —e idealmente
el cumplimiento, dentro de lo razonable y de las posibilidades reales—
de las recomendaciones que elabore. La dificultad, desde luego, es
que estas instancias son consultivas por naturaleza, con escasa o nula
autoridad para exigir la implementación de sus recomendaciones.
De tal modo que es necesaria la existencia de mecanismos formales
para la integración del trabajo de la comisión en la política pública
del gobierno.
Por diferentes razones, puede ser poco factible que las
recomendaciones de la comisión sean totalmente vinculantes. Pero
en el otro extremo, limitar a la comisión a ser un espacio inde-
pendiente al que el gobierno no preste atención es una receta que
favorece la omisión y la ineficacia. Parte de este proceso de integración
DESDE LA EXPERIENCIA DE SUDÁFRICA

implica un compromiso de establecer y garantizar el acceso a las


instituciones necesarias y proporcionar apoyo financiero ade-
cuado. Ésta es una consideración antes, durante y después de la
comisión: la falta de respaldo en cualquier etapa puede complicar
el proceso.
El seguimiento deberá incluir la atención a las cuestiones de
reparación. En un nivel más básico, es crucial que las víctimas no
sean ignoradas una vez que la comisión cierre sus puertas; deberá
haber un sistema de apoyo para atender sus necesidades
emocionales, psicológicas y económicas. En este contexto, el
otorgamiento de servicios y otros aspectos de desarrollo social
y económico se vuelven de vital importancia. Asimismo, vale la
pena considerar que las necesidades y expectativas de las víctimas
son tanto tangibles como intangibles, pueden desear una
compensación por la pérdida de sus propiedades o para servicios
funerarios de los hijos asesinados; pero también están interesados
en aspectos como igualdad, equidad, justicia y el Estado de
derecho. 115
Lograr todos estos objetivos es una gran tarea para cualquier
sociedad en transición, donde la voluntad política, la infraestructura
y los recursos monetarios son generalmente escasos. Como fue el
caso del régimen anterior, al menos parte del peso de estos esfuerzos
puede ser asumido, o de plano se traslada a la sociedad civil.
Sin embargo, por varias razones, estos actores y orga-
nizaciones, independientemente de su compromiso de cambiar,
probablemente se encuentren en una posición muy débil para
desempeñar este papel. Los márgenes de la sociedad civil están
por lo general agotados, una vez terminado el periodo de
transición los activistas de ayer se convierten en los nuevos líderes.
Junto con esta pérdida de personal puede haber una pérdida de
ímpetu para la promoción de políticas. El financiamiento se acaba
o se va a otras partes. Esto es cierto incluso en escenarios como
el de Sudáfrica, que tiene una de las sociedades civiles más
desarrolladas; las condiciones en otros países generalmente son
mucho menos prometedoras. De tal modo que no sería justo ni
práctico asumir que la sociedad civil realizará contribuciones
sustanciales.
Conferencias
magistrales

117
Alcance y eficacia
de los instrumentos
legales internacionales

Roberto Garretón
Representante para América Latina y el Caribe de la Oficina
del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos (Chile)

VERDAD, JUSTICIA Y RECONCILIACIÓN

El tema que convoca a este seminario busca analizar los avances del
derecho internacional de los derechos humanos en relación con los
derechos humanos a la verdad y a la justicia por las violaciones más
graves de esos derechos. 119
Al término de las dictaduras o regímenes autoritarios, los
gobiernos democráticos se enfrentan a diversos problemas que
entorpecen su legitimación, tanto frente a sus propios pueblos como
ante la comunidad internacional.
Desde luego, el primero es afianzar la vigencia de la nueva
democracia, lo que muchas veces es visto como un obstáculo a otros
objetivos igualmente importantes: hacer la verdad de lo ocurrido
durante los años de dictadura, en que sólo se conoció como “verdad”
única la mentira oficial incontestable; satisfacer las demandas de
justicia, y buscar una reconciliación entre los diferentes actores del
conflicto. Los sectores ligados a las dictaduras insisten en una
reconciliación fundada en la impunidad de los horrores vividos y de
los que son responsables.
Los sectores democráticos, por su parte, no se oponen a la
reconciliación, pero la fundamentan como el resultado de un proceso
en que se haya establecido la verdad y se haya impuesto la justicia.
Los contenciosos entre fortalecimiento de la democracia y la
satisfacción de las exigencias de verdad y justicia, por una parte, y
entre verdad y justicia por la otra, no han tenido soluciones iguales,
COMISIONES DE LA VERDAD

ni todas las transiciones han satisfecho las expectativas de la


población. Muchos de estos contenciosos suelen ser artificiosos y
quizás no son sino justificaciones para no enfrentar las realidades,
y generalmente son planteados por los propios violadores de
derechos humanos, sus apoyos políticos o, en el mejor de los casos,
por personas a las que “no les dolió” la dictadura.
Para un enfoque objetivo del tema no puede plantearse la
solución antes de identificar el problema. Si se va a privilegiar una
transición no conflictiva a otra que sí lo sea; si se van a satisfacer o
no las demandas de justicia y de verdad, o si se va a sacrificar una a
la otra, son discusiones que sólo pueden plantearse después de haber
resuelto la cuestión fundamental: qué tipo de sociedad es la que se
quiere construir. Una basada en la justicia y la vigencia plena de
todos los derechos humanos, o una en que da lo mismo haber violado
los derechos humanos que no haberlo hecho. Si bien no puede
desconocerse que muchas veces los peligros de involución son reales,
la voluntad política democrática debe agotar los esfuerzos por la
120 construcción de una sociedad sana, no fundada en el miedo ni en
la negación de la historia.
Desde luego, el saber y recordar la verdad es fundamental.
Una sociedad no puede convivir y construir su historia sobre
mentiras. Hay veces que las mentiras oficiales montadas por las
dictaduras llegan al absurdo, como en Chile, en que se nos obligó a
creer que nuestro país había vivido una “guerra” que nunca nadie
vio, sintió ni padeció. Lo burdo de la tesis se derrumbó definiti-
vamente en 2000, cuando el pinochetismo militar reconoció que en
el periodo en que estuvo en el poder incurrió en “graves violaciones
a los derechos humanos”, sin, por primera vez, tratar de justificarlas
en una supuesta guerra, muchas veces llamada “cuasi guerra” o
“guerra civil larvada”, con el propósito de evitar responder a la
pregunta sobre qué leyes regularon el imaginario conflicto armado.

EL DERECHO A LA VERDAD

Hoy el derecho a la verdad ha ido consagrándose cada vez más como


un derecho autónomo. Si bien no está explícitamente consagrado
ALCANCE Y EFICACIA DE LOS INSTRUMENTOS LEGALES INTERNACIONALES

en algún pacto o declaración, sí ha tenido un importante desarrollo


en la práctica de los organismos internacionales de supervisión de
los derechos humanos. Quizás el primer reconocimiento formal fue
el de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en su
célebre informe de 1986, relativo al caso de Argentina: “Toda
sociedad tiene el irrenunciable derecho de conocer la verdad de lo
ocurrido, así como las razones y circunstancias en las que llegaron a
cometerse aberrantes delitos, a fin de evitar que esos hechos vuelvan
a ocurrir…”, añadiendo que “a la vez, nada puede impedir a los
familiares de las víctimas conocer lo que aconteció con sus seres
más cercanos”.
Con posterioridad también la Corte Interamericana ha res-
paldado la misma opinión, con un mayor énfasis en el carácter de
derecho personal de las familias que en el derecho de la sociedad a
conocer sobre el régimen que les tocó vivir. Los casos más
emblemáticos y con más desarrollo son los de Bámaca (25 de
noviembre de 2000), Barrios Altos (14 de marzo de 2001) y Durand
y Ugarte (16 de agosto de 2000). 121
Instrumento privilegiado para la consagración del derecho a la
verdad han sido las llamadas genéricamente comisiones de la verdad.1
Las comisiones de la verdad nacieron en América Latina, en
Argentina, en 1983, al término de la dictadura militar de 1976 a
1983. Si bien no son —o no debieran ser— sustitutos de la justicia,
suelen percibirse como tales. En realidad su función es básicamente
de recuperación de la verdad histórica, tan dañada por el discurso
dictatorial; de establecimiento de hechos en su globalidad y la lógica
del poder absoluto, lo que no logra normalmente el proceso penal
que busca responsabilidades individuales y que por lo tanto puede
fracasar por hechos tan banales como la muerte de los responsables
o su caída en demencia. Normalmente no determinan responsa-

1. “Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas” (Argentina, 1984); de Verdad


y Reconciliación (Chile 1990 y Sudáfrica 1998); Comisión de la Verdad (El Salvador,
1993); Comisión Nacional de Verdad y Justicia (Haití, 1994); Comisión para el
Esclarecimiento Histórico (Guatemala, 1997); Comisión de Paz (Uruguay 2000);
Comisión de la Verdad y Reconciliación (Perú 2000, no obstante el Decreto Supremo
Nº 65/2001, la denomina sólo Comisión de la Verdad) y otras.
COMISIONES DE LA VERDAD

bilidades individuales, salvo en El Salvador y en la República de


Sudáfrica, en la que, además, la comisión estuvo facultada para aplicar
o eximir de pena a quienes niegan o aportan información útil para
esclarecer casos. Suelen estar integradas por personalidades na-
cionales de alto reconocimiento nacional (Argentina, Perú, Uruguay,
Chile, Sudáfrica), aunque a veces lo han sido por extranjeros (Haití,
El Salvador, Guatemala).
Según la Alta Comisionada para los Derechos Humanos, las
comisiones de verdad pueden servir de importante herramienta en
la lucha contra la impunidad establecida en una sociedad y sufrido a
través de los años políticas de violencia. Para ello, añade, deben
identificarse los perpetradores cada vez que sea posible; señalar los
papeles de cada actor en la perpetuación de la violencia, y com-
pensarse a los sobrevivientes y sus familias en cuanto sea posible.

EL DERECHO A LA JUSTICIA
122
La justicia no sólo es compatible con la verdad, sino que es su
complemento. La propia Alta Comisionada lo sostiene al informar
que las funciones de las comisiones de la verdad no pueden ni deben
reemplazar el papel de las cortes para el establecimiento de las
responsabilidades por los abusos. Uno de los objetivos que los
estudiosos expresan para las comisiones de la verdad es, justamente,
el de preparar las acciones judiciales que corresponda.
La impunidad excede el marco puramente legal, que es una de
sus manifestaciones. Tan siniestra como ella son las impunidades
moral, política e histórica.
La impunidad moral es aquella que se garantiza al perpetrador
del crimen. Los crímenes se justificaron en valores superiores (“salvar
a la patria”; “salvar la civilización occidental”, etc.). El agente, así, no
se siente delincuente, sino un héroe y no logra entender que algún
día se les juzgue y encarcele por hechos que considera lícitos. Desde
luego, sobre esas bases de convivencia no es posible la construcción
de una sociedad justa.
La impunidad política, que es consecuencia de la impunidad
jurídica o penal, es la que no distingue entre la forma democrática y
ALCANCE Y EFICACIA DE LOS INSTRUMENTOS LEGALES INTERNACIONALES

la forma criminal de gobernar, de modo que los grandes represores,


con su conciencia tranquila y apoyo político, alcanzan las más altas
distinciones ciudadanas. ¡Cuántos torturadores, asesinos, aprehen-
sores o censores, terminadas las dictaduras, son legalmente elegidos
congresistas, nombrados ministros, jefes provinciales o ejercen la
docencia, o se transforman en jueces! ¡Y cuántos dictadores
latinoamericanos, al poco tiempo de dejar el poder, son elegidos
popularmente como presidentes!
A mi modo de ver, la impunidad política es la más grave de
todas, pues finalmente es la manifestación más violenta de un empate
moral, ya que, finalmente, da lo mismo haber sido torturador que
torturado, por lo que su efecto es disminuir la condena social
que todo delito, pero especialmente los crímenes que lesionan a la
humanidad entera, debe producir.
La impunidad histórica es el olvido, que no sólo es el riesgo de
repetición, sino, quizás, la fuente de mayor dolor para las víctimas.
De allí que la lucha contra la impunidad sea perpetua. No se agota
con el acto de una sanción, penal o política: debe perdurar, y de allí 123
que hoy numerosas organizaciones no gubernamentales e institu-
ciones académicas centran su actividad en lo que se ha llamado “la
memoria”, un auténtico mandato a las sociedades para que hagan de
la cultura de la verdad uno de los fundamentos de su construcción
política. Y por eso la última Conferencia Mundial sobre Racismo,
Discriminación Racial, Xenofobia e Intolerancia conexa, por ejemplo,
recordó que “jamás debe olvidarse el Holocausto”.
Por último, las experiencias de impunidad alientan a los agentes
de las dictaduras y a los grupos de oposición que han recurrido al
crimen, a perseverar en sus conductas. Quizás el caso más notorio
sea el de Sierra Leona, en que un antiguo rebelde que violó bárbara
y sistemáticamente los derechos humanos en el territorio que
controló fue más tarde reconocido como ministro del gobierno al
que combatía, del que finalmente desertó para reincidir en las
atrocidades más abyectas.
Desde Nuremberg se ha ido estableciendo un corpus iuris cada
vez más sólido, tanto desde el punto de vista penal como procesal,
para impedir la impunidad. Los Principios de Nuremberg, la
Convención sobre Represión y Castigo del Crimen de Genocidio,
COMISIONES DE LA VERDAD

la Convención sobre Represión y Castigo del Crimen de Apartheid, la


Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles,
Inhumanos o Degradantes, la Convención sobre Imprescriptibilidad
de los Crímenes de Guerra y de Lesa Humanidad, los Pactos de
derechos humanos que exigen a los Estados garantizar el respeto de
los derechos humanos, los Estatutos de los Tribunales para la ex
Yugoslavia y para Ruanda y de la Corte Internacional Permanente,
los proyectos de códigos de crímenes internacionales; las resoluciones
de las comisiones regionales de derechos humanos y de las dos cortes
especializadas, y un conjunto de principios adoptados por los
organismos internacionales no pueden ser hoy desconocidos y dejar
en la impunidad crímenes que agravian a la humanidad entera.
Este corpus iuris funciona sobre la base de tres órdenes de
tribunales: a) desde luego, los tribunales de jurisdicción interna del
lugar en que se cometió el delito; b) tribunales extranjeros actuando
en el ejercicio de la llamada jurisdicción universal, y c) tribunales
penales internacionales.
124 Los tribunales nacionales son los jueces naturales para conocer
de delitos cometidos en el territorio de su jurisdicción, y así se
desprende de todas las normas.
La jurisdicción universal, por su parte, es un desarrollo con
origen en el derecho humanitario. Los Convenios de Ginebra de
1949 proclaman que cada una de las partes contratantes tendrá la
obligación de buscar a los responsables de haber cometido u
ordenado cometer una de las infracciones graves a estos convenios,
y deberá hacerlas comparecer ante sus propios tribunales o en-
tregarlos a otra parte contratante interesada.2
Hoy la jurisdicción universal es contemplada en diversos textos
convencionales o declarativos, pero con un desarrollo claramente
insuficiente, como lo demostraron los lores ingleses en el caso
Pinochet. Quizás el texto más claro sea el artículo V de la Convención

2. Artículos 49 del I Convenio sobre Heridos y Enfermos de las Fuerzas Armadas


en Campaña; 50 del II Convenio, relativo a los Heridos, Enfermos y Náufragos de
las Fuerzas Armadas en el Mar; 129 del III Convenio sobre Trato Debido a los
Prisioneros de Guerra; 146 del IV relativo a la Protección de las Personas Civiles en
Tiempo de Guerra.
ALCANCE Y EFICACIA DE LOS INSTRUMENTOS LEGALES INTERNACIONALES

sobre la Represión y el Castigo del Crimen de Apartheid, que estipula


que los acusados por ese delito podrán ser juzgados “por un tribunal
competente de cualquier Estado Parte en la Convención que tenga
jurisdicción sobre esas personas, o por cualquier tribunal penal
internacional que sea competente respecto de los Estados Partes
que hayan reconocido su jurisdicción”. Otras normas que consagran
un indicio de jurisdicción universal son los Principios de Cooperación
Internacional en la Identificación y Detención, Extradición y Castigo
de los Culpables de Crímenes de Guerra o de Crímenes de Lesa
Humanidad de las Naciones Unidas de 1973, y el artículo 5 de la
Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles,
Inhumanos o Degradantes, de 1984.
Si bien no ha sido de aplicación generalizada, pueden citarse
ya numerosos casos de reconocimiento de la legitimidad de la
jurisdicción universal, sea rationae personae o rationae materiae,
comenzando por el caso Eichman, en 1961, en el que se reconoció
la competencia del tribunal israelí por ser un delito internacional o
universal; el juzgamiento del capitán de la Armada Argentina Astiz, 125
en Francia, por asesinatos cometidos en Argentina; la extradición
del criminal de guerra Demjanjuk, a Israel, por cuanto se trata de
delitos cometidos por “enemigos comunes de toda la humanidad y
todas las naciones tienen igual interés en la aprehensión y en su
castigo” (1985). Incluso, al momento de constituirse el Tribunal Penal
Internacional para Ruanda había procesos contra los responsables
del genocidio ocurrido en ese país en Camerún, Bélgica y Suiza, al
menos.
Y es de felicitar al canciller de México, que en una decisión
histórica accedió a la demanda de extradición formulada por España
para juzgar en ese país a Miguel Ángel Cavallo por crímenes de lesa
humanidad cometidos en Argentina.
Un efecto no previsto de la jurisdicción universal ha sido el
acicate para que los jueces nacionales cumplan con su papel de hacer
justicia. El “efecto Garzón” y la detención de Pinochet en Londres
el 16 de octubre de 1998 no sólo recordó sus obligaciones nacionales
e internacionales a los jueces chilenos (cuya competencia natural
podría sostenerse afectada), sino también a jueces franceses, belgas,
italianos, argentinos, suizos, etcétera.
COMISIONES DE LA VERDAD

El primer caso de tribunal internacional que se cita es el


establecido ya en 1474 para juzgar a Peter von Habenbach, quien, al
servicio de Borgoña, cometió crímenes de guerra en el sitio de la
ciudad de Breisach; varios principados y reinos establecieron un
tribunal penal con jueces de esos mismos reinos.
Luego de la primera Guerra Mundial, en el Tratado de Versalles
se decidió juzgar al káiser Guillermo II, pero no se pudo porque
Holanda lo protegió. Y luego tampoco hubo consenso político para
cumplir con el Tratado de Sèvres y llevar adelante un juicio contra
los oficiales turcos que participaron en el genocidio contra los
armenios.
Las experiencias de Nuremberg y el Lejano Oriente, luego
de la segunda Guerra Mundial, están también ligadas a crímenes de
guerra y, fundamentalmente, a una guerra internacional.
El primer tratado que alude a una corte internacional penal
para juzgar hechos distintos a los crímenes de guerra parece ser la
Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio,
126 cuyo artículo VI dispone que los acusados por este delito serán
juzgados por el tribunal del Estado en cuyo territorio el acto fue
cometido, o ante la corte penal internacional que sea competente
respecto de aquellas de las partes que haya reconocido su jurisdicción.
También alude a un tribunal internacional la Convención sobre
Represión y Castigo del Crimen de Apartheid de 1973.
El cuerpo más avanzado es, sin duda, el Estatuto del Tribunal
Penal Internacional adoptado en Roma el 17 de julio de 1998, que
en su artículo 7 contiene una muy vasta lista de hechos constitutivos
de crímenes contra la humanidad.
Se trata un concepto que está en plena elaboración, y que la
sentencia del 24 de marzo de 1999 de la Cámara de los Lores en el
caso contra Pinochet demostró que no hay unanimidad para evaluar
su estado actual de desarrollo y los efectos que produce. Lord Milled
sostuvo que “el empleo sistemático de la tortura a gran escala y
como instrumento de política de Estado, se había sumado a la
piratería, los crímenes de guerra y los crímenes contra la paz como
parte de los delitos internacionales bajo la jurisdicción universal
mucho antes de 1984. Considero que ya formaba parte de esa
categoría en 1973. Por mi parte, por lo tanto, afirmaría que los
ALCANCE Y EFICACIA DE LOS INSTRUMENTOS LEGALES INTERNACIONALES

tribunales de este país ya contaban con competencia extraterritorial


con respecto a la tortura y la conspiración para cometer tortura al
nivel de los cargos en el presente caso y no necesitaban la autoridad
de la Convención para ejercerla”. Pero Lord Slynn of Hadley
consideró lo contrario: “No me parece que se haya demostrado la
existencia de ninguna práctica o consenso general del Estado, ni
mucho menos una convención ampliamente defendida de que todos
los crímenes de lesa humanidad deberán poder juzgarse por los
tribunales nacionales basándose en la universalidad de jurisdicción”
(traducción de Human Rights Watch).

CONCLUSIONES

a) No es posible avanzar en la construcción de una democracia a


espaldas de las voluntades nacionales;
b) aunque sea políticamente incómodo, el tema de los derechos
humanos no puede eludirse, no solamente por ser el principal 127
fundamento ético de la convivencia social, sino porque los dolores
dejan huellas que ningún artificio político puede desconocer. Nada
se gana con disimular la historia.
c) desde 1789, pero principalmente desde 1948, los derechos
humanos constituyen el núcleo duro de cualquier sistema social. Pero
desde Nuremberg, desde la ex Yugoslavia y Ruanda, desde Roma, y,
especialmente, desde el 16 de octubre de 1998, la impunidad no es
aceptable ni política ni moralmente, y ahora, ni jurídicamente en un
mundo globalizado. La reconciliación es incompatible con la
impunidad. El incumplimiento de la obligación de juzgar coloca
al Estado transgresor en condiciones de gran vulnerabilidad
internacional, y como ha dicho la Alta Comisionada para los
Derechos Humanos, “sin justicia y respeto de los derechos humanos,
la paz, la estabilidad y el desarrollo son difíciles de lograr, si no es
que imposible”.
Dificultades y desafíos
de las comisiones de la
verdad frente a la tortura, la
reparación y la prevención

Naomi Roht-Arriaza
Catedrática de Derecho de la Universidad de California (EEUU)

La práctica hasta ahora de las comisiones de la verdad (CCV) da pie a


una serie de consideraciones generales para de allí pasar a los tres
aspectos particulares que me han asignado. En cuanto a las
consideraciones generales, la primera es que el éxito de las CCV
depende tanto o más del proceso de su creación, diseño, procedi-
mientos, difusión de resultados y seguimiento que del informe de
los resultados mismos. El objetivo tiene que ver con la trans- 129
formación de una práctica política y social hacia el debate y el respeto
mutuo. Esto requiere procesos transparentes y generalmente
públicos, participación de la sociedad civil, amplia difusión y un
proceso de seguimiento de las recomendaciones que va mucho más
allá del corto tiempo que dura el trabajo mismo.
Esto implica reconceptualizar la noción misma de “transición”.
La labor de la CV no es coextensiva con la llamada transición demo-
crática, sino sólo un principio. Proporciona una versión autoritativa
de los hechos, abre líneas de investigación para los tribunales, crea
presión para cambiar un clima de impunidad jurídica o para reparar
los daños. Hemos visto que en cuestión de las amnistías amplias, por
ejemplo, los datos recabados por las CCV son útiles para los tribunales
extranjeros o nacionales que empiezan a encontrar las formas de socavar
u obviar esas amnistías. Parte de la frustración de los sobrevivientes y
las víctimas, tan evidente en el informe de Codepu, se debe a que el
discurso político ha hecho una equivalencia errónea entre la entrega
del informe de una CV y el cerrar el capítulo de la transición. Estamos
viendo que no es así, que las tareas incumplidas de la transición pueden
durar muchos años y hasta generaciones.
COMISIONES DE LA VERDAD

Otro aprendizaje general de las primeras experiencias con las


CCV es que hay que poner atención a las formas en que se
interrelacionan los distintos elementos del “paquete” de medidas de
verdad, justicia y reparación. Es decir, hay al fin una comprensión
más amplia de que no se trata de escoger entre una CV y las
investigaciones judiciales, o entre acceso a los tribunales y medidas
de reparación, sino de entender y diseñar una gran variedad de
mecanismos judiciales y extrajudiciales que tienen que ser coherentes
entre sí. Por ejemplo, ¿una CV puede o debe entregar información
confidencial a un tribunal que investiga los mismos hechos, y con
qué condiciones? Cada situación exigirá desarrollar nuevos aspectos
de la interrelación entre los elementos del paquete de medidas, pero
todos serán útiles.

LA TORTURA

130 Hay una clara obligación de los Estados en el derecho inter-


nacional de prohibir, sancionar, investigar y reparar la tortura.
Además, en muchos de los casos donde ha habido CCV la tortura
ha sido masiva o sistemática y con fines políticos, étnicos o
sociales, constituyéndose en un crimen de lesa humanidad y por
lo tanto no amnistiable. La prohibición de la tortura es no
derogable en tiempos de emergencia nacional, y es un crimen de
guerra torturar a un no combatiente en el transcurso de un
conflicto armado. Sin embargo, la tortura no ha recibido el
enfoque debido en muchas de las CCV. En algunos casos, se habla
de la práctica sistemática como parte del enfoque histórico, pero
conforme al mandato de las CCV sólo se nombran víctimas
individuales cuando han muerto a causa de tortura (casos de
Chile y Panamá). Otras CCV han tenido un mandato general, pero
en la práctica sus investigaciones e informes se han enfocado en
las ejecuciones sumarias y desapariciones. Esto deja a los
sobrevivientes de la tortura, que muchas veces padecen de
secuelas severas, sintiéndose aislados y sin reconocimiento social
de los daños ocasionados. ¿Por qué ha sido tan difícil que las CCV
traten el tema de la tortura?
DIFICULTADES Y DESAFÍOS DE LAS COMISIONES DE LA VERDAD

Las razones están conectadas con la reparación y la prevención.


La razón que han dado los gobiernos para excluir los casos de tortura
es que hay un número abrumador de casos, y recursos y tiempo
limitados. Éste es un problema de tipo práctico, que se puede resolver
usando presunciones, por ejemplo, de que todos los detenidos en
ciertos lugares durante ciertas épocas fueron torturados, o por el uso
de métodos estadísticos y casos ilustrativos. Éste fue el método que se
usó, por ejemplo, en el juicio contra la familia Marcos de Filipinas de
parte de 10 mil víctimas y sobrevivientes. Más problemático es el uso
de las CCV para crear listas de víctimas que recibirán alguna
compensación. El problema no es sólo la cantidad de personas,
sino la dificultad de calcular daños, ya sea como cifra uniforme
para todos a la luz de experiencias muy diferentes, ya sea tomando
en cuenta las necesidades de rehabilitación y de resarcimiento de
cada individuo. Es clave un balance entre uniformidad, facilidad
administrativa y la necesidad de variación individual, más aún cuando
la víctima directa está viva, que en los casos de familiares.
La prevención explica a la vez la apremiante necesidad de 131
tratar el tema de la tortura a fondo, así como también las razones
por las cuales es complicado hacerlo. La tortura era una práctica
generalizada durante los tiempos de conflicto o de dictadura. Se
justificaba entre los militares y policías como un mal necesario
para conseguir información y prevenir ataques “subversivos”.
Ahora bien, las situaciones de posconflicto o transición se suelen
caracterizar por un alto grado de inseguridad ciudadana. Como el
problema de la tortura no se ha tratado a fondo no se ha enfocado
allí, sigue siendo una práctica sistemática, sólo que ahora se usa
contra la delincuencia común, con las mismas justificaciones. Puede
haber renuencia de los gobiernos de tocar el tema a fondo, porque
sigue siendo una práctica tolerada, de una manera en que la
desaparición forzada o las ejecuciones sumarias sistemáticas no lo
son. Enfocar en la tortura significaría preguntarse como sociedad
cómo cambiar las prácticas policiales, los métodos de interrogación,
la permanencia en las filas de personas reconocidas como
torturadores y cosas por el estilo, en una situación en que la
ciudadanía reclama que la policía actúe con mano dura contra los
delincuentes.
COMISIONES DE LA VERDAD

LA REPARACIÓN

Todas las CCV han recomendado medidas de reparación a las


víctimas. La reparación no es una gracia del Estado. Es requerida
por el derecho internacional cuando el Estado ha violado los
derechos humanos. No hay que confundir reparación con
indemnización: la reparación es un concepto más amplio. Engloba
varias categorías:

—la restitución de trabajos, pensiones, estado legal, propiedades,


reputación;
—la rehabilitación médica, psicológica, legal;
—la satisfacción incluye el reconocimiento del daño, la aceptación de
responsabilidad, el pedir perdón, la justicia;
—la compensación monetaria o por servicios por los daños físico y
moral sufridos, los gastos, las oportunidades y los proyectos de vida
perdidos.
132
Aunque todas las CCV han recomendado el pago de reparaciones, es
poco lo que se ha logrado. Sólo en Argentina y Chile ha habido
programas de compensación y algo de rehabilitación. El problema
fundamental ha sido que no son las mismas CCV las que dan las
reparaciones, sino que ellas recomiendan al gobierno las medidas a
seguir. Como las recomendaciones no son vinculantes para los
gobiernos no han sentido la necesidad de seguirlas. (La única
experiencia donde las partes se comprometieron a cumplir las
recomendaciones de la CV fue en El Salvador, que es de los lugares
donde menos se ha logrado en términos de reparación.) Tampoco
el seguimiento a las recomendaciones ha sido muy riguroso. Los
problemas con las reparaciones han sido más agudos donde hay
una gran cantidad de víctimas, donde son predominantemente rurales,
donde ha habido una falta de voluntad política, o donde el Estado
ha planteado una falta de recursos y la necesidad de proveer recursos
y servicios a toda la población pobre, no sólo a los sobrevivientes y
las víctimas.
¿Cómo mejorar esta situación? En primer lugar, es importante
que las CCV escuchen a las víctimas —a todas las que se pueda—
DIFICULTADES Y DESAFÍOS DE LAS COMISIONES DE LA VERDAD

para ver qué reparación quieren. Por ejemplo, a veces la gente pide
cosas muy sencillas, como los huesos del fallecido, una lápida
funeraria, constatar el lugar donde yacían los restos. Un ejemplo a
considerar es el de la CV de Guatemala, que llamó a una reunión
pública para escuchar opiniones sobre qué clase de reparación (y
prevención) debiera recomendar. Hay que tomar en cuenta también
que muchas veces las organizaciones de víctimas y sobrevivientes
no hablarán con una sola voz sobre el tema. En segundo lugar, hay
que pensar en reparaciones no sólo del Estado sino también de las
instituciones y los individuos responsables de las violaciones. En
unos casos, una medida justa sería la reducción del presupuesto militar
o las pensiones militares para sufragar los gastos de la reparación.
En otros se puede pensar en el servicio comunitario como parte de
las penas jurídicas. En tercer lugar, los mecanismos de seguimiento
del trabajo de las CCV después de finalizar su mandato son
fundamentales. Muchas veces es sólo con el paso del tiempo que la
gente se siente en condiciones de aportar datos o de pedir ayuda.
Ayudaría también la revisión periódica de la aplicación de las 133
recomendaciones y engarzar los mecanismos internacionales de
presión para lograr que se cumplan.
Donde el problema principal es la falta de recursos de un
gobierno nuevo que confronta condiciones de extrema pobreza de
la mayoría, como en Sudáfrica, se crean dilemas difíciles. Ante la
falta de dinero se puede pensar en utilizar el acceso preferencial a
los servicios públicos (y tal vez privados) como parte de una
reparación. El acceso a la educación secundaria y universitaria para
los hijos de las víctimas parece ser la medida que más apoyo ha
suscitado, pero se puede pensar también en acceso al transporte
público, la vivienda, el microcrédito u otros. Tal vez el modelo sea el
de las medidas a favor de los veteranos de guerra, ya que en cierto
modo las víctimas de la represión también se sacrificaron por su
patria. Otro modelo podría ser el de acción afirmativa para las
minorías étnicas, aunque este modelo también tiene sus problemas
e inconvenientes.
Por último, me referiré al problema de la llamada reparación
colectiva. Una forma lógica de enfrentar la falta de dinero, sobre
todo cuando las violaciones se concentraron en áreas rurales, es
COMISIONES DE LA VERDAD

plantear la reparación en términos del desarrollo comunitario, la


creación de escuelas, carreteras, centros de salud y demás. Por un
lado, esto es positivo en cuanto reconoce la responsabilidad del
Estado de subsanar las grandes deficiencias de servicios públicos y
de desarrollo económico que subyacen en el fondo de muchos
conflictos. Es más, las CCV deberán, en sus recomendaciones, tener
una visión amplia de la gama de medidas de reparto de tierras, ayuda
económica y afines. Por ejemplo, en Sudáfrica, en forma paralela al
proceso de la CV hubo tribunales de tierra con el mandato específico
de reparar los injustos desahucios del apartheid, sin que un proceso
tomara en cuenta mucho el otro. Pero por otro lado, hay que resistir
la tendencia natural del Estado de querer ponerle una etiqueta
de “reparación” a trabajos que son responsabilidades normales de
todo Estado —la provisión de servicios públicos básicos—. La
reparación tiene un génesis y una finalidad distinta al desarrollo en
general, y no hay que perder su especificidad.

134
LA PREVENCIÓN

La prevención, o la no-repetición, también es una responsabilidad


legal además de moral y política del Estado. La Corte Interamericana
de Derechos Humanos ya lo dijo en el caso Velásquez Rodríguez:
hay que organizar el aparato del Estado para prevenir las violaciones
de los derechos humanos. El trabajo mismo de las CCV ayuda a
prevenir en la medida que sensibilizan a la población y dificultan el
revisionismo histórico. Por eso son fundamentales los testimonios,
el traducir los hechos en seres humanos de carne y hueso, la difusión
de los procesos, así como las conclusiones de las CCV.
Todas las CCV han recomendado reformas a los sistemas
policíacos, militares y judiciales de sus países. Otra vez, los problemas
han sido el carácter no vinculante de las recomendaciones y la falta
de seguimiento de los gobiernos y a través de mecanismos propuestos
por la misma CV. Las medidas se han enfocado en el plano nacional,
sobre todo en recomendaciones legislativas. Esto es necesario pero
no suficiente. En muchos países, la gente vivió el conflicto en el
ámbito local: en los municipios, las aldeas, las poblaciones. Los efectos
DIFICULTADES Y DESAFÍOS DE LAS COMISIONES DE LA VERDAD

variaron mucho de región en región: en algunos lugares se en-


frentaron vecinos por motivos de tierras o religión, en otros lugares
el enfrentamiento era entre fuerzas armadas y población. Algunos
lugares están más golpeados que otros. En muchas zonas los caciques,
terratenientes o comisionados militares que organizaron o facilitaron
las violaciones de derechos humanos en el lugar siguen detentando
el poder local. Por eso, la prevención tiene que ser también local.
En parte, las CCV deben descentralizar sus operaciones (esto también
se aplica a las zonas de la ciudad capital) y prestar atención a las
variaciones regionales. En parte, sus recomendaciones tienen que
abarcar también el nivel municipal, ya sea señalando a los jefes locales
del terror y recomendando su destitución y enjuiciamiento, ya sea
proponiendo reformas estructurales que impidan el resurgimiento
de nuevos poderes locales represivos. Esto puede implicar también
una atención sistemática y sostenida a los sectores tradicionalmente
marginados, como los indígenas, las mujeres o las minorías étnicas.
Finalmente, en este sentido, sería importante que la prevención
esté coordinada con las agencias de desarrollo cuyo trabajo es a más 135
largo plazo. Después de un tipo de conflicto que enfrentó a dos
sectores de la población es importante restablecer la convivencia
entre los grupos que tendrán que compartir un mismo espacio
geográfico. En estas circunstancias, sería importante que las CCV
aboguen por una coordinación de las medidas de desarrollo con las
medidas de prevención o, por lo menos, que no trabajen de manera
contradictoria. Por ejemplo, la ayuda económica se puede enfocar
en las zonas de mayor conflicto, o puede apoyar proyectos de
desarrollo con un componente multiétnico. También puede velar
porque la ayuda económica, sin proponérselo, sirva para fortalecer
los mismos elementos del poder local que contribuyeron al conflicto.
No es que las CCV se conviertan en agencias de desarrollo —ni pueden
ni deben— pero sí que tomen en cuenta las realidades y posibilidades
económicas a la hora de pensar en cómo garantizar la no repetición
de los hechos.
¿Qué se puede esperar
de una comisión de la verdad?
verdad?*

Rodolfo Mattarollo
Jefe de la Sección de Derechos Humanos de la Misión de las Naciones
Unidas en Sierra Leona (Sierra Leona)

DEFINICIÓN Y OBJETIVOS FUNDAMENTALES:


INVESTIGACIÓN DE LA VERDAD Y PRESERVACIÓN DE PRUEBAS

Las comisiones de la verdad de las que se tratará aquí son organismos


públicos de carácter no jurisdiccional. Su función principal es la
investigación, con referencia generalmente a un periodo pasado y a
lo ocurrido en un solo país, de graves abusos cometidos contra la
dignidad humana. Esos abusos pueden constituir violaciones graves 137
de los derechos humanos, del derecho internacional humanitario y
del derecho penal internacional. Junto con la investigación, las
comisiones de la verdad tienen por objetivo primordial la preser-
vación de la prueba de tales hechos.

LAS COMISIONES SON ORGANISMOS PÚBLICOS

Cuando se dice que las comisiones son órganos públicos se excluye


a las organizaciones no gubernamentales (ONG). Sin embargo, las
investigaciones de estas últimas pueden constituir un valioso
antecedente para las comisiones de la verdad y facilitar considerable-

* La conferencia magistral pronunciada por Rodolfo Mattarollo corresponde a un


resumen del presente artículo, publicado por primera vez con el título “Las comisiones
de la verdad” en el libro Verdad y justicia: Homenaje a Emilio E. Mignone, Instituto
Interamericano de Derechos Humanos, San José, 2001. Se reproduce la versión
original con el consentimiento del IIDH.
COMISIONES DE LA VERDAD

mente su trabajo.1 Por otra parte, destacadas personalidades de la


sociedad civil, incluidos miembros de las ONG de derechos humanos,
pueden ser designados miembros titulares de la comisión o integrar
su personal.
Por otra parte, la gran variedad de situaciones en las cuales ha
existido una comisión de la verdad invita a matizar las definiciones
tajantes. Así es como la Comisión Internacional de Investigación de
las Violaciones de Derechos Humanos en Ruanda (International
Commission of Investigation on Human Rights Violations in
Rwanda), que tuvo un cierto grado de reconocimiento oficial, no
fue nombrada por los poderes públicos y estuvo integrada exclu-
sivamente por miembros de ONG internacionales.

LAS COMISIONES SON ORGANISMOS NO JURISDICCIONALES

Las comisiones son órganos no jurisdiccionales, vale decir, no ejercen


138 funciones propias del Poder Judicial. Tampoco desempeñan las
funciones que corresponden al Ministerio Público. En efecto, no
corresponde a una comisión de la verdad el establecimiento de la
responsabilidad jurídica individual de los autores, cómplices y
encubridores de los hechos investigados, ni la acusación de los
procesados ante los órganos jurisdiccionales. Sin embargo, las
comisiones de la verdad deben respetar ciertas normas básicas del
debido proceso legal en sus investigaciones.
Sin que esto altere el carácter no jurisdiccional de las comisiones
de la verdad, en los casos de El Salvador y Sudáfrica los resultados de
la investigación de esos organismos podían originar consecuencias

1. Chile y Argentina son un buen ejemplo de ello. En este último país, sin la labor de
las organizaciones de derechos humanos realizada en condiciones límites bajo la
dictadura militar instaurada en 1976, el informe de la Comisión Nacional sobre
Desaparición de Personas (Conadep) no hubiera sido posible. Una mención particular
debe hacerse aquí de la labor del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y de
su presidente y fundador Emilio Fermín Mignone, que había logrado identificar
340 centros clandestinos de detención con anterioridad al restablecimiento del
gobierno constitucional.
¿QUÉ SE PUEDE ESPERAR DE UNA COMISIÓN DE LA VERDAD?

jurídicas inmediatas para los individuos, en lo que se refiere a la


amnistía de las conductas investigadas.
Por cierto, las comisiones deberían remitir a la justicia el
resultado de sus investigaciones, con el carácter de denuncia, incluso
en los países en los que se ha adoptado una amnistía que puede
intentar cerrar el camino a los procesos penales en el derecho
interno.2
Si bien la denominación o el mandato de algunas comisiones
hizo también referencia a infracciones penales del derecho interno
o del derecho internacional, esto no altera su carácter no juris-
diccional.
Una particularidad se presenta en Etiopía, donde se ha confiado
al mismo organismo —Chief Special Prosecutor’s Office— la tarea
de elaborar el “registro histórico” (“historical record”) y de formular
las acusaciones por genocidio, crímenes de guerra y otras graves
infracciones penales contra miembros de la dictadura militar de
Mengistu Haile Mariam. Sin embargo, el fiscal especial Ato Girma
Wakjira ha manifestado su comprensión de la distinta naturaleza 139
jurídica de ambas tareas.

LAS COMISIONES INVESTIGAN GENERALMENTE EL PASADO

En general, el periodo de referencia de las comisiones de la verdad


se sitúa en el pasado. Sin embargo, las comisiones de Filipinas y
Ruanda investigaron violaciones cometidas hasta la creación de la
comisión y durante su funcionamiento.
Por otra parte, es importante conceder más atención a la
relación entre una Misión de Derechos Humanos establecida por
organizaciones intergubernamentales —que “monitorea” el pre-
sente— y una comisión de la verdad —que investiga el pasado—. En

2. La amnistía no puede cubrir las violaciones de los derechos humanos constitutivas


de crímenes de derecho internacional —como los crímenes de guerra y los crímenes
de lesa humanidad—. Por lo tanto las comisiones de la verdad deberían remitir
siempre las denuncias a la justicia, a la que corresponde determinar si los hechos
caen o no dentro de los límites de la amnistía.
COMISIONES DE LA VERDAD

efecto, en El Salvador coexistieron en un momento dado la Misión


de Observadores de las Naciones Unidas para El Salvador (Onusal),
que contaba con una Dirección de Derechos Humanos, y la Comisión
de la Verdad para El Salvador. Algo similar ocurrió en Guatemala. A
su vez, la Misión Civil Internacional OEA/ONU en Haití (Micivih),
coincidió con la Comisión Nacional de Verdad y Justicia (CNVJ) de
ese país.
Ahora bien, mientras que en El Salvador no hubo ninguna
relación orgánica entre la Dirección de Derechos Humanos de la
Onusal y la comisión de la verdad, por decisión de esta última, en
Haití hubo una estrecha colaboración entre la Micivih y la CNVJ. Por
cierto, la situación era distinta. Ante todo la comisión de la verdad
para El Salvador pareció muy celosa de preservar su imparcialidad,
ante la marcada hostilidad de las Fuerzas Armadas de ese país. Al
mismo tiempo contaba con considerables medios humanos y
materiales. En Haití la CNVJ se instaló luego de restaurado el orden
constitucional con la vuelta del presidente Jean-Bertrand Aristide el
140 15 de octubre de 1994, quien había solicitado con anterioridad la
presencia de la Micivih en el territorio. No obstante la ayuda
internacional que recibió, la CNVJ, por sus propias debilidades
orgánicas, tuvo gran necesidad de recibir el apoyo de la Micivih,
tanto antes de su instalación como durante su funcionamiento. La
Misión Civil, aún después de presentado el informe de la CNVJ,
continuó dirigiéndose a las autoridades haitianas para recomendarles
el cumplimiento de las recomendaciones de la comisión. Asimismo,
la Micivih, ante las grandes demoras en la distribución del informe
de la CNVJ, propuso su colaboración al Ministerio de Justicia para la
distribución del informe a escala nacional.

LAS COMISIONES INVESTIGAN GENERALMENTE HECHOS COMETIDOS


EN UN SOLO PAÍS

Las comisiones investigan generalmente hechos ocurridos en un


solo país, pero esto está sujeto a excepciones, como lo muestran
varias experiencias. La necesidad de investigar violaciones cometidas
fuera de las fronteras nacionales puede derivar del hecho de que los
¿QUÉ SE PUEDE ESPERAR DE UNA COMISIÓN DE LA VERDAD?

distintos actores cometieron esas violaciones no sólo en el territorio


nacional, sino también en el exterior (los casos de Chile y Sudáfrica,
entre otros). Pero también hay situaciones en las que las violaciones
se cometieron en el marco de un Estado que había estallado
—como la ex Yugoslavia— o en un marco regional —como los
Grandes Lagos en el centro de África o el Cono Sur de América
Latina—. Esta última situación fue analizada no sólo por varias
comisiones de la verdad, sino también por el poder judicial en diversos
países sudamericanos, por ejemplo, en lo referido al secuestro de
niños de las personas desaparecidas. La coordinación represiva en el
Cono Sur de América Latina también se examina actualmente en los
procedimientos que tramitan ante la Audiencia Nacional de Madrid,
en los que se ha pedido la extradición del ex dictador chileno Augusto
Pinochet Ugarte.3
Tal vez la comisión que en su momento llegó más lejos en lo
que se refiere al estudio de la colaboración externa con el régimen
represivo fue la de Chad. En efecto, esta comisión, sin emprender
un análisis sistemático de la cuestión, incluyó información sobre la 141
ayuda financiera externa que recibió el régimen investigado y sobre
la formación recibida por los servicios de inteligencia responsables
de los peores abusos.
En el caso de El Salvador, la única referencia a la intervención
externa parece ser la mención de que el gobierno de Estados Unidos
toleró y aparentemente no se dio por enterado oficialmente de la
existencia de un grupo de exiliados salvadoreños en Miami, Florida,
que financiaron directamente y ayudaron indirectamente a ciertos
escuadrones de la muerte en El Salvador.
Por su parte, la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación
en Chile (en adelante Comisión Rettig), debía investigar graves
violaciones a los derechos humanos cometidas en el país o en el

3. Se debe reconocer que entre los antecedentes de la Operación Cóndor, que


permitieron al juez Baltasar Garzón librar una orden de captura internacional contra
Augusto Pinochet, se encuentran los “Archivos del Terror” de Paraguay, que
documentaron la coordinación represiva entre las dictaduras militares del Cono Sur
y mostraron la importancia decisiva de la conservación de los archivos para el
descubrimiento de la verdad.
COMISIONES DE LA VERDAD

extranjero, si estas últimas tenían relación con el Estado de Chile o


con la vida política nacional.
Un ejemplo de investigación de las violaciones de derechos
humanos en una subregión es el proporcionado por la sección
dedicada por la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas
de Argentina (Conadep, en adelante Comisión Sábato) a la
coordinación represiva en Latinoamérica.
La dimensión internacional de las violaciones tiene especial
importancia en Sudáfrica. En efecto, según la Comisión de Verdad y
Reconciliación (Truth and Reconciliation Commission), un gran
número de víctimas de graves violaciones de los derechos humanos
residían fuera de Sudáfrica cuando éstas se cometieron. El capítulo
respectivo del informe de la comisión muestra la participación de
las fuerzas sudafricanas de seguridad, o de sus agentes y colabo-
radores en nueve estados de la región: Botswana, Lesotho,
Swazilandia, Angola, Mozambique, Zimbabwe, Zambia, Tanzania y
las Seychelles. Asimismo, el informe de la comisión sudafricana
142 considera probada la intervención de estos elementos represivos en
varios países de Europa Occidental.

LAS COMISIONES REALIZAN UNA INVESTIGACIÓN OFICIAL


DE LOS HECHOS

Establecer la verdad de manera oficial no es lo mismo que hacerlo


en un informe académico o de una o varias organizaciones no
gubernamentales, por valiosos que éstos puedan ser. El reco-
nocimiento oficial de la verdad implica la responsabilidad política y
moral del Estado —con consecuencias concretas en el orden jurídico,
como la reparación de los perjuicios causados a las víctimas—. Sobre
esto hay poca discusión, aunque las políticas de reparación muchas
veces se hacen desear, por falta de voluntad política o escasez de
recursos o una conjunción de ambas cosas.
La otra consecuencia de esta constatación oficial de la existencia
de violaciones de los derechos humanos es la obligación de investigar
y juzgar a los autores, cómplices y encubridores ante los tribunales
de justicia. Si bien a este respecto hoy existe un creciente consenso
¿QUÉ SE PUEDE ESPERAR DE UNA COMISIÓN DE LA VERDAD?

en la comunidad de los derechos humanos sobre la existencia de


una obligación jurídica de investigar, juzgar y castigar a los autores
de las violaciones flagrantes de los derechos humanos funda-
mentales, las soluciones políticas varían enormemente de una
situación a otra.

LAS COMISIONES DEBEN PRESERVAR LAS PRUEBAS


DE LOS HECHOS

Cuando se afirma que las comisiones tienen por finalidad preservar


las pruebas de los hechos, se hace referencia a la preservación de los
indicios y las pruebas documentales y materiales, al igual que de
los testimonios de víctimas y testigos. Esto incluye en especial la
preservación de los archivos estatales y paraestatales para evitar su
sustracción, destrucción, disimulación o falsificación.
Se trata de una cuestión que no siempre ha merecido la atención
debida. Sin embargo, tanto el experto de la Subcomisión de Lucha 143
contra las Discriminaciones y de Protección a las Minorías de las
Naciones Unidas, Louis Joinet, como varias comisiones de la verdad,
señalaron la importancia fundamental de esta cuestión. Lo hizo con
particular énfasis la Comisión para la Verdad de El Salvador. Esta
comisión propuso la creación de una Fundación de la Verdad que
tendría la misión fundamental de conservar los archivos, vale decir
la memoria histórica del trágico periodo de la historia salvadoreña
que le tocó investigar.
El tardío descubrimiento en el Paraguay, a la caída de la larga
dictadura de Alfredo Stroessner, de archivos que documentan la
coordinación entre diferentes dictaduras del Cono Sur de América
Latina, volvió a mostrar la importancia de esta cuestión.
En Argentina la dictadura militar, en su última etapa, promulgó
un decreto que ordenaba la destrucción de los archivos. Las
responsabilidades legales por esta destrucción, al igual que los
diferentes remedios posibles, continúan debatiéndose aún hoy ante
los tribunales de justicia de ese país.
En Sudáfrica, a comienzos de la década de los noventa,
comenzó la destrucción en gran escala de los archivos oficiales. Esta
COMISIONES DE LA VERDAD

situación se prolongó hasta una fecha tan tardía como 1996, dos
años y medio después de las primeras elecciones democráticas.4

VERDAD INDIVIDUAL Y VERDAD GLOBAL

Las comisiones de la verdad se ven abocadas a establecer a la vez la


verdad individual, o sea el conocimiento de lo ocurrido en casos
determinados, y la verdad global, vale decir el análisis de las estructuras
y metodologías de la represión ilegal y del contexto político,
económico, social y cultural en el que se cometieron las violaciones.
En lo que se refiere a la verdad individual, el objetivo máximo
de una comisión de la verdad debería ser esclarecer la mayor parte de
los casos concretos que haya llegado a conocer. Esto debería hacerse
a través de una investigación que le permita estudiar el más amplio
universo posible de casos concretos y al mismo tiempo lograr un
conocimiento lo más completo posible de esos casos. Pocas comi-
144 siones han logrado hacerlo. La posibilidad de estudiar la totalidad
de los casos individuales está relacionada, entre otras cosas, con la
magnitud del universo de casos a estudiar.
La Comisión Rettig en Chile se propuso esa tarea abarcadora,
ante un universo de casos que era factible investigar dentro del término
asignado a su mandato, que duró en su totalidad nueve meses.
La comisión tomó decisiones en 2 130 casos de víctimas de
violación de los derechos humanos atribuidas al Estado y 168 casos
de víctimas de la violencia política atribuida a particulares. Hubo 634
casos en que la comisión no pudo formarse convicción. El total de
casos tratados objeto de una decisión fue de 2 932. Su tarea fue continuada
por la Corporación Nacional de Reparación y Reconciliación. Sin

4. El capítulo respectivo de la Comisión de Verdad y Reconciliación incluye la


constatación siguiente: “The mass destruction of records [...] has had a severe impact
on South Africa’s social memory. Swathes of official documentary memory,
particularly around the inner workings of the apartheid state’s security apparatus,
have been obliterated [...] Ultimately, of course, all South Africans have suffered the
consequences —all are victims of the apartheid state’s attempted imposition of a
selective amnesia”.
¿QUÉ SE PUEDE ESPERAR DE UNA COMISIÓN DE LA VERDAD?

embargo, a pesar del estudio pormenorizado de la totalidad de los


casos que llegaron a su conocimiento, la Comisión Rettig no logró
establecer la suerte de las personas desaparecidas, lo que constituía uno
de sus principales objetivos. Este fracaso se debió, fundamentalmente,
a la falta de colaboración de las fuerzas armadas y de seguridad.
En El Salvador, la Comisión de la Verdad registró más de 22
mil denuncias de graves hechos de violencia ocurridos en ese país
durante el periodo de enero de 1980 a julio de 1991. Los testimonios
atribuyeron casi 85% de los casos a los agentes del Estado, a grupos
paramilitares aliados de éstos y a los escuadrones de la muerte. Las
denuncias registradas responsabilizaron aproximadamente en
5 por ciento de los casos al Frente Farabundo Martí para la Liberación
Nacional (FMLN).
En El Salvador, en gran parte debido a la magnitud de los
fenómenos considerados, la comisión de la verdad estudió fundamen-
talmente los patrones de violencia —tanto de la ejercida por el Estado
como por el FMLN—, la llamada verdad global, y un conjunto reducido
de casos ilustrativos, lo que se denomina verdad individual. De esta 145
manera se estudiaron veintidós casos atribuidos al Estado y diez
casos atribuidos a la guerrilla.
En El Salvador las partes en el acuerdo de paz dejaron en
definitiva librada a la comisión de la verdad la selección de los casos
en los que debería establecerse la verdad individual. También en
Haití correspondió a la Comisión Nacional de Verdad y Justicia
seleccionar los casos en los que se procedió a una investigación
profundizada. Sin embargo, en este último país la tarea realizada por
la comisión fue en este aspecto notoriamente insuficiente.
Por el contrario, como bien se ha señalado en los estudios
sobre el tema, el informe del comisionado de Honduras hubiera
carecido de toda credibilidad si no hubiera intentado estudiar cada
uno de los 179 casos de desapariciones conocidos en ese país, y esto
en razón del carácter restringido del universo de casos por estudiar.
La metodología adoptada por la Comisión Nacional sobre la
Desaparición de Personas de Argentina fue estudiar el contexto de
la represión y sus distintos aspectos metodológicos —verdad
global— e ilustrar estos análisis con testimonios, indicios y pruebas
relativos a los casos concretos —verdad individual.
COMISIONES DE LA VERDAD

En el centro de la investigación de una comisión de la verdad se


encuentra la cuestión de las víctimas. Es fundamental que su estudio
no se reduzca a un enfoque cuantitativo, no obstante la importancia
de las estadísticas incluso para el estudio de cuestiones cualitativas,
como el establecimiento de tendencias y los patrones de la represión.
Al estudiar la situación de las víctimas desde el punto de vista
cualitativo ocupa un lugar central la recuperación de la identidad de
cada víctima, que es parte del derecho a la verdad y el derecho a la
reparación. Por esto, la elaboración de una lista nominativa de víctimas,
con todos los datos posibles, es siempre un objetivo deseable. Pero
también lo son los estudios de los casos relativos a los distintos
individuos y grupos que han sido los objetivos de la represión. Esto
exige el enfoque narrativo que permite comprender el contexto
sociopolítico e histórico, la secuencia de los hechos, las historias de vida
y la identidad individual y colectiva de las personas y grupos que han
sido blanco de los abusos. (Véase más adelante Quiénes son las víctimas.)
También en este aspecto la comisión argentina realizó una tarea
146 pionera, al estudiar en el capítulo II de su informe diversas categorías
de víctimas, ilustradas por casos concretos: niños desaparecidos y
mujeres embarazadas, adolescentes, familias, inválidos y lisiados,
religiosos, soldados conscriptos, periodistas, gremialistas.
En efecto, habría que tener en cuenta que la búsqueda de la
verdad no se agota al término del mandato de una comisión de
la verdad. Las informaciones generales no son una respuesta
suficiente para los familiares y los allegados de las víctimas, tal como
ha sido ilustrado dramáticamente por las desapariciones forzadas de
personas que en su mayoría continúan sin ser esclarecidas en distintas
regiones del mundo. Esto permite plantear desde ahora la necesidad
de establecer algún tipo de seguimiento de los informes de una
comisión de la verdad al término de su mandato.

LOS OTROS OBJETIVOS FUNDAMENTALES DE UNA COMISIÓN


DE LA VERDAD: ABRIR EL CAMINO A LA JUSTICIA Y LA REPARACIÓN

Además del establecimiento de la verdad y la preservación de las


pruebas, se pueden enunciar como objetivos primordiales de una
¿QUÉ SE PUEDE ESPERAR DE UNA COMISIÓN DE LA VERDAD?

comisión de la verdad la preparación de las otras dos grandes


dimensiones de la lucha contra la impunidad: la realización de la
justicia y la obtención de la reparación.

La realización de la justicia

La experiencia de numerosos países muestra que existe una relación


profunda, aunque también compleja, entre el derecho a la verdad, el
derecho a la justicia, el derecho a la reparación y la reconciliación
nacional. Es difícil que haya una reconciliación real y duradera sin
que se otorgue una respuesta adecuada a las demandas de justicia y
reparación, basadas en el conocimiento pleno de la verdad y en su
reconocimiento por parte del Estado y de la sociedad.
La impunidad constituye un incumplimiento de las obligaciones
de los Estados de investigar las violaciones, de tomar las medidas
adecuadas respecto de sus autores, especialmente en el dominio de
la justicia penal, para que, respetando el debido proceso legal, sean 147
investigados, juzgados y, si corresponde, condenados a penas
apropiadas. La impunidad es también falta de reparación adecuada.
Un tema central es el de saber si las comisiones de la verdad
constituyen una experiencia preparatoria de procesos judiciales o si,
por el contrario, se presentan como un sustituto de la justicia. Esto
depende de las características de los diferentes procesos de transición
democrática.
En algunos países las comisiones de la verdad fueron precedidas
por el dictado de leyes o de decretos-leyes de amnistía. En una
transición pactada como la de Chile, el decreto-ley de amnistía
promulgado por Augusto Pinochet en abril de 1978 se consideró
parte del derecho vigente. La Comisión Nacional de Verdad y
Reconciliación partía entonces del supuesto de que los crímenes
cometidos en el periodo de referencia estaban amnistiados y que,
por tanto, no habría juicios penales.5

5. Aunque los desarrollos recientes, especialmente después de la detención de


Pinochet, en Londres, parecen relativizar que la autoamnistía de 1978 sea un obstáculo
a las acciones penales.
COMISIONES DE LA VERDAD

En Argentina la autoamnistía militar no sólo fue derogada por


el congreso, sino declarada nula, lo que equivale a decir que, desde el
punto de vista jurídico, es como si nunca hubiera existido. Por lo
tanto los militares y otros individuos implicados no podían invocar
derechos adquiridos bajo una “ley penal más benigna”. Esta anulación
de la autoamnistía militar precedió tanto el funcionamiento de la
Comision Sábato como la realización de diversos procesos penales,
entre ellos la causa núm. 13/84 contra los ex comandantes militares.
Es sabido que con posterioridad hubo un retroceso —
mediante la promulgación de las leyes de punto final y de obediencia
debida primero y los indultos presidenciales después—. Sin embargo,
la presión de la sociedad y fundamentalmente de la comunidad de
los derechos humanos logró reabrir recientemente diversas causas
judiciales, en especial por la desaparición de niños. Como conse-
cuencia de estas causas se decretó nuevamente la prisión preventiva
del ex dictador Jorge Rafael Videla.
También en el caso de Haití hubo una amnistía previa a la
148 formación de la Comisión Nacional de Verdad y Justicia. Sin embargo,
conforme al artículo 147 de la Constitución, en Haití sólo es posible
acordar la amnistía en materia política, por lo que se consideró que
las violaciones de derechos humanos, constitutivas de delitos
comunes, como torturas, ejecuciones sumarias, desapariciones, vio-
laciones con motivación política o detenciones ilegales y arbitrarias,
no estaban cubiertas por la amnistía.
De hecho, en Haití la Comisión Nacional de Verdad y Justicia
fue contemporánea de la instrucción judicial o de procesos penales
intentados con suerte desigual luego del restablecimiento del orden
constitucional el 15 de octubre de 1994.6
En procesos tan distintos como los de Argentina, la ex
Yugoslavia y Ruanda, las diferentes comisiones que funcionaron
precedieron a la realización de procesos penales ante tribunales
internos o internacionales.

6. Tal fue el caso, entre otros, de los procesos penales por los asesinatos de Antoine
Izmery, un conocido empresario y partidario del presidente Jean-Bertrand Aristide,
y de Guy Malary, ministro de Justicia del Gobierno constitucional, de su chofer
Theus Antoine y del agente de seguridad Joseph Argand.
¿QUÉ SE PUEDE ESPERAR DE UNA COMISIÓN DE LA VERDAD?

En otras situaciones las comisiones de la verdad fueron seguidas


de amnistías.
Una semana después de la publicación del Informe de la
Comisión de la Verdad para El Salvador —en la sede de las Naciones
Unidas en Nueva York— en marzo de 1993 se decretó una amplia
amnistía en favor de todos los autores identificados en el informe
como responsables de serios actos de violencia.
En Sudáfrica, en un contexto en que parecía como algo poco
realista el enjuiciamiento masivo de los responsables del crimen de
apartheid y los demás delitos conexos, la Comisión de Verdad y
Reconciliación pudo garantizar la amnistía como aliciente para
testimoniar ante ella. Por esto mismo no se trata de una amnistía
general. La amnistía se aplica sobre bases individuales. Quienes la
solicitan deben confesar ampliamente las violaciones de los derechos
humanos en procedimientos públicos. Se concede amnistía sólo por
actos políticamente motivados y no por actos dictados por intereses
personales y a condición de que la confesión sea veraz, completa, y
sobre delitos concretos. El Comité de Amnistía, que a la fecha de la 149
presentación del informe en noviembre de 1998 aún no había
terminado su tarea, había ya recibido más de siete mil solicitudes de
amnistía.
En lo que se refiere a la reivindicación esencial de la justicia
sería falso presentar a las comisiones de la verdad, por razones de
oportunidad política o de pacificación nacional, como una opción
deseable a la acción de la justicia. Como se ha discutido en varias
transiciones democráticas, el perdón es un acto privado que el Estado
no puede otorgar en nombre de las víctimas. El perdón requiere
conocer al victimario y que éste lo solicite. Ahora bien, en varios
países los sectores vinculados a la represión ilegal no han demostrado
ningún propósito de enmienda. En algunos casos han reivindicado
abiertamente sus acciones.
En todos los casos en que esto sea posible, deberían satisfacerse
los imperativos de la justicia, ya que es mediante un procedimiento
contradictorio, con plena aplicación de las garantías judiciales y del
derecho de defensa, como puede establecerse mejor la verdad de los
hechos y las consiguientes responsabilidades legales de todas las
personas y los organismos comprendidos.
COMISIONES DE LA VERDAD

Es cierto que muchas veces las comisiones de la verdad han


sido creadas por la debilidad de la administración de justicia, que
está lejos de reunir las garantías de independencia, imparcialidad,
objetividad y competencia de un poder judicial digno de ese nombre.
Sin embargo, en más de un caso las comisiones han sido parte de un
vasto esfuerzo nacional e internacional de lucha contra la impunidad
a través de la justicia.
Pero si las comisiones de la verdad no son una alternativa para
la realización plena de la justicia, tampoco constituyen un obstáculo
para su realización y más bien pueden allanarle el camino. Esto
ocurrió en Argentina y debería volver a ocurrir en Sudáfrica, en
aquellos casos en que no se otorgue la amnistía.

La obtención de la reparación

La impunidad es también la negativa de garantizar a las víctimas la


150
reparación moral y material de los perjuicios sufridos y de tomar
todas las medidas destinadas a evitar la renovación de las violaciones.
La reparación comprende un conjunto muy amplio de medidas, entre
las cuales se cuentan:

—la restitución o el restablecimiento de la víctima en la situación


anterior, cuando esto es posible;
—la indemnización de perjuicios morales y materiales;
—la readaptación en el plano médico, psicológico, jurídico y social, y
—la satisfacción moral y las garantías de no renovación de las
violaciones de los derechos humanos.

Estas medidas son parte de una política de las autoridades del Estado
y dependen en gran parte de iniciativas adoptadas por los poderes
políticos —Ejecutivo y Legislativo— y en ese sentido son algo mucho
más amplio que las condenas a indemnizar daños y perjuicios
pronunciadas por los tribunales de justicia.
En especial las garantías de no renovación han planteado, en
la mayoría de los países que se han hecho cargo de esta obligación,
¿QUÉ SE PUEDE ESPERAR DE UNA COMISIÓN DE LA VERDAD?

una profunda transformación del aparato del Estado, en sentido


republicano y democrático, que incluye una reforma de la justicia y
del derecho, y una refundación institucional y doctrinaria de las
fuerzas armadas, de seguridad y policiales. En un caso —el de Haití
una vez restaurado el orden constitucional en octubre de 1994— las
fuerzas armadas fueron disueltas.
Asimismo, en ciertas regiones del mundo aparecen nuevas
instituciones independientes —como el ombudsman y las comisiones
oficiales de derechos humanos— encargadas de velar por el respeto
de los derechos humanos, en especial, por parte de la administración
pública y la policía. Estas instituciones nacionales de derechos
humanos tienen en general la facultad de proponer medidas
legislativas y de otro tipo para aumentar el respeto y la garantía de
los derechos humanos.
Precisamente una cuestión por explorar es la relativa al papel
que podría esperarse de las organizaciones nacionales de derechos
humanos —el ombudsman y las comisiones nacionales de derechos
humanos— en el seguimiento de las recomendaciones efectuadas 151
por una comisión de la verdad. (Véase más adelante.)
Las comisiones de la verdad, por medio de sus recomen-
daciones, han desempeñado un papel esencial en los países en los
que se adoptó una política administrativa de reparaciones —como
Argentina y Chile—. Las recomendaciones de las comisiones de la
verdad son también una referencia para los que luchan por la
adopción de tales políticas —como es el caso de las ONG haitianas
en la actualidad— en países que no han adoptado medidas de fondo
sobre esta materia crucial. En los próximos tiempos habrá que seguir
atentamente la experiencia de Sudáfrica a este respecto, a partir de la
presentación del informe de la Comisión de Verdad y Reconciliación
en noviembre de 1998.

ALGUNOS CONDICIONANTES DE LA LABOR DE CONJUNTO


DE UNA COMISIÓN DE LA VERDAD

La composición de la comisión debe asegurar a la vez la inde-


pendencia y la competencia, que son condiciones de su autoridad
COMISIONES DE LA VERDAD

moral. Sin embargo, la credibilidad de su informe depende


igualmente de la claridad de su mandato, de las reglas de proce-
dimiento y evidencia aplicadas y del rigor de las investigaciones tanto
de la verdad general como de la verdad individual en los casos
concretos analizados. Asimismo, la importancia histórica que puede
adquirir un informe de la comisión de la verdad en un proceso de
transición democrática está también vinculada a la calidad y la
profundidad de sus conclusiones y recomendaciones, incluidas las
relativas al seguimiento de su informe.
Sin embargo, deberían hacerse algunas referencias previas a
ciertas realidades que condicionan tanto la organización y el
funcionamiento de una comisión de la verdad, como el porvenir de
sus trabajos, vale decir su continuidad. Estas referencias tienen que
ver con las características de las víctimas, la lógica de la represión y
el papel de la sociedad civil.

152 QUIÉNES SON LAS VÍCTIMAS

En ciertas situaciones las víctimas han sido poblaciones predo-


minantemente campesinas y analfabetas, todavía apegadas a las pautas
de una sociedad tradicional, en países en los que es limitado el
desarrollo de la prensa escrita y es difícil registrar la identidad y
el estado civil de las personas. Esto ha ocurrido en distintos
continentes y tanto en situaciones de conflicto armado como en
ausencia de éste. Tal ha sido el caso de las víctimas de masacres
perpetradas en Ruanda, Haití, El Salvador o Guatemala.
La documentación de esos casos, especialmente en la manera
propia del establecimiento de la verdad individual sobre las víc-
timas, presenta dificultades particulares, ya sea por la magnitud de
los fenómenos, ya por sus características. Por eso en determinadas
situaciones muchas veces habrá que establecer la verdad global
—contexto, estructura y mecanismos de la represión— y realizar investi-
gaciones individuales profundizadas en cierto número de casos en que
eso sea factible de acuerdo con los recursos y el tiempo disponibles.
Asimismo, habrá que tener en cuenta para la selección de los
casos su carácter simbólico —cuidando de no confundir el carácter
¿QUÉ SE PUEDE ESPERAR DE UNA COMISIÓN DE LA VERDAD?

simbólico con la notoriedad de las víctimas, ya que el caso de víctimas


anónimas puede ser tan significativo por sus características como el
de víctimas notorias—. En la selección de los casos habrá que tener
en cuenta también la riqueza de la evidencia recogida.

LA “LÓGICA” DE LA REPRESIÓN

Una comisión de la verdad se encuentra ante el desafío de descubrir


la “lógica” de la represión, vale decir el conjunto de elementos claves
de un sistema represivo ilegal, lo que a su vez va a condicionar su
propia metodología de investigación. En el caso de Argentina, por
ejemplo, el elemento clave fue el centro clandestino de detención.
En efecto, el centro clandestino de detención permitió la
desaparición forzada prolongada, con sus secuelas de torturas, abusos
sistemáticos para extraer información de inteligencia por parte de
las Fuerzas Armadas y ejecuciones sumarias generalizadas. La
153
Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas llegó a
identificar 340 centros clandestinos de detención en todo el país. El
estudio de la ubicación, dependencia orgánica, estructura y
funcionamiento de estos centros tuvo una importancia decisiva para
trazar el mapa de la represión y reconstruir el calvario seguido por
las víctimas.
Tomando el centro clandestino de detención como el eslabón
que permitía asir la cadena, se procedió al estudio sistemático de la
información y los testimonios de las personas que habían sido vistas
en esos centros clandestinos, en gran parte gracias al valioso
testimonio de los sobrevivientes de esa experiencia límite. Esto
permitió el cruzamiento de los testimonios y la recomposición del
plan de la represión clandestina, guiada por la “lógica” de la doctrina
de seguridad nacional, que tendía a la destrucción de un sector de la
sociedad al que consideraba ideológicamente enemigo.
La “lógica” de la represión es completamente distinta en varios
países del África subsahariana, en donde las violaciones de los
derechos humanos parecen responder a patrones de persecución
étnica y no necesariamente política o ideológica.
COMISIONES DE LA VERDAD

Tal es el caso de la tragedia de Ruanda, que corresponde


enteramente a la definición del crimen de genocidio de la Convención
de las Naciones Unidas aprobada el 9 de diciembre de 1948, que
incluye a los grupos étnicos entre los grupos protegidos.
Sin embargo, también en África, la experiencia de Etiopía bajo
el régimen de Mengistu Haile Mariam muestra patrones de
persecución política que permiten considerar la configuración del
crimen de genocidio tal como lo definían la Declaración de las
Naciones Unidas y el Código Penal del Imperio de Etiopía de 1957
(artículo 281), que incluyen a los grupos políticos entre los grupos
protegidos. En Etiopía, bajo el régimen del Derg, la represión fue
predominantemente política e ideológica y no étnica o social.

EL PAPEL DE LA SOCIEDAD CIVIL

Otra referencia tiene que ver con el papel de la sociedad civil respecto
154 de una comisión de la verdad, ya mencionado en este artículo. Si
bien puede ser utópico plantear que la formación de una comisión
de la verdad deba ser sometida a un referéndum popular, es cierto
que el apoyo de la opinión pública y particularmente de la comunidad
de los derechos humanos tiene una importancia fundamental. Y esto
al menos en dos aspectos. En primer lugar para alimentar a la
comisión con las informaciones indispensables, lo que la Comisión
Nacional de Verdad y Justicia de Haití llamó las “fuentes secundarias”
—entre otras las ONG de derechos humanos— en oposición a las
“fuentes primarias” —las informaciones obtenidas directamente por
la misma comisión—.
Es así como las comisiones de Argentina y Chile pudieron utilizar
el acopio de informaciones y análisis realizados durante las respectivas
dictaduras militares por las ONG de derechos humanos, muchas veces
en condiciones heroicas, como una preciosa fuente de datos.
El apoyo de la sociedad civil tiene también una importancia
considerable para asegurar la continuidad del trabajo de la comisión
y su impacto en las políticas estatales.
Un ejemplo de lo que se viene diciendo puede encontrarse en
el clima favorable a sus investigaciones que envolvió el trabajo de
¿QUÉ SE PUEDE ESPERAR DE UNA COMISIÓN DE LA VERDAD?

algunas comisiones nacionales, como la Comisión Sábato. Cuando


ésta entregó su informe final al Presidente de la República frente a la
Casa de Gobierno en la ciudad de Buenos Aires, se realizaba una
manifestación contra la impunidad y de apoyo al informe de 200 mil
personas, la mayor que el movimiento de derechos humanos había
realizado hasta ese momento en el país.
En varios casos en los que no se dieron las condiciones o faltó
la voluntad política para la instalación de una comisión de la verdad
de carácter oficial, las ONG trataron de llenar el vacío. Es lo que ocurrió
en Uruguay, gracias a la labor del Servicio Paz y Justicia (Serpaj), en
Rusia con Memorial, en Paraguay con el Proyecto Nunca Más,
sostenido por el Comité de Iglesias, o en Brasil con la compilación
Nunca Mais realizada gracias al respaldo del Arzobispado de São
Paulo y el Consejo Mundial de Iglesias.

COMPOSICIÓN DE LA COMISIÓN
155
La independencia y la competencia de una comisión son requisitos
indispensables de su autoridad moral. La cuestión de la composición
plantea a la vez el problema del origen de su designación y de las
calidades que deben reunir las personas designadas. Existen al
respecto distintas posibilidades.
Una comisión puede estar compuesta tan sólo de nacionales,
como en Bolivia, Argentina, y Chile. Puede estar compuesta sólo de
personalidades extranjeras de prestigio internacional como en El
Salvador. O puede reunir a personalidades extranjeras y nacionales
del Estado en el que se realiza la investigación, como en los casos de
Haití y Guatemala y como debería ocurrir en la proyectada Comisión
de Verdad y Reconciliación para Sierra Leona prevista en los
Acuerdos de Paz de Lome del 7 de julio de 1999.
Asimismo, en cuanto al origen de la designación, ésta puede
resultar de un acto de las autoridades nacionales, o de un organismo
internacional como las Naciones Unidas, en consulta con las partes
—el gobierno y la oposición— en un proceso de negociación.
Si bien en general la presencia de personalidades extranjeras
está vinculada al papel desempeñado por las Naciones Unidas en un
COMISIONES DE LA VERDAD

proceso de transición —como ha sido el caso en El Salvador y


Guatemala y también en Sierra Leona—, esto no es necesariamente
así. La Comisión Nacional de Verdad y Justicia de Haití fue una
iniciativa enteramente local y estuvo integrada por cuatro comisio-
nados haitianos, incluida su presidenta, y tres internacionales, con
prestigiosa trayectoria en organismos intergubernamentales de
protección de los derechos humanos.
También había sido una iniciativa local la primera comisión
creada en Latinoamérica, que fue la formada en Bolivia por el
presidente Hernán Siles Zuazo en octubre de 1982, integrada por
ocho miembros: el subsecretario de Justicia, un miembro de cada
cámara del Congreso, un representante de las fuerzas armadas, un
representante sindical, un representante campesino, y dos repre-
sentantes de ONG de derechos humanos.
La Comisión Rettig en Chile también estuvo compuesta por
ocho comisionados, la Comisión Sábato en Argentina por trece, y
en ambos casos se trató de reunir a un grupo de personalidades
156 suficientemente representativo y pluralista.
La composición de una comisión y su carácter nacional, en
todo o en parte y también internacional, en todo o en parte, depende
de las características de cada proceso. Existen ventajas e inconve-
nientes en cada solución.
Una comisión internacional puede parecer más objetiva e
imparcial que una comisión nacional, por la distancia de sus miembros
frente a los hechos e intereses en juego, al igual que por el origen de
su designación —con intervención en distinta medida de un
organismo internacional como las Naciones Unidas— y la discusión
de los términos de su mandato, también con los auspicios de las
Naciones Unidas.
Sin embargo, el carácter internacional de una comisión es
susceptible de indisponer a parte de la opinión, que puede percibir la
actividad de ese organismo como una injerencia externa o utilizar ese
argumento para desacreditar a la comisión. Por otra parte, difícilmente
los comisionados extranjeros tienen un conocimiento de los hechos
por investigar comparable al de las personalidades nacionales.
Es cierto que si se analizan empíricamente algunas experiencias
nacionales frustradas en todo o en parte —Chad, Uganda, Filipinas,
¿QUÉ SE PUEDE ESPERAR DE UNA COMISIÓN DE LA VERDAD?

Bolivia— es posible señalar que varias comisiones nacionales no


han contado con los medios humanos y materiales necesarios y
especialmente con un presupuesto adecuado. En algunos supuestos
–Chad— la seguridad de sus miembros no se garantizó adecuada-
mente. En general estas dificultades no se presentaron cuando se
trató de una Comisión internacional, con los auspicios de las
Naciones Unidas.
En definitiva, lo decisivo aquí es el carácter de los diferentes
procesos de transición democrática. En general el elemento
internacional ha sido inevitable en procesos en los que ha habido un
conflicto armado, a la salida del cual la sociedad se encontraba
extremadamente polarizada —como en El Salvador y Guatemala—.
El elemento internacional también ha sido necesario cuando el
Estado y la sociedad civil eran extremadamente débiles —como en
Haití— o había estallado el Estado que previamente existía —como
en la ex Yugoslavia—.
Sin embargo, siempre que fuera posible habría que favorecer
la formación de comisiones nacionales en todo o en parte, como 157
una forma de estimular la asunción de responsabilidades y
desarrollar la autonomía de decisiones en la construcción del Estado
de derecho y la lucha contra la impunidad. Tal ha sido lo ocurrido
en experiencias tan diversas como las de Argentina y Chile, por un
lado, y la de Sudáfrica, por el otro. Si bien esta última constituye
una experiencia que todavía es prematuro evaluar, Sudáfrica
presenta uno de los mayores desafíos planteados en el fin de siglo
a la promoción de los derechos humanos por la lucha contra la
impunidad.

MANDATO DE LA COMISIÓN

Las comisiones pueden tener distinto nombre. Varias hacen


referencia a la verdad en su designación (comisiones de Chile, El
Salvador o Haití). Otras mencionan la violación fundamental que
están llamados a investigar, como es el caso de las comisiones creadas
para investigar las desapariciones forzadas de personas (Argentina,
Uruguay, Bolivia). Las denominaciones pueden también ser muy
COMISIONES DE LA VERDAD

amplias como la Comisión de Investigación de Violaciones de los


Derechos Humanos de Uganda (Commission of Inquiry into
Violations of Human Rights) o el Comité de Derechos Humanos
de Filipinas (Committee on Human Rights).
Algunas comisiones deben investigar explícitamente hechos
constitutivos de infracciones penales como la de Chad, Commission
of Inquiry into the Crimes and Misappropriations Committed by
Ex-President Habré, His Accomplices and/or Accessories. En Haití
se encomendó a la Comisión Nacional de Verdad y Justicia no sólo
la investigación de graves violaciones de los derechos humanos, sino
también de crímenes de lesa humanidad. Entre estos pueden incluirse
las violaciones sexuales con motivación política, que se practicaron
en vasta escala durante el régimen de facto de Raoul Cedras.
En el apéndice al capítulo relativo a la interpretación de su
mandato, la Comisión sudafricana definió su posición sobre el
apartheid, al que consideró un crimen de lesa humanidad: “The
Commission [...] affirms its judgment that apartheid, as a system of
158 enforced racial discrimination and separation, was a crime against
humanity [...] At the same time, the Commission acknowledges that
there are those who sincerely believed differently and those, too,
who were blinded by their fear of a Communist ‘total onslaught’.”

LA DEFINICIÓN DEL MANDATO

El mandato de una comisión, definido en el instrumento de creación


o en sus términos de referencia, debe ser claro y preciso.
Por supuesto, la aplicación de un mandato no constituye un
acto mecánico, sino algo que requiere un sólido sentido político,
jurídico y moral. Un mandato restringido puede ser aplicado de
manera creadora por comisionados suficientemente motivados, y
un mandato amplio puede ser aplicado con criterios restringidos, si
lo que predomina es un criterio discutible de la oportunidad política
o actitudes excesivamente formalistas.
En algunas ocasiones, la complejidad de la negociación tendente
a buscar una salida a un doloroso y prolongado conflicto armado
llevó a una formulación genérica del mandato de la comisión. Tal
¿QUÉ SE PUEDE ESPERAR DE UNA COMISIÓN DE LA VERDAD?

fue el caso de la Comisión de la Verdad para El Salvador, cuyo


mandato fue definido más en términos sociológicos que jurídicos
en los Acuerdos firmados en la Ciudad de México el 27 de abril de
1991 y en el artículo 5 del Acuerdo de Paz de Chapultepec. De
acuerdo con su mandato, la Comisión debía efectuar “La in-
vestigación de graves hechos de violencia ocurridos desde 1980, cuya
huella sobre la sociedad reclama con mayor urgencia el conocimiento
público de la verdad”.
Otra definición general del mandato puede encontrarse en los
Acuerdos de Guatemala, según los cuales la Comisión tendrá por
función el esclarecimiento de “actos de violencia que han causado
sufrimientos a la población guatemalteca, vinculados al conflicto
armado”.
Frente al derecho internacional de los derechos humanos, como
frente al derecho constitucional, de acuerdo con una concepción
clásica, el sujeto susceptible de violar los derechos humanos es el
Estado. Extender la calidad de sujeto violador de los derechos
humanos a entidades no estatales puede concurrir a debilitar el papel 159
del Estado como garante de los derechos y libertades y facilitar la
banalización de las responsabilidades estatales por las violaciones
que pueden cometerse.
Sin embargo, todas las partes contendientes en un conflicto
armado, interno o internacional, pueden violar las normas de
comportamiento del derecho internacional humanitario de los
conflictos armados. Por ello todas las partes en un conflicto armado
están sujetas a las normas de represión del derecho penal inter-
nacional que hoy se consideran aplicables para reprimir las
infracciones graves cometidas tanto en los conflictos armados
internacionales como en los conflictos armados internos (véase a
este respecto el Estatuto del Tribunal Penal Internacional para
Ruanda, y actualmente el Estatuto de Roma de la Corte Penal
Internacional, como así también el proyecto de Estatuto de la Corte
Especial para Sierra Leona).
Asimismo, grupos armados de delincuentes comunes, merce-
narios, traficantes de drogas o de armas, entre otros, pueden cometer
graves infracciones del derecho penal interno o del derecho penal
internacional.
COMISIONES DE LA VERDAD

Una comisión de la verdad en un contexto de transición


democrática o de solución negociada de un conflicto armado puede
verse abocada a la investigación de fenómenos como los arriba
mencionados, tanto en el plano de un solo Estado como en un plano
regional.
Lo que parece conveniente en el futuro es reafirmar la
importancia del deber de garantía del Estado en materia de derechos
humanos, tal como ha sido claramente establecido por la juris-
prudencia de los tribunales internacionales, y evitar la extensión de la
noción de agente violador de los derechos humanos a entes no
estatales. Éstos no quedarán al margen del escrutinio de la comisión,
si ésta ha recibido el mandato de investigar además violaciones del
derecho internacional humanitario de los conflictos armados y
preservar las pruebas de infracciones del derecho penal interno o
internacional.
Una comisión que trató de extender la noción de agente
violador de los derechos humanos a sujetos no estatales fue la
160 Comisión Rettig, lo que despertó un debate considerable y mereció
justificadas objeciones. Hay que reconocer, sin embargo, que un
efecto del informe Rettig fue mostrar, en el contexto concreto
estudiado, el carácter sistemático de los ilícitos cometidos por el
Estado y sus agentes y el carácter no sistemático de los ilícitos
reprochados a los particulares.
Por cierto, no se trata de justificar así la violencia de la oposición
sino de evitar la peligrosa banalización que consiste en decir que
“todos han violado los derechos humanos” en el periodo de
referencia. En efecto, esa violación generalizada produciría, al menos
en el plano psicológico, una anulación recíproca de las responsa-
bilidades. Una forma que adopta esta actitud es la llamada “doctrina
de los dos demonios” impulsada en la Argentina por el gobierno de
Raúl Alfonsín. Según esta concepción hubo un combate entre el
“terrorismo de Estado” y la “subversión” en el que ambas partes
habrían cometido violaciones similares de los derechos humanos.
Por el contrario, en un contexto de conflicto armado interno
como el de El Salvador, fue lógico que se investigaran las infracciones
que podían reprocharse a ambas partes contendientes. También aquí
los estudios estadísticos del informe “De la locura a la esperanza”
¿QUÉ SE PUEDE ESPERAR DE UNA COMISIÓN DE LA VERDAD?

mostraron el carácter sistemático de las infracciones atribuidas a las


fuerzas armadas, de seguridad y policiales del Estado salvadoreño y
el carácter no sistemático de las infracciones reprochadas a la guerrilla.
En el caso de Filipinas, se estuvo más cerca de la concepción
tradicional, en lo que se refiere a los conflictos armados internos.
En efecto, la presidenta Corazón Aquino estableció el Presidential
Committee on Human Rights poco después de haber accedido al
poder en 1986. El mandato de la comisión consitió en investigar los
abusos cometidos por “government officers or their agents, or by
persons acting in their stead or under their orders”. Esta definición
respondía a la concepción según la cual las infracciones cometidas
por la guerrilla constituían delitos comunes cuyo conocimiento
correspondía a los tribunales de justicia.
Puede haber situaciones crepusculares, en que fuerzas de
guerrilla en proceso de convertirse en ejércitos regulares comiencen
a ejercer funciones estatales en zonas progresivamente bajo su
control. Tal puede ser el caso en situaciones como las que se han
presentado o se presentan en países como Afganistán y Camboya, 161
por ejemplo, en la zona de los Grandes Lagos en África, en las
zonas bajo control del Frente Unido Revolucionario en Sierra Leona
y quizás también en algunas regiones de Colombia. En esos
supuestos y en la medida en que, independientemente del reco-
nocimiento internacional, esos entes ejerzan crecientemente
funciones de soberanía estatal sobre un territorio y la población
que en él se encuentra, éstos tendrían todas las obligaciones que
corresponden al Estado según el derecho internacional de los
derechos humanos.
El mandato de una comisión está entonces definido en el
instrumento de creación y éste resulta a su vez de un acto del Poder
Ejecutivo —lo que ha sido hasta ahora lo más frecuente— del Poder
Legislativo o de un acuerdo entre el gobierno y la oposición que
puede realizarse con los auspicios de un organismo internacional
como las Naciones Unidas.
Las definiciones de los objetivos de la investigación pueden
ser restrictivas o amplias.
Se ha señalado ya que en la región latinoamericana varias
comisiones e instancias de investigación se centraron exclusivamente
COMISIONES DE LA VERDAD

en el fenómeno de las desapariciones forzadas de personas: tal fue


el caso de las comisiones de Bolivia, Argentina y Uruguay y de la
investigación realizada por el comisionado de Honduras.
Esta limitación pudo explicarse en algunos casos, pero no en
todos, por la urgencia de tratar de establecer el paradero o la suerte
corrida por las personas desaparecidas. Sin embargo, esto —en las
diversas experiencias conocidas— no se logró como resultado
inmediato del trabajo de la comisión por la falta de colaboración de
las autoridades militares, de seguridad y policiales y por complejas
redes de complicidades políticas, incluida la actitud de la admi-
nistración de justicia en gran parte heredada de las dictaduras y los
regímenes autoritarios.
Esta limitación del mandato a una sola categoría de violaciones
fue particularmente incoherente en el caso de Uruguay. En ese país
el parlamento había establecido una Comisión Investigadora de la
Situación de las Personas Desaparecidas en abril de 1985. La comisión
investigó 164 desapariciones, estableció la intervención de las fuerzas
162 de seguridad en los hechos y remitió la evidencia recogida a la Corte
Suprema. Sin embargo, a diferencia de países como Argentina,
Guatemala y en menor medida Chile, las desapariciones forzadas no
habían adquirido carácter sistemático o masivo en Uruguay, donde
las dos violaciones más generalizadas fueron la tortura y las
detenciones ilegales y arbitrarias.
En el caso de Chile, sólo se investigaron las violaciones estatales
con el resultado de la desaparición o la muerte de la víctima, lo que
hizo que numerosos casos de torturas y detenciones ilegales y
arbitrarias no fueran investigados.

LA DURACIÓN DEL MANDATO

Por lo menos cuatro comisiones tuvieron un mandato que en su


totalidad duró nueve meses: las de Argentina, Chile, El Salvador y
Haití. Otras han durado algo menos —la de Uruguay siete meses—,
otras algo más —la de Chad diez meses—. Un ejemplo a evitar es
un mandato ilimitado en el tiempo, como el de la comisión de Uganda,
creada en 1986 y que en 1994 andaba por su noveno año de existencia,
¿QUÉ SE PUEDE ESPERAR DE UNA COMISIÓN DE LA VERDAD?

con el desaliento fácil de imaginar en quienes esperaban ver un día el


fruto de sus trabajos. En Bolivia, después de tres años, y en las
Filipinas, después de un año, las respectivas comisiones se disolvieron
sin producir un informe final.
Si bien la duración del mandato está en relación con sus objetivos,
la duración del periodo de referencia, el universo de casos a estudiar y
los medios disponibles, es preciso adoptar un punto de vista realista
y proponerse la realización de un programa factible. La limitación del
mandato en el tiempo y la obligación de producir un informe final
parecen indispensables. Una cuestión tal como el número de casos a
investigar para el establecimiento de la verdad individual, en cambio,
puede quedar librado a la comisión, porque depende de circunstancias
que varían considerablemente de un país a otro.
Algo que parece tan importante como la duración del mandato
es saber cuándo debe instalarse una comisión. Esto también está en
relación con las características de cada situación. En las transiciones
democráticas más o menos pacíficas en las que no ha habido un
conflicto armado parecería que es oportuno aprovechar las grandes 163
expectativas creadas por el inicio del nuevo régimen, ese periodo a
veces llamado “estado de gracia” en el que es más factible tomar
medidas en ciertos dominios sensibles de la realidad. En general, en
ese momento existen mejores condiciones para la creación y el
funcionamiento de una comisión de la verdad.
Cuando las comisiones han sido creadas en el curso de la
negociación de acuerdos de paz la cuestión se relaciona con la agenda
de la negociación y la evolución del conflicto armado. La definición
del mandato de la comisión y su instalación suelen ser un resultado
de los acuerdos y de los progresos en su ejecución.
Sin embargo, debe tenerse en cuenta que la lucha contra la
impunidad tiene grandes objetivos, que se presentan como valores a
realizar y que se encarnan en la realidad de manera casi siempre
imperfecta:

a) el conocimiento de la verdad, el cumplimiento del deber de


memoria y la preservación de pruebas;
b) la realización de la justicia, y
c) la reparación que incluye las garantías de no renovación.
COMISIONES DE LA VERDAD

Ahora bien, este último aspecto está estrechamente vinculado a los


avances de la negociación. En efecto, las garantías de no renovación,
a través de la modificación del aparato del Estado en el sentido de
su democratización, así como el desarme de los grupos irregulares,
son medidas que pueden crear confianza en las partes para seguir
avanzando. En tal sentido tampoco cuando se prevé la creación de
una comisión de la verdad a la salida de un conflicto armado debe
demorarse el momento de su instalación, investigación y elaboración
de su informe.

INMUNIDADES Y FACULTADES DE INVESTIGACIÓN

En general las comisiones que han existido hasta el presente han


tenido, en distinta medida, las facultades de realizar su misión con
un conjunto de garantías otorgadas por el acto de creación, entre las
que se cuentan la inmunidad de sus miembros y de sus archivos, el
164 hecho de poder solicitar informes y testimonios en función de las
investigaciones en curso e incluso de solicitar o adoptar medidas
cautelares, ya sea en favor de víctimas o testigos, ya sea para preservar
los indicios y las pruebas.
La extensión y las características de esas facultades varía según
el carácter nacional o internacional de las distintas comisiones. Estas
facultades son mayores en el caso de la comisión sudafricana, cuyo
informe tiene consecuencias jurídicas concretas en materia de
amnistía y procesamiento de los individuos investigados.
Sin embargo, este conjunto de garantías es necesario para
asegurar la independencia, la objetividad y la imparcialidad de toda
comisión de la verdad, y tales garantías pueden considerarse como
un conjunto de prerrequisitos indispensables para la credibilidad de
las investigaciones de toda comisión de este tipo.
Las lecciones recogidas en diferentes experiencias enseñan que
muchas veces es necesaria una interpretación activa del mandato de
la comisión para hacer respetar sus facultades de investigación. Las
comisiones de la verdad investigan hechos que pueden constituir
infracciones penales reprimidas por el derecho interno e incluso
por el derecho internacional. En general las comisiones no han
¿QUÉ SE PUEDE ESPERAR DE UNA COMISIÓN DE LA VERDAD?

encontrado colaboración en las fuerzas armadas, de seguridad y


policiales. Más aún, han actuado ante la marcada hostilidad de esos
sectores del aparato del Estado en muchos países en los que ha
habido una continuidad institucional, no obstante la transición hacia
la democracia o la solución política negociada del conflicto armado.
Sin embargo, algunas comisiones han mostrado cómo la
capacidad investigadora puede lograr resultados positivos aun en
contextos difíciles, si existe determinación en la búsqueda de la verdad
y si se han reunido algunos requisitos previos, tales como una cierta
acumulación de información realizada durante el periodo de
referencia.
Las facultades de investigación deben prever también las
dificultades propias de cada situación y el temor justificado de
las víctimas y los testigos a sufrir todavía nuevas persecuciones a
título de represalias por sus denuncias. Por ello, la Comisión Sábato
tuvo que realizar una importante labor en el exterior, al recibir
testimonios de víctimas que vivían fuera de Argentina y que habían
decidido permanecer en el exilio, no obstante la instalación del 165
gobierno constitucional, porque no se sentían seguras en su país.

REGLAS DE PROCEDIMIENTO Y EVIDENCIA

Reviste gran importancia la adopción de reglas de procedimiento y


evidencia adecuadas para guiar las investigaciones y evaluar los
indicios y pruebas recogidos. En este sentido existe ya una vasta
experiencia acumulada por las comisiones de la verdad en materia
de acopio de pruebas documentales, declaraciones de testigos,
inspección de lugares —centros de detención, fosas comunes, etc.—.
Esta experiencia comprende también el recurso a la prueba científica,
incluida la antropología forense. Asimismo, existen precedentes tanto
en materia de los procedimientos que deben observarse en el curso
de una investigación como sobre los estándares de prueba aplicables
por parte de una comisión de la verdad.
En determinadas experiencias se han llegado a precisar
considerablemente las reglas de procedimiento para la investigación
de los casos. Por ejemplo, se ha previsto la designación de un
COMISIONES DE LA VERDAD

investigador que al cabo de la instrucción del caso debe presentarlo


a un panel con sus conclusiones. El panel en definitiva adoptará una
decisión sobre el caso o podrá solicitar una ampliación de la
investigación antes de pronunciarse. Los medios de prueba admisibles
son muy amplios y el contacto directo entre la comisión y los testigos
debe garantizarse en la medida de lo posible.
En general lo relativo a las reglas de procedimiento y evidencia
puede confiarse al reglamento interno de la comisión que ésta debería
estar facultada para elaborar. También puede tratarse como un
capítulo de su informe. Lo importante es que se hayan adoptado
reglas claras en la materia.
Habría que elegir entre la adopción de un procedimiento de
investigación público o un procedimiento reservado, lo que no quiere
decir necesariamente confidencial o secreto. Por supuesto el informe
en todos los casos debe ser público.
En muchas experiencias conocidas, las comisiones debieron
actuar con discreción, debido a la tarea altamente sensible que
166 realizaban. Esto abarca tanto las transiciones a la democracia como
las negociaciones para poner fin a un conflicto armado.

PROTECCIÓN DE VÍCTIMAS Y TESTIGOS

Es imperioso preservar la seguridad de las víctimas y los testigos.


Sin embargo, debería considerarse que las fuentes de infor-
mación no pueden quedar en el anonimato y preverse la manera
de registrar la identidad de esas fuentes, aun cuando éstas no se
den a la publicidad en lo inmediato. Precisamente una de las
mayores dificultades que han encontrado algunas comisiones
de la verdad es el temor a las represalias que sienten tanto las
víctimas como los testigos.
Algunos autores han abogado por un procedimiento de
investigación público, sin advertir el clima de terror o de inquietud
que todavía perdura en muchas transiciones democráticas, incluso
ante la presencia que se supone disuasiva de una misión de las
Naciones Unidas. Asimismo, debe tenerse en cuenta la timidez del
nuevo gobierno constitucional, que muchas veces teme despertar
¿QUÉ SE PUEDE ESPERAR DE UNA COMISIÓN DE LA VERDAD?

los demonios del pasado con una presentación abierta de los


testimonios de la represión ilegal ante la opinión pública.
Por eso, un problema que debe encararse en todos los casos es
el de la protección de las víctimas, sus derechohabientes y los testigos
e incluso de los expertos, que desean presentar sus testimonios ante
una comisión de la verdad en un proceso de transición democrática
o de negociación de un acuerdo de paz.
A este respecto, una vez más es conveniente recurrir al proyecto
de conjunto de principios sobre la lucha contra la impunidad
elaborado por Louis Joinet, que ha tratado de codificar un conjunto
de garantías que se revelan necesarias sobre la base de la experiencia
recogida a lo largo de dos décadas.

—Las víctimas sólo pueden ser llamadas a testimoniar ante la


comisión sobre una base estrictamente voluntaria.
—Puede admitirse el testimonio anónimo cuando se trata de
víctimas de agresiones sexuales, si un miembro de la comisión puede
garantizar la identidad del testigo y si el testimonio se incluye en el 167
informe de la comisión.
—Personal especializado debe asistir a las víctimas, especialmente
en su lengua, especialmente cuando se trate de violencias sexuales.
—Los gastos de los testigos deben estar a cargo del Estado.

En ocasiones es preciso ofrecer a los testigos y a las víctimas apoyo


psicosocial —como lo demuestra la actual experiencia de Haití en la
preparación del proceso de Raboteau (suburbio de Gonaïves donde
se produjo una ejecución sumaria colectiva atribuida a elementos
de las Fuerzas Armadas y a una organización paramilitar en abril de
1994 bajo el régimen de facto).

ESTÁNDARES DE PRUEBA

Si bien las comisiones de la verdad no son organismos juris-


diccionales, es importante que se guíen por estándares de prueba
claramente establecidos, para que sus conclusiones sean equitativas
y convincentes. Es cierto que los estándares de prueba de una
COMISIONES DE LA VERDAD

comisión de la verdad no son los mismos que los admitidos ante la


justicia penal.
En efecto, en los procedimientos penales de los principales
sistemas jurídicos el principio de la presunción de inocencia tiene
varios corolarios. La duda beneficia al acusado y éste sólo puede ser
considerado culpable cuando la evidencia así lo indique —como lo
suele expresar toda una corriente jurisprudencial— “más allá de toda
duda razonable”. Una comisión de la verdad, que como se ha dicho
no tiene funciones jurisdiccionales, aplica estándares de prueba
menos severos, incluidos los criterios estadísticos (más pruebas a
favor que en contra de las conclusiones de la comisión).
A la fecha de la terminación de su informe, la Comisión
Nacional de Argentina estimaba en 8 mil 960 el número de personas
desaparecidas, aunque indicaba que esa cifra no podía considerarse
definitiva. Ahora bien, cuando el Ministerio Público formuló su
acusación ante el tribunal contra los ex comandantes militares lo
hizo por sólo 709 casos, de ese universo de casi 9 mil desaparecidos.
Esto se debía a que los fiscales consideraron que en los 709 casos
168 seleccionados existían indicios y pruebas para que un tribunal de
justicia considerara suficientemente acreditada la responsabilidad
penal de los acusados en los hechos de la causa.
La Comisión de la Verdad para El Salvador sostuvo que en
cada uno de los casos descritos en el informe especificaría el grado
de certeza sobre el cual fundamentó su conclusión final. Los distintos
grados de certeza definidos por la comisión eran los siguientes:

1) pruebas abrumadoras: pruebas contundentes o altamente con-


vincentes en apoyo a las conclusiones de la comisión;
2) pruebas sustanciales: pruebas muy sólidas en apoyo a la conclusión
de la comisión;
3) pruebas suficientes: más pruebas en apoyo que contra las con-
clusiones de la comisión.

¿HACER NOMBRES?

Es una de las cuestiones que más se debatieron desde la aparición


de los informes de la Comisión Sábato en Argentina en 1984, la
¿QUÉ SE PUEDE ESPERAR DE UNA COMISIÓN DE LA VERDAD?

Comisión Rettig en Chile en 1991 —que no hicieron nombres— y las


que adoptaron la decisión opuesta: la comisión de Chad, la primera
en mencionar nombres en su informe publicado en mayo de 1992,
y la Comisión de la Verdad para El Salvador en marzo de 1993
(que mencionó a unos cuarenta funcionarios y magistrados, la
mayoría oficiales de las fuerzas armadas, y a varios líderes guerrilleros).
Sin embargo, el estado del debate en la actualidad debe tener
en cuenta los desarrollos de la protección internacional de los
derechos humanos en la última década de este siglo, en particular
después de la reciente publicación (en noviembre de 1998) del
informe de la Comisión Sudafricana de Verdad y Reconciliación.
Este informe contiene más de 7 mil solicitudes de amnistía y puede
ser la base de acciones penales contra determinadas personas
mencionadas en él.
Los argumentos son conocidos a favor y en contra de nombrar
a los presuntos responsables de los abusos investigados. La negativa
a nombrarlos se basa en el carácter no jurisdiccional de las comisiones.
Se sostiene que no pueden formularse cargos cuando los pro- 169
cedimientos no han sido contradictorios y no se han respetado las
garantías del debido proceso legal.
Sin embargo, la comisión de El Salvador recordó a este respecto
que las Partes en los Acuerdos de Paz “dejaron muy en claro que era
necesario llegar al ‘conocimiento cabal de la verdad’ y fue por eso
por lo que se creó la Comisión. Sin embargo, no se puede decir toda
la verdad omitiendo nombres. Al fin y al cabo, a la Comisión no
se le encomendó redactar un informe académico sobre El Salvador.
Se le pidió investigar y describir hechos de violencia de singular
trascendencia y recomendar medidas destinadas a prevenir la
repetición de tales hechos en el futuro. Este cometido no se puede
lograr en abstracto, suprimiendo información (como por ejemplo,
los nombres de los responsables de estos hechos) cuando se cuenta
con testimonio fidedigno sobre la misma, sobre todo cuando las
personas identificadas ocupan altos cargos y desempeñan funciones
oficiales que guardan relación directa con las violaciones o su
encubrimiento. El dejar de mencionar nombres reforzaría ese mismo
manto de impunidad que las Partes encargaron levantar a la
Comisión”.
COMISIONES DE LA VERDAD

Es un hecho que el organigrama de las fuerzas armadas, de


seguridad y policiales, la cadena de mandos, la estructura del Estado
Mayor y del Ministerio de Defensa, deben ser investigados por una
comisión de la verdad. Se trata a este respecto de la investigación de
las responsabilidades funcionales, que tiene carácter previo a cualquier
imputación de responsabilidad penal, civil o administrativa.
La importancia de esta cuestión es patente en Haití, donde el
secuestro de los archivos de la organización paramilitar putschista
Frente Revolucionario por el Avance y el Progreso de Haití (FRAPH)
y de las Fuerzas Armadas de Haití por parte de las Fuerzas Multi-
nacionales bajo comando estadunidense han privado de una fuente
importante de información a la Comisión Nacional de Verdad y
Justicia de ese país.
La importancia de las responsabilidades funcionales fue
resaltada por el comisionado de Honduras. Precisamente el informe
de Honduras en este aspecto trató de preparar el camino a la justicia.
La investigación se centró en la responsabilidad institucional del alto
170 mando del ejército, de los organismos de inteligencia y de otras
unidades especiales. Asimismo, el informe elaboró una lista de los
nombres de los responsables de esas unidades como funcionarios
que eventualmente podrían ser investigados por la justicia. Además,
el informe reproduce testimonios escritos y orales ante la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, en los que se mencionan
personas presuntamente vinculadas a casos concretos de desapa-
riciones forzadas.
Evidentemente, los problemas de este tipo no tienen tan sólo
una dimensión jurídica. En determinadas transiciones democráticas
pactadas, como en el caso de Chile, pudo ser difícil nombrar a los
grandes responsables de la represión ilegal, que todavía ocupaban
posiciones de poder en el aparato del Estado, ya sea porque no se
tenía interés en hacerlo, ya sea porque se temía la reacción del
estamento militar.
Los escrúpulos jurídicos encuentran una solución en las
propuestas del tipo de las formuladas por el relator especial de la
Subcomisión, Louis Joinet, en el proyecto de Principios. En efecto,
el Principio 8 se refiere a las garantías correspondientes a las personas
cuestionadas por una comisión de la verdad. Según ese Principio, si
¿QUÉ SE PUEDE ESPERAR DE UNA COMISIÓN DE LA VERDAD?

la comisión, de acuerdo con su mandato, está autorizada a divulgar


el nombre de esas personas, la comisión debería asegurar un conjunto
de garantías basadas en el principio de un procedimiento contra-
dictorio.
Según el Proyecto, la comisión debe esforzarse en la corro-
boración de las informaciones recogidas por otras fuentes. La persona
implicada debe ser escuchada, o por lo menos convocada a tal efecto,
y tener la posibilidad de hacer valer su versión de los hechos por una
declaración. En su defecto debe poder añadir al dossier, en los plazos
fijados, un documento escrito que corresponda a un derecho de
respuesta.

PERSONAL, BASE DE DATOS, CENTRO DE DOCUMENTACIÓN,


EQUIPOS DE CIENCIA FORENSE

Una comisión que trate de investigar en profundidad casos complejos


y numerosos requiere un equipo adecuado, en cuanto al número y la 171
especialización de sus efectivos. Tal fue el caso de ciertas comisiones
latinoamericanas como la argentina y la chilena (alrededor de sesenta
miembros cada una). Otras comisiones tuvieron equipos muy
reducidos —Uganda, Chad, Ruanda y Filipinas—, lo que dejó gran
parte del peso del trabajo a los mismos comisionados.
En el caso de El Salvador se excluyó a personas que habían
trabajado previamente en el campo de los derechos humanos en ese
país por el temor de que, ante la perceptible hostilidad militar hacia
la comisión, se considerara que sus análisis podían estar de alguna
manera “sesgados” por su experiencia previa.
Es cierto que la composición del equipo puede estar en alguna
medida condicionada por el contexto político. Sin embargo, aceptar
condicionamientos arbitrarios en la composición del equipo sería
en definitiva tan peligroso como aceptarlos en la designación de los
comisionados. La reciente experiencia del Congo (Kinshasa) muestra
lo peligroso de realizar concesiones en cuestiones de principio. Allí
se aceptó el veto por parte del gobierno de un Relator Especial de la
Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que debía
encabezar una investigación que en definitiva se frustró, no obstante
COMISIONES DE LA VERDAD

las numerosas concesiones realizadas, por falta de colaboración de


ese mismo gobierno.
La calidad ética y profesional del equipo y su carácter equili-
brado y armónico, incluso desde el punto de vista psicológico, tanto
en el plano individual como colectivo, reviste gran importancia para
personas que deberán actuar sobre el terreno, muchas veces
sometidas a tensiones, hostigamiento e incluso, en algunas cir-
cunstancias, situaciones de peligro.
El proceso de reclutamiento debe ser cuidadosamente pre-
parado y no hacerse de manera burocrática. En general un currículum
vitae no basta para el reclutamiento de un candidato destinado a una
función de estas características. Cuando la entrevista personal no es
fácil de realizar —como suele ocurrir en la contratación del personal
internacional— por lo menos debe haber una entrevista telefónica
suficientemente detallada y profunda como para que el entrevistador
pueda hacerse una idea acabada de las características personales y
profesionales de los candidatos. Las candidaturas deberían pre-
172
sentarse ante un panel que debería resolver sobre la base de un
informe presentado por el entrevistador.
La estructura del equipo debería guardar relación con las
características de la investigación que se propone efectuar, la magnitud
y naturaleza de los fenómenos analizados, etc. Es evidente que las
limitaciones de recursos humanos y financieros pueden obligar a
apartarse de esa norma ideal y a aproximarse a un funcionamiento
artesanal, riesgo que han corrido algunas comisiones nacionales.
En términos organizativos y sobre la base de diversas expe-
riencias es posible sostener que hay dos departamentos claves: el de
los investigadores y el de los analistas legales, que deben a su vez
tener una visión amplia y no formalista del derecho. Otros
departamentos especializados, como el de los técnicos en la base de
datos y los antropólogos forenses, se fortalecen si están encuadrados
por los dos anteriores.
Es preciso señalar que actualmente es imperioso recurrir a la
prueba científica y en especial a la antropología forense, cuando se
investigan ejecuciones sumarias individuales o colectivas, o de-
sapariciones forzadas de personas.
¿QUÉ SE PUEDE ESPERAR DE UNA COMISIÓN DE LA VERDAD?

Es igualmente indispensable el instrumento informático para


el conjunto de las investigaciones. La base de datos debe estar
orientada al objetivo mayor que es la organización y preservación
de los indicios y pruebas recogidos por la comisión. Esto significa
que debe configurarse precisamente en función de una clara
comprensión de los fenómenos analizados, lo que requiere un
conocimiento acabado de lo que se ha llamado antes la “lógica” de
la represión.
En los distintos sistemas jurídicos, una disciplina muy sis-
tematizada es el derecho penal, que ha elaborado el concepto de
“tipicidad” de las infracciones. En el derecho internacional de los
derechos humanos aún no existe el mismo consenso sobre la tipología
de las violaciones. Esto ha planteado problemas prácticos a muchos
organismos de terreno que verifican la violación de los derechos
humanos, como los componentes de derechos humanos de las
Misiones de Mantenimiento de la Paz. Estos problemas deben ser
resueltos por los responsables de una comisión de la verdad, una
vez escuchados los criterios técnicos de los asesores especializados. 173
La contribución de los especialistas en las diversas áreas debe
ser armónica y corresponder a la dirección general impresa a la
investigación. Esto exige una clara asignación de funciones, que puede
estar graficada en el organigrama del equipo, con funciones bien
definidas para el secretario general o ejecutivo, el responsable de
investigaciones, el asesor jurídico en jefe, los responsables de la base
de datos, el equipo de antropólogos forenses, etcétera.
Además, el centro de documentación puede colaborar
activamente con la preservación de los archivos, para lo cual muchas
veces no existen la experiencia ni los medios necesarios en muchos
países. La cuestión de los archivos es en efecto una cuestión de
importancia política e histórica mayor, como se ha dicho varias veces
en este texto.
La cuestión de los archivos es algo más complejo que el mero
procesamiento de las informaciones. Una comisión de la verdad es
la única, en muchas circunstancias, que puede organizar la memoria
colectiva de un periodo especialmente doloroso y conflictivo en la
vida de un pueblo. Tal como lo han mostrado algunas experiencias
de las últimas décadas, como los distintos Memoriales del Holo-
COMISIONES DE LA VERDAD

causto,7 ésta es una cuestión que exige esfuerzo y talentos aplicados


a las técnicas de la museología, la iconografía, etcétera.
Un aspecto al que no siempre se ha prestado la atención debida
es la contribución de la cultura en el rescate de la memoria colectiva. A
este respecto tal vez sea útil señalar como experiencia concreta que el
estilo memorable de la acusación fiscal en el juicio a los integrantes de
las tres primeras juntas militares en Argentina es resultado del talento
de un escritor y autor dramático –-Carlos Somigliana— que a la vez
fue durante largos años funcionario judicial en su país.

LAS CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES


DE LA COMISIÓN DE LA VERDAD

El informe de la comisión, y en especial sus conclusiones y re-


comendaciones, ha sido en los países en los que estos informes
tuvieron mayor influencia, un acto fundacional, vale decir, un acto
174 que mostró la decisión de la sociedad de dar vuelta a una página de
su historia. Ese acto expresa al mismo tiempo las aspiraciones de la
sociedad hacia la instauración de una nueva etapa de imperio del
derecho, construcción de la democracia y respeto, garantía y
promoción de los derechos humanos.
En efecto, un aspecto importante de las comisiones de la
verdad, que se hace evidente especialmente en sus conclusiones y
recomendaciones, es la voluntad de ruptura con el pasado, que debe
expresarse mediante un acto oficial. De ahí la importancia del carácter
oficial de la comisión, sobre el que se ha insistido aquí.
Las comisiones han aparecido en periodos de salida de
regímenes dictatoriales o autoritarios y de transición hacia la
democracia, o en el curso de la solución negociada de un conflicto
armado, muchas veces resultado de injusticias estructurales, de
violaciones sistemáticas de los derechos humanos y de la inexistencia
del Estado de derecho. Esto hace que uno de los requisitos de la

7. Puede tenerse en cuenta, por ejemplo, el organizado por el escritor francés Marek
Halter en Lyon durante el juicio de Klaus Barbie.
¿QUÉ SE PUEDE ESPERAR DE UNA COMISIÓN DE LA VERDAD?

estabilidad política y del desarrollo sostenible en la nueva situación


sea la vigencia plena de la democracia y de los derechos humanos.
Para ello, en algunos casos es preciso reconstruir un Estado de
derecho que alguna vez existió. Sin embargo, son aún más numerosos
los casos en que el Estado de derecho no ha existido nunca o adolecía
de deficiencias estructurales a lo largo de la historia de los respectivos
países.
Por eso el capítulo de conclusiones y recomendaciones es
importante, y también lo son los mecanismos de seguimiento, que
pueden ser variados, pero cuya existencia debería preverse en el
informe.
Si bien lo ideal sería que todo informe comporte tanto
investigaciones adecuadas como sólidas conclusiones, es un hecho
que en determinados informes muy valiosos el capítulo de las
conclusiones es más bien sucinto —como en el caso de Argentina—
y en otros muy desarrollado —como en el caso de Chile, e incluso
en el de Haití.
Sin embargo, no se debe olvidar que lo esencial es el aspecto 175
dinámico de un informe, su impacto en la sociedad, el hecho de que
sea seguido o no de acciones judiciales y de una política de reparación.
Pero también es importante que el informe pueda estimular la
reforma del Estado y en especial de la justicia y de las fuerzas armadas,
de seguridad y policiales, en un sentido republicano y democrático.
Mayor atención deberá dedicarse en el futuro, tanto en los
procesos de transición democrática como en los de negociación de
conflictos, a las garantías del cumplimiento de las recomendaciones
de una comisión de la verdad.
Se debería tratar de evitar experiencias tan frustrantes como la
de El Salvador, que se han referido aquí, o la de Chile, en donde
la coyuntura política hizo que pocas semanas después de la
publicación del informe éste se enterrara prácticamente sin debate.
La experiencia indica que allí donde se aplicó una política
bastante coherente de reparación —como en Argentina y Chile—
hubo organismos de ejecución que se encargaron de este aspecto
esencial en materia de derechos humanos: la Subsecretaría de
Derechos Humanos del Ministerio del Interior en el caso de Ar-
gentina —a pesar del retroceso en la lucha contra la impunidad
COMISIONES DE LA VERDAD

constituido por los indultos concedidos por el presidente Carlos


Menem a condenados y procesados por el terrorismo de Estado—
y la Corporación Nacional de Reparación y Reconciliación en el caso
de Chile —no obstante las enormes dificultades que se opusieron y
todavía se oponen a la acción de la justicia en ese país—.
Por el contrario, una de las mayores deficiencias en el caso de
El Salvador fue que se desoyeran las recomendaciones de la comisión,
incluida la de la creación de una fundación.
Evidentemente, el campo de las conclusiones y recomenda-
ciones de una comisión es muy amplio. Un aspecto específico es el
referido a las responsabilidades individuales en comisiones como
las de El Salvador y Sudáfrica, cuyo informe era relevante para la
situación jurídica individual de las personas.
En lo que se refiere al catálogo de recomendaciones, sería útil
referirse como fuente de inspiración al intento de codificación
representado por los proyectos de conjuntos de principios de los
que son autores Louis Joinet y Theo van Boven, sobre la lucha contra
176 la impunidad y la reparación respectivamente —este último
actualmente revisado por Cherif Bassiouni—.
En efecto, sobre la base de ambos documentos —y la
experiencia recogida por las comisiones que han existido hasta el
presente— es posible enunciar como temas para las recomendaciones
un vasto arco de cuestiones, a más de las que específicamente tienen
que ver con la verdad, la justicia y la reparación. Estas recomen-
daciones pueden incluir también aspectos importantes de la reforma
del Estado y en especial del poder judicial, de las fuerzas armadas,
de seguridad y policiales, que parecen de importancia primordial
para asegurar las llamadas garantías de no repetición de las violaciones
de los derechos humanos.
Por último, cabe reiterar que una cuestión que debería merecer
más atención en lo sucesivo es la relativa al seguimiento de las
recomendaciones de una comisión de la verdad. En la experiencia
de Haití, varias veces mencionada en este artículo, el aspecto
probablemente más valioso del informe de la Comisión Nacional
de Verdad y Justicia es el constituido por el capítulo de las
recomendaciones —que incluye la de instalar un Comité de
Seguimiento que a su vez deberá contribuir a la creación de una
¿QUÉ SE PUEDE ESPERAR DE UNA COMISIÓN DE LA VERDAD?

Comisión de Reparaciones, con participación de la sociedad civil—.


Ahora bien, esas recomendaciones fundamentales aún se encuentran
pendientes de cumplimiento, cinco años después de presentado el
informe al Presidente de la República.
El seguimiento puede estar previsto en el informe de la
comisión, que puede proponer la creación de un organismo específico
o puede atribuirse a un organismo nacional de protección de los
derechos humanos —como el ombudsman y las comisiones
nacionales de derechos humanos—. También puede confiarse a otros
organismos estatales o paraestatales. Las soluciones son variadas y
algunas ya han sido mencionadas aquí. En todos los casos es deseable
que en el seguimiento de las recomendaciones del informe se asegure
una amplia participación de la sociedad civil y en particular de las
ONG de derechos humanos.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
177

Nunca Más. Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, 1a.


edición, Buenos Aires: Eudeba, 1984.

Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, Corporación Nacional de


Reparación y Reconciliación, reedición, Santiago de Chile, diciembre de 1966.

Informe sobre Calificación de Víctimas de Violaciones de Derechos Humanos y de


la Violencia Política, Corporación Nacional de Reparación y Recon-
ciliación, 1a. edición, Santiago de Chile, septiembre de 1996.

De la locura a la esperanza. La guerra de doce años en El Salvador, Informe de la


Comisión de la Verdad para El Salvador, Naciones Unidas, San Salvador,
Nueva York.

Si m pa rele... (Si yo no grito...) Informe de la Commission Nationale de Vérité


et de Justice, nueva edición: febrero de 1997, Haití.

Final Report of the Commission of Inquiry into Involuntary Removal or Disappearance


of Persons in the Western, Southern and Sabaragamuwa Provinces, Sri Lanka,
septiembre de 1997.
COMISIONES DE LA VERDAD

Guatemala, Memoria del Silencio. Ta’inil na’tab’al. Conclusiones y recomendaciones


del Informe de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH), febrero de 1999,
Guatemala Ciudad.

Cuestión de la impunidad de los autores de violaciones de derechos humanos (civiles y


políticos), informe final revisado de Louis Joinet en aplicación de la decisión
1996/119 de la Subcomisión de Lucha contra las Discriminaciones y
Protección de las Minorías de las Naciones Unidas. El anexo de ese informe
contiene el proyecto de Principios para la Protección y la Promoción de los
Derechos Humanos mediante la Lucha contra la Impunidad. Documento
ONU E/CN.4/Sub.2/1996/18.

Estudio sobre el Derecho a Restitución, Indemnización y Rehabilitación de las Víctimas


de Violaciones Flagrantes de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales,
informe final presentado por Theo van Boven, Relator Especial. Documento
ONU E/CN.4/Sub.2/1993/8.

Priscilla B. Hayner, “Fifteen Truth Commissions”, en Human Rights Quarterly,


noviembre de 1994.
178
________, Unspeakable Truths, Nueva York: Routledge, 2000.

Margaret Popkin y Naomi Roht-Arriaza, “Truth as Justice; Investigatory


Commissions in Latin America”, 20 Law and Social Inquiry 79 (1995).

Mary Albon, Truth and Justice: The Delicate Balance-Documentation of Prior Regimes
and Individual Rights.

Thomas Buergenthal, “The United Nations Truth Commission for El


Salvador”, Vanderbilt Journal of Transnational Law, núm. 3, tomo 27, octubre
de 1994.

Douglass W. Cassel, Jr., “International Truth Commissions and Justice”,


The Aspen Institute Quarterly 69 (1993).

Transitional Justice, vol. I, General Considerations, Neil J. Kritz, comp.,


foreword by Nelson Mandela, United States Institute of Peace Press, 1955,
Washington D.C. (Se pueden consultar también extractos de los informes
de diversas comisiones de la verdad en el vol. III de esta obra.)

Michael P. Scharf, “The Case for a Permanent International Truth


Commission”, Duke Journal of Comparative & International Law, vol. 7, núm. 2.
¿QUÉ SE PUEDE ESPERAR DE UNA COMISIÓN DE LA VERDAD?

Juan E. Méndez, “Derecho a la verdad frente a las graves violaciones a los


derechos humanos”, y Alicia Oliveira y María José Guembe, “La verdad,
derecho de la sociedad”, ambos en La aplicación de los tratados sobre derechos
humanos por los tribunales locales, Martín Abregú y Christian Courtis, comps.,
Buenos Aires: CELS-Ediciones del Puerto, 1997.

179
Tarea inconclusa:
la contribución de la
Comisión de la V erdad
Verdad
y Reconciliación
a la justicia en la Sudáfrica
pos apartheid *
Paul van Zyl
Director de Programa, Centro por la Justicia de Transición(EEUU)

Cualquier análisis sobre la contribución de una comisión de la verdad


para alcanzar la “justicia” en cualquier país debe estar precedido de
una importante aclaración metodológica: las comisiones de la verdad
únicamente pueden hacer contribuciones parciales a los complejos y 181
cuestionados procesos para lidiar con un legado de abusos y construir
una cultura de respeto de los derechos.
Por lo tanto, se debe tener mucho cuidado cuando se atribuyen
éxitos o fracasos respecto del trabajo y las investigaciones de una
comisión de la verdad. Esto no implica que el impacto y la eficacia
de las CCV no sean un legítimo objeto de estudio, sino que deben
establecerse indicadores en niveles realistas para el diagnóstico.
Para lograr esto es central la asignación de responsabilidades a
las CCV y los gobiernos, respectivamente. Únicamente los gobiernos
tienen la capacidad y son responsables de la aplicación de muchos
aspectos de la aplicación de la justicia. Las CCV pueden poner presión
en los gobiernos para que actúen o desafortunadamente también
pueden dar a los gobiernos el pretexto para no actuar, pero son los
gobiernos los que finalmente son responsables de garantizar que se
haga “justicia”.

* Agradezco a M. Kelli Muddell, asistente de Programa del Centro Internacional


para la Justicia de Transición, cuya meticulosa investigación ha sido invaluable. (La
presentación fue pronunciada en inglés; se reproduce una traducción.)
COMISIONES DE LA VERDAD

Otro reto metodológico se refiere a la definición de “justicia”.


Justicia es un concepto sorprendentemente resbaloso y por lo tanto
es muy importante articular una definición muy general de justicia
antes de valorar la contribución de cualquier CV al respecto. Para los
propósitos de esta ponencia adoptaremos (y adaptaremos) la
concepción de justicia adoptada en la sentencia de fondo del juicio
Velásquez Rodríguez1 suministrada por la Corte Interamericana de
Derechos Humanos que establece que el Estado está obligado a
cumplir con las siguientes obligaciones en respuesta a la comisión de
graves violaciones de derechos humanos:

1. Conducir una investigación para el establecimiento de la verdad en


relación con la violación sufrida por la víctima, a lo que me referiré
como verdad para las víctimas.
2. Conducir una investigación capaz de identificar a los responsables de
la violación, a lo que llamaré verdad sobre los responsables.
3. Juzgar a aquellos responsables por la violación, a lo que me referiré
como procesamiento.
182
4. Otorgar reparación o compensación a las víctimas de violaciones a
derechos humanos, a lo que me referiré como reparación.
5. Tomar medidas para asegurar que la violación no volverá a ocurrir, a
lo que me referiré como reforma institucional.

Esa concepción de la Comisión Interamericana en cuanto a


las obligaciones de los Estados en respuesta a las graves violaciones
de derechos humanos proporciona una definición rica y holística de
lo que constituye la “justicia”. Es holística porque no entiende la
justicia como un sinónimo de procesamiento, sino que adopta una
definición más amplia, que va más allá de meramente enfocarse en
la conducta de los responsables para incluir las necesidades de las
víctimas y del imperativo para reformar las instituciones estatales
para asegurar que los abusos a los derechos humanos no se repitan.
Este documento analizará hasta donde la Comisión de la Verdad y
Reconciliación ha contribuido a alcanzar esta noción de justicia en la
Sudáfrica posapartheid.

1. Velásquez Rodríguez (Corte Interamericana de Derechos Humanos) Juicio, 1988,


Serie C No. 4.
CONTRIBUCIÓN DE LA CVR A LA JUSTICIA EN SUDÁFRICA

LA VERDAD PARA LAS VÍCTIMAS

“La CVR atrajo una cobertura extensa y única tanto en los medios
impresos como electrónicos. En particular, las imágenes y voces de
las víctimas y sobrevivientes, quienes testificaron sobre sus experiencias
durante la represión del apartheid, fueron vistas y escuchadas en los
hogares de la mayoría de los sudafricanos. Por más de dos años
incuestionablemente esto tuvo un dramático impacto en la psique
popular de todos los sudafricanos. Tan sólo esto propició el
acercamiento al cumplimiento de uno de los principales objetivos
de la CVR; el reconocimiento público del trauma experimentado por
las víctimas del conflicto sudafricano.”2
La CVR reunió declaraciones de aproximadamente 24 mil
víctimas de abusos a los derechos humanos durante el término de
su administración. Las víctimas relataron sus experiencias a personal
de la comisión de la verdad capacitado especialmente para reunir
información importante de manera sensible cultural y psicológica-
mente. Además de este proceso de toma de declaraciones, la CVR 183
también sostuvo una serie de audiencias abiertas en diferentes lugares
alrededor del país en las que aproximadamente dos mil tuvieron la
oportunidad de testificar en público.
Estas audiencias fueron extensamente cubiertas por los medios
de comunicación incluyendo transmisiones en vivo la radio nacional,
reportes diarios en los periódicos nacionales y regionales, así como
sinopsis semanales de los procedimientos en la televisión nacional.
El trabajo de la CVR también adquirió gran prominencia.
Regularmente recibía cobertura en las primeras planas de los diarios,
además de ser la nota principal de los noticieros nocturnos de
televisión. Durante la duración de la CVR hubiera sido virtualmente
imposible para cualquier persona que tuviera acceso a los medios
de comunicación el no estar consciente de su trabajo. Debido a los

2. Graeme Simpson, “Breve evaluación sobre la Comisión de la Verdad y


Reconciliación en Sudáfrica: Algunas lecciones para sociedades en transición”,
1998, p. 27. Publicación disponible en el sitio web del Centro para el Estudio de la
Violencia y Reconciliación <http://www.csvr.org.za/papers/papCVRe2.htm>
acceso 28 de marzo de 2002.
COMISIONES DE LA VERDAD

relativamente altos niveles de la penetración de los medios en


Sudáfrica, se puede afirmar con seguridad que una abrumadora
mayoría de ciudadanos estaban razonablemente bien informados,
o conscientes del trabajo de la CVR.
Esta amplia concientización del trabajo de la CVR contribuyó al
establecimiento de la verdad social sobre la naturaleza de la victimización
y el impacto de los abusos de los derechos humanos en las personas y
sus familias.
El trabajo y las conclusiones de la CVR también redujeron
dramáticamente la posibilidad de negar de forma razonable la
verdad sobre el sufrimiento y el abuso padecido bajo el régimen del
apartheid. Por ejemplo, después de escuchar el testimonio público de
cientos de víctimas de tortura y después de analizar miles de
declaraciones hechas por las víctimas de tortura, la CVR pudo llegar a
las siguientes conclusiones.
La Comisión encuentra que el uso de la tortura en forma de
provocación de severos daños físicos y mentales y sufrimiento con
184 el objeto de castigar, intimidar u obtener información y confesiones,
fue practicada sistemáticamente, en particular, pero no exclusiva-
mente, por miembros del Área de Seguridad de la Policía Sudafricana
a lo largo del periodo de mandato de la Comisión.3
El hecho de que esa conclusión, referente a las violaciones
ocurridas durante un largo periodo, se haya basado en un análisis
objetivo de un gran número de declaraciones de víctimas dispersas
a lo largo del país, hizo casi imposible refutarlas.
Esto ayudó a erosionar años de mentiras y distorsiones oficiales
y sirvió como base importante para las verdades sociales sobre las
experiencias de las víctimas en Sudáfrica.
Después de considerar todas las pruebas obtenidas, la CVR
concluyó en su informe final que el apartheid era un crimen contra la
humanidad.4 Esta conclusión fue particularmente significativa porque

3. Sudáfrica, Comisión para la Verdad y Reconciliación. Informe de la Comisión


para la Verdad y Reconciliación, 5 vols. Capetown: Juta & Company, Ltd., 1998,
vol. 2, p. 220.
4. Comisión Sudafricana de la Verdad y la Reconciliación. Véase pie de página 3,
vol. 5, p. 222.
CONTRIBUCIÓN DE LA CVR A LA JUSTICIA EN SUDÁFRICA

los gobiernos (de blancos) sucesivos y la comunidad blanca en general


ha buscado argumentar que el apartheid era una política social
benevolente, que buscaba maximizar el bien colectivo separando a
los grupos raciales y permitiéndoles desarrollarse en su propio ritmo
y a su manera.5 Se argüía que la decisión de abandonar el apartheid se
tomó no porque el sistema fuera intrínsecamente injusto, inmoral u
opresivo, sino porque era disfuncional y poco práctico.6
Éste fue un claro intento para exonerar moralmente a aquellos
que formularon e implementaron las políticas del apartheid
mostrándolos como bien intencionados y pragmáticos. El trabajo y
las conclusiones de la CVR refutaron decisivamente esta caracterización.
Se volvió extremadamente difícil para los defensores del CCV exaltar
sus virtudes o proclamar su benevolencia de cara al diario testimonio
de las víctimas describiendo los horribles abusos y el sufrimiento
inhumano causado por aquellos que defendían y apoyaban al Estado.
Se pudo haber argumentado que la conclusión de la CVR respecto de
que el apartheid era un delito contra la humanidad era un mero
reconocimiento jurídico y oficial de una verdad que los sudafricanos 185
negros habían sostenido como evidente. Sin embargo, es significativo
política, moral y en potencia legalmente que tal verdad fuera
oficialmente reconocida.
Además de establecer la verdad social sobre las violaciones a los
derechos humanos en el régimen del apartheid, la CVR también
proporcionó a muchas víctimas el reconocimiento y la reivindicación
específica que por tanto tiempo se les había negado. Las víctimas
que testificaron ante la CVR o que hicieron declaraciones ante ella
fueron recibidas con comprensión y tratados con dignidad y respeto.
Contrario a su experiencia bajo el régimen del apartheid, cuando las
víctimas informaban de sus experiencias sobre violaciones a sus
derechos humanos a la CVR, sus testimonios eran considerados como
válidos hasta que se demostrara lo contrario.
A pesar de que no todas las víctimas experimentaron el proceso
de rendir testimonio como catártico o psicológicamente benéfico,

5. Véase el primer informe del Partido Nacional a la Comisión Sudafricana de la


Verdad y Reconciliación en 14 de mayo de 1997, <http://www.doj.gov.za/CVR/
special/party2/np2.ht> fecha de acceso 1 de abril de 2002.
6. Ibid.
COMISIONES DE LA VERDAD

la gran mayoría dio mucha importancia al hecho de que la veracidad


de su testimonio fuera reconocida y aceptada.
La CVR también ayudó a los familiares y seres queridos a
descubrir la verdad específica relacionada con el homicidio o la
desaparición de víctimas en particular.
La evidencia descubierta por la unidad de investigación de la
CVR junto con la información revelada por los perpetradores que
buscaban la amnistía por sus crímenes, permitieron que la CVR resolviera
un número de casos que anteriormente habían sido un misterio. A
pesar de que estas revelaciones generalmente causaban gran dolor y
coraje también permitieron a las familias empezar a dar conclusión a
diversos eventos que, dado que se mantenían sin aclarar, eran causa de
traumas y ansiedad. La CVR obviamente fue incapaz de resolver cada
uno de los casos y ello para algunas víctimas pudo haber aumentado
su sufrimiento al tener expectativas que no se cumplieron.
Puede haber muy pocas dudas de que el trabajo y las
conclusiones de la CVR hayan cumplido un papel importante respecto
186 de la revelación y confirmación de verdades importantes en relación
con los abusos a los derechos humanos en Sudáfrica. Sin embargo,
antes de evaluar otros aspectos del trabajo de la CVR, es importante
reconocer que algunos de los observadores han sido sumamente
críticos sobre lo que consideran como un enfoque muy estrecho en
el trabajo de la CVR hacia exclusivamente ciertas violaciones a los
derechos humanos, como el homicidio y la tortura, ignorando así
otras formas de abuso más sistemático bajo el régimen del apartheid
tales como la expropiación de la tierra, la desigualdad en la educación
y las condiciones de explotación laborales.
Probablemente, el más convincente de estos críticos sea
Mahmood Mamdani, 7 quien argumenta que haber decidido

7. Mamhood Mamdani, “Reconciliación sin justicia” (Reconciliation Without


Justice), South African Review of Books 46 (1996) http://www.uni.ulm.de/~rturrell/
antho3html/mandami.html, fecha de acceso 28 de marzo de 2002; “Grados de
reconciliación y formas de justicia: el sentido de la experiencia africana” (Degrees
of Reconciliation and Forms of Justice: Making Sense of the African Experience,
ponencia presentada en la conferencia ¿Justicia o Reconciliación? (Justice or Reconciliation?)
en el Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de Chicago, 25 y 26 de
abril de 1997, p. 6.
CONTRIBUCIÓN DE LA CVR A LA JUSTICIA EN SUDÁFRICA

privilegiar a las víctimas de las violaciones a la integridad física más


graves tanto en sus audiencias como en el discurso público, la CVR
mostró una imagen distorsionada de la naturaleza de las violaciones
de los derechos humanos durante el apartheid. Mamdani supone que
lo anterior ha permitido a los gobiernos posapartheid formular
políticas sociales y económicas, que no se refieren adecuadamente a
las enormes disparidades en cuanto a riqueza y oportunidades que
es el más persistente legado del apartheid.
Mientras que el argumento de Mamdani es plausible, al final es
poco persuasivo por varias razones. Primero, Mamdani se equivoca
en una serie de hechos. A pesar de que la CVR “escogió”8 enfocar su
trabajo en una “limitada” clase de víctimas, sí enfatizó, tanto en sus
audiencias como en su informe final, que violaciones como la tortura
y los asesinatos debían ser entendidos y analizados en el contexto de
la discriminación racial y económica en la que se fundaba el régimen
del apartheid.9
Reconociendo esta interrelación, la CVR hizo la siguiente
recomendación al gobierno en su informe final: 187

La Comisión recomienda que el gobierno acelere la disminución de la


intolerable brecha entre los favorecidos y desfavorecidos de nuestra
sociedad, inter alia, dando aún más atención urgente a la transformación
en la educación, otorgamiento de habitación y acceso a agua potable, así
como a servicios de salud y la creación de oportunidades de empleo. El
reconocimiento y la protección de los derechos socioeconómicos son
cruciales para el desarrollo y sostenimiento de una cultura de respeto a
los derechos humanos [...] será imposible crear una cultura real de
derechos humanos sin que los sectores público y privados den alta
prioridad a la justicia económica.
Reconociendo que es imposible para el sector público que por sí solo
obtenga los recursos necesarios para acelerar el objetivo de la justicia

8. A pesar de que el mandato de la CVR tenía suficiente flexibilidad para decidir


extender su mandato, claramente la legislatura intentó que la CVR enfocara sus
esfuerzos en los casos de víctimas de violaciones como tortura, asesinato y
desapariciones.
9. Comisión Sudafricana de la Verdad y la Reconciliación. Véase pie de página 3,
vol. 1, pp. 63-65.
COMISIONES DE LA VERDAD

económica, la Comisión urge al sector privado a considerar una iniciativa


especial en términos de un fondo para capacitación, fortalecimiento y opor-
tunidades para los sectores en desventaja y desposeídos en Sudáfrica.10

Más aún, la CVR llevó a cabo una serie de “audiencias institucionales”


que deliberadamente se enfocaban al impacto de distorsión y
corrupción del régimen del apartheid en un amplio rango de
instituciones incluyendo los medios de comunicación, abogados, el
sector de salud y el sistema educativo y los empresarios. Un volumen
completo del informe de la CVR está dedicado no a un análisis de
caso por caso de las víctimas individuales, sino a un análisis de cómo
operaba el apartheid como sistema.11 La decisión de la CVR de enfocarse
a una “limitada” clase de víctimas, pero explicando su victimización
con referencia a formas más amplias de discriminación e inequidad,
es defendible tanto por razones analíticas como pragmáticas. Hubiera
sido una carga administrativa y logística casi imposible de cumplir
para la CVR si, además de sus ya onerosas responsabilidades, se le
188 pidiera reunir las declaraciones y sostener audiencias para los millones
de víctimas de discriminación racial y económica durante el apartheid.
En segundo lugar, Mamdani no considera el papel
de una plétora de instituciones e iniciativas creadas
por la constitución sudafricana y el gobierno para
tratar las inequidades estructurales del apartheid. La
constitución interina12 estableció una comisión de
género, un Tribunal y Comisión Agraria, una
Un estadio
dividido en
Comisión de Derechos Humanos, un ombudsman y una enérgica
secciones Carta de Derechos (incluyendo un significativo compromiso a la
para acción afirmativa, equidad sustantiva y derechos socioeconómicos).
blancos
y negros
El gobierno también adoptó una política económica que estaba
durante la dirigida a las comunidades marginadas por el apartheid.13 Mamdani,
época del sin embargo, tiene razón cuando afirma que la CVR capturó (y
apartheid

10. Comisión Sudafricana de la Verdad y la Reconciliación. Véase pie de página 3,


vol. 5, p. 308.
11. Comisión Sudafricana de la Verdad y la Reconciliación. Véase pie de página 3, vol. 4.
12. Constitución Interina Sudafricana, Ley 200, 1993.
13. Sudáfrica, El Programa de Desarrollo y Reconstrucción, 1994, www.polity.org.za/
govdocs/rdp/rdp.html, fecha de acceso 28 de marzo de 2002.
CONTRIBUCIÓN DE LA CVR A LA JUSTICIA EN SUDÁFRICA

posiblemente dominó) la imaginación pública, pero es poco justo


pedirle que, por su éxito, invadiera los mandatos de otras instituciones.
En tercer lugar, Mamdani atribuye demasiado poder e influencia
a la CVR y al hacerlo formula una cuestionable teoría sobre la realización
de políticas y la respuesta pública al respecto. Su argumento se basa en
la suposición implícita de que la CVR “ignora” las dimensiones
socioeconómicas del apartheid (aseveración que por sí misma ya ha sido
respondida anteriormente) y que el gobierno debió haber adoptado
las políticas económicas con mayor contenido “redistribucionista”.
Esto presume tanto que la CVR tuvo más influencia sobre el actual
gobierno de la que en realidad tuvo —por ejemplo su fracaso para
persuadirlo de aceptar un programa de reparación comparativamente
de mucho menor costo— y que millones de personas sin hogar o
sudafricanos desempleados hayan sido engañados y desmovilizados
por la limitada interpretación de la CVR de victimización frente al apartheid.
Los sudafricanos negros desempleados y sin hogar están
totalmente conscientes de su problema y de sus causas, y mantendrán
su petición de rendición de cuentas al actual gobierno si sus políticas 189
no ofrecen alguna señal de mejoría, independientemente del trabajo
y conclusiones de la CVR.
Probablemente la mayor contribución de la CVR para develar la
verdad respecto de los abusos a los derechos humanos cometidos
haya sido el reconocimiento y la reivindicación de las experiencias de
un significativo número de víctimas. Esto ha tenido un extraordinario
impacto en las víctimas y sus familias y servirá para promover y
proteger una cultura de derechos humanos en la sociedad Sudafricana.

LA VERDAD SOBRE LOS RESPONSABLES

Karl Jaspers, en su famoso ensayo titulado “The Question of


German Guilt” (“La cuestión de la culpa alemana”),14 identifica
varios tipos de culpa tras las sistemáticas y masivas violaciones a los

14. Karl Jaspers, “La cuestión de la culpa alemana”, Justicia de Transición: Cómo las
democracias emergentes hablan de los regímenes anteriores (“The Question of German Guilt.”
Transitional Justice: How Emerging Democracies Reckon with Former Regimes), Neil J.
Kritz (comp.), Washington D.C.: U.S. Institute of Peace, 1995, vol. 1, pp. 157-171.
COMISIONES DE LA VERDAD

derechos humanos. Jaspers se refiere, inter alia, a la culpa criminal,


culpa política y culpa metafísica. Él define la culpa criminal como la
responsabilidad que se vincula a aquellos legalmente responsables
de un crimen en particular. La culpa política es atribuible a los
ciudadanos y funcionarios públicos en un Estado donde los derechos
humanos son sistemáticamente violados.
La culpa metafísica existe cuando una persona no actúa donde
sería posible prevenir o reducir la comisión de una violación de
derechos humanos.
La CVR cumplió un importante pero imperfecto papel al tratar
todos estos conceptos de culpa.
Donde era posible hacerlo, la CVR atribuyó directamente la
responsabilidad penal por las violaciones a los derechos humanos a un
número limitado de personas.
A diferencia de su predecesora, la Comisión de la Verdad y
Reconciliación de Chile, la CVR decidió identificar y nombrar a
personas de quienes se tenía fuerte evidencia de su involucramiento
190 en violaciones a los derechos humanos. En la práctica, la capacidad
de la CVR para nombrar a los responsables fue severamente limitada
por los procedimientos de debido proceso, que fueron impuestos
por ley y aceptados como medidas básicas de justicia en el pro-
cedimiento por la propia CVR. Antes de que una persona pudiera ser
identificada como responsable, esta persona podía examinar la
evidencia en la que esa acusación se fundamentaba y después tenía
la oportunidad de ofrecer las pruebas en contra.15 Esto significa
que muchos de los resultados sobre responsabilidad fueron objeto
de fuertes litigios entre los sujetos y sus representantes legales, lo que
representó muchísimo tiempo para el equipo jurídico y de
investigación de la CVR. Como la comisión sólo reunió suficiente
evidencia para poder determinar la responsabilidad de los presuntos
perpetradores, al final de su mandato la Comisión se vio forzada a
abandonar un número significativo de casos dado que le era
imposible cumplir con los requisitos de debido proceso con tiempo
suficiente para completar y emitir su informe final.

15. Sudáfrica, “Ley de Promoción de la Unidad Nacional y Reconciliación”


(Promotion of National Unity and Reconciliation Act.), No. 34 (1995), Sección 30(2).
CONTRIBUCIÓN DE LA CVR A LA JUSTICIA EN SUDÁFRICA

La CVR debió haber anticipado este aspecto sobre el proceso


de encontrar a los responsables y destinar más tiempo y recursos a
la realización de esta tarea. Sin embargo, debe reconocerse que las
instituciones cuasi-legales con recursos limitados podrán sólo hacer
un muy limitado número de conclusiones en los que los responsables
de violaciones fueran específicamente identificados, ya que el
cumplimiento de los requisitos de debido proceso inherentemente
requiere de tiempo y recursos. Sin embargo, la CVR pudo hacer públicos
los nombre de más de cien individuos responsables de las más graves
violaciones a los derechos humanos y, en muchos casos, la vergüenza
y exclusión que acompañó esa identificación fueron importantes
(aunque insuficientes) formas de rendición de cuentas.
La CVR no atribuyó la responsabilidad de las violaciones a los
derechos humanos a particulares. En la medida de lo posible también
atribuyó responsabilidad a las instituciones o estructuras como el
gobierno o el gabinete. Por ejemplo, después de encontrar evidencia
de la sistemática y generalizada tortura de personas privadas de su
libertad, la CVR concluyó lo siguiente:
191

La Comisión concluye que el uso de la tortura fue permitido por el


gobierno sudafricano como una práctica oficial [...] La Comisión concluye
que la tortura tal como se practicó por los miembros de la policía
sudafricana constituyó un patrón sistemático de abuso que involucró
el planeamiento deliberado de miembros de la policía sudafricana, y
ello constituye una grave violación a los derechos humanos [...] La
Comisión concluye por lo tanto que las siguientes instituciones son
directamente responsables por el uso de la tortura en contra de los
detenidos e indirectamente por todas las muertes por causas no
naturales de los detenidos bajo custodia policial: el Ministerio del Orden
Público, los Comisionados de Policía; los oficiales responsables de las
fuerzas de seguridad en el ámbito nacional, de división y nivel local. Se
concluye que el gabinete es indirectamente responsable.16

Estas conclusiones son importantes no sólo por razones morales y


políticas, sino también porque constituyen la base para futuras

16. Comisión de la Verdad y Reconciliación de Sudáfrica. Véase pie de página 3,


vol. 2, p. 220.
COMISIONES DE LA VERDAD

acciones legales como enjuiciamiento y demandas civiles tanto en


Sudáfrica como en jurisdicciones extranjeras.17
El controvertido aspecto de la verdad para la amnistía del
trabajo de la CVR fue un mecanismo extremadamente efectivo en la
identificación de la responsabilidad de los violadores de derechos
humanos. El hecho de que más de 7 mil 500 personas solicitaran la
amnistía es en parte atribuible al hecho de que las revelaciones
contenidas en cada grupo de solicitudes de amnistía creaban un
“dilema de prisioneros” para los futuros solicitantes.
Los responsables empezaron a temer estar implicados en
solicitudes de amnistía que sus cómplices pudieran haber realizado
secretamente y se vieron forzados a tomar decisiones estratégicas
basadas en información imperfecta en relación con si su silencio
podría representar el riesgo de ser juzgado.
Más aún, dado que el solicitante de amnistía deliberadamente
se había incriminado y se le había proporcionado inmunidad a cambio
de su evidencia, la CVR obtuvo invaluables pruebas sobre la naturaleza
192 de las violaciones a los derechos humanos en Sudáfrica sin confrontar
las cargas del debido proceso arriba mencionadas.
Además, el proceso de amnistía provocó mucha presión entre
los solicitantes, por razones legales y de estrategia, para demostrar
que habían actuado bajo las órdenes de un superior o de acuerdo
con una estrategia política aprobada. Esto frecuentemente causó
que implicaran a sus superiores para no mostrarse como indivi-
dualistas motivados por consideraciones puramente personales.
En muchos casos, como cada subordinado implicaba a su
superior, el superior se veía forzado a solicitar la amnistía creando
una reacción en cadena que terminaba por inculpar a algún
importante político o líder de las fuerzas de seguridad.
Las audiencias de la CVR, en lo que respecta a los partidos
políticos e importantes instituciones gubernamentales e instituciones
sociales (como prisiones, medios de comunicación, el sistema legal y
el sector religioso), cumplió un importante papel en subrayar la

17. A pesar de que a la fecha ha habido muy pocos enjuiciamientos y demandas


civiles por las razones que se mencionan en la sección 3, no existen obstáculos
fundamentales para que éstas no se lleven a cabo.
CONTRIBUCIÓN DE LA CVR A LA JUSTICIA EN SUDÁFRICA

responsabilidad política y moral por los abusos a los derechos humanos.


Por ejemplo, durante las audiencias de partidos políticos la CVR pudo
cuestionar a altos oficiales del gobierno con base en la evidencia recibida
del proceso de amnistía, que indicaba que los más altos líderes de las
fuerzas de seguridad genuinamente creían que los asesinatos y las desa-
pariciones fueron autorizados y apoyados por los líderes políticos de
gobiernos sucesivos del apartheid. Fue claro durante estas audiencias y
como resultado de la subsiguiente información obtenida por la CVR
que las principales figuras políticas habían autorizado las violaciones a
los derechos humanos y las alegaciones de ignorancia hechas por los
políticos eran falsas, poco plausibles o el resultado de una deliberada
política negligente. Del mismo modo, las audiencias institucionales
dirigieron la atención a las complicidades y omisiones respecto de las
violaciones a los derechos humanos realizadas por quienes estaban en
posiciones de responsabilidad e influencia en instituciones de gran
poder como la judicatura y los medios de comunicación. Por medio
de las diversas audiencias sostenidas la CVR fue capaz de ampliar el
enfoque de su investigación a la responsabilidad por los abusos a los 193
derechos humanos no sólo para aquellos que “jalaron el gatillo”, sino
también para aquellos individuos e instituciones poderosos que
usualmente escapan del escrutinio durante los procesos penales, pero
cuyas acciones u omisiones desempeñaron un papel fundamental para
que las violaciones a los derechos humanos fueran posibles.
Esta investigación ampliada sobre la conducta pasada tiene
implicaciones potenciales significativas, pues obliga a los partidos
políticos y a las instituciones sociales e examinar críticamente su modus
operandi en el pasado con el objeto de ayudar a prevenir abusos
similares en el futuro.
Parece ser apropiado hacer una observación conclusiva de los
resultados de la CVR en relación con los responsables. A pesar de que
la mayoría del trabajo de la CVR estuvo apropiadamente enfocada
en las violaciones a los derechos humanos llevados a cabo por agentes
estatales, el mandato de la CVR incluyó una investigación sobre las
violaciones a los derechos humanos perpetrados por miembros de
movimientos de liberación o aquellos que actuaran en su nombre.
El mandato de la CVR especificó que se investiguen todo tipo
de violaciones a los derechos humanos, independientemente de la
COMISIONES DE LA VERDAD

identidad del responsable. Como resultado la CVR elaboró conclusiones


sobre la responsabilidad de los actores estatales y no estatales. La CVR
fue cuidadosa en no suponer que la conducta de las personas que
actuaron a nombre del régimen del apartheid eran moralmente
equivalentes a aquellos que actuaban en nombre de movimientos de
liberación. También reafirmó que el apartheid constituyó un crimen
contra la humanidad y que los movimientos de liberación que buscaban
el fin del apartheid perseguían una lucha justa.
Sin embargo, CVR sostuvo que los movimientos de liberación
estaban obligados a cumplir con las normas aplicables de derecho
internacional humanitario y por lo tanto emitieron resoluciones adversas
en los casos donde los movimientos de liberación violaron esas
normas. Obviamente es de crucial importancia que las comisiones de
la verdad o investigaciones similares apliquen el derecho internacional
de los derechos humanos así como el derecho internacional huma-
nitario indiscriminadamente, al mismo tiempo que reconozcan que
los conflictos tienen causas históricas y con frecuencia tienen su origen
194 en injusticias de las que las partes no son igualmente responsables.

PROCESAMIENTO

De todos los aspectos del trabajo de la CVR, su papel en lo relacionado


con el procesamiento de los responsables de las violaciones a los
derechos humanos ha sido malinterpretado. Es importante subrayar
que además de algunos casos individuales, procesados antes del
establecimiento de la CVR, como parte de las pláticas bilaterales entre
el gobierno y el Congreso Nacional Africano (ANC), nadie recibió
amnistía por crímenes graves a los derechos humanos sin hacer una
revelación completa como parte de la aplicación de la CVR. Más aún,
existe la mala concepción de que a la mayoría de los solicitantes que
hicieron confesiones y revelaron sus crímenes se les otorgó la amnistía.
De hecho, a menos del 10%18 de las más de 7 mil 500 personas
que solicitaron amnistía se les concedió. Esto es en parte atribuible

18. Esta cifra podría ser muy alta, sin embargo, ya que el Comité de Amnistía está
aún en el proceso de presentar su informe es muy pronto para dar datos precisos.
CONTRIBUCIÓN DE LA CVR A LA JUSTICIA EN SUDÁFRICA

al hecho de que un alto porcentaje de las solicitudes fue hecha por


prisioneros comunes, quienes intentaron usar el proceso de amnistía
como un medio para asegurar su liberación. Estas solicitudes fueron
negadas. También se atribuye al hecho de que los abogados y jueces
nombrados para formar parte del comité de amnistía tomaron el
proceso muy seriamente y se negaron a simplemente aceptar
solicitudes de amnistía bona fide.
Muchas solicitudes fueron rechazadas porque los solicitantes
no hicieron confesiones completas (con frecuencia las declaraciones
eran falsas o incompletas) o porque la naturaleza política del delito
no estaba clara (los solicitantes rechazados generalmente no pudieron
demostrar que habían actuado a nombre de una organización política
conocida públicamente o que habían actuado de acuerdo con un
objetivo político legítimo).
La CVR desde el principio dejó muy claro en su mandato que la
legislación que la creó otorgaba al Comité de Amnistía total
autonomía y que no se extendería ninguna garantía de amnistía a los
solicitantes. Además se subrayó que habría una fecha límite para la
admisión de las solicitudes y aquellas personas que no hubieran hecho
195
la solicitud o a quienes les hubiera sido negada la amnistía, deberían
ser consideradas para su enjuiciamiento. La sección que se refiere a
este tema del informe de la CVR señala:

En los casos en los que la amnistía no ha sido solicitada o haya sido


negada, se deberá considerar el enjuiciamiento cuando exista evidencia
suficiente de que un individuo ha cometido graves violaciones a los
derechos humanos. Al respecto, la Comisión pondrá a disposición de
las autoridades pertinentes la información con la que cuente en relación
con las denuncias graves en contra de esos individuos (excluyendo la
información privilegiada como aquella contenida en las solicitudes de
amnistía). Se debe considerar la posibilidad de imponer un límite de
tiempo para tales juicios. Los procuradores deberán prestar rigurosa
atención al procesamiento de miembros del Servicio de Policía
Sudafricano (SAPS) que se encuentre hayan golpeado, torturado o
asesinado a personas bajo su custodia. Con el objeto de evitar una
cultura de la impunidad y de establecer el Estado de derecho, se debe
evitar otorgar una amnistía general en cualquiera de sus formas.19

19. Comisión Sudafricana de la Verdad y la Reconciliación. Vea pie de página 3, vol.


5, p. 309.
COMISIONES DE LA VERDAD

A principios de 1999, tras la publicación del informe final de


la CVR, Bulelani Ngcuka, director de procuradores generales, anunció
que su oficina había establecido una unidad especial para investigar
los casos de las personas que no habían solicitado amnistía o que les
había sido negada. Los miembros de esta unidad actualmente están
procesando al doctor Wouter Basson, ex miembro de la Fuerza de
Defensa Sudafricana, por delitos como asesinato, tráfico de drogas
y fraude. Además de este caso no hay más juicios que se estén
desarrollando actualmente, lo que resulta sorprendente dadas la
evidencia existente y los descubrimientos de la CVR y las investigaciones
anteriores sobre violencia política realizadas por instancias como la
Comisión Goldstone.
Sólo un porcentaje relativamente pequeño del número total de
perpetradores responsables de violaciones a los derechos humanos
ha sido exitoso en su solicitud de amnistía. En teoría, existen cientos
de objetivos potenciales para ser juzgados, la mayoría de ellos por
crímenes políticos ocurridos hace diez o veinte años, y esto ha propi-
196 ciado preocupaciones legítimas sobre la posibilidad de obtener
pruebas y testigos confiables. También debe considerarse que los crí-
menes políticos, que involucraban operadores expertos en la des-
trucción de evidencia y autores intelectuales que ponen gran cuidado
en la formulación de instrucciones en términos muy ambiguos y
vagos, son más difíciles de procesar que un crimen “ordinario”.
Sin embargo, dado el volumen de evidencia disponible, el
número de testigos potenciales que se puedan descubrir a través del
proceso de amnistía de la CVR y la escasez de procesamientos, es difícil
no llegar a la conclusión de que el actual gobierno es ya sea ambivalente
o está en contra de esos procesamientos. Esto es muy desafortunado
por al menos cuatro razones.
Primero, a menos que Sudáfrica demuestre una gran voluntad
para procesar y consignar a los responsables de graves violaciones a
los derechos humanos estaría en grave violación a sus obligaciones
de derecho internacional de llevar a juicio a los responsables de
graves violaciones a los derechos humanos.
Existe un importante y vívido debate sobre si la naturaleza del
proceso de amnistía en Sudáfrica y las circunstancias que le dieron
origen deben constituir derogaciones legítimas de las obligaciones
CONTRIBUCIÓN DE LA CVR A LA JUSTICIA EN SUDÁFRICA

internacionales de perseguir y enjuiciar a los responsables de las más


graves violaciones a los derechos humanos.20 Independientemente de
la posición que uno tome en este debate, no hay
duda de que el gobierno sudafricano tiene la
obligación internacional de procesar a aquellos
que no solicitaron o se les negó la amnistía.
En segundo lugar, en el fundamento del
proceso de amnistía existe una clara amenaza:
solicitar la amnistía o enfrentar el riesgo de ser Represión a
juzgado. Tanto las víctimas de violaciones como quienes solicitaron manifestantes
la amnistía se sentirán legítimamente ofendidos si la amenaza de ser negros
enjuiciados equivale a una trampa y aquellos que deliberadamente
desafiaron el proceso de amnistía no pagan ningún precio. La amnistía
ha sido defendida por sus partidarios como “el precio que Sudáfrica
pagó por la democracia”. ¿Qué posible justificación puede ofrecerse
de no lograr llevar a juicio a quienes han rechazado la controvertida
oportunidad de la amnistía por la verdad?
En tercer lugar, el avance sudafricano hacia la justicia de transición 197
no tiene únicamente un impacto doméstico. Ha sido cuidadosamente
observado por los gobiernos, víctimas, perpetradores y activistas en
todo el mundo. El hecho de no poder llevar a juicio a los responsables
puede enviar una señal a los perpetradores de que cualquier reducción
de la pena (por ejemplo, una amnistía a cambio de la verdad, una
reducción parcial de la sentencia o la oportunidad de hacer servicio
comunitario) ofrecida como sustituto de un procesamiento penal debe
ser visto a la luz de la experiencia sudafricana.
Los perpetradores sofisticados podrían considerar que si el
relativamente poderoso y funcional gobierno sudafricano no fue capaz
o no tuvo la voluntad de llevarlos a juicio, podrían arriesgarse a
negarse a cualquier oferta de sanción parcial asumiendo que hay
posibilidades de evitar totalmente la sanción. Sudáfrica es un ejemplo

20. Juan E. Méndez, “Responsabilidad por los abusos del pasado” (Accountability
for Past Abuses), Human Rights Quarterly (Revista trimestral de Derechos Humanos).
19.255 (1997): 270. Vea Diane Orentlicher, “Estableciendo responsabilidad: El
deber de procesar las violaciones a los derechos humanos de un régimen anterior”
(Settling Accounts: The Duty to Prosecute Human Rights Violations of a Prior
Regime), Yale Law Journal, 100 (1991): 2537.
COMISIONES DE LA VERDAD

para muchos de los Estados en transición. Tiene una especial


responsabilidad de sentar un precedente ejemplar.
Cuarto y último, mientras se puede argumentar legítimamente
que la sola existencia de la CVR sirvió para reducir la presión nacional
e internacional de llevar a juicio a los responsables, esto obviamente
es cierto únicamente en lo concerniente a los responsables a quienes
se les otorgó la amnistía. Dado que todas las partes del conflicto
sudafricano, incluyendo las fuerzas de seguridad, coincidieron en
que existiera un proceso que permitiera el castigo para aquellos que
no solicitaron la amnistía o a quienes se les fue negada, ese proceso de
amnistía paradójicamente facilita la persecución y el enjuiciamiento
de un número significativo de casos. En este contexto, es particular-
mente lamentable que el gobierno no haya logrado capitalizar la
posibilidad de juicios relativamente libres de riesgos.
Aún es muy pronto para poder dar una conclusión definitiva
sobre si los responsables de graves violaciones a los derechos
humanos serán llevados a juicio. La CVR emitió una firme recomen-
dación a favor de la justicia y la rendición de cuentas. El progreso
198
realizado por el gobierno deja poco campo al optimismo. El no
llevar a cabo medidas más fuertes constituirá una traición para las
víctimas, una violación de la ley y el abandono de principios.

REPARACIÓN

Si la actitud del gobierno sudafricano en relación con la persecución


y consignación de los responsables de las violaciones ha sido causa
de gran preocupación, su desempeño en cuanto a la reparación
para las víctimas ha sido dolorosamente inadecuado. En su informe
final emitido en septiembre de 1998 la CVR recomendó que a todas
las personas que habían sido encontradas como víctimas de
violaciones a los derechos humanos se les otorgara una indemnización
anual consistente de entre R17 mil rands (la moneda sudafricana; 4
mil dólares) y R23 mil (6 mil dólares) por un periodo de seis años.21

21. Todas las tasas de cambio son aproximaciones basadas en tasas de conversión
aplicables en el momento en que se emitieron o calcularon las cifras, como es lo
apropiado.
CONTRIBUCIÓN DE LA CVR A LA JUSTICIA EN SUDÁFRICA

La cantidad fue calculada con base en el salario medio anual en


Sudáfrica en 1998, adaptado ligeramente en cada caso al costo de
vivir en el área en que la víctima vivía y de acuerdo con el tamaño
de su familia. El costo total para el gobierno de estas indemnizaciones
fue estimada en aproximadamente R3,2bn (400 millones de dólares)
por los seis años.
Además del componente financiero, la CVR recomendó que se
consideraran formas simbólicas de reparación, como el estable-
cimiento de monumentos y memoriales, así como formas de
reparación comunitarias, se considerarían otras tales como el
establecimiento de instalaciones locales de cuidado de la salud
mental.22
Después de un año de que la CVR emitió sus recomendaciones
sobre reparaciones el gobierno anunció que había destinado un
presupuesto de R600m (80 millones de dólares) para el pago de
reparaciones de un periodo de tres años.23 No se comprometió a
proporcionar financiamiento a partir de entonces. El presupuesto
destinado representa menos de 20% del total requerido para financiar 199
las propuestas de reparación hechas por la CVR.
Desafortunadamente, ni siquiera esta limitada cantidad ha sido
entregada. Para el final de 2002, de acuerdo con los estimados no
publicados realizados por el Comité de Reparación y Rehabilitación de
la CVR, únicamente R35m (3 millones de dólares) han sido distribuidos
para reparaciones temporales a las víctimas con urgente necesidad de
asistencia. El gobierno no ha hecho ningún pago final de las repa-
raciones y debe clarificar si pretende terminar con los pagos.
La falta de claridad en la política de reparación del gobierno
ha obligado a los observadores a especular por qué la reparación
no ha sido cumplida. La decisión claramente no está fundada en
motivos financieros, pues aunque la política macroeconómica del
gobierno establece un objetivo presupuestario de déficit muy riguroso,

22. Comisión Sudafricana de la Verdad y la Reconciliación. Véase pie de página 3,


vol. 5, pp. 188-190.
23. Barry Streek, “La Comisión de la Verdad desembolsa una miseria” (Truth
Commission Pays Out a Pittance), Mail & Guardian, 12 de diciembre de 1999
<http://www.mg.co.za/mg/news/99dec1/14dec-CVR.html> fecha de acceso 1
de abril de 2002.
COMISIONES DE LA VERDAD

en los últimos dos años ha adquirido armas por un costo estimado


de más de R32bn (4 billones de dólares).24
Algunos analistas han especulado que el gobierno se opone a
financiar las reparaciones por una objeción filosófica de privilegiar a
un “pequeño” grupo de víctimas de graves violaciones a los derechos
humanos (aproximadamente 25 mil víctimas) en un contexto donde
cada sudafricano negro pueda reclamar legítimamente25 ser víctima
del apartheid. Este argumento es teóricamente poco persuasivo y ha
sido debilitado por las normas adoptadas y aplicadas por los
sucesivos gobiernos posapartheid.
Para propósitos analíticos es importante desagregar las
diferentes formas de abusos a los derechos humanos experimen-
tados bajo el régimen del apartheid, para poder formular políticas
coherentes destinadas a remediar estas violaciones. Por ejemplo, se
podría haber expropiado la tierra y propiedad de una persona
sudafricana negra, o haber recibido un inadecuado nivel de educación,
o se le pudo haber negado acceso a los servicios de salud básicos y
200 pudo haber sido sujeto a torturas prolongadas a manos de las fuerzas
de seguridad. El gobierno sudafricano ha creado reglas designadas
a compensar a las personas por la expropiación de sus tierras y ha
asignado billones de rands para mejorar las instalaciones médicas y
educacionales para el acceso de la población negra sudafricana. Sin
embargo, ha asignado fondos comparativamente insignificantes para
las víctimas que han sufrido de violaciones extremadamente severas
a sus derechos humanos tales como tortura, ejecuciones extrajudiciales
o desapariciones.
Al adoptar políticas designadas a remediar las muy diversas
formas de injusticia e inequidad causadas por el apartheid, el gobierno
ha sentado un precedente y afirmado el principio de que se debe
atender la victimización surgida del pasado. Ha formulado criterios
para atender la discriminación racial sistemática y es bajo una

24. Ivor Powell, “Convenio planeado de nuevas armas masivas” (Massive New Arms
Deal Planned), Mail & Guardian, 24 de junio de 2000 <http://www.mg.co.za/mg/
za/archive/2000jun/24jun-news.html#arms> fecha de acceso 1 de abril de 2002.
25. De acuerdo con las estadísticas, los estimados de mitad de año de 2001 de
Sudáfrica, hay 40 027 553 sudafricanos negros <www.statssa.gov.za/default/
.asp> fecha de acceso 1 de abril de 2002.
CONTRIBUCIÓN DE LA CVR A LA JUSTICIA EN SUDÁFRICA

obligación de equidad que debe asistir a quienes han experimentado


severas violaciones por el simple hecho de que decidieron oponerse
al sistema. Más aún, en el caso de las víctimas de graves violaciones
a los derechos humanos, el gobierno tiene la obligación bajo el
derecho internacional de proporcionar compensación y reparación.26
Esta obligación surge, aunque no exclusivamente, en los casos en los
que a las víctimas se les ha negado el derecho de iniciar o presentar
demandas civiles en contra de perpetradores a quienes se les ha
otorgado la amnistía.27 El fallecido juez John Didcott, en su opinión
concurrente en la sentencia de la Corte Constitucional Africana28
apoyando la constitucionalidad del proceso de amnistía, dio a
entender que la reparación debe ser considerada como un quid pro
quo por extinguir la responsabilidad civil.29 Cualquier víctima a quien
le ha sido negado el derecho de demandar por daños y no le ha
sido otorgada la reparación proporcional correspondiente
probablemente tiene una base legal muy fuerte para buscar la
compensación, ya sea de parte del gobierno o del responsable de la
violación. Las víctimas de crímenes por los cuales se negó o no se 201
buscó la amnistía conservan el derecho teórico de demandar para
recibir compensación, aunque la insuficiente evidencia y problemas
de prescripción pueden crear dificultades prácticas.
Sin embargo, dado que es claro que el gobierno no dará
reparación hasta que se encuentre bajo un considerable nivel de presión
para hacerlo, las víctimas del Estado y de los movimientos de
liberación deben considerar la posibilidad de promover demandas
de acción de clase en contra de estas instancias. Aquellos que buscan
la reparación por cuestiones de esclavitud en Estados Unidos han

26. Mbenge v. Zaire, U.N. Doc. Supp. No. 40 (A/38/40) at 134 (1983). Vea Muteba v.
Zaire, U.N. Doc. Supp. No. 40 (A/39 140) at 182 (1984), y Juan E. Méndez,
“Reconciliación Nacional, Justicia de Transición y la CPI” (National Reconciliation,
Transnational Justice, and the ICC), Ethics and International Affairs, 15.1 (1998): 25-44.
27. Sudáfrica. “Promoción de la Unidad Nacional y el Ley de Reconciliación” No.
34 (1995) Sección 20(7)(a).
28. Organización de los Pueblos Azanianos s (AZAPO) and Otros v. Presidente de la
República de Sudáfrica y Otros. SACLR Lexis 20 (1996); (8) BCLR 1015 (CC)
(1996).
29. Ibid, 91-92.
COMISIONES DE LA VERDAD

adoptado recientemente una estrategia similar.30 Un grupo de


abogados, académicos y activistas recientemente ha promovido
varias demandas para obtener una compensación por esclavitud
pues consideran que esa estrategia legal doblegará al gobierno
estadounidense, que ha carecido de voluntad política para atender el
asunto. Igualmente, una vez que el gobierno sudafricano se dé cuenta
de la magnitud de las quejas por daños que potencialmente estaría
enfrentando, posiblemente considere el pago de la reparación no
como una carga, sino como una ganga. Hasta que no se les garantice
a las víctimas una adecuada reparación del daño, el proceso
sudafricano de lidiar con el pasado será considerado como un
proceso con graves fallas y su liderazgo habrá traicionado la promesa
hecha en el “epílogo” de la Constitución Interina, que preparó el
terreno para el establecimiento de un orden democrático. La sección
que a ese respecto se refiere señala:

Las violaciones graves de derechos humanos, la transgresión de


202 principios humanitarios en conflictos violentos y el legado de odio,
miedo, culpa y venganza [...] ahora pueden ser atendidos sobre la base
de que existe una necesidad para el entendimiento pero no para la
venganza, una necesidad para la reparación pero no para la represalia
(énfasis especial en esta parte).31

REFORMA INSTITUCIONAL

Cualquier proceso de rendición de cuentas por pasadas atrocidades


debe empezar con el enfoque en crímenes específicos. Una
investigación de violaciones particulares es un precursor necesario
para dar los primeros pasos en el procesamiento y castigo de los
responsables y para el reconocimiento y la asistencia a las víctimas.
Las investigaciones también proporcionan enfoques cruciales
sobre las causas y modalidades de violaciones a los derechos humanos.

30. Charles Ogletree, “Litigando el legado de esclavitud” (Litigating the Legacy of


Slavery), The New York Times, 31 de marzo de 2002.
31. Constitución Interina de Sudáfrica, Acta 200, 1993, c. 16.
CONTRIBUCIÓN DE LA CVR A LA JUSTICIA EN SUDÁFRICA

Esto puede incluir la identificación de estructuras e instituciones directa


o indirectamente responsables de violaciones a los derechos humanos
así como un examen de causas menos inmediatas de abuso como el
racismo, la cultura y la retórica. Una vez que el gobierno haya obtenido
un análisis sofisticado de la naturaleza y las causas de las violaciones
a los derechos humanos, estará en posición de formular y aplicar
reformas diseñadas para asegurar que tales abusos no se repitan.
La CVR desempeñó un papel fundamental en el apoyo y la
asistencia del proceso de reforma institucional en Sudáfrica. Bruce
Ackerman, en una frase memorable, argumentó que los nuevos
gobiernos democráticos ascienden al poder con “un alto capital
moral pero con muy poca capacidad burocrática”.32 Con esto se
refiere a que los gobiernos postransicionales frecuentemente están
muy comprometidos con las reformas diseñadas para atender las
injusticias en el pasado (en parte por razones de convicción, y en
parte por la demanda de los ciudadanos) pero con frecuencia
también carecen de conocimiento, personal y recursos para poner
en marcha esas reformas. Esto era parcialmente cierto en Sudáfrica 203
inmediatamente después de sus primeras elecciones democráticas.
Los ministros del gabinete a cargo de temas delicados como justicia,
policía, defensa, servicios de readaptación social y de inteligencia,
reconocieron el imperativo de realizar reformas y con frecuencia
pudieron apoyarse en un cuerpo de expertos independientes del
gobierno que surgieron de las filas de la sociedad civil y los
movimientos de liberación.
No obstante la considerable energía y talento de los nuevos
elementos, el proceso de adopción de la reforma fue impedido
por la inercia burocrática y en algunos casos por resistencia informal
de funcionarios públicos simpatizantes del régimen anterior.
El trabajo altamente público de la CVR y el muy amplio debate
público sobre las violaciones a los derechos humanos y la culpa-
bilidad oficial que causó, fortalecieron significativamente la capacidad
de aquellos que trabajaron dentro y fuera del gobierno para organizar
y hacer campaña por un cambio real.

32. Bruce Ackerman, El futuro de la revolución liberal (The Future of Liberal Revolution),
Londres: Yale University Press, 1992, p. 72.
COMISIONES DE LA VERDAD

Por ejemplo, los descubrimientos anteriores a la CVR en relación


con violaciones a los derechos humanos perpetrados por miembros
de los cuerpos policíacos desacreditaron a muchas figuras líderes de
la policía sudafricana de la era del apartheid,33 terminando por lo
tanto con sus carreras y debilitando su legado. Estas revelaciones
fortalecieron a quienes promovían las reformas dentro de la policía
sudafricana y prepararon el camino para el nombramiento de un
nuevo liderazgo exento de antecedentes de violaciones a los derechos
humanos.
Más aún, la evidencia anterior a la CVR de tortura generalizada
y sistemática añadió vigor a los esfuerzos antitortura dentro de la
policía sudafricana, culminando en la adopción de una política formal
sobre la prevención de la tortura.34
En su informe final, la CVR realizó recomendaciones al gobierno
así como a instituciones independientes, tales como las profesiones
médicas y legales en lo relativo a medidas que deben ser tomadas
para la prevención de violaciones a los derechos humanos. Muchas
204 de estas recomendaciones hechas a las instituciones independientes
surgieron tras la consideración de las presentaciones de testimonios
dados durante las audiencias institucionales de la CVR por repre-
sentantes de esas instituciones. El proceso de CVR sirvió para catalizar
importantes debates dentro de organizaciones profesionales en una
serie de sectores incluyendo los medios de comunicación, la
comunidad médica y legal así como a sus códigos de conducta,
reglas éticas y sistemas de autogobierno. Este proceso de intros-
pección ha servido para fortalecer el compromiso hacia los derechos
humanos dentro de estas instituciones. Los siguientes son ejemplos
de las recomendaciones emitidas por la CVR:

El gobierno [debe] reexaminar la reforma y fortalecer las instituciones


estatales para reforzar la protección a los derechos humanos. Se debe

33. Los ex comisionados de policía, Johan van der Merwe y Johan Coetzee, junto
con otros oficiales de alto rango, solicitaron amnistía y al hacerlo revelaron su
involucramiento en serias violaciones a los derechos humanos.
34. Vea “Política en la prevención de la tortura y el tratamiento de personas bajo
custodia del Servicio de Policía Sudafricano, www.saps.org.za/17_policy/tort.htm,
fecha de acceso 1 de abril de 2002.
CONTRIBUCIÓN DE LA CVR A LA JUSTICIA EN SUDÁFRICA

considerar que el establecimiento de un despacho de derechos humanos


en los ministerios del gobierno e incrementar los recursos otorgados a
un equipo supervisor, especialmente a la oficina del ombudsman.
Los derechos humanos deberán ser parte de la currícula de la educación
formal, educación especializada y en la capacitación del personal de
aplicación de la ley. Esta currícula debe incluir, entre otros, temas como
racismo, discriminación por cuestiones de género, resolución de
conflictos y derechos de los niños.
Los funcionarios penitenciarios deben recibir capacitación sobre
derechos humanos y el tratamiento de prisioneros, así como el manejo
del sistema penitenciario.
Un código de conducta uniforme para profesionales de la salud debe
ser desarrollado, puesto en marcha y enseñado en todas las facultades
de ciencias [...] los profesionales de la salud deben comprometerse a
“autoauditarse” de su conducta profesional a través de reuniones
regulares en pequeños grupos para discutir dilemas éticos y sobre
derechos humanos.35

A pesar de que el gobierno no ha respondido formalmente a las 205


recomendaciones hechas por la CVR, es claro que se ha comprometido
a adoptar el espíritu, si no literalmente, de muchas de ellas.
Muchas de las reformas recomendadas ya estaban en progreso
antes de que la CVR emitiera su Informe Final, pero no hay duda de
que el proceso de la CVR reforzó el caso general para la reforma
institucional tanto dentro como fuera del gobierno.

CONCLUSIÓN

Este documento ha articulado una definición de justicia que busca


atender las múltiples consecuencias de las violaciones a los derechos
humanos estableciendo la verdad en relación con las víctimas y los
perpetradores de los abusos, otorgando la reparación, procesando
a los perpetradores y reformando las instituciones abusivas o que
permiten abusos.

35. Comisión de la Verdad y la Reconciliación de Sudáfrica. Vea pie de página 3,


pp. 311, 314 y 334.
COMISIONES DE LA VERDAD

He argumentado que la CVR fue extraordinariamente exitosa


en el proceso de conocimiento de la verdad que enfatizó el sufrimiento de
las víctimas y las diversas formas de culpabilidad que lo hicieron
posible. Las audiencias cautivaron la atención de la nación, alteraron
la naturaleza del discurso político y cambiaron la manera en que
muchos sudafricanos veían a su país y su historia. La naturaleza
altamente pública de los procedimientos de la CVR hicieron que su
trabajo y la emisión de recomendaciones fueran difíciles de ignorar,
lo que añadió peso y urgencia al muy necesitado proceso de reforma
institucional.
Su trabajo subrayó la importancia de la protección y promoción
de los derechos humanos y fortaleció a los individuos y las
instituciones en la prevención de la recurrencia de los abusos. Las dos
omisiones más evidentes en el proceso de enfrentar el pasado de la
Sudáfrica posapartheid —la ausencia de reparación y la falta de
procesamiento a los responsables— son temas sobre los que la CVR no
tiene autoridad formal.
206 La CVR no podría iniciar procesos penales o destinar recursos
suficientes para financiar la reparación. La CVR hizo todo lo posible
al proponer una política de reparación detallada, reuniendo suficiente
evidencia y llamando explícitamente al procesamiento de los
perpetradores. El fracaso del gobierno al no haber llevado a juicio a
los perpetradores subraya los límites de cualquier comisión de la
verdad en cuanto a su contribución en la tarea de lograr la justicia.
Las comisiones de la verdad no pueden juzgar y por lo tanto
siempre estarán limitadas en cuanto a sus contribuciones de alcanzar
una justicia plena. Esta capacidad parcial de contribuir a la justicia
no es privativa de la comisión de la verdad de Sudáfrica.
Los juicios penales usualmente constituyen una respuesta
incompleta a las atrocidades masivas porque raramente pueden
establecer y analizar la verdad en los miles de casos que surgen, por
otro lado los tribunales tampoco cuentan con los recursos adecuados
para formular recomendaciones respecto a la reforma institucional.
Ninguna institución tiene el monopolio de la justicia y cada una debe
ser evaluada conforme a lo que tiene capacidad de lograr. Siguiendo
esta medición, la CVR realizó una enorme contribución a la empresa
aún inconclusa de alcanzar la justicia en la Sudáfrica posapartheid.
El fiscal especial
y la justicia de transición
en México

Louis Bickford* 1
Asociado principal, Centro Internacional para la Justicia
de Transición (International Center for Transitional Justice - ICTJ)

INTRODUCCIÓN

Desde la elección de Vicente Fox para la presidencia, en 2000, en


México se han discutido y debatido, con un vigor sin precedentes,
los temas de rendición de cuentas, justicia, verdad y confrontación
del pasado para el fortalecimiento de la democracia. El pasado
207
persigue a México —y puede potencialmente sabotear su demo-
cratización— y en la agenda pública se ha convertido en un asunto
importante el tema de la mejor forma de enfrentar un legado de
treinta años de abusos a los derechos humanos, de ejecuciones
extrajudiciales, masacres y desapariciones.

* La presentación fue pronunciada por L. Bickford en inglés; se reproduce una


traducción.
1. Reconozco con agradecimiento la asistencia de los investigadores internos del
ICTJ, Jesse Larner, Claudia Rincón y Kirsten McConnachie, en la preparación de esta
ponencia. Además, el autor ha realizado cinco viajes a México en los pasados dos
años y se ha reunido con una amplia variedad de personas en el gobierno y la
sociedad civil incluyendo, para nombrar sólo algunos, a Santiago Creel (secretario
de Gobernación); Eduardo Medina Mora (director del Centro de Inteligencia y
Seguridad Nacional, Cisen); Ricardo Sepúlveda Iguíniz (enlace legislativo con el
Poder Ejecutivo); Rafael Macedo de la Concha (procurador general); Genaro
Góngora Pimentel (presidente de la Suprema Corte), Mariclaire Acosta (subsecretaria
para los Derechos Humanos); Sergio Aguayo, investigador y activista de derechos
humanos; Elena Poniatowska, escritora; Adolfo Aguilar Zínzer, embajador mexicano
para Naciones Unidas; Miguel Concha Malo, Centro de Derechos Humanos “Fray
Francisco de Vitoria”; Adrián Ramírez López, Liga Mexicana por la Defensa de los
Derechos Humanos (Limeddh-FIDH); Eduardo Reyes Lara, Centro Apostólico
COMISIONES DE LA VERDAD

Esta ponencia2 examina de forma crítica el esfuerzo actual


más visible para confrontar los abusos a los derechos humanos
del pasado en México —la Fiscalía Especial para Movimientos
Sociales y Políticos del Pasado— a través del lente de la “justicia
de transición”. Establecida por Fox en enero de 2002 como una
opción, explícita y cuidadosamente considerada, a una comisión
de la verdad, esta Fiscalía es una combinación potencialmente
innovadora de rendición de cuentas por los abusos a los derechos
humanos del pasado por medio del derecho penal, por un lado, y
la búsqueda de la verdad sobre el pasado, por el otro. Más aún, la
Fiscalía también se propuso considerar las políticas de reparación
para las víctimas y quizá emitir algún tipo de recomendaciones
para evitar futuras violaciones a los derechos humanos. En un
nivel más general, la Fiscalía promete dar énfasis a la justicia
retributiva, pero también integrar enfoques de la justicia
restaurativa.3
Para resumir, la intención es, al menos de acuerdo con
208 los objetivos y las aspiraciones expresados en el documento

Ignaciano Colectivo de Derechos Humanos de Jalisco; Blanca Hernández, Fundación


Diego Lucero; Tita Radilla, Asociación de Familiares de Detenidos y Desaparecidos
(Afadem); Rosendo Radilla Martínez, Asociación de Familiares de Detenidos y
Desaparecidos (Afadem); Rebeca Rodríguez, Centro de Estudios Fronterizos y de
Promoción de los Derechos Humanos (Cefprodhac); Edith Ontiveros Gómez,
Asociación de Familiares de Detenidos y Desaparecidos (Afadem)-Chihuahua;
Margarita Juárez Aparicio, Sin Fronteras I.A.P; Fabienne Cabaret, Acción de los
Cristianos por la Abolición de la Tortura (ACAT-México); Julio Mata Montiel, Afadem–
Fedefam; José Juan Julián Santiago, Centro de Derechos Humanos “Miguel Agustín
Pro Juárez” – Oaxaca; Lelia Jiménez, Programa de Derechos Humanos de la
Universidad Iberoamericana, Plantel Santa Fe; Mario Patrón Sánchez, Centro de
Derechos Humanos “Miguel Agustín Pro Juárez”; Sylvia Aguilera, Comisión
Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos (CMDPDH); Ximena
Andión; (CMDPDH); Siria Oliva Ruiz (CMDPDH).
2. Este texto es todavía un borrador. Un borrador inicial fue presentado en el
Seminario internacional Comisiones de la verdad: Tortura, reparación y prevención,
18 y 19 de julio de 2002, realizado en la Ciudad de México. Cualquier comentario
es bienvenido en lbickford@ictj.net.
3. Una discusión filosófica sobre estas dos formas de justicia se encuentra en C. Villa-
Vicencio, “Los residuos de la crueldad y la demanda de sanar las heridas – Punto de
encuentro de la justicia retributiva y restaurativa” (The Reek of Cruelty and the Quest for
Healing – Where Retributive and Restorative Justice Meet), (2000) 14 J. L. & Religion 165.
EL FISCAL ESPECIAL Y LA JUSTICIA DE TRANSICIÓN EN MÉXICO

público de la Fiscalía, un acercamiento amplio de la justicia


de transición.4

JUSTICIA DE TRANSICIÓN

Como campo, la “justicia de transición” —o la búsqueda de la justicia


durante tiempos de transición política— se refiere al desarrollo, el
análisis y la aplicación práctica de una amplia variedad de estrategias
para confrontar el legado de abusos a los derechos humanos del
pasado, con el fin de crear un futuro más democrático. Aunque los
orígenes de este campo con frecuencia se remontan a las inme-
diaciones de la posguerra en Europa (e.g. juicios de Nuremberg),
de hecho la justicia de transición, como la concebimos ahora,
comenzó a emerger con más fuerza y visibilidad más recientemente
con los juicios sobre derechos humanos en Argentina a mediados
de los años ochenta5 y los esfuerzos de búsqueda de la verdad en el
Cono Sur, como las comisiones de la verdad argentina (1983) y 209
chilena (1990).6 Los esfuerzos de Argentina y Chile para pro-
porcionar reparaciones a las víctimas también hicieron contribuciones
importantes a la aportación de algún sentido de justicia a las víctimas
de abusos a los derechos humanos.7 La Comisión Sudafricana de la
Verdad y la Reconciliación usó particularmente la búsqueda formal
de la verdad para enfrentar los crímenes a los derechos humanos del

4. Véase Procuraduría General de la República: fiscal especial para la atención de


hechos probablemente constitutivos de delitos federales cometidos directa o
indirectamente por servidores públicos en contra de personas vinculadas con
movimientos sociales y políticos del pasado: Plan de Trabajo, Ciudad de México, 27
de noviembre de 2001.
5. Véase Carlos Santiago Nino, “Maldad radical a juicio” (Radical Evil on Trial),
New Haven: Yale University Press, 1996.
6. Véase Alexandra Barahona de Brito, “Derechos humanos y democratización en
América Latina” (Human Rights and Democratization in Latin America), Oxford:
Oxford University Press, 1997.
7. Véase C.J. Arnson (ed.), “Procesos de paz comparativos en América Latina”
(Comparative Peace Processes in Latin America), Washington: Woodrow Wilson Centre
y Stanford University Press, 1999, A.J. McAdams (ed.), “Justicia de transición y
Estado de derecho en las nuevas democracias” (Transitional Justice and the Rule of Law
in New Democracies), Notre Dame & London: University of Notre Dame Press, 1997.
COMISIONES DE LA VERDAD

pasado,8 y los Tribunales Penales Internacionales para Yugoslavia9 y


Ruanda10 son intentos igualmente importantes de utilizar el derecho
internacional de los derechos humanos para asegurar que exista
rendición de cuentas. Los avances recientes en el procesamiento penal
doméstico de los violadores a los derechos humanos del pasado en
Chile y Guatemala han demostrado que ésta también puede ser una
forma viable de confrontar el pasado.11
El campo es dinámico y está caracterizado por innovaciones
en las estrategias que combinan la justicia retributiva con la justicia
restaurativa, mecanismos jurídicos de rendición de cuentas con
esfuerzos de búsqueda de la verdad, trabajo de memoria con re-
forma de instituciones abusivas. Una de las tendencias más interesantes
incluye la forma en la que las estrategias de justicia y las estrategias de
la verdad se pueden fortalecer y apoyar entre sí.12

8. Existe una voluminosa bibliografía sobre la Comisión Sudafricana de la Verdad


210 y la Reconciliación; véase, por ejemplo, A. Boraine, J. Levy y R. Scheffer,
“Enfrentando el pasado: Verdad y reconciliación en Sudáfrica” (Dealing with the
Past: Truth and Reconciliation in South Africa), Cape Town: IDASA, 1997 (2da ed.); M.
Guela, “Comisión Sudafricana de la Verdad y la Reconciliación y medios alternativos
para abordar conflictos gubernamentales en una sociedad dividida” (South Africa’s
Truth and Reconciliation Commission as an Alternate Means of Addressing
Transitional Government Conflict in a Divided Society), (2000) 18 B.U. Int’l L. J. 57.
9. Nuevamente, existe una gran cantidad de recursos disponibles sobre los tribunales
ad hoc, como M.C. Bassiouni, “Combatiendo la impunidad para crímenes
internacionales” (Combating Impunity for International Crimes), 2000, 71 U. Colo.
L. Rev., 409, y M.P. Scharf, “Las herramientas para reforzar la justicia penal
internacional en el nuevo milenio: Lecciones del Tribunal de Yugoslavia” (The
Tools for Enforcing International Criminal Justice in the New Millennium: Lessons
from the Yugoslavia Tribunal), 2000, De Paul L. Rev. 925.
10. Dos críticas muy interesantes del Tribunal de Ruanda son P. Akhavan, “El
Tribunal Penal Internacional de Ruanda; la política y el pragmatismo de las sanciones”
(The International Criminal Tribunal for Rwanda; the Politics and Pragmatics of
Punishment), 1996, 90 Am. J. I.L. 501 y J.E. Álvarez, “Crímenes de Estado/
Crímenes de odio: Lecciones de Ruanda” (Crimes of State/Crimes of Hate: Lessons
from Rwanda), 1999, 24 Yale J. Int’l L. 365.
11. Como lo fueron los enjuiciamientos en Grecia en 1974 y los enjuiciamientos en
Argentina en 1985, véase Nino, supra, n 5.
12. Esto está en contradicción con la frecuente creencia perversa entre muchos
académicos de que se debe necesariamente ceder la verdad a la justicia o a la
inversa. De hecho, empíricamente, éste no parece ser el caso.
EL FISCAL ESPECIAL Y LA JUSTICIA DE TRANSICIÓN EN MÉXICO

Varios de los muchos esfuerzos actuales en la justicia de


transición incluyen aquellos que se están llevando a cabo en Sierra
Leona,13 donde existe un tribunal híbrido nacional e internacional
(el “Tribunal Especial”), así como una comisión de la verdad; Perú,
donde la Comisión de la Verdad y Reconciliación está cerca de
completar su trabajo en un clima donde las reparaciones para las
víctimas y el procesamiento de los responsables por violaciones a
los derechos humanos tienen posibilidades serias y reales (en no
poca parte debido al trabajo de la comisión), y Ruanda, que ha
transformado una forma comunitaria tradicional de resolución de
conflictos en un conjunto de procedimientos judiciales nacionales
(“gacaca”) para enfrentar a los perpetradores del genocidio de 1994.14
Estas y muchas otras experiencias comparables muestran que
cada situación es diferente y que no existen modelos universales
sobre cómo —o incluso si se puede—15 confrontar los abusos a los
derechos humanos del pasado. Al mismo tiempo, se expresan con
frecuencia preocupaciones similares por las víctimas y los
sobrevivientes de los abusos a los derechos humanos a lo largo de 211
diferentes regiones.16 Más aún, existen argumentos convincentes en

13. R. Cryer, “¿Un Tribunal Especial para Sierra Leona?” (“A Special Court for
Sierra Leone?”), 2001, 50 Int’l & Comp. L.Q. 435-446.
14. Véase J. Sarkin, “Promoviendo justicia, verdad y reconciliación en sociedades
de transición: Evaluando el enfoque de Ruanda en el nuevo milenio usando los
tribunales comunitarios Gacaca para enfrentar el pasado” (Promoting Justice, Truth
and Reconciliation in Transitional Societies: Evaluating Rwanda’s Approach in the
New Millennium of Using Community-Based Gacaca Tribunals to Deal with the
Past), 2000, 2 International Law Forum 2, 112.
15. Considerando, por ejemplo, el caso de España. Véase Paloma Aguilar, “Justicia,
política y memoria en la transición española” (Justice, Politics and Memory in the
Spanish Transition), en Alexandra Barahona de Brito, Carmen González-Enríquez
y Paloma Aguilar, 2001, La política de memoria: Justicia de transición en las sociedades en
democratización (The Politics of Memory: Transitional Justice in Democratizing Societies),
Oxford University Press.
16. Véase Louis Bickford, 1999, “Memoria y revelación de la verdad en América
Latina: una visión comparativa” (Memory and Truth-Telling in Latin America: a
Comparative View”), en Teresita Deles (comp.), Memoria, revelación de la verdad y
búsqueda de la justicia: Examinando los legados de la dictadura de los Marcos (Memory,
Truth-Telling and the Pursuit of Justice: Examining the Legacies of the Marcos Dictatorship),
Ateneo de Manila University Press.
COMISIONES DE LA VERDAD

el derecho internacional que subrayan las obligaciones del Estado


para responder a las sistemáticas o graves violaciones a los derechos
humanos. Estos requisitos incluyen:17

Enjuiciamientos —los Estados deben juzgar a los responsables por las


violaciones a los derechos humanos del pasado.
Establecer la verdad sobre lo que les pasó a las víctimas —los Estados tienen
la obligación de conducir investigaciones para establecer la verdad en
relación con el sufrimiento de las víctimas.
Establecer la verdad sobre los perpetradores de violaciones a los derechos humanos
—los Estados deben conducir investigaciones capaces de identificar a
los perpetradores de violaciones a los derechos humanos.
Reparación —los Estados deben proporcionar reparación o compensación
a la víctima de violaciones a los derechos humanos.
Reforma institucional —los Estados deben tomar medidas para asegurar
que esa violación no vuelva a repetirse en el futuro.

212 Idealmente, las estrategias de la justicia de transición aplicadas tanto


por actores gubernamentales como no gubernamentales en una
sociedad determinada (incluyendo ONG y grupos de víctimas)
consideran todos estos elementos: rendición de cuentas a través de
los tribunales; esfuerzos para la revelación de la verdad que presenten
identidades, posiciones y localicen la cadena de mando de los per-
petradores de los crímenes del pasado; reparaciones para los
sufrimientos del pasado, y reformas clave a las instituciones del
Estado que ayuden a garantizar que esos crímenes no ocurrirán en el
futuro. Adicionalmente, ya que las víctimas con frecuencia señalan
sus más grandes preocupaciones en términos de “memoria
colectiva”,18 una estrategia de justicia de transición puede también

17. Para una clara articulación de estas obligaciones, véanse por ejemplo los juicios
manejados en los casos Velásquez Rodríguez (Corte Interamericana de Derechos
Humanos, Ser. C, No. 7, 1990, y Barrios Altos, Corte Interamericana de Derechos
Humanos, Ser. C, No. 75, 2001.
18. Véase E. Jelin, 2002, Los trabajos de la memoria, Nueva York: Social Science
Research Council y M. Osiel, Atrocidades en masa, memoria colectiva y derecho (Mass
Atrocity, Collective Memory and the Law), New Brunswick: Transaction Publishers,
1997.
EL FISCAL ESPECIAL Y LA JUSTICIA DE TRANSICIÓN EN MÉXICO

incluir formas de recordar las violaciones a los derechos humanos del


pasado, como la creación de memoriales o museos de conciencia.19
Esta ponencia examina la Fiscalía Especial mexicana dentro del
marco de esa amplia estrategia de justicia de transición. Aunque en un
cierto nivel puede parecer que la Fiscalía Especial sólo se enfoca en
un componente de la justicia de transición —o sea, el enjuiciamiento—,
de hecho la Fiscalía ha sido creada para algo mucho más que eso. La
Fiscalía es la principal iniciativa gubernamental para enfrentar los abusos
a los derechos humanos del pasado. Se planea que reemplace a una
comisión de la verdad y está diseñada, como se discute más adelante,
para tener en sí misma un enfoque multifacético para confrontar el
legado de los abusos a los derechos humanos del pasado, que incluye
prácticamente todos los elementos de la justicia de transición
mencionados antes. Debido a que la Fiscalía ha establecido estos
ambiciosos estándares para sí misma, es razonable examinar este
esfuerzo en sus propios términos, observando el esfuerzo a través de
un entendimiento holístico del campo de la justicia de transición y
experiencias comparables en otros países y regiones. 213

ANTECEDENTES

El México moderno ha sido perseguido por el legado contradictorio


de su pasado. Por un lado, la Revolución Mexicana creó una orgullosa
cultura política de oposición progresiva al gobierno autocrático. Por
otro lado, la revolución también dio como resultado una presidencia
fuerte y personalista, hasta muy recientemente, poco controlada por
el Estado de derecho, y un partido nacional fuerte, el Partido
Revolucionario Institucional (PRI). Durante setenta años de un partido
único, el Estado mexicano en el siglo XX fue capaz de actuar con
impunidad y las graves violaciones a los derechos humanos no eran
raras. Ejemplos muy publicitados incluyen la masacre de estudiantes
en Tlatelolco en la Ciudad de México, un ataque que tuvo lugar diez
días antes de la celebración de las Olimpiadas de 1968 en la capital;

19. Véanse los materiales de la Red para Museos de Conciencia (Museums of


Conscience Network) en línea en http://www.sitesofconscience.org
COMISIONES DE LA VERDAD

el asesinato, la tortura y la “desaparición” de guerrilleros de izquierda


durante la “guerra sucia” de los setenta y principios de los ochenta;
continuos conflictos de baja intensidad entre las fuerzas mexicanas y
los indígenas armados y grupos de narcotraficantes en el empobrecido
estado de Guerrero, incluyendo un ataque de las fuerzas mexicanas
en Aguas Blancas en 1995, que dejó diecisiete personas muertas, y el
conflicto con el movimiento zapatista y otros grupos de derechos
indígenas, que han conducido a atrocidades apoyadas por el Estado
como la masacre de Acteal en Chiapas en 1997.
Ernesto Zedillo, presidente entre 1994 y 2000, comenzó un
cauteloso proceso de reforma democrática, pero cuando Vicente
Fox Quesada se convirtió en el primer presidente que no era del PRI
desde los años veinte, parecía más claramente posible un cambio real
en la sociedad mexicana y la gobernancia. Durante su campaña
presidencial, Fox pregonó con pasión los temas de transparencia,
reforma jurídica y rendición de cuentas con base en investigaciones
de los capítulos más negros del pasado de México. Trajo consigo un
fervor reformador y de legitimidad por provenir de fuera del sistema.
214
El récord del presidente Fox, después de dos años de mandato,
es mixto. Ha tenido que apoyarse en la cooperación del PRI para su
reforma administrativa, y para su agenda anticorrupción, comercial,
de transparencia y reforma tributaria, y este hecho ha permitido a
los legisladores del PRI no sólo bloquear sus esfuerzos legislativos,
sino también sus propuestas de derechos humanos. Sin embargo,
cuando la abogada de derechos humanos Digna Ochoa fue asesinada
en octubre de 2001, el presidente Fox dio una atención más vigorosa
a las preocupaciones de derechos humanos.
Durante noviembre y diciembre de 2001 varios eventos
significativos tuvieron lugar en México. Primero, el 27 de noviembre
de 2001, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH)
emitió su Informe Especial sobre las quejas en materia de
desapariciones forzadas ocurridas en la década de los setenta y prin-
cipios de los ochenta,20 que algunos vieron como una investigación

20. Comisión Nacional de los Derechos Humanos: Recomendación 26/2001 dirigida


al Presidente de la República, Vicente Fox Quesada, con motivo de 532 casos
denunciados de personas que fueron víctimas de desaparición forzada durante la
década de los setenta y principios de los años ochenta.
EL FISCAL ESPECIAL Y LA JUSTICIA DE TRANSICIÓN EN MÉXICO

análoga a un documento de investigación de una comisión de la verdad,


ya que exploró más de 500 casos de muertes y desapariciones.
Simultáneamente, la CNDH entregó al presidente Fox una lista de 74
funcionarios de gobierno de 37 diferentes dependencias guber-
namentales —incluyendo las fuerzas armadas— sospechosos de haber
cometido violaciones a los derechos humanos.21
En respuesta a ese informe el gobierno de Fox anunció la
creación de una Fiscalía Especial, nombrando a Ignacio Carrillo
Prieto como fiscal especial, para dar seguimiento específicamente a
los casos señalados en el informe y procesar a los criminales. Al
mismo tiempo, alguien en México envió anónimamente fotografías
a periodistas españoles y mexicanos que mostraban la brutalidad
durante la masacre de Tlatelolco en la Ciudad de México, impug-
nando treinta años de rechazo oficial de que el misterioso “Batallón
Olimpia”, cuyos integrantes portaban un guante blanco, había
cometido abusos a los derechos humanos.
En enero de 2002 los archivos clasificados de los servicios de
inteligencia fueron transferidos al Archivo General de la Nación, y 215
en junio de ese año estos archivos se pusieron a disponibilidad del
público. Algunos activistas, como Rosario Ibarra del Comité Eureka,
señalaron que los archivos fueron purgados de material incri-
minatorio. Sin embargo, existen aproximadamente doscientos mil
rollos de microfilme y diez mil cajas de documentos disponibles de
los años setenta y ochenta y, mientras esto se escribe, nadie ha afirmado
haber revisado por completo esos archivos.22
En otro paso importante, el congreso mexicano aprobó una
sólida Ley de Acceso a la Información —la Ley Federal de Transparencia
y Acceso a la Información Pública—, que entró en vigor en junio
de 2002. De acuerdo con la ONG basada en Washington, Archivo de
Seguridad Nacional (National Security Archive), que da seguimiento
al acceso a la información gubernamental, la legislación está:

21. Véase Los Angeles Times, 27 de noviembre de 2001, citado en Centroamérica:


Informe México (Central America: Mexico Report), diciembre 2001, en línea en http:/
/www.rtfcam.org/report/volume_21/No_5/article_4.htm.
22. Véase La Jornada, 18 de junio de 2002, “Desde hoy se dará acceso al público a
los documentos de la guerra sucia en México”.
COMISIONES DE LA VERDAD

bien concebida, bien articulada y es inequívoca en su intento de


garantizar el derecho de los ciudadanos a obtener información relativa
al poder ejecutivo. Descansa en la premisa de la apertura, definiendo
toda la información gubernamental como pública (Artículo 2), y
ordena a las dependencias y entidades gubernamentales favorecer “el
principio de publicidad de la información” (Artículo 6), por encima
de la confidencialidad. Requiere que las dependencias publiquen de
una forma rutinaria y accesible toda la información relacionada
con sus funciones cotidianas, presupuestos, operaciones, personal,
salarios, informes internos y el otorgamiento de contratos y
concesiones. (Artículo 7). Otorga a los ciudadanos el derecho a solicitar
información en caso de que no se haya hecho pública a través de un
sencillo proceso de solicitud (Artículo 40), con derecho de apelar la
decisión de la dependencia de negar información (Artículo 49), y el
derecho a llevar el caso ante los tribunales en el caso de que se niegue
la apelación (Artículo 59). 23

216 A pesar de estos avances, la opinión pública mexicana es cada vez


más escéptica respecto de la presentación del informe de la CNDH, la
apertura de los archivos y de que la designación de Ignacio Carrillo
Prieto conduzcan a la justicia. Por ejemplo, el informe de la Comisión
Nacional de los Derechos Humanos no mencionó los nombres de
los posibles perpetradores, y existe cierta incertidumbre sobre la
independencia del Fiscal Especial. Por ejemplo, el hecho de que
fuera designado por el procurador Rafael Macedo de la Concha,
un ex militar, no ha inspirado confianza sobre su independencia
política. Más aún, después de un año de tomar posesión, el
procurador especial no ha sido capaz de mostrar ningún resultado
concreto hasta ahora, frustrando a sus potenciales aliados de la
comunidad de derechos humanos. Aunque el presidente Fox habló
sobre la posibilidad de establecer una comisión de la verdad durante
su campaña, y parece haber un apoyo general a esta idea entre los
grupos de derechos humanos y otros sectores de la sociedad, existe

23. Véase Kate Doyle, National Security Archive, “Nueva Ley de Acceso a la
Información en México” (Mexico’s New Freedom of Information Law), http://
www.gwu.edu/~nsarchiv/NSAEBB/NSAEBB68/
EL FISCAL ESPECIAL Y LA JUSTICIA DE TRANSICIÓN EN MÉXICO

muy poco movimiento en esta dirección. Más aún, como lo señala


el Centro de Derechos Humanos “Miguel Agustín Pro Juárez”:24

Entre los obstáculos a enfrentar está el escepticismo. En México se


han creado diversas fiscalías especiales para investigar crímenes graves:
el homicidio del Cardenal Posadas (1993), por donde pasaron por lo
menos tres fiscales especiales y cuyas actuaciones continúan en revisión;
el homicidio del candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio
(1994), donde han participado cuatro fiscales, con una serie de
irregularidades, incluida la tortura y cuyas conclusiones han saltado
del complot al asesino solitario; la masacre de Aguas Blancas (1995),
donde hubo tres fiscales y ninguno investigó seriamente la
responsabilidad del entonces gobernador del estado, Rubén Figueroa,
como lo recomendaron la Suprema Corte de Justicia y la Comisión
Nacional de los Derechos Humanos, y posteriormente la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos; la masacre de Acteal (1997),
donde sólo se investigó a los autores materiales y se exoneró al Ejército
y a funcionarios de alto nivel. Todas ellas han sido experiencias de
fracaso y han minado su credibilidad por su falta de independencia
real para investigar. Si acaso la única experiencia que ha sido considerada 217
positiva fue la investigación del homicidio del periodista Manuel
Buendía (1984), en la que en octubre de 2001 la Suprema Corte
confirmó las sentencias de entre 25 y 35 años contra el ex titular de la
Dirección Federal de Seguridad, Antonio Zorrilla Pérez, como autor
intelectual, así como contra otras cinco personas involucradas en los
hechos.

OBJETIVOS Y ESTRUCTURA DE LA FISCALÍA25

La Fiscalía Especial fue creada por varias razones para dar seguimiento
a las recomendaciones hechas por la CNDH, más, en general, para
continuar la promesa hecha por el gobierno de Fox de defender y

24. Seminario internacional: Comisiones de la verdad: Tortura, reparación y


prevención, 18 y 19 de julio de 2002, “Documento informativo sobre el contexto
mexicano”, Centro de Derechos Humanos “Miguel Agustín Pro Juárez”, A.C., julio
de 2002, p. 6.
25. A menos que se señale otra cosa, la información de esta sección, así como las
citas, provienen de “Plan de Trabajo”, noviembre de 2001; véase nota al pie 4.
COMISIONES DE LA VERDAD

promover los derechos humanos y luchar contra la impunidad y


responder a las demandas públicas para clarificar los hechos del
pasado e impartir justicia para quienes fueron desaparecidos
presumiblemente por motivos políticos.
Para poder cumplir estos objetivos, las tareas de esta Fiscalía
se han dividido en tres grupos básicos: primero, la Fiscalía está
encargada de investigar adicionalmente los casos presentados en el
informe de la CNDH. Muchos de estos casos están bien investigados
y potencialmente podrían ser llevados ante el poder judicial para ser
juzgados relativamente rápido. Aún más, 257 de éstos fueron
identificados explícitamente por la CNDH como casos claros de
desapariciones con responsabilidad estatal.26
Segundo, como resultado de una decisión de la Suprema
Corte,27 la Fiscalía está a cargo de la investigación de los casos
relacionados con la masacre de Tlatelolco en 1968. La tercera
categoría es una categoría amplia y abierta que permite al Fiscal
explorar casi cualquier otro crimen contra los derechos humanos en
México durante las pasadas décadas.28
218

26. “La desaparición forzada regularmente se caracteriza porque los autores procuran
no dejar evidencia de su actuación, y en especial de las privaciones y retenciones ilegales
de los agraviados, con lo que buscan garantizar la impunidad y evitar la acción de la
justicia. Con todo y ello, resultó factible dar por demostrada la existencia de su práctica
en 275 casos, en los cuales también se hizo patente que fue ejecutada o tolerada por
servidores públicos del Estado mexicano.” Informe de la CNDH: Sección VI. B.
27. La Suprema Corte mexicana decidió que la Procuraduría General de la República
estaba mal por no investigar los crímenes de 1968 con base en el argumento de que
ya habían prescrito. La Corte decidió que aun si los crímenes alegados habían tenido
lugar más de treinta años antes, las investigaciones sobre los crímenes debían haber
continuado y las cuestiones de prescripción deberían posponerse hasta después de
la investigación. Estos casos entonces fueron pasados directamente a la Fiscalía
Especial. Véase “Resolución dictada en el amparo en revisión 968/99 de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación relacionada con los hechos de 1968”. Véase también
Deutsche Presse-Agentur, “Debate sobre la masacre estudiantil se calienta después de
la decisión de la Corte”, 2 de febrero de 2002.
28. Esto es, específicamente, “recepción de denuncias o querellas distintas de las
consideradas en los anteriores programas ministeriales [...] investigar e integrar las
averiguaciones previas iniciadas y que se deban iniciar, con motivo de las denuncias
o querellas formuladas por hechos probablemente constitutivos de delitos federales
de su competencia, cuando proceda ejercer la facultad de atracción y sostener la
acción penal por dichos ilícitos ante los tribunales federales y resolver conforme a
derecho los asuntos de su competencia”.
EL FISCAL ESPECIAL Y LA JUSTICIA DE TRANSICIÓN EN MÉXICO

La Fiscalía fue concebida como un híbrido jurisdiccional/


revelación de la verdad, encargada de abordar prácticamente
todas las preocupaciones sobre los derechos humanos en México
en el pasado reciente, y la forma en la que está organizada para
lograr estos objetivos y tareas es igualmente ambiciosa. Primero,
y más obviamente, la Fiscalía está organizada de forma que tenga
una fuerte capacidad investigadora. Esta es la esencia de la razón
de ser de la Fiscalía —investigar los crímenes contra los derechos
humanos del pasado y preparar los casos para un eventual juicio
en los tribunales—, y es lógico que la más importante línea de
actividad comprenda la justicia retributiva. Hay aproximadamente
veinte abogados de tiempo completo trabajando para la Fiscalía
(apoyados por el personal de la Procuraduría General) y personal
de apoyo considerable (quizás unas cuarenta personas adicionales).
Carrillo Prieto ha dicho además que la Fiscalía apoyará in-
vestigaciones de tipo forense y de exhumaciones y creará un banco
de datos de DNA para la identificación de restos humanos.
Un segundo énfasis importante de la Fiscalía claramente es 219
revelar la verdad. La Fiscalía planea “esclarecer el pasado y dejar
un registro histórico de lo que ocurrió durante los periodos en
cuestión”. Para hacer esto la Fiscalía supuestamente colaborará
con “instituciones académicas, así como instituciones guber-
namentales y no gubernamentales tanto nacionales como interna-
cionales”. A través de los principales documentos relacionados
con el establecimiento de la Fiscalía, existen frecuentes referencias
al establecimiento de la verdad sobre el pasado, el trabajo con
historiadores e investigadores y la consulta a víctimas para esta-
blecer un registro histórico. Aunque los arreglos relacionados con
el personal necesario para lograr lo anterior29 no se mencionan
con claridad, la revelación de la verdad como se entiende en el
campo de la justicia de transición —i.e. clarificación histórica,
escuchar a las historias de las víctimas, establecimiento de un registro

29. Se debe señalar que la Comisión Sudafricana de la Verdad y la Reconciliación


—en un país con la mitad de la población que México, pero con ejemplos más claros
de violaciones a los derechos humanos— tuvo en su momento más activo 400
personas en su personal.
COMISIONES DE LA VERDAD

histórico que sea justo con las víctimas, identificar a los perpetradores,
establecer historias completas de los abusos a los derechos humanos
del pasado, etc.— es claramente el componente más significativo de
la Fiscalía Especial después de la investigación de los crímenes para
llevarlos su procesamiento.
Quizás no por coincidencia, un mecanismo para explorar la
verdad comparte una resemblanza superficial y vaga con una
comisión de la verdad: una de las innovaciones clave de la Fiscalía es
el establecimiento de un Comité de Apoyo Ciudadano.30 Quizá
como un gesto para aquellos que abogaron por una comisión de
la verdad se intentó que fuera un grupo respetado de miembros de la
sociedad de “reconocida fama pública”, y con “experiencia en asuntos
jurídicos o en la promoción y la defensa de los derechos humanos”.31
La función de este Comité será trabajar con el fiscal especial en
“estudios históricos, políticos, sociales, jurídicos y los que éste
considere necesarios para el esclarecimiento de los hechos materia
de investigación”.
220 Una prioridad adicional de la Fiscalía —que también refleja su
objetivo ambicioso por ser la única iniciativa del gobierno en relación
con la justicia de transición— es la “promoción de la cooperación y
participación ciudadana”, incluyendo los familiares de las víctimas
y las organizaciones nacionales e internacionales, para reunir
información y testimonios relevantes para la investigación y el
esclarecimiento de los hechos en cuestión. En su segundo informe
trimestral el fiscal especial enlista veintiocho reuniones con ONG
nacionales y más de novecientas reuniones individuales entre él y su
personal con ciudadanos.32
Incluso el espinoso tema de la “reconciliación”, tan apasio-
nadamente debatido entre expertos en el campo de la justicia de

30. “Palabras del fiscal especial para movimientos sociales y políticos del pasado en
la presentación de su plan de trabajo e integración del comité ciudadano de apoyo:
20 de marzo de 2002” (en posesión del autor).
31. Ibid.
32. El informe proporciona estadísticas vagas y confusas. Véase “Segundo informe
de actividades de la oficina del fiscal especial para movimientos sociales y políticos
del pasado, del 20 de marzo al 31 de julio de 2002”, Procuraduría General de la
República, 15 de agosto de 2002.
EL FISCAL ESPECIAL Y LA JUSTICIA DE TRANSICIÓN EN MÉXICO

transición,33 parece ser uno de los objetivos de la Fiscalía. Carrillo


Prieto ha sido citado prometiendo “curar las heridas y así ayudar a
poner el piso para nuevos pactos de justicia y seguridad pública”.34
Finalmente, el decreto del presidente Fox que establece la
Fiscalía también se refiere a la creación simultánea de un “Comité
Interdisciplinario” de reparaciones, cuyo objetivo sería examinar y
proponer diferentes formas de programas de reparación y políticas
para las víctimas de abusos a los derechos humanos y sus familiares.
En suma, la Fiscalía Especial ha establecido un ambicioso
conjunto de objetivos y una metodología amplia que parecen ser,
basados en la experiencia comparativa, una mezcla de Fiscalía
Especial, esfuerzo de revelación de la verdad y clarificación histórica
y un comité de reparaciones.
Desde esta Fiscalía se han establecido oficinas regionales en
Guerrero y Sinaloa, dos estados donde tuvo lugar un gran número
de abusos. Las quejas que se han presentado están relacionadas con
las matanzas de estudiantes en 1968 y 1971 y otras matanzas menos
publicitadas en otras ciudades y pueblos pequeños. Dos figuras 221
prominentes de los gobiernos anteriores, Luis Echeverría y Alfonso
Martínez, comparecieron ante la Fiscalía para ser interrogados en
relación con las acusaciones presentadas en su contra, pero todavía
no se presentan cargos formales contra ellos. El solo hecho de que
figuras tan poderosas hayan sido citadas por la Fiscalía Especial
parece un gran logro en un país donde la impunidad de funcionarios
de gobierno es vista como un problema permanente.
Mientras pasa el tiempo, sin embargo, muchas personas se
están impacientando por la lentitud de las investigaciones. Aunque
funcionarios gubernamentales han sido interrogados en relación con
las masacres que tuvieron lugar en 1968 y 1971, uno de ellos, el ex

33. Véase “Cuestionando la reconciliación” (Interrogating Reconciliation), informe


de una conferencia del Grupo de Trabajo Legacies of Authoritarianism, Universidad
de Wisconsin, Madison.
34. Los Angeles Times, “Fiscal por probar abusos de la Guerra Sucia: el gobierno
designa a un abogado para Investigar la desaparición de cientos de izquierdistas en
los setenta y ochenta” (“Prosecutor to Probe Abuses of Dirty War: Government
Appoints a Lawyer to Investigate the Disappearances of Hundreds of Leftists in
the 1970s and 1980s), 5 de enero de 2002, Parte A, p. 7.
COMISIONES DE LA VERDAD

presidente Echeverría, invocó el Artículo 20 de la Constitución, que


le otorga el derecho a no declarar para evitar la autoincriminación.35
Este hueco legal —que se aplica a todos los acusados— ha dejado
a las personas inseguras sobre la efectividad que la Fiscalía tendrá
para encontrar la verdad sobre el pasado.

LA FISCALÍA ESPECIAL VISTA A TRAVÉS


DE LA JUSTICIA DE TRANSICIÓN

Dados los ambiciosos planes y aspiraciones del fiscal especial, así


como la energía, el compromiso personal y los sólidos antecedentes
jurídicos de Ignacio Carrillo Prieto, varias organizaciones inter-
nacionales, incluyendo Human Rights Watch y el Centro Internacional
para la Justicia de Transición (Center for Transitional Justice), eran
prudentemente optimistas de que este esfuerzo podría hacer una
importante contribución a la tendencia de rendición de cuentas por
222 los crímenes a los derechos humanos del pasado. Más aún, era
especialmente interesante que este esfuerzo no se apoyara en la
jurisdicción universal (tal como el procesamiento en Bélgica de las
monjas genocidas de Ruanda36 o el caso de la detención de Augusto
Pinochet en Londres en octubre de 1997).37 Debido a que los
enjuiciamientos en el ámbito doméstico, cuando son posibles, son
con frecuencia preferibles a los enjuiciamientos internacionales38

35. Véase G. Peters, “México interroga a ex líder” (“Mexico Questions Former


Leader”), Christian Science Monitor en línea en http://www.csmonitor.com/2002/
0705/p06s02-woam.html
36. La enmienda de 1999 —Loi relative à la répression des violations graves du droit
international humanitaire— a una ley de 1993 —Loi relative à la répression des infractions
graves aux Conventions de Genève du 12 août 1949 aux Protocoles I et II du 8 juin 1977
(Ley 1993)-– que da a Bélgica la jurisdicción universal sobre personas acusadas de
cometer genocidio, crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra.
37. Como firmante de la Convención contra la Tortura de 1984, desde 1987 Chile
aceptó explícitamente sus disposiciones que otorgan el mandato a todos los Estados
Parte de la Convención para extraditar o procesar funcionarios estatales de cualquier
Estado Parte acusados de cometer tortura (como el general Pinochet).
38. Paul Seils, Procesamientos domésticos y justicia de transición (Domestic Prosecutions and
Transitional Justice), julio de 2002 (documento interno del ICTJ).
EL FISCAL ESPECIAL Y LA JUSTICIA DE TRANSICIÓN EN MÉXICO

porque son más visibles a los ciudadanos y ayudan a construir tanto


una cultura como instituciones del Estado de derecho, el fiscal especial
mexicano parecía ofrecer un nuevo “modelo mexicano” de justicia
de transición.

El modelo mexicano

A simple vista, el modelo mexicano de justicia de transición —em-


bebido en la nueva oficina del fiscal especial (así como la apertura
simultánea de los archivos de seguridad del Estado)— parecía
juntar la justicia retributiva con la revelación de la verdad centrada
en la víctima de una forma innovadora e interesante. Quizás más
prometedora era la idea de unir un esfuerzo grande y ambicioso
de persecución con el Comité Ciudadano de Apoyo, que podría
proporcionar contribuciones, consejos, ideas y, finalmente, una
cierta transparencia al proceso. Aún más, la idea de que la Fiscalía
223
pudiera “esclarecer el pasado y dejar un registro histórico de lo
que ocurrió en los periodos en cuestión” creó altas expectativas
sobre la vinculación de los enjuiciamientos con la búsqueda de la
verdad.
Quizás lo más importante desde la perspectiva de la justicia
de transición fue el énfasis en los enjuiciamientos en el ámbito
doméstico de los crímenes contra los derechos humanos. La
evidente fortaleza del esfuerzo pareció exceder cualquier intento
comparable en cualquier parte del mundo. Aunque ha habido
enjuiciamientos exitosos en Grecia (1975) y Argentina (1984)
—y más recientemente han estado sucediendo en Chile y
Guatemala—, el esfuerzo mexicano parecía tan completo o más
que cualquiera de éstos. Desde la perspectiva de la justicia de
transición, pues, el fiscal especial mexicano representaba un
potencial modelo inspirador para demostrar las posibilidades
de aplicar el derecho penal interno para abusos a los derechos
humanos del pasado, y al hacerlo, fortalecer los sistemas judiciales
y de investigación judiciales y desafiar la impunidad del régimen
del pasado.
COMISIONES DE LA VERDAD

Es muy pronto para juzgar a la Fiscalía en este momento (a


pesar de la frustración de la sociedad civil y las organizaciones de
derechos humanos mexicanas e internacionales).39
A un año de este ambicioso esfuerzo es posible examinarlo
con una visión crítica. Aquí se presentan cinco consideraciones
aplicables a la Fiscalía Especial en su primer aniversario.

CINCO CONSIDERACIONES

Éxito de los enjuiciamientos

El gobierno de Fox ha puesto todos sus huevos en una canasta con


la Fiscalía Especial. Por lo tanto, el éxito de la estrategia de la justicia
de transición de Fox gira casi por completo en torno al éxito de los
procesamientos de los abusos de los derechos humanos del pasado,
una empresa que es extremadamente difícil aun en el contexto más
224 propicio.40
En el mejor de los escenarios, desde la perspectiva de la justicia
de transición, el fiscal especial podrá investigar un cierto número de
funcionarios gubernamentales de alto rango que son los últimos
responsables por los abusos a los derechos humanos en México.
Estas investigaciones, en su caso, serán manejadas por los jueces que
los procesarán. Además, en una situación ideal, los casos escogidos
para un procesamiento exitoso deberían ser aquellos que demuestren
patrones sistemáticos de abuso, en contraste con el sólo señalar las
malas acciones. Esto es debido a que uno de los objetivos de los
procesamientos, en este tipo de casos, debe ser demostrar la manera

39. La frustración es obvia. El no ver resultados —o ni siquiera indicaciones de lo


que la Fiscalía está haciendo— después de un año, ha conducido a una especie de
resignación en que la Fiscalía no va a lograr nada. Organizaciones de derechos
humanos tanto en México como de fuera (e.g. Amnistía Internacional, México:
“Desapariciones: un crimen que continúa”, mayo de 2002, p. 17.) han hecho eco de
esto.
40. Argentina puede ser considerado el mejor caso. La junta militar dejó el poder en
desgracia, el gobierno democrático que la reemplazó tuvo altos niveles de legitimidad
moral así como un sistema judicial desarrollado para enjuiciar los casos.
EL FISCAL ESPECIAL Y LA JUSTICIA DE TRANSICIÓN EN MÉXICO

en que los patrones gubernamentales de violencia e impunidad


condujeron a los abusos a los derechos humanos y para ayudar a
identificar las instancias y oficinas gubernamentales específicas que
necesitan ser reformadas.
Existen varios obstáculos para que éste sea un escenario ideal.
Primero, existen numerosas preguntas en relación con sus limitaciones,
que necesitan ser respondidas en México. Es posible que, como el
presidente Fox lo señaló en controvertidas declaraciones mientras
viajaba por Europa en diciembre de 2002, “es muy probable que
un buen porcentaje de los responsables [por los abusos a los derechos
humanos] no vaya a la cárcel debido a la prescripción”.41 Esto está
abierto a la interpretación jurídica en México, y el fiscal especial, así
como los grupos de derechos humanos, han cuestionado este punto
de vista públicamente. Las declaraciones de Fox pueden contradecir
su ostensible apoyo para este esfuerzo de persecución. Sin embargo,
esta interpretación de prescripción por lo antiguo de los casos puede
dominar dentro de la jerarquía del poder judicial. En resumen,
muchas personas temen que aun si Carrillo Prieto sorprende a los 225
observadores conduciendo investigaciones fuertes y rigurosas,
los casos podrían ser rechazados por los jueces.
En segundo lugar, es posible que por razones similares (e.g.
investigar los casos que son más justiciables) el pez grande termine
escapándose. Esto es porque los responsables por los crímenes contra
los derechos humanos con frecuencia se han escudado contra los
recursos judiciales, dejando la culpa a funcionarios gubernamentales
de bajo nivel.42 Muchos en México temen que los peces pequeños
sean chivos expiatorios y que la Fiscalía Especial cierre la tienda después
de llevar a la justicia algunos casos de bajo nivel, lo que sugeriría que
los abusos a los derechos humanos fueron el resultado de las acciones
de sólo unos pocos individuos perversos y descarriados.
Tercero, como se señaló antes, existe una historia significativa
de fracasos de otras fiscalías especiales en México, y no está claro si

41. El Sol de México, 20 de diciembre 2002, edición en línea.


42. Por ejemplo, amnistías de impunidad fueron autootorgadas por regímenes
autoritarios en Chile (1979), Perú (1995) y Nigeria (1999), para señalar sólo
algunas.
COMISIONES DE LA VERDAD

esta Fiscalía tiene el irrestricto apoyo político necesario para procesar


casos que demuestren patrones sistemáticos de violaciones a los
derechos humanos. Además, las declaraciones de Fox sobre la
prescripción (en Europa, en diciembre de 2002), preocuparon a los
observadores sobre si Fox está personalmente comprometido con
el éxito de la Fiscalía. Finalmente, existen escasos incentivos políticos
para Fox para impulsar este esfuerzo. Si es exitoso, es probable que
aleje al PRI (de cuyas filas vendrían muchos de los perpetradores), y
las necesidades de apoyo de Fox por parte este partido, para que
pasen incluso las reformas legislativas menos controvertidas. En
resumen, muchos observadores sienten que es probable que este
esfuerzo siga el patrón establecido por otras fiscalías especiales de la
historia reciente de México: mucho ruido y fanfarrias, pero pocos
resultados finales.
Finalmente, aun en las mejores circunstancias, los enjuiciamien-
tos requieren una enorme cantidad de trabajo, tiempo, dinero y, por
supuesto, no sería probable procesar a todos aquellos responsables
226 por los abusos a los derechos humanos en México.
En suma, un esfuerzo de procesamiento riguroso, si es exitoso,
sería una contribución extremadamente importante para la justicia
de transición en México (y el mundo) y los defensores de la justicia
deben colaborar con la Fiscalía Especial para alentar su éxito porque
persigue la justicia penal para los perpetradores de abusos a los
derechos humanos en México.
Sin embargo, incluso en el mejor de los casos, es probable que
ese esfuerzo produzca un pequeño número de procesamientos
exitosos. En el peor, ese esfuerzo producirá sólo frustración y
decepción de las víctimas y de la comunidad de derechos humanos.
En medio de estos dos polos, donde es probable que caiga el
resultado, existe un amplio rango de posibilidades, pero todas ellas
sugieren que lo más probable es lograr un puñado de casos de
enjuiciamiento exitoso en México.
Por esta razón es importante que la estrategia de procesamiento
vaya de la mano con otros esfuerzos para confrontar el pasado,
como los esfuerzos para revelar la verdad, investigaciones de los
casos con el propósito de políticas de reparación, o actividades
memoriales.
EL FISCAL ESPECIAL Y LA JUSTICIA DE TRANSICIÓN EN MÉXICO

Voces de las víctimas y verdad judicial

El fiscal especial probablemente dará más importancia a cierto tipo


de verdad sobre el pasado: la verdad judicial. Esta es una divergencia
interesante de algunas de las situaciones más famosas de transición
como la de Chile de 1990–1993 y la de Sudáfrica de 1996–1998.
En ambos casos el gobierno fue obstaculizado en su capacidad
para buscar enjuiciamientos debido a disposiciones de amnistía
negociadas, y crearon comisiones de la verdad de primer nivel que
se enfocaron en los testimonios y las experiencias de las víctimas.
En México, en contraste, el enfoque es la justicia retributiva.
Por ejemplo, la Fiscalía Especial no está explícitamente diseñada
para escuchar las historias y dar voz a las víctimas, excepto mientras
sus historias ayuden a crear evidencia para enjuiciamientos penales.
Aquellas víctimas, por ejemplo, cuyos casos no entren en la arena
judicial, en potencia pueden ser excluidos de todo el proceso. La
Fiscalía Especial parece haber anticipado este asunto y respondido a
él sugiriendo que se haga un gran esfuerzo para vincularse 227
directamente con las víctimas y sus organizaciones, aunque no está
claro lo que esto significa en la práctica.
Además, el Comité de Apoyo Ciudadano podría proporcionar
el vínculo entre las víctimas y el fiscal especial y, de hecho, parece que
se pensó que fuera exactamente de esta manera. La Fiscalía está
concebida como un espacio para que las víctimas y las organizaciones
de derechos humanos comuniquen sus necesidades, y el diseño de la
Fiscalía intenta incluir “líneas abiertas de comunicación incluyendo
líneas telefónicas gratuitas y acceso a internet interactivo”.43
A pesar del diseño de la Fiscalía, sin embargo, las víctimas
evidentemente no se sienten conectadas con el fiscal especial o su
personal. Un grupo de víctimas, dirigidas por Rosario Ibarra, nunca
ha estado interesado en vincularse con el fiscal especial y ha sido
muy crítica de sus esfuerzos desde el principio. Otro grupo de
víctimas, más claramente representados por Afadem, ven a la Fiscalía

43. “Palabras del fiscal especial para movimientos sociales y políticos del pasado en
la presentación de su plan de trabajo e integración del comité ciudadano de apoyo:
20 de marzo de 2002”, en posesión del autor.
COMISIONES DE LA VERDAD

Especial como su única oportunidad realista para lograr cualquier


posibilidad de justicia en México. Por lo tanto, han estado
cooperando con la Fiscalía. Sin embargo, se han empezado a sentir
poco apreciados por la Fiscalía y también crecientemente frustrados
con lo que ellos consideran una falta de transparencia y de
resultados.
Por esta razón ha habido una creciente discusión sobre la idea
de crear comisiones de la verdad “informales” no estatales, centradas
en la víctima, localizadas en varias regiones de México, particu-
larmente en Guerrero, Sinaloa y Michoacán.44 En resumen, las
víctimas se sienten excluidas de la Fiscalía Especial.

Reforma institucional y contexto más amplio de democratización

Quizá el elemento menos claro de una estrategia amplia de justicia


de transición incluye complejas y múltiples reformas institucionales
228 que pueden tener lugar durante una transición para impedir similares
abusos a los derechos humanos en el futuro. ¿Cuáles instituciones
necesitan ser desmanteladas por completo? (¿unidades secretas de
inteligencia?) ¿Cuáles instituciones pueden cambiarse y reformarse
para hacerlas más transparentes y con rendición de cuentas? ¿Cómo
pueden realizarse estos cambios?
Tomándolas como un conjunto de experiencias, las comisiones
de la verdad han realizado valiosas contribuciones para poder pensar
acerca de reformas institucionales a largo plazo. En este sentido, las
comisiones de la verdad están relacionadas tanto con el futuro como

44. Para ejemplos de esta clase de esfuerzos, considerar REMHI en Guatemala, el


esfuerzo Uruguayo de SERPAJ y el esfuerzo de la Iglesia brasileña descritos en L.
Weschler, Un milagro, un universo: Ajustando cuentas con los torturadores (A Miracle, A
Universe: Settling Accounts with Torturers) (2da ed.) Chicago: University of Chicago
Press, 1998); la organización civil rusa Memorial analizada en detalle en K.E.
Smith, Recordando a las víctimas de Stalin (Remembering Stalin’s Victims), (Ithaca &
London: Cornell University Press, 1996), el Proyecto/Centro de Documentación
Camboyano del Genocidio en: http://www.yale.edu/cgp/, y el proyecto de
revelación de la verdad de la Comunidad de Irlanda del Norte, Ardoyne: La verdad no
dicha “Ardoyne: The Untold Truth” (T. Holland, P. Lundy y M. McGovern (comp.),
(Belfast: Beyond the Pale, 2002)).
EL FISCAL ESPECIAL Y LA JUSTICIA DE TRANSICIÓN EN MÉXICO

con el pasado,45 ya que buscan analizar lo que pasó antes para después
hacer recomendaciones para prevenir que vuelva a ocurrir. Las
secciones de “Recomendaciones” de la mayoría de los informes de
las comisiones de la verdad, como los informes chilenos, guate-
maltecos y sudafricanos, por ejemplo, son extremadamente útiles
en términos de pensar en una futura sociedad democrática y
respetuosa de los derechos.
Aunque el gobierno de Fox obviamente está interesado en
conducir una “transición”, y no carece de un pensamiento crítico
sobre el pasado y sobre posibles reformas futuras, no está claro que
ese pensamiento esté directamente vinculado con las estrategias de
la justicia de transición. El beneficio de hacer ese vínculo, por
supuesto, es crear un raciocinio claro, que presione para cambios
mayores.
Aunque el fiscal especial ha sido muy ambicioso en sus objetivos
y metodología no hay indicios de que emitirá recomendaciones
basadas en su análisis del pasado. De hecho, sería inusual para un
fiscal que se realizaran estas tareas adicionales, especialmente debido 229
a los límites de la verdad judicial (y la variedad de casos potenciales)
para determinar la historia “completa” de lo que ocurrió en el pasado.
Pero ya que no hay otra iniciativa importante de justicia de transición
en México, tampoco está claro si este tipo de análisis riguroso del
pasado —y la emisión de recomendaciones para el futuro—
aparecerán en el contexto mexicano.

Crisis de identidad y relación no clara con los derechos humanos

Como probablemente sea obvio del texto que antecede, el fiscal


especial mexicano está atrapado en una crisis de identidad. Debido
a que la Fiscalía fue explícitamente creada como una alternativa a
una comisión de la verdad, y debido a que fue inmediatamente

45. Véase L. Bickford, 1998, “El pasado como pasado y el pasado como futuro:
Memoria y democracia en el Cono Sur” (Past as Past, and Past as Future: Memory
and Democracy in the Southern Cone), documento de presentación: Asociación
Latinoamericana de Estudios, 1998.
COMISIONES DE LA VERDAD

sobrecargada con responsabilidades adicionales, en un intento


genuino de construir una estrategia multifacética y completa de justicia
de transición partiendo desde cero, con base en esta nueva Fiscalía,
los objetivos ambiciosos de la Fiscalía han despertado expectativas
así como causado confusión. Por otro lado, Ignacio Carrillo parece
verse a sí mismo como un abogado, investigador y fiscal des-
interesado y desapasionado, que debe colocarse por encima de las
peleas, sin ser influenciado por las consideraciones políticas,
encargado de una tarea específica, y dedicado a cumplirla. En este
sentido, Carrillo se siente desconcertado de que los grupos de
víctimas y organizaciones de derechos humanos quieran reunirse
con él. Por ejemplo, él no ve una razón para tener relaciones públicas
o estrategia de comunicaciones o de participar en conferencias
organizadas por organizaciones de derechos humanos. Se presenta
a sí mismo como distante y profesional. Da la impresión de ser un
servidor público civil competente y humilde, haciendo su trabajo
de forma metódica y cuidadosa.
230 Aunque esta presentación de identidad propia tiene sentido, el
problema es que desgraciadamente contradice otros mensajes
enviados por él y su Fiscalía. Por ejemplo, Carrillo, al aceptar la
designación señaló que su propio primo había desaparecido en 1974
y que “conocemos el dolor porque lo hemos compartido”.46
También ha dicho que la Fiscalía ayudará a la rendición de cuentas y
a la democracia en México, ayudándola en un proceso de transición
para salir del “autoritarismo anquilosado” del pasado. Sugiere que
existen “tentáculos peligrosos y fuerzas ocultas” que quieren que él
no tenga éxito pero que la Fiscalía “perseguirá que cada uno de los
casos de violaciones a los derechos humanos” del periodo bajo
investigación.47 Ha señalado que su oficina es una “prueba para la
transición democrática en México. Una gran prueba”. Y que
“tendremos que ir al fondo [sobre los crímenes contra los derechos
humanos del pasado]. Ir a mitad del camino sería como no haber

46. Véase LA Times, 27 de noviembre de 2001, supra, n 20.


47. Washington Post, 27 de enero de 2002: “Deseos mexicanos de investigar la
Guerra Sucia; el Ejército será un foco de investigación sobre ejecuciones y
desapariciones”.
EL FISCAL ESPECIAL Y LA JUSTICIA DE TRANSICIÓN EN MÉXICO

hecho nada”. 48 Más aún, voceros importantes de la Fiscalía,


incluyendo el procurador general, Rafael Macedo de la Concha, y el
secretario de Gobernación, Santiago Creel, han dicho que este
esfuerzo es un sustituto de una comisión de la verdad y han creado
grandes expectativas diciendo que la nueva Fiscalía contará con apoyo
gubernamental irrestricto (incluyendo fondos y autonomía) para
poder lograr sus objetivos.
Estas contradicciones y la crisis de identidad resultante crean
un problema para la Fiscalía. Por un lado, el modelo de fiscal
desinteresado tiene algunas virtudes obvias, siendo la más importante
la sugerencia de imparcialidad verdadera. Por otro lado, una estrategia
completa de justicia de transición que combine la revelación de la
verdad con enjuiciamientos, mediados por un Comité de Apoyo
Ciudadano activo y altamente legítimo, es también un modelo que
tiene algunas virtudes. Sin embargo, la Fiscalía Especial está atrapada
entre estos dos modelos y tiene lo peor de los dos.

231
La Fiscalía como único recurso para la aplicación
de los estándares de la justicia de transición

Finalmente, el hecho de que la carga entera para enfrentar los abusos


a los derechos humanos del pasado recaiga en los hombros de una
persona y su oficina —el fiscal especial— es problemático. En el
caso mexicano esto es exacerbado por el hecho de que Carrillo
Prieto fue seleccionado para cumplir este papel (aparentemente
después de que varias personas declinaron la posición) en un proceso
cerrado cuyas decisiones fueron tomadas por el secretario de
Gobernación, Santiago Creel.
El Comité de Apoyo es el lugar lógico para buscar mayor
involucramiento de base social en la Fiscalía, pero, según todos, de
hecho el Comité ha sido en la práctica extremadamente débil. Los

48. Ambas citas del San Diego Union-Tribune, 28 de enero de 2002, p. A 10: “Fiscal
para la Guerra Sucia presenta objetivos en México: los deseos de investigar las atrocidades de
los setenta” (Dirty War Prosecutor Sets Goals in Mexico: the Vows Unsparing ‘70s Atrocities
Probe”).
COMISIONES DE LA VERDAD

miembros del Comité han tendido a ser figuras bastante oscuras


que fueron seleccionadas de alguna forma al azar, con base en su
relación con los eventos de los sesenta y los setenta. Además, ser
miembro del Comité parece no tener ninguna recompensa. No
existe remuneración financiera por participar ni existe un espacio en
la Fiscalía para sus cinco miembros, y ser miembro del Comité de
Apoyo no parece provocar respeto en la sociedad mexicana más
amplia. Finalmente, y lo más importante, el Comité no tiene un
papel formal en la Fiscalía Especial, y no existe ninguna señal de que
los miembros hayan sido consultados en cualquier forma significativa
desde el establecimiento de la Fiscalía.
En términos tanto de la selección de Carrillo Prieto como
de la constitución del Comité de Apoyo, la comisión de la verdad
de Sudáfrica proporciona un interesante contraejemplo. Esa
comisión incluyó diecisiete comisionados que fueron elegidos
mediante un riguroso y transparente proceso de varias etapas que
garantizó que se asegurara que 1) fueran, en general, individuos
232 altamente respetados que representaran amplios sectores de la
sociedad y 2) el proceso por el cual fueron seleccionados fuera
visto como altamente legítimo. Éste no ha sido el caso dentro de
la Fiscalía Especial.

CONCLUSIONES

Desde el punto de vista de la justicia de transición, el Fiscal Especial


mexicano es una innovación interesante y proporciona un énfasis
refrescante en la búsqueda de justicia retributiva: la identificación de
los perpetradores para llevarlos a los tribunales. Si tiene éxito —y
especialmente si se conduce en una forma que ayude a identificar
patrones consistentes y arraigados de la violencia e impunidad
estatal— el fiscal especial podría ser una inspiración para países en
todo el mundo que buscan usar los sistemas jurídicos domésticos
para perseguir a los perpetradores de abusos a los derechos humanos
del pasado. Ese esfuerzo, además, podría fortalecer el Estado de
derecho y las instituciones jurídicas en México, y podría ayudar a
fortalecer la democracia durante este periodo de transición.
EL FISCAL ESPECIAL Y LA JUSTICIA DE TRANSICIÓN EN MÉXICO

Aunque la Fiscalía Especial es en potencia una contribución


importante a la transición en México, su éxito no está garantizado.
La Fiscalía enfrenta retos importantes: primero, existen pocos
incentivos políticos para que el gobierno de Fox impulse los
enjuiciamientos de ex funcionarios gubernamentales. Segundo, la
Fiscalía tiene muy bajos niveles de legitimidad dentro de la sociedad
civil, en parte debido a la forma en la que fue creada, en parte
debido a la historia de otras fiscalías especiales, la mayoría de las
cuales ha fracasado. Estos bajos niveles de legitimidad empeoran
debido al hecho de que la Fiscalía no ha producido ningún resultado
concreto ni ha sido capaz de comunicar de forma efectiva su misión
y métodos de trabajo a una audiencia mayor. Tercero, la sola tarea
de enjuiciamientos sobre la base de técnica jurídica por violaciones
a los derechos humanos es difícil. Una vez que la Fiscalía investigue
los delitos existe la posibilidad de que los casos sean desechados
por los jueces en el siguiente nivel del sistema judicial mexicano.
Además, los observadores han señalado que la capacidad jurídica y
profesional de la Fiscalía —con la notable excepción de Carrillo 233
Prieto— es extremadamente débil. Cuarto, los bajos niveles de
legitimidad y la desconfianza general en los funcionarios del Estado
han conducido a las organizaciones de derechos humanos y algunos
grupos de víctimas de abstenerse de una cooperación e interacción
significativas con la Fiscalía. Experiencias comparativas muestran
que la participación de las ONG es extremadamente útil para que
estos esfuerzos sean exitosos.
Examinando a la Fiscalía Especial desde un marco de justicia
de transición la preocupación más urgente es doble: por un lado, el
gobierno de Fox ha puesto todos sus huevos en una canasta y ha
saturado al fiscal especial con una agenda demasiado ambiciosa que
asume de manera poco realista que la Fiscalía llevará a cabo una
estrategia completa y total de justicia de transición. Una lección
importante desde el campo de la justicia de transición, mencionado
anteriormente, es que las múltiples estrategias simultáneas o en
secuencia en la justicia de transición pueden fortalecerse unas a otras.
Quizás uno de los mejores ejemplos de esto es la forma en la que la
Comisión Peruana de la Verdad ha desarrollado un departamento
de “judicialización” para preparar ciertos casos para su enjuiciamiento.
COMISIONES DE LA VERDAD

Pero, en México, el fiscal especial es el único esfuerzo para enfrentar


los abusos a los derechos humanos del pasado.
Por otro lado, la sociedad civil es débil en temas de justicia de
transición. Las ONG altamente profesionales en el campo de los
derechos humanos están ocupadas con otras prioridades. Aunque
ciertamente tienen el personal y la experiencia para buscar estrategias
de justicia de transición están también ocupadas con otros programas.
Su personal y liderazgo es con frecuencia joven y dinámico e in-
teresado en estar al día en las cuestiones del derecho internacional, el
Sistema Interamericano de Derechos Humanos y la Corte Penal
Internacional, así como en prevenir las actuales violaciones a los
derechos humanos.
Mientras tanto, las organizaciones de víctimas, apasionadas por
la justicia de transición, tienen una capacidad extremadamente baja
de organización. Con frecuencia son de una generación mayor
—muchos han sido directamente afectados por la violencia— y
con frecuencia están localizadas en regiones marginadas del país,
234 pero no tienen los fondos o la especialización para buscar estas
estrategias. Aunque existen algunos esfuerzos regionales en pequeña
escala para crear comisiones de la verdad “informales” conducidas
por víctimas, la realidad es que la sociedad civil no está presentando
una opción viable a la Fiscalía Especial.
El resultado de la combinación de estos factores es que existen
grandes fuerzas desde casi cualquier posición saboteando al fiscal
especial y haciendo que se cumpla su propia profecía de que la
Fiscalía va a fracasar, mientras que, simultáneamente, no existe una
mecanismo alternativo fuerte que esté siendo considerado para
confrontar los abusos a los derechos humanos en México. Además,
incluso si el fiscal especial, contra todos los pronósticos, tuviera éxito
en procesar algunos casos clave de abusos a los derechos humanos,
todavía habrá mucho que hacer en México para poner en marcha
una estrategia más completa de justicia de transición.
Comisiones de
la verdad actuales

235
La experiencia de Ghana.
Visión global de la Comisión
Nacional de Reconciliación

Kenneth A. Attafuah*
Secretario Ejecutivo de la Comisión Nacional de Reconciliación
(Ghana)

INTRODUCCIÓN

La Comisión Nacional de Reconciliación de Ghana es una institución


de reciente creación que fue instalada el 6 de mayo de 2002 y que
está por conducir su primera audiencia pública. Se encuentra todavía
en su etapa preparatoria y aún no ha invitado al público a hacer
declaraciones. Por tanto, no estoy en posición de hablar sobre 237
“tortura, reparación y prevención” desde la perspectiva de la
Comisión.
Sin embargo, como ex jefe investigador y director de
Operaciones de la Comisión de Derechos Humanos y Justicia
Administrativa de Ghana, y como criminólogo interesado en
investigar el sistema de justicia penal y el escenario de los derechos
humanos en este país, estoy familiarizado con el tema de la tortura
en Ghana. Debido a estos antecedentes también, tengo algunas ideas
que con gusto compartiré en las sesiones de discusión posteriores a
este panel, pero no como declaraciones de la posición oficial de la
Comisión Nacional de Reconciliación de Ghana.
He elegido enfocarme en el objetivo, la estructura, los poderes
y las funciones de la Comisión Nacional de Reconciliación de Ghana.
También me he tomado la libertad de resumir los puntos clave que
presento en la parte I de este documento de cuatro partes. La parte
II considera brevemente el marco legal para manejar la tortura en

* La presentación fue pronunciada por el Dr. Attafuah en inglés; se reproduce una


traducción.
COMISIONES DE LA VERDAD

Ghana, y la parte III repasa los objetivos de las comisiones de la


verdad y reconciliación, discute la justificación para el establecimiento
de la Comisión Nacional de Reconciliación de Ghana, subraya el
propósito y las funciones de la Comisión, y destaca varios aspectos
sobresalientes de la ley que otorga facultades a esa Comisión.
Finalmente, en la parte IV del documento describo algunas de
las actividades preparatorias significativas que han sido llevadas
a cabo por la Comisión desde su instalación, así como algunos de
sus planes inmediatos, para poder asegurar el desarrollo efectivo
de sus deberes.

I. RESUMEN DE PUNTOS CLAVE.


INFORMACIÓN Y RASGOS BÁSICOS DE LA COMISIÓN NACIONAL
DE RECONCILIACIÓN DE GHANA

La Ley de Reconciliación Nacional (Ley 611) —ley que establece la


238 Comisión Nacional de Reconciliación— entró en vigor el 7 de enero
de 2002.
La Comisión se instaló el 6 de mayo de 2002. Espera comenzar
sus audiencias públicas a mediados de agosto de 2002.
La Comisión está compuesta por nueve ghaneses distinguidos
por su integridad, imparcialidad y capacidad para lograr el propósito
de la Ley 611.
Los miembros de la Comisión son designados por el Presi-
dente en consulta con el Consejo de Estado —un órgano no
partidista de ghaneses eminentes que asesoran al Presidente.
La Comisión es presidida por un juez retirado de la Suprema
Corte de Ghana.
El propósito de la Comisión es buscar y promover la recon-
ciliación nacional entre el pueblo de Ghana, recomendando las
reparaciones apropiadas para las personas que han sufrido cualquier
daño, lesión, perjuicio, agravio o que han sido afectadas
negativamente por violaciones y abusos a sus derechos humanos,
surgidas por acción u omisión de instituciones públicas y personas
que ostentaron cargos públicos durante los periodos de gobierno
inconstitucional.
LA EXPERIENCIA DE GHANA

La Comisión busca lograr este objetivo a través de dos medios


principales, a saber:

Estableciendo un registro exacto y completo de las violaciones a los


derechos humanos y abusos infligidos a las personas por parte de
instituciones públicas, funcionarios públicos o personas que declaraban
o aseguraban haber actuado a nombre del Estado durante los periodos
de gobierno inconstitucional;
Dirigiendo recomendaciones al Presidente para reparar los daños
cometidos durante los periodos especificados.

La amplitud del mandato de la Comisión son los periodos


del gobierno inconstitucional en la historia de Ghana desde su
independencia en 1957. Estos periodos son:

Del 24 de febrero de 1966 al 21 de agosto de 1969;


del 13 de enero de 1972 al 23 de septiembre de 1979, y
del 31 de diciembre de 1981 al 6 de enero de 1993 239

Sin embargo, la Comisión puede, a petición de cualquier


persona, investigar denuncias de violaciones a los derechos humanos
o abusos cometidos en cualquier periodo de gobierno civil entre el
6 de marzo de 1957 y el 6 de enero de 1993.
La Comisión tiene un periodo de un año para completar su
trabajo, el tiempo empieza a contar a partir de la fecha de su primer
audiencia pública.
El Presidente puede extender su periodo por otros seis meses
si la Comisión, justificadamente, solicita una ampliación del plazo.
La Comisión debe someter su informe al Presidente dentro
de los siguientes tres meses de terminado su trabajo.
La independencia de la Comisión está garantizada por la
ley que crea y da facultades a la Comisión; ésta no está sujeta a
la dirección ni al control de ninguna persona en el desarrollo de
sus funciones.
Los miembros de la Comisión están sujetos a estrictas reglas
obligatorias de confidencialidad y la suscripción de un Juramento al
asumir el cargo.
COMISIONES DE LA VERDAD

La Comisión tiene poderes amplios de investigación pero no


es un juzgado ni un tribunal; es esencialmente un órgano cuasi-judicial,
una institución especializada de derechos humanos.
La Comisión tiene poderes policiacos en sus investigaciones,
e.g., poderes para citar, catear, y poderes de un tribunal en sus
audiencias públicas, e.g., llamar a testigos, examinar a los testigos
bajo juramento o declaración.
La Comisión puede proporcionar asistencia legal a cualquier
testigo llamado por ella para aportar evidencia; también puede
proporcionar esa asistencia a cualquier testigo indigente si está
convencida de que esa asesoría es necesaria en el interés de lograr la
justicia.
Las audiencias de la Comisión son públicas, pero la Comisión
tiene facultades para escuchar casos en privado cuando una persona
solicite una audiencia privada. La Comisión puede por sí misma
decidir escuchar un caso en privado.
La víctima está facultada para estar presente en la audiencia, ya
240 sea que se lleve a cabo en público o en privado.
La información de una audiencia privada no puede ser hecha
pública, y los registros deben conservarse de tal forma que la
identidad de la víctima no sea revelada.
Un testigo frente a la Comisión tiene los mismos privilegios y
protección que un testigo frente a un tribunal.
La evidencia producida como resultado de la investigación o
de la audiencia de la Comisión, tanto si se encuentra en forma escrita
y firmada por el testigo, o si es parte de los registros oficiales de los
procedimientos de la Comisión, puede ser usada para desmentir al
testigo en un caso penal o civil posterior.
Cuando una persona es llamada por la Comisión, a pesar de que
se presente una objeción, para proporcionar evidencia incriminatoria
contra sí mismo o para producir un documento, esa evidencia o
información no podrá ser utilizada en un procedimiento penal o civil
subsiguiente contra esa persona. Pero si esa persona no presenta ninguna
objeción, la Comisión puede recibir la evidencia, y la evidencia puede
ser usada en su contra en procedimientos civiles o penales.
Una persona en cumplimiento de cualquier solicitud de la
Comisión no puede ser demandada en ninguna acción civil o penal.
LA EXPERIENCIA DE GHANA

Sin embargo, un testigo que cometa perjurio ante la Comisión puede


ser procesado ya sea que haya proporcionado evidencia bajo
juramento o no.

Sobre tortura

La Comisión tiene el deber de describir en su informe al Presidente


la naturaleza, las causas y las consecuencias de la tortura sobre las
víctimas.
La Comisión tiene el poder de hacer recomendaciones en su
informe al Presidente sobre los siguientes asuntos relacionados con
la tortura:

Reparaciones colectivas o individuales para las víctimas de tortura,


incluyendo compensación monetaria y no monetaria.
Estrategias para ayudar a las víctimas de tortura a sanar las heridas
y lidiar con su experiencia, incluyendo asistencia sociopsicológica. 241
Estrategias para la prevención de la tortura, incluyendo:
Reformas institucionales de entidades e instalaciones del Estado
proclives a la tortura
Campañas educacionales enfocadas en los derechos humanos
Medidas legales y administrativas

Sobre recomendaciones

El alcance de las recomendaciones adecuadas para corregir los


errores, para sanar los sufrimientos del pasado y reconciliar a la
nación puede cubrir lo siguiente:

Compensación monetaria o pagos en efectivo en las circunstancias


apropiadas, y
Reparaciones no monetarias, como erigir monumentos y
nombrar calles en memoria de los desaparecidos, y el estable-
cimiento de esquemas de becas para los hijos de víctimas de
tortura y ejecución.
COMISIONES DE LA VERDAD

II. MARCO LEGAL RELACIONADO CON LA TORTURA EN GHANA

La Cuarta Constitución Republicana de Ghana (1992) establece el


marco legal amplio relacionado con la tortura, la reparación y la
prevención. El capítulo 5 de la Constitución esboza los derechos
humanos fundamentales de todas las personas en Ghana, e incluye
la prohibición específica de la sujeción de “cualquier persona a tortura,
tratos o castigos crueles, inhumanos o degradantes”. Entre otras
cosas, la tortura viola la dignidad del ser humano, y el artículo 15 de
la Constitución de Ghana también establece que “la dignidad del ser
humano debe ser inviolable”. Ésta es una prohibición absoluta para la
cual no se permiten excepciones. Este amplio lenguaje comprende
la prohibición contra la tortura.
La Constitución permite el uso de fuerza razonable necesaria
para asegurar el arresto de un sospechoso, la prevención de la
comisión de un delito o el escape de la custodia legal de una persona
sentenciada. La sujeción a tortura no puede ser considerada sen-
242 satamente como “fuerza razonable”.
Adicionalmente, el Código Penal de Ghana, 1960 (Ley 29)
criminaliza la tortura, el daño ilegal y el asalto agravado. El Estado
puede presentar cargos criminales contra cualquier persona que
torture a otra. Una persona que es víctima de tortura o alguien
que actúa en su nombre puede también presentar una acción civil ante
la Suprema Corte o presentar una queja en la Comisión de Derechos
Humanos y Justicia Administrativa (Commission on Human Rights
and Administrative Justice, CHRAJ) para asegurar la protección de sus
derechos y buscar reparación disponible por ley. Ambos, la corte y
la Comisión rutinariamente manejan casos de tortura.
De hecho, los esfuerzos educacionales de la CHRAJ que apuntan
a la prevención de la tortura con frecuencia se enfrentan con la
resistencia popular que perdura debido en gran parte a las pre-
ocupaciones persistentes sobre la seguridad pública relacionadas
con el temor al crimen, especialmente el robo armado, la corrupción
de menores y la violación. En este contexto social, la tortura
realizada por personal de seguridad del Estado y por civiles es
ampliamente tolerada, y algunas veces celebrada por la población
en general.
LA EXPERIENCIA DE GHANA

Pero la CHRAJ, que también conduce visitas regulares a la prisión


para, entre otras cosas, asesorar en la prevención y corrección de la
tortura, es de creación relativamente reciente, siendo establecida en
julio de 1993. Los casos de tortura anteriores a la creación de la
Comisión están fuera del marco de investigación y alcance de los
reglamentos de reparación. Hasta ahora, la terrible realidad es que
numerosos ghaneses han sido torturados, especialmente durante el
periodo de gobierno inconstitucional, a través de toda nuestra historia
posindependiente.
En estas circunstancias, la Ley de la Comisión Nacional de
Reconciliación de Ghana (2002) (Ley 611), que fue aprobada por el
Presidente el 7 de enero de 2002, establece la única oportunidad
realista para manejar casos históricos de tortura. Ahondaré sobre
este asunto más tarde en el presente documento.

III. OBJETIVOS DE LAS COMISIONES DE VERDAD


Y RECONCILIACIÓN 243

En su libro Verdades impronunciables: Confrontando el terror y la atrocidad


estatal (Unspeakable Truths: Confronting State Terror and Atrocity,
2001), Priscilla Hayner, directora ejecutiva del Centro Internacional
para la Justicia de Transición, señala que los objetivos de una
comisión nacional de verdad y reconciliación pueden ser multi-
dimensionales. Ella resume estos objetivos como sigue: 1) llegar
a las víctimas; 2) documentar y corroborar los casos para un
programa de reparación; 3) llegar a conclusiones firmes e
irrefutables en casos controvertidos y patrones de abuso; 4) llevar
al país a un proceso de sanación nacional; 5) contribuir a la justicia;
6) escribir un informe público accesible; 7) perfilar reformas, y
8) dar voz a las víctimas.
La aproximación específica adoptada para el trabajo de
una comisión dada dependerá de los objetivos de la Comisión.
La Comisión Nacional de Reconciliación de Ghana busca lograr
todos estos objetivos. Su estatuto facultativo está basado en
experiencias de otros países como Argentina, Chile, Brasil, Nigeria
y Sudáfrica.
COMISIONES DE LA VERDAD

¿Por qué Ghana necesita una Comisión Nacional


de Reconciliación?

Ghana es un país relativamente pacífico en la turbulenta subregión


de África Occidental, caracterizada por conflictos étnicos y políticos
endémicos, incluyendo conflictos armados que han causado una
devastación indecible sobre millones de personas. En comparación
con Sierra Leona, Liberia y Nigeria, Ghana es un paraíso de paz y
tranquilidad. Pero esta imagen de Ghana es parcial al encubrir muchos
terribles episodios de violencia étnica y política, de hostilidad y crueles
violaciones a los derechos humanos.
Las comisiones de verdad y reconciliación son, de manera
general, una parte integrante de los pactos de transición para el retorno
a un gobierno democrático constitucional.1 La Comisión Nacional de
Reconciliación de Ghana fue una realidad hasta ocho años después
de que la nación regresó a un gobierno constitucional. Esto va en
contra de virtualmente todas las comisiones de la verdad y re-
244 conciliación, que generalmente emergen en la fase de la transición a
la democracia. Sólo México está empezando a dar pasos tentativos
como Ghana para establecer una comisión de reconciliación varios
años después de la restauración de la democracia.
En el caso de Ghana, la “demora” puede ser entendida en el
contexto de la política partidista. El Congreso Nacional Democrático
del presidente Jerry John Rawlings no tenía interés en crear una
agencia especial para promover la reconciliación nacional. En dos
ocasiones durante su segundo periodo en el poder, el presidente
Rawlings públicamente se disculpó con los ghaneses por cualquier
“exceso” que pudiera haber tenido lugar durante el reinado
convulsivo del Consejo Revolucionario de las Fuerzas Armadas
(Armed Forces Revolutionary Council, AFRC) como resultado del

1. Debe señalarse, sin embargo, que la primera comisión de la verdad del mundo,
establecida en 1974 por el presidente de Uganda, Idi Amin Dada, no tuvo conexión
con ningún arreglo transicional. La Comisión para Investigar la Desaparición de
Personas en Uganda fue la respuesta de Amin a la enorme presión internacional que
confrontaba la brutalidad de su régimen. Amin permaneció firme en el poder varios
años hasta que eventualmente fue expulsado por rebeldes ugandeses apoyados por
militares de Tanzania.
LA EXPERIENCIA DE GHANA

Levantamiento del Cuatro de Junio y los años turbulentos del Consejo


Provisional de Defensa Nacional (Provisional National Defence
Council, PNDC). Rawlings encabezó ambos gobiernos. El principal
partido de oposición —el Nuevo Partido Patriótico (New Patriotic
Party, NPP)— consideró la disculpa poco adecuada para reconciliar
a la nación. En su Manifiesto Político, el NPP prometió un Comité
Nacional de Reconciliación “para sanar las heridas en descomposición
dentro de nuestro órgano político” y para promover la reconciliación
nacional. En su discurso inaugural del 7 de enero de 2001, el
presidente John Agyekum Kufour del NPP reiteró ese compromiso
y lo enfatizó nuevamente el 15 de febrero de 2001 cuando realizó
su primer discurso ante el Parlamento, haciendo notar que “el Comité
de Reconciliación Nacional [...] será establecido para proporcionar
un foro que permita la ventilación de los agravios a las personas
ofendidas para poder promover la reconciliación nacional”.
Por lo anterior queda claro que si el NPP hubiera llegado al
poder antes de 2001, probablemente se hubiera establecido antes la
Comisión Nacional de Reconciliación y podría por lo tanto haber 245
sido vista como parte del proceso de transición a la democracia.

Ejemplos flagrantes de violaciones


a los derechos humanos en Ghana

Pero, ¿cuáles “acusaciones” y “heridas en descomposición” en el


órgano político ghanés podría el NPP haber considerado en su
Manifiesto y los discursos presidenciales señalados anteriormente?
¿Cuáles experiencias de graves violaciones a los derechos humanos
y falta de mecanismos de reparación justificarían la creación de una
Comisión Nacional de Reconciliación en Ghana?
El secuestro, asesinato a sangre fría y quema de tres jueces de
la Suprema Corte (Cecilia Koranteng-Addo, Kwadwo Agyei
Agyepong y Fred Poku Sarkodee) y un oficial de la armada retirado
(mayor Sam Acquah) el 30 de junio de 1982, proporcionan una
imagen amplia de la realidad en cuanto a las desapariciones, los
secuestros y asesinatos auspiciados por el Estado. Joachim Amartey
Kwei, un ex sindicalista, miembro del PNDC, y amigo de muchos
COMISIONES DE LA VERDAD

años del presidente Rawlings, junto con otras cinco personas, fue
arrestado, juzgado, sentenciado y subsecuentemente ejecutado el 10
de agosto de 1983 por el secuestro y asesinato de las cuatro personas
cuyos cuerpos quemados fueron encontrados en el llano de Dodowa
(cerca de Accra) tres días después de su desaparición de sus casas
(África Occidental, 8 de septiembre de 1983).
A pesar de lo anterior, la mayoría de los ghaneses siguen
creyendo que la verdad completa sobre el secuestro y horrible
asesinato de los jueces y el oficial militar no ha sido esclarecida, y que
debe hacerse justicia.
Es casi imposible decir cuántas personas comunes se “eva-
poraron” o “desaparecieron” en circunstancias misteriosas durante
el periodo revolucionario. Es posible inferir que al calor de la pasión
revolucionaria que envolvió a la nación entre 1982 y 1986, muchos
cientos de personas probablemente perdieron sus vidas durante el
proceso de “evaporación” —capturas no registradas, tortura y
asesinato de un conjunto de “personas problemáticas”, incluyendo
246 delincuentes comunes como ladrones armados y enemigos
personales y políticos de funcionarios gubernamentales—. Entre
los grupos de los muchos que fueron rutinariamente detenidos y
torturados estuvieron periodistas y abogados.
Entre junio y septiembre de 1979 muchas mujeres ghanesas
pudientes —especialmente mujeres que trabajan en los mercados—
fueron sistemáticamente detenidas y torturadas en público. Muchas
de ellas fueron desnudadas y azotadas en los glúteos o en sus partes
privadas por personal militar y policiaco con terrible barbarie,
supuestamente por vender bienes arriba de los precios controlados
que fueron establecidos artificialmente. Las instalaciones militares,
los cuartos de guardia y las estaciones de policía se convirtieron en
centros comunes de largas e ilegales detenciones y tortura.
En 1980 se disparó al azar contra un estudiante indefenso,
trabajadores que protestaban y fuerzas a favor de la democracia.
En algunos casos, personal militar ejecutó a sospechosos de ser
“disidentes políticos” y criminales comunes en forma desenfrenada
y sin cuidado.
El 28 de julio de 1983, detrás del Motel Aeropuerto, ubicado
en el lado opuesto a la Oficina de Pasaportes de la carretera Legon-
LA EXPERIENCIA DE GHANA

Madina en Accra, atestigüé la ejecución pública “no autorizada” de


cinco jóvenes que más tarde se rumoró eran “ladrones de equipaje”
que operaban en el Aeropuerto Internacional de Kotoka. Sus cuerpos
fueron dejados allí para que varios clientes del motel, los cientos de
aspirantes a viajar y “contratantes de pasaportes” reunidos en la
Oficina de Pasaportes pudieran alimentar su curiosidad. Una hora
más tarde, los tres soldados que llevaron a cabo la ejecución regresaron
en dos taxis, metieron los cuerpos en las cajuelas y se fueron. No
hubo mención del incidente en ningún medio de comunicación en
Ghana. No se llenó ningún registro de lo anterior en la Estación de
Policía del Aeropuerto localizado a 300 metros del lugar. Un
funcionario en el mostrador me dijo una semana después: “No
tenemos registro de nada parecido. ¡No sabemos nada!”
Es probable que el lugar de la ejecución fuera elegido
deliberadamente por su alta visibilidad, en un intento por presentar
un espectáculo público. El espectáculo de ejecuciones públicas,
autorizadas o no, cumplía el siguiente objetivo: inculcar miedo en la
ciudadanía. Ésta es una forma de terrorismo, que apunta a controlar 247
a las personas instalando el terror en ellas, el ejercicio último de
poder.
Éstos son sólo algunos ejemplos de los numerosos casos de
graves violaciones a los derechos humanos en nuestra historia política
llena de altibajos. Y muchos ghaneses más están convencidos de que
existen muchas historias de ejecuciones extrajudiciales, secuestros,
violaciones y largas detenciones ilegales, confiscaciones de pro-
piedades de ciudadanos adquiridas legalmente, no contadas, que
salpican varias décadas de gobiernos militares (y civiles), de febrero
de 1966 a enero de 1993, que permanecen sin ser atendidas. Algunas
pueden remontarse a marzo de 1957. Muchos sufren por el
tratamiento insensible y las injusticias llevadas a cabo por ghaneses
contra ghaneses y nacionales extranjeros en nuestra tierra. Y la
evidencia es que Ghana es una nación con una sociedad dividida
que necesita urgentemente una reconciliación.
Más aún, las Disposiciones de Transición contenidas en la
Constitución de Ghana de 1992 prohíben cualquier escrutinio judicial,
y cualquier posibilidad de reparación de cualquier acción llevada a
cabo o supuestamente llevada a cabo en nombre de los gobiernos u
COMISIONES DE LA VERDAD

operadores de los gobiernos del Consejo Revolucionario de las


Fuerzas Armadas (4 de junio al 23 de septiembre de 1979) y el PNDC
(31 de diciembre al 6 de enero de 1993). Así, se excluyó sustantiva y
efectivamente la posibilidad de reparar cualquier error cometido
durante este periodo.
Específicamente la sección 34(1) de las Disposiciones de
Transición de la constitución de 1992 establece que:

34. (1) Ningún miembro del Consejo Provisional de la Defensa


Nacional, Secretaría del Consejo provisional de la Defensa Nacional, u
otras personas designadas del Consejo Provisional de la Defensa
Nacional podrán ser hallados responsables ya sea en conjunto o por
separado, por ningún acto u omisión durante la administración del
Consejo Provisional de la Defensa Nacional.

La anterior sección debe leerse in tandem con la Sección 34(2) de


las Disposiciones de Transición, que también establecen lo
248 siguiente:

34. (2) No es legal para ninguna corte o tribunal tomar en consideración


cualquier acción, o tomar cualquier decisión, o dar alguna orden o
garantía o reparación o ayuda en ningún procedimiento instituido
contra el gobierno de Ghana o cualquier persona que actúe bajo la autoridad
del gobierno de Ghana. (Énfasis añadido.)

Se puede argumentar que estas acciones u omisiones eliminadas del


escrutinio judicial en las disposiciones anteriores pueden razo-
nablemente interpretarse como aquellas realizadas “bajo la autoridad
del gobierno de Ghana”.
El artículo 278(1) de la Constitución, que concierne a la
designación de comisiones de investigación, establece que:

278(1) Sujeto al artículo 5 de la Constitución, el Presidente puede,


mediante un instrumento constitucional, designar a una comi-
sión de investigación sobre cualquier asunto de interés público
donde [...] el Presidente esté de acuerdo en que se designe una
comisión de investigación.
LA EXPERIENCIA DE GHANA

El artículo 5 tiene relación con la creación de regiones. Si el asunto es de


interés público entonces el Presidente puede designar una comisión
de investigación mediante un instrumento constitucional. Es un poder
discrecional conferido al Presidente por el artículo 278 de la
Constitución.
En suma, el Presidente tiene el poder discrecional para designar
una comisión de investigación sobre un asunto de interés público si
tiene una buena razón. El tema de sanar las heridas del pasado y
reconciliar a la nación a través del establecimiento de una plataforma
para que las voces de las víctimas de graves violaciones a los derechos
humanos sean escuchadas, y el establecimiento de reparaciones
apropiadas para esas víctimas, entre otras medidas legales, es una
cuestión de gran interés público en Ghana.2
La Comisión Nacional de Reconciliación no es un tribunal, es
un órgano investigador con un enfoque en la reparación, y carece de
poder para determinar responsabilidades, pronunciarse sobre la
culpabilidad de individuos o imponer sanción a ninguna persona.
Para este fin, la Ley de la Comisión Nacional de Reconciliación 249
no infringe la Sección 34(3) de las Disposiciones de Transición de
la Constitución, y pretende proporcionar una plataforma a las
personas agraviadas para contar sus historias de victimización a un
órgano investigador no judicial, y alcanzar la compensación y sanación
adecuadas.

Objetivo y funciones de la Comisión Nacional de Reconciliación

La Ley de la Comisión Nacional de Reconciliación (Ley 611) de


2002, establece en la Sección 3 lo siguiente:

3. (1) El objeto de la Comisión es buscar y promover la reconciliación


nacional entre el pueblo de este país

2. Una encuesta conducida en 2002 por el respetado Centro para el Desarrollo


Democrático (Centre for Democratic Development, CDD-Ghana) sobre la actitud de
los ghaneses hacia la creación de una Comisión Nacional de Reconciliación en Ghana
encontró un fuerte apoyo a la idea de parte de todos los actores de la sociedad.
COMISIONES DE LA VERDAD

Estableciendo un registro exacto, completo e histórico de las violaciones


y los abusos a los derechos humanos infligidos a personas por
instituciones públicas y titulares de oficinas públicas o personas
pretendiendo haber actuado a nombre del Estado durante periodos
de gobierno inconstitucional, a saber de
24 de febrero de 1966 al 21 de agosto de 1969;
13 de enero de 1972 al 23 de septiembre de 1979, y
31 de diciembre de 1981 al 6 de enero de 1993, y
haciendo recomendaciones al Presidente para reparar los errores
cometidos dentro de los periodos especificados

(2) No obstante los periodos especificados en la subsección (1)(a), la


Comisión puede, sobre la base de una solicitud de cualquier persona,
buscar el objetivo especificado en la subsección (1) respecto de cualquier
otro periodo entre el 6 de marzo de 1957 y el 6 de enero de 1993.

La Sección 4 de la Ley señala las funciones de la Comisión como


250 sigue:

4. Para el propósito de lograr su objetivo la Comisión debe:


Investigar las violaciones y los abusos a los derechos humanos
relacionados con homicidios, secuestros, desapariciones, detenciones,
tortura, malos tratos y apoderamiento o allanamiento de propiedad
sufrida por cualquier persona dentro de los periodos especificados;
Investigar el contexto, las causas y circunstancias en las cuales ocurrieron
las violaciones y los abusos e identificar a los individuos, instituciones
públicas, órganos, organizaciones, servidores públicos o personas
pretendiendo haber actuado en nombre de cualquier órgano público
responsable o involucrado en abusos a los derechos humanos.
Identificar y especificar las víctimas de violaciones y abusos y emitir las
recomendaciones apropiadas para su reparación;
Investigar y determinar si las violaciones y los abusos fueron planeados
deliberadamente y ejecutados por el Estado o cualquier persona referida
en el párrafo (b);
Conducir investigaciones relevantes a su trabajo y buscar asistencia de la
policía y de cualquier institución pública o privada, órgano o persona
para los propósitos de una investigación;
LA EXPERIENCIA DE GHANA

Investigar otros asuntos que considere que requieren investigación


para promover y lograr la reconciliación nacional, y
Educar al público y dar suficiente publicidad a su trabajo, así como
alentarlo a contribuir positivamente al logro del objetivo de la
Comisión.

Poderes de la Comisión en relación con las investigaciones

La Sección 9(1) de la Ley 611 faculta a la Comisión para establecer


una unidad de investigación. La Sección 10 de la Ley da a la Comisión
amplios poderes para investigar. Específicamente, la sección establece
lo siguiente:

10. La Comisión debe, para propósitos de investigación,


tener acceso a cualquier información y registros relacionados con el
desempeño de las funciones de la Comisión;
visitar cualquier establecimiento o lugar para conducir su investigación; 251
interrogar a cualquier persona en relación con el objeto de la
investigación de la Comisión
solicitar a una persona revelar verazmente cualquier información
relevante para el asunto bajo investigación de la Comisión que sea del
conocimiento de esa persona.
solicitar a una persona que:
i. proporcione cualquier información;
ii.produzca cualquier documento o artículo en cualquier forma que en
la opinión de la Comisión se relacione con una investigación bajo la Ley
y la cual esté en posesión o control de esa persona.

Adicionalmente, se le han otorgado poderes policiacos a la Comisión


según la sección 11 de la Ley “para los propósitos de entrar, buscar,
aprehender y confiscar cualquier documento o artículo relevante a
cualquier investigación” que se pueda conducir de acuerdo con la
Ley. La Comisión puede entrar, buscar y confiscar cualquiera de
estos documentos o artículos sin una orden legal cuando exista la
opinión de que obtener una orden legal pueda truncar el propósito
de entrar, buscar, aprehender y confiscar el documento o artículo
COMISIONES DE LA VERDAD

en cuestión. Sin embargo, según el Artículo 11(3) de la Ley, un


documento, artículo o información obtenida de esa forma por la
unidad de investigación no puede hacerse público sin la autorización
de la Comisión.
Estos poderes son adecuados y similares a los poderes de
investigación de la policía, y su ejercicio juicioso debe permitir a la
Comisión a investigar todas las formas de queja que se presenten
ante ella.

Audiencias públicas y privadas

El Artículo 12(1) de la Ley establece que todos los procedimientos


de la Comisión deben ser públicos. Sin embargo, la Comisión puede
sostener procedimientos en privado cuando esté convencida de que
hay una “buena razón” para hacerlo así.
Aunque la Ley no dice nada sobre el significado o alcance de
252 una “buena razón”, puede decirse que las circunstancias en las cuales
la Comisión puede sostener audiencias en privado por “buenas
causas” incluyen las siguientes:

cuando la evidencia del posible testigo es potencialmente explosiva y


puede ser dañina para la seguridad nacional;
cuando la necesidad de proteger la dignidad o privacidad del testigo
supera el derecho del público de saber, y
cuando se pueda causar un daño o turbación indebida a la reputación o
el carácter del presunto perpetrador, quien ha muerto o no se encuentra
en posición de defenderse.

La Comisión tiene prohibido por la sección 12(4)(a) de la Ley


hacer pública cualquier información obtenida en una audiencia
privada.
La Sección 12(4)(b) también obliga a la Comisión a no revelar
la identidad de un testigo en ese procedimiento, mientras la sección
12(4)(c) ordena a la Comisión mantener registro de esos proce-
dimientos privados de manera que proteja la identidad de un testigo
que testifique en una audiencia privada.
LA EXPERIENCIA DE GHANA

Poderes de la Comisión en relación con los procesos

Para los propósitos de conducir sus procedimientos, la Sección 13


de la Ley 611 otorga a la Comisión el poder de

solicitar a cualquier persona revelar verazmente cualquier información


que sea del conocimiento de esa persona y que sea relevante para el
procedimiento;
examinar cualquier testigo bajo juramento o declaración y tomar el
juramento o declaración;
emitir citatorios solicitando la presentación de una persona ante la
Comisión y solicitar la producción de cualquier artículo, documento u
otro registro relevante para los procedimientos;
encausar a cualquier persona que se rehúse a cumplir con una orden o
un mandato de la Comisión o actúe de forma despectiva hacia la
Comisión para ser acusada de desacato a la corte y que esa persona sea
juzgada por la Suprema Corte, y
exigir a una persona llenar una forma donde proporcione esa in- 253
formación y dentro del periodo que debe especificarse en la forma.

Privilegios de los testigos e indemnización

Por virtud de la Sección 14(a), un testigo que aparezca ante la Comisión


tiene los mismos privilegios de un testigo ante la Suprema Corte.
La Sección 14(2) proporciona inmunidad contra procesos
civiles o penales para cualquier persona que cumpla con cualquier
requerimiento de la Comisión de acuerdo con la Ley 611.
Específicamente, la Sección establece lo siguiente:

14(2) Una persona no puede ser sujeto de procesos penales o civiles


bajo ninguna norma por haber cumplido con un requerimiento de la
Comisión de acuerdo con la presente Ley.

Así, una persona que fue específicamente requerida por la Comisión


para realizar un acto, no puede ser denunciada en una acción civil o
procesada por una acción penal por realizar ese acto.
COMISIONES DE LA VERDAD

Testimonios obligatorios y admisión de evidencia incriminatoria

La Sección 15 de la Ley le da a la Comisión el poder para obligar a


un testigo a producir cualquier documento o artículo y contestar
cualquier pregunta relacionada con la materia del procedimiento,
aun si el documento, artículo o pregunta pudiera incriminar a esa
persona.
Por virtud de la Sección 15(1), la evidencia incriminatoria
proporcionada por una persona en un procedimiento ante la
Comisión no debe ser usada en ningún procedimiento civil o criminal
contra esa persona.
Esta disposición subraya el carácter y objeto no punitivo de la
Comisión y sus procedimientos. El propósito de la Sección es asegurar
que un testigo ante la Comisión va a revelar verazmente a la Comisión
cualquier información, documento o artículo relevante que sea del
conocimiento o control de esa persona, sin miedo de cualquier acción
legal subsiguiente contra él por hacerlo.
254

Representación por un asesor legal

La Sección 17(1) de la Ley 611 establece que una persona citada o


llamada para comparecer en una audiencia ante la Comisión tiene el
derecho de ser representado por un abogado. La Comisión tiene la
obligación bajo la sección 17(4) de la Ley a notificar a la persona de
su derecho a contar con un abogado.
Para acelerar los procedimientos, la Sección 17(2) de la Ley
le otorga a la Comisión el poder de establecer limitaciones
razonables al tiempo permitido para la examinación de un testigo
de la otra parte o para la presentación de cualquier documento a
la Comisión.
La Comisión tiene poder discrecional bajo la Sección 17(3) de
la Ley para designar a un abogado que represente a un testigo que
no sea financieramente capaz de designar a un abogado para un
procedimiento ante la Comisión. Para hacerlo, la Comisión debe
estar de acuerdo en que es en el interés de la justicia que la persona
pueda estar representada por un abogado.
LA EXPERIENCIA DE GHANA

Revelación de la identidad de los quejosos y testigos

De acuerdo con la Sección 18(1) de la Ley, la Comisión debe,


teniendo en cuenta los propósitos de la Ley y el objetivo y los funciones
de la Comisión, decidir si identifica a un quejoso, a un informante o
a un testigo que ha dado información a la Comisión bajo la Ley y, si
es así, hasta qué punto puede hacerlo.
La Sección 18(2) permite por Ley “a una persona que crea
que puede estar en riesgo por revelación” en el curso de cualquier
investigación por la Comisión “solicitar a la Comisión tomar las
medidas que considere adecuadas para su protección”.

Confidencialidad

La Secciones 19(1)(a) y (b) de la Ley establecen reglas estrictas de


confidencialidad obligatoria para miembros y personal de la
Comisión. 255
La Sección 19(2) obliga a las personas que tienen un
nombramiento en la Comisión que les permita tener acceso a
información confidencial de la Comisión, a suscribirse al Juramento
de confidencialidad establecida en el Segundo Esquema de la
Constitución de Ghana (1992) antes del comienzo de sus funciones
bajo la Ley.
La Sección 19(4) prohíbe a un miembro de la Comisión revelar
a persona alguna cualquier información adquirida debido a su
membresía de la Comisión, exceptuando:

para el propósito del ejercicio de poderes;


en el desempeño de sus funciones;
para llevar a cabo las obligaciones de su cargo;
cuando sea requerido por un tribunal a hacerlo, o
bajo cualquier ley.

La Sección 19(6) establece que “una persona que no esté autorizada


por la Comisión no debe tener acceso a cualquier información que
sea confidencial por virtud de la Ley”.
COMISIONES DE LA VERDAD

La Sección 19(7) establece que, al terminar su trabajo, la


Comisión debe, sujeta a la Ley de Registros Públicos y Administración
de Archivos de 1977 (Public Records and Archives Administration
Act, Ley 535), dar instrucciones sobre el tratamiento, el alma-
cenamiento, el aseguramiento y la disposición de cualquier
información, material, registro o documento recolectado o juntado
o usado por aquélla en el curso de su trabajo.

Realización del informe y disolución de la Comisión

La Sección 20(1) de la Ley obliga a la Comisión a emitir su informe


al Presidente dentro de los tres meses después de haber completado
su trabajo.
Bajo la Sección 20(2), se espera que el informe de la Comisión
comprenda los hallazgos y las recomendaciones, y debe, entre otros:

256 proporcionar documentación apropiada y establecer la naturaleza y


causa de violaciones y abusos serios a los derechos humanos de
personas;
proporcionar un registro histórico preciso de los asuntos investigados
por la Comisión;
identificar a las víctimas de violaciones y abusos a los derechos
humanos;
recomendar las respuestas apropiadas para necesidades específicas de
cada víctima o grupo de víctimas;
sugerir medidas para prevenir y evitar la repetición de esas violaciones
y abusos;
recomendar reformas y otras medidas legales, políticas, admi-
nistrativas o de otra índole necesarias para lograr el objeto de la
Comisión;
promover el proceso de sanación y reconciliación;
establecer un fondo para reparación y rehabilitación.

La Sección 20(3) establece que, después de la presentación de su


informe, la Comisión debe dejar de existir en una fecha determinada
por el Presidente publicada en la Gaceta.
LA EXPERIENCIA DE GHANA

Responsabilidad de la Comisión y miembros del personal

De acuerdo con la Sección 21 de la Ley, un miembro de la Comisión,


un miembro del personal de la Comisión o una persona que
desempeñe cualquier tarea a nombre de la Comisión no puede ser
responsable por nada que esté contenido en cualquier informe, por
hallazgos, por puntos de vista o por recomendaciones emitidas o
expresadas de buena fe bajo la Ley.

Delitos y sanciones

La Sección 22(a)-(k) de la Ley establece una lista de delitos y sanciones


para actos realizados en relación con la Comisión que tengan el
objeto de influenciar impropiamente, obstruir, retardar, frustrar o
interferir con la Comisión o el trabajo de la Comisión.

257
IV. PREPARACIÓN PARA EL INICIO DE LAS AUDIENCIAS PÚBLICAS

La Comisión fue instalada el 6 de mayo de 2002. Desde entonces


ha estado ocupada en una serie de actividades preparatorias para
asegurar su operación sin sobresaltos. La Comisión considera que,
para asegurar el logro efectivo de su objetivo y funciones, debe
estar apoyada por un secretariado competente y eficiente. Es
imperativo que el personal del secretariado posea la experiencia
requerida y demuestre un gran sentido de dedicación y compromiso
con el objetivo de la Comisión.
Las actividades de la Comisión a la fecha incluyen las siguientes:
Orientación para miembros de la Comisión facilitada por el Centro
Internacional de Justicia para la Transición (International Centre for
Transitional Justice, ICTJ) en las operaciones de las Comisiones de la
Verdad y asuntos prácticos que enfrentan.
Revisión del Proyecto de Presupuesto para sus operaciones.
Diseño del Plan de Trabajo.
Organización de un concurso nacional de logo para identificar y
seleccionar un símbolo apropiado de reconciliación para la Comisión
COMISIONES DE LA VERDAD

y para mantener a la Comisión viva en las mentes de los ghaneses.


Desarrollo de un código de conducta de los comisionados y el
personal.
Participación en un encuentro con la prensa entre el Procurador
General y ejecutivos de los medios y participantes en el Proceso
Nacional de Reconciliación.
Participación en un taller sobre cobertura de medios para la
Comisión Nacional de Reconciliación, organizada conjuntamente
entre la Asociación de Periodistas de Ghana y la ONG Centro para el
Desarrollo Democrático (Centre for Democratic Development,
CDD-Ghana).
Contratación de personal clave.
Conferencia de prensa para actualizar al público sobre sus actividades
y planes.
Entrenamiento de medios para los comisionados facilitado por
expertos en medios locales e internacionales.
En el próximo par de semanas, la Comisión planea llevar a
258 cabo las siguientes actividades, nuevamente con el apoyo del ICTJ:
Diseño de un programa de comunicación con el público.
Diseño de las reglas y los procedimientos operativos en relación con:

qué casos cubrir,


métodos de recolección de datos,
si se usará una base de datos y, si es así, de qué tipo,
reglas de debido proceso,
bases para conclusiones fácticas,
relaciones con el público y los medios durante las investigaciones,

desarrollo de una estrategia de documentación,


entrenamiento de los comisionados y el personal.

Capacitación especial apropiada para el personal


y los comisionados

Se están llevando a cabo planes para proporcionar capacitación y


orientación para la Comisión y el personal en un periodo de tres
LA EXPERIENCIA DE GHANA

semanas comenzando a finales de julio o principios de agosto, y la


Comisión espera que las audiencias públicas comiencen dos semanas
después de ese ejercicio. En el programa de capacitación y orientación,
esperamos enfocarnos en los siguientes temas, entre otros:

A. Información contextual detallada sobre:


El significado de los derechos humanos.
La Carta Internacional de los Derechos Humanos.
Objetivos de la Ley NRC.
Comisiones de la verdad: perspectivas y experiencias internacionales.
Independencia de la Comisión Nacional de Reconciliación, lo que
significa.
Historia básica de la represión en Ghana.
Descripción de las formas de tortura utilizada.
Diferentes nombres para la tortura en diferentes círculos y localidades.
Identidad de los líderes electos en las áreas del campo de estudio.
ONG claves y sus líderes en las áreas del campo de estudio.
Afiliaciones políticas y divisiones entre las organizaciones. 259
Información sobre la actual amenaza de peligro a la Comisión,
investigadores y otro personal.
Distinciones entre diferentes regiones del país (incluyendo un
diagnóstico de violencia y politización continuada).
Concentración de víctimas en diferentes áreas.
Naturaleza (profundidad) y patrones de lealtad política y conexiones
a los regímenes y las instituciones represivas.
Manejo del estrés psicológico por tomar testimonios y declaraciones.
Asesoría y servicios de referencia a especialistas para testigos
traumatizados o preocupados; declarantes que confiesan que revelan
trauma.

B. Principios y técnicas de investigación


Lo que se debe y no se debe hacer en la entrevista.
Toma de notas y mantenimiento de los registros.
Estándares internacionales de derechos humanos.
Investigación y metodología.
Asuntos de debido proceso.
Resumen efectivo de casos.
COMISIONES DE LA VERDAD

Selección de casos muestra para investigación.


Recolección, compilación y almacenamiento de datos.
Investigaciones de campo; métodos y habilidades.
Razones y formatos de la planeación de la investigación.
Interrogatorio, toma de declaraciones y observación.
Redacción del informe de investigación.
Investigaciones forenses y hallazgos de la verdad.
Exhumaciones y preservación de la evidencia: manejo de materiales
delicados.
Respeto, empatía y apoyo.

C. Desarrollo de bases de datos, documentación y diseño de sitio


de internet

D. Principios y técnicas de fallo en el contexto de la Comisión de


Verdad y Reconciliación
Justicia natural o justicia procesal.
Imparcialidad, neutralidad y confidencialidad.
260

E. Conducción de audiencias públicas


Principios y técnicas.
Asuntos prácticos en la recepción y evaluación de testimonios.
Evaluación de la credibilidad del testigo.
Toma y escritura de decisiones.

F. Elaboración del informe


Elementos y características de los informes de las Comisiones de la
Verdad y Reconciliación.
Haciéndolo bien: a partir de los apuntes reportar con exactitud.
Evaluando los datos para el informe escrito.

G. Diseñando un plan de trabajo


Criterios para presentarse ante la Comisión.
Procedimientos de selección: determinaciones pre-audiencia.

H. Investigaciones amplias sobre:


Patrones de crimen y responsabilidad.
Investigaciones especiales sobre hechos clave.
LA EXPERIENCIA DE GHANA

I. Reparaciones para víctimas y sus familiares (que pueden incluir):


Compensación monetaria.
Opciones no monetarias.

Servicios de previsión social; acceso a instalaciones médicas,


educacionales y de otro tipo.
Establecimiento de crédito “suave” y esquemas de préstamos.
Establecimiento de esquemas de becas.
Establecimiento de esquemas de pensión.

Medidas educacionales (para promover el respeto por los derechos


humanos fundamentales).
Reformas institucionales (para la prevención de la tortura y otras
violaciones a los derechos humanos).
Medidas legislativas (para proteger mejor los derechos humanos).
Proyectos de desarrollo.
Enseñanza y popularización de los principios y habilidades para

Resolución de conflictos. 261


Mediación comunitaria.

Estructura organizacional del Secretariado

La Comisión ha creado las siguientes cinco unidades dentro de su


Secretariado: 1) Administración y Finanzas, 2) Legal, 3) Investigación
y toma de declaraciones, 4) Asesoría y Apoyo, y 5) Relaciones Públicas
y Enlace con la Comunidad. Cada unidad es encabezada por un
director que reporta a la Comisión a través de la Secretaría Ejecutiva.
También existen cinco oficinas zonales para asegurar el alcance
efectivo de la Comisión en todo el país. Cada oficina zonal es
encabezada por un administrador, que informa a la Comisión a
través de la Secretaría Ejecutiva.

Publicidad y enlace comunitario

Una coalición de la sociedad civil sobre reconciliación nacional,


conducida por CDD-Ghana, ha sido extremadamente activa y ha
COMISIONES DE LA VERDAD

sido de gran ayuda en el discurso del proceso de reconciliación de


Ghana, el establecimiento de un marco legislativo y la creación de la
misma Comisión.
A través de su Unidad de Relaciones Públicas, la Comisión
espera facilitar una relación dinámica con los medios y los grupos
de la sociedad civil. Está determinada a trabajar en cercana asociación
con los grupos de la sociedad civil para llevar a cabo su mandato.
También espera profundizar sus enlaces positivos con una sección
representativa de los grupos de la sociedad civil y las muchas
instituciones de gobierno en Ghana, como la judicatura, la CHRAJ, la
Comisión Nacional de Medios y la Comisión Nacional para
Educación Cívica, en la promoción de los fines del proceso de
reconciliación.
Contamos con el apoyo y la buena voluntad de la comunidad
internacional y de nuestras comisiones de la verdad y reconciliación
hermanas de América Latina, África, Asia y cualquier otro lugar
para asegurar el éxito de nuestra empresa colectiva. Y, una vez más,
262 agradecemos la oportunidad de la Asociación para la Prevención
de la Tortura (APT) por esta excepcional oportunidad para en-
contrarnos y aprender de todos nuestros colegas en la búsqueda de
la reconciliación, reunidos aquí el día de hoy.
La experiencia de Sierra Leona

Joseph Christian Humper*


Presidente de la Comisión de la Verdad y Reconciliación
(Sierra Leona)

INTRODUCCIÓN

La Comisión de la Verdad y Reconciliación fue establecida en Sierra


Leona el 22 de febrero de 2000, sin embargo, los comisionados no
comenzaron sus funciones sino hasta el 5 de julio de 2002. En esa
fecha fui nombrado presidente de la Comisión por el presidente
Alhaji Dr. Ahmad Tejan Kabbah.
Más aún, cuando tuve la oportunidad de revisar el Estudio
Comparativo de los documentos de las comisiones de la verdad
establecidas hasta ahora, me sentí poco calificado para venir, ya que 263
nosotros no hemos iniciado ninguna de las tareas como comi-
sionados.
La complejidad del análisis de las comisiones de la verdad
anteriores me ha dejando sin otra opción que decidir que mi
participación en esta conferencia fuera exclusivamente como
observador.
Esta posición está sustentada en el recuerdo recurrente de un
proverbio africano que dice “Cuando llegues a un pueblo la primera
vez, abre tus ojos, abre tus oídos, abre tu corazón, pero cierra tu
boca”.
Me considero un extraño en esta conferencia. Mi conocimiento
sobre comisiones de la verdad es muy limitado, por lo que considero
será más sabio y prudente que escuche, observe y asimile lo que
estos grandes hombres y mujeres han trabajado en este campo y
han venido a compartir con nosotros. He decidido que será más
seguro no aventurarme en un extenso análisis comparativo de las

* La presentación fue pronunciada por el obispo Humper en inglés; se reproduce


una traducción.
COMISIONES DE LA VERDAD

comisiones de la verdad establecidas en cinco países en relación con


la establecida en Sierra Leona, donde apenas estamos en la etapa
preparatoria para iniciar nuestro trabajo.
No obstante, debo decir que estaré listo para responder
cualquier pregunta o discutir cualquier tema relacionado con la CV
en Sierra Leona, y quisiera colocar varias preguntas para su
consideración durante este seminario.

PREGUNTAS PARA DISCUSIÓN EN EL SEMINARIO

1. ¿Hasta qué punto podemos hablar de comisiones de la verdad


con absoluta independencia en cuanto a los mandatos y las
responsabilidades establecidos en las leyes que dieron origen a esas
comisiones?
2. ¿Se puede sostener que sin la presión internacional y los
activistas de derechos humanos, muchos líderes de los gobiernos
264 que apoyan las CCV superficialmente o de otra manera no hubieran
respondido al clamor del pueblo por el resarcimiento del daño
causado?
3. ¿En qué lugar del mundo podemos encontrar un registro histórico
imparcial de abusos y violaciones a los derechos humanos cuando
tomamos en consideración el hecho de que en la mayor parte de
África y otros países, la influencia de los jefes de Estado permea
cada esfera de la vida de las comunidades?
4. ¿Tiene algo que ver la reparación con el establecimiento de la
justicia, la paz y la reconciliación?
5. El periodo otorgado a las CCV para completar su trabajo y emitir
sus recomendaciones puede entenderse como un medio para ocultar
la verdad. ¿No es éste el foro más apropiado para recomendar a
los gobiernos o autoridades correspondientes que reconsideren la
extensión de ese lapso para las CCV?
6. Sugiero que los temas sobre seguridad de los comisionados,
testigos, perpetradores y fiscales se traten en esta conferencia.

Esta presentación se enfocará en la Comisión de la Verdad y


Reconciliación en Sierra Leona a la luz de las CCV establecidas en
LA EXPERIENCIA DE SIERRA LEONA

Argentina (1983), Chile (1990), El Salvador (1991), Guatemala (1995)


y Sudáfrica (1995).
Como las comisiones mencionadas, la CVR de Sierra Leona fue
establecida como resultado del acuerdo de paz firmado entre el gobierno
de Sierra Leona y el Frente Unido Revolucionario dirigido por el líder
rebelde Foday Sankoh en Lomé, Togo, el 7 de julio de 1999.
La CVR fue establecida por una ley publicada el 22 de febrero de
2000, once años después de una guerra cruel. Con ella se buscaba prin-
cipalmente la paz sustentable sin omitir la presión nacional e internacional
una vez que quedó claro que la única forma de ganar la guerra era
a través de la negociación y no en el campo de batalla.
Aunque se podría decir que la Comisión de la Verdad y
Reconciliación en Sierra Leona es similar a las comisiones previas, se
puede también sostener que es única en muchas formas dado su
contexto histórico que la hace diferente de otras comisiones de la
verdad. Ya que sólo en Sierra Leona encontramos dos instituciones:
el Tribunal Especial y la Comisión de Reconciliación, ambas
establecidas para atender los problemas políticos y socioeconómicos 265
que hundieron al país durante más de cuatro décadas.
Como se ha mencionado anteriormente, la CVR fue establecida
en la ley el 20 de febrero de 2000, formalizando por lo tanto la idea
del artículo XXVI del Acuerdo de Paz de Lomé. Similarmente, la
CVR de El Salvador fue establecida como parte de los acuerdos de
paz que dieron fin a más de una década de violento conflicto civil
que vivió esa nación.
Igual que otras CCVR, el mandato de la CVR (Sección 6:1 de la
Ley para la Verdad y Reconciliación), incluye:

1. Crear un registro histórico imparcial de las violaciones y los abusos a


los derechos humanos y al derecho internacional humanitario rela-
cionado con el conflicto armado desde su inicio el 23 de marzo de 1991
a la firma del Acuerdo de Paz de Lomé el 7 de julio de 1999;
2. Realizar trabajo respecto de la impunidad;
3. Responder a las necesidades de las víctimas;
4. Promover la reconciliación y medidas para sanar las heridas de las
víctimas;
5. Prevenir la repetición de violaciones o abusos sufridos en el pasado.
COMISIONES DE LA VERDAD

Las funciones de la CVR (Sección 6:2) incluyen:

1. Investigar e informar sobre las causas, la naturaleza y la extensión de


las violaciones y los abusos en el mayor nivel posible, incluyendo los
antecedentes, el contexto en que ocurrieron, si las violaciones fueron
consecuencia de una planeación, política o autorización deliberada de
cualquier gobierno, grupo o individuo y el papel de factores tanto
internos como externos en el conflicto.
2. Trabajar para ayudar a restaurar la dignidad humana de las víctimas y
promover la reconciliación al otorgarles una oportunidad de describir
las violaciones y los abusos sufridos, y a los perpetradores de relatar sus
experiencias, creando un clima que promueva un intercambio
constructivo entre las víctimas y los perpetradores, dando especial
atención al tema de los abusos sexuales y a la experiencia de niños en
situaciones de conflicto armado, y
3. Hacer cualquier otra cosa que pueda contribuir al cumplimiento de
estos objetivos.
266
La Comisión cuenta con la facultad discrecional de decidir cómo
llevar a cabo estas funciones, pero debe hacer lo que se expresa a
continuación (Sección 7:1):

a. Realizar la investigación y el estudio sobre eventos relevantes, sus


causas, patrones de abuso o violaciones y las partes responsables;
b. Realizar sesiones, algunas de ellas públicas, para escuchar a las víctimas
y los perpetradores de violaciones o abusos o de cualquiera de las partes
interesadas; y
c. Tomar declaraciones individuales y reunir información para los
propósitos ya mencionados.

La Comisión también puede buscar ayuda por medio de líderes


tradicionales y religiosos para facilitar esas sesiones públicas, así
como la resolución de conflictos locales surgidos por violaciones
y abusos pasados, o bien para apoyar el proceso de reconciliación
(Sección 7:12).
A comparación de otras comisiones, la CVR de Sierra Leona
está orientada hacia las víctimas. Mientras que se ha buscado una
LA EXPERIENCIA DE SIERRA LEONA

solución al conflicto, la atención se ha enfocado en los res-


ponsables. Durante el periodo de desarme, desmovilización y
reintegración se ha dado más atención a los responsables. Sin
embargo, la CV debe también prestar atención a las necesidades
de las víctimas.
Actualmente se ha dicho muy poco en relación con la re-
patriación, a diferencia de Sudáfrica, donde la CV atendió este
problema.
Como en el caso de otras comisiones (Sudáfrica, Chile y
Argentina), el periodo otorgado a la Comisión de Sierra Leona,
doce meses con una posible extensión de seis meses más, se podría
considerar como inadecuado, tomando en consideración el volumen
de trabajo que la Comisión tiene que llevar a cabo para establecer
un “registro imparcial”.
Membresía: la membresía de la Comisión en Sierra Leona
está compuesta por cuatro miembros nacionales y tres internacionales
(Sección 3:1).
267
La ley que da origen a la Comisión estipula que los miembros
deberán ser:

—Personas con integridad y credibilidad que serán imparciales en el


desempeño de sus funciones de acuerdo con la ley, asimismo, deberán
ser personas que gocen, en general, de la confianza de la población de
Sierra Leona; y
—Personas con excelente reputación y competentes ya sea como
abogados, científicos sociales, líderes religiosos, psicólogos y otras
profesiones o disciplinas relevantes a las funciones de la Comisión.

El proceso de selección fue similar al de Sudáfrica, donde varios


candidatos pasaron por un riguroso ejercicio de selección para
nombrar a los diecisiete comisionados. Sin embargo, la CVR en Sierra
Leona únicamente cuenta con siete miembros.
Aún está por verse si los perpetradores de las violaciones serán
nombrados en el informe final de la CVR en Sierra Leona. Es
esencialmente un proceso de valorar las ventajas y desventajas de
nombrar a los perpetradores o testigos.
La experiencia de Timor
Oriental

Isabel Guterres*
Comisionada, Comisión de Recepción, Verdad y Reconciliación
(Timor Oriental)

¿POR QUÉ SE ESTABLECIÓ UNA COMISIÓN DE LA VERDAD


Y LA RECONCILIACIÓN EN TIMOR ORIENTAL?

Timor Oriental fue colonizado por Portugal durante casi la mitad


del milenio. El 25 de abril de 1974, después de la Revolución de los
Claveles, Portugal otorgó a todas sus colonias el derecho a la
autodeterminación. En Timor Oriental se crearon cinco partidos
políticos. Éstos fueron, y continúan siendo, la Asociación Social 269
Demócrata Timorense (ASDT) y posteriormente el Frente Revo-
lucionario para la Independencia de Timor Oriental (Fretilin), la
Unión Democrática Timorense (UDT), Apodeti, Kota y Trabalhista.
Un año después, el 11 de agosto de 1975, la UDT dio un golpe
de Estado y unos días después el Fretilin reaccionó y se desató la
guerra civil. Alrededor de tres mil personas murieron a causa de las
atrocidades cometidas por ambas partes. El Fretilin proclamó la
independencia de Timor Oriental y la llamó República Democrática
de Timor Oriental. Unas semanas después, el 7 de diciembre de
1975, Indonesia invadió Timor Oriental con armamento pesado y
toda su fuerza militar. Indonesia ocuparía mi país durante 24 años.
Se cree que murieron alrededor de un tercio de la población, 200
mil timorenses orientales. Algunos murieron de inanición y otros
más a causa de las sistemáticas violaciones a los derechos humanos
—incluyendo ejecuciones extrajudiciales y desapariciones, violaciones,
expulsiones forzosas o desplazamientos internos, detenciones

* La presentación fue pronunciada por I. Guterres en inglés; se reproduce una


traducción.
COMISIONES DE LA VERDAD

arbitrarias, tortura y asesinatos políticos o de familiares de dirigentes


políticos—.
Los informes sobre violencia contra las mujeres (incluyendo
violación o esclavitud sexual, en venganza por las actividades políticas
de sus familiares varones), amenazas e intimidación son también
comunes. La tortura fue un método estándar utilizado por personal
de inteligencia y otros para obtener información sobre supuesta
actividad guerrillera o confesiones forzadas. Los métodos usuales
incluían la aplicación de choques eléctricos en partes sensibles del
cuerpo, usando un cable conectado a la pared o a un generador de
energía pequeño; quemaduras con cigarrillos; colocar la mano o el
pie debajo de una silla o mesa en donde se sentaba el interrogador,
y patadas usando pesadas botas militares, así como severos puñetazos
en la cabeza, espinillas y torso, a veces con pedazos de madera,
tubos o cables eléctricos; inmersión y sumergimiento en agua fétida
o aguas residuales por periodos largos y algunas veces por días (de
1 a 3 días); amenazas de muerte; simulacros de ejecución; heridas
270 deliberadas con armas de fuego; suspensión en el aire atados de los
pies; aislamiento; privación de alimentos y del sueño. Frecuentemente
los familiares de las víctimas no conocían su paradero y las visitas no
estaban permitidas, incluso para sus esposas o hijos. Esta información
proviene de informes de Amnistía Internacional.
Los incidentes más recientes se dieron como consecuencia
de los resultados del 4 de septiembre de 1999, en los que 79.9% de
timorenses orientales votaron por la independencia y como resultado
mucha gente fue asesinada y desplazada hacia Timor Occidental, hacia
campos donde las personas viven en condiciones de vida infrahumanas.
El legado continúa: las facciones políticas entre los partidos y las
atrocidades cometidas por Indonesia durante los pasados veinticuatro
años; el imperativo para aclarar y escribir la historia real, la necesidad de
promover que sanen las heridas causadas por el conflicto.
La necesidad de favorecer la repatriación y el reasentamiento
de los timorenses del este que continúan en Timor Occidental y
otras partes de Indonesia; la limitada capacidad del sistema de justicia;
la confusión en cuanto al significado de la reconciliación; preo-
cupaciones sobre el no cumplimiento de Indonesia para juzgar a los
responsables de los crímenes cometidos.
LA EXPERIENCIA DE TIMOR ORIENTAL

Con todas estas violaciones a los derechos humanos, la falta


de jueces y fiscales experimentados y la lentitud del sistema de justicia,
y como cualquier otro país en transición de la represión y conflicto
civil a una democracia, tiene tres amplias opciones para tratar con el
pasado. Ya sea a través de juicios penales y sanciones severas como
la llamada “justicia del vencedor” o la opción de Nuremberg;
amnistía (olvidar y perdonar), o una justicia de transición que
promueva los derechos humanos y la reconciliación.
Para responder y atender esos temas, se estableció la CAVR. Esta
idea surgió del Consejo Nacional para la Resistencia Timorense (CNRT).
Un comité de seguimiento que incluía representantes del CNRT, seis
ONG de Timor Oriental, el ACNUR y la Unidad de Derechos Humanos
de la Administración Transitoria de Naciones Unidas en Timor Oriental
(UNTAET); con la ayuda de dos expertos internacionales en recon-
ciliación (Priscilla Hayner y Paul van Zyl) desarrolló la propuesta.
Miembros del comité de seguimiento viajaron alrededor de
Timor Oriental para una amplia consulta nacional, también viajaron
a Timor Occidental, por la misma razón. También fueron con- 271
sultados los partidos políticos, las ONG y las Iglesias. El Consejo
Nacional aprobó el reglamento para el establecimiento del CAVR el
20 de junio y el 13 de julio de 2001, el administrador de Transición,
Sergio Viera de Mello, firmó el Reglamento No. 2001/10 para el
establecimiento de una Comisión de Recepción, Verdad y
Reconciliación en Timor Oriental. La comisión también fue
reconocida en el artículo 162 de la Constitución.

MANDATO

La Comisión es una institución nacional independiente que investigará


abusos a los derechos humanos cometidos por ambas partes entre
abril de 1974 y octubre de 1999; facilitará la reconciliación comu-
nitaria para quienes cometieron delitos menores y emitirá
recomendaciones que identificarán temas que necesitaban ser
atendidos para prevenir futuras violaciones a los derechos humanos
y para responder a las necesidades de las víctimas de las violaciones
de derechos humanos.
COMISIONES DE LA VERDAD

ESTRUCTURA Y MIEMBROS

La Comisión está encabezada por siete comisionados nacionales y


está establecida en la ciudad de Dili, en la oficina nacional.
Asimismo, tiene seis oficinas regionales encabezadas por 29
comisionados regionales de Timor Oriental apoyados por un
pequeño número de expertos internacionales en las oficinas
nacionales.
Un panel de selección que comprende representantes de los
cuatro partidos políticos, ONG, la Iglesia y dos nominados por
Naciones Unidas consultados con la comunidad para proponer los
nombres de los posibles comisionados. El criterio para seleccionar
a los comisionados incluyó que fueran personas de alta solvencia
moral, imparcialidad, integridad, compromiso con los derechos
humanos y competencia, también que no tuvieran un alto perfil
político y que no fuera familiar en primer grado o estuviera casado
con otro comisionado.
272 El administrador de transición de Timor Oriental, Sergio Vieira
de Mello, fue encargado de tomar juramento a los comisionados
entrantes. El 21 de enero de 2002 les tomó juramento de inde-
pendencia e imparcialidad.
La Comisión operará por dos años, periodo que puede ser
extendido por seis meses más, si es necesario. Al finalizar su trabajo
la Comisión realizará un informe al gobierno y al pueblo de Timor
Oriental, que incluirá recomendaciones para acciones en torno a la
reconciliación y la promoción de los derechos humanos.

FUNCIONES

La Comisión tiene tres funciones principales:

1. La búsqueda de la verdad
Investigación de las violaciones a los derechos humanos que
ocurrieron en el contexto de los conflictos políticos en Timor Oriental
en el periodo del 25 de abril de 1974 (la Revolución de los Claveles
portuguesa) y octubre 25 de 1999 (inicio de la UNTAET).
LA EXPERIENCIA DE TIMOR ORIENTAL

Con éste propósito, la Comisión podrá:

Realizar audiencias (públicas o cerradas);


Requerir a los testigos que asistan a las audiencias y presenten evidencias
a la Comisión;
Organizar la exhumación de cuerpos con el permiso de la Oficina del
Procurador de Justicia;
Solicitar información a las autoridades gubernamentales y agencias en
otros países;
Organizar audiencias especiales para grupos de víctimas en particular,
como mujeres y niños;
Realizar investigaciones adicionales para la realización de un informe
escrito confiable y completo.

2. Reconciliación comunitaria
La Comisión está basada en el principio de que una reconciliación
genuina requiere primero del conocimiento de la verdad, posterior-
mente la justicia y que los responsables acepten sus acciones. 273
Aquellos que cometieron crímenes menos graves durante 1999
y antes podrán solicitar a la Comisión que esos delitos sean atendidos
por ella. En tal caso, un panel integrado por líderes locales,
coordinado por el comisionado regional, convocará a una reunión
a las víctimas, el victimario y miembros de la comunidad. Discutirán
los crímenes y propondrán diferentes posibilidades para llegar a un
acuerdo, ya sea que el responsable de los delitos realice trabajo
comunitario, se disculpe públicamente, dé una compensación, o bien
realice otros actos de reconciliación, incluidas las formas de resolución
de conflictos tradicionales.
Si este proceso se completa, la corte de distrito emitirá una
resolución mediante la cual esos actos delictivos no podrán ser
juzgados en el futuro.

GRAVEDAD DE LOS DELITOS

La Comisión no podrá conocer de delitos graves como las matanzas,


violaciones o la organización de violencia a través de su proceso de
COMISIONES DE LA VERDAD

reconciliación comunitaria. Sin embargo, la Comisión sí podrá


escuchar testimonios, o recibirlos vía escrita por parte de las víctimas,
los responsables de los crímenes y los testigos en relación con la
gravedad de los delitos, en su función de encontrar la verdad. La
evidencia de crímenes graves que surja durante el trabajo de la
Comisión será referida a los tribunales.
La gravedad del crimen será determinada según la naturaleza
de la ofensa, como robo, robo menor, incendio (que no resulte en
muerte o lesiones); la matanza de animales o la destrucción de
cosechas pueden ser considerada menos graves y podrían ser objeto
de un proceso de reconciliación comunitaria.

3. Informe final
El informe final de la Comisión será de gran importancia para su
presentación de una historia nacional y para señalar la manera en la
cual se pueden emprender reformas legales e institucionales para
salvaguardar los derechos humanos en el futuro. Una amplia gama
274 de recomendaciones es posible, incluyendo propuestas sobre
cambios, reformas y acciones que la Comisión considere que se
deben realizar para responder a las necesidades de víctimas, y para
proteger y promover los derechos humanos y la reconciliación en
Timor Oriental.
Las recomendaciones pueden incluir medidas legales, políticas,
administrativas o de otra índole. Estas recomendaciones se pueden
hacer al gobierno, al parlamento o a cualquier otra institución o
persona relevante, incluyendo la comunidad internacional. El
Reglamento requiere al gobierno para que considere todas las
recomendaciones hechas por la Comisión con “una visión hacia
su implementación”. La Comisión también mantendrá a las
comunidades informadas de sus actividades durante los dos años
de su trabajo.
¿Por qué la CAVR tiene la palabra recepción (acolhimento) en su
nombre? La recepción significa trabajar con las comunidades para
asegurar que las personas que regresan a sus comunidades desde
Timor Occidental u otras partes de Indonesia, se puedan reintegrar
pacíficamente a sus comunidades. Trabajaremos con las organi-
zaciones que han tenido un trabajo persistente en este tema.
LA EXPERIENCIA DE TIMOR ORIENTAL

Mis funciones específicas en la comisión son el manejo de


asuntos relacionados con la recepción y repatriación de las víctimas.
La recepción es parte integral para que las heridas provocadas por
el conflicto puedan sanar.
Las personas necesitan primero sentirse bienvenidas y rela-
cionadas con la sociedad en la que viven. Ésta es una necesidad universal
y está reconocida por la Comisión de Verdad y Reconciliación de
Timor Oriental. Representa un reto para todos nosotros en el plano
individual, comunitario, gubernamental y de partidos políticos.
Si las personas no se sienten bienvenidas o necesitadas, se sienten
aisladas, excluidas y sienten que no pueden participar. Las personas
tienden a sentirse indefensas, amargadas, enojadas y sus heridas no
sanan. A largo plazo, la propia sociedad se ve beneficiada cuando
sus integrantes se sienten acogidos.
Todo ello se relaciona con la reconciliación, especialmente en el
ámbito comunitario. La Comisión escuchará a sus comunidades e
intentará comprender las dificultades de los retornados o sus co-
munidades y ayudará a resolver estas dificultades, si las propias 275
comunidades lo solicitan y está dentro del mandato de la comisión.
De esta manera, la recepción puede convertirse en un proceso
de bienvenida de nuestros vecinos y familias a nuestros pueblos,
para integrar nuestras comunidades nuevamente.
A continuación se presentan extractos del “Resumen del
Reglamento de la Comisión”.

ACTIVIDADES REALIZADAS HASTA LA FECHA

En mayo, 29 comisionados regionales tomaron protesta, así como


el personal de las oficinas regionales del este de Timor Oriental e
iniciaron sus actividades de capacitación y sus labores.
La parte occidental de Timor Oriental empezó la semana
pasada las sesiones de capacitación para sus comisionados regionales,
y el personal local será reclutado una vez que regresen a sus
subdistritos.
Posteriormente, este personal recibirá capacitación durante una
semana y se irá al trabajo de campo.
COMISIONES DE LA VERDAD

Hemos ya iniciado a finales de mayo la etapa de búsqueda de la


verdad en uno de los subdistritos de Dili, Isla Atauro. Miles de personas
en todo Timor Oriental fueron enviadas a Atauro a principios de los
ochenta bajo sospecha de que eran colaboradores de la fuerza de
resistencia. Hasta la fecha treinta víctimas han comparecido y dado su
testimonio. Éste es un proyecto piloto para investigar los recursos
necesarios, logística, tiempo, etc. —como en Sudáfrica—.
Estamos por empezar con el proceso de reconciliación
comunitario. Sin embargo, el área de recepción o acolhimento ha sido
un trabajo continuo, y recientemente hemos tenido que trabajar con
el líder de la milicia Joao Tavares y sus seguidores, que desean regre-
sar a Timor Oriental. Éste es apenas un proceso de negociación,
debido a ciertas solicitudes que han venido de ellos.

RECOMENDACIONES

276 Quisiera aprender más sobre los participantes de este seminario en


cuanto a sus ideas y planes concretos en relación con prevención de
tortura, audiencias, etcétera. Quisiera especialmente escuchar sobre
el apoyo a víctimas y reparaciones, recomendaciones y seguimiento.
Entiendo, de acuerdo con el resumen ejecutivo, que mucha
gente ha sido entrevistada y que no estaban satisfechos con las
reparaciones y recomendaciones, que se limitan a la buena voluntad
de los líderes en el gobierno para cumplirlas y concretarlas; también
las víctimas sentían que no fueron consultadas sobre algunas de las
reparaciones que se llevaron a cabo.
Respecto a las verdades a medias que se mencionan en el
resumen ejecutivo, ¿cómo podemos resolver o dar solución a ello?
Especialmente en Timor Oriental, donde la mayoría de los res-
ponsables de las violaciones aún permanecen en Timor Occidental
y en otras partes de Indonesia, así como muchos de ellos son parte
del ejército de Indonesia o de sus fuerzas policiales, o bien civiles
con ciudadanía indonesia.
¿Cómo podemos asegurarnos de que el gobierno o quien
fuera responsable de monitorear y aplicar las recomendaciones
efectivamente lo haga?
La experiencia de Perú.
La práctica de la tortura
vista por la Comisión de
la V erdad y Reconciliación
Verdad
de Perú

Sofía Macher
Comisionada, Comisión de la Verdad y Reconciliación (Perú)

De acuerdo con el Decreto Supremo 065-2001-PCM, publicado el 04


de junio del 2001, así como, complementariamente, el DS 101-2001-
PCM del 04 de julio del mismo año, la CVR tiene como uno de sus
objetivos fundamentales “enfocar su trabajo sobre los siguientes
hechos, siempre y cuando sean imputables a las organizaciones
terroristas, a los agentes del Estado o grupos paramilitares: a) asesi- 277
natos y secuestros; b) Desapariciones forzadas; c) Torturas y otras
lesiones graves; d) Violaciones a los derechos colectivos de las
comunidades andinas y nativas del país, e) Otros crímenes y graves
violaciones contra los derechos de las personas”.
El tratamiento del tema de la tortura implica una diversidad de
aproximaciones, las que la CVR ha tenido en cuenta al momento
de poner en marcha sus actividades. La primera de ellas es la dimensión
jurídica. El Informe Final de la CVR de Perú contará con un capítulo
referente a los crímenes y las violaciones de los derechos humanos. El
objetivo de esta sección será analizar y establecer, en el plano nacional,
la práctica habida en relación con la desaparición forzada, la tortura, la
violación sexual, los asesinatos, etcétera. Para ello se utilizarán como
fuente principal los testimonios que en número aproximado de doce
mil viene recogiendo la CVR en todo el país, así como las investigaciones
realizadas, de una parte, en sede judicial nacional y parlamentaria y,
de otra, por órganos de los sistemas onusiano e interamericano de
protección de derechos humanos. También se hará uso, de manera
complementaria, del material que aportarán instituciones de derechos
humanos nacionales e internacionales.
COMISIONES DE LA VERDAD

De esta manera esperamos concluir un informe sobre la


manera en que se practicó la tortura y la violación sexual como una
forma particular de tortura en Perú, dilucidando, a partir del análisis
realizado, si se trató de hechos aislados o si constituyó una práctica
generalizada o sistemática.
Para la CVR el estudio de lo ocurrido en el país tiene una
particular importancia. Ello por cuanto, de acuerdo con su mandato,1
debe presentar no solamente una lista de personas o el estudio de
algunos casos ilustrativos o emblemáticos, sino dar cuenta al país
de la envergadura de los hechos ocurridos así como las responsa-
bilidades de las instituciones o grupos que serían los presuntos
responsables.
Además de este análisis general sobre lo ocurrido en el ámbito
nacional, existe una segunda manera de cómo la CVR abordará esta
materia. La CVR emitirá una declaración relativa a la convicción que
tiene sobre la comisión de ciertos crímenes y violaciones de los
derechos humanos, estableciendo una lista personalizada de las
278 víctimas. Entre los hechos a ser así considerados se encuentran la
tortura y la violación sexual. Esta declaración tiene un valor especial
para la CVR y para el país. De una parte, porque al individualizar en
personas concretas la condición de víctimas se contribuye al res-
tablecimiento de su dignidad, al reconocimiento por la colectividad
nacional en la perspectiva de la reparación, de la adopción de medidas
para que esos hechos no se repitan, de la justicia, y por tanto, de la
reconciliación nacional.
El Decreto Supremo de creación establece de manera im-
perativa que es labor de la CVR procurar “determinar el paradero de
las víctimas”, 2 así como “elaborar propuestas de reparación y
dignificación de las víctimas y de sus familiares”.3
Una tercera manera de abordar estos hechos, y que constituye
en el concierto latinoamericano una novedad puesto que no fue un

1. El artículo 1 del mandato señala expresamente que la CVR está encargada de


“esclarecer el proceso, los hechos y las responsabilidades de la violencia terrorista
y de la violación de los derechos humanos producidos desde mayo de 1980 hasta
noviembre del 2000”.
2. Artículo 2, inciso b.
3. Artículo 2, inciso c.
LA EXPERIENCIA DE PERÚ

instrumento utilizado por las otras comisiones de la verdad, es


mediante la realización de Audiencias Públicas.4 La CVR, de acuerdo
con su mandato, viene realizando audiencias públicas que se
transmiten en directo por la radio y la televisión nacionales. Durante
estas audiencias se presentan personas que han sido víctimas de
crímenes y violaciones de derechos humanos, habiéndose pre-
sentado casos de personas víctimas de tortura, incluidos casos de
mujeres víctimas de violación sexual. Si bien en estas audiencias se
presenta un número limitado de casos, su impacto en la opinión
pública nacional es grande. Simbólicamente es un desagravio a
través de quienes testimonian públicamente a todas las víctimas, y
contribuye a su dignificación y al restablecimiento de sentimientos
de solidaridad.
Finalmente, la cuarta manera se refiere a la preparación de un
número determinado de casos, alrededor de cincuenta, que deberán
ser presentados ante las autoridades jurisdiccionales penales con el
fin de que procedan conforme a sus atribuciones. Esto está en
concordancia con el mandato de la CVR cuando señala que tendrá
279
como objetivo “contribuir al esclarecimiento por los órganos
jurisdiccionales respectivos, cuando corresponda, de los crímenes y
violaciones a los derechos humanos por obra de las organizaciones
terroristas o de algunos agentes del Estado”.5
Veamos a continuación la manera en que se viene trabajando
al respecto en la CVR.

CÓMO SE HA ABORDADO LA PRÁCTICA DE LA TORTURA EN FUNCIÓN


DE SU ANÁLISIS EN EL PLANO NACIONAL. LABOR DESEMPEÑADA
POR EL EQUIPO JURÍDICO

La investigación de los crímenes y las violaciones de los derechos


humanos supone la adopción de una perspectiva jurídica de derechos

4. Artículo 6, inciso d: “realizar audiencias públicas y las diligencias que estime


convenientes en forma reservada, pudiendo guardar reserva de la identidad de quienes
le proporcionen información importante o participen en las investigaciones”.
5. Artículo 2, inciso b.
COMISIONES DE LA VERDAD

humanos con base en el Derecho Internacional de los Derechos


Humanos, complementada por las normas relevantes del Derecho
Internacional Humanitario así como las disposiciones pertinentes
del derecho interno. Desde la CVR, esta investigación viene siendo
trabajada de la siguiente manera.

Elaboración de la definición operativa de tortura

La elaboración de una definición operativa de tortura tiene como


objetivo homogeneizar el vocabulario de la CVR y delimitar el campo
de trabajo.6
La Declaración sobre la Protección de todas las Personas contra
la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, la
Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura,
la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhu-
manos o Degradantes, así como nuestro Código Penal, prevén una
280 definición de tortura que contiene los siguientes elementos comunes.

a) La tortura es un acto intencional que causa dolores, penas y sufri-


mientos físicos y mentales.
b) La tortura es infligida siempre por una persona.
c) Su objetivo es obtener información o confesión, castigar o intimidar.
d) El agente activo de la tortura es un funcionario público u otra
persona a instigación del primero.
e) No se consideran como tortura las penas y los sufrimientos que
sean consecuencia de medidas o sanciones legales.7

De otro lado, estas definiciones presentan diferencias entre sí


fundamentalmente en el tema de la gravedad de los sufrimientos y
penas para la configuración de la tortura y en la posibilidad de
considerar otros objetivos basados en cualquier tipo de discri-
minación (sexo, edad, raza, etcétera).

6. Vea anexo V.
7. En “Análisis de la problemática de la tortura en el Perú”, Coordinadora Nacional
de Derechos Humanos, Lima, octubre de 1995.
LA EXPERIENCIA DE PERÚ

Como el mandato de la CVR comprende tanto crímenes como


violaciones a los derechos humanos, se ha optado por incluir en la
definición operativa tanto a los agentes del Estado como aquellos
particulares que resulten responsables de estos actos. Esto se enmarca
en la evolución del Derecho Internacional de los Derechos Humanos,
donde actualmente la responsabilidad internacional no sólo es atri-
buible exclusivamente a los Estados sino también a aquellos individuos
que cometan graves violaciones a los derechos humanos.
Al respecto, el concepto de tortura que recoge el Estatuto de
la Corte Penal Internacional no hace el distingo en cuanto a la calidad
del agente. Por ello, la CVR ha optado por definir como tortura “todo
acto por el cual se causa intencionalmente dolor o sufrimiento graves,
ya sean físicos o mentales, a una persona que el agente tenga bajo su
custodia o control. No se entenderá por tortura el dolor o los
sufrimientos que se deriven únicamente de sanciones lícitas impuestas
por el Estado que sean consecuencia normal o fortuita de ellas. Se
entenderán como sanciones lícitas, por ejemplo, las privaciones de
libertad dispuestas por la autoridad competente, el cumplimiento 281
de sentencias condenatorias, la orden de incomunicación en una
investigación judicial, etcétera.
Debe precisarse que tales medidas no deben incluir la realización
de actos o la aplicación de métodos considerados como tortura por los
instrumentos internacionales, así como por las normas nacionales.

PROBLEMAS IDENTIFICADOS EN LA ELABORACIÓN


DE LA DEFINICIÓN OPERATIVA

Aparentemente la diferencia entre tortura y otros tratos crueles,


inhumanos y degradantes sería irrelevante pues “en todos estos casos
se trata de prácticas absolutamente prohibidas, sometidas exactamente
al mismo régimen jurídico, y sin que ninguna circunstancia justifique
la aplicación excepcional de cualquiera de ellas”.8 Sin embargo, además

8. Exposición de Motivos del Proyecto de Ley 1902: Inclusión del Capítulo III-A
“Tratos Crueles, Inhumanos y Degradantes” presentado por el congresista Heriberto
Benítez el 28 de enero del 2002.
COMISIONES DE LA VERDAD

de una distinción meramente conceptual, es cada vez más intensa la


corriente que sostiene que la diferencia radica también en una cuestión
de intensidad, “la cual será objeto de una apreciación relativa en cada
caso en particular”.9 La Corte Europea, al igual que la Comisión, ha
concluido señalando la distinción en la “intensidad del sufrimiento
infligido”:

La Corte considera en los hechos que existe una mano violenta que
puede ser condenada por argumentos morales y también en la mayoría
de los casos por la ley interna de los Estados contratantes, pero que
no cae dentro del artículo 3 de la Convención; aparece por otro lado
la intención de la Convención de una distinción entre Tortura y Trato
Inhumano o Degradante porque el primero de estos términos
(Tortura) añade una especial marca a un trato inhumano, causando
muy serios y crueles sufrimientos. Además, éste parece ser el
pensamiento detrás del artículo 1 en la Resolución 3452 (XXX)
adoptada por la Asamblea General de Naciones Unidas el 9 de
282 diciembre de 1975, que declara: “Tortura constituye una forma
agravada y deliberada de un trato o castigo cruel, inhumano y
degradante.” Aunque las cinco técnicas son aplicadas en combinación,
indudablemente aumentan al trato inhumano y degradante, y aunque
su objeto es la extracción de confesiones, el nombre de otros e
información y aunque eran usados sistemáticamente, éstos no
ocasionaron sufrimiento con una particular intensidad y crueldad
implicada como nosotros la conocemos en la palabra tortura. (Irlanda
vs. Gran Bretaña.)

Para “distinguir entre la tortura y los tratos o penas crueles,


inhumanos o degradantes, resulta importante resaltar que éstos se
diferencian de la tortura en tanto no buscan producir en una persona
sentimientos de temor, angustia, inferioridad, humillación o de
doblegar su resistencia física o moral”. 10 Sobre la importancia
de esta diferencia ya se han venido pronunciando instancias tan
importantes como la Corte Europea de Derechos Humanos. En el

9. Ibidem.
10. www.cajpe.org.pe/guia/s8b.htm
LA EXPERIENCIA DE PERÚ

caso de Irlanda vs. Gran Bretaña11 resaltó esta diferencia, además de


añadir otras como su duración, sexo de la víctima, edad, etc.
Textualmente refiere: “de todas las circunstancias del caso, tal como
de la naturaleza y el contexto del tratamiento o castigo, la manera y
el método de su ejecución, su duración, sus efectos mentales o físicos
y, en algunos ejemplos, el sexo, la edad y el estado de salud de la
víctima”. Asimismo, la Corte Europea ha señalado que “aun en
la ausencia de lesiones, los sufrimientos en el plano físico y moral,
acompañados de turbaciones psíquicas durante los interrogatorios,
pueden ser considerados como tratos inhumanos. El carácter
degradante se expresa en un sentimiento de miedo, ansia e in-
ferioridad con el fin de humillar, degradar y de romper la resistencia
física y moral de la víctima”.12
La Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas
Crueles, Inhumanos o Degradantes, la Convención Interamericana
para prevenir y sancionar la tortura y el artículo 3 común a los
Convenios de Ginebra establecen prohibiciones de actos que
constituyan tratos crueles, inhumanos y degradantes, así como la 283
invocación a que los Estados tomen las medidas destinadas a
prevenirlos y sancionarlos, sin embargo, no establecen definiciones.
Por su parte, la Declaración sobre la Protección de todas las personas
contra la tortura y otros tratos crueles o penas crueles, inhumanos o
degradantes señala en su artículo 1 que la “tortura constituye una
forma agravada y deliberada de trato cruel, inhumano o degradante”.
Asimismo, la Corte Interamericana de Derechos Humanos,
en la sentencia del caso de María Elena Loayza Tamayo (17.09.02),
ha señalado que hechos como “la incomunicación durante la
detención, la exhibición pública con un traje infamante a través de
medios de comunicación, el aislamiento en celda reducida, sin
ventilación ni luz natural, los golpes y otros maltratos como el
ahogamiento, la intimidación por amenazas de otros actos violentos,

11. Corte Europea de Derechos Humanos. Ireland vs. UK REF00000091. Caso de


Irlanda vs. Gran Bretaña, 18/01/1978. Violación del Art. 3; satisfacción justa no
aplicada.
12. Citado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en la Sentencia de
María Elena Loayza Tamayo del 17 de septiembre de 1997.
COMISIONES DE LA VERDAD

las restricciones al régimen de visitas (supra, pár. 46 c., d., e., k. y l.),
constituyen formas de tratos crueles, inhumanos o degradantes en
el sentido del artículo 5.2. de la Convención Americana”.
Por ello, la CVR decidió establecer esta diferenciación tomando
la definición operativa utilizada por la Comisión para el Escla-
recimiento Histórico en Guatemala, que define como tratos crueles,
inhumanos y degradantes aquellas prácticas que “atentan contra la
dignidad o la integridad personal, sin que necesariamente causen
sufrimientos físicos o mentales tan graves como los que resulten
de la propia tortura. Incluye tanto agresiones físicas como el hecho de
obligar a una persona a cometer actos que transgreden importantes
normas sociales o morales”.

ESTADO DE LA CUESTIÓN EN EL TEMA DE TORTURA

El Comité contra la Tortura en los resultados de su investigación


284 sobre Perú efectuada con arreglo al artículo 20 de la Convención
concluyó que debido a que “el gran número de denuncias de tortura,
las cuales no han quedado desvirtuadas por la información pro-
porcionada por las autoridades, y la uniformidad que caracteriza los
casos, en particular las circunstancias en que las personas son
sometidas a tortura, el objetivo de ésta y los métodos de tor-
tura empleados, llevan a los miembros del Comité a concluir que la
tortura no es circunstancial sino que se ha recurrido a ella de manera
sistemática como método de investigación”.13
Desde el Equipo Jurídico de la CVR se viene elaborando un
“primer estado de la cuestión sobre tortura”14 con base en la
información ya existente en el tema, que está dividido en tres partes.
La primera comprende el periodo de 1980 a 1991, la segunda cubre de
1992 a 2000, y la tercera presenta un estado actual del problema con
las principales constataciones en la materia, una de ellas, y sin lugar a

13. Resumen de los resultados de la investigación sobre Perú efectuada con arreglo
al artículo 20 de la Convención. Comité contra la Tortura, 26 periodo de Sesiones,
Ginebra, 30 de abril al 18 de mayo del 2001, p. 4.
14. Vea anexo I: Aproximaciones a la práctica de la tortura en Perú entre 1980-2000.
LA EXPERIENCIA DE PERÚ

dudas fundamental, si la práctica de la tortura es sistemática y


reiterada.
Las fuentes utilizadas son los informes de organizaciones de
derechos humanos nacionales, como la Coordinadora Nacional
de Derechos Humanos, Aprodeh e IDL, entre otras, así como de
instituciones internacionales como Americas Watch, Amnistía Inter-
nacional, etc. También se han tomado en cuenta los informes de los
organismos de Naciones Unidas, como el Comité contra la Tortura,
y del ámbito interamericano, fundamentalmente la Comisión y la
Corte Interamericana de Derechos Humanos.
El objetivo es establecer una primera aproximación a los
hechos que se produjeron en el periodo objeto de investigación
de la CVR, en tanto se puedan obtener los productos de la base de
datos.

DERECHO APLICABLE EN EL CASO DE TORTURA


285
Con el estudio de instrumentos internacionales, doctrina, juris-
prudencia internacional, derecho comparado, etc., se pretenden
establecer con precisión jurídica los tipos penales y el derecho
aplicable a los crímenes y las violaciones a los derechos humanos
ocurridos en el periodo de 1980 a 2000.
Al respecto, se presenta un problema importante relativo a
la tipificación de la tortura en el ordenamiento interno frente
a la normatividad internacional. Efectivamente, Perú ratificó la
Convención contra la Tortura y otros Tratos Crueles, Inhumanos
y Degradantes de la ONU el 14 de junio de 1988 y fue incluido
como delito en el Código Penal peruano apenas en 1998. El
problema, entonces, se presenta para tipificar los actos de tortura
cometidos con anterioridad, así como para determinar cuál es la
vía que deberán usar las víctimas para una posible reparación
(interna o internacional).
Por otro lado, cabe señalar que en la actualidad Perú viene
tramitando el reconocimiento de la competencia del Comité contra
la Tortura para recibir y examinar las comunicaciones individuales
en esta materia.
COMISIONES DE LA VERDAD

TORTURA Y VIOLENCIA SEXUAL CONTRA LAS MUJERES

Es innegable que las mujeres peruanas fueron sometidas a situaciones


y modalidades específicas de tortura que vienen siendo investigadas,
tanto en el plano físico como en el psicológico. En este sentido, se
han identificado casos como el desnudo forzado, las búsquedas y
exámenes vaginales, manoseos, abusos y violaciones sexuales, etc.
Como casos de tortura psicológica se consideran las situaciones de
amenaza permanente de violación sexual, los ataques contra la
identidad de la mujer (“eres una mala madre, una mala mujer”), el
chantaje y la presión sobre la suerte de sus maridos e hijos, entre
otros casos.
La CVR le viene dando relevancia especial al tema, considerando
además la dificultad que conlleva obtener testimonios de estos casos,
dado el sentimiento de culpa y vergüenza que experimentan las
mujeres afectadas. En este sentido, se ha pensado destinar un espacio
en el Informe Final donde el tema será analizado de manera
286 específica, mediante la inclusión de casos y patrones en el tema.
Para ello, además de la definición operativa de tortura, la CVR maneja
una definición relativa a la violencia sexual, la cual incluye la violación
sexual, el abuso sexual, el desnudo forzado y el aborto forzado, entre
otras figuras.

SISTEMATIZACIÓN DE LOS CRÍMENES, VIOLACIONES A LOS DERECHOS


HUMANOS Y SITUACIONES JURÍDICAS

Una vez que el banco de datos pueda emitir reportes provisionales,


el Equipo Jurídico hará una sistematización de la información para
lo cual ha elaborado una serie de descriptores que le permitirán
recuperarla.15 La información podrá ser recuperada por tipo de
violación, por el lugar de la comisión, por tipo de perpetrador, por
tipo de víctima, etc. También se puede obtener información del
estudio de los relatos.

15. Vea anexo II.


LA EXPERIENCIA DE PERÚ

Con esa información se elaborará un segundo estado de la


cuestión, utilizando tales reportes provisionales, lo que le permitirá
reajustar los tipos de crímenes y de violaciones de derechos humanos
a la luz de lo que pueda sustentarse. Este reajuste tendrá dimensiones
cuantitativas y cualitativas, esto es, respecto de las cifras a considerar
como de los matices a introducir sobre los alcances de sus con-
clusiones.

INFORME DE CRÍMENES, VIOLACIONES A LOS DERECHOS HUMANOS


Y SITUACIONES JURÍDICAS EN EL PERIODO DE 1980 A 2000

Posteriormente a la elaboración del segundo estado de la cuestión,


se procederá a una tercera y última versión del informe de
crímenes, violaciones a los derechos humanos y situaciones
jurídicas en el periodo que va de 1980 a 2000 con los aportes, las
sugerencias y las críticas de juristas nacionales e internacionales,
así como de los especialistas en el tema a fin de convalidar el 287
informe final.

OTROS ENFOQUES

Unidad de Investigaciones Especiales

Esta Unidad tiene el encargo de consolidar expedientes sobre ciertos


casos con el objeto de que intervengan las autoridades jurisdiccionales
de acuerdo con la ley.
El enfoque de esta Unidad esta dirigido a la búsqueda de la
prueba judicial, y particularmente de la responsabilidad penal
individual a que hubiere lugar.

Prevención

Al respecto, podemos citar algunas de las medidas propuestas por la


Coordinadora Nacional de Derechos Humanos.
COMISIONES DE LA VERDAD

Instrumentos internacionales
Se deben ratificar los artículos 21 y 22 de la Convención contra la
Tortura y otros Tratos Crueles, Inhumanos o Degradantes de las
Naciones Unidas. La ratificación de estos artículos permitirá, entre
otras cosas, que los ciudadanos peruanos puedan presentar
directamente sus casos ante el Comité contra la Tortura de las
Naciones Unidas.16
Se debe apoyar el Protocolo facultativo de la Convención contra
la Tortura, que servirá como un instrumento fundamentalmente de
prevención.
Se debe adoptar el Conjunto de Principios para la protección
y promoción de los derechos humanos mediante la lucha contra la
impunidad.
Se debe introducir en la Constitución Política una disposición
que haga explícito que los tratados internacionales de derechos
humanos tienen rango constitucional y modificar el artículo 200. 4,
que equipara los tratados internacionales con leyes nacionales y demás
288
normas del mismo rango.

Normatividad legal
Se debe brindar capacitación a los médicos legistas para identificar
las lesiones físicas y psicológicas de la víctima. En este contexto,
darle mayor difusión al “Protocolo de Reconocimiento Médico
Legal para la Detección de Lesiones o Muerte resultante de
Tortura”, y mejorar la infraestructura con la que cuentan los
médicos legales.
Se debe reformar la legislación antiterrorista para que abandone
su carácter de legislación de emergencia y se establezca en el marco
de un régimen regular de investigación y juzgamiento del delito de
terrorismo, que asegure el debido proceso.

16. El 9 de julio del presente año se publicó en el Diario oficial El Peruano la Resolución
Suprema N° 246-2002-RE remitida al Congreso de la República, que contiene el
texto de la Declaración de reconocimiento de competencia del Comité Contra la
Tortura en virtud de los artículos 21 y 22 de Convención contra la Tortura y otros
Tratos o Penas Crueles, Inhumanos y Degradantes. Vea anexo 3.
LA EXPERIENCIA DE PERÚ

Prevención
Se debe dar una adecuada difusión a la Ley 26926 que regula el delito
de tortura, precisando sus alcances.
Se debe brindar capacitación adecuada a los operadores de
Justicia sobre los alcances de la Ley 26926, a fin de que se tipifiquen
adecuadamente los casos de tortura y no como delito de lesiones o
abuso de autoridad.
La policía y demás operadores de justicia deben recibir
educación en derechos humanos.

Sociedad civil
Debe tomarse una postura firme para combatir la tortura así como
denunciarla cuando se es víctima o se conoce de un caso.
Organizarse con las diferentes instituciones de la sociedad civil
y las autoridades locales para establecer una vigilancia que evite la
tortura, distrito por distrito.

Voluntad política 289


Las autoridades deben tener una postura clara y pública de condena
a la práctica de la tortura y expresar su claro compromiso por
sancionarla.

Casos17

El Equipo Jurídico de la Comisión de la Verdad y Reconciliación


viene elaborando una investigación sobre 53 casos de indultados
reportados por la Comisión Ad-Hoc, creada por la Ley 26655, para
evaluar, calificar y proponer la concesión del indulto o el derecho de
gracia presidencial para las personas procesadas o condenadas por
terrorismo y traición a la patria.
Cabe resaltar que este trabajo se completa gracias a la
colaboración de la Defensoría del Pueblo, que nos facilitó el acceso

17. Vea anexo IV.


COMISIONES DE LA VERDAD

para revisar los expedientes de los indultados que alegan haber sido
torturados y cuentan con certificados médicos.
Es importante señalar que durante el trabajo de la Comisión
Ad-Hoc 1996-1999 se beneficiaron 502 personas con indulto y
derecho de gracia, de este grupo, 189 alegaron haber sido objeto de
tortura, lamentablemente a la gran mayoría no se les practicó ningún
examen médico que permitiera corroborar su denuncia. Es así que
la Comisión Ad-Hoc, en su Informe Final, señala que sólo 53 de los
indultados tienen certificados médicos que confirman tales
alegaciones.18

290

18. Sin embargo, no son los únicos que alegan haber sido torturados. En una muestra
al azar de 250 solicitudes en las que la Comisión no propuso la concesión de la
gracia presidencial, se encontró que 107 de ellos alegaron haber sido torturados.
La experiencia de Uruguay

Ariela Peralta
Abogada responsable del Equipo de Promoción y Defensa
de Derechos Civiles y Políticos, Servicio Paz y Justicia (Uruguay)

BREVE RESEÑA HISTÓRICA

La República Oriental del Uruguay es el país más pequeño del Cono


Sur, cuenta con escasa población que hoy ronda aproximadamente
los 3 millones 200 mil habitantes. Fue históricamente un país con
un desarrollo político muy estable, basado fundamentalmente en un
sólido sistema de partidos políticos con fuerte arraigo popular.
Real de Azúa1 ha calificado la sociedad uruguaya como una
sociedad amortiguadora en el sentido de que “los conflictos sociales
no llegan a la explosión, de que toda tensión se ‘compone’ o 291
‘compromete’ al final en un acuerdo”.2 Podría decirse —sin temor a
equívocos— que esta calificación transmite la imagen internacional
que se tiene de Uruguay desde épocas tempranas. Conocido como
la Suiza de América, mágica combinación de un Estado capaz de
asegurar, por siempre, niveles de bienestar envidiables y de una
población sabia componedora de los conflictos colectivos.
Uruguay gozó —a pesar de vivir entremedio una serie de
“pequeñas crisis”—, hasta fines de la década del cincuenta, de los
beneficios que le reportó una producción ganadera competitiva y
cierto desarrollo industrial y del sector servicios. Mantuvo hasta 1955
una política de sustitución de importaciones que disfrutó de las
ventajas comparativas que ofrecía la coyuntura internacional.
A mediados de la década de los cincuenta el déficit de la balanza
comercial empieza a ser crónico, la renta de la producción agrícola

1. Carlos Real de Azúa, 1916-1977, ensayista, crítico e historiador uruguayo.


2. Extraído de “La sociedad amortiguadora”, Historia contemporánea del Uruguay. De la
Colonia al Mercosur, Gerardo Caetano y José Riella, Colección CLAEH, Montevideo:
Editorial Fin de Siglo, 1994, p. 113.
COMISIONES DE LA VERDAD

comienza a caer, el estancamiento productivo e industrial —con-


secuencia de problemas ya existentes acentuados por la modificación
del escenario mundial— devienen en un proceso especulativo e
inflacionario sin precedentes. La banca privada desplaza a otros actores
económicos y pasa a desempeñar un papel central.
El salario real (a fines de 1960) cae estrepitosamente y el
endeudamiento interno y externo comienza a acelerarse. Se inician
las movilizaciones sociales y políticas en demanda de nuevos rumbos
económicos. La conflictividad social se agudiza y el sistema político
vigente, que hasta entonces parecía componer una parte estructural
del Estado, carecía de respuesta para recuperar un Uruguay que
“dejaba de ser”.3
Luego de un periodo de protesta social y política cuya represión
era cada vez más violenta y donde un sector de la izquierda armada
había aparecido por primera vez con acciones de cierta especta-
cularidad, se produce el golpe militar. Éste fue propiciado por un
gobierno elegido mediante mecanismos democráticos (aunque
292 posteriormente se albergaron dudas sobre los resultados de la
elección), pero que venía gobernando desde hacía tiempo con
medidas constitucionales de excepción, utilizados con premeditación
y perversidad.
El 27 de junio de 1973 se produce el golpe militar y se disuelven
las Cámaras, aunque un conjunto de medidas represivas ya estaban
instauradas desde 1968 y las Fuerzas Armadas ya contaban, a la fecha
del golpe, con la hegemonía política.
Luego de doce años de dictadura militar y del fracaso en 1980
de un plebiscito constitucional que intentaba prolongar el régimen
y perpetuar a los militares en el gobierno, comienza una serie
de demostraciones pacíficas de rechazo a cualquier intento militar de
no abandonar el poder.
En 1984, fruto de un largo proceso de diálogo entre los partidos
políticos y las Fuerzas Armadas se acuerda el llamado Pacto del Club
Naval, que aseguraba los pasos a dar para la restauración democrática.

3. Vea “El fin de la restauración neobatllista”, Historia contemporánea del Uruguay...


pp. 201-209.
LA EXPERIENCIA DE URUGUAY

Es posible sostener que en éste los mandos militares se


aseguraron, en forma implícita o explícita, cierta impunidad ante
cualquier intento de revisar el pasado.

LAS CARACTERÍSTICAS REPRESIVAS EN URUGUAY

La acción represiva en Uruguay se dirigió tanto a las organizaciones


armadas como a cualquier individuo perteneciente a partidos políticos
y organizaciones sociales legales y pacíficas que no necesariamente
contenían en su accionar un mensaje político definido. Es importante
tener en cuenta que el aparato armado del Movimiento de Liberación
Nacional Tupamaros ya estaba desarticulado y todos sus dirigentes
presos, antes del golpe militar.
La modalidad represiva en Uruguay fue el encarcelamiento
masivo y prolongado y el sometimiento a tortura de los detenidos.
El informe “Uruguay Nunca Más”4 sostiene que es a partir de 1972,
con el pasaje de todos los presos a la órbita de la justicia militar, que
293
se generalizó la práctica de la tortura.
A partir de entonces, fue aplicada masiva y sistemáticamente
por el Estado para “destruir al enemigo”.
En 1984 un alto mando de las Fuerzas Armadas revelaba que
fueron procesadas por la justicia militar 4 mil 933 personas (la
población en 1985 era de 2 millones 930 mil 564 habitantes).
Se ha estimado que el número de detenidos alcanzó la cifra de
3 mil 700, con la cifra récord en América Latina de 31 presos por
cada 10 mil habitantes.5
La Comisión Investigadora sobre Situación de Personas
Desaparecidas y Hechos que la Motivaron, creada en la Cámara de
Representantes en 1985, registró la denuncia de 171 desaparecidos
en el periodo comprendido entre los años 1971 a 1981.6

4. “Uruguay Nunca Más”, Informe sobre la violación a los Derechos Humanos


(1972-1985), Servicio Paz y Justicia, tercera edición, Montevideo, diciembre de 1989.
5. Datos extraídos de “Uruguay Nunca Más”... pp. 116 y 117.
6. Comisión Investigadora sobre la Situación de Personas Desaparecidas y Hechos
que la Motivaron, creada en noviembre de 1985, Diario de Sesiones de la Cámara de
Representantes, número 1856, tomo 620, pp. 511-517.
COMISIONES DE LA VERDAD

En su Informe Anual de Derechos Humanos 2001, el Servicio


Paz y Justicia publicó, a partir de varias fuentes consultadas, que la
lista de adultos uruguayos desaparecidos a noviembre de 2001
totalizaba 172 personas.7

LA CONSAGRACIÓN DE LA IMPUNIDAD, LA CREACIÓN


DE LA COMISIÓN PARA LA PAZ

El Parlamento uruguayo promulgó el 22 de diciembre de 1986 la ley


15.848, que establecía la caducidad de la pretensión punitiva del
Estado ante los delitos y las violaciones de derechos humanos
cometidos por policías y militares en el periodo comprendido entre
junio de 1973 (el golpe de Estado) y marzo de 1985 (el reinicio de la
vida democrática).

La ley establecía textualmente:


294
Reconócese que, como consecuencia de la lógica de los hechos
originados por el acuerdo celebrado entre partidos políticos y las
Fuerzas Armadas en agosto de 1984 y a efecto de concluir la transición
hacia la plena vigencia del orden constitucional, ha caducado el
ejercicio de la pretensión punitiva del Estado.

La Suprema Corte sostuvo su constitucionalidad con tres votos a


favor y dos en contra, en sentencia de 2 de mayo de 1988. Recibió
aprobación popular por estrecho margen (57% por mantenerla,
42.5% por derogarla) y con los temores de “revivir los fantasmas
del pasado”, mediante plebiscito de 16 de abril de 1989.
Recordemos la declaración de Serpaj cuando se cumplieron
los diez años de la consulta popular, que en un pasaje de ésta decía:

El resultado del plebiscito, es decir, la confirmación de la ley de


impunidad, no significó sin embargo la aprobación de la ciudadanía

7. Vea la lista completa extraída de varias fuentes en “Derechos Humanos en el


Uruguay. Informe 2001”, Serpaj, Montevideo, diciembre de 2001, pp. 87–93.
LA EXPERIENCIA DE URUGUAY

a los crímenes cometidos por el Terrorismo de Estado. Nadie festejó el


resultado del 16 de abril, y más aún: muchos de los que votaron por
confirmar la ley lo hicieron sin convicción, motivados por el miedo al
poder militar y el escepticismo respecto a la posibilidad de hacer justicia.
Muchos de esos votantes, también, confesaron su arrepentimiento
porque la solución elegida no ha traído, diez años después, ni la
reconciliación ni la reparación necesarias.
Precisamente, el artículo 4º de la ley de Caducidad reconocía
explícitamente el compromiso del Estado uruguayo por investigar y
esclarecer esos hechos.

Fue y sigue siendo una ley muy cuestionada, calificada por gran parte
de los legisladores que la votaron como una solución “desgraciada”,
“fruto de la lógica de los hechos”.
Tanto la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en
su informe 29/92 de 2 de octubre de 1992 y el Comité de Derechos
Humanos de Naciones Unidas en informe de 8 de abril de 1998,
cuestionan las consecuencias de la Ley de Caducidad y expresan 295
su “honda preocupación” y su “profunda inquietud” porque su
mantenimiento excluye la posibilidad de investigar violaciones de
derechos humanos e impide el acceso a la justicia y a los recursos
efectivos para el esclarecimiento y la sanción de tales hechos.
El resultado del plebiscito que ratificó por decisión ciudadana
la ley de caducidad colocó a la lucha por verdad y justicia en una
situación extremadamente complicada.
Los resultados del plebiscito inmovilizaron al movimiento
popular y especialmente al movimiento de derechos humanos, el
que careció de cualquier iniciativa por largo tiempo. El peso de la
tradición electoralista y la utilización de un mecanismo utilizado y
consagrado primordialmente para la conquista de logros populares
desplazó las legítimas demandas contra la impunidad a un escenario
político y jurídico de características peculiares.
Además, este resultado fue espectacularmente aprovechado por
los gobiernos democráticos posteriores, quienes presentaron sus
efectos como los de un fallo inapelable, repitiendo hasta el cansancio
que éste había saldado absolutamente todas las cuentas del pasado y
los uruguayos, por tanto, nada teníamos que debatir al respecto.
COMISIONES DE LA VERDAD

La impunidad se consagró en todos los niveles, el fracaso del


plebiscito ayudó a internacionalizarla y el discurso dominante hizo
el resto, dentro y fuera de las fronteras.
Sin embargo, la lucha que lentamente empieza a dar un sector
de la sociedad y el movimiento de derechos humanos junto a Madres
y Familiares exige al gobierno el cumplimiento del artículo 4o. de la
ley de caducidad. Ahí se establecía que el Poder Ejecutivo dispondría
de inmediato el inicio de una investigación administrativa respecto de
las denuncias presentadas ante el Poder Judicial sobre personas
presuntamente desaparecidas en operaciones militares, así como los
menores secuestrados en iguales condiciones, a los efectos de
esclarecer tales hechos.
Finalmente, en 1999 el poeta Juan Gelman emprende una fuerte
campaña internacional denunciando al gobierno uruguayo de
entonces, personalizado en el presidente de la República, Julio María
Sanguinetti, ante la falta de voluntad demostrada para encontrar el
paradero de su nieta secuestrada, de la cual tenía datos ciertos que
296 vivía en Montevideo en el seno de una familia adoptiva.
El hallazgo de la nieta de Gelman coloca al gobierno en una
situación extremadamente difícil y, con la asunción de un nuevo
presidente, se precipita una respuesta al tema de las violaciones de los
derechos humanos, la que se centra, desde un principio, exclusiva-
mente en la situación de las personas detenidas-desaparecidas.
En junio del año 2000, ante la confirmación mediante examen
de ADN de la identidad de la nieta del poeta, el presidente Jorge
Batlle —quien había asumido el 1 de marzo— anuncia por primera
vez la creación de una comisión para tratar el tema de los des-
aparecidos.

ORIGEN Y CRÍMENES QUE DEBÍA INVESTIGAR

La comisión fue creada por decreto presidencial y llevó el nombre


de Comisión para la Paz. Según palabras del propio Presidente de la
República —que los comisionados luego hicieron suyas—, su
objetivo era contribuir a “sellar la paz entre los uruguayos” y trataría
única y exclusivamente el caso de los detenidos-desaparecidos.
LA EXPERIENCIA DE URUGUAY

En los considerandos del decreto de creación se establecía que


ésta “constituye una obligación ética del Estado y una tarea im-
prescindible para preservar la memoria histórica”.
Comenzó a trabajar el 9 de agosto de 2000.
Quedaron absolutamente excluidos del trabajo y los fines de
la comisión los casos de asesinados por razones políticas, así como
los que sufrieron la cárcel, la tortura y sus secuelas.

MARCO JURÍDICO

El decreto de creación establecía que la comisión tendría las más


amplias facultades para recibir documentos y testimonios, debiendo
mantener estricta reserva sobre las actuaciones y la absoluta
confidencialidad de las fuentes. Estableció asimismo que aquélla
elevaría la información recibida a la Presidencia de la República, en la
medida que entienda que son necesarias actuaciones tendentes a
verificar y precisar su contenido, para que ésta disponga las ave- 297
riguaciones que considere pertinentes.

MANDATO, ATRIBUCIONES Y FINALIDAD

La Comisión tenía como objetivo recibir, analizar, clasificar y


recopilar información sobre detenidos desaparecidos. Carecía de
poder alguno para obligar a alguien a declarar, aportar datos,
documentos o pruebas de cualquier tipo. La información contenida
como reducto inviolable de los represores no cambiaría por dis-
posición de la Comisión, sino por la voluntad de quienes la deten-
taban. El mandato establecido en el decreto presidencial limitaba
claramente su posibilidad de acción.
El movimiento de derechos humanos y los sectores más
involucrados en la lucha por verdad y justicia dieron su aval a la
iniciativa y desde el inicio comprometieron su cooperación, aunque
eran conscientes de las limitaciones del mandato y fueron críticos
con éste, guardando poca expectativa en cuanto a las posibilidades
de los comisionados para acceder a cierta información.
COMISIONES DE LA VERDAD

Las fuentes militares —desde la creación de la Comisión— se


mostraron reticentes a colaborar. Cerraron filas tras algunas
declaraciones de altos mandos, y sabían que las propias debilidades
del mandato de la Comisión y del poder de presión con que contaban
sus integrantes las colocaba en un lugar todavía cómodo.
Las escasas potestades que poseía, sumadas a las modestas
expectativas sociales después de quince años de impunidad que
implicaban que cualquier paso dado por el gobierno en esta área era
considerado un triunfo, limitaron sus objetivos desde un principio a
alcanzar a una “verdad posible”, con lo subjetivo que este término
puede ser.
Quedó claro desde el comienzo que al mando de las actividades
que realizara la Comisión estaba el propio Presidente de la República.
Incluso el Presidente tomó para sí la realización de gestiones delicadas,
como la posibilidad de obtener información de algún alto mando
castrense.
Los recursos otorgados por el gobierno a la Comisión no
298 parecieron concordar con la entusiasta voluntad política manifestada
a la hora de su creación. La Comisión no fue dotada de los recursos
materiales y humanos necesarios para los objetivos y fines trazados.
Los comisionados no contaron con un grupo de investigadores ni
con un soporte técnico interdisciplinario y carecieron de otros medios
que debieron suplir con esfuerzo personal y apoyo de las organiza-
ciones involucradas.

INTEGRACIÓN

El Presidente de la República fue quien eligió a los integrantes de la


Comisión para la Paz. Previamente realizó consultas con algunas
personalidades y recibió sugerencias de los entrevistados. Pero se
puede afirmar que fue, al igual que la creación de la Comisión, una
gestión “casi personal”.
Jorge Batlle se entrevistó con Madres y Familiares de Uruguayos
Detenidos-Desaparecidos, quienes le sugirieron un nombre de su
confianza. Fue así que Luis Pérez Aguirre la integró a solicitud de
Familiares, aunque quedó absolutamente claro que todos los
LA EXPERIENCIA DE URUGUAY

integrantes lo hacían a título personal, en función de su trayectoria


en distintos sectores de la sociedad uruguaya y como garantía de la
credibilidad y la imparcialidad del trabajo.
Finalmente se integró con seis hombres, el propuesto “en
nombre” de Familiares, un representante del gobierno, un recono-
cidísimo abogado penal y asesor del líder de izquierda, que
representaba el aval de la oposición política, un conocido historiador
perteneciente al otro partido de coalición en el gobierno, el presidente
honorario de la Central Obrera y el arzobispo de Montevideo.
La integración fue aceptada por la sociedad en general, por
todos los sectores involucrados y puede decirse que —salvo algunas
críticas— el resto del poder político le dio su apoyo.
La integración fue muy desigual tanto en dedicación, com-
promiso, conocimiento previo del tema e involucramiento personal;
puede decirse que, más allá de buenas intenciones, luego de la muerte
inesperada de Luis Pérez Aguirre y hasta el nombramiento de un
nuevo hombre de confianza de Familiares el trabajo recayó en el
representante del gobierno y en el “representante” de la oposición 299
de izquierda.8

EXPECTATIVAS Y RESULTADOS

El trabajo de la Comisión y las expectativas generadas sufrieron


altibajos importantes.
Al fallecimiento de la madre de Elena Quinteros —detenida-
desaparecida en 1976 de los jardines de la Embajada de Venezuela
en Uruguay—, sin obtenerse datos esclarecedores sobre este hecho,
y el hallazgo —al margen de la Comisión— de Simón Riquelo —el
hijo secuestrado de Sara Méndez y Mauricio Gatti— aquélla fue
cuestionada por algunos sectores y medios de prensa de oposición.
En abril del año 2001 la Comisión dijo tener virtualmente
identificados los primeros restos óseos de uruguayos desaparecidos

8. Originalmente estaba integrada por el sacerdote Luis Pérez Aguirre, Carlos Ramela,
Gonzalo D. Fernández, José D’Elía y monseñor Nicolás Cotugno. Después del
fallecimiento de Luis Pérez Aguirre fue nombrado el sacerdote Jorge Osorio.
COMISIONES DE LA VERDAD

en Argentina, y en julio del mismo año ya había identificado los


lugares donde estuvieron detenidas casi todas las personas que
desaparecieron en Uruguay durante el gobierno militar y poseía
“datos bastante precisos” sobre las fechas en que ocurrieron los
fallecimientos en “10 o 15 casos”.
En agosto de 2001 hace público un avance del Informe:9

En treinta denuncias sobre adultos uruguayos desaparecidos en


Uruguay, dos de ellas, anteriores al Golpe de Estado (obra del
Escuadrón de la Muerte): la Comisión considera aclarados quince
casos de éstos, sin ubicación de restos, y dice contar con “información
relevante” en cinco más.
En 142 denuncias sobre uruguayos desaparecidos en Argentina, hay
cinco casos aclarados con ubicación de restos, dos posiblemente
aclarados con pericias oficiales pendientes, 38 con información
relevante, 86 con escasa o nula y once descartados o eliminados debido
a que las denuncias se basaban en errores.
300 En siete denuncias de desaparición de uruguayos en Chile, cuatro
con información relevante según fuentes de ese país.
En tres denuncias sobre uruguayos desaparecidos en Paraguay, dos
de ellas con información relevante (fueron trasladados a Argentina).
En dos denuncias de uruguayos desaparecidos en Brasil, hay escasa
o nula información.
En el caso de un uruguayo desaparecido en Bolivia, aclarado faltando
un examen de material genético.

Es de resaltar que la metodología que la Comisión ha utilizado hasta


hoy para la revelación de los datos ha sido la de transmitirlos
privadamente a cada familia.
Una vez que la Comisión ha recabado los datos de dónde,
cómo, cuándo o por qué fue desaparecida una persona, reúne la
información en una carpeta personal y cita a la familia en reuniones
reservadas, a quien le transmite un previo informe oral, reservando
para la finalización de su mandato la entrega de un preinforme escrito
de cada caso, con autorización expresa del Presidente de la República.

9. Semanario Brecha, 17 de agosto de 2001, Montevideo, p. 10.


LA EXPERIENCIA DE URUGUAY

Si la familia del desaparecido lo autoriza, se hacen públicos los


datos y las circunstancias. Esta forma de trabajo ha contado con el
aval de Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos-Desaparecidos.
Es dable prever que el hallazgo de los restos de los detenidos-
desparecidos ha sido una tarea hasta ahora imposible de alcanzar
por los comisionados y que será un tema no resuelto a la finalización
del trabajo de la Comisión.
En una encuesta realizada por Interconsult entre el 25 y el 27
de agosto de 2001 entre personas mayores de dieciséis años, de
ambos sexos, residentes en localidades de más de 10 mil habitantes,
se desprende que 67% considera que no son suficientes los resultados
alcanzados; también este porcentaje entiende que se debe saber el
destino de los restos de los desaparecidos; 47% entiende que algo
se avanzó; 25% entiende que poco se avanzó, y 22% considera que se
avanzó mucho. Sólo 5% cree que fue una buena solución y 31%
considera que se creó para distraer la atención sobre otros temas.10

301
IDENTIFICACIÓN DE LOS RESPONSABLES

La identificación de los responsables estuvo absolutamente excluida


desde el inicio y nadie en Uruguay albergó seriamente la idea de que
la Comisión revelara algún nombre.
La Ley de Caducidad había sepultado cualquier posibilidad de
que una Comisión investigadora tuviera tal alcance. La resignación
colectiva sobre la responsabilización por los crímenes del pasado
aún permanece vigente en la sociedad uruguaya, con excepción de
algunos sectores más comprometidos e involucrados en el tema.
El contexto político imperante al momento de la creación de
la Comisión daba margen al gobierno para que una comisión de este
tipo, con potestades débiles y objetivos limitados, apareciera como
un paso más que importante.
El discurso oficial siempre presentó “sellar la paz entre los
uruguayos” como absolutamente incompatible con la revelación, y
mucho menos el castigo, de los responsables.

10. Diario El País, 9 de septiembre de 2001, Montevideo, p. 14.


COMISIONES DE LA VERDAD

El Grupo de Familiares de Detenidos-Desaparecidos había


retirado el “quién” de la lista de sus reivindicaciones, aunque siempre
ha dejado claro que, según sus propias palabras, no se “casaría” con
los límites de la Comisión y que ésta no constituye un fin en sí mismo
ni el final de la lucha contra la impunidad.
El representante del gobierno en la Comisión expresaba en
noviembre de 2001 a la prensa que,

más allá de que la Comisión tenga hoy información totalmente


privilegiada y excepcional, el “quién” es algo que difícilmente se tenga
y se vaya a tener, salvo casos excepcionales, nadie está dispuesto a
dar esta información [...] El quién es algo que por varios motivos,
por el compromiso que se asumió, por el objetivo que se trazó, por
como la Comisión de Familiares planteó el tema al Presidente el 1 de
marzo excluyendo el tema del “quién” específicamente, y por
la naturaleza de nuestro trabajo y la forma como accedemos a la
información, es obvio que no está sobre la mesa y así lo han aceptado,
302 más allá de que lo comportan o no, las familias en un diálogo que ha
sido respetuoso y afectuoso.11

INFORME Y REPARACIÓN

La Comisión finaliza su periodo de funcionamiento en agosto de este


año. Inicialmente se creó para funcionar 120 días, pero ha prorrogado
su mandato sucesivamente hasta concluir un periodo de dos años.
El decreto de creación establece que la Comisión elaborará un
informe final con sus conclusiones que incluirá sugerencias sobre
las medidas legislativas que pudieran corresponder en materia de
reparación y de estado civil, así como un resumen individual sobre
cada caso de detenido-desaparecido. El informe referido será elevado
a la Presidencia de la República, para que ésta disponga, en el ámbito
de su competencia, las actuaciones que pudieran corresponder e
informe oficialmente a los interesados.

11. Vea el sitio de internet de radio El Espectador, programa “En Perspectiva”,


www.espectador.com.
LA EXPERIENCIA DE URUGUAY

Los comisionados han asegurado hasta hoy que al finalizar el


periodo de actuación entregarán un informe final al Presidente de la
República, el que será de carácter público. Sin embargo, se deja
entrever de sus declaraciones a la prensa que el alcance de éste, su
presentación y difusión, será decisión del Presidente de la República.
El representante del gobierno en la Comisión expresaba a la
prensa en octubre de 2001 lo siguiente:

nuestro trabajo va a incluir al final una recomendación de una serie


de leyes pertinentes del tipo de las que se han dado en Argentina,
para poder lograr el reconocimiento oficial del fallecimiento de esas
personas por una vía sumaria y facilitar las consecuencias que existen
sobre aspectos sucesorios, familiares, etcétera.12

En los considerandos del decreto de creación de la Comisión se


establecía que la creación de ésta “permitirá, además, generar las
condiciones necesarias para aprobar, en su momento, las medidas
legales que correspondan para reparar las situaciones que se constaten”. 303
El Grupo de Madres y Familiares de Detenidos-Desaparecidos
en Uruguay ha transmitido a los comisionados un conjunto de
aspiraciones sobre recomendaciones a incluir en el informe, que
van desde medidas que atiendan una reparación integral, reformas
en los sistemas educativos formales que incluyan educación en
derechos humanos hasta los mecanismos que debieran instalarse
para el seguimiento de las recomendaciones.
Al momento de la realización de este seminario la Comisión
para la Paz de Uruguay estaba a punto de finalizar su periodo de
actuación. El informe comenzará a realizarse con posterioridad a
éste. Es prematuro ensayar el alcance que tendrá, la dimensión de la
información que revelará, el grado de intervención presidencial que
sufrirá una vez que los comisionados lo finalicen, y la difusión a la
opinión pública.
Todos los que hemos seguido el trabajo de la Comisión
aspiramos a que éste recoja las sugerencias aportadas por Familiares

12. El Espectador, entrevista realizada el 16 de octubre de 2001.


COMISIONES DE LA VERDAD

y supere las debilidades que revelaron otras experiencias inter-


nacionales.
Lo que sí debiese ser una decisión política posterior a él es la
puesta en marcha de medidas de reparación integral, la creación de
una estructura adecuada en el aparato del Estado que atienda la
promoción y defensa de los derechos humanos y se haga cargo del
seguimiento de las recomendaciones que surjan, dotada de un marco
jurídico adecuado y recursos suficientes.
El informe de la Comisión debiera ser la revelación de la verdad
“oficialmente relatada” con la más amplia difusión posible; el rescate
de la memoria colectiva; el “reinicio” —como expresó en alguna
oportunidad Luis Pérez Aguirre— de la lucha por la verdad y la
justicia.

304
Tortura y comisiones
de la verdad

305
La investigación de violaciones

Luis Fondebrider
Antropólogo forense, Equipo Argentino de Antropología Forense
(Argentina)

Cuando hablamos de los diferentes mecanismos para investigar


violaciones a los derechos humanos cometidas en el pasado reciente,
ya sean comisiones de la verdad, tribunales, comisiones parlamen-
tarias, etc., surgen tres preguntas concretas:

1) ¿Qué pasó con los desaparecidos?


2) ¿Cuáles fueron los patrones de represión?
3) ¿Quiénes fueron los responsables de tales hechos?

Para responder a estas preguntas tenemos que investigar de diferentes


maneras, saber qué pasó, cómo, dónde, cuándo. Tenemos que tratar 307
de probarlo de alguna manera con evidencia testimonial, evidencia
documental, evidencia física, y tratar de relacionar los casos para
entender el proceso en su conjunto.
En los últimos quince años me ha tocado trabajar con mi equipo
en 27 países que han pasado por procesos de violencia política y que
comenzaron a revisar su pasado. Este trabajo se ha hecho básicamente
aplicando la ciencia, tratando de responder a estas preguntas en
contextos de violencia política, a solicitud de comisiones, ONG y poderes
judiciales.
A pesar del componente altamente técnico que puede tener
el trabajo de la ciencia aplicada a los derechos humanos, hay dos
cosas que nos parece importante resaltar. Por un lado, todo el
proceso de investigación, en especial lo que es la búsqueda de
cuerpos, su exhumación, tiene consecuencias políticas, judiciales,
económicas, psicológicas y humanitarias que debemos tener muy
presentes antes de iniciar estos procesos. No se trata solamente
de abrir una fosa y sacar cuerpos, sino que hay diferentes
componentes que tenemos que considerar sea cual sea el marco
de investigación.
COMISIONES DE LA VERDAD

El segundo punto que muchas veces es dejado de lado es la


relación con los familiares. Nosotros trabajamos básicamente en el
campo en contacto directo con los familiares de las víctimas haciendo
un trabajo muy sensitivo, ya que estamos en contacto directo con
los cuerpos de los muertos. Como nos dijo un familiar hace muchos
años en Kurdistán, en Irak: “Ustedes, al tocar nuestros muertos,
forman parte de nuestra familia.” En tal sentido somos muy
cuidadosos al hablar de lo que quiere la gente, pero sí hemos visto
en muchas circunstancias que hay una distancia muy grande entre lo
que quiere la gente y lo que quieren la clase política, el poder judicial,
los organismos de defensores de derechos humanos a veces y, por
qué no decirlo, los donantes también (el trabajo se hace, muchas
veces, gracias al apoyo financiero de los donantes).
Luego de haber trabajado para varias comisiones de la verdad
como colaboradores, creemos que tienen un efecto muy positivo
por un lado en cuanto a establecer una primera imagen, una primera
figura de qué ha pasado en un periodo determinado, en un país
308 determinado, alcanzando en algunos casos una verdad casi completa.
Yo estoy en desacuerdo con la idea que dice que si no tenemos la
palabra de los victimarios no podemos conocer la verdad. Muchas
veces hemos logrado conocer casi toda la verdad en casos bastante
concretos. Un caso bien conocido es el caso de la masacre de El
Mozote en El Salvador.
Al mismo tiempo, las comisiones son una vía, a veces, para
procesos judiciales y para algunos tipos de reparación. Creo que es
importante no caer en divisiones en blanco y negro cuando opinamos
sobre todos estos procesos. Hay una gran cantidad de matices. Hay
también aspectos negativos, como lo corto de su actuación y en
algunas ocasiones su debilidad política, pero debemos hacer una
valoración de conjunto.
Quisiera mencionar, por ejemplo, el caso de Uruguay sobre la
Comisión para la Paz creada por el Presidente Batlle. Me gustaría
decir algo que no fue mencionado ayer. Esa comisión, con la que
estamos trabajando en colaboración, hasta el día de hoy, ha
identificado a cinco ciudadanos uruguayos desaparecidos en
Argentina, otros tres están en vía de análisis y ocho familias han
podido recuperar los restos de sus seres queridos. Obviamente no
LA INVESTIGACIÓN DE VIOLACIONES

es todo. No es el total. Estamos muy lejos de la justicia pero no es


un detalle mínimo. Me parece que es algo para destacar, y en casi
todos estos procesos podemos mencionar ese tipo de cosas.
Por otra parte, nos parece un poco dificultoso, cuando
hablamos de recomendaciones para este tipo de procesos, aplicar
soluciones mágicas de verdad y reconciliación. Creo que sí hubo
ciertos patrones en todos estos lugares en cuanto al deseo de verdad, de
justicia, de algún tipo de reparación —muchas veces económica—
de parte de las víctimas, pero hay que tener muy en cuenta los
contextos locales en que se aplican estos mecanismos de análisis del
pasado.
Para mencionar un contexto muy concreto: la diferencia entre
los patrones de represión en Chile, Argentina, Brasil y Uruguay, por
un lado, y en El Salvador y Guatemala. En el Cono Sur, un contexto
urbano, donde mayoritariamente la clase media fue afectada; en el
segundo, un contexto totalmente rural con una alta composición de
indígenas y campesinos. Por lo tanto, hay que prestarle mucha
atención a las particularidades locales antes de decir qué tipo de 309
mecanismo se utiliza. En tal sentido, me gustaría por ejemplo traer
el tema de las audiencias públicas. Nos parece muy importante la
posibilidad de que la gente pueda expresar delante de toda la sociedad
lo que le ha pasado por primera vez y que tenga reconocimiento de
la sociedad. Pero hay lugares donde la gente que vive en el campo
(como, por ejemplo, en el Quiché en Guatemala, en Colombia, en
Haití) sigue viviendo puerta de por medio con los victimarios.
Entonces tenemos que pensar si podemos exponer a una persona a
dar su testimonio en público cuando después de que termina de
hablar le agradecemos y todos nos vamos a la ciudad, y esa persona
se queda viviendo con los patrulleros (en el caso de Guatemala) de
puerta por medio. Hay que valorar ese tipo de cosas antes de decidir
las estrategias.
Lo mismo se puede mencionar para los programas de
protección de testigos, que son fundamentales para varios procesos
de investigación. Pero también seamos conscientes de que la gran
mayoría de los casos que tenemos que investigar comprenden
poblaciones campesinas e indígenas y es muy difícil de tener un
programa de protección de testigos en tal contexto, sacar a una
COMISIONES DE LA VERDAD

persona de su lugar y mantenerla aislada. En ese sentido, me parece


importante analizar caso por caso antes de aplicar una fórmula sobre
cómo investigar el pasado.
Quiero mencionar tres componentes como sugerencias para
las comisiones de la verdad.
1) Es fundamental definir la relación de las comisiones de la
verdad con el Ministerio Público y el poder judicial. Hemos notado
en muchos casos, cuando se hacen investigaciones concretas en el
campo, una superposición de intereses. Como ya fue mencionado,
no es lo mismo una comisión de la verdad que un tribunal. Son
diferentes los objetivos, tiempos y niveles de evidencia. Pero muchas
veces nos encontramos en situaciones concretas donde no se sabe
quién es el que dirige el proceso y cuál es la utilidad del caso.
Esto viene en relación con algunas situaciones que vemos en
muchos lados con el tema de las exhumaciones: la tensión entre las
exhumaciones humanitarias y las exhumaciones judiciales. Guatemala
es un buen ejemplo de eso, donde la casi imposibilidad de justicia
310 hasta el momento ha llevado que todo el esfuerzo de investigar el
pasado en cuanto a exhumaciones e identificación de cuerpos se ha
centrado solamente en el aspecto humanitario.
2) La segunda sugerencia tiene que ver con los aportes de
diferentes disciplinas científicas. No alcanza con un abogado, no
alcanza con un experto en computación. No estamos investigando
un caso de criminal común sino casos mucho más complejos y es
muy importante contar con el aporte de antropólogos, sociólogos y,
muchas veces, lo que pueda aportar un detective de homicidios que
puede proporcionar muchos elementos sobre cómo manejar un caso
no solamente desde el punto de vista criminalístico, sino analizando
patrones de conducta. Los que han trabajado en comisiones de la
verdad deben saber que no es lo mismo investigar en el ámbito
académico que entrevistar a víctimas todos los días, tratar de
entender qué pasó, tratar de armar los casos y todo el mosaico que
supone este tipo de investigaciones.
3) El último tema tiene que ver con que todos estos procesos
han tenido un componente forense, de recuperación e identificación
de cuerpos porque es algo muy concreto que pide la gente en todos
lados: queremos saber dónde están, queremos recuperar sus cuerpos.
LA INVESTIGACIÓN DE VIOLACIONES

Y muchas veces las comisiones dejan en manos de los equipos


forenses la decisión de qué casos se hacen y qué casos no se hacen.
Los tiempos de las comisiones son cortos y muchas veces tienen
que decidir con algunos casos para mostrar un patrón de represión
y no pueden hacer todos los casos, como quieren los familiares de
las víctimas. Son decisiones que tienen que tener bien claro los
comisionados cuando emprenden este tipo de actividades.
La última referencia tiene que ver con México. El caso mexicano
tiene dos particularidades que las hacen importantes desde el punto
de vista de la investigación, que muestra ciertas características que
serían más sencillas al hacer una investigación. Por un lado es un
caso pequeño (aproximadamente 500 personas desaparecidas) en
comparación con otros casos. En segundo lugar son casos que están
distribuidos en ciertos episodios (de 4 a 5 episodios) bastante
concretos. Eso facilita la investigación, aunque no quiere decir que
se van a poder encontrar todos los cuerpos de esas personas y
tampoco los responsables inmediatos de esos casos, pero sí lo hace
más sencillo que otros casos. Y la última consideración tiene que ver 311
con los organismos que investigan esto. Creo que las fiscalías tienen
las capacidades técnicas y operativas para analizar estas investi-
gaciones. Pero ¿hasta qué punto las fiscalías, a pesar de poder hacer
un trabajo muy bueno, tienen credibilidad entre los familiares de las
víctimas? Nos ha tocado trabajar para muchas fiscalías como en
Colombia, Venezuela, Brasil, y el tema de la credibilidad es clave
más allá de la calidad del trabajo, más allá de todo lo que se pueda
hacer. Si las familias de las víctimas, que son los que tienen más
derecho a saber qué pasó, no creen en los organismos de inves-
tigación, va a ser muy difícil que se muestren satisfechos con los
resultados. Por lo tanto, tenemos que considerar estos factores antes
de decidir si una fiscalía o una comisión de la verdad va a ser la
encargada de las investigaciones.
La documentación de la tortura

Morris Tidball-Binz
Director de la Oficina para Defensores de Derechos Humanos
Servicio Internacional para los Derechos Humanos (Suiza)

Esta presentación está destinada a estimular la discusión y las


propuestas de este evento sobre la necesidad de incluir la docu-
mentación de la tortura dentro de las estrategias generales de futuras
comisiones de la verdad, a fin de contribuir a su efectiva erradicación
y prevención.
Existe un conjunto de principios internacionalmente reco-
nocidos1 sobre el derecho de las víctimas, los habitantes de un país
y la comunidad internacional con respecto a violaciones graves de
derechos humanos y del derecho internacional humanitario, incluida
la tortura, ocurridas en un territorio. Estos principios y acciones
derivadas, que deberían guiar el abordaje de esas violaciones, 313
establecen los siguientes derechos.

Verdad
Preservar la memoria colectiva del olvido, la negación y la distorsión;
Garantizar el derecho imprescriptible de las víctimas y sus allegados
a conocer la verdad de lo sucedido;
Hacer efectivo el derecho a la verdad.

Justicia
Investigación exhaustiva de toda violación y sus responsabilidades;
Persecución y castigo de los responsables;
Garantías de justo y debido proceso para los acusados;
No aplicación de la pena de muerte;
No prescripción de graves violaciones de derechos humanos y del

1. Vea Naciones Unidas: “Informe final revisado acerca de la cuestión de impunidad


de los autores de violaciones de los derechos humanos (derechos civiles y políticos),
preparado por L. Joinet de conformidad con resolución 1996/119 de la Subcomisión”
(E/CN.4/Sub.2/1997/20/Rev.1).
COMISIONES DE LA VERDAD

derecho internacional humanitario, incluyendo crímenes de lesa


humanidad, incluyendo la tortura;
No aplicación de amnistías, indultos u otras medidas que eximen de
responsabilidad penal a los autores de tales delitos.

Reparación
Restitución;
Indemnización;
Rehabilitación.

Garantías de no repetición
Disolución de grupos armados paraestatales;
Derogación de medidas de excepción que favorezcan violaciones y
su impunidad;
Adopción de medidas administrativas y de otra índole relativas a los
agentes implicados, incluyendo “purgas” de las fuerzas de seguridad,
respetando los principios de un justo y debido proceso.
314
Es indudable que los mecanismos judiciales, nacionales e inter-
nacionales son los más idóneos para hacer efectivos los principios
arriba mencionados, aunque la concurrencia de mecanismos
extrajudiciales, especialmente las llamadas comisiones de la verdad,
pueden y deben contribuir significativamente a ello.
De los principios anteriores, y en relación con el tema que nos
convoca, surge el desafío de lograr que toda comisión de la verdad
contribuya efectivamente a la verdad, la justicia, la reparación y la
erradicación y prevención de la tortura. Infortunadamente, diversas
CCV del pasado reciente omitieron en mayor o menor medida la
investigación exhaustiva del fenómeno de la tortura durante el
periodo que estudiaron, contribuyendo quizás de ese modo al olvido,
a la impunidad y a la perpetuación del fenómeno.
Hay dos principios adicionales que deben guiar la inclusión de
la tortura en la agenda de una comisión de la verdad:

Principio rector: la tortura es una violación grave de derechos humanos


y del derecho internacional humanitario, que los Estados están
obligados a investigar, sancionar, reparar, erradicar y prevenir;
LA DOCUMENTACIÓN DE LA TORTURA

Principio estratégico: las comisiones de la verdad significan una oportu-


nidad histórica y posiblemente única e irrepetible para exponer el
fenómeno de la tortura en toda su dimensión.
Ciertos determinantes definen y limitan el mandato de toda
comisión de la verdad y afectan su labor en materia del estudio del
fenómeno de la tortura. En ocasiones han tenido el efecto de sesgar,
limitar e incluso impedir el análisis por parte de CCV de las causas, la
práctica y el impacto de la tortura. Es por ello fundamental conocer
estos aspectos y sus posibles consecuencias a fin de evitar que limiten
de cualquier manera los dos principios ya mencionados.

PRINCIPALES DETERMINANTES DEL MANDATO


DE LAS COMISIONES DE LA VERDAD

Se concentran en una crisis de derechos humanos y del derecho


internacional humanitario o en periodos de violaciones exacerbadas,
lo cual puede llevarlas a soslayar los problemas crónicos, incluyendo 315
la práctica solapada de la tortura;
Enfocan su investigación en un marco temporal definido, lo cual
les puede llevar a soslayar la prevalencia de ciertos tipos de violaciones,
incluyendo la tortura, antes y después del periodo estudiado;
Se abocan a estudiar un conjunto limitado de violaciones
“graves”, concepto que de manera equivocada con frecuencia omite
la “tortura sin resultado de muerte” o la tortura lisa y llanamente;
Disponen de recursos limitados que impiden un estudio
exhaustivo de todas las violaciones acaecidas dentro del periodo
estudiado. (Esto no debería impedir, sin embargo, la toma de
muestreos y la realización de estudios estadísticos que permitan
demostrar, con escasos recursos, la magnitud, el impacto y la
extensión de la práctica documentada.)
Es notable que en diversos casos la labor y el informe de las CCV
han sido acompañados o seguidos de un descenso brusco en el número
de violaciones de derechos humanos estudiadas por aquéllas, par-
ticularmente las más conspicuas, incluyendo la “desaparición” y las
ejecuciones extrajudiciales. Sin embargo, de acuerdo con la evidencia
acumulada, éste no suele ser el caso de la tortura cuando ésta es
COMISIONES DE LA VERDAD

excluida del mandato de una CV. Pareciera que la no identificación y


denuncia de esta práctica contribuye a su perpetuación.
Del análisis anterior se desprenden las siguientes consideraciones
para contribuir a garantizar el estudio y el análisis efectivo de la tortura
por parte de CCV y potenciar su contribución a erradicar este flagelo.

—Adaptar y diseñar, pero nunca excluir, una estrategia de inves-


tigación de la tortura en función del marco temporal del mandato de
la comisión y disponibilidad de recursos (estudio exhaustivo de casos
contra muestreos y estudio estadístico);
—Examinar todo el fenómeno de la tortura durante el periodo estudiado
(incluyendo sus causas históricas, institucionales, jurídicas y políticas),
la impunidad, victimarios, razones para su prevalencia y perpetuación
(tolerancia o amparo oficial, jurisprudencia, valor de la confesión en la
investigación policial y el proceso judicial, ineficacia del sistema de
investigación criminal, condiciones penitenciarias, etcétera);
—Garantizar un sistema de recepción y documentación de denuncias
316 de tortura que asegure su adecuada constatación pericial, incluyendo
la investigación de los efectos físicos, psicológicos y sociales y la eventual
atención de la víctima. Esto incluirá la disponibilidad de personal de
salud especializado y permitirá documentar casos, patrones y nece-
sidades de las víctimas (que variarán según los contextos);
—Incorporar al mandato y las recomendaciones de la comisión de la
verdad garantías de atención de toda denuncia de tortura, mediante
una comisión de seguimiento, derivación a instancias judiciales y de
registro efectivas, etcétera.

Consideraciones adicionales de carácter práctico en la documentación


de la tortura:

—La tortura puede no dejar impronta física al momento de su


examen, pero casi sin excepción un profesional calificado podrá
identificar y diagnosticar las secuelas: “Las principales marcas de la
tortura se llevan en el alma”.2 (Es fundamental destacar la diferencia

2. Sobreviviente de tortura de la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma),


Argentina, testimonio de marzo de 1984.
LA DOCUMENTACIÓN DE LA TORTURA

entre un diagnóstico experto en la materia y una simple evaluación y


dictamen pericial de lesiones, que puede no detectar secuelas físicas
y negar equivocadamente la existencia de tortura);
—La angustia de los seres queridos de personas “desaparecidas”
equivale a una forma de tortura psicológica3 y debería por ello incluirse
dentro de los casos registrados como tal por toda comisión de la verdad;
—Toda CV debería contar con un equipo de expertos en la identi-
ficación, documentación y monitoreo de la tortura y sus secuelas y
en la preparación de recomendaciones tendentes a su efectiva
erradicación y prevención. Ese equipo debe incluir profesionales de
la salud calificados y sensibilizados en el diagnóstico de la tortura y
familiarizados con los estándares internacionales pertinentes;
—Toda CV debería incluir en su informe y entre sus recomendaciones
un análisis sobre la tortura en el territorio en estudio y las medidas
necesarias para su erradicación y prevención;
—Habida cuenta la prohibición absoluta de la tortura, no debería
desperdiciarse oportunidad alguna de preparar y sustanciar denuncias
que puedan derivarse a órganos jurisdiccionales pertinentes. 317

En síntesis, la erradicación de la tortura debe incluirse entre los objetivos


de toda CV. No hacerlo conlleva la pérdida de una oportunidad
posiblemente única para lograrlo, el incumplimiento de una
responsablidad que incumbe al Estado y favorece la perpetuación de
una de las violaciones de derechos humanos y del derecho internacional
humanitario más aberrantes y prevalentes.
Para ello, toda futura comisión de la verdad debería incluir la
documentación de la tortura en:

—La definición de su mandato;


—La definición de sus objetivos;
—La definición de su metodología de trabajo;
—La identificación de necesidades operativas y logísticas, y
—Las recomendaciones y medidas que de ello derive.

3. Sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Nicholas


Blake, 1998.
La experiencia de Nigeria.
Perspectiva sobre tortura,
impunidad y compensación

Chinonye E. Obiagwu*
Coordinador Nacional del Proyecto de Defensa y Asistencia
Jurídica (Nigeria)

INTRODUCCIÓN

Después de treinta años de dictadura militar, los nigerianos llevaron


a cabo elecciones generales en febrero de 1999 e instauraron un
gobierno constitucional civil el 29 de mayo de 1999. Uno de los
más importantes retos del nuevo régimen del presidente Olusegun
Obasanjo fue enfrentar los enormes problemas de pobreza, 319
corrupción y violaciones masivas a los derechos humanos de los
que fueron responsables los regímenes anteriores. El 4 de junio de
1999 el gobierno estableció la Comisión de Investigación de
Violaciones a los Derechos Humanos.1 Esta comisión tuvo el
mandato de investigar los abusos políticos y las violaciones de
derechos humanos perpetrados por miembros de los regímenes
anteriores al presente gobierno.2 La comisión recibió más de 10 mil

* La presentación fue pronunciada por Ch. Obiagwu en inglés; se reproduce una


traducción.
1. Comúnmente llamada “Comisión Oputa” en honor a su presidente, Chukwudifo
Oputa, magistrado retirado de la Suprema Corte.
2. Los regímenes incluyen los gobiernos militares al mando del general Aguiyi Ironsi
(15 de enero a 29 de julio de 1966); general Yakubu Gowon (29 de julio de 1966
a julio de 1975); general Murtala Mohammed (julio de 1975 a febrero de 1976;
general Olusegun Obasanjo (13 de febrero de 1976 a 1 de octubre de 1979); general
Muhammed Buhari (31 de diciembre de 1993 a 27 de agosto de 1985); general
Ibrahim Babangida (27 de agosto de 1985 a 25 de agosto de 1993); general Sanni
Abacha (17 de noviembre de 1993 a 8 de junio de 1998); general Abdusalami
Abubakar (8 de junio de 1998 a 29 de mayo de 1999. Los periodos entre el 1 de
octubre de 1960, cuando los nigerianos obtuvieron su independencia política
de Gran Bretaña, y el 15 de enero de 1966; 1 de octubre de 1979 a 31 de diciembre de
1983 y 27 de agosto de 1993 a 17 de noviembre de 1993 el gobierno era civil.
COMISIONES DE LA VERDAD

peticiones incluyendo quejas de familiares de personas desaparecidas,


prisioneros políticos, sobrevivientes de tortura y aquellos victimizados
en el servicio público. Asimismo, se recibieron quejas de grupos
minoritarios, especialmente de la región del Delta del Níger, zona
productora de petróleo. La comisión concluyó sus trabajos y publicó
su informe en junio de 2002.
La observación general de la comisión en su informe fue
que todos los nigerianos habían tenido conflictos entre ellos, pero
señaló principalmente a los gobiernos militares que gobernaron
el país y sus fuerzas de seguridad mencionadas en las trágicas
historias que al país durante más de treinta años. De acuerdo con
el vocero de la comisión, según las investigaciones de esta
instancia, se descubrió que durante el periodo trabajado (entre el
15 de enero de 1966 y el 28 de enero de 1999), la mayor cantidad
de responsables y violadores de derechos humanos fueron
miembros de la dictadura militar y sus fuerzas de seguridad.
Hizo recomendaciones al gobierno sobre los casos que trabajó,
320 y ahora solamente falta esperar a que el gobierno las materialice.
Algunas de las recomendaciones tienen que ver con compensación
para las víctimas, investigación y juicio a los responsables que
han sido identificados, así como indemnizaciones a comunidades
y grupos a los que sus gobiernos les negaron atención debido a
sus opiniones políticas u origen étnico, y la inmortalización de
importantes activistas políticos y víctimas de los gobiernos
militares.

EL TRABAJO DE LA COMISIÓN

A pesar de que la comisión recibió más de 10 mil peticiones,


únicamente tuvo oportunidad de trabajar dos mil, la mayoría de las
cuales estaban relacionadas con ejecuciones extrajudiciales y sumarias,
desapariciones, detenciones arbitrarias, tortura, etc. No existía un
criterio claro para la exclusión de quejas, aunque la comisión, obligada
por cuestiones de recursos, remitió todas las quejas relacionadas
con los abusos del poder público a otras instituciones nacionales de
carácter permanente, incluyendo la Comisión Pública de Quejas
LA EXPERIENCIA DE NIGERIA

(ombudsman), la Comisión Nacional de Derechos Humanos y la


Comisión de Servicio Público.
La comisión se considera a sí misma una herramienta para la
reconciliación, después de muchos años de abusos por parte de los
diferentes gobiernos en el poder. El Presidente dijo durante la
inauguración de la comisión que era “una decisión del gobierno
sanar las heridas del pasado y poner ese horrible pasado detrás,
para continuar extendiendo nuestra mano a la amistad y la
hermandad para todos los nigerianos y lograr la total reconciliación
con base en la verdad y el conocimiento”.
Asimismo, la comisión medió varias disputas políticas y tribales
de comunidades y grupos. También ha subrayado que su trabajo es
algo más que un mero pie de página en la historia de Nigeria, pues
los nigerianos pueden deducir la verdad no resuelta de los años de
vergüenza del país.
El vocero de la comisión también ha señalado que sus
recomendaciones han racionalizado la demanda de justicia como
algo que no debe ser interpretado en términos de venganza y 321
compensación monetaria. Ha dicho al respecto que:

Durante las audiencias públicas, la mayoría de las víctimas pedían justicia,


afirmaban que sería justicia o venganza. Pero la justicia es mucho más
que justicia retributiva o justicia criminal. Hay justicia individual, social
y justicia por la ovación. En otras palabras, la justicia tiene muchas
caras. En nuestro informe hemos tenido que enfrentarnos a estas
diferentes caras de la justicia y al final hemos concluido que, bajo nuestro
mandato, la justicia debe tener cara de ser humano. Debe ser la justicia
la que traiga consigo la restauración paulatina, la armonía y la
reconciliación.

El vocero de la comisión citó a dos grandes pensadores para reforzar


la idea de que la venganza no sirve para los presentes propósitos del
país. Según él, Francis Bacon observó que la venganza es una forma
de justicia salvaje, que mientras más se recurre a ella, más debe la
ley arrancarla de raíz. Asimismo, Mahatma Gandhi afirmaba que la ley
del ojo por ojo terminaría por dejar ciego al mundo. La comisión,
por lo tanto, llevó a cabo su trabajo desde la perspectiva de la
COMISIONES DE LA VERDAD

reconciliación, observando como su papel más importante el de


facilitar la reflexión que permita un cambio de actitud en la sociedad,
dado que es lo que el país necesitaba en ese momento.

LIMITACIONES DE LA COMISIÓN

Al enfrentar la difícil tarea de la reconciliación, la verdad y la justicia, la


comisión claramente careció de la capacidad y los recursos adecuados
para realizar un trabajo a fondo. No pudo realizar investigaciones
independientes y tampoco le fue posible exigir a los responsables de
violaciones que comparecieran frente a ella. En pocas ocasiones, la
comisión invitó a ex líderes militares o ex jefes de Estado militares a
sus audiencias públicas cuando éstas trataban de queja contra ellos, y la
mayoría de los militares se negó a asistir a esas audiencias.3
La comisión no fue capaz de dar suficiente fuerza a las órdenes
de presentación en contra de los líderes militares del pasado. Nueva-
322 mente la comisión llevó a cabo las audiencias en las cinco ciudades
más grandes del país, sin otorgar ningún tipo de financiamiento para
las víctimas o familiares provenientes de áreas rurales. Esto ocasionó
que la comisión fuera inaccesible para la mayoría de la población
nigeriana que habita las áreas rurales. Por otro lado, tampoco hubo
asistencia legal gratuita adecuada para aquellas víctimas de escasos
recursos económicos que no estaban en posibilidades de contratar
abogados particulares para presentar su caso ante la comisión.

LIMITACIONES EN TEMAS RELACIONADOS CON LA TORTURA

La comisión no tiene mandato específico para investigar patrones e


incidentes de tortura como tema independiente. A pesar de que la

3. En particular, los generales Muhammed Buhari, Ibrahim Babangida y Abdusalami


Abubakar se rehusaron a comparecer ante la Comisión a pesar de los citatorios que
les fueron enviados. Después de que la Comisión emitió su reporte acusando a los
generales, el general Babangida demandó al gobierno solicitando que la corte
restringiera la posibilidad de que el gobierno implementara el informe ya que lo
involucraba a él. La demanda aún está pendiente en la Corte Federal de Abuja.
LA EXPERIENCIA DE NIGERIA

comisión visitó diversos lugares de detención donde los prisioneros


políticos se encontraban detenidos y habían sido sometidos a
torturas por los regímenes militares, como la Dirección de
Inteligencia Militar (DMI), el Servicio de Seguridad del Estado (SSS)
y las estaciones de policía, no se comprobó la existencia de
instrumentos de tortura en estos lugares de detención. La comisión
también visitó otras prisiones como la de Port Harcourt, donde
fue ejecutado el escritor y activista ambiental Ken Saro Wiwa, en
noviembre de 1995, a manos del régimen militar del general Sanni
Abacha, sin embargo, no probó ni buscó descubrir instrumentos
de tortura o métodos similares usados en esos centros. A pesar de
los testimonios de víctimas durante las audiencias públicas, la
comisión no investigó ni documentó los diversos métodos de
tortura usados por esos regímenes.
Asimismo, existe una limitación legal para que la comisión trate
el tema de la tortura de manera particular y de forma prioritaria en
lo relativo a las violaciones de derechos humanos a manos de los
regímenes militares. 323
No queda claro si la comisión, deliberada y conscientemente,
consideraba la tortura como una forma específica y sistemática
de violación bajo los regímenes militares, a pesar de que la mayoría de
las quejas que se remitieron estaban relacionadas con tratos inhumanos
y tortura a prisioneros políticos. Primero, la tortura no está reconocida
como un delito per se en la legislación nacional. A pesar de que Nigeria
ratificó la Convención contra la Tortura en el año 2000, ésta no ha
sido incorporada a la legislación del país. Los actos de tortura deben
ser tratados como una afrenta criminal bajo las leyes penales. La
comisión fue establecida por el Acta del Tribunal de Averiguaciones,4
lo que significa que puede conocer las quejas referentes a delitos o
violaciones cuyas sanciones son reconocidas por las leyes nacionales.
La omisión del gobierno de establecer la comisión bajo legislación
independiente y específica creó una serie de problemas técnicos y
de capacidad para la misma comisión. Por ejemplo, no se podía
evitar que los abogados que representaban a los presuntos res-
ponsables de violaciones pudieran realizar todo tipo de artimañas

4. Capítulo 447, Leyes Federales de Nigeria 1990.


COMISIONES DE LA VERDAD

legales para evitar o retrasar las audiencias testimoniales en contra de


sus clientes. Tampoco podía exigir a los ex líderes militares que
rindieran testimonios, ni que respondieran a las acusaciones que en
su contra.
Tampoco está claro si la comisión tenía información compa-
rativa respecto del tipo de trabajo de comisiones similares en otras
partes del mundo. En la elaboración de sus informes la comisión
involucró a consultores que exploraron las experiencias comparativas,
esto puede ser encontrado en el segundo volumen del Informe
final (que consta de ocho volúmenes) de la comisión, pero no está
claro si la comisión introdujo esta dimensión internacional y mejores
prácticas comparativas en la realización de su trabajo ya que este
estudio fue hecho en la preparación de su informe, que se realizó al
terminar sus audiencias.

FALTA DE ATENCIÓN A VIOLACIONES SOCIOECONÓMICAS


324
La comisión enfocó su trabajo en las violaciones a los derechos
civiles y políticos, a saber: el derecho a la vida, movimiento, libertad,
seguridad de la persona, libertad de prensa, etcétera.
Sin embargo, millones de nigerianos se han empobrecido por
la enorme corrupción de los líderes militares de los años en que
gobernaba el Ejército.
Nigeria es el sexto productor de petróleo en el mundo y está
dotado de diversos minerales sólidos, como el oro y el hierro. No
obstante, el ingreso per cápita del país es menor a los 300 dólares
anuales y la mayoría de la población vive debajo de la línea de
pobreza. Por el contrario, pocos nigerianos viven en la opulencia,
muchos de ellos habiéndose enriquecido de las prácticas públicas
corruptas. El mandato de la comisión no incluyó la investigación
de los abusos provocados por la corrupción económica. A pesar de
que el gobierno nigeriano ha sostenido una iniciativa paralela para
recuperar los fondos robados por los ex líderes y funcionarios de
gobierno, la comisión no estaba autorizada para investigar el impacto
que la corrupción pública tuvo en la pauperización del pueblo
nigeriano y las violaciones a los derechos sociales y económicos.
LA EXPERIENCIA DE NIGERIA

RETOS A PARTIR DEL INFORME

El gobierno nigeriano tiene la tarea de concretar todas las reco-


mendaciones de la comisión, que incluyen la compensación para las
víctimas, investigaciones criminales y la consignación de los
responsables, así como el reconocimiento de los grupos minoritarios,
etcétera.
El presidente Obasanjo ha dado un importante paso al recibir
el informe de la comisión y disculparse públicamente con el país
por los crímenes de los gobiernos militares previos, especialmente
aquellos que se mencionan en el informe.
La segunda tarea y más importante se refiere a la materialización
del resto de las partes del informe y demostrar la voluntad política
para abatir la impunidad en el país.

325
La experiencia de Brasil

Elizabeth Silveira e Silva*


Presidenta del Grupo Tortura Nunca Mais (Brasil)

Me gustaría decirles de qué manera las prácticas de tortura han estado


presentes en nuestro entorno cotidiano y qué relaciones tiene esta
violencia con los periodos autoritarios por los cuales ha pasado
nuestro país, en especial la dictadura militar de 1964 a 1985.
La tortura será tratada como parte de una política que en un
pasado reciente fue sistemáticamente practicada por el Estado
brasileño y que hoy, a pesar de ser negada, continúa siendo practicada
sistemáticamente por agentes del Estado. No se trata, por lo tanto,
de una falla, omisión, connivencia o tolerancia por parte de las
autoridades, y sí una política silenciosa, no dicha, que acepta y estimula
estos perversos procedimientos.
La tortura, principalmente a partir del Acto Institucional 327
número 5 (13/13/68), pasó a ser aplicada sistemáticamente a los
opositores políticos de la dictadura militar. Esto significó la
afirmación de la victoria de los militares que proponían el endu-
recimiento del régimen. Se implantó la “Doctrina de la Seguridad
Nacional”, que consideró a toda y cualquier oposición como enemiga
del régimen y la cual, por tanto, debería ser callada y exterminada.
En los años noventa la tortura es percibida por una gran parte
de nuestra población como algo independiente de sus vidas y, hasta
cierto punto, como acción necesaria para contener la violencia de
los que amenazan la seguridad, los llamados sectores “peligrosos”.
Aplicada a los “diferentes”, a los “marginales” de todos los tipos,
estas violaciones son en realidad aceptadas pasivamente, aunque no
sean defendidas en público. Frecuentemente se escucha la siguiente
pregunta “Bueno, ¿qué es lo que hizo él (el torturado)? ¿No lo
merecía?” Esta interrogación, en realidad una afirmación, se hace
como si la violencia pudiera ser justificada por algún error, traspié o

* La presentación fue pronunciada por Elizabeth Silveira e Silva en portugués; se


reproduce una traducción.
COMISIONES DE LA VERDAD

crimen cometido por la víctima. Solamente en algunos casos —al


tratarse de personas consideradas “inocentes”— surgen clamores e
indignación del público. Estos datos indican que para algunas
personas esta medida violenta y arbitraria es aceptada y que, a pesar
de no ser defendida públicamente, la omisión y la connivencia de
parte de la sociedad hacen que esta percepción se fortalezca en
nuestro ámbito cotidiano.
Permitiéndome hacer una comparación de los métodos
utilizados por la Inquisición con los utilizados en los años sesenta y
setenta, y todavía hoy en Brasil, así como en muchos otros países, la
tortura busca también una “verdad” una vez que la confesión del
detenido es extraída a cualquier costo. Pero, a diferencia de la
Inquisición, no es una “verdad” que absuelva y redima al torturado.
Tampoco la garantía para la preservación de la vida; justo al contrario:
muchos, después de haber “confesado” fueron, y continúan siendo,
asesinados o desaparecidos. No podemos olvidarnos que la tortura
ha tenido un papel fundamental en el control social: a través del
328 miedo se ha impuesto el silencio, provocado el entorpecimiento,
convocado la connivencia. Profesionales fueron llamados para que
el engranaje de la tortura funcionase de forma más satisfactoria y
productiva. Psicólogos, psiquiatras, médicos legistas, abogados
respaldaron —y hasta hoy siguen apoyando— con sus conocimientos
el terrorismo de Estado en diferentes países, asesorando, produciendo
y fortaleciendo acciones de violencia y exclusión. La historia del
compromiso, de la participación activa de muchos de esos profe-
sionales en nuestro país está todavía por escribirse.
Si Brasil en el pasado reciente fue responsable de la exportación
del terror y la muerte a las demás dictaduras latinoamericanas, a
través de la enseñanza de las técnicas de tortura, de la presencia
física de torturadores así como de la figura del desaparecido político,
en los últimos años ha logrado, si bien tímidamente, mostrar otra
faz. Una faz que apunta hacia la justicia, la vida y la lucha contra la
impunidad. En 1998 el Grupo Tortura Nunca Más/RJ logró
contribuir para la afirmación de acciones de justicia en un país tan
olvidado por ella. En aquel año comenzaron juicios contra médicos
involucrados directa e indirectamente con torturas de presos políticos
durante los años sesenta y setenta. En Río de Janeiro y São Paulo
LA EXPERIENCIA DE BRASIL

fueron juzgados y anuladas las licencias profesionales de doce


médicos. Esos juicios y sus resultados son importantes por abrir,
junto a los Consejos de Medicina, precedentes jurídicos inéditos.
En muchos países los médicos involucrados en crímenes contra la
humanidad no han sido castigados, y Brasil, pionero en este en-
frentamiento, ofrece ahora un importante ejemplo. Es posible hacer
justicia, es posible producir otra historia. No la historia oficial, con
la óptica de los dominantes, sino otra que, olvidada, ahora empieza
a ganar nuevas expresiones.
A pesar de esas victorias parciales, los que en Brasil en aquel
periodo cometieron secuestros, torturas, asesinatos y desapariciones
forzadas en prisiones ilegales y en cárceles privadas, no fueron
responsabilizados por sus crímenes, ni siquiera juzgados. Al contrario,
algunos son premiados, promovidos y ocupan altas funciones en
los gobiernos, incluso en el ámbito federal. Lo que se ha logrado,
con el apoyo y la presión de entidades internacionales de derechos
humanos, es la destitución de cargos de confianza de algunas de
esas personas involucradas en crímenes contra la humanidad. 329
En Brasil, la única comisión de reparación propuesta por el
gobierno federal fue instituida con la Ley 9.140/95, que reconoció
la responsabilidad del Estado en esos crímenes y la compensación
financiera para los familiares de muertos y desaparecidos políticos
en el periodo de 1964 a 1979. En realidad, la dictadura militar en
nuestro país terminó oficialmente en 1985. Actualmente, en seis
provincias de Brasil existen comisiones para compensar finan-
cieramente a los militantes políticos presos y torturados durante ese
mismo periodo. Todas las leyes que rigen esas comisiones, con
excepción de la de Río de Janeiro, contienen en sus artículos, de
forma perversa, una especie de jerarquía que establece valores
diferenciados según las torturas sufridas y las subsecuentes secuelas.
En Río de Janeiro, por presión del GTNM/RJ, ese aspecto fue suprimido
de la Ley.
Confrontados con el horror de la práctica de la tortura, así
como de otras violaciones, entendemos que la reparación, como
compensación económica, sólo tendría sentido como parte integrante
de un proceso. Proceso que incluya, necesaria y fundamentalmente,
la investigación y el esclarecimiento de los hechos, la punición de los
COMISIONES DE LA VERDAD

responsables y el pedido público de perdón de parte del Estado. Sin


eso, las compensaciones económicas se transforman —y es lo que ha
ocurrido en muchos países que sistemáticamente violan los derechos
humanos— en un silenciamiento para el afectado en especial y para la
sociedad como un todo. Esto es, los gobiernos, en algunos casos, al
pagar en moneda por los crímenes cometidos por sus agentes no se
ven obligados a investigar y aclarar estas violaciones, a castigar a los
responsables. La impunidad así se incrementa y alimenta nuevas faltas
a los derechos humanos, como en un círculo vicioso.
Para los que sufrieron los horrores y terrores de la tortura, del
secuestro, de la prisión ilegal, de la muerte y las desapariciones de
amigos y familiares, la reparación económica es poco. De la misma
manera, para una sociedad en la que cotidianamente se utilizan esas
prácticas contra los considerados “peligrosos”, una compensación
económica tiene un despreciable valor educativo; no funciona
pedagógicamente hacia los necesarios cambios.
Lo que afirmamos, en realidad, es que para los afectados y
330 para la sociedad, la reparación económica puede transformarse en
un silenciamiento eficiente, haciendo creer que lo posible ya ha sido
hecho y que también ella puede traer efectos perversos y nefastos.
Por eso, por más peligroso y doloroso que sea, el acto de
denunciar las violaciones sufridas es el inicio fundamental de un
recorrido para que podamos superar los terribles efectos producidos
por esa violencia. La denuncia pública nos retira del territorio del
secreto, de la clandestinidad, de lo privado. Con eso salimos del lugar
de las víctimas frágiles e impotentes, y ocupamos el de la resistencia,
de la lucha, del que se da cuenta de que su caso no es un acontecimiento
aislado; éste se contextualiza y la denuncia, el esclarecimiento y el castigo
de los responsables abren un camino y fortalecen nuevas denuncias e
investigaciones. La dimensión colectiva de ese camino se afirma, y
con eso tenemos la posibilidad de comenzar a contribuir para luchar
contra la impunidad; de apuntar que este escenario en que las
puniciones no ocurren puede ser cambiado, puede ser revertido.
La concepción misma de superación de los efectos producidos
por esas prácticas de violación se vincula, por lo tanto, a las luchas
político-sociales como la lucha contra la impunidad y por una
sociedad sin tortura. La consigna “Transforme su dolor en un
LA EXPERIENCIA DE BRASIL

instrumento de lucha político-social”, utilizado por los afectados,


ha apuntado para la superación del papel de víctimas, transformando
la fuerza que acarrean estos sufrimientos. Tornarlo público, retirar
del espacio privado, colectivizar y politizar la lucha para que los daños
sufridos sean reparados ha sido, por lo tanto, un importante camino
para los afectados directa e indirectamente por la violencia del Estado.
De esta manera, el Grupo Tortura Nunca Más/RJ realiza un
conjunto de acciones que se inscriben en un típico proceso de
reparación y de búsqueda por la verdad que se disemina en diferentes
ejes: la denuncia de violaciones de derechos humanos, practicadas
ayer y hoy, y la exigencia de investigaciones; la denuncia contra
miembros del aparato de represión de ayer y hoy que ocupan cargos
públicos de confianza y la exigencia inmediata de su exoneración; la
denuncia contra médicos que en el pasado reciente asesoraron
torturas a presos políticos o presentaron falsos certificados de
defunción. Entendemos que esos diferentes ejes están en relación
con un proceso de reparación y de búsqueda por la verdad que apunta
a la lucha contra la impunidad, para la construcción de otra memoria 331
histórica y para una sociedad sin tortura.
Para los que vivieron aquellos terribles años, para los que como
nosotros fueron afectados directamente por la violencia del Estado
es necesario que se cuente la verdadera historia, aclarando los
crímenes cometidos, sus responsables, asesores y aliados. Luchar
contra la impunidad, articulando las actuales violaciones de los
derechos humanos hoy día naturalizadas y banalizadas en nuestro
ámbito cotidiano, ha sido sin duda el inicio de un proceso de
reparación. Lucha que se presenta no sólo como una forma de resis-
tencia y que afirma la búsqueda de una reparación que el Estado
brasileño hasta hoy se niega a admitir.
Entendemos que no es el hecho de que hayamos participado
directamente de la historia reciente de Brasil y marcados por la
violencia y el dolor lo que nos califica en la lucha contra la impunidad.
Esta lucha no es solamente de los que fueron marcados o exter-
minados por sus utopías. Ésta es una lucha de todos, de todas las
sociedades. No es una lucha particular o específica; es una lucha
general, colectiva, por una nueva concepción del mundo y del
hombre: por una sociedad sin tortura, tortura nunca más.
Reparación
y comisiones
de la verdad

333
La obligación internacional
de reparar: logros y obstáculos

Gabriela Echeverría
Asesora Legal (Internacional) de REDRESS (Inglaterra)

REDRESS es una organización de derechos humanos que trabaja para


ayudar a los sobrevivientes de tortura a obtener reparación. Se ha
aclarado aquí que existe un derecho a la reparación en el orden
internacional, por lo que partiré asumiendo la existencia de este
derecho y enfocaré mi presentación en los obstáculos que existen
para su materialización. También hablaré de algunos logros, aunque
es sabido que la reparación es un derecho difícil de concretar.

EL PRIMER GRAN OBSTÁCULO: LA DEFINICIÓN DEL DERECHO,


¿QUÉ ES REPARACIÓN? 335

A pesar de que el principio legal de reparación existe desde hace


mucho tiempo (Schafer 1960, Weis 1962), su fundamento filosófico
no ha sido explorado en realidad. La reparación como fin último se
basa en un concepto de justicia restaurativa, que a pesar de ser muy
antiguo no había sido tomado en cuenta hasta hace muy poco tiempo
en los sistemas modernos de justicia penal (Wright 1996).
Diferentes instrumentos de derechos humanos consideran el
derecho a la reparación, a la compensación, a la rehabilitación y a
los remedios efectivos.1 La Corte Internacional de Justicia ha

1. La obligación de garantizar un recurso efectivo y de reparar las violaciones a los


derechos humanos es un principio de derecho internacional, reconocido tanto por
el derecho convencional como por el consuetudinario. Así, en el sistema universal
se pueden citar, entre otros, la Declaración de Derechos Humanos (art. 8); el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos (art. 3 y art. 9.5); la Convención
contra la Tortura y otros Tratos Crueles, Inhumanos o Degradantes (art. 13 y 14);
la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación Racial (art. 6). En el plano regional se pueden citar, entre otras, la
Convención Europea de Derechos Humanos (art. 55); la Convención Americana
sobre Derechos Humanos (art. 1, 8, 25 y 68); la Carta Africana de Derechos Humanos
y de los Pueblos (art. 21.2), y la Convención de los Derechos del Niño (art. 39).
COMISIONES DE LA VERDAD

determinado que el derecho a la reparación es un principio general


de derecho internacional,2 y otros organismos de derechos humanos,
como la Corte Europea y la Corte Interamericana, han confirmado
este precepto.3 Sin embargo, hay una confusión en los términos que
se utilizan y en su contenido, tanto en los propios instrumentos
jurídicos como en la jurisprudencia nacional e internacional. Esto
significa que a pesar del inmenso corpus iuris que existe en la materia,
éste se encuentra atomizado, disperso y no sistematizado: los
instrumentos internacionales abordan cada uno el tema de la
reparación y del derecho a un recurso efectivo desde la especificidad
de los derechos que amparan.
Entre los muchos intentos de aclarar estos conceptos se
encuentran los estudios realizados por Theo van Boven como relator
especial de Naciones Unidades, que culminaron en los Principios y
Directrices Básicos sobre el Derecho de las Víctimas a Obtener
Reparación4 y que fueron continuados posteriormente por Cherif
Bassiouni, nuevo relator especial de Naciones Unidas5 (cabe aclarar
336 que esos principios aún no han sido adoptados por la Comisión de
Derechos Humanos de la ONU). Este instrumento constituye un
aporte altamente significativo para la codificación de este corpus iuris
sobre el derecho a la reparación, por lo que es ya un referente de la
jurisprudencia internacional.6

2. Factory at Chorzow, Jurisdiction, Judgement No. 8, 1927, PCIJ, Series A, no. 17,
p. 29 ; Reparations for Injuries Suffered in the Service of the United Nations,
Advisory Opinion, ICJ Reports 1949, p. 184 ; Interprétation des traités de paix
conclus avec la Bulgarie, la Hongrie et la Roumanie, deuxième phase, avis consultatif,
CIJ, Recueil, 1950, p. 228.
3. Vea, por ejemplo, Sentencia del 29 de julio de 1998, caso Velásquez Rodríguez,
en Serie C: Resoluciones y Sentencias, No 4, párrafo 174. Para un análisis completo
sobre la obligación de reparar con el derecho internacional, así como en los planos
regional y municipal, vea la publicación de REDRESS “Promoting the Right to
Reparation fro Survivors of Torture: What Role for a Permanent International
Criminal Court?”, 1997, pp. 13-19.
4. E/CN.4/Sub.2/1993/8.
5. “Principios y directrices básicos del derecho a un recurso y a la reparación de las
víctimas de violaciones de los derechos humanos y el derecho internacional
humanitario”, E/CN.4/RES/2000/41.
6. Por ejemplo, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos se refiere a ellos
en varias de sus decisiones.
LA OBLIGACIÓN INTERNACIONAL DE REPARAR

Basándonos en esos trabajos podemos decir que el derecho


de las víctimas a tener un remedio consiste en el acceso a la justicia,
en la reparación del daño sufrido y en el acceso a información fáctica
relativa a las violaciones (Bassiouni 1999).
Las principales formas de reparación según Van Boven son:

Restitución: se refiere al restablecimiento de la situación que


existiría si la violación no se hubiese cometido. Esto puede incluir
restauración de la libertad, de la ciudadanía, de la residencia, del
empleo o de alguna propiedad.
Compensación: ésta debe ser otorgada por cualquier daño
asequible económicamente, ya sea por daños físicos o mentales, dolor,
sufrimiento, oportunidades o ganancias perdidas, gastos de rehabi-
litación, costos legales, etcétera.
Rehabilitación: incluye tanto servicios médicos, psicológicos o
cualquier tipo de atención requerida, como medidas necesarias para
restaurar la dignidad y la reputación de la víctima.
Satisfacción y garantías de no repetición: incluyen la verificación de los 337
hechos y la divulgación pública de la verdad; sentencias judiciales sobre
la ilegalidad de los actos, disculpas, sanciones judiciales o administrativas
a los perpetradores, conmemoraciones; prevención de la recurrencia
de los hechos (a través de medidas legales y administrativas).

El trabajo de Van Boven es muy valioso en relación con el


enfoque que da a las víctimas en el derecho a la reparación. Es decir,
se incluye a las víctimas como principales actores y siempre se parte
de la perspectiva de la víctima como la única válida. En parte, la
confusión que ha habido respecto del derecho a la reparación se
debe a que es un concepto jurídico transmitido del derecho in-
ternacional público al plano de los derechos humanos, por lo que el
enfoque siempre ha sido sobre el alcance y las limitaciones de la
obligación de reparar —donde los actores principales son los
Estados— y por lo tanto las repuestas y resultados han sido siempre
ajenos a la percepción que las víctimas tienen del daño y la manera
de repararlo. Esto es lo valioso en el trabajo realizado por Codepu,
cuyo resultado ha servido como documento base en este Seminario,
donde se hizo una gran labor recolectando los testimonios de los
COMISIONES DE LA VERDAD

involucrados, y en el cual se reitera la necesidad de enfocar un estudio


de violaciones de derechos humanos en las víctimas. Parece irónico
hablar de las formas de reparar el daño causado cuando no sabemos
en primer lugar si existe un daño, qué significa y cuál es su magnitud.
La materialización de la reparación debe reflejar las necesidades de
la víctima —por lo que es la víctima quien debe utilizar los diferentes
remedios a su alcance—, y la obligación del Estado consiste en
ofrecerlos y garantizar su efectividad.

EL SEGUNDO OBSTÁCULO: LA MATERIALIZACIÓN DEL DERECHO


A LA REPARACIÓN, ¿EXISTE UN TIPO DE REPARACIÓN ÚNICO
PARA TODAS LAS VIOLACIONES?

Como se explicó anteriormente, el derecho a la reparación consiste


en una serie de medidas cuyo fin último es reparar el daño causado
a la víctima. El Estado está obligado a ofrecer los remedios adecuados
338 que garanticen la reparación, es decir, la obligación de reparar de los
Estados consiste en ofrecer los remedios necesarios para garantizar
que todas las medidas de reparación sean efectivas.7 Una víctima de
tortura tiene derecho a pedir compensación por el daño sufrido, al
igual que tiene derecho a servicios de rehabilitación, así como a la
investigación de los hechos criminales, al castigo de los torturadores
y a que el Estado tome las medidas necesarias para que esos actos
no se repitan. El “paquete” de reparaciones para resarcir el daño
debe estar al alcance de la víctima, y de ésta depende el que demande
todas las medidas o sólo parte de ellas.8

7. El derecho a la reparación para víctimas de tortura está codificado en varios


instrumentos de derecho internacional, como la Declaración Universal de Derechos del
Hombre, la Convención Contra la Tortura, el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, la Convención Interamericana de Derechos Humanos, la
Convención Interamericana Contra la Tortura y la Convención Europea de Derechos
Humanos. Vea notas 1 y 3 y el texto adjunto.
8. En algunos casos, el Estado está obligado igualmente a ejercer ciertas medidas más
allá de la voluntad de la víctima, como la investigación de los hechos y el castigo de los
criminales en los casos de delitos que se persigan de oficio (Reporte de la Comisión
Interamericana, Garay Hermosilla et al., caso no. 10.8431996).
LA OBLIGACIÓN INTERNACIONAL DE REPARAR

La materialización del derecho de la víctima no sólo depende


de la voluntad política de los Estados, sino de la efectividad de su
orden jurídico. Como lo ha precisado la Corte Interamericana de
Derechos Humanos: “El Estado está en el deber jurídico de prevenir,
razonablemente, las violaciones de los derechos humanos, de
investigar seriamente con los medios a su alcance las violaciones
que se hayan cometido dentro del ámbito de su jurisdicción a fin de
identificar a los responsables, de imponerles las sanciones pertinentes
y asegurar a la víctima una adecuada reparación.”9

JUSTICIA ORDINARIA

Los remedios o recursos que existen en la justicia ordinaria en el


ámbito nacional son la denuncia penal, la demanda civil (incluyo los
juicios basados en jurisdicción universal) y, en algunos casos, ciertos
procedimientos administrativos. En el plano internacional se
encuentran los diferentes organismos encargados del cumplimiento
de tratados o convenciones, como las Cortes Regionales de Derechos 339
Humanos, el Comité Contra la Tortura, el Comité de Derechos
Humanos y la nueva Corte Penal Internacional.
La forma común de reparar el daño es a través de los remedios
judiciales, pero aun en circunstancias “normales” hay una serie de
obstáculos que dificultan o ponen trabas al derecho de reparación. Como
asesora legal de REDRESS, organización que representa a sobrevivientes
de tortura frente a cortes nacionales e internacionales, me he encontrado
constantemente con varios obstáculos que hacen casi imposible
materializar el derecho a la reparación.
Por ejemplo, la vía penal presenta, entre otros problemas, el
que el delito puede prescribir en muchos sistemas criminales en
el mundo,10 que el nivel de evidencia requerido es casi imposible de

9. Vea la nota 3.
10. El Estatuto de Roma de la CPI no permite la prescripción de los delitos bajo su
jurisdicción. Sin embargo, no está claro si la tortura debe ser imprescriptible por ser
un crimen internacional o por ser un crimen de lesa humanidad, es decir, cuando se
ejerce de una manera sistemática (UN. Doc. A/CONF.183/9). Sin embargo, los
Principios de Reparación de Van Boven y Bassiouni afirman que los crímenes
internacionales no son prescriptibles. Vea la nota 5.
COMISIONES DE LA VERDAD

probar,11 y que al ser la tortura un delito que sólo puede ser cometido
por servidores públicos12 hay cierto grado de imparcialidad en el
proceso, el cual es mayor o menor dependiendo de la implicación
del gobierno y de la independencia del poder judicial. En general, es
difícil exigir la persecución de servidores públicos, que en casos de
tortura suelen ser policías, por la propia policía. De igual forma el
tipo penal es limitado en muchos casos. Las legislaciones nacionales
pocas veces reflejan los estándares internacionales, inclusive
definiendo el delito, por lo que muchas veces actos de tortura no
encajan en el tipo penal (es muy común que se trate la tortura como
delito de lesión grave, el cual, por ejemplo, no incluye torturas
psicológicas). Por otra parte, el propio proceso judicial puede ser
muy dañino para las víctimas pues no sólo su participación es limitada
y el recuento de la verdad muy parcial, sino que en muchos casos los
testimonios pueden volver a traumatizar a las víctimas.
La vía civil presenta otros problemas similares, particularmente
el de que probar responsabilidad individual es sumamente difícil (en
340 la mayoría de los casos el torturado no sabe quién fue su torturador)
y no se puede demandar al Estado como tal. Inclusive, en muchos
casos se exige probar responsabilidad criminal antes de iniciar una
demanda por daños. Por otra parte, un juicio civil no impide que el
acusado salga del país y aun en los casos donde se ganan las demandas
es difícil ejecutar las sentencias por falta de fondos. En Estados
Unidos, por ejemplo, de todos los casos de daños por tortura, sólo
en uno se logró ejecutar parte de la sentencia.13
Por otra parte, la posibilidad que existe de iniciar juicios basados
en jurisdicción universal no sólo es limitada por su reciente desarrollo

11. No se toma en cuenta que los torturadores, al ser servidores públicos, procuran,
en la mayoría de los casos, no dejar secuelas y no ser expuestos ante sus víctimas. De
igual forma, los intentos médicos de identificar secuelas que prueben que se han
infligido ciertas torturas, como el Protocolo de Estambul, han sido utilizados en los
procesos penales para negar la existencia de torturas cuando estas secuelas no se
presentan exactamente de la manera descrita en estos instrumentos. Por otra parte,
hoy en día los jueces, en su mayoría, no son muy abiertos a aceptar dictámenes
psicológicos como pruebas válidas en un juicio.
12. Art. 2 de la Convención de la Tortura, nota 1.
13. En el caso del general Suárez-Masón, de Argentina, se consiguió una parte del
monto total de la sentencia.
LA OBLIGACIÓN INTERNACIONAL DE REPARAR

y poca aceptación, sino que en la mayoría de los casos presenta


problemas de inmunidad diplomática y soberana, tanto en juicios
penales como civiles.14 De hecho, hoy en día es imposible para un
sobreviviente de tortura iniciar un juicio fuera del país donde
sucedieron los hechos; por una parte no se puede demandar al Estado
por cuestiones de inmunidad soberana,15 y hacer una denuncia penal
contra el jefe de Estado o ministro de gobierno, aun cuando se
encuentre en el territorio de ese país, es inútil, pues ésta no procede,
igualmente, por inmunidad soberana o diplomática.16
Como dije en un principio, no quiero ser tan pesimista, y me
parece justo aclarar que en los últimos años ha habido un avance
significativo en materia de reparaciones, especialmente en el ámbito
internacional. Por ejemplo, el Estatuto de Roma de la Corte Penal
Internacional,17 a diferencia de sus predecesores (Yugoslavia y
Ruanda), permite la participación directa de las víctimas dentro del
proceso penal y da a los jueces la capacidad de otorgar reparaciones;
de igual forma, prevé la creación de un fondo fiduciario para las
víctimas y de una unidad especial de protección para víctimas y 341
testigos. Tanto la Corte Europea de Derechos Humanos como la
Interamericana han desarrollado importante jurisprudencia en
la materia, y esta última ha sido especialmente progresista.

JUSTICIA AD HOC (DE TRANSICIÓN)

Los remedios o recursos existentes en esta categoría podrían


reducirse, quizás, a los tribunales criminales internacionales, las
comisiones de la verdad y las medidas administrativas de reparación.
Me gustaría dar ciertos ejemplos, que he experimentado en mi trabajo,
al llevar casos cuyos únicos recursos pertenecían a esta categoría.

14. La última decisión de la Corte Internacional de Justicia reafirma estos principios


(“Caso Concerniente a la Orden de Aprehensión del 11 de abril del 2002” (la RDC
v. Bélgica), CIJ, 2002. No. 121).
15. Caso de Al-Adsani v. El Reino Unido; Sentencia, 21/11/200, No. 00035763/
97.
16. Idem; también vea nota 14 y texto adjunto.
17. Vea nota 10.
COMISIONES DE LA VERDAD

Tanto el Estatuto del Tribunal Internacional Criminal de


Yugoslavia18 como el de Ruanda19 no permiten la participación
directa de las víctimas, por lo que realmente no es un recurso accesible
a ellas, sino más bien es un remedio de acceso y alcance indirecto. La
protección de los testigos es muy deficiente, y de hecho esto ha sido
la causa, entre otras, de que en Ruanda las víctimas se rehúsen a
participar en los procesos. Por otra parte, los jueces no pueden
ordenar reparaciones y la Regla 106 de las Reglas de Procedimiento
y Evidencia,20 que otorga a las víctimas de los crímenes juzgados en
el Tribunal la capacidad de obtener compensación, es absolutamente
ambigua y, por un lado, no determina cuál es el foro adecuado para
demandar esa compensación y, por otro, no obliga a los Estados a
otorgar recursos para ese fin, dejando a las víctimas sin capacidad
real para ejercer este derecho.
Por otra parte, se piensa generalmente que las CCV deben ir
acompañadas de algún tipo de amnistía y en muchos casos se
consideran como un sustituto de la justicia, y no un mecanismo
342 complementario. Es claro que una amnistía previene el ejercicio del
derecho a la reparación de las víctimas; la famosa frase “justicia o
verdad” que seguimos escuchando aún hoy en día no refleja los
estándares internacionales del derecho a la reparación, ya que el
derecho a la reparación consiste tanto en justicia como en verdad, y
en si parte de un proceso judicial es definir la veracidad de los hechos en
cuestión.
Por último, las medidas administrativas de reparación en
muchos casos no son sólo limitadas, sino escasas, incompletas y
muchas veces inexistentes. Por ejemplo, en Chile, las medidas que
tomó el gobierno dejaron fuera por completo a los sobrevivientes
de tortura, y, por ejemplo, las medidas de reparación en Argentina
para aquellos que fueron detenidos ilegalmente contabilizaban el
monto a partir del tiempo que éstos pasaron en detención. Sin
embargo, para aquellos que fueron torturados en una detención corta,

18. UN SC S/RES/827 (1993).


19. UN SC S/RES/955 (1994).
20. IT/32/REV.22 (1994).
LA OBLIGACIÓN INTERNACIONAL DE REPARAR

el monto ofrecido no reflejaba en ningún momento una com-


pensación real por el daño sufrido —un día de tortura es suficiente
para destruir la vida de una persona.
Me gustaría terminar reiterando de nuevo la importante
contribución del trabajo realizado por Codepu, pues como lo dije
anteriormente, éste señala la importancia fundamental de definir el
alcance y la forma de la reparación a partir de la percepción de la
víctima.

343
El Sistema Interamericano
de Derechos Humanos

Christina M. Cerna*
Especialista Principal
Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Estados Unidos)

Hablaré sobre las reparaciones dentro del Sistema Interamericano y


en particular en aquellos países en América que han establecido
comisiones de la verdad, pero donde estas comisiones no han
otorgado la reparación del daño a las víctimas. La posibilidad de
acceder al Sistema Interamericano ofrece a la víctima un proce-
dimiento alternativo para obtener reparación por las violaciones a
sus derechos humanos.
Quisiera comenzar con una cita de un alto funcionario del
gobierno chileno que hemos recuperado de un excelente estudio 345
del Codepu:

En una sociedad que funciona en condiciones jurídicas adecuadas, el


establecimiento de la verdad en materia criminal corresponde sólo a los
tribunales. La única verdad oficial en materia de crímenes es la verdad
judicial [verdad sobre la cual] los tribunales chilenos habían fracasado
en su deber por abdicación de sus facultades, por limitaciones legales o
por interpretaciones defectuosas [a pesar de ello, la verdad del Informe
entonces sólo podía ser] verdad social, una verdad compartida por un
sector amplio de la sociedad.

Desde mi punto de vista, ésta es una declaración muy perspicaz. El


informe de una comisión de la verdad que señala la responsabilidad
por las violaciones a los derechos humanos en Chile del general
Pinochet, o las violaciones en Argentina sobre Videla o Viola, es
categóricamente diferente a una sentencia de una corte chilena o

* La presentación fue pronunciada por Christina Cerna en inglés; se reproduce una


traducción.
COMISIONES DE LA VERDAD

argentina que los declara culpables y condena a estos líderes militares


a prisión. Los juicios ante la Corte Interamericana de Derechos
Humanos (COIDH) están colocados entre los informes de Comisiones
de la Verdad y las sentencias de los tribunales domésticos.
El Sistema Interamericano para la Protección de los Derechos
Humanos consiste en la Comisión de Derechos Humanos cuya sede
está en Washington, DC, y por otro lado, la Corte Interamericana
de Derechos Humanos, con sede en San José, Costa Rica. A
diferencia del sistema europeo de protección de los derechos
humanos que abolió a su comisión y ha otorgado a la víctima acceso
directo a la Corte (Europea), en el Sistema Interamericano aún se
tiene la Comisión y la Corte y únicamente la Comisión o el Estado
Parte de la Convención Americana de Derechos Humanos puede
llevar un caso ante la Corte (art. 61 CA).
Dentro del estudio de la evolución del Sistema Interamericano
observamos que la COIDH primero otorgó a la víctima autonomía
en la presentación de sus opiniones a la COIDH en cuestión de
346 reparaciones. El año pasado, en mayo y junio de 2001, tanto la CIDH
como la COIDH modificaron sus reglas de procedimiento para
garantizar a la víctima aún más autonomía frente a la Corte. Como
resultado, y a pesar de que la Comisión aún debe iniciar el pro-
cedimiento ante la Corte, la víctima ahora tiene autonomía frente a
la Corte en cada una de las etapas del procedimiento. Esto significa
que aquélla puede argumentar lo que considere relevante, sin previo
consentimiento o consulta de la Comisión, en la solicitud a la Corte,
en la fundamentación del caso y en cuanto a las reparaciones.
Asimismo, como resultado de las reformas a las reglas del
procedimiento la Comisión ha decidido enviar a la Corte todos los
casos en que el Estado no cumpla con sus recomendaciones, a menos
que la mayoría de los miembros de la Comisión decidan no enviar
el caso. A la fecha, el único caso en que la CIDH decidió no enviar a la
Corte fue uno donde los peticionarios se negaban a que el caso
fuera a la Corte y los familiares de la víctima no eran copeticionarios.
En cuanto a las reparaciones, quiero comentar sobre dos
recientes juicios de la COIDH con el objeto de darles una idea del
avance de los procedimientos de reparación. En particular, quisiera
discutir en detalle el caso de Bámaca Velásquez v. Guatemala.
EL SISTEMA INTERAMERICANO DE DERECHOS HUMANOS

Bámaca Velásquez v. Guatemala. La Corte emitió su resolución


en este caso el 22 de febrero y el 27 de febrero sobre el caso de
Trujillo Oroza. Durante más de diez años la Corte ha sido de alguna
manera impredecible en cuanto a la cantidad de reparaciones que
está dispuesta a otorgar, en algunos casos han sido cantidades muy
pequeñas, de sólo 10 mil dólares por la muerte de un individuo en
Surinam, pero las dos sentencias emitidas en febrero pasado parecen
augurar una tendencia más generosa. En el caso Bámaca las
reparaciones ordenadas por la Corte fueron un total aproximado
de medio millón de dólares.
Sin embargo, es importante notar que de la fecha de pre-
sentación de la queja ante la cIDH (5 de marzo de 1993) a la fecha
de sentencia de la corte en materia de reparaciones (22 de febrero de
2002) tomó más de nueve años. La Corte únicamente ha trabajado
con casos contenciosos por aproximadamente quince años, y en
ese periodo sólo ha decidido unos cuarenta casos, a pesar de
que están pendientes en la Comisión más de 900 casos. Por lo
tanto, éste es un proceso lento y selectivo en la actual etapa de su 347
desarrollo.
Volvamos al caso Bámaca. Efraín Bámaca Velásquez, cono-
cido como el “Comandante Everardo”, era el único comandante
indígena de la guerrilla en la Organización Revolucionaria Pueblo
Armado (ORPA), uno de los grupos guerrilleros que constituyen
la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG). Efraín
Bámaca desapareció el 12 de marzo de 1992, cuando miembros
de las fuerzas armadas guatemaltecas se lo llevaron vivo. Según
informes, estuvo preso en varias cárceles clandestinas ubicadas
en instalaciones militares, donde fue torturado y eventualmente
ejecutado. La Corte, en su decisión emitida el 25 de noviembre
de 2000, hizo hincapié en que los peticionarios habían probado
que

Era práctica del Ejército capturar guerrilleros y mantenerlos en reclusión


clandestina a efectos de obtener, mediante torturas físicas y psicológicas,
información útil para el Ejército. Estos guerrilleros eran trasladados
frecuentemente de un destacamento militar a otro y, luego de varios
meses en esta situación, eran utilizados como guías para determinar
COMISIONES DE LA VERDAD

los lugares de acción de la guerrilla y para identificar personas que tuvie-


ran militancia guerrillera. Buena parte de estos detenidos eran luego
ejecutados, lo que completaba el cuadro de la desaparición forzada.
(para. 121).

La Corte, en la resolución de fondo, concluyó que el Estado había


violado el derecho a la vida consagrado en el artículo 4 de la
Convención Americana, ya que era responsable de la ejecución de
Efraín Bámaca. Asimismo, encontró que fueron violados los artículos
5(1) y 5(2), el derecho a un trato humanitario, no solamente en
detrimento de Efraín Bámaca sino también en detrimento de sus
familiares, su esposa Jennifer Harbury, su padre y sus dos hermanas
(la madre de Bámaca murió cuando él era muy joven). Además, la
Corte concluyó que el Estado violó sus garantías judiciales y de
protección según lo establecido en los artículos 8 y 25 de la
Convención Americana, también en detrimento de Efraín Bámaca,
Jennifer Harbury, el padre de Efraín y sus dos hermanas.
348
Esta Corte ha señalado, en otras oportunidades, que los familiares de
las víctimas de violaciones de los derechos humanos pueden ser, a su
vez, víctimas. En un caso que involucraba la desaparición forzada de
una persona, el Tribunal afirmó que la violación de la integridad psíquica
y moral de esos familiares es una consecuencia directa, precisamente, de
la desaparición forzada (sentencia de fondo, para. 160.)

Específicamente, la corte señaló que para determinar si los familiares


de la víctima se habían convertido también en víctimas, los siguientes
aspectos debían ser considerados:

la proximidad del vínculo familiar, las circunstancias particulares de la


relación con la víctima, el grado en el cual el familiar fue testigo de los
eventos relacionados con la desaparición de la víctima y la respuesta
ofrecida por el Estado a las gestiones incoadas (sentencia de fondo,
para. 163.)

En el caso Bámaca la corte evaluó las circunstancias y concluyó


que
EL SISTEMA INTERAMERICANO DE DERECHOS HUMANOS

la continua obstrucción a los esfuerzos de Jennifer Harbury por conocer


la verdad de los hechos, y sobre todo el ocultamiento del cadáver de
Bámaca Velásquez y los obstáculos que interpusieron diversas
autoridades públicas a las diligencias de exhumación intentadas, así
como la negativa oficial de proporcionar información al respecto
constituyen un trato cruel, inhumano o degradante, violando el artículo
5 de la Convención Americana (sentencia de fondo, para. 165).

La Corte también consideró que la ignorancia del paradero de


Bámaca causó en sus familiares una “profunda angustia”, según lo
mencionado por el Comité de Derechos Humanos de Naciones
Unidas en el caso Quinteros v Uruguay (1983), y por lo tanto, concluyó
que ellos también fueron “víctimas” de las violación al artículo 5 de
la Convención Americana.
¿Por qué es importante determinar si los familiares de las
víctimas también son víctimas de violaciones de derechos humanos?
Es importante, en primer lugar, en lo que concierne a las reparaciones.
En la resoluciónsobre reparaciones se determinó que cada uno de 349
estos individuos tenía derecho a cierta cantidad de reparaciones por
el dolor y sufrimiento provocado por la pérdida de Efraín.
En este caso, la Comisión también argumentó que la
desaparición forzada de Efraín Bámaca representó también una
violación al “derecho a la verdad” de los familiares de la víctima y
de la sociedad en general. El “derecho a la verdad” no se establece
como un derecho específico en la Convención Americana, y la Corte
ha rechazado el argumento de la Comisión de la existencia por
separado de un “derecho a la verdad” en la Convención y determinó
que este derecho está incluido en el derecho de la víctima o sus
familiares de obtener claridad sobre los hechos relacionados con las
violaciones ocurridas a través de la investigación y procesamiento
establecida en los artículos 8 y 25 de la Convención.
En cuanto a la resolución sobre reparaciones, la Corte encontró
que se probaron varios eventos en el caso Bámaca. Se ha probado
que nació en 1957 y que fue detenido el 12 de marzo de 1992, a la
edad de 35 años. Posteriormente se probó que estuvo detenido en
al menos tres centros de detención militar y que fue torturado con el
objeto de obtener información útil para el ejército. Efraín dejó su
COMISIONES DE LA VERDAD

casa a la edad de 18 años para buscar trabajo en la ciudad de Guatemala,


y sus familiares nunca lo volvieron a ver desde entonces.
En el caso de Bámaca, la Corte estableció que para poder
determinar qué persona o personas son la “parte lesionada” con derecho
a reparaciones bajo el artículo 63 (1) de la Convención Americana,

deben concurrir determinadas circunstancias, como la de que hubiere


existido una relación de dependencia efectiva y regular entre el recla-
mante y la víctima, de modo que se pueda presumir razonablemente
que las prestaciones recibidas por qué continuarían si la víctima no
hubiese muerto, y de que el reclamante hubiera tenido una necesidad
económica que regularmente era satisfecha con la prestación efectuada
por la víctima (sentencia de Repar. para. 33).

En cuanto a la determinación de las reparaciones, la Corte decidió


que si una violación de un derecho humano es atribuible al Estado,
la obligación de otorgar reparación por esa violación y poner fin a
350 las consecuencias de ella es inmediata. Ésta es una norma de derecho
consuetudinario internacional establecida en el artículo 63 (1) de la
Convención Americana. De ser posible, la violación deberá ser
reparada por restitución integral (restitutio in integrum), que supone el
restablecimiento de la situación antes de que la violación ocurriera.
Si la restitución total no es posible, el tribunal internacional deberá
designar medidas que garanticen los derechos que han sido violados,
la reparación de las consecuencias producto de las violaciones y el
establecimiento del pago de la indemnización de los daños causados.
El Estado está obligado a cumplir con esta obligación de dar
reparaciones y no puede incumplir esa responsabilidad o modificar
sus obligaciones invocando disposiciones de su ley interna.
En casos que involucren el derecho a la vida y los derechos a
la libertad, la integridad personal y las garantías judiciales y de
protección judicial —dado que la restitución total no es posible—,
las reparaciones deben incluir una indemnización justa y deberán
tomarse medidas positivas de parte del Estado para asegurar que
esas violaciones no vuelvan a ocurrir.
En el caso Bámaca la Corte otorgó una reparación por daños
materiales y morales, además de los costos y gastos del litigio.
EL SISTEMA INTERAMERICANO DE DERECHOS HUMANOS

En cuanto a los daños materiales, la Corte garantizó el pago


de 225 mil dólares. Esta cantidad fue calculada con base en los
salarios perdidos de Efraín Bámaca, estimando que pudo haber
vivido hasta la edad de 71 años y perdido la cantidad de 100 mil
dólares por concepto de salarios como líder posterior a la firma de
los Acuerdos de Paz en marzo de 1997. La Corte también compensó
a Jennifer Harbury por la pérdida de salarios por la cantidad de 80
mil dólares, más 20 mil en gastos ocasionados por la búsqueda de
su esposo, además de 25 mil por problemas de salud resultado de
las huelgas de hambre a las que se vio sujeta, entre otros sufrimientos,
durante la búsqueda de su esposo.
En cuanto a los daños morales, la COIDH otorgó el pago de
250 mil dólares, estableciendo que el gobierno de Guatemala
obstruyó los intentos de Jennifer Harbury de conocer la verdad y
el paradero del cuerpo de su esposo. El resultado de esta
obstrucción provocó pena y sufrimiento y la COIDH concluyó que
Jennifer Harbury fue víctima de tratos inhumanos, crueles y
degradantes que le causaron profunda angustia, tal como fue 351
confirmado por uno de los testigos expertos. Los otros familiares
de Efraín también fueron identificados como víctimas por la COIDH.
Como resultado de esto, la COIDH otorgó a Efraín Bámaca 100
mil dólares como pago por daño moral, 80 mil a Jennifer Harbury,
50 mil al padre de Efraín y 20 mil a cada una de las hermanas de
Efraín, más 5 mil a una tercera hermana que no fue mencionada
en la sentencia de fondo pero que fue descubierta e incluida en la
resolución sobre reparaciones. De acuerdo con la COIDH, esta tercera
hermana es hija de una primera relación que tuvo la madre de
Efraín y era muy cercana a Bámaca desde su infancia.
La COIDH también incluyó “otras formas de reparaciones”.
Primero, entre estas obligaciones se encuentra el requisito del Estado
de “investigar” los hechos con el objeto de determinar quién fue
responsable por la violación de derechos humanos; estos hechos
deberán hacerse públicos y los responsables de las violaciones
deberán ser sancionados conforme a derecho. En suma, es obligación
del Estado investigar, hacer públicos los hechos y castigar a los
responsables. La COIDH ha señalado que el Estado deberá combatir
la impunidad por todos los medios legales con el objeto de prevenir
COMISIONES DE LA VERDAD

la repetición crónica de violaciones a los derechos humanos y la


indefensión de las víctimas y sus familias.
En la decisión de fondo del caso la COIDH estableció, debido a
las características del caso bajo estudio, que el “derecho a la verdad”,
estaba incluido en el derecho de la víctima o sus familiares de obtener
una clarificación por parte de los órganos del Estado competentes
en lo relativo a la violación y las correspondientes responsabilidades
por esas violaciones, mediante investigación y juicio de acuerdo con
los artículos 8 y 25 de la Convención.
Únicamente si las circunstancias de las violaciones son
esclarecidas es posible determinar que el Estado ha proporcionado
a la víctima y sus familiares de un remedio efectivo y ha cumplido
con la obligación general de investigar.
El derecho de toda persona a la verdad ha sido desarrollado
por el derecho internacional de los derechos humanos, y, como
esta Corte ha mantenido en casos anteriores, la posibilidad de
que los familiares de la víctima conozcan lo que sucedió y
352 obtengan sus restos constituye un medio de reparación y, conse-
cuentemente, una esperanza de que el Estado cumplirá con su
obligación con respecto a la familia de las víctimas y a la sociedad
en su conjunto.
Finalmente, la COIDH estableció que es obligación del Estado,
conforme a lo dispuesto en el artículo 1 (1) de la Convención,
garantizar la no repetición de estas violaciones. Consecuentemente,
deberá tomar todas las medidas necesarias para cumplir este objetivo.
Las medidas preventivas y otras que aseguren que no vuelvan a
ocurrir, empezando por el reconocimiento y la difusión de las
atrocidades cometidas en el pasado, tal como la COIDH ordenó en su
resolución de fondo.
La COIDH concluyó que se violó el derecho a la vida, según el
artículo 4 de la Convención Americana, ya que los agentes del Estado
fueron responsables por su muerte, lo que implicó la responsabilidad
de Guatemala como Estado Parte de la Convención. Como
resultado, el Estado está obligado a encontrar y devolver los restos
mortales de Efraín Bámaca a sus familiares para que ellos lo sepulten
conforme a su religión y costumbres. En consecuencia, la COIDH
sostuvo que Guatemala debería llevar a cabo las exhumaciones en
EL SISTEMA INTERAMERICANO DE DERECHOS HUMANOS

presencia de los familiares de Efraín, con el objeto de hallar sus


restos y entregarlos a su familia.
En relación con el daño a la reputación y el honor de Jennifer
Harbury, la COIDH consideró que la sentencia de fondo y la resolución
sobre reparaciones constituye una reparación per se de estas violaciones.
No obstante, la COIDH sostuvo que el Estado deberá llevar a cabo
un evento público donde se reconozca su responsabilidad en cuanto
a los hechos de este caso y enmendar el daño a la víctima.
Como una condición de satisfacción, el Estado debe publicar
en la Gaceta Oficial y otros periódicos de circulación nacional, durante
una edición, la parte operativa de la sentencia de fondo emitida el
25 de noviembre de 2000 en este caso, y el capítulo relativo a los
hechos probados.
Con el objeto de prevenir la repetición de estos casos en el
futuro, la COIDH ordenó al Estado que adoptara las medidas
legislativas necesarias para adecuar su legislación interna a los
requerimientos establecidos en las normas internacionales de
derechos humanos y derecho humanitario, así como hacer estas 353
normas efectivas en el plano nacional, de conformidad con lo
establecido en el artículo 2 de la Convención. Asimismo, el Estado
deber cumplir con el artículo VIII de la Convención Interamericana
sobre la Desaparición Forzada de Personas, que establece que los
Estados deben instruir a los servidores públicos sobre el delito de
desaparición forzada.
Y debido a que la COIDH encontró violaciones a los artículos
1, 2, 6, y 8 de la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar
la Tortura, ordenó al gobierno de Guatemala que otorgara efecto
total a estas disposiciones de la Convención sobre Tortura.
En relación con los costos y gastos, a pesar de que los
peticionarios pidieron la cantidad aproximada de 48 mil dólares, la
COIDH únicamente otorgó 18 mil a Jennifer Harbury y 5 mil a Cejil.
La experiencia de Chile

Víctor Espinoza
María Luisa Ortiz
Director ejecutivo e investigadora, respectivamente,
de la Corporación de Promoción y Defensa de los Derechos
del Pueblo (Chile)

En su Informe, la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación


recomendó al Estado chileno crear un conjunto de medidas de
reparación —materiales y simbólicas— que debían ser com-
prendidas como un “proceso orientado al reconocimiento de los
hechos conforme a la verdad, a la dignificación moral de las víctimas
y a la consecución de una mejor calidad de vida para las familias
más directamente afectadas”. Las medidas recomendadas fueron
amplias y abordaban las múltiples dimensiones de la vida privada,
familiar y social dañadas de modo grave e irreparable por las 355
violaciones a los derechos humanos. Se sustentaron en el principio
según el cual resulta imposible soslayar la responsabilidad moral
del Estado en los hechos de violación a los derechos humanos, lo
que le obliga a crear políticas estatales que reparen estas violaciones
y hagan imposible su repetición.
Desde afuera, y al ser comparada con las políticas de reparación
que han puesto en marcha o no otros Estados, normalmente la
política de reparación en Chile es bien evaluada; sin embargo,
nosotros consideramos que se ha tratado de una política de
reparaciones insuficiente, con un marcado énfasis económico-
monetario, y después de asumir pocas iniciativas en la reparación de
tipo moral y simbólica se dejaron de lado las iniciativas que organiza
la comunidad.
Cabe resaltar que las opiniones que formulamos aquí están
respaldadas, como se verá, por las opiniones que recogimos en
entrevistas hechas a familiares de víctimas de violaciones graves a
los derechos humanos, sujetos del derecho a reparación.
Como aspectos positivos generales nos interesa resaltar lo
siguiente:
COMISIONES DE LA VERDAD

El Informe, en tanto verdad inobjetable, constituyó por sí


solo una primera y fundamental forma de reparación de la dignidad
de las víctimas. Un ejemplar fue entregado a cada una de sus familias.
Ocupa un lugar privilegiado en el hogar de cada una de las familias
de las víctimas y, como señaló una de nuestras entrevistadas, “más
allá de los tomos y de las páginas, para cada familiar el Informe
significa que su caso está reconocido oficialmente por el Estado, y
esa es la importancia que tiene”.
El Informe fue además publicado íntegramente en el diario
estatal La Nación, con cobertura nacional y a un bajo precio de
venta –si bien es muy poco conocido en el país.
Relevante fue también la forma ceremonial que decidió el
Presidente de la República para dar a conocer los resultados de la
Comisión. Esto impactó moralmente a la sociedad. En las víctimas
se mezclaron sentimientos de satisfacción por el reconocimiento
con los de frustración por los resultados. Una entrevistada relató:
356
Yo recuerdo muy bien el día que Aylwin habló por la TV y pidió
perdón, y por primera vez yo vi en la Agrupación una situación
de descontrol impresionante, había mucha gente que estaba
convencida que producto de este trabajo se iba a saber dónde
estaban los detenidos desaparecidos, se les iba a encontrar y que
se iban a saber muchas cosas más, que en definitiva nunca se
supieron.

La CVR entregó a los tribunales de justicia 221 casos para su


investigación. La mayoría de ellos correspondía al periodo que
cubre la ley de amnistía; es decir, fueron casos reabiertos donde se
investigó sin mayores resultados judiciales y fueron prontamente
amnistiados.
Los tribunales de justicia muchas veces consideran el Informe
una fuente probatoria de las violaciones a los derechos humanos.
Así, en los procesos judiciales que continúan presentándose se
adjuntan fotocopias del Informe en lo pertinente a la querella o
para demostrar la comisión de las violaciones a los derechos
humanos.
LA EXPERIENCIA DE CHILE

Como aspectos negativos generales resaltan:


Que las investigaciones realizadas por la Comisión de la Verdad
lograron reconstruir hechos parciales, una verdad a medias, puesto
que los organismos represivos y las instituciones de las fuerzas
armadas y policiales se negaron sistemáticamente a colaborar con
ella. En este sentido, los antecedentes reunidos fueron principalmente
los que entregaron los organismos de derechos humanos, las
agrupaciones de familiares de víctimas y los ex presos políticos y
testigos sobrevivientes.
Que la Comisión se haya limitado a investigar sólo las
violaciones de derechos humanos con resultado de muerte o la
desaparición forzada, excluyendo otras graves violaciones que
afectaron a varios miles de personas. Por ejemplo, a las víctimas de
torturas.
Que se homologaran los crímenes cometidos de manera
sistemática por agentes del Estado a los causados por la violencia
política ejercida por la oposición armada a la dictadura.
Dado que se trató de una política de reparación centrada en 357
la reparación individual, con énfasis en las medidas materiales y la
compensación económica a las víctimas, muchas veces se ha
criticado que no se haya tratado de manera especial la reparación
monetaria, sabiendo que ocasiona fuertes sentimientos contra-
dictorios y de culpa en las víctimas, y se critica también que no
haya considerado los diferentes contextos culturales que existían
en el país, conteniendo fuertes limitaciones y pocas alternativas
para las diferencias étnicas. Por ejemplo, en las comunidades
mapuches, por las especiales formas comunitarias de distribución
del trabajo y la riqueza, se tiende a discriminar a la persona o la
familia que recibe una pensión estatal individual u otros beneficios
que lo sitúan dentro de la comunidad como un sujeto privilegiado,
con más bienes.
Sobre todo se critica la persistencia de la impunidad de las
violaciones a los derechos humanos; la inaplicabilidad de jus-
ticia punitiva que sancione, por lo menos, a los principales res-
ponsables, lo que ha sido imposible de lograr por la impunidad
que amparan especialmente las leyes de amnistía y la vigencia de
la justicia militar.
COMISIONES DE LA VERDAD

Del amplio e integral marco de recomendaciones de la Comisión


sólo se aplicaron las siguientes medidas de reparación:
Reivindicar el buen nombre de las víctimas. En este sentido,
como se dijo, la primera acción reparatoria fue, en sí mismo, el
Informe. Posteriormente, por iniciativa de los organismos de
derechos humanos, se construyó con fondos estatales el Memorial
del Detenido Desaparecido y del Ejecutado Político en el Cementerio
General de Santiago. También en provincias los Memoriales de
Víctimas han sido erigidos por iniciativa de familiares y orga-
nizaciones sociales y políticas de la zona, y contaron finalmente con
el apoyo económico gubernamental. Los cambios de nombre de
calles, plazas y otros espacios públicos son iniciativas de las
organizaciones sociales, de derechos humanos y de partidos políticos.
Son pocos los realizados, y en medio de una política oficial que
propicia el silenciamiento y el olvido.
Establecer medidas especiales en materia provisional (pensión
única asistencial) de salud y educación en favor de los familiares
358 directos. Si bien se trata de sumas limitadas y módicas de dinero, se
realizaron a todos aquellos familiares que voluntariamente las
solicitaron. Esta medida causó fuertes contradicciones dentro de las
agrupaciones de víctimas, ya que muchas de estas personas
consideraban inmoral aceptar estas indemnizaciones sin haber
logrado justicia. En muchas ocasiones esta pensión se vio como una
“moneda de cambio”.
Dar becas de estudio a los hijos de las víctimas hasta los 35
años. Es quizás la medida más valorada porque ha permitido que los
hijos de víctimas puedan estudiar en las universidades del país y
realizar estudios de posgrado.
Exención a los hijos de las víctimas del servicio militar obliga-
torio. Ha habido aceptación general en esta materia y rápidamente
se tramita la exención para cualquier hijo que la solicita. Sin embargo,
no se consideró a la tercera generación para este beneficio.
Reabrir algunos procesos judiciales (221) que en su mayoría
fueron amnistiados y sobreseídos temporalmente —muchos de éstos
con desconocimiento de las familias.
En el ámbito legislativo hubo una importante modificación
constitucional que pone como límite de la soberanía del Estado el
LA EXPERIENCIA DE CHILE

respeto a los derechos humanos.1 En la política interna, cuando se


ha aplicado esta norma como fundamento de la exigencia de
aplicabilidad de las normas del derecho internacional respecto de la
amnistía, inevitablemente surge un debate sobre su alcance y
significado.
Se incorporó la educación en derechos humanos como parte
de los objetivos transversales del sistema formal de la educación
básica y media, y se han incorporado en la currícula de las escuelas
de formación de las policías y las fuerzas armadas cursos en estas
materias. De todos modos, no son programas de formación de
carácter obligatorio ni se dictan con regularidad.
Casi nada más. Los avances que ha habido en materia de justicia
se deben a otros factores, en particular la perseverancia de las víctimas
y los abogados de derechos humanos que continúan buscando
fórmulas para llevar a los culpables a los tribunales de justicia.
Las palabras de una dirigente de la Agrupación de Familiares
de Detenidos-Desaparecidos reflejan el sentimiento que tienen los
familiares de las víctimas sobre esta política. 359

Se puede decir que en Chile no hubo reparación, sólo se aplicaron


algunas medidas que de alguna manera se han utilizado para bajar el
perfil de la lucha por la verdad y la justicia, y para tenerlo como
argumento de que el gobierno sí ha hecho todo lo posible. Por ejemplo,
en las respuestas del gobierno chileno a la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos, donde resaltan el hecho de que en este país
hay medidas reparatorias, por lo tanto el problema está resuelto ya que
se reparó a los familiares de las víctimas [...] Para todos fue muy difícil
y doloroso aceptar una indemnización por su caso [...] a diez años aún
es doloroso, es triste. Yo hace muy poco acompañé a una señora a
cobrar su pensión y ella salió llorando del Banco; es lo que le pasa
todos los meses cuando va a cobrar, es algo que todavía duele [...] no se
asocia a derecho, sino que se asocia a haber cedido un poquito.

1. El artículo 5, inciso 1, de la Constitución Política indica que “el ejercicio de la


soberanía reconoce como limitación el respeto a los derechos esenciales que emanan
de la naturaleza humana”.
COMISIONES DE LA VERDAD

De nuevo se observa que una cosa es el papel y otra la


realidad.
Resta resaltar que la política de reparación se extendió a otros
sectores de víctimas de la represión que no fueron incorporados
en las investigaciones de la Comisión: exiliados, ex prisioneros
políticos, exonerados laborales. En todos los casos las medidas
han sido altamente deficitarias e insuficientes para apoyar a la
reinserción.
A los prisioneros políticos de la dictadura militar se les
indultó y a los condenados a presidio perpetuo se les conmutó la
pena por la de extrañamiento (por ejemplo, vea la ley 18.978 de
indulto general). A los primeros, con el objeto de apoyar su
reinserción social se les concedieron becas de estudio y se les
aprobaron créditos blandos emitidos por el Banco del Estado;
un porcentaje mínimo de ellos accedió a estos beneficios. Los
prisioneros políticos “beneficiados” por la libertad con extra-
ñamiento son personas víctimas de tortura y que no pueden vivir
360 en el país.
A los chilenos retornados del exilio se les otorgaron fran-
quicias aduaneras que les permitieron ingresar al país con bienes
liberados del pago de impuestos; se les apoyó igualmente con
préstamos y créditos especiales para la instalación de proyectos
productivos. Se les autorizó el ejercicio profesional de acuerdo
con los grados y títulos obtenidos fuera del país (Ley 19.074).
Se ha dictado un conjunto de leyes de restitución de la
nacionalidad y ciudadanía, por ejemplo, en los casos de Orlando
Letelier y Carlos Villalobos Sepúlveda, entre otros.
A los exonerados políticos también se les prestó apoyo de
créditos para reinstalarse con pequeños proyectos económicos,
productivos.
Se les concedieron pensiones de gracia para los exonerados
de la tierra (DL N° 208), campesinos de los asentamientos de la
reforma agraria de las décadas de los sesenta y setenta (que perdieron
sus tierras por decretos de la Junta Militar que las devolvía a sus
antiguos dueños). Todas las personas que demuestren haber sido
víctimas de una situación represiva tiene derecho a las prestaciones
de salud garantizadas por el PRAIS.
LA EXPERIENCIA DE CHILE

A modo de conclusión. En su política de reparación el Estado chileno


concretó pocas de las medidas recomendadas por la Comisión
Nacional de Verdad y Reconciliación. Por cierto, no recogió el espíritu
de la Comisión, que se inspiró en los principios y las normas de la
doctrina internacional de derechos humanos.
Nos asisten dudas de que haya sido entendida como una
obligación del Estado y un derecho de las víctimas, consistente en
garantizar un conjunto de prestaciones a favor de las víctimas con el
objeto de resarcir los daños y las aflicciones materiales y morales
causadas: 1) Asegurar recursos efectivos a las víctimas de acceso a
las instancias jurisdiccionales, administrativas y legislativas; 2) Medidas
de restitución; 3) Reparaciones de carácter colectivo y de orden no
material; 4) En un plano más restringido, la restitución, la indem-
nización de la víctima; 5) Medidas de rehabilitación de la víctima;
6) Medidas de reinserción social para actores individuales o colectivos
vinculados a la violencia política y las violaciones de derechos
humanos.
361
Está también muy lejos de ser una política que, se supone,
restituye el Estado de derecho, devuelve a la comunidad la confianza
en las instituciones fundamentales del Estado, consolida el proceso
democrático, es la base de la reconciliación y la paz. Menos aún, así
entendida, implica un nivel de transformación profunda de las
condiciones políticas, económicas, sociales, culturales y jurídicas de
un pueblo.
La reparación en Chile no quiso entenderse como una posi-
bilidad de comenzar de nuevo a construir el país que se quiere y
constituirse en parte fundamental de un proceso político fundacional
dentro de un pueblo devastado por la violencia.
Es evidente que los actos de arrepentimiento (que en Chile no
ha habido), los monumentos y los días feriados son insuficientes;
saber qué pasó y quiénes son los responsables es insuficiente; la
justicia pública dada por el reconocimiento, el encarcelamiento de
perpetradores también es insuficiente. ¿Qué eficacia puede tener
una política de reparación que no cambia radicalmente las estructuras
institucionales y el sistema de valores que hicieron posible los
crímenes?
COMISIONES DE LA VERDAD

Aunque parezca trágico y pesimista, en el caso chileno no


podemos dejar de preguntarnos: ¿cuánto tiempo tendrá que pasar
para que la violencia se haga presente de nuevo en un pueblo que no
asume el desarrollo y el compromiso con un proceso de reparación
integral y amplio?

362
La experiencia de Sudáfrica

Paul van Zyl*


Director de Programa, Centro por la Justicia de Transición
(Estados Unidos)

Las comisiones de la verdad pueden desempeñar un papel


particularmente importante en la atención a las cuestiones de
reparación, y considero que una parte importante de la reparación
es la verdad y el reclamo de ésta. Como esta conferencia se enfoca
en la parte de tortura, es conveniente comenzar con algunas anécdotas
sobre cómo las comisiones de la verdad, y la sudafricana en particular,
pueden revelar algunas cuestiones sobre tortura de una manera que
constituye una forma de reparación para las víctimas.
Como ustedes saben, 24 mil personas han rendido testimonio
en la CVR en Sudáfrica y alrededor de 2 mil 400 tuvieron una
oportunidad de testificar en público. Tal vez los momentos más 363
dramáticos y transformadores de la comisión fueron los testimonios
de los sobrevivientes de tortura, ya que, anteriormente tanto el
gobierno del apartheid como los sudafricanos blancos en general
argumentaron, ya sea de forma explícita o implícita, que si alguien
había sido torturado se debía a que eran personas subversivas o
terroristas, o bien, porque habían hecho algo malo. Y una vez que se
ha tenido la oportunidad de escuchar a cientos y cientos de personas
hablar sobre las brutales historias de lo que es estar sujeto a las
formas más inhumanas de tortura y que esas historias hayan estado
en las primeras páginas de los diarios y los noticieros de televisión
noche tras noche, se crea un dramático impacto en la nación, se
despolitiza la tortura y se revela como el horror que fue. Fue muy
difícil para quienes apoyaban el gobierno del apartheid justificar esa
conducta, ya que se podía ver a hombres y mujeres contar sus historias
sobre abusos terribles, y eso fue de gran importancia en términos
de deslegitimación de la tortura.

* La presentación fue pronunciada por P. van Zyl en inglés; se reproduce una


traducción.
COMISIONES DE LA VERDAD

Poco después de la mitad del periodo de mandato de la CV


empezamos a realizar un análisis completo de estadísticas sobre
tortura. Empezamos a esquematizar gráficas que mostraban la
incidencia de tortura durante un periodo mayor a veinte años con el
objeto de poder determinar cuándo se aplicó la tortura con más
frecuencia en Sudáfrica. Recibimos los primeros resultados de nuestra
base de datos, y lo que reveló fue que aproximadamente en julio de
1985 hubo un incremento notorio de la tortura en el país. La tortura
se incrementó alrededor de 15 o 20 veces, lo que es impresionante.
¿Cómo es posible que la tortura se haya incrementado tanto en esa
fecha? La respuesta es que en julio de 1985 el gobierno sudafricano
declaró un estado de emergencia que le permitía realizar detenciones
sin un juicio, sin acceso a un abogado o a familiares y amigos, ni
acceso al recurso de habeas corpus.
Aquí puede verse la vinculación directa entre la política del
gobierno de suspender los derechos de promover un habeas corpus y
el dramático incremento en la tortura. Esto nos permite tener la
364 razón al discutir las pasadas reglas del gobierno del apartheid en cuanto
a que la tortura no fue esporádica o que ocurría de manera fortuita,
o que se debió a la presencia de algunas “manzanas podridas”, algunas
malas personas responsables de actos delictivos.
Existía una correlación directa entre la política del gobierno, y
los actos de tortura. Fueron ellos quienes declararon el estado de
emergencia, y la tortura se incrementó notablemente —lo que fue
de gran importancia tanto en lo que se refiere a la responsabilidad
política con respecto a la tortura como en la manera de asegurar
que la tortura no vuelva a ocurrir.
Una de las lecciones más importantes es el deber de preservar
los derechos de habeas corpus de las personas y permitirles tener acceso
a un abogado una vez que hayan sido detenidas.
Una tercer anécdota. Yo era parte del equipo responsable de
cuestionar al ex ministro de la ley y el orden, responsable de los
cuerpos policiales durante ese intenso periodo de tortura. Le planteé:
“¿Cómo es posible, si usted sostiene que la tortura no era una política
en el gobierno sudafricano, que en cientos de estaciones de policía
en todo el país, durante más de diez años, la gente sistemáticamente
daba testimonios de haber sufrido tortura a manos de la policía?
LA EXPERIENCIA DE SUDÁFRICA

¿Cómo puede suceder esto si la tortura no es una política de Estado?


No puede ser coincidencia que todos los oficiales de policía y las
estaciones de policía repentinamente tuvieran espontáneamente la
idea de torturar a los detenidos. Debía haber habido algo que fuera
sistemático y algo que fuera resultado de una política.” Y su respuesta
fue inusualmente honesta para un hombre que admitía haber mentido
para cubrir los abusos a los derechos humanos. Respondió:
“Supongo que cuando se establece un sistema en el que un grupo de
personas son vistas como inferiores a los ojos de otros y en el que
sistemáticamente se le discrimina durante años, uno empieza a
deshumanizarlos, y una vez que se empieza a deshumanizar a la
gente, una vez que empiezas a sentir que esas personas son
subhumanos, es prácticamente inevitable que se les torture.”
Ésta fue una respuesta interesante y sorprendentemente franca
sobre lo que puede hacer posible la aplicación de la tortura. Existe
un fuerte vínculo entre el racismo y la tortura, pues para poder
someter a una persona a esta conducta devastadoramente cruel, es
necesario deshumanizar a la persona. Uno debe decirse a sí mismo: 365
“Esta persona no es como yo, es menos humano de lo que yo soy,
y por lo tanto no tiene los mismos derechos que yo.” Ahí podemos
encontrar un interesante vínculo entre racismo y tortura que vale la
pena explorar en detalle.
Quiero hablar sobre el caso sudafricano. A pesar de todos los
éxitos obtenidos —debo decir que ha habido grandes éxitos en
términos de enfrentar el pasado— la cuestión de las reparaciones ha
sido el fracaso más dramático.
Como saben, el gobierno de Sudáfrica todavía tiene que
aceptar implementar las recomendaciones emitidas por la Comisión
de la Verdad para garantizar la reparación del daño a las víctimas
de las más graves violaciones a los derechos humanos. Hay muchas
razones de por qué fue éste el caso. Una lección en este proceso es
que es absolutamente crucial organizar a las víctimas en una
importante fuerza política pública. Si las víctimas no se organizan
y no se movilizan, si se confía exclusivamente en la buena voluntad
del gobierno para reparar el daño, habrá serias dificultades. Esto
crea un enorme reto dado que las víctimas no son un grupo
homogéneo. Las víctimas constituyen miles de seres humanos con
COMISIONES DE LA VERDAD

muy diferentes e individuales respuestas a la victimización de la que


han sido objeto.
Hay que considerar también que casi siempre en todos los
países habrá un grupo de víctimas con una actitud ambivalente sobre
las reparaciones, y que las ven como “dinero ensangrentado”. Para
ellos la reparación es algo diseñado para comprar su silencio,
consideran que la reparación devalúa su sufrimiento. Es perfecta-
mente legítimo este punto de vista, y nunca pensaría en juzgar a una
madre cuyo hijo o familiar ha muerto o desaparecido y que tiene
una severa objeción moral hacia recibir reparaciones. Están totalmente
en su derecho de pensarlo.
Sin embargo, el peligro viene cuando esa perspectiva se
considera la perspectiva de todas las víctimas. Es muy importante
que seamos capaces de respetar el hecho de que hay víctimas que
piensan en la reparación como algo muy importante y que no tienen
objeción moral alguna en recibirla por su sufrimiento personal o
como consecuencia del sufrimiento de alguien más con quien estén
366 relacionados.
Hay un grave problema si las víctimas que se rehúsan a recibir
indemnizaciones se convierten en la voz de todas las víctimas. No se
les debe permitir hablar por todas las víctimas. He trabajado muy
cercanamente con grupos de víctimas en Sudáfrica y he ayudado a
establecer los primeros grupos de víctimas.
La mayoría de las mujeres sudafricanas —madres de hijos
desaparecidos o asesinados— estaban profundamente comprometidas
con la reparación y querían recibirla. Hacían esto porque generalmente
trabajaban como trabajadoras domésticas en casas de sudafricanos
blancos y habían ahorrado todo su dinero para enviar a sus hijos a la
escuela, a la universidad. Los hijos con frecuencia se convertían en
activistas y abogados en derechos humanos y, en consecuencia, estaban
en la mira del gobierno y eran desaparecidos y ejecutados. Esas mujeres
ahorraron todo su dinero para enviar a sus hijos a la universidad, lo
hicieron en parte porque esperaban que sus hijos, al tener educación
profesional y un empleo que les diera un buen salario, pudieran ayudarlas
económicamente una vez que ellas llegaran a una edad provecta. Sus
hijos se convertirían en sus pensiones. Al morir estos hijos, o al ser
desaparecidos, no únicamente perdían al ser querido, sino también a
LA EXPERIENCIA DE SUDÁFRICA

la persona que les daría seguridad financiera en el futuro. Así, esas


mujeres tienen una fuerte demanda por las reparaciones a las que
tienen derecho, y esta demanda es perfectamente legítima y moral. Es
crucial que estas personas reciban la reparación que les corresponde.
Un grave problema para luchar contra esta situación es la
diferenciación. ¿Cómo se puede diferenciar entre las categorías de
las víctimas? En el caso sudafricano finalmente se decidió que no
haríamos diferencias entre las víctimas, y que todas ellas tendrían
derecho a la misma reparación del daño.
Sin embargo, es una situación difícil de argumentar ya que
muchas veces se puede convertir en un argumento contrario a lo que
pudiera pensarse. Hay personas cuya familia completa ha muerto
masacrada y donde ellos son los únicos sobrevivientes, han sufrido
enormemente y han perdido casi todo. Hay víctimas que han sido tor-
turadas durante diez o quince minutos, hay quienes han perdido una
mano, o personas que han quedado parapléjicas o completamente
paralizadas. Hay personas que han sido torturadas y en consecuencia
emergen más fuertes y dispuestas a luchar contra el sistema que los 367
ha torturado, así como hay quienes, a consecuencia de las torturas
sufridas, han tenido colapsos psicológicos, caen en continuo estado
de estrés postraumático y no son seres humanos totalmente fun-
cionales a causa de la tortura. Los abusos a los derechos humanos
tienen consecuencias dramáticamente diferentes en las personas y
constantemente nos vemos confrontados con este argumento:
¿Cómo es posible que una persona que ha sido torturada durante
quince minutos y que parece estar en perfecto estado, y esta madre
que ha perdido a su padre, sus dos hijos o dos de sus parientes
deban recibir la misma reparación del daño? Hemos trabajado
durante meses para desarrollar un sistema en el que se pudiera
proporcionar diferentes formas de reparación para las diferentes
personas con base en la gravedad del daño que sufrieron y nos
encontramos con que es una tarea prácticamente imposible.
En cada caso en el que parecía que una persona había sufrido
más y por lo tanto tenía derecho a una mayor reparación existía una
excepción. Como el caso de una persona que había recibido un
disparo en los ojos por parte de fuerzas de seguridad, y había perdido
la vista. Otra persona que nos proporcionó evidencia había perdido
COMISIONES DE LA VERDAD

sólo un ojo, también como resultado de disparos de las fuerzas de


seguridad. Cualquier persona que observe estos casos pensará que
alguien que ha sido cegado ha sufrido más, y por tanto deberá
recibir mayor reparación que alguien que sólo ha perdido un ojo y
puede mantener perfectamente su sentido de la vista. Sin embargo,
en estos casos resultó que la persona que perdió ambos ojos tomó
un curso de Braille, adquirió un perro guía que lo ayuda a llegar a su
trabajo todos los días y estaba determinado a verse no como una
víctima, sino como un sobreviviente. Esa persona consiguió un
empleo, gana un salario y mantiene a su familia. La persona que
perdió un ojo, en cambio, sufrió de estrés postraumático, se quedaba
en casa el día entero y tenía serios problemas psicológicos que no le
permitían trabajar y, además, representaba una carga para su familia.
Por tanto, ¿quién debería recibir mayor reparación, la persona que
fue cegada completamente o aquel que sólo perdió un ojo? Puedo
dar docenas de ejemplos como éste que ilustran la imposibilidad de
predecir el impacto de los abusos a los derechos humanos en casos
368 individuales. Por esa razón en Sudáfrica tomamos la decisión de dar
a las víctimas la misma reparación. Fue esa la recomendación que
hicimos al gobierno y que será menos problemática con las víctimas
de las comunidades, y asimismo que la reparación debería tener
calidad moral. La reparación no deberá intentar compensar por
todo el daño causado a todo el mundo, sino constituye un re-
conocimiento del gobierno de la profunda afectación que tienen las
violaciones de derechos humanos en la vida de las personas, además
constituiría también un esfuerzo para asistir a aquellos cuyos derechos
han sido violados.
Otra cuestión difícil es la que se refiere a la evaluación de los
medios de sobrevivencia. ¿Deben ser evaluados los medios de
sobrevivencia de cada caso para determinar la cantidad de la
reparación? ¿La reparación que se proporciona a una persona que
se encuentra en la absoluta pobreza debe ser diferente a la de aquella
víctima que se ha vuelto extremadamente exitosa hasta el punto de
ser millonaria?
Éste fue un gran debate en la Comisión de la Verdad de
Sudáfrica dado que la reparación ha sido otorgada por el gobierno.
Existía una fuerte discusión sobre si el gobierno debe otorgar
LA EXPERIENCIA DE SUDÁFRICA

recursos para personas que gozan de una situación económica que


les permita obtener asistencia médica adecuada y apoyo psicológico,
además de gozar de vivienda y educación adecuadas. Al final se
decidió que sería injusto y molesto intentar que una persona con
mayores recursos económicos, que ha sufrido las mismas violaciones
a sus derechos, ha sido torturada y ha sufrido la pérdida de algún
ser querido, tuviera una reparación diferente a la de alguien con
menores recursos económicos. Por esta razón sería poco deseable
tener que diferenciar con base en la posición económica de la víctima.
Más aún, ya que la gran mayoría de las víctimas eran pobres no
significaría un ahorro significativo hacer ese tipo de diferenciaciones,
incluso es probable que el sistema de administración que se hubiera
requerido para hacer esta diferenciación de forma efectiva hubiera
representado un gasto mayor que el supuesto ahorro que pudiera
esperarse.
Sin embargo, fue un debate muy difícil y personalmente estoy
de acuerdo con el hecho de que no deben hacerse evaluaciones de
los medios de sobrevivencia, no fue una conclusión a la que se llegara 369
fácilmente, dado que había fuertes argumentos que defendían cada
una de las dos posiciones.
Prevención
y comisiones
de la verdad

371
La justicia como medida
preventiva
preventiva

Rodolfo Mattarollo
Jefe de la Sección de Derechos Humanos,
Misión de las Naciones Unidas en Sierra Leona (Sierra Leona)

El tema formulado de esta manera llama a centrar nuestros


comentarios sobre la justicia y probablemente sobre la justicia penal
en particular, pero yo comenzaría con una referencia más general
a la obligación de garantía del Estado. Ésta incluye la prevención
de las violaciones de los derechos humanos, como claramente lo
ha definido la Corte Interamericana de Derechos Humanos en
algunos casos que han sentado jurisprudencia en el sistema
interamericano: los casos de Ángel Manfredo, Velázquez Rodríguez
y Saúl Godínez Cruz. 373
En estos casos la Corte definió un aspecto importante de la
obligación de garantía: la prevención de las violaciones de derechos
humanos, entendida como la obligación estatal de organizar todo el
aparato del Estado de manera tal que se trate de disuadir la violación
de los derechos humanos, y cuando ésta se produzca, se investigue,
se juzgue a los presuntos autores, se los castigue con penas adecuadas
respetando el debido proceso y se repare el daño sufrido.
Esto es lo que los juristas llaman una obligación de medio y
no una obligación de resultado, o sea, el Estado debe tomar las
medidas razonables para prevenir las violaciones de los derechos
humanos pero no se le exige que asegure la imposibilidad de esas
violaciones.
Ahora bien, dentro de este tipo de medidas se cuentan, por
ejemplo, las medidas educativas, la formación de las fuerzas armadas,
de seguridad y policiales no en la doctrina de la seguridad nacional,
sino en la del Estado de derecho.
Al considerar la función preventiva de la justicia tendríamos
que recordar una de las funciones primordiales del derecho penal: la
prevención de las conductas antijurídicas. La prevención general se
COMISIONES DE LA VERDAD

dirige al conjunto de la sociedad, y la especial a los individuos. Es


posible distinguir, a su vez, la prevención positiva de la negativa. La
prevención negativa se ejerce a través de la amenaza de sanción penal
y la positiva mediante la reafirmación de valores éticos y sociales
mediante la norma penal.
Si el homicidio está sancionado penalmente es porque la vida
humana tiene un valor supremo. Por eso en todos los sistemas penales
el homicidio es un delito grave y el homicidio calificado lo es aún
más. Esta reafirmación de valores éticos a través de la norma penal
constituye la llamada prevención general positiva. Hoy deberíamos
poner el acento en este aspecto de la prevención, porque cuando la
justicia no funciona aparece la impunidad, cuya característica es
debilitar o anular la prevención de las conductas antijurídicas por la
falta de sanción penal.
Más de uno recordará en esta sala que el primer procedimiento
temático de las Naciones Unidas fue el Grupo de Trabajo sobre
Desapariciones Forzadas. Este grupo fue creado por la Comisión
374 de Derechos Humanos en 1980 como respuesta, fundamentalmente
en aquel momento, a las atrocidades cometidas por las dictaduras
del Cono Sur, las que, en el caso de Argentina, carecían de toda
respuesta en el sistema onusiano.
Cuando el Grupo de Trabajo, que todavía hoy existe, cumplió
diez años de existencia en 1990, hizo un primer balance de su
actividad y afirmó que si hubiera que mencionar la causa fundamental
de las desapariciones forzadas en el mundo, esa causa no sería otra
que la impunidad.
Podemos formular la siguiente interrogante: ¿de qué manera
el derecho penal puede ser un instrumento para enfrentar la
impunidad?
Obviamente esto es muy difícil o imposible en una dictadura
que practica el terrorismo de Estado porque, en esos casos, existe
no sólo la impunidad de jure sino también la impunidad de facto. En
efecto bajo esos regímenes, cuando se producen las violaciones, los
tribunales no investigan, es decir, incumplen abiertamente la
obligación de garantía del Estado.
Por otro lado, existe generalmente un sistema paralelo en donde
las violaciones se cometen no a través de los canales normales del
LA JUSTICIA COMO MEDIDA PREVENTIVA

funcionamiento institucional, sino mediante estructuras paralelas:


en vez de detenciones se cometen secuestros, en vez de juicios
penales, ejecuciones sumarias, etcétera.
En el documento de fundamentos del Proyecto de Principios
sobre la Promoción de los Derechos Humanos mediante la Lucha
contra la Impunidad, su autor, el jurista francés Louis Joinet, habla
de una primera etapa en la lucha contra la impunidad en que el
“derecho estaba contra las víctimas.” Joinet llama “derecho contra
las víctimas” al vigente cuando a las víctimas en busca de justicia se
les oponía la prescripción, la amnistía, el indulto o las causas de
justificación o excusas absolutorias conocidas como el acto de Estado,
el Estado de necesidad, la obediencia debida, etc. En muchos países
latinoamericanos hemos conocido esta experiencia: el decreto 2191
de abril de 1978 en Chile, la autoamnistía militar en Argentina y
amnistías similares en otros países de nuestra región son ejemplos
de “derecho contra las víctimas”.
En gran parte como resultado del activismo de los movimientos
de los derechos humanos, y de jueces, fiscales y abogados, la región 375
hizo una importante contribución al desarrollo progresivo del
derecho internacional de los derechos humanos. Aquí han surgido
preguntas sobre una estrategia judicial para enfrentar la impunidad,
por eso trataré de centrarme en las estrategias que tienen que ver
con la utilización del sistema judicial.
Un primer dilema es el de establecer si se deben auspiciar
modificaciones legislativas o si es posible evolucionar dentro de los
marcos del derecho en vigencia. Ésta es una de las interrogantes;
aunque no creo que se puedan arriesgar respuestas generales para
éstas, se puede tratar de reflexionar sobre la experiencia vivida y
proponer algunas hipótesis.
Tal vez una respuesta aceptable es que hay que intentar ambas
cosas. Indudablemente es deseable y muchas veces necesario el
mejoramiento de las normas e instituciones existentes, pero también
es preciso utilizar, de manera creativa, el arsenal existente de
instituciones y de normas.
En nuestra región no faltan ejemplos de una utilización creadora
del derecho. Muchas atrocidades han sido subsumidas en figuras del
derecho penal internacional, como el genocidio. La corrección de
COMISIONES DE LA VERDAD

esta calificación jurídica depende de la naturaleza de los hechos


incriminados y de su tipificación en la norma penal aplicable.
El genocidio puede no estar incriminado en el derecho interno,
y si bien me cuento entre los que piensan que es posible la aplicación
directa de las figuras penales del derecho penal internacional, no
sólo convencional sino también consuetudinario, por las juris-
dicciones internas, ésta no es la única solución posible.
Puede haber otras estrategias de persecución penal de
determinadas atrocidades ante la ausencia de sanción del genocidio
en el derecho interno o cuando los hechos incriminados no pueden
ser subsumidos en la figura del genocidio sin acudir a interpretaciones
analógicas.
Un fiscal deseoso de evitar las objeciones de la defensa y el
tribunal puede utilizar los tipos penales del derecho interno para
la sanción de determinadas conductas, aunque probablemente se
verá invitado a renovar la concepción de la autoría. Porque el
problema, sobre todo cuando se trata de los grandes responsables,
376 es que éstos rara vez han estado en el lugar de sus crímenes. No
son los que apretaban el gatillo o empuñaban la picana eléctrica.
Son lo que el fiscal Julio César Strassera, en el juicio a los nueve
integrantes de las tres primeras juntas militares en Argentina, llamó
“el autor detrás del autor”, esto es, el autor intelectual o mediato
del crimen cometido a través de un “aparato organizado de poder”.
Conforme a esta teoría penal, el autor es quien tiene “el dominio
del hecho”.
Esto puede requerir una cierta renovación de la teoría del autor.
Sin embargo, existen en los sistemas jurídicos de muchos países
elementos suficientes para plantear esta concepción de la autoría
que en definitiva se ha empleado en contextos muy distintos: tal fue
el caso, por ejemplo, de la masacre de Raboteau cometida en Haití
en 1994 por las fuerzas que respondían a la dictadura militar de Raúl
Cedras, quien había derrocado al primer presidente electo demo-
cráticamente en los 200 años de historia de ese país.
Existe un arsenal jurídico que puede utilizarse, la responsa-
bilidad de los comandantes, los crímenes de comisión por omisión,
en lo que se refiere a la prueba, los indicios de mala justificación,
etcétera.
LA JUSTICIA COMO MEDIDA PREVENTIVA

Quiero decir que, aun empleando el arsenal jurídico existente del


derecho penal y del derecho procesal de manera creadora, es posible
avanzar considerablemente en la lucha contra la impunidad. Éstos son
aspectos importantes no sólo para encarar los problemas del pasado,
sino también para restituirle al derecho penal sus virtudes preventivas.
Creo que deberíamos detenernos un momento sobre la represión
de la delincuencia común en épocas de graves crisis económicas y
sociales. Porque hasta ahora hemos presentado esta faz luminosa
del derecho penal, su función de prevención general positiva,
mediante la reafirmación de los valores más elevados de la ética, la
educación y la cultura.
Pero también el derecho penal ha sido utilizado como refuerzo
de la exclusión social. En ese caso recordemos la orientación de la
criminología crítica. Alessandro Baratta, el gran criminólogo italiano
recientemente desaparecido, publicó hace más de veinte años Crimi-
nología crítica y crítica del derecho penal (Fondo de Cultura Económica), un
libro que cambió la historia de la criminología moderna.
El llamado derecho penal de autor refuerza la exclusión social. 377
El condicionamiento social del delito contra la propiedad, por
ejemplo, es de sobra conocido. Estos problemas no pueden ser ajenos
al movimiento de derechos humanos y, en este sentido, la reforma
de la ley, de la justicia y el derecho es en muchas partes una tarea
pendiente de la transición hacia la democracia.
Esto es especialmente importante en épocas de crisis en las
que muchos sectores medios y bajos son presa de la manipulación
mediática de la temática de la seguridad y, por tanto, pueden ofrecer
resistencias a una reforma penal garantista.
Sin embargo, en el artículo 14 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos de Naciones Unidas y demás normas
concordantes del derecho internacional de los derechos humanos
encontramos un catálogo de garantías judiciales mínimas que pueden
servir como una orientación general de la reforma con principios
tan esenciales como el derecho a la defensa, la presunción de
inocencia, la igualdad de armas o la regla de exclusión que
precisamente obliga a apartar las pruebas traídas ilegalmente al
proceso y que, por lo tanto, tiene una importancia capital en la lucha
contra la tortura.
La promoción y la educación

Gilda Pacheco O.
Directora del Departamento de Entidades de la Sociedad Civil
Instituto Interamericano de Derechos Humanos (Costa Rica)

El nuevo siglo presenta cambios en América Latina, con la presencia


de gobiernos elegidos democráticamente, lo que ha permitido
condiciones más adecuadas para la consolidación del Estado de
derecho. Ello representa un paso fundamental para la efectiva vigencia
de los derechos humanos, que requieren para su ejercicio de la
existencia de regímenes democráticos. Sin embargo, la realidad
muestra que las sociedades que emergen de periodos de represión
política conservan las secuelas del pasado: existencia de personas
desaparecidas, asesinadas, torturadas; personas exiliadas y sepa-
raciones definitivas de familias, y la presencia en los países de quienes
fueron los instigadores y ejecutores del aparato represivo. Ante esta 379
situación se han impulsado en los ámbitos nacionales múltiples
iniciativas de reparación —incluida la reparación psicosocial—, y se
ha recurrido a instancias internacionales de protección de los
derechos humanos para la reparación individual y colectiva.
Consciente de esta situación, el Instituto Interamericano de
Derechos Humanos (IIDH), en el marco de su mandato institucional,
centrado prioritariamente en promover y fortalecer el respeto de los
derechos humanos consagrados en la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, y contribuir a la consolidación de la democracia
mediante la educación, la investigación y la mediación política, no
ha sido ajeno al tema que nos convoca.
Si bien el IIDH no realiza denuncias sobre violaciones de
derechos humanos, considera dentro de sus prioridades el combate
a la impunidad como la única estrategia que garantiza que estos
actos abominables no vuelvan a suceder, fortaleciendo los princi-
pios que rigen su desempeño, relacionados con la consolidación
de la democracia representativa, el Estado de derecho, el plura-
lismo ideológico y el respeto de los derechos y las libertades
fundamentales.
COMISIONES DE LA VERDAD

Un requerimiento para el logro de este desafío lo constituye el


enfrentar la deuda pendiente de nuestras sociedades de reconocer
los abusos de poder que se cometieron durante las dictaduras en
varios países de nuestro continente, expresados en asesinatos, torturas
y desapariciones, con una agravante adicional: la negación sistemática
de que estas arbitrariedades ocurrían y la complicidad de las mismas
instituciones a las cuales se recurría para denunciar estas situaciones.
Nuestro mandato es educativo y desde esa especificidad podemos
contribuir en la prevención de futuras violaciones. Suscribo lo que
resalta nuestro ex director Juan Méndez en una reciente publicación
sobre el tema del IIDH:

La prevención por sí sola no nos parece una justificación adecuada


para una política de rendición de cuentas. Las razones por las cuales
las sociedades se ven en la necesidad imperiosa de castigar ciertos
delitos aberrantes son otras. El efecto preventivo es sólo un resultado
deseable, pero no el principal fundamento. Las sociedades castigan
380 estos hechos porque reconocen el valor intrínseco de sus víctimas,
especialmente porque en general éstas se encuentran entre los sectores
más vulnerables e indefensos de nuestras sociedades. Asimismo, la
sociedad democrática se impone a sí misma el deber de castigar estos
delitos para señalar la importancia que en ella tienen las normas que
prohíben la tortura, la desaparición forzada, la violación sexual y la
ejecución extrajudicial.

Con respecto a actividades impulsadas desde el IIDH quisiera


destacar algunas iniciativas concretas en el ámbito de la promoción,
difusión y reparación. En relación con la promoción, es necesario
resaltar que las comisiones de la verdad son importantes en sí mismas,
pero funcionan mejor cuando se las concibe como un componente
esencial de un proceso completo de verdad, justicia, reparaciones y
depuración de las fuerzas armadas y de seguridad. Son estas cuatro
obligaciones diferentes que el derecho internacional impone y no
son opciones a escoger, pues todas constituyen pasos fundamentales
de un compromiso general con la rendición de cuentas en un Estado
democrático. Al respecto tenemos programas que si bien no están
específicamente orientados a las comisiones de la verdad, constituyen
LA PROMOCIÓN Y LA EDUCACIÓN

esfuerzos en la búsqueda de condiciones para el fortalecimiento de


un Estado democrático, en los ámbitos de la justicia, la independencia
de los poderes, la armonización del derecho interno con las normas
del derecho internacional, la capacitación a cuerpos policiales y
fuerzas armadas, así como el fortalecimiento de organizaciones civiles.
También quisiera resaltar la conformación de un programa
específico para la prevención integral de la tortura vigente desde
1994 hasta 1999. Fue reestructurado a finales de 1997 en función
de los nuevos desafíos regionales: se reorientó de un enfoque
médico al de la integración de esfuerzos concretos entre sectores
oficiales y la sociedad civil organizada, sin abandonar la necesidad
de formación de especialistas en el diagnóstico y tratamiento de
violaciones a los derechos humanos, así como la prevención de la
tortura. El programa atendió demandas de capacitación y asistencia
técnica en ese ámbito por parte de entidades universitarias, car-
celarias, organizaciones no gubernamentales de derechos humanos
y centros especializados.
Con respecto a la difusión en torno a esta temática, en octubre 381
del 2001 el IIDH publicó el libro Verdad y justicia: homenaje a Emilio F.
Mignone como un tributo a un defensor incansable por la verdad y la
justicia, y a su vez un esfuerzo de sistematización y difusión de las
experiencias relacionadas con comisiones de la verdad en nuestro
continente, una materia por la cual el doctor Mignone luchó con
pasión y sin desmayo, promoviendo el esclarecimiento de la verdad
sobre la suerte de las víctimas de graves violaciones a los derechos
humanos y el cese de la impunidad contra sus perpetradores. La
publicación tiene cuatro capítulos que agrupan diversos artículos
relacionados con una semblanza de Emilio Mignone; diferentes
dimensiones de la problemática de la impunidad; experiencias sobre
comisiones de la verdad en Argentina, Chile, Uruguay, El Salvador,
Guatemala, Sudáfrica y, finalmente, los avances que se han registrado
en el derecho internacional en términos de justicia.
Con esta publicación, a la cual se suman muchos otros esfuerzos
como el realizado recientemente por la Corporación de Promoción
y Defensa de los Derechos del Pueblo de Chile y la Asociación para
la Prevención de la Tortura de Ginebra, queremos contribuir a
difundir estas experiencias y que nuevas iniciativas que surgen en
COMISIONES DE LA VERDAD

nuestro continente, como el caso peruano, puedan tener un referente


de los aciertos y las dificultades de procesos similares en otros países.
En cuanto a iniciativas relacionadas con reparación, se va a
iniciar un proyecto de apoyo psicológico a víctimas o familiares
denunciantes de casos de tortura, tratos crueles, inhumanos y
degradantes ante el Sistema Interamericano de Protección de
Derechos Humanos. El periodo histórico de represión y genocidio
sufrido por varios países de la región ha dejado profundas heridas
en el cuerpo social. Las víctimas o sus familiares enfrentan las secuelas
de un pasado de violación de sus derechos humanos, que además se
reavivan y develan en el proceso de denuncia o trámite que ello
conlleva en los ámbitos nacionales o internacionales, en búsqueda
de reparación y justicia.
En el ámbito del Sistema Interamericano de Protección de los
Derechos Humanos la casuística demuestra que el número de
denuncias que reciben sus instancias —la Comisión y la Corte
Interamericana de Derechos Humanos— se incrementa de manera
382 creciente. En el caso de la Comisión, se tramitan 930 casos in-
dividuales que actualmente se encuentran pendientes; durante el año
2000 esta instancia recibió 681 denuncias sobre presuntas violaciones
de derechos humanos. En cuanto a la Corte, en sus veintiún años de
funcionamiento, ha tramitado o tiene en trámite cuarenta casos
contenciosos; de ellos, ocho han sido archivados por haber concluido
todas sus etapas, diecisiete se encuentran en etapa de supervisión de
cumplimiento de sentencia y quince se encuentran en alguna etapa
de tramitación. Las recientes reformas al Reglamento de la Comisión
y de la Corte hacen el procedimiento más expedito y amplían las
posibilidades de resolución de admisibilidad de los casos presentados,
y por ende de la determinación del envío de casos ante la Corte;
prevén además una mayor participación de las víctimas o sus
familiares ante los procesos.
La experiencia institucional en promoción y capacitación sobre
el Sistema Interamericano, y especialmente sobre sus instancias de
protección, ha mostrado que no es suficiente capacitar a las
organizaciones de derechos humanos en la documentación de los
casos. Se ha hecho evidente que en el caso de víctimas de tortura o
sus familiares también es necesario realizar un proceso previo de
LA PROMOCIÓN Y LA EDUCACIÓN

contención psicológica y de preparación a las víctimas o sus familiares,


por las implicaciones que tiene presentar su caso o el de un familiar
ante el Sistema Interamericano, y el costo afectivo que conlleva revivir
sucesos dolorosos, así como el apoyo psicológico en la preparación
de testimonios. Un acompañamiento de este tipo permitiría ligar la
demanda de justicia con la rehabilitación emocional de la víctima o
de sus familiares. Para contribuir en este proceso el IIDH y Cejil han
formulado un proyecto que tendrá cobertura interamericana y una
duración de tres años, dirigido a víctimas de tortura política, víctimas
de violación sexual como estrategia de guerra y víctimas de conflictos
armados, incluyendo menores involucrados en conflictos bélicos,
cuyas denuncias hayan sido admitidas ante la Comisión o la Corte
Interamericana de Derechos Humanos.
Corresponderá al IIDH apoyar a las víctimas con un equipo de
especialistas durante el periodo de audiencias ante la Comisión y la
Corte Interamericana de Derechos Humanos, y sistematizar doctrina
sobre las secuelas de este tipo de violaciones como un aporte a la
consideración de la Comisión y la Corte en su esfuerzo por ampliar 383
el ámbito de reparaciones psicosociales y proyecto de vida en sus
recomendaciones y sentencias.
Por su parte, Cejil se encargará del proceso previo a las
audiencias, en cuanto al apoyo de los casos, su documentación y la
realización de entrevistas, así como del entrenamiento a su equipo
en el manejo específico de este tipo de casos, y las secuelas e
implicaciones que tienen para las víctimas y sus familiares iniciar y
sostener un proceso de denuncia ante el Sistema Interamericano.
Consideramos que este esfuerzo conjunto será un aporte sus-
tantivo a la rehabilitación de la víctima o sus familiares, pues apoyaría
los procesos individuales e incentivaría su conciencia de la contribución
social que significa una denuncia como aporte a la comunidad
internacional para combatir la impunidad, a la vez que un progreso
en la jurisprudencia en torno a reparaciones psicosociales.
Para el cumplimiento de estos objetivos el proyecto se propone
realizar las acciones que se comentan a continuación.
—Analizar el contenido de recomendaciones de la Comisión
y sentencias de la Corte Interamericana para identificar el nivel de
desarrollo de reparaciones psicosociales y proyecto de vida.
COMISIONES DE LA VERDAD

—Realizar una fase previa de investigación sobre los casos


admisibles que califiquen en la temática específica del proyecto para
los próximos tres años en la Comisión y la Corte, así como la dinámica
y los mecanismos de las audiencias, y los procesos de preparación
de audiencias por parte de las personas peticionarias, víctimas o sus
familiares. Ello permitiría la elaboración de una propuesta metodo-
lógica y de acción, así como del plan de trabajo.
—Conformar un equipo de especialistas que atienda a las
víctimas o sus familiares antes, durante y después de las audiencias
de la Comisión y la Corte; para ello se identificará a un equipo de
especialistas latinoamericanos en atención, asistencia y contención
psicológica en casos de tortura.
—Diseñar una estrategia de atención, asistencia y contención
psicológica; establecer la metodología de sistematización de las
experiencias de trabajo con las víctimas y sus familiares, y el formato
para la elaboración de informes. Para ello se realizará una reunión de
trabajo de cuatro días con los especialistas durante la última semana
de enero del próximo año, en San José, Costa Rica.
384
—Definir mecanismos de solicitud del servicio de apoyo
psicológico por parte de las víctimas y sus familiares, programado
en función de las audiencias que dará la Comisión y la Corte.
—Elaborar informes para la Comisión y la Corte Interamericana
de Derechos Humanos que muestren las secuelas individuales y
colectivas de este tipo de violaciones de derechos humanos.
—Conformar una red que identifique a especialistas y organi-
zaciones locales a fin de que puedan convertirse en un apoyo posterior
al proceso, en la medida en que se avance en este tipo de reparaciones
en los órganos de protección del Sistema Interamericano.
—Difundir la experiencia de trabajo de los tres años mediante
la publicación de una sistematización de la metodología aplicada y
sus resultados.
El olvido como valor social no sólo instaura una cultura
siniestra con todos sus efectos, sino que promueve la repetición de
los hechos. La pesada herencia de los abusos del pasado exige que
las nuevas democracias se ocupen de ellos. La razón más importante
para combatir la impunidad, más que la motivación para que estas
situaciones no se vuelvan a repetir, es la necesidad de que un daño
socialmente causado pueda ser socialmente reparado.
La experiencia de Argentina.
Verdad, depuración y justicia:
prevención de violaciones
de derechos humanos1

Javier Mariezcurrena
Coordinador de Programa, Proyecto para la Justicia de Transición
Centro para los Derechos Civiles y Humanos
Universidad de Notre Dame (Estados Unidos)

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo responde a la solicitud de hacer una breve reseña


del esclarecimiento de la verdad en Argentina y de la prevención de 385
violaciones de derechos humanos, considerando también otras
experiencias que hayan sido útiles para evitar futuras agresiones. Para
ello, voy a considerar lo que se ha hecho en materia de verdad,
justicia y depuración de las agencias estatales, dejando de lado otras
experiencias importantes, como el resarcimiento económico pagado
por el Estado, porque tiene que ver más con la reparación que con
la prevención, aunque se podría argumentar que también la
indemnización tiene un contenido preventivo.

LAS PRIMERAS MEDIDAS DEL GOBIERNO DEMOCRÁTICO

Además de la incorporación de diversos instrumentos internacionales


de derechos humanos al derecho interno, entre las primeras medidas

1. Ésta es una versión preliminar de un trabajo de más largo alcance que se está
desarrollando con María José Guembe, también abogada de la Universidad de Buenos
Aires y del Centro de Estudios Legales y Sociales, Argentina. El autor agradece su
inestimable contribución con información y comentarios.
COMISIONES DE LA VERDAD

adoptadas por el primer gobierno democrático, a los dos meses de


haber asumido, se encuentra la anulación, a cargo del Congreso Nacional,
de la Ley de pacificación nacional, un decreto-ley de autoamnistía que el
gobierno militar en retirada había ordenado, invocando la necesidad de
perdón y reconciliación.2 Esta anulación hecha por el Congreso Nacional
fue criticada en el sentido de que el Poder Legislativo actuó arrogándose
funciones judiciales; sin embargo, se dijo que fue muy útil, ya que casi
todos los jueces venían del gobierno militar y por simpatía o por temor
no la hubieran declarado inconstitucional y nula.3
Otro paso fundacional, casi paralelo al inicio de la actuación
de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas
—Conadep— fue el inicio del juicio a las juntas militares.4 El
presidente de la nación ordenó al Fiscal General de las Fuerzas
Armadas la instrucción de un proceso penal —ante tribunales
militares— de los antiguos jerarcas, intentando una estrategia de
autodepuración. Sin embargo, ese mismo decreto establecía que la
sentencia del tribunal militar sería apelable ante un tribunal civil, según
386 la modificación que se haría al Código de Justicia Militar. La ley de
reforma fue sancionada menos de dos meses después.5 Por su parte,
el Congreso Nacional, al tratar el proyecto de ley, añadió que el
tribunal civil podía comenzar a entender la causa —jurídicamente,
avocarse— si los tribunales militares incurrían en demoras in-

2. Como suele ocurrir en estos casos, el que ofende pretende imponer al ofendido
el perdón y la reconciliación, cuando éstas son facultades exclusivas del ofendido.
3. Ley 23.040, del 22 de diciembre de 1983. Véase Sancinetti, Los derechos humanos
en la Argentina postdictatorial, Lerner Editores Asociados, Buenos Aires, 1988.
4. Decreto 158/83, Juicio Sumario ante el Consejo Supremo de Fuerzas Armadas, del
13 de diciembre de 1983, por el que el presidente de la nación ordena la instrucción
de un proceso penal —ante tribunales militares— de las cúpulas militares. El artículo
3 establecía que la sentencia sería apelable ante la Cámara Federal —tribunal civil—
en los términos de las modificaciones al Código de Justicia Militar una vez sancionadas
por el Honorable Congreso de la nación. El mismo día el Poder Ejecutivo enviaba al
Congreso de la nación la reforma al Código mencionado. El artículo 1 de la Ley
23.049 “de Modificaciones al Código de Justicia Militar”, establecía, entre otras cosas,
la posibilidad de apelación de las sentencias dictadas por tribunales militares. Esta
modificación de la legislación militar podría subsumirse como garantía de no repeticion
según la categorización del relator especial Theo van Boven.
5. Ley 23.049 del 9 de febrero de 1984.
LA EXPERIENCIA DE ARGENTINA

justificadas o tramitaban el proceso negligentemente. Finalmente,


ante la inactividad del tribunal militar e invocando demora injustificada,
la Cámara Federal de Apelaciones de la capital federal comenzó a
tramitar el juicio a las juntas militares.

EL JUICIO A LAS JUNTAS MILITARES Y PROCESOS POSTERIORES

El nuevo gobierno democrático llevó a juicio —esto dicho lite-


ralmente— a algunos de los principales responsables de las más
graves violaciones de los derechos humanos en Argentina. El juicio
a los comandantes fue histórico y de gran importancia para la
transición. La sociedad no podía negar el horror de lo que escuchaba
y veía por los medios de comunicación.
El análisis del juicio a las juntas y de los demás procesos
judiciales excedería los límites de este trabajo. Respecto del primero
se han cuestionado aspectos jurídicos del proceso y la sentencia.6
De todas maneras, es sumamente rescatable el valor del juicio a pesar
387
de que se puede coincidir con algunas de las críticas jurídicas
formuladas. El hecho de que los militares fueran condenados luego
de un proceso es un valor en sí mismo, muestra una regla básica y
nueva de convivencia que diferenciaba claramente dos etapas, una
en la que se juzgaba, se escuchaba a los imputados, ellos contaban
con abogados y jueces profesionales que conocían el caso, y la otra,
donde los militares eran juez, parte y verdugo.
Por primera vez jueces civiles condenaban —si bien par-
cialmente— a militares en cumplimiento de la obligación de
impartir justicia. A este juicio le siguieron muchos otros más,
hasta que el primer gobierno democrático claudicó ante la presión
militar y siguiendo la llamada ética de la responsabilidad sancionó las
leyes de pseudoamnistía de Punto final7 y de Obediencia debida.8 Se les

6. Para una profunda crítica a diversos aspectos del juicio a las juntas, como por
ejemplo al inicio por decreto, a la imputación, a cuestiones probatorias, a la determinación de la
pena, vea Sancinetti, op. cit., pp. 45 y ss.
7. Ley 23.492 de Punto final, del 24 de diciembre de 1986.
8. Ley 23.521 de Determinación de los Alcances del Deber de Obediencia,
promulgada el 8 de junio de 1987.
COMISIONES DE LA VERDAD

denomina así porque, si bien no se llaman de amnistía, persiguen


el mismo efecto. La primera de ellas, de Punto final, modificó el
régimen de prescripción de la acción penal a un tiempo mínimo.
Si en un plazo de sesenta días corridos contados a partir de la
promulgación de la ley los jueces no citaban a declaración
indagatoria a los militares imputados, la acción penal se extinguiría
en su favor. Sin embargo, la presión de los organismos de
derechos humanos y el compromiso de algunos jueces produjeron
un efecto contrario al deseado por el gobierno. Los tribunales se
mantuvieron abiertos durante todo el tiempo de vacaciones —la
ley entró en vigor coincidiendo con la feria judicial— y de esta
manera fueron iniciados e impulsados varios procesos y se
produjeron innumerables procesamientos de militares —más de
los que esperaba el gobierno—. En consecuencia, unos meses
después, fue sancionada la Ley de Obediencia Debida, que
estableció una presunción de jure, es decir, sin la posibilidad de
prueba en contrario, que gran parte de los militares había actuado
388 obedeciendo órdenes, en estado de coerción bajo la autoridad
superior y sin la facultad o posibilidad de inspección, oposición
o resistencia a ellas en cuanto a su oportunidad o legitimidad. En
consecuencia, se les excluía de responsabilidad penal. Como se ha
dicho, en realidad esta ley determinó hechos y aplicó el Derecho,
atribuciones del Poder Judicial. Es decir, esta ley era en realidad ni
más ni menos que una sentencia emanada del Congreso, absolutoria y,
por ser contraria a lo que las pruebas demostraban, arbitraria.9
Posteriormente, el ciclo de impunidad se terminó de cerrar
con los decretos de 1989 y 1990 del entonces presidente Menem.
Ante la imposibilidad de conseguir justicia en Argentina, los
familiares de las víctimas y los organismos de derechos humanos
recurrieron al Sistema Interamericano de Protección de Derechos
Humanos. Se denunció al Estado argentino por violar la Convención
Americana (CADH). Las denuncias se concentraban en la falta de
garantías judiciales y protección judicial (arts. 8 y 25 del CADH)
consecuencia de las leyes de impunidad mencionadas, ya que las

9. Sancinetti, op. cit., p. 134.


LA EXPERIENCIA DE ARGENTINA

violaciones al derecho a la vida, a la integridad física y psíquica no


podían ser alegadas por razón de tiempo: se habían cometido antes
de que el Estado argentino ratificara la Convención Americana. La
CIDH, en su Informe 29/92, concluyó que las leyes y los decretos de
impunidad eran incompatibles con la Declaración y la Convención
Americanas y recomendó al gobierno de Argentina que otorgase a
los peticionarios una justa compensación por no garantizar justicia
ni protección judicial. Asimismo, recomendó, como se verá luego,
que el gobierno adoptase las medidas necesarias para esclarecer
los hechos e individualizar a los responsables de las violaciones a los
derechos humanos de la pasada dictadura militar.10
Debieron pasar casi nueve años para que un juez declarara
inválidas e inconstitucionales las leyes de Punto final y Obediencia
debida y llamara a prestar declaración indagatoria a militares que
habían sido beneficiados por ellas.11 Esta decisión fue confirmada
por la Cámara Federal, quedando pendiente la decisión de la Corte
Suprema.
Además de las causas que se siguen contra personas bene- 389
ficiadas por las leyes de impunidad, se siguen tramitando otros
procesos judiciales por hechos que habían sido excluidos de su
alcance protector. Entre ellas están las causas relacionadas con la
apropiación de menores —más conocidas como las causas de robos
de bebés—; las que se siguen por apropiación de inmuebles; aquellas
en que se investigan los delitos cometidos por personal civil y,
finalmente, las que investigan los delitos cometidos en el momento
inmediatamente anterior a un golpe de Estado.
Existe además una causa en la que se investiga la coordinación
represiva ilegal de las fuerzas armadas y de seguridad del Cono Sur
—la llamada Operación Cóndor—. Recientemente, en esta causa se ha
detenido a militares, incluso alguno de ellos en actividad, y se

10. Porque puede ser de interés, también se deben citar los casos paradigmáticos de
la CIDH en los cuales se condenó a las amnistías de Uruguay, Informe 28/92 y la
autoamnistía de Pinochet de 1978, Informe 36/96.
11. Causa “Simón, Julio, Del Cerro, Juan Antonio s/sustracción de menores de 10
años”, Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal Núm. 4 de la capital
federal, 6 de marzo de 2001.
COMISIONES DE LA VERDAD

ha dictado el procesamiento preventivo de varios militares de las


más altas jerarquías.12
Finalmente, se siguen procesos penales en contra de violadores
de derechos humanos en España, Italia, Francia, Suiza, Suecia y Ale-
mania, e incluso en algunos casos se han dictado condenas en ausencia.

DEPURACIÓN DE LAS FUERZAS DE SEGURIDAD Y MILITARES

Si bien parece un principio básico que un Estado democrático no


deba mantener en sus filas a autores de violaciones graves y sistemáticas
de derechos humanos, América Latina está plagada de casos en
los cuales militares o policías imputados de esos delitos no sólo
continúan en funciones, sino que son ascendidos. Esta política de
premiar a violadores de derechos humanos no es exclusiva de
Argentina, y tal vez uno de los ejemplos más visibles y desafiantes
fuera la senaduría vitalicia otorgada a Pinochet. Es una situación de
390 una generalidad y habitualidad asombrosas.13
La depuración de las agencias estatales, especialmente las de
fuerzas armadas y de seguridad, para comprometerlas con el Estado
de Derecho, es un principio estrechamente ligado con la obligación
de hacer justicia, aquella que ordena al Estado perseguir y castigar a
los responsables de violaciones de derechos humanos. De hacerse
efectivo el castigo, la depuración sería la consecuencia natural. Sin
embargo, a pesar de esta estrecha vinculación, no debe perderse de
vista que debe ser un deber autónomo. Es decir, aun cuando amnistías
o indultos o cualquier otro motivo hicieran imposible sancionar a
los responsables de violaciones de derechos humanos, el Estado
debería separarlos de sus filas.
Si bien desde algún punto de vista puede considerarse la
separación como una sanción, lo cierto es que el contenido punitivo

12. Véase Página 12, 13 de septiembre de 2002, “El Juez Bonadío ordenó la
preventiva de Galtieri y otros 25 represores del 601”.
13. Véase Kai Ambos, Impunidad y derecho penal internacional, editado por el Instituto
Max Planck, la Comisión Andina de Juristas, Konrad Adenauer Stiftung Ciedla y
Biblioteca Jurídica Dike, Medellín, 1997.
LA EXPERIENCIA DE ARGENTINA

no es el esencial; la razón de depurar se encuentra en la ética de las


instituciones públicas y la obligación del Estado de prevenir y evitar
nuevas violaciones de los derechos humanos.
Esta justificación se encuentra claramente explicada en pala-
bras de la Corte Interamericana:

El deber de prevención abarca todas aquellas medidas de carácter jurídico, político,


administrativo y cultural que promuevan la salvaguarda de los derechos humanos
[…] No es posible hacer una enumeración detallada de esas medidas,
que varían según el derecho de que se trate y según las condiciones
propias de cada Estado Parte […]. Pero sí es obvio, en cambio, que el
sometimiento de detenidos a cuerpos represivos oficiales que impunemente practiquen
la tortura y el asesinato representa, por sí mismo, una infracción al deber de prevención
de violaciones a los derechos a la integridad física y a la vida, aun en el
supuesto de que una persona dada no haya sufrido torturas o no haya sido ultimada.14

Siguiendo una interpretación lógica de lo dicho por la Corte, se podría


concluir que los Estados parte podrían incurrir en responsabilidad 391
internacional por infracción al deber de prevención si someten a
detenidos a instituciones que mantienen en sus cuadros a agentes que
practiquen o hayan practicado impunemente torturas o asesinatos.15
En un sentido similar, enfatizando el efecto preventivo, se
pronunció el Relator Especial sobre Impunidad de la Comisión de
Derechos Humanos del Consejo Económico y Social de las Naciones
Unidas, quien señaló a la depuración como una garantía de no
repetición de las violaciones:

14. Corte IDH, caso Velásquez Rodríguez, sentencia del 29 de julio de 1988,
parr. 175 (el destacado no es del original).
15. Asimismo, debe tenerse en cuenta que el Estado está obligado a asegurar el libre
y pleno ejercicio de los derechos humanos y para ello debe “organizar todo el aparato
gubernamental y, en general, todas las estructuras a través de las cuales se manifiesta el
ejercicio del poder público”, dentro de las que se encuentran, sin duda, las fuerzas
armadas y de seguridad. Como señala la Corte, esta obligación no se agota con la
existencia de un orden normativo “sino que comporta la necesidad de una conducta
gubernamental que asegure la existencia, en la realidad, de una eficaz garantía del
libre y pleno ejercicio de los derechos humanos”, Velásquez Rodríguez, op. cit.,
parr. 166 y 167.
COMISIONES DE LA VERDAD

Dado que las mismas causas producen los mismos efectos, se imponen tres medidas
para evitar que las víctimas vuelvan a ser objeto de violaciones que
vulneren su dignidad […] c) separación del cargo de los altos funcionarios
implicados en las violaciones graves que se hayan cometido. Debe tratarse de
medidas administrativas no represivas, pues son de naturaleza preventiva y el
funcionario ha de poder beneficiarse de garantías.16

Más aún, consolidando los fundamentos de este principio, el Comité


de Derechos Humanos, órgano de Naciones Unidas encargado de
aplicar el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, ha instado
de manera consistente a los Estados parte a depurar sus distintas
agencias manifestando de manera contundente y reiterada como un
motivo principal de preocupación la permanencia de agentes estatales
comprometidos en violaciones a los derechos humanos. Así se
pronunció respecto de Argentina, Paraguay,17 Haití18 y Bolivia.19

16. Informe final revisado acerca de la cuestión de la impunidad de los autores de


violaciones de los derechos humanos (derechos civiles y políticos) preparado por L.
392 Joinet de conformidad con la Resolución 1996/119 de la Subcomisión, E/CN.4/
Sub.2/1997/20/Rev.1 del 2/10/97.
17. “El Comité manifiesta su inquietud por la continuación de las torturas y los
malos tratos de los detenidos, incluso después de la restauración de la democracia
en 1989. Al respecto, inquieta al Comité la permanencia de oficiales vinculados y
dedicados a las prácticas autoritarias del antiguo régimen”, Informe del Comité de Derechos
Humanos, Volumen I, Asamblea General, Documentos Oficiales, Quincuagécimo
periodo de sesiones, Suplemento núm. 40 (A/50/40), parr. 206, 40, Paraguay.
18. En este caso el Comité extiende, con razón, la obligación de depurar al Poder
Judicial y a otros organismos públicos donde se encuentren funcionarios
comprometidos con los abusos. “Preocupa al Comité la posibilidad de que al no
investigarse a los violadores de derechos humanos con el fin de excluírseles de los
institutos militares, la fuerza de Policía y el Poder Judicial; quede considerablemente
debilitada la transición a la seguridad y la democracia”. De allí que el Comité de
Derechos Humanos de las Naciones Unidas recomendó encarecidamente que la
Comisión de la Verdad y Justicia iniciara su labor cuanto antes y que se establecieran
otros mecanismos encargados de investigar las violaciones de derechos humanos
llevadas a cabo por miembros de la Policía, las fuerzas armadas y otros servicios de
seguridad, así como del Poder Judicial, como una manera de garantizar que las
personas estrechamente vinculadas con los abusos de los derechos humanos “no
presten servicios en esas instituciones”: Informe op. cit., parr. 232 y 236, Haití.
19. “Observa también que los miembros de las fuerzas armadas y otros funcionarios
públicos que participaron en las violaciones más graves de los derechos humanos,
no siempre han sido destituidos y continúan manteniendo sus cargos, lo cual refuerza
la impunidad dentro del Estado parte”, Informe del Comité de Derechos Humanos, Vol. I,
Asamblea General, Documentos oficiales, Quincuagésimo segundo periodo de
sesiones, Suplemento núm. 40 (A/52/40), parr. 205, p. 38 y ss.
LA EXPERIENCIA DE ARGENTINA

Sin embargo, en Argentina poco han hecho los gobiernos


democráticos en este aspecto. Al año siguiente de concluir la dictadura
militar los organismos de derechos humanos presentaron al Senado
de la nación una lista de 896 militares acusados de actos ilegales
durante la represión20 y posteriormente se opusieron a la política de
ascensos de represores. En particular, el Centro de Estudios Legales
y Sociales —CELS—, se ocupó desde entonces de impugnar ante el
Senado las propuestas de ascenso enviadas por los presidentes de la
nación. Este trabajo tuvo sus frutos. A fines de 1994, el presidente
Menem envió los pliegos de ascenso de varios militares, dos de
ellos imputados de graves violaciones de derechos humanos, los
capitanes de fragata Rolón y Pernías, quienes admitieron por primera
vez en una audiencia pública que usaron la tortura.21
El Comité de Derechos Humanos se pronunció sobre este
caso diciendo que

lamenta que las pruebas presentadas al Senado contra miembros de


las fuerzas armadas por las que se demuestra que han participado en 393
ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas, torturas y otras
violaciones de los derechos humanos, aunque en algunos casos puedan
impedir los ascensos de los acusados, no sean en sí mismas causas de
su despido.22

Esta preocupación fue reiterada recientemente por el Comité en su


Informe sobre Argentina:

Pese a las medidas positivas tomadas recientemente para reparar


injusticias pasadas, incluida la abolición en 1998 de la Ley de Obediencia
debida y la Ley de Punto final, preocupa al Comité que muchas personas
que actuaban con arreglo a esas leyes sigan ocupando empleos militares

20. Verbitsky, El vuelo, p. 154, Ed. Planeta, Buenos Aires, 1995.


21. Fue fundamental el hecho de que las sesiones donde se discutían los ascensos se
volvieran públicas, hecho conseguido por presión de la sociedad civil.
22. Informe del Comité de Derechos Humanos, Vol. I, Asamblea General, Documentos
Oficiales, Quincuagésimo periodo de sesiones, Suplemento núm. 40 (A/50/40),
parr. 154, Argentina.
COMISIONES DE LA VERDAD

o en la administración pública y que algunos de ellos hayan incluso


obtenido ascensos en los años siguientes. El Comité reitera, pues, su
inquietud ante la sensación de impunidad de los responsables de graves
violaciones de los derechos humanos bajo el gobierno militar.
Las violaciones graves de los derechos civiles y políticos durante el
gobierno militar deben ser perseguibles durante todo el tiempo
necesario y con toda la retroactividad necesaria para lograr el
enjuiciamiento de sus autores. El Comité recomienda que se siga
desplegando un esfuerzo riguroso a este respecto y que se tomen
medidas para cerciorarse de que las personas que participaron en
violaciones graves de los derechos humanos no sigan ocupando un
empleo en las fuerzas armadas o en la administración pública.23

Existen otros casos interesantes de depuración, como el del general


Bussi, quien había sido beneficiado por la ley de Punto final, a pesar
de que se le atribuyen casi setecientas desapariciones. Bussi había
resultado electo diputado, luego de haber sido también gobernador,
394 por la misma provincia en la que había mandado bajo la dictadura
militar. La Cámara de Diputados, al revisar la validez de su título
—un trámite donde se examina que el diputado electo cumpla con
los requisitos legales de edad, entre otras formalidades—, inició un
procedimiento en el que se concluyó su falta de idoneidad moral
para el ejercicio de la función, rechazándose el diploma y ex-
cluyéndosele del Congreso. Se trató de una decisión controvertida
por el procedimiento que se llevó a cabo.
Según se ha dicho, otra opción habría sido aceptar su título de
diputado, en tanto el Congreso parecía no tener opción para revisar
más que el cumplimiento de formalidades y, luego, haber convocado
a una comisión especial de la Cámara para investigar las acusasiones
contra Bussi, con audiencias públicas, participación de las víctimas y
sus representantes. Ello con el fin de emitir un informe que
esclareciera la responsabilidad de Bussi por los crímenes contra la
humanidad cometidos en la zona militar bajo su control. Si así se

23. Observaciones finales del Comité de Derechos Humanos: Argentina,


03/11/2000. CCPR/70/arg.
LA EXPERIENCIA DE ARGENTINA

hubiese procedido —se argumenta—, Bussi habría tenido la


obligación de cooperar con la comisión parlamentaria, ya que
cualquier falta de cooperación hubiera permitido su expulsión de
acuerdo con el artículo 66 de la Constitución argentina por inhabilidad
moral sobreviniente a su incorporación al Congreso, ya que estaría
incumpliendo el deber legal de esclarecer las violaciones de derechos
humanos.24 Probablemente Bussi no se hubiera sometido a este
proceso, y aun haciéndolo y esclarecida la verdad, hubiera sido
también suficiente como para expulsarlo por la misma razón. Bussi
recurrió la decisión del parlamento ante la justicia y, en octubre del
2001, la Corte Suprema declaró el caso admisible, estando pendiente
su decisión.
Finalmente, hay dos intentos recientes muy valiosos de
depuración de las fuerzas armadas. De la misma manera que lo
sucedido con los ex militares Rolón y Pernías, se celebraron audiencias
públicas en el Senado en las que se consideró el ascenso de dos
militares imputados de graves violaciones de derechos humanos. El
aspecto novedoso fue que en ellas por primera vez fueron recibidos 395
los testimonios de víctimas y familiares.25
En conclusión, hasta el momento no hubo en Argentina una
experiencia institucionalizada, sistemática, con procedimientos y
normas preestablecidos (incluyendo la reglamentación de las garantías
del imputado) para depurar a las fuerzas armadas, de seguridad y
demás agencias estatales de los imputados de violaciones a los
derechos humanos en el pasado. Por el contrario, los excepcionales
casos de separación respondieron exclusivamente a los reflejos de

24. Jonathan Miller, “Soluciones imperfectas para una democracia imperfecta”, El


Caso Bussi, el voto popular y las violaciones a los derechos humanos, Vega, Busti, Chillier y
Méndez (comps.), Congreso de la República Argentina, Imprenta del Congreso de
la Nación, Buenos Aires, 2002.
25. En lo que va del 2002 el Centro de Estudios Legales y Sociales realizó estas dos
impugnaciones, una en contra del ascenso del marino Julio César Binotti —quien
habría sido partícipe de un Grupo de Tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada,
beneficiado por la ley de Punto final— y la otra contra la promoción del teniente
coronel Rafael Braga —quien habría participado en un Grupo de Tareas en el norte
argentino responsable de varios secuestros y desapariciones—. Ambos casos se
encuentran pendientes de decisión en la Comisión de Acuerdos del Senado.
COMISIONES DE LA VERDAD

los organismos de derechos humanos, a sus acciones jurídicas y políticas


en los ámbitos local e internacional y a la presión de la opinión pública.

EL DERECHO A LA VERDAD

Los órganos del Sistema Interamericano de Derechos Humanos han


establecido claramente el fundamento y contenido del derecho a la
verdad. La Corte Interamericana ha dicho:

el deber de investigar hechos de este género subsiste mientras se


mantenga la incertidumbre sobre la suerte final de la persona
desaparecida. Incluso en el supuesto de que circunstancias legítimas
del orden jurídico interno no permitieran aplicar las sanciones
correspondientes a quienes sean individualmente responsables de
delitos de esta naturaleza, el derecho de los familiares de la víctima
de conocer cuál fue el destino de ésta y en su caso, dónde se
396 encuentran sus restos, representa una justa expectativa que el Estado
debe satisfacer con los medios a su alcance.26

En el mismo sentido, la Comisión Interamericana ha dicho que:

toda la sociedad tiene el irrenunciable derecho de conocer la verdad


de lo ocurrido, así como las razones y circunstancias en las que
aberrantes delitos llegaron a cometerse, a fin de evitar que esos hechos
vuelvan a ocurrir en el futuro. A la vez, nada puede impedir a los
familiares de las víctimas conocer lo que aconteció con sus seres más
cercanos.27

Asimismo, la Comisión Interamericana volvió a pronunciarse sobre


el tema al estudiar la compatibilidad de las leyes de impunidad con la
Convención Americana, cuando recomendó al gobierno argentino:

26. Velásquez Rodríguez, op. cit., parr. 181.


27. Informe Anual de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, 1985-
1986, Secretaría General de la Organización de los Estados Americanos, Washington
D.C., p. 205.
LA EXPERIENCIA DE ARGENTINA

la adopción de medidas necesarias para esclarecer los hechos e


individualizar a los responsables de las violaciones de derechos
humanos ocurridas durante la pasada dictadura militar.28

Este año, la Corte Interamericana29 volvió sobre los funda-


mentos del derecho a la verdad al decir:

La privación continua de la verdad acerca del destino de un


desaparecido constituye una forma de trato cruel, inhumano y
degradante para los familiares cercanos. El derecho a la verdad ha
sido desarrollado suficientemente en el Derecho Internacional de
los Derechos Humanos , y como sostuvo esta Corte en anteriores
oportunidades, el derecho de los familiares de la víctima de conocer
lo sucedido a ésta y, en su caso, dónde se encuentran sus restos
mortales constituye una medida de reparación y por tanto una
expectativa que el Estado debe satisfacer a los familiares de la víctima
y a la sociedad como un todo.
En este sentido, la Corte considera que la entrega de los restos 397
mortales en casos de detenidos desaparecidos es un acto de justicia y
reparación en sí mismo. Es un acto de justicia saber el paradero del
desaparecido, y es una forma de reparación porque permite dignificar
a las víctimas, ya que los restos mortales de una persona merecen ser
tratados con respeto para con sus deudos y con el fin de que éstos
puedan darle una adecuada sepultura.

En Argentina el conocimiento de la verdad se ha dado a través


de la actuación de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de
Personas30 y, más recientemente, gracias al reclamo de los familiares
de las víctimas ante el Poder Judicial. En efecto, desde fines de 1994
y en marzo de 1995, cuando la discusión sobre lo ocurrido en los
años de plomo parecía haber desaparecido definitivamente con las leyes

28. Informe 28/92, Argentina, del 2 de octubre de 1992. En los mismos términos
se pronunció respecto de Uruguay en el Informe 29/92, Recomendación No. 3.
29. Caso Trujillo Oroza; Reparaciones, 27 de febrero de 2002, parr. 114 y 115.
30. Decreto 187/83, Comisión Nacional de Desaparición de Personas, del 15 de
diciembre de 1983.
COMISIONES DE LA VERDAD

de impunidad y el perdón presidencial, las revelaciones de los


militares Rolón y Pernías en el Senado y las posteriores del ex capitán
Scilingo quien, entre otras cosas, explicó cómo se arrojaba al mar,
desde aviones, a personas vivas, reimpulsaron el debate y revivieron
el clima de los primeros años de democracia; como entonces, la
discusión y la indignación social ganaron los espacios públicos y los
medios de difusión dieron una amplia cobertura. Sin embargo,
luego de las revelaciones, el tiempo transcurría y no había ninguna
respuesta oficial ni institucional.
En consecuencia, los organismos de derechos humanos y las
víctimas acudieron al Poder Judicial como el lugar natural dentro de la
estructura estatal para buscar respuestas. Este comportamiento
también se explicaba porque desde el retorno a la democracia la lucha
por los derechos humanos y contra el terrorismo de Estado estaba
íntimamente ligada con la actuación del Poder Judicial. Antes de caer
en la apatía y no cuestionar decisiones “políticas” de los otros dos
poderes, el Poder Judicial había sido el encargado de procesar y
398 condenar a violadores de derechos humanos de la dictadura militar.
Invocando el derecho a la verdad de los familiares y de la
sociedad, junto con el derecho al duelo, los familiares de las víctimas
realizaron diversas presentaciones ante el fuero penal. En ellas se
afirmó que el hecho de que no resultara posible la persecución penal
de los militares no obstaba al derecho de los familiares de conocer
el destino final de sus seres queridos y de la sociedad a conocer en
detalle la metodología y la estructura mediante la cual el Estado había
asesinado a miles de personas. La actuación de la justicia fue,
lamentablemente, muy ambigua para un tema de tanta trascendencia.31
Luego de varias idas y venidas, la cuestión en torno al derecho
a la verdad llegó hasta la Corte Suprema de Justicia, que en agosto
de 1998, por mayoría de cinco votos contra cuatro, negó en dos
párrafos la posibilidad a una madre de buscar información sobre su
hija desaparecida, quien había estado detenida en un centro
clandestino de detención perteneciente al ejército.32

31. Para un detalle sobre estas presentaciones vea Martín Abregú, “La tutela del derecho
a la verdad en Argentina”, Revista IIDH, Núm. 24, San José, diciembre de 1996.
32. Causa Lapacó, Corte Suprema Argentina, sentencia del 13 de agosto de 1998.
LA EXPERIENCIA DE ARGENTINA

Como consecuencia de aquella pobre y errada decisión, el


Tribunal recibió muy duras críticas de casi todos los sectores sociales.
Sólo dos meses después —a la espera, quizás, de recuperar algo de
prestigio social—, la misma Corte, sorpresivamente y por una-
nimidad, consagró el derecho de buscar, con el auxilio de la justicia,
en cualquier organismo del Estado, la información sobre las
circunstancias que rodearon la muerte de aquellas personas y el
destino de sus cuerpos.33
Luego de esta decisión se incrementó el número de juicios de la
verdad llevados a cabo por distintos juzgados a lo largo del país
—fundamentalmente, cámaras federales de la justicia penal—. En
la actualidad continúan los esfuerzos por esclarecer la verdad a través
de estos procesos novedosos, y algunos de ellos han producido
importante información para avanzar en el esclarecimiento del
destino y la suerte de personas desaparecidas.

CONCLUSIÓN 399

El debate sobre el procesamiento de las atrocidades del pasado y la


prevención de nuevas violaciones graves y sistemáticas de derechos
humanos tiene una vigencia e importancia fundamental en la
Argentina de hoy, que está pasando por la crisis económica e
institucional más importante de su historia.
En este contexto, hay noticias de acercamientos a sectores
militares de algunos políticos con el fin de pedir su intervención y,
lejos de Buenos Aires, algunos analistas auguran que las instituciones
argentinas seguirán cayendo hasta el retorno de algún dictador
militar.34 Por otro lado, hay quienes piensan que si aun en esta profunda
crisis no hay mayor violencia, enfrentamientos sociales ni un fuerte
reclamo de la sociedad para que los militares tomen el poder es
justamente porque se ha aprendido la lección del pasado.

33. Corte Suprema de Justicia de la Nación, caso Urteaga, sentencia del 15 de octubre
de 1998.
34. “El influyente Dornsbusch pone un final preocupante a la decadencia
institucional”, Página 12, 7 de julio de 2002.
COMISIONES DE LA VERDAD

Aunque pueda ser de difícil demostración empírica, quizá lo


único que está previniendo y garantizando la no repetición de los
hechos del pasado son los esfuerzos que están llevado a cabo
fundamentalmente las organizaciones de derechos humanos para
esclarecer la verdad, hacer justicia y devolverle a las instituciones del
Estado la ética perdida, separando de sus filas a los responsables de
las más graves violaciones a los derechos humanos.

400
La experiencia de El Salv ador
ador..
Salvador
Esperanza permanente,
justicia pendiente,
impunidad presente

Miguel Rogel Montenegro


Director de la Comisión de Derechos Humanos de El Salvador
(El Salvador)

El Salvador es un país con un territorio de apenas veinte mil


kilómetros cuadrados y con una población de seis millones de
habitantes. La guerra y la pobreza obligaron a muchos compatriotas
a emigrar a otros territorios: más de dos millones se encuentran
viviendo en Estados Unidos. Las remesas familiares constituyen la
principal fuente de ingreso para El Salvador, y si no se contara con 401
ellas, la situación sería mucho más difícil para las familias y la
economía.
La guerra interna, sufrida durante doce años, fue un hecho
tenebroso y desagradable para el pueblo salvadoreño. Hacer
memoria de nuestra historia es recordar el dolor y el sufrimiento
que por décadas ha tenido que soportar. En 1932, durante la dictadura
del general Maximiliano Hernández Martínez, se cometió la mayor
masacre de la historia: miles de personas fueron asesinadas o
desaparecidas. Entre las víctimas había obreros, indígenas,
campesinos, maestros, estudiantes.
En el año de 1980 comenzó la guerra civil. Aunque las razones
para iniciarla posiblemente son suficientes para algunos, nadie imaginó
la magnitud del desastre que ocasionaría. En ningún momento el
gobierno mostró su voluntad de evitarla y mucho menos se tomaron
medidas de prevención. Sin temor a equivocarme, hubo intereses
definidos de lucrar y enriquecerse, mantener el poder y hasta
prevalecieron intereses externos. La barbarie cometida contra el
pueblo fue tan grande que el terror se apoderó de los salvadoreños.
Con la asesoría de militares estadounidenses, el pueblo fue sometido
COMISIONES DE LA VERDAD

por el gobierno a las agresiones más despiadadas. Los Escuadrones


de la Muerte (EM), UGV (Mano Blanca, Maximiliano Hernández
Martínez) fueron utilizados por los Cuerpos de Seguridad (Guardia
Nacional, Policía Nacional y Policía de Hacienda) para intimidar a la
población. Éstos fueron los que provocaron el terror, porque a sus
cuarteles fueron llevadas miles de personas que, mediante los más
crueles interrogatorios y las torturas físicas y psicológicas más
inhumanas minaron su resistencia física y mental. Muchos fueron
desaparecidos y otros llevados a los diferentes centros penitenciarios.
Existía lo que se llamaba el S-II, asesorado por oficiales argentinos,
venezolanos y estadounidenses.
La alta cúpula militar era dirigida y controlada por un
importante grupo de oficiales graduados en la Escuela Militar,
conocido como “La Tandona”, conductora de la Fuerza Armada,
algunos de cuyos batallones de élite como El Atlácatl; Braca-
montes y Belloso fueron responsables de las más graves masacres
como la de El Mozote, El Sumpul y El Calabozo. Éstas se
402 realizaron durante los operativos militares denominados “Tierra
arrasada”, que iban acompañados de bombardeos, en los que
además utilizaban armas químicas como napalm y fósforo
blanco.
Nosotros no sólo fuimos víctimas, sino testigos y defensores
de derechos humanos. Logramos documentar el libro La tortura en
El Salvador, con entrevistas hechas por miembros de la Comisión
de Derechos Humanos a novecientos presos políticos recluidos bajo
las acusaciones de terrorismo y subversión en el Centro Penal “La
Esperanza”. Se clasificaron los tipos de tortura y se definieron
cuarenta formas, tanto físicas como psicológicas, entre las que se
encontraban violaciones sexuales a hombres.
Aquellos que durante y después del conflicto trabajamos en la
defensa de los derechos humanos fuimos objeto de atentados,
secuestros, capturas, torturas, asesinatos y desapariciones. Incluso
nuestros familiares sufrieron persecución.
Esta tragedia no solamente fue vivida y sufrida por este pueblo,
sino también por aquellos que se identificaron con el dolor y el
sufrimiento de los salvadoreños que pedían derechos, igualdad,
justicia y no represión.
LA EXPERIENCIA DE EL SALVADOR

LAS CONSECUENCIAS

Doce años de guerra tuvieron como consecuencia la pérdida de


más de ochenta mil vidas, la desaparición de siete mil personas,
torturas a miles de compatriotas, incontables familias desintegradas
y la dura realidad de seguir viviendo con ese trauma. Si bien es
cierto que la guerra culminó hace diez años, las causas que la originaron
siguen presentes: una sociedad dañada por profundas heridas,
sangrada, dividida, explotada por los que ostentaban el poder político
y económico, desconfiada y polarizada.

LA PREVENCIÓN

Indudablemente no existió la más mínima intención de no caer en la


confrontación armada y mucho menos una política de prevención para
evitar que se agudizara la crisis. No se trató de corregir los males que
venían arrastrando los anteriores gobiernos, sino todo lo contrario, ya 403
que esto obedecía a los intereses políticos y económicos de unos pocos.
Esto trajo como consecuencia el incremento de las violaciones a los
derechos humanos y el descontento de la gran mayoría de los
salvadoreños, lo que llevó a una crisis mayor.
Lamentablemente, las recomendaciones de la Comisión de la
Verdad no se tomaron en cuenta, olvidándose la responsabilidad
que asumieron ambas partes. Esto ha mantenido las heridas abiertas,
así como los resentimientos. Jamás se podrá borrar nuestro pasado,
ni menos dejar de señalar los errores o la historia.

DEL ESTUDIO COMPARATIVO

Este documento muestra la eficacia, las debilidades, los obstáculos


que han presentado las cinco experiencias de las comisiones de la
verdad. Las posiciones de los afectados, los motivos de los conflictos
fuertemente relacionados con las violaciones a los derechos civiles,
económicos, sociales y culturales. En el mundo existen millones de
seres humanos que han sido salvajemente sometidos a crueles torturas,
COMISIONES DE LA VERDAD

pero que tienen la oportunidad de narrar sus experiencias. Sin


embargo, otros no corrieron con esa misma suerte, ya que fueron
asesinados o desaparecidos sin tener la oportunidad de vislumbrar
la justicia.

LA COMISIÓN DE LA VERDAD EN EL SALVADOR

El proceso de negociación entre el gobierno y el FMLN fue


esperanzador, ya que terminaría ese doloroso episodio. Doce
años duró el conflicto armado que finalizaría en 1992, en
Chapultepec, México, con la firma de los Acuerdos de Paz entre
el gobierno salvadoreño y el Frente Farabundo Martí para la
Liberación Nacional (FMLN). Durante el proceso de negociación
se tomaron diferentes acuerdos, entre ellos la creación de una
Comisión de la Verdad cuyo trabajo —investigar graves vio-
laciones a los derechos humanos en doce años de guerra— debía
404 realizarse en seis meses.
El resultado era previsible para todos aquellos que supimos
esperar lo que vendría a confirmar la Comisión de la Verdad. El
informe emitido en aquella ocasión y bajo el orden siguiente, se
llamó De la locura a la esperanza.

Introducción; Instituciones y nombres; Las secuelas creativas; El


mandato; Puertas y ventanas abiertas; El paroxismo; Fenomenología
de la violencia; La recuperación de la fe; El riesgo de las dilaciones;
La función de la verdad; Agradecimiento; La idea–fuerza.

El mandato; Derecho aplicable; Derecho internacional de los de-


rechos humanos; Derecho internacional humanitario; Metodología.

Cronología de la violencia; Periodo 1980–1983: La institucionaliza-


ción de la violencia; Periodo 1983–1987: El enfrentamiento armado
como marco de las violaciones; Periodo 1987–1989: El conflicto
militar como obstáculo a la paz; Periodo 1989–1991: De la “ofensiva
final” a la firma de los Acuerdos de Paz.
LA EXPERIENCIA DE EL SALVADOR

Casos y patrones de violencia; Panorama general de los casos y patrones


de violencia; Violencia contra opositores por parte de agentes del
Estado; Caso ilustrativo: el asesinato de los sacerdotes jesuitas;
Ejecuciones extrajudiciales, San Francisco Guajoyo; Los dirigentes
del FDR; Las religiosas norteamericanas; La masacre de El Junquillo;
Asesinato de los periodistas holandeses; La masacre de Las Hojas; La
masacre de San Sebastián; Ataque contra un hospital del FMLN y
ejecución de una enfermera; Asesinato del doctor García Arandigoyen;
Atentado a Fenastras y Comadres; Asesinato de Oqueli Flores.

Desapariciones forzadas; Los estudiantes Ventura y Mejía; Rivas


Hernández; Los sindicales Chan Chan y Massi; Masacres de
campesinos por la Fuerza Armada; Caso ilustrativo: El Mozote;
Río Sumpul; El Calabozo; El patrón de conducta; Asesinatos de
Los Escuadrones de la Muerte; Caso ilustrativo: Monseñor
Romero; El patrón de Los Escuadrones de la Muerte; Asesinato
de Mario Zamora Rivas (Procurador General); Asesinato de tres
campesinos en la localidad El Tehuicho; Asesinato del presidente 405
del ISTA, José Rodolfo Viera, y dos norteamericanos; Violencia
contra opositores por parte del FMLN; Caso ilustrativo: ejecución
sumaria de alcaldes; Ejecuciones extrajudiciales; Zona Rosa; Anaya
Sanabria; Romero García (Miguel Castellanos); García Alvarado
(Fiscal General de la República); Francisco José Guerrero, ex
presidente de la CSJ; Militares norteamericanos supervivientes de
un helicóptero derribado; Secuestros; Inés Guadalupe Duarte, hija
del presidente y su amiga Cecilia Villeda; José Apolinar Martínez,
Juez de Paz de Carolina.

Recomendaciones que se coligen directamente del resultado de


la investigación; Separación en la Fuerza Armada; Separación de la
Administración Pública; Inhabilitaciones públicas; La Reforma
Judicial; La Reforma de la Corte; El Consejo de la Judicatura; Los
jueces; Las sanciones.

Erradicación de causas estructurales directamente vinculadas con los


hechos examinados; Reformas en la Fuerza Armada; Reformas en
materia de seguridad pública; Investigación de grupos ilegales.
COMISIONES DE LA VERDAD

Reformas institucionales para prevenir la repetición de hechos


semejantes; Administración de justicia; Protección a los derechos
humanos; Policía Nacional Civil.

Medidas tendientes a la reconciliación nacional; Reparación material;


Se recomienda crear un fondo especial; Reparación moral; La
construcción de un monumento nacional en San Salvador con los
nombres de las víctimas del conflicto; El reconocimiento de la
honorabilidad de las víctimas y de los graves delitos de los que
fueron víctimas; El establecimiento de un feriado nacional
recordatorio de las víctimas del conflicto y de afirmación de la
reconciliación nacional.

Foro de la Verdad y la Reconciliación; Seguimiento internacional.

No dudo que muchos países hayan tomado ejemplos de los


nuestros para diseñar políticas de prevención. Sin embargo, habría
406 que mencionar algunas sugerencias para aquellos que hoy persiguen
el esclarecimiento de los hechos que se pretende colegir.

PREVENCIÓN ACTUAL

—Los gobiernos deben respaldar todas aquellas acciones que lleven


a defender los derechos humanos.
—No deben permitirse las amnistías que dañen a un proceso
importante para la consolidación de las democracias, como es el
caso de El Salvador.
—Favorecer y ejecutar programas educativos dirigidos a todos los
sectores de la sociedad por todos los medios posibles.
—Instaurar comisiones de seguimiento.
—Efectuar un cambio de doctrina militar.
—No incorporar a aquellos elementos de cuerpos de seguridad
que desaparezcan ni tampoco a oficiales de nuevas instituciones de
seguridad.
—Si existieran nuevas instituciones de seguridad, su director debería
ser una persona que no obedezca a intereses de partidos políticos.
LA EXPERIENCIA DE EL SALVADOR

—Tomar en cuenta en consultas a las diferentes ONG.


—Nombrar comisiones contra la corrupción.
—Programas integrales de atención psicológica tanto para víctimas
y sus familiares así como para aquellos que estuvieran involucrados
en los diferentes hechos.
—Distribución más equitativa de la riqueza.
—Oportunidades para todos y todas.
—Cumplimiento de las obligaciones del Estado en relación con los
derechos económicos, sociales y culturales.
—Combatir y erradicar la impunidad.
—Adhesión de los Estados al Estatuto de la Corte Penal Inter-
nacional y todos aquellos tratados que no han sido ratificados.
—Foros de consulta.

407
Segunda parte

Foro público
Comisiones
de la verdad:
Perspectivas
y alcances.
El caso de México
(versiones estenográficas)

409
Discurso inaugural.
El derecho a la verdad

Emilio Álvarez Icaza Longoria


Presidente de la Comisión de Derechos Humanos
del Distrito Federal (México)

Nos proponemos contribuir a la reflexión sobre el pasado de México;


sobre la verdad, la justicia y la reparación de las violaciones a los
derechos humanos de los años recientes. Esta reflexión es de vital
importancia. En los días anteriores hemos discutido las experiencias
de otros países en torno a las comisiones de la verdad, de reconciliación,
por la paz. Hoy trataremos el caso de México, sus perspectivas y sus
avances. Permítanme compartir con ustedes algunas ideas.

411
INTRODUCCIÓN

En los últimos cincuenta años, la lucha por combatir las violaciones


a los derechos humanos ha sido sinuosa y plagada de obstáculos
para lograr que prevalezca el derecho a saber la verdad de lo que
pasó y llevar a juicio a los responsables.
A pesar de las leyes de perdón y olvido, hay crímenes que la
comunidad internacional considera imprescriptibles y que no pueden
ser olvidados: los considerados como crímenes contra la humanidad
y los crímenes de guerra, de acuerdo con la Convención de Viena;
los crímenes contra la humanidad definidos en la Convención de
Ginebra, como el genocidio, el apartheid y las desapariciones forzadas.
Estas últimas son consideradas un delito continuado, un delito que
se repite día a día, mientras no se conozca el paradero de la persona,
se considera responsables a quienes tienen el poder de movilizar el
aparato del Estado para realizarlos y proteger, mediante la impu-
nidad, a los ejecutores.
En nuestro continente, la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos estableció en 1985 que “Toda sociedad tiene el
irrenunciable derecho de conocer la verdad de lo ocurrido, así como
EL CASO DE MÉXICO

las razones y circunstancias en las que aberrantes delitos llegaron a


cometerse, a fin de evitar que esos hechos vuelvan a ocurrir en el
futuro”.1

¿QUÉ SON LAS COMISIONES DE LA VERDAD?

Son organismos de investigación creados para ayudar a las sociedades


que han sufrido graves situaciones de violencia política o guerra
interna a enfrentarse críticamente con su pasado, a fin de superar las
profundas crisis y los traumas causados por la violencia y evitar que
esos hechos se repitan en el futuro cercano.2
En las últimas décadas, en las cuales la normalidad democrática
se impuso en los países que pasaron por dictaduras y regímenes
autoritarios, se ha buscado la conformación de comisiones de la
verdad por medio de acuerdos políticos entre los actores involucrados
con el fin de crear mecanismos necesarios para esclarecer el pasado,
412
hacer justicia reconociendo a las víctimas y castigando a los res-
ponsables con el propósito de asegurar que esos hechos lamentables
no vuelvan a suceder.
El trabajo de una comisión de la verdad puede ayudar a
identificar las estructuras del terror y sus ramificaciones en las diversas
instancias de la sociedad, entre otros factores inmersos en esta
problemática. Esta investigación abre la posibilidad de reivindicar la
memoria de las víctimas, proponer una política de reparación del
daño e impedir que aquellos que participaron en las violaciones de
los derechos humanos sigan cumpliendo con funciones públicas,
por encima del Estado de derecho.

1. Sitio en internet de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos:


www.cidh.oas.org
2. El Centro de Documentación e Información sobre Derechos Humanos en
América Latina forma parte del Centro de Derechos Humanos de Nuremberg,
Alemania.
EL DERECHO A LA VERDAD

REVISAR EL PASADO PARA CONSTRUIR EL FUTURO

En México estamos inmersos en la discusión de cuáles son los


mejores mecanismos para escudriñar nuestro pasado. Como es
sabido, durante las décadas de los sesenta, setenta y ochenta el
régimen reprimió con gran violencia e impunidad a los que
consideraba sus enemigos.
En esos tiempos la sociedad estaba desinformada y controlada
por los órganos de gobierno, los medios de comunicación bajo
censura y una oposición política al gobierno incipiente. De los
desaparecidos aparentemente nadie quiso saber nada.
En este sentido, la valentía y la tenacidad de las familias de
los desaparecidos, que durante años no cejaron en su lucha, lograron
que la sociedad y los medios de comunicación poco a poco supieran
de los crímenes cometidos por los aparatos de seguridad del
Estado.
Después de tres décadas estamos en la posibilidad de saber lo
que ocurrió con, al menos, 532 desaparecidos durante la “guerra 413
sucia” de aquellos años. El Estado mexicano reconoció estos hechos,
lo que marca ya un punto de cambio sustantivo que no puede dejar
de reconocerse.
Diversas voces han exigido la creación de una comisión de la
verdad y la justicia en México para investigar los hechos ocurridos
en esos años y cuyas heridas aún siguen abiertas.
Recientemente se instituyó una Fiscalía Especial junto con un
Comité Ciudadano de Apoyo, lo que es ya un avance significativo,
pero consideramos que la dimensión político-social del problema
difícilmente podría ser abarcado por esta figura.
Es indispensable tener en cuenta que la defensa futura de los
derechos humanos y la fortaleza de nuestro régimen democrático
dependen, en gran parte, de cómo abordemos la revisión de nuestro
pasado. Los resultados obtenidos necesariamente tendrán que
reflejarse en la reforma del Estado, en lo general, y en las
instituciones de procuración y administración de justicia, en lo
particular, adoptando mecanismos de prevención, control,
rendición de cuentas y sanción para evitar que se repitan este tipo
de actos.
EL CASO DE MÉXICO

Lo más importante es lo que significa para las víctimas y la


sociedad toda el que se conozca la verdad. La reparación del daño
en muchos casos es imposible pero, sin embargo, saber la verdad
puede ser parte de la mitigación del daño ocasionado por el Estado.
Llegar a la verdad implica ubicar a las víctimas y a los res-
ponsables en su contexto histórico, reconocer la responsabilidad del
Estado mediante el esclarecimiento de lo acontecido, resolver
adecuadamente las contradicciones que hasta ahora han existido entre
lo que hemos conocido o lo que se ha conocido como la disputa
entre la verdad jurídica y la verdad histórica de los hechos.
Conocer la verdad sin hacer justicia sería una nueva y más
grave agresión que aumentaría el sufrimiento de las víctimas, además
de significar un lamentable pero poderoso mensaje de promoción
a la impunidad. No puede haber justicia sin verdad. El fruto de la
justicia contribuirá a la reconciliación y a la normalidad democrática
entre los que hasta ahora han estado en conflicto como actores
antagónicos. Contribuyamos así al reencuentro de distintos actores
414 de la sociedad.
La solución pacífica de un conflicto implica, también,
reconocer abiertamente nuestro pasado y descubrir a la sociedad
que realmente somos. Solamente así podremos estar en condiciones
de proyectarnos hacia el futuro como una sociedad plural,
democrática e incluyente.

LA CREACIÓN DE UNA COMISIÓN DE LA VERDAD Y JUSTICIA


EN MÉXICO

Una comisión de la verdad y la justicia en México debe contar por lo


menos con las siguientes características:

—Poseer el mandato más amplio posible para conocer de casos


acontecidos en el pasado, con independencia estructural y de funcio-
namiento de cualquier autoridad.
—Su funcionamiento debe estar claramente definido y tener auto-
nomía para elegir libremente a sus miembros, con el fin de buscar la
credibilidad y la legitimidad de la sociedad.
EL DERECHO A LA VERDAD

—Tener autonomía financiera y recursos suficientes para su operación,


trabajando con transparencia y rendición de cuentas.
—Su marco normativo debe estar basado en los conceptos del sistema
nacional e internacional de los derechos humanos.
—Acceder libremente a la información generada por los cuerpos de
inteligencia del Estado, informes, declaraciones y otros documentos
relacionados con presuntas violaciones a derechos humanos.
—Estar facultada para recurrir a expertos internacionales, especialistas
en distintas materias, de acuerdo con los requerimientos de las
denuncias.
—No debe tomar en cuenta como excluyentes de responsabilidad
los argumentos de obediencia debida y razón de Estado.

A MANERA DE CONCLUSIÓN

Estamos viviendo un momento privilegiado en la historia de México


para hacer frente a los hechos que cambiaron nuestro presente. Sin 415
explicarnos estos hechos, es imposible entender la sociedad que ahora
somos.
Es necesario que aprovechemos esta oportunidad histórica para
crear una comisión de la verdad y la justicia, que reúna las carac-
terísticas antes descritas, y que cuente con la confianza de las víctimas,
sus familiares y de la sociedad en su conjunto.
La impunidad que ha prevalecido en México hasta nuestros
días debe terminar. Como sociedad no podemos seguir permitiendo
que los responsables de los crímenes del pasado sigan sin castigo.
Los delitos cometidos no son solamente una afrenta contra
los mexicanos, sino que afectan a la humanidad. Por ello, la comunidad
internacional es un poderoso aliado para que los crímenes de lesa
humanidad no se repitan.
Saludos desde la experiencia
de un país africano*

Joseph Christian Humper


Presidente de la Comisión de la Verdad y Reconciliación
(Sierra Leona)

Me han dado la oportunidad de dar a todos ustedes la bienvenida a


esta importante reunión para proponer el lanzamiento de una
comisión de la verdad en México. Está a punto de hacerse realidad
el deseo de muchas personas que aquí, como en otras partes del
mundo, por mucho tiempo desconocieron el paradero de sus seres
queridos y su destino.
El objetivo último de una comisión de la verdad es que todas
las personas que han sufrido durante años este tipo de presiones
descubran y puedan finalmente conocer la verdad, toda la verdad y 417
nada más que la verdad. Y queremos ver que se haga justicia, y que
haya lugar a una reparación. Esto es lo único que a la larga traerá
tranquilidad y alivio a los agraviados.
Es la oportunidad que esperan todas las personas que, durante
los últimos treinta años, han estado sufriendo por ignorar el destino
de sus seres queridos. Es un derecho universal el saber lo que ha
pasado con ellos. El esclarecimiento de la verdad ayudará a vivir el
presente, a soportar y enfrentar el trauma psicológico sufrido
durante todos esos años, y a esperar tener la fuerza y la capacidad
para aceptar la verdad. Al hacerlo, lograrán que en el futuro se
pueda asegurar que en este país, como en otros, no sucederán
hechos semejantes.
El objetivo final es impedir que jamás vuelvan a ocurrir las
cosas lamentables que se han hecho a nuestros pueblos. Sin justicia, es
imposible establecer la verdad. Tampoco es posible tener justicia
sin verdad. No habrá paz y reconciliación mientras los agraviados

* El saludo fue pronunciado por el obispo Joseph Humper en inglés; se reproduce


una traducción.
EL CASO DE MÉXICO

no sepan exactamente qué fue lo que pasó y cómo pueden enfrentar


esa situación. El triunfo o el fracaso de las comisiones de la verdad
dependerá de que el Estado interfiera o no en el cumplimiento de
su mandato.
Cuando descubrimos realmente a los perpetradores de estos
crímenes, aunque haya pasado mucho tiempo, eso en sí es una
reparación que nos ayuda a seguir adelante. Y mientras estén pasando
por esos procesos quiero que recuerden que nosotros estamos con
ustedes. La comunidad internacional está al lado de ustedes y camina
con ustedes. Deseo a su comisión el mayor de los éxitos en esta
importante tarea y volvemos a decir que, ni en este país ni en ningún
otro, se permita otra vez que ocurra la falta de justicia y semejantes
actos horribles. Les agradezco mucho y que Dios los bendiga a
todos.

418
Reseña del contexto mexicano*

LA DICTADURA PERFECTA

México fue gobernado por el Partido Revolucionario Institucional


(PRI) desde 1929, cuando al terminar la Revolución, y tras una serie
de golpes de Estado, diversas corrientes revolucionarias se unificaron
para crear el Partido Nacional Revolucionario, antecesor de aquél.
A partir de entonces, el sistema político mexicano se caracterizó por
su autoritarismo, centralismo y presidencialismo. A pesar de que
desde 1934 se celebraban elecciones cada seis años, el PRI se impuso
por abrumadora mayoría, por medio de la cooptación de votos, la
represión y el fraude electoral.
Durante esos años, el PRI ejerció un poder absoluto y sin
contrapesos, que llevaron a una gran corrupción y a innumerables
abusos de poder y sistemáticas violaciones a los derechos humanos,
que por regla general permanecieron en la impunidad. 419
La “dictadura perfecta” del PRI se apoyó, para sobrevivir, en la
utilización de la represión como política de Estado. El Estado mexicano
ha utilizado la violencia valiéndose del Ejército, los cuerpos policíacos
y los grupos paramilitares contra la población civil, particularmente
contra quienes reivindican las causas sociales. Entre algunos de los
hechos represivos más relevantes tenemos la disolución del movimiento
magisterial en 1958; la represión del sindicato de ferrocarrileros en
1959 y el encarcelamiento de sus líderes durante más de diez años con
los cargos de “disolución social”; la matanza de trece campesinos y
estudiantes que protestaban contra el gobernador de Guerrero, en
Chilpancingo, Guerrero, en 1960; la represión contra los navistas
(seguidores de Salvador Nava, opositor al gobierno) en San Luis
Potosí, en 1961; la ejecución del líder campesino Rubén Jaramillo, de
su esposa embarazada y de sus tres hijos en 1962; la represión por
parte de la policía del movimiento de médicos en demanda de mejores
ingresos y condiciones laborales en 1965.

* Elaborado por el Centro de Derechos Humanos “Miguel Agustín Pro Juárez”


(julio de 2002).
EL CASO DE MÉXICO

REPRESIÓN A LOS MOVIMIENTOS ESTUDIANTILES

Uno de los acontecimientos considerados como parteaguas en la


historia reciente de México fue el que derivó del movimiento
estudiantil de 1968. Aunque este movimiento que pretendía lograr
mejores condiciones sociales y de la democracia comenzó desde
mucho antes, las manifestaciones estudiantiles empezaron a raíz
de la muerte de varios estudiantes cuando, el 24 de julio de 1968, un
grupo de granaderos (Policía antimotines) intervino en una pelea
entre estudiantes y pandillas.
En muchas escuelas preparatorias del Distrito Federal se
realizaron huelgas para protestar por los hechos. Los estudiantes crearon
entonces el Comité Nacional de Huelga (CNH) con un pliego petitorio
que incluía la disolución del cuerpo de granaderos; la destitución de
los comandantes de la Policía; la indemnización a las familias de los
muertos y heridos y la libertad de los presos políticos. Las mani-
festaciones y huelgas estudiantiles continuaron y el Ejército intervino
420 en el Instituto Politécnico Nacional, así como en las instalaciones de la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), deteniendo a
centenares de estudiantes, con un saldo de varios muertos más. El
movimiento creció enormemente, obteniendo un gran apoyo de
diversos sectores de la sociedad, sobre todo de la capital del país.
El 2 de octubre de 1968 el CNH convocó a una manifestación
multitudinaria en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco. Poco des-
pués de comenzado el mitin, el Ejército Mexicano rodeó la Plaza y
hombres vestidos de civil y con un guante blanco en una mano,
identificados después como el “Batallón Olimpia”, comenzaron a
disparar desde los edificios que rodean la Plaza, y el Ejército disparó
contra la multitud. A la fecha no se sabe con exactitud el número de
muertos que hubo, que se calcula entre treinta y trescientos, incluyendo a
varias mujeres y niños. Centenares fueron heridos y detenidos. Días
después de estos hechos, el 12 de octubre, se inauguraron las Olimpiadas.
Posteriormente, el 10 de junio de 1971, varios miles de
estudiantes se manifestaron en el Distrito Federal en apoyo de los
de la Universidad Autónoma de Nuevo León. La manifestación
más grande después de la del 68 fue atacada por el grupo paramilitar
Los Halcones, creado, patrocinado y entrenado por el gobierno del
RESEÑA DEL CONTEXTO MEXICANO

entonces presidente Luis Echeverría, quien fue secretario de


Gobernación durante los hechos de Tlatelolco. Más de treinta
estudiantes murieron.

LA GUERRA SUCIA

En México, a la década de los años setenta y a la primera mitad de


la siguiente se les conoce como los de la “guerra sucia”. Durante ese
tiempo, debido a la existencia de diversos grupos guerrilleros, el
Estado aplicó una política de represión en contra de éstos, de
activistas políticos y dirigentes sociales, realizando en su contra
allanamientos de morada, detenciones ilegales, desapariciones, tortura
y ejecuciones extrajudiciales. Desde 1976 operó en México la
“Brigada Banca”, compuesta por militares y agentes de diversos
cuerpos policíacos federales y del Distrito Federal, dependiente de
la Dirección Federal de Seguridad e identificada como la IX Brigada
del Ejército. Durante el periodo de la guerra sucia ocurrieron más 421
de quinientas desapariciones en los estados de Guerrero, Chihuahua,
Hidalgo, Chiapas, Veracruz, Nuevo León, Sonora, Oaxaca, Sinaloa,
Michoacán y el Distrito Federal, entre otros. Muchos de los
desaparecidos fueron detenidos y conducidos al Campo Militar
Núm. 1 de la capital, a instalaciones militares de otras partes del
país, a instalaciones de la Dirección Federal de Seguridad, así como
a cárceles clandestinas.

ACTUACIÓN DEL GOBIERNO CON RESPECTO A LA INVESTIGACIÓN


DE ESOS HECHOS

Nunca se investigaron los hechos ocurridos en Tlatelolco en 1968.


En 1998, treinta años después de la masacre, se creó en la Cámara
de Diputados la Comisión Especial del 68, conformada por varios
diputados de integración plural. La falta de acceso a la información
del Estado propició que sus esfuerzos fracasaran. Por otro lado, el 2 de
octubre de 1998, ex dirigentes estudiantiles, encabezados por Raúl
Álvarez Garín, presentaron una denuncia penal ante la Procuraduría
EL CASO DE MÉXICO

General de la República (PGR) por esos hechos. La PGR resolvió que


no podía realizar la investigación debido a que el día en que se
presentó la denuncia (treinta años después de los hechos) prescribía
el delito de genocidio, en el que se basaba la denuncia.
Por otro lado, el mismo día de la matanza del 10 de junio, el
entonces presidente Luis Echeverría anunció que ordenaría la
investigación de los hechos, cosa que nunca ocurrió. Varios
funcionarios públicos fueron removidos de sus puestos, pero
continuaron trabajando para el gobierno.
Asimismo, en relación con la guerra sucia, en enero de 1979 el
entonces procurador general de la república, Óscar Flores Sánchez,
rindió un informe sobre una lista de 314 desaparecidos políticos. El
informe señalaba que 154 habían muerto en enfrentamientos con la
policía y que el resto se había fugado o había muerto sin ser identificado.

EL COMIENZO DE LA CAÍDA DEL PRI


422
En los años ochenta los fraudes del PRI comenzaron a ser más
evidentes, como el ocurrido en el estado de Chihuahua en 1986. En
1988, en las elecciones federales más competidas hasta esa fecha,
Carlos Salinas de Gortari, “ganó” la presidencia de la República
compitiendo contra Cuauhtémoc Cárdenas, quien meses atrás, junto
con la llamada “corriente democrática” del PRI, había abandonado
sus filas. Cárdenas contendió el amparo de una amplia coalición de
izquierda, el Frente Democrático Nacional (FDN) que se convirtió
después de las elecciones en el Partido de la Revolución Democrática
(PRD). En esas elecciones, el PRI perdió la mayoría de dos tercios
en la Cámara de Diputados, lo que le impedía hacer cambios
constitucionales. A la fecha, los resultados de esa elección presidencial
siguen siendo cuestionados.
Por otro lado, en 1990, el gobierno de Carlos Salinas, como
una forma de reivindicar su imagen, crea por decreto la Comisión
Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y designa a su presidente.
En 1992 la CNDH se eleva a rango constitucional y se empiezan a
crear Comisiones Estatales en cada una de las entidades de la
federación. Apenas en 1999 se reforma la Constitución para dar
RESEÑA DEL CONTEXTO MEXICANO

autonomía financiera a la CNDH y establecer la elección de su


presidente por el Senado de la República.
En 1991 una tercera parte de los estados del país es gobernada
por gobiernos interinos tras movilizaciones de protesta por fraude
electoral, reconociéndose algunos triunfos de la oposición, parti-
cularmente del Partido Acción Nacional, que abanderaba al mismo
proyecto económico que ya para entonces defendía el PRI. En 1997
el PRI pierde por primera vez la mayoría absoluta en la Cámara de
Diputados, lo que lo obliga a negociar cualquier reforma legal con
la oposición. Asimismo, se realizan por primera vez elecciones para
jefe del gobierno del Distrito Federal (con ocho millones de
habitantes), ganando Cuauhtémoc Cárdenas, postulado por el PRD.

LA REPRESIÓN RECIENTE

A pesar de la aparente democratización de México, la represión y las


violaciones a los derechos humanos continuaron de forma 423
sistemática.
Cuatro días antes de las elecciones federales de 1988, Francisco
Xavier Ovando y Román Gil, miembros del equipo de campaña
de Cuauhtémoc Cárdenas, fueron asesinados. Éste fue el inicio de
una campaña de represión contra militantes del PRD. A la fecha,
más de 600 perredistas han sido asesinados, 400 de ellos durante
el sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994). En 1990 es
ejecutada, en Sinaloa, la defensora de derechos humanos Norma
Corona, y en 1991 el periodista Víctor Manuel Oropeza es también
asesinado. Durante ese gobierno, en los primeros días de enero de
1994, surgió en Chiapas el movimiento armado indígena Ejército
Zapatista de Liberación Nacional ( EZLN ). Al comienzo del
levantamiento el Ejército realizó violaciones masivas a los derechos
humanos como las masacres del mercado y de la clínica de
Ocosingo, así como la desaparición y ejecución de tres indígenas
líderes del ejido Morelia.
Durante el sexenio pasado (1994–2000), el gobierno del
presidente Ernesto Zedillo recurrió con frecuencia también a la
represión. El 28 de junio de 1995 policías de Seguridad Pública del
EL CASO DE MÉXICO

Estado perpetraron la masacre de 17 campesinos en el vado de


Aguas Blancas, en el estado de Guerrero.
En Chiapas, mientras el gobierno federal dialogaba con el
EZLN en 1995, se crearon diversos grupos paramilitares. La masacre
de 45 indígenas en Acteal, Chiapas, en diciembre de 1997, perpetrada
por un grupo paramilitar, puso en evidencia la existencia de estos
grupos.
En 1996 y 1997, a raíz de la aparición el Ejército Popular
Revolucionario (EPR) en Guerrero y Oaxaca, cientos de campesinos
e indígenas fueron detenidos y torturados, particularmente de la
región Loxichas de Oaxaca. Algunos de ellos, sentenciados con base
en confesiones obtenidas mediante tortura, están todavía en prisión.
En Guerrero ocurrieron numerosas desapariciones, la mayoría por
periodos de entre dos meses y un año, pero varios siguen desa-
parecidos.
El 7 de junio de 1998, en la comunidad de El Charco, en
Guerrero, durante la noche el Ejército rodeó una escuela donde
424 dormían cerca de cuarenta campesinos y miembros del ERPI (Ejército
Revolucionario del Pueblo Insurgente), existiendo evidencia abru-
madora de que varios de ellos fueron ejecutados al rendirse y salir
del plantel. Pocos días después, el 10 de junio de 1998, más de mil
policías y militares realizaron tres operativos en las comunidades de
El Bosque, Unión Progreso y Chavajeval del municipio El Bosque,
en Chiapas, para ejecutar órdenes de aprehensión contra quince
personas. El saldo del operativo fue de al menos diez muertos,
nueve heridos y 53 detenidos. Esto condujo a que el 12 de junio la
Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos
expresara su preocupación por los hechos y ofreciera asistencia
técnica al gobierno mexicano (HR/98/38).
La impunidad ha sido la regla también en todos estos casos.
En el informe sobre su visita a México, la Relatora Especial sobre
Ejecuciones señaló que los casos de Aguas Blancas, El Charco, Acteal
y El Bosque “muestran problemas profundamente arraigados con
respecto a la impunidad de los infractores de los derechos humanos,
la total ineficacia del sistema judicial y una falta de transparencia en
el funcionamiento de las instituciones estatales, que afectan al país y
a toda su población” (E/CN.4/2000/3/Add.3 párr. 23).
RESEÑA DEL CONTEXTO MEXICANO

EL NUEVO GOBIERNO

El 2 de julio de 2000, en una jornada electoral histórica, el PRI perdió


la presidencia de la república después de 71 años en el poder. Vicente
Fox Quesada, apoyado por el conservador Partido Acción Nacional
triunfó con 43.5 por ciento de la votación, contra 35.45 por ciento
del PRI y 16.20 por ciento del PRD. Por otro lado, por primera vez en
la historia de México el PRI no obtuvo la mayoría absoluta en el
Senado de la República. De hecho, ningún partido tiene mayoría
absoluta en las Cámaras del Congreso de la Unión, compuesto por
500 diputados (211 del PRI, 206 del PAN, 50 del PRD y 33 de otros
partidos) y 180 senadores (60 del PRI, 46 del PAN, 15 del PRD y 7 de
otros partidos). Lo anterior ha implicado que el PRI haya conservado
la mayoría relativa, y que el Presidente deba negociar en muchas
ocasiones con el PRI para sacar adelante sus propuestas de reforma.

OPORTUNIDAD HISTÓRICA 425

Luego del triunfo electoral de Vicente Fox se abría la expectativa de


que durante su mandato pudieran investigarse las violaciones a
derechos humanos cometidas en el pasado. Incluso se abrió un debate
sobre la necesidad de crear una comisión de la verdad, que se hiciera
cargo de esclarecer el pasado, como lo había prometido en su
campaña.
Finalmente, casi un año después de que asumiera el poder, el
27 de noviembre de 2001 la Comisión Nacional de los Derechos
Humanos (CNDH) le presentó a él y a la opinión pública su “Informe
especial sobre las quejas en materia de desapariciones forzadas
ocurridas en la década de los setenta y principios de los ochenta”.
En ese informe se investigaron 532 expedientes de personas
desaparecidas. Algunas de las conclusiones a las que llega el
informe son:

1) Existen 275 casos de personas en los que puede concluirse que


fueron víctimas de detención, interrogatorios y eventual desaparición
forzada por parte de servidores públicos;
EL CASO DE MÉXICO

2) En 97 sólo existen algunos indicios que por sí mismos resultan


insuficientes, jurídicamente hablando, para concluir la existencia de
desaparición forzada u otra violación a los derechos humanos, sin que
por otra parte pueda descartarse esa posibilidad, y 3) En 160 casos
investigados, la desaparición forzada no se logró acreditar, pero tampoco
debe ser descartada como hipótesis de investigación que deberá seguir el
Ministerio Público, acerca de la posibilidad de que en otros casos las
personas hayan sido objeto de detención arbitraria. A partir de que las
actuaciones de la Comisión Nacional permitieron acreditar 275 casos de
desaparición forzada, se pudo conocer el modus operandi ilegal de las fuerzas
armadas de seguridad de aquella época para la desarticulación de los
grupos que habían tomado las armas y que incurrieron también en
conductas ilícitas.

Aunque el informe de la CNDH no lo dice, se puede concluir que,


durante esa etapa histórica, en México el Estado adoptó una política
represiva en contra de sus ciudadanos. El mismo informe también
426 recomendaba al jefe del Ejecutivo que

girara instrucciones al Procurador General de la República a efecto


que designara un fiscal especial, con el fin de que se hiciera cargo de la
investigación y persecución, en su caso, de los delitos que pudieran
desprenderse de los hechos a que se refería esta recomendación.

LA FISCALÍA ESPECIAL

El mismo día, y en el mismo acto, el presidente Fox anunció, mediante


un decreto, la creación de la Fiscalía Especial para la Atención de
Hechos Probablemente Constitutivos de Delitos Federales Cometidos
Directa o Indirectamente por Servidores Públicos en Contra de
Personas Vinculadas con Movimientos Sociales y Políticos del Pasado,
y además la creación de un Comité de Apoyo integrado por ciudadanos
cuyo “objeto sea aportar al fiscal especial [...] los elementos históricos,
sociales, políticos y jurídicos y demás necesarios”.
En la exposición de motivos del decreto se justifica la no
creación de una comisión de la verdad, señalando que “el orden
RESEÑA DEL CONTEXTO MEXICANO

jurídico mexicano no confiere atribuciones al titular del Poder


Ejecutivo Federal para crear organismos públicos autónomos o
instancias extrainstitucionales que estén por encima de los proce-
dimientos que marca la ley para calificar una conducta como violatoria
de los derechos humanos o como delito”.
El mismo decreto también señala que esos actos “son, en todo
caso, atribuibles a individuos, y que por ello habrá que evitar juicios
generales en contra de las instituciones o de grupos específicos que
no hacen sino propiciar nuevos agravios”.
Pasaron casi dos meses para que se realizara el nombramiento
del fiscal. El 4 de enero de 2002 el procurador general de la república,
general Rafael Macedo de la Concha, anunció que Ignacio Carrillo
Prieto sería el fiscal especial, y fue hasta marzo que quedó integrado
el Comité de Apoyo para esa Fiscalía.

AVANCES
427
Además de la creación de la Fiscalía Especial, se han dado varios
pasos hacia la posibilidad de investigar el pasado. El 30 de enero
de 2002 la primera sala de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación resolvió el amparo interpuesto por los ex líderes del 68,
ordenándole a la PGR la integración de la investigación de la masacre
de Tlatelolco. Al día siguiente la PGR envió la investigación a la
Fiscalía Especial.
Por otro lado, el 30 de abril de 2002 el Senado aprobó la Ley
Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública, que
por primera vez permitirá el acceso a la información de la ciudadanía.
Aunado a lo anterior, diferentes dependencias como la Secretaría
de Gobernación, el Centro de Inteligencia y Seguridad Nacional, la
Secretaría de la Defensa Nacional y el Gobierno del Distrito Federal,
han entregado sus archivos al Archivo General de la Nación, los
cuales serán abiertos al público para consultar desde años anteriores
hasta 1985.
El 2 y el 9 de julio, la Fiscalía Especial citó a declarar al ex
presidente Luis Echeverría Álvarez, quien fungía como secretario
de Gobernación en 1968 y como presidente de la República durante
EL CASO DE MÉXICO

los hechos de 1971. Ésta es la primera vez que un ex presidente es


citado a declarar en calidad de indiciado por parte del Ministerio
Público. Esto es un avance. Sin embargo, en las dos diligencias a las
que asistió sólo se limitó a escuchar las acusaciones en su contra y a
obtener cuarenta días para responder por escrito a las preguntas
que se le formularon.

OBSTÁCULOS

Entre los obstáculos que hay que enfrentar está el escepticismo. En


México se han creado diversas fiscalías especiales para investigar
crímenes graves: el homicidio del cardenal Posadas (1993), sobre el
que hubo por lo menos tres fiscales especiales y cuyas actuaciones
continúan en revisión; el homicidio del candidato presidencial del
PRI, Luis Donaldo Colosio (1994), en cuyo proceso han participado
cuatro fiscales, con una serie de irregularidades, incluida la tortura, y
428 cuyas conclusiones han saltado de la del complot a la del asesino
solitario; la masacre de Aguas Blancas (1995), en cuya averiguación
participaron tres fiscales y ninguno investigó seriamente la respon-
sabilidad del entonces gobernador del estado, Rubén Figueroa, como
lo recomendaron la Suprema Corte de Justicia y la Comisión Na-
cional de Derechos Humanos, y posteriormente la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos; la masacre de Acteal (1997),
sobre la cual sólo se investigó a los autores materiales y se exoneró
al Ejército y a funcionarios de alto nivel. Todas ellas han sido
experiencias de fracaso que han minado su credibilidad por su falta
de independencia real para investigar. Si acaso la única experiencia
que ha sido considerada positiva fue la de la investigación del
homicidio del periodista Manuel Buendía (1984), sobre la cual, en
octubre de 2001, la Suprema Corte confirmó las sentencias de entre
25 y 35 años contra el ex titular de la Dirección Federal de Seguridad,
Antonio Zorrilla Pérez, como autor intelectual, y las de otras cinco
personas involucradas en los hechos.
Junto a esta causa histórica están las más propias del caso,
como sería que el nombramiento del fiscal especial no fue un
procedimiento transparente, pues no se conocieron de antemano
RESEÑA DEL CONTEXTO MEXICANO

los criterios para evaluar a los candidatos y designar al mejor


para el cargo; tampoco se realizaron consultas entre los ONG de
derechos humanos sobre el perfil y posibles candidatos.
Un punto especialmente sensible en el trabajo del fiscal será
el de la autonomía, pues precisamente la falta de ésta de las
instituciones —concretamente la PGR — que han tenido la
responsabilidad de investigar estos delitos, es uno de los factores
que ha negado la justicia. Los primeros signos no aseguran del
todo este punto. Por ejemplo, el equipo operativo de la fiscalía
fue designado antes que el fiscal por la misma PGR, institución que
debe garantizar esa autonomía.
Para asegurar el éxito de la investigación se necesita tanto
de voluntad política del gobierno federal como de generar una
institución capaz de encargarse de la tarea. En México se puede
pensar que lo primero existe, pero hay aún muchas dudas sobre
lo segundo.
Sin duda, otro obstáculo importante es la posibilidad y
voluntad real de investigar la actuación del Ejército. Una de las 429
primeras decisiones de Fox criticadas por la comunidad de
derechos humanos fue poner a un general al frente de la
Procuraduría General para hacerse cargo de la República. El
general Macedo de la Concha, que había sido hasta entonces
procurador de Justicia Militar, se había abstenido de investigar
numerosas denuncias de violaciones a los derechos humanos
cometidas por militares. Por otro lado, en una entrevista publicada
por el periódico Reforma el 27 de enero de 2002, se le preguntó
al fiscal especial si se investigarían las responsabilidades del
Ejército, a lo que respondió: “No, nada del Ejército culpable,
torturador, traicionero, eso no existe. Deslindar responsabilidades,
con nombre y apellidos. Y con eso queda establecida la res-
ponsabilidad penal individual y salvado el prestigio de la
institución.”
Asimismo, al parecer a la información proporcionada al
Archivo General de la Nación por la Secretaría de la Defensa
Nacional, en relación con los hechos del 68, del 71 y de la guerra
sucia, le faltan los documentos más importantes (Sandra Rodríguez
Nieto, en Proceso).
EL CASO DE MÉXICO

Por otro lado, el 10 de diciembre de 2001 el Senado aprobó


la ratificación de la Convención Interamericana sobre Desapariciones
Forzadas, pero poniendo una reserva al artículo IX de la Convención
relativa a la no aplicabilidad de la jurisdicción militar para investigar
las desapariciones forzadas. El argumento para esta reserva fue el
de que en México se reconoce el fuero de guerra para militares en
servicio.
El Relator Especial de Naciones Unidas sobre Tortura, en el
informe sobre su visita a México, señaló que “el personal militar
parece gozar de inmunidad frente a la justicia civil y está protegido en
general por la justicia militar” (E/CN.4/1998/38/Add.2, párr. 86).

RETOS

Persiste el gran reto de crear la confianza necesaria para la colaboración


indispensable de todos los sectores de la sociedad, principalmente los
430 familiares de las víctimas y las organizaciones que han trabajado en
estos asuntos, y que las investigaciones sean realmente eficaces en la
tarea de hacer justicia y aclarar el pasado. El Relator sobre Inde-
pendencia de Jueces señala en su informe que “el balance de los
esfuerzos de la procuraduría especial encargada de llevar a los autores
ante los tribunales dependerá de la colaboración de quienes formaron
parte del anterior gobierno, a saber, el Partido Revolucionario
Institucional, que todavía goza de una influencia considerable en la
Cámara de Diputados y en el Senado” (E/CN.4/2002/72/Add.1).
Es necesario también continuar la discusión sobre la posibilidad
y necesidad de una comisión de la verdad. Hasta ahora se ha utilizado
el argumento de que no está prevista en la ley y se han manejado
como excluyentes la Fiscalía Especial y la comisión de la verdad. Sin
embargo, como el objetivo de investigar el pasado debe ceñirse a la
búsqueda de la justicia integral, es decir, determinar si la violación a
los derechos humanos correspondió a una política de Estado, reparar
el daño e incluso exigir al Estado que emita un perdón público, así
como tomar las medidas legales e institucionales que correspondan
para que los hechos no se repitan, el debate sobre una comisión de
la verdad sigue siendo pertinente.
Perspectivas
nacionales

431
Testimonio

Alicia de los Ríos


Representante legal del Comité de Madres de Presos Políticos
y Desaparecidos de Chihuahua (México)

Voy a dividir mi intervención en dos partes. Una será sobre el


testimonio de la desaparición de mi madre, pero también quiero
comentarles algunos aspectos que hemos vivido a lo largo de los
trámites que ha llevado la familia, junto con los grupos de derechos
humanos y actualmente ante la Fiscalía Especial.
Alicia de los Ríos Merino, mi madre, nació en el estado de
Chihuahua. Era estudiante del Tecnológico de Chihuahua en los
años sesenta. Participó en los movimientos estudiantiles y, dada la
cercanía que había con su hermana mayor, que era compañera de
Arturo Gámiz, miembro de la primera guerrilla en el país, mi madre
se inclinó por incorporarse a ese movimiento, en particular a la Liga 433
Comunista 23 de Septiembre años después, en 1973.
En 1976 conoció a Enrique Pérez Mora, El Tenebras, de
Guadalajara, y se relacionaron sentimentalmente. Enrique murió en
Culiacán, Sinaloa, en el mismo año, pero de esa unión nací yo en
1977. Fui llevada al hogar de mis abuelos maternos, quienes me
adoptaron, y por eso mi madre y yo tenemos el mismo nombre:
Alicia de los Ríos Merino.
Un año después, el 5 de enero de 1978, Alicia fue aprehendida en
la Ciudad de México. Según testimonios de la prensa y de testigos, fue
herida en un hombro, llevada al Campo Militar Núm. 1 y después
desapareció. Existen varios testimonios de compañeros de la misma
organización que la vieron con vida entre 1978 y 1980, como el de
Mario López Cartagena, El Guaymas, quien la vio en abril de 1978 en el
Campo Militar Núm. 1; el de Alfredo Medina Vizcaíno, también ex
desaparecido, que la vio en Acapulco, Guerrero, en la Base Militar del
Estado, y el de Amanda Sisniega Cano que la vio en el Hospital Militar
de la Ciudad de México en 1980. Todos estos testimonios fueron
entregados por los familiares a las autoridades, incluso a la autoridad
presidencial, que era la que decidía si había o no desaparecidos políticos.
EL CASO DE MÉXICO

En 1979, después de que la familia se integró al Comité de


Madres de Desaparecidos Políticos, el procurador general de la
República presentó un informe que dice que la mayoría de los
presuntos desaparecidos habían muerto en enfrentamientos o
estaban huyendo de la justicia mexicana. Cuando me enteré de que
mi madre no era estudiante y que mi padre no había muerto en un
accidente carretero, me pareció ilógico el hecho de que una persona
pudiera desaparecer, dejar esa ausencia en el hogar, y uno esperando
cada día su regreso. También pensé que esto era único, que sólo le
había ocurrido a mi madre. Fue cuando conocí a estas señoras con
un retrato colgado en el cuello que decía “El gobierno secuestró a
mi hijo”. Y no era ya solamente mi mamá, eran más de 500 los
desaparecidos, según el padrón del Comité Eureka.
Los desaparecidos nunca fueron reconocidos por el gobierno
mexicano. En 1990 el ex presidente Carlos Salinas creó la Comisión
Nacional de Derechos Humanos (CNDH), y es increíble el tiempo
que pasó, porque no fue sino hasta el 27 de noviembre del 2001,
434 después de once años, cuando la CNDH nos informó que ya habían
sido reconocidos jurídicamente nuestros presuntos desaparecidos.
No se hicieron públicos los nombres de los responsables de los
desaparecidos políticos. La lista fue entregada en un sobre cerrado
al titular del Ejecutivo.
El presidente actual, Vicente Fox, se había comprometido,
en su campaña a la presidencia, a formar una comisión de la verdad
para investigar las violaciones a los derechos humanos del pasado.
Nosotros aún consideramos que es necesaria una comisión de la
verdad, conformada por gente de calidad moral y especialistas en
el caso, que pueda reconstruir la historia de la guerra sucia
en México y delimitar responsabilidades. No son casos aislados,
son más de 500 los desaparecidos, y vemos que se cuestiona la
legalidad de la formación de una comisión de la verdad como
instancia extrajudicial: el mismo día que la CNDH entregó el informe
al presidente Fox éste decretó la creación de una Fiscalía Especial
para la atención de hechos probablemente constitutivos de delitos
federales cometidos directamente o indirectamente por servidores
públicos en contra de personas vinculadas con movimientos
sociales o políticos del pasado.
TESTIMONIO

El 24 de junio de este año acudí a la Fiscalía Especial a presentar


la denuncia por la desaparición de mi madre. El Centro de Derechos
Humanos “Miguel Agustín Pro” me asesoró en esa tarea como
representante legal. La denuncia trató de integrarse con la mayor
documentación posible, con investigaciones que el Comité Eureka
había recopilado en todos esos años y con investigaciones que hizo
Sergio Aguayo en años anteriores para una publicación académica.
La familia ha aceptado acudir a esta instancia y tiene el papel
de coadyuvante. Sin embargo, tendremos que esperar un plazo
razonable para ver si se cubren las expectativas que se han producido
con su creación. También consideramos que la creación de una
comisión de la verdad sería una opción paralela a la Fiscalía Especial,
que complementaría su trabajo.
Tenemos algunos cuestionamientos sobre la labor de la Fiscalía
como Ministerio Público. El equipo de trabajo que sigue las denuncias
de varios desaparecidos ha encontrado que se investiga la vida
personal de los denunciantes. Es el caso de la denuncia de la
desaparición de Ignacio Salas Obregón. Su compañera ha denunciado 435
la desaparición de Ignacio, pero a ella se le cuestiona parte de su
pasado, por qué no declaró una serie de hechos que no tienen
relevancia en el caso de Ignacio, quien es el sujeto de la investigación,
al que se le violaron sus derechos humanos y quien se encuentra
desaparecido.
Otro punto es que los criterios sobre la investigación vulneran
los derechos de los denunciantes. Hay algunos criterios claros sobre
la coadyuvancia, como el de que nosotros tenemos la obligación de
presentar nuestros testigos, pero no tenemos claro qué protección
se les va ha ofrecer por parte de la Fiscalía. Lo que tenemos claro es
que cuando un presunto responsable sea llamado a declarar nosotros
no vamos a ser enterados ni vamos a estar en la audiencia frente a
los presuntos responsables. Los nombres de nuestros testigos sí
van a estar integrados al expediente.
En mi caso particular, está muy claro quién detuvo a mi madre
y quién participó en su desaparición. La operación fue dirigida
por el coronel Sahagún Baca y por Alfonso Durazo, ambos muertos,
pero la Fiscalía debe investigar individualmente la cadena de man-
dos. En ese operativo participaron 22 agentes; aparte, en otros
EL CASO DE MÉXICO

testimonios se señala que Alicia estuvo en poder de Miguel Nazar


Haro y Alberto Estrella, de la Dirección Federal de Seguridad. Este
último se encuentra internado en el Reclusorio Norte. Así, todavía
está a disposición del Ministerio Público.
Nuestra demanda es saber la verdad jurídica e histórica. De la
primera, de acuerdo con el decreto que crea la Fiscalía, ésta es
la encargada de llegar a la verdad jurídica. Queremos saber qué pasó
con nuestros familiares y que se castigue a los culpables. De la segunda,
de la verdad histórica, está encargado el Equipo de Apoyo a la
Fiscalía. La tarea es inmensa y el equipo es pequeño. Junto a este
equipo puede coexistir una comisión de la verdad, multidisciplinaria,
que pueda armar gran parte de este rompecabezas trágico que fue
la guerra sucia. Aparte de que queremos saber la verdad, queremos
que ésta sea pública, que se reivindiquen los nombres de nuestros
desaparecidos y que se publicite el nombre de todos los culpables
que desaparecieron y que asesinaron.
En materia de justicia para las víctimas, la justicia es que se
436 reconozca nacional e internacionalmente que la política estatal fue
violatoria de los derechos humanos de nuestros amigos y familiares.
La modernidad no ha llegado a nuestro sistema judicial. ¿Será que el
gobierno no se ha dado cuenta de que la formación de derecho-
humanistas es el resultado de la impunidad con la que han actuado
en las violaciones de derechos humanos? ¿Cómo van a responder
ante la sociedad en el sentido de que la desaparición es un crimen
que el mismo Estado instauró, y que ha sido reproducido y gene-
ralizado por el crimen organizado y por el narcotráfico? El Estado
creó su Frankenstein, y la sociedad se lo tiene que recordar.
La creación y la labor
de la Fiscalía Especial

Ignacio Carrillo Prieto


Fiscal Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado
(México)

Hoy se sostiene que cualquier conducta que hubiese atentado contra


los derechos humanos debe someterse no sólo a una investigación
para conocer la realidad de los acontecimientos, sino también al
escrutinio por parte de la justicia, que es una de las funciones
primordiales del Estado y de sus instituciones.
Atendiendo a este reclamo de la sociedad por el esclarecimiento
de esos hechos, el Poder Ejecutivo Federal expidió el “Acuerdo por
el que se disponen diversas medidas para la procuración de justicia
por delitos cometidos contra personas vinculadas con movimientos 437
sociales y políticos del pasado”, publicado en el Diario Oficial de la
Federación el 27 de noviembre de 2001.
El referido Acuerdo dio lugar a que, para dar cumplimiento a
las medidas tomadas, se giraran instrucciones, exhortos y solicitudes
a dependencias y entidades de la administración pública federal.
En este orden de ideas, se propuso la designación de un fiscal
especial con competencia para la investigación de los asuntos que se
señalan en el Acuerdo, así como la integración de un Comité de
Apoyo al Fiscal Especial y un Comité Interdisciplinario encargado
de determinar los criterios para la eventual reparación administrativa
a las víctimas y ofendidos por los ilícitos indicados.

LA OFICINA DEL FISCAL ESPECIAL PARA MOVIMIENTOS SOCIALES


Y POLÍTICOS DEL PASADO

En tal sentido, el titular del Poder Ejecutivo Federal solicitó al


procurador general de la República, que, con pleno respeto a la
autonomía constitucional y en el ámbito de sus atribuciones,
EL CASO DE MÉXICO

nombrara a un fiscal especial y agente del Ministerio Público de la


Federación, para que se encargara de concentrar y conocer las
investigaciones, de integrar las averiguaciones previas que se iniciaran
con motivo de las denuncias o querellas formuladas por hechos
probablemente constitutivos de delitos federales cometidos directa
o indirectamente por servidores públicos en contra de personas
vinculadas con movimientos sociales y políticos del pasado, así como
de perseguir ante los tribunales competentes los delitos que resultaran
y, en general, resolver conforme a derecho (artículo 1o. del referido
Acuerdo).
A efecto de que el funcionario designado pudiera contar con
la autonomía técnica y operativa que requerían las tareas que le
encomendaran, por medio del Acuerdo Núm. A/019/02 el pro-
curador general de la República le delegó diversas facultades, entre
otras las correspondientes a la autorización en definitiva del no
ejercicio de la acción penal y de la reserva de las averiguaciones
previas, así como de la formulación de conclusiones no acusatorias
438 en los procesos penales.

EL COMITÉ CIUDADANO DE APOYO

Asimismo, el Ejecutivo Federal exhortó al procurador general de la


República a que conformara, por invitación, un Comité de Apoyo
al Fiscal Especial, cuyo objeto era aportar a ese servidor público los
elementos históricos, sociales, políticos, jurídicos y demás que
requiriese para el debido cumplimiento de sus funciones (artículo
2o. del referido Acuerdo).
Para la integración de ese órgano colegiado de auxilio al fiscal
especial se precisó que sus miembros deberían ser ciudadanos de
reconocido prestigio y experiencia, ya fuera en la rama jurídica o en
la promoción y defensa de los derechos humanos.
Después de recibir diversas propuestas de las organizaciones
no gubernamentales identificadas con el tema, así como de la sociedad
en general, el Comité Ciudadano de Apoyo al Fiscal Especial quedó
integrado por Salvador Martínez della Roca, Mario Ramírez, Luis
González de Alba, Juliana González Valenzuela y José Luis Insunza
LA CREACIÓN Y LA LABOR DE LA FISCALÍA ESPECIAL

Espinoza, los tres primeros, destacados luchadores sociales y los


dos restantes, académicos reconocidos.

COMITÉ INTERDISCIPLINARIO

Por otra parte, y dentro del capítulo de la reparación de daños a las


víctimas y ofendidos, se instruyó al secretario de Gobernación para
que conformara un Comité Interdisciplinario.
Este órgano tiene por objeto el estudio, el análisis y la pre-
sentación de propuestas para determinar la forma, los procedimientos
y los términos para ofrecer, cuando ello proceda, una reparación
administrativa justa a las víctimas y ofendidos de los hechos del
pasado a que se refiere el Acuerdo (artículo 3o.).
Este comité se ha conformado, mediante invitación, por
servidores públicos de la administración pública federal y, en calidad
de asesores, por expertos en la materia.
Este comité interdisciplinario quedó integrado e instalado en 439
la Secretaría de Gobernación el 7 de marzo del presente año y
confluyen en él representantes, entre otros, de las siguientes
dependencias y entidades de la administración pública federal: la
Secretaría de Gobernación, la Secretaría de Hacienda y Crédito
Público, la Secretaría de Relaciones Exteriores, la Secretaría de la
Contraloría y Desarrollo Administrativo, el Instituto Mexicano del
Seguro Social y el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los
Trabajadores al Servicio del Estado.
Los problemas para esclarecer las desapariciones forzadas y
los hechos del 2 de octubre de 1968 y del 10 de junio de 1971
requirieron ser integrados para su resolución en un Plan de Trabajo
que fue presentado públicamente el 20 de marzo.
El Plan de Trabajo asume las disposiciones legales que lo
cimientan y las obligaciones éticas que presiden las tareas de la jus-
ticia, anteponiendo a toda otra consideración la protección de la
Constitución y de las leyes a los derechos de las víctimas, de los
ofendidos y de los inculpados, y la salvaguarda de los derechos
humanos y las libertades fundamentales reconocidos y proclamados
por disposiciones nacionales e internacionales.
EL CASO DE MÉXICO

Asume que el acatamiento a las normas de la República permite


que los derechos humanos sean reconocidos, respetados y pro-
movidos, acudiendo a su defensa y restablecimiento con todo el
vigor de las instituciones.
Reconoce que las medidas dispuestas por el Presidente
de la República para la procuración de justicia por delitos
cometidos contra personas vinculadas con movimientos sociales
o políticos del pasado son la respuesta gubernamental a una
importante exigencia ciudadana, mantenida viva con fervor y
perseverancia ejemplares, que no deberá ser desatendida nunca
más.
El plan asume que es preciso que el orden jurídico prevalezca
para que México alcance con certidumbre su destino democrático.
Que la sociedad exige resultados concluyentes, apegados a la verdad
de los hechos y, de nosotros, determinación y perseverancia para
que atrocidades reprobables queden erradicadas de nuestro porvenir.
Sólo así la reconciliación que perseguimos tendrá los fundamentos
440 éticos y legales de reconstrucción histórica y de resolución jurídica
demandados desde hace siete lustros.
Al presentar este plan sostuvimos que la justicia es la clave del
destino del país y que éste se prueba a cada momento por el empuje
de sus ciudadanos que no permitirán equivocar el rumbo.
El Plan de Trabajo, con cinco programas que responden a 64
acciones, se desarrolla alrededor de tres ejes:

1. El jurídico ministerial, que incluye a un conjunto de acciones que


permiten investigar e integrar las averiguaciones, ejercer la facultad
de atracción y sostener la acción penal ante los tribunales competentes.
El conjunto de conocimientos periciales actuales y los recursos
tecnológicos necesarios para la investigación criminalística se pondrán
al servicio de este programa, acudiendo a los centros de investigación
nacional e internacional.
El proceso de consulta de archivos, expedientes y otros
elementos documentales públicos y privados es consecuencia de la
necesidad de llegar al esclarecimiento histórico, exigencia social que
no admite aplazamiento ni encuentra contradicción alguna en las
medidas ministeriales del Fiscal Especial.
LA CREACIÓN Y LA LABOR DE LA FISCALÍA ESPECIAL

2. El segundo eje es el de cooperación, participación ciudadana y vinculación


institucional, en torno al cual operan la coadyuvancia de los ofendidos y
de los familiares de las víctimas para acreditar el cuerpo del delito,
la probable responsabilidad de los inculpados y la colaboración y
participación de organismos públicos y organizaciones no
gubernamentales, nacionales e internacionales.
Es preciso instaurar medios de recepción e información y
atención ciudadana en el territorio nacional mediante la instalación
de líneas telefónicas de acceso gratuito, correos electrónicos, sitios de
internet y cualquier otro medio que permita la comunicación directa
del fiscal especial y sus colaboradores con la sociedad.
Con este propósito fue indispensable instalar unidades de
atención y enlace en diversas entidades del país para recabar
testimonios y observaciones de los denunciantes, ofendidos, fami-
liares y de la sociedad y sus organizaciones. Es el caso de las oficinas
alternas de Atoyac y Acapulco en Guerrero, Culiacán, en Sinaloa, y
la del Archivo General de la Nación.
3. El tercer eje es el de investigación e información, cuyas acciones prevén 441
la integración de equipos interdisciplinarios de investigación
documental, bibliográfica y hemerográfica, con el propósito final de
esclarecer los hechos y dejar constancia de las verdades históricas
que concurren en la perpetración de los ilícitos que se investigan.
Alrededor de este eje se articulan procesos de comunicación social
provechosa y oportuna. En todo caso, es preciso solicitar la cola-
boración de entidades académicas y organismos gubernamentales y
organizaciones no gubernamentales y de mecanismos de intercambio
internacional de información y experiencias análogas.
El Comité Ciudadano de Apoyo a los trabajos del Fiscal Especial,
relevante en todos los aspectos, podrá contribuir señaladamente en
estas áreas. El fiscal ha de guardar con este cuerpo colegiado y con el
Comité Interdisciplinario las necesarias relaciones para el cumplimiento
de sus tareas, y en todo momento se estará a las atribuciones que el
Acuerdo del Presidente de la República les confiere.
Independientemente de lo técnico, no podemos perder de
vista su dimensión humana. En este itinerario se harán oír razones y
pasiones, emociones y argumentaciones, medios de comunicación
y procedimientos ministeriales y judiciales, prisiones y libertad.
EL CASO DE MÉXICO

El trabajo, sin embargo, ha de cumplirse sin el sacrificio de


los preceptos que lo rigen, asumiendo que los conceptos sociales
de los hechos que se investigan no son verdades probadas sino
probables y que en ello reside nuestro encargo. El debate sobre
la clave democrática debe contar con una autoridad legítima que
sea capaz de procesar legalmente la argumentación, que de otro
modo sería interminable. La intervención de la justicia debe
concebirse hoy en día como un proyecto compuesto de
momentos de autoridad y momentos de diálogo y participación.
El Ministerio Público, el fiscal especial, representante del interés
social, otorga peso a las palabras de las víctimas, de los ofendidos
y de los responsables. Es la autoridad revestida del interés general,
al que no le corresponde nunca la función decisoria del juez,
pero sí el de impulsar el establecimiento de la verdad histórica
que se busca en todo proceso penal. Precisamente es este núcleo
definitorio de su trabajo y de los trabajos por venir el que
demanda la participación y cooperación sociales.
442 En nuestras sociedades de legitimidades múltiples ningún
agente, público o no, puede encarar él solo al interés general. Se
requiere del intercambio de saberes, de las tres condiciones que
asume el Plan de Trabajo: protagonistas representativos, respeto
a las reglas deontológicas y de garantía de los derechos humanos,
y protocolos de acuerdos que permitan definir objetivos y planes
de acción común. Puede abrirse entonces una vía de acción
pública contextualizante, que no contradiga a la necesaria
independencia y objetividad del Ministerio Público, y que permita
evaluar su desempeño. Para este efecto, el Plan programa, ade-
más, acciones de observadores internacionales de reconocimiento
indiscutible.
El trabajo que el Plan organiza estriba en hacer confluir y
traducir jurídicamente la voluntad social organizada, que ha luchado
sin tregua por el esclarecimiento, la sanción y la política del gobierno
federal para llegar a este momento inicial.
A partir de ahora, la obra de la justicia exige que el fiscal especial
haga abstracción de su voluntad e interés particular, por lo que
requerirá, en todo momento, de voluntad institucional y de voluntades
sociales que hagan perdurar esa confluencia, ese encuentro de múltiples
LA CREACIÓN Y LA LABOR DE LA FISCALÍA ESPECIAL

empeños que mantenga el impulso que hoy nos mueve en torno al


compromiso de todos para honrar las promesas empeñadas con la
ley y con la democracia.
La sociedad mexicana, plural y participativa, exige nuevos usos
y acuerdos políticos, cuya observancia y cumplimiento es condición
indispensable para consolidar una república de ciudadanos ejemplares
por la que hemos luchado y seguimos batallando.
Requiere también un sistema jurídico renovado en sus normas
pero, ante todo, en el hábito de su acatamiento, del que los gober-
nantes no pueden quedar excluidos.
Reclama, con igual vigor, que la historia de la patria, con luces
y sombras, pueda ser leída por todos y para siempre sin censura,
una medida inadmisible en la democracia.
Un nuevo consenso social precisa de bases históricas y
jurídicas sólidas: hemos de construirlas sin dilación, sin vacilación
alguna, con lucidez digna del tiempo en el que nos corresponde
contribuir a la obra común y para cuya cohesión hemos optado
por la ley, que es impulso y límite de hombres y mujeres libres. 443
Defraudar a la vía legal por la que hemos logrado avanzar, sería
una claudicación histórica, una torpeza política y un quebrantamiento
moral. Los mexicanos no perdonarían ni se perdonarían que la
democracia, construida con ahínco ejemplar, quedara sujeta a
disputas estériles y debilitada. Lo ideal sería que permaneciera en
posiciones reiteradas de demandas colectivas, sobre todo las de la
justicia que mira lo pasado y lo resuelve, para despejar el presente
y permitir que sigamos progresando.
Avancemos en las reconstrucciones históricas, en las reso-
luciones jurídicas y en las reconciliaciones sociales. Hoy es posible
interrogar y hacer que los archivos oficiales entreguen su contenido
para que todos los ciudadanos, especialistas y legos, de derechas e
izquierdas, sepamos de dónde ha venido lo que queremos y lo que
no queremos para nosotros y para nuestros hijos.
Habrá distingos en estas opciones, pero sin duda ya nadie elegirá
la vía que condujo a destruir vidas y libertades, que son la única
razón de legitimación del poder público. Es preciso cerrarle el paso
a toda tentación de inmunidades y excepciones autoritarias. El poder
que destruye acaba por autodestruirse.
EL CASO DE MÉXICO

Corresponde al México democrático dictar una lección para


el presente y el futuro, estableciendo indubitablemente que las
autoridades tienen límites legales precisos y que los derechos y
las libertades fundamentales son preceptos superiores y anteriores
a toda norma y a todo poder. La administración no puede, en
nombre de facultades discrecionales, violar principios consti-
tucionales consignados como base de la organización común y del
orden jurídico. Los actos políticos y los actos de gobierno no
pueden ser eximidos de la legalidad que los sustenta y sin la cual
sólo queda la fuerza desnuda, los acuerdos cómplices y el reino de
la mentira, que ciega la moralidad. La legalidad es fuente primera
de derecho.
La verdad factual, su surgimiento, nos aguarda no sólo en los
recintos que contienen los documentos de nuestra historia, sino en
las ciudades y los pueblos de México. Revestidos de templanza,
guiados por la razón, sin apetitos de venganza, estéril en lo individual
y mortal para lo colectivo, hemos de ir en su búsqueda y empeñarnos
444 en su encuentro traduciéndola en obras de justicia.
Es la hora de que la verdad, la política y el derecho, ene-
mistados frecuentemente, formen una alianza para concertar los
acuerdos democráticos del presente y del futuro. De nuevo serán
los ciudadanos que han mantenido con perseverancia ejemplar la
causa de la justicia histórica, quienes nos impulsen y protejan en este
nuevo camino.
En último extremo son ellos —dictaminadores de los trabajos
de gobierno, sin menoscabo de las atribuciones y potestades de los
poderes constituidos—, los que han de hacer su propia obra sin
buscar los aplausos instantáneos e infecundos.
Pero a la verdad histórica y jurídica se le opone no sólo el
poder, sino también la ignorancia. De ahí que, al abordar docu-
mentos y testimonios, hechos y dichos, sea preciso ir provisto de
convicciones, sin preconcepciones que limiten la fuerza y el impacto
de las verdades.
En forma interesada, algunos pretenderán desvirtuar el escla-
recimiento histórico y su connotación jurídica. Ante ello, hagamos
valer la fuerza de la ley y la voluntad política que desde ahora exigimos
que cobije y resguarde este proceso. Contra nadie practiquemos lo
LA CREACIÓN Y LA LABOR DE LA FISCALÍA ESPECIAL

que condenamos: la arbitraria disposición ilegal que retuvo confinados


y eliminó físicamente a los luchadores sociales, constructores de
nuestros días democráticos. En ellos reconocemos el impulso inicial
que hizo posible escuchar atentos las voces silenciadas de nuestra
historia.

445
La lucha por la verdad
y la justicia

Rosario Ibarra de Piedra


Presidenta del Comité Eureka (México)

Hace tiempo, en una reunión de la Federación Latinoamericana de


Familiares de Detenidos Desaparecidos, de la cual fuimos fundadoras
y de la que nos retiramos por razones que no viene al caso explicar,
examinamos el mapa de la América Latina donde había muchas
dictaduras militares. En aquel entonces, sólo México y Costa Rica
no tenían dictaduras militares. Poco a poco, la América se fue mexica-
nizando, fueron cayendo los dictadores militares y entrando los
presidentes constitucionales y democráticos.
“Democracia” es una palabra que gusta mucho a los
gobiernos para vestirse, para adornarse. En todo eso tuvo que 447
ver el patrón de muchos de los gobiernos de América Latina, el
gobierno de Estados Unidos. El gobierno estadunidense, la CIA
y todas esas instancias que pululan, en aquel país, decidieron ir
cambiando la fuerza bruta de los ejércitos, de los soldados, por
otras cosas light, por cosas “ligeritas” que no dañan y que le dan
“caché” a los gobiernos. Y empezaron a mandarnos sectas
religiosas, a gente que formaba organizaciones de derechos
humanos —a algunas, la verdad sea dicha, nosotros les enviamos
nuestra correspondencia y nos la devolvían porque las direcciones
no concordaban—. Hay, claro, honrosas excepciones de orga-
nizaciones de derechos humanos que sí luchan por ellos.
Recordamos que en una ocasión dijo el general Jorge Carrillo
Olea, cuando era subsecretario de Gobernación y Manuel Bartlett
secretario: “Les vamos a quitar la chamba”, y mi amiga Maty,
aquí presente, madre de un desaparecido, le dijo: “¡Ay, general!,
¿nos van a devolver a nuestros hijos?”, con la ingenuidad de la
buena fe, de esa confianza de quien ha luchado por mucho tiempo
por la libertad de su hijo. Se rio el general. Claro que tenía motivos
para reírse, porque lo que estaban formando eran organizaciones
EL CASO DE MÉXICO

“balines” defensoras de los derechos humanos, que usufructuaban


el dinero del erario público para adornarse y adornar al gobierno
con eso de que estaban haciendo trabajo limpio.
Y entonces empezó a proliferar también la idea de la verdad.
La verdad es un negocio, en Estados Unidos la verdad es un negocio.
Hay en Wall Street una oficina que tiene la especialidad de buscar
comisiones de la verdad. Nosotras hemos leído, somos apenas
preparatorianas, no tenemos currículum académico de Harvard, pero
sí entendemos lo que es que se viole la ley y se violen los derechos
humanos, y tenemos una larga experiencia en esta lucha. Y nos parece
que le dan muchas vueltas al propósito de encontrar la verdad.
Nosotras, sin tantas maromas, valga la expresión, sin tanta
estridencia, en la lucha con el pueblo, en la lucha en la calle, hemos
podido recuperar a 148 personas vivas. No andábamos pidiendo
huesos ni andábamos por ahí llorando y pidiendo cadáveres. No
luchábamos de otra forma más que exigiendo con vida a los
desaparecidos. Esos 148 que salieron de las cárceles clandestinas
448 vieron a nuestros familiares.
Mario Álvaro Cartagena López, mutilado —le cortaron una
pierna—, vio a la madre de Alicia y lo dijo aún en el
hospital militar, donde le acababan de amputar la pierna,
que vio a Susana Alicia de los Ríos Merino, que había
sido secuestrada tres meses antes que él. Y así como él
llegaron todos: la madre de Inti, que está aquí, Laura Gaitán
Saldívar, que vio con vida a Juan Chávez Hoyos; el
hermano de Priscila, que vio con vida al hijo de Lichita;
que vieron a todos nuestros compañeros con vida y buena
Fernando salud y aparte nos dieron testimonio de lo que sufrieron,
Gutiérrez de sus torturas terribles, de cómo Miguel Nazar Haro colocaba la
Barrios corriente; cómo Salomón Tanuz le dijo a El Guaymas: “Soy Salomón
recibe de
Rosario Tanuz, quien puede darte o quitarte la vida”; de Sahagún Baca, de
Ibarra Quiroz Hermosillo, de Acosta Chaparro... Y entregamos, en todas
expedientes las ocasiones, en todos los sexenios, los expedientes de los
sobre des-
aparecidos desaparecidos a todas las procuradurías generales de la República,
en cada sexenio, y no hicieron absolutamente nada. Preguntamos:
¿Para qué tantas comisiones de la verdad, si la verdad está ahí en
manos de la PGR?
LA LUCHA POR LA VERDAD Y LA JUSTICIA

El general Macedo de la Concha, procurador


general de la República, está como abogado y como
general, y puede aportar muchísimas cosas a la bús-
queda de nuestros familiares, que repito, fueron vistos
vivos. Se formaron muchísimas cosas en este país, ha
habido muchas comisiones, han proliferado, pero la
chamba no nos la han quitado. Nosotros le entre-
gamos al presidente Fox 532 casos de desaparecidos
que fueron los que utilizó José Luis Soberanes, presidente de la Rosario
Comisión Nacional de los Derechos Humanos, para elaborar Ibarra
entrega a
su informe. Nosotros no se los entregamos a la CNDH , se los José López
entregamos en 1988 al secretario de Gobernación, Gutiérrez Portillo la
Barrios, y no eran 532, sino 477, cifra que se fue acrecentando lista de des-
aparecidos
y nosotros la íbamos haciendo pública. Y están los datos: políticos
Epifanio Fidel Rojas, primer desaparecido en 1969, en el sexenio
de Díaz Ordaz, se lo llevaron el general Miguel Bracamontes y
el mayor Antonio López Rivera. A todos y cada uno de los
casos le pusimos los nombres de los responsables. ¿Por qué 449
andar buscando por otro lado, si ahí está, si muchos de esos
señores están vivos, ahí están? Al esposo de Celia Piedra de
Nájera, del estado de Guerrero, Jacobo Nájera Hernández, lo
sacó de su casa Isidro Galeana Abarca. Él vive en Acapulco,
¿por qué no han ido a sacarlo para que declare? ¿Qué hizo con
Jacobo Nájera Hernández desde 1974?
Se está buscando una comisión que se va a tardar años. Pero
nosotros queremos que actúen las instituciones de este país.
Pensamos que las comisiones de la verdad, perdonen el escep-
ticismo, son cosas pactadas en esto que llaman transición. El
presidente Fox no va a tocar al Ejército ni con el pétalo de una
rosa. Fox fue a la base militar de Santa Gertrudis a negociar que
no tocaría al Ejército.
Y tampoco va a tocar al ex presidente Echeverría. ¿No han
visto con qué cinismo se porta?: “Qué bien que me llamaron a
declarar”, “¿Qué opina, señor presidente, de que lo haya llamado la
Fiscalía? “Es muy bueno que me llamaran, habla muy bien del
presidente Fox.” Claro, ¡porque no le van a hacer nada!, va a salir
exonerado. A Pinochet cuando menos lo arraigaron, pero Echeverría
EL CASO DE MÉXICO

se va a reír de todos nosotros, del pueblo de México, como se ha


reído durante tantos años.
Hay muchos responsables y nosotros podemos darle la lista, y
no necesitamos comisiones de la verdad que se tarden, que em-
pantanen las cosas, que se vayan por allí despacito, como se fueron
en Naciones Unidas. Triste es decirlo, pero en una ocasión, después
de 18 años que fuimos a Ginebra, que fuimos a Nueva York, con
miles de sacrificios porque no tenemos recursos para movernos,
íbamos allá y no nos hacían caso, un expediente y otro expediente y
hacían caso al gobierno mexicano, lo que dijera el gobierno mexicano
era un dogma, lo que decíamos nosotros no valía la pena. Y un día
me dijeron que iban a resucitar los casos viejos. ¡Caray! ¿Quién los
hizo viejos? ¡Naciones Unidas! Nosotros no dejamos un minuto
peligros, de arrostrar amenazas, de reclamar a nuestros hijos. Por lo
tanto, quiero decirles que la única reparación del daño que queremos
es el regreso de nuestros hijos.
¿La reconciliación? ¡Me río de la reconciliación! Todavía hay
450 clases sociales. A algunos se les olvida que hay lucha de clases. La
reconciliación mediante una comisión de la verdad no pasaría de
ser, qué sé yo, una convivencia no letal, digamos. Pero lo que dijo ahí
algún experto, no. Nosotros no queremos reconciliarnos, no
queremos para nada entrar en reconciliación con los que se llevaron
a nuestros hijos. No los odiamos. Hemos defendido a gente que ha
pertenecido a la Dirección Federal de Seguridad, a gente que ha sido
del Ejército, que tuvo que ver con las desapariciones de nuestros
hijos. No los odiamos. Francamente, les tenemos lástima porque el
pueblo está de este lado. El pueblo está con nosotros, y pobrecitos
de ellos, porque cuando le sirven a un amo malo y caen en la cárcel,
los olvidan o los quieren matar.
También quiero decirles que cada familiar tiene la libertad
inalienable de hacer lo que le plazca, de ir a las comisiones que quiera,
a las fiscalías que quiera. Este grupo y otros que no están aquí, a los
cuales también representamos, no queremos comisión de la verdad.
No vamos a ir a la fiscalía porque ya entregamos hace mucho y
muchas veces los expedientes de nuestros hijos. Y tuvieron el descaro
de mandarles citatorios recientemente a los desaparecidos a mi propia
casa. Fue una burla más, una afrenta a nuestro honor.
LA LUCHA POR LA VERDAD Y LA JUSTICIA

Tampoco queremos indemnizaciones. ¿Quién va a valorar la


vida de los hijos? ¿Podrían valorar igualmente la vida de cada uno de
sus hijos, de sus padres, de sus hermanos, de sus esposos o esposas?
Nosotros no. Ni todo el oro del Banco Mundial, ni del Fondo
Monetario Internacional, ni todo lo que se han robado los gobiernos
paga una sola vida de uno solo de nuestros familiares. Y una sola
vida rescatada ha valido la pena de los 25 años de lucha que
cumplimos en estos meses. Y queremos decir que no vamos a
permitir que se lucre con la vida de nuestros hijos y vamos a seguir
luchando con nuestro grito de batalla, que a unos les parece una
utopía, una obstinación, sienten que somos tercas, que somos
intransigentes. ¡Claro que somos intransigentes! Si les dimos la vida,
¿cómo se las vamos a quitar? ¡Ni con el pensamiento!
¡Vivos se los llevaron! ¡Vivos los queremos!

451

Protesta del Comité Eureka contra la Fiscalía Especial, el 28 de marzo de 2003, frente a la
Catedral metropolitana
El movimiento estudiantil
de 1968 y el papel del Comité
Ciudadano

Salvador Martínez della Rocca (a) El Pino


Integrante del Comité Ciudadano de Apoyo a la Fiscalía Especial
(México)

Después de escuchar a Rosario Ibarra de Piedra cuesta mucho trabajo


hablar. En 1968, miles y miles de jóvenes, muchachas, hombres y
mujeres de este país luchábamos por lo que hoy llamamos las
libertades democráticas, luchábamos por la libertad de expresión,
luchábamos por la libertad de prensa, luchábamos por la libertad de
manifestación, porque cada vez que hacíamos una manifestación los
granaderos nos disolvían a punta de golpes —también nosotros
los dábamos pero la bronca era muy desigual—; luchábamos por la 453
libertad de reunión, porque, si ustedes recuerdan, si nos reuníamos
más de tres nos acusaban de pandilleros, según el Código Penal;
luchábamos para que todos los mexicanos tuvieran el derecho de
tener preferencias políticas, religiosas, ideológicas e incluso tener pre-
ferencias sexuales, porque también en aquella época lesbianas y
homosexuales eran perseguidos, golpeados, violados y encarcelados:
por eso luchábamos.
Teníamos un pliego petitorio de seis puntos. Queríamos la
libertad de los presos políticos. Queríamos la derogación de los ar-
tículos 145 y 145 Bis del Código Penal, porque con base en esos
artículos, que hablaban sobre el delito de disolución social, metieron
a la cárcel a Valentín Campa, a Demetrio Vallejo, a Víctor Rico
Galán, a Adolfo Gilly, a una lista muy larga de compañeros y
compañeras. Metieron a la cárcel a Adelita Castillejos. Metieron a la
cárcel a la hermana de Víctor Rico Galán, Ana María Rico Galán.
Queríamos la desaparición del cuerpo de granaderos y demás
policías anticonstitucionales. Pedíamos la destitución de Luis Cueto
y de Raúl Mendiolea, que eran el director y subdirector de la Policía
Preventiva del Distrito Federal.
EL CASO DE MÉXICO

Pero luchábamos por dos cosas más. Luchábamos por un


deslinde de responsabilidades después de la represión violenta de la
manifestación del 26 de julio de 1968. Metieron a la cárcel a
muchísima gente, a casi todo el Comité Central del Partido Comunista.
Nada más se salvó Arnoldo Martínez Verdugo. Metieron a la cárcel
a Rincón Gallardo, a todo el mundo, y queríamos un deslinde de
responsabilidades. La verdad de lo que había pasado ahí la sabíamos
nosotros, pero lo que ya caducó para nosotros no necesariamente
ha caducado para los demás. Por eso el quinto punto del pliego
petitorio decía: Deslinde de responsabilidades. Y en el sexto punto
pedíamos una indemnización para las familias de las víctimas de la
represión.
Esas eran nuestras demandas. Y por luchar por eso le dis-
pararon un bazucazo a la puerta histórica de la preparatoria de San
Idelfonso, y está por investigarse cuántos muchachos estaban atrás
de la puerta. Por luchar por eso, el 18 de septiembre de 1968 entraron
10 mil militares a Ciudad Universitaria y arrestaron, entre otros, a
454 Elí de Gortari, y metieron a la cárcel a José Revueltas, a Heberto
Castillo y a decenas de muchachos y muchachas. Torturaron en el
campo militar a mucha gente, les hicieron simulacros de fusilamiento,
les hicieron simulacros de castración. Por luchar por las libertades
democráticas, por la libertad de prensa, el 2 de octubre de 1968
masacraron salvajemente a un mitin pacífico legal y mataron a mucha
gente. Mataron a vecinas y vecinos, a mujeres embarazadas, a niños.
Años después de que encarcelaron a tanta gente, y por razones
El ejército políticas que en diez minutos no podría explicar, empezaron a salir
en la Plaza los presos, por desistimiento de la acción penal, pero en ese acto del
de la Cons-
titución 2 de octubre se pusieron de acuerdo el Ejército, el Estado Mayor
Presidencial, las Policías del Distrito Federal, el
regente. Estuvieron de acuerdo los directores
de los hospitales en donde metieron a la gente y
desaparecieron cadáveres; obligaron a la prensa
a callar los hechos, a distorsionar la información.
Y hoy exigimos que a todos ésos se les castigue.
Que ya lo sabemos nosotros y ya lo saben
ellos, tiene razón Rosario Ibarra, pero después de 34 años hay muchos
jóvenes y muchachas en este país que ya no saben qué fue lo que
EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL DE 1968

pasó. Porque también se encargaron de borrar la historia, y un país


sin historia es un país que no tiene futuro. Lo dice incluso Steven
Spielberg: “Un país que no conoce el pasado no tiene elementos
suficientes en el presente para programar su futuro.” Por eso
queremos que se haga realidad el quinto punto
del pliego petitorio de 1968: Deslinde de res-
ponsabilidades. Aunque yo ya lo sé, y aunque
Rosario ya lo sabe, y aunque las madres ya lo
saben, el pueblo de México tiene derecho a
saberlo, particularmente las nuevas generaciones.
La revolución es fundamentalmente un proceso educativo. En Manifestantes
1971, tres años después se hablaba, como dice Rosario, de la apertura detenidos
democrática, y por una marcha de estudiantes del Politécnico y de la por el
ejército en
Universidad Nacional Autónoma, de Chapingo, de la Normal Tlatelolco
Superior, de la Universidad Iberoamericana, de El Colegio de
México —encabezados por Julio Boltvinik— una vez más, repri-
mieron y mataron. Muchos salimos vivos, no por inteligentes, salimos
vivos por suerte, nada más por suerte, porque tiraban balazos a 455
mansalva. Éste era el México que vivíamos aquí.
Otra era la imagen que le daban a Perú, que le daban a América
Latina. Había un golpe de Estado en Argentina y México asilaba
a los argentinos. Había un golpe de Estado en Chile y México asi-
laba a los chilenos. Había un golpe de Estado en Brasil y México
asilaba a los brasileños. México era la fuente de la libertad. No era
verdad, sin embargo, por eso también debo decir que llegaron a este
país brasileños y chilenos muy brillantes, argentinos como Néstor
García Canclini; y parecía ser que cada vez que había un golpe de
Estado en América Latina subía, paradójicamente, el nivel de la
educación superior en México. Llegaron Juan Carlos Portantiero,
José Nun, René Zavaleta. Llegaron luchadores por el socialismo,
luchadores por la democracia de América Latina, pero aquí salía
uno a la calle a una marcha y te masacraban.
Yo me pregunto: ¿ustedes creen que los jóvenes de hoy saben
lo que pasó el 10 de junio de 1971? ¿Saben lo que pasó el 2 de
octubre de 1968? No es verdad que lo sepan. Es muy poca la gente
joven que sabe de eso y tenemos que decírselo, haciendo uso de
todo lo que tengamos en nuestras manos.
EL CASO DE MÉXICO

Después de las masacres del 2 de octubre y del 10 de junio,


muchos estudiantes y profesores, como Raúl Ramos Zavala, llegaron
a la conclusión de que la lucha legal en México estaba clausurada, y
esa conclusión era correcta. Y tomaron las armas para luchar por un
México como el que todos soñamos hasta la fecha, y le declararon la
guerra al Ejército y al gobierno.
Con antelación, Lucio Cabañas se había ido a Guerrero después
de la masacre del 18 de mayo de 1964. Se había subido a la sierra, y
Genaro Vázquez también. Había guerrilla urbana y rural. A esos
muchachos el Estado mexicano les aplicó la fuerza —en la definición
weberiana más elemental: “El Estado es el monopolio legítimo de la
fuerza”—, pero no la legitimó. Los torturó. Estaba violando todas
las normas que supuestamente un Estado debe detentar y hacer respetar
por definición. Los torturaron, los asesinaron, los masacraron, los
desaparecieron. Esa historia poca gente la sabe, y queremos que la
sepan ya nuestros jóvenes, que sepan una historia de este país que no
se enseña en las escuelas. Por eso es importante hacer uso de todos
456 los instrumentos que tengamos a la mano para que se conozca la
verdad histórica. Como lo dijo Emilio Álvarez Icaza, si conocemos
la verdad histórica y no se castiga a los responsables, cuando en un
país la verdad histórica va por un camino y la verdad jurídica por
otro, estamos en un proceso de suma gravedad, porque esas cosas se
van a repetir. Por eso acepté entrar al Comité Ciudadano de esta
Fiscalía, porque es la primera vez que se nos ofrece algo así, y si no
funciona, me comprometo con ustedes y con el fiscal a renunciar y
denunciar que esto no está funcionando. Pero tenemos mucho trabajo
por hacer, cada quién en su lugar.
Yo respeto la decisión de Rosario, y además la comprendo.
En el 25 aniversario del 68 formamos una comisión de la verdad
encabezada, entre otros, por Paco Ignacio Taibo; en la 57 Legislatura
Pablo Gómez encabezó la construcción de una comisión de la verdad
y, efectivamente, los resultados no han sido los que nosotros
deseamos. Decía Lenin: “Los deseos no son argumentos políticos”,
pero necesitamos desear para luchar. Dionisio Garza, aquí presente,
fundador del Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR), se va a
Morelia a organizar a las familias para después llevar al Fiscal y
sentarlo y decirle: “Aquí vas a escuchar a la gente y vas a actuar”.
EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL DE 1968

Andrés Rubio, quien se va a Guerrero con Rafael Arístegui, del


grupo guerrillero de El Güero Medrano, a organizar a los que todavía
no están organizados. Y hay que ir a Sinaloa, hay
que ir a Monterrey, a Chihuahua, y hay que
empezar a crear esa verdad histórica que nosotros
ya la sabemos, pero para que la sepa todo el
pueblo de México.
Concluyo diciendo como el viejo poeta
español: “Es verdad que un pueblo no puede hacer
realidad todos sus sueños, pero cada cosa que hacemos alguien la Detención de
soñó.” ¡Soñemos! Soñemos en un México donde no haya setenta estudiantes en
Tlatelolco
millones de pobres; en un México donde no haya 36 millones en
extrema pobreza; en un México con educación de alto nivel de
masas; en un México con salud; en un México donde no haya presos
políticos y en el que, por lo tanto, no haya desaparecidos y donde
no se vuelvan a repetir estas cosas.
Esto no se va a hacer por voluntad del Estado, sino por la
presión del movimiento de masas, del movimiento de los partidos 457
—que no han incluido en su agenda estos problemas en la
dimensión que se requiere—; soñemos con un México con
partidos políticos que defiendan las demandas de la sociedad.
Sólo así vamos a hacer que la verdad histórica se conozca; sólo
así vamos a meter en la cárcel a Luis Echeverría y a un número
importante de generales —aquí traigo la lista—. Pero no insistamos
en que no les van a hacer nada. Vamos a echarle todas las ganas
para que sí les tengan que hacer lo que merecen. Así, compañeros,
¡soñemos! Pero no basta con soñar, hay que soñar y tratar de
hacer realidad el sueño con todos los instrumentos que tenemos
a la mano. Esta fiscalía es un instrumento, y ojalá la Comisión
Ciudadana se ampliara con personas como Carlos Monsiváis,
como Carlos Montemayor, con luchadores sociales como
Rosario Ibarra, que hiciéramos una comisión de la verdad no
solamente con cinco gentes. Sé que Rosario no está de acuerdo,
yo respeto y aplaudo su decisión, pero también tengo derecho a
soñar y decir: Ojalá esta comisión ciudadana no fuera sólo de
cinco, sino de quince, veinte personas que saben la verdad histórica
y que han luchado todos los días por que este país sea diferente.
EL CASO DE MÉXICO

458
El derecho a la información:
hacia una comisión
de la verdad

Sergio Aguayo
Investigador de El Colegio de México (México)

Voy a hablar como un académico preocupado por los derechos


humanos, porque soy académico. En 1993 acepté formar parte de la
primera comisión de la verdad en México junto con El Pino, Salvador
Martínez della Rocca, y algunas personas más. Fue una combinación
rara de académicos y activistas, pero parto de este punto porque
estoy convencido de lo positivo que sería para México tener una
comisión de la verdad.
Voy a argumentar por qué, a partir de un hecho claro: es obvio
459
que una parte de la sociedad mexicana ha luchado siempre por
conocer la verdad, por saber cómo se violaban los derechos
humanos, como método para defenderlos. Porque lo que hace un
defensor de derechos humanos es entender la lógica de la violación
y la lógica del verdugo. Sólo de esa manera se pueden desarrollar
métodos legales, psicológicos y sociológicos para corregirlos. Frente
a esa parte de la sociedad mexicana que siempre ha luchado por que
se conozca lo que pasó, el gobierno federal mexicano se resistió
todo el tiempo, lo cual se entiende, por supuesto, porque en el caso
de los gobiernos priístas había una complicidad entre los represores
que cumplían una función clara, precisa, en la Dirección Federal de
Seguridad, y los diplomáticos, que se encargaban de cuidar al país
del escrutinio externo, como voy a demostrarlo posteriormente.
Lo que es menos evidente ya es por qué el gobierno de Vicente
Fox, el gobierno de la alternancia, no cumplió con su promesa de
candidato de crear una comisión de la verdad. Observé muy de
cerca, fui testigo incluso, de cómo en los primeros nueve meses
—de diciembre del 2000 a agosto de 2001— se discutió dentro del
gabinete la conveniencia de hacer o no una comisión de la verdad.
EL CASO DE MÉXICO

De hecho, en junio de 2001 el presidente Vicente Fox aprobó la


creación de una comisión de la verdad, que ya tenía marco de
referencia, objetivos y métodos bien especificados. ¿Por qué dio
marcha atrás? Creo que hay varias razones.
Voy a referirme a una muy obvia, aquella que yo llamo
“Doctrina Creel”, que consiste en la tesis del secretario de
Gobernación, Santiago Creel, y de Diego Fernández de Cevallos,
entre otros, de que el apaciguamiento en el viejo régimen era lo
mejor para mantener la gobernabilidad del país y lograr que se
aprobaran las reformas que requería el gobierno de Vicente Fox.
En otras palabras, es la tesis que supone que si se llamaba a declarar
o se investigaba al ex presidente Luis Echeverría podría provocarse
una reacción negativa de parte del PRI, que tenía y tiene los instrumentos
para bloquear al régimen en las cámaras de diputados y senadores.
Eso ya lo sabemos, se ha escrito una y otra vez.
Hay, o hubo, una resistencia menos visible, pero ciertamente
más efectiva, que fue la de una coalición, una hermandad difusa,
460 pero muy poderosa, que advertía sobre los riesgos del revanchismo
y la cacería de brujas.
La argumentación de ellos en privado consistía, por lo general,
en que era terriblemente nocivo para la democracia mexicana la creación
de una comisión de la verdad. Que una comisión de la verdad
significaría una cacería indiscriminada de los responsables de las
violaciones a los derechos humanos en el pasado. En esa argumentación
puedo mencionar a Felipe González, el líder del Partido Socialista
Obrero Español, que visitó a México varias veces y se convirtió en un
cabildero muy eficaz para convencer al presidente Vicente Fox de los
riesgos de crear una comisión de la verdad. Él tenía la experiencia
española, en la cual no se fueron por ese camino.
Ignoro qué motivó a Felipe González a venir a México para
hacer ese cabildeo con tanta insistencia, pero viéndolo desde la
perspectiva del debate, creo que junto a Felipe González actuó una
coalición difusa. Insisto, no creo que haya habido una conspiración,
pero sí una reacción de resistencia de intelectuales mexicanos y de
figuras del viejo régimen que buscaban evitar que se conocieran los
alcances que tuvieron la represión y el control practicados por el
antiguo régimen.
EL DERECHO A LA INFORMACIÓN

Voy a dar un ejemplo concreto, porque me parece que es


importante ilustrar lo que estoy diciendo.
El 1 de enero de 1970, en Lecumberri, presos comunes
agredieron a presos políticos. Como reacción, en Italia, uno de
los pocos países que en aquel año se interesaron por los derechos
humanos en México, se creó una delegación de ex parlamentarios
y parlamentarios que querían venir. En marzo le enviaron una carta
al presidente de la República, Gustavo Díaz Ordaz, en la que le
decían: “Queremos ir a ver como están los presos políticos en
México”.
La reacción del gobierno mexicano, en privado y en público,
fue furiosa. Voy a leer unos fragmentos de una carta que ilustra esto
y que se envió a Ferruccio Parri, quien fue presidente del Consejo
del Senado de la República, y encabezaría la misión. Entre otras
cosas, esa carta decía:

Nos parece inaceptable que ustedes hayan dado crédito a noticias


inexactas o versiones deliberadamente mal intencionadas sobre los 461
sucesos ocurridos en el interior de Lecumberri el 1 de enero [...]
Ustedes no tienen derecho a inmiscuirse en los asuntos internos de
otro país y menos todavía para erguirse, por sí y ante sí, en jueces
de otra nación o de los actos de su gobierno [...] Es difícilmente creíble
que Italia sea un país perfecto, en el que nada haya que corregir o
mejorar, en el que no existan viejas o nuevas injusticias que reparar
[...] pero si los señores Diputados o Senadores firmantes de la carta
al Presidente consideran que nada tienen ya que hacer en los asuntos
internos de su patria y han puesto su afán en el exterior [...] se vayan
a investigar las actividades —es la recomendación a los italianos—
que, con justicia o sin ella, pero en forma pública y constante, se
atribuyen a italianos en el crimen organizado en varias regiones del
mundo.

Es decir, que se fueran a investigar a la mafia, supongo, en Nueva


York. Finalmente escribía este funcionario:

¿Es creíble que México haya sido tantas veces escogido como refugio
de otras tantas personas que, con o sin razón, se consideran per-
EL CASO DE MÉXICO

seguidos por políticos, si la situación interna de México fuese tal y


como la califica tan ligera e irresponsablemente en la citada carta?

Lo interesante de este documento que se envió a Italia es que lo


firmó un funcionario de Gobernación, Sergio García Ramírez, quien
es actualmente miembro del Consejo Ciudadano de la Comisión
Nacional de los Derechos Humanos y juez de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos, y que está siendo apoyado por el gobierno
mexicano para ser reelegido. De ninguna manera puedo respon-
sabilizar a Sergio García Ramírez, quien tuvo un fenómeno de
conversión hacia los derechos humanos. Puede pensarse que estamos
ante un ejercicio de simulación de su compromiso con éstos. No
tengo interés en profundizar en las biografías individuales. Menciono
este caso porque ilustra muy bien la necesidad de que entendamos
nuestras responsabilidades, y coincido plenamente con El Pino: no
basta llamar a declarar a Luis Echeverría, que puede terminar
convertido en chivo expiatorio —bien merecido, por cierto—. Hay
462 toda una generación de funcionarios, de intelectuales, que se
comprometieron o fueron cómplices o encubridores de la represión,
de la mentira y de la violencia contra la sociedad mexicana. En todo
caso, y para regresar al caso actual del gobierno de Vicente Fox,
sostengo que, en los primeros diez meses de su gobierno, terminó
negociando los derechos humanos con el viejo régimen y fue la
sociedad mexicana, una vez más, la que le dobló la mano de diferente
manera.
Algunos contribuimos con nuestras investigaciones. Yo soy
académico, nada más. Pero puedo demostrar con trabajo de archivo,
como éste que me permitió encontrar documentación de este tipo,
que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos no cumplió
con su trabajo de investigar qué pasó con los desaparecidos durante
por lo menos diez años. Otros, con sus movilizaciones —aquí
reconozco la tarea de Rosario Ibarra de Piedra, de los familiares de
desaparecidos que han mantenido una lucha digna, entera, difícil,
durante veinticinco o treinta años—. Pero también la comunidad
internacional y la de organizaciones no gubernamentales contribuyeron
el año pasado con informes críticos que le señalaron al gobierno de
Vicente Fox su pasividad y lentitud. Creo innecesario citar en detalle
EL DERECHO A LA INFORMACIÓN

los informes de Human Rights Watch, de Amnistía Internacional o del


ProDH, así como de otras organizaciones serias de derechos humanos.
El informe que dio la Comisión Nacional de los Derechos
Humanos sobre desaparecidos en noviembre del año pasado, la
creación de la fiscalía y la entrega de los archivos de la ex policía
política, sostengo, fueron sacados con tirabuzón al gobierno de
Vicente Fox por la sociedad mexicana, que se resistió hasta el último
momento. Así es, así ha sido y así será.
Están aquí el titular de la Fiscalía Especial y un miembro del
Consejo, y creo que están demostrando muy lentamente su
compromiso con el trabajo. Coincido con lo que están haciendo,
pero pienso que, en el mejor de los casos, la Fiscalía nos va a entregar
las responsabilidades de individuos que tuvieron qué ver con la
represión, con la violación de derechos humanos. Esa es su función,
así está marcado en el decreto que le dio creación. Por eso es
indispensable tener una visión global, integral, de la forma en que
funcionaba el aparato represivo. No se trata de un revanchismo,
sino de la necesidad de liberarnos de torturadores y de cómplices 463
que ahora navegan con piel democrática.
Es necesario también desmontar estructuras represivas que
todavía se mantienen. Se equivocan quienes creen que en México no
existe una hermandad compuesta por viejos miembros de la policía
política, narcotraficantes y delincuentes que siguen operando en
algunos estados del país. Es necesario, en este contexto, defender a
nuestra imperfecta democracia y, por supuesto, aclarar en dónde
están los desaparecidos. Me parece que es la herencia más negativa
en materia de derechos humanos del pasado, y es nuestra obligación,
como sociedad, que se haga como lo piden las madres u otros
familiares de los desaparecidos.
¿Qué sigue? Hay dos hechos muy claros que permitirían llegar
a una conclusión dentro de este supuesto a favor de la creación de
una comisión de la verdad que enuncié al principio.

1. El movimiento de derechos humanos no es homogéneo. En esta


sala hay representantes de muchas de las corrientes que fueron
creándose a lo largo de décadas de pelea por la verdad y la justicia,
con métodos muy diferentes, con lenguajes distintos, pero, pese a
EL CASO DE MÉXICO

las diferencias que hemos tenido y que seguiremos teniendo, hemos


logrado coincidir en algunas cuestiones. Ciertamente hemos logrado
diferenciarnos de la rama oficialista y burocratizada de los derechos
humanos. Y no me resisto a señalar lo significativo que resulta que
en esta mesa no esté representada la Comisión Nacional de los
Derechos Humanos, que, hasta donde sé, no aceptó participar en
este foro. Ese sería el primer hecho. Existimos, somos un movimiento
diferenciado, heterogéneo, dividido en muchas cosas, unido en otras.
2. El gobierno federal de Vicente Fox no va a crear una comisión de
la verdad. No va a darle los recursos que requiere, y quienes creemos
en la necesidad de que se cree, por las razones que han enunciado
otros, a las que me uno, la conclusión es obvia: el movimiento de
derechos humanos debería plantearse la necesidad de hacer a un
lado sus diferencias para crear una comisión de la verdad civil, con
un mandato mínimo, que busque el apoyo de la comunidad
internacional, aquí representada, para que se ponga a trabajar y para
que empuje, enmarque, acompañe a la fiscalía especializada y a la
464 comisión ciudadana de la que hablaba Salvador Martínez della Rocca.
Pero no basta con aumentar el número, hay problemas de
competencia y de resistencia del viejo régimen presente en el nuevo
régimen.
No sé si sea posible esta comisión de la verdad civil, lo ignoro.
No sé qué condiciones se tendrían que crear, pero aquí están personas
como Emilio Álvarez Icaza, que ocupa una posición clara y que tal
vez podría convocar a una reunión informal de las diferentes
corrientes, al menos para intercambiar opiniones en privado, primero,
para ver si es posible avanzar en esa dirección. De lo que sí estoy
convencido, por tener casi treinta años como académico luchando
por la verdad y los derechos humanos, es de que el régimen actual,
como el pasado, no nos va entregar la verdad voluntariamente.
Perspectivas
internacionales

465
Desde las experiencias
del Cono Sur
Sur.. Verdad,
gobernabilidad y justicia

Silvia Dutrénit Bielous


Profesora, investigadora titular del Instituto Mora (México)

Como decía Salvador Martínez della Rocca, es muy difícil hablar


después de Rosario. Y yo diría que también de El Pino, en términos de
la exposición testimonial de los dramas vividos. Salvador hablaba
del tema del exilio, y yo soy parte de ese exilio, soy parte de ese
México que abrió las puertas a los luchadores y a los perseguidos de
los países del sur. Pero no vengo aquí a hablar de mi papel como
exiliada de aquel momento, sino como académica.
Cuando me invitaron a participar en este foro pensé en cuáles
dimensiones de las experiencias del sur latinoamericano podría verse 467
reflejado México. Intenté averiguar cuánto se podría aprender de la
difícil disputa acerca de un pasado de violaciones y crímenes con
una marcada responsabilidad estatal. No dejé de pensar en las
circunstancias políticas tan diferentes de los países del Cono Sur y
de México en los años en que se produjeron los hechos violatorios,
y hoy, cuando se ratifica el reclamo de verdad y de justicia y desde el
Estado se toman medidas para contribuir al esclarecimiento y fincar
responsabilidad jurídica.
Mi mirada es más reflexiva que concluyente; de ella surgen
algunas preguntas y algunas respuestas.
1) ¿Se puede ocultar la verdad de manera indefinida? ¿Hasta
cuándo un Estado puede obviar el esclarecimiento de un pasado en
el que cabe, seguramente, tanto su responsabilidad en el ocultamiento
de la información como, quizá, su complicidad o su papel deter-
minante en la ejecución de los delitos?
2) Sin duda, muchas son las referencias que podrían ponerse
sobre la mesa para demostrar que existieron amnistías, indultos,
olvidos obligados o memorias oficiales y hasta leyes de caducidad
de la pretensión punitiva del Estado, pero ninguna de esas medidas
EL CASO DE MÉXICO

o de estas construcciones jurídicas y políticas tienen la fuerza


necesaria para borrar la necesidad y el derecho a conocer el
pasado, a recoger la información que reconstruya las peripecias
y los dramas personales y colectivos y, aun todavía, el derecho a
saber en dónde radica la responsabilidad de los atropellos y los
crímenes.
3) Por supuesto que el reclamo de esclarecimiento y justicia
que tras las guerras civiles o las dictaduras ocupa un lugar
privilegiado en el debate político, es un punto de fuerte conflicto
entre los distintos actores involucrados. Y lo es más en México, en
donde los límites entre un régimen y otro no son nítidos, en donde
la claridad que otorga en los otros casos un periodo de guerras
civiles o de dictadura no se encuentra disponible para ubicar el
contexto en el que se produjeron las violaciones y los crímenes.
De ahí que la disputa por el pasado se retroalimente con esas otras
experiencias y abra nuevas aristas, aristas singulares de la situación
mexicana.
468 4) México no escapa a la necesidad de construir las distintas
memorias sobre los hechos violatorios de los derechos humanos y
averiguar las diversas verdades sobre éstos. En todo caso, hoy más
que en los años ochenta, cuando comenzaba el fin de las dictaduras
en el Cono Sur, hay la necesidad, y la imposición no sólo nacional,
de encontrar esa verdad que emana del respeto a los mandatos
internacionales sobre protección de los derechos humanos y castigo
para los delitos permanentes, los cuales, muchas veces, están también
establecidos y armonizados con las legislaciones nacionales. Esa
verdad tiene que ver con principios éticos arraigados en todo Estado
de Derecho.
5) La pregunta es: ¿A qué legalidad se quiere llegar? ¿O qué
construcción democrática es posible con historias vedadas, crímenes
tapados, responsables sin identificar y menos aún sin juzgar? Y ello
tiene esta envergadura no sólo porque se debe cumplir con el derecho
de las víctimas y de sus familiares; lo tiene porque hay un deber
histórico para con las sociedades mismas que fueron afectadas, estén
o no conscientes del agravio recibido.
6) Ahora bien, no se puede ocultar la compleja tensión entre
lo éticamente deseable y lo políticamente necesario y posible. Negarla
DESDE LAS EXPERIENCIAS DEL CONO SUR

no ayuda a sortear la valla del olvido o del ocultamiento que puede ser
también la de la impunidad con rostros maquillados.
7) Por lo tanto, son distintas las estrategias para
cerrar el pasado a pesar de que la credibilidad de un
cambio a la democracia pasa por la información
sobre lo ocurrido, sobre el tipo de violaciones a los
derechos humanos, las víctimas, sus circunstancias
y sus responsables.
8) En el Cono Sur, por ejemplo, del reclamo por conocer la Detenidos
verdad y hacer justicia y del compromiso político y ético que se en el Estadio
Nacional
tuvo al inicio de las reconstrucciones democráticas, se abrió paso a de Santiago,
distintas medidas de mayor o menor impacto. En las estrategias que Chile,
se cruzaban estaba un punto a debate: no poner en riesgo la 1973
gobernabilidad. Y ¿por qué esa preocupación? Porque quienes se
sentían y habían sido responsables de la represión política, de las
violaciones y los crímenes podían irrumpir en contra de la
institucionalidad que se había logrado recuperar. Pero también porque
estaban en juego las distintas interpretaciones sobre el origen de las 469
crisis que desembocaron en situaciones de violación. En última
instancia operaba la tesis de responsabilidades compartidas, o de
los dos demonios.
9) Y aquí otra vez la pregunta: ¿Es posible vivir sin la verdad,
es posible sentar las bases para una legalidad democrática sin buscar
la aplicación de la justicia?
10) Algunas observaciones puntuales. El esclarecimiento de
los hechos del pasado y por lo tanto el conocimiento de la verdad
es todo un proceso. De ahí que sea difícil, aunque resulte doloroso
decirlo, pedir soluciones totales a una sola instancia. Es una
construcción, hay que entenderlo así, porque es una lucha entre
distintos actores que, para ser exitosa, debe de pasar por muchos
equilibrios. Otra vez, lo éticamente deseable se debate con lo
políticamente necesario y lo políticamente posible.
11) Y cuando en el sur se tomaron medidas y se crearon
instancias para conocer la verdad y, en algunos casos, dar paso a la
justicia, principalmente me refiero a las comisiones de la verdad (en
Argentina y en Chile) y al juicio a las juntas militares. Con estas
medidas, en Argentina se recorrieron algunos tramos importantes
EL CASO DE MÉXICO

del camino hacia el esclarecimiento de la verdad y, por qué no, de


aplicación parcial de la justicia penal y civil. Por el contrario, cuando
en Uruguay se retrocedió en ese camino mediante la ley de caducidad
de la pretensión punitiva del Estado, ratificada por la ciudadanía en
el referéndum de 1989, se creó un antecedente mayúsculo de la
imposibilidad del olvido, de la negación de los hechos, del
ocultamiento de la verdad. Y esto no lo digo de manera retórica,
porque a trece años de aquel referéndum, a pesar del voto en
contrario del 42.2 por ciento de la ciudadanía, debió crearse una
comisión de investigación de la verdad y de reconciliación pese a
sus muchas restricciones. Es decir, a pesar de la voluntad de olvidar,
el pasado se convirtió en un espejo retrovisor que no permitía
caminar hacia adelante.
12) En su momento, tanto comisiones como juicios fueron
criticados, denostados y, sin embargo, revisados desde el presente,
mostrando su contribución en un camino árido y doloroso que
apenas resolvió algunos casos, pero que abrió el camino a la verdad,
470 el construir la memoria colectiva de aquel pasado y erosionar y
destruir a la impunidad. Negar el papel que tuvieron los juicios y la
labor de las comisiones sería invalidar la fuerza histórica de un
reconocimiento estatal a los crímenes que se realizaron al amparo o
desde el mismo Estado.
13) En particular, la creación de las comisiones Sábato y
Rettig, y actualmente la Comisión para la Paz, de muy diversos
integración y mandato, criticadas desde los polos de la con-
troversia, han sido instancias de recopilación y sistematización
de información sobre ese pasado, espacios específicos para
escuchar a las víctimas o a sus familiares, y también lugares de
elaboración de memoria de ese pasado que los infor mes
representan y de propuesta de una construcción democrática en
tanto son capaces de recomendar y diseñar reparaciones e
iniciativas que hagan posible depurar instituciones, construir otras
y desarrollar la formación y la difusión de una cultura democrática.
Si bien de esas experiencias éstos son algunos de sus alcances,
como todas las medidas tienen sus límites, pero es importante
resaltar que son hoy fuentes privilegiadas de la memoria oficial y
también de la memoria colectiva. Asimismo, no han dejado de
DESDE LAS EXPERIENCIAS DEL CONO SUR

aportar valiosos testimonios para encau-


samientos posibles.
14) Por lo tanto, no se puede pensar en
instancias excluyentes o en instancias maxi-
malistas. Hay que pensar y construir instancias
que se retroalimenten mientras tratan de alcanzar
la verdad y la justicia. Manifestación
15) Por ello, argumentar la imposibilidad de una revisión total por los
para no arriesgar la gobernabilidad puede ser acertado en lo desaparecidos
durante la
inmediato, pero hiere la reconstrucción del tejido social y de la dictadura
institucionalidad democrática. Ésta, por último, no puede construirse militar.
sobre la base de ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda. Montevideo,
Uruguay.
Es decir, sobre la tesis de que existen ciudadanos que no tienen 21 de mayo
derecho a la información sobre sus familiares y el drama vivido, y de 2002
una categoría de ciudadanos a los que se les permite delinquir y por
lo tanto no ser investigados ni juzgados. Sobre el olvido como
memoria oficial no hay construcción democrática. Y en el reto por
construirla no sólo debe haber la voluntad política para hacerlo, 471
sino también la voluntad y disposición de la sociedad en su conjunto.
16) Al mismo tiempo debemos aprender a valorar en su
momento, desde la sociedad, los esfuerzos y las instancias estatales
como contribuciones en un camino largo y ríspido, donde la
insistencia desde la ética por la verdad y la justicia tiene que
converger con las posibilidades políticas efectivas de hacerlas
realidad. Al fin de cuentas, la ética de la responsabilidad aconseja
no promover falsas contradicciones entre las instancias que
persiguen distintas finalidades para realizar éticamente nuestras
convicciones de verdad y justicia.
Desde la experiencia de Perú

Sofía Macher
Comisionada, Comisión de la Verdad y Reconciliación (Perú)

La primera condición para recuperar la verdad es la confianza de


la sociedad, la cual se basa, sobre todo, en la independencia y
legitimidad de las personas que van a conducir la investigación.
La legitimidad se gana y se confronta con el seguimiento y la
vigilancia de la sociedad. En los procesos de recuperación de la
verdad se debe confrontar a toda la sociedad, identificando no sólo
las responsabilidades del Estado, sino también lo que hicimos los
ciudadanos para detener, acompañar y denunciar lo que las víctimas
vivieron.
Es indispensable que estos procesos sean abiertos, transpa-
rentes, que puedan ser seguidos y conocidos por el conjunto de la
sociedad que va ser parte de ello como garantía de que no constituirá 473
un nuevo engaño, de que no se negociará bajo la mesa. Y es fácil
darse cuenta cuando esto sucede, porque ustedes saben lo que pasó.
Rosario Ibarra y Salvador Martínez della Rocca son muy claros: se
han dicho incluso los nombres de quienes fueron los responsables.
Por eso es muy importante y sustantivo que este proceso mexicano
sea público, de cara a toda la sociedad, para que no se pierda una
oportunidad, tal vez única, histórica, de que efectivamente la sociedad
mexicana se pueda enterar de lo que pasó y en donde no exista
ninguna intención de garantizar la impunidad. Las cartas están sobre
la mesa, yo creo que el presidente Fox tiene una tremenda
oportunidad histórica en México de poder demostrar a todos los
mexicanos que sí hay una verdadera intención y decisión de su
gobierno de llegar a la verdad y que se haga justicia en este país. Si
no es así, habrá sido un engaño más.
Desde la experiencia de Chile

Roberto Garretón
Representante para América Latina y el Caribe de la Oficina
del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos (Chile)

Hoy en día, un Estado que se desentiende y niega su historia y no


hace justicia para crímenes tan graves que lesionan a la humanidad
entera, es un Estado marginal dentro de la comunidad internacional.
Los mecanismos internacionales de protección a los derechos
humanos han reconocido como un derecho humano autónomo el
de saber lo que ha ocurrido cuando se trata de crímenes de lesa
humanidad. Por eso Pinochet pudo estar preso en Londres y Cavallo
está preso en México, porque se había formado este corpus iuris, este
conjunto de principios que consagran el derecho humano a la verdad
y el derecho humano a la justicia. 475
Quisiera contestar una frase que dijo Rosario Ibarra respecto
de Naciones Unidas. Naciones Unidas es una comunidad de Estados
que nombran los expertos que hacen las visitas a los países, pero
también de Estados que violan los derechos humanos, y esos mismos
Estados fueron los que hicieron la Declaración Universal de Dere-
chos Humanos. México no ha estado tan abandonado. En los últimos
años han venido a México los órganos subsidiarios (relatores, gru-
pos de trabajo) de la ONU y la OEA. Se han preocupado de lo que
ocurre en México. Han venido a México, han hecho informes, y han
dolido los informes, se ha quejado el Estado mexicano por los
informes, pero esos informes existen. De tal manera que hay una
preocupación y se han emitido recomendaciones para que se
investigue y se juzgue, para que no haya impunidad. Es el Estado
mexicano el que no ha cumplido esas recomendaciones.
La comunidad internacional está preocupada por lo que pasa
en México, está preocupada por la impunidad que hay en México. Si en
México va a haber impunidad o no la va a haber no es problema de
la comunidad internacional. Resolverlo, vigilarlo y preocuparse es
problema de los mexicanos. La lucha por los derechos es básicamente
EL CASO DE MÉXICO

una demanda para conquistar y arrancarle derechos al Estado. Son


ustedes quienes tienen que vigilar a la cancillería mexicana, al Estado
mexicano para que ratifique los tratados que no ha ratificado, como
el de la Corte Penal Internacional. Yo los llamo a tener una actitud
positiva. Yo fui defensor de derechos humanos durante los diecisiete
años de Pinochet, y en Chile nosotros no ganamos nunca, perdimos
siempre todos los juicios que interpusimos, pero seguimos luchando,
y el 16 de octubre de 1998, cuando Pinochet entra en prisión viene
a culminar todas nuestras derrotas con una gran victoria.
Yo los animo a dejar atrás el escepticismo tan propio de los
que estamos acostumbrados a perder, porque algún día vamos a
ganar, porque la razón moral, política, histórica y jurídica está de
nuestro lado. No tenemos la fuerza, salvo la fuerza de lo moral. Los
invito a creer que si se abren oportunidades pueden servir, yo no
digo que vayan a servir, pero van a servir mucho mejor si es también
obra de las víctimas y de la sociedad mexicana.

476

Imágenes de una manifestación en Londres para exigir la extradición de Augusto Pinochet a


España, 1998
Desde la experiencia de Timor
Timor
Oriental

Isabel Guterres
Comisionada, Comisión de Recepción, Verdad y Reconciliación
(Timor Oriental)

Después de escuchar a los oradores anteriores veo que hay cosas en


común con lo que ocurrió en Timor Oriental en términos de
violaciones a derechos humanos. En el año 2000, cientos de fa-
miliares andaban siempre por ahí con la fotografía colgada al cuello
de alguien que era su pariente que había sido desaparecido o ejecutado.
En Timor Oriental, después de la votación abrumadora a
favor de la independencia de nuestro país, en agosto de 1999, mucha
gente fue ejecutada o desaparecida. Así sucedió en el pueblo de
Maliana, en la frontera con Indonesia. En septiembre de 1999 477
cientos de personas se refugiaron en la estación de policía para
escapar de las milicias compuestas por gente de Timor y de
Indonesia. Sin embargo, las milicias llegaron a la estación de policía
buscando a personas que luchaban por la independencia cuyos
nombres tenían en una lista. Una niña de nueve años y un niño de
once fueron interrogados sobre su padre, y como no se encontraba
ahí, mataron al niño, diciéndole que lo mataban en lugar de su
papá. La hermanita fue quien me lo contó. El cuerpo del niño no
ha sido encontrado.
Después de dos años de intenso trabajo con viudas y familiares
de desaparecidos encuentro que las preguntas que ellos formulan
con mayor frecuencia son por qué, quién, cómo, dónde, por qué
murieron sus seres queridos, quién los mató, dónde están los
cadáveres, cómo murieron. Con estas preguntas en mente nosotros
intentamos formar la comisión de verdad y reconciliación.
Sobre la reconciliación yo respeto lo que dijo antes Rosario
Ibarra, de que ella no quiere reconciliarse. La reconciliación es algo
que ocurre dentro de cada uno, que ocurre en nuestros corazones,
no se puede forzar.
EL CASO DE MÉXICO

Quiero leerles algo que yo deseo para mi país, que es lo que


deseo también para México. Examinando nuestro difícil pasado y
reconociendo la verdad de las violaciones a derechos humanos
cometidas en el pasado, esperamos contribuir tanto al proceso de
justicia como de reconciliación en nuestras tierras y lograr que los
individuos sean responsabilizados por sus actos. La reconciliación
significa que tomamos este camino con los corazones abiertos, para
la reconstrucción de las relaciones humanas que fueron dañadas
por el conflicto político en nuestro país. Emprendemos este camino
junto con las comunidades con el objetivo de sanar las heridas de las
víctimas, las familias y nuestra nación en su conjunto. Es un camino
hacia la paz.

478

Un refugiado de Timor Oriental en


un campo en Dili
Desde las experiencias
de América Latina

Rodolfo Mattarollo
Jefe de la Sección de Derechos Humanos
de la Misión de las Naciones Unidas en Sierra Leona

Hablaré no como funcionario internacional, sino como militante de


los derechos humanos. Es importante señalar que lo ocurrido en
México es algo que marcó profundamente a los pueblos de América
Latina y de otras partes del mundo. Nosotros no podemos olvidar
los hechos del 68, que nos mostraron otra cara de México. En
Latinoamérica, veíamos a México con esa política internacional
independiente, tan poco frecuente en nuestra América, pero muchas
veces lo que ocurría puertas adentro no se conocía y no era tan
evidente. 479
La lucha de las madres de los desaparecidos en México ha
despertado mucha admiración, simpatía y un gran reconocimiento,
porque se abre el corazón ante tanto dolor y tanto sufrimiento, pero
el dolor y el sufrimiento son intransferibles, y el daño es irreparable.
En ese sentido, nosotros tenemos que reconocer que el perdón es
un acto personal también, e intransferible, y nadie tiene derecho a
perdonar, ni el Estado, en nombre de los que han sufrido pérdidas
irreparables.
También existe reconocimiento a la lucha contra la impunidad
que ustedes siguen librando y que refuerza la lucha contra la
impunidad en forma general, porque está inscrita en el programa de
la comunidad internacional. En la Conferencia Mundial de Derechos
Humanos de Viena, en 1993, el Estado mexicano participó activa-
mente y el documento final es un compromiso a luchar contra la
impunidad. Señala que ante las desapariciones forzadas y la tortura
es preciso que los Estados, cuando se hayan dictado leyes de amnistía,
indultos o medidas que impiden la investigación, el juicio, el castigo
y el esclarecimiento de los hechos, deroguen esas medidas y avancen
en la investigación, el juicio y el castigo de los responsables. Se trata
EL CASO DE MÉXICO

de poner a los Estados frente a sus propias responsabilidades.


Estamos tratando de aportar aunque sea un grano de arena a esta
gran lucha contra la impunidad.
La prescripción no se aplica si no se pueden interponer recursos
útiles. ¿Quién podía accionar un recurso efectivo bajo un gobierno
dictatorial o bajo un gobierno en el que la impunidad estaba insti-
tucionalizada? O era más bien hasta peligroso ir y presentar un
recurso, cuando los familiares, al interponerlo corrían el riesgo de
desaparecer, como sucedió con abogados y periodistas que
desaparecieron. Además, el recurso, por ejemplo en mi país, en
ninguno de los casos permitió recuperar a un desaparecido. Hay
que aprovechar esta lección moral, y por lo tanto agradecerles a las
madres todo lo que han hecho y lo que todavía, estoy seguro, van a
hacer.

480

Detenidos en el Estadio Na-


cional de Santiago, Chile,
1973
Sesión de preguntas y respuestas

—Salvador dice que defiende el sexto punto del pliego petitorio del
68, donde nosotros pedíamos indemnización para las víctimas, y
Rosario Ibarra dice que no acepta indemnización. Me gustaría que
aclararan el punto.
Salvador Martínez della Roca: Yo entiendo el sentir de Rosario
cuando dice “No vamos a negociar la muerte de nuestros hijos”. Sin
embargo, yo quisiera plantear el problema desde otro ángulo. Este
país es un país de 36 millones de personas en pobreza extrema. Por
ejemplo, en El Charco, Guerrero, el 7 de junio de 1998 llegaron los
soldados, acribillaron a padres de familia, a sus hijos. Estamos
pidiendo que metan a la cárcel a los responsables de los asesinatos.
Pero la mamá, que quedó viva y le mataron al papá o al hijo, ya no
tiene quién ayude a la familia para que sobreviva con las necesidades
básicas. Obviamente, hay que compensar a la familia por el daño
que le han hecho. Yo no estoy hablando de que se lucre con la vida 481
de los hijos o de los padres, sino de responsabilidades políticas del
Estado. El Estado, al momento que enjuicia a los responsables, al
momento que le da un cheque a la madre que se quedó sin hijo o sin
padre, está aceptando políticamente su responsabilidad. Es un acto
político la compensación del daño. Si el padre se quedó cojo o
inhabilitado y no puede trabajar, que le compensen el daño a la
familia. Si perdió cuatro años de su vida y luego quedó libre, no se
puede aceptar que nos digan: Perdón, nos equivocamos. Se perdieron
cuatro años de trabajo productivo. Por eso, en el 68, en el sexto
punto pedíamos indemnización para las familias víctimas de la
represión. La palabra más bien sería compensación del daño, y hay
muchas maneras. Por ejemplo, a la hija de Alicia que le den una beca
desde la primaria hasta el posgrado; a los compañeros que viven en
el campo que no les den créditos sino recursos para sembrar, porque
es una responsabilidad del Estado. Hay muchas cosas que se pueden
hacer: a los ex presidentes que sean responsables en la investigación
de la Fiscalía Especial, para que no vayan a decir que no hay dinero,
que se les decomisen los bienes, con eso alcanza para compensar los
daños y pagar la deuda.
EL CASO DE MÉXICO

Por eso estoy de acuerdo en lo que recomiendan las comisiones


de la verdad de América Latina: la reparación del daño. Porque
ocasionaron muchos daños colaterales aparte del daño fundamental,
que es haber asesinado, haber torturado, haber desaparecido a un
luchador social. Y cuando digo torturado, hablo de que los dejan
inhabilitados para trabajar. Ustedes entienden lo que estoy diciendo
y es una propuesta muy concreta, estamos exigiendo la compensación
con los argumentos que estoy dando.

Fiscal Especial Ignacio Carrillo Prieto [sobre la misma pregunta en el


caso de la reparación del daño y la indemnización]: Solamente añadiría
que la reparación del daño en nuestro sistema es una parte de la
sentencia condenatoria y, en consecuencia, resulta de la responsa-
bilidad individual. La indemnización a la que se refiere el acuerdo
que crea la fiscalía, y esto es importante, es la manera en que el
Estado, como entidad, reconoce su responsabilidad en virtud de
que fueron agentes suyos directa o indirectamente los que per-
482
petraron esas atrocidades. De ahí la importancia de esta doble vía,
reparación del daño e indemnización, porque es la manera que el
Estado tiene de reconocer esa responsabilidad.

—Sobre la pregunta del trato de los agentes del Ministerio Público


de la Fiscalía y sobre por qué el Ministerio Público no alega desa-
parición y el problema de la prescripción.
ICP: Efectivamente, algunos de mis compañeros agentes del
Ministerio Público están más bien acostumbrados a tratar con
delincuentes y no con víctimas. De ahí los errores que usted señala
que se han cometido. Por otro lado, el agente del Ministerio Público
no alega desaparición forzada, por ejemplo, porque en aquella época
esa figura delictiva no existía y lo que alega es privación ilegal de la
libertad, cuya prescripción tampoco empieza a correr hasta no saber
el destino, sea cual fuere, de la víctima de esa privación ilegal de la
libertad. Entonces, la prescripción también queda resguardada. Por
otro lado, la Corte me ha ordenado que primero investigue los hechos
y después resuelva el derecho y es lo que estoy haciendo. Anteponer
la discusión del derecho al esclarecimiento de los hechos le conviene
SESIÓN DE PREGUNTAS Y RESPUESTAS

a quien no quiere conocer o esclarecer los hechos. Nosotros tenemos


que conocer los hechos. Por otra parte, el Fiscal usará todos los
argumentos, todos los mecanismos y normas nacionales e inter-
nacionales para lograr el castigo a los responsables, nunca mirará los
casos con estrecha óptica de una pretendida legislación nacional,
excluyente de otras interpretaciones y de otras alternativas; eso no
lo hará la Fiscalía Especial, buscará hasta el límite de las posibilidades
nacionales e internacionales esa sanción jurídica.

—Sobre los casos que no han sido denunciados.


ICP: Quienes deciden no acudir a esta Fiscalía están en su
derecho, y estoy convencido de que la única manera de atraer y de
lograr sumar es con los resultados que nosotros presentemos, con
los hechos, con ninguna promesa, ni ningún discurso.

—Sobre la verdad histórica probable.


ICP: Alguien aquí me comenta que yo había sido el menos claro
y el que más rollo había echado, y que había dicho que las verdades 483
históricas a las que nos enfrentamos son probables y no probadas.
Lo dije en sentido jurídico. Es función mía y del juez probarlas. Por
eso lo dije, no porque no todos sepamos que ésas son las verdades.
Hay un consenso social que dice que ésas son las verdades, eso por
supuesto yo lo admito. Pero en mi tarea, en mi trabajo, tengo que
hacer ese esfuerzo.

—Sobre la posibilidad de presentar una queja ante la CDHDF de un


hecho ocurrido en el pasado. Es de una persona que vivió una
desaparición forzada en el 78 y que en el 89 presentó una denuncia
y no hubo respuesta.
Maestro Emilio Álvarez Icaza: Categóricamente digo sí, sí pueden
presentar una queja ante la CDHDF. La Comisión tiene competencia,
no sólo por convicción, sino por ley; este tipo de delitos no
prescriben. Y si fuera el caso, la ley le otorga facultades a la Comisión
para interpretar cuando no prescriben las quejas, cuando se trata de
agresiones contra la vida, la libertad, daño psíquico, lesa humanidad.
Yo creo que éstas son las rutas y los instrumentos que tenemos que
utilizar. Es importante que este tipo de asuntos y otros se presenten
EL CASO DE MÉXICO

ante las comisiones públicas de derechos humanos. Tenemos


que hacer de las comisiones instrumentos de la ciudadanía, no
instrumentos del poder. Es importante encontrar la fórmula de
democracia y derechos humanos. Si no dotamos de contenido a
la democracia, nos vamos a quedar en una democracia de urna, en el
mejor de los casos. Lo que tenemos que lograr es vincular la fórmula
democracia y vida digna, democracia y derechos humanos.

—¿Qué opina acerca de disociar la verdad jurídica de la verdad


histórica?
Sofía Macher: Son dos metodologías totalmente diferentes, la
investigación histórica se hace de una manera y la investigación
jurídica se hace de otra, pero creo que cuando un país realmente
decide enfrentarse con su pasado, no se trata de discutir
metodologías. La verdad histórica tiene que llevar a la verdad jurídica
y conlleva la obligación del Estado de hacer justicia. El punto clave
es que estos procesos tienen que ser abiertos a toda la sociedad.
484 Esto no puede ser una exigencia o una petición de las víctimas al
gobierno, ésta tiene que ser una verdad que la tiene que recobrar
toda la sociedad y es la sociedad la que le tiene que dar el mensaje
clarísimo al Presidente de la República. Es la sociedad mexicana la
que le tiene que decir al presidente Fox, que queremos la verdad
con todas sus consecuencias y que se haga justicia. La sociedad
mexicana tiene que saber vigilar. La clave de este asunto es que no
sea una cosa de solicitud de las víctimas, sino que enfrentar la
verdad de lo que pasó en México en los últimos años tiene que ser
de interés para todos los ciudadanos mexicanos.

—Sobre la indemnización a las víctimas.


Rosario Ibarra: Estoy de acuerdo en que la persona que quiera
puede no sólo pedir, sino aceptar y exigir una indemnización. En
este país hay muchas diferencias y a veces las comisiones de la verdad
a los únicos que sirven es a los poderosos que quieren que se vea la
estabilidad en el país, para que vengan las inversiones extranjeras.
Eso es lo que quiere el actual gobierno y quiere que todo esté calmado,
que todo esté limpio, que todo esté claro, que esté muy bonito,
para que aquí vengan todos los de fuera.
SESIÓN DE PREGUNTAS Y RESPUESTAS

—¿Qué se puede hacer para ayudar a la lucha de Eureka?


RI: Mucho. Lo más importante es la unión. Cuando formamos
el Frente Nacional contra la Represión éramos 54 organizaciones
nacionales y logramos en ese momento la excarcelación de muchos
compañeros. El Frente era una torre de Babel, todo mundo se
peleaba, hasta por una coma en un desplegado. Pero todos estábamos
conscientes de que teníamos que luchar contra la represión. Muchos
compañeros salieron gracias a la lucha de las organizaciones que
estuvimos exigiendo su liberación. Ahora las crisis económicas tienen
a la gente marginada de la lucha, ya no quieren ir a luchar por sus
derechos, porque temen perder el empleo, porque los corren. Y quiero
decirles que esto es muy triste que suceda porque hay desaparecidos
en este sexenio, no desaparecidos políticos, pero sí en el contexto
del narcotráfico o simplemente ciudadanos desaparecidos a los que
la Comisión Nacional de los Derechos Humanos les dijo a sus
familiares que se iban a tardar en atenderlos porque tenían que acabar
primero el problema de los desaparecidos de hace muchos años.
Yo también les hago un llamado, no soy pesimista, no soy 485
fatalista, ¿cómo vamos a perder si hemos sacado a 148 compañeros
de las cárceles clandestinas? ¿Cómo vamos a creer que vamos a perder
si aquí están Toño, si El Guaymas, con todo y que le amputaron una
pierna en el hospital militar, hoy mismo declaró? ¡No hemos tenido
traumas! Nos sentimos muy bien. Tengo 75 años y ganas de vivir
103, como la tía Marianita, para seguir peleando.

—Sobre si hay comisiones de la verdad que carecían de autonomía


de parte del Estado.
Marco Mona: No, en el estudio no las encontramos, aunque la
de Argentina fue objeto de denuncias porque hubo rumores de que
uno de los destacados miembros de la comisión estuvo cenando
con algunos generales. Pero en los estudios que se hicieron no se
encontró esto. En Uruguay, por ejemplo, sí hubo muchas quejas por
la limitación extrema del mandato y los recursos que se dieron a la
comisión de la verdad y eso le restaba independencia.

—¿Qué objeto tienen las comisiones de la verdad si los culpables no


son castigados?
EL CASO DE MÉXICO

MM: Una comisión de la verdad que no llegue a la justicia es


claudicante. Es como si se repitiera la injusticia, la tortura, la
desaparición y la muerte. Sería un mal doble. No debería ocurrir.

—¿Cuál sería la táctica para hacer conciencia en el pueblo ante estos


casos de los derechos humanos o de los desaparecidos?
Roberto Garretón: Hay varias condiciones. Primero, la constancia,
nunca bajar los brazos, estar siempre presente. Segundo, ejercer todas
las posibilidades que el sistema da y abrir otras para que se dé un
punto de quiebra. Cuando fui relator de los derechos humanos del
Congo siempre preguntaba si habían presentado las denuncias y me
contestaban que como el poder judicial era corrupto, no presentaban
denuncias. Yo les decía que para poder decir que el poder judicial era
corrupto tenían que presentar las denuncias y tener pruebas de que
era corrupto por haberles rechazado tal o cual cosa.
Por otro lado, es importante destacar dos puntos: que no hay
desaparecidos buenos ni torturados buenos ni torturados malos
486 ni desaparecidos malos. Es uno solo el valor de los derechos
humanos. Es por lo que debemos luchar y de eso gozan también
los torturadores y asesinos. Otro es el rigor científico. Si los
desaparecidos son 500 no son 5 mil. Si en la manifestación mataron
a cuatro personas, mataron a cuatro personas y no a 400, y en ese
sentido hay que ser siempre muy claro. Por último, el tema de los
derechos humanos es moral pero es también político. Pero el uso
de los derechos humanos como forma de hacer política partidista
hace un daño feroz a la causa de los derechos humanos. Los
defensores de derechos humanos tenemos los mismos derechos
humanos que cualquier otra persona, salvo uno: no podemos mentir
ni siquiera equivocarnos.

—Sobre si ha habido comisiones de la verdad que no fueron


independientes.
Rodolfo Mattarollo: Lo que hay que decir es que las comisiones
de la verdad no son una solución milagro. En muchos casos
carecieron de colaboración de parte de los represores, casi sin
excepción. Esa fue quizás una de las mayores limitaciones. O sea,
que los oficiales de las fuerzas armadas y de seguridad, de la policía,
SESIÓN DE PREGUNTAS Y RESPUESTAS

se negaron por completo a colaborar. En el caso de Argentina, esto


es evidente. No sólo se negaron a colaborar ante la comisión de
investigación de las desapariciones, sino que también se negaron a
colaborar sistemáticamente cuando se realizó el juicio penal a los
integrantes de las tres primeras juntas militares, por asesinatos,
secuestros, violaciones, torturas, etc. En realidad, hubo que esperar
veinte años para que un oficial acudiera ante un periodista y narrara
lo que fueron los vuelos de la muerte, explicando cómo se arrojaban
al mar, desde los aviones, a personas detenidas, desaparecidas, todavía
vivas.
También podemos ver cómo la verdad y la justicia se abren
camino a veces a lo largo de muchos años. Esto también tiene que
ver con los logros del movimiento de derechos humanos. Por eso lo
que decía Rosario me parece fundamental: el movimiento de derechos
humanos tiene logros, hay conquistas, hay avances y son el resultado
de la lucha. En este momento ustedes sabrán que hay militares
detenidos en Argentina por el secuestro de niños, en un sistema que
consistía además en robar a los niños de los desaparecidos o a los 487
que nacían en cautividad y darlos en adopción ilegal a familias de
militares, de represores o de terceras personas. Estas causas quedaron
abiertas, no fueron cubiertas por las leyes de amnistía conocidas
como Punto final y Obediencia debida, que aunque fueron rechazadas
estaban vigentes. La detención de estas personas es un logro del
movimiento de derechos humanos, veinte o veinticinco años después
de los hechos. Esto no es algo que el Estado haya hecho porque le
guste hacerlo, sino condicionado por presiones internas, inter-
nacionales, y por un papel muy importante cumplido por la prensa.
Los medios de comunicación cumplen un papel fundamental en
ese aspecto en una transición democrática. Para que haya un control
ciudadano, el papel de los medios es fundamental.
Clausura

489
Discurso de clausura

Edgar Cortez
Director del Centro de Derechos Humanos
“Miguel Agustín Pro Juárez”, A.C. (México)

Me corresponde cerrar este acto, y quisiera hacerlo, primero, agra-


deciendo a todos los que han estado aquí el día de hoy, porque en
realidad lo que nos interesaba al hacer este seminario y este foro no
era que unos cuantos nos quedáramos con la experiencia, sino hacer
de esto un patrimonio de la discusión, de la reflexión y de la búsqueda
de la sociedad mexicana, pero en última instancia de la comunidad
internacional.
Quiero agradecer también a los medios de difusión que han
seguido este debate, que, como ya se decía, en este momento son
clave. En la opinión de los organismos civiles de derechos humanos,
el debate sobre qué hacer y cómo enfrentar y hacernos cargo del 491
pasado histórico no está cerrado. Me parece que estamos en el
principio, que hay muchas cosas en las cuales debemos profundizar,
hay muchas búsquedas que emprender si queremos llegar finalmente
a la verdad.
Hago lo mismo con los panelistas que hoy nos acompañaron.
Aquí se mostró el arcoiris de posiciones que hay respecto de ese
tema. Pero me parece un adelanto, un paso al frente, el que estemos
aquí quienes tenemos posiciones tan diversas, pero al mismo tiempo
convergemos en un punto común: que queremos saber la verdad,
queremos justicia y queremos reparación para los familiares de las
víctimas.
Quisiera también manifestar mi gratitud a todos los invitados,
a los actuales comisionados de otras partes del mundo, a quienes en
otro momento lo fueron, a quienes están en el sistema de Naciones
Unidas, investigadores e investigadoras.
Esta tarea no se agota con un solo saber, con una sola habilidad,
con un solo conocimiento: es la suma de muchos saberes, de muchas
experiencias e inquietudes, pero finalmente de una expectativa única
y común: no estamos satisfechos con lo que hemos logrado.
EL CASO DE MÉXICO

Termino mi intervención con dos reflexiones.


Primera: En estos días, todos y todas los que hemos estado en
el seminario y en este foro hemos comprendido que la verdad, la
justicia y la reparación son una unidad, tres componentes pero una
unidad. No es opcional: queremos las tres y las queremos por igual.
Pero alcanzar este propósito requiere poner en juego todas las
posibilidades y todas las instituciones, no basta con una, no hay un
único camino, como ya se ha dicho. Volviendo al tema de México,
tenemos una fiscalía, la pregunta es ésta: ¿Qué más se necesita para
alcanzar verdad, justicia y reparación?
Y segunda: Creo que estos tres días de trabajo, de cercanía, de
experiencia, son una renovación de la esperanza, un nuevo esfuerzo
en la lucha contra la desesperanza.

492
Desde la experiencia
del estudio comparativo

Paz Rojas
Presidenta de la Corporación de Promoción y Defensa
de los Derechos del Pueblo (Chile)

Quiero decir, en nombre de los compañeros chilenos que están


aquí, y de mi organización, Codepu, que estamos profundamente
impactados por estar con todos ustedes, de México, pero sobre
todo, con las compañeras de agrupaciones que nuestra orga-
nización conoce profunda e intensamente en Chile y con las cuales
hemos compartido, vivido y nos sentimos parte de ellas, porque
muchos de nosotros fuimos víctimas de la dictadura militar de
Pinochet.
Nuestra institución ha recorrido todos los caminos para llegar 493
a la verdad y la justicia. Desde el inicio de nuestro trabajo, con
nuestras investigaciones, hemos documentado todos los casos, o
la mayoría de ellos, ocurridos en diferentes partes de Chile. No
sólo hemos hecho el listado de víctimas sino, desde el inicio, también
el de los responsables, a quienes con su participación criminal a
cuestas, hemos puesto frente a las vidas, las historias y la biografía
de sus víctimas. Cuando vimos que en la democracia de transición
existía la impunidad no sólo seguimos con nuestras investiga-
ciones, sino que nos fuimos a España a trabajar con los abogados,
a denunciar los crímenes de Pinochet, a entregar todos los
antecedentes. Y cuando Pinochet fue detenido en Londres fueron
dos de nuestros libros los que le sirvieron al juez Garzón para
acusarlo.
Y si hicimos este estudio de cinco comisiones no es porque
estemos señalando que esa es la solución. Precisamente lo hicimos
desde la perspectiva de las víctimas, de las personas afectadas, de las
personas que sufrieron los daños y que nos dieron su opinión sobre
los informes, para que las nuevas comisiones no cometan los errores
que cometieron las cinco comisiones mencionadas. Y seguiremos
EL CASO DE MÉXICO

luchando porque, como dice Roberto Garretón, no hemos


fracasado. Pero éste es un camino muy largo. Tenemos que utilizar
una estrategia de lucha social permanente en educación y formación.
No podemos rendirnos. Algún día vamos a ganar.

494
Anexos

495
I. Notas biográficas
de los ponentes

Mariclaire Acosta es subsecretaria para los Derechos Humanos y la


Democracia en la Secretaría de Relaciones Exteriores de México. De
2000 a 2001 fue embajadora especial para los Derechos Humanos y
la Democracia. Estudió Sociología en la UNAM, e hizo estudios de
posgrado en Política y Gobierno de América Latina en la Universidad
de Essex, Inglaterra. Fue investigadora del Centro de Investigación y
Estudios Avanzados del IPN y del Centro de Estudios Internacionales
de El Colegio de México. Fue presidenta de la Sección Mexicana de
Amnistía Internacional, directora ejecutiva de la Academia Mexicana
de Derechos Humanos. Fundadora y presidenta de la Comisión
Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos.

Sergio Aguayo es investigador y profesor de El Colegio de México así


497
como experto en temas de seguridad y relaciones internacionales. Realizó
estudios de maestría, doctorado y posdoctorado en la Escuela de Altos
Estudios Internacionales de la Universidad Johns Hopkins. Fue
presidente y miembro fundador de la Academia Mexicana de Derechos
Humanos y presidente de Alianza Cívica. Como analista político, escribe
semanalmente, entre otros, en el diario Reforma. Ha publicado
monografías, artículos académicos y libros. Participa en el programa
semanal de análisis político Primer Plano en el Canal 11 de Televisión.

Raúl Álvarez Garín es egresado de la Escuela Superior de Física y


Matemáticas del IPN. Fue representante de ese plantel ante el Consejo
Nacional de Huelga durante el movimiento estudiantil de 1968.
Obtuvo la maestría en Estadística e Investigación de operaciones
en el Instituto de Matemáticas Aplicadas de la UNAM. Estuvo preso en
Lecumberri de 1968 a 1971. En 1971 fue profesor de la Facultad
de Economía de la UNAM y, desde 1972, trabaja en la Comisión
Federal de Electricidad, director de la revista Punto Crítico de 1977 a
1990, y es, asimismo, editor de asuntos laborales y sindicales en el
semanario Corre la Voz. Ha participado en la elaboración de diversos
libros sobre el conflicto estudiantil de 1968.
EL CASO DE MÉXICO

Emilio Álvarez Icaza Longoria es presidente de la Comisión de


Derechos Humanos del Distrito Federal. Obtuvo la licenciatura en
Sociología en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
y la Maestría en Ciencias Sociales por la Facultad Latinoamericana
de Ciencias Sociales (Flacso). Fue consejero electoral en el Instituto
Electoral del Distrito Federal (IEDF) y ocupó diversos cargos en el
Centro Nacional de Comunicación Social, A.C. (Cencos). Fue
académico e investigador en las universidades Iberoamericana,
Autónoma de Tlaxcala y Nacional Autónoma de México, así como
en el Centro de Estudios para el Desarrollo Rural (Cesder), de la
Sierra Norte de Puebla, y en la Fundación Javier Barros Sierra.

Ken Agyemang Attafuah fue comisionado de Derechos Humanos en


Columbia Británica, Canadá. Ahí, como miembro del Consejo
Canadiense de inmigración y fronteras, resolvía solicitudes de estatuto
de refugiados. Fue profesor adjunto de Criminología en la
Universidad Simon Fraser de Vancouver, Canadá. Previamente, fue
investigador en jefe y director de operaciones de la Comisión de
498
Derechos Humanos y Administración de Justicia (CHRAJ) y director
de Promoción y Anticorrupción de la CHRAJ en Ghana. Fue
nombrado secretario ejecutivo de la Comisión Nacional de
Reconciliación, de Ghana, en mayo de 2002.

David Backer ha colaborado con el Codepu en el segmento de estudio


de Sudáfrica, entrevistando a víctimas del apartheid y violencia política,
así como a comisionados de miembros de la Comisión de la Verdad
y Reconciliación, activistas de derechos humanos y académicos.
Backer es investigador asociado del Centro para el Estudio de la
Violencia y Reconciliación, una de las organizaciones no guber-
namentales más respetadas de Sudáfrica. Asimismo, David Backer
está concluyendo su doctorado en Ciencias Políticas de la Universidad
de Michigan. Su disertación se enfoca al impacto de la participación
de los procesos de comisiones de la verdad en la actitud de las
víctimas de violencia política, con base en un estudio extensivo
realizado junto con la CSVR.

Louis Bickford es colaborador del Centro para la Justicia Transicional


(ICTJ), de Nueva York. Ha trabajado de cerca con diversos activistas
NOTAS BIOGRÁFICAS DE LOS PONENTES

en derechos humanos y con movimientos de oposición de orga-


nizaciones gubernamentales y no gubernamentales en Argentina,
Birmania, Chile, Ruanda, México, Nigeria, Filipinas, Sudáfrica y
Zimbabwe con respecto a las violaciones de derechos humanos
en el pasado, mediante mecanismos como fiscalías especiales, comi-
siones de la verdad y preservación de documentos de derechos
humanos.
Antes de integrarse al ICTJ, Bickford era director asociado del
programa de Estudios Globales y catedrático de Estudios Interna-
cionales de la Universidad de Madison, Wisconsin.

Ignacio Carrillo Prieto es fiscal especial para la atención de hechos


probablemente constitutivos de delitos federales cometidos directa
o indirectamente por servidores públicos en contra de personas
vinculadas con movimientos sociales y políticos del pasado de
México. Es licenciado en Derecho por la Universidad Nacional
Autónoma de México, licenciado en Filosofía por la Universidad
499
Iberoamericana, licenciado especial en Derecho Social por la
Universidad Católica de Lovaina, Bélgica, y posee el grado de doctor
en Derecho de la Universidad Nacional a Distancia de España. En
la Universidad Nacional Autónoma de México fue director general
de Asuntos Jurídicos y Abogado General; en la Secretaría de
Gobernación ocupó los cargos de director general de Prevención y
Tratamiento de Menores, y coordinador general del Programa
Nacional de Capacitación Penitenciaria. Fue también director general
jurídico de la Procuraduría General de la República, y director
general del Instituto Nacional de Ciencias Penales. Es investigador
de la UNAM.

Christina Cerna es abogada de la Secretaría de la Comisión Inter-


americana de Derechos Humanos de la OEA desde enero de 1979, y
profesora adjunta de la Facultad de Leyes de la George Washington
University.

Edgar Cortez es director del Centro de Derechos Humanos “Miguel


Agustín Pro Juárez”, de México, desde 1998.
EL CASO DE MÉXICO

Silvia Dutrénit Bielous es profesora-investigadora adscrita al Área de


Historia y Estudios Internacionales del Instituto Mora y miembro
del Sistema Nacional de Investigadores, nivel II. Licenciada en Historia
y doctora en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM), y maestra en Ciencias Sociales por la
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso). Ha publicado
diversos artículos sobre crímenes del pasado y asilo político.

Gabriela Echeverría, mexicana, trabaja como asesora legal (inter-


nacional) en REDRESS, Londres, organización de derechos humanos
que se dedica a la búsqueda de reparación para víctimas de tortura
por distintas vías, incluyendo el litigio en los planos nacional e
internacional, en el sistema interamericano y las Naciones Unidas.

Víctor Espinoza Cuevas, chileno, es profesor de Filosofía, egresado del


Magíster en Filosofía Política, de la Universidad de Santiago de Chile.
Es asimismo secretario ejecutivo de la Corporación de Promoción y
500 Defensa de los Derechos del Pueblo, Codepu. Con 19 años de trabajo
en educación en derechos humanos y más de diez de experiencia
como investigador en derechos humanos y en ciencias sociales y
políticas, es también consultor para proyectos de derechos humanos.

Luis Fondebrider es docente de la cátedra de Medicina Legal y


Tanatología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos
Aires y antropólogo forense; miembro fundador del Equipo
Argentino de Antropología Forense (EAAF), una ONG que desde 1984
se dedica a la documentación científica de violaciones a los derechos
humanos en diferentes partes del mundo.
En relación con México, Fondebrider coordinó el componente
forense del proyecto de Cooperación Técnica entre la Oficina de la
Alta Comisionada para los Derechos Humanos de Naciones Unidas
y el Gobierno de México, cuyo resultado fue el “Protocolo Modelo
para la Investigación de Muertes Sospechosas de haberse producido
por violaciones a los Derechos Humanos”.

Roberto Garretón fue defensor de los derechos Humanos en Chile


durante la dictadura de Pinochet, de 1973 a 1990, como abogado
NOTAS BIOGRÁFICAS DE LOS PONENTES

de la Vicaría de la Solidaridad. Embajador para el tema de derechos


humanos durante la presidencia de Aylwin (1990-1994), así como
miembro del Grupo de Trabajo sobre Detenciones Arbitrarias de
la ONU de 1990 a 2001 y Relator Especial de la ONU sobre derechos
humanos en el ex Zaire, de 1994 a 2001. Actualmente es representante
para América Latina y el Caribe de la Alta Comisionada para los
Derechos Humanos de la ONU.

Isabel Guterres nació en la ciudad de Viqueque (Timor Oriental) en


1958 y radica actualmente en la ciudad de Maliana. Ha trabajado
con diversas organizaciones de asistencia humanitaria. Recien-
temente estuvo adscrita al Servicio Jesuita de Refugiados (JRS) dando
apoyo a personas que regresan a Timor Oriental. Guterres vivió
en Australia durante quince años y ahí ejerció como enfermera
calificada. Tras regresar a Timor Oriental, en noviembre de 1999,
continuó trabajando en el sector médico en las organizaciones
Médicos sin Fronteras (MSF) y Visión Mundial. Es ahora comi-
501
sionada de la Comisión de Recepción, Verdad y Reconciliación de
Timor Oriental.

Joseph Christian Humper es obispo residente de la Iglesia Unida


Metodista de Sierra Leona, presidente del Consejo Interreligioso
y de la Comisión de la Verdad y Reconciliación de Sierra
Leona.

Rosario Ibarra de Piedra es defensora de los derechos humanos y


presidenta del Comité Pro Defensa de Presos, Perseguidos,
Desaparecidos y Exiliados Políticos, conocido como Comité
Eureka, de México. Su actividad en el terreno de la defensa de los
derechos humanos comenzó cuando su hijo, Jesús Piedra Ibarra,
estudiante de medicina, “desapareció” después de ser detenido
por agentes de la policía judicial del estado de Nuevo León en
abril de 1975. Desde entonces no ha dejado de trabajar para que
todas víctimas de la represión gubernamental sean presentadas
con vida. En 1982 y 1988 fue candidata a la presidencia de la
república.
EL CASO DE MÉXICO

Sofía Macher es comisionada y miembro de la Comisión de la Verdad


y Reconciliación del Perú y socióloga por la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos.
Ha sido secretaria ejecutiva de la Coordinadora Nacional de
Derechos Humanos – Perú, organización que agrupa a 61 organismos
de derechos humanos en todo el país.
Miembro del Grupo de Trabajo para la creación de la
Comisión de la Verdad en el Perú. Miembro de la Mesa de Diálogo
de la OEA, que negoció la salida de Fujimori y el retorno a la
democracia en Perú. Miembro del Comité Asesor del International
Human Rights Internship Program (IHRIP), de Washington, del
Comité Administrativo del International Center for Human Rights
and Democratic Development, en Canadá, y del Comité Ejecutivo
Internacional de Amnesty International, del cual fue vicepresidenta,
de 1987 a 1993.

Javier Mariezcurrena es abogado de la Universidad de Buenos Aires.


502 Actualmente es coordinador del Transitional Justice Project, Center
for Civil and Human Rights, de la Universidad de Notre Dame
(Estados Unidos). Fue asesor de la Dirección Ejecutiva del Instituto
Interamericano de Derechos Humanos (Costa Rica, 1998-2001),
consultor de la Misión de Naciones Unidas para la Verificación de
los Derechos Humanos en Guatemala, en el Proyecto de Apoyo a
la Reforma Legal (Guatemala, 1996), y coordinador del Diagnóstico
del Sistema Penitenciario en el Instituto de Estudios Comparados de
Ciencias Penales de Guatemala (1996). Con Juan E. Méndez y Martín
Abregú editó el libro Verdad y justicia: Homenaje a Emilio F. Mignone,
San José, 2001.

Salvador Martínez della Rocca es integrante del Comité Ciudadano de


Apoyo a la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Crímenes
del Pasado. Fue activista del Consejo General de Huelga en 1968.
Obtuvo la licenciatura en Antropología en la Escuela Nacional de
Antropología e Historia ( ENAH ) en 1979. Ha sido profesor-
investigador en el Instituto de Investigaciones Económicas de la
UNAM y en el Programa de Investigaciones sobre Educación Superior
en México del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en
NOTAS BIOGRÁFICAS DE LOS PONENTES

Ciencias y Humanidades de la misma casa de estudios. De 1997 a


2000 fue delegado político en Tlalpan.

Rodolfo Mattarollo es actualmente jefe de la Sección de Derechos


Humanos de la Misión de las Naciones Unidas en Sierra Leona
(Unamsil). Anteriormente fue director ejecutivo adjunto y jefe de la
Sección de Asuntos Jurídicos y de Fortalecimiento Institucional de
la Misión Civil Internacional OEA/ONU en Haití (Micivih), consultor
jurídico internacional de la Oficina del Procurador Especial del
Gobierno de Transición de Etiopía, consultor en derechos humanos
para Bolivia de la Oficina de la Alta Comisionada de Derechos
Humanos de las Naciones Unidas y asesor de derechos humanos de
la Misión de Observadores de las Naciones Unidas en El Salvador
(Onusal).
Miembro de la Asociación Gremial de Abogados de Buenos
Aires, había defendido a presos políticos y sindicales en Argentina
con anterioridad a la dictadura militar instaurada en 1976.
503
Marco Mona es abogado litigante en la ciudad de Zurich, Suiza, y
ombudsman para la policía de Zurich. Ha defendido varios casos de
extradición. Tiene experiencias de observación de proceso. Desde
hace más de diez años es presidente de la Asociación para la
Prevención de la Tortura (APT) de Ginebra, Suiza.

Miguel R. Montenegro, salvadoreño, es director de la Comisión de


Derechos Humanos de El Salvador y secretario del Consorcio de ONG
de Derechos Humanos de El Salvador. Trabajó en comunidades
cristianas de 1974 a 1981. Está adscrito a la Comisión de Derechos
Humanos de El Salvador desde 1982.
Ha sido detenido, acosado y capturado en varias ocasiones
por elementos paramilitares y policíacos debido a su trabajo como
defensor de los derechos humanos.

Chinonye E. Obiagwu es abogado en derechos humanos. Originario


de Nigeria, tiene un diploma universitario en derecho y filosofía y
fue aceptado en 1992 en la Barra Nigeriana de Abogados. Entre
1992 y 1996 fue consultor de la Organización de Libertades Civiles,
EL CASO DE MÉXICO

organización nigeriana de derechos humanos. Fue prisionero


político del régimen militar en 1997, y de 1998 a la fecha se ha
desempeñado como coordinador nacional del Proyecto de
Defensa Legal y de Asistencia, Ledap, organización de derechos
humanos.

María Luisa Ortiz, bibliotecaria documentalista, egresada de la licen-


ciatura en Literatura de la Universidad de Chile. Tiene más de quince
años de experiencia como documentalista e investigadora en derechos
humanos en la Corporación de Promoción y Defensa de los
Derechos del Pueblo, Codepu, y consultora para proyectos de dere-
chos humanos. Actualmente es documentalista del Área de Estudios
y Proyectos del Programa de Derechos Humanos del Ministerio
del Interior de Chile.

Gilda Pacheco, costarricense, es psicóloga e investigadora de las implica-


ciones psicosociales de la violencia política en Centroamérica.
504 Consultora de organismos internacionales como ACNUR, OPS y UNESCO,
entre otros. Fue coordinadora del Programa de Derechos Humanos de
las Mujeres del Instituto Interamericano de Derechos Humanos.
Actualmente es directora del Departamento de Entidades de la
Sociedad Civil del IIDH. Durante su mandato ha coordinado múltiples
proyectos y publicaciones especializadas en temas relacionados con
los derechos humanos.

Ariela Peralta, abogada, trabaja en el Servicio de Paz y Justicia de


Uruguay y es secretaria ejecutiva de Serpaj-América Latina. Ha
trabajado en varias organizaciones no gubernamentales de derechos
humanos y desde hace varios años se desempeña como abogada
especializada del equipo de promoción y defensa de los derechos
civiles y políticos de Serpaj-Uruguay.
Desde Serpaj ha trabajado en el esclarecimiento de los crímenes
cometidos en Uruguay durante la dictadura militar (1973-1985) y en
la lucha contra la impunidad. Ha participado en múltiples actividades
internacionales relacionadas con verdad y justicia, secuelas de la
dictadura, responsabilización por los crímenes del pasado, memoria,
etcétera.
NOTAS BIOGRÁFICAS DE LOS PONENTES

Es también asesora temática de la publicación anual de Serpaj


Derechos Humanos en Uruguay.

Alicia de los Ríos, hija de Alicia de los Ríos Merino, quien fue militante
de la Liga Comunista 23 de Septiembre y desaparecida por los
cuerpos de seguridad del Estado en enero de 1978, en la ciudad de
México. Es representante legal del Comité de madres de presos
políticos y desaparecidos de Chihuahua.

Naomi Roht-Arriaza es profesora de Derecho, especializada en derecho


internacional de los derechos humanos en el Colegio de Derecho
Hastings de la Universidad de California. Ha vivido en Chile y
Centroamérica, y actualmente es investigadora de las repercusiones
de los procesos de transición en juicios transnacionales. Ha escrito
sobre temas de impunidad y rendición de cuentas y trabaja como
consejera de diversas organizaciones no gubernamentales.

Paz Rojas fue profesora extraordinaria de Neurología y jefe de Clínica 505


del Hospital de la Universidad de Chile hasta septiembre de 1973.
Desde entonces da atención médica psiquiátrica a personas afectadas
por violaciones a sus derechos humanos.
Actualmente es presidenta de la Corporación de Promoción y
Defensa de los Derechos del Pueblo, Codepu, consejera de la
Asociación para la Prevención de la Tortura, Suiza, desde marzo de
1997, y de la Sociedad Internacional Salud y Derechos Humanos.
Premio de Derechos Humanos de la Universidad de Oslo en
1998, cuenta con numerosas publicaciones en investigación sobre
crímenes cometidos por la dictadura chilena. Es coautora del libro
Páginas en blanco y autora de Comisiones de verdad, ¿un camino incierto?
Estudio comparativo de comisiones de la verdad en Argentina, El Salvador,
Guatemala y Sudáfrica, desde las víctimas y de las organizaciones de derechos
humanos.

Elizabeth Silveira e Silva es profesora de Biología de la Red Pública y


Privada de Enseñanza del Estado de Río de Janeiro.
Desde la desaparición de su hermano en acciones de la guerrilla
de Araguaia, en 1974, comenzó, junto con otros familiares, la lucha
EL CASO DE MÉXICO

para el esclarecimiento de muertes y desapariciones políticas ocurridas


durante el periodo de la dictadura militar.
Participó a fines de los setenta en la Campaña para la Amnistía,
trabajando en el Comité Brasileño para la Amnistía (CBA).
En 1995 comenzó a trabajar con el Grupo Tortura Nunca
Mais/RJ, pasando luego a ocupar la dirección.

Morris Tidball-Binz es médico forense y miembro fundador del Equipo


Argentino de Antropología Forense y de la Asamblea Permanente
de Derechos Humanos de La Plata, Argentina.
Investigador de Amnistía Internacional para México y Vene-
zuela de 1990 a 1998, asumió entonces el puesto de director del
Programa para la Prevención de la Tortura del IIDH. Posteriormente
fue director de la Oficina para América Latina de Reforma Penal
Internacional. Actualmente es director de la Oficina para Defensores
de Derechos Humanos del Servicio Internacional para los Derechos
Humanos (ISHR) en Ginebra, Suiza.
506
Dora Ruth del Valle Cóbar, guatemalteca, es defensora de derechos
humanos e investigadora social, así como miembro de la Junta
Coordinadora de la Alianza contra la Impunidad y del Equipo
de Estudios Comunitarios y Acción Psicosocial ECAP, ambos en
Guatemala.
Miembro de Women Waging Peace y licenciada en Ciencias
Políticas por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM),
es también Maestra en Ciencias Políticas por la Universidad de Bra-
silia. Trabajó en el Proyecto Interdiocesano para la Recuperación de
la Memoria Histórica (Remhi) de la Oficina de Derechos Humanos
del Arzobispado de Guatemala, que produjo el Informe Guatemala
Nunca Más.

Paul van Zyl ha sido consejero y consultor de organizaciones de


derechos humanos, gobiernos y organizaciones internacionales y
fundaciones sobre justicia transicional en Colombia, Indonesia,
Timor Oriental y Bosnia-Herzegovina, entre otros países. De 1995
a 1998 fue secretario ejecutivo de la Comisión de la Verdad y
Reconciliación en Sudáfrica.
NOTAS BIOGRÁFICAS DE LOS PONENTES

Ha trabajado como investigador en la Comisión Goldstone,


como jefe del Centro para el Estudio de la Violencia y Reconciliación
en Johannesburgo y como asociado de Davis Polk y Wardwell en
Nueva York. Van Zyl es director del Programa de Justicia Transicional de
la Escuela de Derecho de la Universidad de Columbia, y profesor
de Derecho en las universidades de Columbia y Nueva York. Obtuvo
su licenciatura y maestría en la Universidad de Witwatersrand en
Johannesburgo, y la maestría en Derecho Internacional en la
Universidad de Leiden, Holanda.

507
II. Participantes, observadores
observadores
y organizadores

PARTICIPANTES INTERNACIONALES

Kenneth Attafuah, National Reconciliation Commission (Ghana)


David Backer, Center for the Study of Violence and Reconciliation
(Sudáfrica)
Victoria Baxter, American Assocation for the Advancement of Science
(Estados Unidos)
Louis Bickford, International Center for Transitional Justice (Estados
Unidos)
Christina Cerna, Comisión Interamericana de Derechos Humanos
(Estados Unidos)
Ruth del Valle Cóbar, Alianza contra la Impunidad (Guatemala)
Gabriela Echeverría, REDRESS (Inglaterra) 509
Luis Fondebrider, Equipo Argentino de Antropología Forense
(Argentina)
Roberto Garretón, Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas
de Derechos Humanos (Chile)
Isabel Guterres, Commission for Reception, Truth and Reconciliation
(Timor Oriental)
Juan Carlos Gutiérrez, Centro por la Justicia y el Derecho Internacional
(Costa Rica)
Joseph Christian Humper, Truth and Reconciliation Commission (Sierra
Leona)
Sofía Macher, Comisión de la Verdad y Reconciliación (Perú)
Javier Mariezcurrena, Center for Civil and Human Rights, University
of Notre Dame (Estados Unidos)
Iris Marín Ortiz, Comisión Colombiana de Juristas (Colombia)
Rodolfo Mattarollo, Misión de Naciones Unidas en Sierra Leona (Sierra
Leona)
Miguel R. Montenegro, Comisión de Derechos Humanos de El Salvador
(El Salvador)
EL CASO DE MÉXICO

Chinonye E. Obiagwu, Legal Defence and Assistance Project (Nigeria)


Gilda Pacheco, Instituto Interamericano de Derechos Humanos
(Costa Rica)
Ariela Peralta Destéfano, Servicio Paz y Justicia (Uruguay)
Naomi Roht-Arriaza, Hastings College of Law, University of California
(Estados Unidos)
Elizabeth Silveira e Silva, Grupo Tortura Nunca Mais (Brasil)
Paul van Zyl, International Center for Transitional Justice (Estados Unidos)

PARTICIPANTES NACIONALES

Sylvia Aguilera García, Comisión Mexicana de Defensa y Promoción


de los Derechos Humanos
Abel Barrera Hernández, Centro de Derechos Humanos de la Montaña
“Tlachinollan”
Fernando Coronado, Comisión de Derechos Humanos del Distrito
510
Federal
Alicia de los Ríos, Comité Chihuahua
Silvia Dutrénit Bielous, Instituto Mora
María Guadalupe Muñoz, Comité Eureka
Marco Ramírez, Comité Ciudadano de Apoyo al Fiscal Especial
Christian Rojas, Amnistía Internacional
Carmen Herrera, Centro de Derechos Humanos “Miguel Agustín
Pro Juárez”, A.C.

ORGANIZADORES

ASOCIACIÓN PARA LA PREVENCIÓN DE LA TORTURA (SUIZA)

Claudia Gerez Czitrom, coordinadora, Programa para las Américas


Isabel Heyer, pasante, Programa para las Américas
María Clara Lafaurie, pasante, Programa para las Américas
Marco Mona, presidente
Mark Thomson, secretario general
PARTICIPANTES, OBSERVADORES Y ORGANIZADORES

CENTRO DE DERECHOS HUMANOS “MIGUEL AGUSTÍN PRO JUÁREZ”


(MÉXICO)

Edgar Cortez, director


Michel Maza Calviño, coordinadora, Área de Relaciones Internacionales

COMISIÓN DE DERECHOS HUMANOS DEL DISTRITO FEDERAL


(MÉXICO)

Emilio Álvarez Icaza Longoria, presidente


Rocío Culebro, secretaria técnica

CORPORACIÓN DE PROMOCIÓN Y DEFENSA


DERECHOS DE LOS PUEBLOS (CHILE)
DE LOS

Víctor Espinoza Cuevas, director ejecutivo 511


Paz Rojas Baeza, presidenta
María Luisa Ortiz Rojas, investigadora

Aída María Noval Rodríguez (moderadora del seminario)


Morris Tidball-Binz (moderador del foro)
Jon Bevan (relator del seminario)
Índice de fotografías

Pág.
5 Mujeres argentinas en representación de las Madres de la Plaza de Mayo se
manifiestan frente a la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma) de Buenos
Aires © AP. Tomada de Cuerpos rotos, mentes destrozadas. Tortura y malos tratos a
mujeres, Madrid: Editorial Amnistía Internacional, 2001.
15 Pared de una casa en Chichicastenago, Guatemala © Paolo Gasparini, Para
verte mejor, América Latina, México: Siglo XXI Editores, 1972.
31 Pintas en las calles de San Salvador y Montevideo © Paolo Gasparini, Para
verte mejor...
99 El Salvador © Harry Mattison. Tomada de Aperture, no. 97, 1984.
117 Mujeres asesinadas por un escuadrón de la muerte en El Salvador © Chris
Steele Perkins. Tomada de Aperture, no. 97, 1984.
188 Sudáfrica © Dennis O’Neil.
197 Sudáfrica © Dennis O’Neil.
235 Una madre y su hija muertas por un bombardeo del gobierno en El Salvador
© Susan Meiselas. Tomada de Aperture, no. 97, 1984.
305 Sierra Leona. Las fuerzas rebeldes que atacaron en 1997 la granja de esta
mujer de 38 años le amputaron un brazo © Jenny Mathews/Network. Tomada
de Cuerpos rotos...
333 Mujeres y niños que huyen de los combates en la frontera entre Eritrea y 513
Etiopía © Sami Sallinen/Reuters/Popperfoto. Tomada de Cuerpos rotos...
371 Revisión de pasajeros de autobús en El Salvador © Susan Meiselas. Tomada de
Aperture, no. 97, 1984.
409 Protesta por los desaparecidos políticos en la Ciudad de México, 10 de mayo
de 1989. Tomada del sitio www.eureka.org.mx
431, 448, 449 y 451 Tomadas de Eureka: Historia gráfica © California: Multiediciones,
1989; www.eureka.org.mx
454, 455 y 457 Tomadas de “Memoria gráfica del 68”, edición especial de Proceso,
octubre de 2002.
458 Volante que circuló en la Ciudad de México durante el movimiento estudiantil
de 1968. Tomado de La gráfica del 68. Homenaje al movimiento estudiantil, México:
Ediciones Zurda/Claves Latinoamericanas/El Juglar, 2da. edición, 1988.
465, 469 y 480 Detenidos en el Estadio Nacional de Santiago, Chile, 1973. Tomada de
Proyecto Internacional de Derechos Humanos – 2000 © www.memoriaviva.com
471 y 489 Manifestación por los desaparecidos en la dictadura militar. Montevideo,
Uruguay, 21 de mayo de 2002. Tomada de Proyecto Internacional de Derechos
Humanos - 2000 © www.memoriaviva.com
476 Imágenes de una manifestación en Londres para exigir la extradición de Augusto
Pinochet a España, 1998. Tomada de Proyecto Internacional de Derechos
Humanos - 2000 © www.memoriaviva.com
478 Un refugiado de Timor Oriental en un campo en Dili. © AFP/Anastasia Vrachnos.
489 Manifestación en el Centro de Santiago, Chile, 1983. Tomada de Derechos
Chile © www.chipsites.com/derechos/index_esp.html
495 Protesta por los desaparecidos en México, 10 de mayo de 1989. Tomada del
sitio www.eureka.org.mx
EL CASO DE MÉXICO

La Memoria del Seminario internacional Comisiones


de la verdad: Tortura, reparación y prevención, y del Foro
público Comisiones de la verdad: Perspectivas y alcances.
El caso de México, se terminó de imprimir en septiembre
del 2004 en los talleres de JANO, S.A. de C.V.,
520 Sebastián Lerdo de Tejada No. 864,
Col. Electricistas Locales, C.P. 50040,
Toluca, Estado de México.
Tels. (722) 21 45 463, 21 45 477 y 21 48 267.
La edición es de 1000 ejemplares.

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