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Daniel H. Suarez
Dirección Programa de Documentación Pedagógica y Memoria Docente
Valeria Frejtman
Coordinación Programa Sutura
Indagación y Documentación Narrativa
de Experiencias Pedagógicas en Contextos de Encierro
Violeta Percia
Docente a cargo Taller Literatura y Narrativa
Proyecto Abrir Puertas, Programa Sutura
Desde la Oscuridad
Marcelo Curry
La omisión
Jorge Charo
La justicia sonámbula
Juan Perejil
Soy yo el hombre
Sin nombre
Poesias
Luciano F.Guglielmo
Libertad
Irma Saldaña S.
12 de Octubre
Antonio Ramirez
La Ingrata justicia
Ricardo Izquierdo
Venus
Miguel Ramirez y V.P.
Comparendo-Comparecer
Gloria
Sin título
Teresita Flores
Son cosas del amor que te harán reir que te harán llorar
Que bueno es que hoy este con vos
Los cambios están sucediendo
Amelia Noemi Torres Morote
Pensamiento
Ricardo Izquierdo
Ignorancia
Miguel
Aforismos
Ricardo Izquierdo
El Eco (Fragmentos)
Violeta Percia, Docente de Literatura
Abrir Puertas.
Experiencias pedagógicas en cárceles
Valeria Frejtman
Coordinadora General del Proyecto Abrir Puertas.
Programa Sutura. Documentación narrativa de experiencias pedagógicas en Cárceles.
Laboratorio de Políticas Públicas
Este Proyecto no lo hicimos solos, contó por un lado con el auspicio durante
el año 2008 y el verano del 2009 de La Dirección Nacional de Políticas para
Adultos Mayores de la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia del Mi-
nisterio de Desarrollo Social de la Nación. Un equipo de trabajo que nos po-
sibilitó, facilitó, acompañó y se sorprendió junto a nosotros en este recorrido
que se presentaba como un desafío lleno de interrogantes e incertidumbres.
Tampoco hubiera sido posible sin el sostenido acompañamiento de la Di-
rección Nacional del Servicio Penitenciario Federal. Un acompañamiento
que no es ingenuo ni casual, que es producto de un trabajo compartido y
sostenido para que estos espacios sean posibles. No solo supuso abrirnos
las numerosas puertas de las cárceles bajo su responsabilidad, sino generar
los mecanismos y procedimientos posibles para que podamos entrar, traba-
jar y producir, y para que los presos y presas pudieran acceder, permanecer,
aprender, tanto como mostrarse y ser reconocidos de otros modos. Nuestro
agradecimiento incondicional a ambos Ministerios.
Abrir Puertas,
generar espacios
profundizar fisuras…
hacer sutura.
Escuchar, estar, mirar
Volver a escuchar,
Compartir en silencio.
Tomar la palabra
Hacerla circular
Ponerla, compartirla, pelearla, hacerla sangre
o grito,
o ternura.
Las palabras de los autores de los textos que aquí se presentan merecen un
recorrido pausado, atento, sensible.
Llena al lector de gritos ahogados, de impotencias,
De risas, de suspiros.
Para nosotros, un honor haber sido testigos
Gracias a todos y cada uno de los que se animó y nos anima.
TALLER DE
PERIODISMO
G
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Taller de periodismo
Pista y posta
El encierro en las cárceles no sólo es físico. Los ba-
rrotes, los muros y las catreras se hacen carne e in-
corporan todo lo que se mueve bajo su halo de quie-
tud.
Sin embargo, la vida se arranca y despedaza los cha-
lecos de fuerza, diría el poeta Oliverio Girondo, y
regurgitan, agazapados, el deseo y la imaginación.
Con esa pista, se abrió camino el taller de periodis-
mo en el Pabellón 9 de la Unidad Penitenciaria Nº 2
de Devoto. La posta la batieron los presos.
Entre temerosos y temerarios, ingresamos al penal
como Ariana se adentró en el laberinto que confina-
ba a la poesía del Minotauro. Con sólo una cuerda
hecha de precarias herramientas para el ejercicio de
la prensa gráfica, apostamos a las grietas en las pa-
redes y el cabeza de toro se tentó.
En la medida en que los participantes salían en li-
bertad y aseveraban que el taller traía más suerte
que el programa de Mirtha Legrand, Teseo desen-
vainó la espada. Las palabras actúan y los hechos
hablan en voz alta.
Lo que sigue es una selección de sus entrevistas,
artículos de análisis y notas de opinión. Quizá, no
sean sino el número cero de una publicación que
dará qué hablar.
Para algunos es sólo un juego, y quizá allí mismo
resida su potencia: como pibes que entonan loas en
un laberinto que constriñe por errores pretéritos, es-
capan a la angustia de las horas. “Que, así, el hom-
bre no olvide lo que de niño prometió”, escribió el
alemán Friedrich Hölderlin.
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Taller de periodismo
DESDE ADENTRO
Las mujeres de la cola
Por Juan José Batracius
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Taller de periodismo
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OPINION | Taller de periodismo
EDITORIAL
Reivindicación de derechos
A partir de un fallo plenario de la Cámara de Casación, con fecha de noviembre de 2008, la
comunidad carcelaria vio renovada la posibilidad de recuperar su libertad y esperar el juicio
en la calle. Tal alboroto causó este dictamen que, rápidamente, los medios de comunicación
lo difundieron.
Pero el único aspecto novedoso del pronunciamiento judicial, dentro de lo que establece la
ley 24050 en su artículo 10°, sería la puesta en práctica de la legislación, que ya existía pero
no se utilizaba. Y si se considera que ese fallo no alcanza a quienes permanezcan detenidos
por delitos con penas mayores a los 8 años o puedan profugarse, se concluye que el núme-
ro de casos con esas posibilidades se reduce de forma considerable.
Por eso, la pregunta que flota es hasta qué punto se trata de un beneficio, cuando la Justicia
va a dar lugar al principio de que el ciudadano es inocente hasta que se demuestre lo con-
trario. Así, se puede pensar a la cárcel como un gran negocio, y mientras de ese modo se
entienda y se aplique los derechos de los detenidos difícilmente sean respetados.
En definitiva, urge la reestructuración del sistema, para otorgarle al preso las garantías
constitucionales que les corresponden.
OPINION
Desde la oscuridad
Por Marcelo Curry
Conviviendo en un mundo donde se entremezclan espe-
ranzas, angustias, tristezas y, tal vez, alguna alegría, mu-
chos seres comparten el día a día del averno carcelario. Y
qué difícil se hace adaptar el acostumbramiento de la vida
en la calle al que les propone un sistema en el que no se es
más que un número.
Cuánto sufrimiento escondido hay dentro de cada preso.
Cuánto código inhumano invade las conductas de quienes
habitan las cárceles. Que el infierno existe es verdad, y que
está en la Tierra, disfrazado con barrotes y cemento, tam-
bién lo es.
Quizá por eso es muy importante recuperar la memoria
y entender como seres humanos que quienes padecen y
sufren el calvario del encierro tengan ante los ojos de la
sociedad la oportunidad de la reivindicación. Porque Dios,
seguramente, ya los perdonó.
Será Justicia.
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Taller de periodismo | INFORMACIÓN GENERAL
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Taller de periodismo | ECONOMIA
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ECONOMIA | Taller de periodismo
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Taller de periodismo | POLITICA
La Justicia
Sonámbula
Por Juan Perejil
Desde la redacción de Devoto
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POLITICA | Taller de periodismo
da tal vez nuestra vilipendiada Justicia. y llegaba puntualmente a donde debía llegar
Casualidad o causalidad, lo cierto es que, para equilibrio de una justa justicia”, se vana-
muda testigo de la realidad, la Justicia espera gloriaba.
desde hace años que alguien la cambie inten- “Yo era un hombre de honor en la trama entre-
tando hacerla más justa, en imagen y seme- tejida de los más recónditos secretos palacie-
janza a sus justos fueros. gos, y como tal era respetado, hasta que llegó
Intentando descifrar el enigma de tan curioso el nefasto día del jamón pata negra y gruyere.
acontecimiento, el cronista recorrió los más ¡Suerte que no me tenté con la copa de Veuve
recónditos lugares del Palacio, hasta que Clicquot Ponsardin, que si no seguramente
en el último rincón de un archivo del cuarto estaría viendo crecer los rabanitos de abajo!”,
subsuelo, al fondo del tercer armario, a la de- se persigna el Desterrado.
recha, halló a un viejo ex ascensorista caído
en desgracia, víctima de la ira de Su Señoría -Bueno, Don Cacho, dejemos los detalles de
años ha; quien por cometer el terrible crimen lado y cuéntenos cuál es la trama secreta de
de haber mordido un sándwich de crudo y la Justicia Sonámbula- lo apuramos con firme-
queso que tentadoramente oficiaba de caza- za, porque se acaba el casete del grabador, y
bobos sobre el escritorio de Usía, en medio de por estos días hay cortes de luz programados
la desesperación que provocaba una época que impiden el funcionamiento de los ascen-
de devaluaciones por horas, saqueos organi- sores. Sin ellos, retornar del Averno sería una
zados o espontáneos, góndolas con precios ímproba tarea.
que se disparaban minuto a minuto y coman-
dos de compradores que intentaban ganarle la -Mire, mocito, yo le voy a referir una historia
desigual batalla al feroz remarcador, salvó su que me contó el primer ascensorista del Hall
cabeza de una condena a perpetua pero no Central, en la época en que había carteles
del escarnio público; siendo destinado a servir de “Prohibido Escupir el Suelo” y “Habiendo
hasta el fin de los días en un olvidado cuartujo Escalera en el Edificio, la Casa no se Respon-
del edificio decano de la Ley, al cual ni las ra- sabiliza por el Uso de los Ascensores”- relató
tas más corajudas se atreverían a asomarse. Cacho.
Cacho -así se identificó el susodicho, pidien-
do por favor no revelar sus datos reales de “Resulta que, a principios de siglo, cuando los
filiación, temeroso de las maldiciones gitanas alrededores del Palacio eran aún la vieja Es-
reinantes desde tiempo inmemorial alrededor tación del Parque de Artillería, y las paredes y
del mito hecho realidad–, como miembro con- cimientos del Colón y los Tribunales crecían a
suetudinario del gremio de los ascensoristas la par de sus presupuestos iniciales y los años
y ordenanzas, se jacta de haber sido uno de de ejecución de las obras, se le encargó a una
los mejores exponentes de esta raza de fun- Comisión la tarea de encomendar a un famo-
cionarios tan vilipendiada como necesaria. so escultor extranjero una importante estatua
“En mis años mozos, no había secreto que se que representara a nuestra Justicia, para que
me escapara, ni bulto que se meneara sin que fuera la imagen preponderante en el futuro
lo supiera: amantes y amancebados, roscas Hall Central del Palacio”, sentenció mientras
y rosqueros, aves negras y lechuzas, batila- hacía un gesto ampuloso con dos de sus de-
nas y soplanucas, todo pasaba por mis oídos dos para mangarnos un cigarrillo. Le dimos un
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Taller de periodismo | POLITICA
negro francés, se lo encendimos y continuó. - A ver. Déjeme imaginar. ¡Allá fue una nueva
“Hete aquí, me contaba Don Hermenegildo, mi comisión a ver qué pasaba en Europa!
maestro, que estos buenos hombres partieron
hacia Europa en viaje de valija diplomática, -Pibe, ¿vos os de la SIDE o de la escuela
para hallar un artista que estuviera a la altura científica Basilio, que adivinás todo?- se rió
de los acontecimientos, altura que pronto fue Cacho. Y prosiguió: “El asunto es que los pin-
hallada al ser recomendada con presteza un güinos estos tenían pánico de que llegara el
estimado amigo de los amigos”, dijo, y agregó: Gran Día, y que el Ministro se enterara de sus
“Yo no sé si será cierto pero parece que a un trapisondas. Así que llegaron al atelier, la viu-
conocido escultor italiano (¿o era francés?) da los recibió y como exhibieron unos extra-
se le adelantaron unos buenos patacones a ños recibos, recitando a grito pelado una sarta
cuenta de sus futuros servicios, pero parece de sandeces como que le harían un juicio por
que no fueron tantos como los que figuraron daños y perjuicios al mismísimo difunto, en
en las minutas contables que los Enviados mal francés, peor italiano y pésimo inglés, la
Plenipotenciarios presentaron para la rendi- buena mujer se acobardó ante tanta locura;
ción de su viaje (que según las malas lenguas y los dejó pasar. Los quías revolvieron todo,
fue algo así como diez veces más que lo obla- y encontraron unos bocetitos que más o me-
do como anticipo)”. nos les gustaron, y así regresaron a Buenos
Y entonces, siguió contando Cacho con gesto Aires”.
adusto, mientras con un sonoro eructo nos ha- “Ya en el Hotel Ritz fueron a desayunar antes
cía acordar que su almuerzo había sido de be- de subir al barco hacia Sudamérica, con tal
renjenas a la provenzal, que “el tema es que mala suerte que un tazón de café hizo bos-
los años pasaron, la comisión se disolvió, se ta los bosquejos, y el único que quedó fue el
volvió a armar, volvió a viajar, adelantar, inflar; de la Sonámbula, que seguramente era una
y así los hechos se sucedieron en dos o tres ironía del autor o bien del Destino. Y ante el
oportunidades hasta que al fin llegó el día de hecho consumado de la ausencia de compe-
la ‘gran – inauguración – gran’, y por supuesto tencia, el día de la inauguración, nuestra Jus-
el pescado sin vender”. ticia fue Sonámbula”, sonrió Cacho tras una
desdentada boca de alma en pena.
- ¿Qué quiere decir con lo del pescado sin Dudando si la historia es verdadera o falsa, el
vender, Cacho?, terció el cronista asombra- cronista se alejó cavilando del Palacio de Tri-
do. “¡Que de la bendita estatua, ni noticias!”, bunales. Tantos años han pasado desde aquel
masculló el mastuerzo mientras se escarbaba hecho, y los intrincados palaciegos de nuestra
concienzudamente una caries con el punto de justicia han sido tan herméticos y dignos de la
una cortaplumas Victorinox. Omertá, que raramente podamos comprobar
los dichos de Cacho.
-Cómo que nada- Lo cierto del caso es que tal vez aquellos
sempiternos y consuetudinarios “funcionarios”
-Nada, nada de nada. Resulta que con el paso simplemente fueron una herramienta del des-
de los años y los atrasos, el artista crepó. Y tino. Nada más acertado para los tiempos que
visto y considerando que el muerto no decla- corren que la imagen corpórea de una Justicia
ra... Sonámbula.
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OPINION | Taller de periodismo
OPINION
Las diferencias
Por Mario Baldassarre
“Devoto no es lo mismo”, dijo un viejo detenido que al llegar a la cárcel quedó asombrado
por los cambios de hábito en los internos del penal. En contacto con El Comunicador,
admitió que se encontró con pabellones que habían conseguido beneficios para una mejor
reinserción dentro de la sociedad y otros que seguían confinados a la indiferencia del
servicio penitenciario.
La falta de atención en las necesidades de los presos es un tema a resolver por las
autoridades nacionales. Es esa desatención la que genera todo tipo de revueltas, que
terminan con heridos, quemados y muertos como producto de la mala convivencia y el
hacinamiento.
El servicio mínimo del detenido, que es la alimentación, no se cumplió ni se cumple. Y
las diferencias serían mucho más evidentes si no fueran atendidos por sus familiares y
compañeros presos. Se espera que los cambios lleguen con rapidez para ser eficaces en la
recuperación y reinserción de los detenidos que salgan en libertad.
ANALISIS
La cuarta dimensión
Por Jorge Charo
Cuatro dimensiones o formas de vida dio la naturaleza. El aire, donde las especies agudizan
el sentido de la vista; la tierra, espacio en que se desarrolla el olfato; el agua, ambiente en
que predominan vibraciones y sonidos; y la cárcel.
La cuarta dimensión es un lugar inventado por la especie dominante, que guarda diferen-
cias con el resto del reino animal. Porque también la tela de araña aprisiona a las moscas
pero el encierro penitenciario tienen normas que, al no estar respaldadas por ley escrita, se
denominan códigos.
Fuera de los muros y los barrotes, se vive bajo las normas que establecen las leyes. Tras
las rejas, las relaciones son reguladas por el garrote.
Tales códigos, en general, son prácticos y eficaces a la hora de organizar un grupo no fami-
liar, es decir, con afinidades y costumbres distintas. Pero no son iguales en todos los lugares
porque son producto de la imposición por medio de privilegios que dan la longevidad o la
fuerza, tal como seguramente fue al comienzo de las civilizaciones.
Se puede concluir que no son enigmáticos ni utópicos, y mucho menos, complicados. Tam-
poco son fetichistas, ni siquiera improductivos. Son una simple solución a una organización
que generalmente no dispone de estructuras ni tiempos para establecer una convivencia
que, limitada por el espacio, la machucada realidad y la incierta situación futura, es una
ensalada que se condimenta en aras del fortalecimiento de la autoestima, una manera más
de preservación que respeta códigos impuestos casi siempre por la fuerza.
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Taller de periodismo | DEPORTES
Cintillo: La figura
Pelota, seguí rodando
Apareció, rodando por el retén. Lento, con su aplomo, sus ca-
nas atadas y la sonrisa cómplice del compinche y rebelde ami-
go incondicional del Pabellón 9.
Su estado precario de salud preocupó a la mayoría. Primero,
por su persona y, después, por la suerte echada de una mori-
gerada que nos lo va a hacer perder para siempre.
Es él, el compinche de chanzas, el rebelde con causa. Todos
en su ausencia notaban que la voz de la punta no se escucha-
ba un día, dos, después tres. Y la pregunta de todos: ¿lo habrá
logrado?
El aprecio ganado por él nos hizo sentir, más allá de todo, pre-
ocupación. La sinceridad es su principio, la lealtad su amiga. El
sigue todos los códigos carcelarios, y los que no, los inventa.
La preocupación por el que no tiene lo transforma. La desigual-
dad lo excita. El es así. Es Pelota. Pica, aparece, se cuelga y
se reparte con todos. Pelota, no te detengas, seguí rodando
por todos nosotros.
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DEPORTES | Taller de periodismo
ENTREVISTA EXCLUSIVA
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Taller de periodismo | DEPORTES
¿Quién fue, a su criterio, el ¿Qué tiene que tener el ju- Héctor, ¿qué recuerda como
mejor boxeador argentino rado en cuenta a la hora de anécdota?
que vio en el ring? calificar?
Realizando una de fondo,
A mi criterio, fueron dos: Pas- Ser idóneo en la función que se desliza mi bolígrafo, una
cual Pérez y Nicolino Loche. desempeña, con la mayor se- Cross Dedro, Yo continué ob-
guridad. servando a los protagonistas,
Y a nivel mundial, ¿quién lo pero mi mente estaba en la
conmovió? ¿Usted qué toma en cuenta Cross. Por suerte, cuando fi-
en una pelea pareja? nalizó el round, la recogí bajo
Casiuss Clay y Ray Sugar la silla.
Leonard. La clasificación de los comba-
tes se realiza con estos cua- ¿Vivió un tongo alguna vez
tro puntos: ataque, defensa, en su larga carrera?
ciencia y eficacia.
No, jamás me prestaría a sa-
¿Para usted el boxeo es un piencia pero sí presencié falta
negocio donde el boxeador de equivalencias.
Pascual Pérez es el que menos gana?
Así, entre café y café, estu-
En algunos casos, sí. Y en vimos con alguien muy par-
otros, no. Es difícil de asegu- ticular en el deporte que vio
rar. desfilar a grandes como Pas-
cual Pérez, Horacio Acavallo,
¿Qué hay que tener, además Carlos Monzón, Víctor Galín-
de constancia, para ser un dez, Oscar Ringo Bonavena
Nicolino Loche
buen boxeador? y otros. Dentro del box, ellos
no se ven pero sus veredictos
Sentir la vocación por el box, hacen saber quién vence y
dedicación permanente al quién es derrotado.
gimnasio, tener un prepara- Muchas gracias, señor Héctor
dor que diga la verdad con Mártire. Y nos dejó su tarjeta.
respecto a tus condiciones.
Casiuss Clay
¿Es un deporte que tiende a
desaparecer en la Argentina?
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Taller de periodismo
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Taller de periodismo
Y así como la memoria se hace carne, también blemente- envolvía a presos de carne y hueso.
sentía en esa escena el peso y la densidad Cuando apreté play, también oprimí rewind.
del averno carcelario sobre los hombros. Del Y a cada instante, en la unidad espacio-temporal
mismo modo que pretendimos que explicaran de las escenas que nos escupía la TV, el pasa-
su mundo en forma de noticias, nosotros nos do pasaba otra vez por mi mente. Parte de una
sumergimos en su mundo a medida que com- historia en la que actuaban reos anónimos para
partíamos su tiempo. el gran público de los noticieros que pregonan
El control remoto regulaba el funcionamiento la mano dura, el taller de periodismo en el “Vie-
del aparato de video, pero en ese botón que jo Matías”, pseudónimo artístico del pabellón o
apreté también iba la marcha de mi experien- alias policial con que lo bautizaron uniformados
cia como educador popular. Aunque el televisor literales, se convertía en nuestro propio juego
proyectaba un relato con actores de película, de Arcibel. Y nunca es sólo un juego.
la fantasía –mía; suya, tal vez; nuestra, proba-
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Taller de periodismo
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TALLER DE
LITERATURA
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taller de literatura
Mi dicha
Desde que me cansé de buscar
he aprendido a hallar.
Desde que un viento se me opuso
navego con todos los vientos
F. N.
Durante seis meses, una vez por semana, todas las semanas, en encuentros
que duraban aproximadamente una hora y media, en una biblioteca dentro
de uno de los pabellones de la Unidad 2, Devoto, y en una biblioteca de
la Unidad 27, se realizaron dos taller de lectura y escritura, de Literatura y
Narrativa, donde se intentó pensar acerca de qué es la literatura, y cuál es
la fuerza de la palabra, de la ficción y de la poesía para poder oír, pensar
y hablar otras formas de aquello que nos sucede o que nos sucedió, o que
no sucedió nunca; de aquello que nos visita, aquello que no llega, aquello
con lo que convivimos; eso que podría haber pasado o podría no haber
pasado, o está pasando. Se trató de buscar otros sentidos o de demolerlos,
buscarse y encontrarse con otros, en las palabras, a través de la palabra,
recuperando la palabra, y la propia voz, que parecía aletargada por diversas
capas sedimentadas por distintos encierros, pero que surgía y surgió como
una poderosa materia explosiva.
Hombres y mujeres pensamos en todo esto, leímos, escribimos,
escuchamos.
Estas son sólo algunas de las producciones que surgieron de allí.
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taller de literatura
Soy yo el hombre:
el que ama
el que lucha
el que disfruta de cada instante de la vida
el que sabe dar
el que a veces reza
el forjador de mi propio destino.
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taller de literatura
Poesías
Acariciar la palabra que nunca será mía,
besarlas, palparlas para sentir su piel más fina.
Rogarle, insistirle para que me libere.
Vestir la palabra, descubrirla,
disfrazarla de verdades.
Nada.
Impotencia
Las palabras se resisten a
cantar el sonido de mis huesos.
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29
taller de literatura
Libertad:
Esta palabra es extensa, muy extensa, para mí
después de la vida le sigue la libertad al ser hu-
mano. La libertad nace con nosotros al ser roto
el cordón umbilical de mamá. Cuando tuvimos
libertad para abrir los ojos por primera vez; y
después la guía de mamá para poder volar con
nuestras propias alas. La libertad del ser humano
es la libertad para vivir equitativamente nuestra
existencia y poder con libertad llenarnos del elixir
de vida que nos dio. Para mí hay dos cosas. Diría
yo dos tesoros que no debe perderse el hombre,
la vida y su libertad. Porque perdiendo alguna de
estas dos cosas, perdemos un gran tesoro y se
rompe el equilibrio o la equidad complementaria
del ser humano.
Irma Saldaña S.
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taller de literatura
Vale
Ricardo Izquierdo
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taller de literatura
12 de Octubre:
7:30 a. m. Sentado a la mesa de un bar cualquiera, no importa su nombre,
ni el lugar, ni la calle en que se encuentra ubicado. Lo cierto es que estoy
allí, de frente a las dos amplias ventanas que miran ávidamente hacia una
concurrida avenida que se divierte y emociona al paso de la multifacética
oleada peatonal.
De pronto algo, mejor dicho alguien, me llama la atención, es una joven
que se encuentra junto al poste que indica la parada de un colectivo, cuyo
número de línea no alcanzo a divisar con ‘nitidez’, pero sin embargo, pese
al día nublado y algo lluvioso, puedo percibir con claridad los rasgos y vesti-
mentas de la joven. Llevaba puesto un buzo tipo canguro color salmón, por
debajo se podían apreciar los bordes de una remera clara que asomaban
por debajo de la cintura del buzo que parecía algo corto, jeans color celeste
desteñidos, mocasines negros. Su figura de casi 1,70 metros, delgada y
de tez blanca, con una edad que oscilaba entre los veinticinco y veintiocho
años. Su cabello casi rubio caía como llovido sobre su rostro pálido y casi
hermoso, que dejaban ver unos ojos que buscaban sin buscar, algo, o al-
guien más allá de su horizonte.
Tal vez se dirigía hacia su empleo si es que lo tenía, dada la hora en que se
encontraba allí podía haber sido. Pero sus ojos y su rostro pétreo y hierático
por momentos no daban esa sensación.
Tal vez esperaba a alguien que tras la promesa de estar junto a ella de ma-
nera puntual, aún no había desplegado su tren de aterrizaje.
Tal vez la larga noche de insomnio debido a una discusión conyugal la llevó
a deambular sin rumbo y con pasos ignorados hacia alguna parte buscando
tal vez en la soledad de sus pensamientos encontrar la llave que la conduzca
hacia las puertas de la felicidad ‘eterna’.
Tal vez la esté consumiendo la congoja y la tristeza por la pérdida de un ser
amado, a quien hasta ayer consideraba inmune e inmortal, y hoy lo piensa
irrepetible.
Tal vez esté haciendo una pausa en su transitar para reflexionar profunda-
mente cuál va a ser la próxima decisión a tomar de la cual dependerá su
presente y su futuro.
Tal vez me importe un pito lo que le pase, y tal vez, sólo tal vez, me preocupe
que se me haya enfriado el café…
Antonio Ramirez
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taller de literatura
Una pequeña de tan sólo siete años de edad, junto a sus hermanitos que
eran ocho y su Señora madre con una basta preparación, pero con un gran
corazón de oro. La madre de Brígida supo sembrar en su pequeño corazón
valores y virtudes. Una riqueza invaluable que le servía de mucho en su vida
a la pequeña Brígida, la cual era la mayor de sus hermanitos, que pese a
su cuna humilde que la meciera, se hacía cargo junto a su madre de su
pequeña y grande familia a la vez. Abrigando en su alma sueños, ilusiones
e ideales; que la hacían crecer fuerte, valiente e inteligente. Ya que más que
juegos infantiles, a su edad, Brígida, día con día gustaba y se inspiraba al
ver la vertiginosa Naturaleza que la rodeaba. Ese inmenso e inagotable Mar
que se juntaba a lo lejos con el Cielo. Esa sensación abstracta de Amor en
su corazón, que le hacía amar a su familia y a toda esa Madre Naturaleza
de la cual era parte también. Lo que no se imaginaba la pequeña, que subir
la cuesta, cuesta, y subir peldaños no era fácil. Pero tampoco imposible. Así
crece y lucha Brígida para alcanzar sus sueños e ideales. Ella se convierte
en una mujer guerrera. Tratando de mantener lo que la hace única como
pocas, sus convicciones morales y espirituales. Sin embargo las piedras en
el camino son muchas y las adversidades se dejan venir como torrentes
de agua turbia y abundante. Lo cual va aminorando toda la fuerza de su
alma; hasta debilitarla perdiendo su mayor fuerza en sus sueños e ideales.
Pero no obstante, la desilusionada “Brígida” sabe en su interior que no se
termina el mundo ahí, quedándose derrumbada en el interior de su alma.
Por lo cual, lucha incansablemente por levantarse y seguir luchando con
todo su corazón, por sus sueños y sus ideales como lo que es, “una guerrera
invencible”; que con su amor no dejó morir a esa niña inocente que todos
llevamos dentro.
Irma Saldaña S.
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taller de literatura
La ingrata justicia
Cárceles de antaño,
Mazmorras olvidadas,
Cepos carcomidos,
Quedas herrumbradas,
Látigos de tres puntas,
Fierros marcadores,
Fuelles rotos,
Carbón que no arde,
¿El Carrasco?
Ya no existe.
Siempre ha habido reos
y siempre los habrá,
pero todos claman,
la Inocencia.
¿Serán todos Inocentes?
¿Estarán todos Arrepentidos?
¿Estarán todos Locos?
¿Estarán todos Cuerdos?
¿Por qué la pena de muerte?
Pobre Hombre
de Cuerpo y Alma,
¿Quién eres Tú, Hombre de Leyes?
¿Para sentirte Dios?
Dios te dio la Vida
Pero tú quitas la Vida,
Dios te perdona
Pero no peques más.
Tú que estás sobre los Hombres
También Perdonas,
a unos la libertad
a otros los encierras
El pobre es Culpable
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taller de literatura
El rico es Inocente
Al rico le temes,
a él le temes,
tiene dinero y poder,
Puede destruirte
Puede colmarte de beneficios.
El pobre nada tiene,
Ni dinero, ni poder, ni beneficios.
Él no puede tocarte
ni con la sombra de un dedo,
Hay que aplicarle la Justicia.
¿Qué Justicia?
¿La que tú has manipulado?
Te justificas por detrás,
del Psiquiatra, del Psicólogo,
Sociólogo,
de una corte arreglada
o atemorizada?
¿Es así que haces Justicia?
Como corolario de la Justicia
tienes tu propio Icono,
una señora con los ojos vendados,
una espada en una mano
y una balanza en la otra
y en el nombre de Dios,
dices hacer Justicia.
Yo te pregunto,
¿Quién es tu Dios?
¿De qué Dios hablamos?
¿Del Dios que conocemos
o del Dios Don Dinero?
¿Por qué digo estas cosas?
Porque para vivir y pensar
como preso
Hay que estar preso
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taller de literatura
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taller de literatura
Venus
Era quizás la segunda vuelta que dábamos al par-
que Avellaneda haciendo footing. Gerardo era
boxeador y yo lo acompañaba a veces en sus tro-
tes de entrenamiento. Solía hacerlo en el parque o
en la autopista Richieri, que en aquellos días sólo
llegaba hasta la Avenida Perito Moreno. –¿Vamos
a pescar el sábado? –me dijo. Bueno –contesté
sin mucho ánimo.
4:30 a. m. del día sábado estábamos en la pa-
rada del colectivo 46 que iba a Constitución. Yo
temblaba de frío, era el mes de julio o agosto y
el invierno se hacía sentir, aún recuerdo que las
veredas estaban cubiertas por una fina capa blan-
ca y los charquitos congelados crujían cuando sin
querer los pisaba. Ya en el colectivo, que a esa
hora estaba casi vacío y en semipenumbras, me
adormecí por el calorcito que provenía de ese po-
deroso motor. En Constitución, mientras esperá-
bamos el tren que nos llevaría al destino de pesca,
compramos algunas cosas que agregamos a las
que ya teníamos en las mochilas. El tren estaba
frío, las ventanillas de rústica madera no tenían
vidrios en ninguna de ellas, ya que no eran como
las de ahora con calefacción incluida. Así estuvi-
mos en ese bendito tren, por un tiempo que me
pareció interminable, charlando de bueyes perdi-
dos y duendes encontrados, sentado el uno frente
al otro en duros asientos de madera que parecían
haber sido construidos con bloques de hielo. Se
abre la puerta de adelante del vagón en el que
viajábamos y entra un hombre vestido de traje gris
y gorra de viceras, que con su voz monótona va
repitiendo, –¡Boletos, pase y abono!–. Detrás de
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él deja el viento helado que en pocos segundos cubre todos los espacios. Me
levanto el cuello de la campera y maldigo para mis adentros al guardatren
que dejó la puerta abierta. El viaje continuó sin que me ocurriera nada, en el
“coche” sólo había unos pocos pasajeros que dormitaban su sueño al com-
pás de los traqueteos del “convoy”. Tenía ganas de preguntarle a Gerardo
dónde estaba ese “dichoso” lugar de pesca pero no dije nada, no quería
pecar de ignorante y ansioso, él (Gerardo), al igual que yo, hablaba muy
poco, por lo tanto casi todo el trayecto se hizo en silencio, salvo en las oca-
siones que ya he mencionado. El tren se detuvo una vez más (lo había hecho
varias veces) pero esta vez Gerardo agarró su mochila y su caña y eso me
indicó que habíamos llegado. Cargué la mochila al hombro, que por cierto
pesaba bastante, y fui en busca de las escalerillas para descender del “gusa-
no de hierro”. Fuimos los únicos pasajeros que bajamos en la estación, que
a esa hora se encontraba desolada, su construcción era antigua y del tipo
colonial, a su alrededor las casas estaban diseminadas y separadas a distan-
cias considerables las unas de las otras, como en un paisaje de pueblo. La
noche se había ido esfumando paulatinamente y la luz difusa del amanecer
invernal hacía su aparición junto con el gélido viento mañanero, que a esa
hora parecía acariciar con más fuerza. Retrocedimos por una callejuela que
bordeaba las vías, alrededor de unos dos kilómetros, comenzaba a levan-
tarse una neblina que parecía brotar del suelo mismo y de los campos ad-
yacentes. Caminamos hasta llegar a lo que parecía un pequeño río, con un
puente de hierro por el que cruzaban las vías férreas, no cruzamos el río sino
que proseguimos nuestra marcha por un estrecho sendero que bordeaba la
margen derecha del serpenteante pero poco caudaloso brazo de agua. La
niebla se había incrementado y hecho más densa y el frío acechaba con más
vigor, con un viento mortal que parecía querer dejarme sin orejas. Gerardo
se había adelantado unos metros porque él conocía el camino, por momen-
tos sólo veía parte de su cuerpo a través de los bancos de niebla y cerrazón
que se formaban en torno y adelante nuestro. ¡De pronto!, giro la cabeza
hacia la izquierda y desde el centro mismo, y a unos cien metros del puente
de hierro, veo surgir como entre brumas y vapores, la figura de una mujer,
blanquísima, al principio no podía dar crédito a lo que estaba viendo a esa
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camino a través de la espesura, hasta llegar al final del codo, allí me sen-
té un rato en la orilla, contemplando ensimismado el correr de las aguas
que arrastraba a su paso ramas y camalotes. En esa contemplación estaba,
cuando al mirar hacia la derecha veo un gran árbol caído, que atravesaba
el río de orilla a orilla, por un momento no atiné a pensar en nada, pero en
seguida, como torrente incontenible, fue surgiendo la idea de cruzar hacia
el otro lado utilizando aquel cíclope caído como puente. La curiosidad y el
anhelo de aventura no me dejó lugar a meditar en las probables consecuen-
cias, así que, mochila al hombro, me dirigí con pasos decididos hacia aquél
lugar que distaba unos treinta metros.
Ya junto al gerontoárbol, miro por unos segundos las gruesas y formidables
raíces que eran la base, el sustento, y por donde se nutría aquél coloso aba-
tido por algún huracanado y enfurecido soplo del Dios Eolo. La lluvia había
empezado a caer otra vez con mucha intensidad, el cielo se había encapo-
tado cubriendo el sol en su totalidad y el viento helado castigaba sin piedad.
Pero estaba decidido a cruzar hacia la otra orilla, trepé el caído árbol e
inicié el cruce, el río por debajo corría con violencia, siseante e inquieto.
El viento azotaba las copas de los árboles, desgajando a veces ramas que
al caer ponían en peligro a cualquier ser viviente que se interpusiese en su
caída, ya, en la mitad del trayecto, o sea en la parte media, donde el brazo
de río era más caudaloso y el viento golpeaba con más fuerza, no sé si por
descuido, por las fuertes ráfagas, o por lo resbaladizo que estaba el tronco
debido a las lluvias, lo cierto es que, en fracción de segundos, sin darme
cuenta de cómo ni por qué, me encontré de pronto sumergido en la profun-
didad de aquel oscuro y turbulento río, el peso de la mochila me empujaba
hacia abajo, hacia un lecho cubierto de cieno y ramas sumergidas que para
mí, en ese momento, significaban un peligro mortal, pues de enredarme en
una de ellas sería mi fin. Sentí que el caudalosos brazo me arrastraba con
violencia inusitada y que el peso de la mochila y la incomodidad que ella y
los borcegos me producían en ese instante, me impedían nadar en libertad.
Me hundí y al emerger, vi que la corriente me había alejado del tronco, traté
de llamar a Gerardo, pero el agua que se introducía en nariz y boca no
me lo permitía, luchaba con todas las fuerzas por mantenerme a flote, pero
me resultaba imposible, toda la ropa y el equipo mojado me hacía presa
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Miguel Ramirez y V. P.
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Comparendo - Comparecer
Esto significa que a las 2:45 h. de la madrugada te sacan del pabellón, te
llevan a JUDICIALES, y esperás hasta las 4 ó 5 de la mañana, que venga el
camión que te lleve a TRIBUNALES.
Subís, te esposan, te encadenan, con cadenas que pasan por tus piernas, y
en esa posición, comienza el trayecto.
Si hace calor, 50 grados, si hace frío, 0 grados.
En el camión ya vienen detenidos del complejo, hombres y mujeres, pasan
por la Unidad 3, suben internas, gritos, cigarrillos, risas y peleas. Sigue el
viaje, U27, cargamos gente, U2 Devoto, suben hombres. Buenos chicas,
todas contentas.
Llegamos a Tribunales, por fin bajamos. ¿Qué hora es? 8 de la mañana (U
28).
Nos tiramos una frazada, y dormimos con CUCARACHAS y una LETRINA al
lado.
13:30 h. Llama la celadora, me llevan al Juzgado, me leen dos reglones,
firmo y me reintegran.
Con un poco de suerte me vuelvo en el primer camión.
NO-NO-No- no puede ser, el primero no, el segundo, el tercero. En el
ÚLTIMO.
Subo, a repartir gente, Devoto, U. 27, U. 3, Complejo U. 31, llegué, 1:30
de la madrugada.
Llegué al Pabellón, sin comer, sin bañarme, sin ganas de nada, con olor a
la letrina de la U. 28.
Te tirás en la cama, y dormís.
Sólo querés gritar.
Gloria
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Teresita Flores
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Deseo y esperanza
Deseo tener por siempre a mi madre y
Que la tenga siempre a mi lado
Las esperanzas que tengo es que salga
pronto de aquí ese también es mi deseo
Deseo es cuando pedía algo
Esperanza es esperar algo bueno
Deseo tener trabajo y ver a mis
nietos, estar toda la familia junta.
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No más te quieros
Las palabras me dejan
Qué haremos para estar
por siempre unidos
si Dios nos hizo andar
distintos caminos
por qué tuvo que ser
tan cruel el camino
Y cuando sola estés con
mi recuerdo no te olvides
mi bien que mucho te quiero
Y esperándote están mis brazos
abiertos.
Isabel Carballo
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Pensamiento
Escuché una gran algarabía
todos son cantares y risotadas
muestras de gran felicidad,
¿Por quién doblan las campanas?
Ricardo Izquierdo
Isabel y Teresita
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“Ignorancia”
Decidirse a encarar el tema de la vejez es algo
bastante difícil, al menos lo es para mí, a pesar
de que han transcurrido los años (una parva).
Pareciera como si mi psiquis, mi cuerpo, mi
alma (si es que existe), en fin, todo mi ser, se
resistiera a aceptarlo. ¿Es esto una negación de
la realidad? Quizá no supe disfrutar la infancia,
ni la niñez, casi no tengo recuerdos de la
adolescencia, ni de la juventud, la adultez ¿qué?
Y ahora la vejez, la ancianidad, la abuelez, no
sé cómo calificar a la edad que tengo, ¿será
gerontofobia? De todas maneras no sé qué decir,
desconozco los síntomas, yo no paseo perros
por las plazas, no llevo nietos al pelotero, no
sé si va a llover o no, no sé nada, de nada, de
todas esas cosas que se supone trae aparejada
la vejez. ¿Me olvido cosas?, sólo las que quiero
olvidar. ¡Por dios! ¡Qué alguien me explique
qué es la vejez! ¿La caducidad de los huesos?
¿La inexorable proximidad de la muerte?, ¿la
posibilidad de hacer el ridículo ante alguien
más joven?, ¿la añoranza de lo que pudo haber
sido y no es? ¿La andropausia? ¿El temor a
equivocarse una vez más? ¿O el vivir en la
eterna infusión de los recuerdos? O el esperar
con paciente vacuidad, el despertar frente a la
realidad de la que no se vuelve!!!
Miguel
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Daniel
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Mundo ficción
Este es un mundo nuevo de ficción y el formato es sostenido por gente deno-
minada genios o mejor aclarado (los bochos del siglo), todos se mantienen
con sus mentes sanas y transparentes. En general no existen enfermedades,
estamos inmunizados, los niños se visualizan, desde sus casas u hogares,
con sus profesores, o grandes maestros y así estudian. La población sale
toda en ropa de gimnasia a hacer largas caminatas, todo sirve para mante-
ner un cuerpo sano y ágil. No existen los gordos. Si vieran la gran vegeta-
ción existente y arboledas por doquier, las calles en todo el mundo son de
tierra con pasto corto, donde se puede transitar perfectamente. Los edificios
y casas son transparentes, es para acumular energía solar absorbiendo sus
rayos solares. El transporte es un zapatón o plancheta ultrasónica voladora.
La gran mayoría de las comidas y postres de todo tipo, se encuentran en
cápsulas de un centímetro cuadrado. No hay desnutrición, el hambre no
existe. Todo está pensado y regulado de acuerdo a los gustos de la pobla-
ción. Las enfermedades fueron controladas de tal manera que se extinguie-
ron y la población es sana, por naturaleza. Se realizan muchos encuentros y
eventos en centros de recreación e Iglesias donde se unen los niños, grupos
de jóvenes adolescentes y mayores, la comunicación es realista y sincera.
El enamoramiento es amarse para toda la vida, no se da lugar al engaño
y menos a la mentira. No existe ejército, ni policías, ni jueces. Simplemen-
te todo es transparencia. Solamente se utiliza la foto, y huellas dactilares,
para acceder a un crédito, de una compra de vivienda, electrodomésticos,
vestimenta, o indumentaria, artículos varios. Lo máximo viene desde la ni-
ñez, que nos deja sorprendidos por sus inventos, y así se van conociendo al
crecer, cuando llegan a adolescentes nos sorprenden con sus comentarios y
trabajos realizados en el deporte, ciencias y otros campos. Los casamientos
que se realizan son hermosos, dignos de ver. Fiestas pomposas. El desarrollo
del intelecto del ser humano marca su aptitud para el desarrollo del aspecto
de amor, y su sabiduría demuestra su capacidad para continuar su progreso
en el ser puro de conciencia sana.
Daniel
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Aforismos
Ricardo Izquierdo
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Aforismos
La felicidad es maravillosa
nacemos, crecemos, procreamos, enfermamos y morimos
¿De qué felicidad hablamos?
Ricardo Izquierdo
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El Eco
Por Violeta Percia, docente Taller de Literatura y Narrativa
colores vivos, rojo, azul, verde, ama- que están reunidos no los conozco,
rillo, que trajo Valeria con pandulce. porque van a periodismo, o porque
Le cuento al taller que hay un brin- son nuevos en el pabellón, puedo
dis. Entonces se organizan en la or- verlos, no sólo yo puedo mirar, sino
ganización, hay movimiento, eligen que ellos se presentan, se dejan ver,
el espacio, disponen mesas y sillas y aparecen, sólo como un gesto de
banquetas, buscan la guitarra, pla- comunidad, que propiciamos.
tos, traen vasos para cargar. En el brindis, M.A. canta unas can-
…En la llegada M. A. me da unas ciones de amor, también uno de an-
hojas, es la continuación de un texto teojos y pelado y otro en la compañía
que viene escribiendo, “Can Cerve- de la guitarra, unos tangos. En cada
ro”, la crónica novelada de la de- entrega de diplomas de periodismo
tención. Me pregunta si puede usar los que reciben dicen unas palabras.
‘palabras fuertes’, dice que él no es Es muy importante para nosotros y
de usar ‘malas palabras’, pero que les agradecemos que vengan hasta
allí –en lo que relata– se dijeron co- acá y se preocupen por nosotros, di-
sas muy duras. Le digo que sí, que cen recurrentemente todos.
yo no censuraría el texto en esta eta- Cuando entrego los diplomas, al
pa, que en todo caso si de la lectura grupo que ahora son cuatro, ellos
grupal surgen comentarios en ese no dicen sus palabras. Voy pensan-
sentido se puede rever después. Le do a veces que la literatura deja más
digo además que edulcorar el texto expuestos, tal vez, porque no se trata
no tiene sentido, que a veces pue- de comunicar, siempre crear fue algo
de buscarse el efecto del impacto, distinto de comunicar, los cadáveres
de la violencia o el malestar en el comunican, dice la criminalística. …
lector como un modo de trasladar el Me deja siempre sensible esto, no
malestar o la violencia narrada. Me quiero exponerlos, porque son ellos
dice, edulcorar, qué buena palabra. quienes quedan ahí, quienes ponen
el cuerpo; pareciera que allí, se evi-
dencia el síntoma más que afuera,
El brindis y la entrega de diplomas no se puede ir a otro lado, no se
El brindis es un momento muy emo- puede escapar más allá de la ima-
tivo, me mociona la disposición, el gen de uno mismo que se proyec-
flujo. Las influencias. Visto compara- ta –y cuanto más difusa, más dura,
tivamente algo muy visible ha cam- probablemente más perdurable, más
biado de aquellas primeras veces en resistente. Me pregunto siempre si
que llegamos a presentar los talleres quedan expuestos y hasta qué punto
y la actividad con Alejandra, Pablo con las cosas que hacemos en el ta-
y Papo, compañeros de Abriendo ller, con los textos que les dejo. Una
Puertas. Aunque a alguno de los vez imaginé que los originales que
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escriben queman para ellos; una vez tura, un diálogo –la posibilidad de
M. me dijo que los había roto, des- pensar y desplazarse.
truido, y clases después llegó con los Cuando nos estamos por ir me jun-
originales y me los dio para que los to con el grupo, ellos cuatro y yo,
pase a máquina. La letra de la má- somos cinco. Les digo que ellos no
quina es menos comprometedora, comentaron nada del taller durante
no es el puño de la letra. Esa copia la entrega de diplomas, que yo es-
se la quedaron, porque además ya pero que lo hayan disfrutado y que
no es un original, hay varias copias les haya gustado. Entonces Miguel
que el grupo guarda, salvaguarda. me dice: “Para que se dé una idea,
Este miércoles cuando M me entrega al principio veníamos como un pa-
la tercer entrega de aquél texto que liativo, para matar el tiempo. Ahora
dijo había destruido, le pregunto si se convirtió en una necesidad escri-
quiere que le devuelva los originales, bir. Y los días que la profesora falta,
que yo ya pasé, y me contesta que o porque no pudo entrar al penal, se
no, no hace falta por ahora, pienso. nota su ausencia”.
Nos despedimos y acordamos conti-
Después R.I., me agradece, en el nuar trabajando con poesía.
brindis, es el último que recibe el di-
ploma, y dice: “Quiero agradecer a
la profesora que a pesar de su juven-
tud nos soporta”, dice. Ahora pienso
estas palabras en un sentido profun-
do, soportar.
<Qué hable unas palabras la pro-
fesora>, dice MA. después, después
de las payadas.